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Serie GUÍAS DE INTERVENCIÓN
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M.a JOSEFA RODRÍGUEZ ROMÁN CARLOS DE PABLO-BLANCO JORGE
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Capítulo 1. Introducción
1.4. Epidemiología
Cuadro resumen
Preguntas de autoevaluación
Capítulo 2. Etiología
2. 1. Variables implicadas
2.I.I. Biológicas
2.1.2. Ambientales
Cuadro resumen
Preguntas de autoevaluación
Capítulo 3. Evaluación
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3.1.2. Conducta adaptativa
3.1.4. Salud
3.2.1. La entrevista
3.2.4. El informe
Cuadro resumen
Preguntas de autoevaluación
4.1.5. Empleo
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4.1.6. Salud y seguridad
4.1.7. Conductual
4.1.8. Social
Cuadro resumen
Preguntas de autoevaluación
Clave de respuestas
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Lecturas recomendadas y bibliografía
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1.1. Evolución del concepto
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pruebas para medir el rendimiento escolar, y basándose en la observación del crecimiento
intelectual del niño construyen una escala de habilidad por edades. Esta escala fue
complementada con la Teoría de los dos factores de Spearman en 1904. En la revisión
de Terman de 1916 se introduce la noción de Cociente Intelectual como la relación entre
la edad mental del individuo y su edad cronológica. En una etapa posterior, Wechsler
elabora unas escalas de inteligencia que ofrecen una puntuación derivada de una media
de los resultados obtenidos. A partir de estos cocientes y de las desviaciones estándar con
respecto a la media se diagnostica y clasifica a los individuos con retraso.
En las décadas de los años veinte y treinta, y desde las teorías neurológicas de Hebb
y las evolutivas de Piaget, se impone una visión interaccionista según la cual la
inteligencia tiene una base genética, pero su expresión depende de la interacción del
individuo con su entorno. Junto a los criterios psicométricos, para evaluar el retraso
mental, aparece un nuevo criterio basado en las dificultades de adaptación social, y las
definiciones que irán desarrollándose enfatizarán uno u otro de ambos factores. Esta
ampliación surge al comprobar la ineficacia de las pruebas psicométricas para predecir el
nivel de funcionamiento autónomo real, así como al constatar la evidencia que demuestra
las posibilidades de habilitación a través de intervenciones específicas.
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asocia con deficiencias en el comportamiento adaptativo.
Debido a que el límite definidor del retraso, impuesto por Heber, era demasiado
cercano a la media, el número de sujetos susceptibles de ser diagnosticados con retraso
resultaba demasiado alto y no correspondía con su capacidad real de adaptación. Por
ello, Grossman en 1973 modifica la anterior definición especificando que el
funcionamiento intelectual debe ser significativamente inferior a la media en dos o más
desviaciones típicas, por lo cual la diferencia de ésta con la anterior definición radica en
el uso del adjetivo "significativamente inferior", eliminándose de este modo la categoría
de límite y redefiniendo, por tanto, el resto de las categorías. Como resultado de este
cambio los niveles de retraso se corresponden con los siguientes rangos: ligero (67-52),
medio (51-36), severo (35-20) y profundo (menos de 20).
En 1992 Luckasson et al. proponen una nueva definición que representa un cambio
de paradigma en el concepto del retraso mental, con un marcado carácter integrador
cuyas implicaciones han sido fundamentales para la práctica profesional en este campo y
que en líneas generales continúan vigentes, si bien más desarrolladas, en el sistema
actual.
Según Luckasson:
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limitaciones en dos o más de las siguientes áreas de habilidades de adaptación:
comunicación, autocuidado, vida en el hogar, habilidades sociales, utilización
de la comunidad, autodirección, salud y seguridad, habilidades académicas
funcionales, tiempo libre y trabajo. El retraso mental se ha de manifestar antes
de los 18 años de edad.
Esta nueva definición supone una serie de aportaciones determinantes. Por un lado
se concibe el funcionamiento de un sujeto como el resultado de la interacción de las
capacidades de la persona, esto es, su inteligencia conceptual, práctica y social, y
habilidades adaptativas, con las demandas y apoyos que proporcionan sus entornos. Tan
sólo cuando las limitaciones del sujeto impiden un funcionamiento adecuado en dos o
más áreas de habilidades adaptativas podemos hablar de retraso mental. Como
consecuencia de todo esto, la responsabilidad de la valoración y habilitación no se carga
exclusivamente sobre el sujeto, sino también y de manera sustantiva sobre los entornos
de los que todos formamos parte.
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1.2. Concepto y clasificación actual
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prácticas. Esta discapacidad se origina con anterioridad a los 18 años.
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Se trata de un enfoque ecológico que persigue valorar la discrepancia entre
capacidades de la persona y habilidades que se requieren para funcionar en el contexto.
Esta discrepancia ha de evaluarse en nueve áreas de apoyo potencial: desarrollo humano,
enseñanza y educación, vida en el hogar, vida en la comunidad, empleo, salud y
seguridad, área conductual, área social y protección y defensa.
Los apoyos de los que hablamos tienen varias funciones cuyo objetivo es reducir la
discrepancia anteriormente señalada, y estas funciones se corresponden con: enseñanza,
amistad, planificación financiera, ayuda en el empleo, ayuda en la vida en el hogar,
acceso y uso de la comunidad y ayuda en lo referente a la salud.
Las personas con retraso mental van a requerir, en cada área de conducta adaptativa,
un tipo de apoyo que puede ser intermitente, limitado, extenso o generalizado.
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duración, intensidad y de los entornos implicados.
-El tipo de apoyo extenso viene caracterizado por su aplicación regular, pero ilimitada
(al menos a largo plazo), una intensidad menor a la anterior y la implicación de
algunos de los entornos.
-El tipo de apoyo limitado requiere una duración limitada en el tiempo, aunque no
intermitente, una intensidad también menor a la anterior y la implicación de
entornos más específicos.
-El apoyo intermitente consiste en una intervención puntual, aunque pueda ser
recurrente, y de corta duración, independientemente de su intensidad y del
número de entornos implicados.
De cara a una correcta valoración del retraso mental es fundamental clarificar una
serie de términos básicos que a menudo se utilizan como sinónimos, si bien su significado
es diferente. La OMS en 1980 define y diferencia los términos de deficiencia,
discapacidad y minusvalía.
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Actualmente los términos más en uso son: deficiencia o retraso mental, minusvalía
psíquica y discapacidad intelectual. La minusvalía psíquica hace referencia a la situación
social de desventaja, y es además un término más amplio que el de retraso mental, ya
que incluye las demencias y otros trastornos psiquiátricos. Tanto la deficiencia como el
retraso mental se utilizan para referirse a la causa estructural o funcional de base. La
discapacidad intelectual, sin embargo, incide en las dificultades para ejecutar
determinadas tareas o actividades.
A modo de ejemplo podríamos encontrarnos con una persona que presente como
deficiencia un retraso mental moderado; como discapacidad, una incapacidad para
adquirir habilidades académicas funcionales como la lectura funcional, habilidades
sociales como la conducta social adecuada, habilidades comunicativas como el lenguaje
oral, y como minusvalía, una dificultad para hacer uso de determinados recursos
comunitarios: utilización de servicios de ocio, educativos, administrativos y sanitarios,
comercios, transportes públicos o determinadas oportunidades laborales.
Los cambios en el concepto de retraso mental han ido estrechamente ligados a una
evolución en la filosofía de atención hacia un enfoque más positivo en el que los
principios de normalización e integración, autodeterminación y calidad de vida son
referencias fundamentales.
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segregacionista vigente de Educación Especial en el que las personas con retraso mental
recibían una educación separada del resto. Frente a esta orientación surge un modelo de
atención basado en el principio de integración. Paralelamente a este concepto, en Estados
Unidos y en los países escandinavos se extiende el principio de normalización, que va a
contemplar el derecho de la persona discapacitada a desarrollar una vida lo más
normalizada posible, pudiendo utilizar los servicios generales de su comunidad.
El principio de normalización incluye el derecho que poseen las personas con retraso
mental a poder utilizar los servicios normales de su comunidad, por ello se ha de procurar
que se beneficien los servicios ordinarios en lo posible, utilizando los servicios
excepcionales únicamente en los casos estrictamente necesarios.
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La integración debe ser tridimensional: funcional, personal y social. Con respecto a la
integración funcional, implica el derecho a utilizar elementos ordinarios de la vida junto
con el resto de los miembros de su comunidad como los transportes o los espacios de
ocio. La integración personal se refiere al derecho a recibir y disfrutar de relaciones
personales de aceptación por las personas de su entorno, como la familia o los amigos,
con el fin de permitir el pleno desarrollo socioafectivo. Integración social implica la
seguridad de obtener el respeto y la estima por parte de la comunidad facilitándoles las
máximas oportunidades de participación social.
En la década de los ochenta comienzan a aparecer dos conceptos nuevos que junto a
los anteriormente citados se convierten en básicos en el abordaje del retraso mental desde
cualquier ámbito de atención. Se trata de los conceptos, claramente interrelacionados, de
autodeterminación y calidad de vida.
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por una persona relacionadas con la vida en el hogar y la comunidad, el
empleo y la salud. Como tal, es un fenómeno subjetivo basado en la
percepción de la persona sobre varios aspectos de experiencias de la vida,
incluyendo características personales, condiciones objetivas de vida y la
percepción de otros significativos.
La calidad de vida va a venir muy determinada por la actuación de las personas que
rodean al individuo afecto de retraso mental y de las experiencias que éstas promuevan.
Por ello, la calidad de vida se ve fomentada al asegurar al individuo experiencias
significativas que provoquen sentimientos de logro, de autovalía y respeto. Las
experiencias afectivas positivas, en cuanto a las rela ciones personales constructivas,
permiten el desarrollo de un autoconcepto adaptativo y la adopción de un rol de adulto
que genera un necesario sentimiento de satisfacción personal. El rol de adulto va de la
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mano de la posibilidad de vivir experiencias de autonomía y oportunidades de
autodeterminación. Todo ello ha de ofrecerse dentro de los contextos naturales, siguiendo
un objetivo de participación e inclusión social, donde vive el individuo.
1.4. Epidemiología
Los datos epidemiológicos sobre retraso mental se ven afectados por la definición
que se utilice. Según la definición de Heber, en la que el límite definidor del retraso se
encontraba en una o más desviaciones típicas y la inteligencia se distribuía según la curva
gaussiana, la prevalencia estimada era del 3%. Con la primera revisión de Grossman y el
cambio del punto de corte de una a dos desviaciones estándar, la prevalencia se redujo en
un 80%, y con la inclusión de los déficit adaptativos en el criterio diagnóstico se produjo
una reducción similar.
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FIGURA 1.1. Distribución según nivel de gravedad del retraso.
Datos sobre discapacidad intelectual para una población por encima de los 6
años.
Datos sobre discapacidad intelectual para una población por encima de los 6
28
años.
Datos sobre discapacidad intelectual para una población por encima de los 6
años.
Dentro de la población con retraso mental, el 85% se corresponde con retraso mental
ligero, el 10% con retraso mental moderado, entre el 3 y el 4% con retraso mental grave
y entre el 1 y el 2% con retraso mental profundo.
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FIGURA 1.4. Distribución según grado de afectación.
Datos sobre discapacidad intelectual para una población por encima de los 6
años.
Es destacable que en el último medio siglo las expectativas de vida en las personas
afectadas con alguna discapacidad psíquica se han incrementado de modo extraordinario,
pasando de una media de vida en torno a los 27-30 años a otra en torno a los 63.
Cuadro resumen
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•Origen anterior a los 18 años.
Los tipos de apoyo que van a requerir las personas con retraso mental pueden
ser: intermitente, limitado, extenso y generalizado, según su duración, intensidad y
amplitud de los entornos implicados.
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como el bienestar emocional y físico o material, el desarrollo personal, la
inclusión social, la autonomía y el reconocimiento de los derechos.
Caso n.° 1:
D.R.M. es una mujer afectada de Síndrome de Down con 43 años de edad, que
presenta como diagnóstico Retraso mental moderado (DSM IV: 71.9). Posee un
grado de minusvalía del 75%.
Caso n.° 2:
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IV: F 72.9) y Parálisis cerebral con tetraparesia espástico-distónica.
Caso n.° 3:
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R.C.A. realizó dos cursos de garantía social, uno de peluquería y otro de
jardinería, teniendo unos resultados aceptables, pero no óptimos. Sin embargo, al no
encontrar una salida laboral, se encuentra desde hace casi cuatro años acudiendo a
un centro ocupacional en el cual se abordan talleres de jardinería, cerámica,
manualidades, preparación laboral y otros entrenamientos orientados al
funcionamiento autónomo en todos los aspectos de la vida cotidiana.
Preguntas de autoevaluación
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La etiología es un constructo multifactorial compuesto de cuatro categorías de
factores de riesgo (biomédica, social, conductual y educativa) que interactúan en el
tiempo a lo largo de la vida y de generación en generación.
Una de las mayores dificultades de cara a asignar la etiología del trastorno se deriva
de la ausencia de conocimientos suficientes en la identificación de la etiología de muchos
casos de retraso mental. El desconocimiento de la etiología específica no significa en
ningún caso que ésta no exista, y en el diagnóstico deberá constar que se trata de una
etiología de origen desconocido. Existirán factores orgánicos subyacentes relacionados
con un origen neurobiológico, posiblemente alteraciones evolutivas en la conectividad
neuronal durante períodos críticos del desarrollo cerebral, que a su vez podrían
relacionarse con determinadas influencias ambientales adversas como la malnutrición, los
efectos de toxinas o la deprivación ambiental.
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por contacto sináptico en la corteza visual, desarrollo demorado o aberrante del sistema
auditivo, anomalías en el hipotálamo y alteraciones neuroquímicas en los sistemas
colinérgico, noradrenérgico y serotoninérgico, así como la reducción de determinados
neurotransmisores.
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de origen biológico y variables de origen ambiental, si bien esta clasificación se encuentra
en desuso dado que se ha comprobado la multifactorialidad e interactividad en la etiología
del retraso.
2.1.1. Biológicas
Para determinar una etiología prenatal son posibles las siguientes estrategias de
valoración: examen físico extenso, historial exhaustivo de la familia, análisis
cromosómico, análisis de factores metabólicos, análisis toxicológicos de la madre, así
como una tomografía computerizada (TAC) o resonancia magnética cerebral (RM) para
valorar el desarrollo cerebral.
2.1.2. Ambientales
Es necesario recoger datos sobre sus ambientes con el fin de evaluar posibles
factores sociales, conductuales y educativos. Se deben valorar características relevantes
de su entorno individual, familiar, escolar o laboral, y comunitario y cultural, así como
analizar y comprender la naturaleza de las interacciones recíprocas entre esos elementos
ambientales.
Esta causa abarca un amplio rango de enfermedades de origen ambiental, tales como
carencias nutricionales, como un déficit de iodina o la intoxicación por plomo; traumas
perinatales; infecciones intrauterinas, como la rubéola o una deprivación social grave en
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la infancia.
1. Causas prenatales:
A) Trastornos cromosómicos:
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A.1. Autosomas: Trisomía 21 (Síndrome de Down), Trisomía 13 (Síndrome
de Patau), Trisomía 18 (Síndrome de Edwards), Síndrome de Lejeune
(Maullido del gato).
B) Trastornos sindrómicos:
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C.7. Trastornos del metabolismo del cobre.
D.1. Defectos del cierre del tubo neural: Anelcefalia, Espina bífida,
Encefalocele.
E) Influencias ambientales:
F) Otras: desconocidas.
2. Causas perinatales:
A) Trastornos intrauterinos:
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A.3. Parto y alumbramiento anómalos: Prematuridad, accidentes del cordón
umbilical, traumatismo obstétrico.
B) Trastornos neonatales:
3. Causas posnatales:
A) Lesiones craneales:
A.4. Subaracnoidea.
A.S.Parenquimatosa.
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B) Infecciones:
B.1. Encefalitis.
B.2. Meningitis.
C) Trastornos de mielinización:
D) Trastornos degenerativos:
D.2. Polidistrofias.
D.4. Leucodistrofia.
E) Trastornos epilépticos:
45
E.4. Síndrome de Lenox-Gastaut.
F) Trastornos tóxico-metabólicos:
G) Malnutrición:
H) Deprivación ambiental:
I) Síndrome de hipoconexión.
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FIGURA 2.1. Resultados obtenidos en un estudio en la Comunidad de Madrid (APANID,
FAD) de la distribución según el diagnóstico etiológico.
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FIGURA 2.2. Incidencia del Síndrome de Down respecto a las etiologías perinatales.
Por todo ello, y a pesar del claro avance constatado en los últimos años, resulta
fundamental fomentar la investigación científica acerca del tema, dado que con
demasiada frecuencia aparece como diagnóstico el de etiología desconocida o idiopática.
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En la actualidad se habla de tres tipos de actuaciones preventivas: la prevención
primaria hace referencia a aquellas estrategias dirigidas a evitar situaciones que podrían
originar la aparición del retraso mental. Con respecto a la prevención secundaria nos
referimos a aquellos esfuerzos dirigidos a prevenir la aparición del retraso habiéndose
presentado una etiología específica de retraso. La prevención terciaria incluye
actuaciones para minimizar la intensidad de las limitaciones funcionales asociadas a la
etiología o para prevenir otros problemas asociados.
Cuadro resumen
4.Es útil para el afectado o familiares contactar con otras personas en una situación
similar.
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b)Según el tipo de factor de riesgo se habla de factores biomédicos, factores sociales,
factores conductuales y factores educacionales.
Caso n.° 1:
Como rasgos clínicos y fenotipo físico presenta hipotonía, fisura parpebral, nariz
chata, ojos rasgados, y como fenotipo comportamental su conducta sindrómica se
caracteriza por pasividad, dependencia, hiperactividad en la infancia y testarudez.
Caso n.° 2:
Caso n.° 3:
Preguntas de autoevaluación
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Teniendo en cuenta el actual concepto de retraso mental, el sistema de evaluación
propuesto se lleva a cabo en los siguientes tres pasos:
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La valoración personal se centra principalmente en la medida del nivel de
satisfacción de la persona, y por otro lado la evaluación funcional no se refiere al análisis
funcional de los problemas conductuales, sino a la medida de habilidades conceptuales,
sociales y prácticas que componen la conducta adaptativa y el rol social que hace
referencia a las actividades valoradas que son consideradas esperables para su grupo
específico de edad.
Todos los manuales de diagnóstico (AAMR, DSM-IV, CIE10) incluyen como primer
criterio para el diagnóstico de retraso mental el Cociente de Inteligencia (CI), a pesar de
que éste es un mero índice estadístico con no pocos problemas en la aplicación de las
pruebas que lo miden y, sin embargo, la inteligencia o el funcionamiento intelectual
constituye una capacidad global para realizar actividades mentales.
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distintas pruebas que miden dicho constructo. Carroll (1993), en sus estudios de análisis
factorial, establece un modelo jerárquico de tres niveles. Encuentra sesenta habilidades
(musicales, aritmética, etc.) en la base de la pirámide, diez en el siguiente estrato y
finalmente en la cima se encontraría un único factor "g".
Otros autores (Cattel, 1963; Gardner, 1983; Greenspan, 1981, y Stengberg, 1988;
Das et al., 1994) defienden modelos multifactoriales y establecen desde dos a ocho tipos
de inteligencia diferentes. Sin embargo, algunos de estos modelos no tienen un buen
soporte empírico. Cattell diferenciaba entre las habilidades de la inteligencia cristalizada
(información y conocimientos) y la inteligencia fluida (memoria, razonamiento, etc).
Gardner establece desde 1998 ocho habilidades independientes, que constituirían su
modelo de inteligencia múltiple: lingüísticas, lógico-matemática, espacial, kinestésica,
interpersonal, intrapersonal y naturalista. Das propone un modelo de cuatro factores
compuestos por cuatro procesos cognitivos: planificación, atención, procesamiento
simultáneo y sucesivo. Stengberg establece una teoría triádica diferen ciando habilidades
analíticas, creatividad e inteligencia práctica. Por último, Greenspan propone un modelo
de inteligencia múltiple que comprende tres subfactores: inteligencia conceptual
(equivalente al factor "g"), inteligencia práctica (equivalente a las habilidades de la vida
diaria) e inteligencia social compuesta de habilidades sociales individuales e
interpersonales (juicio moral, empatía, habilidades sociales), manipulabilidad (posibilidad
de ser engañado o manipulado) y credulidad (creencia literal de argumentos claramente
erróneos o exagerados).
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deben ser interpretados con cautela.
El segundo criterio para determinar si una persona presenta retraso mental es que
manifieste limitaciones en su conducta adaptativa, expresada como habilidades
conceptuales, sociales y prácticas. La evaluación de estos déficit debe realizarse a través
de medidas estandarizadas, en las cuales las limitaciones significativas se definen como
una ejecución inferior, al menos, de dos desviaciones típicas por debajo de la media, bien
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en un dominio concreto de los tres o bien en la puntuación total de un instrumento
estandarizado que mida los tres dominios. Este segundo criterio sirve como control frente
a la excesiva confianza depositada en los instrumentos de evaluación de la inteligencia.
La medida del CI se ve muy sesgada por influencias culturales y de este modo nos
podemos encontrar con personas con puntuaciones bajas que, sin embargo, muestran
una adecuada adaptación a su entorno. Además los resultados del CI no aportan una
predicción del funcionamiento adaptativo real del individuo.
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El área práctica comprende: actividades de la vida diaria, actividades instrumentales
de la vida diaria, habilidades ocupacionales, mantenimiento de la seguridad, y se
corresponde con las áreas de las habilidades siguientes: autocuidado, vida en el hogar,
utilización de la comunidad, salud y seguridad y trabajo.
Se deben evaluar tanto las capacidades como las limitaciones que presenta el
individuo en los tres dominios anteriores y en cada una de las cuatro dimensiones del
proceso de evaluación, precisando la intensidad de los apoyos requeridos según los
niveles establecidos (intermitente, limitado, extenso o generalizado).
Se entiende por entorno aquellos lugares específicos en los que la persona actúa, se
desarrolla y socializa. Un entorno positivo va a favorecer un óptimo desarrollo del
individuo y su bienestar personal y social. El entorno positivo se encuentra determinado
por aquellos factores esperables en función de su grupo de edad y la diversidad
lingüística y cultural. Se trata de fomentar la integración a través de la participación e
interacción en estos entornos, de modo que el individuo pueda asumir roles sociales
deseables.
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aspectos como desempeñar un puesto de trabajo, poseer el nivel educativo que
corresponda, desarrollar un ocio normalizado, ejercer activamente en la comunidad, etc.
3.1.4. Salud
La persona con discapacidad, al igual que cualquier otro ciudadano, tiene derecho a
acceder a todos los servicios de salud existentes y, por tanto, a la realización de todo tipo
de pruebas diagnósticas y terapéuticas.
A) Salud física
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Los aspectos a evaluar incluyen: deglución-masticación, patrones de motricidad
gruesa y fina, tipo e intensidad de ayudas o apoyos en sus desplazamientos, tono
muscular, así como la presencia, entre otros, de deficiencia sensorial asociada, epilepsia,
infecciones recurrentes, deficiencias nutricionales, alteraciones metabólicas,
enfermedades crónicas, enfermedades infectocontagiosas y otros trastornos (obesidad,
hipertensión, etc.). También se ha de valorar su tratamiento farmacológico actual.
La epilepsia tiene una tasa de prevalencia muy alta en esta población. Muchos de los
fármacos utilizados para su tratamiento son hepatotóxicos, por lo que es importante un
control periódico de las transaminasas hepáticas, así como de los niveles en sangre de
dichos fármacos y del resto de las variables analíticas pertinentes, con el fin de conseguir
la mayor eficacia con dosis mínimas y evitar efectos indeseables (signos extrapiramidales,
somnolencia, etc.).
Los problemas gástricos son frecuentes debido a diversos factores como al tipo de
dieta consumida o la frecuencia de la medicación administrada. Por este motivo podrá ser
necesario un control dietético en cuanto a la elaboración de menús y dietas específicas y
terapéuticas.
El 90% de las personas con retraso mental plantea problemas odontológicos, por lo
que se hace necesario realizar exploraciones sistemáticas de la boca y prestar un especial
cuidado a la higiene de la misma.
Los minusválidos con movilidad reducida a menudo poseen zonas del cuerpo que se
encuentran sometidas a presiones continuadas durante largos espacios de tiempo, con lo
que las células de esta zona pueden necrosarse y generar escaras o úlceras de presión.
Para evitar la aparición de las mismas es importante observar actuaciones apropiadas en
relación tanto a los cambios posturales necesarios como al tratamiento adecuado de las
mismas.
Según los datos presentados por Teresa Agudo en el año 2003, en "Organización
61
asistencial ambulatoria en APANID", acerca del uso de la atención médica especializada
ambulatoria, en una muestra de 332 de personas con discapacidad intelectual con distinto
grado de afectación, atendidas en régimen de internado en centros en la Comunidad de
Madrid, el mayor porcentaje de los casos, un 36%, se corresponde con la consulta de
Neurología, siendo la segunda causa más frecuente la consulta de Cirugía con un 12%,
seguida de Oftalmología y Traumatología, ambas con un 9%. Las consultas de
Endocrinología, Dermatología, Cardiología, Neumología, Medicina Interna, Digestivo,
Ginecología, Urología y Odontología oscilan entre un rango del? y el 1% de los casos.
Las personas con retraso mental y con problemas de salud asociados suelen ver aún
más reducidas sus posibilidades de integración y adaptación social.
Algunas personas con retraso mental presentan problemas de salud complejos que
requieren una atención especializada. La esperanza de vida de estas personas es
marcadamente inferior a la de la población general, debido a su grado de vulnerabilidad
ante complicaciones de la salud.
En primer lugar, la persona con retraso mental puede tener dificultades para
reconocer que una sensación es inusual y constituye un problema de salud que requiere
atención sanitaria. En segundo lugar, el diagnóstico del problema de salud puede verse
comprometido por las dificultades para describir adecuadamente los síntomas que
padecen. En la mayor parte de los casos se requiere de una tercera persona tanto como
vía de acceso al recurso sanitario como para interpretar los síntomas del usuario y
describirlos al profesional.
Resulta necesario, así mismo, valorar la presencia de hábitos adecuados como una
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alimentación equilibrada o la práctica de ejercicio regular, entre otros, que promuevan
una conducta saludable.
B) Salud mental
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En cuanto a los trastornos cognoscitivos, los principales síntomas de la demencia
(agnosia, afasia y apraxia) afectan a funciones ya previamente alteradas por la
discapacidad intelectual, por lo que los déficit deben evaluarse en función del nivel basal
presentado y no con respecto al nivel esperado en una población no afecta de retraso. En
ocasiones aparece un enmascaramiento de los signos de demencia debido a los entornos
asistenciales y sobreprotectores que apenas requieren la puesta en práctica de
determinadas tareas cognitivas. Algunos indicadores precoces de un proceso demencial
pueden ser cambios en su conducta, deterioro de habilidades funcionales y cognitivas,
desorientación, dificultad de aprendizaje y trastornos afectivos. Los factores de riesgo
que influyen en la aparición de la demencia son una edad mayor a 50 años (40 en el
Síndrome de Down) y la presencia de antecedentes familiares de demencia.
En cuanto a los trastornos del estado de ánimo, es conveniente señalar que muchos
síntomas pasan desapercibidos al ser poco disruptivos. Deben explorarse los síntomas
somáticos como los cambios en el apetito, ritmo circadiano, peso o patrón de sueño.
Dependiendo del nivel de retraso pueden presentarse los síntomas cognitivos habituales
de anhedonia, pérdida del propósito de vivir, rumiaciones, falta de autoestima, etc.
Algunas alteraciones conductuales son manifestaciones claras, como llanto, aislamiento,
desidia en el cuidado personal, pero también pueden aparecer alteraciones graves de
conducta como la agresividad, autolesiones, irritabilidad o agitación psicomotora.
Habitualmente aparecen los episodios maníacos dentro de un trastorno bipolar y suelen
manifestarse con hiperactividad, ánimo expansivo, desinhibición, irritabilidad, dificultades
de atención.
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asiduidad insomnio, ansiedad de separación, rumiaciones, quejas somáticas y problemas
de conducta. Las fobias específicas pueden ir relacionadas con su estadio evolutivo,
teniendo que valorar según parámetros de intensidad o frecuencia en qué medida
interfiere en su funcionamiento adaptativo. Las crisis de ansiedad son menos difíciles de
diagnosticar debido a que los signos somáticos bruscos son más observables. Los
trastornos de adaptación son frecuentes ante sucesos vitales de cambio (domicilio, centro
o persona que le cuida).
La población con retraso mental presenta una prevalencia algo mayor del trastorno
obsesivo-compulsivo frente a la población general. Sin embargo, las alteraciones obsesivo
compulsivas deben diferenciarse de pensamientos obsesivos, repeticiones del lenguaje,
estereotipias verbales y motoras, rituales y rutinas estrictas muy comúnmente asociadas
al retraso mental.
Los trastornos de personalidad parece que se presentan con una tasa elevada,
aunque si bien muchos tipos descritos no se corresponden exactamente con los
codificados en los sistemas genéricos de clasificación. La hipocondria ha de diferenciarse
de quejas somáticas que frecuentemente expresan como medio de recibir atención. Otros
trastornos psicopatológicos que también pueden aparecer con frecuencia diversa en el
retraso mental son los trastornos de alimentación y de sueño.
Respecto a los factores que pueden motivar esta mayor incidencia del trastorno
mental en la población con retraso mental, Deb y cols. (2001) diferencian tres grandes
grupos de determinantes que interactúan entre sí:
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cuidadores y que incluyen desde la sobreprotección al rechazo; falta de apoyo
emocional; falta de integración sociolaboral, discriminación social y
acontecimientos vitales estresantes
En cuanto a los problemas atribuibles al sujeto nos encontramos, por un lado, con las
frecuentes dificultades que la persona tiene para expresar sus estados internos y
experiencias, debido a limitaciones en su capacidad lingüística y cognitiva. Además, la
manifestación de los síndromes puede darse a través de síntomas diferentes de los
presentados en personas sin retraso mental asociado. A menudo tan sólo se cuenta con
un conjunto de indicadores conductuales que de manera global pueden interpretarse
como signos de un trastorno mental específico. Por ejemplo, síntomas como el
retraimiento, deterioro de habilidades, mutismo o la anorexia en un estado depresivo
cobran mayor importancia en aquellas personas con menores habilidades comunicativas;
los síntomas psicóticos podrían manifestarse a través de alteraciones puramente
conductuales que impresionan sintomatología positiva. Además, tal y como ya se señaló
anteriormente, los sujetos afectos de retraso tienen una mayor tendencia a la
aquiescencia, esto es, dar la respuesta que el evaluador quiere escuchar; a ello se ha de
añadir la dificultad en mantener la atención y la mayor vulnerabilidad al cansancio, al
miedo y a la sensación de fracaso.
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Por último, existen otros problemas en la evaluación atribuibles al método y al
sistema diagnóstico utilizado. Se cuenta con pocos instrumentos estandarizados
adaptados a la población con retraso mental con la necesaria fiabilidad y validez. Por otro
lado, los criterios diagnósticos, tal y como aparecen en los sistemas estandarizados de
clasificación (CIE-10 y DSM-IV-TR), son difíciles de aplicar en las personas afectas de
retraso mental, especialmente en los grados más intensos. Es sumamente importante
adaptar las técnicas diagnósticas y su aplicación (duración, ubicación, etc.) a las
características personales de la persona (sus déficit motóricos y sensoriales, la capacidad
de comunicación y su capacidad atencional y comprensiva). Las fuentes de información
en las que se base el diagnóstico deben ser múltiples. Actualmente se están elaborando
alternativas a los sistemas de diagnóstico tradicionales, desarrollando criterios específicos
para el retraso mental, modificando la formulación de los ítems y criterios en los sistemas
de diagnóstico al uso o desarrollando nuevos sistemas de diagnóstico complementarios.
Existen trastornos que se dan con una incidencia significativamente mayor en unos
síndromes específicos. En el Síndrome de Down, por ejemplo, existe mayor incidencia
de trastorno depresivo frente a otros trastornos. También aparecen con mayor frecuencia
signos de demencia a partir de los cuarenta años, que se encuen tran asociados con la
aparición de placas de un péptido beta amiloide que se acumulan en determinadas
regiones del cerebro interfiriendo la transmisión neuronal y cuyo origen está codificado
por genes ubicados en el cromosoma 21.
Por otro lado, el realizar un diagnóstico diferencial entre el retraso mental y otros
trastornos del desarrollo continúa siendo un problema difícil de resolver con exactitud en
muchas situaciones. En el cuadro 3.1 se señalan algunas características del diagnóstico
diferencial del retraso mental y otros trastornos mentales relacionados con la cognición, el
aprendizaje y el desarrollo.
67
3.1.5. Contexto social
68
Factores importantes que constituyen la calidad de vida se destacan: recursos
materiales, seguridad económica, actividades comunitarias y de ocio, estimulación y
desarrollo cognitivo, empleo apropiado, salud y seguridad personal, y condiciones de
estabilidad y predictibilidad.
A) Procesos cognitivos
El factor común que comparten los distintos cuadros del retraso mental es la
existencia de un daño o lesión cerebral que conduce a un déficit intelectual o cognitivo
general. La ausencia o deficiencia en el desarrollo de las funciones intelectuales
superiores (como el lenguaje, la memoria o el razonamiento) determina las limitaciones
en las habilidades adaptativas.
69
personas con discapacidad intelectual los estudios han señalado algunas disfunciones
comunes en el retraso mental. Aparecen dificultades en el aprendizaje que se concretan
en una mayor lentitud en la adquisición y dificultad en el mantenimiento y consolidación
de los aprendizajes. Respecto a la memoria se encuentra una menor amplitud, fallos en el
uso de estrategias de almacenamiento y recuperación de la información, dificultades en la
memoria serial (orden de los acontecimientos) y problemas con la memoria
procedimental. También se han detectado dificultades para la integración de la
información apareciendo limitaciones para aunarla en un todo común. Las disfunciones
de atención se han manifestado más claramente en la atención selectiva, sostenida y en la
localización de ésta. Una característica ampliamente contrastada se refiere al aumento en
la latencia de la respuesta provocada por una mayor lentitud en el procesamiento de la
información.
70
encuentra sujeta a múltiples controversias. Se entiende por alteración de la conducta a
aquellos comportamientos, aprendidos e inadecuados, referidos a situaciones del entorno
que por sus parámetros, intensidad, frecuencia y duración, y en función de su impacto
sobre el individuo y la sociedad, conllevan una restricción significativa en su participación
social o comprometen su propia integridad o la de los demás. Emerson y cols. (1999)
establece como criterios para el diagnóstico de trastorno de conducta en el retraso mental
una frecuencia diaria, restricción en la participación de la persona en actividades o
programas, necesidad de intervención directa del personal de atención directa y presencia
de posibles lesiones o daños.
71
Los fenotipos comportamentales son patrones conductuales específicos
característicos de determinados síndromes. Estas patologías pueden ir asociadas a ciertos
rasgos de personalidad, trastornos psicopatológicos determinados y también a
alteraciones conductuales particulares. Las personas con Síndrome de Down se
caracterizan por su pasividad, dependencia, hiperactividad en la infancia y testarudez. El
Síndrome de Angelman se caracteriza por un temperamento alegre, risa paroxística,
aleteos y palmoteos con manos y brazos, falta de habla, andar extraño (atáxico),
hiperactividad, hiperexcitabilidad y dificultades en el sueño. La irritabilidad aparece con
frecuencia en trastornos por sustancias tóxicas (plomo, mercurio). En el Síndrome de
Williams son comunes comportamientos tales como la hiperactividad, la locuacidad, la
elevada sociabilidad, ansiedad excesiva, déficit de atención y trastornos del sueño. El
fenotipo comportamental del Síndrome de Cornelia de Lange consiste en conductas
autoagresivas (golpearse, morderse), conductas heteroagresivas, rasgos autistas e
hiperactividad. En el Síndrome de Prader-Willi aparece la baja tolerancia a los cambios,
hiperfagia, agresividad, conducta autolesiva y trastornos del sueño. Sujetos con
Esclerosis tuberosa de Bourneville se caracterizan por su hiperactividad,
comportamientos obsesivos y rituales, trastornos del sueño y conductas auto o
heteroagresivas. En el Síndrome de Lesch-Nyham son características las autolesiones
compulsivas graves (morderse los labios, dedos y parte interna de la boca). En las
personas con Síndrome de Rett son características las crisis de llanto y agitación
nocturna, conductas autolesivas y estereotipias manuales. En el Sídrome X Frágil,
aparece un lenguaje perseverante, la evitación del contacto ocular, aversión al contacto
físico, hiperactividad y agitación o mordedura de manos. Las personas con Fenilcetonuria
suelen ser impulsivas, irritables y pueden presentar agresividad. Y por último, la
Galactosemia se ha asociado con ansiedad y conductas de evitación social.
Las alteraciones de conducta pueden dividirse en dos grupos. Por un lado, las
conductas disociales, que son aquellas que se asocian a una amenaza para sí mismo y
para los demás y que principalmente se manifiestan a modo de auto y heteroagresiones
(golpearse a sí mismo o a los demás, morder, empujar, etc.). Esta puesta en riesgo de la
integridad física propia o de las personas de su entorno supone además una transgresión
evidente de los códigos de conducta socioculturales existentes. Por otro lado, se
encuentran las conductas no disociales referidas a un deterioro en la participación en
actividades, lo que ocasiona una significativa interferencia en su grado de integración.
Estos comportamientos aparecen de forma diametralmente opuesta, apareciendo como
conductas silentes que el personal tiende a ignorar (aislamiento, pasividad, etc.) o
disruptivas (hiperactividad, gritos, etc.).
72
Los estudios publicados muestran una disminución en las tasas de prevalencia de los
trastornos de conducta, según aumenta la edad del sujeto, y un aumento de dichas tasas
a mayor grado de afectación cognitivo o funcional, muy relacionada con dificultades
sensoriales y de comunicación (Harrison, 1987).
Los datos recabados en el registro funcional sirven para generar una o varias
hipótesis explicativas, tanto del origen como y sobre todo del mantenimiento del
problema y constituyen la base de la posterior elaboración del programa de intervención.
3.2.I. La entrevista
73
y ambientales, etc.).
Tal y como Deb y cols. (2001) señalan, existen unos aspectos que resultan
fundamentales a la hora de realizar entrevistas a personas con retraso mental:
-Iniciar una entrevista con temas sencillos que provoquen que el paciente se sienta
cómodo.
-El lenguaje ha de ser sencillo, con frases simples, se debe huir del uso de
tecnicismos, del doble sentido, de frases hechas y metáforas.
74
-Asegurarse de que están comprendiendo a través de preguntas.
75
específica de autocuidado (lavado de manos)
76
Cuadro 3.4. Registro de evaluación del entrenamiento en una determinada
actividad ocupacional (jardinería)
77
78
Cuadro 3.5. Registro de evaluación del entrenamiento en una habilidad específica
(transplante a terreno de asiento) de una actividad ocupacional
79
80
Cuadro 3.6. Registro funcional para la evaluación de una disconducta
81
Los instrumentos que existen en la actualidad para la evaluación difieren
sustancialmente en los fines que persiguen, la muestra de estandarización y su calidad.
Sin hacer una revisión exhaustiva se destacan los siguientes instrumentos de evaluación:
-Wechsler Intelligence Scale for Children-III (1991). Esta prueba está compuesta de
12 subtests de los cuales seis miden habilidades verbales y seis habilidades
perceptomotrices de los que se obtienen tres cocientes: manipulativo, verbal y
global. Esta escala sirve para evaluar la inteligencia en individuos cuya edad
cronológica se encuentra entre 6 años y 16 años y 11 meses.
-Cognitive Assesment System (Naglieri y Das, 1997). Escala usada para personas
entre 5 y 17 años de edad. Se basa en el concepto de inteligencia
multidimensional, a diferencia de los anteriores. Comprende las escalas de
planificación, atención, procesamiento simultáneo y sucesivo. Cada uno arroja
una puntuación de Cl y existe, además, una puntuación global.
-Vineland Social Maturity Scale (VSMS). Ésta es una escala recomendada por la
AAMR y traducida al castellano por Aguilar Fernández (1989). Aplicable a
82
sujetos con y sin retraso entre 0 y 35 años.
-Adaptative Behavior Scales (ABS) (Nihira et al., 1993). Inventario que aborda
diferentes áreas o dominios del funcionamiento adaptativo. Se aplica en personas
con retraso mental y problemas emocionales con edades comprendidas entre los
3 y 69 años.
En personas con retraso mental ligero o moderado, los síntomas psicopatológicos son
muy parecidos a los de la población gene ral, por lo que pueden emplearse inventarios
generales con algunas modificaciones. En personas con afectación grave o dificultades
expresivas o comunicativas, el diagnóstico debe apoyarse más en la observación,
registros y análisis conductual. También existen instrumentos de evaluación
psicopatológica dirigidos a la población con retraso mental. De ellos, algunos evalúan
conductas desadaptativas y otros se centran en la evaluación de síntomas psiquiátricos
del sujeto. Entre todos destacamos:
83
DSM-III-R modificados para sujetos con retraso mental.
-Aberrant Behavior Checklist (AAMR, 1992) (Aman y cols., 1986). Elaborado para
la valoración específica de trastornos emocionales en personas con retraso mental
gravemente afectadas. Consta de 5 subescalas: irritabilidad y agitación,
aislamiento social, conductas estereotipadas, hiperactividad y desobediencia,
lenguaje inapropiado. Traducido al castellano por el equipo de la Fundación
INTRAS (Franco, 1998).
-Social Behavior Schedule (SBS) (Wykes y Sturt, 1986). Inventario que evalúa y
cubre distintas áreas de autonomía personal y social. Traducida al castellano por
Bulbena y cols. (1987), adaptada a la población española por Salvador y cols.
(1998), se ha utilizado en distintos estudios epidemiológicos en nuestro país.
-Reiss Screen for Maladaptative Behaviour (Reiss, 1987). Esta escala evalúa
síntomas psiquiátricos o categorías comportamentales en adolescentes o adultos
con retraso mental. La escala fue traducida y adaptada al castellano por
Rodríguez-Sacristán y cols. (1995).
84
conductas problema y necesidades de servicios. Por otro lado, la conducta adaptativa se
agrupa en: aspectos motores, sociales y de comunicación, habilidades para la vida y
habilidades para la comunidad.
-Assesment and Information Rating Profile (AIRP) (Bouras, 1993). Este instrumento
evalúa datos médicos y sociodemográficos, habilidades, problemas conductuales
y síntomas psicopatológicos. La versión en castellano ha sido adaptada por
Salvador y cols. (1998).
3.2.4. El informe
1.Datos personales: nombre y apellidos, edad, fecha de nacimiento, sexo, estado civil
y fecha de evaluación.
85
2.Objeto del informe: motivo u objeto de la evaluación.
4.Resultados: en este apartado se integran todos los resultados en torno a las cinco
dimensiones de evaluación.
86
de problemas o el autocontrol.
4.4. Salud:
4.4.1. Salud física: entre otros se han de describir posibles problemas físicos
que dificulten su funcionamiento, existencia de déficit sensoriales,
posibles daños neurológicos, presencia de epilepsia o de otras
enfermedades o alteraciones físicas relevantes y el tratamiento
farmacológico que está siguiendo.
87
familiar y comunitario de la persona. Se registrarán todos los aspectos
relevantes que pudieran influir en el funcionamiento de la persona y su
nivel de adaptación e inclusión social.
En la historia clínica del sujeto deben aparecer sus antecedentes familiares tanto
médicos como psicosociales, consideraciones del entorno y medidas de apoyo,
personalidad y conducta actual, y posible historial psiquiátrico.
88
Posteriormente ha de valorarse la validación social de los objetivos conseguidos,
comprobando que el sujeto desarrolla esa tarea concreta al nivel necesario en su entorno
natural.
Cuadro resumen
-El rol social está constituido por el conjunto de actividades deseables y normalizadas
en función de su grupo de edad.
-Es necesario valorar tanto las condiciones adecuadas de salud física y mental que
facilitan su funcionamiento adaptativo, como los déficit o problemas de salud
físicos o mentales asociados al retraso que pudieran inhibir dicho funcionamiento.
89
aprendizaje, lenguaje y comunicación o el procesamiento de la información.
Caso n.° 1:
5.Revisión de historiales.
90
Con estos resultados y según la clasificación tradicional, su grado de retraso se
correspondía con un nivel medio. Las puntuaciones más altas se obtienen en las
escalas de información, semejanzas, vocabulario y figuras incompletas. Las
puntuaciones más bajas, por el contrario, aparecen en las pruebas de dígitos, cubos e
historietas.
91
expresivo utilizaba frases complejas bien construidas; respecto a su comprensión
seguía órdenes sencillas encadenadas y era capaz de resumir una historia.
92
4-5 años y control de esfínteres a los 9-10 años. Presentó la hipotonía caracterial del
Síndrome de Down.
Caso n.° 2:
93
•Inventario para la planificación de servicios y programación individual (ICAP).
•La exploración del nivel intelectual a partir de pruebas psicométricas resulta inviable
debido al intenso nivel de afectación tanto cognitivo como motor. No obstante, su
escasa relación con el entorno y su grave deterioro intelectual y adaptativo se
corresponde con un nivel de retraso de grado profundo.
4.Revisión de historiales.
Precisa guía física total en todas las actividades relacionadas con alimentación,
higiene y vestido, sin mostrar ningún grado de colaboración, e incluso presentando
rechazo en algunas tareas como el lavado de dientes o vestido de algunas prendas.
No presenta control de esfínteres, requiriendo pañal por incontinencia total.
94
mantener controlada su salud o seguridad.
Caso n.° 3:
95
•Inventario para la planificación de servicios y programación individual (ICAP).
4.Revisión de historiales.
En cuanto a las habilidades sociales, conoce normas básicas, sin embargo es una
persona algo introvertida a quien le cuesta hacer nuevos amigos. No evita los
enfrentamientos, aunque no es habitual que los mantenga, ya que la hacen sentir
culpable. Muestra un gran temor al rechazo social y a personas de su edad que no
96
presenten retraso mental, ya que ella sufrió numerosas burlas durante su etapa
escolar. Es una persona con dificultades para presentar una conducta asertiva
adaptada, en ocasiones puede resultar agresiva (utiliza un tono de voz muy elevado y
unos gestos fuertes), y sin embargo en otras ocasiones es incapaz de defender sus
derechos más básicos, dejando incluso que la agredan. Sin duda ésta es el área
donde más déficit presenta.
Conoce el uso del dinero, pero presenta problemas en las vueltas cuando son
cantidades mayores de lo habitual para ella. Sin embargo, a pesar de conocer el uso
del dinero, no es responsable en cuanto a la administración del suyo propio,
tendiendo a gastarlo indiscriminadamente, por ejemplo, en una sola salida en lugar de
administrarlo para todo el fin de semana.
Mantiene un grupo de amigos con los que sale los fines de semana haciendo un
uso correcto de algunos recursos de ocio de su comunidad; sin embargo, y a pesar
de su capacidad para integrarse con normalidad en la comunidad, sigue utilizando
recursos de ocio para personas afectas de retraso mental. Esto es fomentado desde la
familia al hacerles sentir más "seguros", según ellos mismos afirman.
97
No presenta problemas de salud importantes.Tan sólo tiende a sobrepasar su
peso ideal debido a conductas de ingesta incontrolada que la suceden cuando se
encuentra nerviosa o triste. Sin embargo, en este momento está siendo controlada
esta conducta, además de seguir una dieta específica, por lo que se está manteniendo
apropiadamente.
Desde su hogar, y sobre todo por parte del hermano, se la fomenta el uso de
recursos y se la pretende dar cada vez una mayor responsabilidad en tareas del hogar
y de cuidado de sí misma, así como en salidas y decisiones (con respecto a la ropa,
vacaciones, uso del dinero, orientación laboral ...).A nivel profesional, la familia, y en
concreto la madre, está muy interesada e inicia muchas acciones para proporcionarle
a R. C. A. entrevistas de trabajo, ya que su objetivo es la integración laboral de su
hija en un centro especial de empleo u otra modalidad de empleo protegido.
Preguntas de autoevaluación
98
99
100
101
Los apoyos son aquellos recursos y estrategias que persiguen promover el desarrollo,
educación, intereses y calidad de vida de una persona y que mejoran el funcionamiento
individual. Los servicios son un tipo de apoyo proporcionado por los profesionales y
agencias. El funcionamiento individual resulta de la interacción entre los apoyos con las
dimensiones de evaluación: aptitudes intelectuales; conducta adaptativa; participación,
interacción y rol social; salud y contexto. La valoración de las necesidades de apoyo
puede tener relevancia diferente en función de si el objetivo de la misma es de
clasificación o planificación de apoyos.
102
Para cada función de apoyo existen una serie de actividades que son representativas.
A través del uso de apoyos deseamos obtener como resultados personales la mejora de la
independencia, relaciones, contribuciones, participación en la escuela y la comunidad y
bienestar personal.
-Segundo paso: identificación de las actividades relevantes para cada área de apoyo
potencial teniendo en cuenta los intereses y preferencias del individuo. Se
valorarán las actividades y entornos en los que participará con mayor
probabilidad. Cada actividad representativa posee unas habilidades específicas
que se trabajarán a través de programas estructurados de intervención, los cuales
incluirán los contenidos teóricos, prácticos y actitudinales implicados.
-Tercer paso: evaluación del nivel o intensidad de las necesidades de apoyo. Se debe
determinar la frecuencia, la duración diaria y el tipo de apoyo para cada actividad
relevante. La frecuencia se puede valorar en una escala Likert de cinco ítems
(por ejemplo, aparición del apoyo al menos una vez al mes, al menos una vez a
la semana, al menos una vez al día, al menos una vez a la hora, más
frecuentemente). La duración se puede medir también en una escala similar, (por
ejemplo, menor de 15 minutos, entre 15 y 30 minutos, entre 30 minutos y 2
horas, entre 2 y 4 horas y más de 4 horas). La intensidad del apoyo puede
categorizarse como: ayuda verbal, ayuda verbal y física parcial y ayuda total.
103
necesidades de apoyo de cada individuo se obtiene a partir de los datos obtenidos
en el paso tercero y a raíz de éste se ha de desarrollar el plan individualizado de
apoyos. Para ello anotaremos preferencias o intereses del individuo, actividades y
áreas necesitadas de apoyo, actividades y lugares en los que la persona participa
con mayor frecuencia y funciones específicas de apoyo. Se debe hacer un mayor
énfasis en identificar los apoyos naturales disponibles y reflejar las personas
implicadas en otorgar los apoyos y resultados esperables.
Entre las directrices para aplicar el PAI resulta fundamental el adaptar la provisión de
apoyos a las necesidades y características individuales, proporcionar un sistema de
apoyos flexible y jerarquizado, centrado en la evaluación de las necesidades de apoyo y
que tenga en cuenta las características socioculturales, físicas, psicológicas y funcionales
de la persona.
Los roles que ha de adoptar el personal que provee los apoyos pueden y deben
variar según las necesidades de cada momento. En sus funciones han de cumplir una
papel de planificación de los recursos existentes y adaptación a cada individuo, poseer un
conocimiento extenso de los recursos comunitarios existentes, servir de orientador en
base a conocimientos y experiencias y, por último, un rol técnico que cubra el área de
adaptación de las tecnologías que asegure la adquisición y mantenimiento de habilidades.
104
Con respecto a los apoyos es importante que éstos se realicen en entornos
normalizados, integradores y que se adapten a las variaciones oportunas y bajo el
seguimiento necesario.
Dentro de esta área de apoyo se encuentran actividades tan importantes como las
relacionadas con los aspectos psicomotores, procesos cognitivos, aspectos emocionales y
lenguaje y comunicación.
Con objeto de mostrar el contenido de esta área de apoyo y sin pretender desarrollar
un programa exhaustivo de intervención, a continuación se muestran algunas de las
principales habilidades específicas de las actividades representativas más significativas de
esta área de apoyo.
Habilidades específicas:
1.5. Bipedestación.
105
-Actividad 2: motricidad fina.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
-Actividad 4: razonamiento.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
106
5.2. Memoria episódica a corto o largo plazo.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
107
7.2. Seguridad, autoconfianza y sensación de autovalía.
108
En las etapas de Educación Infantil y Primaria a partir del nivel previo de habilidades
que poseen los niños, se sigue en la línea de reforzamiento y ampliación de los
aprendizajes de las principales áreas del desarrollo. Las habilidades han de ser
desglosadas en componentes que sigan una secuencia ordenada más fácil de aprender. En
estas primeras etapas educativas las habilidades de autocuidado, comunicación y
socialización resultan prioritarias. A continuación son importantes las habilidades
motoras, pues les permiten en gran medida interactuar con el resto de sus compañeros.
Respecto a las habilidades académicas se busca la máxima funcionalidad en los
aprendizajes de lectoescritura y cálculo, siendo estos últimos mucho más difíciles de
adquirir. La enseñanza habrá de orientarse hacia destrezas relacionadas con la lectura de
indicaciones, anuncios, teléfonos, manejo del dinero o realización de compras.
Habilidades académicas menos funcionales deben abandonarse cuando no existe el
progreso o éste es especialmente lento. Al finalizar este período resulta beneficioso ir
explorando los intereses y capacidades profesionales de cada alumno.
Habilidades específicas:
109
1.1. Interacciones apropiadas con profesores y educadores.
110
3.16. Capacidades y actitudes prelaborales adecuadas.
Las actividades más relevantes dentro de esta tercera área de apoyo abarcan
habilidades de autocuidado de alimentación, aseo y vestido, habilidades domésticas de
diferente complejidad, aspectos relacionados con el mantenimiento de su salud y
seguridad, habilidades específicas de administración y organización, tareas básicas de
mantenimiento en el hogar, relaciones de convivencia, uso de tecnología dentro del hogar
y actividades de ocio.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
2.4. Afeitado.
111
2.7. Peinado.
-Actividad 3: vestido.
Habilidades específicas:
-Actividad 4: alimentación.
Habilidades específicas:
5.4. Planchado.
112
5.6. Tendido de la ropa.
Habilidades específicas:
6.1. Barrido.
6.2. Fregado.
6.7. Ordenar.
113
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
114
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
115
servicios de salud, iglesias, parques, áreas recreativas, centros culturales, etc. Se pretende
trabajar el conocimiento y comportamientos adecuados que propicien la integración.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
116
-Actividad 3: compras.
Habilidades específicas:
4.1.5. Empleo
Habilidades específicas:
117
Habilidades específicas:
2.1. Asistencia al puesto de modo regular y puntual sin ausentarse del mismo.
118
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
119
3.5. Revisiones o chequeos específicos de manera regular.
4.1.7. Conductual
Esta área de apoyo que se corresponde, en gran medida, con el área de conducta
adaptativa de autorregulación según el sistema de la anterior definición de Luckason,
contiene principalmente las actividades que se describen a continuación junto con sus
habilidades específicas implicadas.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
120
desventajas de cada una.
2.7. Generalización del uso de una estrategia eficaz para situaciones análogas.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
4.1.8. Social
Se refiere a las capacidades relacionadas con los intercambios sociales con las
personas del entorno, lo que abarca aspectos tales como el mantener conversaciones,
comprender y responder a los indicios situacionales, reconocer sentimientos,
121
proporcionar información propia y de otros, tanto positiva como negativa, autorregular la
conducta, ser consciente de los iguales, ajustar el tipo de interacción a mantener, ofrecer
ayuda, mantener relaciones personales, responder a las demandas de los otros y mostrar
un comportamiento sociosexual adecuado.
Habilidades específicas:
122
1.16. Ofrecimiento y solicitud de ayuda.
Habilidades específicas:
Para llevar a término estas funciones de apoyo son necesarias actividades que
constituyen, en su mayor parte, los procedimientos de evaluación y técnicas interventivas
123
habitualmente necesarias.
Otras estrategias de apoyo para llevar a cabo cada función son las que se describen a
continuación.
La guía verbal consiste en dar una información a una persona sobre la emisión o no
de una conducta en una situación dada y las consecuencias que de esa emisión se van a
derivar. La guía física consiste en dirigir físicamente la conducta adecuada que se
pretende que la persona adquiera. Suele ir acompañada de guía verbal, y cuando la
124
conducta se aprende, la guía física se va desvaneciendo.
El análisis de tareas busca identificar las tareas laborales que han de ser entrenadas
para la adaptación y óptimo rendimiento de la persona en el puesto laboral. El preparador
laboral deberá realizar una evaluación situacional que precise las necesidades de cada
sector laboral, las oportunidades y la posible evolución del mercado.
125
responsabilidad hacia la tarea requerida para posteriormente poder ir incrementando la
autonomía y el rendimiento en ritmo y calidad del trabajo realizado. Previo al
entrenamiento es necesario desglosar aquellas habilidades complejas implicadas en cada
tarea que se han de adquirir, en las habilidades más simples que la componen.
-Se modifica la secuencia, de forma que las personas aprenden a pensar y relajar
grandes áreas motoras tales como los brazos y las piernas, antes que las zonas
más difíciles como la frente.
-Generalmente se necesita más de una sesión para enseñar todos los grupos
musculares.
126
halagos, etc.). -1-
-Cuando la persona presenta deficiencias físicas, las técnicas deben ser modificadas
según el tipo de discapacidad. En ocasiones es preciso consultar con el
especialista.
-Es necesario tener en cuenta la medicación que está utilizando la persona, ya que
ésta puede llegar a tener algún efecto sobre los procesos de relajación.
-En general estas personas precisan de una mayor instigación y guía para utilizar la
relajación como un procedimiento de autocontrol.
-En aquellas personas que presenten graves dificultades o imposibilidad para tensar y
relajar todos los grupos musculares resulta imposible este tipo de terapia.
-La estimulación ambiental suele producir un efecto más distractor sobre las
127
personas con retraso mental más que sobre la población general; por tanto, la
relajación se deberá enseñar en habitaciones individuales o en cualquier otro lugar
que permita el mayor nivel de concentración de la persona, disminuyendo los
factores que puedan contribuir a su distracción.
B) Estrategias de tipo cognitivo y mixtas: tan utilizadas como las anteriores, tanto
más en personas con menor afectación, se encuentran estas técnicas, y aunque el
componente cognitivo constituye la base del procedimiento, éste suele aplicarse en
combinación con otros componentes de índole más conductual. Las estrategias cognitivas
más frecuentemente usadas son las siguientes: instrucciones y autoinstrucciones,
entrenamiento en comunicación, reestructuación cognitiva, solución de problemas,
habilidades sociales y entrenamiento en autocontrol.
Con las personas con retraso mental la preparación del plan de acción resulta
fundamental; para ello se desglosa en pasos la actuación de la solución seleccionada,
memorizándolos o verbalizándolos en la medida de lo posible. También es importante
conocer el orden de cada paso en relación al resto y temporalizar la tarea fijando la
duración y el momento adecuado de inicio y finalización.
128
eficacia de la solución seleccionada según los resultados obtenidos (autoevaluación), así
como a autorreforzarse tanto por alcanzar la solución como por intentarlo si no lo ha
conseguido.
129
social y personal. Se pretende una reinterpretación de los acontecimientos de modo que
se evite sesgar la información del entorno, sin cometer errores cognitivos como las
generalizaciones, magnificaciones, descalificación de lo positivo, es decir, se trata de
integrar todos los aspectos de la realidad de un modo eficaz para el man tenimiento de
una adecuada autoestima y autorrealización como persona.
Por último, y unificando las conclusiones del cuestionamiento anterior, será necesario
elaborar un pensamiento verídico alternativo que sustituya aquella creencia irracional
siempre que ésta aparezca.
130
1.Detección, descripción y medición de la disconducta que se quiere abordar. Se han
de identificar las conductas y las variables que las controlan. Para ello es
necesario:
131
-Las variables del organismo: modulan, matizan o interfieren la relación entre
la respuesta y la estimulación antecedente o consecuente.
132
reflejar la frecuencia (número de veces) o duración (tiempo de duración)
según el tipo de conducta objeto de observación.
133
alterar los procesos responsables del nuevo comportamiento que se quiere lograr
con los objetivos propuestos.
3.Ser constantes al aplicar las técnicas dando tiempo a las mismas para
asegurar su eficacia.
134
mismo tiempo, reforzar las conductas adecuadas que posea el sujeto, de forma que estas
conductas adecuadas vayan sustituyendo a las conductas inadecuadas que deseamos
eliminar. Es importante que la persona obtenga refuerzo por conductas adecuadas, para
evitar el desarrollo de conductas inadecuadas para obtener el refuerzo.
La extinción parcial es una modalidad que se utiliza ante disconductas cuya extinción
completa supondría un riesgo para sí mismo o para los demás. Se trata de ejecutar la
actuación del profesional del modo más aséptico posible, es decir, evitando proporcionar
un exceso de atención innecesaria que podría reforzar la disconducta.
135
restablecimiento de un comportamiento adaptado.
El coste de respuesta consiste en retirar algún reforzador tras haber emitido una
conducta inadecuada. Es decir, cuando la persona emite alguna conducta indeseable se le
retira lo más inmediatamente posible algo gratificante para él. Es importante que la
persona haya sido previamente informada de qué conducta va a producir la retirada del
refuerzo. Cuando no se disponen de reforzadores controlables es necesario
proporcionárselos en una fase previa durante un tiempo suficiente para que ese refuerzo
se convierta en algo deseable y por tanto adquiera valor reforzador. También resulta
necesario evitar "saldos negativos", es decir, que el coste no se acumule tantas veces o
tanto tiempo que la persona no pueda hacer nada para cambiar la situación, o la
posibilidad de hacerlo resulte tan demorada que pierda motivación para efectuar el
cambio.
La exposición graduada tiene como objetivo que la persona deje de dar una
respuesta surgida de un estado de activación provocado por una situación ansiógena. Se
trata de exponer a la persona a situaciones graduadas de menor a mayor intensidad hasta
que la ansiedad desaparezca, de modo que el organismo se habitúe y deje de responder
de ese modo ante esa situación. La persona puede, de este modo, desconfirmar sus
136
posibles expectativas de peligro al comprobar empíricamente la ausencia de contingencias
aversivas.
Existen una serie de combinaciones de técnicas que son las que se utilizan con mayor
frecuencia para distintas categorías de conducta problema. Sin embargo ha de tenerse en
cuenta que estas combinaciones no deben aplicarse de modo universal, sino que se deben
combinar las técnicas más adecuadas en función de los resultados del análisis funcional
específico realizado y de la propositividad latente de la disconducta, recordando las
pautas de uniformidad y consistencia y ofreciendo siempre un tiempo para que las
técnicas puedan tener su eficacia.
137
FIGURA 4. I.Hipótesis de la comunicación en los problemas de conducta.
Cuadro 4.1. Técnicas y pautas ante el negativismo u oposición por baja tolerancia
a la frustración
138
Cuadro 4.2. Técnicas y pautas ante la evitación de una situación estresógena
139
Cuadro 4.3. Técnicas y pautas ante las disconductas como medio de estimulación
140
Cuadro 4.4. Técnicas y pautas ante las disconductas como medio de comunicar
una demanda
141
Cuadro 4.5. Técnicas y pautas ante las disconductas como medio de liberar
ansiedad derivada de una alteración psicopatológica orgánica
142
Cuadro 4.6. Técnicas y pautas ante una disconducta como demanda de atención
143
4.2.3. Estrategias de organización del entorno
144
las características propias del entorno (eliminación de barreras), la manipulación de
antecedentes (estímulos discriminativos) y la creación de entornos con consecuencias
efectivas.
145
disconducta. Resulta necesario controlar la cantidad administrada, de modo que no
interfiera en el funcionamiento adaptativo, su habilitación ni sus capacidades cognitivas.
Con respecto a los neurolépticos, se encuentra muy extendido el uso en personas con
retraso mental, han sido utilizados en el tratamiento de numerosos síntomas
146
psicopatológicos y de problemas de conducta, como en las estereotipias, hiperactividad,
agitación o conductas auto o heteroagresivas. Ha resultado consistente la eficacia del
empleo de determinados neurolépticos en el tratamiento de diversas alteraciones
relacionadas con la esquizofrenia o el trastorno bipolar. La acción bloqueante de los
receptores dopaminérgicos podría explicar su eficacia ante conductas autolesivas si se
consideran éstas, según diversos trabajos, como el resultado de una hipersensibilidad de
los sistemas de recepción dopaminérgicos; por otra parte, su efecto más constatado
supone la disminución de conductas estereotipadas. Es importante administrar aquella
dosis idónea que, controlando la sintomatología psicótica, provoque los mínimos efectos
secundarios que pudieran agravar el adecuado funcionamiento cognitivo o psicomotor e
interferir en los programas de rehabilitación.
Los eutinizantes, como el carbonato de litio, son los fármacos más ampliamente
utilizados en los trastornos afectivos cíclicos y en algunas alteraciones de conducta.
Algunos fármacos anticomiciales pueden constituir una alternativa al litio cuando éste no
puede ser utilizado.
147
aparecen en el rendimiento cognitivo.
Cuadro resumen
148
Cada actividad engloba habilidades específicas a trabajar a través de programas
estructurados de intervención.
-Para llevar a cabo las funciones de apoyo son necesarias estrategias que se
encuentran constituidas por: estrategias para el entrenamiento en habilidades
(conductuales, cognitivas y mixtas), estrategias de apoyo conductual, estrategias
para la organización del entorno y otras.
Caso n.° 1:
149
-Actividad de apoyo 1: motricidad gruesa.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
•Coordinación oculomanual.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
150
2.aÁrea de apoyo: enseñanza y educación.
Habilidades específicas:
Con respecto al apoyo psicofarmacológico, se señala que desde hace unos meses
se ha probado la administración de Aricept 5 mg (0-1-0) sin obtener los resultados
deseados, por lo que se ha procedido a la retirada de dicho fármaco.
Caso n.° 2:
151
apoyo de desarrollo humano, y se dirige principalmente a la estimulación de la
percepción sensorial y a la instauración de prerrequisitos básicos de aprendizaje o
comunicativos.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
152
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
Estrategias de apoyo:
Caso n.° 3:
153
protección y defensa. En el resto de las áreas relacionadas con las actividades de la
vida diaria, tanto en el hogar como en la comunidad, R.C.A. presenta un aceptable
nivel de funcionamiento, si bien es necesario continuar consolidando algunas
habilidades específicas.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
•Habilidades de empatía.
Habilidades específicas:
154
Habilidades específicas:
•Apariencia personal.
Habilidades específicas:
•Planchado.
•Lavado de la ropa.
•Tendido de la ropa.
Habilidades específicas:
•Ordenar.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
155
•Dejar indicaciones escritas.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
156
•Elaboración del currículo.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
157
Habilidades específicas:
•Servicios de orientación.
•Citas médicas.
•Servicios ambulatorios.
•Servicios de urgencias.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
158
su efectividad.
Habilidades específicas:
Habilidades específicas:
159
-Actividad de apoyo 1: comportamientos de autoprotección y defensa de otros.
Habilidades específicas:
El tipo de apoyo requerido en la mayor parte de los casos será de tipo limitado,
precisando únicamente guía verbal en la ejecución de cada habilidad.
Preguntas de autoevaluación
160
161
162
5.1. Recibir la noticia
"¿Por qué me ha pasado esto a mí?" "¿Qué he hecho de malo?" Éstas son algunas de
las preguntas que aparecen en aquellos padres que reciben la noticia de una discapacidad
de su hijo. Sin duda, nadie está preparado para recibir esta noticia. Ninguna respuesta
llega a explicar este hecho.
En los momentos previos a recibir el diagnóstico los padres perciben que algo no va
bien. Cuando verifican sus temores sufren un s hock emocional en el que fluyen
sentimientos de ansiedad, rechazo, culpa, prejuicios sobre la discapacidad, negación,
rabia y otros.
163
La diversidad es la nota dominante de la persona con retraso mental. Su desarrollo
intelectual va a oscilar entre un grado de retraso grave y una inteligencia próxima a la
normal. Del mismo modo, también varía su conducta y su actitud emocional; pueden ser
tranquilos y pasivos o hiperactivos, tener un comportamiento adaptado o mostrar
importantes problemas de conducta.
Las evaluaciones comparando con escalas evolutivas tan sólo nos deben servir como
orientación del estado actual, pero no como previsión de la evolución posterior. Por otro
lado, cada caso lleva consigo su propia singularidad, y el desarrollo de las distintas áreas
de funcionamiento no se produce de modo paralelo, sino que cada área puede avanzar
hasta muy distintos niveles de manera independiente. Esto es lo que se viene a
denominar un desarrollo heterocrónico.
Tal y como propone la definición de retraso mental, éste pasa de ser considerado un
rasgo absoluto del individuo a ser una expresión de la interacción entre la persona y su
entorno. Por lo tanto, toda intervención debe ir dirigida simultáneamente sobre la
persona, la familia y la comunidad.
La familia de la persona con retraso mental, aunque pase por momentos difíciles, no
es extraña ni diferente, sino que es tan "normal" como cualquier otra. Tener un hijo con
retraso va a influir de modo determinante, pero la reacción de la familia no es uniforme,
las hay que muestran grandes dificultades, frente a otras que se adaptan bien a su nueva
situación. Todos los padres necesitarán un tiempo considerable para acostumbrarse a su
nueva realidad, y sin embargo la respuesta ante ésta no ha de ser necesariamente
patológica. Influyen factores como el nivel económico, la personalidad y creencias de los
padres, el apoyo social y las propias características del niño, tales como su salud física,
su grado de retraso o la presencia de problemas de conducta. De hecho, las
manifestaciones psicológicas que aparecen pueden entenderse dentro del marco de la
teoría del estrés-afrontamiento de Lazarus y Folkman (1984). Según este modelo, la
situación resultante surge de la interacción entre la apreciación de la experiencia y sus
estrategias de afrontamiento.
164
FIGURA 5.1. Teoría del estrés-afrontamiento de Lazarus y Folkman.
Los factores estresantes están constituidos por los déficit del sujeto y las
consecuencias derivadas de los mismos, esto es, tareas de cuidado, carencia de tiempo
propio, tensión intrafamiliar, gastos económicos, problemas de salud física y sentimientos
o emociones negativas que pueden surgir.
La percepción de las demandas se define por la propia experiencia del cuidador y por
su apreciación personal que hace de la situación.
Las reacciones afectivas negativas que con más frecuencia se dan en los familiares
de la persona con retraso son sentimiento de pérdida, irritabilidad, vergüenza,
culpabilidad y depresión.
165
situación que se vive y la manifestación de los déficit de su hijo.
La culpa se desencadena al sentirse responsables de algún modo tanto del origen del
problema como de las consecuencias de éste.
Por otro lado, algunas de las estrategias de afrontamiento desadaptativas que con
más frecuencia se dan ante los factores estresantes son negación del diagnóstico,
proporcionar una protección excesiva inadecuada, entregarse hasta renunciar a cualquier
tipo de satisfacción propia o huida de la situación volcándose en otros aspectos.
166
La infancia es un período clave en el desarrollo de la persona, con y sin
discapacidad, debido a tratarse de una etapa sumamente vulnerable a los aspectos
ambientales.
Todos los miembros han de participar en la educación del niño, evitando cargar la
responsabilidad sobre uno solo. La participación de los hermanos en la aplicación del
programa resulta ventajosa para ambos. Un buen apoyo intrafamiliar por parte de todos
los miembros de la familia provoca una disminución de los niveles de estrés.
Una participación activa de la familia resulta clave para el éxito de los programas de
intervención temprana. Éstos se llevan a cabo en un centro especializado y son
continuados en el hogar por los familiares o algún miembro del equipo profesional.
El enfoque sistémico supone que el desarrollo del niño viene afectado por las
interacciones establecidas con los cuidadores y con sistemas menos inmediatos como el
familiar o el social. Por ello, si tradicionalmente la intervención temprana se dirigía
exclusivamente a la estimulación precoz del niño, en la actualidad la concepción de
intervención temprana engloba la estimulación precoz junto con actuaciones dirigidas
hacia la familia y la comunidad con el objetivo de mejorar aquellos aspectos que de
modo global aceptan al desarrollo del niño (patrones de interacción, obtención de
recursos, etc.).
Los principales objetivos de la intervención temprana son lograr que el niño adquiera
el máximo de autonomía en las distintas áreas del desarrollo e informar y apoyar a la
familia, todo ello dentro de unas estrategias de enseñanza lo menos artificiales y más
ecológicamente relevantes posibles.
167
asesorarles prestándoles las orientaciones que requieran y, por último, instaurar un
adecuado patrón de interacción padre-hijo.
Por último, es importante fomentar las redes de apoyo social formal o informal, que
pueden llegar a actuar como moduladores en algunas situaciones difíciles. Se les
proporcionará información sobre los recursos de ayuda existentes, tanto por parte de las
distintas instituciones (programas de respiro, ayuda a domicilio, centros de día), como a
través de redes no profesionales (grupos de autoayuda, escuelas de padres). No sólo se
trata de proporcionar información puntual, sino de promover su capacidad personal para
movilizar esos recursos y los suyos propios.
168
tenido la oportunidad de jugar con otros niños y que estén acostumbrados a participar en
las tareas cotidianas, tendrán menos dificultades en ajustarse a la escuela.
En todas las etapas educativas es importante que exista una interacción frecuente
entre el personal de la escuela y los padres del niño. Las leyes exigen que los sistemas de
escolarización desarrollen programas educativos adecuados y adaptados a niños con
retraso dentro de ambientes lo menos restrictivos posible. El centro educativo deberá
desarrollar un programa de educación individualizada específicamente de acuerdo a las
necesidades del niño (PEI). La participación familiar favorece la generalización de los
aprendizajes de la escuela a su ambiente natural. Para proporcionar un programa
educativo óptimo es necesaria una estrecha y activa supervisión por parte de los padres,
tanto en el diseño del programa como en la evolución de los logros conseguidos.
En los casos, que resultan los más habituales, en los que no puedan acceder a los
169
módulos de formación profesional, existe la alternativa de realizar los programas de
preparación para la vida adulta y los programas de garantía social. Los primeros se
dirigen a alumnos con necesidades de apoyo generalizado, mientras que los segundos
cumplen una orientación más de preparación para la integración laboral.
Existe gran variabilidad en los niveles de independencia que alcanzan las personas
adultas con retraso. Algunas necesitan durante toda la vida un apoyo total en actividades
básicas de la vida diaria, y otros en cambio consiguen desarrollar una actividad laboral
normalizada y dominar tareas domésticas complejas.
170
mecanismo denominado empleo con apoyo.
-El desarrollo del perfil del usuario en función de sus aptitudes y preferencias.
-Análisis del puesto de trabajo y selección del empleo según el perfil recogido.
Existen diversos sistemas de vida para los jóvenes adultos con retraso mental como
el domicilio familiar, residencia, pisos tutelados compartidos y piso propio. En cada una
de estas opciones pueden requerir diversos grados de supervisión. Desde una supervisión
diaria o eventual de cuidadores o familiares que comprueben la ejecución de tareas
complejas, hasta una supervisión total llevada a cabo en el hogar o en una residencia. En
cualquier caso los padres deben mantener un papel activo, tanto para comprobar su
situación como para mantener el vínculo afectivo.
171
familia, pero en determinados casos los problemas de conducta o de salud tanto de la per
sona como de sus padres puede determinar su incorporación a un servicio residencial.
Resulta evidente que una preocupación familiar es el hecho de que los padres no
estarán siempre disponibles para poder atender a su hijo; por ello una adecuada y
consensuada planificación del futuro del miembro con retraso mental resulta necesaria
para el afrontamiento de esa realidad. Los padres, junto con el resto de los hijos, deberán
plantear el futuro responsable de los aspectos legales y financieros de la persona.
Aunque pueda parecer una sobrecarga el hecho de proponer a algún hijo el hacerse
cargo de la responsabilidad del otro, la experiencia ha demostrado que, lejos de ser así,
esta circunstancia se vive con naturalidad llegando a ser muy enriquecedora para el
hermano que se hace cargo.
Algunos factores clave para desarrollar ese rol con mayor satisfacción y calidad de
vida van a ser la capacidad de ser flexibles, una planificación pormenorizada del futuro
inmediato y a largo plazo, el contar con una red sólida de apoyo social y el uso de
estrategias activas de afrontamiento.
La atención social se hace a través de la red básica de servicios sociales, de los que
dependen programas como el de ayuda a domicilio y otros; también orientan y canalizan
las solicitudes para los servicios especializados, plazas de residencias, de centros
ocupacionales, etc.
172
proporcionan desde los centros base de atención a minusválidos por parte de equipos
multidisciplinares de valoración y orientación. Este servicio determina la calificación
oficial de minusvalía necesaria para solicitar cualquier tipo de prestación. Los equipos de
orientación educativa y psicopedagógica son los encargados de la valoración anterior a la
escolarización en programas de integración escolar o en centros de educación especial.
Los programas de respiro permiten que la familia pueda cumplir con otros
compromisos o disfrutar de vez en cuando de un período de descanso. Los requisitos de
selección y la duración del servicio son variables. Pueden llevarse a cabo en un centro o
en su domicilio, del mismo modo puede tratarse de períodos cortos o del tiempo que se
pueda necesitar para un período vacacional de mayor duración.
173
simultáneamente a las mismas escuelas infantiles que son utilizadas por el resto de la
población infantil.
Existen también servicios residenciales para personas con menor grado de afectación.
Estos servicios podrán ser a modo de hogares residenciales, pisos en medio urbano o
residencias con servicios de centro ocupacional.
La mayor parte de estas residencias suele contar con plazas en régimen de centro de
174
día, así como algunas plazas para estancias temporales.
Son posibles tres tipos de guarda: la patria potestad prorrogada, en caso de que sus
padres puedan ejercerla; la tutela, cuando los padres no existan o no puedan, y la
curatela, cuando se declara incapacidad parcial, señalándose los actos que puede y no
puede realizar por sí mismo.
En aquellos casos en los que no exista un tutor en el ambiente familiar más próximo
175
puede recurrirse a las fundaciones tutelares. Éstas son organizaciones sin ánimo de lucro
que realizan las funciones de los padres o tutores administrando sus bienes y velando por
su bienestar. La fundación es una entidad jurídica y la relación personal es llevada a cabo
de modo directo a través del delegado tutelar designado por el patronato de la fundación,
que es su órgano rector.
176
177
178
179
180
Lecturas recomendadas
Luckasson, R., Coulter, D. L., Polloway, E. A., Reiss, S., Schalock, R. L., Snell, M. E.,
Spitalnik, D. M. y Stark, J. A. (1992). Retraso mental. Definición, clasificación y
sistemas de apoyo. Madrid: Alianza Editorial.
Luckasson, R., Borthwick-Duffy, S., Buntinx, W., Coulter, D., Craig, E., Reeve, A.,
Schalock, R. y Snell, M. (2002). Mental Retardation. Definition, Classification, and
Systems of Supports. Washington: American Association on Mental Retardation.
Este texto constituye una fuente indispensable para cualquier persona interesada
en el campo del retraso mental. Presenta el marco de referencia más actual para el
diagnóstico y clasificación y planificación de apoyos de las personas con retraso
mental.
Bibliografía
Carr, E. G., Horner, R. H. y Turnbull, A. P. (1999). Positive behavior support for people
with developmental disabilities: A research synthesis. Washington, DC: American
Association on Mental Retardation.
181
Carrol, J. B. (1993). Human cognitive abilities: A survey of factoranalytic studies. Nueva
York: Cambridge University Press.
Deb, S., Matthewx, T., Holt, G., Bouras, N. y cols. (2001). Practice Guidelines for the
assessment and diagnosis of mental health problems in adults with intellectual
disability. Londres: Pavilion Publishing.
Esquirol, J. E. (1838). Des maladies mentales, considerees sous les rapports médiceux,
hygiéniques, et médico-légaux. París: Bailliére.
-(1998). Are there additional intelligences? The case for naturalist, spiritual and existential
intelligences. Education, information and transformation, 111-132. Englewood Cliffs,
NJ: Previtece Hall.
182
Heber, R. A. (1959). A manual on terminology and classification in mental retardation.
American Journal of Mental Deficiency, 64.
Pueschel, S. M. (2002). Síndrome de Down: hacia un futuro mejor. Guía para padres.
Barcelona: Masson.
Seguin, E. (1846). Traitment moral, hygiéne et education des idiots et des autres enfants
arnéres. París: Bailliére.
Spearman, C. (1927). The abilities of man: Their nature and measurements. Nueva York:
Macmillan.
Sternberg, J. (1988). The triarchic mind: A new theory of human intelligence. Nueva
York: Penguin.
183
General II. Madrid: UNED.
184
185
• GUÍAS DE INTERVENCIÓN
2 Fobia social
Bados,Arturo
4 Rehabilitación neuropsicológica
5 Esquizofrenia
Rodríguez,Abelardo (editor)
6 Parafilias y violación
Cáceres,José
7 Abuso de alcohol
Echeburúa, Enrique
Buela-Casal, G./Sánchez,A. J.
9 Trastornos de la personalidad
Belloch Fuster,A./Fernández-Álvarez, H.
10 Juego patológico
186
Fernández-Alba,A./Labrador, F.J.
11 Alucinaciones y delirios
Valiente, Carmen
Robles, J.I./Medina, J. L.
13 Estrés
Larroy, Cristina
• GUÍAS TÉCNICAS
2 Hipnosis
Ezpeleta, Lourdes
5 Habilidades sociales
6 Exploración psicopatológica
187
Baños Rivera, R.M.°/Perpiná Tordera, C.
7 Intervención en crisis
Vázquez, Carmelo
12 Consejo psicológico
188
Índice
Capítulo 1. Introducción 13
1.2. Concepto y clasificación actual 19
1.3. Principios básicos: normalización e integración,
23
autodeterminación y calidad de vida
1.4. Epidemiología 27
Cuadro resumen 30
Exposición de tres casos clínicos 31
Preguntas de autoevaluación 33
Capítulo 2. Etiología 36
2. 1. Variables implicadas 39
2.1.2. Ambientales 40
2.2. Clasificación etiológica actual 41
Capítulo 3. Evaluación 52
3.1. Áreas de evaluación 54
3.1.2. Conducta adaptativa 57
3.1.3. Participación, interacción y rol social 59
3.1.4. Salud 60
3.1.5. Contexto social 68
3.1.6. Otras áreas relevantes 69
3.2. Procedimientos de evaluación 73
3.2.2. Observación y registros 74
3.2.3. Cuestionarios, inventarios y escalas 81
3.2.4. El informe 84
3.2.5. Otras pruebas 88
Capítulo 4. Pautas para la intervención (1): guía para profesionales 100
4. 1. Principales áreas de apoyo 104
4.1.2. Enseñanza y educación 108
4.1.3. Vida en el hogar 110
189
4.1.4. Vida en la comunidad 115
4.1.5. Empleo 116
4.1.6. Salud y seguridad 117
4.1.7. Conductual 120
4.1.8. Social 121
4.1.9. Protección y defensa 122
4.2. Estrategias de apoyo 123
4.2.2. Estrategias de apoyo conductual 130
4.2.3. Estrategias de organización del entorno 144
Capítulo S.Pautas para la intervención (II): guía para padres 161
5.2. Expectativas sobre su desarrollo 163
5.4. Infancia, adolescencia y edad adulta 166
5.5. Recursos sociales 172
5.6. Aspectos jurídicos relacionados 174
Clave de respuestas 176
Lecturas recomendadas y bibliografía 179
190