El contacto con los maestros italianos y con Antonio de Literes, con quien
coincidió en la capilla del duque de Osuna, condujo rápidamente al joven
Nebra hacia el teatro. Sus primeras obras de música escénica fueron autos
sacramentales: en 1723 puso música por encargo del concejo madrileño a
La vida es sueño de Calderón. Nebra se convirtió en un especialista en estos
oratorios alegóricos a la española escritos para el Corpus: Luis Antonio
González ha documentado más de 20 autos con su música, aunque de ellos
solo han sobrevivido tres en distinto estado de conservación, todos
compuestos sobre textos de Calderón. El más completo es Amar y ser
amado y la divina Filotea, obra que Nebra presentó en 1745 y repuso once
años después. Se conservan sus habituales tres partes (Loa, Auto y Fin de
Fiesta) y su instrumentación. El diablo mudo fue estrenado en 1751. Se ha
conservado copia de las voces y el continuo con algunas indicaciones de la
parte instrumental. Recientemente, el guitarrista y musicólogo mexicano
Edgar Alejandro Calderón halló en su país Andrómeda y Perseo, que ha
sido identificado como el auto que Nebra estrenó en 1744. La obra ha
llegado en forma de particellas y no se conserva completa.
© Pablo J. Vayón