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El profesor como gestor del clima del aula

El liderazgo transformacional

Un líder transformacional va más allá de la gestión del día a día de las estrategias de operaciones y
oficios para llevar su empresa, departamento o equipo de trabajo al siguiente nivel de rendimiento
y éxito. El estilo del liderazgo transformacional se centra en la creación de equipos, la motivación y
la colaboración del personal en los diferentes niveles de una organización para lograr un cambio
para mejor. Los líderes transformacionales establecen metas e incentivos para impulsar a sus
subordinados a niveles de rendimiento más altos, a la vez que proporcionan oportunidades para el
crecimiento personal y profesional de cada empleado, situación que promueve el nuevo paradigma
del liderazgo militar.

El liderazgo transformacional es un estilo de liderazgo que crea un cambio valioso y positivo en los
seguidores. Un líder transformacional se centra en "transformar" a otros para ayudarse
mutuamente, a mirar por los demás, a estar alentando y armonizando, y mirar hacia afuera para la
organización, como un todo. En este mandato, el líder aumenta la motivación, la moral y el
rendimiento de su grupo de seguidores, que para el caso del Ejército de Chile, es aumentar la
capacidad de combate de sus efectivos.

Se ve la consideración de que el líder ha de articular una visión para la organización, comunicarla a


los demás y lograr de ellos asentimiento y compromiso. El líder transformacional se esfuerza en
reconocer y potenciar a los miembros de la organización y se orienta a transformar las creencias,
actitudes y sentimientos de los seguidores, pues no solamente gestiona las estructuras, sino que
influye en la cultura de la organización en orden a cambiarla, objetivo central del nuevo modelo de
liderazgo institucional.

Este nuevo paradigma de liderazgo surge en 1978, pero en 1985 se recoge el planteamiento de
Burns (1978) y lo concretiza para generar la línea de investigación en torno a lo que se ha llamado
“liderazgo transformacional”. El liderazgo transformacional se sitúa dentro de los nuevos enfoques
sobre el liderazgo, con una connotación orientada a la participación y flexibilidad en la organización
(Bryman, 1996, pág. 46).

El liderazgo transformador es una superación del transaccional, e incluye cuatro componentes:

• Carisma (desarrollar una visión).

• Inspiración (motivar para altas expectativas).

• Consideración individualizada (prestar atención, respeto y responsabilidad a los seguidores).

• Estimulación intelectual (proporcionar nuevas ideas y enfoques).

Kennet Leithwood y su equipo (1999), en el Centro para el Desarrollo del Liderazgo en el Instituto
de Estudios de Educación de Ontario, son quienes han relacionado mejor la modalidad
"transformacional" como la adecuada al movimiento de las organizaciones educativas que
aprenden. Leithwood (1994) estima que ante los desafíos en que se encuentran las escuelas y a los
que deberán enfrentarse en el futuro, el liderazgo "instructivo" se ha ido agotando y ha quedado
insuficiente, siendo más adecuada la imagen "transformadora".
Todo ello hace que se requiera un liderazgo en coherencia con el desarrollo y aprendizaje de la
organización (visión compartida, culturas de trabajo colaborativas, distribución de las funciones del
liderazgo, profesionalización de los profesores), sobre las que no entraba el liderazgo "instructivo".
Aquí radica el nuevo desafío de quienes ejercen la docencia en las Academias y Escuelas de la
Institución: la instrucción debe dar paso a la transformación.

Una buena síntesis de algunas de las características del ejercicio de este liderazgo para los próximos
años, para una organización escolar, se puede resumir en cuatro ámbitos:

• Propósitos (visión compartida, consenso, y expectativas).

• Personas (apoyo individual, estímulo intelectual, modelo de ejercicio profesional).

• Estructura (descentralización de responsabilidades y autonomía de los profesores).

Cultura (promover una cultura propia y colaborativa) (Leithwood 1994, págs. 57-60).

Todo aquel que es identificado como líder es porque reúne una serie de características que no todos
han desarrollado. Son personas que tienen ciertos atributos que les permiten tener seguidores, que
los otros confíen en él, pero que, además, sean líderes generadores de cambios, que garanticen
proactividad y, sobre todo, transformaciones en aquellos aspectos que lo demanden.

Lo que representa el rol del líder transformacional El liderazgo requiere de un cambio en la forma
de actuar, precedido de una transformación de cómo se piensa y siente.

El liderazgo requiere de un reenfoque mental. El liderazgo significa una forma única y, a menudo,
nueva de percepción; es un cambio radical.

El líder demuestra una profunda apreciación por la libertad humana.

Un líder entiende el milagro, misterio y necesidad de transformación.

El objetivo del liderazgo de transformación es "transformar" a la gente y a las organizaciones.


Cambiar sus mentes y sus corazones, ampliar su visión y sus posibilidades, ayudarlos a que el
comportamiento sea congruente con sus creencias y motivar a realizar cambios permanentes. Un
líder que está muy centrado en optimizar el crecimiento de las personas con aquellas
transformaciones que requieren para optimizar su rendimiento, aportar lo mejor de sí.

Entre los atributos que un líder de transformación requiere para cultivarse a sí mismo y a los demás
están:

a) Visión: fotografía del futuro virtuoso que desea crear, que resulta inspiradora para los demás
compañeros de ruta.

b) Iniciativa: conciencia de que tiene la libertad, el derecho y el deber para actuar por sí mismo para
que las cosas mejoren.

c) Confiabilidad: ser capaz de ser previsible en su comportamiento con las demás personas.

d) Paciencia: con las personas y con el proceso de transformación en sí, comprendiendo que el
cambio es una tarea difícil que involucra integralmente a las personas, aunque comience en una
sola esfera de su vida (ejemplo: el trabajo).
Se puede señalar que las características de un líder transformador son:

a) Educación amplia

b) Curiosidad ilimitada

c) Entusiasmo sin límite

d) Fe en la gente y en el trabajo en equipo

e) Voluntad de arriesgarse

f) Dedicación al crecimiento a largo plazo, más que a las utilidades a corto plazo

g) Dedicación a la excelencia

h) Preparación

i) Virtud

j) Visión

2. El liderazgo situacional y empático

Para comprender el sentido de la actuación de un profesor, como líder del proceso de enseñanza-
aprendizaje, es importante ubicar su función dentro de las finalidades propias de una organización
particular como es la educativa; organización que adopta su sentido en la medida que actúa, desde
una perspectiva de mejora. La institución educativa es un espacio de realización, que tiene un papel
determinante en relación con los procesos de innovación, porque en ella trabaja el profesorado, y
es en ella donde construye el sentido de sus prácticas profesionales, así como sus propuestas de
cambio.

Desde esta perspectiva, el profesor es, en esencia, un líder, ya que de su conducción depende el
éxito y progreso académico de sus alumnos. La afirmación de que el profesor es el “líder de la
gestión del aula”, se fundamenta en el hecho de que es el profesional que tiene la responsabilidad
de planificar, organizar, implementar y ejecutar las actividades que llevan a la consecución de los
aprendizajes esperados en el proyecto curricular de cada curso, y para el caso del MILE, en aquellos
en que se han incorporado atributos y competencias del modelo.

Consideramos imprescindible situar la actividad profesional del profesor dentro de un contexto


cultural amplio donde se desarrolla la educación, estando esta sometida a procesos como la
Globalización, la Sociedad del Conocimiento, y las paradojas a las que nos somete una sociedad que
ha sido definida como “posmoderna”. La sociedad del conocimiento nos presenta un escenario de
tratamiento del conocimiento con repercusiones amplias en los roles y las relaciones entre las
personas (Torrejo, 1998, pág. 3), tanto dentro, como fuera del seno de las distintas instituciones que
cumplen una función social: la información, se procesa con mayor rapidez, el acceso y la divulgación
que las nuevas tecnologías son capaces de ofrecer a una población mundial conectada a distintas
redes telemáticas que facilitan la comunicación instantánea. Las relaciones en la escuela no pueden
ser entendidas desde parámetros de aislamiento y soledad profesional, sino en el desarrollo de
habilidades para trabajar en grupo, para coordinarse, para contribuir al desarrollo de comunidades
de aprendizaje, contexto en el cual el liderazgo docente es fundamental.
Con todo, se puede concluir que dentro de las variadas tareas que debe asumir el profesor como
líder del quehacer educativo, se encuentra alcanzar un “buen clima”, es decir, debe convertirse en
un gestor del ambiente óptimo para que sus alumnos logren aprender; para ello es aconsejable que
ejerza en un segundo plano un “liderazgo situacional y empático”, ya que lo primordial siempre será
un “liderazgo transformacional”, lo cual está explicitado en el Modelo Integral de Liderazgo que el
Ejército de Chile ha definido, tanto para el personal civil, como militar.

En síntesis, el profesor como líder debe tener en consideración, el contexto social del cual vienen
los alumnos, así como las emociones y motivaciones de cada uno de ellos.

El liderazgo del profesor para la resolución de conflictos en el aula Sin lugar a dudas, el profesor es
el “líder formal de la clase”, por lo que sus características personales serán los indicadores del tipo
de actuación que desarrolle en el aula. Algunas variables que influyen en su aporte al aula son:

a) Años de experiencia

b) Orientación de su tarea docente

c) Ganas de transmitir satisfacción por el aprendizaje

d) Compromiso personal por preparar a los estudiantes para etapas posteriores

e) Intentar ser amigo de los alumnos

f) Ser visto como profesor competente

El tipo de liderazgo que ejerza en el aula para resolver conflictos, dependerá de dichas variables, por
lo que se debe distinguir entre el “profesor con autoridad” y el “profesor autoritario”. El primero es
el que consigue que se guarde respeto en el aula, tanto hacia él, como entre los alumnos (consigue
que estos últimos cumplan las normas), en tanto que el segundo es el que impone normas y castiga
al que no las cumple.

Frente al desafío de resolver conflictos en el aula, el profesor puede asumir los siguientes tipos de
liderazgo:

a) Liderazgo autoritario o autocrático: en este contexto el profesor actúa como un líder paternalista,
que utiliza técnicas dirigidas y rígidas. Favorece estereotipos de conducta de grupos, promoviendo
así la dependencia. El líder tiende a ser personal al elogiar y criticar el trabajo de cada miembro,
pero se mantiene alejado de toda participación de grupo activa, excepto en las manifestaciones
(Adair, 1990, pág. 6).

b) Liderazgo laissez-faire o dejar hacer: esta es otra forma de reaccionar ante los conflictos, en la
que el profesor actúa de manera sumisa y pasiva, ignora los conflictos y no acciona; delega al grupo,
el que finalmente entra en confusión.

c) Liderazgo democrático y socioemocional: en este contexto el profesor actúa como un líder que
delega la autoridad, es sensible y tiene como objetivo crear condiciones que permitan la
participación del grupo en la elaboración y ejecución de tareas.

A manera de síntesis, se puede afirmar que las formas que adopte el liderazgo del profesor para
resolver “conflictos en el aula”, dependerán tanto de sus características personales y de la ediación
que efectúa, así como de las situaciones que deba enfrentar, pero se estima recomendar la que
considera las emociones, fortalezas y áreas de mejora de los alumnos, ya que en esos factores radica
la motivación para el aprendizaje y garantiza un óptimo clima en el aula, es decir, es aconsejable
ejercer un liderazgo socioemocional (Barreda, 2011- 2012, pág. 3) (Anexo N°1).

4. El clima del aula y el liderazgo del profesor

Pese a existir numerosas acepciones, nos enfocaremos en entender como “clima de aula”, una
cualidad relativamente duradera, no directamente observable, que puede ser entendida y descrita
en términos de las percepciones que los agentes educativos van obteniendo, continua y
consistentemente, sobre dimensiones, tales como:

• Características físicas

• Procesos de relación socioafectiva e instructiva entre “iguales” (alumnos)

• Procesos de relación socioafectiva e instructiva entre “estudiante y profesor” (educando-


educador)

• Tipo de trabajo educativo-instructivo, en el cual se despliega el intelecto del profesor, sumado a


su formación académica

• Reglas y normas de convivencia escolar, en las que prima el ejemplo personal del profesor

Considerando, entonces, que es una construcción originada por relaciones sociales que entablan los
protagonistas de una clase, el profesor debe considerar en su quehacer la particular cultura
existente en cada una de los cursos/agrupaciones donde ejerza su labor educativa o de instrucción.
Por lo tanto, es necesario comenzar a preocuparse por la adecuada convivencia, íntimamente ligada
al aula (Barreda, 2011-2012, pág. 4).

Por lo anterior, se debe considerar que el liderazgo no solo se debe centrar en las relaciones sociales
para lograr un buen clima de aula, sino también en la metodología y gestión del profesor, ya que en
su creación interviene al interior del espacio físico del aula o fuera de ella, como factor fundamental,
las relaciones alumno-alumno y las relaciones alumno-profesor; la consecución de un clima
favorable constituye un objetivo educativo por sí mismo (Barreda, 2011-2012, pág. 4).

El estudiante aprende a través de lo que él es y a partir de lo que ya conoce.

Antes de toda enseñanza, posee una infinidad de preguntas, ideas y maneras de razonar sobre la
sociedad, la escuela, los saberes, el entorno y el universo; todos esos elementos orientan su estudio,
y se han considerado en la “inclusión” que se ha efectuado en las mallas curriculares, a fin de
integrar los atributos y competencias del MILE (Anexo N°2).

5. Factores preponderantes en el clima de aula y la intervención del profesor como líder La clase-
espacio físico:

Si bien la disposición de las mesas es una característica física de la clase, también está relacionada
con la metodología que se debe emplear y como técnica para mantener la atención de los alumnos,
y es aquí donde cobra sentido el liderazgo del profesor, en el sentido de reorientar la “tradicional
arquitectura del aula”, introduciendo innovaciones.
Derivado de lo anterior, se deduce que los cambios en el aula son necesarios, ya que si se mantiene
la misma disposición del mobiliario durante todo el año, se favorecerá la formación de subgrupos,
algunos de ellos negativos.

Para evitar lo descrito, es recomendable realizar cambios ocasionales, tales como:

Disposición en U: ejercitando su calidad de “líder y conductor”, el profesor puede lograr una mejor
atención de sus alumnos, eliminando las “zonas oscuras” de la disposición tradicional del aula.

En este “formato”, el profesor distribuye la atención equitativamente entre sus alumnos y facilita la
comunicación, ya que se adecua a actividades grupales, como por ejemplo, el debate.

Disposición en O: es una variante de la disposición en “U”, donde el “liderazgo del profesor” se ve


supeditado a la interacción del grupo curso, ya que se ubica “como uno más”, siendo adecuado para
actividades donde el profesor no tiene una participación necesaria.

La disposición de espacios tiene un papel importante a la hora de conseguir un adecuado “clima de


aula”. En los últimos años, la “clase” como espacio físico ha tenido muchos cambios, y considerando
que los alumnos permanecen varias horas al interior del aula, es necesario “improvisar” nuevos
espacios, ya que la sala de clases es la segunda casa para los alumnos

Derivado de lo anterior, se deduce que los cambios en el aula son necesarios, ya que si se mantiene
la misma disposición del mobiliario durante todo el año, se favorecerá la formación de subgrupos,
algunos de ellos negativos.

Para evitar lo descrito, es recomendable realizar cambios ocasionales, tales como:

Disposición en U: ejercitando su calidad de “líder y conductor”, el profesor puede lograr una mejor
atención de sus alumnos, eliminando las “zonas oscuras” de la disposición tradicional del aula.

En este “formato”, el profesor distribuye la atención equitativamente entre sus alumnos y facilita la
comunicación, ya que se adecua a actividades grupales, como por ejemplo, el debate.

Disposición en O: es una variante de la disposición en “U”, donde el “liderazgo del profesor” se ve


supeditado a la interacción del grupo curso, ya que se ubica “como uno más”, siendo adecuado para
actividades donde el profesor no tiene una participación necesaria.

Disposición en pareja controlada: disposición adecuada para actividades individuales, ya que implica
ayuda entre parejas de alumnos, con la directa supervisión del profesor.

La metodología

La metodología es un factor que puede condicionar mucho el “clima de aula”, por lo que está en
manos del profesor llevar a cabo metodologías diferentes, lo que debe tener en cuenta al ejercer el
liderazgo frente a sus alumnos, para cada asignatura o contenido que trate en clases.

Dependiendo de la asignatura, se crean diferentes tipos de “climas”, según la metodología que


utilice cada profesor. Así, por ejemplo, una clase participativa implica la interacción de sus miembros
de manera constante. En una clase magistral, en cambio, el trabajo y la interacción alumno-alumno
es menor.
El liderazgo del profesor en el aula debe propender a la práctica de trabajos grupales, ya que
promueven tareas de apoyo entre los educandos y permiten una mayor supervisión pedagógica.

A manera de síntesis, el “clima de aula” es un fenómeno que se genera para cada asignatura, para
cada año lectivo, con cada agrupación de alumnos y con cada profesor, por lo que el liderazgo de
este último debe expresarse en trabajar el clima cada año, partiendo casi de cero.

Los contenidos

Este es otro elemento que interviene en el proceso de enseñanza-aprendizaje y se hace patente en


el programa de estudios, de curso o de asignatura, en los que se explicitan también los aprendizajes
esperados en el aprendiz.

Una disciplina o asignatura posee los siguientes elementos que inciden en su enseñanza:

El conocimiento o saber, que es resultado de la experiencia cultural y la investigación científica en


el área.

El contenido, que se expresa en capacidades, habilidades y destrezas que el alumno debe adquirir
mediante las actividades de aprendizaje.

La lógica o lenguaje que expresa el conocimiento.

La metodología o estrategia de enseñanza, que determina la forma cómo usar los recursos
didácticos.

Los alumnos

En su calidad de “líder y gestor del clima en el aula”, el profesor debe tener en cuenta que los
alumnos son un colectivo determinante de las variables que lo afectan, ya que la “variable persona”
aporta a la dinámica de la clase. Entre las variables de los alumnos que el profesor debe tener en
cuenta y conocer, está la edad, el nivel de autoestima, la motivación y la procedencia sociocultural,
entre otras.

Lo anterior implica la obligación, por parte del profesor, de conocer a los integrantes de los
diferentes cursos/agrupaciones que tenga a su cargo, ya que la realidad de cada uno de ellos
impactará en su desempeño, sobre todo por la gran diversidad que existe en el aula.

La diversidad

Se debe considerar desde la perspectiva curricular, es decir, el profesor debe planificar su clase y
seleccionar la metodología, considerando la “heterogeneidad de las agrupaciones”, ya que esta se
expresa desde las siguientes perspectivas:

o Del conocimiento: existen alumnos que “saben y otros que no”.

o De las capacidades: existen alumnos que “pueden y otros que no”.

o De las actitudes: existen alumnos que tienen “actitud positiva, negativa y fluctuante”.
En síntesis, el liderazgo del profesor frente a sus alumnos, no solo se debe expresar en “educar en
lo académico”, sino que de manera transformacional y situacional, es decir, en el respeto, la
autoestima, la empatía y el autocontrol.

La procedencia sociocultural

Es altamente recomendable incluir en el currículo contenidos relacionados con la


“interculturalidad”, a fin de promover una actitud de aceptación y desterrar los prejuicios y el
rechazo injustificado, es decir, conseguir la integración de las minorías con políticas educativas y
lograr una mejora en el clima del aula. Las características afectivas, cognitivas y sociales son
determinantes para el desarrollo de los diferentes procesos de aprendizaje y deben ser
consideradas como base para cualquier planificación curricular. Al igual que el profesor, la conducta
de los aprendices es consecuencia más o menos directa de su experiencia previa, de sus habilidades
en aspectos relativos a la conducta de estudio, de sus competencias sociales y de los procesos
cognitivos que realizan. Todos estos elementos influyen en el control de la conducta de estudio, en
las estrategias que selecciona para llevar a cabo el proceso de aprendizaje y en la significación que
le asigna, razón por la cual estas consideraciones las ha asumido el MILE en el contexto del proceso
de internalización de los elementos constitutivos del modelo en los cursos docentes de los Institutos
Dependientes del Comando de Educación y Doctrina.

Lo anterior, en razón a que la diversidad cultural puede aportar valores positivos al desarrollo del
proceso educativo, siendo el alumno el gran beneficiario. En esta labor, el liderazgo del profesor
frente al grupo curso es fundamental, ya que debe considerar los orígenes de cada uno de sus
alumnos, cuyas experiencias pueden aportar tanto a su aprendizaje, como al de los demás.

Formas de aprender

Tiempos de atención: en la actualidad vivimos en la “sociedad de la información”, en la que se


puede conseguir gran cantidad de antecedentes, casi siempre de manera instantánea. No obstante,
esta “instantaneidad” es un factor a considerar por el profesor en su ejercicio de líder del proceso
educativo, ya que promueve que sus alumnos pierdan rápidamente el interés por lo que les está
tratando de enseñar. Tenemos, entonces, que las formas de aprender han cambiado: el profesor ya
no es el único poseedor o depositario del conocimiento; el alumno tiene acceso a otras fuentes, lo
cual altera el “clima tradicional de la clase”, y ha provocado una disminución en los tiempos de
atención de los alumnos.

Lo señalado debe ser tomado en cuenta por el profesor, ya que si logra captar la atención de sus
alumnos, con estrategias innovadoras y motivantes, conseguirá el control del aula, que derivará en
un óptimo clima para los aprendizajes.

En definitiva, para contar con la atención de sus alumnos, el profesor debe comenzar sus clases con
actividades que sean compatibles con la distracción, alternando el “discurso oral” con exposiciones
por parte de los alumnos, planteamiento de interrogantes, proyecciones (videos, películas u otros).

Intereses: los alumnos, independiente de su edad y género, están en un “permanente descubrir y


experimentar”, por lo que se les debe dar cabida a la equivocación, al error, pero siempre bajo la
tutela del profesor. El alumno debe ensayar, sentir el riesgo, ya que el marco de relaciones
educativas no puede ser estático, debido a que la forma de construir los aprendizajes no puede ser
pasiva; es preciso plantearles interrogantes. En este sentido, el liderazgo del profesor debe
orientarse para utilizar los errores de sus educandos, como oportunidades de crecimiento personal
y académico.

Influencia de las nuevas tecnologías: los medios tecnológicos asociados a la comunicación ya están
en manos de los alumnos, lo que se expresa a través del acceso a internet, tanto en sus hogares,
centros educativos y de manera móvil.

Esta tecnología ha dado paso a “relaciones extraescolares que rebasan los muros de la escuela”,
creando, muchas veces, conflictos, que se trasladan al interior del aula, despersonalizando las
relaciones entre ellos. En este contexto, el profesor debe estar atento, a fin de fortalecer las
relaciones “entre pares” (alumnos), evitando que se pierda la capacidad de socializar “cara a cara”,
porque la mejora en la convivencia escolar implica una mejora en el “clima del aula” (Anexo N°3).

6. El rol motivacional del profesor con liderazgo

A menudo se dice que el alumno no está motivado, que nada le interesa, cuando en realidad existen
tareas que “sí lo motivan”. En este contexto, el profesor que ejerce liderazgo en el aula debe
conseguir que los “intereses de los alumnos” se dirijan hacia la actividad académica.

De lo anterior, se concluye que el alumno aprende “si quiere aprender”, lo que no se genera de
manera espontánea. En muchos casos la motivación ha de ser inducida por el profesor, que en su
papel de gestor y líder es fundamental, es decir, debe encantar a sus alumnos en la aventura de
aprender. Debe ser un mediador en el aprendizaje, actuando como investigador que diagnostica
permanentemente la situación y elabora estrategias de intervención adaptadas al contexto (Torrejo,
1998, pág. 5).

El profesor con liderazgo en el aula debe prestar atención a la diversidad, es decir, no solo a los
alumnos que “les cuesta aprender”, sino que también a los que “no quieren aprender”.

En la acción de motivar a los alumnos en el aula, el profesor debe tener en cuenta que la motivación
debe estar ligada al control, aunque después se deben trabajar dinámicas de automotivación por
parte de los alumnos.

Se debe tener en presente que la enseñanza que está basada en un “control rígido”, puede dar
resultados a corto plazo, solo por la presión externa, por lo que es necesario promover la
“automotivación”, instancia donde el liderazgo del profesor debe tener por objetivo que el o los
alumnos no se desanimen ante las dificultades, y que saquen fuerza para vencer los obstáculos.

Si lo anterior se logra, el profesor habrá conseguido una actitud positiva de sus alumnos hacia los
estudios. Con alumnos motivados hacia lo “escolar” se logrará un buen clima de aula y, en definitiva,
un óptimo proceso de enseñanza aprendizaje.

Dentro del rol motivacional del profesor con liderazgo, podemos hablar del “profesor efectivo” que,
de acuerdo a ciertos estudios, posee factores de mayor incidencia en el aprendizaje de los alumnos,
siendo estos los siguientes:

a) Factores indirectos: rasgos personales del profesor, tales como:

La vocación: el compromiso profesional del profesor


La empatía: sintonía afectiva con el alumno

Autoestima de los profesores: sentimientos de eficacia profesional

Expectativas de rendimiento de los alumnos

Capacitación docente y conocimiento de la disciplina

El conocimiento de las estrategias de enseñanza y la didáctica de la disciplina

Experiencia docente: años de ejercicio profesional

Conocimiento empírico y práctica docente

El Modelo Integral de Liderazgo del Ejército propicia considerar estos factores que inciden en el
desempeño de los profesionales de la educación en nuestras

Academias y Escuelas, ya que la inserción del MILE es un “proceso gradual”, en el que la figura del
profesor es central a la hora de establecer mejoras en los procesos formativos de los alumnos.

b) Factores directos: la acción del docente en el espacio educativo

Estilo de enseñanza

Estilo directivo

Estilo facilitador

Estilo colaborador

Liderazgo

Promoción de un positivo clima educacional

El profesor frente a los aspectos administrativos del quehacer educacional

El profesor y la organización del espacio pedagógico (aula)

El profesor y el clima afectivo en el aula

El profesor y la educación moral del alumno (Anexo N° 4)

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