EL CUIDADO PERSONAL

(1Timoteo 4:16a)
“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina”
Introducción

Pablo le escribe la carta a Timoteo para que sepa cómo debe conducirse como líder dentro de la
iglesia, y le guía en diversos temas para administrar correctamente su vida y su ministerio. De la
misma forma en que Pablo le escribió a Timoteo, nos ha escrito a cada uno de nosotros como
líderes juveniles. Hoy veremos solo dos de esos temas que son cruciales para la vida de la
iglesia. Iniciamos con la importancia del cuidado personal.

Pablo nos exhorta a tener cuidado de nosotros mismos, pero ¿Por qué debemos cuidarnos a
nosotros mismos?

1. Tenemos un alma que se puede ir al infierno o al cielo. Podemos predicar Evangelio

y aún guiar a otros hacia Jesús, pero sin frutos de santidad en nuestra vida no somos
salvos. Podemos predicar de Jesús y no tenerlo en nosotros. Podemos predicar de la
obediencia y ser desobedientes. Podemos hablar de la fe y ser incrédulos. Podemos
hablar de la conversión y permanecer inconverso. Debemos tener cuidado porque al
igual que todos tenemos una alma que será salva o perdida eternamente.
2. Tenemos una naturaleza caída con tendencia al pecado. Si Adán siendo sin pecado
cayó, porque no tuvo cuidado, ¡cuánto más, deberíamos tenerlo nosotros! Aun los
creyentes más espirituales tienen en su corazón orgullo, incredulidad y todo tipo de
pecados. Somos seducidos fácilmente por nuestro traicionero corazón y llevado poco a
poco a la necedad, entonces nuestro juicio se distorsiona, nuestro celo se enfría, y nos
volvemos tan débiles y propensos a pecar que nunca debemos olvidar nuestra
naturaleza caída.
3. Somos blanco especial de Satanás. Como servidor de Dios representamos una seria
amenaza para Satanás. Sabe que si el líder cae, las ovejas son presa fácil. Él usará en
nuestra contra las más sutiles sugerencias, las tentaciones más persistentes y los ataques
más feroces. Satanás se puede disfrazar como ángel de luz y engañar aun al hombre más
inteligente. Si Satanás tiene éxito en arruinarnos a nosotros, pronto nos usará para
arruinar a otros y Satanás podrá jactarse diciéndole a Dios: yo puedo convertir a tus
mejores siervos en traidores. Somos blanco especial de Satanás por tanto no le
demos la más mínima oportunidad de jactarse sobre nuestra caída.
4. Muchos ojos están puestos en nosotros. Si nosotros caemos en cualquier sentido, todo
el mundo escuchará la triste noticia. Otros pueden pecar sin que lo noten pero nosotros
no. Todos nuestros pecados son públicos. Estamos expuestos y hay gente tan maliciosa
que está dispuesta a deleitarse en nuestro errores más pequeños. Cuan cuidadosamente
debemos vivir ante los ojos maliciosos de tantos observadores.
5. Nuestros pecados involucran mayor responsabilidad porque nosotros sabemos más
que otros, entonces pecamos con mayor conocimiento; por ello nuestros pecados
involucran mayor hipocresía. Predicamos en contra del pecado pero con nuestra vida lo
avalamos, ¿seremos enemigos del pecado en público, pero su amigo en lo secreto?
Nuestros pecados traicionan más a Jesús. Cada vez que servimos en la iglesia, cada vez
que predicamos en la célula, ratificamos nuestra unión con Jesús. ¡Qué clase de
traidores seriamos si abriéramos en nuestro corazón un lugar para el pecado¡
 6. Nuestro servicio es espiritual. Muchos pueden basar su trabajo en su talento y
capacidad pero no así nosotros, nuestro trabajo depende de nuestra comunión con Dios.
Si estamos en pecado Dios no nos va usar y va a desechar toda la labor que hagamos
por más sacrificada que sea Dios la desprecia. Debemos cuidar nuestra comunión con
Dios porque nuestro trabajo depende de ello.
7. La honra de Jesús depende de nosotros, Entre más cerca estemos de Jesús nuestros
fracasos traerán más deshonra a su nombre. Para un verdadero creyente la honra a Dios
es más importante que la vida misma. ¿Podríamos soportar que la gente echara en la
cara de Dios la suciedad de nuestros propios pecados?, piensa bien antes de hablar o
hacer las cosas porque la reputación de Dios ante el mundo es nuestra responsabilidad.
Si fallamos, Dios restaurará su honor; pero nuestra propia vergüenza no será quitada tan
fácilmente.

Ahora surge la pregunta, ¿Cómo podemos cuidarnos a nosotros mismos?

1. Asegurándonos de que somos salvos. Ser inconverso es terrible pero predicar de la

salvación y no tenerla es mucho peor. ¿Acaso no tenemos miedo de abrir nuestra Biblia
y leer acerca de nuestra propia condenación?. Sin embargo, es común que los que
predican no se percaten de su propia condición, siempre encuentran una justificación
para su pecado. Es mejor que empecemos predicándonos a nosotros antes que a otros y
aseguremos que somos salvos y no solo religiosos.
2. Asegurándonos que nuestro estilo de vida no contradiga nuestra enseñanza, de otro
modo terminaremos deshaciendo todo el bien que hayamos hecho. Es extraño ver cómo
algunos pueden predicar cuidadosamente, pero viven descuidadamente. Debemos tener
cuidado de ser hacedores de la Palabra y no solo habladores engañándonos a nosotros
mismos.
3. Asegurándonos de no caer en los pecados que condenamos, es más fácil condenar el
pecado que vencerlo. Denunciamos el pecado en otros y animamos a vivir vidas santas,
cuán trágico es morir de hambre y no comer del pan de vida que tenemos en nuestras
manos.
4. Asegurándonos de buscar ayuda. No nos engañemos pensando que podemos lidiar
con el pecado solos. Dios ha puesto una comunidad de hermanos, pastores, líderes,
amigos que te pueden ayudar. No seas necio en guiarte solo sin buscar consejo.
Empieza hoy a confesar el pecado y a rendir cuentas.

Conclusión:

 Debemos de tener cuidado de nosotros mismos, porque de eso depende nuestra victoria
en la vida cristiana y en el ministerio que Dios nos ha dado.
 Debemos reconocer si hemos fallado y buscar ayuda. Nada detiene más la vida de la
iglesia que el pecado no confesado.

Reflexiona:

1. ¿Cómo me estoy cuidando a mí mismo?

2. ¿Cómo puedo mejorar mi propio cuidado?
3. De los 6 requisitos espirituales ¿en cuáles estoy fallando?
4. ¿Cómo puedo cumplir los requisitos espirituales que me faltan?