Edita:
Cuadernos de Contrahistoria.
cuadernoscontrahistoria@gmail.com
Apdo. 159 28300
Aranjuez Madrid
1ª edición. Enero 2018
Diseño de cubierta y maquetación: Curro Rodríguez.
¿Es justa una ley que ordena al que nada tiene el respeto
de los derechos del hombre que lo tiene todo? La respuesta
es no.
D.A.F. de Sade
Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo,
van por la tenebrosa vía de los juzgados:
buscan a un hombre, buscan a un pueblo, lo persiguen,
lo absorben, se lo tragan. (… )
Cierra las puertas, echa la aldaba, carcelero.
Ata duro a ese hombre: no le atarás el alma.
Son muchas llaves, muchos cerrojos, injusticias:
no le atarás el alma.
Las cárceles. MiguelHernández
Razón común .
Es un hecho que en la culminación de los tiempos modernos, hacer historia,
escribir historia o acceder a los rudimentos fundamentales de la disciplina, se
hace prácticamente una tarea titánica. Abordar un simple estudio histórico,
guardando un mínimo de rigor profesional y manteniendo las reglas de la
disciplina tal y como exige cualquier investigación aprovechable, es a todas
luces un camino que, salvo que tu medio de vida (trabajo asalariado) dependa
de ello, no es transitable para muchos. Estamos de acuerdo, siguiendo a Justo
Serna, que la historia tiene sus protocolos disciplinares, que cualquiera que
tenga y deba enfrentarse con la investigación histórica ha de atenerse a ellos.
Ser rigurosos, no abandonarse al subjetivismo, no confundir pesquisa con la
fantasía, son algunos de los elementos que cualquier historiador debiera
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1 Serna, 2016, p.59.
[7 ]
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5 Serna, 2016, p. 163.
[9 ]
El Monstruo.
Como no vamos a dirigir nuestro hilo desde los trobiandeses de Malinowski
y sus formas elementales del crimen en la sociedad salvaje, fijémonos en el
estado español de la Modernidad, especialmente en los años en los que se
centra el estudio de Nuño Negro.
Tanto si lo analizamos desde la semántica, como desde las prácticas
históricas, el concepto de criminalidad ha sido dotado de significado por las
instancias del poder. Es evidente que en las sociedades de la Modernidad, la
estructura política que califica y determina el sentido del crimen, y por tanto,
su persecución como elemento de distorsión y desorden social, es el Estado.
El Estado, esa vieja megamáquina de perpetuar la división social, garante de
la separación entre privilegiados y desposeídos, sin duda es el primer
interesado en mantener el caos a raya. Decía un viejo dicho anarquista que si
no hubiera privilegios no existiría el crimen. En cierto modo, las cifras que se
desprenden de los estudios sociológicos relativos a los sujetos que pueblan los
legajos y pleitos judiciales, así como el conjunto de moradores de las prisiones
modernas, arrojan una conclusión bastante clara: las clases privilegiadas y los
sujetos que las componen, en contadas ocasiones son encuadradas y
etiquetadas bajo la denominación de criminales. Por el contrario, las clases
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7 Un ejemplo claro de este asunto es todo lo relacionado con la etapa franquista postdictatorial, es decir,
desde la transición hasta nuestros días, descrito por Francisco Espinosa (2015). La bibliografía
recomendada al final de esta editorial puede ser útil para tales menesteres.
8 Término acuñado por Lewis Mumford.
9 Recientemente José Luis de Pablo Gafas, en la presentación de su libro, La Sala de Alcaldes de Casa y
Corte, justicia, gobierno y policía en la Corte de Madrid (1583-1834), y como buen conocedor de la historia
de las instituciones jurídicas, afirmaba que es evidente que la nobleza no va a la cárcel (27/10/2017).
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14 J. Salarich y Verdaguer, Higiene del Tejedor, citado en Álvarez-Uría, 1983, p. 131.
15 Badal, 2014. Manejo la primera edición. Recientemente Pepitas de Calabaza lo ha reeditado.
16 Pavarini, 1980; Álvarez-Uría, 1989.
[13 ]
una sociedad cuyos horizontes de progreso son infinitos, casa bastante mal
con el inmovilismo de una sociedad cerrada y alejada de las convulsiones.
Bentham encontró una solución en su ya clásica sentencia: conservar
corrigiendo. Pero aquí es donde encontramos otra de las batallas de la
modernidad, la del control de los conceptos, la naturalización de la Ley, el
Orden y el Progreso, derechos naturales ajenos a la organización de la
desigualdad, ajenos a la Historia. ¿Quien, por tanto, tendría la osadía de
contravenir el orden natural del contrato social? La ley por definición es
inmutable, como lo son las del universo, y sólo un poder semejante, el del
Estado, puede estar en condiciones de presuponerse agente de cambios. Esto
es ni más ni menos que el ejercicio de su poder, decidir qué es la ley y quien
la desafía, qué es crimen y quien criminal. En el discurso del poder, la
consecuencia directa es un despliegue de instrucciones para la defensa de la
sociedad, y la habilitación de un cuerpo institucional integrado por aquellos
que deben hacer el trabajo sucio: la policía.
La policía no es una institución que se agote en el orden del discurso.
Como cualquier otro aparato represivo desarrolla una práctica cotidiana que
la define. Recibe órdenes y las pone a funcionar en el entramado social. El
policía no es un sociólogo, su función no es entender la situación sobre la que
actúa, tan sólo restaurar un orden que otros presuponen quebrado. Por tanto,
al no comprender el mundo sobre el que ejerce sus funciones, no logra jamás
atisbar las causas de aquello que persigue con tanto ahínco y, por supuesto,
no logra entender el odio y el rechazo que le profesan buena parte de las
clases subalternas. La empatía con las fuerzas represivas es un fenómeno
relativamente contemporáneo. Nunca antes en la historia un gendarme, un
policía o un guarda del tipo que fuera, había despertado simpatía alguna, tan
sólo eran esbirros a ojos de la gente. Un rechazo histórico, del que muy
poco sabemos desde el punto de vista de la cultura popular, y un tema del
que esperamos trabajos historiográficos que aporten luz desde este proceso
hacia la aceptación y defensa actual. Álvarez-Uría es, sin duda, uno de los
historiadores que más ha trabajado este asunto. El Estado no puede someter
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17 Del it. Sbirro; 1 . m. Antiguamente, oficial inferior de justicia; 2 . m. Hombre que tenía por oficio
prender a las personas; 3 . m. despect. Hombre que ejecuta las órdenes de una autoridad, especialmente si
para ello debe emplear la violencia; 4. m. despect. Secuaz a sueldo o movido por interés. RAE.
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abordan el tema, todavía hay mucho por hacer y mucho que investigar para
colocar en todo el cuadro histórico de la Modernidad, con sus luces y
sombras, las funciones, prácticas y desarrollo de las fuerzas y cuerpos de
represión del Estado, así como las instituciones estatales que les dan
cobertura. Sirva este trabajo como una nueva miga en el camino.
Los Bandidos
Nos dice Nuño Negro en su introducción que es necesario realizar un análisis
histórico de los aparatos represivos y control social del Estado moderno. Porque son
actuales. Para nosotros, entender cómo se ha construido el relato de la defensa
de la sociedad por parte del monopolio de la violencia estatal es una tarea
fundamental. La identidad de los intereses de la sociedad con los del Estado
es, sin duda, el origen del contrato social al estilo hobbesiano que hace de la
policía una entidad no solo necesaria, sino querida y amada como referente y
modelo de comportamiento. Hoy, en el Estado español, es algo más que
evidente. El guardia civil es un ejemplo a imitar: encarna unos modelos
culturales que serán también con el tiempo, los propios de la clase media española.
El guardia civil tipo es un héroe...es el producto de una lenta construcción cultural...
Ahora bien, al igual que el trabajo asalariado, históricamente rechazado como
maldición bíblica, la democracia o las instituciones penitenciarias, la policía
no siempre ha gozado de las mismas simpatías. A pesar de ser un trabajo por
hacer, el del rechazo histórico de las clases populares a las fuerzas represivas,
el estudio de nuestro autor es bastante ilustrativo. Se trata de una construcción
cultural, histórica, generalmente en el marco de las políticas del palo y la
zanahoria, donde el enemigo a combatir cambia según las necesidades de
control social de cada periodo histórico. Los ladrones, asesinos, incendiarios,
malvados, la mortal ponzoña de Los Bandidos de Schiller, siempre han sido
algo más que una colonia para la horca y el tormento. Por eso, la experiencia de
los que directamente han sufrido la persecución, el encierro o al tortura a
manos de los cuerpos policiales es, a todas luces, similar a lo largo de toda la
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21 Nos referimos a las manifestaciones públicas de exaltación nacionalista española, los vítores a la
Guardia Civil y el cierre de filas justificando los episodios represivos del 1 de octubre de 2017 en toda
Catalunya.
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22 Estamos preparando un ensayo, a modo de introducción editorial, sobre el término contrahistoria, que
se incluirá en el próximo volumen de nuestros Cuadernos.
23 Fernández Sebastián, 2015, p.47.
24 Diario Público 8/06/2017. Recomendamos la lectura de Gutiérrez Molina (2008).
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Bibliografía:
- Alloza, Ángel (2000). La vara quebrada de la justicia. Catarata. Madrid.
- Alonso Romero, Mª Paz (1982). El proceso penal en Castilla (siglos XIII-
XVIII). Universidad de Salamanca.
- Álvarez-Uría, Fernando (1983). Miserables y Locos. Medicina mental y
Orden Social en la España del siglo XIX. Tusquets. Barcelona.
- Capella, Juan Ramón (1997). Fruta prohibida. Una aproximación histórico-
teorética al estudio del derecho y del estado. Trotta. Madrid.
- Castel, Robert (1997). Metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del
salariado. Paidós.
- Espinosa Maestre, Francisco (2015). Lucha de historias, lucha de
memorias. España, 2002-2015. Aconcagua libros. Sevilla.
- Fernández Sebastián, Javier (2015). Metáforas para la historia y una historia
para las metáforas, en Palabras que atan. Metáforas y conceptos de vínculo
social en la historia moderna y contemporánea, François Godicheau y
Pablo Sánchez León (eds.), Fondo de Cultura Económica, pp. 33-62.
- Gutiérrez Molina, José Luis (2008). El Estado frente a la anarquía.
Síntesis. Madrid.
- López, Victoria (2009). El cepo y el torno. La reclusión femenina en el
Madrid del siglo XVIII.
- Serna, Justo (2012). La imaginación histórica. Ensayo sobre novelistas
españoles contemporáneos. Fundación José Manuel Lara. Sevilla.
- Serna, Justo (2016). El pasado no existe. Ensayo sobre la historia. Punto de
vista ed. Madrid.
- Tomás y Valiente, Francisco (1968). El Derecho penal de la monarquía
absoluta (siglos XVI, XVII, XVIII). Tecnos. Madrid.
Bibliografía recomendada:
- Ballbé, Manuel (1983). El orden público y militarismo en la España
constitucional (1812-1983). Alianza editorial. Madrid.
- Castillo, Santiago y José Mª Ortiz de Orruño coords. (1997). Estado,
protesta y movimientos sociales. Euskal Herriko Unibertsitatea. Gasteiz.
- Díez, Fernando (2001). Utilidad, deseo y virtud. La formación de la idea
moderna de trabajo. Península. Barcelona.
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