Se considera un grave perjuicio para la salud, que aumenta el riesgo de muerte como
consecuencia de enfermedades en el hígado, cáncer, depresión, accidentes, etcétera.
Sin embargo, muchos alcohólicos no reconocen su problema y, por tanto, nunca buscan
ayuda para resolverlo, mientras que en otros casos la verdadera razón por la que solicitan
asistencia (el abuso del alcohol) aparece enmascarada por los efectos del alcoholismo
sobre el estado físico y psicológico del paciente, que a esas alturas de la adicción ya resultan
evidentes.
La herencia
Los estudios indican que las personas que han vivido con un familiar alcohólico tienen más
probabilidades de desarrollar ellos mismos esta adicción. Aunque hasta ahora este dato se
apoyaba en las teorías de aprendizaje/educación los últimos estudios parecen apuntar más
a la hipótesis genética, que sostiene que la presencia de ciertos genes aumentaría la
predisposición de un individuo a desarrollar conductas adictivas como el alcoholismo.
Algunas personas presentan bastante tolerancia al alcohol, por lo que pueden estar
consumiendo una cantidad de esta sustancia que resulta dañina para el organismo sin llegar
a emborracharse. Esta tolerancia les proporciona una falsa sensación de seguridad y les
incapacita para percibir las molestias físicas asociadas a una ingesta excesiva de alcohol,
que en realidad actúan como señales de alarma que envía el organismo ante una potencial
situación de peligro.
Alcohol y hepatitis son una combinación peligrosa. y es que, el abuso de estas bebidas
puede originar una hepatitis alcohólica, que generalmente se manifiesta tras una
temporada en la que el afectado ha ingerido una cantidad de alcohol superior a la habitual.
Los síntomas más frecuentes en estos casos son: fatiga, apatía, inapetencia, ictericia,
pérdida de peso, fiebre, y dolor en la zona superior derecha del abdomen. Si se trata de
una hepatitis alcohólica grave el paciente puede presentar además ascitis (líquido en la
cavidad abdominal), signos de malnutrición y encefalopatía hepática (alteración de la función
cerebral que se produce cuando el hígado no puede eliminar sustancias tóxicas
adecuadamente y estas se acumulan en la sangre).
Cuando la enfermedad hepática ha sido causada por el alcohol la medida inicial y más
efectiva es la supresión de su consumo de forma inmediata. Una alimentación equilibrada es
también muy importante para la recuperación del paciente, que puede requerir suplementos
nutricionales en determinados casos. En el caso de que el enfermo retenga líquidos será
necesario que suprima la sal de la dieta y tome diuréticos, siempre bajo consejo médico.
En las personas que padecen hepatitis C crónica el daño hepático se agrava y acelera en el
caso de que consuman alcohol, además de aumentar el riesgo de desarrollar cirrosis, que
es un proceso irreversible que se puede detener o ralentizar si se suprime el alcohol, pero
que una vez establecido impide que el hígado recupere la normalidad, y puede desembocar
en cuadros graves como una insuficiencia hepática severa o un cáncer. Por lo tanto, es
imprescindible que los pacientes con hepatitis C eliminen completamente el alcohol de su
dieta.
En segundo lugar, es preciso informar al adolescente sobre las consecuencias reales del
alcohol. Afortunadamente cada vez son más los jóvenes que conocen los efectos del alcohol
y las graves consecuencias que puede tener sobre su salud y su calidad de vida, pero si no
se acompaña de medidas efectivas de prevención, la información no es suficiente.
Por eso, un tercer pilar fundamental para evitar la adicción, será dotar al adolescente de las
estrategias necesarias paraeliminar los factores de riesgo que le pueden inducir a
consumir alcohol, como mejorar su autoestima y sus habilidades sociales. En este sentido,
será fundamental también ayudar al joven a soportar la presión del grupo y mostrarle formas
alternativas de diversión. En esta línea, la FAD (Prevención de Ayuda Contra la
Drogadicción) ha desarrollado un programa de prevención del alcoholismo desde el ámbito
familiar. Sus objetivos son desarrollar una visión adecuada del uso y abuso del alcohol, y
proporcionar estrategias de intervención que ayuden a los padres a prevenir el consumo de
alcohol en el ámbito familiar.