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Algunos cosas de la vida son inevitables, y el sufrimiento es una de ellas.

Ninguno de
nosotros puede escapar de éste completamente. El dolor puede ser de carácter físico o
mental. Este surge en diferentes formas y en diferentes grados. Nosotros sufrimos a causa
de nuestros propios errores, ignorancia o pecados.

Sufrimos por causa de los errores de pecados de otros.


Así como hemos de aceptar la universalidad del sufrimiento, también hemos de darnos
cuenta que el camino que conduce al sufrimiento no es fácil. Esto es verdad porque cada
persona es un individuo que responde en forma diferente e impredecible ante la experiencia
del dolor.
Aunque el sufrimiento es un hecho doloroso y común de la vida, no debemos concluir con
que éste no tiene algún valor positivo. Por el contrario, el sufrimiento es frecuentemente
usado por Dios para el bien.

El sufrimiento no es siempre el resultado del pecado, y aún cuando sí lo sea, no tiene que
ser el fin del asunto. El sufrimiento o dolor experimentado no es simplemente castigo.
Puede ser correctivo porque todo el sufrimiento no puede ser comprendido, pero puede
servir para un buen propósito. Tenemos que buscar alguna manera constructiva para
aceptarlo.

Fortaleza de la debilidad
En el capítulo doce de 2 Corintios Pablo escribe acerca de sus tribulaciones. El suplica a los
cristianos de Corinto que tomen en cuenta su propia experiencia y que no presten oídos a
chismes que pululan para desacreditarlo.

Luego parece que hay una pausa en el mensaje y las siguientes palabras fueron
posiblemente escritas con más detenimiento ya que Pablo se expresa personalmente. “Y
para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un
aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca
sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha
dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de
buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de
Cristo.

“Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en
persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor. 2.7-
10).
Pablo sufría por una debilidad o un impedimento físico. Posiblemente algo similar a lo que
usted y yo hemos sufrido. El oró a Dios para que le fuera quitado, pero Dios no lo hizo. Era
algo que él tenía que soportar por el resto de su vida. Pablo había aprendido a vivir contento
con debilidades, insultos, peligros, persecuciones. También había aprendido que cuando
llegaba a estar “débil” realmente se hacía “fuerte”.

Nótese que Pablo no consideró su miseria como una “bendición disfrazada”. No la empolvó
ni la roció con perfume hasta que oliera a rosa. Más bien él declaró directamente “me fue
dado un aguijón en mi carne”. Nosotros también debemos confrontar nuestro sufrimiento
honestamente. La Biblia dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien” (Romanos 8.28).

Nótese que no todas las cosas son buenas, pero que ayudan a bien. El sufrimiento puede
desarrollarnos y hacernos maduros si lo aceptamos como una experiencia de enseñanza.
También puede humillarnos para ayudarnos a comprender lo impotentes que somos.
Entonces, como Pablo, podemos recibir fortaleza de Dios para vencer, o para aceptar
aquello que no puede ser cambiado.

Como considerar el sufrimiento


Roger Lovette escribió en una ocasión acerca de una aldea en Alabama, EE.UU., cuyo
nombre era “Empresa”. La gente erigió un monumento al gorgojo mexicano, un insecto.
Cuando en 1895 el bicho apareció por primera vez, la producción anual de algodón fue
reducida a menos de la mitad. Desesperado el productor de algodón tuvo que dedicase a
cultivos diversificados. Así se comenzó a producir maíz, papas, y más que todo, maní. La
aldea vino a ser conocida como “la capital del maní en el mundo”.

La inscripción en el monumento se lee:


En profundo aprecio al Gorgojo Picudo, por lo que ha hecho en bien de la prosperidad, este
monumento es erigido por los pobladores de Empresa, Alabama.

De los tiempos más duros, esta gente obtuvo su más grande fortaleza. Realmente erigieron
un monumento a la miseria. Necesitamos preguntarnos a nosotros mismos: ¿No habrán sido
algunas de nuestras miserias el lugar y el tiempo cuando hubo un notable cambio en
nuestras vidas? ¿No se esconderá en el centro de cada dificultad una posibilidad, un
potencial divino, del cual nunca hemos soñado?

El eterno peso de gloria

“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante
se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente
y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se
ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. II Corintios 4:16-18

En esta porción el Apóstol Pablo nos enseña a tener la actitud debida hacia la tribulación. El nos enseña una filosofía
nueva hacia el dolor. Únicamente un creyente puede adoptar esta filosofía porque se basa en la esperanza que
tenemos de tener un futuro glorioso. Si usted no es un hijo de Dios, no hay ninguna consolación que podemos darle
cuando está en tribulación.

Como creyentes, debemos tener “los ojos puestos en Jesús, el autor y consumidor de la fe”. (Hebreos 12:2) Así
tenemos la confianza de que lo que sucede no es por la casualidad. Hay un todo sabio Dios que está detrás de todo.
Él sabe lo que está haciendo. En Romanos 8:28 Pablo dijo: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas
les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.

En esta porción Pablo nos anima a tomar en cuenta que la tribulación es leve. Es una consolación saber que no es
con toda intensidad. Nos conviene mirar el lado positivo. Siempre se puede encontrar algo positivo. Cuando no nos
queda ninguna solución terrenal podemos levantar la vista al nivel celestial y encontrar consolación. Allá “no habrá
muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron.” (Apocalipsis 21:4) Siempre hay
los que tienden a exagerar la gravedad de su tribulación. Así suena más dramática. Tal vez están buscando atención
y consolación de los demás.

También él dice que es momentánea. Quizás es para hoy y mañana, no más, pero si es para todo el resto de tu vida,
¿qué es esto a comparación con la eternidad? Una vez en mi niñez pisé un clavo y acabé con una infección en mi
pie. En el momento, parecía como un largo lapso de tiempo que andaba rengo. No debe haber sido más que dos o
tres días o una semana a lo máximo. Así son las tribulaciones. Son pasajeras. Ten paciencia. Tendrán su fin.

Debemos saber que la tribulación produce en nosotros algo benéfico. La palabra “tribulación” significa presión. Es
algo que pone peso sobe nosotros. Por eso, decimos que es algo que tenemos que llevar. Pablo dice que es “leve”
pero, a su vez es un peso. Es algo que sentimos.

Por regla general tomamos la tribulación como una adversidad, pero Pablo dice que debemos tomarla como una
ventaja. Es algo que añade al esplendor y honor que tendremos en nuestro hogar celestial. Lo más penoso es
nuestro andar en la tierra, tanto más gloriosa será nuestra entrada en la gloria.

El Apóstol Pablo era ingenuo en armar palabras para expresar la grandeza de algo. Él llama nuestro estado celestial
“una cada vez más excelente y eterno peso de gloria”. Nos conviene detenernos por un rato largo analizando todo lo
que está incluido en estas palabras. Mi tribulación presente se achica y casi desvanece en comparación con lo que
me espera más allá.

Él dice que es cada vez más excelente. Cada vez que analizamos nuestra herencia encontramos valores que
miramos por alto la primera vez. Es una maravilla lo que Dios incorporó en la creación de la tierra para que sirva
para nuestra necesidad. Sin embargo, con todo, siempre hay necesidades y angustias. Cuando llegamos a los cielos
vamos a darnos cuenta de que Dios ha provisto para cada comodidad y necesidad. No habrá falta de nada. Además,
él dice que será eterna. No habrá falta ni fin de lo que Dios tiene planeado por nosotros allá. Aquí en la tierra el
hombre exterior (o sea el cuerpo) se va gastando y no hay seguridad de la permanencia de nuestras comodidades.

Pablo dice que es un peso de gloria. Es algo que tiene sustancia. Dios no nos engaña con sueños fantásticos que se
revientan como un globo.

Si damos atención a nuestra vida espiritual, nuestro hombre interior se renueva de día en día. Si el hombre interior
es débil, será muy difícil aguantar las tribulaciones. Es por eso que es tan importante que estemos fortalecidos
espiritualmente. Así tendremos fuerza para enfrentarnos con tribulaciones. Así seremos capaces de levantar la vista
a las cosas de arriba donde está Jesús, el autor y consumidor de nuestra fe. No seas más un creyente débil que se
desmaya y se rinde, vencido cada vez que te enfrentas con una adversidad en tu vida.

Miles de veces hemos escuchado estas palabras juntas y sabemos sus significados pero
realmente empezamos a sentirlas, vivirlas y saber lo demasiado que pesan cuando llegan a
nuestra vida. Cuando te sientes cansado, desesperado y lo único que quieres es que ya
se acaben ¿qué haces? Como buen cristiano oras y le dices a Dios que te ayude con todo lo
que estás cargando, pero pasan días, semanas y hasta meses y a veces pareciera que todo
sigue exactamente igual o hasta peor, entonces sientes impotencia al no poder hacer algo
para solucionarlo. Es cuando pasamos por esos momentos que hasta llegamos a reclamarle
a Dios haciéndole preguntas como: ¿Por qué lo permitiste? ¿Hasta cuándo quitarás esto de
mi vida? ¿Te has olvidado de mí? Sin embargo esta reacción en medio de la prueba no es la
de alguien que ha puesto su confianza en Dios, pareciera más la de alguien que no ha
conocido su poder y fidelidad y ahora está dudando de Él.

Pero entonces cuando estamos abrumados por las tribulaciones y las pruebas: “¿Qué
debemos hacer Dios?”

1) “Búscame ¡Yo aquí estoy siempre!”


Job 8:5-6 “Si tú de mañana buscares a Dios, Y rogares al Todopoderoso; Si fueres limpio y
recto, Ciertamente luego se despertará por ti”
Lo primero que debemos hacer es buscar a Dios SIEMPRE en lo bueno y en lo malo,
cuando responde y cuando pareciera que no lo hace, cuando lo sentimos cerca y cuando
pareciera que está lejos. Para hacer esto es indispensable orar, leer su Palabra y meternos en
su Presencia, es decir, apartar un tiempo SÓLO PARA ÉL.

En 1 Crónicas 28:9 El rey David le dice a su hijo Salomón: “Reconoce al Dios de tu padre,
y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los
corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo
hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre“.
Lo que el Rey David, un hombre conforme al corazón de Dios estaba diciendo aquí era
que si en verdad buscas a Dios con todo tu corazón ¡lo vas a encontrar! pero debes buscarlo
de una manera desinteresada y no sólo para que solucione tus problemas. Es como
cuando identificamos a alguien que nunca nos habla y con quien no tenemos una relación
de amistad y nos damos cuenta que sólo nos está buscando cuando necesita algo de
nosotros, nada más nos habla, y lo primero que pensamos muchas veces es: “¡Seguramente,
algo me va a pedir!”, y a veces sentimos que no le importa pasar tiempo con nosotros
sino que su único interés es que hagamos algo por él para después darse la vuelta y seguir
su camino. ¿No somos muchas veces así con Dios?, cuando tenemos una necesidad lo
buscamos y tan pronto nos contesta o nos soluciona el problema ¡ya no lo buscamos de la
misma manera! La diferencia aquí es que Dios es tan bueno que su reacción es súper
diferente a como sería la nuestra, pues cada vez que regresamos a Él nos recibe con los
brazos abiertos dispuesto a ayudarnos, consolarnos y darnos una nueva oportunidad.

2) ¡No te preocupes! y ten FE en Mí


2a Corintios 4:18 “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues
las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”
Dios sabe cuáles son tus problemas y qué es lo que necesitas, ¡búscalo! Pero sobre todo
nunca pierdas la FE, como dice el versículo anterior la tribulación es temporal, aunque
ahorita no veas ninguna solución, ten fe en que Dios va a hacer un milagro. Dios tiene un
plan bien grande para todo lo que estás pasando y tal vez te preguntarás: “¿Cuál es el
propósito de mi sufrimiento?” La Biblia dice lo siguiente:
*En Hechos 14:22: “Confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que
permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones
entremos en el reino de Dios“ Dios te está preparando porque ¡quiere que estemos juntos
durante toda la eternidad!, si Dios permite tribulación en tu vida es para tu bien, aunque
suene raro, él sabe qué necesitas para crecer espiritualmente y quiere ayudarte a que te
des cuenta de que lo necesitas a Él. Porque a través de las pruebas sin darnos cuenta nuestra
relación con Dios se hace más cercana que nunca antes ¡nos falta mucho por por crecer!

*Hechos 1:4: “El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos
también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la
consolación con que nosotros somos consolados por Dios“. ¡Dios quiere usar tu vida!, El
quiere que tengas victoria en todas las pruebas para usar tu testimonio para que otros
puedan afirmar su fe al escucharte. Él está trabajando contigo con el fin de hacerte
PERFECTO y usarte para consolar a otros en sus pruebas.

¿Listo para la batalla? ¡Dios ya te ha dado la victoria!


1a Juan 5:4: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria
que ha vencido al mundo, nuestra fe” .
Si estás pasando por tribulaciones y pruebas lo mejor que puedes hacer es recordar que
Dios está contigo, acercarte a Él y llenarte de FE en Él que es tu mejor defensa.

De Dios para ti: Hijo/Hija: Se que estas pasando por algo que es muy difícil para ti, pero
yo estoy contigo siempre aunque no te des cuenta desde que te levantas hasta cuando
duermes yo estoy contigo. El diablo te quiere destruir pero yo se que tu vencerás porque yo
te di todo para vencer. ¡No renuncies! Ya falta poco para que mi plan perfecto se cumpla en
ti porque yo soy el autor de tu vida y todavía no sabes cómo termina la historia que escribí
para ti ¡Ánimo! (Salmos 139:2, Juan 13:7, Isaías 41:10, Isaías 54:17, Juan 10:10,
Hebreos 10:35-39, Hebreos 12:2, Salmos 37:37)

El Propósito del Sufrimiento


Introducción

"Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de
Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;
respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a
Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy
fuerte. "
(2 Corintios 12: 7-10)

Se tiene la idea falsa de que al convertirnos a Cristo todos nuestros problemas se van a acabar y parece que en algunos casos es todo lo
contrario.
Desde el Antiguo Testamento –hace miles de años- el salmista nos recuerda: "muchas son las aflicciones que el justo padecerá ...mas de
todas ellas lo librara (lo ayudara) El Señor." (Salmos 34:19)

Jesús dijo enfáticamente a sus discípulos y por consiguiente a nosotros también: "en el mundo tendréis aflicción... mas confiad yo he
vencido al mundo... "
Pablo mismo dijo: "Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución" (2 Timoteo 3:12)
Nosotros en nuestra humana manera de ver las cosas (perspectiva), visualizamos el sufrimiento como algo negativo, trágico, ilógico, irónico
e indeseable. Dios por su lado en su inconmensurable sabiduría ve en el sufrimiento un caudal de bendiciones y beneficios.

Mientras que nosotros vemos en el sufrimiento muerte, El ve vida.

Cuando nosotros miramos en el sufrimiento solo destrucción, El está vislumbrando una nueva criatura.

Al nosotros mirar en el sufrimiento solo dolor, El contempla sanidad.

Nosotros esperamos en el sufrimiento derrota, no obstante El anticipa oportunidad.

Nosotros captamos en el sufrimiento ironía, El por su lado percibe perfecta armonía.

Mientras que nosotros en nuestra espiritual miopía tratamos de evadir y evitar el sufrimiento, El constantemente se vale de este para
ayudarnos y mantenernos de su voluntad adentro. Si Dios usa el sufrimiento y este es de esperarse en todo cristiano, en lugar de evadirlo
debiéramos mejor, tratar de vivir con él.

Los propósitos del sufrimiento

Lo entendamos o no Dios tiene un propósito para todo lo que El hace. Y el permitir que nosotros como cristianos pasemos por sufrimiento
no esta exento de propósito, hay uno o varios según la Escritura.
Si vemos al sufrimiento por los ojos de Dios encontraremos algunos propósitos que El tiene para este.

1-. Revela nuestro carácter, lo bueno o malo (Pablo, Job, su esposa,)

El aguijón con el que Pablo sufría le enseñó que era orgulloso y que era propenso a ensoberbecerse.

Es casi imposible hablar de sufrimiento sin mencionar a Job. En el caso de Job, el sufrimiento que le causó perder todo lo que tenia
incluyendo a todos sus hijos, sacó a relucir lo que había en él, su carácter, su firmeza, su fidelidad, su espiritualidad y madurez. En la
historia tan conocida de Job, Satanás llega ante la presencia de Dios y "... Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que
no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso
teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición;
por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti
en tu misma presencia. Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió
Satanás de delante de Jehová." (Job 1: 8-12)

Es muy fácil vivir cristianamente cuando no hay problemas; cuando toda marcha viento en popa. Es sumamente fácil agradecerle a Dios
cuando todo lo que recibimos de El son bendiciones, salud, y tranquilidad. Pero la realidad de lo que somos saldrá a flote tan pronto como
comiencen a presentarse los problemas. Nuestro verdadero nivel y peso espiritual se ponen en la balanza de la realidad cuando Dios
permite que algo malo, terrible, o aun devastador nos suceda.
En el caso de Job Dios permitió que perdiera todo incluyendo a sus 10 hijos en un mismo día y hora.

La realidad de su carácter no se hizo esperar y se dejo ver inmediatamente. Ante la escalofriante realidad de tal tragedia Job se levantó, y
rasgó sus vestidos, [en señal de dolor], se rasuró su cabeza, (mostrando luto y duelo) se postró en tierra y adoró a Dios diciendo: "desnudo
salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. Y en todo esto no peco
Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno."

Aunque no entendía lo que le estaba sucediendo, sabía que en todo Dios tenía un propósito para él.
El Señor permitió que Job sufriera para demostrar que este era un hombre fiel, y que el dolor en lugar de moverlo a maldecir a Dios,
pondría al descubierto su madurez espiritual.

Por otro lado cuando la tragedia llegó a la esposa de Job, esta mostró lo que había en ella. Aunque sin duda adoraba y servía a Dios
juntamente con Job, el sufrimiento descubrió que todo era hipocresía. Al contrario de Job, no solo maldijo a Dios sino que le dijo a Job, al
ver la fidelidad de este hombre, "¿aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. "

Job cubierto de una espantosa sarna maligna le responde: "como hablan las personas que no conocen a Dios has hablado. Con tu manera de
hablar y reaccionar muestras lo que realmente hay en ti. ¿Recibiremos de Dios solo el bien y el mal no?"

Cuando el hombre que sufre es fiel en verdad y su amor por Dios es real, no hay dolor, prueba, aflicción o carga, que lo haga reaccionar
negativamente ante Dios; porque el sufrimiento revela nuestro verdadero carácter.

Por otro lado, cuando el hombre o la mujer no viven una relación sincera con Dios el dolor lo revela. Su reacción es siempre negativa; se
quejan, reniegan, se revelan, y hasta dejan a Dios. No así el verdadero cristiano, quien cuanto más sufre más alaba, más busca a Dios, más
desea servirle; Porque “EL DOLOR REVELA NUESTRO CARÁCTER”.

2 Quebranta nuestro orgullo y nos mantiene humildes.

El Señor le reveló a Pablo que el propósito de su sufrimiento era el de mantenerlo humilde; pues los humanos tenemos la tendencia a
ensoberbecernos cuando Dios nos da o nos usa. Pablo aunque fue un gran hombre de Dios y que amaba la obra del Señor, no estaba exento
del orgullo.

Cuántos hombres se han perdido a causa de este tirano perverso llamado orgullo.
Cuando fueron bendecidos por Dios, cuando Dios los usaba no pudiendo resistir, sucumbieron ante los poderosos tentáculos del orgullo que
sin darse cuenta los asfixió.
Salomón el hombre más rico y sabio se enorgulleció y dejo a Dios.
Sansón el hombre mas fuerte y poderoso se envaneció y murió en oprobio y vergüenza por ello.
Por eso Agur dijo a Dios: "dos cosas te he pedido, no me las niegues antes que muera. Vanidad (orgullo) palabra mentirosa aparta de mi; no
me des pobreza ni riqueza mantenme con el pan necesario. No sea que siendo rico me sacie y te niegue, y diga: ¿Quien es Jehová?"
(Proverbios 30: 7-9)

Solo Dios sabe, si es gracias a ese sufrimiento por el cual estamos pasando que aún permanecemos sirviéndole. Gracias a Dios por ese
sufrimiento que nos mantiene humillados dependiendo de su misericordia reconociendo que pueblo suyo somos y ovejas de su prado, que El
nos hizo y no nosotros a nosotros mismos.

3. Nos motiva a acercarnos a Dios.

El sufrimiento que Pablo estaba sintiendo lo llevó a buscar el rostro de Dios con insistencia. Tres veces he rogado a Dios que me lo quite,
dijo; o sea que dedicó tres periodos de profunda búsqueda en oración y probablemente ayuno. Estos tres periodos de intensa consagración
fueron provocados por este sufrimiento que él tenia.
Job quien era un hombre que obviamente conocía a Dios y le servia, el pasar por tan intenso sufrimiento lo empujó a buscar a Dios aún
más, en una manera fuera de lo que estaba acostumbrado. Esto le trajo como resultado que se profundizara en el conocimiento de su Dios.
Tal fue la experiencia que tuvo con Dios que tuvo que expresar “antes de oídas te conocía mas ahora mis ojos te ven”. El sufrimiento nos
empuja a buscar más a Dios.

4. Perfecciona la obra de Dios en nuestras vidas.

El dolor de alguna forma moldea nuestro carácter, nos da forma, allana las asperezas, y quema lo indeseable en nosotros. Dios le dijo a
Pablo que su poder se perfecciona en la debilidad; a veces lo que Dios quiere hacer en nosotros requiere de sufrimiento para ser llevado a
cabo. El siervo no se corrige con palabras porque entiende, mas no hace caso. Pro. 29: 19 cuantas veces Dios nos a invitado a buscarle mas
y a servirle mas de cercas pero ignoramos su voz.
Cuántas veces se habrá tenido que valer del sufrimiento como último recurso para hablarnos porque aunque entendemos, no hacemos
caso!. Al faraón en Egipto, Moisés le habló y rogó por las buenas, y no hizo caso. Dios mandó plagas, enfermedades y pestes. Pero no
obedeció hasta que el dolor y el sufrimiento le atravesaron su alma al murió su mismo hijo. A cuántos de nosotros nos trajo a El por medio
de algún problema. A cuántas personas que no conocen a Dios, El les ha estado hablando con dulzura, y no han querido buscarlo y
entregarse a El.
Dios no descansará hasta que se entreguen a El, y usará el sufrimiento si es necesario con tal de salvarles.

"Dios al hijo que ama madruga a castigarlo. Hijo mío, no menosprecies la disciplina
del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si
soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina,
de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos." (Hebreos 12: 5-8)

5. Nos lleva a la reflexión personal.

Nos obliga a examinar cuidadosamente nuestras vidas para asegurarnos que nada que esté fuera de lugar en nosotros sea la causa de
nuestro sufrimiento.

Conclusión

"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro. "(Hebreos 4: 15-16)

Nosotros servimos a un sumo pontífice que se compadece de nosotros porque el mismo fue tentado en todo, o sea que experimento toda
clase de sufrimientos al igual que nosotros. Por eso es que Él sabe lo que es el sufrimiento y es capaz de entender el nuestro. No solo lo
sabe por que es omnisciente sino porque El mismo lo experimentó en carne propia. Cuando pasamos por sufrimiento nunca se nos olvide
que El, cuando se humano y vino a la tierra experimentó el dolor y el quebranto.

Si pasas por escasez y nos agobia la incertidumbre del mañana, recuerde que él siendo rico se hizo pobre. Nació pobre en un establo y vivió
sin nada ni una piedra donde recostar su cabeza. Aún en su muerte alguien tuvo que prestarle una tumba. El conoce nuestras debilidades y
se identifica con la escasez porque el sufrió pobrezas.

Si eres traicionado por tus amigos, seres queridos o aun tus familiares, recuerda que El fue traicionado por aquellos que se decían ser sus
amigos. Quien lo entregara fue en quien más confianza tenía tanto que le había hecho tesorero; de quien menos lo hubiera esperado.

Zacarías 13: 6 dice que cuando le pregunten al Señor ¿qué heridas son estas en tus manos? El responderá “con ellas fui herido en casa de
mis amigos”.

Si se han burlado o han hablado mal de ti: de Cristo dijeron hasta que era hijo de fornicación, que lo que hacía lo hacía por ayuda de
Belzebú. Lo acusaron de cosas que el no había hecho; le dijeron mentiroso torciendo lo que El decía para acusarlo.
Lo injuriaron, lo desnudaron, se burlaban de El; aun ya en la cruz sufriente le gritaron "si en verdad eres lo que dices ser, bájate de ahí."

Si experimentas soledad: ve a El que fue abandonado por todos sus seres queridos precisamente cuando más los necesitaba. El dijo: “pisado
he solo el lagar y de los pueblos nadie fue conmigo” en el momento más crítico de su vida como hombre colgado en el madero de la cruz
hasta su Padre le abandonó y exclamó ¡Padre por qué me has desamparado! El sabe lo que es sentirse solo, completamente solo. El
comprende nuestra soledad y sabe lo amargo de su sabor.
Si llegaras a padecer enfermedad: El, aunque fue perfecto en su humanidad, al ser azotado y crucificado experimentó el dolor y la agonía
de la enfermedad. La fiebre que le causaron las muchas heridas, los golpes y azotes fueron una realidad que El vivió. El sabe lo que se
siente pasarse las noches en medio del dolor, la impotencia y la desesperación. El siente cada una de nuestras lágrimas, El se identifica con
ellas. El y nadie mejor que El puede entenderte.

El sabe lo que es la oscuridad en medio de los problemas. En medio de todos sus padecimientos hasta el sol pareció darle la espalda pues
hubo tinieblas en aquella hora.
Tal vez nunca en esta vida entenderemos la razón ni los porques del sufrimiento que estemos atravesando. No obstante Romanos nos
recuerda que: "a los que amamos a Dios y a los que hemos sido llamados conforme a su propósito todas las cosas no ayudan para bien."

Todas las cosas incluyendo los sufrimientos. Todos los dolores, penas, desengaños, amarguras, tristezas y soledad, traiciones, por los que
tengamos que pasar, si amamos a Dios y buscamos Su propósito para nuestras vidas, nos ayudan para bien.

Hebreos nos recuerda que como el se identifica con nuestros dolores los entiende. Además de eso, nos invita a acercarnos a su trono de
gracia confiando en que El simpatiza con nuestro dolor, pues El se nos provee de la misericordia y gracia que necesitamos para ser
fortalecidos de parte de El.

Deseamos iniciar este mensaje haciéndonos dos preguntas: 1. ¿por qué sufren algunas veces los Cristianos? 2. ¿si
un Cristiano está pasando por alguna situación de enfermedad, pobreza, problema familiar o conyugal etc. ¿puede
estar bien delante de Dios? 1. En primer lugar tenemos que dejar asentado que existen muchas ideas equivocadas
acerca del camino del Señor.

a) hay algunas personas que dicen que cuando alguna persona se convierte al evangelio se terminan todos sus
problemas y sufrimientos en esta tierra.

b) Otras personas dicen que el Camino del Señor es siempre muy fácil, cómodo y hasta próspero materialmente.

El Dr. en filosofía Brian Clowes, quien es Director del Instituto de Capacitación para la Vida y la
Familia de Human Life International, escribió un artículo titulado: ¿Tiene Sentido el Sufrimiento
Humano? (con respecto a la enfermos terminales y la eutanasia) en donde argumenta que el
sufrimiento es NECESARIO en nuestras vidas; pues cumple dos grandes propósitos en nosotros,
el de la purificación y el de ganar mérito ante Dios. Durante su pequeño escrito el Dr. Clowes
implícitamente dice que no debemos rehuir el dolor del sufrimiento; pues este nos fortalece, y que
quien sufre debe ser tratado humanamente con palabras de animo y nuestra compañía. Termina
diciendo que debemos respetar el sufrimiento que nos sobrevenga; pues si así lo ha determinado
la voluntad de Dios, así debe ser. ¿Que opinan usted de semejantes palabras? Pero ¿Es la actitud
que nos sugiere el Dr. Clowes la que debemos tener ante el sufrimiento? ¿sufrir por sufrir?
¿Nacemos para sufrir y nada más? ¿Será cierto que aquí solo venimos a eso?.

Déjeme decirle que el propósito original de Dios no ha sido el sufrimiento; sin embargo ha sido
consecuencia de la desobediencia de nuestros padres (Adán y Eva) por eso tenemos que vivirlo;
pero lo cierto también es que Dios puede usar este sufrimiento para producir en nosotros un fruto
que traiga gloria a su nombre y bendición a nuestras vidas. En alguna ocasión nuestro hermano
Ricardo Mian Castillo nos compartía que hay dos tipos de sufrimiento: el estéril y el que produce en
nosotros algo positivo; y creo que cada uno de nosotros podemos elegir en Cristo hacía donde
dirigir nuestro sufrimiento. Y es precisamente hoy como Jesucristo nos enseña como un sufrimiento
no debe ser algo estéril, sino una oportunidad para conocerle más y de recibir de él bendición y
gracia.

I. Un sufrimiento que produce fe (v.26, 27) "cuando oyó hablar de Jesús, ..."
En su libro "Hasta el Armagedon" , el Dr. Billy Graham dice: "El sufrimiento ha sido nuestro más fiel
compañero a lo largo de la historia de la humanidad; pues ha estado con nosotros en tiempos de
guerra y de paz" Es cierto el sufrimiento ha convivido con nosotros en múltiples circunstancias, es
algo común a ricos y pobres, sabios e ignorantes, buenos y malos; todos hemos vivido y viviremos
situaciones que traiga a nuestra vida sufrimiento. Un buen ejemplo es el pasaje que hoy nos
ocupa. Se nos dice que Jesús recién había liberado a un hombre en Gadara, decidió regresar a
Galilea y fue recibido por una gran multitud (v. 21) Pero también fue recibido con una petición
especial: Jairo, principal de la sinagoga tenía a su hija agonizando y requería de que el Señor fuera
a verla y sanarla (vv.22, 23) Jesús atiende a dicha petición, a pesar de la multitud que les rodeaba
y apretaba (v. 24)

En eso aparece en escena nuestro sujeto de estudio. "Una mujer que desde hacia doce años
padecía flujo de sangre" (v.25) no podemos precisar que enfermedad padecía esta mujer; pues los
datos que tenemos son muy pocos para determinar, lo verdaderamente cierto es que ya eran 12
años de estar con ella; al parecer no era una insignificante salida de sangre sino que había
mermado sus fuerzas físicas y anímicas pues le había llevado a gastar todo lo que tenía en
encontrar la cura a su mal (v.26) Lo más seguro es que durante ese tiempo su felicidad y
expectativas de vida se había visto seriamente afectadas. ¿Quien con 12 años de enfermedad
puede vivir como si nada? 12 años de sufrimientos en su cuerpo, que habían terminado con su
belleza, su fuerza, su animo y sus esperanzas. Pero además de lo ya por si duro de la enfermedad,
se nos dice que había que añadir que: "había sufrido mucho de muchos médicos..." (v. 26a.)
procedimientos dolorosos y molestos y pensar que hasta vergonzosos; además de haber caído
posiblemente en manos de charlatanes de la medicina que en conjunto con otros truhanes le
habían robado.

II. Un Sufrimiento que Produce Valor (v.27b, 28) "...vino... y tocó su manto..."

En varias ocasiones ya he mencionado mi definición de la palabra valor: Atreverse a actuar a pesar


de nuestro miedo. Podemos pensar en que todos estos años de sufrimiento han dejado a esta
mujer llena de miedos y traumas; pero a pesar de estos la mujer se atrevió a ir a donde esta Jesús
y entremeterse en la multitud y entre empujones y apretujones intentar llegar a Jesús. Y en medio
de esta muchedumbre la mujer se atreve, contrario a lo que muchos pueden pensar, es una mujer
que valientemente se atreve a tocar tan solo el manto del Señor. ¿En que consistió su valentía? en
tan solo creer que tocando el borde del manto de Jesús podía ser sanada. En medio de este
mundo tan lógico se requiere ser valiente y creer en que los métodos y formas de Dios son reales y
aplicables en medio de nosotros y en esto consiste el valor de esta mujer enferma. Las formas en
las que Dios actúa resultan incomprensibles para nuestra mente limitada; nunca la razón y la lógica
pueden ser los parámetros para medir la actividad divina, pues los recursos del Señor son
ilimitados y escapan a nuestra mente. Sin embargo el que no entendamos el actuar de Dios no
anula su actividad a favor de nosotros; solo debemos atrevernos a creerle a Él, solo en Él atrévase
a confiar en Dios.

Atrévase a confiar como lo hizo toda una nación para escapara del cautiverio egipcio; atrévase a
creer como lo hizo un anciano de 80 años de que Dios era capaz de usarle en el ocaso de su vida
y así conquistar la tierra de Canaan ; atrévase a creer como lo hizo un niño frente a un gigante de
que con tan solo una roca podía derribarlo; atrévase a creer como ese pescador que fue a pescar
un pez y encontrar unas monedas dentro de él para pagar sus impuestos; atrévase a creer como
esos dos que bajo las ordenes de su maestro fueron y tomaron prestado un pollino para la entrada
triunfal; atrévase a creer como aquel apasionado apóstol que veía el cielo con sus cansados ojos;
atrévase a creer como esta mujer que confiaba que con tal solo tocar el manto del Señor podía
quedar sana.

III. Un sufrimiento que produce confesión (v.33) "...y se postró delante de Él, y le dijo toda la
verdad"
Y entonces ocurrió el milagro “Inmediatamente la fuente de su sangre se secó y sintió en el cuerpo
que estaba sana de su azote” (v. 29) Podemos ver claramente como opero la sanidad en esta
mujer ¿fue paulatinamente? ¡No! Fue inmediatamente ¿la sanidad fue solo percibida
mentalmente? ¡No! se nos dice que su cuerpo, su carne experimentó el alivió de aquella
enfermedad que hacía 12 años la había aquejado. Se había realizado el milagro; pero en eso
Jesús se detiene y percibe que de Él había salido poder (v.30) y pregunta “¿Quién ha tocado mis
vestidos?” (v.30) ¿Acaso a Cristo le había robado la sanidad? ¿acaso la mujer pudo “robarse la
sanidad”? Enfáticamente respondemos ¡¡No!! Jesús es Dios con nosotros y el sabe todas las
cosas; solo deseaba que aquella que había sido sanada no quedará en el anonimato, que el los
frutos de su sufrimiento fueran conocidos; para la honra de Dios la vergüenza del diablo y
testimonios a las naciones. “Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella
había sido hecho, vino y se postró delante de Él y le dijo toda la verdad” (v. 33)

Frente a frente; Jesús y la mujer; está plenamente convencida de aquel que estaba frente a ella;
convencida de que ese hombre no era cualquiera; no era un milagrero, un médico charlatán como
aquellos que le habían causado mucho sufrimiento; sino alguien digno de reconocimiento; su
actitud de postrarse delante de Él no solo fue agradecimiento; sino un acto de adoración y
alabanza. Años de sufrimiento se vieron bellamente terminados a los pies de su libertador y
sanador. Su sufrimiento la había conducido a dejar su auto conmiseración y lanzarse a encontrar
una solución definitiva; no mágica; sino real y absoluta; pero una vez obtenida era pertinente
confesarlo, admitirlo y reconociendo quien era el autor de aquella extraordinaria sanidad. Que
bellas palabras de Cristo a la mujer para despedirla “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda
sana de tu enfermedad” (v. 34)

Desafío

Que triste esperanza nos da el Director del Instituto de Capacitación para la vida; “sufre, ese debe
ser tu destino y debes vivirlo con resignación” El sufrimiento es un compañero que nos acompaña
a lo largo de nuestra vida; pero este no debe ser para siempre ni lo único en nuestra vida; sino que
Dios lo usa para acercarnos a Él. Esta mujer tiene el mérito de no dejarse vencer por las
adversidades y de no refugiarse en su sufrimiento para recibir compasión; sino que este sufrir la
movió a creer adecuadamente; a atreverse a creer a toda costa en lo imposible y además a
confesar a todas las naciones de todos los tiempos lo que el Señor había realizado en su vida.
Hagamos nosotros lo mismo en nuestro sufrimiento movámonos a confiar en Jesús para libertad,
atrevámonos a creer en lo imposible y a confesarlo a todas las naciones; pues así fue como nació
la fue en la mujer de nuestra historia de hoy.

El sufrimiento del cristiano


Nuestra meditación la tendremos en la 2ª Carta de Tesalonicenses 1, que nos
habla del sufrimiento de los seguidores de Cristo. La Iglesia atravesaba
persecución (Versos 4-7) y algunos creyentes pensaban que ya estaban en el día
del Señor (aquel tiempo de tribulación en el cual el mundo entero será juzgado) Es
posible que alguna carta, al parecer de Pablo o de algunos de los profetas de la
Iglesia había dado este mensaje falso en algunas de las reuniones públicas.
El mismo Pablo escribe para explicar el programa de Dios para este tiempo y les
anima a que sufrieran permaneciendo fieles al Señor, destacando tres propósitos
que existen detrás del sufrimiento.

1.- EL SUFRIMIENTO NOS AYUDA A CRECER (Versos 3-5) "Debemos


siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por
cuanto vuestra Fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros
abunda para con los demás... tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de
vosotros en las Iglesias de Dios; por vuestra paciencia y fe en todas
vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis. Esto es demostración
del justo juicio de Dios, para que seáis tenido por dignos del reino de Dios,
por el cual así mismo padecéis"

Aquellos cristianos estaban sufriendo tribulaciones, persecuciones y, sin embargo


esto no era un impedimento para crecer en la Fe y en Amor. Decía uno de los
llamado Padre de la Iglesia que "la sangre de los mártires es la semilla de la
Iglesia (Tertuliano) Y la historia demuestra que es verdad. Un cristiano chino dijo:
"el sufrimiento en China ha multiplicado las bendiciones, porque ha purificado a la
Iglesia"

Los cristianos Tesalonicenses, tenían una reputación de una fe creciente,


esperanza constante y amor abundante (1ª Tesalonicenses 1:3) y sus
experiencias difíciles hacían que crecieran su Fe, esperanza y amor. Todavía más,
su testimonio seguía creciendo también, porque todas las Iglesias habían oído de
ellos y su fe en el Señor y su determinación de sufrir por él. Pablo podía gloriarse
de ellos en todas las Iglesias. La firmeza de aquellos cristianos y su perseverancia
era un estímulo para otros creyentes.

Es digno que notemos que también crecían en paciencia (Verso 4) "la


tribulación produce paciencia" Queridos hermanos, en el Nuevo Testamento,
Perseverancia no es simplemente esperar que pase, es firmeza en perseverar en
el Señor, seguir avanzando cuando es difícil. El cristiano que ora por paciencia,
debe esperar más tribulación, porque la tribulación es la herramienta espiritual que
Dios usa para hacernos pacientes. Cuando viene el sufrimiento, o bien nos
desarrollará o nos destrozará. Si aceptamos, nos rendimos a la voluntad de Dios y
por fe continuamos fieles, entonces el sufrimiento nos hará crecer.

2.- EL SUFRIMIENTO NOS PREPARA PARA LA GLORIA (Versos 1:6-10) El


apóstol Pablo no mira el sufrimiento como una carga, sino como una bendición, un
privilegio. Sufrir por Cristo era para Pablo un don "Porque a vosotros os es
concedido a causa de Cristo, no solo que creáis en él, sino también que
padezcáis por él" (Filipenses 1:29) A Timoteo le escribe "Si sufrimos aquí,
reinaremos con él" (2ª Timoteo 2:12) El sufrimiento y la Gloria no pueden
separarse, y como botón de muestra tenemos a los santos profetas, apóstoles y
todos los que por la Fe alcanzaron buen testimonio de haber agradado a Dios.
Pero sobre todo, ejemplo tenemos el del Hijo de Dios, a quien habiéndosele
ofrecido gozo, lo menosprecio y tomo la cruz del dolor y fue debido a su
sufrimiento que ha sido coronado de toda la gloria y la honra (Hebreos 2:9) La
perseverancia en el sufrimiento es también un testimonio para el mundo perdido.
Puede parecer que Dios no juzga los pecados del mundo, pero esto no es verdad.
Si andamos en incredulidad nos desanimaremos pensando que Dios no vindica a
los suyos. Pero Dios prepara juicio para el malo. Sabiendo esto, podemos
descansar con confianza.

Faraón ahogo a los niños de Israel y Dios ahogo al ejercito egipcio en el mar rojo.
Judas traicionó a Jesús para que le colgaran en un madero, y Judas mismo fue y
se ahorco en un árbol. Saúl intento matar a David con la espada, y él mismo murió
por la espada. Los pecadores cosechan lo que siembran. Cuando Cristo venga a
la tierra con su Iglesia, juzgará a los malos que estén vivos en la tierra. Sufrirán el
infierno eterno por dos razones (1) no conocieron a Dios y (2) No obedecieron a
Dios.

Dios ordena a los pecadores que se arrepientan. Rechazar a Cristo es


desobediencia, y es decir a Dios y al Espíritu Santo mentiroso, y este es el único
pecado imperdonable (1ª Juan 5)

3. - EL SUFRIMIENTO GLORIFICA A CRISTO HOY (Versos 1:11-12) Jesucristo


será glorificado en sus santos en ese día, pero los creyentes debemos glorificarle
cada día en que vivamos aquí en la tierra ahora. Esta es la oración de Pablo por
los creyentes, que Dios pueda cumplir su propósito en nuestras vidas y que el
nombre de Cristo sea glorificado a través de todos los que nos llamamos de su
nombre.

Los creyentes podemos tener confianza en el sufrimiento debido a que Dios nos
ha escogido y nunca nos olvidará (Isaias 49:15) Y podemos estar seguros de que
la buena obra que él empezó en nosotros, él mismo la completará. Si a nosotros
nos parece que el mundo pecador esta ganando la batalla, podemos descansar en
fe, sabiendo que mañana este mundo pecador perderá la batalla. Nuestra
responsabilidad es vivir de manera digna este supremo llamamiento, y permitir que
Dios obre su perfecta voluntad.

¿QUÉ DEBEMOS HACER LOS CRISTIANOS CUANDO ATRAVESAMOS


PRUEBAS Y TRIBULACIONES DOLOROSAS?

1. - Agradecer a Dios por su salvación, y porque él está con nosotros siempre.

2. - Debemos someternos a la voluntad de Dios sin quejarnos.

3. - Debemos pedirle sabiduría para comprender su voluntad.


4. - Debemos buscar oportunidades para testificar y glorificar a Dios en cualquier
situación.

5. - Debemos esperar con paciencia hasta que se cumplan los propósitos de


Dios.

Este capítulo de Tesalonicenses es un gran estímulo para los creyentes en estos


días de prueba. El mundo se precipita cuesta abajo hacia los infiernos a velocidad
de vértigo. No quieren oír o prestar atención a la Palabra de Dios. Los cristianos
fieles sufren mientras que los incrédulos prosperan. Parece como si Dios se
hubiera olvidado de los suyos, pero no es así.

El creyente puede descansar sabiendo que Dios está obrando en el mundo. Un


día el vindicara a los suyos y ejecutará su juicio sobre los impíos. No desmayemos
y aceptemos vivir en le camino estrecho al que Cristo nos ha llamado a vivir, y
hemos de tener siempre presente que solo a través de muchas tribulaciones
entraremos en el reino de los cielos (Hechos 14:22)

La vocación a la que hemos sido llamados pasa siempre por el camino de la cruz,
pero la cruz de Cristo conduce siempre a participar con él de sus glorias
venideras. Corramos pues con paciencia.

El sufrimiento y el cristiano
En el Cristianismo hay yugo, pero no servilismo, sino Amor (Venid a Mi todos los que estáis fatigados y cargados, que Yo os aliviaré. Tomad sobre
vosotros mi yugo, y aprended de Mi, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es suave y mi
carga ligera - Mt. XI, 28-30).

En el Cristianismo hay Cruz, pero no tristeza. Seguir a Cristo es camino de sufrimiento, pero no de infelicidad ( El que quiera venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame - Mt. XVI, 14). Todo lo contrario: es camino de felicidad. Sin embargo, esta doctrina es escándalo para
nuestros oídos, que huyen del sacrificio, y corren detrás de "paraísos terrenales" que no existen, reminiscencias de aquel que sentimos que tuvimos un
día y lo perdimos.

La gran paradoja del cristianismo sigue siendo, después de 20 siglos, que el dolor es parte importante de la vida. No somos masoquistas, no buscamos
el sufrimiento por el gusto de sufrir, o por querer provocar la lástima de otros, que es una forma sofisticada y tonta de egoísmo. El punto está en
acompañar a Cristo en la Cruz y con El sufrir por redimir al mundo del pecado: "Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros y suplo en mi
carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia” (Col. I, 24).

Por nuestras propias fuerzas no podríamos vivir esta doctrina, porque repugna a nuestro egoísmo (sufrir por los demás, cuando a veces ni siquiera
estamos dispuestos a sufrir por nosotros mismos... pero no nos importa que los demás sufran por nosotros: efectos del pecado original), e incluso nos
parece que carece de sentido común: se nos asemeja como una suerte de masoquismo inútil, o por lo menos, un estoicismo sin sentido. Al hombre
caído por el pecado original le es muy difícil entender esta doctrina. Y más difícil si vive en una cultura materialista y hedonista, en la que la
búsqueda del propio placer es lo que parece mover exclusivamente a las personas. Seguir a Cristo, rezar, mortificarse, parecen actitudes sacadas de
una época oscurantista, felizmente superada.

¡Qué gran mentira! Como todo lo que viene del Diablo, Padre de la mentira. La promesa oculta en la cultura hedonista es que se puede vencer el
dolor y el sufrimiento por la búsqueda del placer y de la felicidad en la posesión de las cosas y de las personas, rebajadas al nivel de cosas. El dinero
hace la felicidad, el placer hace la felicidad, todo lo demás es feo, y en la medida que se tenga dinero y placer, no habrá sufrimiento. Deja de existir,
"por decreto". Estúpidos: ¿qué dinero ni qué placer pueden evitar la enfermedad mortal? ¿Qué fortuna se puede considerar eterna a prueba de todo?
¿Qué dinero puede comprar la vida eterna?

La Sociedad hedonista - vilipendiada por todos, pero vivida como fin por la mayoría de los que viven en las economías modernas - es menos solidaria,
resuelve menos los problemas del hombre de hoy, resultando en que el hombre acaba siendo el lobo del hombre. Y nadie se escapa del sufrimiento
ocasionado por el mismo egoísmo del hombre.

Pero se dirá que de aceptar el sufrimiento como la parte negativa de la condición humana a considerarlo como un Tesoro hay una diferencia muy
grande. "De acuerdo", nos dirán. "El sufrimiento es parte de la vida del hombre. Pero es algo que se debe evitar a toda costa (y eso nadie lo discute) y
por lo tanto, no puede ser algo querido ni deseado ni menos fuente de felicidad. Se equivocó Cristo cuando puso la cruz de cada día como el camino a
la felicidad".

Aparte de los contra argumentos que se pueden dar a ese planteamiento, hay algo muy contundente: el testimonio de la vida de los santos. Todos
tienen un denominador común: les tocó sufrir mucho en vida - algunos, pagaron su seguimiento a Cristo con la vida - y sin embargo, fueron felices. No
fueron personas amargadas, aplastadas por el peso del sufrimiento, o que basaran su felicidad en una especie de "auto terapia" que se fundamentara
en un resarcimiento de todo ese sufrimiento en una vida futura, como diciendo "yo lo paso mal ahora, y ustedes bien, pero después de esta vida, seré
yo quien lo pase bien, y ustedes, mal". Quien así piensa, no gasta su vida en favor de los demás.

Es el Espíritu Santo santificador quien nos ayuda y permite vivir la doctrina del sufrimiento cristiano, si somos dóciles a sus inspiraciones.

“Vosotros, que vivís bajo la prueba; que os enfrentáis con el problema de la limitación, del dolor y de la soledad interior: no dejéis de dar un sentido
a esa situación. En la Cruz de Cristo; en la unión redentora con El; en el aparente fracaso del hombre justo que sufre y que con su sacrificio salva a la
humanidad; en el valor de eternidad de ese sufrimiento está la respuesta” (J. Pablo II, Santo Rosario, 4° Misterio doloroso”)

¡Que profundas las palabras del Papa! Lleva el sufrimiento a la categoría de poema, central en nuestra vivencia religiosa, en nuestra identificación
con Cristo. Encierra el mayor misterio en la búsqueda de sentido en la vida: la paradójica identificación del dolor con la Redención, y de la felicidad
como su mayor fruto.

El encuentro más cercano con Cristo es en el sufrimiento, siendo el sufrimiento condición para encontrar a Cristo, y padecer con El, convirtiendo
nuestro sufrimiento en co-redención, que nos asocia a su obra de restaurar la creación, y ganar la vida eterna. La felicidad es el resultado de esa
lucha por acompañar a Cristo en la cruz de cada día, persuadidos de que el premio es una corona incorruptible, la vida eterna. La felicidad viene
como consecuencia de nuestro amor a El, materializado en asumir el sufrimiento como camino de cruz, que no solo nos salva a nosotros, sino a la
humanidad. Es el más grande ideal, que llena de sentido nuestra vida. Tiene todos los componentes de heroísmo que atrae, porque salvamos a la
humanidad con nuestro sufrimiento y con nuestro esfuerzo por hacer un mundo mejor, según las enseñanzas del Maestro.

El sufrimiento, las tribulaciones y las contrariedades son además un estímulo para hacer algo que a veces cuesta mucho y que es esencial en nuestro
camino: la oración. “Hágase Tu Voluntad en la Tierra como en el Cielo” le decimos a nuestro Padre. Le pedimos que, así como se cumple su Voluntad
en el Cielo, se cumpla también en la Tierra. Aceptamos su Voluntad, aunque pedimos de El todo lo que necesitamos: quererle, vivir su Reino – o sea,
vivir las enseñanzas de Cristo – el pan de cada día, el perdón por nuestras faltas y la humildad para perdonar a los que nos ofenden, el que no nos deje
caer en el pecado – no pedimos que no haya tentación, que es inevitable por la naturaleza caída del hombre, sino que salgamos victoriosos de todas
las batallas contra la tentación.

Puede ser que nos escandalice la existencia de sufrimientos inhumanos en el mundo. “Si eres Dios, ¿cómo dejas que haya personas que te invocan y
que mueren de hambre? ¿o que te invocan y no tienen trabajo? ¿no dijiste ‘todo lo que pidierais en mi nombre se os concederá?’ Pues bien, el hecho
de que quienes te rezan, igualmente sufren, demuestra que tus palabras no se cumplen”.

Ahí hay varias contradicciones. Para evitar la confusión, hay que distinguir, como decía Santo Tomás de Aquino.

Primero, Dios nos dejó un mandamiento de caridad, para todo el mundo. ¿Te has parado a pensar cómo sería ese sufrimiento que tanto denuncias si
todos los bautizados vivieran realmente su Fe? ¿Te das cuenta lo que podría ser este mundo si más de mil millones de personas se esforzaran de
verdad por ayudar a sus semejantes? No, lo que pasa no es “culpa” de Dios, ni siquiera su responsabilidad. Dios no ha fallado. Hemos fallado los
cristianos, que no vivimos de acuerdo a nuestra Fe, que no escuchamos ni ponemos por obra lo que nos dice el Papa, que no somos almas de oración y
eucarísticas. Así, más bien, esa realidad – que lo es – debería movernos a mirar hacia adentro, no hacia arriba, y preguntarnos ¿qué tan bien vivo yo mi
Fe? Para que halla mil millones de cristianos viviendo su Fe, partamos por uno: yo mismo.

Segundo, y siguiendo el mismo curso de pensamiento, Dios nos pide a nosotros, los cristianos, que nos encarguemos de ayudar a nuestros hermanos.
Nos ha dado la Tierra en heredad, nos ha dado la Gracia Santificante, nos ha dado su magisterio a través de la Iglesia, nos ha dado los sacramentos,
nos ha abierto los caminos divinos de la Tierra, para que pongamos todas las cosas a los pies de Cristo. Echarle en falta que El no resuelva lo que nos
ha encargado a nosotros resolver es, a lo menos, ser inconsecuente y “caradura”. Y la solución es la misma que apuntamos arriba: vivir yo
intensamente mi Fe, preocupándome de mi formación espiritual, esforzándome por ser alma de oración que busca honestamente la inspiración del
Espíritu, para enfrentar con espíritu cristiano las realidades cotidianas. Y aplicarme a eso concreto.

Si me indigna el sufrimiento de los demás, muy bien: ese sentimiento lo pone Dios. Pero lo pone para que yo actúe, no para que “alguien haga algo”.
No nos pide que resolvamos los problemas del mundo. Eso es lo que nos quiere hacer creer el demonio, para desanimarnos: que Dios nos pide
imposibles. Lo que nos pide es que ayudemos en concreto a los que sufren, y le encontremos a El en los que sufren. Y eso es esencial para que
podamos superar a nuestro peor enemigo: nuestro egoísmo, nuestro orgullo, nuestra soberbia. En contacto con quien sufre, en la com – pasión
(“padecer con”), en escucharle, sonreírle, y ayudarle materialmente si podemos, está la solución de los problemas de sufrimientos en el mundo, si
todos nos esforzamos por hacerlo. Pero no esperemos a que “otro” empiece: si yo lo hago, mi ejemplo moverá a otros, y éstos a otros, y con la ayuda
de Dios, haremos mil veces más que sentándonos a “protestar” sobre “por qué Dios hace tan mal las cosas y permite tantos sufrimientos”

Así pues, el sufrimiento propio y el ajeno no son ajenos – valga la redundancia – a nuestra salvación, a nuestra felicidad, a nuestro aporte a que este
mundo sea mejor. Tomar la Cruz de cada día unidos a Cristo por la oración y los sacramentos es lo que nos gana la vida eterna, pero además nos hace
más fuertes, mejor persona, felices desde adentro.

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