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FILOSOFIA ANTIGUA

Estudiante: Julio Daniel Castillo Tello


Profesor: Giovani Sadoval Lozano
Seminario Mayor Diocesano “San José”

El De anima, de Aristóteles
Introducción

El pensamiento de Aristóteles acerca del alma ha tenido un proceso de desarrollo y


maduración. Él, como buen discípulo de Aristocles, siguió la corriente de pensamiento de su
mentor y maestro. Luego de los veinte años de permanencia en la Academia, cuando regresa
a Macedonia, comienza a cambiar su forma de percibir la realidad gracias a sus estudios de
botánica y la naturaleza en general. Por ello, luego de su estancia en su tierra natal, cuando se
asienta en Atenas por segunda vez, realiza todas aquellas obras por las cuales es tan
renombrado.

En primer lugar, encontramos un diálogo que es muy probable que sea de origen
aristotélico: el Eudemo. Este diálogo presenta una concepción del alma totalmente distinta a
la que se encuentra en el De Anima, pues es la idea completa expresada por su maestro
Platón. Este diálogo muestra que el alma es una substancia independiente, que solo está unida
al cuerpo por la fuerza y que es necesaria la liberación de la carga corporal.

Luego se encuentra un texto discutido en cuanto a su autenticidad, aunque para F.


Nuyens, basándose en lo expresado por Jaeger, es un texto clave para entender el proceso de
transición entre el Eudemo y el De Anima. Se trata del De Motu Animalium, donde se expresa
que el alma es una especie de centro de comando que ordena a cada parte del ser vivo que
actúe de una manera adecuada a su finalidad, es decir, el alma ya no es una substancia
aprisionada, ni tampoco es el fundamento para que se dé el individuo como tal, sino
simplemente es algo que hace que los órganos y demás partes del organismo realicen lo que
deben realizar, y nada más.

Reconocer esto es importante para el estudio de Aristóteles pues poseeríamos un


conocimiento más certero de la evolución del pensamiento del Estagirita, al igual que en las
ramas de la ética y metafísica aristotélicas.

De esta manera, observamos que la evolución del pensamiento en lo referente al


concepto y naturaleza del alma tiene al menos los siguientes estadios:

- El alma como substancia independiente (Aristóteles platonizante, Eudemo).


- El alma como centro de operaciones del ser vivo (Aristóteles en maduración, De
Motu Animalium).
- El alma como forma del compuesto hilemorfico de todos los seres vivos
(Aristóteles en la madurez, De Anima).

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El alma, principio formal del ser vivo

Aristóteles basa todo su sistema de pensamiento en el mundo físico, no por nada el


mayor número de obras del Estagirita se dedican al análisis de los seres vivos y la vida. A
partir de este estudio Aristóteles cubre todo lo concerniente a la manera sobre cómo es que el
hombre conoce.

En el momento de su madurez Aristóteles define el alma partiendo de esta


observación de la naturaleza, pues se da cuenta que hay diferentes tipos de seres en el mundo,
unos inertes y otros vivos. Estos seres vivos son entidades pero por poder realizar
operaciones por sí solos son entidades compuestos. La materia no es capaz de actual por sí
sola, necesita de otro para que pueda ponerse en acción o es objeto de apetición de un ser
vivo. Así, los seres vivos deben su capacidad para poder operar a una realidad que se
encuentra más allá de la simple materia, esta realidad sería el alma o soplo vital (psyché).
Luego el alma es el principio que hace que una materia en capacidad de recibirla se convierta
en un ente hilemórfico: compuesto de cuerpo y alma. Compuesto que es las dos caras de una
misma realidad. Por lo tanto, el alma es al cuerpo como el acto -en palabras de Aristóteles
«entelequia»- a la potencia.

De esta manera Aristóteles afirma que el alma es la forma de ser de los diferentes
cuerpos. No todos los cuerpos vivientes realizan o poseen las mismas facultades; más bien, el
alma es el cumplimiento del cuerpo, materia, capaz de realizar ciertas actividades de manera
autónoma: nutrirse, desarrollarse, reproducirse, moverse, sentir, apetecer y entender. Así, las
principales facultades son cuatro: facultad nutritiva, sensitiva, intelectiva y motriz. Y en cada
tipo de estas facultades se encuentran subdivisiones, otras facultades más específicas –
especialmente en la sensitiva- que permite reconocer otros tantos tipos de alma, pues, al decir
de Aristóteles, no todos los animales poseen visión, olfato, oído, etc., pudiendo clasificarse
aún más la diversidad de seres animales.

Clasificación de las facultades

Como ya se mencionó, no todos los entes compuestos realizan las mismas facultades,
y por ello Aristóteles pudo clasificarlos en orden de menor a mayor inmaterialidad,
estableciendo la siguiente jerarquía:

1. Alma vegetativa

El alma vegetativa es la entelequia de aquellos entes compuestos que solo


realizan las funciones de nutrición, desarrollo y reproducción con el implicado
envejecimiento.

Estos entes solo necesitan asimilar de la naturaleza la materia necesaria para


poder subsistir, siendo por ello los seres más materiales después de aquellos cuerpos
simples de materia pura.

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2. Alma sensitiva o sentiente

El alma sensitiva además de poseer las facultades del ente vegetativo, posee la
facultad de la sensación y los seres que poseen esta facultad son los animales. Ahora
bien, los animales necesitan esta facultad para poder sobrevivir. Aunque es apartado
sobre el conocimiento, adelantemos que el motor inmóvil para la facultad sensitiva es
el objeto de apetición o el bien práctico, el cual al ser percibido por los sentidos,
mueve al deseo (motor móvil), el cual convierte se convierte en acto impulsivo que es
el que mueve al animal hacia lo deseado y de lo cual carece.

Pero resulta que no todos los animales poseen las mismas facultades, a saber,
algunos no pueden ver, otros no pueden oír u oler, etc., sin embargo todos al menos
deben poseer la facultad sensitiva del tacto, que permite reconocer aquello que es
provechoso para su subsistencia. A esto se debe las diferentes clases de animales que
existen en el mundo.

Esta facultad es superior en inmaterialidad a la facultad vegetativa porque lo


que mueve al ser vivo no es la materia sino la forma del bien práctico que percibe y
mueve para que sea adquirido y satisfaga la necesidad.

3. Alma intelectiva

Por último, el alma intelectiva es aquella que posee además de las facultades
sensitivas y vegetativas, la facultad de la intelección, la cual nace a partir de las
sensaciones percibidas por los sentidos. Estas sensaciones son iluminadas mediante el
intelecto actual y reconocen aquella realidad externa. Luego de conocido aquel objeto,
este no mueve el apetito o el impulso que son parte de la facultad sensitiva, sino que
mueven el querer (boúlesis) que es propio de esta facultad.

Esta facultad es la más inmaterial que existe, pues es la única que reconoce las
cosas como cosas, como son en la naturaleza, asimilando las formas puras, sin que
intervenga deseo alguno.

El alma y la teoría del conocimiento

Gracias a esta teoría del alma como entidad formal (entelequia) del ente ha permitido
a Aristóteles formar su teoría del conocimiento.

Como ya se dijo, Aristóteles se basa en la realidad física para llegar a lo metafísico.


Queda claro que el alma vegetativa es incapaz de poder conocer lo que la rodea, pues
aquellos entes compuestos solo requieren nutrirse y reproducirse. Son aquellos que poseen las
facultades sensitivas e intelectivas quienes conocen de alguna manera la realidad, cada uno
según su forma.

1. El conocimiento sensitivo

No solo el ser humano es capaz de conocer su entorno, también aquellos entes


que poseen la facultad sensitiva conocen, pero a lo que su alma les hace capaces, pues

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solo necesitan conocer en orden a sus necesidades y sus fines. Les es totalmente
necesario el sentido del tacto pues sin él no podrían nutrirse. A partir de ello se puede
colegir que el animal percibe cierta realidad que le puede ser útil para su subsistencia,
o alejarse de otra que le puede resultar dañina para la misma. No la conoce como
nosotros, pero sí percibe la forma de ese algo que le puede ser provechoso o no, y en
ese percibir se mueve hacia el objeto deseado.

2. El conocimiento intelectivo

Este tipo de conocimiento es propio del ser humano y de la divinidad. A partir


de las sensaciones impresas por los sentidos en el ser humano, gracias a la facultad de
la fantasía y la memoria, es decir, a través de varias experiencias con los mismos
objetos, el intelecto reconoce lo semejante que encuentra en su interior con lo que la
realidad extramental. Este primer estadio lo realiza el intelecto potencia luego
conocido como intelecto paciente, pues es el que es potencia pura, sin acto alguno,
pues solo así puede asimilar las diferentes formas –que son entelequias (actos) –.
Luego aquella imagen intrametal presente en el intelecto es iluminada por el intelecto
actual, luego conocido como intelecto agente, que es aquel intelecto que es acto puro
y actualiza la imagen impresa por los sentidos.

Debido a esto es que Aristóteles toma como que poseemos una parte inmortal
en nuestra alma, que es aquella que es acto puro sin más capaz de actualizar lo que se
encuentra en potencia con respecto a él. Y de esto deduce que la divinidad conoce
mediante el intelecto, pues es un ente simple, acto puro.

BIBLIOGRAFIA

- R. Muñoz (2016) El desarrollo en la idea del alma en Aristóteles


- Aristóteles, De Anima, Introducción de Miguel Candel. Gredos
- G. Reale (1988), Historia del pensamiento filosófico y científico

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