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Naturaleza y economía

en Marx y Engels: de
procesos naturales y
construcciones sociales
La emergencia de crisis a partir de la degradación de
bases naturales nos remite a los padres del
materialismo histórico y al estudio de las ciencias
naturales para analizar la realidad y plantear una
salida.
Andrés Arnone
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA)

Sábado 1ro de abril de 2017 | 23:04



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“La manera como se presentan las cosas


no es la manera como son;
y si las cosas fueran como se presentan,
la ciencia entera sobraría”
Karl Marx

¿Qué tienen en común el gasolinazo en México, la


Primavera árabe, las quiebras de empresas del fracking en
EEUU, los millonarios subsidios a Vaca Muerta del macrismo
o sus intenciones de precarización laboral en el sector
petrolero?
¿Qué relación tienen la disponibilidad de medios materiales
y la salud de trabajadores con el funcionamiento de la
economía?

¿Por qué Marx y Engels criticaron el Programa de Gotha por


ningunear a la naturaleza?

¿Cómo fue que el estudio de los procesos naturales


descubiertos por el químico Justus Von Liebig le permitió a
Marx describir la renta de la tierra mucho más
científicamente que el resto de los economistas?

En definitiva, ¿cómo es la dialéctica entre las ciencias


naturales y las sociales?

Muchos de los hilos de continuidad sobre la relación entre


naturaleza y economía política fueron dejados de lado como
tantos otros, como consecuencia de las derrotas que sufrió
el movimiento obrero y la degeneración de distintas
internacionales y de los partidos marxistas que más
influencia tuvieron.

Una muestra de la degradación de las condiciones naturales


se evidencia en que en tal solo un siglo se ha extraído el
26 % del material de los yacimientos mineros (CIRCE,
Universidad de Zaragoza), y que la producción del 81 % de
los pozos petroleros está en declive (HCBS Global
Research), sin significar esto un crecimiento de la igualdad
social, sino lo contrario. Asimismo el capitalismo consume
1,6 veces los bienes que puede regenerar anualmente la
Tierra, destruyendo ese “capital natural” que son los bienes
comunes naturales (Global Footprint Network).

Hoy en día hasta una de las instituciones más


antimaterialistas y anticientíficas del mundo, como lo es la
teocracia del Vaticano, empezó a considerar los efectos de
la crisis de recursos físicos, energéticos, los refugiados por
hambrunas, la contaminación, el calentamiento global,
etcétera, en sus análisis teológicos políticos, como se vio en
la circular papal Laudato Si, al igual que numerosas
agencias de inteligencia de todo el mundo, el Pentágono, o
estrategas de gigantes financieros como la JP Morgan.

Otros de los límites físicos más notorios que condicionan la


economía actual es la energía. Así como el excedente
agrícola, su crecimiento, estancamiento, o declive, fue el
factor que determinó el surgimiento y evolución de las
primeras sociedades de clase y ciudades-Estado, hoy en día
otro excedente fundamental está en cuestión: el energético.
La tasa de rendimiento/ganancia energética (TRE)
disminuye por factores físicos (que trataremos en los
próximos envíos), mucho más de lo que la eficiencia
tecnológica puede compensarlo, a tal punto que en los
últimos 20 años la TRE mundial promedio del gas y petróleo
disminuyó un 50 %. Es decir, hay menos excedente de
energía para el crecimiento.

En el marco de que la naturaleza desapareciera


gradualmente del análisis de la situación de la economía, la
relación entre las clases y entre los Estados, su vuelta a
escena está siendo impuesta por ella misma, y para su
comprensión partimos de los hilos de continuidad que nos
legaron lo mejores exponentes de cada una de las
internacionales revolucionarias, empezando por Marx y
Engels.

Aunque ambos se enfocaron centralmente en el análisis de


las contradicciones propias del capitalismo, de
desenmascarar sus “limites artificiales” frente a los
economistas liberales, y denunciar que frente a la mayor
productividad del trabajo y producción de bienes, solo se
acrecentaban la pobreza y desigualdad, y expusieron ante
el mundo las causas de sus crisis cíclicas, también
observaron otro espectro de contradicciones y límites,
ligados a las degradación de las bases naturales de la
economía.

Materialismo e idealismo en el análisis económico

Contra las visiones semidealistas de la economía política, en


la Critica al Programa de Ghota Marx y Engels aclaran que
“el trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es
la fuente de los valores de uso (¡que son los que
verdaderamente integran la riqueza material!), ni más ni
menos que el trabajo, que no es más que la manifestación
de una fuerza natural, de la fuerza de trabajo del hombre.
[…] Un programa socialista no debe permitir que tales
tópicos burgueses silencien aquellas condiciones sin las
cuales no tienen ningún sentido”.

Asimismo, fueron conscientes de los efectos que tienen


sobre la sociedad la tendencia del capitalismo a destruir
“las dos únicas fuentes de toda riqueza: la tierra y el
trabajador” (El Capital). Marx en su obra máxima plantea
algunas precondiciones naturales para que una sociedad
pueda sostenerse: “La fecundidad de la naturaleza,
constituye aquí un límite, un punto de partida, una base.
Además, el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo
constituye el otro límite”. Contra esto planteaban la
necesidad de regular el metabolismo humano con la
naturaleza de una manera racional. Algo imposible con
millones de capitalistas compitiendo entre sí.

Por su parte Engels, en El papel del trabajo en el proceso de


transformación del mono en hombre, hacía mención a
algunos casos de declive de sociedades causados por la
destrucción de su medioambiente: “Los hombres que en
Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y otras regiones talaban
los bosques para obtener tierra de labor, ni siquiera podían
imaginarse que, al eliminar los bosques, los centros de
acumulación y reserva de humedad, estaban sentando las
bases de la actual aridez de esas tierras. […] Los italianos
de los Alpes, que talaron en las laderas meridionales los
bosques de pinos, conservados con tanto celo en las laderas
septentrionales, no tenían idea de que con ello destruían las
raíces de la industria lechera en su región; y mucho menos
podían prever que, al proceder así, dejaban la mayor parte
del año sin agua sus fuentes de montaña”.

Vemos que desde los primeros análisis en el materialismo


histórico, estos están íntimamente relacionados con la
comprensión del funcionamiento de los procesos naturales y
cómo estos condicionan y se relacionan dialécticamente con
la sociedad. Esto lo seguiremos desarrollando, junto con las
luchas en torno a los bienes naturales, en los próximos
envíos de La Izquierda Diario.

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