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Informe de

lectura sobre:
Granel, Marx y
Fischbach. .
Nombre: Mauricio Andrés Acevedo
González.
Profesor: Carlos Casanova.
Fecha de entrega: 02 de diciembre
del 2015.

Gerard Granel en su ensayo: “La


ontología marxista de 1844 y la
cuestión del corte” señala que
Althusser, con respecto al sentido
de los manuscritos de 1844, sostiene
que estos tienen un carácter
meramente filosófico. En
consecuencia, es Jacques Ranciare
quien fundamenta esta hipótesis, y
erosiona por tanto los
cuestionamientos con respecto a su
dimensión filosófica que tienen los
manuscritos. Sin embargo, Granel
piensa que hay pendiente al menos
dos cuestiones fundamentales. En
primer lugar, está la cuestión del
corte, que es la carencia de
concordancia cuando se fundamenta la
hipótesis por parte de Rancière,
puesto que su predecesor (Althusser)
había comparado al Marx de los
manuscritos con el Marx de la
ideología alemana; en cambio,
Rancière compara al Marx de los
manuscritos con el Marx del Capital.
En efecto, esa ruptura radical
(entre los manuscritos y la
ideología) que sostiene Althusser
como corte, pierde fundamento y
vuelve a quedar abierta la cuestión.
De este modo, de acuerdo al problema
anterior, Granel sostiene una nueva
hipótesis, y es la que enlaza el
texto de los manuscritos de 1844 con
el texto de la ideología alemana. La
hipótesis central es que estos dos
textos tienen una relación de
continuidad esencial.

En un segundo lugar, está la


insuficiencia del trabajo de Jacques
Rancière. Si bien Granel reconoce
que se identifican los principales
puntos que Marx apostilla con
respecto a la economía política,
como el trabajo alienado como
“perdida de la esencia del hombre
que se separa del hombre y que se
vuelve contra él”1. Sin embargo,
Granel advierte que esa lectura

1
Granel Gerard, Actuel Marx Nº 16. La ontología marxista de 1844 y la cuestión del corte. Año 2014.
Pág. 08.
filosófica no lo es todo. Del mismo
modo cree que estos manuscritos más
allá de ser lecturas “filosóficas”
son más bien lecturas
antropológicas. En efecto,
entendiendo lo antropológico en
tanto que se habla del trabajador
como hombre.

Del mismo modo, Granel mienta que


para reforzar la hipótesis de que
entre los manuscritos de 1844 y la
ideología alemana hay una
continuidad, los relaciona con dos
acontecimientos, y que no obstante
en realidad es uno, esto es, la
aparición del ser del hombre como
productor, y del ser mismo como
producción.
Ahora bien, Granel advierte que
este tipo de interpretación sólo
está vigente en cuanto se comprenda
“cómo es que el progreso teórico
real que representa Feuerbach
respecto de Hegel va a permitirle a
Marx elaborar una última ontología,
en la que el acabamiento de la
metafísica moderna habrá de tomar el
sentido de fin de la filosofía, de
manera que la sucesión se abra”2
Granel mienta que esta ontología de
Marx hace una filosofía que se
construye así misma para salir de sí
misma.
Sucesivamente, Granel analiza estas
cuestiones por etapas. Por
consiguiente, en el capítulo
primero, el sentido de la crítica
del ateísmo, hace un análisis de
Rancière con respecto a las
relaciones del hombre con la
naturaleza en Marx, que conforma una
teoría de la subjetividad,
entendiéndola dentro de un
desarrollo de la historia del
sujeto. Ahora bien, el sentido de la
ontología marxiana se puede
encontrar en clave de que el hombre
no tiene ninguna relación con una
naturaleza, sino que hay más bien
una sola realidad esencial, real en
el sentido del ente en tanto que es.
Granel plantea que esa cierta
crítica del ateísmo se levanta bajo
en nombre de otro ateísmo, y eso es
una cuestión. Plantea que “Marx no
es claro en decir en qué sentido
2
Granel Gerard, Actuel Marx Nº 16. La ontología marxista de 1844 y la cuestión del corte. Año 2014.
Pág. 23.
Dios, como el gestor de la
naturaleza y del hombre, aparece
como término medio”3. De ahí que se
afirme que a Dios habría que
mostrarlo como una cosa secundaria,
y no, precisamente como lucha contra
él.

Por otro lado, Granel analiza el


movimiento cíclico como valor de
verdad. El movimiento cíclico es un
valor de verdad, puesto que es el
que hace al hombre en la esfera de
su procreación. En este sentido, el
hombre hace que se repita a sí mismo,
y por tanto que el hombre siga siendo
siempre sujeto. Todo esto culmina
con una tesis: lo cíclico del
movimiento nace del hombre y culmina
en el hombre, y así sucesivamente.
De modo que, es interesante analizar
al hombre en cuanto a ser genérico.
En el capítulo el trabajo enajenado
del primer manuscrito, Marx critica
las principales premisas de la
Economía política, puesto que dentro
de las condiciones materiales reales

3
Ídem. Pág. 28
que repercuten, en este caso, al
obrero, habría obnubilaciones y
borraduras en cuanto a su atención
como ser humano. La economía
política según Marx parte del hecho
de la propiedad privada, pero no
explica la relación que hay entre
salario y la ganancia del capital;
por el contrario, sólo atiende a la
ganancia del capital, obliterando al
primero. De ahí que Marx crítica que
la economía política tiene como
causa última al propietario. En este
sentido, se pierde el análisis de la
esencia de la propiedad privada. De
este modo, habría que acotar los
principales rasgos con respecto al
obrero.
Para Marx, el obrero es producto de
la guerra entre los avariciosos
capitalistas. El obrero se pauperiza
a lo largo de sus vida, puesto que
sus energías sólo se concentran en
producir riquezas para otros
(capitalistas). Mientras que, el
capitalista crecería en extensión y
poder como efecto de la mera
producción del obrero que, no
obstante se produce él mismo como
mercancía. En efecto, la tesis de
Granel en tanto le da un carácter
antropológico reside en el hecho de
que el mundo de los hombres se
desvaloriza, puesto que se pone más
valor la cosificación del mundo. En
efecto, la enajenación del obrero
radica en el hecho de que su
producción lo fundamenta, y no por
el contrario.

La producción es la privación de la
realidad del obrero. Uno pasajes
claves mientan no sólo la
pauperización material del obrero,
sino que la pobreza interna de este.
“(…) resulta claro que cuanto más
mata el obrero trabajando, más
poderoso se torna el mundo ajeno a
él que crea frente a sí, más pobre
se vuelve él y su mundo interior,
menos se pertenece el obrero a sí
mismo”4. El problema aquí es que si
el hombre nace y culmina en sí mismo,
pasaría absolutamente lo contario en
cuanto a su condición de obrero,
dado que el obrero nace y culmina en
el objeto que lo sujeta, causa de su
enajenación. Marx es categórico en
afirmar que la enajenación no se

4
Marx Karl. Manuscritos económicos filosóficos del 1844. Editorial Grijalbo, 1968. Pág. 75
manifiesta solamente en el
resultado, sino que también en el
acto mismo de su producción. De este
modo, el obrero como hombre es pura
negación en y por sí mismo en cuanto
a su acto productivo, su producción
se vuelve contra él mismo y no le
es inherente a su ser.
Sucesivamente, Marx define al hombre
como “un ser genérico, esto es, que
se comporta a hacia sí mismo como
hacia el género vivo y actual, como
hacia un ente universal y, por tanto
libre”5. Para esclarecer esto,
Granel señala que en la época de Marx
los filósofos llamaban ser genérico
al hombre que engendra por sí mismo,
esto es, al hombre que no se acota
en relación con el animal en cuanto
a la mera procreación, sino que
tiene la libertad y autonomía de
engendrar por sí mismo. Del mismo
modo, hombre es aquel hombre
concreto y singular que vive y
muere. En suma, el hombre que se
engendra por sí mismo tiene como
sentido que no hay un comienzo para
el ser del hombre, puesto que el
hombre ya es un ser por origen. Aún

5
Ídem. Pág. 79.
más claro en Marx es cuando mienta
que “el hombre hace de su misma
actividad vital el objeto de su
voluntad y de su conciencia.
Desarrolla una actividad vital
consciente. No es una esfera
determinada con la que se funda
directamente. La actividad vital
consciente distingue al hombre
directamente de la actividad vital
de los animales, y ello es lo que
hace de él un ser genérico”.6
Del mismo modo, Marx concibe la
naturaleza como “un cuerpo
inorgánico del hombre, es decir, la
naturaleza no es el mismo cuerpo
humano”7, y no obstante el cuerpo
humano necesita de la naturaleza
para sobrevivir. Ahora bien, Marx es
taxativo en afirmar que el hombre no
es naturaleza, sino que es sólo una
parte de ella. La naturaleza en
cambio es la misma actividad vital,
tienen una unidad inmediata entre
está y la del animal.
El problema que surge aquí según
Marx es que “el trabajo enajenado
invierte los términos de la
relación, en cuanto que el hombre,
6
Ídem. Pág. 81
7
Ídem. Pág. 80
precisamente porque es un ser
consciente, hace de su actividad
vital consciente, de su esencia,
simplemente un medio para su
existencia”8. La esencia del hombre
se invierte en pura alienación en
cuanto a la producción del obrero;
el obrero pierde la condición y
calidad de sujeto y es invertido en
mero objeto y medio para sobrevivir.
Marx afirma que “un pueblo para
poder desarrollarse con mayor
libertad espiritual, puede
mantenerse esclavo de sus
necesidades físicas, no puede seguir
siendo siervo de su cuerpo”9. La vida
genérica del hombre ahora es un mero
medio para su existencia física, es
la objetivación de la vida genérica
del hombre. Ahora bien, si al hombre
le es enajenado el producto de su
trabajo de su ser genérico, entonces
es la misma enajenación del hombre
por el hombre, esto es, la inversión
de su esencia en cuanto es el hombre
un ser que engendra o produce tanto
intelectual como físicamente. En
efecto, como ya sabemos que el
producto del trabajo del obrero es
8
Ídem. Pág. 81
9
Ídem. Pág. 25
ajeno a él, y por tanto se presenta
como un poder extraño a su esencia,
se puede colegir según Marx que el
producto del trabajo pertenece a
otro. Este otro es el hombre mismo:
el terrateniente, el capitalista.

El capitalista, es decir, el dueño


de los medios de producción, es
quien disfruta de la producción del
obrero, en cuanto que él obtiene la
ganancia, y no el salario, que son
dos cosas distintas. El salario está
determinado por el pantanoso y la
oscilante ley del mercado, por el
capricho de los ricos; solamente los
ricos viven de los intereses del
dinero. Es por esto que Marx afirme
que el capital “es el poder gobernar
el trabajo y sus productos”.10 Se
colige que el capital es una especie
de Dios inmanente al propio hombre
que abusa de otro. De modo que, Marx
encuentra de esto la esencia de la
propiedad privada y que no había
sido reflexionado por otros
economistas. La propiedad privada
según Marx es “el producto del
trabajo enajenado, de la relación

10
Ídem. Pág. 33
externa del obrero con la naturaleza
y consigo mismo”11. De ahí que afirme
en el manifiesto comunista que el
proletario nace de la misma
burguesía. La esencia subjetiva de
la propiedad privada es el trabajo y
se incuba por la propiedad
territorial.
Por otra parte, Franck Fischbach en
su artículo la producción del mundo
analiza a partir de Granel la
relación que hay entre Heidegger y
Marx en cuanto al pensamiento sobre
el mundo, el trabajo y la mercancía.
Según Fischbach, es Granel que se da
cuenta sobre esta conjunción. En el
capítulo 31 de ser y tiempo,
Heidegger apostilla que a partir del
mundo cotidiano, “como mundo del
trabajo donde se puede entrar a la
dimensión misma del mundo y del ser
en el mundo en cuanto estructura
del ser que somos nosotros mismos”12.
Según Heidegger, es por el trabajo
que se vuelve posible un acceso a la
temporalidad propia del existente
que somos. Eventualmente, Marx
concebía el trabajo como trabajo
abstracto, como un trabajo que está
11
Ídem. Pág. 85
12
Fischbach Franck, la producción del mundo, Actuel Marx/ Intervenciones nº 18. Pág. 48
entroncado con una configuración del
tiempo y con la historicidad, es
decir como el perenne presente
indefinidamente reproducido.

En efecto, Granel mienta que


Heidegger se da cuenta que en su
época hay una desfiguración entre
tiempo e historicidad, y por tanto
habría que cambiar el concepto de
trabajo como de historia. El
trabajo, según Heidegger, es “el
lugar mismo del advenir, de la
existencia humana como existencia
finita”13. En consecuencia,
Heidegger mienta que estamos tan
perdidos en la des configuración del
trabajo y de la historia en la
actualidad, que condicionamos la
historicidad con procesos de la
ciencia que se supeditan al tiempo.
Sin embargo, el tiempo o mejor
dicho, el advenir temporal
pertenecen exclusivamente a lo
humano en tanto que trabaja, y no a
procesos mecánicos ni a la ciencia.
En consecuencia, lo que fundamenta
esta tesis que plantea Heidegger con
respecto a la des-configuración del

13
Ídem. Pág. 50
trabajo es que nuestra época no
lleva a cabo el reino del trabajo,
sino más bien el de la producción.
Fischbach apostilla que hablar de un
pensamiento de la producción hoy es
hablar de un pensamiento de lo
infinito, esto es, de lo
indeterminable de la producción del
capitalismo en cuanto a riqueza.
Ahora se deja en claro que si bien
la producción es como modo de ser de
un mundo, no es un mundo en sí mismo,
puesto que se acota sólo a la
riqueza, sino que es más bien un
experiencia de mundo, esto es una
experiencia negativa del mundo. “la
mercancía no puede ser otra cosa más
que un anuncio negativo del mundo, o
bien, el anuncio de un mundo en
negativo”14. De modo que, esa es la
contraposición: la mercancía
reproducida infinitamente bajo la
forma del capital en cuanto es forma
indefinida; y sin embargo, el
devenir temporal del tiempo acotado
a lo humano, y por tanto a lo finito.
El trabajo como aquello que se
inserta en el mundo es finito, a
diferencia de la producción infinita

14
Ídem. Pág. 54
de valor. La tesis que mienta
Fischbach es que la producción es
una abolición de la finitud y de la
eliminación del mundo. Esto
concierne tanto a dominados como a
dominadores.
Finalmente, Fischbach se pregunta si
es que hay una especie de trabajo
puro desprendido de la producción
que abarca todo. Y es que sí, la hay.
En efecto, mienta que hay como islas
de trabajo puro, pero que no son
identificables. Finalmente, se
reflexiona en torno a la variante
socialista del porvenir del mundo
moderno, que un tiempo que es sino
un tiempo ya muerto subsumido en el
sujeto. Por esto, se da como salida
esto: habría que “estallar al
sujeto” y de ahí recién a disponerse
a temporalizar e historizar bajo
otra forma que el mero tiempo muerto
en donde estamos consumidos, o dicho
de otro modo, condicionados bajo la
supeditación constante al progreso y
del presente eterno del valor.
Por Ultimo, en el segundo capítulo
del texto de Granel la elaboración
del concepto feuerbachiano de lo
sensible. La ontología de la
producción y la industria” mienta
que Feuerbach es el único que
critica la dialéctica hegeliana y el
que venció a la antigua filosofía.
Lo que intenta analizar granel es en
primer lugar que en los textos del
joven Marx hay una ontología. Y en
segundo lugar, que esta ontología
que se esboza en los manuscritos, ya
está en la ideología alemana
adquirida. En efecto, Feuerbach es
el que impuso una revolución
teórica real, esto es, que éste
niega ya la teología, y oblitera lo
infinito para imponer lo sensible,
que es lo real. Granel mienta que lo
singular de Feuerbach es inventar un
concepto no celeste. De este modo,
el concepto está fundado
positivamente sobre sí mismo y en
reposa positivamente sobre sí mismo.
Lo que hace Feuerbach es un análisis
de lo sensible: “Cuando Feuerbach
escribe, en efecto, -para respirar
tengo necesidad de aire- , no
entiende hacer la constatación
trivial de la dependencia una
función fisiológica respecto del
entorno físico, sino establecer una
unidad esencial”.15 El respirar
constituye en nosotros una necesidad
esencial.

Para Granel imponer la subjetividad


en tanto el hombre es una relación
consigo mismo vuelve impensable la
unidad del ser donde ésta tiene su
morada: lo sensible. En efecto, el
singular sentido de esta revolución
es que la fundación filosófica de lo
filosófico implica un retroceso y
una ruptura con la subjetividad,
vale decir, con Descartes, en el
sentido de que comprende lo
psicológico como inmanente la
esencia de la filosofía moderna.
De este rescate y el nuevo estatuto
de lo sensible es que Marx gestará
una ontología de lo sensible, y
seguirá la lección de Feuerbach. En
cuanto concibe las sensaciones no
como meras determinaciones
antropológicas en sentido estrecho,
sino que más bien son verdaderas
afirmaciones ontológicas esenciales
que se afirmar en el hecho de que su
objeto es sensible, el respirar

15
Granel Gerald, la ontología marxista de 1844 y la cuestión del corte, Actuel Marx º16. Pág 16
radica en el mismo oído, que es pura
sensibilidad, o sea, lo real.
En Marx, eventualmente la genérica
es esa unidad esencial del hombre y
la naturaleza. De este modo en lo
esencial el hombre nunca dejaría de
producir esta unidad esencial en sí
misma. Producción no tiene que
entenderse aquí como la
transformación de materias en
productos, sino que es la producción
que tiene solo como objeto el mundo
mismo.
Ahora bien, entiendo esto. Marx en
su tercer manuscrito miento que la
vida de la propiedad privada es
trabajo y capitalización, o sea, el
sentido de la vida no es más que
estar consumido en aquello que nos
enajena, olvidando desde luego,
hasta la conciencia de nuestras
propias afecciones que constituyen
nuestra sensibilidad. En efecto,
nuestro sentidos estarían enajenados
en el capital, y por no habría otra
salida de salir de la tiranía que
abolir la propiedad privada misma
para así emancipar todos nuestros
sentidos, que son humanos y
objetivos.
Es por esto que Marx critica que los
sentidos estarían prisioneros de lo
ajeno, y que por tanto deja de ser
una utilidad humana por sí misma,
sino que se condiciona al egoísmo de
otro.

Marx es claro cuando mienta que el


hombre se afirma no sólo con el
pensar, que es lo que fundamenta el
pensar moderno, sino que además se
fundamenta con los sentidos. De modo
que, el objeto, mienta Marx, no es
más que aquello que afirma mis
fuerzas esenciales humanas. El ser
humano que despliega mayor riqueza
objetiva tiene mucho más
desarrollado su sentido subjetivos y
de ahí que Marx afirme que “la
formación de los cinco sentidos es
la obra de todo la historia
universal”16.
El problema surge cuando Marx mienta
que la naturaleza es formada por la
industria en forma enajenada. Por
tanto Marx reflexiona en torno a la
naturaleza afirmando que toda
ciencia tiene que nacer de la propia
naturaleza: “el objeto primero del

16
Marx Karl, manuscritos económicos filosófico de 1844, Grijalbo. Pág. 121.
hombre es la naturaleza, la
sensibilidad del hombre, del mismo
modo que sólo encuentran su
realización objetiva en los objetos
naturales”17. De este modo, Marx
fundamenta el socialismo, no sólo
con una conciencia teórica, sino que
además con la práctica sensible del
hombre y de la naturaleza como
esencia. Es por esto que el
comunismo sería una especia de
autoconciencia positiva del hombre,
por tanto no necesita un Dios que
lo fundamente ni que actúe como
mediadora la religión. Finaliza
afirmando que el comunismo no es una
meta de desarrollo humano, sino que
es el principio mismo que se
despliega con energía como forma
necesaria.

17
Ídem. Pág. 124

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