9 de Agosto de 2018
El parangón con el urbanismo siempre ha implicado un desafío para la Iglesia. A veces se ha percibido
como problemático; otras tan fascinante además de necesario. La atención a la ciudad se deriva de la
observación de cómo se generan los nuevos paradigmas culturales en ella. Y dado que el binomio
cultura-fe es constitutivo del proceso de evangelización, una Iglesia que quiera anunciar el Evangelio de
una manera apropiada al tiempo no puede escapar a tal confrontación.
La línea de «cuidado urbano pastoral» que se inserta en el surco de la «teología del pueblo» de matriz
latinoamericana también es de esta opinión. A través del pontificado de Francisco, su difusión ha
sobrepasado las fronteras de Sudamérica para imponerse también en el debate europeo. Se trata de
entender si este modelo pastoral con fuertes implicaciones teológicas y eclesiológicas es capaz de
revitalizar incluso a la Iglesia del viejo continente. Si el problema de Europa occidental es la indiferencia
religiosa y el ateísmo, el contexto latinoamericano, aunque presenta algunos aspectos negativos típicos
del tiempo actual, parece preservar todavía un horizonte globalmente religioso , dentro del cual la
cuestión de Dios se da por supuesta.
El proyecto de la «pastoral urbana» es el resultado de un viaje que la Iglesia en América Latina llevó a
cabo en las décadas siguientes al Vaticano II y responde al hecho de una región que es la más urbanizada
del mundo. Encuentra su trampolín en el documento que concluye la Quinta Conferencia General de
América Latina y el Caribe, celebrada en Aparecida en 2007. En el horizonte de una ruptura general de la
transmisión, la Iglesia de América Latina reconoce su dificultad para la transmisión de la fe
especialmente a los jóvenes debido a la falta de conocimiento / comprensión de los nuevos códigos
existenciales que las mutaciones culturales han determinado. La respuesta de una Iglesia que no quiere
cerrarse en el miedo, sino que quiere mantener su celo misionero requiere la confrontación con los
grandes laboratorios de la cultura que son las ciudades, en los que procesan los nuevos lenguajes y los
nuevos símbolos. Movido por la instancia teológica según la cual el proyecto de Dios es una ciudad, la
ciudad santa, el documento sugiere la Iglesia a asumir una mirada contemplativa, capaz de reconocer
que Dios está presente en la ciudad. Aquí hay algunas perspectivas pastorales y la propuesta de un
proyecto conjunto del ministerio urbano, cuyos puntos principales son: la construcción de una red entre
las diferentes instituciones eclesiales, el intento de una presencia de la Iglesia en los nudos en los que se
elabora la cultura, la obra de descentralización de los servicios eclesiales.
Las afirmaciones del documento de Aparecida marcan un camino en el que se insertan las diversas
contribuciones que, en esta década, han favorecido el desarrollo del modelo de la «pastoral urbana». Al
proceder de compartir las premisas, intentan trabajar en torno a las acciones que la Iglesia está llamada
a alentar con el objetivo de pasar de un cuidado pastoral a una pastoral misionera, de ser el «arca de
Noé» a convertirse en la «barca de Pedro».
¿Qué dice el Documento de Aparecida
sobre la Pastoral Urbana?
agosto 3, 2010 J S Noticias