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Universidad del Salvador

Facultad de Filosofía y Letras

Escuela de Letras

Memoria como creación y


aprendizaje en Proust

Alumna: Ivana Villar Laskiewicz

Comisión: Letras 3B

Profesora: Dra. Magdalena Càmpora

Materia: Literatura francesa

Fecha de entrega: 13 de octubre de 2009

Tipo de trabajo: Monografía

1
INTRODUCCIÒN

Abordando la obra Du côté de chez Swann, de Marcel Proust, se intentará establecer la


importancia de la memoria en la obra. Además, se establecerá la diferencia entre
memoria voluntaria y aquella epifánica y el lugar que ocupan ambas en la estructura
narrativa, teniendo en cuenta el concepto de tiempo. Por último, se procurará postular
al proceso mnemónico como instrumento de evocación, pero también como
mecanismo de aprendizaje, de re-creación de realidades y de identidad.

2
En el comienzo de la obra, el narrador se encuentra en estado semiconsciente entre el
sueño y el despertar. Despojado de la conciencia sobre el tiempo y lugar donde se
encuentra, el recuerdo se presenta como un elemento salvador que le devuelve la
existencia. Hablamos de recuerdo y no de reconocimiento porque el protagonista no ve
como real estar en el cuarto rentado del presente, sino que primero se reconoce en
distintas habitaciones de su infancia, siempre perseguido por el sentimiento de
haberse dormido sin antes haber besado a su madre. 1 Sin embargo, estos recuerdos
nocturnos nacidos del esfuerzo voluntario de evocar no duraban mucho tiempo, y
además, siempre se remitían a momentos puntuales, como lo eran sus noches en
Combray, alguna particularidad sobre Swann y el teatro. 2

Pero el recuerdo, en apariencia fugaz y cotidiano, adquiere un matiz mucho más


profundo al producirse por medio de una experiencia epifánica, como lo es el episodio
de la madeleine: al llevarse a la boca el bizcocho mojado en té, el protagonista
reconoce algo más que el simple sabor del mismo, vislumbra que hay algo mucho
mayor que lo hace inmensamente feliz. Se produce una ruptura del orden de la
narración porque el narrador comprende que debe volverse hacia su alma y encontrar
la verdad oculta en ella, sólo que esta búsqueda implica también una creación. Esta
ruptura implica una detención del tiempo, en la cual el narrador decide ya no seguir
viviendo hacia el futuro sino que, recordando los acontecimientos del pasado,
reconstruyendo verdades que no fueron vistas oportunamente y por consiguiente
perdidas, se crea un nuevo pasado que pasa a ser el presente del narrador. Los
1
(…) Cuando un hombre está durmiendo tiene en torno, como un aro, el hilo de las horas, el orden de
los años y de los mundos. Al despertarse, los consulta instintivamente, y, en un segundo, lee el lugar de
la tierra en que se halla, el tiempo que ha transcurrido hasta su despertar; pero estas ordenaciones
pueden confundirse y quebrarse (…)Pero a mí, aunque me durmiera en mi cama de costumbre, me
bastaba con un sueño profundo que aflojara la tensión de mi espíritu para que éste dejara escaparse el
plano del lugar en donde yo me había dormido, y al despertarme a medianoche, como no sabía en
dónde me encontraba, en el primer momento tampoco sabía quién era;(…) pero entonces el recuerdo y
todavía no era el recuerdo del lugar en que me hallaba, sino el de otros sitios en donde yo había vivido y
en donde podría estar descendía hasta mí como un socorro llegado de lo alto para sacarme de la nada
(…) CS Pág.16
2
(…) Pero como lo que yo habría recordado de eso serían cosas venidas por la memoria voluntaria, la
memoria de la inteligencia, y los datos que ella da respecto al pasado no conservan de él nada, nunca
tuve ganas de pensar en todo lo demás de Combray. En realidad, aquello estaba muerto para mí. (…) SC
Pág.64

3
elementos re-vistos y re-creados son considerados como verdaderos a la luz de una
segunda mirada adulta y rescatados del olvido por la memoria involuntaria, estimulada
por un suceso externo a través de la percepción sensible. 3 La ruptura de la flecha del
tiempo permite que el narrador regrese a un pasado seminal y vuelva a vivir su vida,
cuyos elementos verdaderos rescatados van configurando un futuro dentro de un
pasado en una realidad mnemónica, mucho más real que la realidad misma.

La memoria creadora nos permite acceder a una nueva realidad desde la que
contemplamos la infancia del protagonista en Combray, es decir, la existencia tangible
de ese entonces, y dentro de ésta otra realidad creada por él: la provista por la lectura.
Este mundo de ficción, despojado de toda temporalidad, funciona como herramienta
de escape de otro por demás exclusivo y solitario que en ciertas ocasiones lo
angustian. En este mundo ficticio, el narrador experimenta una búsqueda interna de la
4
verdad y una fuerte identificación con los personajes, los paisajes y las acciones.

Ahora bien, en las líneas anteriores proponemos que un hecho sensible le abre las
puertas al protagonista hacia un camino que lo guiará a la verdad, a rescatar los signos
perdidos del tiempo pasado. Pero ¿por qué le epifanía se hace presente en ese
momento? Por empezar, creemos pertinente considerar que el episodio de la
madeleine no fue más que uno de muchas revelaciones que se le presentaron a lo
largo de su vida, pero fue en ese momento en el que él estaba dispuesto a reconocerla
y descifrarla. El narrador describe cómo en Combray muchos elementos e imágenes se
le presentaban como más que eso, y que sin embargo llegaba a penas a vislumbrar que
algo más se escondía en ellos y que no era capaz de dilucidarlo. 5
3
(…) Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan
fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y del bollo, pero le excedía en, mucho, y no
debía de ser de la misma naturaleza (…) Dejé la taza y me volví hacia mi alma. Era ella quien debía
descubrir la verdad. Pero, ¿cómo? Hay grave incertidumbre todas las veces que el alma se siente
sobrepasada por sí misma; cuando ella, la investigadora, es la comarca oscura en la cual se debe buscar
y en la cual todo su equipaje no le servirá de nada. ¿Buscar? No sólo eso: crear. El alma está frente a algo
que todavía no es y a lo que sólo ella puede realizar, hacer entrar después en su luz (…) CS Pág. 64

4
(…) ¿Qué importa, pues, que las acciones, las emociones de esos seres de un nuevo género nos
aparezcan como verdaderas, ya que las hemos hecho nuestras, ya que es en nosotros que se producen,
que tiene bajo su dependencia, mientras pasamos febrilmente las páginas del libro, la rapidez de nuestra
respiración y la intensidad de nuestra mirada?(…) CS Pág. 114

5
(…) Entonces, aparte de todas aquellas preocupaciones literarias, sin tener nada que ver con ellas, de
pronto un techo, el reflejo del sol sobre una piedra, el olor de un camino me hacían detenerme por el
placer particular que me daban, y también porque tenían el aire de ocultar, más allá de lo que veía,

4
Esas señales que dejaba pasar inadvertidas no sólo se perdían irremediablemente en
el tiempo, sino que configuraban, por carencia de las mismas, la identidad del narrador.
Al llegar al punto de la revelación, el narrador ha adquirido su ser por sus experiencias
y vivencias de las que consciente o inconscientemente fue parte. Podemos suponer
que si estaba dispuesto a una revelación que lo llevara a una profunda introspección lo
hace en busca de algo de lo que carece. Si esas verdades faltantes sólo pueden
reponerse mediante la memoria, no es desatinado proponer a la misma como un
método de aprendizaje.

Existen dos instancias de aprendizaje: la primera es la que se sucede con el correr


normal de la vida del narrador, la que está implícita en el proceso de maduración. Este
aprendizaje se hace evidente en la narración cuando el narrador aclara que en ese
momento no tenía conocimiento de determinado elemento pero que luego lo
adquiriría. La segunda instancia se da en el proceso mismo de introspección: al acceder
a su pasado, reflexionar sobre el mismo y develar verdades antes ocultas, permite
reelaborar las concepciones que tenía sobre la sociedad y sobre sí mismo.

Combray y Guermantes, escenarios del aprendizaje primitivo, no pueden ser tomados


como simples fuentes de recuerdo, sino también como origen de un segundo
aprendizaje a los que se accede por medio de la evocación. En su búsqueda, el
narrador adquiere el conocimiento real de la sociedad en la que ha estado inserto. Este
hecho es apreciable por lo menos en dos momentos: en una de sus conversaciones con
Swann y posteriormente en el análisis de la conducta de Françoise cocinando. La
primera tiene lugar en el instante en que el narrador cuenta su admiración por la
literatura de Bergotte, marco en el que Swann le da su opinión del mismo y le comenta
sobre su amistad con el autor. En este ejemplo podemos ver cómo la concepción del

alguna cosa que me invitan a tomar y que, pese a mis esfuerzos, yo no lograba descubrir (…) Pero el
deber de la conciencia era tan arduo que, al imponerme aquellas impresiones de forma, de perfume o
de color – al intentar percibir lo que se ocultaba tras ellas – no tardaba en darme a mí mismo excusas
que me permitieran escapar a los esfuerzos y evitarme la fatiga (…) Una vez en casa yo pensaba en otra
cosa y así se enlazaban en mi ánimo (….) imágenes distintas bajo las cuales hacía ya tiempo que estaba
muerta la realidad presentida, que yo no había tenido bastante voluntad para llegar a descubrir (…)

5
narrador cambia en la segunda mirada, porque la actitud de Swann ya no le parece
apropiada, sino profundamente contradictoria.6

El narrador pone a su interlocutor como ejemplo de una sociedad vacía, que actúa por
preceptos sociales impuestos, que reserva sus opiniones personales y que sólo dice lo
que “debe” decir o mejor dicho, lo que “es aceptable que diga”. Tal es así que lo que
manifiesta sobre Bergotte no son más que clichés que otros miembros de esta misma
sociedad repiten sin cesar: nadie tomará el riesgo de calificar por miedo a salirse de lo
establecido. 7

La conducta de Françoise al matar al pollo para cocinarlo también da lugar a la


reflexión sobre la conducta social. Cuando el narrador ve a la criada sacrificar tan
fríamente al animal se ve invadido por una sensación de profunda pena, deseando
internamente que fuera despedida. Pasada la impresión, concluye que si esto
ocurriera, se desharían de una excelente criada. En la reflexión posterior, el narrador va
mucho más allá del simple hecho, ya que intenta analizar cómo una persona tan dulce
y delicada como Françoise puede ser tan despiadada en la cocina. Tal paradoja es
encontrada análoga a toda la sociedad, ya que concluye que toda pasividad en los
hombres está marcada por hechos sangrientos que no se ven. Y aquí entra también el
tema de la pena: así como Françoise no tuve pena alguna por el pollo que ella misma
mató, pero sí la tiene ante la más ínfima desdicha de los prójimos, todos los miembros
de la sociedad suelen sentir pena mayor cuanto más alejados están ellos mismos de
quienes se compadecen. 8

6
(…) Hasta entonces aquel horror a expresar seriamente su opinión me había parecido algo muy
elegante y parisiense, opuesto al dogmatismo provinciano de las hermanas de mi abuela (…) pero ahora
descubría yo algo chocante en aquella actitud de Swann ante las cosas. Perecía no atreverse a tener una
opinión (…) Todo esto me perecía contradictorio. ¿Para qué vida reservaba decir al fin seriamente lo que
pensaba de las cosas? (…) ¿Cuándo iba a dejar de entregarse con cortesía puntillosa a unas ocupaciones
que, al mismo tiempo, consideraba ridículas? CS Pág. 129
7
(…) Descubría también en la manera que Swann me habló de Bergotte, algo que, en cambio, no era
particularmente suyo, sino que por esa época era común a todos los admiradores del escritor (…) CS
Pág. 129
8
(…) Me fui dando cuenta poco a poco de que la dulzura, la compunción, las virtudes de Françoise
ocultaban tragedias de fondo de cocina, como se descubre en la historia que los reinados de esos reyes y
reinas que están representados con las manos juntas en los vitrales de las iglesias estuvieron marcados
por incidentes sangrientos (…) Me enteré que, fuera de sus parientes, los humanos excitaban tanto más
su piedad por sus desdichas cuanto más alejados vivían de ella (…) CS Pág. 157

6
Pero el narrador no sólo adquiere conocimiento sobre la sociedad, sino también sobre
sí mismo. Es posible comprender mediante el viaje retrospectivo a su infancia el
porqué del apego a su madre y la total devoción hacia ella, hechos que limitan en su
futuro la entrega completa hacia una mujer. Él relata cómo, durante su infancia en
Combray, basaba sus días en torno al beso de buenas noches de su madre y la angustia
que le causaba cuando no lo conseguía, puesto que era casi el único momento en que
obtenía afecto. Este anhelo continuo pudo haber dejado sus marcas, configurando su
patrón de conducta y su sentir hacia las mujeres.9

Un episodio particular que tiene como protagonista a Mademoiselle Vinteuil es


considerado por el narrador como un hito en su historia personal ya que modifica su
manera de sentir, o revela las emociones escondidas, que luego surgirán en la
posteridad. Mademoiselle Vinteuil recibe en su casa a una amiga, la conversación que
ambas mantiene dejan ver la burla hacia Vinteuil padre, en ese momento muerto y
quien había cuidado de su hija con absoluta entrega. En ese momento se desafían
perpetrar un acto de absoluta crueldad: escupir sobre su foto. El narrador, que
contemplaba a escondidas, consideró a esta situación como una desalmada devolución
de lo que Vinteuil le había otorgado a su hija, pero luego de “pensarlo” justifica la
acción estimando que, de haber contemplado la escena, el padre no hubiera perdido la
fe del buen corazón de su hija. 10 Este acto justificado se traducirá luego en su
conversión al sadismo, puesto que los parámetros sobre lo despiadado son corridos,
demostrando que también puede haber placer en el dolor o en el sufrimiento.

Todos los elementos cotidianos están atados al tiempo pasado, y estos son definidos,
no por lo que son, sino a través de circunstancias en los que fueron asociados en un
tiempo anterior y que la memoria se encarga de perpetuar. Así, por ejemplo, el verano

9
(…) No hubiera deseado que subiera a darme las buenas noches una madre más hermosa y más
inteligente que la mía. No: del mismo modo que era necesario para poder dormir feliz, con esa paz sin
turbación que ninguna amante ha podido darme después, porque se duda de ellas incluso en el
momento en que se cree en ellas y jamás se posee su corazón de la manera que yo recibía el beso de mi
madre (…) CS Pág. 233
10
(…) Tal vez de una impresión sentida también cerca de Montjouvain, algunos años más tarde,
impresión oscura entonces, surgió mucho después la idea que yo iba a hacerme del sadismo. Más
adelante se verá que, por otros motivos, el recuerdo de esta impresión iba a desempeñar un papel
importante en mi vida (…) CS Pág. 206

7
está simbolizado por aquel de Combray, con su paisaje, su atmósfera y sus vivencias.
Los elementos presentes en él atraviesan la concepción que el narrador tiene de esta
estación y le otorgan un carácter mítico: El verano será específicamente el verano en
Combray y no otro.11 Lo mismo sucede con el concepto que él tiene de la mujer,
indisolublemente unido al paisaje veraniego, por ser en esta estación cuando en
Combray las anhelaba 12 y posteriormente unido a una catedral gótica, puesto que con
ella vinculaba a la figura de Mademoiselle Swann y con ella a todas las mujeres con las
que soñaba. 13

Todos los elementos con los que el narrador tiene contacto después de Combray no
parecen tener sentido sin antes haberlos asociado con este lugar. Elevados a la
categoría de símbolos de su infancia sólo serán apreciados en retrospectiva y luego de
ser identificados con los recuerdos. Este mecanismo de reconocimiento de los hechos a
través de la memoria muestra lo fundamental que es la misma para el narrador. Un
acontecimiento es presenciado por él, luego de un tiempo, largo o breve, es evocado y
recién en este punto es comprendido. Esto se ve en el momento en que conoce a la
duquesa de Guermantes, cuando el narrador sólo adquiere conciencia de los
sentimientos que posiblemente había despertado en ella y de los suyos propios a
través de la evocación de una señal anterior, y que sólo es recuperada a través de la
memoria.14 La revelación no pudo darse en el momento de la mirada, sino tiempo
después, cuando fue rememorada.

11
(…) Y también por las moscas que ejecutaban antes mi su pequeño concierto, que es como la música
de cámara del verano (…) esta música está unida al verano por un vínculo más necesario: nacido en el
buen tiempo, sólo renace con él, contiene un poco de su esencia, y no sólo despierta la imagen de él en
nuestra memoria, sino que certifica su retorno (…) CS Pág. 110
12
(…) Y como el sueño de una mujer que pudiera amarme estaba siempre presente en el pensamiento
esos veranos, el sueño quedó impregnado por la frescura de las corrientes de agua; y fuera quien fuere
la mujer que yo evocaba, racimos de flores moradas y rojizas se elevaban de inmediato a su lado, como
colores complementarios. CS Pág. 113
13
(…)Pero la interrupción y el comentario que provocó una vez la visita de Swann (…) tuvo como
consecuencia que, por mucho tiempo, ya no fue sobre un muro decorado de flores moradas en forma de
rueca, sino sobre un fondo muy distinto, el pórtico de una catedral gótica, donde empezó a destacarse la
imagen de una de las mujeres de mis sueños (…) CS Pág.

14
(…) Aquella sonrisa se posó en mí, que no le quitaba los ojos. Entonces, recordando aquella mirada
que había dejado demorarse sobre mí durante la misa, azul como un rayo de sol que hubiera atravesado
el vitral de Gilberto el Malo, me dije: “Sin duda me ha prestado atención”. Creí gustarle, supuse que
volvería a pensar en mí cuando hubiera dejado la iglesia (….) Y de inmediato la amé (…) CS Pág. 224

8
Retomamos aquí un punto anteriormente mencionado: el de la memoria no como
simple instrumento de recuerdo sino también como creadora de verdades. Así como el
sentimiento de y sobre la duquesa sólo es considerado como verdadero a la luz del
recuerdo, todos los acontecimientos importantes de la obra, todos los elementos
presentes sólo son verdaderos cuando se pueden encontrar en ellos un reflejo previo
del alma.15 Todo lo que se presenta por primera vez no puede ser real porque no
puede ser reconocido sino contiene la marca previa de la memoria, sin la cual no es
posible recrear el pasado ni re- crear un presente basándose en él. 16

Sin memoria no hay pasado ni presente, tampoco hay futuro, por lo que no es posible
que exista una construcción de identidad por parte del narrador. Y creemos que a esto
apunta su obra: bucear en el pasado, rescatar aquellas señales perdidas, reconstruir un
pasado antes ignorado que se configurará en un nuevo presente, y a través de él
constituir su nueva identidad a partir de la nueva concepción de la vida. Ese elemento
que dejó entrar a la revelación por medio de la madeleine no es más que la necesidad
de una reflexión interior que lo aspectara a reconstruir su mundo y llenara su carencia
existencialista.

CONCLUSIÓN

Al analizar Du côté de chez Swann, de Marcel Proust, es posible establecer la gran


importancia que tiene el recuerdo, motor primordial del desarrollo de la obra, el cual
no se puede concebir como mera evocación de un pasado, sino como un mecanismo
de creación de nuevas realidades a partir de sucesos o situaciones anteriores en la

15
(…) Buscamos reencontrar en las cosas, vueltas por ello preciosas, el reflejo que nuestra alma ha
proyectado sobre ellas; quedamos desilusionados al comprobar que parecen desprovistas, en la
naturaleza, del encanto que debían, en nuestro pensamiento, a la vecindad de algunas ideas (…) CS Pág.
114
16
(…) Ya sea que la fe creadora se haya acallado en mí, o que la realidad sólo se forme en el recuerdo, las
flores que me muestran hoy por primera vez no me parecen flores verdaderas (…) CS Pág. 232

9
vida de protagonista. La memoria, en tanto instrumento de búsqueda, de conocimiento
y de creación, le permitirá re-vivir una vida que se presenta a simple vista como
anterior, pero que, recuperadas las verdades perdidas, lo guiará en un camino de
aprendizaje y autoconocimiento.

BIBLIOGRAFÍA

- Fuentes primeras:

 Proust, Marcel, En busca del tiempo perdido I: Del lado de Swann, Buenos Aires,
Losada, 2006.

10
- Fuentes segundas:

 Deleuze, Gilles, Proust y los signos, Barcelona, Anagrama, 1989.

 Doubrovsky, S y Bovè, C, The place of the Madeleine: Writing and Phantasy in


Proust, boundary 2, Vol.4, No.1 ( Autumm, 1975) pp.107-134 ( Duke University
Press, recurso infromàtico)

 Tukey, Ann, Notes on Involuntary Memory in Proust, The French review, Vol. 42,
No. 3 (Feb. 1969), pp 395-402 ( American Association of teachers of French,
recurso informàtico)

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