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UNIVERSIDAD NACIONAL JORGE BASADRE GROHMAN-TACNA

FACULTAD DE INGENIERIA
ESCUELA PROFESIONAL DE INGENIERIA DE MINAS
EL CAPITALISMO
LA CRISIS DEL SISTEMA CAPITALISTA

INTEGRANTES:
 MIGUEL ZANGA CRUZ 2018-101024
 ERICK LEO MAMANI VELA 2018-1010
 SOLDJAIR MANTARI SOTO 2018-1010
DOCENTE:
EVELYN PABLO PINTO
CURSO:
REALIDAD NACIONAL E INTERNACIONAL

TACNA-PERU
2018
Introducción:
El capitalismo está hoy atravesando un momento de turbulencias estructurales. Para unos se trata
de una crisis económica, para otros de una crisis financiera y, aún para algún otro autor, más bien
debería hablarse de una crisis global de la sociedad. ¿Pueden tan diversas opiniones converger en
sus análisis? No es tarea fácil, ya que cada cual suele hablar desde su propia perspectiva
académica, cuando no incluso circunscrito a un determinado enfoque teórico. Además, la
mayoría de los debates han girado en torno a la economía, y la corriente principal de la ciencia
económica, la teoría neoclásica, por su propia naturaleza es incapaz de aportar más claridad. Los
supuestos en los que basa sus modelos y teorías, que tanto cientifismo le han conferido, impiden
precisamente captar la dimensión del fenómeno. De ahí salen algunas recetas para intentar paliar
nuestros males, como por ejemplo la sugerencia de que si dejamos actuar a los mercados, su
lógica va a conducir a reparar los desajustes que se han venido produciendo. Pero, ¿qué son los
mercados? ¿Se trata de algo mágico que actúa con finalidad propia y con un objetivo específico?
Sin duda alguna la sociología puede y debe entrar de lleno en el debate. Los mercados no son el
resultado de acciones entre iguales. En toda acción humana y por tanto también en toda relación
económica existe una distribución desigual del poder. Las transacciones económicas son
relaciones que se dan en un determinado contexto social, caracterizado por la asimetría en el
reparto del poder y de los privilegios, ya sea entre personas, entre instituciones o entre países.
Los mercados están gobernados y responden a los intereses de aquellos que tienen el poder de
manejarlos. El problema es que no se trata de un gobierno político, de todos o para todos sino
más bien de un gobierno conducido por la lógica de la acumulación de capital que, aunque la
necesite, nada sabe de la sociedad. El presente artículo va a tratar de analizar los problemas que
presenta el capitalismo moderno entrelazando sus diversas dimensiones. La Nueva Sociología
Económica parte del supuesto de que la economía está incrustada en las relaciones sociales. No
puede estudiarse ignorando el contexto social en el que se produce. Desde esta perspectiva, el
capitalismo es más que la lógica de acumulación de capital bajo el mecanismo de los mercados y,
por ello, para analizar el momento actual debe comprenderse la lógica de su evolución.
LA PRIMERA CRISIS CAPITALISTA
Entre 1873 y 1896 aproximadamente, la economía capitalista mundial sufrió los efectos de una gran
depresión. La crisis se originó por la superproducción que tuvo lugar a partir del desarrollo tecnológico
y el aumento de la producción. Los precios de los productos industriales y agrícolas bajaron y
disminuyeron las ganancias de los capitalistas.
Las acciones que se emprendieron para salir de la depresión económica significaron el fin del
capitalismo liberal, organizado sobre los principios de la libre competencia entre empresas privadas
en el interior de un país, la no intervención del Estado en la economía, y la libre competencia entre los
Estados por los mercados del comercio mundial.
Con el objetivo de evitar futuras superproducciones que originaran la caída de los precios de los
productos y de las ganancias, los capitalistas y, desde entonces, también los Estados, decidieron
intervenir en la economía y regular el libre juego del mercado —es decir, de la oferta y la demanda—
mediante acciones de diferente tipo.

LA CRISIS ECONÓMICA: Puede resultar extraño que, al referirse a este período, haya que hablar
de crisis, pues podría parecer que esta palabra introduce una nota discordante en esta gran sinfonía del
progreso mundial. En efecto, las crisis no se debieron al retroceso de la producción, sino que fueron
provocadas por el cambio de relaciones entre la oferta y la demanda, y también a la relación entre la
cantidad de las transacciones comerciales efectuadas y la masa monetaria que regulaba tales
transacciones.
En este período de prosperidad general, hay que distinguir tres fases, pero sin creer que cada una de
ellas fuese homogénea, ni que sus fechas tuvieran un valor absoluto. Aun en plena prosperidad, se
producen indudables fracturas en la curva de su desarrollo.

La primera fase de expansión hay que situarla entre 1850 y 1873, y se debió, principalmente, al
siglo, volvió la prosperidad:
La producción de oro creció, debido a la explotación de nuevas minas. Inmediatamente, se produjo el
aumento de las operaciones bancarias y de los negocios. La producción masiva bajó los precios de
venta. El aumento de población hizo creer la demanda. Los países subdesarrollados tenían necesidad,
cada vez más, de los productos procedentes de Europa. Y, por si fuera poco, el peligro de guerra fue
seguido por una carrera de armamentos, que «relanzó» la economía (por ejemplo, en Inglaterra y
Alemania). descubrimiento y explotación de las minas de oro de California (1859) y de Australia
(1861). Esta masa de metal precioso determinó la cantidad de moneda puesta
en circulación, ya directamente en forma, de piezas metálicas, ya de moneda fiduciaria. Fue la época
de la «quimera del oro».
El optimismo se hizo general. Pero se produjo una gran crisis a partir de 1873, cuyo principal agente
fue el agotamiento de los «stocks» de oro. Los negocios empeoraban y la crisis agrícola era general.
La industria sufrió la situación, al encontrarse falta de salidas. Era la crisis.

Una banca de Viena, la «Kreditanstalt», fue la primera afectada. En seguida, Inglaterra sufrió el
contragolpe (pues, en efecto, había situado muchos de sus capitales en Austria y Alemania); después,
le llegó el turno a los Estados Unidos. Entonces, comenzó a desarrollarse el ciclo infernal de la caída
de los precios, del paro, de la baja del poder de compra. Esta depresión provocó, en seguida, el
abandono del libre cambio, pues la reacción general de cada país fue protegerse contra las producciones
rivales. Se adoptó el proteccionismo, salvo en los países que vivían del comercio: Bélgica, Inglaterra
y los Países Bajos. En los últimos años del

Pero este segundo período de prosperidad fue más vacilante que el primero, pues se sucedieron crisis
pasajeras, aunque menos graves que la anterior (1901 y 1908). La guerra estalló en el momento en que
la economía mundial se encontraba desequilibrada. El mundo se hallaba amenazado de saturación, ya
que el poder de compra de cada país no se correspondía con la expansión de la producción.

Las nuevas condiciones económicas llevaron consigo un desarrollo demográfico considerable. La


población mundial aumentó, entre 1850 y 1914, de un modo asombroso, pasando de 1.100.000.000 de
habitantes a más de 1.650.000.000. Europa casi duplicó su población en esos años. El hambre como
azote desapareció, debido al aumento de la producción agrícola y al perfeccionamiento del transporte.

Por otra parte, gracias al progreso de la medicina, se alargó la duración del término medio de la vida
del hombre. Por ejemplo, en Francia, donde a principios del siglo xix era de 30 años, pasó a ser de 39
en 1860, y de 50 en 1914. En cambio, disminuyó la natalidad, fenómeno que pueden explicar estas tres
razones: práctica de la limitación de nacimientos, deseo de no dividir las herencias entre muchos
vastagos, y una menor influencia de la religión. El resultado de esta situación fue un sensible
envejecimiento de la población, que frenó el dinamismo de los países.
El progreso del transporte, la necesidad de mano de obra de los centros industriales y la baja del nivel
de vida de los campesinos fueron otros tantos factores del éxodo rural. El campesino pobre, el jornalero
agrícola, el arrendatario, abandonaron el campo, atraídos por un salario mejor y un trabajo, a menudo,
menos penoso. Pero el éxodo no se podujo igualmente en todo momento, sino que
procedió por etapas, siendo especialmente fuerte el que tuvo lugar entre 1875 y 1895, es decir, durante
la gran depresión económica.

Se constituyeron grandes aglomeraciones urbanas: por ejemplo, alrededor de París, que pasó de tener
1 millón de habitantes, en 1848, a tener 5 millones en 1914. Así como Roubaix pasó de 20.000
habitantes en 1836, a 125.000 en 1896. En Francia, la población de las ciudades, que, en 1850,
representó el 25 por 100 del total de la población del país, pasó a ser casi el doble en 75 años. Mientras
que, en 1861, sólo cinco ciudades francesas superaban los 100.000 habitantes, en 1911 eran ya dieciséis
las que sobrepasaban dicha cifra. En cuanto a la ciudad de Berlín, sufrió un aumento de población del
850 por 100, entre 1815 y 1914. En 1970, diez ciudades alemanas tenían 100.000 habitantes; en 1910,
serían cinco veces más numerosas.

Esta enorme población urbana estaba formada, en su mayor parte, por los trabajadores, quienes fueron,
poco a poco, tomando conciencia de su necesidad de unión, y llegaron a constituir una nueva clase: la
clase obrera, la cual pronto representaría una fuerza política organizada, que habrían de tener en cuenta
los Gobiernos, y que se opondría a la burguesía, detentadora del capital, en una serie de conflictos
inevitables.

1. Crisis de sobreproducción.

En 1873 se produjo una gran crisis económica; al principio se pensó que sería de poca duración y
similar a las ya conocidas. Pero esta nueva recesión inauguró un largo período que los contemporáneos
denominaron, por primera vez, Gran Depresión.
La agricultura fue la primera víctima de la crisis, precisamente porque la producción agraria se estaba
incrementando de forma notable. Millones de emigrantes europeos se habían dirigido a territorios de
ultramar (Estados Unidos, Australia, Argentina, etc.), en los que el acceso a la propiedad de la tierra
era más fácil. Las favorables condiciones naturales de estos nuevos países y la aplicación del vapor al
transporte interoceánico fueron las causas de que los mercados europeos se vieran invadidos de
productos agrarios que eran producidos con costes menores y vendidos a precios más bajos. Las
consecuencias para los agricultores europeos fueron dramáticas: vieron cómo los precios y los
beneficios descendían hasta un 30%. El número de campesinos, que disminuía conforme avanzaba la
industrialización, se redujo aún más en todos los países europeos.

2. Crisis especulativa.

El sector industrial y financiero siguió la misma pauta que el sector agrario durante dos largas décadas.
Sin embargo, durante bastante tiempo el descenso de los precios no fue acompañado de una
disminución de la producción, a consecuencia de los grandes beneficios derivados de la inversión en
la construcción de líneas de ferrocarril. Sin embargo, la era del boom ferroviario tocaba a su fin. En
1873, el crash de la Bolsa de Viena fue seguido de quiebras bancarias en los grandes países industriales:
Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. Y, como consecuencia, en todos estos países se
produjo un aumento del paro y un descenso de los salarios. El resultado de esta larga crisis de la
economía mundial fue el descenso de los precios: el 32% en Gran Bretaña, el 40% en Alemania, el
43% en Francia y el 45% en Estados Unidos. La magnitud del paro obrero que acompañó a la Gran
Depresión, y que en Gran Bretaña llegó a alcanzar un 10%, era un hecho desconocido hasta entonces.
Las consecuencias de estas crisis repercutieron también en las estructuras sociales y políticas de todos
los países. Se intensificó la competencia entre las empresas para reducir los costes de producción.
También aumentó la rivalidad entre las principales potencias para controlar los recursos económicos
y los mercados del mundo extra europeo. La mayor parte de los países industriales pusieron en práctica
una política económica proteccionista.

La acumulación de stocks, la bajada de precios y el cierre de empresas rápidamente se tradujeron en


una disminución de los beneficios. Frente a ello, el Capitalismo cambió de rostro, del libre mercado al
monopolio, de la libre concurrencia a la competencia feroz, de la empresa de mediana dimensión a la
concentración industrial (vertical y horizontal) y las fusiones estratégicas (control de precios y
mercados específicos) y la conexión entre Banca e Industria.

Disminuye la producción → Bajan los precios → Descienden los beneficios

Quiebras (bancos e industrias)


Despidos, aumento del paro / Bajada de los salarios.


Bajada del consumo.


Disminuye la producción, bajan los precios, descienden los beneficios.


LOS CICLOS ECONÓMICOS Y LAS CRISIS DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL.
Los ciclos económicos son ciertas regularidades de los movimientos de conjunto de la vida económica
que se han estudiado de forma cuantitativa. Antes del siglo XVIII su estudio era muy irregular ya que
estaban determinados por fenómenos naturales y afectaban únicamente a varios países o un continente
pero nunca al mundo entero. A partir de la Primera Guerra Mundial se comprueba la existencia de
movimientos que afectan al conjunto del mundo capitalista. Durante el siglo XIX estos movimientos
son tan regulares que se periodizan aunque se caracterizan de forma paralela por estar acompañados a
una tendencia general de continuidad moderada de crecimiento de la producción. Para el estudio de
estos movimientos disponemos de un lenguaje pobre, consecuencia de la tendencia a conceptualizar,
generalizar y construir modelos, se habla de crisis en los distintos momentos y lugares sin tener en
cuenta las diferencias causales de cada una de estas crisis.
Estos movimientos económicos se pueden dividir en función de su duración en la siguiente tipología:

1. Movimientos de corta duración o ciclos Kitchin.


Los economistas americanos redujeron estos ciclos a 3 o 4 años, siendo imperceptibles para los
hombres y mujeres que viven en ese momento.

2. Movimientos intradecenales o crisis clásicas. En 1862 Clement Juglar escribió su obra, Las crisis
comerciales y su reaparición periódica en Francia, Inglaterra y Estados Unidos donde planteaba la
existencia de ciclos clásicos o medios con una duración de 6 a 10 años caracterizados por tres etapas:
prosperidad (P), depresión (D) y crisis de superproducción (Cp). La cronología de Jutglar partía de
1825 y las épocas de crisis serían las siguientes: 1836-39, 1847-48, 1857-1866,1873-1882, 1882-1893,
1893-1900, 1900-1907, 1913-1920 y 1920-1929.

3. Los Movimientos de Larga Duración o Kondratieff:


Apoyado en los movimientos de precios este autor divide la evolución económica en cuatro periodos
de 50 a 60 años cada uno, subdividiéndolos en dos fases. La fase A corresponde a la estudiada por
Simiand que refleja el periodo de prosperidad y expansión, por su parte la fase B refleja el periodo de
recesión. El inicio y fin cada una de las fases se denomina inversión de coyuntura. Las causas para
explicar estos movimientos pueden ser de diversa índole. En primer lugar, los factores de carácter
monetario se relacionan con los descubrimientos de yacimientos de oro en California y Australia hacia
1850 lo que motivo la creación de un stock de oro más rápido que la producción industrial y agrícola.
Al aumentar la moneda los precios tendieron a subir y a su vez el nivel de compra y la producción

Dando lugar a una etapa de expansión (1851-1873).


Con todo, hay que tener en cuenta que el factor monetario al igual que puede ser condicionante de la
expansión puede ser igualmente resultado de la misma. En segundo término, el factor técnico ha sido
aducido por Schumpeter para explicar estos ciclos. El descubrimiento técnico aplicado tiende
aumentar la producción y a sustituir los materiales obsoletos provocando una nueva inversión y la
movilización de los capitales. Para demostrarlo relaciona el periodo de 1790-1817 con el ferrocarril y
la aplicación de la máquina de vapor al textil y la siderurgia y el de 1848-1873 con la extensión de
las redes ferroviarias por Europa y el Clippers. Por último, estos ciclos se han relacionado con
factores políticos, generalmente con los periodos de mayor o menor belicosidad, así los periodos de
paz de 1815-1847 y de 1871-1894 se sitúan en fases B mientras que los periodos de expansión
coinciden con guerras: la fase A de 1790-1817 coincide con las guerras de Revolución y del Imperio,
durante la fase de 1848-1871 las guerras nacionales en Italia, Austria y Hungria (1848-49), la guerra
de Crimea (1854-56), la guerra de Secesión (1861-65) y la guerra franco.prusiana (1870-71),
finalmente durante la etapa de 1870-1920 se producen la guerra Hispano-americana de 1898, la
guerra de los Boers en 1902 y la Primera Guerra Mundial de 1914 a 1918. Es evidente que la guerra
incentiva el crecimiento del consumo en industrias de base (armamento) y de consumo
(avituallamiento). Pese a todo hay múltiples factores y la inversión de tendencia puede deberse a
muchos elementos. Economía ecuatoriana. Otra de las principales fuentes de ingresos del Ecuador, las
remesas provenientes de Estados Unidos y España (nuevo hogar de la mayor parte de emigrantes del país),
se redujo masivamente, consecuencia de la caída —en las economías mencionadas— de los niveles de
empleo en sectores como la construcción, donde se desempeñaba la mayoría de ciudadanos expatriados.
Finalmente, la dolarización de la economía ecuatoriana representó (y continúa haciéndolo) uno de los
mayores limitantes frente a las posibilidades de desarrollar políticas anticíclicas de carácter monetario o
cambiario para contener algunos efectos de la crisis. De igual manera, luego de una revalorización del dólar a
la que se asistió en 2009, las exportaciones ecuatorianas resultaron afectadas. Sin desconocer los factores
mencionados, en sintonía con el impacto de la crisis en otros países de la región, esta no tuvo, o no ha tenido
hasta el momento, consecuencias tan desastrosas sobre la economía de Ecuador, siendo compensados
factores como la disminución de inversión por parte de las potencias económicas de Occidente con la
entrada en escena de países como China.

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