Al principio, la parcela adjudicada tenía la tierra muy compactada y, tuvimos que usar el
azadón para mullirla y que quedara más arable para sembrar, como proceso de pre-
siembra.
La tierra tenía rastrojos del cultivo anterior, aunque ayudaron para proteger el suelo del
impacto de la precipitación erosiva, tuvimos que retirarlos al igual que un desmalezado a
mano para evitar la competencia de la maleza con el frijol.
Escogimos ICTA Sayaxché, porque estaba en el límite de altura sobre el nivel del mar y
porque pensamos que sería una buena alternativa, esperando una buena adaptación del
mismo, y su resistencia contra la roya.
También presenciamos Roya del frijol, por ataques del hongo Uromyces appendiculatus,
un parásito cuyas pústulas de color café o amarillo rompían la epidermis de las hojas
viejas, en los peciolos, los tallos y las vainas rodeadas de un halo amarillo clorótico; y
Atracnosis en las hojas, que presentaban un color rojizo oscuro, y las venas parecían
quemadas. Aplicamos Bacillus Subtilis para contrarrestar estos patógenos a nivel foliar,
teniendo un efecto positivo.
Para fortalecer las plantas y mejorar el suelo, asperjamos sulfato de potasio, sulfato de
amonio, nitrato de calcio y sulfato de magnesio, que tuvieron unos efectos muy favorables
para la mejora del rendimiento.
Llegado el tiempo de cosecha, logramos extraer de 5 a 7 granos por vaina, dando la suma
de varios costales, obteniendo buen rendimiento.
INTERCAMBIO DE EXPERIENCIAS
(ICTA Sayaxché e ICTA Ligero)
Entre ambas variedades observamos como grano más grande el ICTA Ligero, a
comparación del ICTA Sayaxché.
Las vainas del ICTA Sayaxché tuvieron menos manchas foliares por la
aplicación de fertilizantes, y el ICTA Ligero se notaba con menos consistencia.