Anda di halaman 1dari 55

EL CAMPO INTERPERSONAL Y LA LIBERTAD RELACIONAL

Libro: "Relational Freedom. Emergent properties of the interpersonal field".


Donnel B.Stern. New York and London: Routledge (2015)

Autor : Drysun, Jeneatte

Indice de la reseña.

Capítulo 1: Introducción

 Lo emergente en tercera persona


 ¿Está "lo profundo" exclusivamente asociado con el mundo interno?
 El sentido de la sensación de emergencia y la fenomenología de lo
profundo: profundidad como un concepto de campo
 En el sótano: una ilustración clínica
 Lo emergente=lo inconsciente
 Lo emergente en el trabajo de autores interpersonales y relacionales
 Recorrer el trayecto: los riesgos que surgen del compromiso con la teoría
 Volviendo a lo emergente

Capitulo 2: El campo interpersonal. Su lugar en el psicoanálisis americano

Capitulo 3: Teoría del campo en psicoanalisis

· Parte 1. Comparando M. y W.Baranger con Harry Sulllivan

 La teoría de campo de H. Sullivan


 La teoría del campo de M y W Baranger
 Ambigüedad esencial
 La fantasía inconsciente
 La cuestión de la conducta del analista
 Enactments y baluartes
 Afecto
 Conclusiones

Capitulo 4: La teoría del campo en psicoanalisis. Comparando la teoría del


campo bioniano y el psicoanalisis contemporaneo relacional interpersonal

· Similitudes

 Abstracción y contenido clínico cercano a la experiencia, co-creación y


colaboración:
 El rol del afecto:
 Experiencias no formuladas /experiencias no mentalizadas/ simbolización.
 Simbolización y los procesos de campo; transformación; acción terapéutica
como crecimiento de la mente o del self:
o Diferencias
 Mundo interno, mundo externo y la relación analítica
 ¿Co-creacion?
 Seleccionar interpretaciones: ¿la falacia de la comprension?
 Diferencias culturales

· Conclusión: ¿Debemos concluir que los BFT dan menor importancia que los
IRP al entrelazado inconsciente entre analista y paciente?

Capítulo 5: Libertad relacional y acción terapéutica

 La libertad de experienciar
 El campo interpersonal
 Libertad relacional
 Ilustración clínica
 Restricción, relajación y libertad relacional

Capitulo 6: Dar testimonio a lo largo del tiempo. Tener libre acceso al


presente desde el pasado y del pasado al presente.

 Trauma y dar testimonio


 Desrealización retrospectiva

Capitulo 7: Fantasía inconsciente y relacionamiento inconsciente.


Comparando abordajes contemporáneos freudianos e
interpersonales/relacionales en la práctica clínica

Capitulo 8: Teorías implícitas de la técnica y el valor que las inspira

 Cuestiones filosóficas
 Teorías de la técnica múltiples e implícitas
 Teorías implícitas y racionalidad técnica
 La aparición de nuevas teorías explícitas de la técnica
 Valores y evaluación de la teoría de la técnica

Capitulo 9: La psicoterapia es un proceso emergente. Hermenéuticas e


investigación cuantitativa en psicoterapia.

Capitulo 10: El paciente difícil de comprometer. Un fracaso terapéutico

Capítulo 11: La curiosidad. Confrontando ideas divergentes en un instituto


psicoanalítico ideal

 Modelo exponencial
 El modelo revolucionario
 ¿Qué podemos hacer con estos dos modelos?

El libro que reseño resulta un importante aporte al pensamiento psicoanalítico


actual y sus cambios. Estos cambios afectan fundamentalmente la teoría de la
técnica como no unívoca, a su vez que las cuestiones inherentes a las formas
diversas de orientar las acciones terapéuticas. Stern se nos presenta como un
optimista frente a la falta de unidad en el campo teórico del psicoanálisis,
interpretando lo que para otros resulta en caos como un elemento vigoroso de su
crecimiento y expansión, no obstante lo cual no se acompañe este vigor de una
solución para la incertidumbre y mayor comodidad. Describe con minuciosidad y
precisión controversias y similitudes entre pensamientos teóricos diferentes en
cuanto a ideas de escuelas de pensamiento, al tiempo que las contextualiza en
relación a sus creencias culturales, forma de pensar en todo sintónica con sus
ideas teóricas. Nos alienta a estimular los interrogantes en la escena clínica con el
paciente y en la reflexión entre colegas, tan importante como las afirmaciones
sobre lo que sucede en el psiquismo del paciente, intentando tomar distancia del
paradigma de un psicoanálisis objetivista, en el cual él ya no cree. La extensa y
relevante bibliografía presentada, citada y alguna de ella trabajada y discutida es
un mérito del libro que acompaña la forma particular que tiene el autor de describir
su clínica, su posición teórica, sus conceptos originales, su forma de debatir ideas
en el campo humanístico donde ubica el psicoanálisis. La reseña preserva la
secuencia de capítulos y títulos del libro tal cual Stern lo propone en tanto
considera que representa su original concatenación de ideas, cuya suma es más
que sus partes. En esta secuencia el autor definirá la noción de campo
interpersonal y sus propiedades emergentes en un amplio capítulo inicial que
podrá ir comprendiéndose mejor al completarse la lectura de la reseña. Se
extenderá considerablemente en el aporte de Sullivan al psicoanálisis
norteramericano comparando su concepto de la teoría del campo con el de los
autores norteamericanos asi como con las conceptualizaciones de Made y Willy
Baranger y de Antonino Ferro describiendo minuciosamente coincidencias y
desencuentros . Resalto estos dos capitulos en tanto describen la esencia del
concepto, sus diferencias entre los autores y su valor como instrumento teórico en
el recorrido de un proceso terapéutico y la posición del analista frente a las
acciones terapéuticas. Ya en el capitulo 5, su concepto de libertad relacional en
relación a la acción terapéutica y al clima a lograr dentro del campo intersubjetivo
no solo se enhebra perfectamente a la secuencia del libro sino también aporta
comprensión a cómo piensa lo inconsciente y los objetivos del psicoanalisis
actualizando lo que jerarquiza hoy como meta a lograr con sus pacientes.Cabe
señalar que concibe la libertad como un estado intersubjetivo inestable que se
gana y se pierde constantemente. La noción del tiempo cronológico, tiempo
congelado y tiempo en circulación bidireccional pasado/presente -presente/pasado
se correlacionan ampliamente con el concepto de "dar testimonio" que nos lo
presenta a través de viñetas clínicas muy conmovedoras en relación a situaciones
traumáticas y en relación a los alcances y limites del psicoanálisis. Ya en este
punto del libro se entienden mejor las diferencias entre los autores de filiaciones
bionianas y los relacionalistas respecto del rol de la fantasia y de la conducta del
analista durante el proceso, mostrandonos en cuanto se alinean y en que divergen
: la implicancia más simétrica en el campo intersubjetivo. Los últimos 4 capítulos
forman un conjunto articulado que reposiciona la mirada sobre las teorías
explícitas e implícitas que funcionan creando pensamiento clínico en el analista,
desplazando el valor de la mera aplicación de una técnica que se corresponda con
la teoria para jerarquizar la artesania del saber hacer del analista en su escena
clinica con el paciente . Cobra significación el contexto social y sus valores y Stern
plantea que en la actualidad la interdependencia y la mutualidad en las
interacciones entre los sujetos son dominantes respecto de lo que antes eran las
relaciones con la autoridad y esto ha afectado al psicoanálisis y sus teorías. En
este sentido el caso clinico presentado en el capitulo 10 ilustra al respecto y pone
el acento en un concepto interesante, la curiosidad, como vector de motivación
necesario en los participantes de la escena clínica para que las fuerzas
terapéuticas sean sincrónicas hacia un auténtico compromiso. El libro finaliza con
un relevante capítulo sobre la formación analítica y la pluralidad teórica
acentuando la diferencia entre una convivencia pacífica del pluralismo y una real y
auténtica atmósfera necesaria en un Instituto de psicoanálisis que forme analista
hacia una disposición abierta para la curiosidad por lo diferente. La pluralidad
teórica que marca el vigor actual de esta disciplina no radica en la acumulación de
líneas teóricas diferentes sino en la disposición a enfrentar la diversidad de
caminos que se abren y su incertidumbre .

CAPÍTULO 1: INTRODUCCIÓN

Stern recuerda que desde los años 70 en que se inicia en lo asístencial, los
procesos clínicos se desarrollaban entre él, como analista y su paciente, que su
experiencia y la del paciente no eran solo la propia entre ellos sino un algo mayor
que la mera suma de sus partes. Refiere que hasta hoy día su recorrido de estudio
e interés se delinea sobre el campo interpersonal. Se cita a sí mismo
(1997, Experiencia no formulada: De la disociación a la Imaginación en
Psicoanálisis) donde dice que una concepción completa interpersonal del
tratamiento es una teoría del campo, que la relación psicoanalítica, como cualquier
relación, se desarrolla en un campo que es definido ininterrumpidamente por sus
participantes. No solo participa la dinámica intrapsíquica del paciente volcada a la
relación, sino que la propia relación determina sus experiencias entre ambos. El
campo es una creación única, no simplemente una combinación aditiva de
individualidades dinámicas. Es en última instancia el campo el que determinará
qué experiencias pueden tener los integrantes del proceso de co-creación de ese
campo en la presencia de cada uno de ellos con el otro. Es este el que
determinará lo que se disocia y lo que se articula, cuándo la imaginación será
posible y cuándo los participantes serán suspendidos en descripciones
estereotipadas de sus experiencias mutuas.

El campo es el único contexto relevante.

Es en este sentido que Stern acuña el término Libertad relacional para referirse a
un estado de la relación terapéutica que sostiene en ambos participantes, una
actitud libre para asumir lo que emerja en el campo interpersonal que se
constituye. Este estado es un trabajo al cual se llega, con propiedades emergentes
que se presentan cuando se pierden las restricciones propias de las defensas
inconscientes, tanto de parte del analista como del paciente.

Lo emergente en tercera persona

Una característica del campo es su propiedad emergente. Lo emergente no puede


ser predecido ni controlado y tanto es una fuente de información como le da forma
al proceso clínico, sea que lo aceptemos o lo rechacemos. Podemos encontrar
conexiones conceptuales en psicoanálisis entre lo inconsciente y lo emergente,
siendo que este último no está muy teorizado ni resulta muy precisa su definición
su definición. Frecuentemente entendemos la experiencia como un fenómeno que
emerge separado de nosotros. En primera instancia, se lo piensa en tercera
persona, "algo emerge", de tal forma que la cualidad de emergencia existiría
separada de nuestra subjetividad. Es en este sentido que se jerarquiza la
experiencia como un espacio de interacción entre ambos, un "entre" con
propiedad de sistema autoorganizante. Lo emergente en este marco de referencia,
no es parte de nuestra sensación de "haber sentido" las cosas, sino la
característica del proceso clínico en si mismo y a su vez un objeto de observación.
Las más de las veces los psicoanalistas usan la palabra en el sentido de la tercera
persona. Nosotros la usamos para describir aspectos del tratamiento y
características de la mente. Para favorecer la comprensión de este concepto
referido por Stern, como autora de la reseña les propongo pensar en el siguiente
ejemplo que podria permitirle a los lectores trasladar a su rutina clínica pensar los
acontecimientos de lo emergente: supongamos una situación en una sesión x, en
el marco de una terapia, el paciente critica al terapeuta; el terapeuta internamente
siente que reacciona, con miedo y queda paralizado, como sin saber al principio
por dónde tomar esta situación. De la historia del paciente y de la historia de sus
relaciones familiares en particular, ya había datos en la presente terapia, que él
estaba acostumbrado a reacciones agresivas de parte del otro, lo que daba lugar a
un incremento de su propia agresividad, que generaban un círculo "más o menos
violento " que desembocaba en desconcierto y dificultaba una respuesta
coherente. Debemos entender que el proceso durante la sesión lleva a ambos
participantes a discriminar que el paciente no está asustado ni enojado, sino que
su sentimiento predominante es de desconcierto y esto lo lleva a balbucear, dando
cuenta que más allá de su intención de producir una comunicación, no la puede
lograr. Por el otro lado, el terapeuta se recompone del susto inicial para reconocer
en si mismo que él también está desconcertado. En este sentido, lo que emergió
como situación nueva, es un sentimiento de desconcierto, que no estaba ni en el
estado reivindicativo/ agresivo del paciente ni en el de miedo del terapeuta; el
desconcierto pasa a ser el estado de los participantes en ese campo de
interacción, ante el cual los participantes responderán, a continuación, con
modalidades que están en su repertorio pero que no se hallaban presentes al
comienzo de la interacción.

¿Está "lo profundo" exclusivamente asociado con el mundo interno?

Stern revisa algunos conceptos poco teorizados: ¿Cómo lo emergente, la idea de


lo profundo, son cercanos a los procesos inconscientes? Cita a Wachtel quien
concluye que el psicoanálisis pierde de vista el hecho de que la idea de
profundidad es una metáfora y no una característica natural del mundo. En ese
sentido, no es tan cierto que cuanto más cercano al comienzo se esté más
profundo se llega. La primera objeción de Wachtel a esta ecuación es la de una
aceptación acrítica del punto de vista de que los acontecimientos más tempranos
en la historia de una persona son los que más la influencian en su vida profunda ,
dejerarquizandose la influencia potencial que pudieran tener aquellos
acontecimientos que sucedieron luego. A esta objeción se suma un planteo de
Stern que objeta que lo profundo se relacione exclusivamente con lo interno,
dando por sentado que lo externo no sería profundo y por lo tanto tan importante o
más en la creación de experiencias y vida. La interacción social, escribe W., entra
en la ecuación psicológica por el lado de la sensación, es decir, por la "superficie"
más que por la "profundidad". Desde un punto de vista ventajoso de la metáfora
de la profundidad, las influencias sociales son tomadas por ende como
superficiales. Greenberg y Mitchell también cuestionan estas descripciones por las
cuales desde los modelos de pulsiones y estructuración del psiquismo, la realidad
social constituye una cubierta, una apariencia superficial sobre lo profundo.

Aqui Stern desarrolla una vasta bibliografía desde donde discute la antinomia
entre superficial y profundo que para las teorías de modelos pulsionales terminan
formando fronteras inconciliables que dejan afuera las relaciones de lo personal o
social por su superficialidad. Aclara que no se está negando la profundidad de lo
interno, sino que se está tratando de argumentar que la profundidad no está
exclusivamente asociada con lo interno. Las influencias sociales también pueden
ser inconscientes y pueden tener propiedad emergente.

El sentido de la sensación de emergencia y la fenomenología de lo profundo:


profundidad como un concepto de campo

Stern cita la concepción de Foehl sobre profundidad para conceptualizar la


sensación de emergencia. Este autor reemplaza el sentido vertical de lo interno de
la metáfora de la profundidad, por el de la relación figura-fondo, forma-campo, self-
mundo, sujeto-otro. Es la relación entre nuestra experiencia explícita del primer
plano (figura, self, sujeto) y nuestra menor sensación del fondo (fondo, mundo,
otro) la que nos provee de la vivencia de profundidad. La vaga percepción de la
presencia de un fondo - el estar "alli ", aunque su significado no se comprenda o
sea explícito en ese momento- provee de una dimensión a la captura de nuestra
experiencia. La experiencia de profundidad es una impresión que se crea al
percibir en la conciencia cómo va cobrando cuerpo el contexto del proceso. Es un
estado de "estar siendo" que Gadamer define como lo infinito de lo no dicho aún.
De esta manera la experiencia gana en resonancia afectiva y plenitud de
sensación. De otra manera sería aplanada, sea por la regularidad unívoca de "
esto es como es " o por una indiferenciada vaguedad de lo no específico que
adopta lo experimentado.

Debemos imaginar lo "aplanado" como una pintura sin perspectiva, que no permite
movimiento, en la que todos sus elementos existen en un mismo plano. La
perspectiva permite al ojo moverse libremente desde la superficie a otros planos
del fondo y descubrir relaciones espaciales entre elementos que existen en
diferentes planos de lo profundo. Lo profundo es la conciencia de posibilidad: de
que las relaciones que aún no hemos imaginado puedan emerger. Es un atributo
de posibilidad de que algo pueda existir aun sin percibirlo aún. Y como sensación
de posibilidad se relaciona con lo que Foehl plantea como resonancia afectiva y
plenitud. Esta sensación de emergencia tiene la propiedad de profundidad y es su
manifestación.

Durante todo el texto, Stern no dejará de referirse al concepto


de enactment. Enactment (E) es una parte del proceso clínico que también se
puede explicar como emergente en tercera persona. Surge de una fuente
inconsciente y no es volitivo; es una experiencia típicamente rígida y restringida. El
E se siente como que es justamente lo que es. Se siente muchas veces como que
el E es la falta del otro, como si uno fuera provocado hacia un estado afectivo
incómodo que podría haber evitado si no hubiera sido por la conducta
problemática del otro, o como si uno estuviera reaccionando al otro de una manera
por cierto poco razonable.

De esta forma el E define un estado del proceso clínico que en palabras de Foehl
es un "aplanamiento hacia una regularidad unívoca". ¿Puede alguna experiencia
ser la mejor ilustración de lo que quiere decir "esto es como lo veo"? El E se define
precisamente por esa actitud no crítica, de sentir que lo que está sucediendo en la
relación clínica significa lo que pienso que significa y nada más. Profundidad y
ambigüedad colapsan. Los Baranger refieren que todo evento en un campo
analítico debe experimentarse dentro de la categoría del como si. Es crucial que
en el campo cada situación pueda ser al mismo tiempo alguna otra cosa. Si la
ambigüedad esencial se pierde, el análisis también desaparece.

El E se resuelve si aparece una nueva percepción que lanza la relación a otra


dimensión de profundidad en la conexión interpersonal. Durante un E el frente y el
fondo, lo consciente y lo inconsciente de la experiencia se diluyen o se fusionan;
hay aplanamiento, no hay profundidad. La posibilidad de nuevo conocimiento se
clausuró, las cosas son lo que son y nada más. Cuando se resuelve, el frente se
desencaja del fondo y otra vez empieza a existir en relación entre estos; la
posibilidad de que las cosas puedan ser otra cosa o ademas otra cosa, retorna y la
pintura se profundiza.

Stern presenta "En el Sótano", una viñeta clínica que ilustra la clase de interacción
de una relación en la cual el analista se siente bien con su participación y se
produce lo que el llama "desenvolvimiento productivo continuo". Describe
minuciosamente cómo ha sido el campo de interacción tejido entre ambos, lo que
ha permitido en ese tratamiento que sucediera lo que sucedió, pero no solo desde
la intención del paciente por su asociar libremente, sino también incluyendo la
trama implicada del analista. La capacidad del analista de pensar, saber,
comprender está enraizada en el campo como lo está la libertad del paciente.

En el sótano: una ilustración clínica

Stern nos presenta una viñeta clínica, que ilustra una clase de interacción en la
cual el analista se siente bien con su participación y se produce lo que él llama
"desenvolvimiento productivo continuo". Describe minuciosamente cómo ha sido el
campo de interacción tejido entre ambos, lo que ha permitido en ese tratamiento
que sucediera lo que sucedió, pero no solo desde la intención del paciente por su
asociar libremente, sino también incluyendo la trama implicada del analista. La
capacidad del analista de pensar, saber, comprender está enraizada al campo
como lo está la libertad del paciente. En esta viñeta Stern detalla lo que él
comprende como la "sensación sentida " (felt sense) de lo emergente. Refiere que
no nos relatará una situación de enactment y su resolución ,sino una situación
menos dificultosa, que implica la clase de interacción clínica en la cual el analista
se siente basícamente bien respecto de su participación y, que muestra un
"desenvolvimiento productivo continuo". Es interesante señalar que toda selección
de un material clínico por su autor está necesariamente sesgada por el punto
específico que quiere ilustrarnos y por sus ideas de base .Stern refiere que la
cualidad de lo emergente está presente en nuestro trabajo analítico cotidiano
queriendo resaltar que esta cualidad es un fenómeno común que nos rodea.

Stern relata el caso de George, hombre de 70 años, casado, con nietos mayores.
Es artista y lo describe como creativo e inteligente. George realiza un análisis con
Stern desde hace 4 años a razón de 3 veces por semana y en la sesión en
cuestión presentada para esta viñeta, el paciente entra a su consultorio y, como es
habitual en su tratamiento, se sienta en una silla reclinable, recostándose todo
hacia atrás y cierra sus ojos. Stern nos refiere que nunca fue necesario entre ellos
discutir respecto de usar el divan ya que George tomó esta posicíón que se
menciona naturalmente y a Stern siempre le pareció que la misma sirvió al mismo
propósito: le permitió una clase de contacto íntimo con su mundo interno.

En esta sesión que se relata, George comienza refiriendo a Stern algo que estaba
leyendo en la traducción inglesa de Ted Hughes de la Metamorfosis de Ovidio. Es
un avido lector de poesía. Estaba impresionado por un cuento en especial acerca
de una ninfa, violada por un dios del río, que se transforma en agua y fluye en su
atacante, volviendose parte de este. Piensa que había algo de intrigante a la vez
que sexy acerca de esta situación. Por "sexy " asoció que volverse agua y fluir
dentro del atacante era sensualmente estimulante y se sentiría agradable.
También dijo que la sensación de volverse parte de alguien más era similar a algo
que algunas veces él sintió con Stern, como si Stern fuera el Dios río y George, la
ninfa.

Stern nos aclara que para ese momento él tenía clara cierta temática
transferencial por la cual Stern aparecía con la caracterización de alguien
poderoso y arbitrario, algunas veces sádico, algunas veces querible, y por otro
lado, George como alguien más pequeño, más debil, siempre querible,
profundamente apegado a Stern, manifestando esto su sensación de
vulnerabilidad frente a ser rechazado y herido. Hoy se agregaba a esta idea el
elemento de sensualidad placentera y erotismo, más allá de mencionar la
violación, temas que se desarrollarán en muchas sesiones que continúan.

Stern nos hace un poco de historia referida al tratamiento entre ellos y cuenta que
durante muchas sesiones trataron el tema del "sótano" y el abuso sexual sufrido
por George a mano de un hombre más grande sin rostro y que suponen podría
haber sucedido en el sótano de la casa de los padres de George, cuando este era
muy niño, 4 o 5 años. Hubo un previo análisis de George, 30 años atrás, pero los
sucesos del sótano, sean cuales hayan sido, escasamente fueron descriptos y
nunca explorados. A pesar de sus recursos introspectivos, George realmente
nunca pensó sobre estos ni sobre las fantasías que podrían acompañarlos
(hechos que, dada la inmersión en la cual se adentraban en este momento
resultaban alarmantes para George). No obstante y a pesar de lo relatado en la
presente sesión, no había nada en la mente de George que él pudiera decir fuera
una memoria de tales acontecimientos y por lo tanto los escenarios del abuso que
describió en detalle no podían ser considerados como reales, sino que eran
creaciones o re-creaciones. No obstante, ello no impidió que fueran intensamente
significativos para George y para Stern. Tampoco esto impidió que George sintiera
que él no era el autor de la creación de esos escenarios. Lo que relataba durante
muchas sesiones, llegaba a su mente en forma espontánea y sorpresiva.

Stern nos presenta la vivencia compartida durante la sesión de que George y el


estaban "en el sótano" una y otra vez nuevamente. A veces Stern representaba un
observador no claro o un testigo; otras veces estaba simplemente ausente. Pero
su presencia, tan significativa como era, no representaba el principal foco; en el
"sótano" el foco estaba en George, quien estaba muy vívido y en el hombre sin
rostro, quien estaba en la sombra. Así como la naturaleza de la relación entre
estos dos personajes cambiaba durante la sesión, así también cambiaban los
estados del self de George. Stern lo podía sentir, y acentúa que respondía a esos
cambios con cambios propios en sus estados del self: a veces George era un niño
abusado desamparado y asustado; a veces había placer y tal vez cierto amor
entre él y el hombre sin rostro; y otras veces George era un felino feroz, grande y
peligroso, un predador con largas y afiladas garras. Cuando se sentía como un
felino, George podia sentirse con ira y frecuentemente se imaginaba a sí mismo en
esos momentos como en el umbral de una habitación misteriosa, oscura, en cuyo
interior debía haber mucha sangre. Si bien en tales momentos la atmosfera era
inquietante, Stern nunca se sentía incomodo. George podia sentirse y mostrarse
con él a veces enojado, pero este sentimiento de enojo nunca sucedía cuando
estaban en el sótano, el enojo del sótano nunca estaba dirigido a su analista; por
el contrario, su analista jugaba un rol de testigo facilitador (ver capitulo 5 y 6) que
en algunos acontecimientos lo autoafirmaban y más aún en los momentos de ira.
Algunas fantasías de George mostraban algunos estados de su self que Stern
consideraba que debía experimentar más explicitamente de lo que lo había hecho
en su pasado. Y para pasar por esa experiencia más explícita necesitaba que su
analista estuviera allí con él para comprender esas experiencias y situaciones.,
Según Stern, su presencia testimonial contribuiría a aumentar la capacidad de
George para formular y formalizar lo que había dicho y probablemente luego a
revisarlo y pensarlo nuevamente por primera vez en su vida.

Los acontecimientos fisicos reales que sucedieron en el sótano, a pesar de que


fueran de naturaleza sexual, eran escasamente discernibles para George, que
tenía imágenes visuales muy borrosas de estos. Lo que Stern podía afirmar
acerca de las experiencias físicas sensoriales y fantaseadas de George era que se
sentía aterrorizado, sexualmente estimulado, con dolor físico, amado y amando,
preocupado y triste a la vez acerca de la posibilidad de perder el interés del
hombre sin rostro. A Stern no le sorprendió que esas fantasías también
comprendieran temáticas alrededor de penes y objetos peneanos en su boca,
garganta y ano. George se identificaba como heterosexual. La idea de tener sexo
con hombres le intrigaba pero cuando lo intentó no se había sentido atraído
eróticamente. Tal vez George se hubiera sentido sexualmente interesado por
hombres y mujeres independientemente de lo sucedido en aquel sótano, o tal vez
se inclinó al sexo con hombres a partir de los sucesos del sótano; o tal vez ambas
situaciones son verdad. Pero definir esto no resultaba importante ni para Stern ni
para el paciente..

Hasta aquí Stern nos ha bosquejado un panorama que antecede y da marco a lo


que sucedió el día en que George relata la historia de la ninfa y el dios río. Stern
refiere que escuchó los pensamientos de George posteriores al relato del cuento y
después de que el mismo relacionara el cuento con sus sentimientos hacia Stern.
Despues de un rato, Stern nos cuenta que dice algo muy sencillo, casí espontáneo
pero viniendo desde la profundidad de su implicación en el momento en cuestión y
con el paciente: "Me recuerda al sótano". Nos cuenta sus sensaciones y
reflexionas internas (silenciosas) que referían a que se imaginaba que ambos, el y
George estaban pensando en lo mismo. Habia una sensación de misterio y de
incuestionable que acompañaba lo emergente. George se mantiene en silencio
por más de 15 segundos y luego dice en voz baja: "estoy shockeado".

Stern se da cuenta que ambos no pensaron la misma idea, como nos había
sugerido antes. No obstante lo cual, la respuesta verbal de George le dio la
impresión que algo, también, habia emergido en él. Stern refiere que tal vez su
intensa reacción afectiva podría representar el shock del reconocimiento de algo.
Stern nos explica que estas reacciones suelen corresponder a los momentos en
que uno enfrenta de golpe algo que resume una respuesta involuntaria y
emergente, como sensación inmediata en la mente de uno, de que algo de lo que
emerge nos pertenece.

Su señalamiento y la experiencia que le dio posibilidad fueron el resultado de un


proceso afectivo interactivo conjunto cocreado que tiene propiedades de dar
forma. Stern acentúa que él no pensó en armar la conexión entre el sótano y el
cuento de Ovidio: sintió que era metido en ese camino. Algo que no depende de la
intención consciente volitiva sino de caminos que se van dando en el andar
conjuntamente, acompañados por la historia mutua entre este analista y su
paciente, el cuento de la ninfa y el dios río, estar ambos en esa habitación, en ese
momento. Stern relata que su experiencia fue la manifestación del campo
interpersonal, o sea, no solo de su capacidad individual de pensar, saber o
comprender. Es más, Stern nos aclara que su punto de vista supone que debemos
entender la capacidad del analista de pensar, saber y comprender la situación
clínica como un fenómeno del campo interpersonal, y no como la mera creación
solitaria de la capacidad del analista. Stern no comprende ni concuerda con una
concepción de analista que se mantenga a distancia y observe el campo. Para
Stern, el crecimiento de esta capacidad analítica de pensar y comprender aumenta
justamente en un campo interpersonal donde ambos estan involucrados por igual.

En este sentido, aclara que cuando George y él estaban en el sótano el mundo


externo se retiraba. La atmósfera del consultorio se silenciaba, se bajaba la
intensidad de la luz y hasta se oscurecían los tonos de los colores de las cosas.
Se produciria una ilusión de que Stern estaría alli, justo allí en el sótano. Stern
aclara que gracias a ciertos detalles que George le dio el puede saber alguna cosa
de como ese sótano luce y así puede imaginarse una versión apropiada de los
detalles para el mismo y habitarlo (Dice: "soy un observador hacia adentro de este
proceso de imaginarización"). A medida que se va leyendo la viñeta sorprende que
Stern nos advierta que el final de estas sesiones sea inquietante porque supone
volver al sí mismo en la vida real del mundo de todos los días de los integrantes
de la pareja terapéutica. Representa un shock que testimonia la profundidad de la
implicación a la cual llegan paciente y analista, de su mutua absorción en las
cuestiones que los tienen envueltos. Representa la íntima unión en una fantasía
conjunta. Stern describe con minuciosidad este entramado: lo que cobra existencia
entre ellos es tejido desde los hilos del mundo interno de George, desde la
fantasía de su analista hacia la fantasía de su paciente, desde la fantasía de
George hacia la fantasía de Stern, y así sucesivamente. Alguien va hilando esta
experiencia entre ellos, pero nos aclara que no se siente que ese alguien fuera
uno de ellos. Nos introduce a otro concepto: la experiencia común es la creación
de un tercero (Ogden -Benjamin) o esta en sí misma constituye al tercero y por
sobretodo eso se siente como verdadero.

Stern refiere que no debería entenderse que "lo emergente" que ilustra esta viñeta
sea original o inimitable, más allá del hecho de que para George y para el analista
los acontecimientos vividos entre ellos fueron dramáticos y movilizantes.
Probablemente Stern podría haber usado cualquier ejemplo para ilustrarlo extraído
de cualquier tratamiento que alcance una real dimensión de profundidad, así como
lo referirá por ilustraciones en todos sus artículos anteriores y en otras viñetas
publicadas en este libro que dan cuenta de la cualidad de lo emergente como una
propiedad central a su práctica y concepción teórica. Cualquier tratamiento que
esté dominado por una fuerza colaborativa conjunta de sus integrantes contiene
esta posibilidad de propiedades de lo emergente.

Volviendo al abuso de George, Stern enfatiza que él no puede aseverar que el


mismo haya realmente sucedido. Dice que recabó a lo largo del tratamiento
elementos de la historia, del relato y de los síntomas de George que le dieron
razones para suponer o sospechar fuertemente que debió haber ocurrido algún
contacto de naturaleza sexual tráumatica. Stern arriba a la hipótesis de que tal
contacto sexual, el engaño que el mismo representó, y especialmente el terrible
rechazo que tuvo como consecuencia ponerle un fin (Stern no dio detalles de esta
parte de la historia) o cómo Stern repiensa la situación considerando cómo George
toleró y se las arregló para vivir con esas situaciones, determinaron para él
elementos de daño y distress en su vida. Las fanstasías, imágenes, cuasi
memorias, sensaciones corporales que George continuamente describió durante
muchas sesiones y muchos años aparecían en su mente sin ser volitivas. El flujo
de estas era emergente y él las sentía como tales. Stern confirma esta falta de
volición y de emergencia sorpresiva en tanto él creía que George se las contaba
tal como eran y aparecían. Para Stern lo central en esta emergencia era el campo
diseñado entre ellos y no la asociación libre de George (más allá de que mostraba
fluidez en producirla ). Así como la capacidad del analista para pensar, conocer y
comprender está enraizada al campo, así también lo está la libertad del paciente o
su falta de libertad para formular experiencias. Stern ampliará este concepto de
Libertad relacional en capitulo 5.

Es importante lo que Stern refiere respecto de su posición frente a lo que dice el


paciente cuando en el caso que se describe en esta viñeta, plantea que lo más
frecuente fue no interpretar las experiencias que George traía sobre el sótano,
sino más bien aceptarlas como venían y en su propio valor. Plantea que si él
entendía que podían tener un valor simbólico, se lo guardaba para sí mismo y si
las experiencias del sótano eran vagas y difíciles de comprender, generalmente no
presionaba a George para esclarecerlas. Según relata, Stern sabía que George
sabía que él tampoco tenía claro qué pasaba y qué significado podía tener esto,
más allá de la significación que literalmente nos brindaba. Stern nos dice que de
alguna manera implícita o explícita compartia con el paciente este deseo de saber
pero que sin embargo eligia que el material los lleve a donde sea, mostrándonos,
segun mi impresión como reseñadora, que no apresuraba buscar sentidos
inmediatos o quedar atrapado en sentidos que podían atarse fácilmente a
conclusiones convincentes para las teorías pero alejadas de la realidad del
paciente y de sus hechos vividos.

Volviendo a las palabras de Stern en la viñeta, él nos dice que resultaba


importante para acercarse a los sentidos de las experiencias de George que estas
tuvieran la oportunidad de emerger por sí mismas. También nos describe un
elemento que Stern señala como relevante del campo interpersonal: la atmósfera
que se creaba entre ellos durante las sesiones en las cuales George estaba en el
sótano, una atomósfera que se sentía profunda y con posibilidades de dar lugar a
significaciones potenciales. Stern nos advierte y clarifica así sus puntos de vista
respecto de la técnica y su forma de aplicabilidad, que haber ofrecido al paciente
interpretaciones en aquel desagradable sótano hubiera sido sentido por el
paciente como una carga y no como una ayuda y hubiera supuesto un riesgo de
intelectualización.

Stern nos aclara que no siempre actúa igual con todos los pacientes en todos los
momentos, que el también encuentra y hace intervenciones interpretativas cuando
las considera que estas son oportunas y ayudarían al paciente.Pero con George
esto no fue lo decidido y más en aquellos momentos en que las sesiones
implicaban estar con él dentro del sótano. En este caso Stern, intervino, con
comentarios que buscaban expandir el material desde las propias líneas narrativas
que se presentaban. Define estas intervenciones como "no saturadas", tema del
cual hablará en capítulos posteriores ..

La viñeta finaliza con una cita elocuente de Edgar Levenson (1892): "paciente y
analista sienten que algún proceso marcha que ellos no han iniciado o propulsado.
Existe una sensación relevante de ser empujado por algo más grande que la suma
de la unidad del analista y del paciente: aparece una sensación verdadera de un
campo interpersonal. El terapeuta aprende a manejar el proceso más que a cargar
al paciente".

Lo emergente=lo inconsciente

Stern se pregunta qué otra cosa puede significar lo emergente en psicoanálisis. Si


los orígenes de una experiencia y las causas de su aparición no se conocen, ¿de
qué otro lugar, que no sea el proceso inconsciente, puede provenir un fenómeno
psíquico o una experiencia?

Intenta posicionarse frente a una conceptualización actual de lo inconsciente . La


forma tradicional de pensarlo a este último como un continente de contenidos
ocultos en la mente es la que menos se sostiene. Muchos prefieren concebirlo
como una experiencia potencial, no mentalizable, no simbolizable y pensar las
formas en que se puede hacer pensable como transformaciones de la verdadera
naturaleza de la experiencia y mucho menos como una revelación de algo que
previamente existe. La comunidad psicoanalítica no se presenta unívoca y hay
ideas diferentes y críticas mutuas. Una de ellas es hacia el psicoanálisis relacional
e interaccional como superficial; se le critica cierto sacrificio de material más
profundo en aras de resolver conflictos más conscientes. Esta visión crítica sobre
el psicoanálisis relacional está sesgada por cierta ideología de estos críticos con
diferentes apreciaciones sobre las formas de pensar e intervenir en la clínica.
Stern afirma que la interacción clínica no conduce a superficialidad, sino a la
ampliación del campo de la libertad relacional. Finalmente nos advierte que el
movimiento psicoanalítico tiene un serio problema por mantener y preservar una
identidad teórica, por identificar lo que es esencial y únicamente propio de lo
freudiano.

Lo emergente en el trabajo de autores interpersonales y relacionales

A partir de una revisión bibliográfica de diversos autores y sus concepciones sobre


el campo relacional y sus alcances, plantea que el campo interpersonal es un
fenómeno emergente por su cualidad intrínseca al proceso que da lugar. A
continuación, enumero ideas que Stern remarca como centrales a lo que sucede
en el dia a dia del trabajo clínico:

- Aceptar que el proceso precisa de calma, silencio y contemplación.

- La interpretacion no produce cambio. Solo es parte de un campo


interaccional que lleva indirectamente al cambio.

- El tema del juego de roles y de una fantasía mínima y vital que debe existir
para que haya movimiento y un como si que permita el juego de roles conocidos y
nuevos que se presenten en el campo.

- La internalizacion terapéutica de la otredad que se manifiesta a través de


procesos en el campo que no pueden anticiparse por ambas personas y que no
pertenecen a ninguna persona del campo por sí sola. La permeabilidad del límite
yo/otro se incrementa tanto externa como internamente y el psicoanálisis genera
un proceso intenso de transformación.

- Buscamos que se generen las condiciones mejores para que haya


movimiento terapéutico hacia nuevas experiencias en la relacion paciente/analista
y emergencia de nuevas imágenes representacionales del paciente. Resalta el
valor de la receptividad tanto a la ausencia como a la presencia que da lugar al
juego entre lo que viene y lo que aún no llega.
- La importancia del analista que no obstruye: el valor del silencio, de la espera
y de la regresión, que permiten que el analista llegue a su mundo interno, en el
propio idioma del paciente, para que éste sienta que sus sensaciones le son
propias. Un cierre muy apresurado con interpretaciones satura el campo y no
permite apertura y desenvolvimiento.

Stern reitera que concibe el trabajo sobre lo inconsciente como una inconsciencia
potencial, no representada, no simbolizada, mucho más que como un inconsciente
formado por contenidos ocultos. Afirma que el psicoanálisis se aleja cada vez más
de ser una forma de buscar una verdad oculta acerca del paciente y su vida para
ser un potencial en emergencia, a través de la curiosidad y la aceptación de la
incertidumbre de construcciones que podrían no haberse pensado nunca antes. El
proceso es emergente, no predeterminado, el resultado no se conoce y nunca se
alcanza un final último. El objetivo clínico es llevar el campo interpersonal a un
estado aligerado de restricciones y tornar la interacción como potencialmente
emergente.

Recorrer el trayecto: los riesgos que surgen del compromiso con la teoría

Stern nos ubica en un amplio espectro actual de esquemas referenciales de


filiación psicoanalítica. Señala que los riesgos están en adoptar únicamente una
teorización por adherencia y exclusividad. Discutir polaridades entre las teorías
centradas exclusivamente en el mundo intrapsíquico o aquellas centradas en la
relación carece de valoración, en tanto lo valioso sería reconocer lo que aporta
cada una al proceso de cambio; no hay una sin la otra. La interpretación sin la
consideración del contexto interaccional inmediato es incompleta a la vez que el
desconocimiento del mundo intrapsíquico del paciente también lo es, cuando el
foco es exclusivamente interaccional.

Volviendo a lo emergente

Toda la vida parece y se siente como emergente. En todo momento cada uno de
nosotros es dos, el que vive el momento presente y el que está empezando a ser,
pero nunca estos dos se vuelven uno. Siempre hay una distancia que se achica o
se agranda dependiendo de las situaciones y de los impactos afectivos que esas
situaciones tienen en nosotros. Vivir y experimentar mantienen una similitud pero
no son idénticos ni sobrepuestos. Entre vivir y experimentar está la representación
potencial, la comprensión y formulación de esos estados de vida y estados
psíquicos. Nunca se alcanza la representación total de cada momento, y esa
distancia determina los momentos en que no hay representación y tenemos
experiencias no formuladas aún. Nunca sabemos exactamente lo que estamos
haciendo, pensando o sintiendo. Vivir y experimentar es siempre una constante
sorpresa.
CAPITULO 2: EL CAMPO INTERPERSONAL. SU LUGAR EN EL
PSICOANÁLISIS AMERICANO

Paciente y analista están continua e inevitablemente, consciente e


inconscientemente, en interacción uno con el otro. Esta interacción tiene que ver
con lo que ellos experimentan en la presencia de cada uno con el otro y con cómo
se conducen. El campo es el resultado de todas estas influencias del
relacionamiento, la experiencia que se crea entre las dos personas y es el
resultado de la manera en que enfrentan esto uno con el otro. El campo es
influencia a la vez que el resultado de esas mismas influencias. Tan pronto como
hay un resultado en el campo y el campo cambia para acomodarse a esas
influencias, ese resultado se transforma en influencia para el próximo momento.

Stern acentúa las ideas centrales y pioneras de Sullivan en la teoría del campo. Le
reconoce su inventiva y conceptualización así como la resistencia que generó
entre los colegas psicoanalitícos por esas ideas en una época donde un rumbo
diverso traía mucha incomodidad. También cita a Erich Fromm como
conceptualizador del mismo tema. Ambos fueron criticados por ser sociologistas y
superficiales. Rescata de las ideas de Sulllivan y Fromm lo que serían las semillas
que más tarde prenderían en los interpersonalistas y mucho más adelante en los
relacionalistas. Los primeros tuvieron en las asociaciones mucha resistencia y no
tanto los últimos.

Afirma la riqueza de lecturas póstumas de estos autores hechas con una mirada
actual y en el caso de Sullivan lo que sobresale en la participación significativa del
analista en el tratamiento, que recién pudo ser entendida posteriormente. Define
que la experiencia y entrenamiento del analista no están definidos por su
conocimiento objetivo de su implicación en el tratamiento, sino justamente por lo
que el analista es capaz de hacer analíticamente con la parte de la
situacion menos transparente en la cual están implicados tanto analista como
paciente. En este mismo sentido sostiene que hay psicoanalistas que no se
apoyan en la teoría pulsional ni le dan demasiada relevancia al edipo y no por ello
quedan fuera del psicoanálisis. Tambien alude a la forma en que muchas
teorizaciones penetran en el analista sin pasar por la formalizacion de estudios, en
tanto estas contribuciones quedan como mar de fondo y se vuelven implícitas al
funcionamiento de todos. Hay una absorción de influencias interteorías no
formuladas.

CAPITULO 3: TEORÍA DEL CAMPO EN PSICOANALISIS

Parte 1. Comparando M. y W.Baranger con Harry Sulllivan


Compara las similitudes y diferencias entre las teorías del campo surgidas en Italia
y América del sur con las de Norteamérica. Hace un estudio exhaustivo de los
conceptos esenciales que agrupan ambas teorizaciones y de sus diferencias
además de objetivar el verdadero origen de las ideas y su cronología de la época
en que fueron concebidas. Denomiraremos de aquí en adelante como IRP =
psicoanalisis interpersonal relacional y BFT= teoría del campo bioniana.

La teoría de campo de H. Sullivan

Sullivan desarrolla y escribe su teoría del campo entre 1920 y 1940 y muere en
1949. Mientras los Baranger desarrollan lo más importante entre los años
1960/1990. Para Sullivan, el campo era un medio cuyo objeto principal de estudio
estaba desplegado. Si bien el campo era un concepto central, él no desarrolló la
naturaleza del campo en una teoría explícita. Esta es una diferencia grande con
los BFT que sí teorizaron mucho sobre el campo en sí mismo. Los IRP no hicieron
de la teoría del campo un punto central de su teorización, sino sobre la naturaleza
del proceso clínico y de las relaciones humanas, siendo que para estos autores
ambos conceptos estaban íntimamente imbricados. Los IRP se fundamentaron
para pensar sus teorías en las teorías de las relaciones de objeto inglesas, que
combinaron la teoría del campo de Sullivan con Fairbain, Winnicott y Kohut. El
campo para los IRP representa lo que modela o da forma a la experiencia y
conductas de sus participantes y sus aspectos dinámicos se influencian
mutuamente.

Stern le reconoce a Sullivan la introducción en el psicoanálisis de la teoría del


campo. Este origen no parece ser muy conocido más allá de Norteamérica y los
psicoanalistas interpersonales. Esto contradice las referencias de A. Ferro y Basile
que dicen que en 1960 los Baranger fueron los creadores de este concepto. Stern
no entiende esta ausencia de referencia a Sullivan aun cuando la terminología es
exactamente la misma, no obstante lo cual no pudo ser conectada y referida. Hay
similitudes en formas de concebir la teoría del campo que son iguales para
Baranger, Sullivan y los IRP. Stern advierte que esta ausencia de referencia podría
depender de las lecturas de referencia que predominaban en Argentina para esa
época. En forma verbal los Baranger hicieron un comentario planteando que no
habían citado Sulllivan en sus referencias porque ellos lo consideraban no
perteneciente a la tradición psicoanalítica y menos a la kleiniana a la cual los
Baranger pertenecían. La misma referencia pero en otro sentido la dieron
Echegoyen y Bleger en franco respeto a las ideas de Sullivan. El mismo Sullivan
no quería considerarse psicoanalista, pero dentro de la comunidad
norteamericana, a pesar de ello, se le reconocieron grandes contribuciones a la
psiquiatría y al psicoanálisis.
La teoría del campo de M y W Baranger

Es tan claro lo que tienen en común con las ideas de Sullivan como los aspectos
de divergencia. Coinciden en el concepto y visión del campo como lo que crea y
aloja a los participantes siendo que también determina que ningún integrante de
ese campo puede ser comprendido sin el otro. No obstante, los Baranger pusieron
especial énfasis en estudiar los aspectos inconscientes del campo y la
comunicación inconsciente.

Ambigüedad esencial

Los Baranger jerarquizaron la preservación de la ambigüedad en la situación para


que los sucesos puedan sentirse "como si". Esta ambigüedad sostiene el
fenómeno de la transferencia y evita que el análisis se detenga. La realidad no
puede limitarse a una sola versión, precisa una atmósfera de ambigüedad para
que la metáfora fluya dentro de un marco de tolerancia a la incertidumbre. El
campo bipersonal de los Baranger también alude a la idea de que se sobrepasa lo
bipersonal para posibilitar una situación multipersonal. Esto es una gran diferencia
con Sulllivan, que concebía el campo unipersonalmente. Sullivan se ubicaba como
más objetivista y empirista y para él la ambigüedad carecía de relevancia.

Los IRP entienden la ambigüedad como el reconocimiento de estados del self que
están en continuo movimiento adentro y fuera de la conciencia en respuesta a
eventos afectivos que suceden en el campo interpersonal. Reconocer esta
inestabilidad como un ambiguo estado de las cosas, lleva al analista a ajustarse
cercana y agudamente a su experiencia y a la del otro. De esta forma, se está
atento a estados del ser que no adquieren forma consciente, pero que están
presentes en un estado potencial e informulado en el trasfondo de la mente. Cada
estado del self y sus cambios es una manera diferente de crear relacionalidad bajo
los terminos de los IRP que contemplan también el concepto de la ambigüedad
como propio del viraje de los estados del self.

La fantasía inconsciente

La base teórica principal de la teoría del campo de los Baranger es la fantasía


inconsciente y este es el elemento esencial que los diferenciaría de los IRP.

La fantasía inconsciente de los Baranger se apoya en las ideas de Bion, quien


asumía que en un grupo se construía una fantasía común, que no suponía la
contribución de una persona, sino de todo el grupo y era sostenida por todos. Se
construye una fantasía mancomunada, que es más que la suma de las
contribuciones de cada individuo del grupo. Así también los Baranger, apoyados
por las ideas de Isaac desafectaron la fantasía de los instintos relacionándola
mucho más con la experiencia, como un proceso interno de elaboración de
pasadas experiencias, esperanzas, expectativas, temores. El analista trata de
identificar en la sesión la fantasía que expresa el estado actual del campo y de la
vida interna del paciente.

Este punto mantiene un amplio consenso con las ideas de los IRP quienes
piensan que lo inconsciente plantea una regularidad de patrones de
relacionamiento que no son conscientes. Mitchell refiere que la manera más útil de
ver la realidad psicológica es considerarla operando dentro de una matriz
relacional que tanto contempla el reino de lo intrapsíquico como de lo
interpersonal. Esta matriz relacional tiene una fuerte influencia en la
experiencia. Para los IRP resulta mucho fácil comprender y consensuar con esta
idea de fantasía inconsciente del campo de los Baranger que la versión kleiniana
de fantasía ligada a los instintos. Si la fantasía del campo es mancomunada entre
los participantes y no la mera suma de unidades, se la entiende como algo nuevo
y propio de y entre las dos personas involucradas y que a su vez las influencia
mutuamente.

La cuestión de la conducta del analista

En este punto se produce una divergencia con los IRP. Los Baranger no coinciden
con la posición de los IRP según la cual el analista sostiene un relacionamiento en
parte inconsciente así como inevitable y recíproco con el paciente, dependiendo
las acciones terapéuticas de esta forma de la intrincación inconsciente entre
ambos. Y aun cuando ambos participantes tienen diferentes responsabilidades, la
naturaleza de esta imbricación con el otro se mantiene en ambas direcciones.

Los Baranger por el contrario plantean que las dos personas tienen diferentes
roles en la fantasía y que sería absurdo y riesgoso de parte del analista imponerle
su propia fantasía al campo. Advierten que una buena sesión depende de que la
fantasía del paciente coincida con la del analista en estructurar el campo. Esto
supondría que la fantasía mutua es aceptable en la medida en que ambas
fantasías coincidieran. Para Stern no es comprensible esta proposición, en tanto
según él, de la lectura de los Baranger, se desprende que si no hay coincidencia,
el analista no podría analizar a ese paciente.

Así vemos que en este punto hay claras diferencias con las ideas de los IRP:
cuando se producen divergencias el analista dirige acciones incluidas en el campo
relacional que suponen negociación y lucha preservando el contexto de la relación
profesional. En realidad, a Stern no le queda claro si los Baranger sostienen esta
idea de no tratamiento para cuando no hubiere coincidencia de la fantasía. Stern
plantea una hipótesis respecto de esta contradicción pensando en el riesgo que
supuso para estos autores ir tan lejos de la tradición:y : si bien se le reconoce a los
Baranger ser pioneros en Argentina su fuerte apuesta y audacia a revisar
conceptos del psicoanalisis, lo cual se produjo efectivamente, es probable que
pudieran llegar hasta ciertos límites, aquellos que tal vez muestren hoy la no
resolución de conflictos entre concepciones más innovadoras y el viejo
psicoanálisis. Los Baranger puntualizan claramente la posición del analista dentro
del campo como una figura co-construida por todos los participantes; definen la
identificación proyectiva como el poder de explayarse en su masividad pero de un
solo lado, debiendo ser moderada y dosificada del lado del analista, quien debe
resguardarse de quedar inundado por sentimientos y fuerzas en la situación.

Es muy interesante cómo Stern dialoga en el texto con los Baranger y se pregunta
cómo se haría eso, cómo sería posible mantener ese resguardo. Si la
identificación proyectiva y la introyección son procesos inconscientes, ¿cómo hace
el analista para mantenerse en un nivel que permita el control conciente de esto?
El analista puede solo en cierta medida controlar su conducta. Para los Baranger,
el analista siempre tiene la posibilidad y responsabilidad de no permitir que su
contratransferencia emerja en conductas, o sea, de no meterse en
enactments.Para muchos otros autores, esta condición que los Baranger plantean
es imposible de cumplir en tanto la experiencia interna del analista emerge en su
conducta, en mayor o menor medida, pero emerge. Una separación tan tajante
entre experiencia de la CT y enactment, reinvidicada por muchos analistas y los
propios Baranger, no coincide con la opinión de otros analista que la consideran
posible. Los IRP piensan al respecto que los analistas deben aceptar la realidad
de lo inconsciente y el plano de involucramiento con sus pacientes, incluyendo la
posibilidad de esos tan difíciles enactments que manifiestan formas diferentes de
tratar las conductas. El analista no tiene más opción que hacer algo con esas
conductas de modo que puedan ser transformadas en nuevas vías de trabajar
situaciones relevantes del tratamiento.

Esta es una diferencia sustancial entre la teoría del campo de los Baranger y las
ideas de los IRP. De ninguna manera esto supone que los IRP hagan cualquier
cosa, estos resguardan una forma de trabajo profesional que, no obstante, permite
estas conductas. Los Baranger probablemente nunca hubieran aceptado esta
alternativa, además de que su formación teórica se enraiza en otras concepciones
psicoanalíticas.

Enactments y baluartes

Acabamos de leer una diferencia sustancial entre ambas teorizaciones y el


minucioso debate y controversia de los puntos en discusión que Stern nos
ofrece: el tipo de involucramiento y posición teórica del analista respecto de su
conducta. Y veremos ahora un punto de contacto significativo entre ambas
líneas: la relación entre baluartes y enactments.

El concepto de baluarte para los Baranger hay que pensarlo en un campo


dinámico del tratamiento en el cual no es tan importante el surgimiento de
emociones, deseos o ansiedades como la forma en la cual surgen. Estos
necesitan aparecer en un contexto nuevo y no en uno estático. El campo debe ser
libre a los fines de producir cambios en consonancia a las actuales circunstancias,
debe ser libre para moverse hacia el futuro, destrabado de rigideces, estereotipos
y repeticiones del pasado. Lo más importante es observar su movilidad o su
cristalización. El campo se moviliza y el analista puede intervenir efectivamente
cuando el paciente toma riesgos, riesgos que buscan ser evitados cuando la vida
personal o la fantasía del paciente poseen un baluarte que representa el refugio
inconsciente de poderosas fantasías de omnipotencia.

El baluarte siempre está presente. Es lo que el paciente no quiere poner en riesgo


porque presupone una pérdida y que el paciente caiga en un estado de extremo
desamparo, vulnerabilidad o desesperación. Si el paciente no está determinado a
correr ese riesgo, el campo se detiene y se fragmenta en pedazos para protegerlo.
El trabajo sobre este detenimiento puede exigir, segun los Baranger, una segunda
mirada sobre el campo, para identificar el problema de implicancia mutua de la
relación terapéutica. Sin esta segunda mirada, no se pone en movimiento el
campo nuevamente. La emergencia de un baluarte supone una complicidad del
analista.

Por otro lado, la definición de enactment compartido de IRP es la participación


inconsciente en el tratamiento tanto del analista como del paciente. Lo que para
los IRP es enactment, para los Baranger sería la complicidad del analista en la
expresión de un baluarte en el campo. La diferencia entre ambas posiciones
radica, segun Stern, en la comprensión de la conducta que debe y puede asumir el
analista frente a este momento de detenimiento. En términos de la teoría del
campo de los Baranger, el involucramiento inconsciente entre paciente y analista
solo afecta al reino de la fantasía, planteando una divergencia de
conceptualización entre fantasía y conducta, o sea, que su complicidad
inconsciente, que evita el trabajo sobre el baluarte, simplemente no modela ni
afecta la conducta del analista.

He aquí un punto crucial de diferencia entre las teorías, que Stern aclara
ampliamente gracias a que ha realizado una lectura exhaustiva de estos autores:
¿es realmente posible una diferencia tan radical del involucramiento del analista
con el paciente, en referencia al nivel de la fantasía respecto de su
involucramiento con el paciente en el nivel de la conducta? ¿No será que su
involucramiento con la fantasía tiene implicaciones inevitables en la conducta?
¿Estarían de acuerdo los Baranger y Racker con esta posición, si la volvieran a
revisar? No obstante lo cual, Stern piensa que aun habiendo una revisión por los
Baranger respecto de esta posible contradicción, persistiría cierta diferencia de
criterios: en tanto los IRP plantean una idea que da cabida a mucho más espacio
en sus concepciones que los Baranger para pensar la influencia inevitable,
continua e inconsciente de la conducta del analista sobre su paciente.

Si la conducta del analista es también parcialmente inconsciente, por ende, su


influencia en el paciente lo será también, al menos parcialmente. Por lo tanto, esto
sugiere que la teorización de IRP promueve y alienta en el analista que se
interrogue, mucho más que lo que sugiere la teorizacion de BFT, acerca de la
naturaleza de su implicación con su paciente: ¿cómo están influenciados el curso
de la sesión, la naturaleza del relacionamiento y la experiencia del paciente por las
contribuciones inconscientes del analista?

Nos queda claro que lo que los BFT suponen debe estar separado, o sea, fantasía
de conducta, para los IRP es inevitable considerarlo intrincado por su cualidad
intrinseca..

Afecto

Este tema tiene puntos fuertes de convergencia y es central en cuanto a su


importancia en el proceso clínico. Los Baranger jerarquizan en sus descripciones
la base afectiva que se enraiza y debe trabajarse a lo largo del proceso y coincide
con el énfasis que ponen los analistas de IRP.

Conclusiones

Sullivan y los Baranger desarrollaron una teoría del campo con similitudes a la vez
que con diferencias sustanciales.

Sullivan lo hizo para introducir su idea de una frontera con la ciencia social, un
entrelazado entre psicología, psiquiatría, sociología, linguística aplicada a la
situación terapéutica y entendió la conducta como el corazón del campo
interpersonal.

Los IRP se nutrieron de estos avances de Sullivan conceptualizando que la


conducta del analista estaba rutinariamente afectada por la participación motivada
inconsciente del analista en el campo interpersonal.

Los Baranger describieron una teoría del campo específica para la situación
psicoanalítica y su única característica y la conducta era una parte posible y
correcta que el analista podía controlar y decidir sobre el rumbo de la misma,
usándola al servicio del compromiso con la tarea y al servicio del interés del
paciente. Para los Baranger, como para muchos analistas, el proceso
interpretativo y el rol del analista en el proceso clínico resultaron sinóminos. El
problema reside en si la técnica y la acción terapéutica dependen de la
participación interpretativa del analista, o si el impacto mutativo de la relación se
introduce a través del proceso interpretativo. Los resultados del tratamiento
pueden tanto depender de la relación de los participantes que la negocian como
de las interpretaciones del analista.

CAPITULO 4: LA TEORÍA DEL CAMPO EN PSICOANALISIS. COMPARANDO


LA TEORÍA DEL CAMPO BIONIANO Y EL PSICOANALISIS
CONTEMPORANEO RELACIONAL INTERPERSONAL

La discusión en este capítulo se centra en el alcance de la definición y uso del


concepto de campo para la teoría de IRP por un lado y para la BFT por el otro:
¿determina este idéntico concepto una similitud en el abordaje de la clínica
psicoanalítica?

En los capítulos anteriores se han recorrido autores no norteamericanos ni


angloparlantes que usan el concepto, gracias a la traducción reciente al inglés que
se ha hecho de la obra de alguno de ellos. Dentro de los BFT el pensamiento de
Ferro ha tenido una amplia influencia representando en gran medida la
perspectiva de los teóricos del BFT. Los desarrollos de Ferro han sido exhaustivos
y han permitido verlos como esquemas teóricos tanto representativos del grupo
como propios y una manera de conceptualizar la clínica desde esa perspectiva.

Similitudes

a) Abstracción y contenido clínico cercano a la experiencia, co-creación y


colaboración: Para los IRP es importante que las conclusiones de un momento
del proceso anclen lo más cercanamente posible en lo que el paciente trae,
evitando el riesgo siempre presente de caer en darle conformidad a la teoría del
analista. Ferro, apoyándose en el Squiggle de Winnicott plantea que las historias
que surgen en la clínica son co-creadas entre paciente y analista. En unos como
en otros, predomina el ideal de un trabajo clínico cercano a la experiencia y de
mutua colaboración, así como desaconsejan la tendencia a la abstracción
excesiva. Ambos grupos se diferencian en este campo de la corriente central
freudiana, según la cual la necesidad lógica no sería la preferencia que determine
una interpretación, excepto cuando no haya otra razón afectivamente convincente
disponible. Por esta razón, se ven las similitudes entre BFT e IRP por ser teorías
de campo. La teoría del campo promueve la comprensión cercana a la
experiencia, porque sus explicaciones no se basan en teorías de permanencia de
la estructuración psíquica del pasado, sino en su configuración en el proceso de
campo en el presente. Esos procesos son comprendidos como resultados del
pasado pero para esta teoría lo relevante son influencias en el aquí y ahora del
entonces. La diferencia entre IRP y BFT radica en cómo se conceptualiza la
implicación del analista con el paciente.

b) El rol del afecto: para ambas teorizaciones el rol del afecto es central y este se
muestra en los procesos cercanos a la experiencia. Ferro se basa en Bion
respecto de la alfabetización de los betaelementos en alfa que implica una
transformación de elementos primitivos. Stern cita otros autores, como Bronberg,
quien refiere términos de transformación del afecto disociado como aspectos no
simbolizables y no pensables de la mutua experiencia. Un proceso detenido
empieza a compartirse y a ampliar su dominio y movimiento de ir y venir en un
diálogo.

c) Experiencias no formuladas /experiencias no mentalizadas/ simbolización.


Ni en la comprensión dinámica de la mentalización inconsciente de IRP ni de BFT
hay algo oculto o distorsionado como en el modelo psicoanalítico tradicional. Ni en
uno ni en el otro interviene la represión para la comprensión de contenidos
inconscientes como formados y dispuestos a ser revelados cuando se deshace la
defensa. En ambos la experiencia simbólica debe ser construida. Respecto de la
experiencia no formulada, esta existe en un estado primitivo, no mentalizado o
potencial, que aún no ha sido actualizado en formas simbólicas. Ferro habla de
creación de experiencia simbólica como "alfabetización o transformación", los
Botella lo refieren como "trabajo de figurabilidad" y Stern lo ha denominado
"proceso de formulación de experiencia".

d) Simbolización y los procesos de campo; transformación; acción


terapéutica como crecimiento de la mente o del self: para
ambas conceptualizaciones la simbolización y los procesos del campo se
infuencian mutuamente; se facilitan o inhiben al igual que la simbolización de
experiencias determina qué acontecimientos se sucederán en el campo y
viceversa. Ferro toma de Bion el concepto de analista como continente
promoviendo la transformación de experiencias protoemocionales y
protosensoriales en formas representadas simbólicamente que pueden ser
pensadas. Como en la relación madre-bebé, el paciente puede luego hacerse
cargo de esa función para sí, tal como el analista se hizo cargo para el paciente.
La acción terapéutica se concibe como la promoción, via la internalización de la
capacidad de reverie del analista, de la capacidad del paciente de ejercer
transformaciones más regulares de su propia experiencia. La conceptualiza como
un"trabajo onírico en vigilia" por el cual experiencias primitivas se enlazan con
imágenes o pictogramas. Ferro dice que la pictograficación de estados
protoemocionales supone darle un nombre a algo que previamente era
innombrable. La existencia de pictogramas es hipotética, como lo son la pulsión y
la fantasía inconsciente ya que no pueden ser conocidas directamente y deben ser
inferidas de lo que observamos. Acentúa el concepto de Ferro sobre "repertorio de
personajes" que van desplegando historias dentro del campo y la aparición de un
nuevo personaje desde el paciente que podría manifestar la evidencia de una
capacidad de expansión de la representación simbólica. La acción terapéutica
para los BFT se comprende como la reparación y crecimiento de la mente y estos
acontecimientos reparadores son mediados por la transformación del analista
sobre los contenidos mentales del paciente. Es muy interesante el párrafo que cita
de Ferro: "El foco en los objetivos del psicoanálisis no se centra en remover el
velo de la represión o integrar los splittings, sino en el interés del psicoanálisis en
el desarollo de herramientas, que habiliten el despliegue de creación de
pensamiento, siendo este el aparato de soñar, sentir y pensar". Para los analistas
BFT la transformación de los contenidos mentales y el crecimiento mental se
produce gracias a los acontecimientos relacionales que tienen lugar en la situación
analítica.

Ha habido un cambio sustancial en las teorías de la acción terapéutica desde los


días donde todo se centraba en la reconstrucción histórica y el insight. Las teorías
del crecimiento mental y de la transformación de experiencias han reemplazado
estos conceptos anteriores. Bion nos ha ofrecido elementos desde su base teórica
para este cambio y los analistas BFT sostienen de esta manera que son los
eventos del campo bipersonal los mediadores de esta expansión mental.

Los analistas IRP, basados en muy diferentes principios y en forma independiente,


se han movido hacia la misma dirección. Asumen la posición de que los
acontecimientos en el campo determinan los contenidos que se despliegan y el
grado en que la mente se vuelve más libre y crece. Se produce un ciclo virtuoso
de realimentación mutua para el cual nuevas formulaciones de experiencia hacen
posibles nuevos y diferentes acontecimientos relacionales. La relación entre
pasado y presente se comprende desde estas teorías como que los
acontecimientos no pueden ser explicados como estructuras rígidas inamovibles
desde los tiempos iniciales, como lo pensaban las conocidas teorías de
transferencia.

El trabajo de J.Benjamin sobre el "tercero analítico" es un buen ejemplo de la


teoría de la acción terapéutica de los IRP, basado en la transformación desde el
campo que transforma la mente. Su obra se fundamenta en la comprensión de la
relación humana como un relacionamiento entre dos subjetividades separadas.
Para que dos personas se reconozcan la una a la otra como subjetividades
separadas y por lo tanto eviten la caída en un enactment o impasse, se precisa de
un tercero intersubjetivo co-creado o compartido. Es la terceridad lo único que
previene de la disolución en la diada o podría decirse complementariamente un
estado en el cual la intersubjetividad o el mutuo reconocimiento estuviera ausente.
Para Benjamin la acción terapéutica necesita de la conversión de la
complementariedad (en el original relaciones doer-done to[1]) en la terceridad y el
mutuo reconocimiento, via lo que Ghent denomina como " rendición". Esta
rendición no debe entenderse como fracaso o dominación propia de la sumisión,
sino como la disposición voluntaria de entregarse al otro, al tercero del que habla
Benjamin. Esta manera de concebir la acción terapéutica no se fundamenta en el
insight y la reconstrucción histórica, sino en una transformación desde el aquí y
ahora. Stern acentúa la idea de Benjamin sobre la co-creación del tercero
compartido, el diálogo, como una oportunidad de experimentar mutuo
reconocimiento, que crea un espacio mental para el pensar a la manera de una
conversación interna con el otro. Este tercero relacional debe ser pensado como
trascendiendo la individualidad de los dos participantes.

Diferencias

Los analistas de IRP y BFT muestran grandes similitudes en tanto comparten la


teoría del campo. Y así de grandes son sus diferencias respecto de su manera de
procesar la información y trabajar los elementos conceptuales del campo clínico.

a) Mundo interno, mundo externo y la relación analítica: en tanto la teoría de la


fantasía inconsciente es el fundamento de los BFT, no debe sorprender que se
interesen fundamentalmente en el mundo interno. No obstante, no resulta del todo
claro comprender su porqué. Los BFT suponen que el campo es una co-creación
que plantea un diálogo interno-externo. Es en torno a la cuestión de cuál es la
relación entre interno y externo que los dos grupos, BFT y IRP, difieren
sustancialmente. Los Baranger acentuaron que su versión del campo analítico
sostenía una fantasía inconsciente conjunta. Por su lado, Ferro asegura que el
psicoanalisis se interesa exclusivamente en el mundo interno. El campo es así
entendido como la combinación de "lo interno y lo interno", siendo lo interno
mundos fantasmáticos de analista y paciente. Ferro plantea que esto se concibe
así en tanto ve un paradigma onírico, por el cual la sesión entera es comprendida
como un sueño. En ese sentido, Ferro busca permanentemente intervenir en
relación a su comprensión de cómo el paciente responde a sus interpretaciones.

El texto se vuelve muy interesante nuevamente cuando Stern discrepa con estos
autores en este intercambio tan riguroso de ideas de ambos lados. Stern no
concuerda con esta insistencia en la conversión /interpretación constante de todo
lo que el paciente dice como una expresión de su mundo interno. Ferro, sin
embargo, aclara que el toma una posición especificamente clínica por la cual
refiere, que es solamente durante la sesión que los comentarios del paciente
sobre su realidad externa deben ser comprendidos como una expresión de su
mundo interno. Obviamente, esto suaviza la oposición de Stern sobre este
planteo, pero aún así no lo acepta y nos da un ejemplo clínico para ilustrar esta
divergencia entre ambas posiciones que paso a transcribir parcialmente:

Entrando a sesión, su paciente refiere que viniendo hacia allí se compro un perrito
caliente en la calle, pero que le resultó poco rico porque justo el vendedor se había
quedado sin mostaza. Stern marca que lo que refirió su paciente podría tomarse
como un sueño: "Yo soñé que … se quedó sin mostaza". Las posibilidades que se
abren con esta observación del paciente son varias a considerar: por un lado, dice
Stern, debería estar más atento, en especial respecto de su lugar en el mundo
interno del paciente. Desde otra perspectiva, podría concebirse solo como su mera
observación del mundo externo: la frecuencia en la cual el paciente se siente
deprivado emocionalmente (sin mostaza); Stern refiere que por la historia del
paciente podría ser relevante pensarlo así y se pregunta si será el agente de su
sentimiento de deprivación. Tal vez los roles podrían haberse invertido, de tal
forma de que el paciente jugara el rol del deprivador imaginándose cómo el
vendedor gozaba en no darle al paciente lo que éste deseaba. En cualquiera de
estos casos, el paciente y el vendedor, el perrito caliente y la mostaza podrían ser
concebidos por Ferro como personajes porque todos ellos representan
experiencias sensorio-afectivas que pueden ser pensadas. Pero Stern sigue
pensando y se pregunta sobre si su paciente estaría cuestionando su conducta en
la reciente sesión, ¿habría dicho o hecho algo que el paciente pudiera haber
sentido como engaño o decepción? ¿Quiere este deprivarlo como una
consecuencia de ello? ¿O la importancia de la ausencia de la mostaza se debe al
componente mostaza en tanto un condimento picante, de tal forma que algo en la
última sesión resultó insulso y Stern no tuvo una suficiente responsividad con el
paciente? ¿Habrá sentido el paciente que algo faltaba en su respuesta hacia él?
Ferro probablemente use este tipo de comprensiones para impartir
interpretaciones transferenciales saturadas y transferencialmente explícitas, a la
manera de: "Pienso que debo haber dicho algo que a usted le resonó como flojo..."
o "Debe haber algo importante que faltó en lo que le referí...".

Debemos recordar que para los BFT el objetivo no estaría en revelar la


transferencia, regular afectos, reconocimiento mutuo, o la expansión de la libertad
en el relacionamiento entre paciente y analista, sino en la transformación del
sentido a través de la transformación narrativa del campo. Debemos comprender
así que, para Ferro, el develamiento de la relación analítica vía interpretación
simplemente no es su objetivo. Tampoco lo son los aspectos relacionales de la
acción terapéutica que han devenido tan significativos para los analistas de IRP.
Por supuesto, vale aclarar que para Ferro también es importante mantener el
impulso del estado vigente de la relacion analítica y, por lo tanto, la interpetación
explícita de la transferencia (como una interpretación saturada) es las más de las
veces la intervención que Ferro considera más conveniente al propósito de sumar
lo que es activo en la narrativa del campo y por ende a la transformación de la
experiencia del paciente.

Pero otras veces, agrega Stern, una interpretación saturada no es lo mejor. Stern
entiende desde la posición teórica de Ferro que este no decide no dar una
interpretación no saturada como una manera de negociar la resistencia del
paciente, sino porque para los BFT simplemente no resulta significativo develar las
partes escondidas de la relación. Lo importante es crear sentido para mantener
viva la narrativa en el campo y para conocer cómo el paciente responde a la
interpretación del analista. Pero, para otros analistas, el revelar la naturaleza de la
transferencia/contratransferencia o introducir nuevas posibilidades de la relación
entre paciente y analista muchas veces alcanza esos objetivos. Sin embargo,
estos cursos de acción no se corresponden con los objetivos de los BFT de
vehiculizar las formas en que los elementos protoemocionales pueden
transformarse en pensamiento soñados despiertos. Los sentimientos y
percepciones del analista sobre el paciente y viceversa solo pueden ser utilizados
para que el analista sea un mejor intérprete, un mejor transformador de sentidos.
La relación analítica es importante para los BFT pero como un medio hacia un fin,
y no como un fin en sí mismo.

Es de esta forma que Ferro crea y ajusta sus interpretaciones, saturadas o no


saturadas, sobre la base de la comprensión de la reacción del paciente a lo que él
acaba de decir o hacer. Ferro comprendería la asociación del paciente de Stern
sobre el perrito caliente sin mostaza como una queja de insatisfacción sobre la
interpretación reciente del analista, no suficientemente sabrosa o nutritiva. Aun si
Ferro hubiera querido intervenir en forma no saturada, podría haberle dicho al
paciente: "No es justo. No vale mucho un perrito caliente sin mostaza"; o si
hubiera pensado que el incidente estaba dirigido a contar una historia en la cual el
paciente se hubiera sentido insultado por algún comentario del analista: "¡¡¡¿Sin
mostaza?!!! Es suficiente para que usted haya querido golpearlo"; o si Ferro
hubiera querido retomar la anécdota desde la vivencia de sentirse solo en la
sesion: " Eso es triste. Es un perrito caliente solitario"; o si el punto fuera el
desvalimiento del paciente para provocar que el analista hiciera algo por él u
obtener algo del analista: "¿Quién hubiera pensado que el vendedor del perrito
caliente podría tener tanto poder?" Todas estas interpretaciones serían ofrecidas
con la intención de incrementar el sentido en la narrativa del campo, en la misma
dirección que Winnicott suma la creación conjunta del garabato.
Es importante aclarar que Ferro no construye sus intervenciones de una manera
calculada, lo que dice no es una elección con intención de crear un cierto efecto;
en ese sentido, tanto los BFT como los IRP buscan una participación clínica
auténtica en la dinamica del campo.

Stern subraya que el trabajo descripto en la obra de Ferro es exhaustivo y


comprometido precisando que su foco exclusivo es en el mundo interno, que se
maneja de forma libre y con juego, con un tipo de respuesta afectiva al paciente
que resulta inmensamente productiva en el campo clínico. En su trabajo se revela
cuán cercano y familiar se siente y se muestra con los pacientes siendo esto
merecedor de una calificación de buen trabajo clínico: con humor y afectividad, en
una atmósfera colaborativa creada con sensibilidad.

Pero toda eleccion clínica determina un alejamiento de otra posibilidad y tanto


Ferro como los BFT focalizan solo en el mundo interno. Cuando se comprende
que todo lo que el paciente dice es un sueño, se distancia al mundo externo y se
lo significa como nada más que como aquello que da sentido al mundo interno o
expresión de la deprivación del trauma.

La posicion de los IRP, como lo expresa Mitchell en su descripción de la "matriz


relacional" (término que equivale al de campo analítico) es pensar dialécticamente.
Cada fenómeno se contextualiza por y recibe parte de su significación desde
aquello que no lo es. La alternativa a todo aquello que ocupa el frente constituye el
fondo, y el sentido de cada uno se modela a través del otro. El mundo interno y el
externo constituyen una parte significativa de este par dialéctico. Vale esto para
pensar otros pares: el pasado y el presente, lo consciente y lo inconciesnte, lo
verbal y lo no verbal, objeto malo y objeto bueno, simbolizado y no mentalizado,
etc. Para los analistas IRP el psicoanálisis se enriquece cuando no se focaliza
primaria y únicamente en la influencia del mundo interno ni del mundo externo,
sino en la interacción continua de estas dos clases de sentidos y de su mutua
constitución de uno en el otro. Nuestro acceso al mundo externo se nutre del
mundo interno y lo influencia profundamente. Pero el mundo interno está al igual
modelado por los eventos del mundo externo y especialmente por el trauma; para
los IRP la interacción es tan continua como compleja, ambos mundos están
imbricados completamente uno en el otro.

b) Co-creacion?: Si bien los BFT son activos participantes de la creación del


campo hay diferencias con los IRP. Para los BFT el campo se comprende en su
co-creación solamente en los términos de continente/contenido y esto puede ser
entendido por los IRP como una diferencia sustancial, en tanto los dos
participantes no están realmente en forma mutua creando lo que viene a cobrar
existencia entre ellos. El analista no es responsable de la forma que adquiere el
campo, al igual que su paciente. La implicación afectiva propia del analista con el
paciente es un tema de interés para los BFT pero de forma diferente a como lo es
para los IRP. Para Ferro, debe existir una respuesta sensible y comprensible del
analista en interacción con las líneas de relato del paciente y eso crea el campo.

Pero tener respuestas sensibles y comprensivas no es lo mismo que tener


participación independiente. Los analistas BFT creen que no tienen participación
directa en la creación de narrativas que construyen el campo. Para ellos hay una
libertad en el trabajo en el rol de analista sin tener que contribuir con sus propias
historias. Cita a Ferro quien aclara que "son las identificaciones proyectivas y
emociones del paciente y solo estas las que deben entrar en las historias". Podría
ser posible que entraran partes del analista, pero comprendidas por los BFT como
fallas inevitables porque sostienen que el analista no debe iniciar sentidos o
narrativas.

Para los IRP sucede algo diferente y es que resulta imposible para el analista no
contribuir con sus propios significados e historias- siendo que una gran parte de
esto es inconsciente en el analista. En realidad, representa una tarea principal del
tratamiento para los IRP atravesar, trabajar con, desde y a través de este
interjuego de sentidos/sentimientos del paciente y del analista.

c) Seleccionar interpretaciones: ¿la falacia de la comprension?: si bien ambos


grupos comparten la perspectiva que la nueva experiencia en un tratamiento
psicoanalítico no es develada sino creada, difieren sobre el proceso a través del
cual esta se origina. Y Stern resalta que esta diferencia debe tomarse como la
más importante en cuanto a sus divergencias clínicas.

Para los IRP existe un trabajo continuo sobre la curiosidad acerca de las
motivaciones e intenciones que sostienen sus propias participaciones. Estan
dispuestos a encontrar evidencias en cualquiera de sus experiencias y
comprensiones acerca de sus implicancias inconscientes con los pacientes. Cita
un libro de Lebenson para ampliar esta propuesta, " La falacia de la comprensión
", quien refiere que a menos que el analista admita que cada comprensi´ón clínica
puede ser también una participación inconsciente con su paciente presentada en
los propios términos de una interpretación, la interpretación no hará otra cosa que
continuar siendo un enactment del problema que describe.Siempre existe en los
IRP un interrogante acerca de si estarian en enactment con sus pacientes.

Para los BFT su participación se comprende de otra manera.Ellos consideran que


en el mismo acto de presentarse la situación analítica, los roles del analista y del
paciente se definen por los términos de continente y contenido/ contenedor y
contenido. Estos roles procuran la búsqueda de comprensión de lo que le sucede
al paciente. Esta configuración respecto de los roles contenedor/contenido explica
la frecuencia por la cual los BFT plantean que el paciente (y no el analista) ofrece
sus identificaciones proyectivas y el analista (y no el paciente) hace uso del reverie
para transformarlas. En virtud de esto, los analistas BFT determinan que las
interpretaciones son el resultado de su función continente y son confiables en
tanto se justifican en su intención de digerir las identificaciones proyectivas del
paciente.

Los IRP dudan sobre la significación de cómo se llega a esta decisión: qué
intervención atrae más la atención del analista y por qué; qué influencia
inconsciente puede estar presente; qué podemos aprender de la relación analítica
considerando estas dudas; qué espectro de mayor libertad puede aparecer si el
analista se abstiene de sentirse confiado tan rápidamente y procura un medio
camino, un tanteo, en la elección de las posibilidades en curso hacia un futuro
cercano y continúa autocuestionándose acerca del sentido de lo que está llevado
a decidir.

No se pone en duda que la forma en que Ferro interpreta las comunicaciones de


sus pacientes tenga fuertes compromisos de espontaneidad y un fino ajuste e
idoneidad con sus pacientes. Pero Stern no siempre intervendría de la misma
manera porque argumenta que esas intervenciones representarían para él una
posición arbitraria. Stern acentúa la dificultad que supone creer que hay
objetividad y que podemos tener intervenciones correctas. Más bien aconseja
evitar esta creencia. Plantea que Ferro confía implícitamente en su propio instinto
clínico y que esa confianza se percibe cuando se leen los textos de los BFT.
Tienen mayor seguridad inmediata en que lo que surge en la mente simplemente
se corresponde con una expresión relacionada con el paciente y su cuidado
clínico.

d) Diferencias culturales: Stern nos trae una interesante arista para considerar
las diferencias teóricas y su uso desde la vigencia y peso del rol de autoridad del
analista. Para los pacientes, antes de los años 60, era relevante sentirse seguros
en las manos de los analistas que comprendian sus mentes. Ahora esta relación
con la autoridad y el sujeto supuesto saber ha cambiado del lado de los pacientes.
Stern advierte un cambio sociopolítico de época que supone que hay una visión
diferente de la autoridad y que esta se concibepor la gente como algo objetable en
Norteamérica; esto determina que ya no sea más confiable una relación basada
en los términos de autoridad. La época marca una diferencia mayor entre
autoritarismo y autoridad, resultando muchas veces difícil acompañar esta
distinción de valor con el aspecto valorativo que para los profesionales puede
adquirir como satisfacción la experiencia que otorga autoridad. Hoy en día la
autoridad se mimetiza y confunde mucho en forma inmediata con el autoritarismo
llevando esto a rechazar de plano inicialmente cualquier atisbo de la misma más
allá de que esta no sea problemática. La mera apariencia de autoridad resulta
desagradable. El rol de apariencia no debe ser minimizado, en tanto los analistas
americanos reaccionan muy susceptiblemente y se sienten presionados en su
práctica entre el trabajo por deconstruir la autoridad y no dar apariencia de
autoritarismo. Es probable que en Italia esto no sea igual por creencias culturales
locales; así es que Ferro parece sentirse confiado en cuanto a la aceptación de
sus intervenciones por parte de los pacientes. Esto es muy diferente en Canadá y
Norteamérica y así su consecuencia es que los campos clínicos se pueden
construir desde diferentes posiciones frente a la autoridad y las partes negociar de
manera diferente la distribución de la misma. Stern concluye que para Ferro es
más fácil trabajar como lo hace en su propio contexto cultural y que no le sería
probablemente tan sencillo hacerlo en otro contexto.

d) Conclusión: ¿Debemos concluir que los BFT dan menor importancia que los
IRP al entrelazado inconsciente entre analista y paciente?

Cuando se analizan las diferencias entre diferentes escuelas de pensamiento


psicoanalítico se debe precisar que cada apreciación surge desde su propio punto
de vista del mundo. Si aceptamos desde la perspectiva de la teoría de Bion, la
posición y función del continente /contenido como inherente a la misma relación
analítica, parece inevitable pensar al campo analítico como un ambiente
transformador en el cual el analista puede confiar en su propia mente para cocinar
las identificaciones proyectivas del paciente. Desde el otro lado, para los IRP,
analista y paciente, aun cuando tienen diferentes roles, también están
entrelazados uno con otro de la misma manera en la que están dos personas en
una relación con compromiso mutual. El campo analítico es una continúa
interacción inevitable, recíproca, de influencia emocional consciente e
inconsciente. Dado este punto de vista, los analistas deben reimaginarizar
continuamente los caminos por los cuales sus participantes contienen un
enactment inconsciente con el paciente que está saturado de temas afectivos que
precisan simbolizarse.

Quiero resaltar algunas notas al pie de este capítulo referidas a:

· el concepto de tercero en Benjamin, que aclara que nada tiene que ver con
el de fantasía inconsciente. La visión del campo de Benjamin, el tercero, es una
manifestación directa del proceso curativo porque es lo que habilita al doer-done
to (ver nota 1) de relaciones para trascender y lo que vuelve posible la
intersubjetividad ;

· otra nota que aclara que una interpretación no saturada es una intervención
por parte del analista que, mientras puede corresponder con temas activos de la
relación, no se corresponde directamente con la T/CT. Por el contrario, promueve
la narrativa del paciente hacia sus propios temas.

· la mutualidad para los IRP se corresponde con el impacto que la


personalidad de cada uno tiene en el otro, especialmente el impacto de lo
inconsciente. Los analistas IRP jerarquizan así como consideran inevitable que la
respuesta emocional espontánea solamente ocurre desde fuera de la conciencia.

CAPÍTULO 5: LIBERTAD RELACIONAL Y ACCIÓN TERAPÉUTICA

La libertad de experienciar

Una experiencia nueva es espontánea y sorpresiva, no llegando a nosotros desde


un esfuerzo consciente o memoria del proceso en que se va formando. Existe una
sensación de extrañeza acerca de esta espontaneidad que la hace aparecer como
si no nos perteneciera. Si bien se presenta este sentimiento de extrañeza y de no
saber cómo se nos apareció, tampoco se la siente como ajena a nosotros, así
como tampoco se siente ajeno al propio proceso de creación, observación y
contención de tal experiencia. El proceso emergente sorprende, pero se lo siente
natural aun sintiendo que viene de ninguna parte. La experiencia está allí. Una
experiencia novedosa es como el aire que respiramos: está fuera de nosotros o
más alla de nosotros y, al mismo tiempo, es completamente una parte de nuestra
vida.

Lo que se describe es la libertad de experimentar, la libertad de usar nuestras


mentes. Pero cuando se está en este estado de libertad, nunca se saben los
siguientes pasos que dará la mente; y por ello seria mejor no describir la libertad
de experimentar como una libertad de usar la mente, sino más bien como una
disposición a permitirle libertad.

Lo espontáneo nos expresa, nos manifiesta, nos actualiza, le da una forma


tangible emocional y cognitiva a lo que somos. Para Stern, lo espontáneo está en
el corazón de la acción terapéutica, tanto en el corazón del proceso de cambio
como en las herramientas que usamos para lograrlo.

Las experiencias espontáneas son eventos comunes y no siempre tienen la


cualidad de sentirse poderosas o dramáticamente iluminadas. Una paciente nos
mira y tenemos la súbita percepción de que está muy triste: esta es una
experiencia espontánea; o un tono en su voz alerta sobre una nota de reproche
que antes habia obviado; un flash en sus ojos despierta nuestra conciencia sobre
su irritación. Ninguna de estas situaciones se produce porque uno trate o decida
conscientemente que suceda y son novedosas; simplemente ocurren. La libertad
para experiementar es una disposición profunda para dejar que algo sea y permitir
que emerja en su espontaneidad.

El campo interpersonal

Lo que se acaba de describir como libertad de experimentar es un proceso por


medio del cual las experiencias no formalizadas o elaboradas o especificadas se
articulan o se formalizan. La experiencia no preexiste a la formulación y/o su
formalización; no está predeterminada, sino que es emergente; no es la revelación
de algo que ya estaba allí en la mente, sino el mismo proceso, su propia actividad.
Una precisión mayor sería no hablar de experiencia sino de experienciar, como
expresión de un flujo más que de un producto.

No podemos reclamar una validación para el experienciar porque restaríamos su


libertad inherente para articular lo informulado. Creamos los sentidos articulados
de lo que viene espontáneamente a nuestras mentes desde el potencial de
sentidos que nos ofrece la experiencia no formulada y todos estos sentidos
generalmente corren por fuera de la conciencia. Idealmente, la experiencia no
formulada resultante alcanza el objetivo que la animó en primer lugar, mientras
simultáneamente existen las restricciones de la realidad.

¿Cómo podemos reflexionar sobre aquello que determina qué se selecciona, si


aquellas formulaciones no formuladas que ofrece la realidad o aquellas que
animan lo espontáneo? Aquí entramos en el terreno de lo interpersonal, lo
relacional o la dimensión intersubjetiva de la experiencia. Stern plantea que su
posición siempre fue que la experiencia puede ser formulada dentro de la diada
analítica como función de la naturaleza del relacionamiento entre dos personas.
Mitchell lo llamo matriz relacional y Jay Greenberg matrix interaccional. El campo
es una configuración de relacionamiento creada conjuntamente, un medio social
que resulta de implicaciones conscientes e inconscientes y de la intersección de
dos subjetividades. Los participantes del campo pueden ser o no conscientes de
las influencias que se ejercen mutuamente en ese campo. El campo no es un
mero entorno o contexto, es la configuración de influencias que continuamente le
da al proceso clínico su particularidad, cambio, forma o naturaleza. Que el campo
ligue dos subjetividades no contempla meramente la suma simple de la
combinación de influencias; tampoco es sinónimo de
Transferencia/Contratransferencia. Si mantenemos la definición como estricta,
esta última referiría a los patrones de relacionamiento modelados a partir de la
naturaleza de las experiencias significativas del pasado. El campo interpersonal
es más que eso.

La libertad en el campo interpersonal puede definirse como el grado en que el


paciente y analista se relacionan uno con el otro sin las restricciones que
introducen las defensas inconscientes. El mayor grado de defensa de este tipo
aparece en el campo con el enactment, construido conjuntamente entre ambos.
Serían operaciones defensivas que previenen la irrupción consciente de una
experiencia no-yo disociada de al menos uno de los participantes y por ende
protegiendo la estabilidad del self o la identidad. La exclusión de los no-yo de la
consciencia preserva la sensación de quien uno es, restringiendo las partes de
subjetividad que pueden formularse a través de formas espontáneas de la
experiencia. El enactment puede definirse como la interpersonalización de la
disociación, una rigidificación del campo, un impasse o punto muerto, una falta
mental de alternativa. Para los Baranger y otros es similar esta manera de ver las
restricciones conjuntas que se constituyen como partes congeladas del campo que
se definen como baluartes y que Ferro denomina núcleos de resistencia o puntos
ciegos de la pareja terapéutica. Para todos, las rigideces del campo llevan a
interacciones estereotipadas que pueden resultar en constricciones de la libertad
para crear futuro y para ambas conceptualizaciones, cuanto más relajado este el
campo, más libres son las mentes de ambos participantes para crear experiencias
espontáneas.

La forma en que el campo esté determinado en cada momento promoverá


experiencias espontáneas o las inhibirá.

El campo interpersonal es un concepto y no una experiencia y siempre lo


conocemos por inferencia, se nos aparece solamente a través de lo que sentimos
o por sensaciones de sus influencias. La libertad para permitir el mayor espectro
de experiencias espontáneas depende del grado de flexibilidad y de la libertad del
campo. El grado de flexibilidad del campo se define como el rango de
relacionamiento disponible entre los participantes; la libertad de experimentar
descansa en la libertad relacional. No debe pensarse esto como una burbuja que
surge de la tierra, un geiser, siendo la tierra un objeto sólido y estable, sino como
una posibilidad que emerge de una matriz fluida e inestable, no puede
imaginarizarse la geometría de esta fuente móvil y fluida. Así, la acción terapéutica
depende de nuestra libertad de permitir experiencias espontáneas y novedosas.

Libertad relacional

Los psicoanalistas comprenden que nuevos conocimientos logran nuevos efectos


relacionales. Este es el modo tradicional: incrementando conocimiento disolvemos
las rigidices de la T-CT y de esa manera aumenta la libertad relacional. Encaramos
varias direcciones para lograrla: trabajamos para conseguir mayor libertad
esperando que esto libere más la relación; otras veces trabajamos liberando la
relación entre los participantes, esperando que libere, a su vez, nuestra capacidad
para experienciar libremente. Existen diferencias teóricas pero estas son de
acento: en los IRP el acento está en los efectos mutativos de liberar la relación
clínica, mientras que otros más tradicionales tienden a reforzar el conocimiento por
la interpretación transferencial. A veces el proceso de expansión de la libertad
relacional se da por efecto de la interpretación, pero más frecuentemente el
cambio se describe mejor como un efecto relacional, una clase de tanteo por uno
u ambos de los participantes, hacia un sentido cargado afectivamente, sentido que
puede ser o no expresado verbalmente. Frecuentemente entendemos que la
interpretación verbal es el medio de la acción terapéutica porque cuando adviene
verbalmente un nuevo conocimiento o comprensión las palabras sorprenden,
fascinan y se sienten poderosas. Muchas veces la interpretación verbal es
mutativa. No obstante, Stern enfatiza que el elemento central ya ha ocurrido para
el momento en el cual la nueva comprensión verbal aparece. El elemento central
que a menudo precede la comprensión verbal es la aparición de una nueva
instancia de libertad relacional: un aligeramiento, un soltar, un relax del campo
interpersonal que crea una posibilidad de experienciar, que incluye una nueva
comprensión verbal, y que cada miembro de la diada puede sentir y tener en la
presencia del otro. Estas experiencias espontáneas que se abren desde la libertad
relacional no se limitan a los aspectos de la T/CT que compone la restricción
previa. La relajación de la restricción del campo destraba el potencial de otras
experiencias que, si bien podrían estar de alguna manera conectadas a la
restricción liberada, no necesariamente estarían relacionadas en formas
inmediatamente obvias. Esta libertad relacional determina una ventana abierta a
nuestras mentes para expandir su potencial alcance de invención creativa y
expresividad. Estos momentos de libertad relacional son disfrutables aun cuando
no sean placenteros o resulten incómodos. Estos momentos se acompañan del
menor nivel de necesidad de defensa inconsciente, así como de una actitud de
bienvenida a lo nuevo y a nuestra capacidad de abrirnos a ello. Stern se refiere a
esta libertad como un "estado no defensivo profundo". No debe entenderse por
esta descripción que nos referimos a que la libertad relacional es una meta
concreta, como si fuera una posición que pudiera alcanzarse; la libertad relacional
se presenta como una continua amalgama dialéctica, de libertad y restricción, de
tal manera que nuestro trabajo consiste en el desafío continuo de identificar
restricciones y crear libertad, y cada etapa de cambio redundará en nueva
libertades y nuevas restricciones. Esto dura tanto como dura un tratamiento.

¿Cómo se relaciona la idea de libertad relacional con los modos tradicionales de


representar la libertad en las discusiones técnicas: libre asociación del paciente y
atención libremente flotante? Ambas responden a intenciones y decisiones
individuales más allá de sus raíces inconscientes y las comprendemos como
actitudes conscientes. Desde el otro lado, la libertad relacional no es un set de
intenciones, pero sí un resultado bienvenido e impredecible, que no puede ser
adoptado o decidido, ni por separado ni conjuntamente. Cuando sucede, le ocurre
de una u otra manera a ambos. Es una propiedad de la relación analítica que, aun
siendo deseable, no puede ser intencionalmente seleccionada. Es un emergente
que solo admite la esperanza de que sea posible.

Ilustración clínica

Relata una viñeta de un paciente de 50 años, en la que describe cómo lo va


comprendiendo , cómo trabaja lo que no va comprendiendo y lo que surge como
inesperado en el campo. Referirá el valor simbólico que tiene un testigo para
ciertas experiencias traumáticas, donde queda una sensación de pérdida y lo que
representa la falta de un testigo de esas experiencias propias del trauma y de sus
vicisitudes. Un testigo que de alguna manera hubiera podido inferir lo que habia
sucedido y asistir con el sujeto y al sujeto respecto del acontecimiento . Stern
describe una anécdota de una sesión con este paciente para articular cómo
rescata la vivencia de la ausencia de este testigo en momentos del pasado
doloroso del paciente. Muestra cómo se fusiona una situación personal del
paciente a una vivencia compartida entre analista y paciente, lo que le sucede al
paciente en los términos auténticos de afectos que el paciente y el analista sienten
que pueden expresar sobre lo que sucede entre ambos alli y entonces en la
sesión. Stern nos muestra esto como expresión de una libertad creciente en el
vínculo a partir de formas de intervención del analista. Resalta que no es tanto lo
que se dice semánticamente, sino cómo se dice en el momento preciso: sentir la
profundidad de su necesidad y responder a la necesidad con la profundidad que
sintonizaban ambos en su registro afectivo. Esto es un ejemplo de libertad
relacional que no se alcanza necesaria ni frecuentemente a través de
interpretaciones ni comprensiones verbales. La libertad relacional es algo a lo cual
se llega a tientas. A veces es la consecuencia de la actitud de testigo de una
persona para con otra. Stern, en su esfuerzo por diferenciar las diferentes
posiciones técnico-teóricas plantea que otros analistas podrían haber coincidido
con lo que él hizo con su paciente y el desenlace de la sesión, pero que la
diferencia está en la forma de comprender lo sucedido y las acciones del analista.
Por ejemplo, otras lineas teóricas hubieran pensado estas intervenciones como
interpretaciones y las habrían enlazado con la T y CT historizándolas con la
relación del paciente con su historia infantil.

Restricción, relajación y libertad relacional

Stern concluye a partir de la viñeta presentada en el item anterior que un objetivo


terapéutico es el crecimiento por libertad relacional, que se desarrolla en el campo
donde antes estaba ausente. Algo muy diferente sucede cuando un paciente y un
analista se encuentran por primera vez y todavía no tienen patrones de relación
entre ellos. Esto conduce a una posibilidad sorprendente: ambos están más libres
para formular ciertas observaciones al otro al inicio de esa relación de lo que lo
estarían una vez que la relación se estableció. La creación de patrones de relación
y el uso y descripción posterior de esos patrones determina parte de la acción
terapéutica. A medida que se conocen y esa relación se estructura, se vuelve
habitual; ellos se acostumbran uno al otro. Estos patrones se vuelven
conservadores, preservan un status quo y los participantes quedan a salvo. Una
parte de esta atmósfera de seguridad en el tratamiento es auténticamente segura,
para lo cual se afirma que esta parte de la atmósfera de seguridad está presente
en la bien ganada confianza de cada parte en el otro en cuanto a su sensibilidad y
respuesta emocional. (No hace falta decir que la sensación de seguridad del
paciente es más importante que la del analista; pero la confianza del analista en la
estabilidad de la conexión del paciente con este es también importante, no
obstante logra menor atención). Esta auténtica clase de seguridad no solo no
inhibe nuevas experiencias, sino que las facilita.

La atmósfera de seguridad tiene también un lado oscuro, representado por los


patrones de relacionamiento mutuamente construidos que evitan los aspectos de
la relación que nosotros tememos sean inaceptables, incómodos si los
expresamos más abierta o directamente. Se angosta el rango de experiencias
espontáneas emergentes que se sustituyen por sensaciones frecuentes de confort
familiar. La suavidad sustituye una irrupción y muestra lo que no se oye o deja
pasar expresando una naturalizacion del campo. Estos hábitos y convenciones
que necesariamente se constituyen, se acompañan y moderan con intervenciones
emergentes guiadas por la esperanza de abrir más y más la libertad relacional.
Aquí lo emergente debe ser entendido como opuesto a prescripciones técnicas
estándar. La capacidad de reflexión del analista está siempre por detrás de sus
intervenciones y participaciones y esto muestra que toma decisiones sin saber
exactamente que esta haciendo.

CAPITULO 6: DAR TESTIMONIO A LO LARGO DEL TIEMPO. TENER LIBRE


ACCESO AL PRESENTE DESDE EL PASADO Y DEL PASADO AL PRESENTE.

Trauma y dar testimonio: de una manera u otra el pasado queda ocluido para
todos aquellos que han sufrido un trauma. En algunos casos toda la memoria
resulta inaccesible. Más frecuentemente, está presente pero afectivamente
inactiva, inanimada o desnaturalizada en tal medida que solo tiene sentido como
un hecho y no como una experiencia viva. Las memorias de lo traumático suelen
ser rígidas, no mentalizadas, concretas, tienden a ser no adaptables y no
generatrices, cualidades que necesitarían si fueran útiles para crear nuevas
experiencias. En otras palabras, la experiencia del trauma del pasado
generalmente no puede ser contextualizada en el presente. Desde esta
perspectiva, citando a Modell, el pasado queda fuera del tiempo, más allá
de Kairos. Kairos es un término griego que remite al tiempo cíclico humano no
lineal, un tiempo que puede volver sobre sí mismo de tal forma de permitir
sentidos que cambian y crecimiento, acrecentando el significado sobre los hechos
pasados. No es un tiempo científico ni cronológico. Si el sentido no está embebido
en Kairos, o la experiencia no puede moverse libremente entre el pasado,
presente y futuro, no se produce un nuevo sentido. Cita a Modell en su lectura de
Freud, quien plantea que si el pasado ha de vivir en el presente debe tener
conexión con percepciones contemporáneas; la memoria debe conectarse con la
vida por fuera de la mente, con el mundo exterior, con el hoy. Se marca así una
diferencia sustancial entre el insight como trabajo interior de la mente y la
influencia del afuera de las percepciones contemporáneas. Hay una referencia
explícita al concepto freudiano de Nachträglichkeit como central en el uso
del Kairos para la recuperación de la memoria vívida. Stern advierte que la
retranscripción de la memoria es precisamente lo que frecuentemente no sucede
en la memoria traumática. El alcance de las viejas experiencias a lo largo del
tiempo (Kairos) hacia nuevas circunstancias no sucede, al igual que la creación y
uso de categorías emocionales y de metáforas emergentes como resultado de la
articulación de sentidos en tanto están restringidos. Por esta razón, el trauma
frecuentemente no puede ser plenamente conocido, o plenamente sentido, no
podemos integrarlo en cadenas sucesivas. Esto podría ser posible si algún
acontecimiento actual y sensible lo estimulara por conexión, afectando su estado
disociativo, y lo retranscribiera desde el presente al pasado, sosteniendo que no
alcanza con los procesos de trabajo psíquico de asociación sin que existan
acontecimientos actuales de percepción contemporánea que los conecten por
algún elemento particular y específico. Stern da un ejemplo de ello en el capítulo
mediante una viñeta donde recuerda la muerte de su padre a propósito de una
conversación con un amigo.

Conecta el trabajo de la metaforización con el dar testimonio como un componente


rutinario de la acción terapéutica, en especial en situaciones de trauma. El testigo
puede ser real, puede ser interno o imaginario. Alguien más, además de nosotros
mismos, que pueda dar cuenta de lo sucedido y que pueda expresar lo sentido
con nosotros. Debemos ser reconocidos por un otro (Benjamin) aun siendo una
parte de uno, se necesita lo que Stern denomina: "un socio en el pensar "(partner
in thought). Plantea que el testigo interno crece desde lo que originariamente
fueran presencias internalizadas que en una primera etapa existieron en la vida
real afuera. En cierta medida, una utilidad del psicoanálisis clínico es escuchar a
los pacientes de una forma que permita que estos se escuchen a ellos mismos
promoviendo así que se den conexiones entre pasado y presente y trabajo
metafórico, ayudando al testigo con su testimonio en dicha función metafórica. Dar
testimonio a través de este otro que acompaña es un proceso relacional porque se
despliega en un campo interpersonal, entre dos subjetividades Estamos
acostumbrados a observar solamente el trauma del pasado, el infantil con más
frecuencia: cuando el presente o el pasado reciente es traumático, aquellas partes
buenas del pasado lejano pueden volverse inaccesibles para el presente. El
trauma puede dificultar el acceso a lo bueno de las memorias sea porque el
pasado fue traumático o porque el presente es traumático ahora o recientemente.
La retranscripción de memoria debe dirigirse en ambas direcciones y no
solamente desde el pasado al presente. Debemos tener un punto de lazo al
pasado desde el presente y desde el presente al pasado. En varios casos clínicos
mostrados en este capítulo, Stern describe cómo el pasado real y sensible se
desvitaliza y congela volviéndose inaccesible a su uso de recuperación cuando
hay trauma en la vida adulta.

Desrealización retrospectiva

Si dos partes de uno mismo separadas en el tiempo deben conocerse una a la


otra, una parte en el pasado y la otra en el presente, cada parte debe sentirse
como "yo". Si la función metafórica debe estar activa, cada una de estas partes
debe estar disponible a servir de testigo a la otra. Hay dos prerrequisitos para este
tipo de testimonio interno o imaginario: 1) el estado personal del pasado y del
presente debe ser capaz de sentir una experiencia afectiva y corporal consciente;
y 2) esta experiencia afectiva en cada parte debe tolerarse como una experiencia
sentida y conocida conscientemente por la otra parte. La contribución de la
memoria al presente y la contribución del presente a la reorganización del pasado
requiere de un puente de afecto a través del tiempo, una clase de llamado y
respuesta desde ambas direcciones. Stern plantea que es importante
recontextualizar, sentir y conocer el pasado a través del presente y así también ser
capaces simultáneamente de crear el mismo tipo de tanteo del presente desde
nuestras propias experiencias del pasado. Las partes de nuestro self disociadas
por razones defensivas inconscientes se relacionan con eventos traumáticos del
pasado y en especial con patrones relacionales disfuncionales. Cuando el pasado
es traumático, estar forzado a experimentarlo, o estar forzado a darle alguna forma
en el presente, puede desregular, desequilibrar el sentimiento del self, sustraer la
sensación de continuidad psíquica de ser y sentir, que es necesaria para sentirse
familiar con uno mismo, para saber quién somos. Después del trauma, la
capacidad para crear experiencia está parcialmente desrealizada, lo cual Stern
nos aclara que no necesariamente quiere decir que este vaciada de realidad, sino
que mejor sería pensarla como vaciada de vitalidad. La desrealización es más una
cuestión de actualización que de testeo del criterio de realidad. Se podría
conjeturar que el pasado distante puede ser intolerable y por ende impensable e
insensible por las mismas razones que el trauma del pasado impide la realización
del futuro. Cita a Boulanger quien refiere que cuando el presente o el pasado
inmediato es oscuro y lleno de dolor o terror, ese dolor es suficiente para impedir
comprender o acceder a lo bueno que hubo en el pasado distante; o resulta
imposible creer en esa parte buena como existente, o existe la sensación de que
esa parte buena murió. Así podría, dice el autor citado, explicarse el suicidio de
Primo Levi. Se produce entonces una especie de incompatibilidad por la cual
aquel mejor pasado con memorias de bondad resulta un recuerdo
extremadamente discrepante con la vida que se siente se vive en la actualidad;
simplemente se experimenta que eso ya no nos pertenece, quebrándose la
integración que otrora tenía o la doble circulación entre pasado-presente/presente-
pasado. Tal vez Freud sobreestimó la posibilidad y capacidad de elaborar duelos.
¿Existe gente para quienes el buen pasado está irremediablemente perdido? A
esta interesante pregunta, Stern responde que desearía que no fuera así, pero
que no puede asegurarlo considerando los múltiples ejemplos que el mundo nos
muestra. No obstante, el capítulo trae algunas viñetas que aun en su mínima
expresión de recuperación de ese pasado, alimentan su esperanza y su apuesta a
seguir buscando el restablecimiento de esa conexión con un tiempo vital que
reintegre las memorias perdidas.

Cita a Gerson quien piensa el tema como la "muerte del tercero" en los casos de
víctimas de trauma, y considera no poner en primer plano la esperanza, sino que
la acción terapéutica parte de la aceptación de su ausencia. La aceptación de la
desaparición de la esperanza sería lo único que permite comenzar con algo, es lo
más cercano a la esperanza que podemos ofrecerle a algunas víctimas de
traumas severos como el genocidio. Gerson refiere que el genocidio es la
presencia de la ausencia, que quiere decir que lo único que podemos sentir es la
esencia misma de la ausencia de aquello que estuvo presente. El tercero, el
testigo que podría haber sobrevivido y hacer posible recordar que habia sido real y
sentir lo que se perdió, está él mismo muerto. En temas sociales, los genocidios
se acompañan de una ausencia de un testigo cultural local que como comunidad
testigo viene a ser lo que da testimonio, otorga reconocimiento y acredita
existencia a lo que sucedió.

CAPITULO 7: FANTASÍA INCONSCIENTE Y RELACIONAMIENTO


INCONSCIENTE. COMPARANDO ABORDAJES CONTEMPORÁNEOS
FREUDIANOS E INTERPERSONALES/RELACIONALES EN LA PRÁCTICA
CLÍNICA

Stern presenta ideas acerca de la actividad entre colegas que realizamos cuando
comentamos material clínico de otro analista. Muchas veces, el presentador del
caso tomará una línea u otra para relatar sus acciones y el proceso que desea
presentarnos a debate. El comentador sacará conclusiones de cómo trabaja ese
analista, sobre qué ideas se apoya durante el proceso y cómo piensa las acciones
terapéuticas. Así, Stern refiere a propósito de un caso presentado que la razón de
la ausencia de elementos que hubiera necesitado para pensar al paciente, se
debería a que el modelo teórico del presentador no promovía reflexionar la
experiencia del analista como una parte central del proceso clínico. En este
sentido, el enfasis de la presentación en cuestión se refería exclusivamente a sus
instancias interpretativas y las reacciones del paciente a estas. Remarca que
nuestra teoría oficial puede no coincidir con nuestra teoría de uso, más allá de que
el material pueda reflejar -y el comentador pueda y tenga la obligación de extraer
del mismo- el estudio del proceso donde se pueda observar un analista
experimentado, un sentido de continuidad, coherencia de propósitos y confianza
clínica, así como una conexión real con su paciente que vaticinan que pasarán
cosas buenas en ese tratamiento. En conclusión, vemos que trabajamos en
formas muy diferentes aun siendo todos psicoanalistas bien formados.

Casi nunca los IRP, incluyendo al propio Stern, piensan lo que hacemos con los
pacientes como interpretaciones, aun cuando lo que se haga asemeje para otros
una interpetación. Pero si no es interpetación, ¿qué es?, ¿qué hacemos a
cambio? Aclara que para los IRP la experiencia no es meramente
contratransferencial y que lo que se realiza en una consulta supone profesionales
trabajando con pacientes y juzgando en cada momento decisiones puestas al
servicio de aquello que serviría al mejor propósito del paciente.

Stern enfatiza que el trabajo se centra en la experiencia del fluir del


relacionamiento y cuando se le dice a un paciente una impresión de un sentido
inconsciente, no solo se le está diciendo algo, no se está interpetando, se lo está
participando de la vida del campo que hay entre ambos y se hace de una manera
tal que resulta imposible saber si lo logra. Esa es la razón por la cual Stern evita
usar la palabra “interpetación” para describir lo que hace, en tanto ese concepto
supone demasiado énfasis en lo que puede saber de la mente del paciente y de su
propia mente, y muy poco en su inevitable participación inconsciente en términos
afectivos e interactivos en el tratamiento. No obstante, Stern resalta su aclaración
de que esto no quiere decir que no entienda nada ni que no trate de entender. Lo
que resulta importante en "no hacer interpetaciones" es dejar en suspenso
conocimientos preliminares anticipados para que fluyan efectos en la nueva
libertad relacional entre ambos, una libertad para ver, sentir y pensar diferente que
antes. Estos posicionamientos y nuevos acentos absorben su interés clínico
mucho más que su interés por hacer o conseguir observaciones objetivas.

Stern resalta que la unica diferencia entre analistas de diferentes esquemas


referenciales reside en que los IRP ubican la acción terapéutica en diferentes
partes de la experiencia clínica. Estas creencias divergen acerca de cómo el
tratamiento trabaja, modela nuestro sentido de la naturaleza del proceso clínico,
tanto lo que es como lo que debería ser. Los analistas freudianos se centran en el
conocimiento del mundo interno del paciente en torno a la fantasía inconsciente.
La fantasía consciente o inconsciente es simbólica en su naturaleza y por ello los
freudianos han centrado su defensa primaria en la represión. La represión ha
eyectado contenidos de la conciencia y requiere la capacidad de pensamiento y el
pensamiento requiere de simbolización. Desde esta perspectiva sus mentes
contienen sentidos inconscientes simbolizados a los cuales no pueden acceder y
que influencian su vida en forma profunda. La mente en estos casos está dentro
de la persona, es un asunto interno. Más allá de que sabemos que trabajan sobre
lo no simbolizado también, es razonable decir que enfatizan lo simbólico.

Los IRP no lo hacen en su carácter de cualidad privilegiada, por el contrario, el


acento está en lo no simbolizado. La experiencia inconsciente es experiencia
potencial, experiencia que puede ser moldeada y simbolizada si los factores
interpersonales dinámicos e internos habilitan esa posibilidad. Y denomina a la
experiencia inconsciente como experiencia no formulada. En este sentido, se
reformula el lugar de la represión porque no estamos hablando de algo que estuvo
en la conciencia y fue desplazado a lo inconsciente. Aquí la disociación reemplaza
la represion como mecanismo central.

CAPITULO 8: TEORÍAS IMPLÍCITAS DE LA TÉCNICA Y EL VALOR QUE LAS


INSPIRA

Stern hara un planteo definido sobre por qué no está de acuerdo en sentar bases
claras y definidas sobre una teoría de la técnica que pueda aplicarse de una forma
prescrita en tanto entiende que esto no es posible para nuestro campo de acción
en la práctica. Refiere que muchos psicoanalistas se muestran escépticos por el
surgimiento de múltiples teorías en tanto la intención de cada nueva formulación
supone una derrota de la anterior. No concuerda con esta idea, sino que más bien
comprende que entre nosotros hay una baja tolerancia a las diferencias teóricas y
a las diferentes formas de llevar adelante técnicamente un proceso clínico. El
psicoanálisis representa la casa que nos alberga a todos nosotros, y nos alberga
con todas nuestras diferencias; ese continente común congrega prácticas y formas
de pensamiento discrepantes así como críticas fuertes respecto de que las
múltiples formas de práctica dispersan lo que debería ser una unidad. Asistimos a
un orden donde todavía las diferencias se ordenan en términos de
superioridad/inferioridad y principal/secundaria. Cita a Rangel, quien frente a esta
dispersión que no refleja unidad refiere que muchos pacientes potenciales se
enfrentan a la confusión cuando deben elegir profesionales así como dudan
acerca de la confianza que pueden depositar en el psicoanálisis.
Otra perspectica, como es la de Foehl, comprende este estado de situación como
inevitable y muestra un crecimiento y cambio entre el pasado y el presente: el
pasado centrado en una teoría central que focalizaba en las causas de la
experiencia y el presente que busca comprender la naturaleza de la experiencia
en sí misma. Esta situación de divergencia es lo que según este autor trae el
conflicto entre psicoanalistas respecto de las diferentes maneras de entender lo
que hacemos en nuestra clínica. La experiencia puede ser reducida a una serie de
variables predecibles solamente si se afirma que dicha experiencia es el efecto de
causas conocibles, causas que serían más importantes que la propia experiencia
en sí misma. Pero cuando el foco está puesto en la experiencia como objeto de
interés y no como resultado de una causa, no se llega a esa deducción tan
reduccionista: Foehl propone aceptar un pluralismo epistemológico; Gadamer
propone entender la existencia de múltiples concepciones de la práctica como el
signo de un campo vigoroso; Stern propone tener una mirada optimista frente a lo
múltiple y por otro lado aceptar que a lo explícito de las múltiples teorías se agrega
un continum de teorías implícitas de la práctica.

Sobre estos implícitos, Stern propone que se fundamentan en posiciones de valor


que sostenemos con escasísima o ninguna conceptualización explícita. Son
valores no sometidos a examen ni interrogación.

Cuestiones filosóficas

Stern nos advierte que miramos la realidad como si fuera unitaria y singular. Los
hechos se dan por supuestos en este esquema y la interpretación se limita al
significado que le damos a esos hechos. Los datos tienen una existencia
independiente de esa interpretacion. Establecidos los hechos, se define el
problema y tenemos una batería de prácticas para resolver el problema: técnica
racional. Esta es la forma natural de actuar y si contradecimos esta forma
podemos sentirnos en riesgo. Se acerca mucho al positivismo y muchos
psicoanalistas se alejan cada vez más de esta posición. Segun su idea frente a
este problema, las técnicas psicoanalíticas son modos de crear y asignar
significados y deben ser pensadas por su utilidad en la consecusión de las metas
y objetivos que las inspiraron. Esto está fundamentado en la hermenéutica y
pragmatismo más que en el positivismo y objetivismo. La cuestión no es si las
transferencias edípicas o de objetoself existen realmente, sino más bien si
trabajando en formas técnicas acordes con estas conceptualizciones de
transferencia, se hace efectivo el propósito que las sostiene y si aceptamos este
propósito.

La interpretación es válida dependiendo de cada ocasión particular, y de la epoca


y la cultura en la cual es construida. Esto determina las restricciones del sentido
posible a cada interpretación. La cultura mediatiza la relación entre la realidad y la
individualidad del ser humano. Esta es la doctrina de la historicidad y la filosofia
hermenéutica se fundamenta en esto. Dentro de los amplios límites culturales de
la significación, las interpretaciones individuales, seleccionadas en un determinado
momento, dependen de otros factores: del contexto del momento en que esa
interpretación se formula, especialmente del contexto interpersonal e intrapsíquico
y de la naturaleza del campo interpersonal actual. Dentro de esquemas objetivos,
por ejemplo, un avión volando, el dato existe independiente y primariamente a su
interpretación. Pero los hechos no son simplemente hechos: su ambigüedad
depende del contexto y esa es su naturaleza. Es imposible que los datos precedan
a la interpretación porque es la interpretación la que los crea, por ejemplo, es la
sensación que despierta escuchar un sonido de un avión. Por lo tanto,
construimos teorías para acercarnos a comprender estos fenómenos pero no se
trata de evaluarlas como correctas o incorrectas, sino considerarlas en función de
que alcancen los propósitos para los cuales fueron pensadas respetando las
restricciones de la realidad.

Teorías de la técnica múltiples e implícitas

Stern nos refiere que existe una tendencia que propone un modelo de técnica y
sus axiomas y otra que propone una dirección hacia la aceptación de una manera
espontánea de tomar y dejar, de usar y crear nuevas formas. Nos plantea que se
necesita tomar una posición definida respecto de si es necesario o no tener una
teoría de la técnica. No se puede estar a medio camino porque resultaria confuso.
Partimos de un conjunto general de preceptos básicos que nos orientan en el
camino cuando trabajamos y que definen de alguna manera nuestra actividad.
Pero este conjunto de así llamadas técnicas no parecen decirnos cuánto sabemos
de lo que realmente hacemos en el "hacer cotidiano". Hacemos un uso
preconsciente de las teorías explícitas, así como también usamos una cantidad de
teorías que nos empujan y nos van llevando en el trabajo siendo que estas existen
implícitamente, y se usan bastante rutinariamente. En este sentido, el autor cree
importante resaltar que el más importante uso de la supervisión es ayudar a la
articulación de ciertas nociones no formuladas de cómo el tratamiento funciona y
de cómo hacemos para promover acciones mutativas. Agrega esta idea tomando a
Sandler, que plantea que incrementando nuestra experiencia clínica construimos
preconscientemente una variedad de segmentos teóricos que se relacionan con el
trabajo clínico. Son el producto de un pensamiento inconsciente y reflejan teorías
parciales, modelos, esquemas, que tienen la cualidad de estar disponibles en
reserva, ser convocados cada vez que son necesarios.

A su vez puntualiza que tanto las teorías implícitas como las explícitas no son
productos racionales idealizados, separados asépticamente por mentes objetivas,
sino más bien e inevitablemente una expresión directa de nuestros valores,
muchas veces muy cercanas a nuestros sentimientos.

Teorías implícitas y racionalidad técnica

Stern reconoce que sería más tranquilizador contar con una fuente extensa de
recursos técnicos para aplicar en variadas situaciones que nos anticipen qué
hacer y qué decir, aceptando de esta forma la racionalidad técnica. Pero todos los
psicoanalistas de todas las tendencias teóricas saben que sus decisiones de cada
momento acerca de qué hacer no pueden ser reducidas a una técnica racional sin
sufrir una pérdida catastrófica del sentido psicoanalítico. Y si bien la ambición es
reflejar en nuestro trabajo y desde él la conversión de lo implícito en explícito,
debemos aceptar que parte de nuestro trabajo está empujado y arrastrado por
conocimientos y principios tácitos.

La aparición de nuevas teorías explícitas de la técnica

No obstante, se precisa tener nuevas formulaciones teóricas explícitas para hacer


desarrollos en psicoanálisis, que no quiere decir que esta necesidad represente
buscar un mejor psicoanálisis o más agudo, más util o más cercano a la verdad.
Stern se refiere a que el psicoanalisis debe devenir algo diferente de lo que vino
siendo, considerando que los psicoanalistas prestan un servicio a personas que
viven en un mundo social particular que, a su vez, cambia.

En ese sentido, Stern se pregunta, para qué nos servirian las nuevas
formulaciones teoricas. Tal vez podrían ser vistas como nuevos abordajes y una
más cercana comprensión a los cambios en nuestro mundo social, ya que estos
por sí mismos ejercen una influencia en la forma de la experiencia individual.

Un ejemplo de ello podría ser el lugar social que cobra la interdependencia y la


mutualidad de interacción entre los sujetos. Otro ejemplo, es nuestra relación con
la autoridad que ha cambiado en las últimas cinco décadas. Tres generaciones
atrás el paciente descansaba confiado en saber que su analista sabía lo que
sucedía dentro de su mente y hoy, a pesar de aquellos que siguen buscando esa
relación, hay muchos otros pacientes que rechazan esa condición de
omnisciencia. Esto ha afectado la relación parental/filial, la relación
docente/alumno. Algo ha cambiado, direccionándose desde menos
autoridad/autoritarismo hacia una mayor mutualidad. Los IRP, como los
psicoanalistas del self, se han orientado en ideales, formación, y valores hacia
horizontes que acrecientan la incorporación de valores de interdependencia y
mutualidad, alejándose de formas heroicas de individualismo y confianza
automática en la autoridad. Desde este punto de vista, se ha reducido la
capacidad del analista para comprender la mente del otro desde su autoridad
porque ha sido sustituida por un analista visto como inconscientemente implicado
con el paciente que no puede ni simple ni individualmente conocer qué sucede en
su mente ni en su subjetividad.

Stern sugiere fuertemente que la práctica clínica de los IRP y los psicólogos del
self podría ser la expresión explicita de las teorías implícitas desarrolladas durante
varias generaciones por los analistas que respondieron a las condiciones de
cambio de la época que afectaron a su vez a los individuos en nuestra parte del
mundo.. No solo respondemos a los cambios, también participamos en su
creación. Las teorías explícitas e implícitas residen en un círculo de beneficios de
crecimiento mutuo: círculo generatriz, dialéctico interdependiente uno del otro.

Valores y evaluación de la teoría de la técnica

Stern nos advierte que podemos optar, aceptar y justificar que trabajamos con un
grupo de teorías y desde estas convalidar la clínica que practicamos pero lo que
no se podrá validar es la superioridad de una teoría sobre otra en sus propios
términos. Solo podremos argumentar que una teoría resulta superior a otra en el
estudio de cierto fenómeno específico . La utilidad de la efectividad de una técnica
no puede ser considerada separada de sus metas. Por ejemplo, si tomamos el
concepto de pulsión y hacemos de este concepto el centro de nuestro
pensamiento, ello nos llevará a intervenir y comprender la situación clínica de una
determinada manera. Como consecuencia de ello, podríamos preguntarnos si
resulta realmente conveniente continuar promoviendo este centro. ¿Qué
perdemos y qué ganamos cuando pensamos desde este concepto, y qué cuando
el mismo no es único ni central?

De esta forma la comprensión del contexto de aplicación transforma la tarea de


evaluar teorías de la técnica y de la acción terapéutica más complicada de lo que
otrora se suponía podía ser, pero es, en cambio, más realista. Esta es una de las
razones por las que el método científico empírico de testeo de teorías de la técnica
(comparando una con otra), que usa medidas que generalmente se seleccionan
sin considerar los valores que subyacen a cada una (seleccionadas como si los
valores fueran inmateriales) tiene poca aplicación. Primero se debe formular el
contexto de aplicación de esas teorías, el rango de circunstancias dentro del cual
resulta significativo interrogar acerca de la efectividad de esa teoría de la técnica,
y luego se debe comparar ese contexto de aplicación con el modo en que el
mundo se mira desde otras perspectivas analíticas. Lo que más debe interesar,
segun Stern, es determinar qué teoría de la técnica puede realizar el mejor trabajo
para que suceda algo en una dirección. Y este recorrido tiene para Stern una
dimensión ética. Por ejemplo, una teoría dirigida al trabajo con pacientes
borderline debe focalizar en lo que a estos pacientes les falta en la vida o sobre
qué problemas se les crea para vivir con ellos y con los otros y esto
inexorablemente lleva al autor de esa teoría inevitablemente a tomar partido
respecto de lo que para él mismo es más importante en la vida. Los hechos
terminan seleccionados por valores. Lo mismo sucede cuando pensamos en
"criterios de mejoría del paciente". Cada teoría comienza con la visión de lo que
considera más importante para la vida humana y sus analistas promueven esa
visión practicando de acuerdo a esa teoría de la técnica.

CAPITULO 9: LA PSICOTERAPIA ES UN PROCESO EMERGENTE.


HERMENÉUTICAS E INVESTIGACIÓN CUANTITATIVA EN PSICOTERAPIA.

Stern continúa el planteo del capítulo anterior argumentando con firmeza por qué
cree que su práctica no es un procedimiento científico ni médico. Refiere que
muchas veces no alcanza efectos orientados ha mejorar la salud al estilo de
aquellos que caben a los logros del modelo médico Stern trabaja desde la
convicción de expandir el self, la curiosidad y la libertad, siendo esos elementos
los que generan relajación y una reformulación creativa de la experiencia. Esto
incluye que alivien sus síntomas y refuerza en este sentido la cualidad de un buen
tratamiento. No obstante lo cual, no admite que el cese sintomático sea un
paramétro central para determinar la adecuación de un tratamiento. Su interés
clínico está en aquellos momentos en los cuales algo viejo se revela o algo nuevo
emerge. El psicoanálisis no puede ser definido como una actividad instrumental,
porque inmediatamente sobrevendría una medición sobre sus resultados. Tan
pronto aceptemos ambas metas de predicción y control estaremos rechazando el
corazón del psicoanálisis: el fenómeno de lo único, lo espontáneo, lo emergente
de circunstancias que surgen como singulares. Stern denomina "reflexión en la
acción", lo que se refleja sólo por la acción, dando un ejemplo para entenderlo: "se
puede clasificar a los alumnos de arte por sus pinturas respecto de cómo realizan
o alcanzan un objetivo de esa naturaleza midiéndolo?". ¿Cómo se define la
creatividad? La creatividad sería cualquier actividad cuyos detalles no pueden ser
prescritos sobre las bases de un conocimiento de la naturaleza de la actividad.
Seguir una receta no es una actividad creativa, mientras que cocinar siguiendo
nuestro propio juicio sí lo es. La reflexión en la acción es hacer lo mejor en cada
circunstancia a medida que dichas circunstancias emergen. Apoyándose en
Gadamer plantea que la comprensión proviene de una "conversación
genuina", que quiere decir que cada participante intenta acercarse al asunto que
hay entre ambos. En este sentido, Stern define que la comprensión supone para el
psicoanálisis una ausencia de intelectualización. No se da sin prejuicio en tanto
este es inherente y forma una parte importante de la comprensión y no hay punto
de vista sin partir de algo. El punto de vista existe desde un plano determinado de
horizonte. Queda claro que para aumentar conocimiento sacrificamos el
conocimiento original de nuestro prejuicio y también es cierto que nos limita en
tanto no vemos ni nos movemos más allá del mismo, vemos con este, vemos a
través de este, y vemos por los medios que este nos provee .

CAPITULO 10: EL PACIENTE DIFÍCIL DE COMPROMETER. UN FRACASO


TERAPÉUTICO

Stern desarrolla en este capítulo lo que sucede con cierto tipo de pacientes, con
quienes más allá de las teorías nosográficas que pudieran aplicarse, el tratamiento
no fluye porque no se produce compromiso. Siguiendo la línea común a todo este
libro, no se centra en el paciente solamente, sino que trata de pensar la
problemática desde lo que le sucede a una pareja terapéutica que "no se
engancha". La primera situación que plantea es la afectación negativa de la
conexión emocional entre ambos. Piensa esto como condición necesaria pero no
suficiente para entender el problema. Si bien el caso clínico del paciente relatado
en este capítulo muestra un inicial interés en el tratamiento, voluntad y esfuerzo de
comunicación con la persona del analista, el paciente no podía decir nada real
sobre sí mismo. Solo repetía una y otra vez los mismos detalles y las
observaciones del analista al respecto de esta reiteración y sus esfuerzos de
escucharlo no daban resultado. Stern refiere que su paciente estaba vacío, vacío
de deseo principalmente. No sabía lo que quería, lo único que sabía era que
quería querer. Ambos, paciente y analista, querían poder trabajar conjuntamente,
pero el esfuerzo no alcanzaba para lograr engancharse en una corriente propia
que los trasporte en un cauce fluido.

Stern advierte sobre ciertos presupuestos que damos por garantizados y que
deberíamos cuestionar, como por ejemplo que el enganche y el compromiso con el
tratamiento dependen de una sensación de conexión emocional entre paciente y
terapeuta. Sin poner en duda esta fuerza necesaria, que en su paciente existió en
forma incipiente pero no suficiente, algo más les faltó a ambos. Stern piensa que
el fracaso de este tratamiento mostró que estaban carentes de su deseo, o sea, de
un sentimiento auténtico de lo que el paciente quería en su vida. Les faltaba una
energía que debía provenir de la presencia de una vida interior en su mente y no
era cuestión de buscarla porque estuviera oculta, sino porque no parecía tener
una.

Stern da un paso más en sus reflexiones relacionando este vacío con la falta de
curiosidad, como una actitud activa hacia estar abiertos. Esta actitud nos habilita a
estar atentos a nuestra propia experiencia, sin necesariamente estar buscando
algo en especial. Uno debe estar abierto a lo inesperado, ser un espectador de su
propia mente, agradecido de lo que pueda venir más allá de donde pueda surgir,
aun si lo que emerge no es agradable. Para que la curiosidad trabaje en favor del
tratamiento debe ser mutua, porque la curiosidad contagia al otro y lo estimula. Así
el flujo de conexión de ambos, aún siendo dispar o inestable mantiene los
movimientos del campo y se sostiene de alguna manera. De lo contrario, si alguno
pierde ese contacto se produce un apagamiento de la influencia mutua. No es
posible mantener una sensación de vitalidad en la presencia de algo chato,
muerto, o en ausencia de una trama de historia. Se apaga el campo más allá del
esfuerzo del ambos por mantenerlo vivo voluntariamente. Situaciones de este tipo
responden a responsabilidades de ambos participantes. En el caso del paciente de
Stern se nota que el analista trataba a toda costa de mantenerse vivo y no
sucumbir, darle una oportunidad al tratamiento para que hubiera un comienzo y se
instalara un compromiso vital y auténtico. Para Stern la interrupción de este
tratamiento fue un fracaso, no un fracaso del cual él se sintiera culpable, sino una
imposibilidad de abordar la situación sin caer en un enactment del cual no se pudo
salir debido a la incapacidad mutua de activar curiosidad. Stern nos presenta una
idea más general e interesante: cuando el contexto o el campo interpersonal que
se crea es tal, que el estado de la mente que se convoca en uno no es tolerable,
no se puede habitar ese estado. Uno se aleja, porque ese estado es un no-yo y
presupone una identidad no tolerable. Es un estado de ser y estar con el otro que
se ha disociado. En función de no ser esa persona, me vuelvo a un estado de la
mente que tolero, lo que a su vez genera complementariamente que el otro pase a
ser la persona que uno no quiere ser.

Volviendo al paciente presentado por Stern hay dos conclusiones importantes que
muestran una situación difícil por la falta de alternativas: 1) estar vivo para su vida
interior lo hubiera hecho sentir que él era alguien intolerable para sí mismo; 2)
apagándose (enmorteciéndose) a si mismo para esa parte de sí mismo intolerable,
se apagaba para el otro. Stern nos presenta varios intentos de especulación sobre
las causas de esta forma de ser de su paciente, sin poder afirmar la validez de
dichas especulaciones ni tampoco asegurar que sortear ese obstáculo en dicho
tratamiento hubiera sido bueno para su paciente. Impresiona que Stern es un
analista con múltiples herramientas clínicas y de un pensamiento abierto pero
cauteloso respecto a adelantar interpretaciones sobre situaciones que aún
permanecen enigmáticas para nuestra disciplina.

CAPÍTULO 11: LA CURIOSIDAD. CONFRONTANDO IDEAS DIVERGENTES EN


UN INSTITUTO PSICOANALÍTICO IDEAL

Stern hace un planteo personal acerca de los Institutos de Psicoanálisis. Lo


plantea como una tarea imposible en tanto cada propuesta sería ideal para un
grupo y no para otro. Nos recuerda que históricamente, durante décadas, los
psicoanalistas no han podido lidiar con las diferencias teóricas entre ellos: ha
habido diferencias personales, políticas, éticas, teóricas, etc. y todas estas
hubieran alcanzado para poner en riesgo al movimiento y su institución. No
obstante, esta no se ha quebrado siendo esto un signo de vitalidad. Los institutos
psicoanalíticos tienen muchas cualidades, buenas y malas, como las tienen los
grupos familiares. Son como familias: la intimidad no es amiga de criar paz y
silencio. No podemos evitar el conflicto sobre la naturaleza del instituto ideal
creando centros de entrenamiento que agrupen gente con mentes que afines y
que congenien.

Los temas de debate pueden ser amplios: lograr la mayor participación de los
graduados en sus actividades; pensar dispositivos para que aquellos que
participan avancen en la organizacion jerárquica y de crecimiento psicoanalítico;
pensar cómo seleccionar los representantes que gobiernen los asuntos de esa
institución; pensar el curriculum psicoanalítico ideal; pensar el candidato
psicoanalítico ideal en términos de a quién seleccionar, a quién promover, a quién
ayudar. Sea como sea, las variables parecen infinitas y no es posible complacer
las preferencias de todos. No obstante lo cual, el centro del problema parece
ubicarse en las diferencias clínicas y teóricas en términos de lo que los analistas
hemos hecho y no hemos hecho respecto de esas diferencias y que fueron
responsables de los grandes cismas por los que la historia de la institutcion
psicoanalítica ha atravesado. Lo obvio es que no parece ser lo correcto entrenar
candidatos adoctrinándolos para que piensen en una línea única y consideren a
las otras como equivocadas. Esta tendencia forma psicoanalistas que no pueden
dialogar con otros colegas que observan el campo de manera diferente a la que
ellos conocen o conciben. Debemos pensar seriamente cómo nuestros institutos
manejan y abordan el tema de las diferencias, la otredad. La tarea es entonces
considerar los valores que un instituto debería tener en tanto estos valores están
condicionados y condicionan lo que creemos es importante. Más allá de los
contenidos que esta formación pueda decidir tener, Stern considera relevante por
encima de todo focalizar el tipo de atmósfera intelectual que particulariza a ese
instituto. No debemos promover en los candidatos lealtades hacia una teoría u otra
que restrinja el interés por las demás.

Modelo exponencial

Este es el modelo que se usa más en la práctica clínica. Vamos conociendo ideas
nuevas y divergentes a lo largo del tiempo, nos acomodamos a ellas, con nostalgia
por las viejas y resistencias a las nuevas, siendo que a veces las asimilamos con
mayor o menor entusiasmo, integrando lo que sabemos con lo que encontramos
en la práctica. Las ideas dialécticas de Benjamin y Hoffman son un ejemplo de
ello. Por ejemplo, Hoffman sostiene que la situación analítica depende de una
dialéctica en continuum: el ritual psicoanalítico y la espontaneidad personal.
Ambos son importantes recursos de sentido que se nutren mutuamente, cada uno
trabajando en silencio en el fondo cada vez que el otro está en el frente. Desde
otro sentido, cada experiencia que todavía no hemos tenido es parte del fondo del
ser que nos da familiaridad de sentido a la experiencia que conocemos. En una
forma específica, la percepción prejuiciosa del otro -gente que es diferente a
nosotros en color de piel, religión, cultura, o preferencia sexual- debe ser
entendida como el background (fondo) contra el cual creamos nuestras
percepciones de nosotros mismos. Todos ya debemos saber que ser blanco no
es ser todas esas cosas identificadas con ser afroamericano, latino, nativo
americano o asiático; ser straight no es ser todas esas cosas que identifican ser
gay.

Cuando al pensamiento dialéctico se lo deja trabajar en libertad, la diferencia es


tomada y reconocida cuando emerge. Asimilarla no asegura comodidad pero se
hace comprensible desde el punto de vista del otro y, aun en desacuerdo este,
queda como tal y no se transforma en escisiones o guerras.

Un instituto ideal es aquel que se concibe tolerando que las propias ideas solo son
significativamente parciales porque comparten un contexto que alberga otras ideas
que difieren. Aun teniendo una meta teórica central, ese instituto ideal deberá
promover el estudio comparativo de ideas multiples en un sentido no superficial,
sino de inmersión en las diferencias y en las diferentes maneras en que las ideas
muestran hacer conocible el problema clínico en cuestión. Si el instituto tiene un
propósito o meta teórica, este no puede quedar distanciado o ajeno a pensarse
desde la propia diferencia que lo sitúa en el contexto de otras ideas de las cuales
diverge.Este modelo exponencial supone una actitud activa hacia la apertura.

El modelo revolucionario

Stern compara y pone en tensión ambos modelos desde diversos interrogantes:


¿Qué sucederia si nos estamos engañando, si en vez de alcanzar una razonable y
confortable negociación con lo otro, nos las ingeniamos para usar el modelo
exponencial al servicio de no hacer nada más que ignorar la otredad? ¿Qué
pasaría si estuvieramos frente a la posibilidad de que el modelo exponencial fuera
el más efectivo en lograr preservar el pasado y por ende resultara en ser el
conservador? ¿Y qué haríamos si la vieja guardia simplemente no admitiera a
aquellos que proponen cambios? Desde esta posición es difícil pensar cuán
asimilables son las nuevas ideas por parte de aquellos que están en el poder. O
sea, ¿qué pasaría si no pudiera lograrse un cambio real por asimilación y
acomodación y solo restara tirar el bebé junto con el agua de bañarlo? Una
revolución. Inmediatamente Stern aclara que no supone violencia del estilo de una
guerra pero sí de movimientos menos confortables. Lo explica apoyándose en la
teoría de los sistemas dinámicos no lineales según la cual cuando un sistema
alcanza su punto crítico, el cambio no suele ser gradual y lineal, sino súbito. Khun
también lo plantea en términos de revolución cuando refiere que los cambios
básicos en la ciencia solamente tienen lugar cuando el viejo paradigma se estira
más allá de su punto de quiebra, y aun intentando acomodar observaciones que
resultan inconsistentes consigo mismo, finalmente colapsa por su propio peso.

Si bien las ideas de Khun o el cambio de paradigma de la concepción del universo


antes y después de Galileo no se puede comparar con los cambios en las teorías
psicoanalíticas, nos sirve igualmente para comprender que muchas veces la
imposibilidad de negociación o diálogo conduce a algunos grupos a un necesario
ostracismo o apartamiento del centro para construir a solas ideas divergentes.
Stern se muestra optimista y observa que en la actualidad muchos psicoanalistas,
aun en desacuerdo, toman más seriamente en cuenta varios axiomas que reflejan
diferencias sustanciales con el psicoanálisis clásico: interacción entre dos
personas; relacionamiento como corazón del trabajo clínico, la subjetividad del
analista, la intesubjetividad, etc.

Hay un destino inevitable para aquello que otrora fuera original que es
desaparecer a través del tiempo oscureciéndose en estereotipos conocidos o sea
ya denominados tradicionales. Barlett lo designa comoconvencionalización o
Schachtel lo plantea como que aquello que fue novedoso y creativo habitualmente
desaparece en un convencionalismo confortable.

El mundo cambia y nosotros tratamos pacientes de ahora con muchas ideas de


entonces. Necesitamos ir y volver en el tiempo , analizar a los pacientes de hoy
con una actitud, disposición y percepción crítica sobre las teorías que nos
apuntalan y a su vez son previas a esa situación analítica actual. Debemos
cambiar al mismo tiempo que el mundo cambia. No alcanza con acomodarse a las
diferencias ni con ser un anfitrión cortés de las mismas en nuestra casa, sino que
es necesario poder integrarlas a un pensamiento que las comprenda desde su
propia lógica y sus metas, sin lealtades que resulten atávicas a la época para la
cual deben resultar útiles en la situación analítica. La atmósfera de un instituto
debe ser permeable a dar cabida a esta actitud abierta, a interrogar ideas nuevas,
aun cuando no estemos inicialmente de acuerdo con ellas o contradigan axiomas
que nos representen o identifiquen. Todas las ideas son temporarias expresiones
de una verdad local.

¿Qué podemos hacer con estos dos modelos?

Stern nos refiere que ambos modelos sostienen a la curiosidad como valiosa y
ambos modelos son necesarios. Necesitamos conservar lo que continua siendo
útil a la comprensión y cambiar o reemplazar lo que no nos ayuda más. De
cualquier manera, subyace la pregunta respecto de qué hace posible que
tengamos esa necesaria sensibilidad para la otredad en psicoanálisis; cómo
sabremos discernir lo que debemos conservar y aquello sobre lo que debemos
innovar. Es difícil dar un método para ello. Y se desprende de las ideas de Stern
que no se trata de una mera declamación voluntariosa, sino de un entrenamiento
colectivo que permita gestar dentro de nosotros esa sensibilidad. Stern finaliza su
texto refiriendo simplemente que se podría plantear que la curiosidad es un
elemento esencial que requiere compromiso intelectual y rigor, pero que intelecto
no es intelectualización y compromiso no es devoción.

[1] Nota de la autora de la reseña: Por "Doer/done to” Jessica Benjamin se refiere
a una dinámica en que los participantes sienten que uno de los dos es el que hace
(Doer) y el otro es simplemente alguien que recibe pasivamente lo que el otro le
hace. Uno es el hacey el otro es aquel al que se le ha hecho (done to). Éste no ve
su papel activo en generar la interacción, que la interacción es una co-creación de
ambos participantes. El terapeuta, también puede tener una concepción teórica
“Doer/done” en que no capta que no es que alguien le haga al otro, y éste sea
pasivo, sino que entre los dos co-construyen.Ver. Jessica Benjamin (2004):
Psychoanalytic Quarterly, LXXIII, Beyond doer and done to: an intersubjective view
of thirdness.

Anda mungkin juga menyukai