La libertad sindical es uno de los institutos cardinales del derecho colectivo del trabajo.
No obstante, La libertad sindical ha sido considerada en diversos Tratados
Internacionales sobre Derechos Humanos de ámbito mundial1 y americano2 como un
derecho fundamental del cual es titular todo ciudadano.
1 Numeral 4) del artículo 23° de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, artículo
8° del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966, artículo 8° del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966.
2 Incisos c) y g) del artículo 45° de la Carta de Organización de los Estados Americanos (OEA) de
1948, Artículo XXII de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre aprobada
en la IX Conferencia Internacional Americana de 1948, artículos 7°, 26° y 27° de la Carta
Internacional Americana de Garantías Sociales, aprobada en la IX Conferencia Internacional
Americana de 1948, artículo 16° de la Convención Americana de Derechos Humanos, “Pacto de
San José de Costa Rica” aprobado en la Conferencia Especializada Interamericana sobre
Derechos Humanos, San José, Costa Rica, 22 de noviembre de 1969, artículo 8° del Protocolo
Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, “Protocolo de San Salvador”, aprobado por la Asamblea
General de la OEA, San Salvador, 17 de noviembre de 1988.
3 Los Convenios de OIT más relevantes sobre el tema de libertad sindical son: Convenio 87 (1948),
“Sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación”, Convenio 98 (1949), “Sobre
el derecho de sindicación y de negociación colectiva”, Convenio 135 (1971), “Sobre los
representantes de los trabajadores”, Convenio 151 (1978), “Sobre las relaciones de trabajo en la
administración pública”.
4 Las Recomendaciones OIT más relevantes sobre el tema de libertad sindical son: Recomendación
143 (1971), “Sobre los representantes de los trabajadores”, Recomendación 159 (1978), “Sobre
las relaciones de trabajo en la administración pública”.
1
I. BREVE RESEÑA HISTÓRICA
1.1. SINDICALIZACIÓN Y ORDENAMIENTO JURÍDICO: PROHIBICIÓN,
TOLERANCIA Y RECONOCIMIENTO COMO DERECHO DE LA LIBERTAD
SINDICAL
La libertad sindical es uno de los principales ejes del segundo gran paquete de
derechos fundamentales que alcanzan consagración constitucional (razón por
la cual se los ha denominado derechos fundamentales de segunda
generación). Tras el reconocimiento al máximo nivel jurídico de los derechos y
libertades civiles y políticos con que se inauguró el capitalismo liberal, los
derechos económicos y sociales alcanzaron una alta consideración a partir de
1917 en América (Constitución de Querétaro) y 1919 en Europa (Constitución
de Weimar), cuando el liberalismo dejó paso al Estado Social de Derecho.
Desde entonces es uno de los pilares principales del «nuevo contrato social»
que empezó a extenderse en el mundo desde la primera postguerra mundial,
y se generalizó a partir de la segunda postguerra mundial, a tal punto que se
ha considerado por una autorizadísima voz que «la formación de los sindicatos,
es decir, la organización de los trabajadores, es la contrapartida de la
acumulación de capital» (Kahn-Freund 1987: 275).
Su juventud entre los derechos constitucionales nos indica que estamos frente
a una libertad menos clásica y rica en tradición jurídica que aquellas
provenientes de la primera constitucionalización; sin embargo, hay que resaltar
que la libertad sindical «poco a poco ha logrado acomodarse sin complejos de
inferioridad ni de aislamiento» (Ghezzi y Romagnoli 1992: 39) 5. Su origen,
dinámica y justificación histórica reposan en la necesidad de amortiguar las
consecuencias de la contraposición de intereses y de la desigual distribución
de poder entre el capital y el trabajo, implícita en el sistema capitalista, a partir
de la actuación y representación colectiva de los trabajadores. La aplicación de
las reglas del mercado a las relaciones de trabajo evidenció el sometimiento
absoluto de los trabajadores a los intereses de los empresarios, con la secuela
de miseria y condiciones de vida infrahumanas cuyas dimensiones dieron
origen a la denominada «cuestión social». Tengamos siempre presente que
nos encontramos frente a «una relación entre un detentador de poder (sobre
personas y cosas) y quien no detenta poder alguno, que se origina en un acto
de sumisión, que en su dinámica produce una situación subordinada, por más
que la sumisión y la subordinación puedan ser disimuladas por esa
indispensable ficción jurídica conocida como contrato de trabajo» (Kahn-
Freund 1987: 52)6.
2
Y ello, bajo las recién inauguradas reglas de libertad de empresa y trabajo,
igualdad formal, autonomía de la voluntad, proscripción de grupos intermedios,
abstencionismo estatal, etc., sólo podía dar paso al predominio absoluto y sin
escrúpulos del «más fuerte».
7Nuevo Derecho Mexicano del Trabajo, 2da. edición, Editorial Porrúa, México. Ya que si no, en gráficas
palabras DE LA CUEVA, Mario (1981: 250), «El estado se habría transformado en una gran colonia
3
prohibición dando paso a lo que se ha denominado como el período de
tolerancia del fenómeno sindical, iniciado con la aprobación en 1824 de la
Combination Laws Repeal británica, que derogó las antes mencionadas
Combination of Workmen Acts y eliminó las prohibiciones y penalizaciones que
atenazaban a la libertad sindical, dejándola en el plano de las conductas
aceptadas aunque no promovidas, en aplicación del principio de que lo que no
está prohibido está permitido. La segunda mitad del siglo XIX traerá consigo
las principales normas europeas dirigidas a despenalizar el fenómeno sindical
(Francia en 1864, Alemania en 1869, Italia en 1891); abriendo de este modo
una etapa de transición que culminaría en el último período de la evolución
jurídica de la libertad sindical: su reconocimiento como derecho por el
ordenamiento jurídico a partir de la Trade Union Act inglesa de 1871.
penitenciaria» al sancionar y excluir a un numeroso colectivo de sus ciudadanos por el sólo hecho de
buscar defender sus intereses económicos y sociales ante la abstención estatal en tal terreno.
4
fin del modelo fondista, en el que encontró un ambiente propicio para su
desarrollo, y de los consiguientes retos que el nuevo paradigma productivo,
que se asienta en la descentralización productiva, viene planteándole. En este
sentido, hay que concordar con quienes afirman -de manera concluyente- que
hay ciertos derechos como la libertad sindical, huelga, seguridad social, que
son juzgados básicos quizá porque, a pesar de su dimensión inmediatamente
laboral trascienden el puro ámbito del Derecho del Trabajo para contribuir a la
definición de una forma democrática de organización social y de distribución
del poder en su seno (De la Villa Gil, García Becedas y García-Perrote Escartín
1991: 64). 8
Ello se reafirma en las opiniones de los grandes maestros del Derecho del
Trabajo contemporáneo que -como Verdier, Giugni o Lyon-Caen- han
sostenido sin paliativos y respectivamente, que «la libertad sindical es un
denominador común de los regímenes democráticos», que «la efectividad del
orden democrático puede ser medida por la eficacia de la libertad sindical», o
que «no hay democracia sin libertad sindical» (vid. Ermida Uriarte y
Villavicencio Ríos 1991: 28).9 Por ello, también resulta constatable el hecho de
que todos los regímenes autoritarios han desconocido o restringido al máximo
el ejercicio de los derechos colectivos de los trabajadores enmarcados en la
libertad sindical; lo que nos permite afirmar que a menor espacio para la
libertad sindical mayor grado de autoritarismo, o, si se quiere, a mayores
restricciones a la libertad sindical mayor certeza del carácter autoritario del
régimen.
9ERMIDA URIARTE, Oscar y VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo (1991). Sindicatos en Libertad Sindical,
ADEC/ ATC, Lima.
10 GIUGNI, Gino (1996). Diritto Sindacale, Cacucci, Bari.
5
ya en el máximo nivel posible: el constitucional. 11 Sin embargo, esta altísima
consideración jurídica no nos puede llevar a colegir que correlativamente nos
encontramos frente a una vigencia plena de este derecho en la región, puesto
que las leyes y reglamentos nacionales que regulan su ejercicio concreto, con
la honrosa excepción de Uruguay, lo hacen con marcados tintes restrictivos,
poniendo de manifiesto el asfixiante intervencionismo estatal que caracteriza
resaltantemente al modelo latinoamericano de relaciones laborales (Goldín
1995: 39 y ss.)12, con sus altas dosis de autoritarismo (o sus déficit de
democracia, si se quiere).13 El Perú tal vez sea una de las muestras más claras
de este doblez, puesto que, como veremos a lo largo de este trabajo, desde
1979 la libertad sindical es una de las piedras angulares del modelo
constitucional de relaciones laborales; y, sin embargo, las normas de desarrollo
han reducido su espacio de actuación hasta confines en los que muy
difícilmente pueden reconocerse sus manifestaciones esenciales, llevándonos
a gozar del dudosísimo prestigio de estar considerados en el extremo más
intervencionista de la región (Ermida Uriarte 1987a: 17 y ss.)
13GRANDI, Mario (1976). L’attivitá sindacale nell’impresa, Franco Angelli, Milán. No en vano, un
académico tan señalado, ha sostenido que «El desarrollo de la libertad sindical (y de los derechos
sindicales) es un efecto paralelo de los procesos de madurez de los sistemas de libertad, así como de
liberación y democratización de los ordenamientos autoritarios y totalitarios».
14
LASTRA LASTRA, José Manuel, “La libertad sindical”, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
2000, Boletín Mexicano de Derecho Comparado (Núm. 98).
6
BAYÓN CHACÓN y PÉREZ BOTIJA: “La libertad de sindicatos consiste, en su
significación estricta, en el derecho del trabajador y del empresario de
sindicarse o no sindicarse y, en caso afirmativo, de poder en los regímenes
pluralistas, escoger entre uno y otro sindicato… por tanto, la libertad de
sindicación positiva se manifiesta en un acto de afiliación; negativa, es una
abstención o en acto de retirada o baja.”
15
OJEDA ÁVILES, Antonio, “Derecho Sindical”, Editorial Tecnos, Séptima Edición, Madrid, 1995, p.
153.
ERMIDA URIARTE, Oscar, “Sindicatos en Libertad Sindical”, Segunda Edición, Fundación de Cultura
16
PALOMEQUE LÓPEZ, Manuel, “Derecho Sindical Español”, Editorial Tecnos S.A., Quinta Edición,
17
18 En el Numeral 8) de la Sentencia del Tribunal Constitucional del 11 de julio del 2002 recaída en el
expediente N° 1124-2001-AA/TC, publicada en el Diario Oficial, “El Peruano”, el 11 de septiembre
del 2002.
19VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo, “La Libertad sindical en el Perú”, OIT Documento de Trabajo N°
114, 1999, p. 27.
7
constituir organizaciones con el propósito de defender sus intereses gremiales
y, el aspecto funcional o dinámico supone la actuación del sujeto colectivo
dirigida a promover y tutelar los intereses económicos y sociales de los
trabajadores.
20 Para profundizar sobre esta distinción ver: Sarthou, Helios, “Rasgos ontológicos generales de la
libertad sindical”, en obra colectiva “Instituciones de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social”,
coordinado por Buen Lozano, Néstor de y Morgado de Valenzuela, Emilio, México, Instituto de
investigaciones jurídicas, 1997.
8
b) LOS ALCANCES DE LA LIBERTAD SINDICAL
21
(EXP.0008-2005-PI/TC/Fundamento 27)
9
derechos colectivos no son patrimonio exclusivo del derecho colectivo, sino
también del derecho social, que comprende al laboral.
Destacar por último que la libertad sindical corresponde a un derecho humano
esencial, reconocido al máximo nivel, a saber, constitucional, en armonía con
los tratados vigentes en la materia que también están en dicho rango y por
tanto gozan de supremacía. Así, la libertad de asociación, en materia sindical,
con todas sus demás propiedades asociadas, como negociación y auto tutela,
reviste la mayor importancia para la defensa de los legítimos intereses de los
trabajadores y ello se enmarca en el corpus juris de los derechos humanos,
como inherentes a la naturaleza del hombre por el solo hecho de ser tal. Ahora
bien, pese a ser un derecho humano básico, reconoce límites como todos los
demás, ya sea en cuanto a su alcance o bien por colisión con otros derechos
fundamentales. Destacar que si bien existe discusión y resulta difícil establecer
si es un derecho humano de primera o segunda generación, y de ser o no un
derecho social más que civil o político, ello no obsta a que sí corresponde sin
dudas a un derecho de cumplimiento inmediato de los estados parte del pacto
respectivo.
III. MARCO GENERAL: LA LIBERTAD SINDICAL
Este 2016 se cumplen veinte tres años de la promulgación de la Carta Magna
vigente: la Constitución Política de 1993. En ella se reconocen los llamados
derechos sociales y económicos, que inciden directamente en nuestro campo
de análisis: el derecho laboral.
Resulta oportuno aprovechar este espacio para reflexionar sobre la eficacia de
los derechos laborales, y en concreto de los derechos colectivos en la
actualidad, y qué mejor que a los veinte tres años de promulgada la actual
Constitución. Si bien, en comparación con el texto constitucional precedente
existe un escueto reconocimiento de la libertad sindical, la profusa
jurisprudencia constitucional ha generado un rico desarrollo sobre sus
alcances. Probablemente quienes redactaron la Constitución nunca
imaginaron los múltiples supuestos que se han desarrollado en sede judicial.
22
VILLAVICENCIO RIOS, Alfredo. «La protección de la libertad sindical y su regulación (limitada y
simbólica) en el Perú». En: IUS ET VERITAS No. 19. En: Derecho Colectivo del Trabajo. Lima, Jurista
Editores, 2010. p. 241.
10
colectiva es aún incipiente, y es necesario hacer un esfuerzo de interpretación
constitucional y un desarrollo jurisprudencial para poder ayudar a dotar de
contenido a este derecho constitucional.
23
BAYLOS GRAU, Antonio. «Sindicalismo y derecho sindical”. Albacete, Editorial Bomarzo, 2009.p.
13.
24
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. «La cláusula de estado social en la Constitución» Lima, Fondo
Editorial PUCP, 2011. p. 402.
25
Artículo 2 del Convenio No. 87 de la Organización Internacional del Trabajo, Convenio sobre la
libertad sindical y protección del derecho de sindicación.
11
Pero este derecho tiene una especial relevancia en la medida en que no solo
es un derecho constitucional y fundamental de toda persona sino que también,
como bien ilustra, ERMIDA URIARTE: «la libertad sindical no es posible sin el
ejercicio de otros derechos humanos, y viceversa».26
El presente trabajo de investigación pretende ser una guía jurisprudencial de
algunos de los pronunciamientos más importantes emitidos por el Tribunal
Constitucional a lo largo del tiempo sobre la libertad sindical. De acuerdo a lo
mencionado por ARCE ORTIZ: «Quizá el mayor exponente de esta suerte de
penetración del Derecho Constitucional en las relaciones de trabajo ha sido el
Tribunal Constitucional (TC), el cual con sus reiteradas sentencias ha
precisado el contenido normativo de los derechos constitucionales de los
trabajadores.» 27
A través de diversas sentencias del TC se puede entender la importancia de
este derecho, así como su concepción de derecho fundamental.
Adicionalmente se puede dotar de un contenido dinámico y mutable al derecho
a la libertad sindical en sus dos dimensiones: individual y colectiva. Una
primera parte del artículo se dedicará a desarrollar el contenido conceptual de
la libertad sindical. Una segunda parte, señalará casos concretos en los que
determina que el TC, a través de presunciones, principios e interpretaciones
constitucionales, cuándo es que alguna conducta, acción u omisión del
empleador constituye un acto vulneratorio del derecho a la libertad sindical.
26
ERMIDA URIARTE, Oscar. «Sindicatos en libertad sindical». Montevideo, Fundación de Cultura
Universitaria, 1985. p. 24.
27
ARCE ORTIZ, Elmer. «La tutela laboral de los derechos fundamentales del trabajado. Una asignatura
pendiente en tiempos de reforma» En: DERECHO PUCP No. 68: REVISTA DE LA FACULTAD DE
DERECHO. Lima, Fondo Editorial PUCP, 2012. p. 436-437.
12
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre y el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos en materia de derechos económicos, sociales y culturales.
28
Artículo 28º.- El Estado reconoce los derechos de sindicación, negociación colectiva y huelga.
Cautela su ejercicio democrático: 1. Garantiza la libertad sindical. (…)
29
Artículo 2º.- El Estado reconoce a los trabajadores el derecho a la sindicación, sin autorización previa,
para el estudio, desarrollo, protección y defensa de sus derechos e intereses y el mejoramiento social,
económico y moral de sus miembros.
13
sociedad democrática en interés de la seguridad nacional o del orden público,
o para la protección de los derechos y libertades ajenos;
3. Convenios de la OIT ratificados por el Perú
Perú es estado miembro de la OIT desde el 28 de junio de 1919.
Cabe señalar que el Perú ha ratificado los siguientes instrumentos
internacionales referidos a los derechos colectivos de los trabajadores:
14
Este marco normativo reviste de una protección en el ámbito internacional de
los derechos colectivos, en particular, de la libertad sindical. No obstante, la
libertad sindical inclusive, es un derecho exigible aun cuando no exista una
ratificación de los convenios de OIT. Como bien señala MEJÍA MADRID: «La
libertad sindical, al estar reconocida en su Constitución, es un principio
fundacional de la OIT cuya vulneración reviste gravedad desde el punto de
vista jurídico; pero también lo hace desde un punto de vista social, pues
compromete el progreso y la paz social.»30
IV.1 NUESTRO PUNTO DE PARTIDA: LA CONSTITUCIÓN DE 1993
Como mencionamos en el presente trabajo de investigación, la Constitución de
1993 desarrolla la libertad sindical en el artículo 28°, que muy escuetamente
presenta a este derecho fundamental de la siguiente manera:
30
MEJIA MADRID, Renato. «Los mecanismos especiales de control de la organización internacional
del trabajo en materia de libertad sindical» En: Revista Derecho y Sociedad No. 30. Lima, 2008. p. 113.
15
miembros o por resolución en última instancia de la Corte Superior. Los
dirigentes sindicales de todo nivel gozan de garantías para el desarrollo de las
funciones que les corresponde.
31
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. Op. Cit. p. 405-406.
32
VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo. “La libertad sindical en las normas y pronunciamientos de la OIT:
Sindicación, negociación colectiva y huelga”. Montevideo: Fundación de Cultura Universitaria. 2007,
p. 33.
16
organizaciones sindicales, y contiene aspectos organizativos como de
actividad.
33
Ibíd., p. 35.
34
Ibíd., pp. 35-60 y SANGUINETI RAYMOND, Wilfredo. “Lesión de la libertad sindical y
comportamientos antisindicales”. Madrid: Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de España, p. 135-
158.
17
18
19
20
21
CONCLUSIONES
2. Creemos que bien hace el TC al hacer una clara distinción entre la libertad sindical
individual y la colectiva, salvando la omisión de la Constitución, reconociendo que
ambas dimensiones tienen igual protección constitucional. Esta distinción es
recurrente en un sin número de sentencias posteriores que tratan el tema de la libertad
sindical.
5. Como advertimos al inicio, creemos que gracias al TC, la libertad sindical no tiene
un mero reconocimiento escueto constitucional, sino que representa una piedra
angular en el desarrollo de las relaciones laborales y que, cuando ha sido vulnerado,
ha encontrado en el TC una instancia no solo de reconocimiento sino de promoción.
22