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ÍNDICE

CAPÍTULO IV

AHUYENTANDO AL ENEMIGO
PREVENCIÓN DE ADICCIONES EN NIÑOS Y ADOLESCENTES...................................…2

TRATAMIENTO DEL ABUSO Y DEPENDENCIA DE SUSTANCIAS


EN ADOLESCENTES...............................................................................................14
CAPÍTULO IV
AHUYENTANDO AL ENEMIGO

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PREVENCIÓN DE ADICCIONES EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

Introducción

De todos los problemas humanos que se conocen, pocos son tan perturbadores como
las alteraciones de la salud mental que ocurren en los niños y los adolescentes. De
ellas, las que inducen a complicaciones severas en la vida de los individuos, las familias
y las sociedades están representadas por los trastornos profundos del desarrollo
infantil y las adicciones.

La presencia de un niño o un adolescente adicto en el seno de una familia o


comunidad significa una serie de eventos sucesivos que han comenzado mucho tiempo
atrás. La niñez y la adolescencia representan no sólo los momentos de mayor riesgo
para el inicio de un problema de uso de sustancias, sino una buena oportunidad para
llevar a cabo medidas que prevengan su aparición. Hoy en día se sabe que el consumo
de drogas rara vez comienza antes de los 10 años o después de los 30 y que la
conducta de búsqueda de ayuda ocurre, en su mayoría, entre 8 y 10 años después de
haber experimentado con una droga. Una vez iniciado el uso de sustancias, los daños y
el sufrimiento, así como los costos sociales que este problema de salud pública
representa son más difíciles de neutralizar.

Desafortunadamente los niños comienzan a fumar, a beber y a usar drogas cada vez a
edades más tempranas, lo cual significa que como sociedad organizada no debemos
disminuir el paso en el esfuerzo que representa la lucha para prevenir las adicciones.

En este capítulo se comentarán los principales eventos que suceden en la vida de las
personas antes de que ocurra el consumo de drogas, las causas predisponentes, así
como algunas formas mediante las cuales los padres, los maestros y la sociedad en su
conjunto pueden intervenir oportunamente.

Los comentarios están basados en hechos y hallazgos de la literatura científica,


principalmente aquella que se ha generado en México y de la cual se dispone desde
hace varias décadas de un importante acervo de datos.

Características del abuso de sustancias

Los diversos estudios con los que se cuenta acerca del problema de las adicciones han
permitido, a quienes se dedican a su estudio, plantear las siguientes reflexiones:

• Las adicciones no tienen una causa única.


• No desaparecerán espontáneamente.
• Son procesos que cambian conforme la dinámica de las sociedades se modifica.
• Son problemas que se pueden prevenir.
• Su prevención requiere la participación de la sociedad organizada.

El uso de sustancias que modifican la mente y la conducta data de miles de años.


Estas drogas han sido empleadas con diferentes finalidades, muchas veces como parte
de ritos religiosos. En los últimos 50 años la utilización de estas sustancias se ha
asociado con movimientos juveniles, problemas y tensiones sociales e influencias
culturales de los países en los cuales se originaron estos fenómenos. En el caso de
México, la cercanía con los Estados Unidos, el cambio en la estructura de las familias y

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los procesos de migración del campo a las ciudades dieron como consecuencia la
aparición de esta problemática. México dejó de ser un país de tránsito de drogas para
convertirse en un país consumidor.

Por otra parte, la imagen prototípica del adulto consumidor de mariguana procedente
de ámbitos carcelarios o de los titulares periodísticos en los cuales el consumo de
drogas se restringía a grupos de población económicamente privilegiada, ha cambiado
totalmente. En la actualidad las adicciones ocurren en hombres y mujeres de todos los
sectores de la población, pero su aparición casi invariablemente sucede en edades
tempranas de la vida.

También es sabido que la mayor parte de los problemas de la salud mental en niños y
adolescentes tiene relación con las adicciones, ya sea como un factor previo al
desarrollo de un problema de abuso de sustancias o como parte de una situación en la
cual coexisten ambos trastornos. Sin embargo, para el caso de la prevención de los
problemas de abuso de drogas en los niños y los adolescentes debemos considerar
diferentes aspectos relativos al origen, las causas y las formas de prevención.

Componentes biológicos

Hoy en día la mayor parte de los científicos está de acuerdo en que el uso de drogas
tiene un componente biológico, otro psicosocial y un tercero ambiental. El elemento
biológico se refiere a las determinantes genéticas, en las cuales los ancestros y los
padres tienen un papel preponderante. Así la carga hereditaria que se transmite de
una generación a otra, puede generar problemas de salud mental en los niños. Los
hijos de padres con alteraciones de la salud mental, ya sea depresión, ansiedad o
perturbaciones mentales graves, son más vulnerables a sufrir problemas, entre los
cuales se encuentran las adicciones.

El caso más representativo es de los hijos de padres que padecen alcoholismo. Muchos
estudios han demostrado que estos niños tienen más riesgo de desarrollar abuso de
alcohol y de drogas u otros problemas de salud mental en la adolescencia y la edad
adulta.

En estos niños es frecuente encontrar algunos cambios que normalmente no se hallan


en los que no tienen padres alcohólicos. Por ejemplo, se dispone de un estudio del
sistema nervioso denominado “potenciales evocados somatosensoriales”, que mide la
velocidad de la reacción del cerebro ante la luz, sonidos u otros estímulos. En
condiciones normales una onda denominada p 700 no aparece, pero en hijos de
alcohólicos la frecuencia con la que se observa es mayor, y si bien el significado no es
claro, su presencia sugiere la existencia de diferencias en el cerebro de los hijos de
padres que no han tenido problemas de alcoholismo y el de aquellos con padres
alcohólicos.

Por ello es primordial conocer la historia familiar del padre y de la madre de un niño,
aunque el hecho de que preexista un problema de consumo de drogas u otra
alteración de la salud mental no significa que necesariamente los hijos desarrollarán
problemas de esta naturaleza. Pensarlo de esta manera es una forma “profética” de
acomodar el futuro de un niño, lo cual no es saludable, ya que significa tanto como
considerar que irremediablemente está condenado a repetir pautas de
comportamiento.

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Componentes psicosociales

Como contraparte, las influencias ambientales pueden disminuir o detener el riesgo del
consumo en los niños. Esto significa que es posible modificar el cerebro a partir del
peso del ambiente familiar y educativo que rodea a la persona. Un buen ejemplo de
ello es el siguiente: los gemelos idénticos comparten los mismos genes, lo cual hace
que posean igual color de ojos, de pelo, la misma estatura, etcétera. Sin embargo, el
cerebro de cada uno es muy diferente, ya que tanto los giros como las hendiduras
cerebrales son distintos. Lo anterior quiere decir que este órgano, mediador de
emociones, sentimientos y pensamientos, pudo haber experimentado cambios como
consecuencia de haber sido el favorito de uno de los padres o de haber recibido apoyo
en el desarrollo de ciertas conductas. Hoy en día también se sabe que los cuidados y
las caricias por parte de los padres ayudan a los niños pequeños a estimular el
desarrollo del cerebro y a impedir problemas emocionales en etapas posteriores de la
vida.

Pero también la manera en la que las familias desempeñan sus funciones protectoras
tiene efecto en el desarrollo de los niños. Como se sabe, la familia representa el núcleo
social primario de las personas; en ésta tienen lugar los primeros aprendizajes y
experiencias que confieren al sujeto confianza y seguridad para enfrentar los
problemas con éxito. Es en la familia donde la persona adquiere creencias y conforma
sus valores, los cuales, a su vez, son las determinantes para desenvolverse ante el
mundo. Por ejemplo: si en una familia no se tiene claro que los niños y los
adolescentes no deben consumir alcohol ni tabaco y que las drogas tienen un gran
potencial dañino, los menores seguramente incorporarán esa misma idea y actuarán en
consecuencia. De igual forma, el consumo excesivo de alcohol en los padres puede
afectar profundamente a los hijos.

Estudios realizados en México indican que uno de los hechos más perturbadores para
los niños es presenciar cómo se intoxican sus progenitores con bebidas alcohólicas.
Efectivamente, cuando se aplican cuestionarios que miden la presencia de problemas
de la salud mental en niños pequeños con papás que consumen alcohol, se observa
que quienes muestran mayor grado de desajuste son los menores que han sido
testigos con mayor frecuencia de periodos de embriaguez de su padre. Otras
investigaciones muestran que el concepto de la embriaguez de los padres se encuentra
ya presente en el niño desde los tres años de edad.

Durante la adolescencia las incitaciones cotidianas al consumo de alcohol y tabaco son


un hecho común. Este efecto llamado “normalización” significa que el uso excesivo de
alcohol entre las personas jóvenes y los adultos ha dejado de constituir una
experiencia aislada, dañina o que produce problemas, por lo que se convierte en una
situación acostumbrada y por tanto aceptable. Pero la normalización es especialmente
grave cuando es validada por la familia; toda vez que la embriaguez o el consumo de
tabaco se juzgan como normales, como parte de la transición a la vida adulta, las
posibilidades del consumo en los hijos son mayores. Un buen ejemplo de ello es el
siguiente: algunos adultos piden a los niños que les sirvan bebidas alcohólicas. Al
respecto, varios estudios han demostrado que estos menores tienen tasas de consumo
de alcohol más altas, comparadas con aquellos que no lo hacen.

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Componentes del contexto

El uso de alcohol como sustancia recreativa ha reemplazado al consumo tradicional


observado en las sociedades del México rural. Actualmente más del 80 por ciento de la
población total del país se concentra en las ciudades y el uso de las bebidas alcohólicas
en las fiestas patronales parece haber virado a un consumo de fin de semana, en
cantidades lo suficientemente altas como para poner en riesgo la salud o la integridad
de las personas. Desafortunadamente la moderación en el consumo no es la regla y los
niños están sucesivamente expuestos a lo largo de su vida a estas percepciones.
México tampoco se caracteriza por ser un país en el cual el consumo de alcohol, en
forma frecuente y en cantidades bajas, se asocie a la ingestión de alimentos, por lo
que uno de los aprendizajes que sistemáticamente deben ser planteados por la familia
incluye, más que la educación para la degustación de licores, la moderación y si es
posible la abstinencia y en los adolescentes la reducción de riesgos asociados al uso
excesivo.

Otro de los graves peligros a la salud lo representa el uso de tabaco. Al respecto, las
investigaciones indican que el riesgo de que los hijos desarrollen tabaquismo en la
niñez o la adolescencia es mayor con padres que fuman. Esto, más que tener una
significación biológica o hereditaria, es la expresión del moldeamiento de conductas de
imitación que en la infancia adquieren una gran importancia. Otros hechos muestran
que los niños con hermanos consumidores tienen más probabilidades de experimentar
con una droga ilícita que aquellos cuyos hermanos no usan sustancias.

Los padres, por su parte, pueden exigir a los hijos que no fumen, pero ellos mismos lo
hacen, situación que significa una incongruencia entre que lo que se dice y lo que se
practica y solamente confunde al niño o al adolescente, especialmente en el momento
de decidir si se debe o no consumir tabaco.

Actualmente, el hábito de fumar comienza a edades más tempranas. Estudios recientes


indican que el primer contacto puede ocurrir entre los 9 y los 11 años. Las buenas
prácticas en materia de regulación de publicidad de tabaco en nuestro país han
arrojado excelentes resultados, pero aún se requieren reformular los principios que
rigen la publicidad para las bebidas alcohólicas.

Un punto fundamental que debemos considerar es la influencia que los medios de


comunicación tienen en los jóvenes, tanto escritos como televisivos y radiofónicos, los
cuales, como consecuencia de los enormes intereses económicos de la industria
alcoholera y tabacalera, emiten mensajes que tienen efecto sobre el consumo. Por ello
los padres y los maestros deben estar al tanto de las estrategias publicitarias que son
empleadas, para que al interior de los programas preventivos sean discutidas a fin de
generar críticas que faciliten el cambio de percepción sobre las características y los
atributos que se asocian con esos productos. El uso de tabaco y alcohol en la infancia y
la preadolescencia es importante en varios sentidos: los daños a la salud que originan
ambas sustancias en este grupo de edad son de consideración y representan la puerta
de entrada para el consumo de drogas ilegales como la mariguana y la cocaína.

En los últimos años los investigadores han demostrado que el cerebro de los animales
se acostumbra más rápido a la experimentación a la cocaína si han sido expuestos con
anterioridad a los efectos de la nicotina, sustancia contenida en el tabaco.

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Por otra parte, algunas conductas sexuales tienen un profundo significado en nuestra
cultura pero también en la vida de los niños. Se cree que mientras más
tempranamente se exponga a un menor a las relaciones sexuales, tendrá mayores
posibilidades de riesgo de consumo. Asimismo, expondrá al adolescente a buscar
conductas para las que no está preparado y a experimentar en ambientes adultos que
le pueden generar dificultades por su limitada experiencia. Es común que los jóvenes
que han experimentado actividad sexual a temprana edad se alejen de sus amigos de
edad similar y busquen ingresar en otros grupos de personas mayores, sin que esto les
favorezca debido a que saltan bruscamente un periodo de su desarrollo normal.

Otros indicadores de riesgo para el consumo de drogas en niños incluyen: la exposición


a la violencia y al descuido por parte de los padres y los maestros; la falta de
supervisión en la casa y la escuela, y vivir o pasar una gran parte del tiempo en la
calle.

La prevención de adicciones en niños y en adolescentes

Debido al número de factores de riesgo para el consumo de drogas a los que se


enfrenta la población de niños y adolescentes, es importante establecer medidas
preventivas a edades cada vez más tempranas, de tal forma que nos anticipemos a la
aparición del problema.

Los programas de prevención dirigidos a niños y a adolescentes son en realidad


diferentes entre sí. Debido a que los padres son las figuras primarias de socialización
más importantes para los niños, la influencia de la educación y la cultura que ellos han
trasmitido a sus hijos es poderosa en el moldeamiento de conductas a seguir.
Recordemos que los niños entre los 2 y los 5 años imitan a sus padres en un intento
por ser poco a poco ellos mismos. Por eso los programas preventivos que se dirigen a
educadores, maestros y padres pueden ser efectivos al otorgar información acerca de
las etapas del desarrollo y sus características, reconociendo problemas o desviaciones
del desarrollo normal.

A diferencia de los niños en quienes la influencia de los padres es determinante, los


adolescentes tienen una relación aún más trascendental con amigos y compañeros. Por
ello los programas que se dirigen a los jóvenes hacen énfasis en la relación con sus
amigos y compañeros y en las formas de interacción que se generan en las dinámicas
juveniles de socialización. También consideran la adquisición de habilidades propias de
esas etapas de la vida para cumplir, de forma exitosa, con las demandas del ambiente
escolar y del entorno social.

Los estudios también nos han demostrado que, en contraste con lo que se creía, son
los amigos quienes ofrecen droga a los jóvenes por primera vez y el consumo de
sustancias ilegales ocurre con más frecuencia en casa; de ahí la importancia de
conocer a los amigos de los hijos y las actividades e intereses que ellos comparten en
su tiempo libre. Debemos tener presente que el uso inadecuado del tiempo libre y los
núcleos sociales extraños son factores que pueden poner a los jóvenes en alto riesgo
para usar drogas, y cuando no se realizan las intervenciones apropiadas, a lo largo del
tiempo el riesgo se incrementa.

Un aspecto que contribuye a decidir no usar drogas tiene que ver con pensar en la
opinión de los padres. En una encuesta nacional casi 100 por ciento de los jóvenes
estaba seguro de que sus padres verían mal el consumo; sin embargo, este

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razonamiento no indica que estos adolescentes no usen drogas, ya que como se ha
comentado, el peso que tiene contar con amigos consumidores es casi tres veces
mayor que el hecho de que sus padres usen sustancias. Aun así, los jóvenes cuyos
padres no toleran la utilización de drogas las emplean cuatro veces menos que
aquellos cuyos progenitores toleran el consumo. Esto debe dirigir nuestra atención
sobre el mantenimiento de una clara y contundente actitud hacia el rechazo de las
sustancias, situación que debería tener eco en los legisladores y en quienes proclaman
asuntos tales como la despenalización del consumo, la legalización etcétera.

En otras investigaciones se ha dejado en claro que los niños de escuelas ubicadas en


zonas de alto riesgo para el consumo de drogas perciben que las sustancias se
encuentran a su alcance fácilmente, por lo que las posibilidades de consumo son
mayores. Actualmente el narcomenudeo, esto es, la venta de drogas a pequeña escala,
ha cobrado gran importancia, ya que en esta actividad participan miembros de la
propia comunidad, lo cual representa un cambio significativo en la dinámica de la venta
de sustancias.

Hasta hace algunos años los narcotraficantes se ubicaban sólo en ciertas zonas de las
ciudades. Sin embargo, actualmente los miembros de la comunidad como los vecinos o
los familiares del compañero de clases de nuestros hijos pueden incurrir en ese tipo de
acciones ilegales.

Los estudios realizados en otros países muestran que una de las principales causas por
la cual los jóvenes de las escuelas secundarias no recurren a las drogas es por el
miedo de verse involucrados en un problema legal. También se ha demostrado que
mientras mayor es la percepción de castigo sobre el uso de drogas, menos son las
posibilidades de ser usadas. Por todo ello es de suma relevancia fomentar en los niños
y los adolescentes una cultura de la legalidad basada en el conocimiento de la
gravedad y las consecuencias de actos que atentan contra la sociedad. Además, es
importante promover una cultura de denuncia que permita controlar ese grave
problema y que redunde en el bien de la comunidad.

Adolescencia: la edad de mayor riesgo

¿Es la edad en sí misma una situación que induce al consumo de drogas? Los estudios
de investigación nos muestran que la búsqueda de nuevas experiencias es un
fenómeno característico tanto de los adolescentes de la especie humana como de
muchas otras especies de animales. Esto significa que si dejamos libremente a
animales jóvenes explorar espacios nuevos, lo más probable es que merodeen,
husmeen e intenten mover objetos, a veces con resultados dolorosos, pero finalmente
esas conductas representan prácticas de aprendizaje acerca de conocimiento del
entorno y las formas de interactuar con él. Sin embargo, la propia necesidad de
investigar acerca de cosas nuevas, propias de niños y adolescentes, los pone en riesgo
cuando ocurre un primer acercamiento al alcohol, tabaco u otras drogas. Esta primera
aproximación induce al sujeto a plantear una disyuntiva fundamental: pruebo-no
pruebo.

Muchos jóvenes saben que las drogas son dañinas. En un estudio nacional casi la
mitad de ellos reportó que una causa por la cual no las usaba era porque consideraba
que eran malas para la salud, pero nuevamente esto no significa que no las usaran. A
lo anterior se le denomina “percepción de daño”, la cual es un elemento para la toma
de decisiones, aunque no es el de mayor relevancia, ya que ante una situación de

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presión por parte de amigos, los adolescentes pueden optar por ignorar lo que ya
saben acerca de los daños a la salud que causan las drogas.

El conocimiento de los efectos en la conducta, la toma apropiada de decisiones y los


daños que producen las drogas son aspectos importantes a considerar en los
programas de educación preventiva en la escuela y el hogar. Si bien se sabe que el
conocimiento sobre daños a la salud en los jóvenes por sí solo no es un elemento
generador de prevención, sí es un factor contribuyente. Para el caso de los jóvenes
mexicanos, casi la mitad de los que participaron en una encuesta nacional dijo que una
de las razones por las cuales no usaba drogas era porque éstas eran dañinas. Por ello,
los programas preventivos deben reforzar a lo largo de la vida esta noción, la cual
también debe ser incorporada a la familia para promover más efectivamente una
cultura de la salud.

La prevención en la escuela

La escuela es un ámbito fundamental para el desarrollo emocional, social y académico


de los niños y los adolescentes y, contrariamente a lo que se cree, el medio escolar es
más protector que favorecedor del consumo de sustancias. Cuando los niños se
encuentran en la escuela las oportunidades de aprendizaje y desarrollo de habilidades
interpersonales, de socialización y de utilización del tiempo libre son mayores que
cuando no se cursa con un proceso de escolarización. Desafortunadamente muchos
sistemas educativos aún carecen de ofertas adecuadas para mejorar las condiciones
que fortalezcan habilidades para la vida en sus educandos. Por otra parte, no todas las
escuelas disponen de programas que incorporen de forma integral las necesidades de
los niños y las familias en materia de prevención y educación para la salud, o de los
medios para saber si los niños deben ser canalizados a servicios especializados para su
diagnóstico y tratamiento cuando éstos presentan problemas de conducta.

Los problemas de comportamiento como la rebeldía, la agresividad, la timidez o la


hiperactividad deben ser identificados lo más pronto posible para recibir tratamiento de
forma especializada, ya que en el futuro pueden agravarse o complicarse con el abuso
de drogas. En contra de lo que podríamos creer, medidas como la expulsión de la
escuela no son efectivas para el control del consumo de sustancias. Por el contrario, si
el niño se encuentra fuera de ese ambiente protector las posibilidades de
empeoramiento son mayores.

Lo más importante de los programas de prevención en niños y adolescentes es que


deben integrar los esfuerzos de la familia y de la escuela y no ser manejados de forma
aislada. En la escuela todas las áreas de conocimiento, desarrollo y mantenimiento de
los diferentes grados académicos deben incluir contenidos de educación para la salud,
de un estilo de vida saludable y de prevención de las adicciones. Para ello la escuela
deberá considerar el aprendizaje de forma simultánea con los contenidos académicos
de las llamadas “habilidades para la vida”. Este es un concepto creado por especialistas
de la Organización Mundial de la Salud para denominar aquellas experiencias o
conjunto de destrezas que los niños y los adultos requieren para enfrentar de forma
exitosa situaciones que la vida les plantea de forma cotidiana.

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Habilidades para la vida

1. Conocerse y amarse a sí mismo: Consiste en una experiencia personal en la que el


niño descubre su carácter, debilidades, fortalezas y gustos. El desarrollo de un mayor
conocimiento de uno mismo ayudará a reconocer los momentos en los cuales se está
preocupado o tenso. A menudo, el conocimiento de sí mismo es un requisito de la
comunicación asertiva, de las relaciones interpersonales, de la capacidad para
desarrollar empatía (estado mental en el que uno mismo se identifica con otro grupo o
persona) hacia los demás, así como de la posibilidad de plantearse metas realistas y
consecuentes con la forma de ser.
2. Expresar apropiadamente las emociones y los sentimientos: Permite reconocer
aquello que tanto la persona como los otros sienten, así como percatarse de cómo las
emociones intervienen en nuestro proceder; también permite responder a ellas
adecuadamente. Las emociones fuertes como el enojo, la ira o la tristeza pueden ser
negativas para nuestra salud física y mental si no se responde a ellas apropiadamente.
3. Tener capacidad de empatía: Es la habilidad para “ponerse en el lugar del otro”,
comprender, considerar y respetar los sentimientos de los demás. Es imaginarse cómo
es la vida de otra persona, aunque ésta no sea la circunstancia en la que la persona
está y por tanto no le sea familiar. La capacidad de ser empático permite aceptar las
diferencias en lo que otras personas son y piensan. La persona empática no evalúa,
juzga o descalifica, simplemente intenta comprender al otro poniéndose en su lugar.
4. Manejar tensiones y estrés: Facilita la identificación de las causas del estrés y sus
efectos en la vida, así como llevar a cabo acciones para atenuarlo, mediante cambios
en el entorno o en el estilo de vida. Dado que la forma en que se maneja el estrés es
básicamente aprendida, es posible manejarlo desde edades muy tempranas de
múltiples formas. Recordemos que en algunos niños y adolescentes el estrés puede
precipitar el consumo de drogas.
5. Manejo de la información sobre drogas: Esta habilidad nos permite examinar la
información de manera objetiva. Cuando se tiene acceso a ella de forma adecuada y
oportuna, se contribuye a prevenir riesgos y daños en la salud, así como a disminuir la
vulnerabilidad de los niños y los jóvenes cuando se exponen a las drogas

El papel del maestro en la prevención

El profesor es el depositario de una de las grandes encomiendas sociales: el cuidado


de la educación de los niños. Simplemente por ello su papel como generador de
procesos de aprendizaje es privilegiado. Los maestros son los vehículos humanos
mediante los cuales la cultura y la experiencia generacionales se transmiten. Pero uno
de los factores que facilita o dificulta este proceso es la experiencia emocional y
afectiva a través de los vínculos que se generan entre los maestros y los alumnos. La
facilitación ocurre cuando el maestro cuenta con información, actitud y aptitud para
entender y responder a las necesidades de los alumnos, cuando es congruente con los
valores y la filosofía del sistema de enseñanza. Recordemos que el profesor representa
para muchos jóvenes una figura con un alto nivel de credibilidad, un modelo a imitar o
a quien recurrir cuando experimenta problemas. Es por ello que un programa de
prevención de adicciones no puede concebirse sin la participación de los maestros y su
convicción de la importancia de la educación para la salud.

Es importante considerar que la prevención se dirige a los niños y los adolescentes que
aún no padecen el problema de abuso de sustancias, pero también a aquellos con las
siguientes características: herencia, entorno desfavorable, violencia en la familia,
comunidades con alta disposición de drogas, etcétera. Cada grupo tiene características

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diferentes, por lo que la prevención se debe abordar desde diferentes direcciones. Una
de ellas es la perspectiva de género, la cual considera las diferencias entre los hombres
y las mujeres y su importancia en la prevención de las adicciones.

Cada día el abuso de drogas ocurre con mayor frecuencia en niñas, adolescentes y
adultas. Las razones para el inicio y el mantenimiento del consumo son diferentes a las
del hombre, debido a que sus circunstancias sociales son otras. Los cambios en la
dinámica de la sociedad y la inserción de la mujer en la actividad laboral remunerada
son situaciones que han incidido en el problema. Las encuestas llevadas a cabo en
México muestran que en las jóvenes que han intentado el suicidio o padecen depresión
es más frecuente el uso excesivo de alcohol y drogas que entre la población general;
por ello, la detección de los problemas del estado de ánimo y otros trastornos
emocionales, a través de su reconocimiento temprano y su tratamiento adecuado, es
de gran importancia.

De forma parecida, el consumo de tabaco se relaciona con situaciones de ansiedad en


las personas del sexo femenino; por lo tanto, la prevención debe enfocarse no sólo a la
droga misma, sino al análisis de comportamientos y a la detección de problemas del
estado de ánimo que puedan desencadenar una dependencia mayor.

Otra de las consideraciones importante respecto a la prevención la constituyen los


valores, que son cualidades que poseen un contenido, el cual sólo adquiere significado
a través de la persona que valora, no depende de criterios individuales, sino que tienen
su último fundamento en la naturaleza del ser humano. Su inclusión en los programas
preventivos radica en la necesidad de fortalecer y/o aprender valores que permitan el
cuidado de la salud, la sana convivencia y, sobre todo, que los niños y los adolescentes
se mantengan alejados del consumo de drogas.

La prevención en la familia

Las familias representan el núcleo social destinado a proteger a sus miembros y a


favorecer el desarrollo de sus potencialidades; significa además un espacio de
satisfacción mutua de necesidades afectivas. Es en la familia donde los niños adquieren
repertorios que les facilitan su inserción en el mundo de la escuela y en otros ámbitos
sociales. En buena parte contar con un sistema de valores aprendidos durante el
periodo de mayor convivencia con la familia permite a los niños actuar de forma
apropiada ante situaciones diversas sin entrar en conflicto con otros. Por ejemplo: el
respeto a las reglas y a los límites entraña en sí mismo un valor que se incorpora
desde que se le enseña al niño la palabra “no”, al igual que la tolerancia a las
diferencias con lo que otros piensan, opinan o simplemente con la forma de ser.

El valor de la solidaridad se incorpora muy tempranamente en el seno de la familia a


través de la consideración al otro, la colaboración mutua, etcétera. Los valores no
solamente deben ser estimulados a lo largo de la infancia y la adolescencia, sino
predicados con el ejemplo a las nuevas generaciones; de otra forma la credibilidad
hacia los adultos o las instituciones se diluye, obteniendo un efecto contrario al que se
desea instaurar.

Cabe considerar que el trabajo de los padres en la prevención de los problemas de


salud mental, y en especial de las adicciones, ocurre desde la formación de la pareja.

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Por ello, se debe contar con información sobre las bases del desarrollo físico y
psicoemocional, de los niños, así como de las diferentes etapas del desarrollo de la
pareja, los cuales son importantes recursos que facilitan la identificación de problemas.

Una de las grandes preocupaciones de los padres de familia se centra en la detección


del uso de de drogas; por eso las acciones que emprenden son básicamente del tipo
de la fiscalización o la revisión de sus pertenencias personales, la búsqueda específica
de síntomas o en el último de los casos la realización de pruebas antidoping.

Asimismo, los padres se percatan tardíamente de la problemática porque consideran


que sus hijos nunca padecerán el problema o simplemente se niegan a aceptar que en
su hogar uno de los miembros tenga un trastorno de esa naturaleza. Muchos de los
síntomas se refieren, más que a situaciones especificas, a una constelación de
problemas que deben alertar sobre la posibilidad de una serie de trastornos de salud
mental, entre ellos el abuso de sustancias. Por ello, antes que nada, debemos
considerar la posibilidad de un trastorno situacional que a menudo es parte del
desarrollo de los adolescentes, pero también de dificultades que no necesariamente
tienen relación con el abuso de drogas. En este caso casi siempre se observa un curso
benigno, que cede en pocas semanas o que no empeora; que no afecta de forma
importante el rendimiento escolar, las relaciones familiares y sociales y que no implica
un cambio radical en el estilo de vida de la persona.

La supervisión por parte de los padres y la participación en la tarea preventiva es un


aspecto muy importante. Los padres de familia deben estar al tanto de lo que ocurre
en su comunidad y participar en los programas de prevención. Creer que sus hijos no
son susceptibles a este problema es el primer signo que pone en riesgo a los menores.

Por otra parte, la supervisión y el cuidado de los adolescentes deben continuar a lo


largo de todo el desarrollo. Algunos padres cuyos hijos tienen problemas con el tabaco,
el alcohol y las drogas nunca imaginaron que esto podría suceder, por lo que
descuidan situaciones en las que comúnmente ocurre el consumo en los adolescentes.
Por ejemplo: fiestas, bares, conciertos y discotecas a menudo son sitios propicios para
el consumo de sustancias. Un estudio realizado en la ciudad de Pachuca, Hidalgo,
reveló que la tercera parte de los adolescentes que acuden a discotecas salen de esos
establecimientos en estado de embriaguez y que 7 de cada 10 no usan cinturón de
seguridad al manejar en esas condiciones. Asimismo, las riñas, los problemas con la
familia o en la escuela y los accidentes son aspectos que se deben considerar como
indicadores de la existncia de un problema de abuso de alcohol o drogas.

La aceptación social puede ser un poderoso factor en el inicio del consumo, como
queda demostrado con el hecho de que el uso es más frecuente cuando el menor se
percibe aislado y con menos posibilidades de ser integrado a un grupo de compañeros.
En la dinámica de interacción con amigos y compañeros se ha visto que la necesidad
de ser aceptado por un grupo social puede jugar un importante papel en el inicio del
consumo de sustancias.

Parecería ser que en un primer momento el peso de los procesos psicológicos y


sociales es de gran importancia en la experimentación con las drogas, pero una vez
que el cerebro se pone en contacto con las sustancias de forma repetida, se genera
una serie de reacciones químicas en las células del cerebro que conducen a un estado
llamado “neuroadaptación”, el cual es la base de la repetición del consumo y de las

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conductas que llevan a la adicción o dependencia. Para el caso de los jóvenes, la forma
de diagnosticar la adicción o dependencia es diferente a la manera en la que se hace
con los adultos, ya que por su situación corporal y biológica los niños son más
sensibles a ciertas sustancias y los efectos en ellos son diferentes.

Percepción de riesgo y tolerancia social

Afortunadamente nuestros jóvenes aún tienen claro los peligros que significa el
consumo de sustancias. Por ejemplo: 1 de cada 3 estudiantes de escuelas secundarias
considera muy peligroso experimentar con drogas una o 2 veces, y 2 de cada 3,
usarlas de forma regular. Las sustancias que se perciben como más peligrosas son
heroína, cocaína, disolventes inhalables, mariguana y anfetaminas, en ese orden. Por
el contrario, el riesgo de usar tabaco y alcohol se percibe bajo, ya que menos de la
mitad de los estudiantes considera que fumar una o más cajetillas es muy peligroso.
Cuando se trata de beber todos los días, solamente la tercera parte consideró que esto
era peligroso, lo cual indica la minimización del riesgo del consumo de alcohol por
parte de los estudiantes.

Respecto a la tolerancia social hacia el consumo de sustancias tóxicas, se encontró que


es baja. Más de dos terceras partes de los estudiantes entrevistados dijo que se trata
de una conducta mal vista. Pero nuevamente para el caso del alcohol y el tabaco la
tolerancia social es mayor, particularmente para el caso de las bebidas alcohólicas.
Esto nos alerta acerca de la importancia de seguir estableciendo mensajes claros y
precisos sobre las restricciones para el consumo en los jóvenes y las alternativas de
diversión sin necesidad de recurrir a las sustancias psicoactivas.

Reflexión final

La prevención de las adicciones debe realizarse a la par de la prevención de otros


problemas de salud mental. No es un proceso que inicie o acabe en un momento de la
vida, y es un asunto que concierne a todos.

La prevención debe ser paralela al desarrollo de mejores condiciones de vida de la


comunidad. Debemos preocuparnos por lo que ocurre en nuestro entorno (calle,
colonia, barrio) y procurar identificar los problemas, las carencias y las necesidades,
pero también mejorar en nuestras propias funciones de padres, maestros, empleados y
empleadores.También es claro que los gobiernos, con la participación de la sociedad
organizada, deben mejorar el nivel de ingreso, la cobertura y la calidad de la educación
básica, promover la igualdad entre los niños y las niñas y recuperar los niveles de salud
de las poblaciones infantiles y juveniles. Esto, junto con la promoción y la puesta en
práctica de todos los derechos de los niños, seguramente contribuirá a lograr
ciudadanos más sanos y productivos.

13
TRATAMIENTO DEL ABUSO Y DEPENDENCIA DE SUSTANCIAS
EN ADOLESCENTES

La lectura de este libro nos ha mostrado la dimensión que alcanza el abuso y


dependencia de drogas en nuestro país, esto incluye el abuso en el consumo de
sustancias llamadas “legales” como el tabaco, el alcohol y una amplia gama de
medicamentos prescritos por médicos para el tratamiento de una, igualmente, amplia
gama de padecimientos, que han llegado a formar parte de las sustancias de abuso,
creándose así un mercado ilegal.

De acuerdo con el contexto anterior no sólo encontramos el abuso de medicamentos


tranquilizantes, sino que desde hace tiempo ya se sabe que éstos conllevan el riesgo
de que algunas personas se vayan acostumbrando a sus efectos y que si son
suspendidos repentinamente causan malestar más o menos importante, dependiendo
del tiempo que se hayan consumido.

Como se mencionó, el abuso de estos medicamentos es conocido y, aunque no se


justifica, se entiende su uso a pesar de que causan daño a la persona que los consume
por temor a sufrir las molestias que ocasiona la privación de los mismos. Además de
los tranquilizantes, los medicamentos para control del peso corporal (adelgazar) son
también buscados con afán por sus otros efectos. Los medicamentos para el
tratamiento de personas con problemas de funcionamiento gonadal (órganos
genitales) y otras alteraciones médicas son también utilizados ilegalmente por
deportistas que desean mayor desarrollo muscular a pesar de que producen adicción y
otras complicaciones.

Tratamiento

En el terreno de las adicciones pocos aspectos causan tanta polémica como la cuestión
de qué tanto beneficio se obtendrá mediante la aplicación de un tratamiento para un
problema de este tipo. Esto se debe a la variedad de ideas con respecto al concepto
general que se tiene del fenómeno de las adicciones.

Actualmente entendemos el abuso y dependencia de sustancias adictivas como una


enfermedad que tiene multitud de causas, pero principalmente como una enfermedad
del cerebro porque las drogas y otras sustancias ejercen sus efectos activando núcleos
cerebrales específicos, alterando su funcionamiento normal a través de facilitar la
liberación de las sustancias que normalmente regulan la transmisión de estímulos
placenteros. Estas sustancias se conocen como neurotransmisores.

Para fines prácticos la adicción se define como enfermedad crónica, de inicio temprano
en la vida y sujeta a recaídas múltiples. El aspecto de las recaídas frecuentes es lo que
origina que mucha gente piense que las adicciones son incurables o que a la persona
afectada le “falta voluntad para salir adelante” o que simplemente “no le echa ganas”.

A lo largo de la historia es precisamente el aspecto de las recaídas lo que ha dominado


la creencia popular y hasta de los especialistas, creando un estigma alrededor de los
enfermos adictos que genera un rechazo social, al considerarlos “viciosos sin moral ni
voluntad” y muchas veces negándoles el acceso a tratamiento o proponiendo
alternativas como los grupos de ayuda mutua, el servicio comunitario o el
encarcelamiento en lugar de un tratamiento científico, integral y con múltiples opciones
de modalidades que satisfagan las necesidades y requerimientos de cada paciente.

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Las actitudes sociales y a veces también de algunos profesionistas se suman a otros
aspectos que cuestionan la “efectividad” del tratamiento, lo cual hace que el tratamien
to para los trastornos por abuso y dependencia de sustancias sea una de las
cuestiones sociales, de salud y económicas más complejas actualmente.

Los 35 años de experiencia de Centros de Integración Juvenil han cimentado una


posición clara respecto a ofrecer servicios de tratamiento con bases científicas, con un
enfoque integral, abarcando una amplia gama de modalidades y adoptando las
mejores prácticas que han demostrado eficacia en el ámbito mundial.

En este sentido estamos en condiciones de evaluar la efectividad de los tratamientos


contra las adicciones, utilizando los mismos criterios y métodos científicos que usamos
para los medicamentos y aparatos médicos.

Lo que buscamos como objetivo de tratamiento va más allá de lograr la abstinencia en


el consumo de drogas, aunque ésta continúe siendo importante. El tratamiento del
abuso y dependencia de sustancias adictivas no se considera completo si no se enfoca
igualmente el fondo del trastorno y los factores individuales, familiares y sociales que
están asociados con el consumo.

Para resultados óptimos es necesario que la salud física y el funcionamiento social se


recuperen lo más pronto y completo posible.

El tratamiento de la adicción puede ser efectivo. Se ha demostrado de manera


convincente que los tratamientos producen una reducción significativa en el consumo
de drogas y en los problemas que resultan como consecuencia de la adicción,
incluyendo la violencia intrafamiliar, el desempleo y la delincuencia. Por otro lado, en
manos inexpertas, no todos los tratamientos son exitosos y, en ocasiones, hasta
pueden resultar perjudiciales.

Algunos de los “ingredientes activos” que han demostrado ser efectivos en estudios de
evaluación incluyen sesiones de consejería individual, orientación vocacional y
capacitación laboral, terapia familiar o grupal, terapia individual, atención psiquiátrica
con la administración de medicamentos, según sea necesario, para el tratamiento de
trastornos subyacentes o el manejo médico de síndromes agudos de intoxicación o
abstinencia.

En el caso de los adolescentes sabemos que muchos se involucran de manera


importante en el abuso de sustancias como nicotina, alcohol, mariguana, cocaína y
otras drogas ilícitas. En estos jóvenes podemos encontrar una elevada frecuencia de
otras patologías como trastornos de conducta, Trastorno por Déficit de Atención con
Hiperactividad, trastornos de aprendizaje y problemas de angustia y depresión. Por lo
anterior, los factores que causan la adicción son múltiples y deben ser evaluados y
tratados con enfoque multimodal que abarque los muchos sistemas que interactúan:
familiar, escolar, social, de pares, entre otros.

Actualmente existe evidencia que apoya las modalidades científicas efectivas para el
tratamiento de los trastornos por abuso y dependencia en adolescentes. Entre estas
modalidades encontramos técnicas para modificar la conducta, las pruebas antidoping
de orina (como a los deportistas), terapia familiar estructural, tratamiento de
padecimientos subyacentes y la terapia multisistémica (múltiples enfoques de

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tratamiento). Estas modalidades deberán usarse de primera elección, preferentemente
en lugar de otros enfoques que carecen del apoyo que brinda la evidencia científica.

En otras partes de este libro se aborda el tema de la adolescencia como etapa del
desarrollo y se mencionan los aspectos que caracterizan a esta etapa. Por ello, en este
capítulo sólo presentaremos una definición de adolescencia, así como los cambios y
tareas propias del desarrollo a esta edad.

Adolescencia. Definición

• Etapa del desarrollo psicosocial que abarca de los 13 a los 19 años de edad,
caracterizada por la repentina aparición de cambios biológicos y psicológicos,
con objeto de lograr la individualidad y autonomía de la familia de origen para
adaptarse a su rol como adulto en la sociedad donde vive.

Cambios y tareas

• Biológicos: pubertad, crecimiento físico, menarca (primera menstruación),


desarrollo de caracteres secundarios.
• Psicológicos: paso del pensamiento concreto al abstracto, ideales, valores,
principios y maduración de funciones mentales superiores.

Las principales tareas durante la adolescencia son:

• Desarrollar un sentido de productividad y competitividad.


• Contar con sólidos sentimientos de pertenencia con sus pares y con la
sociedad.
• Desarrollar una firme creencia en el control de su destino en la vida mediante la
seguridad y confianza básicas.
• El desarrollo de una identidad personal estable.
• Lograr establecer una autonomía de su familia de origen aunado a un
funcionamiento personal independiente.

Abuso de drogas

• El uso y abuso de drogas es una enfermedad crónica que daña gravemente la


salud física y mental de las personas que las consumen, aunque el daño es más
profundo en el caso de niños y adolescentes. Esta enfermedad está sujeta a
recaídas durante la intervención de los programas de tratamiento.
• En la causa de la enfermedad y en las recaídas intervienen múltiples factores
causales: hereditarios, individuales, familiares y sociales.

Factores de riesgo y protección:

Los factores de riesgo y protección abarcan característicaspsicológicas, de


comportamiento, familiares y sociales.

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Algunos factores de riesgo:

• Enajenación y rebeldía.
• Poca tolerancia a la frustración.
• Búsqueda constante de nuevas sensaciones.
• Antecedentes de consumo de sustancias en la familia.
• Orientación y guía parental ineficiente (poco involucramiento de los padres con
los hijos; problemas de disciplina, etcétera).
• Falta de ligas afectivas con la familia y redes sociales de apoyo.
• Uso de sustancias por los mejores amigos.
• Hereditarios: se ha demostrado una estrecha relación entre consumo de alcohol
por uno o ambos padres y la consecuente aparición de este fenómeno en
alguno de los hijos.

Individuales: en el abuso de drogas existen factores orgánicos que determinan el


desarrollo de la adicción como consecuencia del abuso y la adaptación del organismo a
la droga que se consume (cambios cerebrales en el proceso adictivo).

Familiares: la violencia intrafamiliar, maltrato y abuso sexual en la infancia y las


prácticas de educación que infantilizan y perturban el adecuado desarrollo psicológico
de los hijos.

Sociales: un aspecto esencial es la presencia de información contradictoria en los


medios de comunicación masiva que desorienta a las familias, en especial a los niños y
adolescentes, al presentar a personalidades de la música, cine y deportes como
consumidores de alguna sustancia aditiva.

Algunos factores de protección

• Fuertes ligas con la familia, éxito en el desempeño escolar.


• Participación de los padres en actividades de y con sus hijos.
• Participación en actividades deportivas, culturales y recreativas.

Generalidades acerca del tratamiento

• La atención apropiada requiere del desarrollo y evolución de lineamientos


específicos contra el abuso de drogas.
• Es necesario reconocer las necesidades de cada paciente para otorgar servicios
de calidad.
• Los programas de tratamiento requieren de la comprensión total de la historia
natural del proceso de recuperación del trastorno adictivo.
• Este proceso es a largo plazo y requiere de múltiples intentos y cambios
conductuales.
• Muchos pacientes recaen varias veces en el consumo de drogas antes de lograr
una abstinencia verdadera, independientemente de la sustancia de que se
trate.
• Algunos pacientes que logran abstinencia en situaciones estresantes pueden
recaer en el consumo, aun tiempo después de haberla logrado.
• Al valorar distintas opciones de tratamiento el especialista responsable deberá
recomendar un manejo integral.
• Algunos adolescentes rechazan las opciones que se les presentan en favor de
intervenciones menos intensivas.

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• Otros rechazan todo tipo de ayuda externa porque dicen no necesitarla y que
“ellos solos” pueden dejar la droga (negación del problema).
• Por lo anterior, es más conveniente negociar el tratamiento con el adolescente
que tratar de imponer una intervención terapéutica.

Intervención terapéutica

El enfoque multimodal por parte de un equipo multidisciplinario:

1. Provee una estructura de apoyo y nueva esperanza de solución al trastorno adictivo.


2. Establece límites claros con la ayuda de la familia.
3. Desarrolla estrategias específicas de afrontamiento.
4. Detecta y ayuda a resolver las consecuencias del consumo.
5. Apoya a la familia en el proceso de recuperación.

Los servicios de atención y tratamiento para adolescentes con problemas


adictivos son:

• Evaluación y diagnóstico. Detecta y hace énfasis en las necesidades de las


etapas del desarrollo adolescente.
• Ubicación adecuada. Tipo y nivel de tratamiento que cada adolescente
requiere: consulta externa, residencial, hospitalario, entre otros.
• Orientación. Esta puede ser médica, psicológica o vocacional con el
reforzamiento pedagógico apropiado.
• Terapias. Individual, familiar o grupal y psicofarmacológica.
• Atención continua y prevención de recaídas. Interés especial en el diagnóstico y
tratamiento de la comorbilidad, tanto física como psiquiátrica.
• Desarrollo de habilidades. El objetivo es afrontar un estilo de vida libre de
drogas con énfasis en la independencia y autonomía.

Intervenciones breves

• El objetivo es proporcionar al paciente información sobre el trastorno y ofrecer


sugerencias que le ayuden a modificar su comportamiento.
• Se deben enfatizar las consecuencias negativas por el consumo de drogas,
tanto las inmediatas como las que surjan a largo plazo.

Deshabituación (desintoxicación)

• Para muchos pacientes es más fácil llevar a cabo la reducción gradual de la


droga en la consulta externa, con menos complicaciones en su vida diaria, que
si se realizara de manera hospitalaria.
• Asimismo, este proceso se desarrolla en el entorno donde vive y estudia el
adolescente.

Consulta externa

• Ventaja: acude a tratamiento en horario específico, en un centro cercano a su


hogar y a sus actividades.
• No altera su vida cotidiana.
• Asiste a varias modalidades terapéuticas, lo que le ayuda a reincorporarse a las
responsabilidades que dejó de realizar por el abuso de drogas.

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Orientación para padres

Con el objetivo de ayudar a los padres en la detección y el manejo inicial de niños y


adolescentes con problemas de consumo de sustancias, a continuación se presentan
algunos signos de alarma que podrían estar relacionados con el consumo, así como
algunas acciones para abordar el problema desde el hogar.

Signos de alarma de consumo de drogas en adolescentes

Físicos

• Fatiga.
• Quejas físicas repetidas.
• Ojos vidriosos y enrojecidos.
• Tos duradera.

Emocionales

• Cambios de personalidad.
• Cambios de humor repentinos.
• Irritabilidad.
• Comportamiento irresponsable.
• Baja autoestima.
• Pobre autocrítica.
• Depresión.
• Desinterés generalizado.

Familiares

• Siempre empieza las discusiones.


• Actitud negativa.
• Rompe las reglas de disciplina.
• Aislamiento de la familia.
• Extremadamente reservado y callado.

Escolares

• Bajo rendimiento y desinterés.


• Actitudes negativas.
• Reprobación.
• Ausentismo escolar.
• Vagancia.
• Problemas de disciplina.

Sociales

• Nuevas amistades con problemas de conducta; desinteresados en actividades


escolares o familiares; pueden ser conocidos consumidores de drogas.
• Problemas legales.
• Cambios notorios en su higiene, ropas y música.

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Algunos signos de alarma pueden corresponder a otros problemas de conducta, por lo
que los padres sólo deben detectar o reconocer que existen problemas, más no hacer
el diagnóstico de algún trastorno específico.

Algunos principios de tratamiento

Los padres pueden ayudar a los hijos mediante la educación e información sobre
drogas de manera oportuna. Asimismo, establecer una comunicación abierta, ser un
buen modelo de comportamiento y reconocer a tiempo los problemas cuando se estén
desarrollando. Si piensan que existe algún problema, deberán buscar la mejor
intervención, lo más pronto posible.

Los padres y la familia en general, deben estar bien informados e involucrarse en el


tratamiento y rehabilitación del adolescente. A continuación hay algunos aspectos que
se deben considerar:

• No existe un tratamiento único, que sea el apropiado para todos los


adolescentes. Es muy importante ajustar y adecuar la modalidad de
tratamiento, las intervenciones y servicios, que satisfagan las necesidades y
problemas de cada individuo en particular;esto es crucial para el resultado
exitoso del tratamiento y el regreso a un funcionamiento personal, familiar,
escolar y social adecuados.
• Un tratamiento efectivo debe abordar las múltiples necesidades del individuo,
no únicamente el consumo de drogas. Se deben abordar todos los problemas
de tipo médico, psicológico, escolar y social que estén asociados.
• Permanecer en tratamiento por un tiempo adecuado es muy importante para
que éste sea efectivo y se den cambios positivos. Cada persona es diferente y
el tiempo que necesita en tratamiento dependerá de sus necesidades y
problemas específicos. Las investigaciones han demostrado que para la mayoría
de los individuos, el inicio de la mejoría es alrededor del tercer mes de
tratamiento. Posteriormente, si no se presentan recaídas, se evoluciona hacia la
recuperación. El promedio de estancia en un programa de tratamiento
residencial oscila entre 3 y 6 meses hasta un año, dependiendo de la
disponibilidad y la voluntad del paciente para continuar en esa modalidad.
• La orientación (consejería profesional, individual o grupal) y las terapias
conductuales son componentes importantes de un tratamiento efectivo. En las
terapias, los adolescentes revisan aspectos que desarrollan sus habilidades de
asertividad para decir no a las drogas y sustituir las actividades relacionadas
con el consumo por conductas constructivas, así como mejorar la capacidad
para resolver problemas. Las terapias, también mejoran la habilidad del
adolescente para funcionar adecuadamente en el hogar y en la comunidad.
• La desintoxicación es simplemente la primera etapa del tratamiento de la
adicción y por sí sola no es suficiente para lograr cambios a largo plazo en el
consumo de drogas. La desintoxicación trata de manera segura los síntomas
físicos de los síndromes agudos por intoxicación o abstinencia, asociados con
las sobredosis o la suspensión de la sustancia de abuso. En muchos casos, este
tratamiento es el inicio de un manejo exitoso contra el consumo de drogas.
• El tratamiento no necesita ser voluntario para ser efectivo. Una motivación
fuerte, puede facilitar el proceso de tratamiento. La participación comprensiva
de la familla y la escuela, aumentan tanto el ingreso a tratamiento como las
tasas de permanencia y el éxito de las intervenciones terapéuticas.

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• La recuperación y rehabilitación de la adicción puede ser un proceso largo y a
menudo requiere de múltiples episodios de tratamiento. Del mismo modo que
sucede con otras enfermedades crónicas, como la diabetes o la epilepsia, las
recaídas en el consumo de drogas pueden ocurrir durante o posterior a algún
intento de intervención, aunque éste hubiera tenido buenos resultados. Las
personas adictas pueden requerir de tratamientos prolongados y de múltiples
intentos de tratamiento para restablecer el funcionamiento adecuado y lograr la
abstinencia duradera de drogas. La participación en programas de ayuda
mútua, durante y después del tratamiento, es una estrategia que ayuda a
mantener la abstinencia. Posterior al tratamiento, los padres deberán investigar
los servicios disponibles para continuar con los cuidados o para un tratamiento
futuro. Principios básicos de la intervención
• Promueve el desarrollo de la autoestima y de la confianza de tus hijos, en cada
oportunidad que se presente.
• Favorece las oportunidades para el desarrollo de responsabilidades. Cuando
asuman una responsabilidad, hazlo de su conocimiento directamente.
• Siempre sé objetivo y comprensivo, no pierdas la paciencia.
• Utiliza tu más amplio criterio en todo momento, conserva la objetividad y trata
de entender la situación.
• Conserva la calma y sé paciente, aún ante frustraciones. Pasos asos siguientes
• Comunícale tus expectativas, con un número mínimo de reglas o rutinas a
seguir.
• Al establecer reglas y normas, haz que participen tus hijos; solicita su ayuda y
asegúrate de que repitan las reglas, esto les ayudará a recordarlas.
• Enfatiza las fortalezas de tu hijo y minimiza las debilidades.
• Apóyalo para tener éxito cuando se presente alguna oportunidad.
• Evita las luchas de poder, son desgastantes y nadie gana.
• Date tiempo para platicar acerca de conductas adecuadas e inadecuadas.
• Establece actividades y rutinas diarias, ya que tus hijos se beneficiarán de que
todo esté claro.
• Enséñale las habilidades necesarias para el manejo de algunas conductas no
deseadas.

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