Índice
Índice Pág. 1
8. Conclusiones Pág. 17
Bibliografía. Pág. 19
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Organización política de la cultura Mochica.
1. Introducción y localización.
La Cultura Mochica estuvo presente durante los siglos I y VIII en la costa norte y área
andina peruana. Más concretamente esta cultura se va a dar en torno a un conjunto de
Valles situados el en la cordillera de los Andes al norte de Perú. Tras muchas
investigaciones se ha concretado la zona de influencia y control Mochica que se puede
delimitar entre los valles de los ríos Piura en el Norte y Nepeña en el sur (Figura 1).
Para entender como surge la cultura Mochica primero debemos entender las diferencias
entre los “valles del norte y del sur” en torno a los cuales se desarrolla la cultura. En un
inicio Rafael Larco interpretó el fenómeno Mochica como un estado centralizado en
torno a una capital, el centro urbano en torno a las Huacas del Sol y la Luna en el valle
de Moche y partir de aquí ampliaron su influencia hacía el sur y el norte. Es una
explicación que concibe la evolución política que conduce a la formación de estados
como procesos acumulativos. Las sociedades acumulan instituciones y funciones que
los trasformaban de organizaciones políticas fragmentaria a estados centralizados
(Castillo y Uceda 2008: 711). Esta teoría podría aplicarse a la zona sur (valles ente
Nepeña y Pampa de Paiján) aunque nuevos investigaciones creen conveniente
reexaminar estás premisas ya que se pudieron producirse orígenes diferentes
armonizados en su desarrollo mediante prácticas rituales integradoras conducidas por
las élites. Ya que el efecto armonizador de un ceremonialismo compartido pudo dar
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como resultado la homogenización de los rasgos culturales entre las élites dominantes
(Castillo y Uceda 2008: 713).
Actualmente las nuevas investigaciones han dejado abierto un nuevo frente que
interpreta el surgimiento de los mochicas como orígenes múltiples que ocurrieron en
diferentes lugares de la costa norte, en diferentes momentos y por distintos impulsos
pero a partir de un pasado común por medio de una tradición de elite que se desprendió
del componente cultural principal. La principal teoría para explicar esta ruptura dentro
de las sociedades de la costa norte sea la extensión de los campos agrícolas debido a las
mejores técnicas de irrigación (Castillo y Uceda 2008: 714). La cultura mochica venció
al desierto por medio de la irrigación artificial (imágenes 2 y 3) y ubicando cada cultivo
en el microclima al que mejor se adaptaba lo que les permitió conseguir excedentes de
producción y consolidar una economía complementada con los productos que obtenían
del mar y de los bosques situados en los valles (Alva 2010: 20-21).
Una nueva elite y con más recursos en sus manos tendría nuevas opciones de
desarrollo que le proporcionaron nuevas formas de diferenciación social y una mayor
dependencia de recursos culturales. Ante la necesidad de enfatizar la diferenciación
social se producirán objetos más refinados y de carácter ritual ya que este tipo de
sociedades se ritualiza a la par que se desarrolla. Esta diferenciación respecto a la
cultura original primero se produjo en las élites y después se extenderá al resto de la
población moldeando muchos de los aspectos sociales (Castillo y Uceda 2008: 715 y
716).
Hay que tener en cuenta que este proceso no afecto a todos los valles por igual y
ni en las mismas cronologías, ya que los procesos que llevaron al surgimiento del estado
mochica no consiguieron articular a todas las regiones bajo una misma autoridad. Aun
así debe existir algún factor integrador ya que comparten muchos elementos comunes,
estos factores de integración y armonización deben haber sido rituales de poder
compartidos por las élites. Los Mochicas se desarrollaron individualmente pero las
élites interactuaban y estaban conectadas por medio de compartir prácticas rituales que
les llevó a otro tipo de contactos como compartir materiales y tecnologías e
intercambios sociales (Quilter y Castillo 2010: 14-16).
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3. Legitimación del poder político.
Se puede entender el poder político en la cultura Mochica como las estrategias llevadas
a cabo por las élites que combinaban diferente fuentes como la ideología, la economía,
la política y la coerción en respuesta a circunstancias, antecedentes históricos, necesidad
o exceso de recursos… Es decir que para llevar a cabo un estudio acerca del poder hay
que entender como las diferentes élites mochicas, en diferentes momentos y situaciones
políticas distintas utilizaron esas fuentes de poder para tener el control político y
legitimar su posición (Castillo y Uceda 2008: 717).
En primer lugar las élites deben controlar un poder militar bajo su mando que les
defiende ante una amenaza extranjera o para generar una ventaja ante un vecino débil y
ocupar un territorio, como por ejemplo los mochicas de los valles de Chicama y Moche
ocuparon los territorios situados al sur de su posición así como la coerción interna para
mantener el orden.
Muy importante en este sistema de legitimación fue el contacto entre las élites,
esas interacciones políticas que hacen que el fenómeno Mochica abarque la amplia
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región de la costa peruana. Estos contactos entre las élites son los que unifican los
distintos enclaves en una sola cultura, por ellos se produjo la difusión de las mismas
tipologías cerámicas, contactos comerciales con otros enclaves mochica u de otras
culturas como evidencia el uso de el Lapislázuli procedente de zonas chilenas o conchas
de Spondylus procedentes del golfo de Guayaquil. Estos moluscos aparecen en
numerosos contextos funerarios de la nobleza mochica lo que nos indica su vital
importancia a lo largo de todas sus fases y zonas de ocupación de ocupación, ya que
aparece en la tumba del Sacerdote guerrero de Sipán que vivió en el siglo III D.C. y en
cronologías posteriores como por ejemplo las tumbas de San José del Moro datadas del
siglo VIII D.C. (Alva 2010: 48).
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valle de Chicama o Huaca Dos Cabezas en el valle de Jequetepeque. (Localización en
Figura 1).
Como esta iconografía también se encuentra muy presente en los objetos rituales
y en las producciones cerámicas (La cerámica en la cultura Mochica tuvo una gran
importancia y desarrollo como evidencia la gran cantidad de este material que nos ha
llegado y fue de una gran calidad tanto por su elaboración, formas y decoración). La
cerámica fue muy importante para estas élites como evidencia el enterramiento del
Señor de Sipán donde aparecen cinco hornacinas que contenían 212 pequeñas vasijas de
cerámica y ofrendas alimenticias, en su mayoría representaban a prisioneros, personajes
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sentados y guerreros en un orden que sugiere todo una escenografía ritual de simbólicos
acompañantes (Alva y Longhena 1999: 273), es un símbolo de prestigio que se
evidencia en la distribución de la compleja cerámica ceremonial en estas tumbas de
personajes relevantes en la sociedad. La cerámica ceremonial cuenta con formas muy
variadas siempre relacionadas con las divinidades y el mundo ritual (Castillo y Donnan
1994: 157), cabe destacar que una de las representaciones más comunes muestra un
sacrificio ritual en el que un personaje ricamente vestido recibe ofrendas y honores, y es
objeto de reverencias durante una ceremonia de investidura (Alva y Longhena 1999:
274). Así como la gran cantidad de representaciones de prisioneros desnudos y atados,
ya que tienen un importante carácter ritual en el que profundizaré más adelante. (Figura
6).
El resto de objetos rituales son de una tipología y materiales muy variados. Estos
artefactos rituales engloban a todos los objetos que utilizaban para ostentar el poder o
marcar la distinción social como pueden ser orejeras, narigueras, pectorales, cetros,
cuchillos ceremoniales… La producción de estos artefactos rituales es una de las
actividades más sobresalientes entre los mochicas y de acuerdo a ella se creaban
tecnologías y una importante red de intercambios (Castillo y Uceda 2004: 10). Para la
realización de estos artefactos contaban con grandes especialistas en el trabajo de los
metales, cerámica... Estos objetos están decorados con representaciones iconográficas
que realzan su suntuosidad, en los objetos metálicos generalmente son bajorrelieves
(Figura 7).
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ha determinado la particular cosmovisión de la sociedad mochica. Quizá una de las
representaciones más relevantes de esta cultura se la división entre al vida y la muerte
(Alva 2010: 70), que se puede asociar al sol y la luna, noche y día...
Como hemos visto los rituales y la iconografía se dan en común en todo el área moche y
ellos derivan y a su vez conforman el elemento homogenizador de las culturas por
excelencia, la religión.
1
Profesor Principal del Departamento de Antropología de la UCLA
(Universidad de California, Los Ángeles) y
2
Utilizo el termino en ingles porque no encuentro ningún sustituto literal ni
adaptado. Literalmente entiendo que significa bulto de armas pero no considero adecuado utilizar ese
termino.
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Estas representaciones simbólicas comúnmente aparecen en la representación
ritual principal celebrado por los grandes señores mochicas, la Ceremonia del Sacrificio.
Esta Ceremonia del Sacrificio es la más representada en el arte mochica, en ella se narra
el sacrificio de prisioneros de guerra atados por el cuello y desnudos, también muestran
la ofrenda de su sangre en altas copas (Donnan 2010: 47). Estas acciones deben haber
sido el rito religioso más importante porque aparecen en prácticamente todos los
edificios ceremoniales de los valles ocupados por los mochicas.
Otras acciones no tan generalizadas pero que formaban parte de las ceremonias
rituales más importantes y menos frecuentes (Figura 10), son el desfile de prisioneros
(atados y desnudos), combates rituales, el sangrado de estos y el desmembramiento
definitivo (Donnan 2010: 68).
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5. Mochicas del norte y del sur como entidades políticas.
Ante la realidad presentada en el punto anterior los Mochicas son una cultura en la que
las élites engloban el poder combinando diferentes medios pero con distintos caminos
para alcanzar ese poder. Así los distintos enclaves generan respuestas distintas pero que
al final les lleva a soluciones parecidas ya que comparten numerosos elementos
culturales.
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entre el 550-6003 se produjo un colapso el viejo templo de la Huaca de la Luna (Figura
4) es abandonado y estas actividades de control político pasan a la Huaca del Sol, con
cambios importantes que se trataran en profundidad más adelante. Probablemente este
colapso del viejo templo está asociado al fenómeno climático del Niño según estudios
realizados (Uceda 2010: 140).
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Datación establecida por radiocarbono.
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Las primeras investigaciones sobre esta cultura realizadas por Rafael Larco Hoyle en la mitad del siglo
XX se centraron en la región mochica del Sur.
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Los valles de Lambayeque y Jequetepeque estarán ocupados a lo largo de todo el
período mochica aunque debido a características geográficas y ambientales el proceso
adopto características distintas en cada valle. Estos valles son de gran magnitud podrían
abarcar varios valles del sur y no llegaron a copar todo su posible área de irrigación, por
lo que no le era necesario retar el poder de otro, posiblemente en estos valles las
interacciones internas sean más importantes que las externas.
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que se produjo un oscilamiento político, donde los periodos de fragmentación eran
seguidos de periodos más centralizados para sacar provecho de las oportunidades que
brindaban los cambios ambientales o las interacciones entre los grupos dirigente de coda
centro. En la fase temprana existía un estado pequeño y centralizo en Dos cabezas pero
en el periodo medio la presión de la población les hizo expandirse hacia el sur y norte,
esto fue posible por el desarrollo de grandes canales de irrigación artificial. Estas
nuevas regiones parecen que llegaron a tener una gran competencia entre ellas,
llegando incluso al enfrentamiento como evidencia la construcción de edificios
defensivos como son las Fortalezas de Cerro Chepén o San Idelfonso.
A pesar de que las regiones mochicas del norte y del sur tienen desarrollos
diferentes, incluso dentro de la región mochica norte existen diferentes modelos de
desarrollo, comparten un mismo sistema social donde el poder reside en las élites
político-religiosas y que utilizan los mismos elementos para legitimarse.
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Los ajuares funerarios están compuestos por objetos suntuosos de metal, piedras semi-preciosas,
atributos personales, cerámicas…
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Estas élites son representadas en al iconografía tanto en el arte mueble como
inmueble desempeñando funciones de liderazgo, con sus atuendos y parafernalia
característicos y con objetos asociados a ellos. Los de más alto grado también se
representaran con objetos que les asocien con las divinidades y en los lugares más
emblemáticos y en las representaciones de las más relevantes y complejas escenas
ceremoniales. Así podemos distinguir distintos niveles de poder dentro de este grupo.
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Generalmente los enterramientos de estas personas contienen objetos que
representan su función en la sociedad, textiles en el caso de los mujeres, metales en el
de los orfebres, etc. Es decir es una representación intencionas de los aspectos
funcionales de sus identidades al momento de su entierro. Este grupo vivía en pequeñas
casa en los núcleos urbanos cercanos a los templos, en los que las élites celebraban sus
ceremonias y rituales de legitimación. Existía especialización en el trabajo puesto que
tenían que satisfacer las necesidades (objetos y demás parafernalia) de las élites
(Castillo y Uceda 2008: 724).
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Algunos estudios sobre este tema son los de Donnan y McClelland (1997) en un cementerio de
pescadores en Pacatnamú o el de Bawden en Galindo (1994).
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sociedad que terminaran con el establecimiento de dos culturas, Lambayeque en la
región Mochica Norte y Chimú en la región Mochica Sur.
El enorme tamaño de templo de La Huaca del Sol indica que este segundo de
ocupación del valle de Moche fue el edificio más importante y la ideología religiosa
experimentó un cambio drástico, está afirmación se evidencia por el abandono y la
sustitución de algunas de las anteriores representaciones iconográficas, particularmente
en la representación de nuevos dioses que parecen tener una forma semejante a los
humanos.
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político teocrático que a pesar de haber tenido mucho existo durante el primer periodo
más tarde fracasó. Como consecuencia la clase urbana ganó poder y luchó por encontrar
un nuevo orden social (Uceda 2010: 140-145).
En San José del Moro también se produjo un colapso que supuso el abandono de
las tradiciones Mochicas, especialmente de sus formas de enterramiento y tipológicas
cerámicas lo que indica un cambio en sus rituales ya que son lo que llevaban a esos
enterramientos y a las necesidades materiales. Las evidencias demuestran que tras la
caída de los mochicas la función de integración y coordinación del sitio continuó. Es
decir la caída de las élites mochicas fue de forma brusca pero el lugar no fue
abandonado sino que se produjo un periodo transicional con una ocupación continuada
de otras tradiciones culturales como evidencian los objetos encontrados en los
enterramientos.
8. Conclusiones.
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ceremoniales. La ostentación del poder por medio de los atuendos, objetos suntuosos de
uso común entre estas élites y demás parafernalia es otra forma de acentuar esta
marcada diferenciación social. Por medio de la acaparación de los rituales y ceremonias
religiosas controlan a la población ya que es la máxima forma de coerción en una
sociedad como esta, teocrática.
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Bibliografía.
DAVIES, Nigel. (1998): Los antiguos reinos del Perú. Ed. Crítica, Barcelona.
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UCEDA, Santiago. (2010): “Theocracy and secularism. Realationships between
the temple and urban nucleus and political change at the Huacas de moche”. En:
En QUILTER, jeffrey, CASTILLO, Luís Jaime (Ed.): New Perspectives on
Moche political organization. Ed. Durantion Oaks, Wasington D.C.
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Anexo de imágenes
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Figura 5. Mural de Pañamarca.
Figura 7. Cetro del Señor de Sipán. Figura 8. Collar de Maní. Señor de Sipán.
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Figura 9. Símbolos religiosos mochicas.
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Figura 12. Tumba Señor de Sipán.
24
Figura 14. Señor de Sipán.
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