Evitan a sus hijos cualquier situación desagradable, difícil o resuelven por ellos sus
problemas. Es un ejemplo de esta situación los padres que realizan los deberes escolares de
sus hijos o los que intervienen cuando otro niño o niña “molesta” a su hijo en lugar de
permitir que se defienda solo
Limitan o impiden que sus hijos exploren el mundo por si mismos, privándoles de la
oportunidad de aprender, por ejemplo
Tienen una alta tolerancia a multitud de demandas y exigencias que el niño muestra.
Responden inmediatamente a sus demandas sin poner límite.
Los padres sobreprotectores siguen haciéndolo todo cuando el niño está perfectamente
capacitado para hacerlo solo:
Suelen contestar por el niño cuando otros adultos se dirigen a él, privándole de este
modo que exprese su opinión o sus deseos.
Cuando sus hijos cometen algún error ellos los ignoran, tapan o justifican.
No permiten que su hijo o hija realice salidas con compañeros de su edad, aun
teniendo la madurez suficiente para hacerlo.
Utilizan el miedo para tener el niño bajo su control. Es típico oírles decir “no subas ahí que te
caerás y te harás mucho daño”, “si vas tu solo puede pasarte algo malo”,
…
Sea cual sea el motivo que nos vuelve sobreprotectores debemos conocer sus posibles consecuencias
y evitar en la medida que nos sea posible conducirnos de este modo. Debemos fomentar la
autonomía y la independencia, intentando educar desde la libertad y en la responsabilidad
de las acciones que realizamos día a día enseñando las consecuencias (positivas y
negativas) que tienen nuestros comportamientos.
Personas miedosas
Tiene sentido. Si nos hemos pasado la vida advirtiéndole a nuestros hijos de absolutamente todos los “peligros”, por
improbables o insignificantes que sean, que pueden encontrarse en su vida, andarán por el mundo con miedo a lo “que
pueda ocurrir”.
Además, si nunca le hemos dado las herramientas para que sepan afrontar y solucionar sus problemas por ellos mismos,
serán incapaces de enfrentarse a ellos solos e incluso pueden hacerse dependientes de alguien que les “saque las
castañas del fuego” cada vez que se encuentren en una situación complicada.
Personas dependientes
Como he comentado en el punto anterior, si no les enseñamos a tomar sus propias decisiones, a gestionar su propia vida
o a solventar sus problemas, siempre dependerán de alguien para hacerlo porque realmente es que no saben hacerlo
solos.
Esto a su vez, crea problemas de autoestima ya que si uno percibe que no sabe manejarse por la vida por sí mismo o que
nunca toma la iniciativa en nada, su autoconcepto será, desgraciadamente, el de un “inútil” que siempre necesita a otro
a su lado.
Como sus padres siempre se han asegurado de que no sufran por nada ni se frustren cuando no consiguen lo que
quieren, dándoles todo lo que piden en el momento que lo piden y minimizando su dolor. No han aprendido a tolerar
que las cosas no siempre salen en la vida como a uno le gustaría y nos guste o no, esta es la realidad.
Puede ser que bajo el cobijo de la familia que practica la sobreprotección el hijo sienta que lo tiene todo y que los padres
son una especia de sirvientes que están a sus pies cuando ellos lo necesitan.
Pero, tarde o temprano, la vida y la sociedad les dirá que esto no es así y que hay cosas que inevitablemente nos harán
daño y nos crearan frustración. Lo más probable es que reaccionen a las frustraciones con ira, exigencias e incluso
agresividad lo que les puede llevar a tener dificultades en las relaciones sociales y en la vida en general.
Si siempre estamos anticipándole al niño lo que le va o no a ocurrir, si no le dejamos equivocarse para aprender y si lo
hacemos todo por ellos, evidentemente, estamos capando su capacidad de aprendizaje.
Si antes de que el niño tenga ganas de orinar, ya lo estamos obligando a ir al baño “porque no vaya a ser que luego te
entren ganas y no encontremos un sitio para hacerlo”, él no sabrá identificar por sí mismo sus propias señales fisiológicas
cuando necesite ir al baño.
Si no le dejamos caerse, nunca aprenderá qué es lo que debe hacer y lo que no debe hacer. Las personas aprendemos
por consecuencias negativas y positivas debido a nuestras experiencias directas, por lo que es indiscutible la necesidad
de que el niño experimente con el mundo para aprender a manejarse mejor en el futuro.
Como siempre digo, todo lo que se aprende, también se desaprende y Esto es lo positivo. Ahora tú, que eres ese niño
sobreprotegido pero ya adulto, es tu responsabilidad de reeducarte para crecer como persona y para mejorar.
Es posible evitar que se caiga en este abismo; aquí algunos consejos que podrían
funcionar: