Antonia Gómez C.
Clemente Sánchez B.
En la misma línea, el feminismo toma la lucha por el control del cuerpo haciendo
énfasis en la posición de subordinación en que se ha posicionado al cuerpo de las mujeres en
la sociedad y cómo se desarrolla la naturalización de su control por medio de las estructuras
de poder. Maffia asegura que se hace necesario “Discutir que hay lugares naturales, y
sostener que la naturalización es arbitraria, que naturalizar las jerarquías sobre nuestros
cuerpos es arbitrario, darnos o designarnos normativas sólo porque hemos nacido portando un
cuerpo (…)” (Maffia, 2006, p.10). Esta lucha por la desnaturalización del cuerpo se ha
centrado sobre todo en cómo el cuerpo de la mujer se ha visto relegado al espacio privado,
donde los asuntos que a éste incumben no son atingentes a las demandas públicas. Respecto
esto Kirkwood apunta a que “Los problemas de las mujeres han sido siempre considerados
como privados, individuales, de arreglo y ajuste personal. No se debaten públicamente ni
menos aún académicamente.” (Kirkwood,1986, p.38)
Actualmente en Argentina, según el Art 86 del Código Penal, se despenaliza el aborto sólo en
los casos en que se trata de un embarazo en el que está en peligro la vida o salud de la madre
y este riesgo no pueda ser solucionado por otro medio. Además, se permite la realización de
un aborto en caso que el embarazo provenga de una violación o de un atentado al pudor de
una mujer demente o idiota.
El pasado 5 de marzo del presente años se presentó por séptima vez consecutiva el
proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Dicho proyecto de ley es redactado
por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. El proyecto de
ley, según establece la campaña (2017), “(…) tiene como objetivo, generar las condiciones de
legalidad para que las mujeres que habitan el territorio nacional, tengan acceso igualitario a
las prácticas médicas que le garanticen la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) de
manera segura y gratuita.” (párr.40).
Entre los artículos más destacados del proyecto de ley está el Artículo 1°, 2º, 4ºy 5º,
que establecen que: “Artículo 1°: En ejercicio del derecho humano a la salud, toda mujer
tiene derecho a decidir voluntariamente la interrupción de su embarazo durante las primeras
catorce semanas del proceso gestacional. Artículo 2º: Toda mujer tiene derecho a acceder a la
realización de la práctica del aborto en los servicios del sistema de salud, en un plazo máximo
de 5 (cinco) días desde su requerimiento y en las condiciones que determina la presente ley,
la ley Nº 26.529 y concordantes. Artículo 4º: Previamente a la realización del aborto en los
casos previstos en la presente ley, se requerirá el consentimiento informado de la mujer
expresado por escrito. Artículo 5º: El sector público de salud, las obras sociales enmarcadas
en las leyes 23.660 y 23.661, las entidades de medicina prepaga y todos aquellos agentes que
brinden servicios médico-asistenciales independientemente de la figura jurídica que posean,
incorporarán como prestaciones médicas básicas obligatorias a brindar a sus afiliadas o
beneficiarias, la cobertura integral de la interrupción legal de embarazo prevista en los arts. 1
y 3 en todas las formas que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda”.
(Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, 2017).
De acuerdo a la Campaña (2017), los artículos antes mencionados y el proyecto en
general, “(…) implica la exigencia hacia el Estado de realizar modificaciones en los sistemas
de Educación, Salud, Seguridad y Justicia, y también, por supuesto propiciar en la sociedad
profundos cambios culturales.” (párr. 23). Con lo anterior se da a entender que dicho
proyecto de ley no sólo busca la modificación de normativas específicas, sino que le atribuye
el Estado un rol activo en la transformación y efectivo cumplimiento de la ley.
Argentina es el único país de América Latina en el que hace 33 años que se realiza
anualmente el Encuentro Nacional de Mujeres. Estos encuentros surgen de la participación en
1985 de un grupo de mujeres en la Clausura de la Década de la Mujer realizada en la ciudad
de Kenia, África. Luego de la participación en dicho espacio, las mujeres, según establece
este conjunto, “pensaron en la necesidad de autoconvocarse para tratar la problemática
específica de las mujeres en nuestro país, donde al igual que en el resto del mundo sufrimos
una marcada discriminación en el rol que tenemos en la sociedad” (ENM, párr.1)
La primera vez que se ve un pañuelo verde, símbolo que luego adoptaría la campaña,
fue en el ENM realizado el 2003. Para ese entonces la temática del aborto aún no se trabajaba
como temática de salud pública y se veía clausurada a espacios privados donde el Estado no
tenía responsabilidad alguna. Sin embargo, Josefina Brown (2008), establece que desde dicho
encuentro “el tema del aborto ocupa el primer plano de la discusión al interior del
movimiento de mujeres y logra extenderse en el seno de otras organizaciones sociales.”
(p.286).
El aborto como temática tiene sus inicios en el XVIII Encuentro Nacional de Mujeres
del 2003 en Rosario y el XIX Encuentro Nacional de Mujeres realizado al año siguiente,
2004, en Mendoza. A raíz de estos encuentros surge La Campaña Nacional por el Derecho al
Aborto legal, Seguro y Gratuito. Esta organización se presenta como un conjunto compuesto
por: “grupos feministas y del movimiento de mujeres, como así también desde mujeres
pertenecientes a movimientos políticos y sociales, cuenta en la actualidad con la adhesión de
305 grupos, organizaciones y personalidades vinculadas a organismos de derechos humanos,
de ámbitos académicos y científicos, trabajadoras/es de salud, sindicatos y diversos
movimientos sociales y culturales, entre ellos redes campesinas y de educación,
organizaciones de desocupadas/os, de fábricas recuperadas, grupos estudiantiles,
comunicadoras y comunicadores sociales, etc” (Campaña Nacional por el Derecho al Aborto
Legal, Seguro y Gratuito, párr.3).
Como estos públicos a diferencia de los fuertes, no tienen poder de decisión sino que
forman opiniones, su influencia en el espacio público central, más o menos mediata, ha
posibilitado el reconocimiento de actores sociales cada vez más legitimados, como los
movimientos de mujeres, las feministas y los movimientos LGTTBI. (Brown, 2008, p.286)
Como tarea la campaña busca trasladar al debate público el aborto clandestino de tal
manera de evitar su invisibilización. Con esto, el movimiento feminista argentino hace
énfasis en la necesidad de plantear el problema del aborto clandestino como uno de salud
pública y de clase. De salud pública por la magnitud inevitable de abortos clandestinos,
además, de la cantidad de muertes que a estos se vincula. La campaña asevera que “Vemos
que el impacto negativo de la interrupción del embarazo bajo condiciones no seguras, es
significativo en Argentina dado que de manera constante un tercio de las muertes maternas
son atribuibles a complicaciones por aborto.” (Campaña Nacional por el Derecho al Aborto
Legal, Seguro y Gratuito, 2017, párr.33). Se pretende mostrar el aborto clandestino y sus
consecuencias como un problema de carácter público, como se explica anteriormente, los
derechos reproductivos y sexuales se han relegado al espacio privado por lo que se hace tarea
del movimiento feminista plantearlos como un problema público. Frase (1993), afirma que
“(...) una teoría crítica debe exponer las formas en las que etiquetar algunos temas o intereses
como “privados” limita la extensión de los problemas y las aproximaciones hacia los
problemas que podrían ser discutidos en las sociedades contemporáneas ” (p.57)
Por otro lado, el componente de clase se hace relevante pues no todas las mujeres, aún
recurriendo a la clandestinidad, tienen acceso a espacios igualmente seguros. Como efecto se
busca aminorar el riesgo que significa para las mujeres de menos recursos decidir abortar.
Mizrahi explica que “Las mujeres embarazadas que quieren abortar y son pobres desaparecen
en la clandestinidad y mueren. Desaparecen de la escena social y mueren con total
impunidad. Estas también son las muertes del patriarcado.” (Mizrahi, 2011, p.71).
Comenzaremos analizando el rol que jugaron las movilizaciones previas a la gestación del
proyecto, específicamente las que comenzaron el 2015 con NiUnaMenos. Tal como señala
Luengo (2018), a partir de los 2000 la temática de derechos humanos en Argentina había sido
cooptada por el kirchnerismo, quienes lo incorporaron a su discurso e instrumentalizaron con
fines electorales, vinculándolo estrechamente con la memoria y con lo que fue la dictadura en
dicho país. Sin embargo, luego de un asesinato de una mujer embarazada por su novio a
mediados del 2015 y las protestas en solidaridad que surgieron luego, la idea de derechos
humanos ha sido apropiada por el movimiento feminista argentino, situando el énfasis en la
alta tasa de femicidios que ocurren en dicho país. Tal como señala la autora, la violencia de
género deja de ser un tema exclusivamente ligado a las mujeres y pasa a ser un debate en
torno a la idea de la violación de derechos humanos, lo que ayudó a esparcir el mensaje por la
sociedad completa y a través de barreras ideológicas, también gracias a una efectiva campaña
mediática. El femicidio no se entiende como un asunto de libertades individuales o un mero
asesinato, sino una violación de los derechos fundamentales de la persona y de quienes lo
rodean. Este marco ayuda a transversalizar las demandas de género de dicho movimiento, ya
que el discurso de los derechos humanos, tal como señala Luengo, ha logrado ser un
consenso en el periodo de la posdictadura argentina.
Así, la vinculación entre demandas de las mujeres y los derechos humanos en Argentina es de
larga data, siendo retomada por NiUnaMenos a partir del 2015.
El reto de tratar con luchas legislativas es que se deben insertar dentro del espacio
político los temas que a al movimiento le importan. Jacqui True trabaja esto desde la política
internacional, sin embargo, se hacen atingentes su teoría sobre la necesidad de condiciones
para que se logre incorporar la perspectiva de género en la institución. La autora explica que
hay tres condiciones cruciales para que el “mainstreaming of gender” se cumpla, “1) the
characteristics of the policy issue or regime area, 2) the nature of governance in the
international institution, and 3) the networks among gender specialists or officials (insiders)
and women’s movements or advocates (outsiders).” (True, 2010, p.194). Específicamente, en
el caso de Argentina el punto tres que explica True es clave pues se necesitó de los insiders
para que la discusión del proyecto de ley se pudiera llevar a cabo. La opinión pública, como
se expone anteriormente, se ha manifestado a favor de la iniciativa pero es desde la
institucionalidad donde se generan barreras para que el proyecto de ley se convirtiera
efectivamente en ley.
En la cuarta marcha NiUnaMenos realizada el 4 de junio del 2018, la cual impactó por
su masividad, se abogó explícitamente por la necesidad de legislar a favor en torno al
proyecto de ley por el aborto a días de su discusión en parlamento. Al día siguiente de dicha
manifestación, según señala Clarín (2018d), el presidente Mauricio Macri se reunió con
Daniel Lipovetzky y Carmen Polledo, dos diputados que representan posiciones opuestas
respecto al aborto que fragmentan al oficialismo. El presidente, actuando como gatekeeper, se
mostró a favor de la necesidad de generar discusión dentro del parlamento respecto a este
tema sin importar la decisión final que se tome. Esto resulta clave pues como Jefe de Estado
opta por no utilizar su poder de veto y permite que se lleve adelante la discusión de una ley
que va en contra de su posición “pro-vida” manifestada en múltiples ocasiones. Tal como
señala la BBC (2018a), se piensa que el presidente tomó esta decisión con el fin de desviar la
atención de la mala situación económica del país, la cual se caracterizaba por una devaluación
de la moneda local y que, luego, llevó al presidente a solicitar un resctate del FMI (DF,
2018).
El rol que tienen los movimientos sociales en las decisiones de los gatekeepers es
fundamental, Guzman (1996) afirma que “(...) la inclusión de los temas de género es producto
fundamentalmente del esfuerzo del movimiento de mujeres, su asimilación en el debate
público por otros actores está condicionada por el contexto político global y por las
concepciones y valores vigentes.” (p.1)
En el campo ‘provida’ los argumentos tendieron a ser similares a los siguientes. Tal
como señala CNN (2018), una parlamentaria señaló que que “[hay] tantos miles de personas
que quieren adoptar, y miles de niños que quieren un hogar; esto es lo que necesitamos
señora presidenta, una verdadera unidad. Acá traje dos pañuelos, uno verde y otro celeste,
porque nosotros no necesitamos como Estado tener dos colores ni una plaza dividida.
Necesitamos unirnos, trabajar con políticas de Estado que fortalezcan y que le den igualdad y
unidad a las mujeres y a los niños por nacer, a los niños que no tienen voz” (min: 00:03). En
el mismo tono de ‘unidad’, otra parlamentaria señaló que “(...) esto no es algo que nos debe
desunir, nos tenemos que hermandar. Tenemos que todos juntos, como mujeres y hombres
responsables, todos coincidimos en lo mismo: defendamos la vida” (min: 01:08). A su vez,
tal como señala T13 (2018a), un diputado se refirió al aborto en casos de violación señalando
que "[hay] algunos casos donde la violación no tiene esa configuración clásica de la violencia
sobre la mujer, a veces la violación es un acto no voluntario con una persona que tiene
inferioridad absoluta de poder frente al abusador, por ejemplo en el abuso intrafamiliar,
donde no se puede hablar de violación pero tampoco se puede hablar de consentimiento, sino
de una subordinación, de una sujeción" (párr. 5). Otro parlamentario se refirió al proyecto
desde una arista demográfica, argumentando que “[sin] vida, el resto no existe. Sabemos que
hay mujeres que toman la trágica decisión de abortar. Pero sin maternidad no tenemos futuro.
El aborto es un fracaso social. La maternidad no debería ser un problema" (párr. 14). Otro
legislador señaló la necesidad de la maternidad de la siguiente manera: “(...) se sigue la
tradición en muchos de los casos, que cuando se entera que una mujer está embarazada, se va
con alegría a felicitarla, se le regala una planta, para que esa planta vaya creciendo y vea la
imagen de su hijo. Esas son las cosas que no podemos perder nosotros, por eso yo voy a votar
en contra" (párr. 19). Por último, una senadora kirchnerista, la única que votó en contra del
proyecto, señaló que "(...) el aborto es una tragedia, es un proyecto que nada tiene que ver con
nuestra idiosincrasia e identidad. Es una solución escandinava para un país que en muchos
aspectos está cercano a Haití" (párr. 25).
Por otro lado, desde el bando ‘proaborto’, según CNN (2018), una parlamentaria
enmarcó su argumentación desde el punto de vista de la justicia, señalando que “(...) hoy
tenemos una oportunidad histórica, que es la de poder hacer un poco más justa a la República
Argentina. Como mujer, como madre, como peronista, como militante política, quiero estar
cerca de aquellos que sufren, de aquellas que están padeciendo del dolor de todas esas
mujeres que se siguen muriendo, víctimas del aborto clandestino. Por eso, que sea ley” (min:
00:35). Refiriéndose a la acusación de que quienes están a favor de la legalización buscan que
aumente el número de abortos, otra parlamentaria señaló que “[nadie] quiere más abortos, la
diferencia está que algunos queremos discutir y hacernos cargo de este problema, y otros
prefieren simplemente decirle no, cerrar la puerta y dejar las cosas como están” (min: 01:29).
Por su parte, según el diario Público (2018) una senadora argumentó que "[se] trata de un
problema principalmente de recursos económicos. Los abortos clandestinos matan a las
mujeres, es una realidad que está sucediendo y tenemos que ponerle solución" (párr. 10). Tal
como señala T13 (2018a), un parlamentario compartió su experiencia cuando su novia de
dieciséis años se embarazó, señalando que “[al] tiempo desapareció o no la vi por un tiempo
y luego me enteré que la verdad había entrado en pánico, estaba tan perseguida por el miedo
de la represión de sus padres y la represión social, que terminó haciéndose un aborto
clandestino. (…) Yo lo viví. No quiero una juventud con pánico” (párr. 9). Relacionando la
demanda con otras identidades, una senadora señaló que "[he] visto a chicos que no se
aceptan en adopción, no es porque la Justicia los demore, ¡es porque no los quieren a los
chicos si son negritos!" (párr. 13).
Por lo tanto, tal como se observa en las citas, las opiniones de ambos bandos tienden a
ser las predichas por Jones, Azparren y Cunial (2013). Quienes son partidarios del aborto
tienden a hacer el vínculo con la salud pública, con el riesgo de vida que se presenta para las
madres que se hacen abortos clandestinos. Como fue mencionado en un principio, esto es
fácilmente interpretable desde una óptica de derechos humanos, que existen mujeres que
están obligadas a hacerse abortos clandestinos, ya sea por necesidades económicas o
circunstancias sociales, y el Estado es cómplice del riesgo en que están poniendo sus vidas, lo
que algunas veces acaba en la muerte; en esa medida las partidarias del aborto enmarcan la
demanda por el aborto como una para asegurar los derechos humanos de las mujeres en el
país, tal como el movimiento NiUnaMenos lo hizo en el 2015, señalando que el Estado era
cómplice de la violencia machista porque no hacía nada por terminar con ella, y tal como lo
hicieron las Madres de la Plaza de Mayo, quienes señalaban que el Estado ‘democrático’ era
cómplice de los crímenes de la dictadura ya que no estaba persiguiendo a los criminales que
habían perpetrado el terror. Por otra parte, tal como señalan las autoras, quienes estaban en
contra del proyecto de legalización del aborto tendieron a esgrimir argumentos morales,
basándose en que el feto es también una vida humana, y destacando el rol maternal y
reproductivo que, según ellos, caracterizaría las mujeres.
Prosigamos analizando el debate que ocurrió fuera de las paredes del Congreso, en la
esfera pública. Al igual que dentro, en la opinión pública se marcaron dos bandos claramente
definidos: por un lado la Iglesia y grupos conservadores como Unidad Provida en contra de la
legalización del aborto, y por otro las manifestantes organizadas en torno a organizaciones
feministas y agrupadas bajo el manto de la Campaña Nacional. Volvamos a tener en cuenta lo
que nos señalaban Jones, Azparren y Cunial (2013), con el fin de postular las predicciones de
qué argumentos serán los que encontraremos y si coinciden con los que los representantes
esgrimieron en el Congreso: “[...] desde el polo conservador, el rechazo a su despenalización
se fundamenta en la defensa de la vida del “niño por nacer” y de un modelo de familia
heterosexual monógamo reproductivo, [...] desde el polo liberacionista se subrayan la defensa
de la vida de las mujeres que interrumpen un embarazo y las desigualdades socioeconómicas
y de género que sitúan en particular riesgo a aquellas de menores” (p. 110).
Sin embargo, la convivencia con el gobierno no fue tranquila, teniendo en cuenta que
la coalición oficialista incluye a sectores liberales de la derecha - algunos de ellos son
ministros - se desarrollaron una serie de roces, comenzando por el hecho que el presidente
permitiese el debate en primer lugar. Tal como señala El País (2018a), la organización
Unidad Provida presentó un comunicado señalando que “[organizaciones] que defienden los
derechos de las mujeres y de los niños y niñas por nacer se concentrarán esta tarde, desde las
19, frente a la residencia presidencial de Olivos, y pedirán al Presidente que se abstenga de
intervenir, por medio de sus ministros, en el debate abierto del aborto" (párr. 3). Esto luego
que un ministro presentara una serie de gráficos en el Congreso que señalaban que la cantidad
de abortos disminuye una vez legalizado y que este hecho sería un alivio en términos fiscales.
El periódico señala que “Desde Unidad Provida critican las intervenciones del ministro y
rechazan que Mauricio Macri habilitase el debate sin haberlo incluido de antemano en su
programa electoral” (párr. 5).
Es útil tener en cuenta el rol que juegan los medios de comunicación como
formadores de opinión. De esta forma, las editoriales de los principales diarios también
fueron influyentes en el debate público. Quienes eran contrarios a la despenalización del
aborto encontraron un aliado en La Nación, el diario con mayor circulación a nivel nacional,
el cual publicó una editorial que criticaba el hecho que no estuviese penalizada la
interrupción en los casos de violación, señalando que "[no] es un aborto lo que puede borrar
las tristes huellas de una violación; solo suprimirá al ser en gestación y sumará el sufrimiento
de haber abortado" (párr. 9). Sin embargo, otro de los principales diarios que circulan de
manera virtual en Argentina es El País, el cual, luego del rechazo de la ley, publicó una
editorial criticando la decisión, señalando que “[el] aborto es una decisión radical, y es un
insulto para las argentinas —y, en un mundo global, para el resto de las habitantes del
planeta, especialmente en Latinoamérica— que no baste su criterio para decidir cuándo y
cómo ser madres, como si aún necesitaran que alguien decidiera por ellas. (...) muchas
argentinas se jugarán la vida porque habrán decidido abortar, pero lo tendrán que hacer de
manera clandestina” (El País, 2018b, párr. 3). De la misma forma El Clarín (2018b) publicó
una columna de opinión que criticó la decisión de rechazar la reforma, señalando que “Es de
acá hacia adelante. La ley se volverá a presentar y saldrá. Habrá legalización del aborto en la
Argentina. Mientras tanto, abrazaremos a toda mujer que tenga que tramitar un aborto, y los
senadores que eligieron la percha al misoprostol cargarán con quienes mueran en un aborto
clandestino” (párr. 5). Al igual que en el caso del debate institucional, la descripción que
hacen Jones, Azparren y Cunial (2013) parece ser cercana a la realidad de la discusión
extrainstitucional. Los grupos contrarios al proyecto de legalización del aborto tendieron a
esgrimir argumentos de tipo moral, basados en que los fetos también son una vida humana y
que acabar con ella sería un asesinato. Por otra parte, se repite el patrón de argumentos
basados en la idea del aborto como una temática de salud pública y derechos humanos en el
bando de los que están a favor del proyecto de ley, quienes postularon que el aborto
clandestino es una realidad, y la impasividad del Estado genera que mujeres - sobre todo las
más pobres - pongan en riesgo su vida.
En primer lugar, al igual que en la tabla anterior, los coeficientes cuentan con una
gran desviación estándar, por lo que la interpretación tendrá un carácter preliminar. En
segundo lugar, se repite el patrón de que no existe evidencia que permita sostener la hipótesis
de que el hecho que una parlamentaria sea mujer, dejando el resto de las variables constantes,
aumente las probabilidades de que haya votado a favor del aborto. El coeficiente vuelve a ser
levemente negativo, además de estadísticamente no significativo, por lo que no hay evidencia
que permita sostener nuestra primera predicción. En tercer lugar, la edad vuelve a ser
estadísticamente insignificante teniendo en cuenta la alta desviación estándar que caracteriza
a su coeficiente; sin embargo, a diferencia del caso de los diputados, pareciera ser que entre
mayor edad tenga un parlamentario más probable es que vote a favor del proyecto,
manteniendo todo el resto constante. Sin embargo, esto es sólo preliminar, ya que
efectivamente este coeficiente no es significativo bajo ningún estándar.
Dado que los diputados son más numerosos que los senadores es natural que los
resultados se asemejan más a la primera regresión que a la segunda. Ya que no hay mayores
diferencias, sólo nos limitaremos a repetir las principales conclusiones. En primer lugar, no
hay evidencia que apunte a que el género de un parlamentario afecte su voto en el caso del
aborto. En segundo lugar, no hay evidencia que permita sostener que a menor edad mayor
será la probabilidad que apoye el proyecto por la legalización del aborto. En tercer lugar, la
orientación ideológica sólo es relevante si es que comparamos parlamentarios del oficialismo
con parlamentarios del kirchnerismo; en ese caso, el pasar a ser de oposición aumenta las
probabilidades de votar a favor. En cuarto lugar, la variable clave es la geográfica: el ser un
parlamentario que representa a alguna provincia de una región más conservadora,
manteniendo las demás variables constante, aumenta la probabilidad de votar en contra del
aborto. El tener en cuenta el agregado de los legisladores no modifica esas conclusiones, las
cuales son válidas tanto para la Cámara de Diputados como para el Senado.
Tal como vimos en el curso, Pitkin (1985) distingue entre representación sustantiva y
representación descriptiva; mientras que la segunda se refiere a la medida en que los
representantes se asemejan identitariamente a sus representados, la primera denota el hecho
que los representantes activamente busquen los intereses de aquellos representados.
Mansbridge (1999) señala que, si bien no es suficiente, la representación descriptiva es una
precondición de la representación sustantiva; en otras palabras, para que efectivamente los
intereses de las mujeres - en este caso el aborto - se tengan presentes debe existir una masa
crítica de mujeres en el parlamento (Childs & Krook, 2009). Este caso pareciera confirmar el
hecho que es una condición necesaria, pero no suficiente: en el caso de Argentina, no fue
suficiente el ser mujer, manteniendo el resto de las variables constantes, para aumentar las
probabilidades de votar a favor del aborto. Es necesario también que el hacerlo sea
estratégicamente conveniente en términos de reelección para el o la parlamentaria, ya que
esto es lo que, tal como señalan los datos, prima en la política. La variable determinante fue
la región a la que cada parlamentario pertenecía, y dado el diseño institucional de Argentina,
esto significó que el proyecto del aborto fuese rechazado.
Discusión de resultados y proyecciones.
El presente informe no pretende abarcar todos los aspectos del proceso de demanda
del aborto en Argentina, sino intentar explicar la manera en que se gestó, discutió y votó el
proyecto, centrándose en los principales actores y en las teorías tradicionales de la disciplina.
Sin embargo, es posible plantear dos vías de trabajo a futuro. En primer lugar, sería posible
contrastar los hallazgos del presente informe con otros intentos de legalizar el aborto: analizar
si también se produjeron luego de una extensa movilización e inexistencia de actores de veto
formales o si fueron otros los factores importantes; y estudiar cuáles fueron las variables
clave a la hora de la votación en el parlamento, si fue la edad, el género, la tendencia política
o la región que representaban. En segundo lugar, otra posible avenida de profundización sería
estudiar el posible efecto contagio que se ha producido luego de la votación del aborto en
Argentina. Un ejemplo de esto es el hecho que semanas después de la votación se introdujo
en Chile un proyecto para legalizar el aborto hasta las catorce semanas (T13, 2018b). Se verá
en el futuro cercano el éxito o fracaso de dichas iniciativas, pero efectivamente las
probabilidades de un efecto contagio más amplio siguen siendo altas.
Las movilizaciones tanto de la campaña como del movimiento NiUnaMenos no dan signos de
dar marcha atrás en la propuesta por un aborto libre, seguro y gratuito en Argentina y la
opinión pública se ha presentado como un actor clave al momento de insertar en la agenda
pública y política el aborto. Desde el espacio político se identifica una apertura al debate cada
vez más fuerte pero sin que esto signifique un consenso dentro de estos círculos. El futuro del
aborto en Argentina se ve incierto, pero una certeza es la siguiente: luego del entusiasmo y
las movilizaciones, es poco probable que esta sea la última vez que se intente.
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