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LAS DIFICULTADES HACIA UNA CUARTA TRANSFORMACIÓN.

Dentro de pocas horas en México un hombre cargará con la responsabilidad de fortalecer un país
que ha venido desquebrajándose por los altos índices de corrupción que han devenido en violencia,
pobreza, desempleo y salud. Un compromiso difícil en un país que ha intentado sostenerse durante
seis sexenios de un modelo neoliberal cuyos resultados no han tenido el éxito esperado. Su
propuesta política ha llamado la atención porque marca una gran diferencia a la de sus antecesores.
Propuestas que han tenido eco en la mayoría de la gente porque reflejan la solución inmediata a
todos los problemas que inundan el país.
La veneración hacia la figura que porta la investidura presidencial siempre ha existido por diversos
motivos, una de ellas está ligada indiscutiblemente a continuar con el conservadurismo de la clase
dominante y la otra está relacionada con los beneficios directos que pueda recibir. Por eso el
apartheid de los grupos industriales ha marcado siempre la diferencia abismal sobre el poder
adquisitivo personal.
Freud (1929) reflexionaba en el sentido de que existen dificultades inherentes a la esencia misma
de la cultura y que son inaccesibles a cualquier intento de reforma. No puede existir un sistema que
pretenda elaborar una forma de vida que nos haga felices. Los cambios que se pretenden estructurar
desde el aparato gubernamental rayan en el ideal de una nación progresista y democrática. Y esta
situación también es alimentada por el reclamo de la sociedad civil en su derecho a mejorar el
bienestar y calidad de vida. Pero dentro de ese reclamo se genera un estado de placer narcisista en
donde cohabitan aquellos que comulgan discerniendo entre lo bueno, lo malo o lo ideal de los
nuevos planteamientos. Los impulsos agresivos se manifiestan en cada grupo con tal de preservar
su cohesión, la comodidad y el placer de hacer a un lado a aquellos que difieren de sus ideas.
¿Una cuarta transformación es necesaria, cuando el resultado de las tres anteriores tuvo el costo de
miles de muertos, un retroceso demográfico, hambre y abandono del campo? ¿Cuál será el costo
que deberemos pagar por un nuevo modelo neoliberal?
Porque hay que apuntar que aún estamos muy lejos de establecernos como nación progresista.
Nuestra política económica ha construido un modelo neoliberal que es centralizada, incompleta,
injusta y dependiente en exceso del capital externo. Súmele la elevada deuda externa adquirida
desde el sexenio de Miguel de la Madrid y por lo cual se tuvo que recurrir al Fondo Monetario
Internacional y al Banco Mundial, que dio como resultado que el gobierno mexicano firmara cartas
de intención en las que se compromete a seguir una política económica de corte neoliberal y dar
concesiones al capital externo.
Se necesita una sola transformación que debe aplicarse al modelo de política económica que por
años ha prevalecido en el país. No aquella que nos identifique con un líder que nos ama y es justo,
y que a la vez promete ser implacable con la corrupción. ¿No es esto una entrega feroz a la ética del
deseo? Si nuestra sociedad puede establecerse como un conjunto armónico, es solo porque intenta
reconstituirse y constituirse así misma, volver de sus cenizas, pero solo en la fantasía porque emerge
en la intersección de nuestra realidad simbólica.

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