Lacreencia en la visién, y més atin la confianza en ella, ha
sido uno de los mayores estigmas que ha trascendido como
muestra de los sacrificios del arte occidental. Cuando se rea-
liza un paneo por distintos momentos de la postica de Arturo
Montoto, aflora el problema de la representacién en el arte
como uno de los t6picos esenciales en su producci6n artist
cca. Pareciera como si la obra de Montoto trasluciera en el
{infimo espacio de sus creaciones una de las ancestrales
que han embargado al arte occidental, y
es que la suya es una obra comprometida con la historia del
disyuntivas estétc:
arte de Occidente, y con algunos de los hitos lingiifsticos que
la misma ha recopilado. La dualidad entre la presencia y la
aapariencia es uno de losaspectos que més ha llamado laaten-
cidn sobre el quehacer pictérico de este artista. Curiosamen-
te, tal elemento ha sido aprovechado por Arturo Montotoinciu-
so como eje tematico de distintas curadurfas (Soledades vo-
luptuosas, Centro Witredo Lam, 1999; y Pintura de cdma-
‘ra, Museo del Ron, 2001), donde se ha propuesto una re-
flexién sobre los procesos de sacralizaciGn que se ciernen
sobre la representacién, incluso cuando previamente el con-
senso advierta su caricter simulado y virtual. La insttucién
Arte ha confiado en la representacién y en los mecanismos
tengafiosos que esta genera ante la recepcién y la legitima-
cién. Como el traje invisible del emperador, las obras de
Montoto declaran que muchas veces lo importante no es la
Mon
conceptos claves que opera es el de la representacién,
entendida con un cardcter performético, sobre todo en
lo que respecta al desarrollo de los procesos de recep:
‘en tu obra resulta evidente que uno de loscin de la obra de arte. Por demas, en una exposicién
como Soledades Voluptuosas, la reflexion sobre el
t6pico en cuestiOn se convirtié en eje de la propia
curaduria. Con ello podria aludirse a una intencién
explicita por realizar un ejercicio metaoperativo sobre
el funcionamiento de la institucién Arte, y la represin
de sus espacios e instancias en tanto actantes funda-
‘mentales de la plenificacién de los modos de represen-
tacién de la realidad artistica y extrartistica. A propo-
sito de ello la muestra en sf misma devenia wn juego
tautolégico sobre el lidicro sentido de la representa-
idn, reiterado en cada obra como un espacio
urdtico, y a la vez, paradéjicamente, como simulacro,
y extendido a la propia concepcién del espacio de
exhibicién. ¢Podrias ahondar al respecto?
Soy consciente por lo menos de una cosa, el quehacer ar-
{istico tiene dos modos de implementarse: el primero, a
partir del concepto que se tiene delarte odelo que uno
hace, la elaboracién concreta del objeto artstico en el ta-
ler, en el espacio del taller, de lo manual, donde uno hace
la obra; y el otro es la proyeccién de ese objeto hacia el
publico, hacia el espectador, es decir, cémo presentas el
‘objeto -una cosa es hacerlo y otra es presentarlo-, c6mo
funciona ese objeto dentro de un contexto mas general. Sé
que pinto cuadros que son. demasiado pictéricos. ustamente
‘me apoyo en lo pict6rico y ese es el argumento més im-
portante para mi, y trato de pintarlos a la manera més
clésica, mas barroca, y he estudiado a los grandes macs-
tros, para hacer que la gente se crea, incluso se legue a
confundir, pensando que una obra mia pueda estar sacada
de un museo cualquiera. Ahora, la gente va a encontrar
entre una obra mfa y una obra clisica diferencias en mu-
cchos aspectos. Pero una cosa fundamental es el modo en el
‘que un espectador se va a encontrar con una obra en un
espacio piblico. Una cosa es la persona que va a mi ta-
lier, ve un cuadro, le parece lindo y me lo compra para col-
garloenel comedor de su casa, yotraes cémo yole digoa
la gente por qué hago esa obra y cémo la presento: la ex-
posicién del Centro Wifredo Lam serfa un ejemplo ilustra-
tivo; hay una cantidad de conceptos con los que estoy tra-
bajando_y jugando, y con ellos tengo que representar mi
obra. A partir del concepto de representacién hay un con-
cepto también de presentacién que es fundamental tener en
cuenta. Eneste caso, de una representacién tradicionalista,
apoyada en los recursos més tradicionales de la historia del
arte, de lo pict6rico en la historia del arte, pues procuro
‘que cuando el espectador se encuentre con la obra en me-
dio de todas las ambivalencias y las confusiones con los
textos, pues que de algiin modo también se dé cuenta de
‘que la obra tiene cierta ironfa, ciertos principios manipu-
ladores con los que estoy diciendo otras cosas. Noes tna
cobra. bruta aungue se recree en el acto pict6rico, yo disfru-
to ese hecho. Si bien me reconozco como un artista que
puede disfrutar, enel plano representacional, de la abstrac-
cin hasta lo més verista llamado figurativo, puedo tam-
bign disfrutarde una realizacién del tipo ms ortodoxamente
conceptual, o entender toda la linea que deriva del arte
povera o de la tradicién duchampiana, Para mi todo tiene
importancia dentro del arte, independientemente del modo
fen que esté encaminado. En mies la pintura, lo disfruto y
loexploto ademas.
La época del Barroco constituyé un momento de
‘suma importancia en el replanteamiento de la funcién
representacional del arte, como correlato de toda la
polémica filoséfica que dio al traste con la elocuencia
‘hasta entonces mantenida por una estética cuyo
trazado genealégico podia realizarse desde la Antigi
dad grecolatina, ;En que sentido en tu obra pudiera
aprehenderse, 0 no, el espirinu de tales debates filos6fi-
cos? ;Cémo articula el tratamiento visual de las
soluciones de composicin caracteristicas del barroco
pictérico en mus piezas, con un supuesto andlisis sobre
el ordenamiento representacional de la «realidad» a
través del espacio bidimensional que ofrece la pintura?
A veces uno llega a determinadas investigaciones de un
‘modo no totalmente consciente, a veces por mera sensibili
dad o afinidad; y mi afinidad quizés tenfa que ver con lo
‘que fue la visualidad propiamente barroca. En los elemen-
tos constructivos del propio barroco se encuentra, no yaen.
su parte intelectual que fue una época de crisis espiritua,
de grandes conflictos enel plano dela fe, donde el hombre
se proyectaba cotidianamente a través del goce de la pro-
pia vida, que tiene mucho parecido con nuestra actualidad,
denominada incluso como era neobarroca-, en sus bi
quedas formales, propiamente visuales, en Caravaggio,
ue descentra el barroco de la cultura elitista hacia el plano
popular, no ya temitica sino formalmente a partir de las
soluciones de luz y sombra que sigue la tradicin veneciana
e incluso va ms allé; en Rembrandt, en el caso nérdico,
encuentro la dindmica fundamental que hay en mis obras,
dada por la oposicién luz-sombra en un esquema bésico.
Esto a lo mejor me lo sugirié mas ta cultura espaiiola a
‘través del concepto de lafrugalidad, de la no existencia, de
laausencia mas que de la presencia. Cémo lograr una sinte-
sis cuando estoy trabajando con el concepto del barroco,
que remite a la introducci6n, a la combinacién, 1a
remodelacién, es decir, todo lo contrario a la sintesis. Mi
buisqueda se ha concentradofundamentalmente enel pla-
no visual o formal en lograr con una apariencia barroca
de la contraposicién de la luz y la sombra y del trabajo con
las texturas visuales, y del contexto donde se encuentra el
elemento extrafio que introduzco, en limitar 0 reducir al
‘méximo o al minimo, como se quiera ver, el elemento pro-
ppiamente representacional, el elemento que conduce la idea
de toda la obra, que es un elemento que aparece inusitada-
3 / 2001
artecubano