Federico Javaloy
Resumen
La presente exposición pretende condensar los aspectos que pueden resultar más sugestivos para el psicólogo
social que se hallan contenidos en el manual Comportamiento colectivo y movimientos sociales. Un enfoque psico-
social (Javaloy, Rodríguez y Espelt, 2001). El libro pretende ofrecer una visión global del comportamiento
colectivo y de los movimientos sociales, tarea que había sido emprendida anteriormente en el marco de la sociolo-
gía pero había quedado ampliamente desatendida por la psicología social académica, especialmente en lengua
española. El trabajo guarda correspondencia con las tres partes en que se halla estructurado el libro, centrando
su análisis en la primera parte (fundamentación científica del campo estudiado) y en la tercera, referente a los
movimientos sociales. De la segunda parte, sólo se mencionan aquí algunas aportaciones psicosociales provenien-
tes de la investigación grupal que pueden ser consideradas la más importante contribución de la psicología social
experimental al estudio del comportamiento colectivo y de los movimientos sociales. Se enfatiza también la rele-
vancia social del campo estudiado, tratándose de ofrecer el reflejo de una sociedad en proceso de globalización en
algunos de sus aspectos más problemáticos, como la crisis ecológica, el sexismo, el terrorismo y las desigualdades
sociales.
Palabras clave: Comportamiento colectivo, acción colectiva, movimientos sociales, identidad
social, globalización.
Correspondencia con el autor: Federico Javaloy Mazón. Universidad de Barcelona, Facultat de Psicologia, Departa-
ment de Psicologia Social, Passeig de la Vall d’Hebron, 171, 08035 Barcelona. E-correo: fjavaloy@psi.ub.es
© 2003 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0213-4748 Revista de Psicología Social, 2003, 18 (2), 163-206
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2) Modelo activo de ser humano como agente de cambio social versus modelo pasivo
Tanto la psicología social como la sociología funcionalista han tendido a desa-
rrollarse dentro de una visión estática de los individuos como sujetos que cum-
plen un determinado rol en un sistema social establecido dado por supuesto,
como si fuera el único deseable y posible. Ello ha creado la ilusión de un orden
social que parece de carácter absoluto e incuestionable. Desde tal orden, no sólo
la innovación será vista como una desviación potencialmente subversiva, sino
que el comportamiento multitudinario aparecerá como irracional, patológico y
no deseable (Turner y Killian, 1987).
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rirnos al campo como un todo que engloba los fenómenos que no son regulados
por las normas establecidas por la cultura.
todo, ello deberá hacerse sin ocultar algunas características peculiares del movi-
miento social que le apartan del comportamiento colectivo.
Una primera razón a favor del estudio conjunto es de tipo práctico porque los
episodios de comportamiento colectivo y las acciones concretas de los movi-
mientos sociales suelen estar entrelazados de tal manera que para comprender
adecuadamente tales acciones debe tenerse en cuenta el comportamiento de las
multitudes y las reacciones de las masas que el movimiento ha estimulado
(Marx, 1980, p. 263). A su vez, las acciones de los movimientos permiten con
frecuencia comprender mejor el comportamiento de las masas y multitudes.
Puede decirse que gran parte de la acción de algunos movimientos sociales con-
siste en una serie de incidentes de comportamiento colectivo. Además, es posible
observar una serie de pautas comunes de interrelación, como por ejemplo, que la
conducta de la multitud puede conducir a un movimiento más organizado, que
el movimiento social utiliza estratégicamente las multitudes y que las masas
pueden también tener importantes implicaciones para un movimiento social
(Marx, 1980, p. 263).
Sin embargo, la razón que consideramos más potente a favor del estudio con-
junto del comportamiento colectivo y los movimientos sociales, es de tipo concep-
tual y se basa en las características que ambos comparten. Vamos a verlo a conti-
nuación, pero, al mismo tiempo, resaltaremos también los aspectos diferencia-
dores.
Aunque la tabla anterior, basada en Goode (1992, pp. 30-31), puede resultar
útil e intuitiva, ofrece una imagen que puede parecer simplificada y estática
sobre realidades que son de naturaleza cambiante. Una protesta espontánea
puede ir repitiéndose hasta transformarse en un movimiento social, mientras que
los movimientos pueden ir evolucionando y cambiando con el paso del tiempo.
Esto último nos ha inducido a pensar que puede aportar luz para comprender
mejor la conexión entre comportamiento colectivo y movimientos sociales.
TABLA III
Rasgos del movimiento emergente y del movimiento maduro
loy, 1993; Rebolloso y Rodríguez Crespo, 1999) así como investigaciones empí-
ricas, entre las que pueden destacarse las realizadas en el País Vasco (Páez, Villa-
rreal, Echevarría y Valencia, 1988; Valencia, 1987; Villarreal, 1987) y en Galicia
(Sabucedo, Arce y Rodríguez, 1992, y Rodríguez, Sabucedo y Costa, 1993).
En este período dorado del estudio los movimientos sociales, la atención al
comportamiento colectivo ha sido claramente menor, lo cual no impide que
pueda citarse la aparición de nuevos manuales de comportamiento colectivo y
movimientos sociales (Miller, 2000; Marx y McAdam, 1994; Goode, 1992; rea-
ding de Curtis y Aguirre, 1993), así como diversas obras sobre la multitud (McP-
hail, 2000; Gaskell y Benewick, 1987) y el comportamiento de masas (Goode y
Ben-Yehuda, 1994, Dean, 1998).
tanto a los estudios psicosociales sobre influencias social como a los de comporta-
miento colectivo, mencionar un proceso más: el de normalización. La conexión
entre dichos estudios experimentales y cinco de estos procesos queda explicitada
en la tabla V.
TABLA V
Algunos efectos de influencia social en la multitud basados en la estudios experimentales de grupos
Difusión de responsabilidad Giro hacia el riesgo (risky shift) Johnson, Stanler y Hunter, 1977
Conducta de ayuda en emergencias Darley y Latané, 1968
Holgazanería social Latané, Williams y Harkins, 1979
Modelo de movilización
Si las condiciones sociales generales no son suficientes para provocar una par-
ticipación en un movimiento social, tampoco basta con que exista un marco de
acción colectiva compartido por un grupo. Para que las ideas se conviertan en
acción se precisa un proceso de movilización, durante el cual los organizadores, o
activistas de organizaciones de los movimientos sociales, intentan contactar con
los simpatizantes y motivarles a la participación.
Klandermans (1997) ha propuesto el estudio de dicho proceso planteando un
modelo de cuatro fases, en el curso de cada una de las cuales los organizadores se
proponen un objetivo concreto. Éstas son las fases y objetivos :
1ª Formar el potencial de movilización: despertar una actitud favorable al movi-
miento en un amplio conjunto de individuos, convirtiéndolos en simpatizantes
o participantes potenciales.
2ª Formar y activar redes de captación: establecer una red de conexión con orga-
nizaciones formales y grupos informales existentes con objeto de contactar con
los simpatizantes.
3ª Activar la motivación a participar: persuadir a los individuos contactados de
que las recompensas superan a los costos de la participación.
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nino, desde una mirada psicosocial, implica situar en primer término las relacio-
nes de interacción entre ambos, haciendo uso de conceptos de naturaleza interac-
tiva y recíproca, como los de rol e identidad. Centrándonos en el caso del movi-
miento feminista, cabría esperar que que los cambios en el rol e identidad de la
mujer redundrán en cambios en el rol e identidad del hombre.
Este supuesto psicosocial ha inspirado, mayormente, cinco aportaciones reali-
zadas en nuestro análisis del movimiento feminista a las que vamos a referirnos:
el movimiento feminista refleja una interacción dialéctica hombre-la mujer;
implica una conciencia de grupo oprimido por el hombre; hace cuestionar la
identidad masculina; puede generar un nuevo modelo de sociedad distinto del
“masculino” y no podrá alcanzar un éxito pleno sin la colaboración sincera de los
hombres.
mujer, tal como ha sido definida por el hombre en la sociedad patriarcal, tratando
de redefinirla a partir de la propia experiencia de la mujeres.
La afirmación femenina de su identidad ha influido en la seguridad que han
ido adquiriendo actualmente las mujeres. Ello queda traslucido en una reciente
encuesta, realizada por J. Elzo et al. (Jóvenes españoles 99, 1999, p. 178), que ha
detectado que la juventud de nuestro país opina que las chicas tienen cualidades
más sobresalientes que los chicos.
La autoconfianza y conciencia de la propia identidad, conquistada por la
mujer a través de persistente lucha, contrasta actualmente con la inseguridad no
reconocida de los hombres. Dada la interacción existente entre sus respectivos roles,
resulta inevitable que los avances conseguidos por la mujer obliguen al hombre a
resituarse y a cuestionar su propia identidad. Se ha notado que el hecho de que,
durante siglos, el hombre haya sido el género dominante le ha hecho invisible a
sí mismo, no le ha inducido a reflexionar sobre su propia identidad masculina, y
una buena muestra de ello es que en una biblioteca hallamos gran variedad de
libros escritos por hombres en sus roles públicos –como políticos, economistas,
escritores o científicos– pero casi nada escrito sobre ellos mismos como hombres
(Gelles y Levine, 1995, p. 373). Concluida la etapa de prominencia masculina,
nos encontramos con que “a los hombres, que casi no defienden el modelo
autoritario de virilidad, les cuesta definir su masculinidad” (Touraine, 2000).
Pero no suelen reconocerlo abiertamente porque ello les haría sentirse más vul-
nerables.
femenina, además de hacer daño a la mujer, les envilece también a ellos mismos
y que la emancipación de la mujer puede tener también un efecto liberador sobre
los hombres y un notable enriquecimiento para sus vidas. La difusión de esta
actitud favorable masculina es un requisito necesario para que la revolución
feminista pueda consumarse.
El hecho de que los movimientos sociales sean definidos hoy como “redes de
interacciones informales” (Dellaporta y Diani, 1999) revela otro rasgo importan-
te del paralelismo Internet-movimiento. El carácter de red de ambos resalta un
modo no convencional de comunicarse y actuar que se halla en constraste con las
relaciones formalizadas y jerárquicas que tienen lugar en el seno de las institucio-
nes. Las particulares aptitudes de Internet han provocado una verdadera invasión
por parte de los movimientos sociales de forma que el ciberespacio se ha conver-
tido en un nuevo escenario de protesta.
A través de la Red, los movimientos están creando marcos de acción
colectiva que estimulan la participación en acciones de protesta y ejercen
presión sobre las instituciones a favor de los cambios que ellos proponen.
Esta presión puede concretarse en forma de acciones tales como manifesta-
ciones, boicots o huelgas, pero también puede consistir en recogida de fir-
mas por Internet, o envío de e-mails a los gobiernos e instituciones que se
cree responsables de una situación injusta. El uso de Internet por los activis-
tas está creando una comunidad virtual entre aquellos internautas que son
partidarios de las mismas ideas y reivindicaciones. La comunicación y la pla-
nificación de acciones conjuntas en temas de interés para el planeta entero
(como la ecología y la paz) están despertando la conciencia de humanidad,
contribuyendo ello al surgimiento de una identidad social global.
En otro orden de cosas, las características peculiares de Internet que
hemos analizado la convierten en un instrumento adecuado para la consoli-
dación y difusión del Nuevo Paradigma propuesto por los movimientos, al
que ya hemos venido refiriéndonos. Con objeto de explicitar esta adecua-
ción, hemos elaborado la tabla VI, donde se compara los rasgos propios de
Internet con los que caracterizan al nuevo paradigma en sus cinco dimensio-
nes básicas (ideología, valores, particip antes, organización y formas de
acción).
TABLA VI
Coherencia entre el Nuevo Paradigma de los movimientos sociales e Internet
Base ideológica Visión alternativa de la realidad (crítica de Canal alternativo, accesible a los que son críticos
la cultura y del sistema) hacia sistema.
Valores Autonomía personal e identidad, frente al Autonomía de la red y posibilidad de que sirva de
control centralizado. vehículo de identidades frente al control centralizado.
Valores de interés global: derechos humanos, Probabilidad de que los valores globales despierten
paz, medio ambiente, solidaridad. simpatía en los usuarios, sensibles a temas globales.
Participantes No hay estructura de clase. Extracción social múltiple de los internautas
Organización Estructura descentralizada, antijerárquica, Internet es descentralizada y no jerárquica,
asamblearia. favoreciendo la vía asamblearia.
Asociaciones horizontales que favorecen la Comunicación horizontal que facilita el ejercicio de
democracia directa y la participación. la democracia directa y la participación.
Red de interacciones informales. Red de interacciones informales.
Formas de Acciones para influir en público y gobiernos Acciones para influir (e-mails de protesta, etc.)
Acción Acciones espectaculares para atraer la Los mensajes en la Red actúan frecuentemente en
Atención de los medios de comunicación. complicidad con los mass media.
(Adaptado de Javaloy, Rodríguez y Espelt, 2001, p. 411)
Comportamiento colectivo y movimientos sociales / F. Javaloy 203
Un gran movimiento ante un incierto futuro
Se sostiene que los movimientos democráticos actuales (como los ecologistas,
pacifistas o feministas) coinciden en promover un mismo ideario cuyo origen se
remonta a la Ilustración y a la tríada de valores revolucionarios (libertad, igual-
dad y solidaridad). Consiguientemente, todos ellos pueden ser considerados
expresiones de un mismo gran movimiento (Tarrow, 1994, p. 324) y su ideología
se halla condensada en el llamado “Nuevo Paradigma”.
Los valores defendidos por este macro-movimiento, que reflejan en gran
medida los incluidos actualmente en la Declaración de Derechos Humanos, sin-
tetizan un progreso social que está lejos de ser continuo o lineal, como lo
demuestran las situaciones de involución que desencadenaron los movimientos
totalitarios del pasado siglo. Una idea leitmotiv del libro es que los nuevos movi-
mientos sociales reflejan un avance progresivo de la democratización de la socie-
dad hacia un mundo más libre y más justo.
El hecho de que los activistas del gran movimiento a que nos referimos luchen
por unos objetivos que benefician a todos influye en que la mayoría le preste res-
paldo, pero no constituye una garantía de su triunfo. La realidad es que su futuro
es incierto porque resulta obvio que continúan existiendo intereses particulares de
grupos poderosos que probablemente considerarán utópico el proyecto de los
movimientos y harán lo posible por obstaculizar su avance. Aunque el proyecto
pueda parecer una utopía, no debe olvidarse que, como dijo Mannheim (1936), “es
posible que las utopías de hoy se conviertan en realidades del mañana”.
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