La crisis actual que vivimos presenta una oportunidad para trabajar por el país que queremos
Vivimos momentos difíciles como pueblo, una situación que ya nadie pone en duda. Hay
tensión, molestia, desasosiego y mucha incertidumbre, lo que a su vez se traduce en
ansiedad, impotencia, desesperanza y decepción. Ingredientes que, combinados con la
precaria situación económica por la que pasa el país, la criminalidad e inseguridad en las calles,
se convierte en un peligroso coctel. Emociones que, en muchas ocasiones, son el preámbulo
de la agresión verbal o física, la violencia o la depresión, advierte el psiquiatra Ernesto A.
Frontera Roura, quien cree que en la medida que se pase de las emociones a la acción sin
mediar la razón, aumenta el riesgo de una conducta impulsiva y destructiva que en nada
contribuye a resolver el problema.
“Al no medir consecuencias podríamos agravar la situación en la que estamos. Las emociones
negativas de que hablamos se asocian con situaciones de peligro, de amenaza y de catástrofe,
por lo tanto, la reacción impensada va a ser una de respuesta a un estresor extremo: correr,
pelear o paralizarse”, señala el psiquiatra, tras advertir el riesgo de agresión, violencia o
depresión. “También podríamos observar una tendencia al aislamiento y al deterioro de la vida
en comunidad”. Y aunque es una respuesta del ser humano esperada y frecuente, el
psiquiatra indica que no tiene que ser la predominante.
La psicóloga clínica Thalía Cuadrado dice que ella ve la situación desde varios puntos de vista.
“Por un lado entiendo que hay mucha incertidumbre y muchas personas están realmente
agobiadas o con caras de ' vamos a ver qué pasa'. Pero también veo gente que, aunque se
sienten preocupados, lo ven como un reto muy grande y están moviéndose y haciendo cosas
que hace unos años atrás no hacían”.
“De la misma forma que los problemas familiares redundan en situaciones sociales
apremiantes, la inseguridad e inestabilidad social lleva a los individuos a disfuncionar en su
núcleo familiar. Esto se refleja en conflictos de pareja y por consecuencia conflictos
familiares”, advierte la consejera.
Por eso recomienda que las familias trabajen serios procesos de ajustes. Aunque dice que,
lamentablemente, en muchas ocasiones la posibilidad de llegar a recibir estos servicios
también se ve limitada por la situación económica que se está viviendo.
“Muchos llegan dispuestos a trabajar para cambiar la forma de manejar sus problemas,
mientras otros buscan culpables y queriendo escuchar lo que les conviene”, señala Nazario.
Por esta razón, dice que sí puede esperarse y ya se está viendo un aumento en la violencia y en
las muertes, tanto suicidios como homicidios.
“Todos estos factores contribuyen al deterioro emocional de una población que carece de
técnicas efectivas de autocontrol y manejo de crisis que serían sin duda la mejor alternativa
para lograr una solución de problemas efectiva en lugar de recurrir a dañarse a sí mismos o a
otros”, agrega.
Cabe señalar que “nuestra herramienta cognitiva-racional”, según el doctor Frontera, se forja
partiendo de nuestro temperamento heredado, el modelaje y las lecciones aprendidas durante
la crianza y nuestras experiencias de vida.
“Como esto varía de persona a persona, la interpretación de un mismo evento puede variar
ocupando alguna posición particular en el espectro optimismo-pesimismo o positivo-negativo.
Algunos aprietan el botón del pánico más rápido que otros o se tiran por la borda en medio de
la tormenta en vez de agarrarse al mástil y esperar que pase la tormenta”, afirma el psiquiatra,
aunque dice que no hay duda de que la situación presente afecta nuestra seguridad
económica, nuestra estima propia y dignidad como personas y como pueblo.
“Estamos en un limbo, sin control real de nuestra vida colectiva y un margen un tanto limitado
en nuestras vidas personales, con la fantasía de haber llegado a una adultez colectiva desecha
y desinflada y con una deuda a cuestas que abruma a cualquiera. Hemos vuelto, luego de un
hiato un tanto fantasioso, a la adolescencia colectiva de más de 500 años”, expone Frontera.
Aun así, Nazario dice que es normal que todo esto ocurra, pero destaca que no es normal que
no se haga nada para buscar alternativas que nos permitan reinventarnos ante la realidad que
tenemos.
“Dice Einstein que ‘la verdadera crisis es la crisis de la incompetencia’. En su definición de crisis
establece claramente que el problema mayor no es la crisis, es la manera de enfrentarla. Si nos
quedamos buscando culpables y a la defensiva, tratando de justificar la inacción, nos
convertimos en víctimas de las circunstancias y a lo más que podemos aspirar es a dar
lástima”, sentencia la consejera, mientras resalta que “recordando que lo normal no siempre
es lo correcto, hay que saber asumir un rol proactivo tanto a nivel individual como colectivo
para buscar soluciones que permitan la superación”.
Momento de despertar
En ese sentido, Cuadrado señala que este es el momento de “despertar” y crear cambios.
Según dice, por mucho tiempo ella ha hablado sobre el tema de la “dormidera del pueblo”, de
que la gente está en un lugar tan cómodo que no quiere despertar.
“Ahora vivimos momentos muy incómodos y, muy probablemente, se van a poner más
incómodos, lo que ha causado que algunas personas estén despertando y que se estén dando
cuenta de que 'tengo que meter mano'”, señala la psicóloga, mientras también pone el
ejemplo de las personas que no les prestaban la debida atención a situaciones personales, de
la familia, de la pareja o que no eran más proactivos en su trabajos. Y ahora, con todas las
dificultades que se están dando en términos sociales y económicos, salen a la luz.
También destaca a las personas que, según dice, siempre ha existido “y continuará existiendo
porque pasa en todo el mundo”, que es el grupo de gente que “no importa lo que pase,
aunque se caiga el mundo, están en su lugar cómodo y de ahí no se van a mover”.
Pero, de la misma forma, dice que también ve más gente retándose, lo que de alguna manera
va a ayudar a que las “cosas comiencen a cambiar”, aunque acepta que están matizadas por
las angustia, la preocupación, el miedo de hacia dónde vamos y el coraje. “Creo que
necesitamos mucho coraje para hacer muchas cosas que necesitamos hacer. Si ese coraje lo
tomamos como una fortaleza, veo a la gente moviéndose, diciendo 'tengo que hacer esto',
'tengo que decidir' y eso es valiosísimo”, enfatiza Cuadrado.
También señala al grupo de personas que ven todo muy negativo y no tienen mucha ilusión o
esperanza de que vaya a pasar algo bueno con todo lo que está pasando.
“Es un tema muy jugoso. Son los que dicen que no tenemos ninguna manera de poder salir de
esto, los que le echan la culpa a los políticos o los partidos. Y, si bien es cierto que tienen una
responsabilidad enorme, también nosotros hemos estado aquí votando por esos políticos y
esos partidos”, resalta la psicóloga.
Buscar soluciones
Según explica la psicóloga, para salir de cualquier situación de crisis, no importa cuán grande o
pequeña sea, tenemos que movernos, dentro de lo poco o lo mucho que cada uno pueda
aportar. “En el movimiento está el cambio porque se buscan alternativas que traigan
beneficios y esperanza. Es lo mismo que se hace con un paciente en crisis. Hay que trabajar
para cambiar la situación, en vez de quedarse dando la vuelta sin buscar soluciones”. El doctor
Frontera también propone que se haga una pausa “para mirar adentro y te preguntes ¿De
dónde vengo? ¿Dónde estoy? ¿Para dónde voy?”.
“El adulto tiene que nutrirse intelectualmente y madurar emocionalmente para hacerse
responsable de su proyecto de vida personal y colectiva. La diferencia entre el adolescente y el
adulto, es que el adolescente ensaya a asumir la responsabilidad de su proyecto de vida un
tanto fantasioso y el adulto asume la responsabilidad de su proyecto de vida tomando en
cuenta sus intereses personales y el contexto en que se desarrolla su existencia”, explica el
psiquiatra.
Pero señala que la situación que confrontamos debe llevarnos a un análisis psico-ético. “En
otras palabras, el ser humano adulto responsable debe usar su mente o psiquis para analizar
su percepción de la situación e identificar cómo la está interpretando, qué significado le está
dando y qué emociones está generando”, recomienda Frontera, mientras recomienda
cuestionar si la visión de mundo actual es certera o si hay otras maneras de ver la misma
situación.
“Esta crisis nos puede brindar la oportunidad de podar el árbol excesivamente frondoso que
hemos cultivado. Ético porque luego del análisis racional de nuestros pensamientos y
emociones llega el momento de contestar la pregunta de qué debo hacer, la pregunta del
deber, de lo apropiado, lo correcto, lo bueno, lo responsable, lo sabio, lo prudente, o sea la
pregunta ética. Sería la aplicación de la ética a nuestra vida personal y colectiva”, reflexiona el
psiquiatra.
Además, como “grupo de ciudadanos adultos responsables que compartimos una historia,
unas vivencias y un contexto” tenemos que revisar “críticamente cómo hemos estado
haciendo las cosas como pueblo”. “Un proceso que nos ha traído hasta la bancarrota
económica y moral. Un proceso en el cual ha predominado el debate continuo, la
competencia, lo adversativo, la primacía de los valores instrumentales (dinero, poder y fama),
la aplicación del modelo de negocios a todas las actividades del quehacer humano, el tráfico de
influencias, la corrupción, y la manipulación de la opinión pública por la publicidad y el
mercadeo, los nuevos filósofos de la política”.
En ese sentido, dice que situaciones críticas como la que vivimos nos dan la oportunidad de
parar en seco y revisar críticamente lo que hemos hecho y cómo lo hemos hecho.
“El fracaso puede ser un gran maestro. Podemos echarle la culpa a nuestros conciudadanos del
norte, podemos condenar a los bonistas especuladores buitres, podemos responsabilizar a
varias generaciones de políticos y gobernantes del patio que actuaron irresponsablemente,
pero la pregunta individual pertinente es dónde estábamos y cómo actuamos cada uno de
nosotros como ciudadanos adultos y cuál es el rol que debemos asumir ahora para no repetir
la historia sino reconstruirla, redirigirla hacia algo diferente y mejor. Debemos deliberar no
debatir. Debemos buscar el consenso no seguir destacando las diferencias. Debemos adoptar
una agenda ética de país que nos dirija por el camino de la prudencia, la sabiduría, la
responsabilidad”, señala Frontera mientras nos recuerda que “cae como anillo al dedo” el
poema 'En la brecha' de José de Diego:
Resurge, alienta, grita, anda, combate, vibra, ondula, retruena, resplandece…Haz como el río
con la lluvia: ¡Crece! Y como el mar contra la roca: ¡Bate!
De la tormenta al iracundo empuje, no has de balar, como el cordero triste, sino rugir, como la
fiera ruge.
¡Levántate!, ¡Revuélvete!, ¡Resiste! Haz como el toro acorralado: ¡Muge! O como el toro que
no muge: ¡Embiste!”
Qué hacer
- Hay que trabajar con el fortalecimiento del autoconcepto (opinión que se tiene de uno
mismo), la autoestima (amarte y aceptarte como eres) y el autocontrol (habilidad de dominar
las propias emociones) claros y saludables para poder enfrentar la crisis.
- Es momento de que todas las personas aporten al país en la medida de sus conocimientos y
capacidades para lograr el cambio que se necesita.
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