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REFLEXIONES SOBRE LA FRANCMASONERIA. PERSPECTIVA DE UN APRENDIZ

A la gloria del G∴A∴D∴U∴

En los Valles de Cádiz, junio de 6009, era de la Luz.

V∴M∴, QQ∴HH∴ todos.

LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD.

De cómo ve la Francmasonería un Hermano –por siempre en su actual vida- Aprendiz.

Con los sencillos instrumentos –martillo, cincel y escuadra (Voluntad, Intelecto, Juicio)- que se me

facilitan en mi presente etapa evolutiva, intento realizar el primer trabajo humano; desbastar la

piedra y entrever el significado de nuestra ancestral y respetable Hermandad.

Miro atrás en el Tiempo; contemplo los Orígenes y la Historia de nuestra Augusta Orden.

El sol vuelve a salir después del final de las últimas glaciaciones hace unos 12.000 años. Un gran

territorio emerge, configurándose un gran valle entre dos ríos, el Tigris y el Eufrates. Se puebla de

etnias procedentes del Este, Norte y Sur, en busca de su fertilidad. Comunicación, intercambio;

nace la primera civilización hace unos 6.000 años. La Religión nace en Mesopotamia.

Al principio de todo, las TRES cuestiones claves. ¿De dónde venimos?; ¿Quiénes somos?; ¿A dónde

vamos?...La primera pregunta es la que compete a mi grado de Aprendiz.

Nace en la aurora de la civilización, la aspiración humana hacia la Verdad y la Virtud, el deseo de

obrar recta y sabiamente, el surgimiento del espíritu masónico. Desde remotos tiempos, el hombre

en su afán de progreso, se aparta temporalmente de la comunidad y se reúne de forma íntima y

secreta, constituyendo con otros pares que comparten el deseo de saber y conocer la Verdad del

Universo. Se forja una hermandad que trasciende lo biológico. En su intento de explicar la

Realidad el iniciado recurre al lenguaje de los signos y símbolos, desarrollando alegorías y dándole

un sentido profundo al lenguaje verbal, a la palabra. Dentro del templo los iniciados, fuera los

profanos. Sólo los iniciados conocen los Misterios (mysto, mudo, secreto) y comparten ese Secreto.
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Es el sentido esotérico de la religión. Doctrina Interior, Dharma, Tao-Dao…la Verdad, el Camino, la

Virtud…

Hubo cultos mistéricos en todos los pueblos de la antigüedad, Mesopotamia, Egipto, India, Persia,

Siria, Israel, Fenicia, Grecia, China, celtas, godos, escandinavos, americanos….Destacaron los

Misterios egipcios de Isis y Osiris, los griegos de Orfeo, Dionisos y los eleusinos, los de Mitra en

Persia, entre otros. La religión cristiana también tuvo originalmente sus misterios aunque ese

esoterismo inicial se tornará con el tiempo en exoterismo. El hinduismo, el budismo y la religión

musulmana también contienen Misterios.

Tres escuelas o sistemas filosóficos de la antigüedad marcan el origen de la Masonería. Auténtico

sincretismo. La Vedanta hindú, la del presocrático de la Magna Grecia Pitágoras (acuñador del

término Filosofía) y la de Platón y sus seguidores neoplatónicos de la escuela ecléctica de

Alejandría. A su vez de estos últimos surgen los gnósticos cristianos.

Más adelante doctrinas como la qabbalah (“tradición”) hebrea y la Alquimia (“la sustancia”)

surgida de la tradición hermética de Thoth (Hermes Trimegisto, el tres veces grande), no son

ajenas al origen de la masonería.

Los Templarios de la orden medieval de caballeros del Templo y la Fraternidad Rosacruz del siglo

XVII influyen sobremanera en el desarrollo de la Masonería compartiendo con ella ideas, fines

símbolos y ritos. La Rosacruz desentierra todos los conocimientos esotéricos tradicionales, la

tradición iniciática, y los incorpora a su existencia.

En el siglo XVII, la masonería de tradición medieval sufre una total transformación; se pasa de la

masonería operativa a la especulativa. El escenario del cambio es Inglaterra donde las cofradías de

constructores, los Francmasones (albañiles libertos) abren sus puertas a personas ajenas a su

profesión que son llamados “masones aceptados”, muchos de ellos intelectuales, importantes o

influyentes. Entre estos entran los rosacruces con todo su bagaje de tradiciones, conceptos

esotéricos, símbolos herméticos, rituales, ceremoniales y su ferviente deseo de mejorar a la

humanidad. Ellos introdujeron los grados, el rito de iniciación y el legendario mito de Hiram. Los
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francmasones constructores acaban siendo desplazados por los especulativos. Surge un

movimiento espiritual de carácter religioso. Estos nuevos masones no se interesan por los edificios

materiales sino por los morales, por el progreso espiritual. Con la entrada de aristócratas,

humanistas y racionalistas la Orden cambia. En la masonería antigua el arte de construir el templo

y el hombre era lo esencial. Los especulativos buscan la unión como medio para alcanzar la

fraternidad universal y el perfeccionamiento de la humanidad.

En 1717, cuatro logias londinenses fundan una gran Logia (lugar donde se manifiesta y encarna

el Logos, el Verbo, la Palabra), lo que determina el fin de la masonería operativa. Los pastores

protestantes Anderson y Desagulier son los principales artífices de la constitución de esta nueva

masonería especulativa. Concluye el Ayer, comienza nuestra era moderna, el Hoy.

Durante el siglo XVIII la masonería tiene mucho de orden de corte, aristocrática, ya que muchos

grandes personajes de los reinos de Europa ingresan en la orden. También se ve influida por las

ideas de la Ilustración aunque en realidad muchos de los enciclopedistas no fueron masones. La

masonería del siglo XIX tiene un carácter eminentemente político y social. La mayoría de los

masones empiezan a preocuparse más por el poder temporal que por la iniciación, perdiendo así

espiritualidad. Se dice que entonces se olvida el mensaje de Pitágoras –que dividía su hermandad

en dos círculos, uno de estudios esotéricos y otro de carácter social—. La masonería comienza a

seguir las consignas de libertad, igualdad y fraternidad, humanismo en consecuencia. Se

establecen como valores básicos la Razón y el Progreso. Aparecen diferencias con la masonería

tradicional, cuyo carácter esotérico determina una jerarquía iniciática que en realidad es no

igualitaria. La fraternidad que fue una innovación en el siglo XVIII -los masones ricos y pobres se

llaman entre sí hermanos- se consolida en el XIX. Aquí desgraciadamente surgen problemas que

no se daban en la masonería antigua, como el de los altos grados que con frecuencia se

convirtieron en una ocasión para repartir honores y títulos muchos de ellos rimbombantes. Se

aprecia una desviación con respecto al ideal iniciático original de la Orden que consideraba

estrictamente tres grados. Escribe un masón francés en 1910: “Es lamentable comprobar en muchos
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masones como demasiado a menudo se ignoran el simbolismo y su interpretación esotérica y se

abandonan los estudios esotéricos sin los que el ritualismo ya sólo es un conjunto de ceremonias

vaciadas de sentido”. Durante el siglo XX se producen también interferencias arriesgadas y

precipitadas en el curso histórico y social, lo que conlleva una contaminación de la Orden por parte

de individuos para los cuales el ideal masónico de perfeccionamiento personal y humano no es su

principal propósito.

Si la masonería antigua era una sociedad iniciática bastante uniforme, la Orden moderna de

nuestros tiempos es más heterogénea ya que en ella cohabitan corrientes de pensamiento muy

diversas.

Para algunos, la masonería llega a ser una especie de partido político que ama el positivismo, el

progreso, la solidaridad social y en un sentido amplio el socialismo humanista. Puede simpatizar

incluso con sistemas políticos que tiendan hacia el máximo de libertad y el mínimo de gobierno.

Otros masones aspiran a convertir su hermandad en una escuela de humanismo que persiga

alcanzar la perfección humana a través del desarrollo cultural y social del individuo.

También hay masones con un profundo espíritu religioso que consideran la Orden como una

especie de iglesia, buscando incluso la relación y aceptación de las diversas instituciones religiosas.

Estos tres enfoques contienen y comparten el deseo común de muchos masones de influenciar en

mayor o menor medida a la sociedad.

Por último, los menos, existen masones que respetando la tradición siguen considerando a nuestra

Orden como una sociedad eminentemente esotérica, iniciática, sincrética, heredera de antiguos

conocimientos filosóficos que han determinado y determinan la evolución individual del ser

humano. No oculto mi simpatía por esta perspectiva tradicional de la masonería, fruto de un

anhelo por un retorno a los orígenes. No obstante, el desarrollo personal influye en los demás

individuos. Aunque ser masón implica principalmente una búsqueda de perfeccionamiento

personal ayudada por otros -que han recorrido más trecho del camino-, una vez empezado a

avanzar es nuestro deber como piedra encajada en la construcción, el hacer que puedan encajarse
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otras piedras para así poco a poco pero inexorablemente, concluir la construcción del magno

Edificio.

H.·.A.·. Rafael

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