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TRASCENDER LAS TRABAS DEL EGO ¿Qué es el ego?

Es la creación de pensamientos que hemos hecho realidad y que nos limitan. Empieza por
considerar tu ego como una entidad que te acompaña y que tiene un propósito: “quitarte la
libertad interior” y “hacerte cautivo”. El ego es muy voraz e insaciable, necesita continuamente
retroalimentarse. Es invisible y siempre está a tu lado. Primero investiga y conoce a esta entidad.
Despues percátate de que está obrando por ti. Y por último, libérate de él y ¡se Libre!.

El ego se empieza a formar poco después del nacimiento, cuando el niño se da cuenta de que lo
que quiere lo obtendrá automáticamente y que tendrá que buscar la manera de conseguirlo; sin
olvidarnos de las dos emociones más primarias e inconscientes: la envidia y los celos. El niño va
descubriendo su propio cuerpo y a identificarse con él, con su comportamiento, emociones y
experiencias. El entorno familiar y social es de gran influencia en la imagen, sobre quién es, y
quien es para los demás. Por consiguiente, las vivencias y experiencias en los valores de tener,
poseer, acumular, ser el primero, ser reconocido, aprobado, las falsas creencias, la relación con el
mundo y con otros egos sociales en los que se ha construido una sociedad competitiva, codiciosa,
superficial, insatisfecha y vacía. Todo ello va creando, formando, configurando y retroalimentado
la estructura egoica; y como contrapartida ocultando y distanciando al ser interior, que a su vez
sigue condicionando a las nuevas generaciones en la formación del ego.

El ego hace que cada vez nos fijemos más en nuestros intereses distanciándonos y cegándonos
cada vez más de la dicha y bienestar de los demás seres. Es como un gran narcótico que genera
narcisismo y cuando no consigue lo que desea, siente recelos, inseguridad, inquietud, miedo e
insatisfacción. No se trata de aniquilar o eliminar el ego, ¡eso es imposible!. Se trata de que sea
nuestro aliado y de que esté a nuestro servicio, lo que llamamos un ego sintónico; o por el
contrario, vivir limitado y esclavo de un ego distónico.

El ego distónico es un tirano, una estafa, un timo, se ofende muy fácilmente, le encanta dividir
entre ganadores y perdedores, se aferra a los puntos de vista y está siempre polarizando entre el
apego o aversión, siempre quiere tener la razón. Necesita continuamente sentirse superior a los
demás, tener más, ansiar y acumular. Se identifica continuamente con los logros, la avidez, el
poder, el triunfo, la fama; trata de imponer y manipular. Es un gran embaucador y tiene muchas
artimañas, sabe muchos trucos sutiles y se las ingenia con todo tipo de autoengaños, subterfugios
y escapismos. Como decía el gran sabio Chidananda “el ego es muy misterioso, no se puede saber
que es. Es fraudulento, porque cuando tratas de averiguarlo es tu propio ego quien trata de
averiguarlo, o sea, que no puedes atraparte a ti mismo”. El ego distónico es un autentico veneno
para la mente y el Ser.
El ego sintónico es un autentico manantial y fuente de satisfacción y de contento interior. Es un
ego que se pone a nuestro servicio y al servicio de lo demás. No trata de apretarnos entre sus
tentáculos; al contrario es un gran consejero, amigo y aliado. Nos ayuda a sacar lo mejor de cada
momento, ante lo grato y lo ingrato. Nos aporta las verdaderas vitaminas del Alma, nos da
energías, motivación, enseñanzas y, sobre todo sabiduría. Nos fortalece contra las adversidades
de la vida y nos hace sentirnos en unidad con nosotros mismos y con los demás seres.

¿Qué puedo hacer para conocerme mejor y trascender las trabas del ego?

Lo primero, reconocer que el origen del sufrimiento viene de nuestro interior. Nosotros somos los
responsables de nuestra forma de pensar y de dirigir nuestra vida, una vez claro y asumido, que
nuestra mente es fuente de dolor y fuente desdicha. Lo segundo, tomar la decisión y
determinación de querer saltar de la orilla del sufrimiento a la orilla de la dicha y no ofrecer
resistencia al cambio. Lo tercero, una profunda motivación de querer crecer interiormente y de
buscar los medios, métodos y técnicas que nos puedan ayudar a realizarnos. Hay muchísimos
métodos y técnicas de crecimiento interior. El yoga y la meditación son por excelencia uno de los
sistemas más utilizados en muchas corrientes y tradiciones desde la más remota antigüedad, no es
dogmatico y está al alcance de cualquier persona que lo desee. Hay muchos tipos de yoga y cada
persona puede encontrar el que mejor le convenga según su temperamento, e incluso combinar
varios tipos. Tiene un gran poder de trasformación y evolución de la consciencia y nos aporta
muchísimos beneficios a nivel físico, energético, mental y espiritual. Nos enseña a enfrentarnos
con nosotros mismo y con nuestros temores; a ser más consciente de lo que ocurre fuera pero
también dentro; a calmar la mente, a pensar cuando hay que pensar y lo que es más difícil a dejar
de pensar; a conseguir una mente sosegada, satisfecha; y ser soberano entre lo que pensamos,
decimos y hacemos. En suma hallar la paz interior. No es un trabajo fácil ni sencillo, no hay atajos
para llegar a la cima; al contrario se requiere mucha motivación genuina, voluntad, atención
consciente y perseverancia. Hay muchas actitudes que aprender y desaprender pero lo
importante, como dicen todos los grandes maestros no es la meta, el recorrido ya es la meta.

¿Cómo puedo ir desvaneciendo el ego distónico para que aflore el ego sintónico; y me aporte las
verdaderas vitaminas del Alma?

El gran trabajo interior no consiste en luchar contra los pensamientos nocivos de la mente, eso lo
único que hace es incluso potenciarlos y fortalecerlos mucho más. Se trata de ir sembrando,
cultivando, fomentando y desplegando pensamientos puros y elevados hacia nosotros mismo y
hacia los demás. Al igual que al día le sigue la noche; y a la tempestad le sigue la calma; y al amor
el desamor. Lo mismo ocurre con la mente y los pensamientos. Si vamos consiguiendo tener en la
mente pensamientos benevolentes, estos van desvaneciendo a los pensamientos tóxicos y
malevolentes. Hay una gran cantidad de pensamientos y actitudes que podemos definir como las
verdaderas vitaminas del Alma; y que son los que nos van a trasformar y ayudar a celebrar la vida
con más calma mental, sosiego, armonía y plenitud. Vamos a describir las más significativas: la
ecuanimidad, la lucidez, el sosiego, la compasión, la generosidad, el amor incondicional, la alegría
compartida, la empatía, la confianza, el agradecimiento, la solidaridad, la humildad, la sencillez, la
hospitalidad, el altruismo, el contento interior, la paciencia, saber relativizar, la tolerancia, el
respeto, la flexibilidad, el reconocimiento, la comprensión, la apertura mental, la atención debida,
la aceptación, el valor, la lealtad, el perdón y un largo etc.….

¿Cómo puedo saber si estoy trascendiendo las trabas del ego?

Estate muy vigilante y atento a tus reacciones, palabras y actos. Obsérvate, e intenta investigar y
determinar cuando tu ego influye y domina tu vida. El mejor banco de prueba es la vida, el día a
día y momento a momento; en tus relaciones con los demás en el trabajo, la familia, los amigos,
los vecinos, cuando vas de compras, cuando tienes que ver o estar con alguien que no te cae bien,
y un largo etc.. A medida que vayas adquiriendo conciencia de tu ego, podrás poco a poco
liberarte del egocentrismo y entrar en la senda de la evolución de la consciencia, el Ser.

Con la siguiente tabla puedes ayudarte a chequear algunas de tus actitudes. ¡Se sincero contigo
mismo!

“Tú mismo eres tu último maestro. Tu maestro exterior no es más que una señal indicadora. Sólo
el maestro interior seguirá contigo todo el camino”.

Nisargadatta.

¿Qué estoy más, en el tener o en el Ser?

¿Cómo me manejo con los sentimientos y emociones de los demás (la empatía)?

¿Qué estoy más en la preocupación o en la ocupación?

¿Mantengo la ecuanimidad ante la crítica o el alago de los demás?

¿Tengo miedo o inquietud a la verdad?

¿Permito que la gente se aleje o permanezca, y, de todos modos, me siento bien?

¿Me reconcilio bien con los límites de los demás y los propios?

¿Mantengo la ecuanimidad ante el apego y la aversión?


¿Puedo ver la conducta de los demás con compasión y así comprenderlos?

¿Doy sin exigir agradecimiento, aunque siempre puedo pedirlo?

¿Me concedo siempre un margen de error en mi trabajo y en mis relaciones?

En las conversaciones con otra persona, ¿estoy atento en lo que siente?

¿Acepto que es normal sentir que no siempre estoy a la altura de las situaciones?

¿Cuánto me condicionan los pensamientos con: pretextos, autoengaños, subterfugios y


escapismos?

¿Hasta qué punto soy soberano entre lo que pienso, digo y hago?

¿Me gusta impresionar a los demás, con lo que digo o hago (que me admiren)?

¿Cuánto me preocupa la opinión que tenga los demás de mí (personas próximas o cercanas)?

¿Soy capaz de vivir mis propios deseos sin perjudicar o dañar a los demás seres?

¿Cómo reacciono cuando a alguien no le gusta mi opinión?

¿Trato de serenarme en las distintas circunstancias de mi vida?

¿Cómo trato a las personas: por igual o realizo cambios significativos?

¿Trato de llamar la atención para ser observado y valorado por los demás?

¿Cuánto sobrestimo o subestimo mis opiniones o puntos de vista (distorsión la realidad)?

¿Con cuanta frecuencia utilizo en las conversaciones el pronombre <<Yo>>?

– Que todos los Seres sean Felices-

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