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SEMANA 4: REGISTRO Y COMPOSICIÓN SONORA

Lección 4.1. Instrumentos de la escucha

1. Los instrumentos de la escucha

Al contrario de nuestra memoria, los archivos técnicos no evalúan, solo pueden seleccionar o
enfatizar lo registrado en el momento de la inscripción en un soporte. Por eso, después de haber
grabado técnicamente los sonidos del entorno, al momento de re-escuchar estos sonidos, nos
pueden parecer bastante distintos respecto a cómo los recordamos.

Para el registro sonoro necesitamos dos dispositivos con distintas funciones; un micrófono, que
transforma las vibraciones del aire en una corriente alterna, y un aparato capaz de almacenar las
variaciones de esta corriente en un soporte.

Hoy, casi todos tenemos un teléfono celular, máquina que además de cumplir con la función de
registrar sonidos, nos permite también, con un pequeño auricular o con el altavoz incorporado,
reproducir y escuchar lo registrado.

La tecnología digital transforma la señal análoga del micrófono en un código binario, el chip
incorporado, es el medio de archivo adecuado para almacenar este código. El resto del hardware del
celular puede descodificar de nuevo el código, transformarlo en corriente alterna, que a su vez acciona
el altavoz o el audífono, transformando la corriente en vibraciones mecánicas, que en contacto con
el aire producen el sonido audible.

No obstante, si pensamos que por paisaje sonoro se puede entender no solamente el entorno
sonante propiamente tal, sino también la representación de este entorno con medios artísticos, nos
faltaría un paso entre medio del registro y de la escucha; la fase de dar una forma estética, de
componer los sonidos.

Por ejemplo, si hemos registrado diferentes sonidos del entorno en diferentes ocasiones, tenemos
que decidir en qué orden reproducimos estos sonidos; cronológicamente, según los lugares o por
las características perceptibles de los sonidos.

Podemos construir una narración a través de los sonidos. Por ejemplo, podemos construir un
recorrido de un punto a otro, aunque en el momento de la grabación hayamos hecho otro recorrido.

Otra posibilidad es organizar los sonidos más bien con criterios musicales, tomando en cuenta la
morfología de los sonidos; continuos, interrumpidos, cambiantes, estáticos, repetitivos, entre otros.
Podemos combinarlos de tal manera, que el oyente mantenga la atención al escuchar la secuencia.

También existe la posibilidad de componer un paisaje imaginario. Aquí el orden de los sonidos y la
construcción de secuencias, responde más bien al interés de generar paisajes subjetivos, asociativos,
poéticos o fantásticos.
Generalmente, para poder componer un paisaje imaginario, debemos utilizar software de audio para
manipular los sonidos grabados, cambiando sus características y combinándolos con sonidos
producidos artificialmente.

Sin embargo, para que este tipo de paisajes sonoros sean reconocidos como tal y no queden en la
pura experimentación electrónica, es necesario para el oyente percibir la característica fundamental
de un paisaje; la lejanía de algunos de sus elementos y el contraste con la cercanía o un plano
medio, que hace perceptibles las diferentes capas de sonidos (landscapes) que se relacionan,
sobreponen y se pierden en el horizonte.

Quedan cordialmente invitados a explorar sus paisajes sonoros y elegir espacios que evocan a sus
memorias o rutinas cotidianas. Registren sonidos y exprésenlos de manera nativa o en composiciones
que incorporen los elementos significativos que quieran comunicar.

Para citar este material educativo:

Krause, Rainer (2018) “Los instrumentos de la escucha”. Material del curso


“Paisaje Sonoro: escucha, experiencia y cotidianidad”, impartido en
UAbierta, Universidad de Chile.

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