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Nombre: Miguel Angel Olmeda Pérez DNI: 51071543c

Asignatura: Música Urbana y de Tradición Oral Curso: 4º

Resumen de dos capítulos del libro Mozart: sociología de un genio, de Norbert Elías 

Introducción 

Norbert Elías es un sociólogo de nacionalidad británico-alemana, conocido por su obra El proceso de la


civilización. Muere en 1990, a los 93 años, dejando tras de sí una gran influencia en la sociología y más de
una veintena de libros. Entre ellos se encuentra esta recopilación de escritos y fragmentos de conferencias que
compila Michael Schöter sobre la figura de Mozart: los momentos clave de su vida, su integración en la
sociedad de la época, dilemas artísticos, familiares, etc. Los capítulos 4 y 5 son el objeto de este resumen.

Capítulo 4 ‐ El paso de Mozart hacia el «artista libre» 

Dejar de servir en Salzburgo, en la corte del arzobispo de Salzburgo y trabajar por cuenta propia como “artista
libre” era el objetivo de Wolfgang. Su padre Leopoldo, en cambio, lo único que intentaba era asegurar el
futuro del joven, y el suyo propio, a través de conseguirle un trabajo al servicio de un noble de gran poder.

En ese momento, a finales del XVIII, la literatura ya disponía de un mercado libre de producción,
especialmente al servicio del incipiente público burgués. Pero la música aún no había conseguido ese estatus.
La figura social del “artista libre” autofinanciado, dependería en años venideros (Beethoven y músicos
famosos del XIX) de la organización de conciertos y de los editores.

En cambio, la ópera, como género predominante, organizada y producida por aristócratas cortesanos para un
público invitado, sí precisaba de intérpretes y compositores. Mozart aceptó el riesgo de componer aquí y allá
para la ópera, a fin de emanciparse de las obligaciones de su gremio, siempre al servicio de un señor. Confiaba
en gran medida en sus dotes individuales, y pensaba que las clases particulares o actividades (como pequeños
conciertos) entre la nobleza de la sociedad vienesa le podrían permitir completar sus ingresos. Sus viajes
previos por toda Europa y su conocida reputación como niño prodigio le servirían para ello, y así durante
varios años alcanzó el éxito. Pero dependía de un limitado círculo de receptores locales, condicionado además
por los dimes y diretes de la aristocracia.

El autor señala en Mozart una ambivalencia profundamente enraizada. Presenta un canon de conducta
adaptada a la sociedad aristocrático-cortesana y, a la vez, el deseo de romper con este sistema de clases. Se
observa incluso una crítica manifiesta hacia la aristocracia en sus obras (P.ej. Las bodas de Fígaro).

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Elías explica que hay que intentar entender toda la problemática desde la propia situación personal de Mozart.
Él no podía comprender cómo una persona con tanto talento, como él mismo, debía de encajar y ejercer como
“siervo” dentro de esta sociedad.

En toda su música presenta Mozart la máxima realización en el sentido personal. Pone todas sus esperanzas
en que el público vienés aprecie su arte y así poder alcanzar el éxito en la sociedad de la capital. Y este también
se convirtió en uno de los motivos de su tragedia. Mozart insistió en la dignidad humana que le correspondía
y nunca acepto su pertenencia a una categoría social inferior (razonamiento en común con el pensamiento
humanista de la época). Pero no se interesó por la defensa de estos ideales humanistas, sino que tuvo una
relación ambigua con la sociedad cortesana. Se puede ver que su relación con su padre Leopoldo y la pequeña
corte del príncipe obispo de Salzburgo, en virtud de esa necesidad de liberarse de esa “servidumbre”, fue más
reaccionaria, que la mostrada en su entorno social en Viena. El autor destaca que la supremacía del poder de
los grupos privilegiados provoca a menudo gran fuerza de atracción sobre los “marginados” (en este caso el
propio Mozart).

Por eso Mozart fue incapaz de revelarse, sólo quería ser reconocido como igual. Mientras su música fue
valorada no hubo problema, pero el hecho de que se le negara el éxito, le hirió especialmente.

Mozart soñó componer con libertad, pero en sus obras se refleja una vertiente de componer para la
“complacencia” del público o sus patrones (como el concierto KV 459 para el emperador Leopoldo II) y otra
de escribir la música tal como la siente, especialmente en sus obras para la ópera. Mozart debía muchas veces
simplificar la música para atender a sus encargos.

Sólo unas décadas más tarde, como con Beethoven, la actividad editorial y quizá un círculo social diferente
hubieran permitido a Mozart convertirse en ese primer transformador del canon de creación artística y su
cambio de poder respecto al público.

Capítulo 5 ‐ Arte de artesano y arte artista 

El canon de la producción musical de los artistas cortesanos se desplazó paulatinamente a finales del XVIII y
principios del XIX. Intervinieron varios factores. Por un lado, el público aristocrático-cortesano se fue
sustituyendo por un público burgués, receptor y consumidor de arte. La producción pasó de ser de específica
al servicio de un señor para un uso específico a estar orientada hacia un mercado anónimo y sin una función
específica más allá del disfrute. Por otro lado, la posición social del músico fue ganando en importancia. La
trágica vida de Mozart se comprende mejor como parte de este proceso de evolución social en el que aparece
circunstancialmente inscrito. Es la trasformación del equilibrio de poder entre artista y público. De cualquier
manera, con la perspectiva, se transforma la estructura del arte, pero no el valor de las obras.

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Podemos entonces hablar de dos fases del arte en la sociedad. En la fase artesanal, el canon estético del que
encargaba la obra o de su círculo social, prevalecía sobre la fantasía artística del autor. En la fase de arte
artístico, según Elías, los creadores están situados en un plano de igualdad respecto del público. Además, la
élite formada por los especialistas artísticos de un país está por encima del público como juez estético y pionera
del arte. El público quizá puede aprender lentamente a ver por sus ojos y escuchar por sus oídos (los de la
élite).

El canon de producción artística es, en cada momento, reflejo de la evolución de la sociedad en la que está
necesariamente inscrito. Sucede de la misma manera en otras culturas, como las tribus africanas, cuando “lo
artesanal” con una función se transforma en “lo artístico” para un mercado. El remolino de este proceso social
sorprendió a Mozart, posiblemente el músico de mayor talento de la historia, pero cuyas aspiraciones no
encajaron en su momento y lugar. Sin embargo, con grandes esfuerzos, dio un paso en importante en ese
cambio.

El arte en aquel momento ya tenía una función menos especializada, pero estaba inscrita en un contexto social
no definido, y su repercusión se hacía muy compleja. En el s. XX las sociedades supuestamente
“evolucionadas” han desarrollado comparativamente una gran tolerancia de las formas individualizadas de
arte donde muchas corrientes tienen cabida. El arte responde a la autointerrogación de una única persona, el
creador, y también del público se obtiene principalmente una respuesta individual e independiente. Las nuevas
formas de arte, al principio muchas veces no son percibidas ni comprendidas por el público, pero algunas
instancias sociales (periodistas, críticos, ensayistas…) tratan de construir puentes y propiciar la percepción de
los cambios artísticos. Aun así, es una cuestión por resolver cuál es el proceso de selección para que las obras
de arte pasen a ser un canon reconocido socialmente.

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