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Lenin, "Comentario. Karl Kautsky, Bernstein Und Das Sozialdemokratische Programm. Eine Antikritik", en V.I. Lenin, Obras completas, tomo 4, pp. 196-208.
Lenin, "Comentario. Karl Kautsky, Bernstein Und Das Sozialdemokratische Programm. Eine Antikritik", en V.I. Lenin, Obras completas, tomo 4, pp. 196-208.
Lenin, "Comentario. Karl Kautsky, Bernstein Und Das Sozialdemokratische Programm. Eine Antikritik", en V.I. Lenin, Obras completas, tomo 4, pp. 196-208.
. . . Kautsky formula en el prólogo algunas ideas justas y
muy valiosas sobre los requisitos que debe llenar una crítica seria y escrupulosa, si quienes la emprenden no quieren encerrarse en el marco estrecho de la pedantería y el escolasticismo sin alma; sino quieren perder de vista el íntimo e indisoluble vínculo que une la “razón teórica” y la “razón práctica”; no la razón práctica de los individuos, sino de las masas de la población colocadas en condiciones especiales. Por supuesto, la verdad está por encima de todo —dice Kautsky—, y si Bemstein llegó a la convicción sincera de que sus viejas opiniones eran erróneas, su deber inmediato era expresar tal convicción con toda claridad. Pero la desgracia es que Bemstein no es directo ni preciso; su folleto ofrece un asombroso carácter “enciclopédico” ( como ya lo señaló Antonio Labriola en una revista francesa), encara superficialmente una serie de problemas, infinidad de cuestiones, pero sobre ninguna de ellas el crítico expone sus nuevas opi niones en forma integral y definida. ,Se limita a . expresar sus dudas y deja a un lado, sin someterlos a ün estudio personal, los problemas difíciles y complicados. De» ahí surge —observa sar cásticamente Kautsky— una situación muy extraña; los partida rios de Bemstein interpretan el libro de muy diversas maneras, en tanto que todos sus adversarios lo entienden del mismo modo. La réplica esencial que Bemstein opone a sus adversarios con
* Karl Kautsky. Bemstein y el programa socUddemócrata. XJna anti
critica. (Ed.) C O M E N T A R I O 197:
siste en decir que no lo comprenden, qué no quieren compren»
derlo. Toda una serié de artículos escritos por Bemstein en diarios y revistas respondiendo a sus adversarios, no arrojaron luz alguna sobre sus conceptos positivos. Kautsky comienza su anticrítica por -el problema dél método. Examina las objeciones de Bemstein sobre la concepción mate rialista de la historia, y demuestra que confunde la noción de “determinismo” con la de “mecanicismo”, que confunde el libre albedrío con la libertad de acción, que identifica, sin ningún fundamento, la necesidad histórica con la situación sin salida de los hombres víctimas de la compulsión. La remanida acusa ción de fatalismo, que Bemstein repite, ya ha sido refutada pol las propias premisas de la teoría histórica de Marx. No se puede reducir todo al desarrollo de las fuerzas productivas, dice Bems tein. También hay que “tener en cuenta” otros factores. Muy bien, responde Kautsky, pero eso es lo que debe hacer todo investigador, cualquiera sea la concepción de la historia que lo guíe. Quien pretenda obligarnos a renunciar al método de Marx, que tan brillantemente se ha justificado y se justifica en la práctica, debe elegir entre dos caminos: o renuncia por com pleto a la idea de las leyes objetivas, de la necesidad del proceso histórico —y entonces arroja por la borda todas las tentativas de dar a la sociología una base científica—, o bien debe demostrar cómo, partiendo de otros factores (por ejemplo, de concepciones éticas), se puede llegar a la conclusión de que el proceso histó rico es inevitable, debe demostrarlo por un análisis que sea capaz de resistir por lo menos una comparación remota con el análisis que hace Marx en E l capital. Pero Bemstein no realiza el menor intento en ese sentido; por el contrarió, como se limita al insustancial lugar común de “tomar en cuenta” otros factores, continúa sirviéndose en su libro del viejo método materialista, ¡cómo si no lo hubiera declarado insuficiente! En algunos pasa jes —como lo destaca Kautsky—, ¡Bemstein llega a aplicar ése método con la tosquedad y la arbitrariedad más, inadmisibles! Además, las acusaciones de Bemstein se dirigen contra la dialéc tica, la que, supuestamente, conduciría á construcciones arbi trarias, etc., etc. Bemstein repite esas frases (de las que ya están aburridos hasta la náusea los lectores rusos) sin hacer la menor tentativa de demostrar en qué consiste la falsedad de la dialéctica y si Hegel, o Marx y Engels son culpables de érrorés 198 V. I. LENIN
metodológicos (y exactamente de qué errores). E l único medie
por el cual Bemstein pretende justificar y fundamentar su punte de vista, es el de señalar el “carácter tendencioso” de uno de lew párrafos de las conclusiones de E l capital (sobre la tendencia histórica de la acumulación capitalista). Esta acusación ya está muy gastada; fue formulada por Eugen Dühring, por Julius Wolf y por muchos otros, en Alemania; fue presentada también —agre garemos por nuestra cuenta— por el señor I. Zhukovski en la década del 70 y por el señor N. Mijailovski en la del 90 (el mismo señor Mijailovski que en otro tiempo, por idéntica razón, acusó al señor I. Zhukovski de acrobacia). ¿Y qué pruebas alega Bemstein en apoyo de este gastado desatino? Sólo la siguiente: Marx inició sus “investigaciones” mediante conclusiones prepa radas de antemano, ya que E l capital llega en 1867 a las mismas conclusiones que Marx había enunciado ya en la década del 40. Semejante “prueba” constituye en definitiva una tergiversación —dice Kautsky—, ya que Marx basó sus conclusiones, no en una, sino en dos investigaciones, como él mismo lo indicó exnresa- mente en el prefacio a Zur Kritik (cfr. traducción rusa: Crítica d e algunas tesis d e econom ía p olítica)*. Las primeras investi gaciones fueron realizadas en la década del 40 después de que Marx dejó Iajnedacción de Rheinische Zeitung26. Marx había salido de la Redacción porque debía hab’ar de intereses mate riales y reconocía su falta de preparación para ello. De la escena pública me retiré al gabinete de estudio, escribía Marx con ese motivo. De esa manera —subraya Kautsky, aludiendo a Bems tein—, Marx, si bien dudó de la validez de sus juicios sobre los intereses materiales y de la validez de las opiniones corrientes en aquella época, sobre esta cuestión, no juzgó que sus dudas fueran lo bastante importantes como para escribir sobre ellas un libro entero e informar a todos y a cada uno. No, Marx se propuso estudiar, para- pasar de las dudas sobre las viejas con cepciones, a nuevas concepciones positivas. Se puso a estudiar las teorías sociales francesas y la economía política inglesa. Se vinculó con Engels, quien en esa época efectuaba un detallado estudio del estado real de la economía nacional en Inglaterra.
* Zur Kritik: primeras palabras del titulo de la obra de Marx, Zur
Kritik d er politischen O ekonom ie (Contribución a la crítica d e la econom ía política)} Lenín alude aqui a la edición rusa de 1896. (Ed.) C O M E N T A R I O 199
El resultado de este trabajo en común, de esta prim era Investi
gación, fueron las conocidas conclusiones que los dos escritores expusieron con toda claridad a fines de la década del 40*. A partir de 1850 Marx se estableció en Londres, y las condiciones favorables que la vida en esa ciudad ofrecía a sus ocupaciones científicas lo decidieron a “emprender el estudio de este pro blema desde el com ienzo y proceder a la elaboración crítica de nuevos materiales” (Crítica d e algunas tesis, 1* edición, pág. X I**. E l subrayado es nuestro). El fruto de esta segunda investiga ción, que se prolongó durante muchos años, fueron las obras Zur Kritik (1859) y D as Kapital (1867). Las conclusiones a que llega E l capital concuerdan con las conclusiones anteriores, las de Id década del 40, porque esta segunda investigación con firmó el resultado d e la primera. “Mis concepciones, sea cual fuere el juicio a que se llegue sobre ellas, son el resultado de concienzudas investigaciones que duraron largos años, escribía Marx en 1859 ( ib íd ., pág. X II)* * * . ¿Acaso —exclama Kautsky— estas conclusiones parecen preparadas mucho tiempo antes que las investigaciones? Del tema de la dialéctica, Kautsky pasa a la cuestión del valor. Bemstein dice que la teoría de Marx es incompleta, que en ella subsisten muchos problemas “que no han sido aún ente ramente aclarados”. Kautsky ni piensa en negarlo: la teoría de Marx —dice— no es la última palabra de la ciencia. La historia aporta hechos nuevos y nuevos métodos de investigación que exigen que se persista en el desarrollo de la teoría. Si Bemstein intentara basarse en hechos nuevos y en nuevos métodos de investigación-con vistas a; continuar desarrollando la teoría, todo el mundo le estaría reconocido. Pero Bemstein no ha pensado en eso; se limita a lanzar acusaciones gratuitas contra los discí pulos de Marx, a formular observaciones confusas, eclécticas, como esa de que la teoría de la utilidad marginal de la escuela de Gossen-Jevons-Bohm no es menos justa que la teoría marxista del valor-trabajo. Las dos teorías -d ic e Bemstein— conservan su importancia dadas sus distintas finalidades, ya que Bohm-
* Lenin se refiere al M anifiesto ¿leí Vertido Comunista escrito por
C. Marx y F . Engels y editado en 1848. (Véase C. Marx y F . Engels, Obras escogidas, ed. d t., 1957, págs. 9-39.) (Ed.) * * Véase C. Marx y F . Engels, Obras escogidas, ed. dt., pág. 241. (Ed.) Id ., ibíd., pág. 242. (Ed.) 200 V. JL L E X I X
Bawerk tiene tanto derecho a hacer abstracción a priori de esa
propiedad de las mercancías —la propiedad de ser producidas por el trabajo—, como Marx de hacer abstracción de la propie dad que poseen de ser útiles. Kautsky señala que es un absurdo considerar que dos teorías opuestas, que se excluyen la una a la otra, son válidas por perseguir objetivos diferentes (y Bernstein no dice, además, qué objetivos son los que dan validez a una u otra teoría). La cuestión no consiste, de ninguna manera, en saber de qué propiedad de las mercancías tenemos el derecho de hacer abstracción a priori (von H ause aus), sino en saber cómo explicar los fenómenos esenciales de la sociedad actual, basada en el intercam bio de productos, cómo explicar el valor de las mercancías, la función del dinero, etc. Si la teoría de Marx deja muchos problemas sin aclarar, la teoría del valor de Bernstein es un problema que no está aclarado en absoluto. Bernstein cita además a Buch, quien creó el concepto de la “densidad máxima” del trabajo, pero no ofrece una exposición completa de la posición de Buch y no revela concretamente su propia opinión sobre el tema. Buch se embrolla visiblemente en contradicciones y presenta al valor como dependiente del salario y al salario como dependiente del valor. Bernstein se da cuenta del carácter ecléctico de sus observaciones sobre el valor, e intenta una defensa del eclecticismo én general. .Lo llama “una rebelión del sentido común contra la tendencia inhe rente a todo dogma de oprimir el pensamiento en una morsa”. Si Bernstein recordase la historia del pensamiento —responde Kautsky—, vería que los que con más vigor se rebelaron contra la opresión del pensamiento en límites estrechos jamás fueron eclécticos; qúe, por el contrario, siempre los caracterizó la aspi ración a la unidad, a la integridad del/pensamiento. El ecléctico es demasiado^ timorato para atreverse it rebelarse. En efecto, si yo reverencio cortésmente a Marx»y al mismo tiempo reve rencio cortésmente a Bohm-Bawerk, ¡entre esa actitud y la rebe lión hay una gran distancia! ¡Que se me nombre —dice Kautsky— un solo ecléctico de la república del pensamiento que merezca el nombre de rebelde! , Pasando del método a los resultados de su aplicación, Kauts ky se detiene en lo que llamamos Zusammenbruchstheorie, teoría del hundimiento, de la quiebra súbita del capitalismo de Europa occidental, de esa quiebra que presuntamente Marx juzgaba c o m e n t a r i o 201
inevitable y vinculada a una tremenda crisis económica. Kautsky
afirma y demuestra que Marx y Engels jamás formularon una Zusamm enbruchstheorie especial, ni vincularon indefectiblemen te el Zusammer^hruch a la crisis económica. Esta es una defor mación imputable a los adversarios que exponen en forma uni lateral la teoría de Marx, tomando al azar pasajes aislados de diferentes obras, para caer en seguida victoriosamente sobre el carácter “unilateral” y “burdo” de la teoría. En realidad, para Marx y Engels la modificación de las relaciones económicas de Europa occidental dependía de la madurez y la fuerza de las clases creadas por la historia moderna de Europa. Bernstein trata de sostener que ésta no era la teoría de Marx, sino su interpretación y ampliación por parte de Kautsky; pero Kautsky, mediante citas exactas, tomadas de las obras escritas por Marx en las décadas del 40 y del 60, así como con el análisis de las ideas fundamentales del marxismo, rebate completamente esta artimaña de Bernstein, que con tanto descaró acüsó a los discí pulos de Marx de ser “apologéticos y leguleyos”. Éste pasaje del libro de Kautsky es especialmente interesante, tántó más cuanto que algunos escritores rusos ( por ejemplo, el señor Bul- gákov en la revista N achalo) se apresuraron a repetir esa defor mación de la teoría de Marx que Bernstein presentó bajo la apariencia de una “crítica” (el señor Prokopóvich la adopta también en su libro E l m ovimiento obrero éri O ccidente, San Petersburgo, 1899). KaUtsky examina cón especial detenimiento las tendencias esenciales del desarrollo económico actual, para refutar la opinión de Bernstein según la cual dicho desarrollo no sigue la dirección señalada por Marx. Se comprende que el capítulo L a grande y la pequ eñ a producción, así como otros del libro de Kautsky dedicados a un análisis político-económico y que contienen un amplio material estadístico, no pueden ser transcritos aquí, y que debemos limitarnos a una breve exposición de su conte nido. Kautsky destaca que se trata de la dirección del desarrollo en general, y no de particularidades y de hechos superficiales, que no pueden ser estudiados en toda su diversidad por ninguna teoría. (Esta verdad tan simple y tan a menudo olvidada la expone también Marx en los capítulos de El capital que se refie ren a este tema.) Mediante un detallado análisis de los datos que proporcionan los censos industriales alemanes de 1882 y 202 V. I. LENIN
1895, Kautsky demuestra que esas informaciones son una brillante
confirmación de la teoría de Marx y dejan a salvo de toda duda el proceso de concentración del capital y la eliminación de la pequeña producción. El propio Bemstein, en 1896 (cuando él mismo —ironiza Kautsky— pertenecía todavía a la corporación de apologistas y leguleyos, había reconocido decididamente ese hecho, en tanto que ahora exagera en forma desmedida la fuerza e importancia de la pequeña producción. Por ejemplo, Bemstein calcula el número de empresas que tienen menos de 20 obreros en algunos centenares de miles, “y agrega, al parecer llevado por su afán pesimista, un cerito de más”, ya que sólo existen 49.000 empresas de ese tipo en Alemania. Por otra parte, ¡¿a quién no incluye la estadística en el rubro de los pequeños empresarios?!: ahí están también los cocheros, los mensajeros, los sepultureros y vendedores ambulantes, las costureras (aun que trabajen a domicilio para un capitalista)., efe., etc. Desta quemos la observación de Kautsky —importante sobre todo desde el punto de vista teórico— acerca de que las pequeñas empresas comerciales e industriales (del tipo de las aue acabamos de mencionar) son, muy a menudo, en la sociedad capitalista, una de las formas en que se expresa la superpoblación relativa: pequeños productores arrumados, obreros que no encuentran trabajo, se trasforman (a veces temporariamente) en pequeños comerciantes, vendedores ambulantes, se dedican a subalquilar piezas y camas ( itambién a esto se llama “empresas” y se las incluye en la estadística en los mismos rubros que los demás tipos de empresas!), etc. El hecho de que se multipliquen estas ocupaciones no revela, de ninguna manera, la vitalidad de la pequeña producción, sino el aumento de la miseria en la socie dad capitalista. Pero Bemstein destaca y exagera lá importancia de los pequeños “industriales” cuando." considera que dan argu mentos en su favor (en el tema de la grande y la pequeña producción), y los pasa por alto cuando se constituyen en argu mentos en su contra (en el tema de la miseria). Bemstein repite el argumento, conocido desde hace ya mu cho tiempo por el público raso, de que las sociedades por acciones “permiten” fraccionar el capital y “hacen superflua” su concentración, y ofrece al respecto (cfr. Zhizn, núm. 3, 1899) algunas cifras sobre el número de pequeñas acciones. Kautsky responde que esas cifras no prueban nada en absoluto, ya que C O. M E N T A H I O 203
las pequeñas acciones de diferentes sociedades pueden ser de
propiedad de grandes capitalistas (cosa que el mismo Bemstein se ve obligado a reconocer). Bemstein no suministra prueba alguna para confirmar que las sociedades por acciones aum en tan el número de poseedores de dinero, y no podría hacerlo, ya que en realidad las sociedades por acciones sirven para expro piar a gente confiada y de escasos medios, en beneficio de los grandes capitalistas y especuladores. El aumento del número de acciones sólo muestra que la riqueza tiene tendencia a adoptar la forma de acciones, pero ese aumento no es en absoluto un índice de la distribución de las riquezas. En general, Bemstein trata con suma ligereza el tema del aumento del número de rióos, de propietarios, lo que no impide a sus partidarios bur gueses ensalzar precisamente esta parte del libro de Bemstein y proclamar que se basa en una “enorme cantidad de material estadístico”. ¡Bemstein se muestra tan hábil —ironiza Kautsky—, que concentra esa enorme cantidad de material en dos paginitas! Confunde a los ricos con los capitalistas, aunque nadie discute el aumento del número de estos últimos. Toma los datos del inapuesto a las rentas, y hace abstracción de su carácter fiscal y de la confusión que presenta entre ingresos provenientes de la propiedad e ingresos provenientes del sueldo, etc. Compara datos concernientes a épocas diferentes, y obtenidos por dife rentes medios (por ejemplo, sobre Prusia), por lo cual no son CGtnparables. ¡Llega a extraer cifras sobre el aumento del núme- rót de ricos en Inglaterra, del artículo de un pasquín que celebra el jubileo de la reina Victoria y que maneja la estadística con üna ligereza nec plus ultra! (y destaca esas cifras en gruesos caracteres, como si fuera ésta su carta de triunfo). No se conoce la fuente de esta información, y no es posible, tampoco, apo yarse en los datos referentes al impuesto inglés a las rentas, pues tales datos no permiten determinar el número de contribuyentes, ni el total de los ingresos de cada uno de ellos. Kautsky toma del libro de Kolb datos sobre el impuesto a la renta en Ingla terra en 1812 y 1847, y demuestra que, al igual que los que Bemstein extrae de aquel periodicucho, indicarían (supuesta mente) un aumento del número de ricos, ¡y eso eñ un período en que crece horrorosamente la más espantosa miseria del pueblo en Inglaterra! Un análisis minucioso de los datqárde Bemstein 204 V. I. L E NI N
lleva a Kautsky a la conclusión de que Bemstein no ofrece cifra
alguna que demuestre realmente el aumento del número de ricos. Bemstein trata también de explicar este fenómeno mediante un razonamiento teórico: los capitalistas, dice, no pueden con sumir por sí mismos toda la plusvalía, cuyo monto crece de manera tan colosal, y por lo tanto, el número de ricos que la consumen se acrecienta. A Kautsky no le cuesta mucho trabajo refutar ese cómico razonamiento que ignora por completo la teoría de la realización de Marx (ya expuesta en la literatura rusa más de una vez). Pero lo que presenta un especial interés, es que Kautsky rebate ese razonamiento de Bemstein no sólo con razonamientos teóricos, sino también por medio de datos concretos que testimonian el aumento del lujo y del despilfarro en los países de Europa occidental, la influencia de la moda, que cambia tan rápidamente y agrava tanto ese proceso, la existencia de una masa de desocupados, el enorme' aumento del consumo productivo ’ de plusvalía, es decir, la inversión de capital en nuevas empresas, en especial del capital europeo en los ferrocarriles y en otras empresas en Rusia, Asia y Africa. Bemstein declara que la “teoría de la miseria” o “teoría de la depauperación” de Marx es abandonada por todo el mundo. Kautsky demuestra que también esto es una exageración y una desfiguración propia de los adversarios del pensamiento de Marx, quien jamás expuso semejante teoría. Marx habló del aumento de la miseria y de la degradación, etc.; pero al mismo tiempo señaló la tendencia opuesta y las verdaderas fuerzas sociales que son las únicas capaces de hacer surgir esa tendencia. Las pala bras de Marx sobre el aumento de la miseria están plenamente justificadas por la realidad: en primer lugar, vemos que efecti vamente el capitalismo presenta una, .íehdencia a engendrar y acentuar la miseria, y que ésta alcapzá enormes proporciones cuando falta la tendencia opuesta, antes mencionada; en segun do lugar, la miseria aumenta, no en el sentido físico, sino en el sentido social, es decir, ahondando la desproporción entre el constante aumento del nivel’ de las necesidades de la burguesía y de la sociedad en su conjunto y el nivel de vida de las masas trabajadoras. Bemstein ironiza sobre tal concepción de la “mise ria”, y dice que se trata de una concepción a lo Pickwick. Kautsky, en respuesta, demuestra que hombres como Lassalle, Rodbertus y Engels’ manifestaron claramente que se debe com C O M E N T A R IO 205
prender la miseria no sólo en el sentido físico, sino en el sentido
social. ¡En el “Club Pickw ick” —dice replicando a la ironía de Bemstein—, se reúne, como se ve, una sociedad bastante buenal Por último, en tercer lugar, las palabras sobre el aumento de la miseria conservan íntegramente su validez en lo que se refiere a las “regiones fronterizas” del capitalismo, entendiendo la pala bra fronterizas en un sentido geográfico (países donde apenas comienza a penetrar el capitalismo, engendrando a menudo, no sólo la miseria física, sino directamente el hambre de las masas populares) y en un sentido económico-político (el artesanado, y en general, las ramas de la economía nacional donde aún subsisten modos de producción atrasados). El capítulo sobre el “nuevo estamento medio” es especial mente interesante e instructivo para nosotros, los rusos. Si Bems tein sólo se proponía decir que en lugar de los pequeños pro ductores que desaparecen se va creando un nuevo estamento medio, la intelectualidad, tendría razón —dice Kautsky—, y señala que hace algunos años él ya había indicado la importancia de ese fenómeno. En todas las esferas del trabajo que existen en la nación el capitalismo aumenta con particular rapidez el número de em pleados, expresa una demanda creciente de intelectuales. Estos ocupan una posición peculiar entre las otras clases, perte neciendo en parte a la burguesía por sus relaciones, por sus concepciones, etc., y en parte a los obreros asalariados, ya que el capitalismo, a medida que va privando a los intelectuales de su posición independiente, los trasforma en asalariados depen dientes, y amenaza con rebajar su nivel de vida. Esta situación de transición, inestable, contradictoria, de la capa social que examinamos, se refleja en el hecho de que en su seno se propa gan más ampliamente esas concepciones indecisas, eclécticas, esa mescolanza de principios y criterios contradictorios; esa aspira ción a elevarse a los dominios de la retórica y a esfumar con bellas frases los conflictos qué enfrentan a los grupos históricos d e la población, características éstas que tan despiadadamente fustigó Marx con sus sarcasmos hace ya medio siglo. En el capítulo sobre la teoría de las crisis, Kautsky demues tra que Marx no expuso “teoría” alguna sobre el ciclo decenal de las crisis industriales, sino que se limitó a dejar constancia de «n hecho. La modificación de este ciclo en el curso de los últi mos años fue observada por el propio Engels. Se dice que los 206 V. I. LENIN
cártels de empresarios pueden impedir las crisis, limitando y
regulando la producción. Pero he ahí que Norteamérica es el país de los cártels y allí, en lugar de una limitación de la pro ducción, se observa un enorme aumento de ésta. Es más, al limitar la producción para el mercado interno, los cártels aumen tan la producción para el mercado exterior, vendiendo en él aun con pérdida y haciendo pagar precios de monopolio al consu midor de su propio país. Con el proteccionismo, este sistema es inevitable; y no existe motivo alguno para esperar que el sistema proteccionista sea remplazado por el del libre comercio. Al cerrar las pequeñas fábricas, al concentrar y monopolizar la produc ción, y al introducir mejoras, los cártels agravan considerable mente la situación de los productores. Bernstein piensa que la especulación que engendra las crisis se debilita a medida que las condiciones indefinibles del mercado mundial se trasforman en condiciones definibles y conocidas; pero olvida que esas con diciones “indefinib’es” de los países nuevos, dan un enorme impulso a la especulación en los viejos países. Kautsky demues tra, con datos estadísticos, el aumento de la especulación en el curso de los últimos años, asi como también la acumulación de síntomas anunciadores de una crisis en un porvenir no muy lejano. Del resto del libro de Kautsky destaquemos, además, su análisis del error en aue suelen caer quienes confunden (coma lo hace el señor S. Prokopóvich en la obra citada) la puianza económica de ciertos grupos con sus organizaciones económicas; señalemos la observación de Kautsky, acerca de que Bernstein erige las condiciones puramente circunstanciales de una situación histórica dada, en ley general; la refutación de las opiniones erróneas de Bernstein sobre la esencia.'de la democracia, y la aclaración de un error estadístico de pernstein que compara el número de obreros industriales en Alemania con el número de electores, pasando por alto la nimiedad de que no todos los obreros gozan en Alemania del derecho al voto (sino sólo los hombres mayores de 25 años1), y que no todos participan en las elecciones. Al lector interesado en la significación del libro de Bernstein y en la polémica provocada alrededor de él, no pode mos menos que recomendarle con insistencia que recurra a la literatura alemana, y que en caso alguno confíe en estos infor mes tendenciosos y parciales de los partidarios del eclecticismo C O M E N T A R IO 207
que dominan en la literatura rusa. Hemos oído decir que se
piensa traducir al ruso parte del libro de Kautsky que bemo? examinado” . Sería muy conveniente, pero no suplantaría el conocimiento directo del original.
Escrito a fines de 1899. Se publica de acuerdo con el
Publicado por primera vez en manuscrito. ^ 1928 en Léninski Sbóm ik, V II.