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TEMA 27.

EL TEXTO DESCRIPTIVO. ESTRUCTURAS Y


CARACTERISTICAS

1) La descripción.
2) Aspectos pragmáticos. Funciones del lenguaje.
3) Procedimientos de creación del discurso descriptivo. Nombrar,
localizar, calificar.
4) Aspectos estructurales. Organización del contenido y técnicas
descriptivas.Observación, selección, ordenación y disposición de los
elementos, ex.
5) Aspectos lingüísticos. La expresión en los textos descriptivos.
i. Nombrar (denominación, sustantivos); situar (deícticos);
calificar (adj)
6) Tipos de descripciones. La descripción literaria.
i. Descripción de realidades concretas: prosopografía,
etopeya, retrato;
ii. Caricatura; esperpento; autorretrato.
iii. Descrip. de paisajes: topografía.

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1.- LA DESCRIPCIÓN

Definida habitualmente como “pintura con palabras”, la descripción es una variedad de discurso
(una forma de elocución) mediante la cual se atribuye a los objetos determinadas cualidades o
propiedades, creando así una representación verbal de sus rasgos característicos. Como la
narración, es también una forma de “recrear” la realidad: el emisor pretende formar una imagen de
los objetos que sea semejante a la que se puede percibir mediante los sentidos, para que el
receptor la perciba ya no sensitiva, sino intelectualmente.
Sin embargo, narrar es enunciar el desarrollo de acciones en el tiempo y describir es nombrar
seres, localizándolos y atribuyéndoles cualidades.
En la retórica antigua la descriptio o ékfrasis es, como señala Barthes, “una serie fluctuante de
estasis” (de “estático”), inserta en un momento en que la narratio se suspende y el autor describe un
lugar o un personaje.
Para Tomachevsky la trama de un relato está formada por motivos ligados (necesarios) y libres
(eliminables sin perjuicio para la fábula): entre estos estarían las digresiones y también las
descripciones. El mismo crítico considera las descripciones naturales, ambientales o paisajísticas,
como motivos estáticos, que no comportan cambio de situación.
No obstante, la descripción, caracterizada por la ausencia de temporalidad y de trabazón lógica
entre sus componentes, sirve para completar la narración y, en muchas ocasiones, para dar sentido
a la misma. En numerosas historias los hechos suceden así porque la realidad en la que se
enmarcan tiene unas determinadas características: en La familia de Pascual Duarte la violencia está
provocada por un determinado ambiente, por una situación, sin cuya descripción el argumento no
tendría sentido.
En principio, es posible concebir textos puramente descriptivos que tiendan a representar
objetos sólo en su existencia espacial, fuera de todo acontecimiento (como en las descripciones
técnicas). Es más fácil concebir una descripción pura de todo elemento narrativo, que la inversa,
porque resulta más fácil describir sin contar que contar sin describir. La descripción podría
conseguirse independientemente de la narración, pero de hecho no se la encuentra nunca en
estado puro. Existen géneros narrativos, como la epopeya, el cuento, la novela, donde la
descripción puede ocupar un lugar amplio sin dejar de ser un simple auxiliar del relato. En cambio,
no existen géneros descriptivos.

El estudio de las relaciones entre lo narrativo y lo descriptivo se reduce a considerar el papel jugado
por los pasajes descriptivos en el relato. Se destacan dos funciones distintas:
o La primera es de naturaleza decorativa; la retórica tradicional coloca a la descripción
entre los ornamentos del discurso; la descripción extensa y detallada aparece aquí como
una pausa y una recreación en el relato, con una función puramente estética.
o La segunda función, que se impuso con Balzac en la novela, es de naturaleza a la vez
explicativa y simbólica: los retratos físicos, las descripciones de vestimentas y de
moblajes tienden, en los escritores realistas, a justificar la psicología de los personajes de
los cuales son a la vez, signo, causa y efecto.

2.- ASPECTOS PRAGMÁTICOS.-

Dentro de la tipología de los textos descriptivos, es necesario hablar de los aspectos


pragmáticos de los mismos.
De lo visto hasta ahora se desprende que la función comunicativa básica de los textos
descriptivos será la REFERENCIAL: el interés del emisor se centra en el referente, en lo que
describe.

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Sin embargo, ello no impide que su intención pueda ser más compleja y que incluya, además de
la representación del objeto, otras finalidades: si el emisor describe sentimientos propios sin
distanciarse de ellos (en la lírica) predominará la FUNCIÓN EXPRESIVA; en la publicidad, la
descripción de un objeto puede contener elementos de FUNCIÓN CONATIVA, puesto que se
pretende persuadir al receptor e inducirle a comprarlo; en la mayoría de los textos literarios de
carácter descriptivo interesa, más que el referente mismo, la “imagen” que de él se recrea, es decir,
el mensaje y su forma, por lo que predominará la FUNCIÓN ESTÉTICA o poética.
Además de su intención comunicativa y de la finalidad que persiga con la descripción, interesa
del emisor su actitud ante lo descrito y el punto de vista que adopta. Se pueden hacer descripciones
muy diferentes si se observa desde perspectivas distintas: puede tratarse de una perspectiva
espacial (el descriptor puede contemplar el objeto como algo próximo y observarlo en detalle, o
como algo lejano y quizá sólo entrevisto), temporal (como algo actual, o del pasado…), emotiva (ver
el objeto como algo familiar, con afecto, pasión… o, al contrario, distanciándose afectivamente de
él), etc.
También es fundamental la actitud descriptiva, es decir, la mayor o menor disposición del
emisor a presentar una imagen “fiel” y ajustada del objeto o incluir su propia subjetividad en la
descripción. Ello permite distinguir entre descripciones objetivas y subjetivas. Las primeras
suelen tener una finalidad informativa y en ellas el emisor trata de ocultar su punto de vista
personal. En las subjetivas, pretende transmitir su propia visión personal del objeto; es lo que
sucede con las descripciones que de la naturaleza hace Machado en Campos de Castilla,
seleccionando los elementos más sobrios que reflejan el estado anímico del autor.

La intención comunicativa, el punto de vista y la actitud del emisor definen los dos grandes tipos
de descripción que suelen distinguirse: la descripción técnica y la descripción literaria.
 La descripción TÉCNICA (u objetiva) tiene una finalidad práctica y, por tanto, lo que se
busca con este tipo de textos es informar de las características de lo descrito de una
forma objetiva, ordenada y precisa.
Está muy próxima a la exposición, de la que se distingue por ser, no tanto una explicación
de ideas como una presentación de rasgos característicos de la realidad. Con todo,
ambas variedades de discurso comparten muchas peculiaridades, como la tendencia a la
objetividad (léxico denotativo, con abundantes tecnicismos, sustantivos concretos y
adjetivos especificativos), la precisión en la información y la claridad (estructura lógica de
las observaciones). A menudo se acompañan de imágenes que complementan la
información incluida en la descripción verbal.
Son de carácter técnico las descripciones de los textos científicos (descripción de una
investigación, de un experimento…), técnicos (componentes y funcionamiento de objetos,
o textos instruccionales) o conativos (textos publicitarios o anuncios).
 La descripción LITERARIA, en cambio, se caracteriza por la subjetividad y la
expresividad. Predomina la función poética, y su finalidad es más estética que práctica: lo
más importante no es la información que se transmite, sino la expresión de su visión
subjetiva de lo descrito. El léxico es connotativo, emplea a menudo recursos literarios y
adjetivos explicativos, y el orden depende de los criterios estéticos y de perspectiva que
el emisor considere oportunos.

Finalmente, hemos de tener en cuenta, entre los aspectos pragmáticos, los elementos del
proceso comunicativo. El referente de un texto descriptivo –el objeto descrito- puede ser
cualquier elemento de la realidad: es posible describir realidades físicas (seres inanimados,
animales, lugares, personas…), realidades abstractas (sentimientos, creencias,…) o incluso
procesos (una receta de cocina es una descripción de un proceso).

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En este último caso, resulta similar a una narración, de la que la distingue el hecho de que las
acciones que se describen no están realizadas por personajes concretos.
El canal y el código son asimismo variables. Según la intención y la situación comunicativas,
el autor decidirá realizar una descripción oral o una escrita, utilizar sólo el código verbal, algún
código no verbal (gestos, signos gráficos, imágenes,…) o un código mixto, como es habitual en
la publicidad.

3.- PROCEDIMIENTOS DE CREACIÓN DEL DISCURSO DESCRIPTIVO.-

Hemos visto que la descripción es una variedad de discurso mediante la cual se atribuye a los
objetos determinadas cualidades, creando así una representación verbal de sus rasgos
característicos; además, organiza el contenido de un texto que está constituido por tres actividades
en relación con la realidad: nombrar la realidad, localizarla (situarla en el espacio y en el tiempo) y
calificarla.
Nombrar es definir los elementos de la realidad mediante un proceso consistente en percibir sus
rasgos diferenciales y, a la vez, sus rasgos de semejanza con otros; permite clasificar los
componentes de la realidad: “es árbol es un haya”.
Localizar es precisar el lugar que ocupa un objeto en el espacio y en el tiempo; significa también
aportar características:”el río de aquella localidad discurría mansamente durante todo el año”.
Calificar es atribuir a un ser cualidades que lo caracterizan. Toda calificación implica subjetividad,
por eso suele decirse que “calificar es tomar partido”: “Hoy hace un día espléndido”.
Estas actividades de nombrar, situar y calificar se ponen en práctica mediante ciertos
procedimientos de creación textual: la identificación, el análisis objetivo de la realidad y la
interpretación subjetiva de la realidad:
A) La identificación consiste en asignar un nombre a los seres, tanto materiales (libro)
como abstractos (paz). Ese nombre puede ser común si pretendemos hacer una
identificación genérica, o propio si se trata de una identificación específica.
El procedimiento de la identificación puede aparecer en textos que tienen objetivos
como hacer un inventario de seres (índices, catálogos, listas electorales, menús de
restaurantes, etc.) o informar sobre la identidad de los mismos; por ejemplo, en los
medios de comunicación: “Muere Antonio de Spinola, presidente del Portugal
revolucionario”.
B) El análisis objetivo de la realidad consiste en construir una determinada visión del
mundo, calificando a los elementos que integran la realidad con rasgos comprobables
por cualquier individuo.
A veces, el análisis objetivo de la realidad sirve para “explicar”, como en los textos
científicos que apoyan sus demostraciones con hechos concretos, en manuales de
instrucción donde se enumera una serie de actos que hay que reproducir, etc. En
otras ocasiones, se pretende incitar, como los anuncios de ventas de pisos o las del
tipo de las ofertas de empleo (con descripción objetiva).
C) La interpretación subjetiva de la realidad se basa en poner en marcha una serie de
procedimientos que llevan al hablante a describir el mundo desde su propia visión.
Dicha visión está condicionada por la imaginación del descriptor, que deja ver
claramente sus sentimientos y opiniones; tal es el caso de las descripciones en la
poesía lírica (pues hay también poesía narrativa).

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4.- ASPECTOS ESTRUCTURALES. ORGANIZACIÓN DEL CONTENIDO Y TÉCNICAS
DESCRIPTIVAS.

En cuanto a los aspectos estructurales, el contenido de un texto descriptivo está constituido por
los diferentes rasgos, propiedades, cualidades, etc., que se atribuyen a la realidad. Este contenido
presenta las siguientes fases (fases del proceso descriptivo): observación, selección, ordenación y
expresión.
1. Observación. Hay que captar o imaginar todos los rasgos del objeto que se pretende
describir, incluso los aparentemente menos caracterizadores; para ello no se puede
prescindir de ningún ángulo de observación. La imagen que se da del objeto está
condicionada tanto por el objeto mismo como por el punto de vista y la actitud del
observador.
2. Selección. No se deben acumular todos los rasgos observados; se trata de escoger los más
sugeridores, los que despierten más fácilmente la imaginación del receptor.
Se seleccionan también los rasgos que están en relación con la intención comunicativa del
narrador: lúdica, humorística, incluso paródica (“Los más apremiados refuerzan el braceo por
mediación de carteras de piel o plástico o de unos maletines denominados Samsonite”, Sin
noticias de Gurb.
Según sea la selección realizada por el autor, podemos encontrar tipos diferentes de
descripciones:
 Cuando el autor acumula una gran cantidad de elementos con el fin de crear una imagen
completa y minuciosa de lo descrito, nos encontramos ante una descripción exhaustiva,
que es típica de los textos técnicos; las literarias, en cambio, son con frecuencia
descripciones selectivas porque la selección implica ocultación de información y el autor se
centra sólo en unos pocos rasgos a los que carga de expresividad:
“El Barón de Benicarlés, perfumado, maquillado, decorado, vestido con afeminada
elegancia…”, Tirano Banderas
 En la descripción estática, la realidad se describe inmovilizada, como si permaneciera
fuera del discurrir del tiempo. La imagen se mantiene fija, de forma que los rasgos que el
autor ha seleccionado no cambian a lo largo del texto. Como ejemplo, sirven las
descripciones de la naturaleza en Azorín. En la descripción dinámica (también llamada
cinematográfica) se describe una realidad en movimiento y, por tanto, sujeta al transcurso
temporal: los rasgos descritos son cambiantes, se mueven y se transforman ( en el caso de
tantos personajes literarios).
- La descripción realista selecciona y presenta las características del tema descrito de
forma pretendidamente objetiva y fiel a la realidad, sin deformarlas mediante la imaginación.
Otras clases de descripciones se basan en algún tipo de deformación que el autor lleva a
cabo: por ejemplo, la descripción idealizada selecciona sólo los rasgos positivos para crear
una imagen embellecida del objeto; la descripción caricaturesca, en cambio, utiliza la
exageración de los rasgos para crear una imagen ridícula o grotesca (así, la descripción del
dómine Cabra en El buscón, de Quevedo).
3 Después de la selección de elementos, la siguiente fase el la ordenación y disposición de
los elementos. Se trata de decidir en qué orden aparecerán los rasgos seleccionados.
Depende de la intención del emisor, pero también a veces de ciertas convenciones
establecidas; así, es habitual en muchas descripciones técnicas seguir un orden prefijado que
pretende dar cuenta de todas las características del objeto (composición, uso y propiedades o
utilidad, en los prospectos de los medicamentos; componentes e instrucciones de
funcionamiento en los manuales de instrucción de ciertos aparatos, etc.)

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En las descripciones literarias, aunque funcionan también ciertas convenciones de época (en
este sentido se puede hablar, por ejemplo, del “modelo renacentista en la descripción de la
mujer”), el autor tiene una mayor libertad para organizar la descripción de acuerdo con su
intención comunicativa y su actitud ante el objeto descrito. El orden que adopte puede seguir
un criterio espacial ( de arriba abajo, de izquierda a derecha…), temporal (en descripciones
dinámicas), lógico (de lo general a lo particular, de lo físico a lo psíquico, etc.)
Existen diversos modelos de ordenamiento: en la panorámica vertical se ordena desde lo
más cercano a lo más lejano; el travelling sirve para organizar los elementos como si el
descriptor estuviera haciendo un desplazamiento a lo largo del objeto descrito, en paralelo a los
elementos que lo componen; en el zoom la presentación se realiza mediante acercamientos
repetidos desde un plano amplio hasta un pequeño detalle; por último, mediante la panorámica
general, creadora de ambiente, ofrecemos una sensación global del lugar descrito gracias a
una enumeración más o menos desordenada de elementos acumulados.
4º.- Finalmente, de la última fase del proceso descriptivo, la expresión (tras la observación, la
selección y la ordenación) nos ocupamos a continuación.

5.- ASPECTOS LINGÜÍSTICOS.


La expresión en los textos descriptivos
Al describir, se combinan diversas operaciones comunicativas para cumplir los objetivos de los
tres componentes que constituyen toda descripción: nombrar, situar y calificar. Los procedimientos
lingüísticos más característicos de los textos descriptivos se refieren a las formas verbales, la
adjetivación, las estructuras sintácticas y los procedimientos (o recursos) literarios; y se combinan
con las actividades mencionadas con anterioridad:
A) La operación de nombrar está relacionada con dos categorías gramaticales: el sustantivo (y
sus determinantes) y el pronombre.
En relación con esta actividad se llevan a cabo una serie de operaciones apoyadas en los
correspondientes elementos lingüísticos: denominación, actualización, deixis y cuantificación.
La denominación sirve para identificar la realidad, bien desde un punto de vista general
(nombres comunes) o particular (nombre propio). En muchos relatos los personajes no tienen
valor individual y sólo son arquetipos (“Érase una vez un gigante…”, “Había una vez un rey…”)
Sin embargo, en otros tipos de relatos, los personajes llevan un nombre propio que sirve para
diferenciarlo de los demás personajes y para caracterizarlo.
Son los sustantivos y, sobre todo, los adjetivos las palabras que aportan la información
automáticamente descriptiva. Los sustantivos sirven para nombrar a los objetos de la realidad
descriptiva, y según el tipo de descripción, los sustantivos serán concretos o abstractos.
La actualización consiste básicamente en la presentación de personajes u otros elementos del
relato; para esta función es útil el artículo para hacer referencia a lo conocido, o bien lo general;
frente a éste, la utilización de los determinantes y pronombres indefinidos, especialmente de un,
sirve para presentar un elemento narrativo nuevo, no conocido o no mencionado previamente.
La deixis señala objetos de la realidad en la que se mueven los personajes; gracias a los
demostrativos se cumple esta función designativa: “aquella tranquilidad no presagiaba nada
bueno”.
La cuantificación es la determinación de la cantidad de elementos que constituyen la realidad
descrita. Puede tener una función de intensificación de la subjetividad.
Cualquiera de estas operaciones puede reforzarse mediante la enumeración, uno de los recursos
estilísticos que permite acumular denominaciones actualizadas o cuantificadas relativas a partes de
la realidad descrita.

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B) Para situar se emplean recursos lingüísticos que ofrezcan al relato un determinado marco
ambiental. Cualquier elemento deíctico (demostrativos, adverbios…) es útil para esta función. El
objetivo primordial es conseguir la identificación de los lugares y la época en que se desarrolla la
historia, bien con precisión en los detalles o, por el contrario, dejando imprecisos el lugar y el
tiempo, sin identificación particular, porque no se quiere situar la acción en una realidad
localizable. Esta última posibilidad suele producirse junto con la indeterminación de los
personajes o con la utilización de arquetipos.

C) En cuanto a calificar, gracias a este componente descriptivo se puede construir una visión
objetiva o subjetiva del mundo. En esta actividad es donde el adjetivo, elemento descriptor por
naturaleza, adquiere mayor relieve: los adjetivos expresan las cualidades y rasgos del objeto
descrito y proporcionan la visión denotativa o connotativa que el autor quiere transmitir; además,
ponen de relieve los componentes sensoriales de la descripción.
En los textos descriptivos suelen predominar los nombres, sustantivos y adjetivos, puesto que la
referencia a objetos es superior al de las acciones. Los sustantivos abundan en las
descripciones, pero más importante que el sustantivo es el adjetivo que puede completar la
información que el sustantivo nos ofrece, puede matizar el sentido…Aquí se tienen en cuenta
tanto los adjetivos necesarios para la comprensión del sustantivo como los denominados
epítetos, esto es, adjetivos con fines estéticos.
En cuanto a formas verbales, las más utilizadas en los textos descriptivos suelen ser el presente
y el pretérito imperfecto. Mediante el presente, se comunica el carácter intemporal de la materia
descrita; el pasado, sin embargo, la circunscribe a un determinado período temporal, pero en
ambos casos se destaca la intención de no mencionar el final de la acción.
Por lo que respecta a las estructuras sintácticas, predominan la yuxtaposición y la coordinación:
es común la presencia de oraciones yuxtapuestas y coordinadas que van sumándose y
conformando la visión global del objeto descrito.

6.- TIPOS DE DESCRIPCIONES.


La descripción literaria.-
Atendiendo al objeto que se describe, se pueden clasificar los siguientes tipos de
descripción que aparecen en la literatura:
 Descripción de realidades concretas. La descripción de una persona es la más importante.
Cuando únicamente se describen los aspectos físicos se denomina PROSOPOGRAFÍA. En la
literatura de la Edad Media y Siglos de Oro era común realizar la descripción física con un orden
establecido, que se iniciaba desde los cabellos para ir descendiendo por cada una de las partes
del cuerpo hasta llegar a los pies. Sirva como ejemplo la descripción que hace Calisto de
Melibea en La Celestina:
“Comienzo por los cabellos. ¿Ves tú las madejas del oro delgado que hilan en Arabia?
Más lindos son y no resplandecen menos (…) Los ojos verdes, rasgados; las pestañas
largas; las cejas delgadas y alzadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes
menudos y blancos (…)”
Además, era habitual que las descripciones que pretendían reflejar la hermosura de la persona
retratada respondieran a unos modelos establecidos, según los gustos de la época. Así, el ideal
de belleza femenina que instaura el Renacimiento ( y del que participa La Celestina) queda
plasmado en un estereotipo, entre cuyos principales elementos se cuentan: cabellera rubia; tez
muy blanca, pero de sonrosadas mejillas; ojos radiantes; frente tersa; labios cuyo color contrasta
con la blancura nítida de los dientes; cuello alto y erguido…

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Esta idealización poética de la amada sigue un proceso de hiperbolización metafórica que
identifica esos componentes físicos con ciertas realidades naturales, cuya sola mención resulta
ya embellecedora: cabellos-oro; tez-rosa, azucena, etc. Lo dicho puede comprobarse en el
famoso soneto XXIII de Garcilaso de la Vega:
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende el corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió (…)
o en el no menos conocido soneto de Góngora:
Mientras por competir con tu cabello
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lirio bello (…)
Sin embargo, no siempre la mujer aparecía exaltada. Así, en la Edad Media, el Arcipreste de
Hita parodió el género de la pastorela (composición poética, normalmente en forma de diálogo
entre un caballero y una pastora que acepta o rechaza los requerimientos de éste) en las
serranas, centradas en las mujeres que vivían en las proximidades de una sierra y que el
Arcipreste presenta como “robustas y espantosas”:
“Plantóseme en el sendero
la deforme, ruin y fea”.

Estos ejemplos precedentes corresponden a los aspectos físicos de determinadas personas


(prosopografía). Si a lo que se hace referencia es a los rasgos psíquicos o de conducta recibe el
nombre de ETOPEYA. Esto puede verse en la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, protagonista del
Cantar de Mío Cid, y caracterizado por su orgullo (“Nos echan de nuestra tierra, /pero con
mucha honra volveremos a ella”, vv. 11-12), su religiosidad (“Se hincó de rodillas, de corazón
rogaba”, v. 47), su mesura, además de ser presentado como valiente en la batalla, buen vasallo,
hábil en la táctica militar, etc.
Conocida es también la etopeya del ciego en el Lazarillo de Tormes: “En su oficio era un
águila: ciento y tantas oraciones sabía de coro (…) un rostro humilde y devoto…”
Asimismo en la novela realista la descripción ocupa un lugar importante para conocer la
psicología de los personajes. En La Regenta de Clarín, D. Fermín de Pas y Ana Ozores son
personajes que nos dan a conocer su complejidad anímica a través de las descripciones.
Cuando se combinan los aspectos físicos con los rasgos de conducta aparece el RETRATO.
La literatura española ha forjado grandes caracteres a partir de retratos conocidísimos. Así, la
figura de la tercera o alcahueta en el Libro de Buen Amor, una vieja mediadora entre dos
enamorados y cuyos trazos principales están ya en la comedia latina del s. XII Pamphilus. El
Arcipreste de Hita enriquece, con datos observados en la vida castellana, a su modelo latino:
“que van por las iglesias y saben las callejas; grandes cuentas al cuello, saben muchas
consejas; con lágrimas de Moisés, encantan las orejas (…) Búscate mensajera, de esas de
negras patas (…)”
Y El Quijote comienza con el retrato de su protagonista:
“Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años: era de complexión recia, seco de
carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza (…)”

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Cuando la descripción aparece distorsionada por el autor con fines humorísticos se denomina
CARICATURA. Es el caso del retrato del Dómine Cabra en El buscón de Quevedo, ejemplo
admirable de hipérbole barroca:
“Él era un clérigo cerbatana, largo sólo en el talle, una cabeza pequeña, pelo bermejo (no
hay más que decir para quien sabe el refrán), los ojos avecindados en el cogote (…) Parecía,
con los cabellos largos y la sotana mísera y corta, lacayuelo de la muerte (…) Al fin, él era
archipobre y protomiseria”.
Cuando la distorsión de la realidad es aberrante, se llega al ESPERPENTO. Este
concepto hace su aparición en 1920 con Valle-Inclán, quien considera que “hay una manera de
ver el mundo artística o estéticamente, que es mirar el mundo desde un plano superior y
considerar a los personajes de la trama como seres inferiores al autor, con un punto de ironía”.
Y si el propio autor es el que se describe a sí mismo utilizando la primera persona se
llama AUTORRETRATO.

 Dentro también de realidades concretas puede hablarse de la descripción de ambientes y


paisajes, conocida como TOPOGRAFÍA. Como el pintor ante el objeto trata de captar el color, la
luz y la disposición de masas, el autor describe los innumerables objetos que tiene ante sí,
organizándolos según su voluntad. En las novelas estos fragmentos descriptivos sirven para
informar sobre el escenario en donde tiene lugar la acción.
Azorín, por ejemplo, es maestro en la descripción paisajística:
“(…) la tarde está muriendo en un crepúsculo largo, suave, diáfano…”
Por otra parte, la escena de Corpes (“La afrenta de Corpes”) en el C.M.C. es ejemplo de arte
descriptivo. Los misteriosos árboles son anormalmente altos, sus ramas se pierden en las
nubes. Hay que recordar que en la tradición medieval se describía el infierno como rodeado de
un espeso bosque.
Además de esto, la tradición literaria consagró como principales tópicos espaciales el “locus
amoenus” y el “locus oremus”.
Inicialmente vinculado a la poesía bucólica, el “locus amoenus” es un modelo de descripción
paisajística que se caracteriza por elementos canónicos como el prado con árboles frondosos,
sol y sombra, suave brisa… La literatura cristiana ha empleado el modelo retórico del “locus
amoenus” en las descripciones del Paraíso, tal como se advierte en la introducción de los
Milagros de Nuestra Señora, en donde Berceo habla de un “prado verde e bien sencido, de
flores bien poblado”.
En el Renacimiento se toman los modelos en la poesía pastoril de Teócrito, en las Bucólicas de
Virgilio y en Horacio, o en las manifestaciones contemporáneas como La Arcadia de Sannazaro,
y aparece una naturaleza llena de espontaneidad y pureza, frente al artificio de la corte y la
civilización. Este paisaje bucólico y paradisíaco le sirve a Garcilaso en sus Églogas de marco
estético en el que situar a los pastores-amantes:
“Corrientes aguas, puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno…”
(Nemoroso en la Égloga I)

El “locus oremus” constituye el paraje opuesto al “lugar ameno”; las flores y el prado se
convierten en arena y peñascos, y los ruiseñores en fieras. África y, en concreto, Libia son
lugares con los que a menudo se ha identificado este paisaje; también la nieve, el frío y los
hielos pueden aparecer en su descripción.

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Este espacio sirve a menudo de marco o reflejo de la soledad del amante, de la crueldad de su
amada, o como en la lira 3 del Cántico espiritual, para mostrar los peligros que acechan junto a
la amada:
“ni temeré las fieras
y passaré los fuertes y fronteras”.
El tópico del “locus oremus” se ha aplicado también como referente negativo en reflexiones de
carácter político, así, en el paisaje quevediano.
 Además de descripciones de personas y de paisajes, puede aparecer la descripción de una
época, conocida como CRONOGRAFÍA. Ejemplo de esto lo tenemos en el discurso de D.
Quijote sobre la Edad de Hierro y la de Oro (“Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien
los antiguos pusieron nombre de dorados…”)
También aparece la descripción de tiempos en el “Romance del prisionero”:
Por el mes era de Mayo,
cuando haze la calor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor (…)
 Asimismo, la literatura ofrece casos de PRAGMATOGRAFÍA o descripción de objetos,
como en el C. M. C.:
“sobre las lorigas armiños e pelliçones
e, que non parescan las armas, bien presos los cordones(…)”
 También puede describirse cualquier realidad abstracta, ya se trate de una sensación, de
un sentimiento o de emociones, esto es, aspectos del mundo psíquico. En todo momento el
autor ha de echar mano de elementos sensoriales para aproximarnos a estas imágenes difíciles
de “pintar” con palabras. Aquí puede hablarse de la figura retórica de definición y descripción
conocida como “definitio”, que consiste en la relación de las características esenciales de un
concepto:
Desmayarse, atreverse, estar furioso
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso (…)
esto es amor, quien lo probó lo sabe (Lope de Vega)

Como vemos, la descripción es un recurso muy utilizado por la narrativa, ya que gracias a
ella el novelista puede delimitar el escenario, personajes, situaciones, etc. Toda descripción supone
un corte en el desarrollo de los acontecimientos, una pausa temporal y provoca un remansamiento
después de un pasaje de acción, o bien una impaciente espera cuando interrumpe la narración en
un momento crítico; pero, sin embargo, es un espacio privilegiado para percibir la subjetividad de
los personajes o para observar los objetos, ambientes y paisajes. Algunos críticos la identifican con
la catálisis en cuanto que ésta es una pausa más o menos larga en la que se contemplan una serie
de acontecimientos que, aun no siendo principales, facilitan el desarrollo de la acción.

En el acto concreto de describir, el descriptor puede adoptar diversas actitudes:


 Puede actuar como un descriptor omnisciente que presenta las identificaciones y
calificaciones, aparentemente desconocidas por el receptor, como conocidas sólo por él. Es una
actitud relacionable con la postura del científico, experto o técnico que conoce de forma precisa
la realidad descrita y que utiliza su sabiduría precisamente como prueba de lo que dice.

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 Puede presentarnos la realidad como si él fuera exterior al mundo descrito y esa realidad
fuera constatable, idéntica para cualquier observador; o puede presentárnosla como si él fuera
una parte implicada en el mundo que se describe, y la descripción está influida por sus
sentimientos y valoraciones. Se podría distinguir así entre las descripciones de enfoque objetivo
y descripciones de enfoque valorativo-subjetivo, pero lo habitual es que aparezcan mezclados
ambos ángulos.
 Un caso especial de manifestación del descriptor es la llamada actitud confidencial, que
consiste en su presencia explícita en la descripción. El desarrollo del texto se modifica entonces
con paréntesis, guiones, reflexiones de carácter general, comparaciones, etc. El descriptor
puede manifestarse de distintas formas: con sus reflexiones personales (“lo que no significa que
yo estuviera de acuerdo”), interpelando directamente al lector (“qué os voy a decir que no
sepáis”), organizando el mensaje de manera que parezca vacilar en su andadura descriptiva
(“aunque tal vez falle mi memoria y aquel muro se extendiera de norte a sur”).

7.- BIBLIOGRAFIA.-

 ALVAREZ, M., Tipos de escrito: Narración y descripción. Arco, M., 1993.


 GENETTE, G. "Fronteras del relato", en Análisis estructural del relato.
 TESO, E. del y NUÑEZ, R. Semántica y pragmática del texto común. Cátedra,
Madrid, 1996.

www.oposicionestandem.com Tema 27. El texto descriptivo Pg. 11

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