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336 LOS CONCEPTOS TRANSVERSALES FICCIÓN

cripciones definidas no pueden, por lo general, satisfacer la condición de unici-


dad si no hacen alusión, directamente o no, a las circunstancias del habla ("el
hombre de al lado de Pedro" = "el hombre que, en el lugar y en el momento
en el que hablo, se encuentra al lado del único Pedro al que puedo referirme
dada nuestra actual conversación").

• Sobre los deícticos: R. Jakobson, Essais de linguistique genérale, París, 1963, cap.
9, y É. Benveniste, Problémes de linguistique genérale, París, 1966, cap. 5. — Sobre
el aspecto lógico del problema: Y. Bar-Hillel, "Indexical expressions", Mind, 1954, os enunciados lingüísticos desempeñan funciones diversas. Una de ellas
pp. 359-379, y A.N. Prior, "On spurious egocentricity", (1967), Philosophy 42, pp. L es la de referir al mundo. Este acto de referencia se realiza a través de
oraciones descriptivas. Si, desde un punto de vista estrictamente lingüísti-
326-335. — Las relaciones entre pronombres personales y demostrativos son des-
critas de manera sistemática, desde 1904, por K. Brugmann, quien ofrece una co, el discurso ficcional es, al mismo tiempo, un discurso descriptivo, no
teoría general de la deixis (D/e Demonstrativ-pronomina der indo-germanischen obstante, se separa del discurso referencial en que sus oraciones no remi-
Sprachen, Leipzig, 1904), desarrollada, dentro de una perspectiva psicolingüística, ten a referentes "reales". Ésta es una caracterización puramente negativa
por K. Bühler (Sprachtheoríe, lena, 1934, trad. Theory of Language, Amsterdam, de la ficción que no es capaz de ofrecer una definición adecuada de lo que
1990, 2 S parte). — Los diferentes modos de referencia a los individuos son el obje- es realmente la ficción: la tarea esencial que debe afrontar toda teoría de
to de los capítulos 3 y 4 de J.-C. Pariente, Le Langage e! I'individué!, París, 1973. la ficción no es sólo el decirnos lo que el discurso de ficción no hace, sino
el proponer una explicación de su funcionamiento positivo (que reempla-
Los determinantes. La Grammaire de Pon-Roya! (2- parte, cap. 10), que za al acto de referirse a objetos "reales").
admite que un nombre común, por sí mismo, no designa nada y que sólo remi-
te a un concepto (hoy diríamos que tiene un sentido y no referente), llama
"determinantes" a los elementos que deben serle añadidos a un nombre FICCIÓN Y REFERENCIA
común, para que se le pueda fijar una "extensión", es decir, para hacerle corres-
ponder cierto sector de la realidad (por tanto, permiten pasar del sentido al refe- Desde un punto de vista lógico y, más exactamente verifuncional, se defi-
rente). Esta función puede ser realizada por el artículo definido, por los posesi- ne el discurso ficcional en virtud de su denotación nula: los constituyentes
vos, por los demostrativos, pero también por los numerales o por el artículo y lingüísticos que en el discurso factual tienen una función denotativa (descrip-
por los adjetivos llamados "indefinidos" (algunos, ciertos, todos). Así se referiría, ciones definidas, nombres propios, demostrativos, deícticos, etc.), resultan ser
no sólo diciendo "el amigo" o "este amigo", sino también al decir "tous mes en el discurso ficcional (al menos en su mayoría) denotativamente vacíos.
amis "[todos mis amigos]", lo que sucita problemas lógicos difíciles, ya que se Según Frege, los enunciados ficcionales tienen un sentido (Sinn), pero no un
entiende mal lo que está designado por estas expresiones que parece que per- referente (Bedeutung): "Cuando escuchamos por ejemplo un poema épico, lo
tenecen más, como ya se ha dicho al principio de este párrafo sobre los medios que nos fascina, aparte de la eufonía verbal, es únicamente el sentido de las
lingüísticos de la referencia, a la categoría de expresiones cuantificantes. oraciones, así como las imágenes y los sentimientos que son evocados por
ellas. Si nos planteásemos el problema de la verdad, se dejaría de lado el pla-
• Una teoría muy próxima de la de Port-Royal se encuentra en C. Bally, cer estético, para dirigirnos hacia la observación científica" [328]. Esta defini-
Linguistique genérale et linguistique franca/se, Berna, 1944, cap. 3 y, de manera más ción de ficción como discurso de denotación nula ha sido aceptada práctica-
desarrollada y matizada, por J.-C. Milner: gracias al concepto de "referencia vir- mente por todos los lógicos; no obstante, N. Goodman (1968) insistió en el
tual", trata toda la denominación como un tipo de referencia [464 ss.[. — Para una hecho de que éste era un requisito necesario, pero no suficiente, puesto que
crítica lógica de esta teoría: Geach, Reference and Cenerality, Ithaca, 1968 (2a ed), si así lo fuera resultaría que todos los enunciados falsos (o mentirosos) serían
cap. 1 (Geach lo llama "doctrina de la distribución"). — Para una crítica lingüística: enunciados ficcionales. Ni siquiera se puede decir que todos los enunciados
O. Ducrot, "Les indéfinis et I' énonciation", Langages, 1 7 de marzo de 1970. falsos que encontramos en los textos literarios (en el sentido estético o ¡nsti-
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tucional del término) sean enunciados de ficción: en una obra literaria factual, de ficción, la ausencia de denotación literal incita en la práctica al lector a apli-
por ejemplo en una autobiografía, una denotación nula podrá ser juzgada car otros tipos de relación referencial, sobre todo, la ejemplificadón y la expre-
como verdad o mentira, pero no como un enunciado ficcional. Por otro lado, sión [173]: A la recherche du temps perdu [En busca del tiempo perdido] ejem-
son escasos los relatos de ficción en los que todos sus enunciados resulten ser plifica una estructura narrativa circular (el final del relato conecta con el princi-
enunciados de denotación nula: la novela histórica debe gran parte de su atrac- pio de la narración, puesto que el libro se cierra con la decisión del héroe
tivo a la manera en que se engarzan ios enunciados de fuerza denotativa con Marcel de escribir el libro que el lector acaba de leer); al mismo tiempo, esta
los enunciados de denotación nula que constituyen el marco global del relato. estructura expresa (es decir, ejemplifica metafóricamente) un cierto tipo de
Se puede concluir de ello que la especificidad de la ficción reside, ante todo, relación entre el arte y el tiempo (el hecho de que el final del libro se relacio-
en el hecho de que su vacío denotativo está relacionado con una "estipulación ne con su comienzo es una metáfora del pensamiento proustiano que defien-
explícita" (Goodman) o con un presupuesto implícito, según el cual "no es lo de que la obra de arte debe abolir e! tiempo). Dicho de otro modo, según
mismo, por ejemplo, que el nombre "Ulises" tenga un referente o no" (Frege). Goodman, las características literarias intrínsecas, así como los valores expresi-
De aquí surge la necesidad de tener en consideración la presencia de un com- vos, forman parte de la estructura referencia! de los sistemas simbólicos, al
ponente pragmático en su definición (véase infra). igual que la denotación: el que una obra no tenga denotación, esto es, que sea
La definición de ficción como denotación nula se limita a caracterizarla de ficción, no le impide poseer una dimensión referencial.
negativamente: nos dice lo que no es, pero no lo que es. Dentro del enfoque El segundo enfoque, que se inspira en la lógica modal y en la teoría de los
lógico se han propuesto diversas hipótesis acerca de la función positiva de los mundos posibles, extiende el dominio de las entidades que pueden ser deno-
enunciados de ficción. Durante mucho tiempo, sobre todo en la línea de tadas. La lógica modal admite, por ejemplo, que una proposición contrafactual
Russell y del positivismo lógico, se ha rechazado que las obras de ficción pose- ("Si x hubiera sido el caso, entonces y"), en lugar de ser denotativamente vacía,
an un valor cognitivo: así, Ogden y Richards (1923) han sostenido que los refiere de hecho a un mundo posible, es decir, a una alternativa al mundo real
enunciados literarios son pseudo-proposiciones que tienen una función emoti- presente en una estructura de interpretación más general, en la que este último
va. Esta explicación "segregacionista" (Pavel 1988), que sólo concede dimen- no es más que uno de sus miembros (aunque, eso sí, un miembro privilegiado,
sión cognitiva a los enunciados si éstos refieren a entidades del universo físico, al menos en la teoría de Kripke). Esta ¡dea, que se remonta a Leibniz, había lle-
implica de hecho un retorno a la propuesta fregeana de la distinción entre sen- vado ya a algunos críticos del siglo XVIII (Breitinger y Bodmer) a concebir la
tido y referencia, que, al menos, había tenido el mérito de no separar por com- semántica de ficción en términos de mundos posibles. Reactualizada por los
pleto las obras de ficción del funcionamiento cognitivo de la lengua. avances de la lógica modal, esta solución ha sido retomada por un cierto
Demostrado el carácter manifiestamente contraintuitivo de la explicación emo- número de críticos y de filósofos (por ejemplo, por Van Dijk, Lewis, Winner,
tivista, ésta apenas es defendida en la actualidad. Se pueden diferenciar prin- Martínez-Bonati, Parsons, Wolterstorff, Pavel, Dolezel), quienes consideran que
cipalmente dos tipos de explicación susceptibles de hacer justicia a la riqueza la función denotativa de los enunciados ficticios refiere a mundos ficcionales
cognitiva de la ficción, sin que esto suponga poner en duda de nuevo la tesis, creados por el autor y (re)construidos por los lectores. Howell, Lewis y otros
apenas rechazada, de su ausencia de denotación en el mundo "real". han mostrado, sin embargo, que la teoría de los mundos ficcionales no puede
La primera explicación, defendida sobre todo por N. Goodman (1968. seguir las restricciones muy estrictas que rigen la lógica de los mundos posi-
1989), sostiene la ¡dea de que el discurso ficcional es un discurso de denotación bles: por una parte, estos últimos se identifican en el marco de una estructura
literal nula, pero amplía la noción de referencia incluyendo, por una parte, la de interpretación restrictiva que no se crea libremente, como ocurre en el caso
denotación metafórica y, por otra, los modos de referencia no denotativos. de las ficciones; por otra, y en este caso contrariamente a las ficciones, exclu-
Así, una aserción cuya denotación sea nula si es leída literalmente, puede yen las entidades contradictorias (por ejemplo, un círculo cuadrado). A todo
convertirse, no obstante, en verdadera (es decir, puede denotar) si se lee esto hay que añadir que los mundos ficcionales son incompletos (de aquí la
metafóricamente: puesto que Don Quijote no existe, toda aserción sobre su imposibilidad, entre otras cosas, de saber cuántos niños tiene Lady Macbeth)
sujeto es literalmente falsa; pero considerado metafóricamente, el nombre y algunos, por ejemplo los mundos ficcionales de focalización interna múltiple
propio se puede aplicar con propiedad a un gran número de hombres. Lo (como Le Bruit et la fureur [El sonido y la furia] de Faulkner), son semántica-
mismo puede decirse de las acciones quijotescas. Por otro lado, en los textos mente no homogéneos (Dolezel 1988). Pavel (1988), quien tiene en cut'nl.i
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estas objeciones, presenta una concepción muy matizada de los mundos fic- cuenta del carácter específico de la enunciación ficcional. Principalmente, es la
cionales: partiendo de la premisa de que en la vida cotidiana ya habitamos en teoría de los actos de habla [714 ss.] la que más ha incidido en este aspecto
una pluralidad de mundos y que pasamos sin cesar de uno a otro, demuestra (Austin, Ohmann, Searle, Ryan, Pratt). Así, Searle (1975), partiendo del hecho
que la ficción, al desplazarse libremente entre los diversos mundos ficcionales de que los enunciados narrativos de la ficción se presentan como aserciones
y al construir vínculos, más o menos estrechos, entre estos mundos de ficción que no obedecen a las condiciones de sinceridad, de compromiso y de capa-
y los diferentes mundos que el hombre habita histórica y socialmente (inclui- cidad para probar sus decires, que se corresponden con los de una aserción
do aquí este mundo tan particular que es el universo puramente físico), no seria, define dichos enunciados como aserciones fingidas: "El autor finge rea-
puede definirse como una oposición frontal a "la" realidad: debe, más bien, lizar actos ilocutivos enunciando (escribiendo), en la realidad, oraciones [...] El
situarse en una escala continua de mundos más o menos "verdaderos" o más acto ilocutivo es simulado, pero el acto de enunciación es real". Según Searle,
o menos "ficticios", donde las interacciones definen la realidad humana. la existencia de un conjunto de convenciones extralingüísticas de orden
pragmático que rompe la conexión entre las palabras y el mundo bastaría para
• Sobre la literatura y la verdad lógica: C. Frege, Écrits logiques et phi/osophiques, definir el carácter de los enunciados ficcionales. Asimismo, rechaza, sobre
París, 1971; CK. Odgen e I.A. Richards, The Meaning oíMeaning, Nueva York, 1923; todo, la idea de que contar una ficción constituya un acto de habla su; genen's,
R. Ingarden, "Les différentes conceptions de la vérité dans l'oeiivre d'art", Revue como propone por ejemplo Wolterstorff (1980), quien sitúa el acto ilocutivo
d'esthétique, 2, 1949, pp. 162-180; M.C. Beardsley, Aesthetics: Problems in the "de ficción" en el mismo nivel que los actos de asertar, de prometer, etc. Según
Philosophy ofCrítidsm, Nueva York, 1958; T. Todorov, "Note sur le langage poétique", Searle, "si las oraciones de una obra de ficción sirvieran para realizar actos de
Semiótica, 1, 1969, 3, pp. 322-328; C. Kerbrat-Orecchioni, "Le texte littéraire: non-réfé- habla completamente diferentes a los que vienen determinados por su sentido
rence, auto-référence ou référence fictionnelle?", Texíe, 1, 1982, pp. 27-49. literal, sería necesario que tuvieran otro sentido". Dicho de otro modo, el juego
Sobre los modos de referencia no denotativos: N. Goodman, Langages de l'art del lenguaje ficcional no está en el mismo plano que los juegos de lenguaje ¡lo-
(1968), París, 1990; N. Goodman, "Fiction for five fingers", en Of Mind and other cutivos, pues los "parásita" (Austin).
Matters, Cambridge, 1989; J.-M. Schaeffer, "Nelson Goodman en poéticien: trois La definición de narración ficticia como aserción simulada da cuenta,
esquisses", Les Cahiers du Musée national d 'art moderne, n° 41, 1992, pp. 85-97. indiscutiblemente, de una dimensión esencial de la ficción literaria. Se ha
Sobre los mundos de ficción: T.A. Van Dijk, "Action, action description and objetado contra esta definición Intencionalista de la ficcionalidad que, con
narrative", New Literary History, 6, 1974-1975, pp. 273-294; T. Pavel, "Possible frecuencia, se leen como textos ficticios textos cuya intención no era tal.
worlds in literary semantics", The Journal of Aeíthetics and Art Criticism, 34, 1975- Pero esto, lejos de demostrar que la ficción no es un hecho Intencional,
1976, pp. 165-176; D. Lewis, "Truth in fiction", American Philosophical Quarterly, reafirma la concepción de Searle: cuando desdeñamos la intención del
15, 1978, pp. 37-46; R. Howell, "Fictional objects: how they are and how they are autor, la reemplazamos por la nuestra, pues la atención (Genette) es por sí
not", Poetics, VIII, 1979, pp. 129-177; N. Wolterstorff, Works and Worlds oí Art, misma una forma de Intencionalidad.
Oxford, 1980; T. Parsons, Nonexistent Ofa/ecls, New Haven, Londres, 1980; E. La definición de Searle sigue siendo esencialmente una definición negati- :
Winter, Invented Worlds: The Psycho/ogy of the Arts, Cambridge (Mass.), 1982; F. va. Genette (1991), aun admitiendo que contar un hecho de ficción no cons-
Martínez-Bonati, "Towards a formal ontology of fictional worlds", Philosophy and tituye un acto de habla literal su; genen's, ha propuesto, no obstante, enmendar
Literature, Vil, 1983, pp. 182-195; T. Pavel, Univers de la fiction, París, 1988; L. la concepción del filósofo: la enunciación ficticia comportaría actos de habla
Dolezel, "Mimesis and possible worlds", Poetics Today, 9, 3, 1988, pp. 475-496. serios indirectos dirigidos al lector, ya sean peticiones que le ordenan imaginar
una situación determinada, ya sean, de manera más general, declaraciones por
las que el artista instauraría (en la mente del destinatario) la consideración de
FICCIÓN Y FINGIMIENTO los acontecimientos que son el objeto de las aserciones fingidas. Por lo tanto,
los enunciados de ficción serían aserciones fingidas "que recubren con el
El hecho de que, frente al discurso factual, el vacío denotativo del discur- modo del acto de habla indirecto (o de la figura), declaraciones (o peticiones)
so ficcional se base en una estipulación, muestra ya que la definición de la fic- ficcionales explícitas" (Genette 1991). Anteriormente, Dolezel (1980) ya había
ción literaria debe contener una dimensión pragmática, susceptible de dar sostenido que las proposiciones que instauran el mundo de ficción son per-
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formativas o realizativas en el sentido de Austin; pero, al mismo tiempo, había novela contada en tercera persona. Dicho de otro modo, en el interior mismo
rechazado la definición ilocutiva propuesta por Searle, arguyendo que en el del relato heterodiegético, hay que distinguir entre actos de habla simulados y
texto narrativo ninguna proposición es referible al autor, puesto que autor y actos de habla representados, distinción ya presentida por Platón en su oposi-
narrador son, en principio, diferentes. A esta objeción, no obstante, se puede ción entre diégesis y mimesis. De este modo, se aprecia claramente que el
responder que la distinción ficcional entre autor y narrador es justamente una carácter pragmático de la ficción literaria no puede reducirse simplemente a la
consecuencia de la simulación ilocutiva: debido a que el autor simula sólo hipótesis de los actos de habla simulados, aunque la noción más general de
hacer sus aserciones, la figura del narrador se desliga de la del enunciador efec- simulación sigue siendo sin duda fundamental en el carácter pragmático de la
tivo del texto, esto es, de la del autor. ficción como tal.
La preocupación por ir más allá de una definición negativa se encuentra en
la teoría general de la ficción elaborada por K. Walton (1990): éste concibe la • J.-L Austin, Quand diré c'est faire (1960), París, 1970; R. Ohmann, "Speech acts
actividad de ficción como una actividad de make-believe, basada en reglas de and (he definition of literatura", Philosophy and Rhetoric, IV, 1971, pp. 4-19; J.-R.
juego aceptadas condicionalmente, a partir de las que nos vemos guiados a Searle, "Le statut logique du discours de fiction" (1975), en Sens et expression, París,
imaginar un mundo ficcional que se corresponde con el de las proposiciones 1982, pp. 101-119; M.-L. Pratt, Tovvards a Speech Act Theory of Literary Discourse,
ficcionales. Walton critica la definición de Searle principalmente porque no es Bloomington, 1977; L. Dolezel, "Truth and authenticity in narrativa", Poetics Today,
adecuada a las ficciones no verbales. Sin embargo, al mismo tiempo, su teoría 1, 1980, pp. 7-25; N. Wolterstorff, Works and Worlds of Art, Londres, 1980; MI.
corre el riesgo de ser demasiado general: la definición searliana y la versión reto- Ryan, "Fiction as logical, ontological and illocutionary issue", Style, 18, 1984, pp.
cada propuesta por Cenette tienen la ventaja de dar cuenta de la relación 121-139; K. Walton, Mimesis as Make-believe, Cambridge (Mass.), 1990; C.
mimética universalmente experimentada que relaciona la narración de ficción y Genette, "Les actes de fiction", in Fiction et diction, París, 1991.
el discurso factual, relación que es específica de la ficción literaria, y que ni la
concepción de Walton, ni la de Dolezel llegan a explicar.
Sin embargo, a pesar de sus méritos, la definición pragmática propuesta ESPECIFICIDADES LINGÜÍSTICAS DEL DISCURSO FICCIONAL
por Searle no puede definir la ficción literaria como tal: abarca únicamente las
proposiciones narrativas en tanto que se consideran asumidas por el autor. El Para que la idea de fingimiento pueda ser plausible, el relato ficticio debe
propio Searle, además, distingue nítidamente entre el relato en tercera perso- estar bastante próximo al relato factual, a fin de que el lector pueda desarrollar
na, en el que el autor finge hacer aserciones; el relato en primera persona, la ¡dea de que podría tratarse de un relato factual. Es verdad que la narratología
donde finge ser cualquier otro que hace aserciones y la representación teatral, se ha ocupado hasta aquí, sobre todo, del relato de ficción, de manera que no
en la que el actor finge ser un personaje y realizar sus actos de habla. En cuan- disponemos todavía de demasiados estudios comparados [660]. No obstante,
to al autor dramático, Searle piensa que lo que realiza "se parece más a la escri- se ha señalado con frecuencia que los relatos ficticios en primera persona (por
tura de un guión de simulación que a la participación directa en la forma de la ejemplo, la autobiografía ficticia) tienden a "imitar" de cerca a sus equivalentes
simulación misma". Esto no impide que, cuando leemos un texto dramático, "serios" (Clowinski 1987), a pesar de que Lejeune (1986) ha mostrado que la
no lo leamos (al menos normalmente) como guión de una representación tea- ficción autobiográfica prefiere con frecuencia focalizar la experiencia del per-
tral, sino como representación ficcional: por lo tanto, la instauración de la fic- sonaje, mientras que la autobiografía factual privilegia generalmente la voz del
ción no pasa necesariamente por una simulación del autor, a menos que se narrador (funcionalmente diferente del personaje, aunque ónticamente coin-
suponga que el autor simula relatar intercambios dialogados reales, lo que ape- cidente). En el dominio del relato heterodiegético, las diferencias son todavía
nas concuerda con las intuiciones de los lectores. Genette insiste también en más marcadas, especialmente en el nivel de la relación entre autor y narrador,
la restricción del alcance de la definición en términos de actos de habla simu- al ser el narrador de un relato ficticio funcionalmente diferente del autor, fren-
lados. Así, destaca que las aserciones que realiza el narrador de un relato en te a lo que ocurre en el relato factual (Genette 1991); por otro lado, al menos
primera persona no son, evidentemente, simuladas: forman parte del universo desde el siglo XIX, las formas más complejas del relato en tercera persona se
ficticio y, como tales, son actos de habla completamente serios (en el mundo alejan todavía más de las estructuras de los relatos factuales, debido al uso
de ficción); añade que lo mismo vale para los diálogos entre personajes cíe una masivo de la focalización interna [659]. Partiendo de esta última consideración,
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FICCIÓN

Ká'te Hamburger propuso una distinción radical entre ficción y fingimiento, al 4. El empleo de verbos de situación (por ejemplo: levantarse, ir, estar sen-
considerar que la primera — limitada al relato heterodiegético — , no imita tado, tener una noche agitada, etc.) en enunciados que se refieren a aconte-
ningún acto de habla serio, sino que constituye una estructura presentadora cimientos alejados en el tiempo o cuya fecha es indeterminada. Para ¡lustrar
autónoma sin narrador y que se construye totalmente a través de los "Yo-de- este rasgo, Hamburger cita un pasaje del escritor suizo Gottfried Keller: "A
origen" ficticios que son los personajes. De aquí surge la controvertida tesis de fines de la década de 1820, cuando la ciudad de Zurich estaba rodeada de
la destemporalización del pretérito: según Hamburger, en un relato ficticio amplias fortificaciones, en el centro de la ciudad se levantó de su lecho, en
(heterodiegético), el "pretérito" ya no tiene como función gramatical designar una radiante mañana de sol, un joven"1. En un relato factual, un enunciado de
el pasado, puesto que el personaje ficticio se constituye en el Yo-de-origen fic- este tipo no resultaría natural, pues el uso de un verbo de situación se adap-
ticio h¡c y nunc que "reduce a la nada la significación imperfectiva de los ver- ta mal al carácter demasiado impreciso de la situación.
bos que sirven para describirlo". El relato ficticio heterodiegético es atemporal: 5. El empleo masivo de diálogos, sobre todo cuando supuestamente han
debido a su destemporalización, que se observa, sobre todo, en el uso des- tenido lugar en un momento alejado en el tiempo del momento de la enun-
viado de los dei'cticos temporales (véase infra), el "pretérito épico" se transfor- ciación del relato. (Sin embargo, el uso de los diálogos no es ajeno a los tex-
ma en signo de ficcionalidad. tos de los historiadores antiguos, por ejemplo, lo encontramos en Heródoto).
Los argumentos de Hamburger están bien argumentados, pero su tesis 6. El empleo de deícticos espaciales referidos a terceros y, sobre todo,
choca, en los relatos heterodiegéticos, con la intervención de una instancia de la combinación de deícticos temporales con el pretérito y el pluscuamper-
mediación de la información narrativa, manifiestamente irreductible al univer- fecto. En el discurso factual, los deícticos espaciales (aquí, allí, etc) sólo
so de los personajes. Sus análisis, así como los de los autores que se inspiran pueden ser utilizados si se refieren al enunciador ("yo"), mientras que, en
en sus trabajos (por ejemplo, Banfield 1982), no obstante, han atraído la aten- el relato de ficción, se refieren con frecuencia a la tercera persona
ción sobre la emancipación de la ficción heterodiegética moderna con res- ("Avanzó bajo los árboles: aquí hacía más fresco"); asimismo, únicamente
pecto al relato factual, lo que implica, indiscutiblemente, un debilitamiento de en el discurso de ficción, un deíctico temporal, como "hoy", puede ser
la importancia estética de la relación de fingimiento. Sobre todo, la atención combinado con el pretérito ("Hoy hacía más frío"), o "ayer" con el plus-
dada a estos fenómenos ha permitido poner de manifiesto un cierto número cuamperfecto ("Ayer había hecho más frío").
de rasgos lingüísticos que, si bien no son definitorios de la ficción hetero- Por distintas razones, la mayoría de estos rasgos están relacionados
diegética, no por ello dejan de ser rasgos destacados. Todo esto lleva, cuando con lo que llamamos la focalización interna [659]: en este sentido no son
menos, a matizar la afirmación de Searle de que "no hay propiedad textual, definitorios del relato ficcional como tal; no obstante, considerados en
sintáctica o semántica que permita identificar un texto como obra de ficción". conjunto constituyen, indiscutiblemente, "indicios" (Hamburger) que per-
Las características lingüísticas principales de la ficción en tercera per- miten diferenciar la ficción heterodiegética moderna del discurso factual.
sona son: Dicho esto, estos rasgos no siempre están ausentes del relato factual. En
• ' • ; • • 1. El empleo de verbos que describen procesos interiores (pensar, efecto, la influencia entre ficción y relato factual se produce en los dos sen-
reflexionar, creer, sentir, esperar, etc.), aplicados a personas distintas del tidos: de este modo, D. Sperber (1981) ha llamado la atención sobre el uso
enunciador del relato. Fuera de la ficción, estos verbos se usan sobre todo extensivo del discurso indirecto en la literatura etnológica, a pesar de que
en primera persona, puesto que sólo tenemos acceso a nuestra propia la regla de la reproducción fiel del habla indígena exigiría el uso exclusivo
interioridad. En la ficción heterodiegética, por el contrario, la subjetividad de citas directos (de lo que se deduce, además, que, como dice
de un tercero se representa con frecuencia desde el interior. Hamburger, la utilización de diálogos no es siempre indicio de ficcionali-
2. El empleo del discurso indirecto libre y del monólogo interior. A dad). En cualquier caso, un indicio no es un rasgo definitorio. De hecho,
través de técnicas diferentes se llega al misino resultado que en el primer las indicaciones más evidentes, incluso cuando van en contra cíe los indi-
caso: los personajes son vistos desde el interior. cios lingüísticos, son las indicaciones paratextuales que nos informan de la
3. La utilización de anafóricos sin antecedentes (Hemingway, por
ejemplo, introduce con frecuencia sus personajes directamente a través de ' Citamos según la traducción que aparece en la versión española de la obra de K.
un pronombre personal). Hamburger, La logia de la literatura, Madrid, Visor, 1995. (Nota de las correctoras)
346 LOS CONCEPTOS TRANSVERSALES

Intencionalidad del relato; esto nos muestra, una vez más, que el proble-
ma del carácter de la ficción procede, en primer lugar, de una pragmática
de los discursos y, únicamente en un segundo momento, de una sintaxis y
de una semántica.

• K. Hamburger, Logique des genres //fiera/res (1957), París, 1986; J.M. Backus,
""He carne into her une of visión walking backward": non sequential sequence-sig-
nals in short story openings", Language Learning: A Journal of Applied Linguistics, LOS CONCEPTOS PARTICULARES
15, 1965; R. Harweg, Pronomina und Textkonstitution, Munich, 1968; M.
Clowinski, "Sur le román á la premiare personne" (1977), Poétique, n2 72, 1987,
pp. 497-506; P. Lejeune, "Le pacte autobiographique (bis)" (1981), en Moi aussi,
París, 1986; D. Sperber, "L'interprétation en anthropologie", L'Homme, 21, 1,
1981, pp. 69-92; A. Banfield, Unspeakable Sentences: Narration and Representaron
in the Language of Fiction, Boston, Londres, 1982; j.-M. Schaeffer, "Fiction, feinte et
narration", Critique, 481-482, 1987, pp. 555-576; C. Cenette, "Récit fictionnel, récit
factuel", en Fiction et diction, París, 1991.

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