PRISIÓN PREVENTIVA
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Diciembre-2018
PRISIÓN PEVENTIVA
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
1. Edad Antigua
1.1.- Grecia
…en Grecia, donde desde el punto de vista jurídico se identificaba a la persona con
el cuerpo, y la libertad era concebida esencialmente como la libertad corporal, la
justicia penal, aunque administrada de manera arbitraria por los éforos, que fungían
al mismo tiempo como acusadores y jueces en todos los asuntos penales, nunca
llego a imponer la pena de prisión por considerar que afectaba a la libertad,
sustituyendo aquélla por penas pecuniarias. Por tanto, puede inferirse que en
Grecia la detención preventiva no tuvo ninguna aplicación. [1]
1.2.- Roma
Durante la República, siglo V hasta el año 134, a. de J.C. y más precisamente bajo
la vigencia de la Ley de las Doce Tablas, es decir, a partir de mediados del siglo V
(…) por lo general se prescindía del encarcelamiento, (…) Ya a partir de las Leges
Iulia de vi publica et privata, año 17, a. de J.C., los ciudadanos romanos estaban
exentos por prescripción legal de tal medida, tratándose de ciertos delitos. Tal
situación se justificaba por el (…) principio de igualdad, (…) situación, que, en el
sistema de judicia publica, había desembocado en la supresión de la detención
preventiva. Esta medida, sin embargo, era de rigor en los casos de crímenes contra
la seguridad del Estado, de flagrante delito o cuando mediaba confesión. [2]
El Derecho Romano del Imperio tenía las siguientes tres formas de prisión
preventiva: in carcelum, donde el indiciado de delito grave se enviaba a la cárcel
pública; militi traditio, la libertad del indiciado era responsabilidad de un militar, por lo
general anciano; y custodia libera, donde el indiciado estaba en custodia de un
particular, quien daba una fianza por él. Por tanto, durante el Imperio romano la libertad
provisional era la regla general, usando la prisión preventiva sólo en casos de reos
ausentes; y prohibiendo su práctica como pena anticipada; exigiendo para decretarla en
delitos graves, evidencias concretas. Los anteriores comentarios nacen de esta cita
literal:
En época del Imperio, (…) esta medida revistió las modalidades siguientes: in
carcelum (…) militi traditio (…) y custodia libera (…) La conveniencia,
oportunidad y elección de la medida a aplicar quedaba a la discreción del
magistrado, quien, para decretarla, tomaba en cuenta la gravedad de la acusación y
la personalidad del inculpado. Salvo en los casos de crímenes graves y de flagrante
delito, no podía detenerse al inculpado sino en virtud de una orden emanada de un
magistrado superior o del defensor de la ciudad (…); ya admitidos los principios de
que la detención preventiva no debía significar una pena ni mucho menos un
suplicio, y de que nadie debía ser encarcelado sin estar convicto, aún en el caso de
los delitos graves (…) era imprescindible contar con evidencias concretas;
igualmente se procuró reducir la duración de la detención preventiva; la libertad
provisional era de derecho (…) [3]
A principio del siglo XVI, los fines del procedimiento inquisitorio se reducían a
dos; primero, establecer la naturaleza y gravedad del delito y, segundo, descubrir y
aprehender al sospechoso de haberlo cometido (…) Así, durante el medioevo, la
detención pierde su carácter excepcional ya que, en consonancia con el sistema
inquisitorio, la captura se convierte en operación preliminar indispensable a fin de
someter a tortura al inculpado y arrancarle una confesión (…) [4]
En España, la prisión por deudas es regulada reiteradamente a lo largo de los siglos XI,
XII y XIII; estableciéndose condiciones específicas en las cuales debían mantenerse a
las personas castigadas con este tipo de prisión, decretándose hasta la muerte del
deudor. La prisión provisional por deudas subsiste en este país, hasta durante los siglos
XVIII y XIX, regulada en ordenanzas, en el Código de Comercio de 1829 y en la Ley
de Enjuiciamiento Civil. Sin embargo, en esta otra etapa la finalidad no fue el
aseguramiento de la deuda económica por la cual se procedía contra el demandado en el
proceso civil, sino la prisión preventiva se aplicaba para asegurar a la persona del
deudor en caso se procediera en su contra en un proceso penal. Estos comentarios se
deducen de la cita transcrita a continuación:
En Chile, la prisión por deudas se decretó en 1837; luego, en 1868 se restringió a cuatro
casos, hasta después de la segunda década del siglo XX.
(…) Por decreto-ley de 1837, firmado por Prieto y Portales, se estableció (…) la
prisión por deudas. Pero después, en una ley dictada el 23 de junio de 1868, se la
suprimió, dejándose a manera de pena sólo en (…) 4 casos (…) Un decreto-ley 778
establecía que por la sola circunstancia de ser declarada en quiebra una persona se
le sometía a prisión preventiva, por si la quiebra llegaba a ser culpable o
fraudulenta (…) La jurisprudencia declaró que era inconstitucional, por dictarse
después de 1925 (…) la situación existente hoy en cuanto a la prisión es la
siguiente: Declarada la quiebra, se inicia el procedimiento de calificación de la
quiebra, que tiene por objeto ver si la quiebra es fortuita, culpable o fraudulenta; y
sólo después que se comprueba que es culpable o fraudulenta se la reduce a prisión.
[8]
En Argentina, la prisión por deudas fue derogada en 1872 por la Ley 514, dejando en
esa época su aplicación solamente en los casos donde se comprobará el dolo o fraude
del deudor en lo mercantil, entonces podía el juez acordar la prisión preventiva hasta
por el plazo máximo de un mes, mientras se determinaba la existencia del mérito para
procesar penalmente al deudor. Lo anterior se funda en lo siguiente:
Este imperativo categórico al que se hace alusión y que da plasmación a dos derechos
fundamentales de primera generación como la libertad y seguridad, contiene un
mandato que imposibilita al legislador y al operador de justicia penal recurrir al
instrumento punitivo más intenso, la prisión, para satisfacer intereses particulares de
carácter meramente patrimonial.
En el siglo XVIII se lleva a cabo la separación nocturna de los presos, creándose la casa
de corrección. El modelo de corrección, fue establecido en Roma, en el año de 1704,
Clemente XI, allí los reclusos aprendían un oficio para trabajar en el día y en la noche se
suministraba instrucción elemental y religiosa, bajo el silencio absoluto. Así inicia el
gran modelo de regeneración del individuo, puesto que nada se hace con apresar a una
persona y no tratar de que aprenda algún oficio para devolverlo a la sociedad como una
persona de bien arrepentida.
Los procesados estaban siempre junto con los condenados sufriendo las mismas
consecuencias. Más tarde surge la fase correccionalista y moralizadora de los siglos
XVIII y XIX, y por último el periodo reconciliador y readaptador del sistema
penitenciario.
Las razones que motivaron el proceso de transformación a la ley procesal penal fueron
los abusos contra los derechos fundamentales en el contexto del proceso penal
inquisitivo y la poca eficiencia de éste sistema en la persecución penal, siendo la prisión
preventiva la institución que más motivó a dichos cambios, entre otras.
Es el primer código en materia procesal penal, que rigió desde el 1 de mayo de 1863; el
cual regulaba el presente tema que es materia de investigación, en el Titulo VI,
denominado DE LA CAPTURA, DETENCIÓN Y PRISIÓN DE LOS REOS,
comprendiendo del art. 70º al 76º; siendo el artículo 73º el que regulaba la Prisión de
Formas, por el cual “se tenía efectuada la captura y puesto a disposición del Juez, si
éste, de las primeras diligencias lo consideraba inocente lo pondrá en libertad, y si por el
contrario del sumario resulta probada la existencia del delito y la culpabilidad del
enjuiciado se librará mandamiento de prisión en forma. Librado mandamiento de
prisión, no podía ponerse en libertad al reo sin que el auto que así lo resuelva sea
aprobado por el Superior Tribunal”.
Esta normatividad se promulgó por Ley 4919 el 2 de enero de 1920, por el ex presidente
Augusto B. Leguía y entro en vigencia el 18 de marzo de 1920 hasta el 17 de marzo de
1940; en el cual se regulaba, el tema objeto del presente estudio, en el Título V del
Libro Primero, denominado PRINCIPIO DE LA INSTRUCCIÓN Y DETENCIÓN DEL
ACUSADO.
No obstante, dicha norma fue modificada por la Ley 27226 del 17 de diciembre de 1999
y la Ley 27753 del 09 de junio del 2002, esta modificatoria estableció el hecho que "no
constituía elemento probatorio suficiente la condición de miembro de directorio,
gerente, socio, accionista, directivo o asociado cuando el delito imputado se haya
cometido en el ejercicio de una actividad realizada por una persona jurídica de
derecho privado".
Lo que en realidad se buscó con esta norma era determinar la responsabilidad penal
personalísima, siendo que miembro de directorio, gerente, socio, accionista, directivo o
asociado, serán responsables en la medida que tengan una participación criminal en el
hecho delictivo, solo si existen otros elementos que vinculen al imputado con la autoría
del hecho delictivo; así mismo cerró el marco de amplitud respecto al peligro procesal,
exigiendo en la determinación del peligro de fuga la existencia de "suficientes
elementos probatorios que lo determinen", eliminando del texto originario "otras
circunstancias".
Asimismo mediante Ley 28726, publicada el 09 de mayo del 2006 modificó el Inc.2 del
Art.135 del Código Procesal de 1991, en el que para ordenar una detención preventiva,
la pena probable debe superar a un año de pena privativa de libertad y ya no cuatro
años; o que existan elementos probatorios sobre la habitualidad del agente del delito.
Si bien la norma procesal penal anterior exigía la concurrencia de tres elementos para
que se dicte un mandato de detención: la existencia de pruebas suficientes, que la pena
a imponerse supere los 4 años y que hubiera peligro de fuga, con la ley 28726 se
modificó sustancialmente el inciso 2 del artículo 135°, al establecer que se podía dictar
detención cuando “la sanción a imponerse o la suma de ellas sea superior a un año de
pena privativa de libertad o que existan elementos probatorios sobre la habitualidad
del agente al delito”.
Sin embargo mediante Ley 29499 (19 de enero de 2010) se modificó el artículo 135 del
Código Procesal Penal de 1991 (vigente en los distritos judiciales donde no se aplicaba
el NCPP) y se estableció como requisito de la detención preventiva, que la sanción a
imponerse sea superior a los 4 años de pena privativa de libertad (y ya no una pena
probable superior a un año, como lo establecía la Ley 28726), con lo que se equiparó el
marco de la prognosis de pena superior a cuatro años prevista para la prisión preventiva
en el art. 268 del NCPP, permitiendo que ambos ordenamientos tengan exigencias
similares.
Ley que modifica el Código Penal, Código Procesal Penal, Código de Ejecución Penal y
el Código de los Niños y Adolescentes y crea registros y protocolos con la finalidad de
combatir la inseguridad ciudadana, publicada el 19 de agosto de 2013; y entre otros
artículos del NCPP modificó los artículos 268 y 269 referentes a la prisión preventiva y
el peligro de fuga, respectivamente, suprimiendo el segundo párrafo del artículo 268,
referente a la pertenencia del imputado a una organización criminal o su reintegración a
las mismas, dejó de ser considerado como un presupuesto material para dictar un
mandato de prisión preventiva, y se incorporó como un supuesto que el juez tendrá en
cuenta para evaluar el peligro de fuga.
Ø “En un elevado porcentaje de los casos estudiados los jueces penales del Distrito
Judicial de La Libertad no han cumplido con aplicar correctamente el Art. 135 del
CPP de 1991, al momento de dictar el mandato de detención en los autos de
apertura de instrucción expedidos durante los años de 1997-1998”
GIMENO SENDRA José V.: (1990), presentó la investigación titulada “La necesaria
reforma de la prisión provisional”, investigación publicado en la Revista Peruana de
Derecho Procesal VI, en la que concluye:
Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad. Nadie puede ser privado de
su libertad, salvo en los casos siguientes y con arreglo al procedimiento establecido por
la ley:…c) Si ha sido detenido y privado de libertad, conforme a derecho, para hacerle
comparecer ante la autoridad judicial competente, cuando existan indicios racionales
de que ha cometido una infracción o cuando se estime necesario para impedirle que
cometa una infracción o que huya después de haberla cometido…”
También llamado Pacto de San José de Costa Rica, entró en vigencia el 18 de julio de
1978, ratificado por el estado peruano el 28 de julio de 1978, ante ello los Estados partes
se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en la Convención y a
garantizar su libre y pleno ejercicio a toda las personas que estén sujetas a su
jurisdicción, sin discriminación alguna; por lo que respecto a la presente investigación,
el artículo 7 de la norma acotada establece el derecho a la libertad y a la seguridad que
goza toda persona y el hecho de no ser privado de su libertad física, a excepción de lo
que pueden establecer los estados partes en su normatividad interna, como en el caso
nuestro la prisión preventiva se encuentra regulada en el artículo 268 del título III de la
sección III del NCPP.
Se denomina también Reglas de Beijing, las cuales fueron adoptadas por la Asamblea
General en su resolución 40/33, de 28 de noviembre de 1985, y respecto a la prisión
preventiva el artículo 13 regula dicha medida de coerción para los menores infractores,
(en el estado peruano se considera a los menores de 18 años) de conformidad con lo
establecido el artículo 209 Código del Niño y Adolescentes aprobado por Ley Nº 27337.
Dicha medida de coerción personal de prisión preventiva de menores infractores no
debe ser la regla, sino se aplicará de manera excepcional, toda vez que se debe priorizar
adoptar medidas sustitutorias, como la supervisión estricta, la custodia permanente, la
asignación a una familia o el traslado a un hogar o a una institución educativa.
Esta posición tiene base en, primero, el Artículo 2 del Título Preliminar del NCPP 2004,
donde se lee que:
Para Serafín Ortiz Ortíz 18 son dos las justificaciones filosóficas en que se ha
sustentado la pena: por un lado, principios de justicia absoluta basados en la |retribución
y por otro en principios utilitarios dirigidos a alcanzar fines de prevención.
20Para las teorías absolutas la pena es retribución, es decir quien ha violado la ley debe
ser castigado, la pena es una compensación del mal causado por el delito. Se pena, no
para alcanzar una determinada finalidad en el campo de lo empíricamente demostrable,
sino porque tiene un valor ya de por sí el que se ocasione un sufrimiento a alguien que
ha quebrantado el Derecho (poena absoluta est ab effectu). Kant fundamentó el
principio absoluto de la pena de la siguiente manera: "La pena judicial no puede ser
impuesta como simple medio para procurar a los otros bienestar, ya sea para el
delincuente, ya sea para la sociedad civil, sino que tiene que ser impuesta todas las
veces solamente porque él ha delinquido. El hombre no es una cosa, por lo tanto no es
algo que pueda ser usado como mero instrumento, sino que tiene que ser tenido en todas
sus acciones siempre como fin en sí mismo".
Para Hegel21, el Estado persigue el mantenimiento del orden jurídico; el delito causa
una aparente destrucción del derecho, que la pena inmediatamente restablece, realizando
la compensación jurídica.
Novoa Monrreal22 opina que la mayoría de los juspenalistas tienden a aceptar la teoría
de la retribución, concibiendo a la pena como necesario contrapeso de la acción
antijurídica; ella sería la afirmación de la juridicidad destinada a restablecer la violación
de la norma jurídica. Esta pena retributiva, importa por su misma naturaleza, un
propósito de justicia absoluta que opera mediante la inflicción de un mal al delincuente.
Por su parte las teorías relativas buscan el fundamento de la pena en el fin que esta
realiza, se castiga ut nec peccetur, para que no se delinca 23, se basan en la necesidad de
prevención de futuros delitos y esta prevención puede ser de dos maneras: la prevención
general y la prevención especial.
25La prevención general se considera como una amenaza o conminación penal dirigida
a los ciudadanos para evitar que delincan, opera como coacción psicológica en el
momento de la tipificación penal Este último tipo de prevención es relacionado sobre
todo con Anselm von Feuerbach 26 quien afirma que "El fin del Estado es la libertad
recíproca de todos sus ciudadanos, o en otras palabras la situación en la que todos
pueden ejercer sus derechos en su totalidad, y se encuentren seguros frente a las injurias,
por lo que el fundamento de la pena es el delito. Urge la finalidad del efecto disuasorio
en primer lugar no con la pena, sino con la amenaza de la pena".
Al respecto dijo Cesar Beccaria,27 "¿Queréis prevenirlos delitos? Haced que las leyes
sean claras, sencillas y que toda la fuerza de la nación se concentre para defenderlas,
haced que los hombres las teman y teman solo a ellas" Por otro lado, con la prevención
especial la pena trata de evitar que quien la sufre vuelva a delinquir. El principal
exponente de las teorías de la prevención especial es Fran Von Liszt, este autor 28
menciona que si el Derecho tiene como fin principal el amparo de los intereses de la
vida humana, el derecho penal tiene como función peculiar la defensa más enérgica de
los intereses especialmente dignos y necesitados de protección por medio de la amenaza
de la pena, pero la totalidad de la fuerza que le es propia la desarrolla la pena en la
ejecución, en el mantenimiento de la voluntad del orden jurídico por medio de la
coacción penal.
Al hablar del tema Hernán Hormazabal Malarée31 se refiere a los límites del poder
punitivo del Estado, límites que él mismo manifiesta se concretan en garantías del
ciudadano. "Estos límites están establecidos justamente a partir del reconocimiento de la
situación de desigualdad del individuo frente al poder y se trata justamente a través de
las garantías penales de equilibrar de alguna manera esa desigualdad'. Se señalan aquí
como límites al jus puniendi, los principios de necesidad de la pena y de
proporcionalidad, así como la dignidad de la persona.
El NCPP, regula las medidas de coerción procesal en la Sección III y comprende los
artículos 253 hasta 320; y específicamente la Prisión Preventiva comprende el título III
de dicha sección; por lo que se establece lo siguiente:
1. El Juez, a solicitud del Ministerio Público, podrá dictar mandato de prisión preventiva, si
atendiendo a los primeros recaudos sea posible determinar la concurrencia de los siguientes
presupuestos:
a) Que existen fundados y graves elementos de convicción para estimar razonablemente la
comisión de un delito que vincule al imputado como autor o partícipe del mismo.
b) Que la sanción a imponerse sea superior a cuatro años de pena privativa de libertad; y
c) Que el imputado, en razón a sus antecedentes y otras circunstancias del caso
particular, permita colegir razonablemente que tratará de eludir la acción de la justicia
(peligro de fuga) u obstaculizar la averiguación de la verdad (peligro de
obstaculización).
2. También será presupuesto material para dictar mandato de prisión preventiva, sin
perjuicio de la concurrencia de los presupuestos establecidos en los literales a) y b) del
numeral anterior, la existencia de razonables elementos de convicción acerca de la
pertenencia del imputado a una organización delictiva o su reintegración a la misma, y
sea del caso advertir que podrá utilizar los medios que ella le brinde para facilitar su
fuga o la de otros imputados o para obstaculizar la averiguación de la verdad.”
Ley que modifica el código penal, código procesal penal, código de ejecución penal y el
código de los niños y adolescentes y crea registros y protocolos con la finalidad de
combatir la inseguridad ciudadana. Con respecto al código procesal penal, el artículo 3
de la citada Ley, modifica los artículos IV del Título Preliminar, 2, 32, 65, 67, 84, 85,
160, 161, 170, 268, 269, 274, 286, 287, 311, 332, 334, 386, 471 y 523 del Código
Procesal Penal aprobado por Decreto Legislativo 957; es decir, modifica lo referente al
mandato de prisión preventiva, estableciéndose lo siguiente:
El juez, a solicitud del Ministerio Público, podrá dictar mandato de prisión preventiva,
si atendiendo a los primeros recaudos sea posible determinar la concurrencia de los
siguientes presupuestos:
a) Que existen fundados y graves elementos de convicción para estimar
razonablemente la comisión de un delito que vincule al imputado como autor o
partícipe del mismo.
b) Que la sanción a imponerse sea superior a cuatro años de pena privativa de
libertad; y
c) Que el imputado, en razón a sus antecedentes y otras circunstancias del caso
particular, permita colegir razonablemente que tratará de eludir la acción de la justicia
(peligro de fuga) u obstaculizar la averiguación de la verdad (peligro de
obstaculización).
Los riesgos son claros en ambos sentidos: una persona sometida a prisión preventiva
que resulta siendo inocente verá su derecho a la libertad seriamente restringido, además
del daño inevitable a sus relaciones familiares, sociales y laborales. Por otro lado, una
persona que enfrenta un proceso en libertad con intención de boicotearlo podría con
relativa facilidad frustrar la obtención de justicia, sea mediante la fuga o la
manipulación y/o obstaculización de la actividad probatoria.
El Contexto Peruano
En Perú este conflicto se da en un contexto particular: en julio del año 2006 se inició un
proceso de reforma procesal penal a través de la implementación de un nuevo Código
Procesal Penal, aprobado en 2004 (en adelante, NCPP 2004). El mismo ha sido
implementado a lo largo del país de manera progresiva y para junio de 2012 era
aplicado ya en 21 distritos judiciales, quedando pendientes los distritos de Loreto,
Ucayali, Lima y Callao.
Un abogado le explicaría, por ejemplo, que para imponerse prisión preventiva en Perú el
fiscal debe probar la concurrencia de tres requisitos: tener motivos razonables para creer
que el imputado ha cometido un acto delictivo; que dicho delito, de ser castigado,
acarree más de cuatro años de prisión; y que es razonable inferir que existe un peligro
real de que el imputado fugue o intente manipular la investigación judicial. También le
haría saber que no existen delitos por los que se aplique prisión preventiva de forma
obligatoria o automática – los llamados delitos inexcarcelables – y que una vez
impuesta la medida cautelar el juez únicamente revisará la decisión de mediar un pedido
expreso de la defensa.
Por su parte, el peligro procesal – el elemento crucial para la imposición de una medida
cautelar – se verá basado en casi 90% de casos en el peligro de fuga, esto es, en la
posibilidad de que el imputado se esconda de la justicia y evada así la responsabilidad
de afrontar el proceso penal. La posibilidad de que el imputado obstaculice la
investigación rara vez se toma en cuenta para estos casos.Este peligro de fuga será
justificado por el fiscalprincipalmente en la falta de arraigo, a través de casi un 60% del
totalde argumentos utilizados. En estos casos se entenderáconcretamente por falta de
arraigo comoun grado importante de precariedad laboral o domiciliaria, por lo cual el
juez entenderá que el imputado no tiene vínculos suficientemente fuertes con su
comunidad como para creer razonablemente que permanecerá disponible y acatará las
citaciones.
Finalmente, en más de tres cuartas partes del total de audiencias el imputado será
enviado a prisión preventiva y en 70% de casos se le impondrá el máximo legal de 9
meses para casos ordinarios.La posibilidad de utilizar medidas alternativas a la prisión,
como la obligación de acercarse a firmar cada semana, será considerado en una minoría
de casos, y luego imposible de monitorear afectivamente.
Contra la medidade prisión sólo el 28% apelará.De llegar a apelaren casi 90% de casos
no servirá para revocar la decisión, la que será confirmada por la Sala de Apelaciones.
Una vez en prisión, permanecerá como procesado no más del plazo legal (entre 7 y 9
meses), tras lo cual se determinará finalmente su responsabilidad penal y consecuente
estatus procesal.
Siguiendo con el recorrido del proceso penal, nuestra investigación también nos mostró
que, de un total de 122 casos,el imputado fue encontrado culpable en primera instancia
en el 76% de ocasiones. Del 100% de casos en que el imputado llevó el proceso en
prisión preventiva, se impuso una sentencia condenatoria el 89% de las veces. Cuando
el imputado llevó el caso en libertad, el porcentaje de condena bajó a 48%. De ese 89%,
sólo el 24% apeló la sentencia. Esa proporción de apelaciones se repite a grandes rasgos
entre aquellos que llevaron el proceso en libertad y fueron absueltos (25% apelaron la
sentencia) o condenados (19%), o aquellos que llevaron el proceso en prisión pero
fueron absueltos (33%).
Podría decirse que el altísimo porcentaje de personas en prisión preventiva que fueron
luego encontradas culpables sería reflejo del éxito del principio de instrumentalidad de
la medida cautelar, en el sentido de que cumplió su propósito de permitir una correcta
investigación de los hechos (sin obstaculizaciones indebidas), y aseguró a su vez la
presencia del imputado hasta el momento de condena. Esto podría encontrar
confirmación en el bajo número de apelaciones.
Conclusiones
En suma, encontramos que la aplicación de la prisión preventiva como medida cautelar
en el Perú ha sufrido grandes cambios a partir de la implementación del nuevo código
procesal penal de 2004. Por un lado, encontramos como altamente alentador que fiscales
estén utilizando un alto grado de discrecionalidad a la hora de solicitar se imponga la
medida –si bien también vemos que, si la solicita, será altamente probable que el juez la
otorgue - así como que la decisión se tome en una audiencia pública y contradictoria,
donde el imputado tiene siempre un abogado a su lado. Es igualmente positivo que se
esté cumpliendo con los plazos máximos establecidos, en especial el referente a la
obligación de presentar al imputado frente a un juez prontamente. Saludamos,
asimismo, el hecho de que el marco legal peruano respete completamente el principio de
discrecionalidad del juez, y no imponga prisión preventiva de forma obligatoria a cierta
calidad de delitos.
Referencias
De la Jara, E.; Chávez, G.; Ravelo A.; Grández, A; Del Valle, O. Y Liliana Sánchez LA
PRISIÓN PREVENTIVA EN EL PERÚ ¿MEDIDA CAUTELAR O PENA
ANTICIPADA?
[10] Artículo 2 numeral 24 literal c) de la Const.: (…) “toda persona tiene derecho: (…)
a la libertad y a la seguridad personales, en consecuencia:(…) no hay prisión por
deudas. Este principio no limita el mandato judicial por incumplimiento de deberes
alimentarios.”