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. EL INICIO DEL SIGLO AMERICANO

·vencedores de nuevo en una guerra mundial, y en mayor grado aun• que


•en la Primera, como únicos poseedores del arma nuclear, los norteameri-
::canos habían aprendido la lección de que no les convenía aislarse de nue-
:yo, como habían¡hecho al ténnino de la Gran guerra. Antes incluso de· que
'entrasen en la conflagración, el 17 de febrero de 1941, Henry Luce avisa-
·ba ya que no podían permitirse el aislacionismo, sino que habían de asu-
mir la convicción de que el siglo xx era «el siglo americano».
De acuerdo con esta idea, los gobernantes estadounidenses aspiraban
en 1945 a recomponer un mundo de libre comercio que hiciera posible
·reactivar los intercambios internacionales, en los que, con su estmctura
.productiva intacta, tendrían un papel predominante que les ayudaría a
establecer el <<liderazgo global>> sobre el que había de basarse su supre-
•macía política.
· No era un escenario neutral, que ofreciese a todos los participantes
las mismas oportunidades, porque pattía de una desigualdad que se pro-
ponían mantener. Nadie lo expresó con más claridad que George Ken-
han en un texto de 1948, escrito mientras era funcionario del departa-
:mento de Estado, donde partía del hecho de que Estados Unidos tenía
. «alrededor del 50% de la riqueza del mundo y tan sólo el 6,3 % de su
'población>> para sostener: <~En esta situación no podemos dejar de ser
objeto de envidia y resentimitinto. Nuestra tarea real en el período que
:·se acerca es diseñai" una pauta de relaciones que nos permita mantener
~.sta posición de disparidad, sin detrimento de nuestra seguridad nacio-
ijal. Para conseguirlo tendremos que prescindir de sentimentalismos y
Jantasías, y concentramos en todas partes en nuestros objetivos naciona-
ies inmediatos ... Hemos de dejarnos de objetivos vagos y poco realistas
262 EL SIGLO DE LA REVOLUCIÓN

como los derechos humanos, la mejora de los niveles de vida y la demo'


cratizacióm>.
Debían hablar en público de estos «objetivos vagos y poco realistas».· .
como elemento de propaganda, pero dirigir en la práctica su política eri. ·.
función de las necesidades a que obligaba el manterúmiento de su supec ·.
rioridad. Los derechos humanos, la democracia y la mejora de los rúveles·:
de vida servirían de legitimación para la formación de un amplio imperio ~
infonnal de países con gobiernos «favorables a nuestro estilo de vida»::f
a la libre empresa, como diría unos años más tarde Eisenhower, que nó·
pusieran obstáculos a la expansión económica norteamericana.
Una expansión que se producía en el marco de un <<mercado librei>.:
sobre cuya naturaleza dijo Thomas Friedman: <<La mano oculta del mer'·
cado no puede funcionar sin un puño oculto. McDonald's no puede pros;·
perar sin McDoooell Douglas, el diseñador del F-15. Y el puño oculfri
que mantiene el mundo a salvo para que las tecnologías de Silicon Valle:Y..
puedan florecer se llama el ejército, la fuerza aérea, la marina y el cuerpir·
de infantería de mruina de Estados Unidos».
Fuera de este ámbito imperial, conocido convencionalmente como «el.
mundo libre», pese a que se integraban en él monarquías absolutas y a que!
las dictaduras fueron siempre el sistema de gobierno que los estadourúderi2
ses preferían para los demás, quedaban la Unión Soviética, China y sn{
satélites. Para aislarlos se dejó a tm lado señalar las diferencias entre lo~
sistemas sociales de uno y otro bando, para presentarlos como un enemig~
implacable, que amenazaba con conquistar el «mundo libre», lo cual no
era verdad, pero servía para crear lazos de solidruidad entre los miembros
del imperio, conscientes de que sólo Estados Unidos, con su dotación d~ ..
bombas atómicas, podía garantizarles protección contra esta amenaza im~<
ginaria. Sobre esta base se organizó el mito de la <<guerra fría>>, supuestaf_
mente dirigida contra una formidable potencia soviética, pero cuyo móvii;
real era, aparte de asegurar la solidaridad entre sus miembros, el miedo:á:
la influencia que el modelo socialista pudiera ejercer entre los descont<)rt)i
tos de las sociedades capitalistas, amenazando la continuidad del sistema;\:
.. Desde 1945 la histmia del mundo estaría marcada por la sucesión·dé:·.
los ocupantes de la presidencia norteamericana, como la del mundo me{:
diterrárieri en la época romana lo había estado por la de los emperadore.~,U
Cada cuatro años, cuando en noviembre se aproximaba la fecha de la eles%.2
ción de un nuevo amo del mundo (el martes correspondiente entre lqf
días 2 y 8), la atención global estaba fija, y sigue estándolo setenta años)
EL INICIO DEL SIGLO AMERICANO 263

más tarde, en este acontecimiento, del que pueden depender la guerra o la


paz universales.

UN NUEVO ORDEN MUNDIAL

La guerra acabó en una rendición incondicional (con matices en Japón,


donde se respetaba la continuidad del emperador). Era lo que Roosevelt
había propuesto en Casahlanca y lo que los tres grandes reafirmaron en su
reunión en Moscú en octubre de 1943, donde decidieron además que se
castigaría a los dirigentes nazis y japoneses por sus crímenes de guerra, y
que se crearía una Organización de las Naciones Utúdas.
En febrero de 1945, en una nueva conferencia, celebrada en Yalta
(Crirnea), los tres grandes se pusieron de acue~do acerca de. la partición
de Alemania en cuatro zonas de ocupación (a las suyas se añadiría· otra
para Francia) y Sf discutió la situación de Polonia. Éste era un terna prio-
ritario para Stalin, que quería restablecer la frontera en la línea Curzon
:::-algo que sus aliados habían aceptado ya en la conferencia· dec Tehe-
rán- y asegurarse un gobiemo favorable en Polonia, sobre la base. del
·comité de Lublin, dominado por los commústas, al que proponfalJúe se
unieran miembros del gobierno polaco en el exilio instalado en Londres. 1
Para Roosevelt, que había sido secretario adjunto de Marina con. Wil-
son y había vivido el drama de sn fracaso en relación con la Sociedad de
Naciones, lo fundamental era asegurar la participación de los soviéticos
en la Organización de las Naciones Unidas, el gran proyecto con el que
esperaba garantizar la paz mundial. Para Stalin, en cambio, el objetivo
más importante era la reconstrucción de su país, destrozado por la inva-
sión nazi. Esperaba conseguir un préstamo nmtearnericano -<:onfió en.
·ello mientras vivía Roosevelt, con quien había establecido una buena re-
lación personal-, pero luchaba a la vez por asegurarse unas cuantiosas
.reparaciones económicas deAlemania, que era culpable directo de haber
,arrasado su país.

l. La cuestión de las fronteras, donde las pérdidas ten-itoriales que los pola-
;Cos sufrían con la aceptación de la línea Crn·zon les eran compensadas con teni-
.!orio alemán hasta la línea de ios ríos Óder-Neisse, y la del gobierno que iba a
'instalarse en Polonia se resolvieron finahnente en reuniones celebradas en Mos-
:·_cú en tos meses de mayo y junio del mismo año.
264 EL SIGLO DE LA REVOLUCIÓN

El 25 de abril de 1945, cuando aún no había· terminado la guerra, se''


reunieron en San Francisco los representantes de 46 países para fundar e
una Organización de las Naciones Unidas que se suponía que había de·
contribuir a crear un nuevo orden mUJ1dial. Constaba de una Asan1blea)
general abierta a todos los países miembros, pero el poder de decisión\
estaba en manos de un Consejo de seguridad de quince miembros, en que'c·
los «cinco grandes» -Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña('·
Francia y China- tenían plaza petmanente y contaban con el derecho de/·.
veto, lo que les permitía, y les sigue pe1mitiendo en la actualidad, blo;.'
quear las decisiones que no les acomodasen.2 . ·.• ;
En realidad, las grandes líneas políticas del nuevo orden habían sido)
ya fijadas por las tres potencias dominantes en sus reuniones en Moscú;c.(
Teherán, Y alta y Potsdam. Mientras que en el terreno de la economía le/
fueron enjulio de 1944 en la conferencia de Bretton Woods, que creó ef·.
Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, integrado posteriot~i
mente en el Banco Mundial, y el Fondo Monetario Internacional (FMI)\
como reguladores de la economía financiera, con la intención de evitii]'.
que se reprodujeran los desórdenes monetarios que se habían vivido ·al.'
té1mino de la Primera guerra mundial. Pero también, y ante todo, Pal'~c
garantizar la libertad del comercio internacional, eliminando todas tai!
restricciones, lo que era esencial para asentar la supremacía de EstadqW;
Unidos.
Para asegurar la estabilidad monetaria se escogió el dólar como mC)f
neda de referencia, según la propuesta del representante nortearnericanÓ'
Harry Dexter Wbite, y se rechazó la de John M. Keynes, que planteaba14·
creación de una Unión hitemacional de Compensación, que usaría par~
sus cuentas una moneda no convertible en oro, el <<bancor>>. La elecciól\
del dólar se basaba en el hecho de que en aquellos momentos las reservM
de oro norteamericanas representaban del 60 al 80% de las del mundo;J.6'
que pmmitía mantener su plena convertibilidad al cambio de 35 dólaie.!:
la onza de oro. Pese ~tlos esfuerzos realizados por Har1y Dexter W~~~\
que sirvieron de. base a las; acusaciones posteriores de que estaba en colli
nivencia con los soviéticos, éstos, que desconfiaban del régimen de·d~é

·.: ;_. i.-!"Jira-tirt~·teSiúCtiÓri-h~t·dsaria para los norteamericanos, que sostienen:9.ti~'


su ébnstitilcióirles prohíbe aceptar ningún poder superior al del Congreso (c¡Ue
es el mismo arg\llllento por el que rechazan la jurisdicción del Tribunal Peri.ii!
Intemacional). ·
EL INICIO DEL SIGLO AMERICANO 265

pendencia que implicaba el nuevo plan, firmaron inicialmente el acta,


pero se negaron posteriormente a integrarse en el sistema.'
La elección de la moneda no era inocente. Como dice Michael Hud-
son, el dólar sirvió <<a modo de arma de la guerra fría>> que el Banco
Mundial utilizaba para financiar a los países subdesarrollados amigos de
Estados Unidos, prestándoles dólares para construir infraestmcturas, <<a
fin de hacer ganar dinero a las empresas norteamericanas de ingeniería»,
90n la seguridad de mantenerlos después controlados a través de sus
deudas.
Los temas políticos que habían quedado pendientes en Y alta se resol-
vieron unos meses más tarde, del 16 de julio al 2 de agosto de 1945, en
Potsdam, en una reunión en que cambiaron dos de los tres protagonistas
de las anteriores: Harry S. Tmman sucedió a Roosevelt, que había falle-
cido en abril, y Ciernen! Atlee reemplazó en el c,urso de las negociaciones
a· Winston Churchill, que se hallaba presente al inicio, pero que hubo de
retirarse cuando fue derrotado en las elecciones británicas de aquel mes
de julio.
El clima de cordialidad que había existido en las reuniones celebradas
en la época de Roosevelt no volvió a aparecer. No era tan sólo una cues-
.tión de personalidades; en realidad, si nos guiamos por lo que escribió en
estos días, Tmman se entendía bien con Stalin y confiaba en los sovié-
ticos. No puede decirse lo mismo de Churchill, que antes de concluir
)a contienda había ordenado la preparación de planes para una nueva
guerra contra la Unión Soviética, en la llamada «operación impensable».
Tmman consiguió en Potsdam la confirmación de la entrada de la
Rusia soviética en la guerra contra Japón, que era su principal objetivo,
pero británicos y norteamericanos se negaron a aceptar que las elevadas
reparaciones que los soviéticos pretendían recibir de Alemania salieran
también de las zonas occidentales que iban a controlar. Nunca tomaron
en cuenta que los costes que los rusos habían asumido en la guerra, tanto

3. No fue posible, sin embargo, evitar por completo los desequilibrios mo-
netarios. Tras el fin del programa de Préstamo y arriendo en agosto de 1945, una
Gran Bretaña sin reservas hubo de pedir un préstamo de 3.750 millones de dóla-
res en diciembre de 1945 y se vio obligada en 1949 a devaluar la libra esterlina
en más de un 30% (de 4,02 dólares a 2,80). Problemas semejantes suíi'ieron las
ffionedas europeas, salvo el franco suizo. El sistema de Bretton WÜods se man-
htvo estable en sus líneas generales hasta que Nixon suspendió la convertibili-
ilad del dólar en 1971.
266 EL SIGLO DB LA REVOLUCIÓN

en vidas humanas como en destrucción de sus recursos, eran supeliores ·ai}


los de todos los demás juntos, vencedores y vencidos. Truman les negó>'.
además el crédito que solicitaban, mientras se lo concedía a los blitáni' .F
cos. En realidad eran muchos los que pensaban, como el mariscal Alan j
Brooke, que el hecho de que los rusos hubieran de realizar un duro esfueí\)
zo para recuperarse era una garantía de que se mantendrían débiles duran~.\
te muchos años.
En Japóu, en cambio,los norteamericanos no aceptaron interferencias,\
Aunque existiera un Consejo aliado, el control del país quedó en man&d'
del general MacArthur, quien, al frente de unas fuerzas de ocupación qu~/
llegaron a los cuatrocientos mil hombres, actuaba como un virrey, corriÓ).
se pudo ver cuando impuso a los japoneses una constitución en cuya eJáir
boración no se les pennitió participar. Los intentos de realizar refonnli~;
democratizadoras cesaron además en 1947, cuando el inicio de la gue!'t~·(i
fría cambió el clima político, y se dio prioridad a alentar la restauraciótk
económica, apoyándose en Jos zaibatsu. Georges Kennan, que fue ettvidf.
do a Japón para reestructurar su economía, escribía en su diario: «No tis¡·
toy de acuerdo en que insistamos en pedir a los japoneses la promesa d~':
ser democráticos y respetar los derechos humanos, cuando me consta quii}
no tenemos intención alguna de insistir en que cumplan esta promesa, ull.á'.
vez la hayan fhmadm>.
La recuperación económica iba destinada a reducir los costes de ¡~·~
ocupación, reanimando la producción industrial japonesa y ayudándolá'N'
competir de nuevo en los mercados asiáticos. El nuevo ministerio de Cbt•
mercio internacional e industria (MlTI) y el ministerio de Hacienda §~.·
esforzaron en favorecer el desarrollo de la industria pesada, que dispoh!~:•
de una tecnología avanzada, y contribuyeron a que los bancos facilitase*'
crédito barato a los proyectos que se seleccionaban desde el gobicmo,•J~;
los que se proporcionaban además ventajas para la importación de maqilif
nruia extranjera y protección arancelaria para sus productos. Los viej\)f
zaibatsu se transformaron ahora en keiretsu, grandes complejos intel#M
dos por una serie de empresas industriales asociadas, con participacio~~~
accionariales cruzadas, que tenían en su centro un banco y una firmá'(\~
comercialización.

Para cumplir con el acuerdo de castigar a los dirigentes derrotados .• ~§


n1Hm f'.n nráctica UU PfOCedímientO pata .Juzgar lOS «ClimefieS COUtrá\1~
BL INICIO DEL SIGLO AMERICANO 267

paz», los «crímenes de guena» y los «crúuenes contra la humanidad>>. El


proceso de Núremberg, que se limitó a 22 acusados, los máximos dirigen-
tes de la Alemania nazi, se inició el20 de noviembre de 1945, con cuatro
jueces en representación de cada una de las cuatro grandes potencias alia-
das, incluyendo Francia, e hizo público su veredicto en octubre de 1946.
Hubo doce condenas a muerte: las de Goering, Von Ribbentrop, Rosen-
berg, Streicher, Kaltenbrunner, Franck, Saukel, Seyss-Inquart, Frick,
Keitel, Jodl y Bmmam1 (este <<en ausencia>>, ya que se ignoraba que había
muelto al intentar huir de Berlín). Goering se suicidó en su ·celda; enve-
nenándose; los otros diez fueron ahorcados, se incineraron sus cadáveres
en Múnich y las cenizas se dispersaron en las aguas del Isar,
Hubo después una serie de procesos contra oficiales; guardianes y
.. médicos de las SS, que acabaron con penas de mueite y a cadena perpe-
•.tua. Gradualmente, sin embargo, las penas fueyon rebajadas o conmuta-
'.das por las autoridades militares norteamericanas. A lo que se sumaron
'una sucesión de.¡arnnistías que fueron vaciando las cárceles. En.1955, a
"los diez años del fin de la guena, sólo había en las de las zonas británica
':.y norteamericana veinte inculpados por la participación en los crímenes
!.:contra los judíos, que fueron liberados por otra anmistía.
.. Más ineficaz fue aun la desnazificación realizada por los propios ale-
manes, especiahnente en la zona occidental. Era evidente que durante la
·guena los alemanes conocían lo que sucedía y que no les preocupaba, por
do que se acomodaron sin dificultad a la situación y no dudaron en cola-
borar en la represión con sus denuncias, y en sacar provecho de los bienes
e de los sancionados. Pero tmminada la guen·a se dedicaron colectivamente

i·a fingir que no sabían nada y a callar lo que conocían los unos de los otros.
En el caso del ejército, se aceptó el mito de que había sido víctima de
Ja locura de Hitler, reduciendo el círculo de los culpables a las SS, cuando
'Ios mandos militares de la Wehnnacht coincidían con el Führer en sus
',\ideas, aceptaron con entusiasmo sus planes y colaboraron activamente en
Jos peores crúnenes nazis.
,;;·.,.... Más escandaloso fue todavía el caso de Italia, donde ni siquiera se
¡\consiguió echar a los funcionarios fascistas de sus cargos en la adminis-
·,'.tración o, lo que era todavía peor, en la policía.
\'·> En Japón, que había rechazado adherirse a la convención de Ginebra
)(ejecutaba a los aviadores norteamericanos capturados tras los bombru·-
\''deos) y que se calcula que fue responsable de la muette de veinte a treinta
!i.lniJ!ones de asiáticos, los juicios por los crímenes de guerra fueron apa-
268 EL SIGLO DE LA REVOLUCIÓN

rentemente más duros que los celebrados en Alemania. De 1945 a 1948 .•


un Tribunal militar internacional establecido en Tokio juzgó a 25 dirigen,
tes militares: siete fueron condenados a muerte y abarcados el 23 de di•.
ciembre de 1948. En conjunto las Comisiones militares aliadas condena>
ron, entre 1945. y 1951, a 920 japoneses a muerte y a unos 3.000 a penas:
diversas de prisión por delitos cometidos en los tenitorios ocupados. Se,
silenciaron en cambio las responsabilidades de algunos criminales, comó ·.
el general Shiro Ishii, que había dirigido las experiencias sobre seres hu<
manos en Manchukuo, con el fin de aprovechar sus conocimientos. . ·•··'
Uno de los casos'más abenantes de impunidad fue el de los industria\.·
les alemanes y japoneses, que no sólo eran responsables de haberse aliadq;•
con sus gobiernos, sino de haber aprovechado el trabajo esclavo de loS.·
campos de concentración. En Alemania, empresarios como Alfred Krnpp'}
o como Otto Ambros, implicados en los peores crímenes de explotació¡¡,i
del trabajo esclavo, sufii.eron cortas penas de cárcel y recuperaron de in,y·
mediato su lugar al frente de la economía. Los grandes empresarios japo{
neses no fueron ni siquiera molestados.

EUROPA: DESTRUCCIÓN Y ESPERANZA

La paz llegó a una Europa sumida en la pobreza y el hambre, que ibaN.


sufrir, además, las teiTibles consecuencias de un gigantesco desplaf
zamiento de seres humanos, que combinaba el de los alemanes expulsa:,
dos del este de Europa (de doce a catorce millones, que no sólo erál;);
ocupantes instalados tras la conquista nazi, sino descendientes de famiS'
lias que habitaban en estas tierras desde hacía mucho tiempo) y, en uW
sentido contrario, el de los cerca de ocho millones de presos y trabajado'.
res forzados de otros países que se encontraban en Alemania, que ant~~
de ser repatriados contribuyeron a asolar el país: bandas de desplazado$
robaban y mataban impunemente en una tierra sin ley. .,•,,
Todo comenzó con. la despavorida huida hacia el oeste de unos cuatr{)
millones de alemanes que vivían en la Prusia oriental, en Pomerania y~~
Silesia, ante el avance de los ejércitos rusos. Pero lo peor fue la expulsióri.
en el transcurso de los tres años siguientes y de acuerdo con las medida~
aprobadas por las potencias vencedoras en el artículo 13 de los acuerdCli
de Potsdam, de millones de alemanes de Polonia, Checoslovaquia, R1)'
manía o Hungría.
EL INICIO DEL SIGLO AMERICANO 269

Los holocaustos locales de los años de guena dieron paso ahora a


,sangrientas réplicas de venganza. Los polacos no sólo persiguieron a los
alemanes, sino también a la población de origen ucraniano y a los judíos
que habían sobrevivido a las persecuciones nazis y que pretendían regre-
sar para recuperar sus bienes, lo que en muchas ocasiones se resolvió
asesinándolos. Los eslovacos, por su parte, persiguieron y expulsaron a
)os húngaros que se habían instalado en sus tienas desde 1938.
Pero la más despiadada fue posiblemente la venganza de los checos,
que trataron a los alemanes, que representaban el 22,5% de la población
del país, como ellos habían tratado a los judíos (campos de concentración
y marchas de la muerte), sin olvidar los casos en que murieron "a manos
de sus convecinos. Dos años después del fin de las hostilidades, Alemania
tenía más de dieciséis millones de refugiados y desplazados, que vinieron
a agravar la situación del país.
El coste total en términos de vidas humanas de esta limpieza' étnica
t-de lo que Ricl¡.ard Evans llama «el otro honor>>-- puede haber sido de
dos millones de muertos. A lo cual habría que agregar la cifra; imposible
de establecer, de las muertes que se produjeron entre los once millones de
soldados alemanes presos que sufrieron hambre y abandono en campos
,de concentración, o que fueron explotados despiadadamente como traba-
. jadores forzados. Eisenhower alhmaba que los franceses estaban explo-
.tanda a los prisioneros alemanes para obtener carbón y que, según su
'e conocimiento personal, «tenían por lo menos cincuenta Dachaus en ope-
'ración, donde hacían pasar hambre a los prisioneros hasta el p¡¡nto de que
cmuy pronto resultaban incapaces de trabajan> .
.i., La ayuda proporcionada por la UNRRA (United Nations Relief and
'RehabilitationAdministration), la agencia de la ONU creada para propor-
cionar alimentos y ayuda médica a los habitantes de las zonas liberadas,
·sólo duró hasta jtmio de 1947, cuando cesó la institución, en momentos
en que Europa sufría las consecuencias del frío invierno de 1946-1947, el
<peor en el transcurso de un siglo, que anuinó las cosechas de cereales en
\mos países que no contaban con recursos para importarlos. El hambre
"comenzó a hacer estragos en Francia, Italia y Alemania, mientras en Gran
,Bretaña el paro aumentaba amenazadoramente.

.. .
j>ero esta Europa del desastre, de las persecuciones y del hambre era tam-
hién la de unas esperanzas renovadas. En Gran Bretaña la victoria de los
270 EL SIGLO DE LA REVOLUCIÓN

laboristas puso en marcha el estado de bienestar --que comenzó en 1948 .·


con la sanidad proporcionada por el National Health Service- y reforzó
la capacidad de acción de los sindicatos, que por un tiempo creyeron que
podían transformar la economía. Hasta que el gobierno laborista optó:
por dedicar los recursos a construir bombas atómicas y a armarse para la .:e
guerra fría. ..
En Francia, el Consejo Nacional de la Resistencia había elaborado uñ Z
«Programa de acción» que propugnaba <<un plan completo de seguridad},•
social», la nacionalización <<de los grandes medios de producción mono':}
polízados, fruto del trabajo común, de las fuentes de energía, de las riqu~¿ .
zas del subsuelo, de las compafiías de seguros y de los grandes bancos;¡,<:·
y la intensificación de la producción de acuerdo con un plan que el estad6Ú(
elaboraría, <<después de consultar a los representantes de todos los eléil
mentas de esta producción». Unos principios que se trató de poner. eri.Ci
práctica en los primeros momentos después de la liberación. . ::i/!.
Los pueblos europeos liberados del fascismo pensaban que los malel'
que habían sutiido, desde la crisis económica de los años treinta a:ÍW',
guerra, podían remediarse con un cambio de sistema que combinase uff'~
ciel'to grado de socialismo con el respeto a los derechos humanos. En la~?
primeras elecciones de la posguetra, en los afias 1945 y 1946, los cornil~,
nistas obtuvieron más del20% de los votos en Checoslovaquia (37,9 %)\:'
Francia (26%) y Finlandia (23,5%), y más del 15% en otros país8#
(19,5% en Islandia, 19% en Italia, 16,9% en Hungría, etc.). La mayo'fíií
de estos partidos participaban en los gobiernos de los países del oeste d~
Europa al lado de fuerzas progresistas que apoyaban progran1as social~!;;¡
avanzados, mientras que en los países del este se integraban en gobieh\O:~t
plurales de <<fTente nacional», que emprendieron políticas nacionalistas\)'')'
de reforma agraria. . ,.
Staíin, que no tenía ninguna aspiración de dominio mundial, sino q'Ü~"
confiaba en que la supelimidad del socialismo les daría el triunfo a lafg?);
plazo, estimulaba estos <<frentes», tanto en la Europa occidental como·.~~·
la del este, convencido de que en las condiciones que se daban en la·po:st\
guerra era posible emprender el camino hacia el socialismo por una .vr~;
pacífica, a través de un parlamentarismo democrático popular. En su'dÍíJt.'
nión, la propia superioridad del socialismo aseguraría el avance haciá'il!}
triunfo que se conseguir(a por la convicción, sin necesidad de recurrir~l~
dictadura del proletariado. Dirigentes comunistas que habían protagó~~
zado las luchas de liberación contra el fascismo se empeñaron en ull~!
EL INICIO DEL SIGLO AMERICANO 271

políticas de reconstrucción nacional y de progreso, en lo que fue una


breve etapa feliz de refmmas agrarias (que permitió repartir a millones de
campesinos la tierra de los tenatenientes expulsados) y de nacionaliza-
ción industrial.
En Checoslovaquia el Partido comunista llegó a tener en 1948 más de
dos millones de afiliados, uno de cada cinco adultos del país, y fue el más
·votado en las elecciones de 1946. En Hungría las elecciones comenzaron
dando un gobierno con mayoría del partido campesino de Jos pequeños
propietarios, que dejó a los comunistas en minoría; pero éstos aceptaban
.el modelo de una democracia parlamentaria y de una transición gradual,
:ya que consideraban <<que el camino a seguir por Hungría no podía ser el
'de Rusia», puesto qne era un .país diferente, con tradiciones distintas. En
,.Polonia Gomulka expresó desde 1945 su voluntad de seguir una «VÍa po-
haca al socialismO>>, con gobiernos de «frente napional» y con una política
;de democracia popular, sin colectivizar la tierra, que en un 80% se man-
';tavo en explota<:¡iones familiares, ni provocar enfrentamientos de. clase.
{En Rumania el nuevo gobierno se formó con el acuerdo de una comisión
!\le representantes de las tres grandes potencias. Sólo en Bulgaria, donde
.ilos comunistas habían llegado al poder en plena guerra, en 1944, con un
'_golpe de estado, se dejó manos libres a la influencia soviética (en 1946
:;')ln referéndum abolió la monarquía y proclamó la república).
':}L. Incluso en la Alemania del este hubo un tiempo de ilusión. «Aquellos
::-\mos -escribió el historiador alemán Manfred Kossok-, fueron los de
/'las grandes esperanzas, de las visiones, de las utopías -fin del imperia-
::iilismo en diez o veinte años, liberación de todos los pueblos, bienestar
~:universal, paz eterna- y fueron años de ilusiones heroicas: el socialismo
i,ifreal como el mejor de todos los mundos.»
;,.,;, Era la realización del sueño antifascista que Frank Thompson había
c')~xpresado en diciembre de 1943, poco antes de molir en Bulgalia, en una
;B,'darta a su hetmano, el Jústoliador E. P. Thompson: «Hay un espíritu en
r;~J'luropa que es más noble y audaz que todo lo que este cansado continente
b([lta conocido durante siglos, y que no se podrá resistir ... Es la voluntad
:'sonfiada de pueblos enteros que han conocido los mayores sufrimientos y
\humillaciones, y que han triunfado sobre ellos para construir su propia
,~ida de una vez y para siempre».
';;'',, Recordando, años más tarde, estos momentos, E. P. Thompson soste-
,\i(a: «Pienso que había otra alternativa en 1945. No creo que fuera inevi-
i¡able que debiera realizarse la degeneración que se produjo en los dos
272 EL SIGLO pE LA REVOLUCIÓN

bandos. Pienso que había una autenticidad de alianza de frente populai er(''
algunos aspectos de la experiencia de Espaila y de los movimientos de)
resistencia de Yugoslavia, de Francia y de otros países. Éste fue un mo' /
mento auténtico y no creo que la degeneración, en la que hubo dos culpá;';
bies, el estalinismo y Occidente, fuera inevitable. Es necesaiÍo volver a'i
recordarlo y decir que ese momento existió».
Lo cual no implica que el ajuste de la situación política de Europa ;¡"
los pactos de reparto de influencias de los tres grandes no crease probh{i,
mas. Polonia, obligada por Stalin a aceptar un gobierno de predominio(:',
comunista, fue una de las víctimas de estos ajustes. Pero lo ocurrido erii¡
estos primeros ailos en el campo de las <<democracias populares» no gu!ltf)":
da comparación con la violencia aplicada por Gran Bretaila para asegurru#'-'
se el control de Grecia, donde le correspondía ejercer su influencia, segúJí,i'
el reparto de Europa que Chttrchlll y Stalin habían negociado en Moscú}\
En Grecia el peso mayor de la resistencia contra los nazis lo habí¡((
asumido un Frente de liberación nacional (EAM) con destacada patticiFi
pación de los comunistas, que en abril de 1945 aceptó desmovilizarse, IiQ:!
se opuso al desembarco de un importante contingente de soldados britáW''
nicos y se mostró dispuesto a colaborar en gobiernos de unidad naciona};;:~
, Siguiendo las instrucciones de Churchill, los británicos desencadeii~jSl
ron el «terrm,· blancO>> contra los partidarios del EAM y contra los guerrlf''J
llm·os; En \aguerra civil que se inició entonces, los comunistas integradO~'!
en el Frente de Liberación Nacional no lograron apoyo alguno de Staliri;'\
que se opuso a que se les diese ayuda con estos argumentos: «¿Pensáis qu~ '
Gran Bretailay Estados Unidos -Estados Unidos, el estado más poder~t''
so del mundo- os pennitirán que rompáis su línea de comunicación e¡],\
el Mediterráneo? Es una insensatez. Y nosotros no tenemos flota. Elle;'
vantarniento de, Grecia debe detenerse cuanto antes». ;\
, En maiz~ de 1946 se realizaron en Grecia unas elecciones sin particU'
pación dela,izquierda; y a éstas le siguió un referéndum que restauró:!~'
momitquíarh\ientras de cuarenta mil a cincuenta mil izquierdistas perrri~%
necían enceriados,en'prisiones y campos de concentración. ····

LA CRISIS SOCIAL. EN EsTADOS UNIDOS


. .

El final de la guerra,fue'seguido en Estados Unidos por tmos ailos de a¡jf


'"~<An oneiol T.a contienda había enriquecido a los empresarios y some4

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