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Dionysios: El anarquismo v ¡o

que no lo es. — H. Koech'lin


Consideraciones sobre la tole­
rancia.—José Peirats: La razón
de Estado, el sacrificio épico y
la reacción sentimental.—Ugó
Fedeli: La vida y los libros. Un
himno a la libertad: Thyl
L'Ienspiegel. — Pontaura: V er-
nieer o el encanto de la senci'
lie?..—Eugen Relgis: El hombre
libre ante la barbarie totalita­
ria. El individuo, el pueblo. .1
Estado.—Plácido Bravo: Intros­
pectiva. Fuentes de inspiración.
—E. Regné Barbance: ¿Qué es
un delincuente?—Stephen Ba. -
ber: El Japón entre dos m un­
dos.—Redacción: Al día con ¡a
ciencia.—George Cores: Las Uto­
pias. Una ojeada a la vida en
tierra libre. Año -040.—Varios:
España vista por sus escritores.
—Luce Pabbri: El anticom unis.
•no. el antiimperialismo y la
Paz.—Notas: El movimiento c o ­
lectivista en Palestina. — J.
Carmona Blanco: «Cañaveral
junto al m ar».—Nuestra porta­
da: «La pluma».

(-£ e i ñ á la Q í H e n iu a l Ayuntamiento de Madrid


D e sa p a re c ie ro n hace tie m p o los c a líg ra fo s , m e d io artistas y m e d io f u n ­
c io n a rio s q u e hacían p ro d ig io s , c o m p lic a d o s y m a ra villo so s arabescos con
la p lu m a . A ntes d e q u e a p a re c ie ra la im p re n ta , a los lla m a d o s copistas,
artesanos d e la p lu m a les era c o n fia d a la honrosa ta re a d e re p ro d u c c ió n
d e la c u ltu ra , d e p u e b lo en p u e b lo y d e s ig lo e n s ia lo . M u ch o s e rrores
se han v e n id o a ch a ca n d o a los deslices in v o lu n ta rio s o a la fa n ta sía d e s ­
b o rd a n te , y hasta a la mala te n ta c ió n d e c o rre g ir, a ñ a d ir o q u ita r p o r los
ta le s p a d re s d e la b ib lio te c a . P e ro a p a rte este p e q u e ñ o lu n a r, ju z g a n ­
d o en b lo q u e a! p rim e riz o p ro le ta ria d o d e la p lu m a , su la b o r no m erece
más' q u e loas.
C o n la im p re n ta , y con la m á q u in a d e e s c rib ir en nuestros días, la
p lu m a ha vis to re le g a d a su fu n c ió n a la h u m illa n te y v il d e tra z a r b o rra
d o re s, y a c a lz a r los textos d a c tilo g ra fia d o s d ire c ta m e n te a la m á q u in a
con un s im p le n o m b re o una rú b ric a , p o r c ie rto hoy b ie n p o c o c o m p li­
ca d a . Se va p e rd ie n d o el uso d e la m a n u scritu ra . y so b re to d o d e la
escritu ra a m ano le g ib le . H o y se ha p u e sto d e m o d a tra z a r g a ra b a to s
in in te lig ib le s . C u a n d o más abstrusa es una e scritu ra m a yo r es la fam a
d e d o c to d e l q u e la e s c rib e , y un e s c rito en ca ra cte re s chinos tie n e q u e
ser n e ce sa ria m e n te p ro fu n d o , tra s c e n d e n ta l. P e ro una m ano e m p u ñ a n d o
la p lu m a e vo ca rá sie m p re el te s o ro d e la lite ra tu ra universal y las g r a n ­
des te m p e s ta d e s históricas d e ¡deas q u e supo d e s a ta r e l h o m b re co n ,
a l p a re c e r, ta n d e le z n a b le in s tru m e n to .

LAPENSÉE(HINOISEETSONROLE
DANS

LA GRANDE SYNTHÉSE HUMAlNE


REVISTA MENSUAL
por Paul G IL L E DE SOCIOLOGIA. CIENCIA
Y LITERATURA
Se tra ta d e un b re v e e s tu d io d e p s ic o ­
lo g ía , en d o n d e , d e una m anera clara Comisión de Redacción: José
Peirats, Juan Ferrer, Federica
y concisa, q u e d a re fle ja d o el fo n d o m o­ Montseny.
ra l q u e ha c a ra c te riz a d o , d e sd e los tie m ­ Administrador: F. Montseny. 4.
pos más re m o to s, la filo s o fía d e los p e n ­ rué Belfort. TOULOUSE (Haute-
sadores chinos. Es una exDOsición o b je ­ Garonne).
Precios de suscripción: Francia,
tiv a q u e ha d e in te re s a r a to d o a q u e l 204 francos trimestre; Exterior,
q u e se co m p la zca e n e s tu d ia r la e v o lu ­ 240 francos.
ción d e l p e n s a m ie n to é tic o al través d e Número suelto, 80 francos.
los tie m p o s y d e los p u e b lo s . Paqueteros, 15 por 100 de des­
cuento a partir de cinco ejem­
Este o p ú s c u lo , in c lu id o s gastos d e e n ­ plares.
v ío , se sirve a 6 0 fra n co s. P e d id o s a Giros; UCNT», hebdomadaire.
« C E N IT » , 4, rué B e lfo r t. T oulouse C.C.P. 1197-21, 4, rué Belfort,
(H a u te -G a ro n n e ). TOULOUSE (Haute-Garonne).

Ayuntamiento de Madrid
KÍVI-SÍA I)!: S O C I O L O G I A . C IE N C IA Y U r í R A l U S A
T o u lo u se , fe b r e ro 1 9 5 3 N ° O eT

SI A N A K Q U I
Ula que na Laeá -----
^ ^ S OT)° ' “ . I 11® es- intimidad, limpieza de ánimo, equivale a negar importancia a quien puede valer más que
IK?ii '-v j
negación rotunda de colaborar en tareas lla­
los que, poco reflexivos, se aprestan a la tarea de alzar el
mativas y espectaculares, es anarquismo. Todo cerco.
lo superficial y exterior, todo lo ruidoso y
T odo libro que posea la cualidad de aumentar el caudal
gesticulante, por el contrario, está muy lejos
de sensibilidad humana, es un libro anarquista. Aunque en
de ser anarquista. Aunque esto último sea lia-
sus paginas la palabra anarquía no haya sido escrita ni una
~/w — mac*o anarquismo y haya quien niegue que
sola vez. En cambio, los libros secos, ásperos, frios, ayunos
aquello lo sea, no es posible la menor duda:
de cordialidad, no importa que en cada una de sus líneas
" lo primero está atravesado de inquietud acrá­
se lea la palabra anarquía, ni supuestas afirmaciones de
tica, henchido de sustancia acrática; lo otro
no es mas que vana palabrería. anarquismo: en realidad, libros así no son anarquistas. Lo
mismo que con los libros con las palabras, con los hechos,
Entre un grito y un pensamiento, la elección no es du­
dosa: encierra muchas más posibilidades de ser anarquista el con las acciones. Lo insensible no es nunca anarquista, aun-
pensamiento que el grito. Este, a lo sumo, podrá ser re­ qU e- í ? . . , ° , Sm llan>árseIo, lo que ostenta riqueza de
sensibilidad, sí lo es.
belde, pero no anarquista, que es cosa muy distinta. La con­
tusión entre rebddia y anarquismo ha llegado a un extremo El anarquismo más valioso estará siempre descontento de
lo que haya en su contorno.
rayano en lo inverosímil, más aún que en lo absurdo. Se
puede ser anarquista y rebelde, pero la rebeldía por sí no Aspirará continuamente a que los hombres y las cosas
es obligadamente anarquista. En general, casi todos los tíra­ adquieran una superioridad mayor de la que posean. La
nos han sido grandes rebeldes. El grito, en último análisis, anarquía estará perennemente, para este anarquismo, en el
no es más que un desahogo. Y esto no basta. Para ser anar- porvenir. Aun después d e vivir acráticamente, ese anarquismo
juzgara que su ideal no se ha realizado.
c aCe pensar. El grito es fácil, el pensamiento
difícil. Ser anarquista no es una cosa fácil. Más allá todavía; más hondo; más dentro. En su fuero
La grosería es algo reñido en absoluto con el anarquismo. interno, el anarquista que sostiene ese concepto del anar­
quismo vive ya, ahora, hasta cuanto es posible, de modo
Cuando advertimos que un hombre es grosero, ya estamos acratico.
seguros de que no es anarquista. Podrá, acaso, llamarse tal,
pero no lo es. Quien no tiene limpio su ánimo de una cosa Com o el anarquismo se propone emancipar económica­
tan fea, mal puede vislumbrar los matices delicados d e un mente al proletariado, y en el terreno d e libertar a todos los
ideal cualquiera. M ucho menos del ideal anarquista, cuya hombres, aunque muy reducido número de éstos se preocu­
base mas honda es, ciertamente, de esencia delicada. pen de ser libres, su mayor contingente de partidarios ha
salido de entre los trabajadores. Algunos de los cuales han
Es necesario, sin duda, que los anarquistas sean cultos,
pero lo primero, en el anarquista, es la independencia. En el esgrimido el anarquismo como una teoría particularista y
limitada. Error máximo.
fondo de toda persona independiente se encontrará siempre
Cuando las masas proletarias obedecen las imposiciones
un anarquista. Aun que esta persona no lo crea ni esté de ello
gustosamente admitidas— de caudillos que las sugestionan;
enterada. Si después de independiente se es culto, tanto
cuando obran guiadas por frases y no por ideas, por pala­
den da principal, no importa insistir, es la indepen- brería superficial y no por meditación de teorías revolucio­
narias, por halago a sus instintos más bajos y no por im­
¿Cuántos hombres de los que se llaman anarquistas son
pulso propio, aunque también fuese instintivo, por elogio
independientes. «¡Cuántos lo son sin llamarse anarquistas?
a sus mas feas y ruines pasiones y no por virtud de una
Averiguar esto proporcionaría innumerables sorpresas. Toda
convicción personal; guiadas, en fin, por factores que care­
limitación es errónea. Cercar un campo caprichosamente
cen de influencia libertadora, que no tienen ningún ger­

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men de grandeza ni de independencia individual, lo cierto Se han creado muchos ídolos d e este modo, y eran ídolos
es que están tan alejadas del anarquismo, como su adversaria, de barro, cuando no de materia menos valedera aún: La
la burguesía. admiración sin mesura ha llenado la historia de santos y
Si los proletarios, en efecto, no saben elevarse por en­ sabios que no poseían realmente ningún saber ni bondad.
cima de su adversaria, la burguesía, ni en ética, ni en sen­ Obraron por excitaciones extemas, ciertamente luminosas en
sibilidad, ni en limpieza d e ánimo, el anarquismo les es tan apariencia. Y se esforzaron, contra su naturaleza, por con­
ajeno com o a ésta. Si la idea de indepencia, de libertad, de servar su actitud ficticia. Una mirada certera habría bastado
ser cada uno un hombre, que es lo que más interesa al anar­ parar descubrir todo el enredo. Pero los hombres que ad­
quismo, no les preocupa, ni les inquieta, ni les desazona, miran no pueden mirar tan seguramente.
claro es que no tienen ninguna relación con el anarquismo. Admirar es cualidad señalada, pero no cuando se hace
Ciertamente, el anarquismo no es accesible a las masas entrega de ella sin previo conocimiento d e lo admirado. Se
dirigibles ni a sus dirigentes. Solamente a algunas individua­ ha prescindido demasiado d e este conocimiento, y por cada
lidades, que entonces dejan de ser materia propicia para empresa emocionada que ha despertado admiración, millares
masa dirigible o para diregentes de masas, se elevan lo sufi­ d e hechos superficiales han gozado del mismo privilegio. El
ciente para alcanzar la comprensión d e ese ideal, el más histrión se ha codeado así con el hombre cuyo corazón ardía,
renovador de todos. Los mandarines de multitudes, las muí" y la confusión ha ocasionado a las mejores criaturas dolor
titudes mismas cuando sus luchas son mezquinas, viven tan sin medida ni consuelo.
lejos del anarquismo com o los propios defensores y sostene­ Antes de entregamos al entusiasmo, procuremos descu­
dores d e los regímenes burgueses. brir si no vamos a poner cualidad tan alta en cosa que no
El anarquismo, por otra parte, es siempre el ideal de ma­ la merezca. No la merece nada que sea externo, de fuera. Sí
ñana. Lleva en sí todos los elementos creadores del porvenir aquello que nazca de lo íntimo, que hasta en los peores
y, en el porvenir, llevará aún los de un futuro más lejano, casos es manantial admirable.
y así siempre. Es su destino, magnífico por cierto. El anar­ Ntf en todas las cosas se puede poner la claridad que
quismo, hoy y mañana, no es más que un ideal que se anti­ para ellas se deseara. Hay muchos problemas oscuros en los
cipa, que propaga, en un medio hostil, formas de vida que que todos los esfuerzos por adentrarse son vanos.
vendrán más tarde. Ocurre muchas veces que eslamos tratando a una persona
En la concepción deísta del mundo, el hombre no es más durante mucho tiempo. Creemos conocerla. D e pronto, algo
que una máquina. Un creador le ha hecho, él le hace fun­ imprevisto la empuja en una dirección absurda o, por lo me-
cionar, y él, cuando quiera, puede destruirlo. no_-, que así nos lo parece. Sabemos cóm o era aquella per­
Se creyó en un tiempo, ya pasado, que Darwin había ve­ sona hasta entonces; no sabemos cóm o es desde aquel mo­
nido, con sus teorías, a modificar esta concepción. Algunos mento. El impulso que ha surgido en ella estaba latente en
biólogos modernos dirigen a las teorías darwinistas reproches su ser. Sin embargo, no lo habíamos visto. Esta persona era
fundamentales; afirman que no son, en efecto, otra cosa que un problema que nos parecía claro, pero en el que ha sur­
la comprobación, en lo principal, de la concepción deísta. El gido una oscuridad inesperada.
hombre, en las teorías de Darwin, continúa siendo una má­ Sólo dicen muy claramente las cosas aquellos que tienen
quina. Sí no es más que una máquina, alguien ha debido poco que decir. O sea, sólo es claro el pensamiento que se
construirla, alguien dsbe ponerla en marcha. Las máquinas refiere a cosas muy conocidas. El hombre que escruta e in­
no nacen ni andan solas. daga verdades todavía oscuras, no puede de ningún modo
Sabido es que ha habido filósofos para, quienes el honv ofrecer claridad lograda en su expresión.
bre es una especie de reloj. Tenían que cambiarse algunas Cuando en las verdades antes admitidas se encuentran
ruedecillas-—las de la maldad— por otras. Un relojero invi­ partículas inconsistentes, fácilmente pueden señalarse. In­
sible iba arreglando estos desperfectos. dicar las verdades más acabadas que puedan sustituir a lo
Muchos hombres d e nuestro tiempo, hombres excelentes no cierto, es tarea de investigación, de tanteo, de ensayo, de
que se llaman revolucionarios, consideran también al hom­ meditación y de reflexión; penosa tarea, que no siempre da
bre com o si fuera una máquina. Y en lugar del creador de resultados suficientemente claros.
la concepción deísta, del maquinista que los biólogos echan Quien pide claridad a toda costa se coloca en actitud
d e menos en las teorías de Darwin, del relojero invisible de poco progresiva, puesto que la claridad sólo es dable en lo
ciertos filósofos, han colocado a la revolución. La revolución ya conocido y nunca por completo en lo que se halla en pe­
salvará al hombre; la revolución le .dirigirá. Es también la ríodo de investigación. Cualquier mente atenta puede seña­
revolución, según estos hombres, una cosa omnipotente, invi­ lar los errores visibles, pero casi ninguna acierta a ofrecer
sible, capaz por sí sola de todas las transformaciones. claridad completa en lo que haya de sustituir al error. Una
N o estará de más meditar acerca de esas curiosas seme­ afirmación rotunda sería, sin duda, un nuevo error. Se
janzas. La revolución, en verdad, no puede ser un salvador. trata de estudiar, de permanecer atento, hasta vislumbrar,
Será, cuando se haga, hija de los hombres. Y de lo que los entre tan’.eos, algo que posea la mayor suma de verdad,
hombres pongan en ella dependerá su fruto. aunque no sea muy clara, porque ninguna verdad lo es en
Com o muchos hombres necesitan la excitación de fuera el tiempo en que se formula.
para lanzarse a cualquier empresa, vigilemos con cautela Siempre que oímos el elogio de alguna persona que pasa
nuestra capacidad de admiración. No pocas veces tendremos por virtuosa, sentimos grandes deseos de interrumpir la loa
que confesar haber sido víctimas d e engaño. No cabe duda y preguntar: ¿Ha sido puesla a prueba esa persona?
de la superficialidad de toda empresa acometida por causas Nadie es firme mientras no es sometido a prueba. La ma­
extemas. Toda obra que no se emprende por impulso espon­ yoría de las gentes que se pregonan enemigas del dinero,
táneo, cuyan raíces finquen en lo ínlimo, adolece de false­ por ejemplo, es porque no han tenido nunca cantidad res­
dad. Podrá deslumbrar, en sus comienzos, com o todas las petable de monedas. En cuanto, por cualquier medio, reúnen
cosas histriónicas; pero cuando se esfume el brillo primerizo un pequeño capital, tórnanse los defensores más fervorosos
aparecerá su vaciedad total. Si nos entregamos, ganados por de aquello que, al parecer, despreciaban. Si cuando prego­
la apariencia, el desengaño postrero nos herirá de modo naban su animadversión se les hubiera sometido a prueba,
seguro. se habría descubierto que no poseían la virtud d e qu6
Guardemos, com o cosa de rango que es, la capacidad de alardeaban; que era una virtud aparente.
admiración de que seamos poseedores. No la malgastemos Lo mismo que con el dinero ocurre con todas las cosas.
en la primera ocasión que se nos aparezca propicia. Antes Muchos de los enemigos de un sin fin de aspectos de la vida
bien, procuremos comprobar si verdaderamente es propicia. humana, lo son nada más que teóricamente; su animadver

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CENIT 803

sión toma, en las apariencias, la forma d e virtud y por vir­ energías sin lograr salir de este círculo de hierro, y aunque
tud pasa. Pero si esos hombres fuesen sometidos a prueba, se nos dijera que esto significaba una gimnasia revoluciona­
se advertiría, sin tardanza, su cambio total, completo, de ria, de p oco o de nada sirve esta gimnasia, si, demasiado
parecer. Su supuesta virtud no es más que una reacción con­ preocupados del mejoramiento parcial, se olvida, com o ocu­
tra lo que apetecen y no tienen. En cuanto entran en po­ rrió, que mientras exista la propiedad individual la situación
sesión de ello, sea lo que fuere, ya se acabó su actitud des­ económica del trabajador no cambiará, y que en tanto la
pectiva, de enemigos. autoridad no desaparezca, la libertad será un mito. Faltó
Fácil nos sería citar ejemplos de este fenómeno. No es el conocimiento d e estas cosas, en absoluto, y se hubiera
preciso. Siempre que oigáis a alguien despotricar contra esto querido que los hombres se capacitaran para realizar una
o aquello, desnudad sus palabras para descubrir el verda­ transformación, se habría aprovechado el ambiente de so­
dero significado de ellas; para ver si detrás de ellas se es­ lidaridad en que, sin percatarse, se desenvolvían, solamente
conde un sentimiento íntimo e insobornable, que es la vir­ estimulados por un interés material, y se les habría ense­
tud real, o un deseo disfrazado, que es la virtud simulada, ñado la necesidad que tienen ellos mismos, más que nadie,
dañina, com o toda cosa superficial y no sentida. de que el sindicalismo atendiera, con más interés del que
Acerca de lo que se ha dado en llamar literatura de ideas, ponía en las luchas de cada día, al objetivo superior de la
circulan unos tópicos funestos en todas las agrupaciones hu­ transformación; que había que ir transformando los cere­
manas, hasta en las que se precian d e abiertas a las más bros de los hombres, capacitándolos para la vida libre, por­
varias corrientes del pensamiento. que hay que tener muy en cuenta que para relizar una
Un folleto insignificante, por ejemplo, con tal de que ha­ transformación profunda en la sociedad, antes es preciso
ble de las soluciones que preconizamos, nos parece admi­ que se hayan transformado los hombres.
rable, aunque sea anodino, torpe y ayuno de toda gracia. Una revolución sin que se hayan transformado los cere­
En cambio, una obra buena, bella y bien hecha, si no dice bros, no solucionará ningún problema. Si se hace por cual­
en ninguna de sus páginas algo de esas soluciones, la juz­ quier circunstancia— hambre, desesperación— un intento re­
gamos innecesaria, con tono un tanto despectivo. volucionario, con hombres ignorantes de lo que se persi­
Una novela de autor que no pertenezca al cercadito en gue, los resultados de este intento no serán, y esto no cabe
que nos hallemos metidos, por grande que este autor sea y dudarlo, emancipadores.
por bella que sea su novela, no la juzgamos cosa que valga El concepto que tienen muchas personas de la convicción
la pena, ni, por lo tanto, literatura de ideas. Pueden circu­ — concepto que hasta se atreven a recomendar— es total­
lar, sin embargo, por las páginas d e esta novela, enorme mente inadmisible. La inmovilidad de una piedra sería el
cantidad de ideas, y ser éstas densas, profundas y significa­ símbolo más perfecto de tal convicción. Si se pensara un
tivas. p oco en que las piedras, por sí solas, no hacen nada, en que
Para muchos hombres, literatura de ideas es la que habla necesitan la mano del hombre para ser útiles, el pensamien­
de su particular interpretación de los problemas, por infe­ to de que hombres, con una convicción de semejante natu­
rior que sea el escrito en que ello se haga. raleza, necesitarían jefes que los guiaran, se aparecería sin
Que §s equivocado ese criterio, nos parece evidente. Las tardanza.
obras más densas en ideas tienen amplitud mucho mayor. Ciertamente, el hombre que no airee cada día su con­
El estudio minucioso de un carácter, ejemplo excelente de vicción, oponiéndole dudas y trabajando para vencerlas, es
la buena literatura de ideas, no tiene nada que ver con nin­ un hombre que no vale para gran cosa. Necesita, com o las
guna doctrina política ni social. piedras, alguien que le guíe, una acción exterior que le
Desda el puntó de vista de ese tópico limitado acerca d e obligue a tomar un camino.
la literatura de ideas, las más grandes obras literarias, feha­ La convicción de ayer debe ser renovada hoy, y la de
cientes pruebas de la verdadera literatura d e ideas, tendrían hoy, mañana. So pena de encerrar el pensamiento y de in­
que ser colocadas en el índice, al modo que se hizo en la movilizarlo, no es posible otra actitud; y un pensamiento
Edad Media con los libros que se llamaron herejes. inmovilizado o encerrado no es concebible; sólo se consigue
Un hombre que se diga abierto a todas las corrientes del una convicción d e piedra siendo com o las piedras, es decir,
pensamiento, debe tener una idea más amplia respecto a no pensando.
ese asunto, como respecto a todos. Y debe ponderar lo que Todas las organizaciones obreras, quizás todas las orga­
haya de val a en un folleto, pero también lo más impor­ nizaciones, sean del carácter que fueren, a medida que
tante que suele encontrarse en los libros que no hablan de aumentan sus componentes, al propio tiempo que se hacen
sus particulares opiniones sobre los problemas políticos, so­ numerosas y, com o numerosas, grandes, siquiera sea en este
ciales y morales, pero que son excelentes obras en las que aspecto, témanse también conservadoras. Generalmente, las
es fácil advertir inagotables manantiales de ideas. organizaciones obreras d e todos los países han sido en sus
Hace algunos años, el sindicalismo realizó movimientos de comienzos revolucionarias. Unos cuantos hombres que sin­
distinto carácter y naturaleza. Particularmente luchas de ín­ tieron más qus sus contemporáneos la inquietud por trans­
dole económica, no pasaba semana sin que planteara, aqui formar el medio en que vivían, se asociaron buscando ayu­
o allá, alguna más o menos enconada, más o menos des­ da y prestándola. La mutua inquietud les animaba y sos­
acertada. tenía. Vinieron nuevos tiempos, y lo que en ellos fué prin­
La mayoría de los sindicados que intervinieron en estas cipalmente ideal, fué para los demás hombres necesidad. La
luchas, lo hicieron por un interés puramente material, sin asociación empieza entonces a ser numerosa. Empieza tam­
saber nada de futuras transformaciones sociales. Hubo, si, bién a esfumarse el ideal. Una interpretación materialista, un
en ellos, un espíritu de solidaridad latente en que surgía p oco simplista y un poco grosera, así com o también equi­
de vez en vez en esas luchas que cada día se planteaban; vocada de las luchas, pero que halaga las más bajas pasio­
había también un deseo d e mejoramiento económico que los nes de la muchedumbre, finca en el seno de las organiza­
tiempos iban imponiendo y que, por no saberlo encauzar, ciones. Y, debido a ella, los hombres que llevan en sí
acabó en una lucha nada fundamental, repetida cada dos un mandarín, se erigen en caudillos, saben ganarse el aplau­
meses. Porque a medida que subía el precio de la so y la aquiescencia de las mayorías. D e un modo natural,
mano de obra, subía el de las subsistencias, el d e los entonces, el revolucionarismo desaparece. La organización
alquileres, el de los más pequeños objetos, y así, en llega a ser grande, mejor dicho, numerosa; pero empieza
breve tiempo, el jornal mayor representaba lo que poco en seguida a ir hacia atrás; se toma rápidamente conser­
antes el más pequeño, y tenía que comenzar de nuevo la vadora. Los ejemplos de este fenómeno forman legión. Cuan­
misma lucha sostenida poco antes. Se gastaban todas las do esto ocurre, grupos de hombres disconformes con los de-

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sos al problema. La confusión nace de haber tomado por


Troteros anturevolucionarios de las organizaciones, forman
revolucionarias, sin que lo fueran, las tales actuaciones de
nuevas sociedades. Es natural. Se vuelve a lo antiguo, al
fuerza. En efecto, si se observan y estudian las dos tácticas,
puro concepto primitivo. Convendría tener presente en todo
en lo hondo de su significado, se advierte en seguida que
momento la realidad de este círculo para saltarlo. Sólo pue­
la contradicción es sólo aparente. Tanto en el aspecto re­
de saltarse evitando que sea nuevamente sacrificado el ideal
formista d e las luchas, com o en el de la fuerza desencade­
en holocausto a una suprema grandeza de la organización,
nada por el odio de clases, se nota un origen común. Se
consistente nada más que en ser muy numerosa. van hacia el reformismo porque empiezan a admitirse las
Nada nos da una sensación más clara de 1° limitados que
concepciones gubernamentales, y se pone en juego la fuer­
son algunos hombres, que las lecturas por las que especial­ za porque se cree en la coacción, en la imposición, en la
mente sienten inclinación. autoridad. Una y otra táctica obedecen a una finali­
Un lector de toda clase d * libros, por impulso espontaneo,
dad autoritaria y tienen origen autoritario. Tal es la reali-
no es frecuente. Antes bien, abunda en esto, más que en
cualquier otra cosa, el especialista. El lector de novelas no dad.
iDichosos tiempos aquellos en los que no haya conie-
quiere trato con libros que no sean de ficción, y el aficiona­
renciantes! Hénos aquí en un pueblo campesino. El proble­
do a las lecturas filosóficas suele mirar despectivamente todo
ma agrario está en este pueblo agudizado. Llega un confe­
libro novelesco. renciante, enviado ex profeso para dar una lección a los
Aun entre los que se dedican preferentemente a un solo
más directamente interesados en el vivo problema. Natu­
género de lectura, la limitación es extraordinaria. Quién pre­
ralmente, todos esperan que se les diga la solución que se
fiere la novela erótica, quién la social, quién la puramente
supone más factible, cuando se realice ésta o aquella trans­
literaria. Lectores de novelas, todos, se hallan entre si muy
formación, para el problema de la tierra: colectivismo, co ­
distantes, aunque presos en estrecha y limitada cárcel.
munismo, o lo que sea. El conferenciante sube a una mesa
La preferencia por la novela erótica es prueba evidente
colocada en un extremo del gran salón. Es un hombre que
de inferioridad sin remedio. El gusto exclusivo por la ficción
no ha estado nunca en el campo. No sabe ni siquiera lo
de índole social significa, de modo manifiesto, una desespe­
que es una mata de trigo. Habla largamente del amor libre,
rante limitación. Saborear solamente las creaciones noveles­
del naturismo, de los problemas sindicales y otro sin fin de
cas literarias aísla de un sin fin de problemas que en ellas
cosas que no tienen ninguna relación con el problema de
no se rozan siquiera. la tierra. Este mismo conferenciante, en la ciudad, hablaría
Preferir d e entre todas las que tengan rango duradero, es
del problema agrario. Es la manera de que nadie se dé
mucho más abierto. Y poner más altas aún, en la preferen­
cuenta de su ignorancia.
cia, las creaciones votadas para la inmortalidad, que sin
Todos quieren admitir que la conferencia tiene un gran
duda no pertenecen exclusivamente a ningún género de­
interés, pero no lo logran. Se aburren sin poderlo remediar.
terminado, porque todo género es una limitación, es más Inconscientemente, se dan cuenta d e que todos los proble­
abierto todavía. Pero no hay cuidado de que el lector es­
mas de que les habla aquel hombre son secundarios, terri­
pecialista sepa andar de un modo tan suelto. N o puede ni
blemente secundarios; problemas que, una vez resuelto el
sabe desenvolverse nada más que en su limitación. de la tierra, quedarían resueltos al propio tiempo. El único
Señaladamente, entre los hombres que prefieren los es­
que no se percata d e la superficialidad de su discurso, es
tudios sociológicos, el furor contra toda otra clase de lec­
el orador, que, ufano, con cierta vanidad, mira a la multi­
tura llega a su colmo. Apartan de si con un gesto absurdo
tud, que le escucha, com o un profesor _a sus discípulos.
cualquier novela. Un libro de filosofía es mirado por ellos
No puede sentir otra cosa que vanidad, claro está, o sea
com o algo inútil. Con actitud de suficiencia, condenan lo una satisfacción externa, sin rango, sin valía, inferior.
que no comprenden. Com o si el no comprender fuese mérito.
Termina la conferencia, y los campesinos salen en grupo.
Formar una biblioteca en que haya libros de los géneros
Es noche de luna. En una plazoleta, unas niñas, en coro,
más diversos, es empresa que pocos hombres acometen. Hay
cantan la linda letrilla popular que dice:
en esta actitud, además de la limitación, evidente, algo pa­
recido al miedo, a saber: gustar de toda clase de lecturas, ; «Quisiera ser tan alia '
llena la mente d e dudas, que son manadero de inquietud, y
com o la Luna...»
los hombres prefieren creer sin dudas, que no ocasiona zo­
zobras. Aquella apetencia de altura que sale de los tiernos labios
Algunas actuaciones proletarias de los antiguos tiempos,
de las niñas, llena d e encanto las mentes de los campesi­
de fuerza, no revolucionarias, nacidas de la lucha de clases,
nos, que olvidan la conferencia y al conferenciante, un
entendida torpemente, han dado lugar a una falsa leyenda
hombre absurdo que les ha estado hablando más de una
de revolucionarismo. Com o al mismo tiempo que este su­
hora de temas secunrarios. Y todos se sienten gozosos de
puesto revolucionarismo se ha acentuado la preferencia ha­
que acabe su aburrimiento por virtud de una bella letrilla,
cia normas reformistas, parece que existe una tremenda con­
entonada por blandas voces infantiles.
tradicción entre ambas actuaciones. La táct'ca reformista
¡Dichosos tiempos aquellos, sí, en los que no haya con­
adoptada en todas las luchas recientes, es decir, en las lu­
ferenciantes I
chas entabladas al propio tiempo que aquellas actuaciones
d e fuerza, llena de confusión a los que se acercan estudio­ DIONYSIOS

Ayuntamiento de Madrid
| CONSIPER/ICMCNES
SOBRE LA TOLERANCIA

AN A R Q U ISM O Y TO LER ANCIA

ECUERDO una conversación que tuve, hace Kropotkin, que era menos filósofo y más doctrinario que
ya algunos años, con un joven compañero Proudhon, situó el espíritu de tolerancia, que le era propio
italiano. M e hizo éste una exposición del por naturaleza, por encima de su doctrina. La ciencia, su
anarquismo, de su anarquismo. Al terminar ciencia, le hacía ver el comunismo com o la única solución
su exposición le manifesté que todo lo ex­ para los problemas sociales. Y sin embargo, no concebía el
puesto lo encontraba muy bien, pero que sistema comunista sino bajo condición de que fuese libre­
encontraba a faltar alguna cosa que me pa­ mente consentido. Y hubiese preferido n o importa qué sis­
recía indudablemente de una cierta impor­ tema económico individual a un comunismo impuesto.
tancia: la libertad. Encontramos en Kropotkin esta extraña contradicción: que,
— La libertad— me respondió— tal com o la según él, es necesario el comunismo para llegar a la libertad,
queremos nosotros, es nuestra libertad, la libertad del mo­ y que es necesario practicar la libertad para llegar al c o ­
vimiento anarquista, no la liberlad d e nuestros adversarios. munismo. Ambas afirmaciones son contradictorias a pesar de
Como no podíamos ponernos de acuerdo sobre este punió, Kropotkin.
acabó él por situarme entre los adversarios, de tal suerte Si el comunismo es la condición necesaria para la liber­
que por respeto a mí propia libertad no podía esperar nada tad hay que procurar llegar a ella sin vacilación, y cual­
de su anarquismo. quier aplazamiento d e la libertad para los demás no sería
La libertad es siempre la libertad d e los otros, de lo más que un aplazamiento de la libertad. Si la práctica de
contrario no se distingue de la dictadura. Lo que distingue la libertad y de la tolerancia es posible antes d e llegar al
la dictadura de una forma de gobierno moderado, es pre­ comunismo, éste no es su única condición.
cisamente la libertad completa que reclama aquélla para si La tolerancia es siempre la enemiga de las utopías, es
misma. Una dictadura anarquista—permítaseme por el mo­ decir, de los sistemas cerrados. Los anarquistas no podre­
mento esta expresión—sería la peor de las dictaduras, por­ mos prescindir nunca d e las utopías, puesto que la voluntad
que sería la dictadura libre y desenfrenada. social de ser eficaces dentro d e la realidad tiene necesidad
Si aceptamos la libertad com o princioio central de la idea de forjar sus aspiraciones mediante imágenes concretas y vi­
anarquista—com o no queramos interpretar la libertad a la sibles. Pero al mismo tiempo, el anarquista lleva consigo el
manera dictatorial— aceptaremos igualmente que el anar­ freno de la conciencia libertaria, es decir, tolerante, que le
quismo significa tolerancia ante todo. impide encaminarse hacia una finalidad determinada cueste
Al igual que el joven compañero italiano los anarquistas lo que cueste. Siendo así que la marcha del anarquismo
han olvidado la importancia de la tolerancia en ciertas cir­ hacia su objetivo semeja al trabajo desesperado d e Sísifo.
cunstancias. Pero todos los anarquistas conscientes de sus Se puede llamar a esto la tragedia de] anarquismo. En el
ideas, y sobre todo los grandes espíritus del anarquismo, cu­ fondo se trata de la tragedia de la vida humana, y el anar­
yos nombres dejamos sobreentendidos, han predicado y prac­ quismo se acerca más a la realidad d e la vida que cual­
ticado la tolerancia. quier otra doctrina social.
Es por ella que se distinguía el socialismo libertario del Según mi criterio, todo ensayo de filosofía anarquista de­
socialismo autoritario. Las demás divergencias eran d e se­ ber a empezar por el principio d e la tolerancia, estimado
gundo orden y en el fondo de poca importancia. Una so­ por Proudhon com o más importante que la lógica y la mis­
ciedad intolerante no es superior al Estado. Sin espíritu de ma razón; un principio que nos molesta siempre, que ol­
tolerancia el federalismo es imposible. vidamos algunas veces y qué nunca podremos negar sin
En una carta dirigida a Carlos Marx, Proudhon formuló negamos a nosotros mismos. Sin la tolerancia el anarquis­
admirablemente la diferencia esencial que separaba a am­ mo no significa nada.
bos teóricos y que separó más tarde las dos grandes c o ­ Distingamos, para ver claro, dos clases d e tolerancia. Ha­
mentes del socialismo: «... no debemos convertirnos en jefes blemos d e una tolerancia negativa y de una tolerancia de
de una nuevá intolerancia n i en apóstoles d e una nueva reli­ valor positivo. La primera nace de la debilidad y d e la
gión, sea ésta la relig'ón de la lógica o de la razón. Acojamos indiferencia. Yo tolero a mi enemigo sí no me siento capaz
y demos impulso a todas las protestas, despreciemos todos los para suprimirlo. Asi obran las iglesias, las nacicmes, los
exclusivismos, todos los misticismos, no dando nunca por imperialismos, los partidos en casos d e equilibrio entre las
agotada una cuestión, y cuando hayamos expuesto nuestro fuerzas. Los católicos toleran a los protestantes y a los lai­
último argumento, emprendámosla, si es necesario, con la cos donde no se sienten lo suficiente fuertes para decla­
elocuencia y con la ironía. Bajo esta condición ingresaría rarles la guerra. L o mismo hacen los protestantes ortodoxos
con mucho gusto en vuestra asociación, sino, no.» y cuantos no conciben la salud sino en el seno de su igle­

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806 CENIT

falso no puede ser constatado sino por contraste con lo


sia o secta. Son, pues, intolerantes por principio, tolerantes
verdadero. Lo más curioso es que nadie puede prescindir
algunas veces por necesidad. de la noción de una verdad objetiva sin caer en el absurdo.
Si soy indiferente con los problemas religiosos estare dis­
¿Dónde reside, pues, esta verdad objetiva? Fuera de mí no
puesto a tolerarlos todos. «Dad al César lo que es del Cé­
la encuentro en parte' alguna, y com o no poseo capacidad
sar», dijo Jesús a los provocadores que pedían su consejo
sobre si debían o no pagar sus contribuciones. Lo dijo él suficiente para distinguir lo verdadero d e lo falso objeti­
vamente hablando, 110 la encuentro tampoco en el seno de
de corazón porque la política de los judíos y de los roma­
mí mismo. He aquí la tragedia de la vida a que hemos
nos, y sus medios económicos, le eran indiferentes. Por otra
hecho referencia más arriba. Buscándola por donde no
parte, el hombre político que fué P on do Pilatos, toleró la
existe la encontramos sin sospecharlo. La medida por la
ejecución de Jesús porque la cuestión espiritual que sepay
cual reconozco mis conocimientos como parciales o rela­
raba a Cristo de los fariseos no le afectaba en nada. («¿Qué
tivos, mis puntos de vista com o subjetivos y personales: he
es la verdad?»). Jesús era tan escéptico com o Pilatos. El
primero, hombre espiritual, lo fué ante la realidad; el se­ aquí la verdad objetiva.
Con la verdad objetiva tenemos en nuestras manos no
gundo, hombre realista, lo fué ante lo inmaterial. Hay tan­
una idea nueva sino un valor que modificará nuestras ideas
ta incomprensión como desdén en esta especie de toleran­
cia que llega a tolerar el crimen. Entre la actitud de Jesús y en el sentido de la libertad, de la tolerancia. He aquí la
verdad, la sola que puede unificar el mundo conservando
la de Pilatos hay, sin embargo, la misma diferencia que entre
al mismo tiempo la diversidad que le es propia.
J uien, siendo espiritual, comprende toda la realidad y des­
eña sus aspectos exteriores, y el que no ve más que los
aspectos exteriores y desdeña lo esencial de la realidad.
Una Tazón suprema me d ice que la verdad se halla siem­
pre más allá de mis conocimientos, de mis sentimientos y
de mi pensamiento, de mis amores y de mis odios, de mis
Como actitud voluntaria, consciente y positiva, la tole­
rancia parece a simple vista un absurdo. Si estoy conven­ dolores y d e mis goces. Daríale voluntariamente el nombre
de Dios si los falsarios de todas las religiones no hubiesen
cido de tal o cual idea, si soy socialista, cristiano, católico,
degradado a Dios a la condición de tirano, por medio del
comunista, anarquista, etc., ¿por qué dejaré en paz a quie­
nes, según mi convicción, piensan y actúan de una manera cual quieren imponemos sus m ezq u in a s opiniones.
Poseemos la verdad y no la poseemos al mismo tiempo.
errónea, que por sus falsas ideas impiden a los hombres
No la poseemos si creemos poseerla. Si interpretamos como
de encontrar el camino que yo tengo com o justo? Tole­
verdad objetiva lo que no es más que apariencia caemos en
rarles, ¿no será acaso cometer un crimen contra la huma­
el error. Estamos siempre en el error si creemos objetiva­
nidad o una cobardía por lo menos? La tolerancia ante el
mente verdadero un dogma religioso, una ley científica, una
error, ¿no es acaso, en todos sus extremos, una posición de
teoría económica o social. Cada verdad que me satisface
indiferencia disimulada o de debilidad?
Si el anarquismo fuese esto, negaría por sí mismo uno y que propago con el fanatismo de un Dios sapiente, es
un error. La verdad reside en la conciencia del verdadero
de sus valores esenciales.
científico que sabe que sus investigaciones no tienen fin y
son siempre relativas; reside en el verdadero místico capaz
de darse cuenta de que Dios está siempre por encima de
¿QUE ES LA VE RD AD ? sus nociones; está en el rebelde que evita el fanatismo
exclusivo por la ircnía dulce y sonta de que habla Proudhon,
y que representa la garantía d e la tolerancia.
Si por impulso espontáneo tiendo a la intolerancia, al
preguntarme por qué, m i pregunta no puede ser otra que
la de Poncio Pilatos. Para encontrar una respuesta empiezo
por buscar la verdad, y no la encuentro por parte alguna. LA VE RD AD POR LA COM UNICACION RECIPROCA
Encuentro una infinidad d e cosas que son veraces o falsas,
justas o erróneas. Son verdaderas o falsas a condición de
que exista un modelo de lo falso y de lo verdadero, una Así, pues, la tolerancia -no es ya una actitud negativa de
medida por la cual sea capaz d e distinguir la verdad de la debilidad o d e indiferencia; es el sólo medio de salida del
falsedad. La medida apropiada de la libertad no la encuen­ error en que se cae constantemente por exclusivismo per­
tro por ninguna parte. Sin embargo, no puedo negar su sonal. Tratándose de un valor positivo, la palabra toleran­
existencia puesto que no me es posible ver ni conocer todas cia ha sido mal escogida. (La conservamos por costumbre).
las cosas del mundo sino por mediación de ella. La verdad No se trata de tolerar un error, lo cual sería absurdo; se
reside en mí, es completamente espontánea, no racional, trata de descubrir la verdad en el error ajeno y el error
puesto que la actividad de la razón es imposible sin ella. en la verdad d e uno mismo, lo que implica la más elevada
La verdad es completamente subjetiva pornue existe sola­ capacidad de razón.
mente en mí. N i fija ni estable, se transforma diariamente Según la opinión de todos los teóricos anarquistas, se
com o m i propio cuerpo, sujeto también a transformación per­ trata d e conseguir un máximo de justicia social a cambio
manente. Lio que el año pasado me parecía verdadero, hoy d e un máximo de intercambio mutuo entre los individuos
me parece erróneo y pernicioso. Mañana será todavía di­ y los grupos sociales. Filósofos modernos com o Karl Jaspers
ferente, y cuando muera, esta verdad dejará de existir tam­ y Martín Buber afirman análogamente que por un máximo
bién. La medida varía d e individuo a individuo. La verdad de comunicación entre las ideas personales se llega a un
de unos es el error d e los otros. N o llegamos a ponernos de máximo d e verdad. Ambas afirmaciones dicen en el fondo
acuerdo sobre las más simples cuestiones. Nadie es capaz la misma cosa. El intercambio material no tiene ninguna
d e prescindir d e su subjetividad para descubrir y determi­ relación con la justicia si no expresa al mismo tiempo un
nar la verdad objetiva llamada a unificar el mundo. Algu­ valor espiritual, pues al mismo tiempo el espíritu no existe
nos hombres creen, o pretenden, tener la verdad objetiva en separado de lo material. El intercambio económ ico que no
su mano. Son los enemigos de la libertad porque falsean es mutualismo espiritual es simple mercadeo. La comunica­
su verdad subjetiva y personal en verdad objetiva y abso­ ción espiritual que no comporta frutos económicos y socia­
luta. Mediante este error o superchería llegan algunas ve­ les es simple charlatanería.
ces a unificar una parte del mundo, es decir, por la tiranía. Ambas afirmaciones expresan que en nuestro movedizo
Niego, pues, la existencia d e la verdad objetiva y me mundo la verdad, com o la justicia, se hallan frecuentemente
veo debatiéndome en un dédalo d e contradicciones. Hablan­ en equívoco. Se trata d e caminos a seguir que dejan de
d o del error o de la superchería d e quien falsea su verdad existir en el momento en que se creen perfectos. Ante la
subjetiva presupongo la medida de la verdad absoluta. Lo verdad final la libertad carecería de sentido.

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CENIT 807

LOS LIM ITES DE LA TOLERANCIA métodos de combate. Siendo así que la resistencia pasiva
conlleva la posibilidad de recuperar la comunicación per­
dida. La violencia activa excluye esta posibilidad. Cuando
¿Habrá, pues, que imitar a Poncio Pilatos, abdicando por
hay violencia cada cual se repliega hacia sus mezquinas
tolerancia ante el crimen y la injusticia? Contesto que Pi­
ideas, modificadas o falsificadas de más en más por el ex­
latos fué tolerante por indiferencia y su tolerancia tuvo
clusivismo y el uso de la violencia misma.
loda la apariencia de un interés. Del mismo modo la in­
tolerancia por debilidad marcha acorde con el fortalecimien­ Para hacer más comprensivo lo que entiendo por límite
to .del Poder. comunicativo recurriré al ejemplo límite visible para todo
el mundo.
Quien es tolerante en nombre de la verdad suprema, por
necesidad de comunicación, tropezará en el límite máximo La relación entre el sedicente hombre normal y el en­
del cual la comunicación le será imposible. La justicia re­ fermo mental se caracteriza por una ausencia completa de
clama comunicación y tolerancia, pero invita también a la comunicación enlre amigos. El loco cree en la realidad de
su mundo con la misma firmeza que cree el hombre normal
lucha. El mismo espíritu de tolerancia, no siendo d e indi­
en la realidad del suyo. Entre ellos no hay discusión po­
ferencia y de debilidad, reclama el combate contra la into­
sible. N o se hablan salvo por medio del lenguaje d e la
lerancia y establece así su propio límite.
diplomacia médica. Hoy no se condena a la hoguera a los
Tratándose de leyes dogmáticas, fijar el limite sería des­
conocer el problema. D e hacerlo así, se desvalorizaría com­ enfermos mentales com o poseídos del diablo. Aislados tras
pletamente. La tolerancia positiva cesa con la comunica­ los muros del manicomio se le trata lo más humanamente
ción espiritual. La comunicación no se deja violentar en sí pos'ble. Obvio los casos, todavía numerosos, en que a tales
misma ni acepta la imposición de los demás. Al igual que enfermos se les maltrata bruta] e inútilmente.
el amor y la genialidad artística, la comunicación representa Falta de comunicación, la tolerancia recíproca no existe.
un don .de gracia. Pero la gracia favorece solamente a quie­ Si los locos se unieran entre ellos y fuesen lo suficiente nu­
nes se esfuerzan en obtenerla. merosos para enfrentarse con los hombres normales, se pro­
Hablándose y comprendiéndose, aun en la contradicción, ducirá la guerra más despiadada. Pero aun en el caso de
nadie se mata. D onde cesa la comunicación no se habla mi ejemplo, en que la coriina de hierro parece infranquea­
sino el lenguaje mentiroso de la diplomacia. La tolerancia, ble, existen pioneros que trabajan en pos de la comunica­
entonces, no existe ya; la lucha comienza salvo en el caso ción perdida. Una psicóloga suiza ha probado recientemen­
te que esto es posible en principio. Se puso en comunica­
de que medie la indiferencia y la debilidad. Si la justicia
ción con una joven, a la que afectaba una esquizofrenia
y la tolerancia reclaman' el combate, es criminalmente aten-
ta'orio a la justicia misma rechazar a la ligera una posi­ grave, mediante un lenguaje simbólico. Conseguida la c o ­
bilidad de comunicación; pues en este caso el combate ema­ municación fué posible el tratamiento psíquico que con­
dujo a la cura completa de la paciente.
naría de la aspiración a la verdad y se transformaría en
combate por el poder personal, es decir, por la injusticia. El mundo de los «normales» se halla dividido no por
Este es el caso de todas las revoluciones históricas (1). una cortina de hierro, sino por un número incalculable de
La tolerancia no excluye la defensa sino que modifica sus ellas, de tal suerte que la guerra amenaza por todas par­
tes. La enfermedad que continuamente las construye y las
fortifica por todas partes es el pensamiento totalitario. Este
<1) Alguien podría sacar la consecuencia de que los pensamiento se expresa mediante ideolog'as muy deferentes
delegados dem ocráticos de la U.N.E.S.C.O. tendrían ra­ entre sí. Se éncubre con la máscara religiosa o científica,
zón al aceptar a les delegados de España para «dar», com o conservadora o revolucionaria. Su ra'z espiritual es siem­
se dice, «una oportunidad a Franco». A ello replico que pre la misma: objetivación de la verdad subjetiva, y, en
si la U.N.E.S.C.O. fuese verdaderamente una institución lógica consecuencia, rechazo de la comunicación y de la
de cultura, es decir, de verdadera com unicación recíproca,
tolerancia.
estaría de acuerdo con la participación en aquel orga­
nismo de cuantos lo deseasen. Bienvenidos los delegados Si el anarquismo tiene hoy una razón de existencia, no
de Franco al seno de la sociedad. Se hablaría con toda puede ser otra que la d e figurar com o vanguardia de una
franqueza de la libertad y de la cultura, obligándoles a corriente libertaria en el sentido más lógico de la palabra.
rendir cuentas. Al día siguiente se verían obligados a Lo más importante es combatir la raíz del totalitarismo en
retirarse de ese tribunal del espíritu o, por el contraria, uno mismo y en las propias filas. Bajo estas condiciones
a hacer dim itir a Franco. P ero en realidad la TJ.N.E.S. será posible ampliar la irradiación del mulualismo y de la
C.O. es muy otra cosa. Es una asamblea política en donde tolerancia, aunque esta tarea parezca más difícil que la cura
se habla e l . lenguaje mentiroso de la diplomacia. No
de un esquizofrénico.
importa que al lado de los delegados de Checoeslovaquia,
de Pollonia y de Yugoeslavia figuren los representantes
franquistas. H . K O E C H L IN

NUESTRA S E C C IO N LITERARIA
“ £ c i c iM d a la á
Se insertarán en esta sección mensual lite ra ria críticas sobre aquellas obras que vayan a p a -

ciendo, escritas en los idiomas corrientes o trad u cid as, d e las cuales hagan lle g a r los autores

o editores, dos ejem plares gratuitos a la R edacción d e C E N IT , 4 , rué B e lfo rt, Toulouse ( H . - G . )

Ayuntamiento de Madrid
LA R A Z O N D E ESTADO,
EL SACRIFICIO EPICO
Y LA REACCION SENTIMENTAL

el m om ento de escribir estas líneas, testatarios se distinguen más bien por su hostilidad
le n o interponerse la acción de gracia hacia esta doctrina y h acia el partido que la repre­
leí actual presidente de los EE. UU. o senta No im porta, su protesta se produce co n com ­
le n o aceptar com o buena tal hipoté­ pleta despreocupación, lim pia de tod a pasión polí­
tica decisión el presidente de tur- tica. Y a pesar de la intoxicación m oral que afecta
10, general Eisenhower, dentro de bre- actualm ente al pueblo norteam ericano, a pesar de
•es días, los esposos Rosenberg, acúsa­ su predisposición con tra las actividades comunistas,
los de entrega de secretos de Estado a y .pese a la inoportuna m escolanza de las gentes de
ina nación extranjera, serán ejecuta­ partido en el m ovim iento de protesta*, está, lejos de
dos p or el procedim iento de la silla amainar, aumenta.
eléctrica. Cuando vean la luz estas líneas estará ya echada
Alrededor del ca so Rosenberg se h a suscitado un la suerte para los Rosenberg. La ejecución, fijada
m ovim iento de opinión que recuerda el que se p ro­ por el juez Kaufm an para el 14 de enero, sólo puede
d ujo entorno a los mártires de C hicago y a los anar­ ser postergada mediante recurso o apelación de los
quistas Sacco y Vanzetti. El Estado norteam ericano condenados a la gracia de Truman. No querrá éste
se m ostró entonces implacable, de una rigidez in ­ poner un broche negro a su gestión y pasará la pa­
humana, a pesar de que en aquella protesta, de ver­ peleta a Eisenhower. Pero estam os convencidos de
dadera resonancia internacional, ni intervenían ni que pedida esta gracia a todo el pueblo de los Esta­
mezclábanse factores d e partidismo sospechoso, ni dos Unidos, mediante plebiscito público, y de tener
se hizo arma política, cual ocurre en la actuali­ que pronunciarse cada ciudadano en presencia de
dad. las victim as propiciatorias, la perm utación de pena
Acabamos de aludir a la intervención d el com u ­ sería otorgada plenamente.
nism o internacional, que queriendo olvidar las b o­ Al hom bre le es fácil m atar poseído por el furor
chornosas circunstancias del reciente proceso de o bajo estado psicológico de pánico colectivo. Los
Praga, y de otros procesos anteriores y posteriores pánicos colectivos m ás característicos son las revo­
recurre a su poderosa m áquina de agitación en f a ­ luciones y la misma guerra. El tem or a ser aplas­
vor de los condenados de hoy. tado por el enemigo genera el propio furor ofensivo.
La sola tom a de posiciones p or el com unismo, en Pero hemtos tenido que inventar la razón de Estado,
éste o en cualquier proceso del que pueda depender que es la irresponsabilidad encubierta en el fuero de
la vida de un ciudadano, es casi una garantía de que una deidad abstracta, para asesinar en frío, a plazo
el condenado está irremisiblemente perdido. Los co ­ fijo o dilatorio, con apocam iento flem ático, refinado.
munistas lo saben, pero en este ca so la vida de un Pero con todo y haber inventado la razón de Esta­
hom bre im porta o o co o nada; lo im portante es el do para tranquilizar nuestra acusadora conciencia,
m ártir en tanto que levadura de ferm entación publi­ y a pesar de la farragosa dialéctica co n que se p r o ­
citaria. tege y pertrecha aquella p ara la tarea de m a tar en
Pero en la cam paña desencadenada en favor de frío, n o se ha podido vencer la repugnancia que
los esposos Rosenberg intervienen sectores no c o ­ inspira el oficio, directo o indirecto, de verdugo.
munistas, sin fines sospechosos de ninguna clase; La misma legislación capital, en los países donde
personalidades religiosas de varias creencias y co n ­ afortunadam ente n o se ha caído todavía en el paro­
gregaciones e influyentes sectores de la Prensa de xism o totalitario, es cada día m ás com pleja; diversos
gran circulación; hombres liberales obedientes o in­ y cada vez más com plicados los trámites a rellenar
dependientes de los partidos; los incuestionables hu­ entre la sentencia m áxim a y la ejecución definitiva.
manistas (les sabios Einstein y Urey) y también los E l reo cuenta con una serie de recursos p ara dila­
anarquistas. A todos estos n o íes guía ningún propó­ tar la ejecución. Y en el ánim o de los jueces ¡pesa
sito oportunista, ni doble intención, táctica o estra­ tanto o más que los fríos considerandos de la ley,
tégica. las poderosas reacciones sentim entales de la opinión
Al parecer, la pieza acusatoria más convincente pública.
de la culpabilidad de los Rosenberg es su filiación o Las letras universales nos han fam iliarizado con
simpatía al com unism o, infinidad de entre los pro- algunos m otivos apologéticos del sacrificio épico.

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CENIT 809

Guzmán el Bueno ofrece su p ropio puñal al asesino misma especie. Este sentim iento será m ucho más
de su hijo. P or encim a d e la vida de éste parece es­ fuerte que las razones que pretenden ahogarle. La
tar la palabra dada a su rey y el n o rendir a Tarifa. sugestión dialéctica más sutil quebrará al querer
R azón de Estado cam uflada con el sacrificio épico. atajar las ferm entaciones producidas en el fondo
El pundonoroso conde Alarcos se ¡hace intérprete, de la conciencia humana. Pretender resolver el pro­
en la sangre de su esposa, de los celos histéricos de blema c o n especulaciones prácticas o filosóficas, es
la su Infanta. Literatos y rom anceros han destaca­ com plicarlo enormem ente. Con la particularidad de
do más o menos el estado de ánim o que poseía a tan que los razonam ientos prácticos pueden conducir a
insignes victim arios en su m om ento épico. La le­ monstruosas teorías y los filosóficos también.
yenda pretende exaltar el deber abstracto, que es Cosas h ay que n o tienen explicación posible. Al
aquí la fidelidad al rey y la pleitesía a la Infanta; m enos desde el punto d e'nuestram entalidad de hoy.
pero inconscientem ente, resulta una revaloración de En el dom in io de los sentim ientos fracasan todos
la vida humana. El deiber abstracto necesita, para los intentos especulativos. La evolución de nuestra
su prestanza, alquilar sus arreos al sacrificado. Tiene mentalidad puede perm itim os un día lejano cam ­
que em pezar por inclinarse ante la magnanimidad biar nuestra lógica standard por una norm a de con ­
de ese sacrificio, cantarlo en coplas, esculpirlo en ducta m ás directam ente acorde co n nuestras emo­
mármoles y bronces. En consecuencia, le es tribu­ ciones y sentimientos, y co n absoluto desprecio de
tario. todo lím ite a la emoción.
E l conde Alarcos estrangula a su fiel esposa con Los anarquistas hem os llegado a la conclusión,
lágrimas en los ojos y el corazón oprimido. «N o en­ desde hace m u ch o tiempo, de que el cam ino m ás di­
gendré h ijo —exclam a Guzmán el Bueno— para que recto para llegar a la libertad es la plena e ilim ita­
fuese con tra m i tierra; antes engendré h ijo a m i da expansión de esta libertad. Aquellos de nuestros
patria para que fuese con tra todos los enemigos de parientes próxim os que paráronse a exam inar los
ella». supuestos peligros del exceso de libertad cayeron
H ay en estos casos una doble exaltación del do­ instantáneamen e del lado opuesto a la libertad.
lor de esposo y de padre, n o un simple y frío expe­ Con el problem a de la pena de m uerte ha ocurri­
diente. Si se sirve a la patria con el m áxim o sacri­ do 10 propio. Las farragosas excepciones con que
ficio, la. ccnsiderac.ón y el sentimiento m ayor quedan se vino condicionando el respeto a la vida humana
autom áticam ente sobreentendidos. Sin esa con side­ exageraron enormem ente los peligros de un respeto
ración máxima, el sacrificio n o alcanzaría categoría a ultranza para caer en la desconsideración más ab­
histórica o anecdótica. La cadena de las generacio­ soluta del valor humano.
nes n o perpetuaría su m em oria, ni la m ism a dialéc­ Todo esto tiene una estrecha relación con el pro­
tica, estatal, erigida en árbitro de vidas y muertes, blema de la paz. Nuestra mentalidad de h oy no
la tomaría com o ejem plo de recto proceder patrió­ concibe, sin dejarse invadir p o r graves inquietudes,
tico. la idea de un desarme universal, y m enos todavía el
Automáticamente, pues, el deber abstracto queda paso que dieron y rectificaron después, algunos paí­
desplazado por el deber congénito. Y este deber co n ­ ses, de licénciam iento del propio ejército. Aún con
dena irrem isiblem ente en nombre de la sacrosanta este ejem plo, y el progreso material y cívico consi­
inviolabilidad de la vida hum ana los gestos de Guz- guiente, n o se logró desvanecer la preocupación por
m án el Bueno y d el conde Alarcos, empequeñe­ lo que podrían h acer o d ejar de hacer los dem ás Es­
ciendo estos gestos. tados al am paro de la propia renuncia al militaris­
Transportada la cuestión a nuestros días, puede mo. No se concede tanta im portancia a las conse­
afirmarse que sólo los deficientes mentales son ca ­ cuencias d e la tesis contraria; a que una situación
paces de firm ar una sentencia de muerte c o n pulso de reanme permanente n o evita tam poco la guerra
firme. El juez K aufm an está muy lejos de ser este sino que la precipita b a jo condiciones más m on s­
hombre. Contra su aparente convicción de serlo es­ truosas.
tán sus palabras, sus repetidas declaraciones a los El problema, desde todos los ángulos, es piás una
reporteros de la Prensa, locuacidad harto sospecho­ cuestión de mentalidad que de lógica. Y nuestra ló­
sa en un juez. gica es fru to de nuestra mentalidad. Por razones de
H asta los servicios de Inform ación de la em baja­ mentalidad n o creemos en el bien p or el bien m is­
da norteam ericana en París creyéronse en el deber m o; en la libertad p o r la misma libertad, ni en la
de publicar un docum ento resumiendo las principa­ bondad hum ana por la abnegación. Aunque opera­
les declaraciones, señalando la regularidad del pro­ ción lógica también sería com parar, sin prejuicios
ceso y la observación de las reglas del procedimiento. de ninguna clase, ambos extrem os. Pues resultaría
C uando se está plenam ente convencido del cum­ que la pena d e muerte m ata al espía pero n o el es­
plim iento de un deber m oral n o se dan, a cuento o pionaje; que la autoridad más benévola n o establece
no, tantas explicaciones. Los gestos de Guzmán el la libertad sino su asfixia; que las guerras más «vic­
Bueno y del conde Alarcos estarían en el mismo toriosas» n o ganan la paz sino que la com prom eten.
caso. Si el deber abstracto es lo positivo, huelga tan­ Pero esta com prensión lógica queda abrumada por la
to dram atism o sobre la índole del sacrificio. El del mentalidad de quienes n o consienten en dar el ejem ­
h ijo y el de la esposa serían apenas dignos de men­ plo sin parar mientes en lo que puedan hacer los
ción. En el caso contrario —que es lo histórico o demás. La mentalidad oficial, ocupada constante­
anecdótico— h ay que admitir que el deber abstrac­ mente en los graves negocios de Estado, no está por
to queda-diluido en su propia abstracción. encima, sino m ás bien por debajo de la correspon­
Hay un sentim iento difuso con tra la pena de diente al ciudadano medio. Am ar las cosas por lo
muerte. Este sentim iento adquiere la m áxim a expre­ que estas representan; subordinarlo todo al princi­
sión al m argen de la embriaguez o locura colectiva pio de nuestra personalidad y dignidad, sería hacer
P or m uchos y graves que sean los cargos contra el camino, quemar las etapas de nuestra evolución
acusado, al dictarse la sentencia que ha de iponer mental.
fin a una vida, se produce instantáneam ente una
com penetración solidaria entre los individuos de la José P E IR A T S

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la yida cnfl h im n & a La Lib e rta d :
X l € S L IB K C S ^ -

1 1

\ violencia n o h a podido nunca impedir de Claes, que será llam ado un día Ulenspiegel. En­
al pensam iento rebelde exponer una ver­ gendrado por Carlos V, Felipe se convertirá en ver­
dad y proclam ar la libertad. Siempre que dugo de nuestro país. Ulenspiegel será gran doctor
en el curso de la historia hum ana se ha en 'burlas alegres y locuras juveniles, pero tendrá
propuesto la fuerza brutal y liberticida buen corazón y por padre a Claes, ilustre p eón de
ahogar la libre m anifestación del pensa­ albañil que sabe ganar el pan con bravura y hones­
miento, éste ha encontrado nueva form a tidad. Carlos em perador y Felipe rey, sem brarán ei
para m ejor convertirse en sangre fecunda m al con batallas, vejaciones y otros crímenes. Claes,
_________ del pueblo. Y cuando para m ejor frus­ trabajador cotidiano, vivirá de acuerdo con la jus­
trarle en el cerebro de m uchos pensadores resol­ ticia, en el respecto a la ley. riendo siempre en vez
vióse decapitar a éstos o cuando creyóse poder de quejarse por la ruda fatiga. Será el m odelo de la
ahogarlo en los labios de sus expositores ahorcán­ Flandes laboriosa. Ulenspiegel, siem pre joven, in ­
dolos, el pensam iento ne cesó nunca de vivir, no m ortal, recorrerá el m undo sin detenerse en ningu­
cesa en su acción revolucionaria y emerge más de­ n a parte. Y será a un tiemipo campesino, noble, pin ­
moledor que nunca. Algunas veces buscará form as tor, escultor. Y andará por el m undo loando la bon­
indirectas de expansión, no por indirectas menos dad y la belleza, y burlándose a sus anchas de la
eficaces, y conseguirá, m ás o m enos tarde, romper estupidez humana. Claes es tu coraje, noble pueblo
las cadenas de la tiranía. de Flandes. Soerkin es tu valerosa madre. Ulens­
Este su esfuerzo p a ra perm anecer vivo y fecundo piegel es tu espíritu. Una preciosa cuan gentil rapa­
lo veremos muy claram ente en algunas obras maes­ za, com pañera de Ulenspiegel, e inm ortal co m o él.
tras de la literatura mundial que. .perdurando a tra­ será tu corazón. Y el obeso Lamme G oedzac será
vés de las reacciones despóticas, llegaron h asta n o­ tu estómago. E n las alturas están los devoradores
sotros para fecundarnos con sus enseñanzas. Ejem­ dé pueblos; abajo, las víctimas. Arriba los zánganos;
plo de ello es la obra de Rabelais. gran pensado r debajo las laboriosas abejas.»
nue pedem os situar entre los precursores del pensa­ ¿P ero qué es y qué significa Ulenspiegel? El espí­
m iento libertario, y la de Cario De Coster (1827- ritu de libertad levantándose contra la tiranía.
1879), autor de una obra verdaderamente maestra, En las narraciones de la Edad Media aparece, m e­
su «Leyenda y aventuras de Thyl Ulenspiegel y de dio auténtico y medio legendario, un tipo de vaga­
Lamime Gcedzak en el país de Flandes», verdadero bundo germ ano que se burla de todo, que n o tran­
poem a en prosa lleno de amores, de aspiración a la sige co n ninguna autoridad. Es con ocido por Thyl
libertad y a la justicia y de rebelión con tra todos Ulenspiegel (espejo del b u h o).‘G erm ano o flam enco,
los tiranos. este tipo es la .personificación característica del es­
De Coster ha querido crear con el protagonista píritu popular insumiso a la autoridad.
de esta obra, Thyl, la antítesis de Felipe II; oponer Abundan las obras, más o menos anónim as, ins­
la alegría y la libertad a la tiranía y a la miseria. piradas en este tipo refractario. Aunque imbuido de
De ahí que el h ijo del carbonario sea sereno, abier­ características medievales, es el anim ador eterno
to, sincero, bueno, m ientras que tétrico, taciturno, del espíritu de justicia. Este sentido profundam ente
despótico y cruel el Absburgo español. Y mientras libertario le convierte en el revolucionario de todos
que el raterillo de Lamme crece en m edio de la ale­ los tiempos. Cario De Coster h a sabido elevarlo a
gre malicia, el h ijo de Carlos V vegetará en la m e­ la categoría de tipo preciso y diáfano, igual que hi­
lancolía. El prim ero amará la luz y la libertad, el zo Rabelais con su Gargantúa; y de la befa y la sá­
segundo preferirá las tinieblas, exaltándolas, com o tira ha sabido hacer otras tantas armas liberatrices
el Franco de hoy, cual emblema de hosca tiranía. que sumieron a la vez en ei ridículo a todos los ti­
E n una página verdaderamente maestra, en la ranos.
que se encontrará la síntesis y la esencia de su obra. Nace De Coster, com o su sim pático protagonista,
De Coster describe el nacim iento de dos niños: el en M on aco de Baviera, en agosto de 1827. Sus padres
que será un tiran o feroz y el futuro hom bre libre, son belgas y m uy religiosos, y hubieran querido en­
el rebelde a teda tiranía: cauzar al h ijo por los senderos eclesiásticos. Estas
«D os niños h an nacido, uno en España, que es el esperanzas n o fueron de larga duración. Pron to se
infante Felipe, y el otro en el país de Flandes, h ijo convencieron los padres de que el espíritu inquieto

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CENIT 811

del hijo, nada afecto a la religión, su am or a la li­ la ventana. Y com o Thyl n o cesaba de dar saltos,
bertad y a la justicia, n o podían hacer de él un buen Claes le p u so pesadamente una m ano sobre la es­
cura. Libre y batallador, se siente éste atraído por palda:
la causa contra la miseria y el sufrim iento. La liber­ —Préndelo, mételo en jaula y hazlo cantar para
tad y la justicia n o son cosas abstractas para él. Son ti. Y yo tam bién te encerraré entre barrotes de hie­
más bien las solas concretas que iunto con la ale­ rro y te obligaré 3 cantar. Te gusta correr y n o p o ­
gría de vivir ayudan a los hom bres contra la opre­ dras hacerlo más. Estarás a la sombra cuando haga
sión política y la esclavitud éconóm ica, haciéndoles frío y al sol cuando haga calor. Después, un dom in­
mejores. E irá a la lucha sin miedo, resueltamente go, saldremos de casa olvidándonos de darte de co ­
y sabe de coro lo que el am igo de Thyl, Lamme,’ mer y estaremos ausentes hasta el jueves. De re­
exclama continuam ente: «Bien veo Que peligramos greso encontrarem os a T h yl m uerto de ham bre v
entre la cuerda, la rueda y la hoguera, la muerte ya seco.
por ham bre o sed, sin ningún reposo ni esperanza, Soerkin, la madre, lloraba. Thyl, conm ovido, bajó
y cuento con delgada, piel, vulnerable al mínimo de la mesa.
golpe de daga.» — ¿Q ué haces?
Esta expresión puede parecer un lamento, pero a —A brir la ventana para que vuele el pájaro.
ta protesta de Thyl, que| pide se le d eje solo en la El verderol lanzóse com o una flecha h acia el espa­
lucha, él, que tiene tantas razones para seguir com ­ cio libre. Posóse sobre un peral y, desde allí, co n su
batiendo, Lamme, erguiéndose fiero, exclam ará con idioma de pájaro, lanzó mil invectivas con tra el pe­
resignada firmeza: «¡P uesto que es necesario anda­ queño T hyl.»
ré b ajo la lluvia de balas, en m edio de las espadas Es este un pequeño episodio que se pierde en el
de cara a esos sucios soldados que beben sangre co­ vasto m ar de episodios de esta gran obra. En éste,
m o lobos! Y si un día caigo ensangrentado a tus Thyl aprende de sus padres. Es un grano de sal de
pies, herido de muerte, entiérrame; y si ves a m i que tan sazonada se halla toda la obra del gran
m ujer dile que he m uerto porque 110 pude ser am a­ escritor belga, obra inspirada en el más puro espí­
do por nadie en este m undo.» ritu libertario.
Con su libro «L a leyenda de Ulenspiegel», De Cos-
Aunque la lucha que llevan a ca b o los protago­
ter ha querido entonar un him no a la vida y a los
nistas es sangrienta y abundan las hogueras, n o es
com batientes p or la libertad; el h im no que entona­
este un libro tétrico y deprimente. T odo lo con tra­
ra Claes, padre de Thyl, sacrificado en la hoguera:
rio, abre el corazón y la mente a la esperanza. La
«H ijo mío, n o prives nunca a ninguna criatura, sea
hombre o bestia, de la libertad, que es el más gran­ nota burlesca rozando la tragedia de los aconteci­
mientos y la tristeza de ,los hom bres hace m ás hu­
de bien de este m undo. D eja que busque el sol quien
manas estas páginas en que se cantan las luchas
tiene frío y la sombra quien sienta calor.»
del pensam iento libre del pueblo de Flandes un
El bien de la libertad es el bien supremo. Thyl lo pueblo que n o quiere ser atropellado, dispuesto a de­
h a aprendido de pequeño com o todo niño debiera fender las viejas lib e rta d e s ^ a com batir por otras
aprenderlo:
nuevas. Un pueblo erguido contra el tirano Felipe
«U n día de clara y fresca primavera, cuando la
II y su representante en nefandas proezas: el Duque
tierra es todo amor, Soerkin discurría cerca de la
de Alba. Actualmente, estos nombres podrían ser
ventana y Claes canturreaba cualquier «ritornello»
muy bien sustituidos por otros nombres y la subs­
El pequeño T hyl divertíase cubriendo la cabeza de
tancia del libro perm anecería invariable.
su perro con un birrete de juez. El can agitaba la
pata com o queriendo expresar cualquier juicio pero De Coster ha escrito tam bién otros libros. Entre
realmente p ara desembarazarse de aquel objeto fas­ ellos, «Légendes flam andes» y «Contes B raham on»
tidioso. Súbitamente, T h yl cierra la ventana y em­ Pero la «Leyenda de Ulenspiegel». definida p o r al­
pieza corcovear por la estancia, o r a saltando sobre guien com o «evangelio de los humildes y oprim i­
una silla, ora sobre la mesa, extendiendo ahora los dos», es su obra maestra. H ablaron con gran adm i­
brazos hacia el artesonado. Soerkin y Claes sé dan ración de esta obra, elogiándola com o verdadera
pronto cuenta de las intenciones de Thyl, que no obra maestra de la literatura universal, el poeta bel­
son otras que atrapar un pajarillo, quien trémulas ga Emilio Verhaeren y e l escritor Camille Lemmo-
nier.
Jas alas, temblando de miedo, yace arrinconado en
un ángulo del artesón. Thyl quiere atraparle a toda Es el libro de todos los héroes que se levantaron
costa cuando Claes le reprende con viveza" en todos los siglos y en todos los países por la liber
— ¿P or qué saltas así? tad de todos.
—Para cogerlo, m eterlo en jaula, alimentarlo con
grano y hacerle cantar para mí. (Traducción de J- Peirats.)
Entretanto el pájaro revoloteaba por la estancia
chocando con su débil cabecita contra los vidrios de U g o F E D E LI

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Y E E M E E E
a & L c u c a n l o d e i c i á v u c i l l c z

co n la presteza de los primeros planos cinemáticos.


r 0i N una conferencia que les dió a los es­ Ciertamente, se h a creado una psicosis de novedad
tudiantes de arte, en W estm m ster m a­ y celeridad en el vivir actual. Pero aun y con todo
nifestaba Oscar Wilde: «T odos los cua­ el ser así, frecuentem ente podem os notar com o ei
dros que n o os hacen exclam ar de in­ hom bre de la ciudad, independientemente de la es­
mediato: ¡Qué hermoso!, son malos fera social en que se desenvuelve, busca un rem anso
cuadros». Y agregaba: «U n cuadro no de paz: la calma de la natura. Anhela tonificar e
- » tiene más significado que su belleza, espíritu con la sedante, co n ia o c c p d o r a s c r e n id a d
í\2 ningún mensaje fuera de su goce. Esta de los campos. Incluso para el intelectual, que en
es la primera verdad acerca del arte, razón de sus ocupaciones, se desenvuelve e n el am­
que nunca debéis perder de vista». Hay biente literario y artístico, y que el estar a la page
un nasaie en una de las obras más representativas le h ace familiarizarse con cuanto en pos de origi­
de Emilio Zola, « L’Assomoir », donde el m aestro nalidad degenera en la extravagancia, busca en mu­
del naturalism o en la novela consigue m ostrar co ­ chos casos un retorno a las fuentes .puras en las
m o se puede reflejar, de un m odo admirable el in­ letras y las artes. Un cierto cansancio se d e j a sentí,
flu jo del arte en la sensibilidad de las gentes. Se cuando se ha constatado la vacuidad de muchas co ­
describe una com id a de bodas, en un ambiente de sas que han sido ofrecidas com o novedad. Por ello
trabajíKlores parisinos, de fines del siglo pasado^ se vuefve a ese arte de ayer y de hoy; ese arte que
Elementos de un fon d o sencillo, con pocas luces y lo será también de m añana si, com o es de cree ,
más predisposición a los goces materiales y a la el buen gusto el sen tid o'de lo bello subsisten en el
francachela que a la expansión espiritual. Trass el S n d o de! ser humano. De ahí el valor perenne del
opíparo festín y una bullanguera sobremesa, el es­
arte de Vermeer.
tóm ago satisfecho con los manjares, vinos y
deciden salir a recrear la mirada y estirar las pier­ En 1675 fallecía en Delfd, una .pequeña ciudad h o ­
nas. El día se muestra feo; ese tiempo 1«v ern a l d , landesa el pintor Vermeer, que durante su e s e n ­
París- húmedo, neblinoso, desapacible. Alguien ha cia logró gozar de cierta- notoriedad, sin qi¿e ella
nroDuesto ir a visitar un museo, ya que la t 6mPe- lle g a rl a ser tanta com o p a ra perm itirle v m r d e
ratura es poco apropiada para pasear por el Bosque sus propias obras. No fué mimado de ningún M ece­
de Bolonia, o deambular por los bulevares. Y en a l. nas T d e potentados, com o lo fueron Rafael, Ve-
gre caravana se dirigen todos al Museo del lñzmiez El Greco, y tantos otrcs De ahí que para
Y contem plando las portentosas o b r a s de los mas subvenir a las propias necesidades y a las de u n »
eminentes maestros de la pintura, aquellos R is it a - rn ¡morosa familia, tuviera que dedicarse a com er­
tes de costumbres prosaicas, de instrucción elemen­ ciante de cuadros; falleciendo a la prematura edad
tal, sienten la fascinación del arte que s e adentr i de 43 años, dejando el menguado rastro del ^om b
en su sensibilidad. Y el sortilegio de la beH ezales h a sido hien poco favorecido por la fortuna.
P a s a f c n los años. Cerca de dos siglos transcurrie­
infunde depurados sentimientos, bien^e J°sfi^ ‘ ron sin que nadie se ocupara de la obra del pintor
bacanado m odo de ser que en su vivir cotidiano les
es característico. Es ese el m ila g r o del arte al que
artistas, poetas y h asta pensadores han h ech o alu
sión tantas veces, el hechizo de t e belleza, efecto le
sugestión oue se adentra en el animo. s m s iiis s s f -
^ nuevo e n las galerías de arte, en revistas de
pintura, y en recién editadas m onografías, se hac
alusión a Jan Vermeer ^ Delft. S e h a sacado a co­
í-ss S 3 3 ?adeiS S £ 5 £ S S £ ? £ j
lación el criterio que en torn o al gran pintor no
landés m anifestaron artistas ^ { e¿ e°ry “
Gauguin y Van Gogh; poetas com o Paul Vaiery v S S fó ar:
escritores com o Marcel Proust y Andre Gide. Di tista olvidado.
ríase a u e ’ efecto de contraste en tiem po y circuns­ Poco es lo que se sabe con respecto a la vida e
ta n cia s se atraviesan ciertos períodos en los que se W ermeer. No son muchos los cuadros que d
fiia una m ayor atención en el que fué discípulo d ncnocen unas cuarenta obras, repai tidas en cnver
Rem brandt sin que, .por otra parte, se atuviera en S K y colecciones particulares. Tardía le He­
un todo a los preceptos característicos en el autor l ó In fa m a a Vermeer. Promentm, en su obra «Los
^ «T a Lección de Anatom ía». Epoca de transición
la nuestra el pensam iento, lo que, com o d in a Nietzs-
che! constituye «ta b la .d e valores*^experim enta la
S K .lá sa f? Sfc&KTS SS3 5 .
n-pitarión febril de la incertidum bre. En artes y eu
ciencias las novedades diríase que se superponen
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C E N IT 8 13

de Rembrandt. No obstante, en su «F ilosofía del tez del placer espiritual que les depara la harm o­
Arte», d ijo que Verm eer merecía ser citado entre nía. P or la perfección del dibujo, p or la suavidad
los pintores de «talento original». Pero, al reparar y elegancia de tonos en su colorido, p or la simpli­
la poca atención que se había concedido a su obra, cidad de las escenas, por el halo de franca, de am a- *
por .parte de artistas y «am ateurs», se tuvo para ble sencillez que de ellas se desprende, la m irada se
con sus cuadros tal apasionam iento que ello expli­ deleita en su contem plación. Uno queda absorto, de­
ca, com o dice G astón Diehl, que las obras de un jando fluir todo un cúmulo de ideas que diríase em ­
excelente falsificador, Van Meegeren, fuesen aco­ palman con el m undo ambiental y con los estados
gidas con verdadero entusiasmo, adquiriéndolas a apacibles de sensibilidad que el genio del artista ha
precios exorbitantes, a título de auténticos Ver­ conseguido inspirar. Y ahí está el m érito del hom ­
meer, durante los años 1938 á 1945, hasta el mom en­ bre capaz de captar la belleza y transm itirla a sus
to que quedó descubierta la superchería, prom ovién­ semejantes. Un arte com o el de Vermeer tiene ca ­
dose el escándalo consiguiente. lidad perdurable. De él ha escrito Vanzype: «Su arte
Vermeer vivió en una época en que desarrollaban es simbolista y realista a la par. La realidad y el
en la escuela holandesa, pintores tan renombrados ensueño se unen en un lazo íntimo, dando una im a­
com o Rembrandt, quien se hallaba en su apogeo. gen sintética y depurada de la vida ».
Franc Hals, Van Ostade, y otros de m enor relieve. Sería grato poder reproducir, a la par de estas lí­
Casi todcs ellos, poco a poco, llegaron, con sus obras, neas, que tan sólo pueden dar una idea im perfecta
a eclipsar al maestro de Delft, hasta que, al correr del arte de Vermeer. sus obras más representativas.
del tiempo, Vermeer alcanzó aprecio y considera­ Por eiemplo: el cuadro «L a Callejuela», es un breve
ción com parables a los que ha venido gozando el tram o de calle co n casas de fachadas de ladrillo ro­
más representativo de todos los pintores de la es­ jizo, y techo en punta, co m o triángulo agudo; unas
cuela holandesa, el genial Rembrandt, sin que la mujeres, con blanca toca holandesa y anchas sayas
obra del uno, a juicio de los críticos, guarde relación oscuras, se ocupan en labores domésticas; una cose,
con la del otro. El ilustre autor de «L a R on da de sentada y recostada en un portal; en el patizuelo de
Noche», representa la fuerza esplendente, el vigor otra vivienda h ay otra que lava. Es el trabajo co ti­
creador, la m aestría en el claroscuro. Fastuoso, arro­ diano del hogar, necesario, sencillo y reposado. La
gante en sus numerosos autorretratos, o en los de «V ista de D elft», destaca en un primer plano las
su esposa Saskia; envueltos en un lujo rebuscado, aguas quietas de un canal; barcas amarradas a am­
pero siempre seguro d e su pincel. Genial incluso en bos lados, y en el fon d o la ciudad: una muralla, t o
los m om entos de apuro; muerta la amada y acribi­ rres de edificios públicos, corporaciones, etc. Unos
llado de deudas... Otros, com o Ostade, o Franc Hals, hombres y mujeres conversan a orillas del canal.
acusan un m arcado sensualismo; se com placen en La vida transcurre apacible, com o esas aguas quietas
esas escenas de taberna, o en esas kermesas donde que destacan en el cuadro. En «L a M ujer que lee»,
tiene rienda suelta el exacerbado placer de los sen­ «M ujer que escribe una carta», «U na joven co n un
tidos. Vermeer se aparta de todos ellos en el aspec­ collar de perlas», «M uchacha dorm ida», tienen es­
to de querer dar finalidad a la belleza en sí. No con ­ tas, com o todas las muieres de sus cuadros, un rit­
creta su arte el reflejo anecdótico, la expresión de mo, u n a harm onía que alejan de la mente toda idea
un rasgo histórico o m itológico. Pretende reflejar sensual. U no de los críticos que se han ocupado de
la belleza y la poesía de la vida cotidiana. Ama la la obra de Vermeer ha d ich o que las m ujeres pinta­
musicalidad de un m undo —com o dice Malraux— das por este artista tienen una aureola de pureza
que ninguno de sus contem poráneos adivinó. de la que todo el arte holandés del siglo X V estaba
Pinta Vermeer las cosas ordinarias, los simples desprovisto. Incluso en el cuadro «L a Cortesana»,
utensilios del hogar; mas, en tanto que otros de ello una escena galante de jolgorio, descuella en las fi­
hacen un algo accesorio, sin que el ¡pensamiento guras un algo que aleja toda idea de relajamiento;
fije en cada cosa una mirada estimativa, él da valor incluso en el rostro de la «M ujer de la vida» que
a cuanto le rodea. Crea, con las cosas sencillas de aparece en el cuadro, se percibe una sonrisa de bon­
la vida corriente, el pequeño m undo susceptible de dad, com o traduciendo am istoso y noble afecto, bien
aportar la calm a, la felicidad del cotidiano vivir. lejos de la sórdida m alicia de meretriz. De verda­
Hay también en sus obras la, luminosidad, el goce dera obra m aestra h a sido tildada «La lechera».
de la luz, que permite destacar, en un plano de idén­ Sobre una mesita, cubierta con un tapete, hay un
tica percepción, todos los detalles, todos los objetos. capacillo, dentro del cual asoma un pan; fuera del
Tiene el gusto de los interiores claros, limpios, re­ capacillo, unos trozos de pan, uná tetera, un jarro
coletos. Diríase aue ofrece com o una transfiguración de loza, al que una m ujer vierte la leche de otro
de las cosas corrientes, las cuales, sin perder su p ro­ jarro. Ella es un tipo de holandesa de com plexión
pia esencia, hace que emane de ellas m ás acentua­ robusta, viste con lim pia sencillez. Se halla en una
da, m ás espiritualizada, ia condición que nos los habitación reducida, a la que da claridad-una ven­
hace ser estimables. Se ha dicho que en ningún otro tana. De la pared pendent unas cestas. Todo es sim­
artista está expresado en tal grado el encanto de la ple y hogareño en el cuadro, pero h ay tal m inucio­
vida interior, del recogim ien to.hogareño. sidad y belleza en el detalle, que parece com o si el
No hay en las figuras de Vermeer el gesto o la artista haya querido realzar en la cesta, en el pan,
expresión del alma apasionada; n o m uestran la pre­ en los cacharros, en los vestidos caseros de la mujer,
ocupación clavada en la mente. Dan una sensación en cada uno de los objetos del cuadro, el cariño, el
de serenidad, de nobleza en los sentimientos, de afecto p ara con los anónim os artesanos, que cons­
simpatía. P or ello su arte es optim ista. Diríase que cientes de su com etido elaboran tedas esas cosas
ha querido poner su em peño de artista en espiritua­ tan útiles. Y así, en torno a cada uno de los cuadros
lizar la vida, m ostrando la poesía de las labores do­ de Vermeer, se podría engarzar un com entario, que
mésticas, de los modestos trabajos de artesanía ¡po­ resultaría pálida im presión de lo que cada uno re­
pular; de la música, al pintar bellas figuras fem eni­ presenta y sugiere.
nas pulsando la guitarra o tecleando el clavicordio. Cuando el arte ha conseguido hacer vibrar las fi­
Son mujeres que sonríen embelesadas por la exquisi­ bras de la sensibilidad; cuando sus efectos han

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814 CENIT

cuajado en esos m atices espirituales, susceptibles


ae producir, de despertar la em oción en el individuo nea adm iración puede, consigue en muchos casos,
aunar la sensación de la toelleza co n la percepción
o en una colectividad, puede bien decirse que ha
de la bondad- Se asocia, se enlaza lo belloi con lo
cumplido su com etido. La pintura, com a las demás
bueno, la ética y la estética, com o quería Guyau. Y
m anifestaciones del arte, alcanzan a pulir, a edu­
car la sensibilidad. La sensación de lo que con sti­ es en este sentido que las obras de Vermeer tienen
un alto significado.
tuye la belleza se adueña del espíritu, una espontá­
FO NTAURA

E l hombre libre ante la barbarie totalitaria

EL IflDIWDUO, EL PUEBLO. EL ESTADO


entre las ideologías! Hay que evo- poco contra mí... Sólo los esclavos de una doctrina pre­
car aquí estas palabras de un mago fabricada son intolerantes. Quien ha creado su propio pen­
del pensamiento, d e un gran con­ samiento sabe que ésta está en armonía con su ser, no con
temporáneo de Romain Rolland, me­ otros seres y, com o no exige que nuestros ojos y nariz ten­
nos glorioso que éste com o descono­ gan el mismo color y forma, no me exigirá parodiar su pa­
cido en Francia. Se trata del autor de labra. Amo en él su pensamiento, el suyo, elemento de su
«Les véritables entretiens de Socrate», armonía, y no intento incorporar a mi armonía diferente la
«Les voyages de Psychodore», de «Le más mínima parte de la suya. Mi paz es amor respetuoso...»
Cinquiéme Evangile», de «L a tour
, des Peuples», d e «L e Crim d ’Obéir» y Es bueno respetar sus palabras, d e una sabiduría pro­
a e muchas otras obras literarias o filosóficas, de ese Han fundamente humana. Para los individuos que se tienen
Kyner que fué también un combatiente del Espíritu y que por positivos, prácticss, eficientes, para los «raquins de la
no ha contemporizado nunca con los fomentadores de la gue- réalité», estas palabras expresan el punto de vista de Sirio.
Estos, los hambrientos del poder y de sus apariencias, son
j : 1naciona' ° imperialista, que permaneció siempre
al lado de los humildes y pacíficos y también al lado de más bien seres que no han encontrado todavía su humani­
todos los sabios y benefactores d e la humanidad. dad. Les ofrecemos una vez más, para meditar, esta decla­
En una entrevista que tuve con él en París, en 1930 (re­ ración de Han Ryner: «El más grande bien que pueda in­
latada en el capítulo de mis «Pérégrinations Européennes»), tentar es deshonrar, con la guerra misma, todo lo que es
me explico sonriendo fraternalmente lo que entendía por causa posible de la guerra, en particular los nacionalismos,
cierta frase que escribióme en una de sus cartas: «Quere­ los europe'smos, asiatismos o islamismos (adjuntemos los d og ­
mos la paz, no solamente entre los pueblos y las clases, mas de Ias iglesias y de los partidos políticos), todo lo que
sino también entre las ideologías». Reproduzco sus pala­ me impide fraternizar, en plan d e igualdad, con cual­
bras para hacer justicia a la memoria del precursor de un quier hombre de no importa qué origen, cualquiera que sea
«mundo nuevo» que no proyectó hacia el porvenir com o su ideología...»
un miraje de decepción; encontró las huellas d e este mundo Tras la larga ruta recorrida por Romain Rolland, como
en el pasado, viviéndolo él mism0 en medio de una so­ combatiente intelectual y espiritual a la vez, «cayendo y
ciedad corrompida y huraña, que fustigó en sus «Prostitués», extraviándose, levantándose y reemprendiendo el camino»,
«L e ophinx Rouge», «La Soutane et le Veston», «La sages- ha llegado el momento de ir en peregrinaje a la Meca Roja.
se qui rit» y en innumerables conferencias. Se halla preparado para el gran viaje. A su edad, casi a
«La paz que deseo entre las ideologías— me dijo Han los setenta años, y de salud delicada, gravemente enfermo
Kyner— no es sólo el triunfo de la tolerancia... La toleran- con frecuencia, ingresó en una clínica (com o me escribió)
cía es aún una falsa paz. Es un mínimo que he tratado de para reponerse^ un poco d e sus esfuerzos de tenaz traba­
obtener del intolerante. Pero quiero darle más. Entendá­ jador. En 1935, descendió de su aislamiento alpino para
monos. No transijo con su intolerancia. No transijo sino ver por sus propios ojos a la U.R.S.S., la patria de] prole­
aparentemente con sus opiniones gregarias. M e entrego a tariado que había defendido calurosamente en sus escritos
el, a lo que hay en él de personal, de original, de profundo, contra los detractores, contra su propio Occidente, contra
de ignorado, posiblemente por él mismo, con toda la dis­ una sociedad burguesa demasiado poderosa aún para mo­
creción necesaria para no irritarle, con toda la luz posible, vilizar ejércitos contrarrevolucionarios. Fué huésped de
trato d e despertar en él al hombre único y fraternal que Máximo Gorki, primer oudernik, su gran camarada, al que
destruirá al francés y al alemán, al europeo o al americano, tendió la mano, hace cuatro lustros, en vísperas d e la re-
al catolico o al budista... Cuando piense por sí mismo, no volución rusa.
pensará como y o (afortunadamente), pero no pensará tam­
Podemos imaginamos cóm o fué recibido allí. Contaba con

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 815

numerosos amigos y admiradores (1). «Son numerosos», es­ funda convicción de que el solo progreso positivo del mun­
cribió en una carta que hemos reproducido en otro capítulo. do se halla ligado indisolublemente a los destinos de la
«Juan Cristóbal» ha sido un mensajero desde hace mucho U.R.S.S.; la antorcha de la Internacional Proletaria que
tiempo. Pero no se sabe todavía lo que vió y oyó durante debe ser y será un día la humanidad entera. Era, pues,
su permanencia, y en qué medida sus sueños, o al menos necesario defenderla, en todos los países, contra los ene­
uno de sus sueños d e universalidad del espíritu, fué reali­ migos que amenazaban su progreso.
zado en las «estepas donde millares de idealistas d e todo Se ven, en este resumen, frases que Rolland ha repetido
el mundo, sedientos de paz y de justicia, creen percibir, en sus llamamientos, en sus artículos y controversias. Pero
bajo la luz resplandeciente d e los mirajes, las ciudades el tono d e la carta es bastante reticente, diríamos diplo­
gigantescas del Trabajo y d e la Educación, los templos de- mático. El porvenir parecía allí asegurado, a pesar del pre­
la Ciencia y del Arte. Mientras otros viajeros— Barbusse, sente cúmulo d e dificultades, lleno ese mismo porvenir de
Durtain, Duhamel, Gide, y el mismo Herriot o Briand, por peligros en todos los países. También en la U.R.S.S., cuan­
nombrar solamente a algunos escritores franceses—han pu­ do se es huésped, y tan honorable, uno aparenta no ob­
blicado libros más o menos documentados, d e partidarios servar las querellas de familia. Y la carta finaliza con la
fervientes o de simpatizantes, de observadores objetivos o promesa de Rolland de que no ha faltado ni faltará nunca
escépticos, Rolland no ha publicado casi nada sobre el país a sus deberes: defender el progreso d e la U.R.S.S. Al dar
del que fué huésped respetado y aclamado. Se pueden ha­ la mano a Stalin, sa la daba, con este gesto, al gran pueblo
cer diversas suposiciones sobre este «silencio», y el silen­ por el que albergaba su amor fraternal.
cio es con frecuencia más significativo que los testimonios Digamos de paso que Rolland se dirigió al «camarada»
públicos. Stalin simplemente, sin las fórmulas empleadas con frecuen­
N o hay que .anticiparse sino saber esperar. Y se verá cia en la Prensa y en las reuniones comunistas. André Gide,
en «De Journal»— en el que Rolland anotó sus pensamien­ en circunstancias parecidas, no tuvo la misma... suerte. Este
tos más íntimos con una sinceridad despiadada, incluso para contó, en su «Retour de I’ U.R.S.S.», que atravesando en
consigo mismo— , sus impresiones y juicios sobre los hom ­ Georgia el pueblo natal de Stalin, quiso enviar a éste un
bres y las realidades sociales que pu do conocer en la telegrama de agradecimiento por la amabilidad de que fue­
U.R.S.S. Su decisión de que ciertas partes del diario no ron objeto él y sus compañeros de viaje. (Véase el artículo
fuesen publicados hasta 30 o 50 años después d e su muer­ de Fontaura «G ide en la U.R.S.S.», «Ruta», Toulouse, 1.°
te, es una indicación de que ha confesado, según Víctor de abril d e 1951.) El traductor del telegrama le llamó la
Serge («Pages de Journal»— 1945-47— . Véase nota preceden­ atención de que no podía dirigirse al Gran Jefe con un
te) .«sus escrúpulos, sus dudas, el drama de su fidelidad al simple «usted»; debía adjuntar «Usted Jefe de los Traba­
comunismo... Este diario, temeroso de guardarlo en su jadores», o «Señor de los Pueblos», etc. El traductor no
casa, lo puso en manos amigas. Estas páginas dirán... que era un pobre lego; se hallaba ligado a las personalidades
su inteligencia y su consciencia no estaban muertas sino vi­ culturales de Occidente, de paso por el reino del bigotudo
gilantes: la evasión postuma. (Algún día se conocerán las «Padrecito», al que hay que adular de una manera exce­
crisis de Gorki, los reproches que dirigió a Stalin, los fu­ siva, com o los déspotas asiáticos y, más aún, temerle como
rores que consumieron sus últimas fuerzas.) al dios de la venganza.
Adjuntemos que la permanencia de Rolland en la U.R.S.S. Que Rolland en su carta haya estrechado la mano del
fué breve. Hubo de interrumpirla a causa del pésimo estado «camarada» Stalin, ello puede ser un gesto de galantería o
d e 'su salud, com o escribió el 21 de julio de 1935, la víspe­ una cuestión d e estilo. Pero otros, que han sentido dura­
ra de su salida de Moscú, en una carta dirigida ai «ca­ mente «la mano fuerte a la vez que suave» de Stalin, esa
marada Stalin». Esta, junto a su respuesta a una encuesta grande mano acerada, tentacular, despiadada, han juzgado
d e «Vendimiaire», forma uno de los raros tes'imonios pú­ de manera diferente este gesto, que no pod a ser sim bólco
blicos de Rolland, consecuencia de su viaje. El mensaje al solamente. El mismo Víctor Serge, en las «Pages de Jour­
«tovaritch» Stalin tiene un carácter más bien general que nal» ya citadas, escribió a este propósito, con una ira ape­
personal: evita allí tcdo elogio al «Jefe» (com o hizo con Le- nas reprimida... «¿pero por qué se negó a liberar al menos
nin) y habla del «pueblo fuerte» con el que ha tomado su conciencia? El autor de. «Juan Cristóbal» (adjuntemos
contacto, y que persigue sin tregua la lucha contra miles que esta obra fué para Víctor Serge «la revelación de la
de obstáculos, construyendo a la vez, bajo la dirección del nobleza de vivir»), a los setenta años se dejó manchar con
partido comunista, un mundo nuevo, con un impulso heroi­ la sangre derramada por una tiranta de la que era él mis­
c o y ordenado. Admiró su fuerza sana, su gozo de vivir, su mo fiel loador. Fué para mi algo incomprensible, desmora­
entusiasmo, a pesar de todas las privaciones y dificultades lizante...»
vencidas paso a paso... Al partir, Rolland expresó la pro­ ¡Los viajes modernos no se parecen ya a los de antaño!
Por el camino d e Damasco o de Canosa no ofrecen ni ca­
ritativas expiaciones ni revelaciones divinas. La Meca Roja
se parece a todos los lugares d e peregrinaje del fanatismo
el) En sus «Pages d e Journal» (1945-1947), después que dogmático. ¡Qué importa el nombre donde se santifica o
la revista «Tem ps M odernes» de París publicó algunos sacrifica—liqu’da— a los hombres com o traidores! «Quien
extractos en su número de julio de 1949, el escritor Víctor no está con nosotros está contra nosotros». El mismo Ro­
Serge, muy bien inform ado, escribió sobre el viaje de
lland no escapó al tributo que todo visitante debe pagar al
R cm ain Rolland a Moscú las siguientes líneas: «Vino
a ver a Stalin en 1935. pidiéndole poner término al Jefe genial y todopoderoso. Se advierte, e n su carta de
«asunto Víctor Serge». es decir, que se me juzgara o =e despedida, que por encima de la cabeza d e Stalin se dirige
me liberara. Stalin m anifestó « n o estar al corriente Je al pueblo, y por mediación de éste a la human dfid, espe­
nada» y prom etió m i libertad caso de ser posible... Es cialmente a las nuevas Generaciones. Esto es más evidente
sobre todo esta gestión que, al parecer, debo la vida. en su respuesta a la encuesta de «Vendemiaire» (París, di­
A su llegada, Rom ain Rolland fué besado por B u kharii ciembre d e 1935). Después de haber declarado que perte­
y amablemente acom pañado por Jagorda»... (Este último nece a esta Francia que avanza sin cesar hacia las altas y
era el verdugo e n jefe de la siniestra G .P.U ., y fué liqui­ lejanas regiones del avenir. Rolland añade qu? él mismo
dado él m i:m o después de haber suprimido a numerosos
«traidores» e inocentes «socialmente peligrosos»), Víctor es uno de los soldados del gran ejército cuya vanguardia
Serge añade: «R om ain Rolland pudo conocer muy bien se encuentra al Este de Europa, «lá oú se léve le sol?il».
el régimen, y sé que su adhesión se hallaba repleta de La fe que reina en la U.R.S.S. es un «endeminisme» social,
ansiedades, de dudas, de escrúpulos, cada vez más acu­ ardiente, inextinguible. Gorki, nacido y criado en el pesi­
sados. mismo de la vieja Rusia, se sorprendía d e que Lenin efle-

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816 CENIT

yese en la realización de ese bello sueño de una próxima la alarma de «¡A formar!, la humanidad está en peligro» (para
felicidad humana. Rolland quiso publicar en un libro las él la humanidad confundíase, naturalmente, con la U.R.S.S.),
cartas que recibió de amigos desconocidos, obreros, solda­ n o veía el fascismo rojo, el modelo de dictaduras d e todo
dos y discípulos d e la Unión Soviética. Es imposible— dijo color, grandes y pequeñas, más o menos feroces, reacciona­
aquél—resistir a ese aliento d e gozq y de energía que se rias o revolucionarias, empleando los mismos medios de
desprende del heroico optimismo de un mundo en marcha. servidumbre física y moral, las mismas armas fratricidas.
Estaba lejos de la vieja y escéptica Europa de Baudelaire Nos hemos referido ten diversos capítulos a las luchas so­
y de Flaubert, lejos d e la mística Rusia de Dostoyewski. ciales y políticas de Rolland. En lo que concierne a la paz,
Y veía la despierta certidumbre de la juventud, que, en habría que adjuntar a su compilación «Par la Révolution,
ocasión de su visita a la U.R.S.S., le escribía con «una la Paix», los documentos más antiguos que demuestran su
tierna ingenuidad»: «¡Q ué feliz debéis ser de encontraros condición perenne de pacifista integral, d e defensor de los
entre nosotros y d e ver realizado el sueño de toda vuestra objetores d e conciencia, d e intérprete occidental de la no-
vida!» violencia gandhiana, de profeta de la fe humanitaria. Pero
Pero el gran veterano, templado en la lucha contra sí durante su última etapa proclamó los derechos de los paci­
mismo, y contra el mundo, demasiado lúcido, obsesionado fistas revolucionarios para la defensa de la paz con las
por la verdad, sabía perfectamente que el sueño d e su armas en la mano. Naturalmente, contra «el más grande peli­
vida «no sería nunca realizado..., pues mira más allá de lo gro» que era el nazi-fascismo. Permaneciendo siempre al
que toca». Este sueño se halla contenido en un continuo lado de la U.R.S.S., Rolland tuvo que reconocer seguida-
porvenir. Ciego quien no vea esta realidad. N o Se discute miente que su propio país, la Francia, estaba igualmente
el «programa» com o no se discute el movimiento. Para de­ amenazado por esta calamidad. Desde 1935, en el epílogo
mostrarlo no hay más que andar. ¡Adelante! Hay una hu­ a «Par la révolution, la paix» advertía ya la proximidad de
manidad en marcha. La que permanece inmóvil, encorvada, la segunda guerra mundial, así com o el desencadena­
timorata, puede abrir su fosa. «Dejemos a los muertos en­ miento catastrófico de numerosos conflictos políticos y so­
terrar a sus muertos... Nosotros, iremos más lejos...» ciales. El Rolland de 1914-1919, el que «odiaba el odio»,
¡Ir más lejos! En el mundo de la «realidad», d e las con­ declaraba veinte años más tarde que nadie odiaba el fas­
tingencias sociales y políticas, se llega con frecuencia a cismo com o él, ni nadie más convencido que él del peli­
un callejón sin salida donde nos vemos obligados a retro­ gro inmediato que representaba para Francia, y para el
ceder. En el mundo del espíritu debemos superamos a nos­ mundo, la dictadura hitleriana. «Nadie más convencido
otros mismos si queremos llevar a cabo la obra realizable que nosotros del tenaz designio de venganza de la dicta­
durante una existencia. Rolland lo sabía muy bien. Decía dura hitleriana, del propósito de agresión y d e conquista
él que sobre el plan social y político se actúa según los encubierto con él maquiavelismo de sus protestas diplomá­
imperativos del momento; pero cuando nos remontamos has­ ticas de paz, que contradicen sus publicaciones chauvi­
ta los dominios ilimitados del esp'ritu, encontramos nuestras nistas y sus rabiosas campañas en el interior del país.
propias leyes de creadores intelectuales. Es en este sentido Nadie desea su ruina más que nosotros» (20 de marzo de
que pedemos comprender sus palabras: «Nosotros iremos 1935). La guerra, repetía, no podría ser útil más que a la
más lejos». dictadura nazi, al obligar al pueblo alemán a cerrar sus
El combatiente «dans la melée» ha vuelto a tomar sus filas entorno a sus verdugos. «N o es la guerra sino Ja paz
herramientas de escritor. Durante los últimos años d e su lo mortal para el hitlerismo», el cual es incapaz d e resol­
vida trabaja febrilmente en sus obras, aquellas a las aue ver p or los medios ordinarios sus dificultades económicas
se entregó enteramente, único y múltiple a la vez, descen­ y sociales. «Basta que el hitlerismo encuentre a su alrede­
diendo al infierno de la tragedia humana, remontando hacia dor una Europa firme y calma, resuelta a obligarle a la
las cimas de las eternidades espirituales. Después d e su ciclo paz», para que sea derribado por las justas reivindicacio­
de novelas («L ’ ame enchantée») le vemos construir otro nes «de su pueblo, al que ha engañado, oprimido, degra­
templo a la gloria de las creaciones de un titán: Beetho­ dado y conducido a la mina». Aclaremos solamente que
ven (seis volúmenes). Reunió en «Compañeros de ruta» todo lo dicho por Rolland sobre la dictadura hitleriana
sus testimonios sobre algunos gigantes del pensamiento y reza para con todos los gobiernos absolutistas, para todos
de la acción, del ar'e y d ? la revolución. Y a renglón se­ los regm enes totalitarios, cualquiera que sea su origen:
guido «La v¡e intérieure». N o olvidemos los dos tomos de reaccionario o revolucionario, demócrata o imperialista.
exégfsis literaria consagrados a su amigo de juventud Char­ Pero Europa no estaba unida, ni firme ni calma. Uno
les Péguy. Y las «Mémoires», sin poder trascender de su después de otro, los pueblos europeos— no solamente los
adolescencia. Pero en su «Journal» continúa anotando sus pequeños Estados— caían bajo los golpes fulminantes de
pensamientos sobre los hombres y los acontecimientos hasta «expansión» de la dictadura parda o negra. Es hacia
sus últimas horas. 1937-1938 que Rolland declara que la paz es «indivisible»,
La recopilación de sus artículos, manifiestos, cartas y lo que ocasiona un gran debate en la Prensa de los paci­
mensajes, prueba patética de sus luchas sociales, no es com ­ fistas integrales, sobre todo en «La Patria Humana» y «Le
pleta. Queda aún material para algunos volúmenes. Si los Barrage» d e París. Pues por la paz indivisible—expresión
«Quinze ans d e combat» se hallan consagrados sobre todo que implica una concepción unitaria y universalista d e la
a la revolución, a la defensa de la U.R.S.S. y a las cam­ lucha humana por la paz— , Rolland entendía la alianza
pañas contra el fascismo, «Par la Révolution, la Paix», apa­ entre Francia, Inglaterra y la U.R.S.S. para frenar el fas­
recido en 1935, tiene com o léit-molif la acción pacifista, don­ cismo que quería lanzar a los pueblos d e 'Occidente a «una
de las principales condiciones para el éxito eTan, según Ro­ siniestra aventura de guerra que sumiría en 3a ruina al
lland, la revolución «para transformar el orden social». No conjunto en provecho de un puñado de aventureros».
olvida nunca‘ a la U.R.S.S. en sus numerosas controversias Estos aventureros se llamaban entonces Mussolini y
con los representantes de los movimientos pacifistas. Quería Hitler, a quienes segu'an la consiguiente secuela de apren­
igualmente atraer todas las corrientes pacifistas hacia el dices d e dictador en casi todos los países europeos. ¿Y Sta-
océano tempestuoso donde se había levantado el «mundo lin, el grande y genial jefe de la Unión Soviética? Al res­
nuevo»; es a través del Oriente que indicaba Rolland el pecto, ha aquí lo que pensaba Rolland: La paz es la
camino a seguir. El Occidente representa el mundo bur­ prueba victoriosa para los Estados que poseen «una plena
gués, capitalista, la plutocracia. «la podredumbre idealista» conciencia y una organización sana. La U.R.S.S. no tiene
de una cultura y d e un arte llamados a perecer. El O cci­ necesidad d e otra cosa para probar su razón de existen­
dente es sobre todo el fascismo negro y pardo, «l’infame» cia»..., la poderosa verdad de la doctrina en que se basa...
que es necesario aplastar. El vigilante d e peligros que ¿ ó Sólo las Estados en bancarrota recurren a la guerra; al

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última ratio de los especuladores y negociantes «que pros­ clusiones de mi encuesta «Los caminos de la paz», que
peran com o gusanos sobre el sucio toisón de las monar­ contiene 165 respuestas de los representantes de la cultura
quías enfermas y las democracias podridas»... Y he aquí y d e los movimientos pacifistas. (Edición integral en ale­
la conclusión: «¡Queremos la paz! Esta no puede ser sin­ mán: «W ege zum Frieden» (1936), destruida por los na­
cera, ni estable, sino mediante una transformación del zis; en francés: «Les vois de la Paix» (1936), contiene so­
orden social. ¡Por la revolución, la paz!» lamente las respuestas francesas.) Casi todos han recono­
Roland tenia perfecto derecho para expresar sus prefe­ cido la necesidad de una Internacional Pacifista mundial,
rencias revolucionarias. Pero estaba equivocado al afirmar apolítica, d e acción directa y permanente. Incluso Romain
que la paz estaría asegurada por la revolución. Pues— he­ Rolland, en el prólogo a la encuesta— extracto de su carta
mos ya expuesto esta cuestión («L'Intemationale Pacifiste», del 29 de abril de 1930— reconoció entonces que hay que
Ed. Delpeuch, París, 1929, etc.)— la revolución, que, gene­ «realizar la entente partiendo d e un acto preciso, un ¡NO!
ralmente es más política que social, es también una de las colectivo... y aceptar de este acto las terribles consecuen­
formas d e la guerra: aquella se manifiesta, sobre todo en cias, para sí y para los suyos... La movilización pacifista
nuestros diaS, por medio de todos los medios de guerra. comporta grandes, asi como previas maniobras del espíritu
Incluso las grandes revoluciones (la francesa d e 1789 y para ensayar los papeles».
la rusa de 1917), que pretendían transformar el «orden so­ He indicado que estas maniobras previas tenían ya su
cial», han ido seguidas de una serie de guerras contra los expresión práctica en los centenares de grupos, ligas, aso­
enemigos de dentro y d e fuera. Las primeras victorias con­ ciaciones, reunidos en federaciones que tienden a buscar su
tra el antiguo régimen, los primeros progresos, que signi­ unidad suprema en la Internacional Pacifista. Por otra parte,
ficaban algunos pasos hacia delante, hacia los ideales de he insistido sobre esta realidad: «El pacifismo activo tiene
justicia y de libertad, han sido, si no totalmente aimilar com o punto de partida el individuo... Todas las grandes
das, por lo menos rechazadas por los nuevos regímenes acciones empiezan por los humildes o por los héroes so­
que se afirmaron en el Poder, en nombre de su dogma polí­ litarios. Quien ha pronunciado una palabra de paz debe
tico, con los propios medios de los adversarios eliminados: corresponder a ella con actos de paz. El pacifismo no exige
por la opresión, el terror y la guerra. Esta misma guerra «soldados» que obedezcan ciegamente. Este pide a cada
fué dirigida contra su propio pueblo. En la Italia fascista, cual un objetor de conciencia, un hombre con suficiente
en la Alemania hitleriana, existió el estado de guerra per­ coraje para ser sincero consigo mismo, para extirpar el mal
manente contra los respectivos pueblos, com o es el caso en su propio corazón; para responder con una negativa
del stalinismo para la U.R.S.S., el del franquismo para Es­ firme al llamamiento de muerte de sus ilegítimos men­
paña, y así, sucesivamente, en todos las Estados donde flo ­ tores. Este gesto d e negativa: brazos cruzados, frente alta,
rece la dictadura más o menos totalitaria. Y cuando se ha triunfado siempre de la violencia congestionada por el
llega al límite del terror interno con la amenaza al régi­ odio y la mentira». Pues «el pacifismo moral se manifiesta
men dominante, entonces, el gobierno busca la suprema en la vida social por el esfuerzo creador y la asistencia re­
diversión: la guerra contra los otros Estados. ¡Estos son cíproca. Bajo diversos emblemas o doctrinas, sociales y
siempre más «reaccionarios», más «imperialistas» y más económicas, éticas, laicas o religiosas, las organizaciones pa­
«guerreros» que su propio Estado! cifistas reúnen a todos los capaces de armonizar la idea
con la acción»...
Por lo tanto— para aplicar las propias palabras de Ro­
lland referentes a la dictadura nazista— , la guerra es útil Y concluía d e la siguiente manera: «L a guerra, no im­
a todos los regímenes despóticos que obligan a sus pueblos porta qué guerra, es rechazada por la conciencia humana.
a solidarizarse con sus verdugos; es «la concentración for­ Ella suele bramar en medio de las últimas convulsiones de
zada de la nación contra el extranjero». Y es desgraciada­ pasión destructora, cambiar de máscara, y, según los Esta­
mente el círculo vicioso d e los que, imitando el siniestro dos y las clases, inventar nuevos «ideales» para engañar
«slogan» d e «si vis pacem, para bellum», lanzan y repiten a los pueblos. Actualmente retrocede ante cada ¡no! de su
esta consigna: «si quieres la paz, prepara la revolución». creación. Pues la guerra no es la obra ni de la naturaleza
Esta revolución se convierte, fatalmente, en una doble ni de la divinidad. Es obra humana, y perece, debe pere­
guerra, nacional y civil, imperialista y estatiza, económica cer por voluntad del hombre que, tras diez mil años de
y política, contra el individuo y contra el pueblo; la guerra yerros sangrientos, reconoce al fin su misión pacífica, so­
antisocial y antihumana, dirigida por los partidos milita­ lidario en esto con los gusanos y con las estrellas del cielo...»
rizados contra el «pueblo único y universal», contra la
humanidad divid'da todavía en naciones, en razas, en cla­ (Concluirá).
ses y en Estados.
¡Si quieres la paz, prepara la paz! Lo dije en las con­ E ugen R E L G IS

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_______ INTROSPECTIVA________
-FUENTES DE INSPIRACION—
NEFABLE balbuceo del pensamiento. Beatriz consumida ya n o exacerba los rescoldos
Zigzag de caprichosa lepidóptero; n o del am orosos de Alighieri.
rayo que rasga, cru je e hiende. Nada. Ni los arpegios de u n 1jilguero gozoso o ce ­
La pluma sin cesar garabatea, s e su­ loso sobre la copa d el cerezo rojiverde. Entre los
prim e un vocablo, un renglón; se anula tiernos alfalfares n o canta la codorniz. Ni el tan
la oración entera porque n o cuaja ni reza. traído y llevado rayo lunero asom a por encim a del
La idea se rechaza antes que salga de su verdinegro olivar.
m adriguera. Porque desbarra o sigue Com o para renunciar al enunciado precoz, recha­
huellas. zar títulos y negar la firm a en lo sucesivo. Para
La fragua intelectual se enfria. siempre, eternamente.
La im aginación se fué de renda. Su cám ara es una -Se ha llegado al paroxism o. Y es entonces cuando
nevera con densas nebulosidades; el esbozo de sus se oye una carcajada insolente que irrumpe del sub­
imágenes se diluye antes de perfilarse. Chispeo in ­ consciente. Murmullo hondo, insinuante, burlesco
consistente del soplete. que parece interpretar el verso del poeta: «Serm entj
Infiel, la m em oria n o acude a la cita. Se abre el eternels d ’une bouche éphémére».
cajón del congestionado archivo. Zarabanda de da Y el eco ha tenido resonancias conscientes.
tos, ideas, efemérides. Consultorio inútil; socorro Pulso imperceptible, se alienta de nuevo. La fren­
vano. ¿iCómo hilvanar estos retazos, erudito, con te se desarruga, y las m anos, antes crispadas, caen
tus solas tijeras, tu aguja y tu hilo; faltándote em ­ com o dos alas rotas por la tempestad a todo lo lar­
pero las medidas, la rim a el ritm o y el estilo, todo g o del cuerpo.
ello im plícito en el sujeto inspirativo? Unas gotas destiladas, amargas, se detienen en los
Se miran fijam ente las volubles volutas del ciga­ párpados y ciegan las pupilas.
rrillo; vanamente: no valen un ipitillo. Cesaron las convulsiones. Tem planza y ensimis­
Paisaje gris; sin siluetas, sin sombras, sin huellas. mamiento. Los objetos exteriores se m iran fijam en­
La nórdica nieblina lo envuelve todo. Ni siquiera los te sin verlos. Porque se m ira hacia dentro, com o
>ara rasgar los velos que cu al telón opaco esconde
sufridos muñones, las nudeces sarnosas de la des­
nuda arboleda se muestran. Lienzo externo, copia { os insólitos parajes inconscientes.
idéntica del interno. Y em potrado en la silla, sin noción de espacio ni
¡Vaya día! im posible mirarse hoy en la balsa en ­ tiem po, se oye de nuevo la voz misteriosa, pero esta
turbiada de la conciencia. vez clara y, distinta de la conciencia diciendo:
Con paisajes así, Rem brandt abdicará. La pertur­ — Tú aspiras. Concreta tus aspiraciones y verás
bación de Van G ogh, en tal situación es concebible. los caños de la inspiración chorrear potentes. Una
¡Com o se vacila! ¿C on qué llenar las cuartillas venus que se entrega, un pichón frito valen por el
exigentes, agresivas — ¿blancas? ¿grises? indistin­ deseo carnal o carnívoro que está en tí, en poten ­
tas— que 110 sea de vaciedades? Su virginidad sólo cia. Y viceversa. En esta cronaxia o coincidencia
tem or inspira. Ennegrecidas, desencadenan la ira. está el secreto de toda fecundidad.
Exasperación. H ervor de la sangre. Trepidación ¿Aspiraciones? Nada vagas por cierto.
motriz, cardíaca. Parece com o si fueran a reventar Más aún. M otivos de indignación sobreros para
las tuberías sanguinas, pese a su elasticidad y su los enam orados de la justicia humana; sin estas an­
calibre. Se teme un cortocircu ito de los cables neu­ gosturas codificadas que estrangulan los derechos
róticos, el repentino colapso. Hay obstrucción en mediante indignantes desafueros.
los manantiales glandulares; los ojos inmóviles, la
boca seca, el ceñ o fruncido... Tienta el pétreo muro, No. No faltan vagos gitanillos, .por ejem plo, per­
para romperse la crism a. Mugre por doquier, cem o seguidos por encapotados tricornios — vagos d e ofi­
el color del dia. Es preferible la oscuridad cerrada, cio— para templar nuevas liras granadinas. Es cier­
coij abismos abiertos y los ojos de un negro felino to. Ni el torm ento judaico, ni el de los negros; ni el
que os m iran fijamente. Al menos intrigan esas lu­ de estos creyentes o aquellos ateos...
ces fosforescentes, esas luciérnagas agresivas. Y se recuerda el viril «Y o acuso» de Zola. Desa­
¡Musas escondidas, subterráneas, inaccesibles co­ fiando los poderes solo, sin tener en cuenta las co-
m o las fuentes del Niloí rífeas muchedumbres amansadas, o las interesadas
Baudelaire recurre al vaso de Ginebra. élites castradas de su tiempo, cuanto más del nues­
Balzac sacude su letargo con excitantes ruinosos, tro.
para ahuyentar la m odorra producida por los cán­ ¿M otivos? Cotidianamente. Pero en nuestra épo­
ticos litúrgicos. ca frenéica, de crímenes y estruendos bélicos, nadie
¡Que n o se perciba un Bakunin para inspirar a acusa y todo se excusa. ¡Qué terrible es el miedo!
otro W agner un nuevo Sigfredo! Ni la osadía de decir lo que se hace, se tiene.

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 819

Utilitarios que n o piensan, m as cuentan, miden Las cuentas Siempre las mismas cuentas.
y pesan. Y luego, la diferencia se reduce a indife­ Cualquier Nerón un día mandará abrirse a toda la
rencia. humanidad las venas. Y el pánico mediante, sin la
Y nosotros, universalistas, no escapamos a la re­ gallardía y la entereza m oral de un Séneca, toda
gla. Hambrientos, aceptamos regímenes limitativos. la hum anidad se auto-degollará para com placerle.
Nos m ortifica el cilicio, la cam isa de fuerza a los P or ello n o chorrean ciertas fuentes. Sólo se per­
ateos quijotescos; prendas que nos brindaron y nos mite el ch orro que va a parar al páram o estéril.
pusimos al bajar la septentrional vertiente. Y sin Como estas cuartillas repletas de abstracciones, in­
em bargo las soportarnos. sinuantes, inconcretas.
Cierto que sin ellas nos quedaríamos en cueros. Y
con el frío... a la intemperie... P lá c id o B R A V O

¿ Q jn é e á W í i d iB lit M ie im m íB ?

siem pre y por todos se ha observado Sin discusión debemos adm itir el hecho de que
el parecido entre padres e hijos o los progenitores poseen la facultad de transm itir
abuelos y nietos. A esa similitud de a sus descendientes una parte de sus característi­
rasgos y temperamentos se debe que cas anatóm icas, aním icas o instintivas. El meca­
adivinem os, alguna vez, a qué fam i­ nism o de la tal transmisión n o es todavía bastante
lia pertenece un n iñ o y oigam os las con ocida para incorporarlo de lleno en el haber de
expresiones corrientes de, se parece la ciencia. Se sabe que la célula posee una parte
a su padre, o tiene un carácter com o de ella denom inada «gen es» que pasa a l nuevo sér
el de su abuelo. para reproducir sus características propias, en el
D arw in fué uno de los prim eros in­ descendiente; cosa rara, pero, es el «genes» a quien
vestigadores que quiso arrancar los secretos de la los biólogos atribuyen también los cam bios que
herencia para darnos una legislación del fenóm eno aparecen entre ascendientes y descendientes. En el
biológico. primep caso asistimos a un fenóm eno de herencia;
En los tiempos que D arw in d ió a conocer su teo­ en el segundo a uno de m utación. H erencia y mu­
ría evolutiva el «O rigen de las Especies» (1859), tación, son las causas hasta h oy conocidas que
fundada en la herencia y m edio ambiente, fu é du­ confirm an la teoría darw iniana y causas que el
ram ente atacado, si bien por otros valientemente m edio ambiente com bate o favorece. Las doctrinas
defendido. de Cuvier y Lineo, defensores ambos de la estabili­
Hoy, paralelamente al adelanto de las ciencias dad de la especie, difieren radicalm ente de lo man­
naturales) en general, a la Paleontología, Anatomía tenido por Darwin, ya que los prim eros separan
com parada, Psicoanalcgía experimental, en parti­ unas especies de otras, sin adm itir sucesión entre
cular, la teoría del naturalista inglés ha ganado ya las desaparecidas y las actuales, adm itiendo, para
la batallar sus detractores han de refugiarse ven­ una especie determ inada la misma constitu ción
cidos! en el origen divino de la vida y en la anéc­ m orfológica que al aparecer por vez p rim e ra La
dota de la creación del hom bre. Es a Mendel a teoría evolutiva mantiene que las especies están en
quien la ciencia debe en gran parte cu anto hasta constante variación y que a la herencia y medio
la fecha se sabe de una manera científica sobre am biente se deba el h ech o de que unas! especies se
las leyes que rigen el fenóm eno de la herencia. A transform en en otras totalm ente diferentes.
sus trabajos h an de sumarse los descubrimientos
paleontológicos, trabajos de laboratorio, etc-, que * » *

han conseguido escalonar los grupos y especies de


los seres organizados actuales, con las primeras
m anifestaciones de la vida, a pesar de separar unos ¿Qué es un delincuente?
y otros cantidades de tiem po que escapan a los Un produ cto de dos factores: herencia y medio
límites de nuestra im aginación. V an desapareciendo ambiente.
los misterios y hoy tiene explicación racional el poi­ A firm ación que aceptan la m ayoría de los psicó­
qué y cóm o unos grupos y especies se han trans­ logos, psiquiatras, pedagogos y criminalistas. Las
form ado, desaparecido o subsisten causas, herencia y medio, com o cantidades alge-

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8 20 CENIT

braicas para servirnos d e ejemplo, pueden sumarse fácil la misión; es simplemente evitar que llegue
o restarse conservando el signo de la m ayor; cuan­ a ser malo.
do la herencia aporta en el nuevo sér tendencias, ¿Qué han hecho la Sociedad actual, los poderes
predisposiciones o instintos para el delito, y el me­ públicos, la Iglesia, etc.? Tres veces cero. Tribu­
d io ambiente (familia, educación, instrucción, co m ­ nales de menores, códigos de adolescentes, cárceles
pañía, etc.), es favorable al desarrollo de los sínto­ disfrazadas con el nombre de R eform atorios (con­
mas m orbosos las dos cantidades se complementan, vento de las Arrepentidas, Zaragoza). Partiendo de
se ayudan, se suman. Si en otro caso, el mismo niño un p rin cip io falso, co m o lo es el de creer que el
tarado psicológicam ente, vive un medio saludable, n iñ o es un delincuente, las medidas adoptadas son
recibe una acción educativa apropiada a su caso, en su mayoría punitivas; delito y castigo son inse­
se evitan los ejem plos o.ue puedan avivar el deseo parables para ciertas m entalidades que legislan.
de delinquir, las causas herencia y medio, se restan En los pueblos donde p or fortuna se vive y res­
con diferencia a favor de la acción de más fuerza. p ira una atm ósfera más sana que en las grandes
Deducimos pues, o.ue el m edio puede desarrollar aglom eraciones humanas, el com bate a la delin­
las inclinaciones heredadas, com o puede atenuarlas cuencia es m ucho m ás fácil y un m aestro hábil,
y aun extirparlas p or com pleto. celoso y am ante de la niñez, con ideales sociales,
Todol delincuente ha sido un niño; niños han sido bastará, con la ayuda de la fam lia para ahogar cier­
también todos los hom bres de conducta m oral y tas tendencias morbosas. Padres, herm anos m ayo­
acción útil a la Sociedad. Jamás debemos afirmar res, maestros d el pseudo-delincuente, n o dteben
que un n iñ o sea un delincuenter, es una expresión alarm arse por alguna m anifestación anorm al o
falsa por errónea. El niñ o puede ser un predis­ o inm oral del niño; si en él hay algo de m alo, tam ­
puesto al delito; nada más. Delincuente es para bién hay m ucho de bueno; que la acción educativa
nuestro m odo de pensar, el que con uso de la ra­ conjugada, familia-escuela, se encam ine al cultivo
zón, en pleno equilibrio psicológico y con aproba­ de los sentimientos nobles y dignos, que logrado su
ción de su voluntad, com ete un acto delictivo. Las desarrollo, ellos ahogarán e n germ en los síntomas
leyes humanas, se humanizan a veces, rebuscando del vicio, com o en el trigal; donde la hierba nociva
en la vida aním ica del ejecutor, en la influencia nació espontánea muere a los pies del trigo cre­
del medio, en sus estados morales, atenuantes que cido, por falta de aire y luz
siem pre se hallan. Hay pocos delincuentes indis­ El problem a es alarmante en París, Londres, M a­
cutibles; hay miuchas causas que incitan y condu­ drid, Barcelona, y en general donde reina la m i­
cen al delito. La herencia trata de crearlos, de pre­ seria, el dolor, el vicio.. Ahí, se v e n 'lo s niños libres
sentarlos en embrión a la Sociedad; el m edio am­ com o pájaros o com o perros sin dueño. Libres para
biente, la Sociedad), tiene la obligación, el deber poner en acción sus instintos heredados, em puja­
hum ano de librarse de ellos, asfixiando las ten­ dos por la necesidad, por el ham bre (la m ayor de
dencias heredadas. las necesidades es comer), estimulados por el ejem ­
plo. Ahí radica la cantera que dará a la Sociedad
Con lo dicho es suficiente para valorar la in­ los delincuentes de todo género y tipo. En algunas
fluencia del m edio ambiente en el que se desarro­ capitales los cazan y recluyen.
lla la infancia; el papel que goza la educación en
Visité en mi juventud un llamado reform atorio.
el porvenir del educando, que es, ni m ás ni menos
Su im presión ha perdurado en mi. Lloré, acaso
el porvenir de la humanidad. Si hasta cierto punto
por m is escasos años, acaso por ser dem asiado sen­
n o nos es factible suprimir la herencia, en manos sible al dolor ajeno. Vivían en prom iscuidad los
de la Sociedad radica el remedio más eficaz, salvo
viciosos con las víctimas, lo s 'y a casi veteranos, ha­
raras excepciones, para atenuar el porcentaje de bituados, co n los recién ingresados que todo su
futuros delincuentes. No olvidem os el factor que
d elito era habérseles encontrado abandonados por
juega un papel enorm e en la educación; n os refe­
sus padres. Aquellas almas infantiles, veían con
rimos al hábito. Tanto, que nos atrevemos a definir
justeza, unos carceleros en los funcionarios de la
la educación com o la acción de la Sociedad sobre
institución, una cárcel en el edificio; la sociedad les
la infancia p a ra inculcarle el h ábito a la m orali­ había robado la libertad, los vigilantes eran sus
dad física e intelectual. Es el hábito una segunda
adversarios. Es admirable ver cóm o se indiscipli­
naturaleza que hace la acción más, fácil, sin pena nan, cóm o reaccionan sus almas infantiles, cóm o
ni esfuerzo, sin reflexión; ventajas para cuando las entre silos obedecen al más audaz, cóm o crece el
acciones son morales; inconvenientes, y grandes, in stin to de venganza, cóm o se ayudan, ¡cóm o se
cuando las acciones son inmorales. Si el n iñ o ad­ perfeccionan en el delito! Cuando la, autoridad sea
quiere el h ábito del delito, cuando él adulto será un reemplazada ¡por el amor, la severidad por la dul­
peligroso delincuente. No basta la herencia m orbo­ zura, la hostilidad de la reclusión por la amenidad
sa para la ejecución del delito; las más de las ve­ de una vida en común, el tem or por la esperanza,
ces la inclinación o tendencia a él, queda inactiva, entonces los centros de acogim iento, de preserva­
precisando la «ocasión » para pasar a la acción. ción m oral, o com o queram os denom inarlos, serán
Evitar la ocasión es casi evitar el peligro y esto capaces de librarnos en gran parte de los d elin ­
es una de las primeras medidas profilácticas a cuentes. Cuanto se invierte inútilm ente en tribu­
tomar.
nales, cárceles y otros instrumentos del castigo,
Problema social es, y de im portancia m áxim a, el dediqúese a impedir en el n iñ o el desarrollo dé las
que n o s ocupa. El hom bre n o nace delincuente, sal­ tendencias delictivas. Prevenir es m ejor que: curar.
vo casos de enajenación mental, perversidad in­ Y a estos centros vayan los maestros m ejores
nata, etc., pero la Sociedad actual cuenta co n gran y capacitados de que dispongamos; que vea el niño
número de ellos y de sus acciones. Cada pueblo su paraíso y n o su cárcel: aue se Le inculque la fe
tiene los delincuentes que merece, o p or lo menos en el porvenir, el sentido de la responsabilidad, la
los que ha creado. sublimidad de la colectividad humana, cuando se
No se trata de hacer de un n iñ o malo, por em ­ es d ign o de ella.
plear la expresión vulgar, en otro bueno, es más E. R E G N E B A R B A N C E

Ayuntamiento de Madrid
a n te a d a á m u íid & á
ACE cien) años, en una m añana de pri­ hay que notar que abordo de la blanca flota de
mavera, los barcos de guerra del Perry" había una im portante colección de modelos
com odoro Perry, de la escuadra n o r ­ de im presionantes invenciones, tales com o la má­
team ericana del Pacífico echaron quina de vapor, el ferrocarril, el arado de acero y,
anclas en la bahía de Tokio. Era la sobre todo, los eficientes cañones Colt y Gatling.
estación anual del florecim iento de Se había calculado intrigar con ellos a los aisla­
los cerezos, cuando los samurai y los cionistas nipones y se consiguió este propósito.
siervos rendían tributo a los bellos El fa ctor interno puede resumirse en lo siguiente.
espíritus, permaneciendo ellos mismos La era del Shogunato se hallaba en plena descom ­
en estudiada contem plación del la posición interna. Durante siglos, los Shoguns fue­
Naturaleza. ron los verdaderos dirigentes del viejo Japón; no
L a historia del Japón moderno, industrializado, el Mikado. Este era' reverenciado com o un dios,
peligrosam ente sobrepoblado y noi m enos pletórico com o el descendiente d irecto de la Diosa-Sol que
de energías, puede situarse a partir de aquella fe ­ creó la divina raza de la isla; pero había sido ais­
ch a de 1853." Es decir, la historia de una nación lado de la política por los Shogun, en funciones de
situada entre dos mundos, antes de las com plica­ primeros ministros. Estos guerreaban entre ellos
ciones de la presente guerra fría. para m antenerse en el poder
Durante cerca de 200 años, desde que el general Los últim os Shoguns, los Tokugawas, contem pla­
Hideyoshi fracasó en su intento de apoderarse de ron la cultura japonesa — poesía, pintura, arqui­
Corea — e n una guerra con introducción del pri­ tectura y literatura dram ática — en su cénit. Su
mer buque acorazado — el Japón había vivido bajo preocupación p or la com odidad, y su pereza, puede
rígido aislam iento — im puesto por propia volun­ haber sido la causa de su ruina, el símbolo de su
tad — del resto del m undo. A los súbditos del M:- decadencia, allí com o en otros lugares. La escuadra
kado les era prohibido navegar a través del Océano americana echó anclas a la som bra del sagrado
b ajo pena de m artirio y muerte. Los aventureros Monte Fuji en el m om ento psicológico en que la
mercaderes que siguiendo el ejem plo de M arco Polo revolución se m ascaba en el ambiente. Había un
iban a la busca de nuevos m ercados en Catay, tra­ serio descontento entre la joven nobleza, predis­
taban sin éxito de forzar las puertas del Japón. puesta a ser la partera de un renacim iento japonés.
Los solos extranjeros — aparte algunos náufragos A un cierto joven noble, Shoin Y cshida. se le
marineros, que fueron algunas veces bien tratados, atribuye la concepción de la G ran Idea que iba
acogidos m ás bien com o objetos curiosos — que más tarde a conm over el mundo. Su tesis era que
obtuvieron un trato de condescendencia en suelo el D ivino Japón estaba predestinado a integrar a
japonés, lueron un pequeño grupo de com erciantes todo el Asia a la Grande y Próspera Esfera Asiática
holandeses. Se les perm itió a éstos, por el Dai- del Este. Shoin, por p rop io im pulso, se acercó a
m ayo de Nagasaki, establecerse en la isla, fuera da nado a los buaues norteamericanos, subió a bordo
los arrabales de la ciudad. Y sirvieron aquellos de de la nave capitana y rogó a Perry le llevara con ­
preciosa ilustración al estado de ánim o de los sigo a Am érica para conocer allí' las maravillas que
japoneses, en tiempos en que el tribute a pagar corresponderían a tan extraordinaria flota.
p or estos occidentales, para sus actividades com er­ Shoin fué, de hecho, el prototipo de ese japones
vestido de negro, centinala en las ferias industria­
ciales, era el sacrilegio.
A mediados del, siglo X IX , sin embargo, las cosas les británicas, arm ado con dim inuta máquina foto­
cambiaron. Las influencias que contribuyeren al des­ gráfica, dispuesto a sacar copia de cuanto incita
pertar del Japón fueron tanto internas com o e x ­ más su fantasía que la furia por patentes originales.
ternas. El ímpetu principal del m undo europeo se Los hombres de Perry sufrieron un accidente di­
hallaba encabezado por una nueva y creciente na­ p lom ático aue frustró sus negociaciones co n los
ción americana. Según Horace Greeley («jóvenes, dirigentes de tierra firme. A consecuencia de ello
m archad hacia el Oeste»), al gran descubrimiento Shoin fué desembarcado y m ás tarde ejecutado, pero
del oro californ ian o y la apertura de nuevas rutas n o sin aue antes agrupara a su alrededor a un
a través de las M ontañas Rocosas, estim ularon número considerable de partidarios Y fueron hom ­
las am biciones con miras, desde las costas ameri­ bres de este tipo que tenían que triunfar, tras san­
grientas conspiraciones, com o dirigentes de la revo­
canas, h acia el Pacífico. lución que llevó consigo la llamada Restauración
Posiblemente estas gentes jóvenes, que habían
encontrado dificultades en la explotación de sus de M eiji en 1868. Un nuevo Mikado heredó el trono
tierras, fueron hacia Oriente con diferente m enta­ instalándose com o emperador. M eiji parece haber
sido un hombre extraordinario, pero es dudoso que
lidad que los primeros exploradores. En todo caso

Ayuntamiento de Madrid
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CENIT

pudiera superar a sus predecesores salvo en lo que


de por si planteaban las nuevas condiciones. Su S e r a v l t n )0ct 1id<; n ta L E s to n o es e x a c t o . P o r
era vio el desarrollo de un nuevo concepto de la a lq u ila d o pn JrJn ? r ',a ’ u n P u eb lo a s iá t ic o h a b ía
realeza fundada en una Constitución escrita teti- rn n n .r m if, 6 3 lo s a r r e o s d e O c c id e n te pe-
dida com o un puente entre la vieja m ística japo- rfii p m i t ,l r P ° r un -m o m e n to q u e lo a lq u ila d o
p u d ie r a s e r v ir le d e e s to rb o . L a s m a n e r a s y c o s t u m -
ne®a y la® practicas corrientes entonces en Europa.
En Occidente se descifraron m al aquellos síntomas. b i o EiaE d i" l f R aie r ° n - s o l™ lte u n lig e r o catn-
No fueron las superiores virtudes del hombre occi­ Dio. t i m it o d e la R a z a D iv in a , la n o c ió n d e l D psfin ".
d e l J a p ó n f u é m á s b ie n fo r ta le c id o .
dental, m sus decantadas habilidades en los proble­
m as sociales lo que cautivó a los Shoin Yoshidas. ™.e d ld a e n Qu_e el c u a d r o e c o n ó m ic o d e l m u n d o
*u é mas bien la potencialidad occidental y la m a­ «i 0 m en os fa v o r a b le , h u b o e s p e ra n z a s d e q u e
quinaria que la respaldaban. Fué, pues, la preocu­ e n u e v o J a p ó n c a m b ia r ía la a g r e s iv id a d in h e r e n te
p a ción de adopción en grande escala de aquella e n su s tr a d ic io n a le s a c titu d e s. D e sp u é s d e t o d o tra s
técnica, a los fines del Poder, que produjo la revo­ S m e L m 0d^ dO ? V r,a n p a r t e ^ u p e r f i d a l m e r n e
lución industrial en el Japón. Fué una revolución no t du r,a n te el P e r io d o v ic t o r ia -
planeada desde la cumbre. No se registró allí el caso n o ingles, nada mas natural que su manifiesto desen
de rebelión de una clase media de banqueros, c o ­ n P ,n ° ° m a S J - OS c c r e a n o 5 n o lo r e c o n o c e r á n t a l f e z
m erciantes y artesanos unidos en el propósito de c o n s t n ír h v rT n -«S í?3rS8 Que 61 J a p ó n h a h e c h o ™ uy
desplazar para siempre a los dirigentes de la clase hp J(? co1? su e x p lo t a c ió n d e la s riq u e ­
z a s d e a q u e lla p e n ín su la .
aristocrática. Esto, que había sido lo corriente en
Occidente, fué un proceso secundario en el Japón. H u b o e n tr e su s líd eres m u c h o s h o m b r e s d e a m p l i i
Los planificadores japoneses 110 estaban senti­ d id o Ua w ! UrfA i«n v ia ja d o y > c o m o c o n s e c u e n c ia , per-
m entalm ente interesados en cosas tales com o el m á s d Í ?fin J n c ! Í ! J0S ,p r e ju lc lo s a fin c a d o s d u ra n te
m a s d e 200 a ñ o s d e a is la m ie n to . E s to s in t r o d u je r o n
bienestar social y la educación. No obstante, cons­
truyeron escuelas y colegios técnicos en grado fan ­ firil1 am ^ 1SnUí í g r a ! 0 c r e c ie n í e d e lib e ra lis m o . E l m á s
tástico. Contrataron técnicos extranjeros que les b r illa n t e a u n q u e b r e v e p e r io d o , f u é el d e 1920 p i -
q u e se a d o p t ó el s u fr a g io u n iv e r sa l e n la s e le c c io n e s
permitieran desenvolverse un día per sus propios
medios. Perseguían con ello el objetivo de asegu­ f “ rf e s p a r a la B a ja C á m a r a d e la D ie ta . L a s or-
rarse a corto plazo una. adecuada y com petente ^a n “ n es o b re í as em p ezaron a m overse. E n ge­
m ano de obra necesaria para asegurar el proceso de n e r a l h u b o u n r e b la n d e c im ie n t o e n el v ie io tr a d i­
industrialización. Y recurrieron, al m ism o tiempo, c io n a l y fe u d a l p a te r n a lis m o g o b e r n a n t e , p é r o con
a los ingleses, para que les enseñaran a construir r p r fr fp n T e c ° ? ° ? n ic a el la te n te m ilit a r is m o a p a ­
r e c ió e n la s u p e r fic ie . L a d e p r e s ió n m u n d ia l d e 1930
navios, a los franceses para m odelar el propio ejér­
cito y a los alemanes para los efectos del servicio q u e p r o d u jo c a s i en to d a s p a r t e s e l e m b a r g o d e los
sanitario. Muchas naciones retardadas han inten­ p r o d u c to s ja p o n e s e s , el c ie r r e o m e n g u a d e lo s m e r ­
tado, antes y durante aquella época, levantarse por c a d o s , m a r c a e l f in d e u n c a p ítu lo . L o í u e o c “ r ió
sus propios medios, em prendiendo program as de d espu es, la in v a s ió n d e M a n c h u r ia , m á s ta r d e l a d e
industrialización. C om o los japoneses, com praron O P P ir fP n tP ^ i111611,16 l a . d e s e s p e r a d a g u e r r a c o n t r a el
máquinas en los países ya industrializados. Pero “ “ 'd e n t e fu é , a lo s o jo s d e los ja p o n e s e s , a l g o i n e ­
v ita b le y ló g ic o . L a ú n ic a s o r p r e s a fu é la d e r r o t a .
pocos dem ostraron tener la visión de los dirigentes
japoneses de aquel período: emprender la superación Oor . s l t u a c io n p u ed e m u y b ie n r e p e tir s e a h o r a ,
de un pueblo campesino, con la educación com o t h Ifr í w o 'í f t o c u p a c ió n -por lo s e jé r c it o s d e M a c A r -
instrumento, para m ejorar sus deficiencias labora­ . ur, d u r a n t e los c u a le s u n n ú m e r o d e b ie n in t e n ­
c io n a d o s a m e r ic a n o s e m p r e n d ie r o n la ta re a d e r e ­
les. El resultado fué tan sorprendente que el Japón
actual cuenta con una instrucción media tan ele­ f o r m a r u n p u e b lo e n te r o , h a n tr a n s c u r r id o . E s d e ­
m a s ia d o p r o n t o p a r a p r e d e c ir q u é h u e lla s d e su tr a ­
vada com o la correspondiente a Gran Bretaña.
b a jo p u e d e n s e r p e r m a n e n te s , a p a r te c ie r t o s p a s o s
El éxito de los dirigentes revolucionarios fué tal
que en 1895 —a un cu arto de siglo de distancia de c o n c r e t o s o p r á c t ic o s e n c a m in a d o s a r e s ta u r a r v a
a u m e n ta r la in d u s t r ia ja p o n e s a d e p r e -g u e rr a . L a
la puesta en práctica de la m odernización el Ja­
b o m b a a t ó m ic a h a c r e a d o ta l v ez e n lo s h o m b r e s
pón estuvo en condiciones de -poner en pie de gue­
q u e u s a r o n d e e lla u n a e sp ecie d e c o m p le jo d e cu l­
rra un ejército de tipo occidental, de derrotar a los
p a ; p e r o m ie n t r a s lo s E s ta d o s U n id o s y su s a lia d o s
chinos coreanos, consolidar esta victoria en diez
p u e d e n c r e e r q u e u n a c o m p e n s a c ió n h a s id o s a tis ­
anos mas, y batir más tarde al ejército zarista en
f e c h a , es d u d o s o q u e lo s ja p o n e s e s te n g a n e s ta m i s ­
tierra y en alta mar. La batalla del Estrecho de
m a im p r e s ió n . P o r lo c o n t r a r io , a d e s p e c h o d e lo s
Tsushima, que decidió la guerra de 1905, fué una m illo n e s d e h o m b r e s q u e p e r e c ie r o n d u r a n t e l a g u e­
de las más decisivas en toda la historia naval con
r r a , la r e c la m a c ió n ja p o n e s a d e « e s p a c io v it a l» p u e -
¡a particularidad de que ambas flotas procedían de
los astilleros británicos. i o J e r m a f a p r e m ia n t e q u e n u n ca . A p r in c ip io s d e
1946 su p o b la c io n e r a d e 75 m illo n e s; h o y c u e n t a c o n
Uno de los efectos m ás notables de aquella vic­ 85, y e n 1970 p u e d e s e r d e 100.000.000.
toria fué que hizo doblar las campanas en son lú­
L a f l o t a m e r c a n t e ja p o n e s a , c o n s tr u id a p a r a s o ­
gubre para el colonialism o occidental del siglo
X IX . b r e v iv ir c o m o n a c ió n in s u la r a lta m e n t e in d u s tr ia ­
liz a d a h a in ic ia d o r e c ie n te m e n t e su p r o c e s o d e r e s ­
La derrota de los rusos vió al nuevo Japón al­ ta u r a c ió n . E l J a p ó n h a p e r d id o C o re a . P o r o t r a p a r ­
canzar el cénit de su popularidad en G ran Breta­
te, h a s ta c ie r t o p u n t o , e l J a p ó n se a p r o v e c h a h o y
ña. Canciones sobre los «bravos soldados japone­
m a s q u e n u n c a d e C orea , o m á s b ie n d e la g u e r r a
ses» eran escuchadas en los m usicoles del Reino
c o r e a n a . H a p e r d id o ta m b ié n su s p o s e s io n e s e n el
Unido. Y era de m oda decir que el Japón, en tanto P a c ific o . H a p e r d id o M a n c h u r ia e n la q u e h a b ía h e-
que rem ado insular vecino a un gran continente
ch o grandes inversiones. Pero lo más im portante es
podía ser considerado com o la «Inglaterra de Orien­
su s e p a r a c ió n d el c o n t in e n t e c h in o . V e r d a d e r a m e n ­
te». M irado supercialmente, el rápido resurgir del te^ a n o s e r p o r c ie r t a im p o s ib ilid a d e v id e n te — u n
Japón parece más bien una copia al carbón del 11a-
p a ís in d u s tr ia liz a d o n o p u e d e r e tr o c e d e r — , el J a p ó n

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CENIT 823

actual podría encontrarse m aduro para un retorno hacia la derecha. La nueva Dieta incluye a 136 miem­
al aislamiento. La posición del Japón entre ambos bros que fueron «purgados» por los ocupadores. Uno
mundos es más inestable que nunca. Se reconoce en de ellos, el coronel Masanobu Tsuji, fu é oficial de
Asia que, a n o ser p or el m ito de la superioridad eu­ estado m ayor durante la conquista japonesa de Ma­
ropea, m uchos de los Estados independientes de laya. Este ha escrito un cierto número de libros, uno
aquella área —desde Filipinas a Birmania, incluso de ellos de gran éxito publicitario, oponiéndose al
India y Pakistán— debieran ser todavía dependen­ program a de rearme del gobierno y de las autorida­
cias. No obstante, se está muy lejos de aceptar ai des americanas. En lugar de esto propicia la forma»
Japón com o lider de cualquier coalición asiática. ción de una milicia para la sola y exclusiva defensa
El recuerdo de la Grande y Próspera Esfera im pe­ del Japón. Esta oscilación hacia la derecha n o quie­
rialista es demasiado fresco. El Japón desea com er­ re decir que el temor hacia Rusia y el com unismo,
ciar con China, tiene necesidad de las primeras m a­ agitado por el actual grupo dirigente, encuentre un
terias que aquella puede ofrecerle y de un mercado eco en el electorado. Se trata más bien del reflejo
allí para sus productos m anufacturados. Sin embar­ de una tendencia h acia el nuevo V iejo Japón. No
go, se siente incapaz de hacerlo por temor a provo­ hay que confundirlo con el «neutralism o». La posi­
car las iras de los Estados Unidos, quienes a su vez ción japonesa de entrem edias le ha im puesto un
están obligados a indemnizarle de cualquier forma, aislam iento espiritual «sui génerls».
y continuarán haciéndolo m ientras persistan las ne­
cesidades am ericanas de bases japonesas, indefiniti-
S te p h e n BARBER
vamente quizás.
No hay pues que maravillarse de que las recientes (De «T h e Geographical Magazine», Londres, ene­
elecciones japonesas hayan m arcado una inclinación ro 1953).

AL DIA con LA CIENCIA


EL TABACO Y EL CANCER. — Los médicos que monar entre los n o fum adores de 45 a 64 años es in­
estudian las posibles conexiones del fum ar con el significante entre los grandes fum adores de la m is­
cáncer pulm onar necesitan m ayor cantidld de he­ m a edad, asciende de un 6% a un 10%. Existe un
chos antes de poder contestar afirmativam ente las enigm ático contraste en los datos relativos a mu­
siguientes preguntas: E l fum ar, ¿ocasiona el cán­ jeres. Entre éstas, el 37 % de las afectadas de cánce>'
cer ¿ ¿Es ello pura coincidencia? ¿Hasta qué extre pulm onar n o eran fumadoras.
m o? De una determ inada cantidad de casos estudia­ Los investigadores británicos n o encuentran no­
dos en los Estados U nidos y en G ran Bretaña se table diferencia entre los fum adores que aspiran el
pueden deducir algunos síntomas, pero nada más. h um o y los que n o lo hacen. Los fum adores con pi-
Recientemente, el «B ritish Medical Journal» publicó parecen m enos expuestos a la enferm edad que
un im portante estudio que contribuye bastante a C fum adores de cigarrillos. El uso de filtros parece
contestar algunas de las preguntas sobre las cues­ ofrecer una pequeña protección. En las colinas de
tiones básicas que intrigan a los doctores y plantea Dorset los grandes fum adores se m uestran menos
al m ism o tiempo* nueves problemas. expuestos a la enfermedad aue sus com patriotas de
D os estadísticos que trabajan para el «B ritain ’s la ciudad. Los investigadores dicen que, posiblemen­
Medical Researsh Council» llegan a la conclusión de te, algo existente en el h u m o del cigarrillo, com bi­
que hay una relación entre el fum ar y el cáncer nado, c o n algo que existe en el aire de la ciudad,
pulmonar. El Dr. Richard Dolí y el profesor A. Brad- puede ser m ás poderoso estim ulante del cáncer pul­
ford Hili han controlado datos sobre la vida de 1.457 m onar que cada fa ctor p or separado.
pacientes afectados de cáncer /pulmonar (1.357 h om ­
bres y 108 mujeres) y com parados sus datos con los En suma, afirman que «la asociación entre el fu ­
de igual núm ero de hom bres y mujeres de la misma m ar y e l cán cer pulm onar es real». Pero n o se atre­
edad que permanecen en los mismos hospitales, afec­ ven a afirmar que el fum ar sea la sola causa del cre­
tados de diversas enfermedades. Para corregir las ciente prom edio de muertes e incluso aue constituya
variaciones locales extendieron su trabajo a cinco un fa cto r en cada caso. Hay todavía m ucho que
ciudades británicas y dos condados rurales. aprender sobre el desarrollo de la enfermedad.
Entre los hombres con cáncer pulm onar sólo la
mitad del 1 % no eran fumadores; el 25 % eran fu­ UN NETO DE DA R W IN REIVINDICA A MAL-
madores empedernidos (25 o más cigarrillos p or día THUS. — Hay todavía quien se esfuerza en predecir
o el m ism o equivalente en tabaco de pipa, durante el futuro de la especie humana durante los próxi­
diez años o más). Entre los pacientes n o cancerosos mos m illones de años. Se trata nada m enos que de
del sexo masculino, el 4 y m edio por ciento eran no Carlos G a llón Darwin, n ieto del fam oso Carlos R o ­
fum adores y el 13 y m edio por cien to eran grandes b e n Darwin, autor del «O rigen de las Especies» y
fumadores. El prom edio de muertes por cáncer pul­ del darwinism o. El reciente libro del primero, «The

Ayuntamiento de Madrid
824 CENIT

next Million Years», bien que escrito en un inglés m ultiplicación representaría la catástrofe. En el
dulce, es una píldora am arga para los fanáticos del año 3953 la Tierra estará cubierta con una capa
progreso humano. «El futuro de la especie humana de gente parecida al m oh o que cubre un queso Ca-
—afirma el autor— será idéntico a su triste pasado». membert, y esta población necesitará un m illón
Carlos G alton Darwin es un físico teorético que de veces los alimentos que produce ahora. «Es
gusta de invadir el terreno sociológico temido por com pletam ente imposible a cualquier progresión
m uchos sociólogos. Sus conceptos sobre el futuro del aritm ética luchar contra la progresión geom étri­
hom bre están 'basados en la llam ada física social, ca», afirma el nieto del autor del «O rigen del H om ­
o sea que la suerte futura del hom bre puede ser pre­ bre». Cuando la aritm ética sucumbe ante la geo­
vista m ediante los m étodos estadísticos empleados metría, el. crecim iento de la población se paraliza
por los físicos con referencia a gran núm ero de m o­ Los niños que nacieron perecerán de enfermedad
léculas. o de desnutrición antes de que puedan volver a re­
Los físicos saben, por ejemplo, que los m ovim ien­ llenar la Tierra.
tos de las simples m oléculas de ciertos gases son Esta form a de razonar es tan vieja com o Mal­
imprevisibles. Estas pueden m overse veloz o lenta­ thus, y Carlos G alton Darwin conoce los argumen­
mente, en zigzag y en cualquier dirección. Pero el tos empleados con tra aquél. Uno de ellos es el que
im pacto de billones de m oléculas gaseosas contra afirma que la población de la T ierra h a crecido
una superficie restringida produce una intensa pre­ enormemente desde los tiem pos de Malthus, y que,
sión que obedece a simples y definidas leyes. sin embargo, está m ejor ahm entada que antes. He
En consecuencia, Carlos G alton Darwin cree que aquí la réplica. "La Humanidad h a vivido en una
los m ovim ientos de los seres hum anos son capricho­ Edad de O ro fugaz debido al im pacto de la ciencia
sos aunque algunas veces remarcables; p ero el pro­ en los transnortes y en la agricultura. Cuando ter­
ceder de gran parte de los hombres, a través de mine esta Edad de Oro (y su m eta está a la vista),
largos períodos de tiempo, es tan predicible com o la muchas de las criaturas de la Tierra perecerán de
presión de los gases. L o im portante es determinar inanición.
el prom edio básico de las propiedades de las «m o­ Obro fam iliar argum ento antim althusiano dice
léculas» humanas. que los m odernos métodos de con trol de nacim ien­
B ajo su punto de vista, las m oléculas humanas tos son capaces de m antener la población del mun­
revisten una propiedad fundam ental que dom ina a d o a un nivel m anejable. Esto ocurre actualmente
todas las demás: tienden a incrementar £u número en muchas naciones, incluso en aquollas m ás bien
por encima de sus posibilidades de alimentación. alimentadas. Y tal vez algunos países com o la In ­
Es ésta la teoría de Thom as Malthus, un contem ­ dia, donde, la población se m ultiplica rápidamente,
poráneo del ilustre abuelo del autor, cuyas sombrías podrá ser inducida a ob ra r de esta manera.
predicciones han obsesionado al hom bre durante 150 Pero el nieto de Darwin sacude su gris cabellera
años. con tra esta esperanza. La lim itación de nacim ien­
El abuelo Darwin afirmaba con Malthus que la tos es posible biológicam ente pero n o sociológica­
población crece en progresión geométrica. Esta ha mente. De acuerdo con la ley sociológica de Gres-
aum entado m ucho, pero aumentará m ucho más en ham («la falsa m oneda suplanta a la buena»), los
el futuro. Los alimentos, por otra parte, aumentan pueblos que restringen sus nacim ientos *son su­
solamente en progresión aritmética, o sea por sim­ plantados por los que n o lo hacen. Las razas reza­
ple suma. gadas y am biciosas están seguras de poder desa­
«El ritm o natural de crecim iento de los pueblos fiar las reglas de lim itación de nacim ientos y de
pasablemente bien alimentados —dice Carlos Gal­ multiplicarse ellas mismas deliberadamente a ex­
ton Darwin— , condúceles a doblar su ptoblación pensas de sus prósperos y restringen tes vecinos.
cada cien años. Para poder alim entar a esta doble «Podrían tomarse - a f i r m a G alton Darwin—
población la produ cción de alim entos tiene tam ­ drásticas medidas, por un gobierno mundial todo­
bién que ser doblada. Eso es, doblar el área de poderoso, para limitar la población de la Tierra;
tierra cultivada actualmente o doblar su rendi­ pero un tal gobierno n o podría perdurar sino algu­
miento. En el próxim o siglo la población doblará nos siglos. Iría debilitándose paulatinam ente y las
otra vez, y el suelo tendrá que producir cuatro ve­ razas y creencias refractarias se servirían del úte­
ces los alimentos que produce ahora.» ro de sus mujeres com o arma de agresión social».
Carlos G alton Darwin adm ite que la actual pro­ Las conclusiones de Carlos G alton Darwin son
ducción de alim entos puede ser aumentada. Afir­ de que la raza hum ana pasará todavía p or una
ma, por ejemplo, que el procedim iento de convertir serie de altos y bajos, por algunas edades doradas
la madera en alim ento para los hum anos podría transitorias, pero la filogenética presión de sus m o­
ser un gran paso hacia la solución. Los alemanes léculas sociales está llam ada a imponerse final­
pusieren en práctica este -simple procedim iento mente. A pesar de lo que con la población puedan
durante la segunda guerra mundial, y en los Esta­ intentar la ciencia, el gobierno y la religión, aque­
dos Unidos se ha producido «m elaza de m adera», lla se m ultiplicará com o hace cierta clase de insec­
aunque en pequeñas cantidades, com o alim ento tos. La estabilidad se producirá solam ente cuando
para el ganado. el exterm inio p or inanición alcance un lím ite tope.
Pero el autor n o se deja absorber por tan ¡peque­ He aquí, aunque distante, el único rayo de espe­
ños detalles, que en su escogido m argen de un ranza. Según los cá lcu lo s del autor de «T he next
m illón de años tienen apenas im portancia. Cada Million Years», el prototipo de las especies ani­
triunfo laborioso en la produ cción de alimentos males persistirá durante cerca de un m illón de
no hará m ás que aplazar el d ía fatal. La población años sin transform ación apreciable. Más allá de
de la Tierra irá doblando, doblando, doblando este límite, la especie humana, muy joven todavía,
siempre. Tras diez siglos de bien alimentada m ul­ puede producir una nueva especie. Y tal vez el nue­
tiplicación habrá aum entado 1.024 veces. En el vo ser hum ano sea capaz de m antener su número
caso inverosímil de que la progresión de los ali­ ajustado a sus reservas alimenticias, sin ayuda del
mentos marche al m ism o paso, cien años m ás de exterm inio p or ham bre. ,

Ayuntamiento de Madrid
LAS U T O P IA S
UNÍ) OJEADA A Ld VIDAfN TIERRA UBRE
----------------- ANC 2 C 4 C -----------------
(Conclusión) cas estuvieron nunca. Las condiciones sociales y las leyes de
aquellos tiempos producían el delito y los criminales. Nos­
— V — otros, más afortunados, estamos viviendo una era que favo­
rece las ideas y las relaciones sociales racionalmente.
«Eí Estado debe ser abolido... Los cambios Nuestros delitos obedecen principalmente a deformación
de forma de gobierno son meros juegos de fisiológica o deficiencia mental. Un buen ejemplo es que he­
grado. Tontería, más o menos, todo ello.» mos abierto camino al buen entendimiento internacional
por medio de la lengua auxiliar Esperanto. Su autor había
1BSEN. sido impresionado por el antagonismo entre las diferentes
razas del género humano, producto de la multiplicidad de
L joven contestó: — El sistema parlamentario, lenguas. Centenares d e millones de hombres hacen uso ahora
el gobierno de la nación, el mecanismo de de este medio útil de intercomunicación, y ha ayudado pode­
fuerza y violencia, han sido abolidos. Eran rosamente a cimentar en todas las naciones una verdadera
males gemelos en todos sentidos. Había mi" consciencia de hermandad. Las lenguas universalmente ha­
les d e leyes repletas d e errores, producto de bladas hacen su papel y tienen sus defensores.
muchos siglos, leyes que nadie podía com­ — En el pasado— insinuó el viejo— temíase que si las con­
prender debidamente. Los abogados, la gente diciones sociales mejorasen, la demanda de alimentos exce­
experta en leyes, rara vez poníanse de dería a la capacidad para proveerlos para el mantenimiento
acuerdo sobre la forma de interpretarlas. En d e la población.
cuanto a los gobiernos, su recuerdo, evoca — Esos temores no pueden sostenerse hoy. Un alto nivel
hoy en nuestras mentes los instrumentos de de civilización o crecimiento del nivel medio intelectual con­
represión y de martirio: armas, prisiones y duce más bien a una disminución de la población. Pero las
guerras. Todas estas instituciones representarían un anacro­ influencias dominantes hoy son, primero, una común y más
nismo en nuestra presente civilización. Hombres y mujeres amplia comprensión científica de los problemas del sexo, y,
tiene actualmente un mejor sentido de las cosas. Las gentes segundo, también un conocimiento de lo que llamamos con­
creían que nuestro sistema implicaría perder el tiempo en trol de la natalidad. Además, la gran mayoría de los hom­
discusiones. No es verdad, pero de serlo sería un bajo pre­ bres y mujeres desean vivir para algo más que para la mera
cio a pagar por salvamos d e los errores del Estado. Que yo procreación d e la especie. Los organismos producto de la
sepa el Estado no se ha distinguido nunca por la rapidez pura procreación son siempre deficientes. Nosotros somos
en la aplicación de ninguna clase d e reforma. En cierto sen­ hombres.
tido tenemos nosotros un Parlamento, pero sin autoridad
legislativa ni ejecutiva. Se celebra anualmente un congreso
de delegados d e varios grupos o asociaciones para discutir
las cuestiones públicas. Se trata de una asamblea consultiva — VI —
similar a la antigua Asociación Británica para el Avance de
las Ciencias. Sus deliberaciones han sido muy productivas.
«E l destructor es también un constructor.»
Pero carece de autoridad en el sentido d e obligación o vio­
lencia. Todos nuestros órganos consultivos carecen de ese J. GREENLEAF WHITT1ER.
poder. Los antiguos gobiernos, com o se recordará negocia­
ban a veces sin compulsión violenta entre ellos. N o podían
estar continuamente en guerra. Pero d e hecho el poder más — Excúsame por tantas preguntas, pero deseo hacerte otra:
fuerte oprimía al más débil. El primero se veía obligado a ¿cómo se operó tan radical transformación? En mis tiempos
poner en práctica métodos subtiles, procedimientos sin auto­ de niño, tales alteraciones sociales se creían improbables.
ridad coercitiva en sus negociaciones. Entre nosotros se im­ — Ese punto d e vista era hasta cierto punto razonable.
pone el hábito o la costumbre; el principio de intimidación Por mi parte voy a contarte la historia tal com o llegó a mi
ha caído completamente en desuso. Cuanta la historia de conocimiento. Hace unos 65 años, un gobierno brutal e in­
que los antiguos esclavos liberados quedaban perplejos. Un humano amenazó con invadir Europa y Asia con millones
sentimiento similar ha sido un gran determinante del pro­ de esclavos entrenados para la guerra (reclutas, se les lla­
greso. , maba). Los gobiernos de los países amenazados combina­
— ¿Qué hay acerca del delito?—preguntó el viejo. ron sus fuerzas y poderes. Ambos bandos poseían las armas
— Hemos vuelto a los viejos tiempos de la idea de tribu destructivas más terribles. Eran capaces de enviar por el
comunal con respecto a eso. Naturalmente con un exacto co­ aire enormes proyectiles que hubiesen destruido no sólo los
nocimiento del momento presente. Existen sociedades que ejércitos sino las más grandes ciudades con sus habitantes.
tratan específicamente de estos problemas. Puede decirse que La guerra no tuvo lugar pero hubo un pánico universal.
estamos mucho más avanzados de lo que las fuerzas policía­ Los ejércitos de los poderes agresivos se dispersaron. Lie-

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826 CENIT

garon los soldados a la conclusión de que nada podría ser cuando joven parecen escritos para glosar estos días pre­
peor que la destrucción que amenazaba al mundo. Sus des­ sentes. Fueron escritos por el poeta J. A. Symonds, y son
póticos gobernantes no pudieron contenerlos. Las fuerzas los siguientes:
enemigas se negaron también a atacar. Los comunes intere­
ses de lodos los pueblos pedían la paz. Fué en estas cir­
«Estas cosas sucederán.
cunstancias que se produjo una revuelta mundial contra el
Surgirá una raza más elevada
sistema que había fraguado, el exterminio d e la especie hu­
Que todas las que e l mundo ha conocido.
mana. Cundió com o una epidemia la idea d e una nueva concep­
ción social. Hubo un rechazo universal a reconocer la auto­ Con resplandores de libertad en d alma
Y luz de inteligencia en los ojos.
ridad de cualquier gobierno. El concepto de libre comunidad
Serán gentiles los hombres, bravos y fuertes,
fascinó ,al género humano. El sueño de todos los mártires
No para derramar la sangre humana;
llenó los corazones d e todos los hombres, así com o sus ce­
rebros. Principalmente, las mujeres influyeron enormemente Para hacer durable cuanto el hombre adore:
El fu ego, e l mar y el aire.
en los hombres en la tarea de reconstrucción social, to­
Nación con nación, país con país,
mando ellas mismas a pecho esa tarea. Desde aquellos tiem­
pos el progreso no ha cesado. Ningún hombre aceptó nunca Libres y sin armas vivirán los hombres.
más su sumisión a otro hombre y a dejar por él a los otros. Latente en cada cerebro y en cada corazón
Nuestros padres nos han legado esta buena herencia, y se­ El pulso de la fraternidad.
ría indigno de nosotros el perderla. Nuevas artes, de inspiración más elevada.
Música poderosa, vibrante.
— Te estoy profundamente agradecido por tu amabilidad
Cada vida una canción.
— dijo finalmente el viejo— . Comprenderé en adelante con
Y la Tierra toda un paraíso».
mayor claridad cuanto vea. Estoy convencido d e la veraci­
dad de tus palabras y me congratulo d e haber vivido bas­
tante para poder contemplar por mis ojos esta era de libe­ G e o rg e C O R E S
ración y de justicia. Ciertos versos que tuve por favoritos (Traducción d e J. Ruíz).

E S P AMA
v ista p o r su s e sc rito re s
OS lamentamos mucho los españoles, y no soy produce en su mente la imagen, la idea fantástica que tiene
yo por cierto el que menos se lamenta, de de España y de los españoles. A esto añade, bien sea r e ­
que en tierras extrañas anda perdido nues­ sultado de la propia experiencia por haber viajado por Es­
tro crédito, de que se forma un concepto paña, bien resultado de noticias de otros viajeros, o bien
muy bajo de nosotros, y de que, por de­ efecto d e la natural petulancia, lo mal que se guisa aquí,
caído que esté nuestro país, todavía se finge el picaro olor de aceite y las infames posadas, y a veces,
en peor y más deplorable estado. com o compensación d e tantas molestias, lo lindas, salerosas
El fundamento d e estas lamentaciones es y fáciles que son nuestras mujeres, empleadas sólo en amar
tan claro que está de más el manifestarle por falta de otro empleo, y propensas y extasiarse y ren­
aquí ahora. Es un hecho indudable que casi dirse a los irresistibles hechizos del último comisionista, que
todas las naciones de Europa nos miran con el más soberbio naturalmente debe de parecerles un semidiós, por lo ade­
desdén, extremándose en esto los franceses y los ingleses, lantado, culto y pulido, si se le compara con sus zafios y
cada cual a su manera. Lo extraño- es la crasa ignorancia groseros compatriotas...
de nuestra historia, de nuestra civilización y de nuestra vida, En Francia, habrá unas tres o cuatro mil personas que
en que apoyan el desprecio. Por lo general, de España se estén algo enteradas de lo que somos y nos estimen en más
sabe menos en Londres o en París que del Japón o de la o menos, pero con conocimiento d e causa, mienlrás que la
China. No es esto afirmar que, si se supiese más, nos esti­ gran mayoría nos cree unos bárbaros rarísimos y dispara­
marían más. Esto es afirmar meramente que se sabe poco, tados, que no hacemos más que pronunciarnos, dar sere­
y que nos ven a través de mil extravagantes preocupaciones, natas, amar, bailar el bolero, alimentamos con un cigarrillo
las cuales, com o prisma engañoso, dislocan todas las figuras, de papel y una naranja china, y salir a tomar el sol em­
las trastruecan y las barajan, y las pintan con un coloreado bozados en la pañosa.
que no tienen. Don Quijote, Gil Blas, la Inquisición, el fan­ Los tres o cuatro tipos ideales en que se cifran todas las
dango, nuestro cruel fanatismo y algo de oriental, arábigo o diferencias d e españoles son Don Quijote, Sancho Panza y
berberisco que hemos heredado de los moros, forman los Gil Blas de Sanlillana. Como corolario pueden también en­
principales elementos con que todo francés o todo inglés trar en la colección d e dichos tipos el Don Páez de Musset,

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 827

e! Don Burgos, bandido protagonista de un baile de grande dentro de tí una fuerza madre, algo fuerte e indestruc'.ible
espectáculo, y Gastibelza, «l’homme á la carabine», de una com o un eje diamantino, alrededor del cual giran los he­
canción de Víctor Hugo. Al buen burgués .de París, a la chos mezquinos que forman la trama del diario vivir; y
dama elegante, al hombre de negocios, y casi siempre al sean cuales fueren los sucesos que sobre tí caigan, sean de
hombre de Estado, no hay forma de infundirle otra idea los que llamamos prósperos, o d e los que llamamos adver­
de los españoles.— Juan Vakra. sos, o de los que parecen envilecemos con su contacto, man­
tente de tal modo firme y erguido, que al menos se pueda
decir siempre d e tí que eres un hombre.
0 0 0
Esto es español, y es tan español, que Séneca no tuvo que
inventarlo, porque lo encontró inventado ya: sólo tuvo que
recogerlo y darle forma perenne, obrando com o obran los
D ice Chateaubriand, hablando de los españoles com o sol­ verdaderos hombres de genio. El espíritu español, tosco,
dados, que nuestro empuje en el campo de batalla es irre­ informe, al desnudo, no cubre su desnudez primitiva con
sistible, pero que nos conformamos con arrojar al enemigo artificiosa vestimenta; se cubre con la hoja de parra del se-
de sus posiciones, en las cuales nos tendemos, con el ciga­ nequismo. Y este traje sumario queda adherido para siem­
rrillo en la boca y la guitarra en las manos, a celebrar ia pre y se muestra en cuanto se ahonda un poco en la su­
victoria. perficie o corteza ideal d e nuestra nación.
Si despojamos a esta pintura del colorido francés que la Es inmensa, mejor dicho, inmensurable, la parte que al
califica, nos queda en ella un exactísimo retrato del carác­ senequismo toca en la conformación religiosa y moral y
ter español, no sólo en la guerra, sino en todas las imagi­ aun en el derecho consuetudinario de España; en el arte Y
nables situaciones de la vida. en la ciencia vulgar; en los proverbios, máximas y refranes,
Ya que no la guitarra, la pereza nacional nos absorbe los y aun en aquellas ramas de la ciencia culta en que Séneca
cinco sentidos, y sólo cuando el hambre aprieta, o la bam­ no paró mientes jamás. Así, por haber tenido nuestro filó­
bolla empuja, o la curiosidad nos mueve, sacudimos la mo­ sofo la ocurrencia genial y nunca bastante alabada y pon­
dorra. Entonces embestimos con el lucero del alba, para derada de despedirse de esta vida por el suave y tranquilo
estar donde él estuvo, medrar de lo que medró y hacer procedimiento de la sangría suelta, ha influido en nuestras
cuanto él hizo. Pero de allí no pasamos. Nuestra política, ciencias médicas tanto com o Hipócratas o Galeno.
nuestra industria y nuestra literatura contemporáneas lo de­ España sola sobrepuja a todas las demás naciones juntas
claran bien alto. T odo el mundo nos lleva la delantera, y por el número y excelencia de sus sangradores. El supremo
siempre estamos imitando a todo el mundo, menos a andar doctor alemán es el doctor Fausto, y el supremo doctor es­
solos y por delante. Vivimos de sus desechos y cada trapo pañol es el doctor Sangredo, no obstante haber existido
que cogemos nos vuelve locos de entusiasmo, com o si se también su rival el famoso congénere, el doctor Pedro Re­
hubiera cortado para nosotros. cio de Tirteafuera. Y jamás en la historia de la humanidad
Así estamos llenos d e conquistas y títulos a la adoración se dió un ejemplo tan hermoso de estoicismo perseverante
de las naciones extranjeras. Todos somos ilustres estadistas, com o el que nos ofrece la interminable falange de sangra­
invictos guerreros, sabios hacendistas, insignes literatos, la­ dores impertérritos, que durante siglos y siglos se han en­
boriosos industriales y honrados obreros. Hemos tenido có­ cargado de aligerar el aparato circulatorio de los españoles,
digos a la francesa, códigos a la inglesa, códigos a la ame­ enviando a muchos a la fosa, es cierto, pero purgando a los
ricana. Revoluciones de todos los matices, reacciones de to­ demás de sus excesos sanguíneos a fin d e que pudieran
das las castas, triunfos de todos los calibres, progresos de vivir en relativa paz y calma. Y, ¿quién sabe si el descu­
todos los tamaños. Y a la presente fecha, el ciudadano que brimiento de la circulación de la sangre por Servet, que en
tiene cama propia se cree muy rico. La escasa industria definitiva es lo único notable que los. españoles han apor­
desaparece antes que la hacienda la devore. Los bufos im­ tado a la ciencia práctica de los hombres, no tendrá tam­
peran en el teatro. El hijo d e Paul de Kock en la novela. bién su origen en Séneca y en la turbamulta d e sus acó­
Los Panchampla en desfiladeros y caminos reales, y la na­ litos?— Angel Ganivet.
vaja del honrado menestral desbandulla en las plazas pú­
blicas, a la luz del mediodía, las víctimas a pares. D e ma­ OO O
nera que quien nos comprara por lo que decimos y nos
vendiera por lo que hacemos, buen pelo iba a echar con
el negocio. A hacer cosas nuevas y útiles nos ganará cual­ España es un país naturalmente pobre, y si lo es el suelo
quiera; pero a poner lo que hacemos no hay quien nos eche árido, tardío o violentamente fecundado por la lluvia, natu­
la pata, ni a hacerle mal y fuera de sazón, tampoco.— ral es que lo sea quien lo habita. Por eso. d e nuestro para­
J. M. d i Pereda. sitismo social hay que hacer el correspondiente descuento,
atribuyéndolo a nuestro parasitismo natural. El año estéril

OOO es fecundo en enfermedades y miserias, y por eso se dijo en
época de escasez: «¡Líbrete Dios d e la enfermedad que baja
de Castilla y del hambre que subre de Andalucía!»
Cuando se examina la constitución ideal de España, el Estudiando históricamente estas condiciones, que es como
elemento moral y en cierto modo religioso más profundo deben estudiarse, y hoy más que nunca, en que orgánica­
que en ella se descubre, com o sirviéndole de cimiento, es mente se concede excepcional importancia a las influenc as
el estoicismo, no el estoicismo brutal y heroico de Catóri, ni históricas que se revelan en los individuos y en los pueblos,
el estoicismo sereno y majestuoso de Marco Aurelio, ni el nuestra índole parasitaria se puede definir por un estado
estoicismo rígido y extremado d e Epitecto, sino el estoicis­ de siglos inacabables de lucha del hombre con el hombre,
mo natural y humano de Séneca. que impide la lucha del hombre con el medio natural para
Séneca no es un español, hijo de España por azar: es dominarlo, siendo, com o es este medio, d e los más difíciles
español por esencia. Y no andaluz, porque cuando nació aún de vencer.
no habían venido a España los vándalos; que a nacer más La guerra, que impide la constitución agraria y la cons­
tarde, en la Edad Media quizás, no naciera en Andalucía, titución industrial, se traduce en fenómenos de despobla­
sino en Castilla. ción del territorio y en fenómenos de d;spoblación de aque­
Toda la doctrina de Séneca se condensa en esta ense­ lla base fundamental de] carácter que constituye las con­
ñanza: No te dejes vencer por nada extraño a tu espíritu; diciones nutritivas de un país. Un estado de guerra perma­
piensa, en medio de los accidentes d e la vida que tienes nente, com o ocurrió en España, no sólo en los ocho siglos

Ayuntamiento de Madrid
de la reconquista, sino en su expansión europea y ultra­ católica de figuras también primitivas; en las procesiones
marina y en el largo y lamentable período de sus guerras originalísimas. La Semana Santa en Guipúzcoa, los pasos de
d e sucesión y sus luchas civiles, merma la producción, li­ Azpeitia con sus siniestras estatuas, son otra cosa que la
mita el cambio y lo reduce todo a absorber y a eliminar. Semana Santa en Sevilla, con sus esculturas artísticas, sus
Si la población española hubiera de ser el resultado de las palios lujosos, sus pasos con imágenes de arte, sus vírge­
incalculables multitudes que vinieron a establecerse en nues­ nes vestidas com o emperatrices bizantinas. Todo oro, tercio­
tro territorio, seguramente que España sería d e los países pelo, hierro y más oro. Y las saetas, esos cantos que brotan
más poblados d e la tierra. Aquí vinieron no ejércitos, «sino en su aguda tristeza, quejidos del pueblo, dolorosas y sono­
razas esteras», que en su inmensa parte se eliminaron en ras alondras de una raza. ¡Oh la Semana Santa de Toledo,
la lucha. Por lo que pudiera añadirse que si la riqueza na­ entre la antigüedad gris y seca de esa petrificación de
ciese, no de la sangre transformada en energa productora, tiempo!
sino en la sangre vertida, España sería el país más esplén­ En las fiestas de San Juan Degollado, en la isla de Gas-
dido del orbe. telugache, cerca del cabo Machichaco, puede verse aún la
A los fenómenos de despoblación, que se traducen en Edad Media, con la devoción idolátrica y temerosa, los
campos incultos y aldeas míseras y diseminadas, con pocas romeros y penitentes que suben una cuesta de rodillas, des­
poblaciones activas y robustas, lo q u ¿ equivale a una de­ pedazándose sobre la piedra. Los niños van vestidos de ne­
ficiente base nutritiva en el país, debe añadirse, com o con­ gro y violeta. Y los disciplinantes de Rioja, en San Vicente
secutivo al ejercicio constante de la guerra, la propensión de la Sonsierra: hombres que se destruyen las espaldas con
nobiliaria, que ya por herencia o por esfuerzo personal, va azotes a la vista del público, y luego, cuando el lomo está
creando, con merma de los oficios, donde cada uno podía tod o amoratado de golpes o hinchado d e disciplinazos, se
repetir lo de «no tengo oficio porque en España los hidalgos les raya con bolas de cera llenas d e vidrios filosos. Regoyos,
n o lo aprenden», lo que se ha llamado exactamente «especie nos cuenta de otros martirios, com o el ir tocando una gran
de democracia de la vieja España, fundada en los humos campana por las calles, a pasar con los pies descalzos sobre
de grandeza d e todos». pedruzcos y chinas. Allí la sangre humana se vierte en rea­
Y esta nobleza, que es humo en el sentido de ser noble lidad cada jueves santo...
«sin tener donde caerse muerto», y que impone la condición
Pero junto a todas esas manifestaciones de religiosidad
de conservar las leyes de la hidalguía, que en los hidalgos nefasta y milenaria encontraréis siempre la guitarra, el vino,
pobres «es andar rotos y descosidos, con guantes y calzas la hembra. El torero tiene una imagen a la que reza antes
atacadas», produce por compensación y privilegio el fenó­ de ir a la corrida, a la fiesta de la sangre. Los antiguos
meno hipertrófico, consecuente a la atrofia general, de una eregrinos que iban a Santiago de Cospostela con el bor-
aristocracia y un alto clero poderosos y llamativos com o el ón y la calabaza eran excelentes pillos y bandoleros que
torreón y el campanario en las áridas y desconsoladoras so­ hubo que perseguir. En ciertas procesiones andaluzas hay
ledades castellanas.
pleitos por si una santa virgen vate más que otra, y al elo­
Juzgando ahora la constitución nacional creada por incle­ giar a la santa imagen, se injuria con epítetos del hampa a
mencias naturales y fatalidades históricas, resulta en primer la santa imagen contraria. Se forman partidos por éste o
término una lucha desigual, y por desigual deprimente, del aquél Cristo, por éste o aquél santo milagroso.
hombre con la tierra; una industria poco consistente y poco En Galicia pasa lo propio. Un escritor gallego me cuenta
atractiva por la escasez d e centros, de recursos y de cam­ que un tío suyo muy devoto, después de sufrir un gran
bios, una tendencia nobiliaria que divorcia a lo más inteli­ dolor moral, se encerró en su gabinete, y con una filosa
gente del país d e los consorcios productores, y una aristo­ faca se puso a dar puñaladas a un crucifijo familiar. N o es
cracia y un alto clero absorbentes.— Rafael Salillas. raro que al ir a dejar a la iglesia a una imagen, los con­
ductores se detengan un rato en la taberna.
OOO En 1820 los madrileños saquearon el palacio de la In­
quisición; degüello d e frailes ha habido que quedara por
¿España es verdaderamente religiosa? Creo que, en el fon­ siempre famoso. España es el país católico por excelencia;
do, no. Cuenta Georges Lainé que preguntó a un sacer­ pero Rothschild ha sido el amo por intermedio del judío
dote gaditano: «¿Hay una corriente de opinión republicana Bauer y se ha transigido por razones muy humanas con la
muy marcada en el pueblo bajo de Cádiz?» El sacerdote fundación de templos protestantes.
le contestó: «Todos los obreros d e Cádiz son republicanos, Por todas partes retoña, si regáis un poco, la raíz cris­
anticatólicos, y, en gran número, anarquistas». Puede tam­ tiana, por tantos motivos; pero la savia pagana d e la
bién asegurarse que la inmensa mayoría de los obreros en tierra no está destruida. La latina se explica. Se gusta en
toda España es poco religiosa, influida por corrientes libe­ las procesiones de la pompa, de los oros lujosos, de la
rales primero y luego por la cuestión social. En Barcelona, decoración de las imágenes y con el pretexto de la devo­
principalmente, el viento nuevo ha desarraigado mucho árbol ción se da suelta a los nervios y a la sangrq, floreciendo de
viejo. En Andalucía, en Castilla, buena parte del clero ha rojo la España negra. No se abandonan los asuntos de este
contribuido con su poco cuidado de los asuntos espirituales, mundo por los del otro; y la Inquisición misma, en sus orí­
a debilitar las creencias. El alto clero español cuenta con genes, tuvo más causas políticas que religiosas. El quema­
cabezas eminentes, con sabios y con varones virtuosos; pero dero agregó después ese halago terrible al divertimiento
en las regiones inferiores no es un mirlo blanco el sacer­ popular. Auto de fe o corrida de toros viene a dar lo mismo.
dote de sotana alegre, amigo d e juergas, de guitarras y mos­ En giertos templos andaluces el catolicismo deja ver a tra­
tos. La navaja no es tampoco, en ciertos ejemplares, des­ vés d e sus adornos y símbolos, las líneas y arabescos mo­
conocida. riscos. En las almas pasa algo semejante. Cierto es que
El sacerdote sanguinario y cruel n o ha sido escaso en Mahoma sonríe más que Jesucristo en los ojos sevillanos de
las guerras carlistas. En cuanto a moralidad, es éste el país bautizadas odaliscas.
en donde el «ama _del cura». y las «sobrinas del cura» son País d e Carlos V, de Felipe II, de Carlos II el Hechi­
tipos de comedia y cantar. Ello no quiere decir que, como zado; país d e la expulsión de los judíos y de los moros: su
en toda viña humana y en la del Señor, no haya casos de fe no llega muy a lo profundo. Creedme: la España brava
corrección y de virtud evangélica. El «cura de aldea» d e llevó la cruz al nuevo mundo nuestro, a lejanas tierras, y la
aquel honesto Pérez Escrich no abunda, pero se puede en­ impuso por la fuerza de manera koránica; pórtala sobre el
contrar en la campiña española. oro de la corona, sobre la cúpula del palacio real; pero Es­
La enseñanza religiosa en España interior se queda en lo paña es com o la espada; tiene la cruz unida a la filosa
primitivo, en la plática pastoral que precede a la idolatría lámina de acero.— RUBEN DARIO.

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E L A N T IC O M U N IS M O ,
EL ANTIIMPERIALISMO Y LA PAZ
(Conclusión) socialista en Rusia ha sido una de esas crisis; la fuerza d o­
minadora y eliminadora de la iniciativa popular estuvo re­
LA GUERRA, LA PAZ Y LA REVOLUCION presentada por el partido bolchevique, cuya acción de en­
tonces continúa hoy con el férreo régimen d e Stalin. La cri­
SOCIALISTA
sis capitalista, que es crisis de abundancia, ha sido más
tarde otra de esas oportunidades, de la que las masas no
En esta atmósfera som bré se está acercando la guerra
han tenido aun el tiempo de darse cuenta; el fascismo, el
y nunca la propaganda genéricamente pacifista ha pare­
nazismo, el naciente totalitarismo neocapitalísta, con el
cido más vac a e inútil. Organizan congresos, comisiones y
apoyo de las diversas categorías del privilegio político y eco­
pronuncian discursos en favor de la paz, los mismos que
nómico y con el apoyo de la Iglesia, han sido y siguen
preparan la guerra, a veces en forma inconsciente y precisa­
siendo las fuerzas que han fiscalizado y anulado la inter­
mente se celebran tales congresos, se organizan esas comi­
vención de la «base», en este posible campo de acción, desde
siones y se pronuncian esos discursos, en función de un
la España del trienio revolucionario hasta la guerrilla euro­
conflicto actual en el que germina la guerra futura.
pea antinazi. Conviene a esas fuerzas clasificar com o comu­
Y com o las palabras son iguales para todos, la propaganda
nistas a todos los movimientos que tienden a una igualdad
pacifista llega a estar vacía de sentido, sea cual fuera su
económica y a una libertad política más completa que las
origen. El caso es que no estamos en un momento d e paz
que garantiza la democracia formal, cada vez más afectada
y nadie puede eludir el conflicto. Para no ser en él vícti­
por medidas estatizadoras y liberticidas. D el mismo modo,
mas inertes, inútilmente sacrificadas, hay que intervenir en
conviene a los comunistas, cuando no pueden fiscalizar a
un sentido propio. ,
través de una propaganda equívoca tales movimientos, acu­
La hora no es d e paz; pero tampoco es fatalmente de
sarlos d e hacer el juego a los intereses capitalistas. Tanto
guerra. La guerra vendrá si nadie hace nada por impedirla.
para los unos com o para otros, es vital que nadie ni nada
Y vendrá para destruir a todos o para extender y unificar
quede fuera de los dos bloques. Y los partidos socialistas
quizás el proceso totalitario. Pero la guerra no se impide
democráticos, reducidos ya al agotamiento por la línea
con la abstención o con la sola propaganda antimilitarista.
legalitaria que siguen desde hace más de medio siglo, han
Si la democracia capitalista se sostiene económicamente
terminado por suicidarse aceptando la elección entre Oriente
apoyándose sólo en el rearme y en los gastos necesarios para
y Occidente y por tanto la escisión.
compensar las destrucciones causadas por la guerra pasada
y si su prosperidad no es, por consiguiente, sino una carrera Si 'a guerra estallara sería aún en menor grado que la
hacia la guerra, ésta no puede evitarse si no se transforma anterior un conflicto entre naciones; cada cam po tendría
la economía capitalista (basada en los precios y por lo tanto en ei cam po opuesto una «quinta columna» muy numerosa.
en una escasez que debe mantenerse a toda costa) en una Y, a diferencia de la guerra pasada, las dos quintas colum ­
economía cooperativa y distributiva, en la cual se elimine nas serían sobre todo populares y tendrían— excluyen io los
la ganancia y donde el aumento de la producción vaya, cuadros— más o menos los mismos objetivos de un lado y de
com o es lógico, en beneficio de los consumidores. Si el tota­ Ouo: el pan distribuido con justicia y la libertad.
litarismo— en el cual se cae al querer mantener el privilegio Hacer precipitar esa fundamental identidad antes que la
económico y político cuando va desapereciendo la ganancia, situación haga crisis, quiere decir evitar la guerra, no para
base> hasta ahora de ese privilegio— no puede sostenerse mantener la turbia paz actual, sino a través de una revolu­
más que por medio d e la militarización y d e la expansión ción (o, mejor dicho, de la expropiación popular de la revo­
■nacionalista (y en esto la España d e Franco, la Argentina lución económica en curso) que tendría contra sí a uno, y
d e Perón y la Rusia de Stalin tienen muchos puntos de otro bloque. Recuerdense los bombardeos ingleses sobre Mi­
contacto), es necesario comenzar por combatir el Estado lán, en plena euforia antifascista y la impasible inactividad
totalitario, si se quiere combatir la guerra. de los ejércitos rusos frente a Varsovia, desangrada hasta la
El socialismo antitotalitario es la única esperanza de última vena, en una desesperada tentativa de revuelta anti­
vida frente a la grave amenaza. Pero— lo saben los espa­ nazi. Sólo se evitará la guerra combatiendo; también la no
ñoles y lo saben los socialistas de espíritu libre que habi­ vio'éncia puede ser una forma d e lucha— y la India lo ha
tan en los países totalitarios— ésa no es una solución de demoslrado— con tal de que no sea un fin en sí misma. La
paz. Todas las fuerzas que en Oriente y Occidente se pre­ creación pacífica, la organización de las moléculas d e un
paran para la guerra, son inducidas a esa preparación (más mundo nuevo, es igualmente un combate, siempre que se
que a la guerra misma, a la que todos temen, pero que ter­ sepa que esas moléculas no serán vitales si no se defienden
mina por venir cuando se le ha preparado el camino), por el contra el abrazo mortal que amenaza destruir la humanidad.
desesperado deseo de mantener en sus manos la transforma­ Cuando la lucha ardía en España, el mundo tuvo oportu­
ción en curso; de salvar, en el seno de la misma, su auto­ nidad de librarse de ese apretón; no la aprovechó. H oy esta­
ridad sobre las masas populares, a las cuales toda crisis mos ante condiciones más difíciles, casi desesperadas, en
otorga siempre cierto grado de iniciativa. La revolución un momento en que, paradójicamente, los progresos técni-

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eos ponen en la mano de] hombre un extraordinario poder biendo muerto en los ministerios el socialismo democrático
sobre la naturaleza y la posibilidad de una progresiva libe­ y en el totalitarismo el socialismo dictatorial, queda viviente
ración del yugo de las necesidades materiales de la vida. el socialismo que en un tiempo no tuevo necesidad d e adje­
Los horrores de la guerra pasada hicieron pensar a mu­ tivos y que continúa siendo la suprema aspiración de los
chos— demasiado tarde— que habría valido la pena de desheredados.
arriesgarlo todo para evitarla, en un gesto vigoroso y rebelde En esta aspiración, bastante poderosa todavía com o para
de los pueblos. Los horrores infinitamente más graves d e la asustar a los gobiernos de Oriente, de Occidente y de los
guerra que se está preparando, plantean obviamente la idea demás puntos cardinales, que tratan d e embridarla y regi­
de que vale la pena intentarlo todo, en el sentido de la rea­ mentarla en sindicatos más o menos gubernamentales, en
lización de múltiples iniciativas populares para resolver la partidos más o menos militarizados, está la única fuerza
crisis, no ya en beneficio de ciertos grupos y castas, sino que puede realmente evitar la guerra y construir, no sin lu­
en beneficio de todos los seres humanos. Para eso es nece­ cha, una paz hoy inexistente. Nuestra tarea consiste en
sario cambatir al Estado en todas partes, al Estado que hace hacer que tos pueblos adquieran conciencia de ese poder y
también esfuerzos desesperados por mantener el dominio de esa responsabilidad. Ellos pueden impedir la guerra. Nin­
del caos y que sólo puede lograrlo preparándose para la gún gobierno puede hacerlo. Y esa responsabilidad directa
guerra. de todos los individuos que componen los pueblos de la
La simple propaganda antimilitarista, incluso el sabotaje tierra no es delegable en ningún parlamento, en ningún
del rearme, cuando 110 pase d e ser puramente negativo, tie~ poder ejecutivo. En un momento tan grave para la vida de
nen en este momento el grave inconveniente de ser unila­ la humanidad, no hay hombre que pueda hacer recaer sobre
terales, ya que nada de eso es posible al Este d e la línea otros la culpa de su muerte y la de sus semejantss, en una
divisoria de los dos bloques, com o no era posible ayer, en el guerra que las nuevas armas parecen hacer de antemano tan
mundo nazifascista. La oposición a la guerra debe ser, pues, impersonal. •
revolucionaria, es decir, creadora.
Esta urgente necesidad común d e acción directa, que se
Objetivamente, y fuera d e toda proporción con las posi­ identifica con una aspiración también inconscientemente
bilidades realizadoras actuales de los movimientos de van­ común hacia una vida libre y justa, es el terreno sobre el
guardia y especialmente del movimiento anarquista, una
cual puede salvarse la humanidad, si es que se salva. Inde­
revolución anténticamente socialista en Occidente, que diera pendientemente- del optimismo o del pesimismo con q u e se
a la crisis capitalista una solución distinta a la guerra y que
puede contemplar el futuro, es ese también el campo de
atrajera hacia sí las esperanzas de las masas (las que ponen
acción del movimiento anarquista: al margen de los grandes
sus miradas en Rusia, porque no tienen hacia donde mirar,
partidos, d e los gobiernos, de todos los organismos oficiales;
deshabituados com o están d e mirar dentro de sí), podría en el seno de las fábricas, en los campos, en las escuelas,
salvar la paz e inmovilizar a la U.R.S.S. com o potencia agre­
en los libres órganos de cultura, tratando de impregnar las
sora, amenazando al propio régimen ruso en el interior, ya
articulaciones de esa inmensa organización natural, formada
que no sólo el aparato policíaco y represivo del Estado, sino
por las relaciones- que el trabajo, con sus complicaciones e
también la sensación de estar rodeado por un mundo anti­
interdependencias, establece entre los productores, que las
socialista, mantiene al pueblo ruso, que estuvo magnifico en
necesidades recientes imponen entre éstos y los diversos
la revuelta de 1917, en las condiciones de la más pasiva obe­
aspectos del consumo; que el hambre de saber y las aspira­
diencia. Ningún ejército ruso podría hoy avanzar o perma­ ciones morales, afectivas, estéticas, crean, de cerca y de
necer por largo tiempo en un país impregnado de socialismo
lejos, entre los espíritus afines.
libre, así com o ningún ejército occidental podría marchar
contra Rusia, si ésta fuera un país socialista. Es éste el terreno sobre el cual se puede volver a hablar
La posibilidad de que ocurra tal revolución es, o parece d e socialismo; en el cual se puede evitar la guerra entre los
ser, muy remota, en tanto que la amenaza atómica está muy totalitarios en acción o en potencia, que quieren extender
cercana. Pero no se pide hoy a la razón una previsión exacta sobre el mundo entero su dominio exclusivo de amos de
de un porvenir grávido de imprevistos desastres y de posi­ esclavos; en el cual, superando el maqumismo, con su mejor
bilidades insospechadas, com o lo fuera el pasado reciente. aprovechamiento, la jerarquía militarizada, con una ágil y
Se le pide una línea d e conducta, la elección de un terreno libre coordinación; superando con la responsabilidad indivi­
de lucha. dual la m istica de la nación, de la raza, de la Iglesia y del
En este mundo falsamente dividido por el dilema dema­ partido, se podrá aún volver a encontrar al hombre.
gógico: o contra el capitalismo en favor del comunismo
totalitario o contra el totalitarismo en favor del sistema capi­ Luce^ F A B B R I
talista (que está evolucionando a su vez hacia el estatismo
totalitario), nosotros, socialistas anárquicos, debemos trabajar
por el acercamiento del elemento socialista contenido en las ACLARACION
fuerzas sinceras de los unos, al elemento liberal— a transfor­
A ruego de nuestro joven colaborador Adolfo Her­
marse en libertario— contenido en las fuerzas sinceras de los
otros. nández, hacemos constar que el trabajo que bajo
Incidentalmente, debo observar que no creo que la cali­ el título de «El indio mexicano» publicamos en el
ficación de socialista sea redundante o que haya sido supe­ número 23 de CENIT no le pertenece. Fué por error
rada por nosotros, que queremos el libre acuerdo basado en que quedó calzado aquél con su firma. Lo que ha­
la coordinación de los núcleos funcionales d e productores y
consumidores, dedicados a la gestión colectiva de la produc­ cemos constar para satisfacción del interesado.
ción y el consumo, sin Estado y sin propiedad privada. Ha­

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N O T A S

El m ovim iento colectivista


en Palestina
Empieza a adquirir im portancia la bibliografía sobre que el de nuestras Colectividades de España: asam­
rl aspecto revolucionario de la guerra civil española. Y blea general, autonomía, federación, independencia
con ella, la tarea de análisis del aspecto constructivo de del Estado.
aquellos acontecim ientos. Más importante aún que todo
«Nuestro «kibbutz» se com pone de cien to cin ­
eso e¡l constatar la repercusión que empiezan a tener las
cuenta m iem bros, hombres y mujeres, y unos sesen­
más fructíferas de las realizacioness ensayadas por pri­
ta niños. Figuran también unos cincuenta m ucha­
mera vez en España. La historia podrá ser severa en su
chos y m uchachas, de entre trece y dieciocho años,
veredicto sobre varios aspectos de la obra del proletariado
que el «kibbutz» h a adoptado a título de prepara­
y campesinado español, pero hay algo llamado a sortear
ción agrícola y cuyos padres residen en distintos
airosamente las eventualidades de cualquier género de
lugares del país Se halla encuadrado en m edio de
critica. Aludimos a la obra de las Colectivizaciones, a
doscientas hectáreas de terreno, y está dotado de
la profunda revolución económ ica impulsada por los sin­
granja avícola, rebaño, cuarenta vacas lecheras,
dicatos y militantes libertarios españoles. Esta obra está
lavadero ultramoderno, taller de reparaciones, ga­
llamada a perdurar y a servir de incentivo a los sectores
raje, pequeño taller dedicado a la fabricación de
liberales más evolucionados. Desde algún tiempo empieza
a tener imitadores en tierras de Palestina. Publicamos
tornillos, sección de costura dotado con d iez máqui­
nas, com edcr com unal tam bién muy m oderno con
seguidamente, com o ilustración de lo antedicho, los fr a g ­
mesas de cuatro plazas.
mentos más substanciales de una interesante carta reci­
bida de un compañero instalado en aquel país. Español, »Las viviendas consisten en pabellones de planea
exilado por razones obvias, él firmante, al describir las b aja a base de cuatro piezas; una para cada m atrim o­
primeras impresiones de su vida en el «kibbutz», solaza nio o dos solteros. Los niños de cierta edad ocupan
su prosa con los mejores aromas de la tierra prometida: pabellones especiales. Aquí se vive para el niño.
Cuidados, sol, aire, espacio. No es casualidad que
las estadísticas de mortalidad sitúen al n iñ o del
«H ahotrim , 29 de diciembre de 1952. — Querido «kibbutz» entre los porcentajes m ás bajos. Es un
am igo X : ...C om o dejé entrever en cartas anterio­ placer verlos correr, sanos y hermosos. Diríase que
res hemos efectuado un nuevo cam bio en nuestra llevan una locom otora dentro, y bien que bullicio­
situación. Habíamos hablado varias veces sobre el sos, son de una amabilidad que cautiva. Sólo esto
«kibbutz» (Colectividad). Pues bien, he aquí que justifica plenam ente el acierto de nuestra decisión
finalmente hemos sido atraídos por él, y en un de venir.
«kibbutz» nos encontram os desde hace cerca de tres »Se trabaja y se come, naturalmente, en común.
meses. ¿Podíam os quejarnos en Jerusalém? No. En
Pero tenemos casa propia. Recibim os en ella a los
cualquier país el salariado se halla mas o menos am igos y parientes para obsequiarles con el té o
som etido a las mismas condiciones. La vida en el café. Tendrías que ver esto. Bien que un tanto pe­
«kibbutz» corresponde m ejor a nuestra manera de queña la pieza de habitación ( 3 X 4 metros y terra­
ser en todos los órdenes y habiéndose presentad.) za de entrada), basta para las necesidades actua­
la oportunidad, dim os al traste con lo que podría­ les. El m obiliario es com o sigue: una o dos camas,
mos llamar el viejo mundo y enfocam os nuestra armario, bufet-biblioteca, radio, mesa, sillas o sillo­
vida por senderos distintos a los hasta hoy seguidos. nes. Cada cual arregla su pieza a su gusto y las hay
»P or una paradoja de la vida estam os realizando, verdaderamente hermosas. ¡Y esto en el campo...!
o m ás bien continuando, la obra de las Colectivi­
dades germinadas en España. La cabra tira siempre »En cuanto al trabajo dom éstico, no hay que coci­
al monte. Y con el apoyo m oral de m i compañera nar, ni lavar ni coser la ropa, a la vieja usanza,
la decisión ha sido rápida. Se acabó para nosotros ni hacer «cola » en el mercado. Mi com pañera tra­
el salario, n o m ás rom pederos de cabeza por cues­ baja en el taller de costura sus och o horas diarias,
tiones de dinero, no m ás som etim iento al patrón desde las siete de la m añana hasta las tres de la
y 110 m ás desigualdades entre fuertes y débiles. tarde. Y o term ino a las cuatro, o sea que los hom ­
«Contarte todo sería interminable. Basta que te bres trabajan una hora más. Ciertos ancianos tra­
detalle cóm o vivimos aquí. El «kibbutz» es una bajan cuatro horas. Los jóvenes acogidos al «kib­
especie de Colectividad, agrícola en principio, pero butz» tienen clase por la m añana; por la tarde
puede ser al m ism o tiem po industrial. Los hay más trabajan tres horas. Se trabaja con satisfacción cual
o menos grandes. Su régimen interior es el mismo demuestra el aspecto alegre y sonriente de la gente.

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T od o ello, sin percibir salario alguno. Es decir, que til. Juegan ahora con nosotros, nos cuentan todas
no vemos el dinero, y noto que vamos perdiendo sus cosas del día y les contam os, a p u n to de me­
la noción del mismo. Sin embargo, tenemos m ás terlos en la cama, nuestro cuento diario. Durante
de todo que antes. ¿Cóm o explicarte este fenóm eno?
j. pueden venir al taller a darnos les buenos
Creíamos sería difícil deshacernos de ciertos prejui­ alas: Total, que disponemos de m ás tiem po para
cios y pequeneces; pues bien, lo hemos hecho sin dedicarles. Ni se fatigan ellos de estar en casa más
esfuerzo. Ciertas necesidades, que no podíam os con ­ tiempo de lo norm al ni n os fatigam os nosotros.
cebir cóm o p odrían ser satisfechas en vida colec­ Aparte sus obligaciones escolares siempre están de
tiva, las vemos hoy resueltas con suma facilidad. tiesta. H oy es el aniversario de este amiguito, ma­
»M i trabajo consiste en la reparación de todo. naría el del otro, que quiere decir invitación, bomr
H oy me ocu po de las máquinas de coser, mañana b o n e s y juegos. Tenem os un gallinero grandioso en
de m echeros o cacerolas; trabajo variado, que es lo el «kibbutz», pero los niños tienen también sus
que me gusta. Tengo en el taller mi m esa de tra­ gallinas y guardan los huevos con los que los vier­
bajo y mis herramientas especiales, y he aquí un nes hacen un enorm e pastel.
hom bre encantado de vivir.
»En general, cada fam ilia tiene un jardincito
»¡A m igos, esto es un sueño realizado! ¿O s im a­ frente a su casa. Pensamos tenerlo nosotros este
gináis lo que significa n o tener ninguna preocupa­ verano. En cuanto a distracciones, éstas son varia­
ción material? Mi com pañera y yo nos decimos das: em e todas las semanas, fútbol, ajedrez, coro,
muchas veces que es com o si em pezáramos a vivir. lectura. Situados próxim os al mar, disfrutam os en
Cosa rara, vem os ahora que la vida es corta. Esta verano de una hermosa playa.
sensación n o la habíam os experim entado nunca con »He aquí en pocas líneas lo que es nuestra vida.
tanta intensidad.
Se m e olvidaba decir que la tierra apenas se toca
Term inado el trabajo nos espera la ducha, con con la mano. Se encarga del trabajo la máquina
agua caliente y fría. Nos cambiamos de ropa v Tenemos cuatro tractores y siete cam iones que en
merendamos en casa. Son las cinco de la tarde días de fiesta, se utilizan para las excursiones.
y ahí están los pequeños de vuelta del jardín infan­ ¿Para qué necesitamos el dinero?»

Société Genérale cTlmpression, Gl, rué des Amidonniers.— Toulouse (H te -G n e .)- Le Gérant : Etienne GUILLEM AV.

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POETAS
de (njer ij. ele /W /

EURO
F r e n te a la e te r n id a d d e l a n c h o m u n d o
c a m in o p a so a p a so.
L as h u ella s d e m is p ie s so n c u a l sen d eros
que_ el v ie n to va h o rr a n d o
Q u izá un d ía la fu g a z estrella
cru za rá b a jo un c ie lo azul
y m a n so,
un c ie lo s in m e ta le s te m b lo r o s o s s ,
s in m á s eco
q u e el e c o d e m i lla n to .
P e ro y o n o esta ré ya a q u í ese día,
y el r e fle jo d e l a s tr o
n o a lu m b r a r á s o b r e el la rg o c a m in o
el s e n d e r o tr a z a d o p o r m is m a n os.
A h o r a c a m in o
b a jo un c ie lo d e m il o jo s en b la n co ,
e l e c o d e l b o r d ó n n o lle g a a n o ta
y el p eso d e m i fa r d o
n o e n c ie r r a m á s m is ió n q u e ese c a m in o
q u e p r o s ig o d esp a cio.
P r e g u n tá is m i d e s tin o y o s r e sp o n d o :
B a jo la b la n c a estre lla d el e s p a c io
in te n to d e s tr u ir la p a ra le la
q u e al c a m in o tie n e e n ca d e n a d o .
B u sco el s e n d e r o que a v a n z a c o n v e r g e n te
d e s d e los tib io s d e d o s d e tu s m a n o s ,
la s v e rd e s c o p a s d e lo s n e g r o s á rb o le s
s o n fle c h a s a m is pa sos.
l ! n d ía las a g u ja s d e la s to r r e s
lib e r a r á n su ra y o
y c e s a r á n d e ser c ir c u n fe r e n c ia s
la s n o r ia s c h ir r ia n te s d e su s g allos.
N o h a y lu c e r o p a r a el a lm a a n g o s ta .
— T e e q u iv o ca s, h e r m a n o —
L as e s tre lla s so n d el u n iv erso
y el c a m in o h a c ia él es la r g o y a n c h o .
N o es c a m in o d e v ie ja s h e rr a d u r a s ,
n i d e b o t a s c o n c la v o s .
El c a m in o q u e va h a c ia lo s lu ce ro s
h a y q u e a n d a r lo d e s ca lz o ,
el b o r d ó n en la d iestra ,
e n la s in ie s tr a el fa r d o
s in o t r o c o n t e n id o p e r e g r in o
q u e el d e s e o d e a n d a rlo .
N o bu sq u es h u e lla s q u e te lo señ a len ,
n i s u r c o s d e un a ra d o .
L a s se ñ a s d e m is p ies so n c u a l sen d eros
q u e el v ie n t o va b o r r a n d o .

J. C A R M Ó N A B L A N C O .

lib r o d e p o e m a s ((C a ñ a v e ra l ju n t o al m a r » , E d ito r ia l


A m e rica le e . B u e n o s A ire s , 1952.)

Ayuntamiento de Madrid
: /r '> 1 ü r t S W } t ü u m i¿ ( ? \

TiR vM a ria d fo EL P R O L E T A R I A D O
IW ib n k (A l ó m í M MILITANTE
(O rig e n d e l S in d ic a lis m o )
S m c f íc d I iS m 9
P o r A nselm o L O R E N Z O . Dos

tom os con 5 2 8 p á g in a s. P re cio

de los dos to m o s, in c lu id o s los

gastos d e e n v ío , 2 5 0 francos.

Pedidos a « CNT »
4. rué Belfort, TOULOUSE
C.C.P. 1197-21 — Toulouse

\Ejiccionwt1Ll'Cfl. T.

“ La C .N .T . en la R e v o lu c ió n E s p a ñ o la ”
por José PEIRATS

M a te ria s c o n te n id a s en el se g u n d o to m o :

C a p ítu lo X V I. — E S P A Ñ A A N T E EL M U N D O .

C a p ítu lo X V II. — V ID A O R G A N IC A Y U N I D A D S IN D IC A L .

C a p ítu lo X V I I I . — L A S O M B R A D E L K R E M L IN .

C a p ítu lo X IX . — EL M I L A G R O D E LAS IN D U S T R IA S D E G U E R R A .

C a p itu lo XX. — LA MAREA C O N T R A R R E V O L U C IO N A R IA .

C a p ítu lo X X I. — L O S S A N G R IE N T O S S U C E S O S DE M A Y O .

C a p ítu lo X X II. — LA C R IS IS D E L G O B IE R N O LARG O C ABALLER O .

C a p ítu lo X X III. — OCASO P O L IT IC O DE L A C .N .T .

C a p ítu lo X X IV . — IR O N IA S DE U N P R IM E R A N IV E R S A R IO .

C a p ítu lo X X V . — D E S T R U C C IO N DEL C O N S E JO DE A R A G O N .

C a p itu lo X X V I. — LA C R IS IS D E L P A R T ID O S O C IA L IS T A .

P re c io d e l e je m p la r: 7 0 0 francos

D ie z p o r c ie n to d e d e s c u e n to a p a r t ir d e c in c o e je m p la re s . P e d i­
dos a « C N T » , H e b d o m a d a ire . C .C .P . 1 1 9 7 - 2 1 . T O U L O U S E ( H .- G .) .

Ayuntamiento de Madrid
80 frs

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