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¿Qué es el medio ambiente?

El concepto de medio ambiente no está completamente definido ni se ha precisado con


exactitud todo lo que concierne, sin embargo, la expresión “medio ambiente” remite a un conjunto
de elementos del medio natural como la vegetación, la fauna, la tierra, el clima, el agua, y su
interrelación. Jorge Dehays, María Delia Pereiro y Antonio Cabanillas coinciden en señalar que no
resulta sencillo establecer su significado, ya que es un bien indefinido, complejo e integrado por
numerosos factores.[1] La noción de medio ambiente está relacionada con los conceptos de
ecosistema, hábitat, recursos naturales, y ecología, entre otros.[2]

Para Gabriel Quadri, el término “medio ambiente” se refiere a diversos factores y procesos
biológicos, ecológicos, físicos y paisajísticos que, además de tener su propia dinámica natural, se
entrelazan con las conductas del hombre. Estas interacciones pueden ser de tipo económico, político,
social, cultural o con el entorno, y hoy en día son de gran interés para los gobiernos, las empresas,
los individuos, los grupos sociales y para la comunidad internacional.[3]

El interés por el estudio del medio ambiente se originó por la preocupación ante el deterioro
ocasionado por la acción del hombre, que generalmente se expresa en palabras como daño,
contaminación o degradación. Los problemas ambientales son de diversa complejidad y abarcan
situaciones que van desde el efecto nocivo ocasionado por el uso de un determinado plaguicida en
alguna plantación, la deforestación ocasionada por el aprovechamiento de recursos maderables en
alguna comunidad, la contaminación de aguas por desechos industriales, la degradación de suelos
por el depósito de basura o de residuos peligrosos, hasta el calentamiento global del planeta causado
por grandes cantidades de gases invernadero como consecuencia de la actividad industrial. Estos
problemas derivan en una mala calidad de vida del ser humano al disminuir la cantidad y la calidad
de los recursos naturales que hacen posible su supervivencia.

El origen de la expresión “medio ambiente” tiene como antecedente la palabra


inglesa environment que se ha traducido como “los alrededores, modo de vida, o circunstancias en
que vive una persona”. Además, la palabra alemana umwelt, que se traduce como “el espacio vital
natural que rodea a un ser vivo, o simplemente ambiente”; y también, la palabra
francesa environnement, que se traduce como “entorno”.[4]

Según la Real Academia Española, el término ambiente se refiere a las circunstancias que
rodean a las personas o a las cosas, y este significado coincide con una de las acepciones de la
palabra medio, lo que nos llevaría a afirmar que la expresión medio ambiente es redundante.[5] Sin
embargo, se utiliza indistintamente el término ambiente o medio ambiente para referirse al mismo
concepto.[6]

Para la Comunidad Económica Europea (CCE), el medio ambiente es el entorno que rodea al
hombre y genera una calidad de vida, incluyendo no sólo los recursos naturales, sino además, el
aspecto cultural. La Directiva 85/337 de la CEE, dictada el 27 de junio de 1985, menciona que para
medir el impacto ambiental de cualquier proyecto se deberán evaluar los factores siguientes: el
hombre, la fauna y la flora; el suelo, el aire, el clima, y el paisaje; la interacción entre los factores
anteriores; los bienes materiales y el patrimonio cultural.[7]
En la legislación mexicana, “ambiente” es definido como “el conjunto de elementos naturales
y artificiales o inducidos por el hombre que hacen posible la existencia y desarrollo de los seres
humanos y demás organismos vivos que interactúan en un espacio y tiempo determinados”.[8]

Para Theodore Panayotou, el término medio ambiente se refiere tanto a la cantidad como a
la calidad de los recursos naturales, incluyendo el paisaje, el agua, el aire y la atmósfera. Menciona
que el medio ambiente es un determinante de la cantidad, la calidad y la sustentabilidad de las
actividades humanas y de la vida en general. De esta forma, la degradación del ambiente tiene que
ver con su disminución en cantidad y el deterioro de su calidad. [9]

Los problemas ambientales o la degradación del ambiente son comunes en todo el orbe. En
la mayor parte del planeta, especialmente en los países en vías de desarrollo, con frecuencia se habla
de una veloz deforestación, la pérdida de diversidad biológica, la escasez y contaminación del agua,
la excesiva erosión del suelo, la degradación de la tierra, la contaminación del aire, y el
congestionamiento urbano, entre otros.

Los problemas de agua tienen que ver con la escasez y el deterioro de su calidad, a causa de
la infiltración y contaminación de ríos y subsuelos. Los problemas de la tierra son la insuficiencia de
áreas para cultivo, así como la erosión del suelo o la filtración de pesticidas. Los problemas de los
bosques incluyen la pérdida del área boscosa, la reducción de su productividad o la pérdida de
diversidad. Es decir, los problemas ambientales tienen una dimensión de cantidad y una dimensión
de calidad. Cuando los problemas de la calidad se tornan graves, se convierten en problemas de
cantidad. Por ejemplo, el agua puede ser inservible a causa de una intensa contaminación; la erosión
severa puede ocasionar que la tierra no sea apta para el cultivo.[10]

Para ubicar al medio ambiente en la historia de las ciencias, es conveniente remitirse a la


ecología. La palabra “ecología” fue creada en 1855 por el biólogo alemán Ernest Haeckel, para
designar la “ciencia de la economía, de los hábitos y de las relaciones mutuas de los
organismos”.[11] Sin embargo, fue hasta la década de 1930 cuando la disciplina se desarrolló y
consolidó por estudios de especialistas anglosajones y franceses.[12]

El término “ecología” proviene de los vocablos griegos oikos, “casa” y logos, “estudio o
tratado”. De esta forma, hoy en día entendemos la ecología como el estudio de los organismos vivos
en su casa, en el medio ambiente en el que habitan y en el que desempeñan todas sus funciones
vitales. El medio ambiente está integrado por un conjunto de factores físicos que determinan las
características del entorno como la temperatura, la salinidad, la humedad. Además, cualquier ser vivo
está en contacto con otros seres vivos, sean de su misma especie o de distintas. Así, la ecología
estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su medio ambiente.[13]

No obstante, es pertinente apuntar, como lo señala Dehays, que el estudio del medio
ambiente no sólo es biofísico, sino que comprende diferentes marcos disciplinarios, ya que los
aspectos sociales, culturales, políticos y económicos de la interacción humana tienen efectos sobre
el patrimonio natural.[14] Existe una gran variedad de enfoques y métodos analíticos para estudiar
las complejas relaciones entre el hombre y la naturaleza, o entre la economía y la ecología, como la
economía ambiental, la administración y gestión del medio ambiente y de los recursos naturales, el
ecodesarrollo, la economía ecológica, el desarrollo sustentable, etc. Por estas razones –de acuerdo
con Américo Saldívar- para comprender mejor la problemática ambiental como efecto de la actividad
humana, lo importante es no partir de la perspectiva de las ciencias naturales, sino de las ciencias
sociales.[15]

La ampliación de la cobertura y percepción de la temática ambiental ocurre a partir de la


celebración de la Conferencia de Estocolmo en 1972, ya que por primera vez en un foro internacional
se conjuntan los aspectos social y económico como ámbitos trascendentales para la conservación del
ambiente y de los recursos naturales.[16]

En esta Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente nace el llamado
ecodesarrollo o desarrollo sin destrucción, el cual se orientó a poner de manifiesto las consecuencias
nocivas que el desarrollo tecnológico e industrial tiene sobre los ecosistemas. Pretendió armonizar
los objetivos sociales y económicos del desarrollo con un manejo adecuado de los recursos naturales
y del medio ambiente. Al respecto, es pertinente mencionar que la Comisión Mundial de Desarrollo
y Medio Ambiente menciona que “desarrollo sustentable es aquel que satisface las necesidades del
presente sin comprometer las posibilidades de las futuras generaciones de satisfacer sus propias
necesidades”. (cita: World Comision on Environment and Development, Our Common Future,
Oxford University Press, Oxford, 1987, p. 43)

Las principales líneas de investigación o preocupaciones científicas relacionadas con el medio


ambiente están asociadas a la conservación y al manejo responsable de los recursos: desarrollo
sustentable, política y medio ambiente, pobreza y medio ambiente, patrones de consumo y medio
ambiente, ética y educación ambiental, salud y medio ambiente, cultura y medio ambiente, población
y medio ambiente, entre otras; y, es de señalarse, que su estudio es analizado desde diferentes
aspectos como el social, económico, político, cultural, y ético.

[1]
Véase Jorge Dehays, “Medio ambiente”, Laura Baca y Judith Bosker, Léxico de la política, Fondo de
Cultura Económica, México, 2000, pp-407-411; María Delia Pereiro, Daño ambiental en el medio
ambiente urbano. Un nuevo fenómeno económico en el siglo XXI, Fondo Editorial de Derecho y
Economía, Argentina, 2001, pp. 1-5; Antonio Cabanillas, La reparación de los daños al medio
ambiente, Editorial Aranzadi, 1996, España, pp. 19-20.
[2]
Jorge Dehays, “Medio …..”, Op. Cit. p. 407.
[3]
Gabriel Quadri, Políticas Públicas. Sustentabilidad y medio ambiente, en prensa, Miguel Ángel
Porrúa, México, 2006, p.22
[4]
El vocablo francés environnement deriba del inglés environment. Véase Enciclopedia Jurídica
Básica, Vol. III, Editorial Civitas, España, 1995, p. 4240.
[5]
Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, Espasa Calpe, España, 2002.
[6]
Jorge Bustamante, Derecho ambiental. Fundamentación y normativas. Habedlo-Perrot, Argentina,
1995, pp. 21-43.
[7]
María Delia Pereiro, Daño …., Op. Cit. pp. 2-3.
[8]
Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, artículo 3.
[9]
Theodore Panayotou, Ecología, medio ambiente y desarrollo. Debate, crecimiento versus
conservación, Gernika, México, 1994, pp. 23-31.
[10]
Ibidem
[11]
Jean Marc Drouin, “La ecología: genealogía de una disciplina”, Jacques Thies y Bernard Kalaora
(compiladores), La tierra ultrajada: los expertos son formales, Fondo de Cultura Económica, México,
1996, pp. 39-47.
[12]
Edgar Morin, “Por un pensamiento ecologizado”, Jaques Thies y Bernard Kalaora ....Op. Cit., pp.
48-57.
[13]
Jorge Meave, Julia Carabias, Ecología y medio ambiente, Pearson, México, 2005, pp. 2-3.
[14]
Jorge Dehays, “Medio …..”, Op. Cit.
[15]
Américo Saldívar, “Recursos naturales: ¿crecimiento o desarrollo sustentable”, María Luisa
Quintero (coordinadora), Recursos naturales y desarrollo sustentable: reflexiones en torno a su
problemática, Miguel Ángel Porrúa, México, 2004, pp. 21-23.
[16]
La Declaración de Estocolmo de 1972 constituye la primera legislación para cuestiones
internacionales relativas al medio ambiente. Véase la Declaración de la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Medio Ambiente Humano. Estocolmo, 5 al 16 de junio de 1972
en www.prodiversitas.bioetica.org/doc89.htm (consulta:15/junio/2006)

[Citar como] Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, "Definición", en Medio


ambiente [Actualización: 28 de agosto de 2006], en www.diputados.gob.mx/cesop/
¿Cómo protege el Derecho al medio ambiente?

La naturaleza jurídica del derecho ambiental no obedece a un sistema autónomo cerrado toda vez
que ésta rama del derecho se ha ido insertando en la sociedad a través de las grandes
transformaciones que de ella han surgido a lo largo del tiempo; de ahí que sus principios específicos,
técnicas y objetivos y su propia naturaleza jurídica; se basan en el derecho internacional general y las
grandes diferencias que entre estados se han suscitado, por a la complejidad de fenómenos que
alrededor del tema ambiental suceden; según el pensamiento de Macías Gómez en su obra
introducción al derecho ambiental, quien lo considera una "rama autónoma del ordenamiento
jurídico". A juicio de interpretación de su posición, ha de decirse que es acertada además de valiosa
en el contexto de su afirmación, pues la diversidad normativa existente que se ha generado en los
últimas cuatro décadas alrededor de la protección y conservación del medio ambiente, deja claro que
el derecho ambiental esta mundialmente positivizado en el ordenamiento jurídico; pero también ha
decirse que el derecho ambiental es por su innegable y estrecha relación con otras ramas del
derecho, heterónomo; en la medida que se debe al derecho internacional general; no obstante, su
progreso legislativo y jurisprudencial ha tomado una posición muy respetada en el mundo jurídico a
nivel global dejando claro incluso, que tiene su propio objeto de estudio y sus propios principios

Bajo los cuales se rige para su aplicación; hoy se han convertido en una prerrogativa de los estados
del mundo por su estrecha relación con el tipo de estado y de democracia, como un fin esencial.

En suma, pudiera decirse que la naturaleza jurídica del derecho ambiental es de derecho
internacional general, que además de compleja, es autónoma en la medida que se rige bajo sus
propios principios, pero también es heterónoma en la medida que se nutre de otras ramas del
ordenamiento jurídico para su materialización.

En el fondo, el espíritu del estado federal consiente en atribuir al gobierno central la competencia
exclusiva para los asuntos que afectan los intereses generales del país, y a los gobiernos de los estados
la atención de las relaciones privadas de los habitantes.

El federalismo excluye en principio, la posibilidad de que las facultades locales y federales confluyan
sobre una misma materia; por la otra, federaliza sólo aquellas funciones necesarias para la existencia
misma del sistema federal, es decir, aquellas que de dejarse en manos de los estados pondrían en
serio peligro la viabilidad del modelo.

En la federación los estados miembros ceden soberanía exterior y ciertas facultades interiores a favor
del gobierno central, pero conservan para su administración propia las facultades no otorgadas al
nivel nacional.

La regla básica para el reparto de facultades entre estados y federación se establece en el artículo
124 de la constitución, pero esta regla acepta excepción en el caso previsto por la fracción xxx del
artículo 73 constitucional por la cual el congreso federal tiene facultad para "expedir todas las leyes
que sean necesarias, a objeto de hacer efectivas las facultades anteriores, y todas las otras
concedidas a los poderes de la unión".

La constitución política de los estados unidos mexicanos establece al lado de las explícitas, las
llamadas facultades implícitas que son aquellas que el poder legislativo federal puede concederse a
sí mismo o a cualquiera de los otros poderes federales como medio necesario para ejercer alguna de
las facultades explícitas.

Las facultades concurrentes son aquellas que pueden ejercer los estados mientras no las ejerce la
federación, titular constitucional de las mismas.

La materia ambiental no está expresamente referida en la constitución como reservada a la


federación. Sin embargo, diferentes aspectos que la conforman si han sido reservados a la jurisdicción
federal y, por tanto, los estados se encuentran impedidos para legislar sobre el particular.

Existen facultades para legislar en materia ambiental que recaen exclusivamente en el congreso
federal, esto significa que los estados no pueden legislar sobre esas materias, pero no los impide,
cuando para ello la propia federación le autoriza en ley, a aplicar dicha legislación federal. En
consecuencia, debe hacerse una clara distinción entre lo que son las facultades para legislar y las
atribuciones en materia de ejercicio administrativo.

Las materias y facultades exclusivas de la federación

En la constitución política de los estados unidos mexicanos la fracción xxix-g del artículo 73
constitucional se encarga de establecer la distribución de competencias en materia ambiental, lo que
debe entenderse como una norma programática que vincula al congreso federal para que al ejercer
su facultad exclusiva de legislar en la materia propicie la colaboración administrativa entre los tres
órdenes de gobierno; es necesario fundamentar adecuadamente en términos de la propia
constitución política esa facultad exclusiva.

Facultades coincidentes y concurrentes

Excepcionalmente, la constitución prevé una alteración de la distribución competencial genérica


descrita, al establecer, en determinadas materias, una concurrencia entre las autoridades federales
y las estatales -lo que se ha llamado por Zagrebelsky "paralelismo de las competencias" son las
llamadas facultades coincidentes o concurrentes, que se ejercen simultáneamente por la federación
y por los estados, ya sea:

A) que exista simultaneidad reguladora absoluta -esto es, que coexistan a la vez y de forma indistinta
leyes federales y locales en una misma materia-, como es el caso del artículo 117 in fine que dispone
que: "el congreso de la unión y las legislaturas de los estados dictarán, desde luego, leyes
encaminadas a combatir el alcoholismo “.

B) que tal simultaneidad sea sólo parcial, en tanto la constitución asigne algunos aspectos de una
materia a la federación y otros a las entidades federativas. Este es el caso de la salud, en la que la
federación puede legislar sobre "salubridad general" (artículo 73, fracción xvi) y los estados sobre
"salubridad local" y de las vías de comunicación (artículo 73, fracción xvii), en el que la federación
legisla sobre vías generales de comunicación y las entidades federativas sobre vías locales.

C) que sea la federación, a través del congreso de la unión, la que regule una materia y las entidades
federativas, y los municipios se ajusten a lo dispuesto por la legislación federal. Tal legislación puede
prever, entre otras, las siguientes dos posibilidades:
Que la normación de la materia quede a cargo por completo del congreso de la unión, y que las
autoridades locales se encarguen solamente de su ejecución, y

Que las autoridades locales puedan contribuir a la regulación mediante facultades de creación
normativa, sin perjuicio de sus facultades de ejecución.

En la constitución mexicana se pueden citar como ejemplos de este tipo los casos de seguridad
pública (artículo 73, fracción xxiii), educación (artículo 73, fracción xxv), asentamientos urbanos
(artículo 73, fracción xxix, inciso c), protección al ambiente (artículo 73, fracción xxix, inciso g) y en
materia de culto religioso (artículo 130, último párrafo).

La participación social en la gestión ambiental dada las características que revisten a la Ley general
del equilibrio ecológico y la protección al ambiente y de la corresponsabilidad que establecen entre los
tres niveles de gobierno y de estos con la sociedad conforme a sus artículos 4 y 157, entre otros la
gestión ambiental se trata realmente de una función compartida entre el estado y la sociedad civil
mundialmente se encuentra plenamente aceptada la participación social en la gestión ambiental para
corroborarlo basta remitirse al principio 10 de la Declaración de Río de 1992:

“El mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos los
ciudadanos interesados, en el nivel que corresponda. En el plano nacional, toda persona deberá tener
acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente de que dispongan las autoridades
públicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades que encierran peligro en sus
comunidades, así como la oportunidad de participar en los procesos de adopción de decisiones. Los
Estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización y la participación de la población poniendo la
información a disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los procedimientos
judiciales y administrativos, entre éstos el resarcimiento de daños y los recursos pertinentes.”

la cual además pone especial énfasis en la participación de la mujer y los jóvenes.

En nuestro país la participación social en la gestión ambiental encuentra sustento constitucional en


los artículos 40 y 41 de la CPEUM.
La participación social en la gestión ambiental se encuentra regulada en la LEGEEPA por ello en su
artículo 157 establece que el gobierno federal promoverá la participación responsable de la sociedad
en:

- La planeación
- Ejecución
- Evaluación
- Vigilancia de la política ambiental y recursos naturales

Para alcanzar tal fin la propia ley de la materia en su artículo 158 y 159 establece, las acciones que
debe llevar a cabo la autoridad competente.

La política ambiental es el conjunto de los esfuerzos políticos para conservar las bases naturales de
la vida humana y conseguir un desarrollo sustentable. Desde los años 70, con la conciencia ambiental
creciente, se ha convertido en un sector político autónomo cada vez más importante tanto a nivel
regional y nacional como internacional. En los gobiernos de muchos países hay un ministerio
encargado de temas ambientales y se han creado partidos verdes.

La política ambiental puede ser formulada a través de tres vías, y precisamente de la forma en que
está formulada dicha política ambiental se deriva el alcance de esta. La formulación de la política
ambiental procede de alguna de las siguientes vías:

La vía legislativa

Esta primera vía, es aquella que se formula mediante el sistema jurídico previsto para la elaboración
de leyes, a través del proceso legislativo. Además, es el instrumento jurídico que concentra las
principales políticas ambientales, las normas que se emiten mediante esta vía son jerárquicamente
superiores a cualesquiera otra, además, es obligatoria para el estado y para la sociedad.

La vía administrativa

La vía puramente administrativa de la política ambiental procede de la legislación federal. Es


elaborada por las autoridades facultadas por dicha legislación para llevar a cabo la gestión ambiental
y obliga sólo a la administración pública conforme a los lineamientos que la rigen, siempre bajo el
marco jurídico mexicano y los instrumentos vigentes. Esta vía, se refiere a las facultades de las
autoridades administrativas en cuanto al ejercicio de sus atribuciones. De esta forma, la dependencia
que está facultada por la legislación federal para formular y aplicar las políticas ambientales es la
SEMARNAT, su fundamento lo encontramos en el artículo 32-bis fracción ii de la ley orgánica de la
administración pública federal. Asimismo, con relación al artículo anterior, la LEGEEPA en su artículo
5 otorga dichas facultades a la federación a través de la SEMARNAT.

La vía de la planeación

Esta vía obliga en la medida en que rigen los planes gubernamentales. Se denomina como “inductiva”,
ya que puede conducir, alentar o persuadir a los particulares e inclusive a la administración pública,
asimismo, también puede ser vinculante para el estado y para la sociedad. Las bases jurídicas para la
planeación en México se encuentran en la constitución en los artículos 25 y 26. Los cuales se
reglamentan en la ley de planeación (diario oficial de la federación 51-1983). La misma ley de
planeación establece las bases de un sistema nacional de planeación democrática (artículos 4° y del
12 al 20), sin embargo, indudablemente el instrumento fundamental de la planeación es el plan
nacional de desarrollo, a lo cual se “subordinan los programas sectoriales, institucionales, regionales
y especiales que se formulen art. 26).

En México, en términos de la ley, tanto la autoridad como la sociedad cuentan con un amplio
conjunto de instrumentos de política ambiental. Cada uno de estos instrumentos tiene capacidades
propias para afrontar los problemas y perseguir los objetivos ambientales de la sociedad. Su potencial
va a depender de su generalidad o aplicación individual, del número de actores en los procesos que
deben ser objeto de regulación, del tipo de productos y de actividades involucradas, de la naturaleza
biofísica de los sistemas ambientales de que se trate, de las posibilidades técnicas reales de aplicación
y fiscalización, del costo de administración y cumplimiento, y de condiciones socioeconómicas y
regionales que rigen en cada caso.
Cada instrumento tiene un ámbito particular de aplicación, y diferentes condiciones de alcance,
eficacia, y costo/efectividad. No todo instrumento puede generalizarse para afrontar cualquier tipo
de problema o para acceder a cualquier tipo de objetivos. Algunos instrumentos pueden ser
aplicables a procesos atomizados o a conductas generalizadas, esto es, su cobertura es de amplio
espectro. Otros instrumentos tienen mayor especificidad y sólo pueden imponerse a conductas o a
proyectos claramente determinados en el tiempo y el espacio.

Por ello en México, conforme se ha ganado consenso y experiencia y se ha fortalecido la gestión


ambiental, se han incorporado y desarrollado nuevos instrumentos que son aplicables a todo el
universo de actores y de actividades, y que pueden generar resultados ambientales mucho más
eficaces en una amplia gama de circunstancias. Así, en este caso, mientras se consolida y amplía el
instrumental de política ecológica se establecen nuevos balances y horizontes reales de aplicación
entre tales instrumentos.

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