(…)y revelarle al muy distinguido, muy humanista, muy cristiano burgués del siglo xx,
que lleva consigo un Hitler y que lo ignora, que Hitler lo habita, que Hitler es su
demonio, que, si lo vitupera, es por falta de lógica, y que en el fondo lo que no le
perdona a Hitler no es el crimen en sí, el crimen contra el hombre, no es la humillación
del hombre en sí, sino el crimen contra el hombre blanco(Césaire, 2006:15)
En este sentido, podríamos decir que el caso del colonialismo europeo descrito por
el autor, que ha constituido un proceso injusto e indolente, ha ido de la mano de una
persistente “ilusión” que sostiene la idea de que estas acciones nacen de una la buena
intención y una pretensión iluminadora. Por el contrario, Césaire plantea que aquel
colonialismo europeo, como proceso civilizatorio constituye, precisamente, una
dominación consciente y fundada en un pensamiento blanco, ya que “nadie coloniza
inocentemente, que tampoco nadie coloniza impunemente, que una nación que
coloniza, que una civilización que justifica la colonización y, por lo tanto, la fuerza,
ya es una civilización enferma.”(Césaire, 2006:17)
Por otro lado, el colonialismo europeo representa, junto con otros cursos de acción
burguesa, una dimensión económica y política que lo sitúa como un mecanismo
cómplice del capitalismo, en tanto representa un proceso de expansión del escenario
productivo, y por lo tanto de explotación. Encontrándose, las sociedades
colonizadas, en un estado de desprotección ante un sistema que llegó a sus
territorios para convertirlos en proletarios.
Todos aquellos que, desempeñando su papel en la sórdida división del trabajo para
la defensa de la sociedad occidental y burguesa, intentan de distinta manera, y por
diversión infame, desagregar las fuerzas del progreso –con el riesgo de negar la
posibilidad misma del progreso-, secuaces todos del capitalismo, representantes
todos declarados o vergonzosos del colonialismo saqueador, responsables todos,
detestables todos, negreros todos”(Césaire, 2006: 27)
En el mismo sentido, el autor plantea otro de los problemas centrales de este libro y
que lo afectará especialmente, que es la visión eurocentrista de los conflictos sociales
abarcados por los grupos progresistas de Francia y sobretodo del partido comunista.
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Esto tiene relevancia ya que pone en vista de los lectores la contradicción que se
encuentra presente en los grupos que pretenden liberar al pueblo, sin embargo, se
deja fuera, como categoría analítica y sujeto histórico al “hombre negro”. De este
modo, introduce una crítica y un conflicto trascendental para la superación de las
injusticias provenientes del colonialismo, que tiene que ver con la necesidad de
incluir y hacer parte del proceso revolucionario a la población negra y colonizada,
quedando “el marxismo y comunismo al servicio de los pueblos negros” (Césaire,
2006: 82) y no al revés. Se formaría así una fuerza integradora, capaz de enfrentar los
problemas de la apropiación cultural y la dominación aportando de esa manera a la
real emancipación del pueblo en su conjunto. De manera que, “si la meta de toda
política progresista es devolver algún día su libertad a los pueblos colonizados, se
precisa, al menos, que la acción cotidiana de los partidos progresistas no entre en
contradicción con el objetivo buscado.”(Césaire, 2006: 82)
Un elemento significativo que aparece en el planteamiento de Césaire, tiene que ver
con que el proceso de colonización europea ha implicado la opresión cultural por
parte de esta a las sociedades colonizadas. Este fenómeno consiste en “un régimen
político y social que suprime la autodeterminación de un pueblo, mata al mismo
tiempo su potencia creadora”1, un mecanismo mediante el cual se condiciona al
pueblo colonizado, sobretodo el negro, en menoscabo de la construcción de su propia
identidad. De esta forma, “en cualquier lugar donde haya existido colonización, se ha
vaciado de su cultura, de toda cultura, a pueblos enteros.” (Césaire, 2006: 49)
1 Césaire, 2006: 49
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En este sentido, la verdadero problema no solo consistirá en la dominación cultural,
sino la pretensión de la sociedad europea de generar una asimilación de “la
modernidad” por parte de la sociedad civilizada, de manera que esta sea parte
integral de su cultura. Como se muestra anteriormente, el autor declara que esto no es
posible, y que la cultura nunca podrá pertenecerles mientras no sea de ellos. Esto es
lo que lo convertirá en una “subcultura”, que los mantendrá oprimidos.
Cabe destacar que las ideas del autor constituyen una crítica radical, en el sentido que
develan un problema invisibilizado que acaba por abrir todo un marco de
conocimiento: entender el racismo como elemento indisoluble de la expansión
europea y su proyecto de modernidad implica ver el tema de la identidad de forma
nueva, en tanto que el problema del “otro” siempre contiene una desigualdad desde
2
Se utiliza este concepto para referirse al ser europeo, representación de la sociedad
europea moderna.
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quien posee la autoridad racional hacia quien se presenta como aquel que carece del
proyecto ilustrado. Los autores del giro decolonial parecen entenderlo de esta manera
y en este sentido los aportes de Césaire son claves para su desarrollo de ideas,
llevando el problema de la construcción racial a la “colonialidad del poder, del saber
y del ser”. También permite entender –en el marco del curso- cómo las trayectorias
de la modernidad de las periferias se han visto influidas por el humanismo hipócrita
y la expansión de sus derechos humanos, que en el camino han ido borrando o
negando identidades locales, como ocurre con la mayoría de los pueblos
indígenas. Por todo lo anterior conceptos como el de negritud resultan útiles como
categorías de análisis para la teoría latinoamericana.
En este sentido, merece mencionar una teoría que nos puede ayudar a complementar
la comprensión de la importancia de negritud. La interseccionalidad, desarrollada por
Kimberle Crenshaw, nos aporta una mirada analítica y nos invita a “reconceptualizar
la raza como una coalición entre los hombres y las mujeres de color.”(Crenshaw,
2012: 120)e. De este modo, nos da sustentos para reafirmar la convicción de que es
necesario enfrentarse a las diversas marginaciones que pueden componer una matriz
de desigualdades y que a su ve se pueden transformar en reivindicaciones. En este
sentido, la negritud implicaría reconceptualizar la identidad3; esto “puede hacer que
sea más fácil comprender la necesidad y al tiempo de valentía que supone cuestionar
la idea de que los grupos son, después de todo, un <<hogar>> para nosotros, en el
nombre de las partes de nosotros que no tenemos hogar”.(Crenshaw, 2012: 120)
3
Concepto cuñado por Kimberlé Creenshaw (2012)
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hegemónica del colonialismo4 como sí lo entiende Quijano(200), en el sentido que se
presenta no solo en el capitalismo, sino que sería la condición de posibilidad de la
modernidad y como tal se ejerce sobre las instituciones, los cuerpos y los
conocimientos. También en contraste con Fanon(2009) se puede decir que la
propuesta del último es más radical5, pues entiende que el problema de la negritud no
es sino la interiorización del discurso a la psicología de la persona y es el negro quien
se niega a si mismo para lograr acoplarse al mundo blanco en una situación de
supervivencia. En este sentido el cambio debiese ser estructural: la supresión de las
razas como parte del proceso de construcción de una nueva sociedad.
Referencias bibliográficas
- Césaire, A. (2006). Discurso sobre el colonialismo. España. Ed.Akal.
- Crenshaw, K. W. (2012). Cartografiando los márgenes: Interseccionalidad, políticas
identitarias, y violencia contra las mujeres de color. En Intersecciones: cuerpos y
sexualidades en la encrucijada. Bellaterra.
- Fanon, F. (2009). Piel Negra, Máscaras Blancas. Madrid. Ed.Akal.
- Quijano, A. .(2000) Colonialidad Del Poder, Eurocentrismo Y América Latina. La
Colonialidad Del Saber: Eurocentrismo Y Ciencias Sociales. Perspectivas
Latinoamericanas. Buenos Aires. CLACSO.
4 Esa perspectiva binaria, dualista, de conocimiento, peculiar del eurocentrismo, se impuso como
mundialmente hegemónica en el mismo cauce de la expansión del dominio colonial de Europa sobre
el mundo.(Quijano, 2000: 96)
5 Pero el negro pronto descubre que llevar esto a cabo exige vivir simplemente como un blanco.
Cualquier racismo antinegro presenta a la raza blanca como el modo «normal» de «humani dad».
Asi, razona el negro, si la negritud y la blanquitud son construidas, quizas los negros puedan vivir la
construcci6n blanca, lo que reforzaria el argumento de la constructividad. No obstante, cada retrato
es un relato de cada fracaso ocurrido al ejercer esa opción. (Fanon, 2009: 221)