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ÉTICA DE LA PERSONA

INDICE

PRESENTACIÓN
.............................................................................................................................................2
UNIDAD I
.......................................................................................................................................... 4
FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL Y LA ÉTICA.
.................................................................................. 4
1.1.- Fundamentación Antropológica
.......................................................................................................4
1.2.- Fundamentación Filosófica
........................................................................................................... 10
1.3.- Los principios morales
................................................................................................................... 13
1.4.- Ética y principios sociales.
................................................................................................... 18
PRESENTACIÓN

El horizonte cultural y educativo de nuestra época aparece dependiente de


los logros que imponen tanto el pensamiento científico como los desarrollos
tecnológicos. Imposición que supone un predominio del conocimiento que
se banaliza en exceso de información, a veces por la mera información. Sólo
prestando atención a los problemas que plantea la acción humana, sólo
prestando atención a los problemas morales y políticos y, en especial, a los
que el manejo de los recursos de la ciencia y la tecnología actuales ponen a
disposición del ser humano, podrá compensarse lo deficitario del horizonte
cultural y educativo en el que se mueve el ciudadano. Una atención a la Ética
descriptiva y a las formas organizativas en las cuales se estructuran las
distintas sociedades y, más fundamentalmente, una atención a una Ética
normativa, a cómo pensamos que debe comportarse el ciudadano y cómo
debe ser una mejor organización social. Esto supone primar, en lo educativo,
criterios de valoración ética que debe integrar el alumno para su más
completa formación.

Y todo ello porque la educación tiene como uno de sus fines esenciales el
pleno desarrollo de la personalidad de los estudiantes, incluyendo de modo
preeminente su formación moral, de manera que el proceso y la acción
educativa les permita ir asumiendo de forma crítica, reflexiva y progresiva el
ejercicio auténtico de la libertad, de sus derechos y de sus deberes
individuales y sociales en un clima de respeto y de tolerancia positiva hacia
otras posturas morales, políticas y religiosas diferentes a las de su cultura
original.

La Ética constituye una materia propia, autónoma, de carácter filosófico y


está ubicada netamente fuera del ámbito del área de las Ciencias Sociales,
aunque en permanente contacto y diálogo con sus aportaciones
conceptuales, en tanto que la dimensión moral de la vida humana posee un
claro constitutivo social, sin que ello implique que pueda ser reducida a
análisis sociológicos. Del mismo modo, las raíces psicológicas y
antropológicas de la moralidad, obligan a tener en cuenta las aportaciones
de ambas ciencias, retomando sus explicaciones y descripciones como
punto de partida. En ningún caso y bajo ningún concepto, se puede
considerar que la enseñanza de la Ética es una alternativa a la religión o
religiones confesionales, ni ser la transmisora de un determinado código
moral.

La Ética enjuicia y reflexiona desde una posición abierta al ámbito del deber
ser, y su estudio ha de mostrar la capacidad de los seres humanos para
darse a sí mismos principios racionales que orienten su vida individual y
colectiva. La Ética debe ser patrimonio común de todos y debe contribuir a
formar ciudadanos racionales, críticos, abiertos y tolerantes, que sepan
fundamentar racionalmente sus convicciones morales y aprendan a tolerar
a otros de modo positivo, es decir, a valorar y respetar las diferentes
posiciones religiosas, morales o políticas por lo que tienen de
enriquecimiento de la cultura humana. Esa dimensión cívica de la enseñanza
de la ética es muy importante en el contexto del actual sistema educativo y
de la sociedad en que vivimos

La reflexión filosófica propia de la Ética se centra en la dialéctica conceptual


de nociones contrapuestas, como bien-mal, libertad-determinismo, derecho-
deber, valoresdisvalores, normatividad-anomia, autonomía-heteronomía,
responsabilidad irresponsabilidad, legalidad-ilegalidad, etc. Además, la
filosofía moral ayuda de modo específico a situar los problemas ético-
políticos y ético-jurídicos en un nivel de universalidad y de abstracción
racional mucho mayor que las ciencias sociales, que, normalmente, se
limitan a la mera descripción y explicación de hechos y de conflictos. A todo
ello se añade que la Ética suele presentar en forma de dilemas los problemas
morales generados en el mundo actual, tratando de desarrollar la capacidad
crítica y argumentativa de un modo eminente y evitando siempre cualquier
forma de adoctrinamiento moral, político o religioso.

Por último, el curso de Ética cumple una función muy importante, al


proporcionarles una gran ayuda en la configuración de su propia identidad
moral, que les servirá para reflexionar sobre criterios morales, sobre estilos
de vida y a tomar decisiones sobre cuestiones que les interesaran vivamente
durante su existencia.
UNIDAD I

FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL Y LA ÉTICA.

La persona, la familia y sociedad en su gran mayoría, en pleno siglo XXI,


demuestran estar en crisis de valores, porque los niños y jóvenes han sido
educados por parientes cercanos a los padres, por situaciones de
separación, embarazos prematuros y por el trabajo oportuno de la pareja;
esto ha generado un no control de las acciones, demasiada permisividad, y
la falta de educación en valores de parte de los padres.

Igualmente, las instituciones del Estado, han relegado o relativizado la


formación en valores, lo que constituye la escaza formación ética y moral,
que en muchas de las situaciones se ha delegado a las instituciones
educativas y a los docentes que intentan formar en la moral y ética a sus
educandos.

Ante esta situación un poco crítica, es necesario afirmar que la formación


académica desde la ética y moral, se constituyen en un puente que permiten
el análisis, reflexión y toma de decisiones ante un escenario o dilema ético
en crisis; por lo que es urgente retomar la importancia de la ética y la moral
en la formación evolutiva integral de la persona.

La persona se forma en la familia, allí aprende los valores y pone en práctica


aquellos principios éticos que los padres le otorgan realizar en la relación
con los parientes, amigos y conocidos. Valores que se asimilan en la
cotidianidad de la vida y que se constituyen en el motor que puede generar
alegría, paz, felicidad y bienestar personal, familiar y social.

Por tanto, el siguiente artículo presenta una fundamentación antropológica


de la ética y la moral a nivel antropológico y filosófico, argumentando en la
terminología respectiva, así como presenta la diferencia entre los diferentes
términos. Culminando con la profundización de los respectivos principios
éticos y sociales que dan identidad a la persona, y que son indispensables
para alcanzar la felicidad personal, mejorando la calidad de vida del ser
humano desde el buen vivir en sociedad.

1.1.- Fundamentación Antropológica

El ser humano en sus inicios evolutivos fue nómada, y de a poco se fue


constituyendo en un ser capaz de relacionarse con los demás y de ir
formando grupos sociales o ayllus que se caracterizaban por tener
costumbres, que las iban aprendiendo y desarrollando en la actividad diaria
de caza, agricultura, pesca, y de guerra para protegerse de otros grupos
sociales que les arrebataban sus mujeres, niños y varones con el fin de
constituirlos en esclavos.

Desarrollo social que les permitía compartir tradiciones, fusionar leyendas,


mitos y hasta los mismos lenguajes se iban perfeccionando con el pasar del
tiempo y el desarrollo de las nuevas familias, sociedades y civilizaciones.

El ser humano, tuvo que aprender a sobrevivir y a vencer al más débil para
someterlo, así empiezan a desarrollarse las clases sociales de señores y
siervos. Comienzan los privilegios, los malos tratos, la explotación y
marginación del más poderoso en recursos, guerreros y armas, en contra de
los pueblos poco desarrollados en el arte de la guerra.

En este desarrollo social fue experimentando el amor y el odio, la vida y la


muerte, la libertad y la esclavitud, la riqueza y la pobreza, la marginación y
la explotación, la sobriedad y el hambre, la salud y la enfermedad, la
sabiduría y la ignorancia, el poder y la impotencia; es decir, fue descubriendo
y desarrollando sobre el bien y el mal.

El pueblo comienza a necesitar de alguien que los dirija, que los guíe, los
instruya, así, se forman hombres y mujeres más dotados en fuerza física,
mental y espiritual. La sociedad necesita de normas y reglas para poder
evitar el caos personal, y social. Se van organizando en comunidades
políticas, económicas, religiosas, y educativas. Surge la estructura social
menguada de diferentes actores sociales que se deben ir instruyendo en el
lenguaje, la escritura, la fe, las artes y la política. Aparece la clase
privilegiada en todos estos saberes, son los que mandan, y ordenan normas
para que los otros las cumplan. Surgen los poderosos que se imponen con
sus reglas, e impuestos que deben ser cumplidos y pagados por los menos
afortunados en conocimiento.

Es la estructura social que castiga al que quiera revelarse, al que no se


somete, lo mandan a encerrar, torturar o matar delante de todo el pueblo
para que aprendan que, si hacen eso, terminaran mal. Se impone la ley del
más fuerte sobre el más débil. El que tiene poder se hace más poderoso
económicamente, y el que no lo tiene, se vuelve sumiso, pobre, marginado
y esclavo.

Ante esta situación emergen ciudadanos, personas que buscan desde su


bondad, y amor por los demás, cambiar este sistema de poder. Y así, el ser
humano reflexiona y busca formas de mejorar la sociedad no por la fuerza,
el odio, la matanza o la servidumbre, sino por el diálogo, el consenso y la
construcción de normas y leyes que involucren a todos, los sancionen y
exijan por igual.
Aparece, la conciencia moral personal, que reflexiona que las cosas pueden
ser de otra manera, que se puede vivir de otra forma. Quizás más libre, o
vivir de forma más armónica, más justa y equitativa entre unos y otros,
evitando la barbarie y el descontento. Seres humanos que se van sumando
y constituyen un nuevo pensamiento, el pensamiento moral; y se dan cuenta
que es necesario reflexionar sobre lo que sucede para no quedarse
indiferente o renegado ante la realidad o situación de otros seres humanos,
que son explotados, perseguidos o torturados.

En Oriente, tenemos el código de Hammurabi; los diez mandamientos de los


judíos; y en Occidente, la primera sociedad que se fue constituyendo en el
pensamiento moral fue la Grecia antigua. Son los griegos en el siglo VI a.C,
los que reflexionan sobre lo bello, lo bueno, lo verdadero, lo noble, que existe
en las personas, animales y en la naturaleza donde encuentran como
fundamento la armonía. A lo bello, fuerte, valeroso, y bueno, lo llaman areté.
Así aparece el areté del caballo, del guerrero, de la naturaleza, en su
expresión de belleza y majestuosidad.

Los filósofos griegos que amantes de la verdad, reflexionan, educan y logran


grandes debates públicos sobre lo que es bueno, bello y verdadero. Así
Sócrates decía, cuando ya cansado de tantas preguntas y respuestas, “solo
sé que nada sé”. Argumento que se constituía en la nueva palestra del saber,
y convocaba al ser humano a seguir debatiendo, argumentado y escribiendo
aquellas frases que sus maestros y sabios decían.

Aparece la Sophia1, la sabiduría, desarrollada por seres humanos amantes


de la Verdad; se llamaron maestros, filósofos, que fueron seguidos,
admirados y elogiados, así como perseguidos y desterrados cuando su
pensamiento cuestionaba la forma de poder perverso e injusto de parte de
reyes, o nuevas autoridades.

Los filósofos se dan cuenta que se debe formar al ciudadano noble, fuerte,
valeroso, y bello a partir de la educación de las artes, la gimnasia y la ética,
desde la cual de sebe educar al niño como persona moral, quién necesita
desarrollar su conciencia moral, que le permitirá descubrir lo que es
permitido y lo que tiene prohibido realizar. Entonces, comienza a valorar su
acción como buena o mala, permitiéndose corregir o enmendar su mal
proceder a partir de la formación de la conciencia moral.

1.1.1.- La Conciencia

Conciencia lo mismo que en latín, conscientia, está en conexión con el saber,


y abarca el conocimiento de la realidad, se da cuenta del engaño, del error,

1
Del griego Σοφία "Sofía (sabiduría)"
de los deseos, de los actos de voluntad, afectos, sentimientos y emociones.
Permitiendo a través de la reflexión de nuestra conciencia sobre nosotros
mismos, y tener una conciencia de nosotros mismos (conciencia de sí).
Siendo el presupuesto necesario para el conocimiento y la libertad.

Algunos estudiosos de la conciencia expresan desde “la Filosofía analítica,


que los conocimientos de los fenómenos de la conciencia no pueden
deducirse del saber objetivo de las ciencias naturales, lo cual demuestra que
la conciencia no puede reducirse a procesos materiales”. (Brugger Walter,
2014, pág. 90)

Entonces, la conciencia nos permite tener lucidez de otros objetos, por tanto,
existen ciertos grados de claridad de la conciencia. “la cual, no pudo surgir
de una vez en la historia de la evolución, sino que necesitó formas previas
de la conciencia animal, a la que le faltaba todavía la espiritualidad, o sea,
la conciencia explícita de sí mismo y de la libertad, la reflexión y, también el
conocimiento conceptual, abstracto, que va más allá de lo sensible”.
(Brugger Walter, 2014, pág. 90).

Una vez analizado el tema de la conciencia, se desarrolla el sentido moral


de la conciencia desde el aspecto filosófico.

1.1.2.- La Conciencia moral.

La conciencia en sentido moral designa “la capacidad que tiene el ser


humano de juzgar acciones y fines de la acción de acuerdo con normas
éticas, así como de experimentar un deber vinculante y los correspondientes
impulsos para la acción en vivencias de exhortación, aliento, justificación,
culpa, arrepentimiento y satisfacción. La conciencia es la base de la
responsabilidad moral”. (Brugger Walter, 2014, pág. 92)

A nivel histórico, la Roma del siglo I a.C, presenta a Cicerón y Séneca, como
autores que fundamentaron sobre “la conciencia como fuente de una libre
orientación moral. Tomás de Aquino atribuye a la conciencia la capacidad
de conocer los principios generales de la acción moral, dispuesta por la
naturaleza y radicada en la razón.” (Brugger Walter, 2014, pág. 92)

En el siglo XX, Erick. Fromm, manifiesta que la “conciencia reflexiva puede


considerarse psicológicamente como el ámbito de la autodirección humana
especializada en valores éticos. Filosóficamente, la norma fundamental de
hacer el bien y evitar el mal es una evidencia que no requiere de una prueba
ulterior, por lo que la persona consciente de la responsabilidad ha de
elaborar principios y normas morales mediante la formación de la conciencia,
y aplicarlos a casos particulares o individuales a través de la examinación
de la situación, teniendo en cuenta una pluralidad de circunstancias,
consecuencias y alternativas de la acción. Por esta razón, han de respetarse
también decisiones de conciencia de otros que se consideren erróneas,
siempre que estas no lesionen los derechos de los demás ciudadanos”.
(Brugger Walter, 2014, pág. 93)

La conciencia es el juicio moral que posee el ser humano para decidir actuar
bien o mal, correcta o incorrectamente, y que permite saber si actuamos
responsablemente o pasionalmente, por tanto, reconocer si un acto es
bueno o malo, si es voluntario, es decir, realizado con plena autonomía,
conciencia moral, y libertad.

Al respecto Blanco, plantea que “nuestro entendimiento se ve guiado e


iluminado por la conciencia. Esta es la brújula que se encarga de señalar el
rumbo y distinguir el bien del mal; es la misma inteligencia en cuanto es
capaz de discernir el bien moral. No se trata de una voz misteriosa ni de un
oráculo profético; es, simplemente, la razón que juzga la bondad o maldad
de nuestras acciones. La conciencia se presenta como exigencia de
nosotros a nosotros mismos. No es una imposición externa sino las razones
que resuenan dentro del ser. Confucio la define así: “luz de la inteligencia
para distinguir el bien y el mal”, y se encuentra en todos los individuos y en
todas las sociedades. Para los cristianos es el santuario del alma en donde
se escucha la voz de Dios”. (Blanco, 2013, pág. 214)

La conciencia moral es muy necesaria al momento de actuar, sin esta


realidad moral en la persona existiría una deficiencia intelectual que conlleva
a la ausencia de valores morales y por ende a la acción inmoral, que
corrompe y despersonalización a la persona. Por ello, es necesario ser
consciente de nuestros actos, ante los cuales, debemos asumir las
consecuencias de estos, como lo expresa Max Weber, en ética de las
consecuencias.

Solamente la claridad del sentido y significado de la conciencia moral,


permitirá analizar si el acto o acción ejecutada es moral o inmoral, es decir,
si es lícito o ilícito.

1.1.3.- El Acto Moral.

El acto moral es la acción ejecutada de manera libre y voluntaria, llevada a


cabo en la reflexión consciente y la inclinación personal, sea dada por
interés, deseo, pasión; interviniendo en el acto realizado, la conciencia, la
libertad y la voluntad.

Así, todo acto moral tiene una intencionalidad y plena conciencia del acto
que debe ser voluntario y con una finalidad. Aristóteles en la Ética a
Nicómaco señala que para alcanzar un fin se requieren medios, es decir una
serie de “acciones rectas” (Aristóteles, 2014, pág. 55) . Acciones cuya
finalidad es un bien mayor: “Toda arte y toda investigación, igualmente toda
acción y libre elección parecen tender a algún bien; por esto se ha
manifestado, con razón que el bien es aquello hacia lo que todas las cosas
tienden”. (Aristóteles, 2014, pág. 23). Se escogen los medios para lograrlo,
se tienen estímulos, y motivos que llevan a emprender esa acción, la misma
que tiene un resultado, que puede o no coincidir con el fin propuesto.

Sin embargo, la moral se interesa por la eficacia de los medios, siempre que
el fin sea moralmente bueno, exigiéndose la búsqueda de los medios más
adecuados. El “querer el fin es estar dispuesto a poner los medios. Por
ejemplo, no diríamos de nadie que intenta ayudar a alguien si no pone los
medios para prestar tal ayuda. Esto sucede porque, en primer lugar, es
imposible querer ayudar a alguien sin estar dispuesto a buscar los medios
necesarios para hacerlo. En segundo lugar, porque resulta increíble que
alguien esté dispuesto a poner tales medios sin ponerlos, a no ser que tenga
una explicación satisfactoria”. (López, 1991, pág. 353).

Poner los medios adecuados es de gran ayuda, por lo que se convierte en


un acto moral bueno, donde se implica el valor de la solidaridad y la libertad
como la capacidad que tiene la persona de actuar de forma responsable,
respetuosa y voluntaria. Así, la conciencia moral, discierne el sentido de la
acción moral, evaluando la misma como acto moral correcto, o incorrecto,
lícito o ilícito, y de esta manera se va fortaleciendo o relativizando el valor
moral.

1.1.4.- El Valor moral.

El ser humano en el desarrollado de la conciencia moral posee la capacidad


de determinar su escala de valores, ya sean estos religiosos, sociales, de la
profesión, que le permiten responsabilizarse de las consecuencias de su
acción en relación con otro ser humano, que exige ser tratado como un fin y
no como medio para alcanzar ese fin. Así lo argumenta, la teoría de los
Derechos Humanos declarados por la UNESCO, donde toda persona posee
una inviolabilidad que brota de la justicia, por tanto, se constituye en un Valor
y no en un objeto o cosa. De esta manera, una persona se va desarrollando
como virtuosa, lo que a largo plazo se constituirá en la felicidad de la persona
en beneficio de la sociedad que es la encargada de ir integrando una escala
de valores que le dan una identidad social.

La escala de valores permite vislumbrar toda acción concreta que es


valorada por la persona y los demás a partir de un juicio moral, es decir, el
valor del comportamiento moral que se determina contrastándolo con las
normas, principios y valores que rigen un grupo social. Allí, se emite un juicio
de valor “es infiel”, que tiene la base en una norma, como: “la infidelidad es
mala”, y en un valor: “La fidelidad es buena”, o en un principio: “No desear
la mujer, ni nada de tu prójimo”. Así las normas, valores y principios se han
establecido a nivel social a partir de comportamientos concretos.

Según Rodríguez, “para ser una persona asocial que busca y lucha, la
moralidad no puede ser más que un constreñimiento necesario pero que no
es bien recibido. Pero para los que valoran la participación, la moralidad del
acuerdo, a pesar de ser fuente de constreñimiento, hace que su actividad
compartida sea mutuamente bienvenida y, por tanto, estable, asegurando
de este modo la ausencia de engaño” (Rodriguez Lopez, 2006, pág. 147).

Como vemos, es el sujeto el que valora el objeto a partir de una valoración


y juicio de valor, demostrando que tiene la capacidad y la voluntad de decidir
para aceptar o no lo que ha valorado. Al respecto, un ejemplo social donde:
“la valoración de la participación no tiene en ningún sentido un carácter
moral, ahora bien, la cuestión fundamental es si esta valoración de la
participación, que sin duda se da, es una solución a las situaciones del
dilema. Para saber esto antes es preciso saber si la participación tiene valor
como medio o como fin.” (Rodriguez, 2006, pág. 148)

Todas las personas participan dentro de una cultura y sociedad, la misma


que posee costumbres morales, y de ellas se derivan las “preferencias
personales que son reales, típicamente basadas en sus propios intereses
personales y en los intereses de aquellos que le son más cercanos; así, son
sus preferencias en el sentido de la palabra, las que cada individuo tiene
realmente y que determinan su función de utilidad.” (Rodriguez Lopez, 2006,
pág. 170). Entonces, las culturas y sociedades poseen diversas escalas de
valores que le dan identidad, por tanto, esto se constituye en un valor moral.

Argumentada la fundamentación antropológica de la Ética a partir de la


conciencia y valoración moral desde una perspectiva personal y social, se
presenta la situación ética a nivel de una fundamentación filosófica.

1.2.- Fundamentación Filosófica.

El ser humano en el lenguaje filosófico designa la existencia de personas


éticas y morales, de acciones buenas y malas, de lícito e Ilícito, de justo e
injusto, de personas virtuosas y de personas viciosas. Con la apertura de
términos a nivel del léxico filosófico moral, es necesario persuadir al lector a
tener una claridad conceptual a nivel filosófico, ante lo cual se plantea la
diferencia entre las mismas.

El término ética proviene del griego ethos, que significa costumbre. La


definen como “La doctrina sobre las costumbres”, por lo tanto, es el estudio
sistemático de esas costumbres en relación con la moral. La ética como
filosofía de la moral, indaga, cuestiona, reflexiona y conceptualiza sobre la
moral y, la definen entonces, como la
“teoría de la moral”, o como la ciencia filosófica que se ocupa de los valores
morales en sus distintas formas.

La moral, en cambio, proviene del latín mos, moris, que significa costumbre
personal en relación con las normas de comportamiento que establecen la
distinción entre lo bueno y lo malo como criterio de perfección humana. Es
así que, la moral hace referencia a las costumbres y normas de
comportamiento que posee una persona en familia y sociedad.

Las costumbres y valores morales son aprendidos en instituciones sociales


como son la familia, la escuela, la iglesia, el estado, los medios de
comunicación; que a nivel general educan, sustentan, critican, y promueven
la educación moral y ética desde la interiorización de principios y normas

Avalados en García, se argumenta la diferencia entre ética y moral: “la Ética


se referiría así al suelo firme, al fundamento de la praxis, a la raíz de donde
brotan todos los actos humanos. Es el desde donde de la acción. Ethos como
contraposición a pathos, es decir, hábito y costumbre frente a lo
inmodificable por la voluntad del ser humano… El término moral, por su
parte, es el conjunto de reglas o normas adquiridas por hábito y dirigidas a
la formación de aquello que es más propio de una persona, de su modo de
actuar”.” (García, 2014, pág. 9).

Clarificados en la conceptualización y diferencia entre moral y ética, se


expone la praxis moral que conlleva reconocer la moral personal.

1.2.1.- La Moralidad.

La moralidad es la moral ejecutada por el ser humano en la vivencia y


práctica de sus acciones desde donde se muestra como una persona moral
o inmoral, lo que exige ser consciente del valor y la norma que aplica en
relación consigo mismo y a los demás. Así en efecto, si la “Moral se refiere
al conjunto de normas de acuerdo con las cuales los hombres orientan sus
vidas; los hechos morales son tanto los de la conducta y vida interior de cada
ser humano individual, como los que se vinculan a fines, normas y conductas
de grupos e instituciones”. (Colegio24hs, 2004, pág. 5)

Las normas de conducta dictan el proceder de las personas a nivel de


mínimos y máximos. Situación, ante la cual, Adela Cortina manifiesta que en
la sociedad se aplica una Ética de máximos, es decir, un niño que todo lo
que ve, aprende un valor explicado y aplicado en la familia como el respeto;
o, el saludo a los mayores, que se interioriza y practica en la relación con los
parientes. Así, todo niño aprende a respetar a los padres y personas
mayores, observando en los adultos este valor; y éstos a la vez por fuerza
moral, exhortan practicar y testimoniar este valor en la sociedad.

Esta situación moral coherente produce la práctica axiológica de valores que


se desarrolla en el proceso de crecimiento psicológico y físico del niño, del
adolescente y joven. Por eso, existe el refrán, “educa a un niño en valores
para que, en un futuro próximo, la justicia legal no tenga que penalizar y
encerrar a un adulto vicioso, pervertido y corrupto”. Los valores, entonces,
en la práctica del ambiente familiar se denomina ética de mínimos, y éstos
al ser expresados en sociedad constituye la ética de máximos donde se hace
posible la experiencia axiológica de la sociedad de Occidente2.

La práctica moral se establece en “el conjunto de actos concretos efectuados


por el hombre de acuerdo con la moral dominante en una sociedad
determinada”. (Fregoso, 2008, pág. 47). Y a partir de esto, se constituye una
cultura de paz, de justicia y solidaridad o, lo contrario, una cultura anarquista,
violenta, depravada y corrupta.

La historia de la Filosofía Occidental muestra la tradición filosófica de la


moral, que se evidencia en los filósofos griegos de la Grecia antigua del siglo
VI al siglo II a.C, quienes reflexionan sobre el ser humano y su sentido último
en la vida. Es, Aristóteles, un gran filósofo griego que sistematiza en la
felicidad como el fin último del hombre a partir de la práctica de virtudes,
necesarias para lograr la Eudaimonia, tan indispensable para obtener la
realización de la persona. Por consiguiente, se argumentará a continuación
sobre la Virtud moral.

1.2.2.- La Virtud.

Proviene del griego areté, que en su significado enuncia lo bello, virtuoso y


extravagante de un objeto, persona y de la naturaleza que muestran lo
bueno, excelente, adecuado, apto, a partir de una función específica, una
tarea, prestación o capacidad. E igualmente, del latín virtus que representa
lo viril, la fuerza de carácter, el dinamismo, la valentía, entre otras
relacionada a la esencia y cualidad, conducta, y comportamiento de la
persona que al obrar logra efectos benéficos en la sociedad por la práctica
de virtudes.

Dentro de las filosofías prácticas de la vida las virtudes son "criterios


normativos para el ejercicio de nuestras actividades y para el uso de

2
Occidente es la situación geográfica mundial que relaciona a toda persona que vive en Europa, y
América. Oriente, en cambio es Asia, África y Oceanía. Nosotros por vivir en América nos
caracterizamos como occidentales o latinoamericanos.
nuestros bienes, y aunque no son sólo eso, ya que, en cuanto hábitos,
poseen además una dimensión afectiva y otra disposicional”. (Rodríguez,
2010, pág. 100)

Según esto, el hombre como Hombre3 es bueno cuando la facultad de su


razón (logos) se halla en una buena disposición y por eso utiliza bien su
capacidad especifica moral en los diversos ámbitos de la vida.

Por tanto, la virtud peculiar del hombre es la buena disposición de la facultad


de la razón. Ya Platón resaltó la función clave de cuatro virtudes como son
la prudencia, la fortaleza, la templanza, y la justicia. La tradición cristiana
hizo propia dicha doctrina (desde Ambrosio se les dio el nombre de virtudes
cardinales), y añadió las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.
Además, Tomás de Aquino concede mayor peso a la justicia por el hecho de
desligarla de la pregunta primaria por la vida feliz, planteada bajo la
perspectiva de ética de la virtud.

Así mismo, Aristóteles sobre la virtud expresa: “no basta con conocerla, sino
que hemos de procurar tenerla y practicarla, o intentar llegar a ser buenos
de alguna otra manera”.
(Aristóteles, 2014, pág. 294), e igualmente, “el hombre bueno y que vive
orientado hacia lo noble obedecerá a la razón, mientras que el hombre vil,
que desea los placeres debe ser castigado con el dolor, como un animal de
yugo”. (Aristóteles, 2014, pág. 296). Sin embargo, Kant argumenta que
“Contemplar la virtud en su verdadera figura no significa otra cosa que
representar la moralidad despojada de todo lo sensible y de todo adorno,
recompensa o egoísmo”. (Kant, 2007, pág. 40).

De esta manera, los seres humanos virtuosos, por ende, felices, al construir
la familia y sociedad desde la vivencia y práctica de valores, evitan a toda
costa hacer y permanecer en el mal porque degrada el aspecto
antropológico del ser humano. Así, “el hombre que ha de ser bueno debe ser
bien educado y adquirir los hábitos apropiados, de tal manera que pueda
vivir en buenas ocupaciones, y no hacer ni voluntaria ni involuntariamente lo
que es malo, esto será alcanzado por aquellos que viven de acuerdo con
cierta inteligencia y orden recto y que tengan fuerza.” (Aristóteles, 2014, pág.
297).

La inteligencia (o ley natural), y la voluntad de obrar bien conlleva al ser


humano a diferenciar y clarificar entre la moral teórica y fáctica argumentada
por la filosofía moral.

3
Entiéndase hombre al ser humano en general, sin especificar al género masculino.
1.2.3.- Moral Teórica y Moral Práctica.

La moral teórica es la que hace referencia a los preceptos y valores que se


afirman en el discurso y que deberían coincidir con la moral de aquellos que
guían de forma efectiva el comportamiento de los miembros del grupo social.
Y si no coincide el discurso con la praxis moral aparece la doble moral 4, es
decir, se predica, pero no se practica.

Justamente, para hablar de un acto moral bueno o malo, es necesario la


conjunción del motivo, el fin determinado, el medio utilizado, además que el
acto sea consumado, entonces, se debe determinar si las consecuencias
son a favor o en contra de la persona que primeramente ejecuta la acción
hacia aquella otra persona que la admite o la rechaza.

Por tanto, el ser humano debe comprender por qué los demás actúan como
lo hacen, y analizar sobre aquellos actos que no permiten la realización de
la persona y su felicidad, por ejemplo, el maltrato a los demás, la destrucción
del medio ambiente, etc. No solamente son intensiones o intereses, sino que
a partir del cual, se genera la acción y sus respectivas consecuencias, al
punto que:

“Los motivos, nos impulsa a actuar o a perseguir un determinado fin, como


las intenciones, la conciencia del fin de la acción y la decisión de alcanzarlo,
son elementos constitutivos del acto moral, al igual que lo es la deliberación
y posterior elección que tal decisión suele suponer. Solo cuando se han
tenido en cuenta estos factores es cuando alcanzan calidad moral los
factores objetivos, esto es, el empleo de los medios y los resultados o las
consecuencias” (García, 2014, pág. 14)

De tal manera, la moral practicada de manera coherente es la moral en


acción, es decir, cuando se actúa desde los valores y normas de
comportamiento que conllevan al acto moral voluntario y responsable
teniendo como referencia los principios morales que guían el
comportamiento de las personas y que es necesario crearlos y
profundizarlos.

1.3.- Los principios morales.

Los principios morales “son normas de conducta propias que la misma


persona ha asumido y por las cuales rige sus actos. (María Josefina Vidal
Ledo, 2016, pág. 1). Por consiguiente, los principios y normas de
comportamiento se establecen en la familia y la sociedad los profundiza para

4
La doble moral es la incapacidad del ser humano de no aplicar en la práctica la filosofía moral que
predica o propone a un grupo de personas dentro de una institución o empresa.
beneficiar a quien ejecuta la acción y evitar malograr contrariamente a los
otros.

Este beneficiar al otro significa poner en práctica la libertad y autonomía en


la toma de decisiones apropiadas. Ante lo cual, Kant resalta: “la autonomía
del ser que por estar dotado de razón y libertad le es decente inclinar su
voluntad sólo a principios originados en esa su racionalidad y libertad, y
hacerlo desinteresadamente, sin desear ningún premio o temer algún
castigo” (Sierra, 2006, pág. 59). Solo así, sujeto autónomo guiado por la
razón práctica tiene la capacidad de apegarse a la ley moral universal que
rebasa el restringido ámbito de las reglas y normas sociales que la cultura
puede o no reglamentar desde las leyes jurídicas.

Aparece, así el Estado, que por medio de la Ley y el Derecho desempeña


una tarea reguladora que, con la autoridad vigente, obliga a su cumplimiento
por la vía correctiva sancionadora, y logra que la buena convivencia se logre
de manera interna, justa y democrática donde “toda persona tiene derecho
a la libertad de pensamiento y expresión. Este derecho comprende la libertad
de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole”
(Liponezky, 2014, pág. 9)

Se construye un Estado de Derecho entendido bajo la premisa: “toda


persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este
derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e
ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por
escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de
su elección". (Liponezky, 2014, pág. 9). Elección que conlleva y se
fundamenta en un principio denominado libertad.

1.3.1.- Principio de Libertad.

La capacidad del ser humano de decidirse a favor o en contra de una


determinada acción o conducta se denomina libertad. Libertad que se
construye de manera efectiva a partir del desarrollo cerebral y psíquico del
sujeto, quien logra experimentar que, a mayor libertad, mayor es la
responsabilidad y la capacidad de amar, ser amado y servir.

Libertad fundamentada en la responsabilidad, es decir, la capacidad de


atribuirse acciones correctas. Además, el hecho y la esencia de la libertad
se capta en la creación del bien, la justicia, y la paz porque mientras más
libre es la persona, mejor ciudadano se vive y experimenta en relación con
los otros.

Desde la libertad se puede argumentar, entonces: “Sin querer no hay nada


querido, y sin algo querido no hay querer. Conocer y querer son las dos
formas de realización de la persona. En su raíz ambas se compenetran
recíprocamente. Solo una cosa conocida como buena puede ser querida; y
son formas previas del querer humano los impulsos, las añoranzas, y las
aspiraciones. A partir de ahí se forman deseos concretos. Sin esta base de
libertad no se produce ningún querer. Pero el mero deseo no es todavía un
querer; media entre ambos la decisión libre, la libertad, por la que escojo
alguno de los deseos que quiero realizar o no. Acción que puede tener dos
formas, la de proporcionar realidad a nuestros deseos o bien por la propia
acción, o bien mediante la incitación a otras personas para que las realicen.
Por consiguiente, los hombres libres llegan a ser liberales, y éstos son quizá
los más amados, porque son útiles y lo son en el dar”. (Aristóteles, 2014,
pág. 103)

Por consiguiente, “la libertad humana a partir de, la libertad como estructura,
tiene su adonde, tiene su quehacer, tiene un norte al que orientar su
navegación; es decir, tiene una ética como contenido a cumplir”. (Garate,
1995, pág. 16)

El principio de libertad va acompañado de la responsabilidad, muy necesario


e indispensable para un correcto uso y desarrollo de la misma.

1.3.2.- El principio de Responsabilidad.

La responsabilidad es la capacidad que tiene la persona de ser consciente


de las consecuencias de sus actos, reconociendo al diferente como persona
en igualdad, dignidad y merecedora de respeto. Desde esta perspectiva,
nuestros actos y decisiones tendrán como finalidad el cumplimiento de los
compromisos asumidos y de los acuerdos establecidos, buscando siempre
el bienestar de los demás.

La responsabilidad además incluye ser “corresponsable con”, el cuidado de


la Vida de los demás, de la naturaleza como bien común de todos; la
Pachamama5 como espacio donde nacemos, vivimos, crecemos, nos
alimentamos, reproducimos y morimos; de quien nos beneficiamos con sus
productos y materia prima para generar y transformar en recursos útiles para
la evolución y buen vivir del ser humano en sociedad.

Principio de corresponsabilidad que conlleva a todos sentirnos responsables


de nuestras acciones y decisiones, ante las cuales, se debe asumir las
consecuencias de nuestros actos. Así, toda persona tiene una
responsabilidad moral compartida, y reciproca en relación con los demás y
con el medio ambiente a quien debemos amar, cuidar y proteger. Por tanto,
ser irresponsable significa no cumplir con las normas y principios que deben

5
Pachamama es una palabra en quichua que significa la madre tierra.
guiar la acción, la misma que es asumida con ligereza y permisividad que
llevan a consecuencias nefastas para la comunidad, familia o sociedad.

Así, la responsabilidad asumida debe estar justificada en el ámbito moral,


ante lo cual, se demuestra o no ser responsable. Por ejemplo, la
responsabilidad social, está en relación a la participación ciudadana desde
donde “participo con responsabilidad política en la elección del
representante de gobierno” (Asamblea Nacional, 2008). (Artículo 83)

Por otro lado, en la aplicación de los valores, tenemos la responsabilidad


ecológica de cuidar y proteger nuestro planeta Tierra, antes que sea
demasiado tarde y perezca la humanidad y toda vida que nos rodea; por eso
Hans Jonas presentó el principio responsabilidad donde expresa:

“La frontera entre «Estado» (polis) y «Naturaleza» ha quedado abolida. La


ciudad del hombre, que antaño constituía un enclave dentro del mundo no
humano, se extiende ahora sobre toda la naturaleza terrenal y usurpa su
lugar. La diferencia entre lo artificial y lo natural ha desaparecido, lo natural
ha sido devorado por la esfera de lo artificial, y, al mismo tiempo, el artefacto
total —las obras del hombre convertidas en mundo, que actúan sobre él y a
través de él— está engendrando una nueva clase de «naturaleza», esto es,
una necesidad dinámica propia, con la que la libertad humana se confronta
en un sentido totalmente nuevo. En otros tiempos podía decirse fiat iustitia,
pereat mundus, «hágase la justicia y perezca el mundo», donde «mundo»
significaba, naturalmente, el enclave renovable situado en un Todo que
nunca sucumbiría. Habiéndose convertido ahora en una posibilidad real la
destrucción del Todo por actos del hombre —sean esos actos justos o
injustos—, tales palabras no pueden ya ser pronunciadas ni siquiera en
sentido retórico. Cuestiones que nunca fueron materia de legislación
penetran en el campo de las leyes de que ha de dotarse la «ciudad» a fin de
que haya un mundo para las generaciones humanas venideras” (Hans,
2014, pág. 54).

El principio de responsabilidad transciende el ser humano hacia la


conservación de la vida existente en el contexto cultural- social y territorial,
atribuidos como principio de bien común de todos que no debemos enajenar
ni usurpar en beneficio personal o de grupo.
1.3.3- Principio del Bien Común.

El principio de Bien común es la intensión clara y justa de utilizar, cuidar,


proteger y compartir voluntariamente los recursos que son humanos y
ecológicos de patrimonio cultural, y social de las futuras generaciones que
no pueden ser usurpados como bien personal o particular.

De esta manera, desde la Ética Social, la finalidad del Bien Común es


permitir “vivir bien”, porque se respeta y promueve el valor de la persona,
procurando su bienestar y felicidad como si fuera el bien propio y el bien
social constituido en: “mi bien es que usted realice y promueva su propio
bien y felicidad”, o “mi felicidad está en que usted construya su propia
felicidad y la de los demás”. Así, “no se honra, en efecto, al que no
proporciona ningún bien a la comunidad, pues el bien común se otorga al
que favorece a la comunidad, y el honor es un bien común.” (Aristóteles,
2014, pág. 244)

Principio de Bien común que al trascender a la conservación del ecosistema


se convierte en un bien supremo que beneficia y protege la vida de las
futuras generaciones porque se respeta y promueve la vida.

1.3.4.- Principio de Respeto.

Respetar a la persona, es comprender que la libertad personal termina


cuando comienza la libertad del otro; es decir, que no se puede imponer,
manipular, chantajear a otro para ejecutar alguna acción que no sea
permitida, consensuada por la persona, sino en mantener una actitud
correcta que permita respetar al otro en su dignidad.

Es entonces, que “la primera actitud que sugiere la consideración de la


dignidad de todo ser humano es la de respeto y rechazo de toda
manipulación: frente a él no podemos comportarnos como nos conducimos
ante un objeto, como si se tratara de una "cosa", como un medio para lograr
nuestros fines personales. El principio de respeto, en toda acción e intención,
en todo fin y en todo medio, trata siempre a cada uno - a ti mismo y a los
demás- con el respeto que le corresponde por su dignidad y valor como
persona. Todo ser humano tiene dignidad y valor inherentes, solo por su
condición básica de ser humano. El respeto por la autonomía del individuo,
que se sustenta esencialmente en el respeto de la capacidad que tienen las
personas para su autodeterminación en relación con las determinadas
opciones individuales de que disponen (Caixa", 2012)

Consenso, autodeterminación y autovaloración que conllevan la realización


de la vida virtuosa que exige ser atendida como buena y elegida como tal y
no impuesta, porque lo forzado no realizará al sujeto que la realiza. “Nadie
es feliz involuntariamente”. (Aristóteles, Ética a Nicomáquea III,5). Así en
relación con los actos, cada uno deber ser autónomo y responsable.

Por eso, valorar al otro significa respetar su libertad, y contribuir a su


desarrollo integral, aplicando la tolerancia como forma de aceptar la
diferencia del otro.

1.3.5.- Principio de Tolerancia.

El principio de tolerancia se constituye en la apertura, aceptación de la


alteridad que se caracteriza por ser diferente, por contribuir al bienestar y
madurez de la persona. Así, la Tolerancia se establece en el respeto a la
libertad y diferencia de los demás, para no interferir en su desarrollo
emocional y social, siempre que las acciones del otro se presenten como
justas, equilibradas y contribuyen al realce del valor de la dignidad del otro.

El principio de tolerancia sino se aplica genera graves conflictos al interior


de las sociedades, haciendo difícil la realización del buen vivir. Por tanto, es
necesario reconocer que: “el principio de la tolerancia se enmarca dentro de
la libertad de conciencia y los limites basados en el interés común en el orden
y la seguridad que ella tiene, esto, porque el Estado no se puede preocupar
de doctrinas filosóficas y religiosas, sino que regula la búsqueda que hacen
los individuos de sus intereses conforme a principios elegidos en una
situación inicial de igualdad y esta limitación es escogida en la posición
original”. (Álvarez, 2016, pág. 35).

La tolerancia humana no implica indiferencia ante los problemas y crisis


sociales que se presentan en la sociedad y en los diversos contextos
culturales, donde se presenta el desafío de tratar a los demás con
ecuanimidad.

1.3.6.- Principio de Igualdad.

La igualdad es la práctica virtuosa de tratar al otro como nos gustaría que


nos traten a nosotros. Y comprometerse en respetar al otro en sus
diferencias existenciales para no discriminar por condición social, religiosa,
sexual, o de alguna índole de tendencia política.

Principio de igualdad que se expresa en la Constitución Política del Ecuador,


del 2008 en la Sección primera, donde los correlaciona con el Principio de
participación, que en el Art. 95 enuncia:

“Las ciudadanas y ciudadanos, en forma individual y colectiva, participarán


de manera protagónica en la toma de decisiones, planificación y gestión de
los asuntos públicos, y en el control popular de las instituciones del Estado
y la sociedad, y de sus representantes, en un proceso permanente de
construcción del poder ciudadano. La participación se orientará por los
principios de igualdad, autonomía, deliberación pública, respeto a la
diferencia, control popular, solidaridad e interculturalidad” (Asamblea
Nacional, 2008). La participación de la ciudadanía en todos los asuntos de
interés público es un derecho, que se ejercerá a través de los mecanismos
de la democracia representativa, directa y comunitaria.

Como invoca la Constitución 2008, la igualdad entre personas lleva a la


equidad porque “lo equitativo, si bien es mejor que una cierta clase de
justicia, es justo, y no es mejor que lo justo, como si se tratara de otro
género., así lo justo, y lo equitativo son lo mismo, y aunque ambos son
buenos, es mejor lo equitativo”. (Aristóteles, 2014, pág. 157)

Principios personales que constituyen y son una fuerte referencia de los


principios éticos sociales que permiten una excelencia social, profesional y
por consiguiente la felicidad como el buen vivir de la sociedad.

1.4.- Ética y principios sociales.

1.4.1.- Los principios morales en la sociedad.

La aplicación de principios morales no es un proceso deductivo, sino una


actividad del juicio práctico reflexivo. Los principios morales representan un
conjunto de valores que orientan y norman la conducta de una sociedad
concreta. Los valores que orientan la sociedad son la honradez, la bondad,
la solidaridad, la lealtad, la templanza, la fortaleza, la puntualidad, la justicia
y la igualdad.

La sociedad aplica las normas de comportamiento porque la conducta de las


personas está relacionada a la acción que realizan y desarrollan. Es en
sociedad donde la persona actúa como ciudadano. Y ser “buen ciudadano”
implica formar la razón teórica y práctica de la persona desde la niñez, etapa
de la vida donde se interaccionan muchas normas y conductas morales
como: el saludo a los mayores; y, el que ingresa por la puerta, entra
saludando.

Es al niño al que se debe formar la conciencia moral y ética de respeto al


otro, ser tolerante ante la diferencia; actuar con respeto en las relaciones
personales, a ser agradecido, a pedir un favor; y, por último, formar la razón
moral implica, educar en pensamientos positivos como: ¡sí puedo, soy
capaz, lo lograré, soy feliz¡; con la finalidad de gestar una persona segura
de sí misma, de su autoestima elevada, y de sus capacidades cognitivas
integradas.
El adulto y el joven tienen el deber y la responsabilidad de formar, educar y
cuidar a la niñez, en coherencia entre lo que se dice y se hace, no enseñar
a mentir, y corregir para que sus intereses no sean contrarios al bien de la
familia en la relación sociocultural, política y económica donde pueda ejercer
los valores aprendidos que se despliegan en el diagrama ético-social.

El diagrama ético- social, desarrolla de forma sistemática y sintética, los


diversos niveles de la axiología que permiten fundamentar una jerarquía de
valores aplicables a la realidad del ciudadano actual, el mismo que abarca
de forma interactiva las diferentes aplicaciones de la ética con la finalidad de
ver congruencia en los valores.

Diagrama Ético Social

Diagrama 1: Ética y Axiología Aplicada. Autor: Jumbo Ítalo

La ética aplicada a diversos estamentos sociales, implica una gama de


valores que necesariamente deben conectarse e incorporarse en la vivencia
y cultivarse paulatinamente en la escala evolutiva del ser humano. En esta
ocasión se presentan cuatro esferas (religiosa, social, política y ecológica)
que al interrelacionarse producen un efecto positivo en la persona que los
integra. De esta forma, planteamos:

El nivel ético religioso, hace hincapié en el principio de la caridad que admite


establecer vínculos sociales con las demás personas en relación de
tolerancia y respeto, lo que plenificará y realizará a la persona en la
edificación del proyecto de vida.
El nivel ético social, establece unos principios a ser labrados como son la
puntualidad y el ahorro, en relación con los valores de tolerancia y justicia
social que contribuyan a relaciones formidables de amistad en todos los
parámetros sociales. De esta manera, construir la justicia social como la
capacidad de “un hombre que actúa justamente por elección, y obra
justamente si solo obra voluntariamente.” (Aristóteles, 2014, pág. 152). Y el
ahorro que persuade evitar gastos indebidos del capital monetario, evitando
descender al círculo vicioso de consumo, endeudamiento y despilfarro.

Al respecto, el nivel ético político establece los principios de libertad y paz, a


partir del fortalecimiento de los valores como son la participación, la caridad,
el respeto, la verdad y la justicia social. Esta cultura de paz conlleva la
vivencia de deberes y derechos teóricamente existentes entre las personas
y lo reglamentado en la sociedad, en cuya inoperancia y violación se acude
a la aplicación responsable de las leyes jurídicas que penalizan, sancionan
y obligan a la persona infractora por el incumplimiento de estas.

Por último, el nivel ético ecológico, robustece el principio de responsabilidad


en relación con la protección y defensa del Medio ambiente, como casa y
bien común de todos los organismos vivos, con el afán de conservar sin
deteriorar los recursos naturales no renovables.

Como advertimos, este diagrama ético-social admite a los ciudadanos


asumir deberes y derechos que deben cumplir por medio de códigos de
ética, que en la actualidad son importantes y relevantes dentro de las
instituciones públicas y privadas; ante esta necesidad actual, se establece
la urgencia de éticas aplicadas que están en relación con las instituciones
que las representan en la pluralidad de sociedades, por ejemplo: la ética del
comunicador, la ética del ingeniero, la ética del educador; la ética religiosa,
etc; es decir, la ética obliga a la actualización de normas y deberes en torno
a la reflexión y análisis del hecho moral de las personas en sociedad porque
la misma es cambiante y exige reflexionar y actualizarse.

Por consiguiente, en la sociedad, el ciudadano se constituye en un ser


político, que tiene el deber de integrar diversas formas de participación
ciudadana que le desafía a crecer como persona y, por tanto, desarrollarse
desde “el deber ser” un buen ciudadano que tiene la obligatoriedad de
cumplir las normas morales y actualizarlas a partir de su propia realidad
social.

1.4.2.- Ciudadanía y praxis ética.

La ciudadanía se forma en la célula social, la familia, donde se aprende los


principios y valores que darán origen a una nueva persona, y ciudadano que
respeta la alteridad, vigila y defiende su identidad social, cultural, económica
y política.

Desde esta situación, es importante la formación académica en valores que


tiene el deber de formar al ciudadano, futuro profesional, en el aprendizaje
que plantea la UNESCO en relación a aprender a conocer, a convivir,
aprender a ser, aprender a actuar, en relación al fortalecimiento de las
habilidades y destrezas; pero además debe aprender en relación a mejorar
sus actitudes, lo que significa, orientar el proceso y forma de pensar de
manera correcta y positiva. Ante esta situación, se presenta el segundo
diagrama intitulado “Desarrollo Integral ético de la persona”, que enseña el
proceso mental y ético que debe asumir la persona para constituirse en un
buen ciudadano.

En primer lugar, desde el pensamiento filosófico, todos los seres humanos


generamos ideas, pensamientos, sean éstos positivos o negativos; lo cual
conlleva a un sentimiento a partir de la manera de pensar. Igualmente, este
sentimiento generado sea positivo o negativo, comporta una decisión
correcta o incorrecta, la misma que se expresa en la realización o no de la
acción buena o mala, correcta o incorrecta, santa o pecadora, justa o injusta,
lícita o ilícita. La acción permite construir habilidad, que con el paso del
tiempo genera un hábito o costumbre, que desemboca en una actitud
positiva o negativa dependiente del proceso que se desarrolló en la
formación de la persona. Por consiguiente, todo este desarrollo cognitivo y
psicológico de la persona a partir de la moral, ha construido cultura, y es en
la misma donde el ciudadano ejerce costumbres buenas o malas. Todo
depende del comportamiento y conducta en relación con los demás y en la
posibilidad activa, pasiva o indiferente en la participación política.

Gráficamente, se muestra lo expuesto, sobre las ideas, sentimientos,


decisiones, acciones, hábitos, costumbres, actitudes, y la cultura que
influyen en el Estado y la política, que se desarrollan y se asumen o no, de
lo cual dependerá la creación de deberes y derechos a partir de
compromisos éticos del ciudadano.
1.- Ideas
2.-Sentimientos
3.-Decisión
4.-Acción
5.-Hábito
6.-Costumbre
7.-Actitud
8.-Cultura
9.-Estado
10.-Politica

Diagrama 2: Desarrollo Integral ético de la persona.


Autor: Ítalo Jumbo

La formación académica tiene el deber de educar y forjar personas morales


y éticas; por tanto, toda institución académica debe plasmar en su misión y
visión, “el deber ser” del futuro egresado y graduado constituido en honesto
y buen ciudadano. Así se replica entonces, que: “Las instituciones de
educación superior deben contribuir a que los futuros profesionales
desarrollen una visión y sentido moral, que pueda guiar su práctica y refleje
en sus acciones un conjunto de valores (responsabilidad, solidaridad,
sentido de la justicia, servicio a otros). Ello obliga a preparar a los
profesionales, y especialmente a los educadores, a comprender las
complejidades éticas y morales de su papel, para tomar decisiones
informadas en su práctica profesional”. (Bolívar, 2006, pág. 120)

La formación académica en relación con la aplicación de normas éticas,


contribuye a corto, mediano y largo plazo, a superar las actitudes de
injusticia, pobreza y corrupción con el fin de permear una sociedad más
inclusiva, libre fraterna y en paz. Siendo necesario que cada institución
revise o reestructure su sentido de ser. Justamente: “La reestructuración
de las carreras universitarias y de la misión de la universidad del siglo XXI
ofrece una oportunidad institucional para rediseñar los planes de estudio,
configurando esta institución como una experiencia de vida que contribuye,
decididamente, al desarrollo moral de los estudiantes. Si las competencias
son recursos personales, en el núcleo de esos recursos están los valores,
aun cuando sea una competencia que se sitúa en un orden diferente.”
(Bolívar, 2006, pág. 119)
En consecuencia, finiquitamos la reflexión ética, planteando la urgente
necesidad de fortalecer la formación académica desde la educación
axiológica capaz de constituir personas éticas que suscitan la realización
profesional desde el patrocinio de valores axiológicos que se proyectan en
la operatividad social que promueven la justicia social, el bien común y la
solidaridad fraterna, que en esencia constituyen el buen vivir de la sociedad.

Conclusión:

La Formación ética y la moral son los aspectos que guían el comportamiento


del ser humano, que lo diferencia del animal por estar siempre en constante
desarrollo cognitivo y moral, para configurarse como buena o mala persona
dentro de la familia y la sociedad. Entonces, solamente la práctica de las
virtudes, desde la vivencia axiológica de los valores, permitirán el éxito y la
realización personal en proyección social que contempla una vida feliz y en
paz; porque la misión del ser humano es amar y ser feliz. Por consiguiente,
cada persona tiene la obligación y el deber moral y ético de amarse,
aceptarse, respetarse, valorarse y, dar felicidad; lo que significa ser
recíproco con todos aquellos con quien entra en relación, de quien la
sociedad espera se constituyan en personas virtuosas que en la práctica
moral testimonian ser buenos y honrados ciudadanos, por ende, excelentes
profesionales.

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