El De anima, de Aristóteles
Introducción
En primer lugar, encontramos un diálogo que es muy probable que sea de origen
aristotélico: el Eudemo. Este diálogo presenta una concepción del alma totalmente distinta a
la que se encuentra en el De Anima, pues es la idea completa expresada por su maestro
Platón. Este diálogo muestra que el alma es una substancia independiente, que solo está unida
al cuerpo por la fuerza y que es necesaria la liberación de la carga corporal.
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El alma, principio formal del ser vivo
De esta manera Aristóteles afirma que el alma es la forma de ser de los diferentes
cuerpos. No todos los cuerpos vivientes realizan o poseen las mismas facultades; más bien, el
alma es el cumplimiento del cuerpo, materia, capaz de realizar ciertas actividades de manera
autónoma: nutrirse, desarrollarse, reproducirse, moverse, sentir, apetecer y entender. Así, las
principales facultades son cuatro: facultad nutritiva, sensitiva, intelectiva y motriz. Y en cada
tipo de estas facultades se encuentran subdivisiones, otras facultades más específicas –
especialmente en la sensitiva- que permite reconocer otros tantos tipos de alma, pues, al decir
de Aristóteles, no todos los animales poseen visión, olfato, oído, etc., pudiendo clasificarse
aún más la diversidad de seres animales.
Como ya se mencionó, no todos los entes compuestos realizan las mismas facultades,
y por ello Aristóteles pudo clasificarlos en orden de menor a mayor inmaterialidad,
estableciendo la siguiente jerarquía:
1. Alma vegetativa
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2. Alma sensitiva o sentiente
El alma sensitiva además de poseer las facultades del ente vegetativo, posee la
facultad de la sensación y los seres que poseen esta facultad son los animales. Ahora
bien, los animales necesitan esta facultad para poder sobrevivir. Aunque es apartado
sobre el conocimiento, adelantemos que el motor inmóvil para la facultad sensitiva es
el objeto de apetición o el bien práctico, el cual al ser percibido por los sentidos,
mueve al deseo (motor móvil), el cual convierte se convierte en acto impulsivo que es
el que mueve al animal hacia lo deseado y de lo cual carece.
Pero resulta que no todos los animales poseen las mismas facultades, a saber,
algunos no pueden ver, otros no pueden oír u oler, etc., sin embargo todos al menos
deben poseer la facultad sensitiva del tacto, que permite reconocer aquello que es
provechoso para su subsistencia. A esto se debe las diferentes clases de animales que
existen en el mundo.
3. Alma intelectiva
Por último, el alma intelectiva es aquella que posee además de las facultades
sensitivas y vegetativas, la facultad de la intelección, la cual nace a partir de las
sensaciones percibidas por los sentidos. Estas sensaciones son iluminadas mediante el
intelecto actual y reconocen aquella realidad externa. Luego de conocido aquel objeto,
este no mueve el apetito o el impulso que son parte de la facultad sensitiva, sino que
mueven el querer (boúlesis) que es propio de esta facultad.
Esta facultad es la más inmaterial que existe, pues es la única que reconoce las
cosas como cosas, como son en la naturaleza, asimilando las formas puras, sin que
intervenga deseo alguno.
Gracias a esta teoría del alma como entidad formal (entelequia) del ente ha permitido
a Aristóteles formar su teoría del conocimiento.
1. El conocimiento sensitivo
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solo necesitan conocer en orden a sus necesidades y sus fines. Les es totalmente
necesario el sentido del tacto pues sin él no podrían nutrirse. A partir de ello se puede
colegir que el animal percibe cierta realidad que le puede ser útil para su subsistencia,
o alejarse de otra que le puede resultar dañina para la misma. No la conoce como
nosotros, pero sí percibe la forma de ese algo que le puede ser provechoso o no, y en
ese percibir se mueve hacia el objeto deseado.
2. El conocimiento intelectivo
Debido a esto es que Aristóteles toma como que poseemos una parte inmortal
en nuestra alma, que es aquella que es acto puro sin más capaz de actualizar lo que se
encuentra en potencia con respecto a él. Y de esto deduce que la divinidad conoce
mediante el intelecto, pues es un ente simple, acto puro.
BIBLIOGRAFIA