EL
ARTE DE LA
Aprender a contemplar
El camino donde desembocan todos los caminos
Esperar en la puerta
¿Es posible trascender el pensamiento?
Despertar de los sueños
Contemplar es romper límites
Sabiduría en el vivir
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ARTE DE LA
CONTEMPLACIÓN
CONSUELO MARTÍN
De esta edición:
Indice
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CAPÍTULO III. VIVIR EN LA CONTEMPLACIÓN ES VIVIR LO INFINITO
EL ARTE DE LA CONTEMPLACIÓN
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Bibliografía y contacto
Prefacio
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Doy gracias a la Inteligencia sagrada por empujar a mi persona a llevar a
cabo esta labor durante toda mi vida, y agradezco personalmente a los
familiares y amigos el apoyo que me han dado en este hacer.
Introducción ╬
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sencillo, como lo es la verdad.
Para contemplar hay que atravesar el silencio. Desde el bullicio del pensar,
sentir, desear, temer, no se presentará la contemplación. Para contemplar
hay que atravesar el silencio, amplios ámbitos de profundo silencio. Es
entonces cuando se hace en la mente un espacio vacío envuelto en una
gran serenidad, en una gran paz. Se deshace así lo que creía ser y lo que
creía eran los otros, lo que pensaba eran la vida o el mundo. Y una mente
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que no se encuentra encadenada en las experiencias del pasado y los
proyectos del futuro vive un presente eterno.
CAPÍTULO I
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las de ser de una determinada manera según lo que los demás piensan.
Dejemos a un lado los proyectos pensados acerca de lo que se ha de hacer
para tener éxito en esto o aquello, y miremos de nuevas lo que
el pensamiento es. Puede parecer algo imposible, distraídos como estamos
en tantas cosas; pero en un instante lúcido, tal vez sólo un asunto me
interese: descubrir la verdad sobre mi vida, ver qué la está moviendo y qué
la está limitando a un movimiento siempre cambiante de pensamientos.
Sin duda es posible ver esto con todas sus consecuencias.
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tradicional. Otras se arreglan según el gusto moderno, percibiéndose en el
ambiente actual una renovación de técnicas para obtener los deseos de
forma milagrosa. Así, tenemos en nuestros días una amplia gama de
ofertas que nos prometen adquirir unas u otras energías.
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Si observamos cómo se fabrica nuestra vida, nos percataremos enseguida
de cuántos conflictos ocultan los engaños que crean los miedos y las
ambiciones. Cuando quiero tener amor, no lo tengo en absoluto debido a
que mi actitud es ego-centrada; y cuando quiero comprender a los demás
porque me conviene hacerlo, no los comprendo debido a que mi mente
está centrada en mis pensamientos interesados, y de esa manera no hay
posibilidad de una apertura a lo Real que se presenta continuamente y en
cada situación.
Cuando, como amante de la sabiduría que soy, miro qué es la realidad, qué
es la vida, lo que aparece enseguida son unas proyecciones trazadas sobre
los raíles de los hábitos. Veo entonces que acostumbro a interpretar las
sensaciones de la manera en que siempre lo he hecho, y que suelo pensar
con las connotaciones que todos repiten sin cuestionar. Veo entonces que
es a este conjunto de hábitos a lo que llamo Realidad.
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Me bombardean de información por todos lados repitiendo que se trata de
datos nuevos, cuando son las mismas consig-nas del pasado presentadas
según la moda actual. Llamamos vida al conflicto en el que vivimos
semiinconscientemente. No puedo ver lo que es real; no lo puedo ver
desde el lugar en que me encuentro, no lo puedo ver pensándolo.
Podríamos decir que esa zona del pensamiento, que es la mente con-
dicionada, crea la vida inauténtica, tal como siempre lo ha manifestado el
hinduismo y tal como lo dijo en nuestra épo-ca el sabio Krishnamurti. Por
el contrario, la Vida auténtica, la Vida verdadera es expresión espontánea
de la mente incondicionada. Y esa capacidad mental libre es pura lucidez.
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actúa en nosotros, y es entonces cuando se obedecen consignas sin darse
cuenta de nada. En el vivir cotidiano se da la paradoja de que cuanto
menos quiere alguien saber de la mente y sus productos pensados, cuando
menos quiere alguien ser intelectual sino vital o sentimental, más domina
su vida el pensamiento. Porque decir «No quiero pensar» es absurdo. Lo
inteligente es que el pensamiento sea visto ocupando su lugar; es poder
verlo y darme cuenta de que no es esa mi esencia. Al producirse en mí la
desidentificación de la zona del pensamiento, ya sea por madurez, por
sabiduría o por comprensión, es decir, al comprender lo que es
pensar, entonces el vacío del que surge el movimiento de pensar se vive
como plenitud, pues es pura lucidez. Y la luz lo es todo.
Si me pregunto qué soy, siempre pienso que soy algo. Pero eso que creo
ser no lo soy en verdad, pues todo ello se reduce a una proyección
pensada. Creo que soy una persona con unas cualidades, defectos,
experiencias, títulos, costumbres, cultura memorizada..., pero sea cual sea
el objeto pensado, eso no es lo que soy.
¿Cómo descubro lo que soy en verdad para poder vivir desde ahí? La
respuesta a esta pregunta no pasa por ningún conocimiento, método ni
consiga adquirida en el pasado. Es la serena lucidez.
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¿CÓMO SALIR DEL CÍRCULO DEL PENSAMIENTO?
La plenitud que añoro está fuera del pensamiento racional, tanto como está
fuera de la emoción irracional. Nadie, por tanto, puede alcanzar la plenitud
pensando o sintiendo. Y sin embargo, es posible el descubrimiento
deslumbrante de lo Real. En un instante en que el pensamiento no intenta
nada, cuando desaparecen momentáneamente las creencias y las
acostumbradas pautas de conducta, ya sean sociales, políticas o culturales,
es posible que surja en mí la necesidad de vivir en lo verdadero dejando de
moverme en las direcciones pensadas. La constante inquietud de desear
algo nos mantiene en un movimiento que obstaculiza el paso natural de la
luz que somos.
Estamos diciendo que al pensar no vivimos desde esa luz, pero ello no
significa que nuestra meta consista en dejar de pensar. Lo que se persigue,
finalmente, es que dejemos de creer que somos el pensamiento.
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Aquello que pasa por la mente me hipnotiza de tal manera que de
inmediato actúo, y vivo a partir de esa reacción.
Tengamos en cuenta que no hay salida dentro del círculo pensado, es decir,
desde lo psicológico. Y si en alguna ocasión nos parece que un problema
se ha resuelto desde ahí, observemos bien hasta que descubramos que
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estábamos mirando sólo apariencias, sólo aspectos superficiales de la
situación problemática, y enseguida veremos que la resolución de estos
aspectos triviales no toca la raíz del conflicto de nuestro vivir.
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pensamiento no tiene ya salida porque la comprensión ha cerrado ya todas
sus escapatorias hacia lo falso, se queda tranquilo; y al abandonar esa
inquietante tarea de evasión de lo Real, permite la transparencia para que
se produzca una renovación de la mente. Es un momento de libertad.
Alguien podría objetar: «Conocer algo es pensar sobre ello. ¿Cómo puedo
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darme cuenta si no pienso?» Y es precisamente para desvelar esta falacia
por lo que hemos de investigar en nuestra conciencia, sin dejar ninguna
creencia pre-
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DE LA VIDA TOTAL?
vimiento universal que llamo mi propio yo, no son sino la misma lucidez
de la Vida incondicionada cuando se expresa en las condiciones
temporales. Al ritmo constante del movimiento temporal se presenta lo
eterno, lo que Es, como algo limitado en la superficie pensada de la
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objetividad. Y ese bello contacto que se produce allí donde se une aquello
eterno con lo finito, esa chispa del resplandor de la luz, crea a su
alrededor el anhelo de amor que sentimos. Si sentimos ese amor, si
intuimos que es ilimitado, sabremos que no estamos encerrados en una
forma que se desarrolla y se disgrega en el tiempo.
Sería deseable que no sólo sintiéramos el amor sino que, expandida la luz
en todas las direcciones, nuestra mente quedara iluminada y, con ella, la
totalidad de nuestra vida. Así, no tendríamos por un lado un bello
sentimiento amoroso y por otro unas ideas egocentradas inducidas por la
pasada experiencia personal y la cultura colectiva. Así, ya no viviría más
como una persona con ciertas capacidades y ciertas barreras, con amigos y
enemigos de los que dependo, con triunfos y fracasos que me determinan a
una condición de vida que experimento como impuesta por otros.
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Las mismas cosas suceden una y otra vez, y siempre nos parece que la
solución a los problemas consiste en cambiar el argumento de la novela.
Me parece que el estilo de vida que me ha caído en suerte es desfavorable;
pero si fuera otro, si me sucediera lo que le sucedió a otra persona,
entonces todo iría bien. Creemos que si combinamos unas cuantas ideas,
confeccionaremos nuestra vida feliz y rápidamente. Así, el pensamiento se
dispara en teorías colectivas e individuales para mejorar la situación. Pero
el conflicto persiste.
CAPÍTULO II ╬
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Aprender a contemplar
Habitualmente, creemos que somos una unidad, una persona, una realidad
separada, única. Todo esto va a ir cayendo en las investigaciones que
vamos a realizar a lo largo de este libro. No somos ninguna unidad, sino un
montón de intereses unidos; somos una variedad de hábitos y de memorias
que van saliendo en un momento o en otro.
Para que la mente se vaya tornando contemplativa, tenemos que pasar por
ese baño de darnos cuenta de que no somos absolutamente nada de lo que
creemos ser. Puedo decir: «Pero yo soy una persona», «un hombre», «un
hijo de Dios», «un europeo», «un español», «un joven», «un intelectual»,
«un médico», «un esposo», «una madre», «una amante», «una esposa» ...
Pero no soy nada de eso, no soy nada de lo que creo ser. Siguiendo el
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lenguaje de la tradición perenne de sabiduría, se podría decir que ese baño
de la verdad es una iniciación. De hecho, ésa es la verdadera iniciación, y
no las pruebas exteriores para ver cómo reaccionamos. Esas pruebas son
sólo constataciones externas. La verdadera iniciación es el
descubrimiento de que no soy nada de lo que creo ser. Éste es el auténtico
fundamento de la contemplación.
dos. Cuando finalmente vemos, no nos preocupamos ya más por querer ser
esto o aquello, o estar de una manera o de otra.
Dejemos ya todo ese bagaje de deseos, incluidos los deseos de estar más
sereno, más tranquilo, tener más paz, ser más creativo, comprender más a
los demás, ser mejor, más inteligente, más libre, realizado, sabio, etc. Todo
ese bagaje tiene que ir desapareciendo para que nuestra contemplación sea
verdadera. Incluso hay que dejar de lado toda clase de astucias, como es,
por ejemplo el afán de conseguir un método para contemplar. Al
investigar, no nos interesa lo que puede conseguir una técnica. Porque,
efectivamente, una técnica se puede hacer mejor o peor; todo depende de
cómo esté colocada la persona. Pero dado que lo que verdaderamente
importa no es la colocación de la persona sino la colocación de la
conciencia, ¿para qué ponerse a hacer técnicas que se van a efectuar peor o
mejor? Coloquémonos bien de una vez y nos sobrarán las técnicas. Con
una técnica no nos vamos a colocar bien en la conciencia. Ello sólo será
posible al abrir los ojos a la verdad siempre nueva.
No hay ningún truco para ser lo qué somos; y no lo hay por una razón muy
simple: porque ya lo somos. Los métodos y disciplinas, o también
podemos llamarlos despectivamente «trucos», son para llegar de un lugar a
otro: «Estoy aquí donde soy menos y voy a ir hasta allí donde voy a ser
más». No es éste el camino de la contemplación. Lo que soy está ya aquí, y
siempre lo estuvo. Lo que me impide verlo es sólo un sueño, una
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distracción, una atrofia de mi visión. Esas limitaciones, esos obstáculos
son los que la contemplación va a ir disolviendo, ya sea poco a poco, ya
sea rápidamente o bien en un simple instante; no importa el tiempo. De
hecho, a medida que los errores van cayendo, va apareciendo la libertad; y
un día, en un abrir y cerrar de ojos, surge lo eterno.
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conocimientos; yo no vengo pertrechada con conocimientos, no vengo
provista de un bagaje de conocimientos que enseñar. De hecho, no sé lo
que va a aparecer en las investigaciones. En las contemplaciones vamos a
vivir ese descubrimiento: de hecho, contemplaremos cómo se vive desde el
descubrimiento de la verdad, cualquiera que ésta sea. Y durante todo el día
—porque no podemos pensar que contemplar es solamente hacer un rato
de silencio— vamos a estar en silencio1.
EMPEZAR RECONOCIENDO LA IGNORANCIA
Nadie hace las cosas bien o mal. Todas esas clasificaciones «bien» o
«mal», «los que saben» o «los que no saben», etc., carecen de valor.
Empezamos estas investigaciones siempre preguntándonos qué es
contemplar, a pesar de que la mayoría de nosotros llevamos muchos años
contemplando, unos de una manera y otros de otra. Sin embargo, siempre
comenzamos preguntándonos qué es contemplar. Y así tiene que ser,
porque nuestra persona no sabe absolutamente nada; y no hay sabiduría sin
dar un primer paso que Sócrates expresó hace muchos años. Este primer
paso es el reconocimiento de que no sé nada. Antes de este paso puede que
se conozcan muchas cosas, pero no hay sabiduría. Ésa es la diferencia.
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Las personas sólo buscamos mejorar nuestra «calidad de vida». Si la
persona hablara con sinceridad, diría que aspira a mejorar su vida, a
sentirse mejor, a ser más esto o más lo otro, a tener menos defectos, a tener
menos problemas, a mejorar sus relaciones con los demás, etc. Si dijera
que viene a realizarse o a ser espiritual, sería una persona más
rebuscada, ya que posee ciertas informaciones, ha leído libros espirituales,
etc.; pero seguiría sin haber entendido nada de lo que es la libertad,
seguiría malinterpretándolo todo.
Gustavo Adolfo Bécquer escribió: «Ansia perpetua de algo mejor, eso soy
yo». Se había dado cuenta, ya desde muy joven, de que su vida era un
ansia constante de algo mejor. No importa lo que uno consiga, el ansia
siempre está ahí. De modo que Bécquer consiguió ser un gran poeta, como
otros pueden conseguir tener muchísimo dinero, ser muy esbeltos, muy
bellos, reconocidos, tener muchos amigos, tener mucho poder... Pero no
importa lo que uno consiga, seguimos siendo un «ansia perpetua de algo
mejor» hasta que descubrimos que no somos nada de lo que creemos ser.
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El ansia perdurará mientras no aprendamos a contemplar.
CONTEMPLAR EN EL SILENCIO
Hemos visto muchas cosas, pero las hemos visto a través de las ilusiones, a
través del pensamiento, a través de la hipnosis del sueño, a través de lo que
los demás nos han dicho, de lo que leemos, de lo que hemos estudiado, de
lo que nos comentan los compañeros de trabajo, los amigos, etc. En
consecuencia, no nos damos cuenta de lo que las cosas son en sí mismas.
Comentamos y hablamos con compañeros de trabajo, con los amigos, etc.,
y a menudo adoptamos como criterio las opiniones ajenas. Eso es lo que
entonces defendemos, ésa es para nosotros la verdad; no nos damos cuenta
de que no hemos llegado a esa conclusión a través de nuestro propio
discernimiento, sino que se ha grabado en nuestra memoria, de modo que
lo que sucede en realidad es que simplemente repetimos verdades ajenas.
Esto no debe continuar para aquel que ya ha entreabierto los ojos, y todos
los que nos encontramos aquí reunidos estamos en ese caso; si no, no
estaríamos. Nunca hubiéramos sido atraídos a un retiro como éste si no
hubiéramos ya entreabierto los ojos. Imposible. Estaríamos en otro lugar,
disfrutando de unas vacaciones a la manera convencional, como hacen los
demás, y no de esta extraña manera. Estos retiros no son vacaciones para
nuestra persona, sino una posibilidad de apertura a nuestro verdadero ser.
No puede haber aquí nadie que no intuya ya algo de lo que se va a
investigar. No es posible, porque la Vida es inteligente y no pone a una
persona inadecuada en una condición así. Y si por algún misterio de la
vida la pusiera, esa persona no podría soportar estas investigaciones y se
marcharía rápidamente. Alguna vez ha sucedido, aunque muy rara vez.
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Sólo aquel que ya ha comprendido puede comprender. Extraña afirmación
¿no? Sólo el que ya ha abierto los ojos puede abrirlos. Por eso, todo lo que
vayamos viendo, todo lo que vaya apareciendo en estas investigaciones, en
estas contemplaciones, por un lado será algo nuevo, porque es nuevo
totalmente para la personalidad; y yo diría que no sólo nuevo, sino
revolucionario y hasta escandaloso para la personalidad. Pero al mismo
tiempo es algo que ya se sabe en lo profundo; es algo que se reconoce, que
parece que no se escucha por primera vez, porque ya hay algo en nosotros
que lo reconoce. Es como cuando algo que se había olvidado se recuerda
de repente. ¿Cuánto tiempo hacía que lo habíamos olvidado? Tal vez
meses, años o siglos de la humanidad; pero cuando lo escuchamos, lo
reconocemos: reconozco que esto es aquello que había perdido. Esto es lo
que irá sucediendo al contemplar.
Hay personas que están en silencio porque no tienen más remedio; por
ejemplo, porque están solas. Inmediatamente, ponen la televisión o hablan
por teléfono con algún amigo con el fin de evitar el silencio, o se ponen a
hojear una revis-ta o a comer. Pero cuando se ven forzadas al silencio,
entonces piensan: «¡Qué horrible, estoy solo!» ¿Y por qué les parece
horrible la soledad? Porque no se pueden evadir hacia las formas
exteriores, hacia lo establecido, hacia los hábitos adquiridos; en definitiva,
no se pueden evadir hacia lo conocido. Así, al quedarse callados, se ven
forzados a ver algo de lo que aflora a nivel psicológico; por ejemplo, ven
que están aburridos, que no saben qué hacer, que tienen una inquietud
o una angustia que habían guardado durante años, o que están tristes por
no haber comprendido algo, o por haber perdido a una persona, o por su
situación económica, etc.
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que no caemos en la habitual evasión que nos conduce al sueño profundo.
Entonces notaré algún ruido en la máquina psicológica, sentiré que algo
está sucediendo.
Cuando se está en soledad uno no tiene más remedio que mantenerse ahí,
en esa «terapia» de ver un poco los pensamientos. Así, estar callados
voluntariamente nos permite madurar. Todas estas cosas tienen valor
cuando se hacen voluntariamente, ya que si no se hacen voluntariamente
nos abocamos rápidamente a evasiones. Cuando voluntariamente hay
silencio externo, no hay ninguna evasión. Aquí estoy, callado; y puesto
que veo algún pensamiento, ya hay alguna madurez.
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¿por qué me voy
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a identificar con él, quedarme ahí encerrado y empezar a vivir todas esas
emociones desagradables? Y es lo mismo con todo el psiquismo, llámese
miedo, angustia, tristeza, preocupación, envidia, odio, etc.
Además, tampoco hay ninguna emoción positiva que sea verdadera. Por
supuesto que es más agradable una emoción positiva y me siento mejor
con ella. Pero si pretendo librarme de las emociones, debo abandonarlas
todas, tanto las positivas como las negativas, pues la fuerza que doy a unas
está igualmente en las otras.
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malo, lo útil y lo inútil, lo eficiente y lo ineficiente, lo simpático y lo
antipático, lo agradable y lo desagradable, el placer y el dolor, todo esto,
todos estos opuestos, no tienen nada que ver conmigo. El verdadero ser
está más allá de esos opuestos. Entonces, cuando pasan los pensamientos
he de considerarlos algo extraño, porque de hecho lo son. Porque esos
pensamientos se han grabado ahí, en esa cinta de la memoria que retiene lo
que oí, lo que me dijeron o la experiencia que un día tuve y que luego
transformé en pensamiento. Todos esos pensamientos son una grabación
que hay en la memoria. No tienen que ver nada con mi verdadero ser. No
me los voy a llevar cuando me vaya de esta vida; no me voy a llevar ni un
solo pensamiento porque son algo ajeno, y tampoco me voy a llevar las
sensaciones. Esto es obvio, porque los pensamientos, al igual que las
emociones, también son aspectos de lo físico o de lo mecánico.
LAS ILUSIONES
En la medida en que voy dando realidad a las ilusiones, o como quiera que
lo llamemos: apariencias, fenómenos, lo relativo o incluso sueños, que es
un término todavía más fuerte que el de ilusión; pues bien, en la medida en
que doy realidad a los sueños, en esa medida no soy. En ese caso, soy
una especie de fantasma, soy una aparición que emerge en el tiempo. Pero
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si no existiera el tiempo y si no existiera este instrumento físico con sus
sentidos, no aparecería nada. En la medida en que me identifico con ese
fantasma, con esa aparición, con lo que aparece en función de estas
condiciones psi-cofísicas, es decir, mentales y físicas, en la medida en que
me identifico con lo que aparece, no soy nada y, por tanto, soy todo lo que
sueño ser: más feliz, menos feliz, más querido, menos querido, más
elegante, menos elegante, más inteligente, más rico, más pobre... Pero todo
lo que parece que soy, eso no soy. Estoy dejando de serlo constantemente,
y de ahí el conflicto y la angustia interna. Porque cuando se está en lo
falso, necesariamente se vive en conflicto, angustiado y preocupado.
Entonces, no nos extrañemos si estamos preocupados. Nos decimos
«Debería sentirme bien» —porque todo el mundo quiere sentirse bien—,
«y, sin embargo, es-toy preocupado, angustiado, nervioso, etc.». En
definitiva, siento malestar.
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de que no hay ningún truco para tener una vida mejor.
No existe una vida mejor y otra vida peor; eso es ilusorio, Lo único real es
que los ojos de la conciencia se vayan abriendo, que vayan descubriendo la
verdad. A partir de ahí se irá construyendo la vida de cada uno
espontáneamente, sin ninguna preocupación por parte de quien la está
construyendo. Es algo que sucede por sí mismo. Lo que va saliendo al
exterior sucede por sí mismo. Por ejemplo, si voy abriendo los ojos, el
hecho de cuidar al instrumento será algo natural, pues ningún músico que
se precie prepara un concierto entreteniéndose en estropear las cuerdas del
violín o desafinando las teclas del piano un poco antes. Eso es
absolutamente obvio. Pues tan obvio como eso es que, cuando vamos
abriendo los ojos, lo que tenemos que hacer en la vida, cosas tan concretas
como hacer algo o no hacerlo, lo veremos con toda evidencia. No habrá
necesidad de ajustarnos a ningún sistema de esos que dicen qué es lo que
tenemos que hacer, porque nos resultara obvio. Veré con claridad que
«esto me va bien» o «esto me ya mal». Sabré cuándo algo me permite estar
más despierto y, por tanto, estar más vivo, ser más verdadero, más real, y
me daré cuenta de cuándo algo me atrofia, me adormece, me deteriora y
entonces no lo querré. Esto es discernimiento, es muy sencillo. Es,
simplemente, darse cuenta. Pero ese darse cuenta es consecuencia de una
mente contemplativa; no se produce antes de contemplar. Parece tan
simple que podríamos pensar que todo el mundo lo ve; sin embargo, no es
así. Basta con mirar alrededor para advertir que no hay discernimiento. Es
decir, nadie ve lo que es verdadero y lo que es falso. Las cosas que
nosotros vemos obvias, otros no las ven. No hay discernimiento, porque la
mente todavía no es contemplativa; es decir, no ve desde la verdad, está
sumida en el sueño y funciona a partir de emociones, a partir de las expe-
riencias que me han pasado, a partir de lo que los demás di-cen y desde la
necesidad de mantener la situación emocional de un «yo». Este
funcionamiento significa falta de discernimiento.
Hay que observar, observar y observar; y para ello, nuestra mente tiene
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que ser contemplativa, porque si no, los pensamientos y las emociones la
obnubilan. Son los mismos pensamientos y emociones de siempre, ya que
la memoria es repetitiva. Sucede que las personas con quienes nos
comunicamos las refuerzan, pues participan del mismo error. Y entonces
me digo: «¡Ah! los demás también piensan lo mismo; hay consenso, hay
un montón de gente que dice esto, de modo que sin duda es verdad». Pero
según mi experiencia, cuanta más gente coincide en algo, más fácil es que
sea falso. No creamos en el consenso, no creamos en el voto de la mayoría
y todas esas cosas, ni en el ámbito psicológico ni en el político ni en
ningún otro. Que haya un montón de gente que diga una cosa no es
garantía de nada. En todas las épocas el error ha sido lo más extendido, lo
más común. No han sido muchos los que han querido salir del sueño, es
decir, salir del error. De modo que hacer lo que hacen los demás es muy
mal síntoma. Tomar como criterio de veracidad el hecho de que muchas
personas lo piensen es terrible. Denota una falta de discernimiento total.
Podemos creer que si los intelectuales dicen algo, entonces eso tiene que
ser verdadero. ¿Los intelectuales? Estas personas han seguido el mismo
proceso de tomar lo que decían otros y repetirlo después. Tampoco
ellos saben lo que es verdad.
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trata de ajustarnos a una conducta determinada o preestablecida que
diferencia pecados de virtudes. Aquí no hay pecados ni hay virtudes. Por el
contrario, cada ser humano tiene que ver por sí mismo. Y cada vez que
hay una distracción, lo que sucede es que, en lugar de mirar desde la
verdad, desde el discernimiento, me dejo llevar por los
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y limitada. Una persona con una mente inocente no es estúpida, pues
es una persona que está abierta a la sabiduría. Encontremos esa inocencia
en nosotros, encontrémosla. No se busca, se encuentra; porque somos ya
inocencia. ¿Dónde habríamos de ir a buscarla si no fuera así? Contemplar
será, para nosotros, encontrar esa mirada inocente.
CAPÍTULO III
Creemos que hay una realidad exterior a nosotros que es causa de nuestras
dificultades y problemas, pero eso no es más que una creencia de nuestra
mente. Ningún ser humano que no haya descubierto un instante totalizador
de silencio podrá aceptar que esto es así, porque esta creencia nos tiene
totalmente hipnotizados. La mente está hecha de la materia de los sueños;
es y fabrica sueños. Sólo descubriremos que lo que tomamos por realidad
no son más que sueños cuando descubramos de qué materia están hechos y
los veamos como lo que son.
Cuando investigamos de qué están hechos estos sueños a los que llamamos
«nuestra realidad», los vemos como una fa-bricación temporal de la mente,
es decir, de la mente total y de todos sus reflejos que son las personas,
cada una de las cua-les percibe desde su propio punto de mira que cree
único. Pero desde el pensamiento no hay nada único; todo es repe-tición
tras repetición. A pesar de que pienso y creo que esos pensamientos brotan
de mi interior, que son míos, que son mis ideales, están repartidos por
todas las mentes, y los medios de comunicación hacen que sea más rápida
«la repartición». Son los mismos pensamientos de siempre que aparecen
ataviados con distintos ropajes, pero todos, sin excepción, son creados por
los mismos deseos y miedos.
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lo que sucede. Tan pronto veo de qué material está hecha mi experiencia,
pierde realidad. ¿Qué pasa si pierde realidad; dónde quedo yo? ¿Qué pasa,
si este mundo que percibo no es nada y tampoco lo soy yo? Dejemos que
el mundo y la persona no sean nada. Abrámonos a lo desconocido, a
Aquello que no tiene limitación y que no está pensado. Si ya hemos
descubierto tan siquiera un instante de infinitud y eternidad sabemos que,
comparado con él, todo lo que estamos considerando como real es pura
imaginación. Si estamos tan distraídos que nos parece que no hemos
encontrado nunca un momento de realidad, y ello a pesar de que
siempre estamos inmersos en la infinita realidad que somos, entonces nos
parece que no sabemos nada de Aquello, que sólo podemos fiarnos de lo
que nos dicen los pensamientos y sentidos.
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Permitidme que os frustre vuestras creencias para que luego la vida no lo
haga de una manera más desagradable. Cada creencia errónea nos lleva a
una frustración, y mientras no hayamos visto la verdad estaremos
engañados, habrá sufrimiento. Las creencias son pensamientos en los que
hemos puesto emoción; son algo muy querido para mí que mantengo y
acepto emocionalmente, y no se me ocurre que pueda haber una realidad
más allá de eso. Puede que en algunos momentos de soledad me diga:
«Esto no puede ser todo, debe de haber algo más». Pero automáticamente
lo tapo; surgen mil motivos para ello.
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«yo» ahí donde está: en la mente. Hay muchos seres humanos que están
en el corazón; pero ése es un lugar donde se originan conflictos, porque el
corazón siente ciegamente. El corazón debe colocarse mirando hacia la
inteligencia, hasta reconocerse una sola cosa con ella. En realidad, sentir y
ver son uno. Esta unidad se hace al contemplar. Esta energía, este motor
potente que llamamos corazón, tiene que mirar a la verdad. El motor para
comenzar el camino de la contemplación es el amor a lo verdadero, es
el amor a Dios. Eso es lo que impulsa nuestra vida.
Nuestra tradición dice que amemos a Dios sobre todas las cosas; sin
embargo, no parece que eso se practique. ¿Por qué no se hace? Porque es
absurdo que alguien que crea que lo Real es lo que viene de las personas o
de los sentidos se vaya a poner a amar una idea, un concepto, algo que no
se ve, una utopía. Hay que explicar, comprender y ver qué es Dios y
qué son todas las cosas, y entonces no hay ya necesidad de ejercer la
voluntad. Al leer los libros que han escrito algunas personas religiosas, a
partir de este desconocimiento de lo real, a partir del desconocimiento de
lo que es su propio ser, surge una gran compasión al ver cuánto esfuerzo
de voluntad se aplica en una dirección equivocada. ¡Cuánto sufrimiento
inútil por no comprender! No se ha entendido que no hay ningún mandato
externo que nos diga que amemos a Dios sobre todas las cosas. Primero
tengo que descubrir a Dios, y entonces el amor surge espontáneo, no por
voluntad. Entonces ya no hay necesidad de creer en el amor porque se es
amor.
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menos limitadas. Pero ese «yo» que se fabrica en el pensamiento no es el
actor de esta vida. La vida se mueve por sí misma; tenemos que
observarlo. El personaje es soñado, mientras que la vida es la
manifestación en el tiempo de aquello que es eterno.
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pasar.. ¿Lo mejor para qué? Lo mejor para comprender. Lo mejor no es
mantenernos en los hábitos ordinarios viviendo una vida inauténtica; no es
vivir soñando. Lo mejor es comprender, a fin de salir del engaño en el que
estamos; y para ello, la vida en cada momento nos está presentando un
reto, una lección, un enigma por aclarar.
No es bueno que nos evadamos de lo que se nos presenta mientras que nos
dedicamos a fijarnos en las vidas de otras personas, ya que miramos esas
alternativas desde nuestra perspectiva y esos otros lados tienen sus propias
lecciones que no vemos. Cuando vivimos así, nuestros sueños se
entrelazan de tal manera con los de los demás que constituyen un caos de
sueños compartidos. Entonces el amor se ausenta del argumento de
la historia. Cuando amo desde ahí no tengo más que miedos y deseos. Sin
embargo, solemos fabricar nuestro vivir desde ahí.
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no significa que no sea inteligente. El proceso de la inteligencia es así:
aunque esté hecho de pura inteligencia y amor, puedo entretenerme y
creerme que soy cualquier cosa y actuar como si lo fuera. Pero si no me
sumerjo en creencias, si silencio el pensar, abierta mi mente a lo infinito,
contemplo, y la contemplación misma es ya vida liberada.
CAPÍTULO IV
40
El camino donde desembocan todos los caminos
CONOCERME A MÍ MISMO
Solemos dar por hecho que nos conocemos a nosotros mismos, pero eso no
es cierto. No sabemos quiénes somos.
¿Acaso sé lo que soy? Creo que soy unos recuerdos, expe-riencias, títulos,
nombres; creo que soy pensamientos, senti-mientos, emociones. Pero todo
ello pasa y me deja una sen-sación de constante cambio. Si observo mi
vida, veo que estoy actuando a partir de un desconocimiento de lo que es
real, de lo que es mi verdadera naturaleza, y ese desconocimiento de mi
identidad crea una cantidad de problemas psicológicos que inútilmente
quiero resolver con esfuerzo, desarrollándome, comparándome, tratando
de conseguir algo: voluntad, concentración mental y todo lo demás.
Acepto métodos psicológicos, me creo todas las teorías y las aplico. Son
explicaciones de lo aparente, las cuales pueden tener algún sentido lógico
o pueden coincidir más o menos con nuestra historia personal. Sin
embargo, los psicólogos las aplican siempre, coincidan o no. Piensan que
tengo conflictos debido a que en la infancia me pasó una cosa u otra, y yo
me lo creo a pesar de que puedo observar que a otra persona también le
pasó aquello mismo y no tiene ese conflicto.
41
aplicando esos mismos moldes a todo el mundo. Puede que alguna vez
coincidan los hechos con lo predecible, pero no es cierto que yo deba
aplicar una teoría como si se tratase de la verdad. No hay teoría para
conocerme a mí mismo. Siguiendo unas teorías montadas sobre
otras teorías, unas ideas desarrolladas sobre otras ideas, unos conceptos
edificados sobre otros conceptos, no voy a conocer lo que verdaderamente
soy. Una explicación lógica no me descubre lo que soy. Quizá alguna zona
de mi pensamiento se quede tranquila porque le han dado una explicación,
pero permanecerá un descontento general en la persona; porque, de alguna
manera, se siente lejos de su verdadera naturaleza. Las circunstancias de
mi vida son triviales, no tiene ninguna
42
mi personalidad están hechos de retazos de todo lo que he acumulado por
inadvertencia, por no darme cuenta del funcionamiento de mi mente.
Para saber qué es la realidad tengo que saber quién es éste que quiere
saber. Debo descubrir qué es lo que hay de real en mí, qué es lo que soy
que es previo a todo. Descubrir mi verdadera identidad es algo
enormemente creativo y transformador. Conforme voy descubriendo que
no soy lo que parece, se abren dentro de mí unas posibilidades inmensas
43
de comprensión, amor, creatividad, belleza, paz, armonía, claridad, nitidez.
Todo eso está ahí en potencia, eso es lo real, eso es por lo que nos
movemos. Nuestra tradición dice: «en Dios estamos, en Dios nos
movemos». Aquello por lo que nos movemos, lo que nos está empujando,
eso que es desconocido para nosotros, eso es lo real.
La verdad está viva y tiene que crecer, tiene que abrirse un espacio para
empezar a construir una vida nueva y transformar el vivir. Abrirse a la
verdad no es una actividad más. Estamos arriesgándonos a una revolución,
a que se acabe el sueño; pero también a perder todos los miedos,
dependencias, culpabilidades, apegos. Todo esto va a ocurrir en el camino.
Puede que nos preguntemos: ¿Qué hay de verdad en todo esto?, ¿qué es
esa identidad?, ¿qué es real?, ¿hay algo real?, ¿será que no hay nada que
sea real? Pero esta posición escéptica no es correcta, porque si no hubiera
nada real no habría tampoco apariencias. Vivimos apariencias porque hay
una realidad que las proyecta. Estamos limitados porque hay una plenitud,
y cuando falta esa plenitud se siente la limitación. Tenemos deseos, y esos
deseos vienen precisamente de esa plenitud que somos, aunque no seamos
44
conscientes de ello. Todos los anhelos que tenemos nos están diciendo que
hay algo más: el origen de donde ellos provienen.
tratando de conseguir esto o aquello. Pero es por amar a la belleza del ser
por lo que quiero rodearme de cosas bellas. Busco lo bello porque amo la
belleza, que es el reflejo de lo real.
Lo-que-Es nos está llamando desde todos los lugares. Así que solamente
hay un camino inteligente: darme cuenta, sin entretenerme en las formas ni
en lo que aparece. Darme cuenta de dónde surge mi necesidad de amor, de
dónde surge mi inteligencia, de cuál es el origen de todos mis deseos, es
liberador. Pero no es una búsqueda teórica. Por el contrario, en esta
investigación tenemos que estar haciendo el camino. No investigamos para
pensarlo, porque pensar no sirve de nada, sino que investigamos para
verlo, para darnos cuenta.
45
porque estoy descubriendo algo que me recuerda a Aquello, siento la
sensación agradable de algo estético porque me está recordando la belleza
del Ser.
68
46
ninguna duda en mi vida cuando hay discernimiento. Sé que suena un poco
fantástico. Nos preguntamos: «¿Cómo puede ser eso?», porque estamos
acostumbrados a estar en el pensamiento. Creemos que ésa es nuestra
morada, pero no lo es. Somos una inteligencia, una luz con capacidad de
iluminar y ver por sí misma. ¿Por qué la mantenemos rapada?
Cuando soy una luz por mí mismo, cuando puedo iluminar con la propia
luz que soy, la vida se va haciendo creativa y cada instante del vivir
muestra su verdad. No necesito normas morales, porque no se me ocurriría
hacer daño a ningún ser humano una vez que ya me he dado cuenta de que
no estoy separado de él. En lo profundo de mi identidad no hay separación
entre las personas o entre distintas formas de expresión de la misma
realidad. No tendré que esforzarme en amar y ser amado, porque el estado
de lucidez está acompañado siempre de amor; basta con estar despierto y
mirar la vida con los ojos del discernimiento abiertos.
47
que no son Amor.
La aventura
Puede ser que nos distraigan las imágenes o las percepciones sensoriales,
48
pero los pensamientos y hasta las palabras nos distraen aún más y de
manera más imperceptible. En efecto, si en estos momentos nos
limitásemos a entender el significado de las palabras y a relacionarlo con
nuestros pensamientos, no saldríamos del lugar habitual en el que
nos encontramos, donde pensamos, comparamos, juzgamos. Y
no descubriríamos entonces aquello en que consiste la gran aventura de la
existencia: la entrada a la lucidez.
Creemos ser todas esas cosas que se han ido instalando en nuestra confusa
idea acerca de la realidad. Hemos dado por hecho que somos un cuerpo
con el que tenemos un estrecho contacto a través de las impresiones del
sistema nervioso en el cerebro, y luego unas emociones y unos
pensamientos cambiantes de los que nunca indagamos el origen. ¡Cuán
impermanente y confuso es todo lo que imaginamos ser!
Puede ser que a muchos de nosotros nos parezca eso poco. Puede que
49
imaginemos la realización como algo más satisfactorio. Pero al avanzar
por la lucidez no hay garantía previa de que conseguiremos algo. En
verdad, sólo se descubre ese luminoso camino al no desear nada. Antes de
desengañarse de los deseos no es posible esta penetración en la luz, por el
simple hecho de que estaremos demasiado entretenidos en conseguir unos
y otros objetos, y nuestra energía se consumirá en esa actividad agotadora.
La ambición de ganar y el miedo a perder tendrán absorbida a la persona
por completo. ¿Lo hemos observado ya?
Hay disputas entre los que mantienen unas u otras verdades. Se negocia
con eso a lo que se ha dado el nombre de «verdad» cuando no se trata más
que de creencias u opiniones. Aquello que se revela por la lucidez es
evidente por sí mismo; no necesita demostraciones, y aquí no las
haremos. Lo que hacemos aquí es movilizar las distintas zonas mentales;
las sacudimos de manera inesperada para que se des
50
DORMIR O DESPERTAR
Puede que sea muy eficiente, incluso puedo ser un adicto a la eficiencia en
el trabajo, porque me he habituado a la actividad incansable y a buscar la
obra perfecta. Y ello está bien con relación a lo que hago para los demás,
es decir, a mi aportación social. No obstante, todo eso puede hacerse sin
estar lúcido en absoluto. Lo comprobaré cuando un día acabe con una
tensión crónica o si en un momento dado tomo conciencia de no sentirme
en paz conmigo mismo, sereno, realizado y feliz, sino lanzado en carrera
imparable al exterior, alienado de mi ser real.
Los demás quizá no reconozcan mis esfuerzos por ser eficaz y puede que
me invada el desánimo. En síntesis, no consigo las metas que me había
propuesto en el mundo imaginario de lo pensado y por las que me
esforzaba. Por tanto, me frustro o me deprimo. Luego no estaba lúcido,
sino dormido; estaba eficiente y esforzadamente dormido.
51
necesita nada.
52
mismos. ¡Cuánto más el ser humano será cuidado por la inteligencia de la
vida! Lo que sucede es que las cosas no son como el pensamiento
las imagina.
53
cambiando en las distintas épocas; las circunstancias me han ido
empujando a ello. Me identificaba con un grupo religioso, político, cultural
o económico, y después comprobé que aquello no era más que un conjunto
de ideas para conseguir unos deseos. De todo aquello con lo que me
identifique tendré que desengañarme. La vida me va presentando
oportunidades para aprender que no soy lo que parece, pero si
mi desengaño no es aún definitivo, me siento frustrado en mis esperanzas
y mis deseos.
intentan conseguir lo que les parece mejor, igual que lo hago yo. De modo
que nadie arruina mi vida. Ninguna persona tiene capacidad para estropear
la vida de otro, ni tampoco para arreglarla.
54
entonces dejaré de darle realidad. De lo contrario, serán para mí reales
todos los pensamientos que estoy proyectando en los datos sensoriales
compartidos, y así permaneceré atrapado en mi imaginación.
Suelo estar tan ocupado en tratar de conseguir algo para ser feliz que
difícilmente hallo una parada para ver cuál es el anhelo verdadero de
plenitud que hay en mi conciencia. ¿Qué es lo que no me permite cesar de
buscar la felicidad desde una inquietud constante? Si mirara ese anhelo de
plenitud, de paz que produce en mí la sensación de carencia, si alguna vez
puedo mirarlo al desocuparme de tantos quehaceres adquiridos y quedarme
en la contemplación, podré descubrir su origen. Contemplaré ese anhelo de
plenitud y veré que se origina en lo real, en lo que es más allá de las
apariencias, en aquello donde habita la plenitud. Brota de mi propio ser, de
allí donde la felicidad es naturaleza, porque en el ser no hay carencias.
Hay quien dice que es necesario caminar con ayuda de ideas ajenas o
55
siguiendo doctrinas a las que la gente concede autoridad. Se considera que
ésta es la manera de que no se pierdan las personas que todavía no han
comprendido. Pero la persona que sigue y repite algo sin comprenderlo ya
está perdida en la oscuridad. Cuando hay una cierta intuición de que la
realidad no es como parece y brota una vocación sincera por descubrir lo
real, aun cuando sea débil todavía, eso es suficiente para descubrir el
camino del despertar. Esa intuición se abrirá paso con la luz de nuestra
propia comprensión. A partir de la intuición, la luz irá iluminado
nuestra mente y nuestra vida. Pero se ha de comenzar por no aceptar nada
que no vea por mis propios ojos, por los ojos de la inteligencia que soy, los
de la mente contemplativa.
CONTEMPLAR ES LA GRAN AVENTURA
56
¿Cómo es posible que la realidad sea algo que está ahí fuera y que el
darme cuenta de ella sea algo que añado? ¿Cómo es posible imaginar que
el que conoce copia exactamente en su mente una realidad exterior? Esto
no tiene ninguna consistencia ni lógica ni metafísica. Sin embargo, pocos
han sido los seres humanos que se han aventurado a investigar la realidad
apartándose de ese pueril supuesto. Hacerlo implica, desde luego,
contradecir el pensamiento habitual que interpreta las sensaciones en la
forma en que convencionalmente lo hace casi toda la gente.
Sin duda, estaría bien que en un momento dado nos dijéramos: «No voy a
ir tras de ninguna cosa, no ambiciono nada, no estoy interesado en ganar
algo. Simplemente quiero mantenerme lúcido para ver qué es todo esto.
Porque ya sé que cuando gano, pierdo; que cuando me ilusiono, luego me
desilusiono; que cuando me quieren en un aspecto, no me quieren en otro,
y así todo lo demás». Si aún no he llegado a comprender estas cosas, habré
de pasar una y otra vez por reiteradas experiencias hasta verlo. Nunca se
sabe cuántas experiencias harán falta para comprender. Podrían llegar
incesantemente una tras otra y, sin embargo, al ser interpretadas con las
ideas del pasado, poco aprenderé. En realidad, es la lucidez, es el
detenerme a ver lo que sucede, lo que me aclarará. Sin una mente lúcida,
contemplativa, mi mirada estará confusa al enfrentarme a los riesgos del
vivir.
57
allá de lo bueno y lo malo. Es posible trascender los opuestos al
comprender que todo cuanto transcurre tiene como fin abrirme más y más
a la lucidez. Porque la única verdad es mantenerse en ese estado verdadero
que es la lucidez. Ésta es la aventura insólita de la mente contemplativa.
Todos queremos que exista armonía entre los seres humanos, y queremos
que se respete y que permanezca todo aquello que resulta favorable a ese
bienestar. En consecuencia, los actos que interfieren o rompen esa cadena
aparentemente benéfica son malos respecto al bien previsto. Pero
esos actos, en sí mismos, no son más que movimientos en distintas
direcciones dentro del aprendizaje de los seres humanos. Así, cuando las
cosas van mal, podemos ver que lo que se nos presenta es la oportunidad
de no quedarnos en el lugar donde estábamos anquilosados y de poder
descubrir algo más.
sus ideas, sus metas, sus móviles para actuar, lo cual es perfectamente
válido en su contexto. Al decir de manera absoluta «Nada importa», se
expresa una idea más que oculta en su ignorancia la falta de lucidez.
58
Sólo la lucidez descubre la libertad, porque sólo ella nos desapega, nos
desidentifica de las cosas que erróneamente creemos reales. Tan libres
podemos llegar a ser que hasta dejemos de depender del yo, es decir, del
sujeto que se piensa libre. Si alguien se cree libre, pronto temerá dejar de
serlo. Si alguien se cree diferente de los demás, nunca podrá ser libre del
todo, pues tendrá carencias que colmar y enemigos con los que pelear. La
claridad total de la sabiduría coincide con la libertad sin un sujeto que
experimente ambas. No habrá alguien, habrá libertad. Eso mismo podemos
decir de quien se siente feliz o sabio. ¿Quién es feliz? ¿Quién sabio? Un
ser humano separado de los demás no puede ser feliz; sólo puede creerse
feliz por momentos. Tampoco puede saber; sólo creer que sabe. Ninguna
persona, por tanto, sabe nada. Puedo tener mucha información, pero la
sabiduría no es algo que se tiene; la sabiduría es por sí misma. Sin
embargo, sí puedo descubrir que soy sabiduría al tomar conciencia de que
soy lucidez.
CAPÍTULO VI
59
Esperar en la puerta
Un día cada uno de nosotros arriba a una puerca; quizá alguno ya la haya
encontrado. Al profundizar en el silencio interior aparece cierta paz, hasta
que llega un momento en que se tropieza con una puerta. Más tarde o más
temprano hay algo en nosotros que dice tajantemente: «No más allá».
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Recordemos aquellas palabras de Jesús según los Evangelios: «Llamad y
se os abrirá». No nos aconseja abrir por nosotros mismos. Llamar es tener
la actitud adecuada, y no se consigue de repente ni puede llegar en una
situación ego-centrada. Por eso se requiere gran paciencia.
61
Pero luchar contra la distracción habitual es algo muy especial. No
requiere los esfuerzos a los que estamos acostumbrados; de hecho, esos
esfuerzos condicionados fomentan la distracción. Para luchar contra ella lo
único inteligente y eficaz es comprender el acto mismo de pensar. Es tal el
hábito de vivir a partir de lo pensado que no me doy cuenta de que lo hago
sin parar, y así continúo proyectando y proyectándome hacia fuera
mediante artefactos y situaciones que son continuación de mi pensamiento.
Pero aunque nada hubiera fuera para distraerme, el conflicto interno
emocional y mental es suficiente para obstaculizar la atención a lo Real.
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una energía que no va encaminada en ninguna dirección, una energía-
atención abierta a lo infinito.
63
manteniendo la avidez por conseguir otra, no es sacrificar un deseo para
acceder a algo mejor, como por ejemplo esforzarse por tener buena
conducta a fin de adquirir buena fama o ir al cielo en el futuro. Los
sacrificios se hacen para conseguir algo, por eso mismo son inválidos
desde el punto de vista de la verdad.
64
Queremos traer la realidad al pensamiento, interpretarla como se hace
habitualmente, clasificarla o tenerla programada en el ordenador donde
podremos controlarla. Pero no es posible hacer esto. Al creer que la
realidad pensante en la que me muevo es omnipotente, al pensar que
cualquier cosa puede ser entendida desde el pensamiento, no salgo de una
parte ínfima de la conciencia.
65
reflejo y la creación de la luz. Hay que comprender que quien permanece
dormido se encuentra en el movimiento de densificación de la energía. En
el momento en que alguien se da cuenta de este suceso inconsciente, ¿qué
sucede? Sucede que, de repente, existe un punto de consciencia en el ser
humano y entonces el proceso se invierte, se produce un giro y se
comienza a mirar en dirección a la luz, en vez de a su sombra.
Es fácil darse cuenta de que, según sea mi desengaño, mayor o menor será
mi firmeza para mantenerme alerta esperando en la puerta. Si es evidente
para mí que detrás encontraré algo maravilloso, que tras ella se encuentra
la realidad añorada, llamaré en la entrada y aguardaré, tal como se
nos aconseja en los Evangelios: «Llamad y se os abrirá». Y la llamada es
la atención, la quietud lúcida.
66
LA ATENCIÓN ABRE LA PUERTA
67
la paz y la claridad que irán trazando un camino de sabiduría. Así se irá
transformando la vida. Así veré cuán ilusorio es el interés de cambiar mi
vida y la de los demás, de cambiar las cosas externas, las opiniones, los
deseos, los proyectos. Todo ello nace de una proyección ilusoria de la
Realidad.
res. Sin salir del pensamiento, a cualquier edad se está perdido. Es más
patético, sin embargo, ver cómo llega el final de una vida sin que el
individuo haya comprendido lo esencial del vivir. Hay que darse cuenta de
que, desde el nivel del pensamiento, todo lo que se hace para ayudar a la
humanidad cae en los errores de la limitación del pensar. Al pensar se vive
una actividad rutinaria, no se está viviendo lo nuevo, lo vivo del instante
presente.
68
Cuando tengamos un despertar y nos demos cuenta de ello en nuestra
acción cotidiana, mantengamos esa atención, por pequeña que nos parezca.
Guardémosla como lo más valioso, y aumentará al quedarnos centrados en
ella. Es lo más importante que podemos hacer: descubrir la distracción,
ser conscientes de nuestro sueño.
100
69
Investigar y contemplar
UN NUEVO PROPÓSITO
102
70
El propósito de aprender a contemplar y a investigar —vamos a ir viendo
cuán relacionada está una cosa con la otra— pasa por aprender a vivir en
silencio.
71
al mismo tiempo que forma parte de la Realidad total. Si solamente
formara parte de la «realidad», ¿cómo podría verla, dado que solamente se
puede ver una cosa cuando uno se separa de ella? Pero si nosotros somos
un cuerpo-mente que está separado de la realidad, ¿cómo podríamos
entonces ver la Realidad absoluta a través de nuestras limitadas y estrechas
percepciones? Lo que sucede, en verdad, es que construimos en nuestra
mente una representación de la Realidad, y ello constituye lo que
denominamos «realidad», la cual, a su vez, forma parte de la Realidad
también.
Eso sí nos importa: que produce sufrimiento. Podemos decir que lo que
nos interesa no es entender la vida, sino ser felices; pero es precisamente
por no comprender la vida por lo que estoy dándome golpes de un lado
para otro y no puedo ser feliz. Esos golpes nos hacen daño. Para ilustrar
este proceso suelo recurrir a la metáfora de aquel individuo que está
encerrado en una caverna o en una habitación oscura y dice: «Solamente
quiero vivir bien, estar alegre y feliz»; pero como no ve nada de lo que hay
a su alrededor, se da golpes con todo cada vez que se mueve. Así, un día se
hace una herida porque se ha dado contra la pared, otro día tropieza y
se cae, etc. Hasta que no se ponga luz ahí, hasta que no haya luz, ¿puede
haber «calidad de vida»? Imposible. Por eso, lo primero de todo es que «la
luz se haga», tal como afirma nuestra tradición. Primero la luz. Porque es
originaria, es el origen de todo y la causa suprema sin la cual no hay
comprensión y, por tanto, no hay vida verdadera.
72
entera de que es la hora de ir al colegio. Así, generalmente estamos todo el
día entretenidos con los pensamientos que pasan, o intercambiando
pensamientos al igual que los niños intercambian juguetes o cromos. Así
vivimos.
Pues bien, estos días no vamos a hacer eso. Vamos a crear ya desde fuera
una vida más favorable a la contemplación. Por cierto que,
necesariamente, esa vida favorable a la contemplación coincide en esencia,
aunque no en detalle, con la que tradicionalmente han llevado todos los
contemplativos de las distintas tradiciones, tanto orientales como
occidentales, ya sean las cristianas, judías, musulmanas, hindúes,
budistas, taoístas, etc. Siempre, cuando alguien ha tomado conciencia de
que tenía que encender la luz, de que tenía que llegar a ese lugar donde hay
luz, las condiciones de vida que esa persona ha llevado eran las naturales
para favorecer eso y, además —éste es un punto importante— esas
circunstancias eran las que espontáneamente resultaban más agradables
para esa persona. Aprender a contemplar no consiste en hacer un sacrifico
y aburrirnos; no consiste en no pasarlo bien, no ver la televisión, no hablar
con todo el mundo, no tomarnos unas copas, o no hacer las mil y una cosas
que puede que estemos acostumbrados a hacer.
73
quién? ¿Solo con respecto a qué? Cuando se es la totalidad, ¿qué soledad
hay ahí? Cuando se llega a la Conciencia, a la cual está absolutamente
unida toda la humanidad, todos los seres, todas las realidades
relativas, todo lo que tiene un tipo de mente y todo lo que tiene otro tipo de
conciencia, es decir, seres humanos, animales, piedras, montañas, nubes,
firmamento, planetas y cualesquiera otros seres que pueda haber con
cuerpo físico o sin cuerpo físico, cuando se llega ahí, decíamos, no hay
soledad. Todo lo que se pueda concebir, lo que pueda concebir la
inteligencia, todo lo que sea posible crear son realidades que se proyectan.
De modo que hay mucho más que el campo limitado en el que nos
movemos y que acostumbramos a percibir de acuerdo con los sentidos que
tenemos en esta etapa de la conciencia que llamamos nuestra vida y que
tiene una duración de entre ochenta y cien años, más o menos.
74
sacar como una grabadora, etc. De esa manera funcionan la mente o las
computadoras. Por eso no hay nada nuevo en el progreso humano; y todas
las demás ciencias que han culminado en este progreso técnico tienen el
mismo origen radical.
75
es suficiente para alimentar el cuerpo. Lo que solemos hacer, entonces, es
ver la televisión para informarnos de qué recetas hay para comer, y
después las preparamos en la cocina. Sin embargo, en la mente no lo
vemos tan fácilmente; no vemos la diferencia entre ver directamente la
verdad y representarnos imágenes y conceptos. Nos parece que la única
realidad que tiene el ser humano es la que resulta de representar y
representar cosas. Parece imposible vivir directamente, alimentarse
directamente de la verdad y no a través de representaciones de lo que otros
han dicho, de teorías, de imágenes de los sentidos o percepciones
sensoriales interpretadas según lo convencional. Y como nos creemos que
esto es la realidad, nunca vivimos directamente.
VER DIRECTAMENTE
76
mejor parte», es decir, contemplar2.
111
77
las cuales se vive, y eso requiere investigar con mucha paciencia y
cuidado, investigar para que vaya cayendo lo falso. Esto es justamente lo
que estamos haciendo ahora.
78
Por eso, la posición correcta de la mente es la posición de la Virgen María:
«Hágase en mí según tu palabra». Es decir, un vacío de lo conocido y una
rendición a lo Real. Pero vamos a explicarlo mejor, más filosóficamente:
se trata de hacer un vacío de lo conocido para que pueda revelarse lo
desconocido. Ésa es la mente iluminada. La mente mecánica no puede
estar iluminada; está entretenida manipulando datos. Ya lo sabemos, ¿no?
Está volcada hacia lo sensorial, interpretando los datos sensoriales y
creando imágenes interpretativas.
No tengo que eliminar el pensamiento, sino que tengo que dejar de estar
apegado a él, tengo que dejar de identificarme con ese pensamiento como
si fuera yo mismo. Debo soltar esa relación que mantengo con el
pensamiento que llega al extremo de haberme creído que soy yo mismo, y
entonces dejo simplemente que el pensamiento funcione a su aire. Así,
funcionará de acuerdo con los datos de fuera y con los de dentro, siendo
los de dentro la inspiración que viene de la verdad y los de fuera los datos
79
sensoriales aportados a través del instrumento físico, la comunicación con
los demás en el pensamiento, etc. Así se hace una adecuación de dentro a
fuera. Pero yo no tengo que estar ahí, identificado. La Conciencia, por
sí misma, incluye todas sus formas, todos sus instrumentos, así que mi
identificación huelga. Debo simplemente estar en ese lugar de mente
iluminada donde estoy receptivo, en vez de estar activo manipulando la
realidad para cambiarla, para hacer las cosas bien, para mejorar, para hacer
lo que los demás esperan, para lograr éxito... Esa actitud activa es la que
crea ambición, estrés, angustia, malestar, culpabilidad, miedo y todas esas
cosas que conocemos ya muy bien.
Hay que salir de ahí. .Ésa no es la realidad. Pero no basta que nos lo digan.
Nos lo han dicho en todas las épocas todos los seres humanos que han
tenido sabiduría, y hemos desoído. Pensamos que eran personas
extraordinarias que tenían unas ideas muy interesantes, que eran buenos y
tenían una actitud adecuada hacia los demás... Pero sus afirmaciones nos
parecen algo ajeno, algo que no tiene que ver con nosotros, como si
nosotros estuviéramos hechos de otra cosa. No. Todos los seres humanos:
los sabios, los que se consideran mediocres, los del montón, los
intelectuales, los que no tienen preparación, los modernos, los que están
anticuados... todos los seres humanos, se coloquen donde se coloquen
según las interpretaciones de valoración que hace la mente pensante, todos
los seres humanos tenemos la posibilidad de descubrir nuestro origen.
A veces esa capacidad está tan tapada que parece imposible lograrlo, otras
80
veces empuja tanto esa necesidad que parece que vamos a llegar a lo Real
de inmediato; pero eso no quiere decir que haya diferencias entre los seres
humanos. Los seres humanos son siempre una manifestación de la
Inteligencia. Si la Inteligencia está más cerca, si el ser humano ha dejado
un espacio, un vacío, y esa inteligencia o esa luz penetra más, entonces
decimos que hay sabiduría. Si el ser humano está cerrado soñando en su
pantalla de televisión privada, envuelto en sus pensamientos, entonces no
puede entrar la luz, no puede haber sabiduría. Eso es todo.
81
aprendiendo algo nuevo, etc. La persona es algo que está haciéndose y
deshaciéndose. El «deshacerse» de la persona es ir haciéndose más
receptiva, más transparente a la verdad y a la luz. Y el ir «haciéndose»
significa hacerse instrumento de esa Inteligencia, de esa Luz, de esa
Verdad, de ese Amor de la Unidad.
82
temporalidad, aunque vivimos sustentados en un impulso verdadero, en un
impulso iluminado o con una inspiración de lo Real o de lo Divino o de lo
Sagrado, como lo queramos llamar. Desde ese lugar vivimos con
inspiración, o también podría decirse que vivimos según la voluntad de
Dios, tal como lo expresa el lenguaje religioso. «Es la voluntad de Dios»,
se dice en nuestra tradición. Esa voluntad de Dios de la que hablamos no
consiste en una serie de normas que debemos seguir; ésa es la
representación que ha hecho el pensamiento de la voluntad divina. Las
maneras humanas de decir estas cosas se deben a que la religión ha
querido adaptar lo Real con el fin de que pudiera ser entendido por todas
las mentes, pero es evidente que no ha producido mucho efecto dado que
de todas maneras no se entiende.
83
los demás...
84
científicas ni de las llamadas humanísticas o sociales o tradicionales o
religiosas; ninguna. Es necesario profundizar en la conciencia.
VIVIR EL CAMINO CONTEMPLATIVO
Empezar a vivir con una mirada nueva es el punto de arranque de una vida
nueva. Pero no lo haremos proyectando anhelos en el futuro, porque eso
sería ya una representación pensada, sino viviendo el instante presente, el
ahora en el que estamos conscientes y despiertos, viviéndolo intensa-
mente. «Intensamente» no es tener muchas experiencias sensoriales. Vivir
intensamente es vivir desde un lugar profundo, y para profundizar no hay
que hacer ningún esfuerzo ni físico ni mental, sino solamente utilizar, usar
lo que ya está siempre ahí, que es la capacidad de darme cuenta. Basta,
pues, con usar la inteligencia.
85
las diversas religiones (que no sólo la cristiana) descubrieron el camino
contemplativo, teniendo mayor o menor repercusión en la religión que los
sostenía.
Hay quien cree que ver la verdad es conseguir algo muy interesante, como
una fórmula o una información. Ver la verdad no es eso, no consiste en
tener una información nueva. Ver la verdad se parece más a desengañarse
de lo falso. Ver la verdad es vivir la verdad, y vivir la verdad es ser la
Verdad, lo cual es incomprensible para el pensamiento. En consecuencia,
no hay una teoría por un lado y luego una práctica por otro. La
contemplación y la vida coinciden, son una misma cosa. La mente
contemplativa crea la vida contemplativa, y cuando la verdad es
contemplada se hace uno mismo la Verdad. La Verdad constituye la propia
naturaleza del que la contempla; por tanto, ya no se profesa una religión, ni
se forma parte de un grupo, ni se siguen normas. No hay ninguna norma.
La verdad se tiene que expresar, y se expresa, en la mera felicidad de
expresarse. La vida verdadera, armoniosa, auténtica, impregnada de amor
y de belleza brota de la verdad, y es gozoso vivirla. Se quiere vivir aquello
que es expresión de la verdad.
Si uno tiene el conflicto de, por una parte, tener el ideal de ser bueno pero,
en verdad, gustarle más lo otro, lo que llaman ser malo, ese conflicto
implica enfermedad mental, esa mente está enferma, es decir, está
distorsionada, está alienada hacia las representaciones, se está creyendo
muchas cosas falsas; esto es lo que significa ese conflicto. Sin embargo,
cuando la verdad empieza a iluminar la mente, nos vamos abriendo a esa
dimensión, y el vivirlo es un acto gozoso.
86
pero que por otra está en conflicto con nuestros hábitos e inclinaciones.
Esos hábitos equivocados no se van a quitar a golpes. Sólo la
comprensión los arranca de raíz de verdad. Si trato de quitarlos a golpes,
queda la raíz, y la planta vuelve a crecer una vez y otra; sucede entonces
que se quiere hacer una cosa, pero luego se hace otra bien distinta porque
aparecen toda clase de «tentaciones».
Los hábitos que nos destruyen debido a que van en dirección opuesta a
nuestra naturaleza, no hay que taparlos; eso es una hipocresía que crea un
gran malestar en nuestro interior. También es absurdo tratar de eliminarlos
violentamente, porque vuelven una y otra vez, y así nuestra vida es
una guerra constante. Sólo comprender arranca la raíz; y lo hace por una
sencilla razón: porque lo falso no es verdadero, no es real. Cuando estamos
en lo Real se disuelven los conflictos y los hábitos destructivos, pues no
son reales. La irrealidad de nuestra posición mental ha creado una
irrealidad en la vida; crea falsedad, conflicto. El vivir desde lo Real
deshace esa irrealidad, es así de simple. Pero tenemos que irlo viendo
cada uno de nosotros poco a poco, en nuestra propia conciencia y en
nuestra vida.
CAPÍTULO VIII
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¿Es posible trascender el pensamiento?
CÓMO INVESTIGAR
Hasta aquí hemos venido poniendo unas bases sencillas, pero esenciales,
para poder acceder a una investigación de la verdad en la propia
conciencia. Si nos sorprende lo hasta aquí comentado es porque lo que es
útil en el ámbito de lo conocido, en el de lo técnico o funcional, siempre
mecánico, no lo es cuando lo que se pretende es un inquirir en lo
esencial, como es el caso de proponernos comprender el acceso a lo
88
Real no pensado.
Así como una piedra, al caer en la superficie del agua, imprime una
vibración que repercute en círculos concéntricos, así suele caer una
pregunta en nuestra conciencia. Pero la pregunta: «¿Es posible ir más allá
de los círculos de la temporalidad pensada?», la encontramos ya en un
punto entre el pensar y el intuir. Si instalados en el pensar no hubiera
ninguna intuición, no se plantearía la cuestión. Porque así como el pez se
mueve en el agua y no inquiere sobre lo que hay fuera de ella, así el
pensamiento no puede preguntarse por lo que hay más allá del mismo
pensamiento. La pregunta planteada surge, pues, como un sinsentido para
el pensamiento. Si tiene sentido será a su pesar y desde una capacidad
diferente de conocer.
89
eliminar, parar o anular el pensamiento, como es costumbre en los
métodos, técnicas, o podríamos decir también «trucos», concebidos para
tener experiencias inusuales meditando. El trascender algo no es huir de
ello ni dejarlo a un lado. Trascender el pensamiento es abrirnos a un
lugar allende el pensar, desde el cual el proceso pensante se ve tal como es.
¿Y después? Después nada, todo permanecerá en su sitio y no habrá
especulación ya que retenga las dispersas energías. Se habrá traspasado
aquella atmósfera rarificada.
90
estado de aturdimiento soñoliento por el que algunos creen vivir ese
silencio mental del que han oído hablar.
91
crean emociones de temor, tristeza o ambición.
92
relámpago. Sin embargo, nuestra mente archiva y acumula las verdades
momentáneas, y las guarda listas para ser colocadas de nuevo en cualquier
momento. Esta colocación está siempre fuera de tiempo y de lugar, porque
el instante verdadero, aun no habiendo sido conocido como nuevo por falta
de lucidez, es único e irrepetible; es siempre un recién nacido, que no sabe
nada del pasado e ignora el porvenir. Cuando aplicamos lo pasado al
presente único, mantenemos la ambigüedad del mundo de los sueños,
siempre viejo y falto de creación viva. Más que «lo viejo» habríamos
de decir «lo muerto», para referirnos con propiedad al pensamiento.
¿PUEDE SER CREATIVO EL PENSAMIENTO?
Pero para que el pensar sea vínculo de creación (aun cuando él mismo no
sea creativo), hemos de morar en aquel lugar
133
93
desde un estado de lucidez, poseen el invisible sello de autenticidad que
proviene de la inspiración y producen un concepto, una idea o un pensar
que son instrumento de la creación de luz. La vida, en esa libertad del
pensar, es vida espontánea. Como función manifestadora de símbolos, el
pensamiento puede entonces quedar integrado en una vida creativa; porque
una poesía inspirada, por ejemplo, no pierde su fuerza inspiradora cuando
es copiada en un ordenador. De la misma manera, el uso del pensamiento
no resta autenticidad a la creatividad espontánea del vivir. Quede claro que
entendemos por «vivir auténtico» eso mismo que Heidegger insinuó al
hablar de la existencia «que escucha la llamada del Ser».
Me preguntaré, quizá: ¿Qué hacer cuando se presenten los retos del vivir
que no he comprendido? ¿Podré sentir entonces la paz de la relajación? Si
me centro en las sensaciones, ¿podré responder con inteligencia a esos
retos? Profundizando desde el nivel sensorial, llegaré a un bienestar vital,
94
pero la mente pensante mantendrá ocultos sus secretos para mí.
LAS CREENCIAS
95
son intocables porque se viven con gran intensidad, se viven como si
fueran lo Real.
137
96
no está en lo que aparece y desaparece, como se afirma una y otra vez en
los textos de sabiduría hindú. Sólo en un instante intuyo y vivo lo
verdadero, y desde allí puedo ser movido hacia lo atemporal mediante el
contemplar. Una planta, al florecer en toda su belleza para enseguida
desaparecer, nos incita a preguntarnos: ¿De dónde ha surgido, a dónde ha
ido? Aquello que no es símbolo pensado, Aquello que el pensar no toca,
sorprende como un rayo no esperado. Ilumina y vuelve a lo eterno, y sólo
desde el silencio del pensamiento es posible ver la dirección de su vuelo.
PENSAMIENTO Y LIBERTAD
97
¿Quedará alguna afirmación con autoridad después de descubrir lo que es
el pensamiento?
139
98
el movimiento de darnos cuenta de lo que aparece creará espacios lúcidos
abiertos a lo atemporal y el vivir será expresión de una conciencia más y
más amplia que descubrirá una mayor libertad.
99
desde el pensamiento) la respuesta a la verdad. Esta verdad que aparece
espontánea se percibe con evidencia. ¿Y qué es una evidencia? Es una
serena paz, el equilibrio de ser lo que somos. La verdad no se piensa, se es.
En el tratar de llegar a ser ya existe una llamada del Ser. El punto básico
para comenzar una vía contemplativa dentro de la vía humana de
realización reside en que intuyo que soy. De hecho, ya soy, pero es como
100
si no lo fuera porque no me lo creo; pero en eso ya hay algo real en
nosotros, algo que está tapado por imágenes y pensamientos pero que ya
está ahí. Y hay un camino sencillo para desvelarlo: contemplar
directamente lo que somos. Cuando nos hallamos en un vacío mental esa
contemplación nos transporta instantáneamente a lo
143
Todos los deseos son llamadas del Ser que se han entretenido en las
formas, en lo cambiante. Quizá no los reconozco todavía como llamadas
directas, ni tan siquiera como esencia de esos valores primordiales, pero
101
eso es lo que son.
102
LA VERDADERA COMPRENSIÓN
Cada ser humano hace aquello que comprende, porque no se puede hacer
más que aquello que se comprende; así, todo el mundo actúa según su
visión. Cuando la visión es estrecha, lo natural es que haya caos. Entonces
se buscan técnicas y caminos, pero como no hay claridad de visión, lo
normal es darse golpes contra todo, pues cuando la mirada es limitada no
hay comprensión. A los que tenemos la vocación de buscar la verdad
directamente se nos debe incitar a comprender más, a «darnos cuenta» y,
por tanto, a forjar una mente contemplativa.
103
ir a buscar a alguien que nos indique qué debemos hacer. La conducta
espontánea, creativa, realizadora no resulta de que alguien me diga lo que
debo hacer; es la que surge espontánea de mi comprensión, y es expresión
directa de mi propio ser. No es posible encontrar la paz al resolver los
problemas externamente, sino que es justamente al revés: cuando
encuentro la paz en mi interior, entonces los problemas se van resolviendo;
no como yo pienso, sino a su manera, en su orden justo. Seguirá habiendo
toda la gama de ciclos de altibajos en el existir, existirá la dualidad
externa, pero le habré quitado el veneno de mi apego. Seguirá habiendo
sensorialidad, pero no habrá esa identificación con lo agradable o
desagradable que crea apego, rechazo, desesperación, manipulación...
Todo eso se acaba.
La tradición platónica tiene un aspecto muy bello. No está tan claro en los
textos antiguos, pero lo he ido clarificando con mi propia vivencia: El
camino es contemplar lo verdaderamente real, lo auténtico. Por ejemplo,
no debo fijar mi mirada en lo negativo. De pasada, veré todos los errores
que está creando una mente confusa, pero no he de concentrarme en
analizar cualquier cosa que aparezca distorsionada; eso no es real, sólo es
una falta de algo. Por ejemplo, el odio no es más que la misma energía del
amor, sólo que desordenada; la agresividad es la misma energía del amor
que, por distorsión, se ha dispersado y alienado hasta aparecer
irreconocible. ¿Cómo pueden retornar a su origen el odio o la
agresividad? Simplemente, contemplando el amor que anhelo, y
entonces esa energía, que se ha manifestado de esa manera errónea,
se integra en el amor mismo. Cuando contemplo el amor no soy más que
amor, y de ahí mi conducta surgirá espontánea desde ese amor que
contemplo.
104
mismo en que aparece el conflicto: tan pronto veo que me he equivocado,
empiezo a mirar cuál es el verdadero sentido de mi vida, ¡y lo voy a
encontrar en mí mismo! De esta manera tan sencilla, partiendo de mis
deseos puedo rastrear el origen de los mismos.
105
verdaderamente soy.
CONTEMPLANDO LOS VALORES
106
Podría dudar sobre si amo la verdad lo suficiente; pero sí, es seguro que la
amo, aunque no me dé cuenta y la busque en mi vida allí donde no está.
¿Cómo no amar a mi propio ser?, ¿cómo no voy a amar lo Real, lo divino?
No me doy cuenta, pero lo estoy buscando constantemente en los reflejos,
en lo externo.
107
Despertar de los sueños
¿QUÉ ES MI VIDA?
108
Despertar a lo Real requiere de una mente despierta; y sin embargo, la
tenemos dormida, de la misma manera que mientras estábamos en la cama
proyectando imágenes estábamos creando una vida ilusoria. ¿Con qué
proyectamos imágenes? Ocurre igual que durante la noche: las
proyectamos mediante recuerdos de la memoria, con experiencias que no
hemos comprendido, con miedos que tenemos de que nos suceda algo, con
deseos de lograr felicidad... Con todo esto fabricamos nuestra existencia,
pero eso no es la vida real. La vida no tiene esos límites, no es una novela,
no se crea a partir de deseos y miedos. Es algo espontáneo, una creación
constante de la inteligencia; es el gozo de la plenitud de ser. No sabemos
cómo es la vida, enfrascados como estamos en vivir los sueños.
109
sucediendo; y eso significa ver el pensamiento, saber de lo que está
hecho, cómo funciona, su mecanicidad, cómo se proyecta, cómo
os hipnotiza. Ver y ver, eso es lo que despierta. Todo lo demás puede ser
más o menos agradable, pero pertenece al sueño.
155
110
Inteligencia que soy, en cada instante hay una cosa adecuada y perfecta.
Ésa es la creación y la creatividad del momento. Cuando la Inteligencia
traspasa la mente, comienza un estado espontáneo de pura libertad.
Lo Real es esa conciencia, esa luz. Debo mirar la luz para despertar. Sólo
despierta en mí lo que ya está despierto desde toda la eternidad. En nuestra
tradición se ha dicho: «Sólo sube al cielo el que bajó del cielo». Sólo Lo-
que-Es llega a ser. Tengo que mirarlo despacio una y otra vez. ¿Puede
haber algún ser humano al que no le interese saber Lo-que-Es en realidad?
111
Si no me interesa, es que estaré fabricando realidades ficticias. Tengo que
descubrir lo que es la realidad, saber a qué atenerme en la vida, descubrir
incluso quién soy yo, qué es esto a lo que llamo «mi vida». ¿Qué voy a
hacer?, ¿dejarlo a los especialistas? Para ellos no es más que un trabajo;
incluso los llamados filósofos, si es que queda alguno hoy día, sólo repiten
lo que han dicho los demás. Pero no surgió así la filosofía en Grecia.
Filosofía es amor a la sabiduría, a la verdad; es una vocación para todos el
despertar a la verdad, es decir, para todo aquel que se ha desengañado
suficientemente del sueño. Si no me he desengañado suficiente ¿qué
pasará? Nada, seguiré viviendo las experiencias soñadas e interpretadas y
me iré desengañando, pero ¿quién sabe cuándo?
112
Desde la visión de la verdad hay un despertar. Mantengámonos ahí, que
esa verdad que hemos descubierto ilumine nuestra vida constantemente.
¿Qué podemos hacer para que ilumine permanentemente nuestra vida?
Solamente mantenernos ahí, en ese lugar desde donde hemos visto la
verdad. Si la veo y luego me despisto debido a que vuelvo al pensamiento,
observo simplemente ese vaivén. En esa observación se va poniendo en
equilibrio mi mente; todo depende del grado de lucidez, del grado de
atención.
Mi mente, como todas las mentes, está hecha de inteligencia. Sólo falta
darme cuenta y veré cómo se va poniendo en equilibrio ella sola. ¿Intuyo
una verdad? La contemplaré y veré cómo se produce el equilibrio de la
mente. Éste es el estado contemplativo. Sabemos que está ahí,
mantengámonos en ese estado. ¿Que nos distraemos? No importa,
volvemos al estado que hemos descubierto; eso es todo, no hay nada más,
eso irá haciendo un camino. Llegará un momento en que lo raro será caer
en el sueño y lo normal mantenernos ahí, donde llega la luz. ¿Cuándo
llegará el momento? No se sabe. Depende del amor que tengamos a la
verdad, del interés con que lo mantengamos ... Con actitud amorosa y
decidida, regresemos a la contemplación una y otra vez, y contemplemos
todo desde ahí. Descubrir la verdad no es como comprar algo, no es un
instrumento para algo; descubrirla coincide con vivirla, despertar es vivir
desde la verdad. Se requiere, primeramente, vocación por lo auténtico;
después esa autenticidad momentánea se amplía a ser auténticos siempre, a
vivir establemente desde la verdad. Esa disciplina nos mantendrá una y
otra vez vigilantes: Ver siempre lo que pasa, darnos cuenta, sin caer en
ese dicho castellano: «dormirse en los laureles». Si vivo desde un estado
de plenitud, si veo que hay más armonía en mi vida, tengo que estar
vigilante, dándome cuenta siempre y en toda situación de lo que sucede,
con sus limitaciones.
Poco a poco voy descubriendo que no soy yo quien mantengo ese estado
de lucidez, sino que se mantiene solo, que lo mantiene la luz. Yo sólo
estoy disponible, atento a la luz, y ella sola se encarga de iluminar. Me
mantendré despierto a la luz que soy en profundidad; y cuanto más esté en
ello y más lo sea, habrá más plenitud, paz, alegría, espontaneidad, amor sin
motivo..., todo eso que añoramos, todo eso de lo que nos gusta hablar, pero
que no es verdadero hasta que despertamos. No es posible vivirlo antes,
desde el lugar donde vivimos generalmente, porque está lleno de errores.
113
El amor es espontáneo e inevitable a partir de una mirada despierta, porque
es una mirada en totalidad que no hace separaciones, enemigos,
venganzas, odios; nada de eso tiene ya sentido al despertar. No luchemos
contra las emociones, deshagámoslas en la plenitud del amor estando
despiertos; de otra manera estamos gastando nuestras energías estérilmente
en un sueño emocional. Salgamos de las emociones manteniéndonos
despiertos. Entonces, el amor, que no es una emoción más sino una
atracción a la unidad, estará ahí en un estado profundo de paz y belleza
que lo abraza todo.
114
es enorme. Al hacerlo, dejamos de dar realidad a lo que no es real y
vivimos aquello que es real directamente en nosotros mismos. Intuirlo es
lo primero; si no, nada hago. Tengo que intuirlo, verlo, tener una
evidencia; pero además, debo encontrarlo dentro de mí mismo, vivir con
ello, descubrir qué es lo Real a fin de poder actuar con discernimiento y
darme cuenta de lo que no son más que simples sueños.
115
No soy ningún personaje desligado de la conciencia divina, de la
inteligencia, no; lo único que me separa de la realidad, que es lo que soy y
lo único que Es, es que mi mente se entretiene imaginando, sonando. La
realidad única que siento, que intuyo en mi interior, la proyecto a las
formas externas. Eso es lo que estoy haciendo siempre; y como he
adquirido ese hábito, me encuentro en esa situación de estar volcado hacia
las formas que son solamente reflejo de lo Real.
No nos dejemos llevar por los pensamientos, los cuales nos mantienen en
el mismo lugar en el que estábamos. Debemos desoír esas voces del pensar
habitual y mantenernos a la escucha de la verdad. Entonces cada uno de
nosotros contemplará, aunque lo hará a su manera peculiar, según el
espacio que haga en su mente y según su silencio interno. De ahí la
importancia de crear ese espacio silencioso. ¿Cuántas veces lo
intentaremos? Infinitas, todas las que sean necesarias, una y otra vez. El
camino se atraviesa en soledad, en silencio. Vivir con la luz es lo único
que cuenta.
CAPÍTULO XI
116
siquiera a entender y relacionar conceptos a los que las palabras se
refieren. Si lo hiciéramos así, no traspasaríamos la superficie de la
conciencia en la que habitualmente nos movemos. Y no se puede hablar de
realización directa en ese angosto lugar.
117
conciencia, todos los intentos, austeridades, iniciaciones, sensibilizaciones
quedarán como algo añadido. Y por haber añadido tantas cosas con el
propósito de llegar a ser algo más, no nos hemos dado cuenta del hecho
simple y básico de que ya estamos realizados.
¿Debemos desechar todos los caminos, todos los métodos útiles para
aprender que ha ido encontrando el ser humano? No. Comprendamos el
sentido, aun cuando parezca paradójico, de la verdad que armoniza los
opuestos.
Todas las experiencias son realizadoras. Todo lo vivido aparece para ser
comprendido y se da en un movimiento de aprender. La vida entera es un
conjunto de maneras diversas de contactar con lo Real, armonizadas
siempre en la inteligencia. Debido a que todo está hecho de realidad, todo
se realiza; ahora bien, lo falso es lo imaginado o inventado sobre lo
Real, que es una sobreimposición de la propia materia consciente. Por
ejemplo, una sirena o un dragón no son reales, no tienen realidad sensorial,
pero tienen una realidad imaginada constituida por la misma conciencia
que constata las realidades sensoriales. Así, nuestro vivir se forma en una
interrelación de realidades sensoriales y de evocaciones mentales, ya
sean éstas razonadas, interpretadas o imaginadas.
118
hemos de preguntarnos, porque si nos vamos a realizar como seres
humanos habremos de hacerlo en contacto con la realidad.
¿Por qué resulta tan difícil esta toma de conciencia si lo Real no está hecho
de otra cosa sino de la conciencia misma? Si todo está creado por la luz a
distintas frecuencias o vibraciones, ¿cómo es que se manifiesta oculta la
realidad mientras pienso durmiendo o mientras pienso en vigilia?
119
Quiero realizar mi vida de una cierta manera, pero nada de lo creado por la
mente se mantiene y llegará un momento en que faltará hasta el cuerpo
físico con el cual me identifico como imprescindible para vivir. Si nada
permanece, es que todo eso, aunque esté hecho de realidad, no es real en
sí mismo.
RELATIVIDAD DE LA REALIDAD OBJETIVADA
120
sufrimiento que ellas conllevan, no nos desengañamos. Seguimos
considerando que la realidad es como se nos aparece en base a nuestras
interpretaciones y prejuicios.
169
LAS EXPERIENCIAS
121
pesados estudios. Se trata sólo de una nueva colocación de la mente,
para hacerla contemplativa. Consiste en ver con claridad, y en ninguna otra
cosa se apoya para sus descubrimientos. Creemos que para llegar a ver se
requieren muchos esfuerzos, hasta que observamos que al hacer un
esfuerzo no vemos nada.
171
122
Intuimos la Unidad porque hemos sentido alguna vez el amor. Lo
pensamos, sin embargo, como cierta poesía añadida a la realidad. No
captamos hasta qué punto esa intuición nos conduciría a lo Real, si la
siguiéramos en contemplación. Guiados por los condicionamientos
mentales, casi siempre nos hemos quedado en los símbolos. Y como éstos
no son reales por sí mismos, su simple manejo hace al intelectual
más escéptico con cada lectura. Orgullosos de su escepticismo, por ser
consecuencia de tanto estudio comparativo en el ámbito conceptual, no
caen en la cuenta de que su mente padece una enfermedad que la encierra
en sí misma y la incapacita para abrirse a la verdad de lo Real. Las
consecuencias de esta actitud existencial son negativas. La depresión y el
aburrimiento por falta de sentido en su vivir acompañaría siempre a estas
personas, si no estuvieran, por momentos, sostenidos por el placer
sensorial que la estructura física aporta.
123
fuera posible, no existiría en nuestro interior la demanda de su
descubrimiento. Si no intuyéramos ya que somos la luz infinita, no nos
sentiríamos mal con las limitaciones en que vivimos. Las criaturas
limitadas se encuentran bien en la limitación. Todas las formas están bien
como formas relativas, incluyendo la forma de nuestro cuerpo físico. ¿Qué
podrían anhelar más allá de su naturaleza? ¿Qué sucede, sin embargo, con
el ser humano que no se conforma con sus limitaciones aparentes? Sin
duda, intuye lo ilimitado, y no tendría que parar de investigar hasta
encontrarlo. Ésa es la única vía directa para realizarnos.
CAPÍTULO XII
ΩΩ
124
Contemplar es romper límites
Las creencias crean los límites. Los verbos «creer» y «crear» parece que
tienen una misma raíz. Cada cosa que acepto como real en mi mente me
está creando a mí y está creando mi vida; es como un juego de magia. ¿Por
qué? Porque todo lo hace la mente: la mente crea imaginativamente, todo
es imaginación. Shakespeare dijo: «Todo está hecho de la materia de
los sueños»1. Ciertos sueños los vivimos en la cama y no les damos
importancia; muchos otros los vivimos en estado de vigilia y les damos
mucha importancia. Pero todo lo que percibimos mentalmente, ya sea en
sueños o en vigilia, está hecho con la mente, con lo que se cree; no es Lo-
que-Es.
Para descubrir esto debo salir de esa zona; no hay otra vía. Dando vueltas
al pensamiento no voy a conseguir descubrir la verdad. Con la mente
pensante seguiré fabricando ilusiones y creencias, y cambiaré algunos
aspectos del sueño. Los sueños no sólo son agradables, también son
desagradables.
El origen es que esta realidad que se está creando por arte de magia en
nuestras mentes es un mundo pensado, y el pensamiento es limitado; y al
ser limitado es insuficiente para el ser humano. La Realidad es total; no es
una parte sino un todo indivisible. En la limitación, inevitablemente hay
inquietud, angustia, sensación de falta de plenitud, inconformismo. En la
125
realidad que el pensamiento crea, necesariamente hay esta limitación que
se traduce en insatisfacción constante. Puedo taparla, pero ese vacío de
realidad no va a desaparecer mientras viva una realidad pensada,
imaginada.
126
lo que nadie nos diga. La verdad, o se ve por discernimiento o no se ve.
Al desengañarme de las creencias pensadas entro en un ámbito nuevo de la
mente, y allí ya no es preciso agarrarse a nada ni depender de nadie ni
preguntar. Cuando alguien obedece a una tradición le catalogan como
alguien importante: de swa-mi en la tradición hindú, de santo en la
tradición cristiana o de lama en la tradición tibetana. Pero el hecho de
obedecer a una organización es absolutamente opuesto al camino de
liberación del ser humano. La obediencia es un obstáculo en el camino de
la libertad.
LA VISIÓN DIRECTA
Obedecer significa decir: «No investigo más, me dejo llevar por otro, sigo
algo sin haberlo visto». Esto, es obvio, no puede ser el camino de la
verdad. Vamos a ponernos en el extremo: ¿Y si obedecemos a una persona
con sabiduría? El hecho de obedecer es funesto; ni tan siquiera a un
sabio debemos obedecer. Podemos estar con él o mirar desde donde él
mira. No hay que seguir a ningún maestro cualificado de cualquier
religión, ni tan siquiera a Buda o a una persona tan libre como
Krishnamurti. No hay que seguir a nadie, porque obedecer es ya el
obstáculo. De hecho, ninguna persona con sabiduría incitaría a nadie a que
le obedeciese; y si alguien lo hace, es un síntoma claro de que no es sabio.
127
camino de la sabiduría.
128
muchas carencias, y eso traerá muchos deseos para tapar esas limitaciones,
para intentar llenar ese vacío. Eso, indudablemente, nos sucederá; habrá
épocas en que las limitaciones nos pasarán desapercibidas y otras veces
inesperadamente aparecerán y se sentirá el latigazo fuerte de la limitación,
de no comprender la vida: ¿para qué vivo?, ¿quién soy?
181
129
atuendo con el que aparecemos en la temporalidad. Si estuviéramos
separados los unos de los otros el amor no sería posible.
130
abiertos así; entonces todo fluiría, seríamos lo pleno, la totalidad desde
dentro, sin límites. Luego, en la temporalidad, aparecería lo que
fuera adecuado de acuerdo a lo que en el tiempo esté pasando,
en concordancia con esa totalidad y plenitud que soy.
con todos los valores. Qué descanso supone cuando descubro que soy todo
esto.
131
vida. Con una zona superficial de nuestra mente entendemos, es decir,
conocemos las palabras, las relacionamos unas con otras; tenemos un
archivo de información y con él aquilatamos, comparamos, negamos,
afirmamos, opinamos, etc. Entonces decimos: «Sí, ya entiendo», pero no
hemos comprendido nada. Esto sucede una y otra vez en los seres
humanos sin que nos demos cuenta de que nos falta lo esencial en el vivir:
comprender.
132
«con», que es muy significativa porque indica «junto con», pues no es
posible comprender una cosa aislada. La comprensión llega por
inspiración; y cuando sobreviene un estado de comprensión, todo queda
comprendido. Cuando no hay ese estado de comprensión, de
contemplación de la verdad, no se puede comprender aunque se
sepan cosas aisladamente, no se enlazan entre ellas, no se puede integrar el
rompecabezas. Se conoce muy bien una ficha por todos los lados, pero no
se sabe dónde encaja. Y por eso una persona puede saber muchísimas
cosas sin comprender la vida: sabe de piezas aisladas pero no sabe dónde
colocarlas.
188
algo de lo cual se puede tomar medidas, pero que no se puede ser. Lo Real
es aquello que puedes ser. Descubrir la realidad es ser la Realidad. Cuando
comprendes eres aquello que comprendes, aunque nos suene extraño.
Cuando comprendes abres tu conciencia, y la Conciencia abraza aquello
que es comprendido. Esa partícula «con» implica ese abrazo de todo; y
cuando eres aquello, entonces sí comprendes.
En lenguaje popular suele decirse que hasta que una persona no vive una
cosa no la comprende. Cuando lo eres, lo comprendes; cuando no lo eres,
especulas sobre relaciones, relaciones y relaciones: dos más dos, cuatro;
más dos, seis, etc. Relaciones; eso es la realidad relativa: algo hecho de la
133
nada, pura proyección. También podemos decir que está hecha
de conciencia, ya que no hay nada más que Conciencia; pero la realidad
relativa no es una realidad en sí misma, sino que se compone de
proyecciones que se hacen en la Conciencia, y como tales, no son reales en
sí mismas. Precisamente por eso es tan importante comprender; porque
comprender no es coger una realidad y, envuelto en esa ilusión de que
aquello es una realidad en sí misma, desmenuzarla, analizarla, hablar sobre
ella, compararla con otra. Eso no es comprender; eso es pensar sobre ello,
tomar mediciones. Los hindúes dicen que el mundo es maya. En sánscrito
Maya significa «medida», así que el mundo son sólo medidas. Los físicos
dicen que son puras fórmulas matemáticas, sólo relaciones, exactamente
relaciones, medidas: de aquí a allí, cinco centímetros. ¿Y qué es el aquí y
el allí? Es un secreto. Así pues, se trata de relaciones ¿entre qué?, de
medidas ¿de qué?
Esas preguntas son inusuales; solamente se las hacen los filósofos. Son
preguntas impertinentes, diríamos. Todo el mundo está tomando medidas:
«Hay tanta distancia de aquí a aquí», «Vamos a comparar esto con lo
otro», etc. Pero nadie se pregunta: ¿Comparación de qué con qué? ¿Medir
qué con qué? ¿Relaciones de qué? ¿Cuál es la realidad en sí? Solamente a
partir de esa realidad hay verdadera comprensión; comprensión de lo que
es nuestra vida.
134
Pues bien, si alguien tiene la vocación de comprender —palabra que, como
ya hemos visto, denota lo holístico, es decir, que no es saber algo de
química o de otra cosa, sino comprender, abarcarlo todo—, si alguien
quiere saber lo que la realidad es, no podrá hacerlo en el lugar mental
habitual donde nos encontramos. Lo digo de una manera categórica. Hay
una evidencia total para mí de ello, por haberlo vivido. No es posible
comprender en el lugar habitual donde el ser humano se encuentra,
entretenido como está con sus pensamientos y sus emociones: «¿Por qué
me ha pasado esto a mí?», «¿Qué haré en tal situación?», «Tengo que
conseguir esto», «Tengo que convencer a esta persona para que haga
esto otro»... De esa manera, con todas esas preocupaciones e inquietudes,
no es posible comprender. Y si no comprendo no amo; por tanto, no es
posible el amor.
Pero si santo es el que ama, habría que decir que sin sabiduría no hay
verdadero amor. Sin sabiduría, el amor que existe es el amor que
conocemos, con apegos: amo lo mío, lo
135
produce una satisfacción física; o el amor afectivo, con dependencias
psicológicas, o el amor mental: mis ideas, mis opiniones etc., pero no el
amor que viene de la comprensión de la unidad.
Hemos dicho que todas las cosas, toda la creación está hecha de la nada:
correcto. Está hecha de nada, lo cual quiere decir que no es por sí misma,
que solamente es un reflejo, una proyección, una mala interpretación,
digamos, de la luz; una interpretación muy limitada, al menos, según
los instrumentos que cada uno tiene. Porque según mis instrumentos
sensoriales, y según las claves de interpretación que se me han dado desde
niño por la educación que he tenido, así voy proyectando las cosas. Otro
ser humano en otro ambiente proyectará otra cosa, y otro ser vivo con
otros sentidos tiene otra posibilidad de acceso sensorial al mundo; por
ejemplo, los animales u otros seres. Entonces, ¿cómo creo que a partir de
esos instrumentos limitados estoy captando la única y la verdadera
Realidad?, ¿cómo creo que a partir de las interpretaciones de mi cultura, de
lo que he aprendido, etc., estoy interpretando correctamente, estoy
comprendiendo la Realidad? No es así; ésta es una manera muy estrecha
de vivir. El vivir a partir de las sensaciones de los sentidos es
algo limitadísimo. De hecho, ya se ha descubierto con algunos aparatos
que hay muchas más ondas vibratorias y muchísimas más energías de las
que captan los sentidos. Incluso algunos animales captan cosas que no
capta el ser humano, al igual que nosotros captamos cosas que no captan
los animales. Según el instrumento, así se perciben unas ondas u otras, un
136
nivel u otro de vibración, unas u otras energías. Pero las percepciones
posibles son innumerables. ¿Tendrían que ser innumerables los
instrumentos? Ningún instrumento está capacitado para captar por
completo la Realidad. La percepción que nos proporciona cualquier
instrumento es siempre limitada, y el pensamiento que la interpreta lo hace
según una terminología, unos símbolos o unos valores determinados que se
han ido transmitiendo de generación en generación en las diferentes
culturas. Todo eso es limitado.
137
momento de comprender eso, ¿qué sucede? Se acabó la angustia, se acabó
el sufrimiento, se acabó la preocupación; se siente libre de seguir
paseando, disfrutando del maravilloso día, pero no antes de que se
produzca esa comprensión, porque ahí aparecía algo amenazador.
Las emociones negativas son terribles, acaban con la salud de una persona,
destrozan la vida no sólo de quien las tiene sino de todos los que le rodean.
¿Qué hacer con las emociones? Sólo comprender; pero hay que saber lo
que es comprender.
Pues bien, una vez que hemos comprendido, una vez que se ha
comprendido lo ilusorio de todo eso, ya no hay más esa preocupación que
acaba con nuestra energía, de cómo me aseguraré, de cómo aseguraré a los
míos, a mi familia, cómo haré para que mi hijo estudie para que luego no
se vea sin trabajo...Una vez que comprendo, no quiere decir que me
convierta en «un pasota», que ya no me importe lo que les pase a mis
138
hijos, que no me importe si estoy enfermo o sano; no, no es eso. Lo que
sucede es que la persona actúa en cada nivel de una manera adecuada
desde la comprensión. Se acaban las angustias cuando la persona descubre
que no es una serpiente aquello, sino una cuerda, y actúa entonces
adecuadamente a la situación; por ejemplo, retira el palo y sigue
paseando tranquilamente, adecuadamente. No es que ya no le importe el
paseo; sigue disfrutando de su paseo, pero no con esa angustia, con ese
malestar, con esa preocupación. Ya no se obnubila la mente empleando las
evasiones que ya conocemos, drogándola con sustancias que la emboten
para que no haya sufrimiento o descentrándola con cualquier clase de
distracción para evadir la inquietud sobre qué hacer o no hacer.
COMPRENDER LA VIDA
139
La sabiduría, por supuesto, no es saber mucho. Se puede tener sabiduría
sabiendo muy poco o no sabiendo casi nada, sabiendo apenas lo
imprescindible. La sabiduría no tiene nada que ver con tener
conocimientos. Puedes tener apenas los conocimientos imprescindibles —
conocer tu nombre, tu número de identificación fiscal, el nombre de la
calle donde vives y cosas de ese tipo— y, sin embargo, tener sabiduría.
Y otra persona puede tener grandes conocimientos, incluso muy a la moda,
de los últimos, sin tener sabiduría. La sabiduría brota de un estado de
comprensión. Es un estado nuevo, no nos engañemos. No se fragua en el
pensamiento, no se crea allí; es un estado diferente de lo conocido.
140
posible que de la comprensión profunda de la sabiduría brote ese estado de
plenitud.
Plenitud es más que alegría, es una alegría sin objeto. Porque normalmente
la alegría la condicionamos a algo: estoy contento porque me ha pasado
algo bueno, porque mi hijo ha pasado un examen, estoy contento porque
me han regalado un objeto de mi agrado, estoy contento porque la bolsa
ha subido y tenía intereses en ello, estoy contento por algo. Pero cuando
esa alegría es condicionada, no es nada, es echar agua en un cacharro lleno
de agujeros: se va; rápidamente se va, porque aparece en el tiempo y
desaparece en el tiempo. Podemos darnos cuenta de ello, ¡es tan fugaz!
Podemos estar muchísimo tiempo, a lo mejor hasta años, con un deseo,
y cuando por fin lo conseguimos, la alegría de conseguirlo no dura nada.
Podemos observarlo: ¿Cuánto dura la alegría de conseguir el deseo,
después de haber estado años detrás, con voluntad para conseguirlo? Nada,
ya me he acostumbrado; ya tengo aquel objeto, ya tengo por fin aquel
mueble, o ya he conseguido una casa más grande, o ya he conseguido el
puesto de trabajo que quería, ¿y qué? Es una lata, todos los días tengo que
hacer lo mismo... Ya he conseguido que todos me respeten, que me llamen
«jefe», que todos me tengan miedo, ¿y qué? Sigo igual de aburrido, como
si nada.
Pero aquella persona que no ha conseguido nada de eso, ya sea que todo el
mundo la respete, que todo el mundo la admire, tener muchísimo dinero o
tener objetos valiosísimos, puede estar, sin embargo, siempre en un estado
de plenitud interior. Plenitud quiere decir que no falta nada. «Quien a Dios
tiene nada le falta», se dijo. Por supuesto, tener a Dios no es coger al
personaje y mantenerlo al lado de uno. Tener a Dios no es tener a alguien;
es ese estado de presencia de lo Real. Cuando se ha hablado de la
presencia de Dios, se habla de la presencia de la Realidad, de Lo-que-Es,
de Lo-que-So-mos; es Aquello por lo que todo aparece, pero que no
aparece sino que es. Y se protesta, cuántas protestas ha habido del tipo:
«Nadie ha visto a Dios», «Eso de Dios es un invento, porque ¿dónde está
Dios?»... Lo Real no puede aparecer, porque lo que aparece está hecho de
la nada. Ese estado de presencia de lo Real, esa Realidad no aparece; es.
¿CUÁNDO DESPERTAMOS?
141
errando, no damos en el blanco, estamos equivocados; entonces nuestra
vida tiene que ser necesariamente insatisfactoria. En la medida en
que vamos comprendiendo, despertamos a Lo-que-Es, a lo Real; y en esa
medida, aparece en nosotros la serenidad, la paz, la alegría interior que no
depende de nada, el amor como atracción a la unidad de la Realidad
suprema, que es Una. Por tanto, el amor es algo absolutamente necesario.
Si no hay división, si no hay separación, ¿cómo puede haber
diferencias, conflictos, luchas? Lo único que puede haber es amor. La
comprensión por tanto, no es algo que está encerrado, no es algo que está
limitado al plano intelectual, como normalmente se cree. La comprensión
inunda absolutamente todo. Comprender es ver desde la totalidad. Para ver
desde la totalidad es necesario que yo sea, que lo que ahora creo que soy
se disuelva y que mi identidad se amplíe hasta la totalidad. Ésta es una
extraña situación para el pensamiento. Mi identidad tiene que expandirse
infinitamente, y entonces veo desde esa totalidad, desde esa identidad
expandida.
142
Sólo hay una cosa que mantener en nuestra mente; dejemos todo lo demás,
sólo una cosa hay que mantener: lo Real está aquí y ahora, es eterno, está
fuera del tiempo, y la comprensión brota de vivir desde ahí, no de otra
manera. Puedo pensar que, si no estoy en ese lugar, no tengo muchas
expectativas en la vida, no tengo muchas esperanzas. Pero en realidad sí
tengo una gran esperanza: ir a ese lugar. Las demás esperanzas no cuentan.
Si no estoy ahí, mi propósito de vida, mi sentido de la vida, mi plan, mi
amor supremo, mi ideal es traspasar ese nivel y estar en el nivel donde la
comprensión se produce, es decir, pasar de las tinieblas a la luz, como se
ha dicho de una manera simplificada en una Upanisad. Pero las tinieblas
entretienen muchísimo, de ahí la dificultad de aprender a contemplar.
Tenemos que intentarlo una y otra vez.
143
hora a la que había quedado, se olvida de hacer lo que había prometido,
etc.
144
una desaparición, ni una muerte, ni nada de eso. Lo Real está ahí, es
eterno, es siempre, y esa certeza produce la única confianza verdadera. No
es que produzca «una» confianza, sino «la única» confianza verdadera.
El intuir, el contemplar o el unificarse con lo Real son las tres etapas que
van produciendo la única confianza verdadera; las otras no son verdaderas:
ni el confiar en personas, ni el confiar en la economía, ni el confiar en la
tradición, ni el confiar en las autoridades científicas o religiosas, ni el
confiar en nada. La única confianza verdadera, y la única libertad
verdadera, es la que nace de lo Real. De esa comprensión y de esa serena
lucidez brota la única verdadera libertad. Las otras cosas son remedos, son
caricaturas de la libertad; no es verdadera libertad, sino lo que creemos que
es libertad. Hacer lo que quiero en un momento dado suele estar movido
por corrientes, energías, impulsos, ideas que no veo. Eso es hacer lo que
quiero. Cuando todo eso se ha comprendido brota la verdadera libertad: la
libertad de ser lo que realmente soy en un instante eterno. Nada de lo que
aparece es real. En este sentido, ser libre es no estar limitado, no estar
condicionado.
145
CAPÍTULO XIV
1
«Porque estamos hechos de la misma materia con que se tejen los sueños»,
palabras de Próspero en La tempestad. (A. del C.)
146
Sabiduría en el vivir
SIN TIEMPO
Cuando decimos que vamos a hacer una investigación, quiere decir que
adoptamos una actitud interna capaz de descubrir un lugar nuevo a partir
de nuestra inteligencia habitual, de abrirnos a un espacio de inteligencia
ilimitado. No es difícil observar que, aunque creemos darnos cuenta,
miramos de una manera limitada, parcial. Investigaremos lo que es
verdadero y falso sobre lo que aparece y no es. Éste es el camino de la
sabiduría, que no está en el tiempo. El ser humano puede encontrarse en el
camino en cualquier época, en cualquier lugar, situación, edad, no importa
su cultura ni tradición religiosa.
147
conciencia del que investiga. Es en nosotros mismos el único lugar donde
podemos hallarla. Compartir, intercambiar, animarnos unos a otros, como
lo estamos haciendo ahora, es algo que debemos hacer cada uno
de nosotros.
148
En cada etapa de la vida nos creemos que lo temporal es la realidad y, sin
haber observado cómo pasa el tiempo, queremos atraparlo, pero
inmediatamente ya se ha pasado. Al recordarlo con la memoria, vemos que
aquello ya es otra historia. ¿Cómo puede ser tan importante y, al pasar,
dejar de serlo?, ¿cómo es esto de la temporalidad? Me entretengo con lo
que va a pasar, pero se va a desvanecer de la misma manera que pasó lo
anterior. Las próximas generaciones se reirán de las costumbres actuales,
de lo que nos parece tan importante, del mismo modo que nosotros, por
nuestro lado, también lo hemos hecho con las anteriores. Así estamos
atravesando la ilusión del tiempo.
Y eso va a pasar.
En el fondo del ser humano hay un anhelo de ser lo que somos. No nos
conformamos con lo que aparece. El proponernos metas es muy limitado;
el no traspasar la mente lógica acarrea estados psicológicos desagradables,
como depresiones y angustias. Es lo que estamos manejando de manera
habitual. Ponemos entonces el instrumento físico y mental en manos de
especialistas, que a su vez trabajan de manera limitada. Ya es de dominio
público que eso no es una buena solución. ¿Por qué? Porque son
149
conocimientos parciales. Si tenemos un problema grave, creemos que
necesitamos ponernos en manos de especialistas. Pero, si somos
conscientes y nos damos cuenta de que ese camino que casi toda la
humanidad sigue no es el verdadero, que no nos conduce a lo que
anhelamos profundamente en el fondo del corazón, ¿por qué no lo
cambiamos?
Los que venís haciendo estas investigaciones desde hace tiempo os habéis
dado cuenta de que no consisten en una acumulación de conocimientos. En
el momento en que entramos en el ámbito de la sabiduría todo es nuevo,
todo es único, y el pasado y el futuro no tienen ninguna importancia, ya
que son imaginación de nuestra mente; no son Lo-que-Es.
EL MOMENTO PRESENTE
150
punto de equilibrio, en un instante que se escapa, nos parece difícil, pero
vamos a ponerlo más difícil todavía: mantenernos durante todo el tiempo
ahí, hasta deshacer el tiempo.
Una vez que lo sé, ya no me esfuerzo; sobre todo porque comprendo que
es un camino equivocado. Podríamos decirnos: «¿Este camino conduce a
alguna parte? No. Pues entonces no daré más pasos en la dirección que
iba». Ahí empieza la sabiduría. Cuando ésta acompaña a un ser humano, la
vida se transforma de tal manera que podría pasarme horas, días, años
hablando de cómo se transforma. Es algo muy diferente de la vida
condicionada que conocemos, y, aunque hablar de ello no es vivirlo, puede
decirse que no habrá más dependencias de personas o situaciones, que
jamás nos aburriremos ni estaremos tristes. ¿Por qué? Porque estaré
aprendiendo en cada instante, y ese aprender es una expansión en la
conciencia completamente nueva. No hay nada más importante que
descubrir lo nuevo en una conciencia plena. En la apertura a la sabiduría,
cada instante aparece absolutamente nuevo, ya que es creación de la
conciencia total. Es como si se abriera una ventana de repente y entrara un
resplandor que nos abre a la luz. Cada instante es un estallido del
resplandor de la luz.
151
Vivir en el presente es algo que el pensamiento no conoce, y pensamos que
es algo aburrido y repetitivo. El pensamiento es útil cuando ocupa el lugar
que le corresponde, pero nos hemos identificado con él y así hemos
fabricado una cárcel. También tengo una mano que me es muy útil y me
sirve para muchas cosas, pero si me creyera que soy sólo una mano, qué
vida tan limitada llevaría. Sin embargo, eso no quiere decir que deba
cortarme la mano.
Hay seres humanos que al leer sobre estos temas dicen: «El pensamiento
es el culpable», y se quedan en emociones y sensaciones vitales. Esto es
una limitación improcedente, porque pensar que se puede hacer una cosa u
otra ya es estar pensando, y si por un momento se consiguiera eliminar
por completo el pensamiento, sería una catástrofe, sería quedarse dormido.
No es sabiduría el ir contra los instrumentos con los que la vida nos ha
equipado para vivir esta aventura exis-tencial de la vida. No debemos
menospreciar ningún instrumento. Por el contrario, debemos cuidarlos, ya
que nos van a ser útiles en nuestra aventura. El error no está en los
instrumentos sino en quedarnos atrapados en una zona limitada, y es
sabiduría darnos cuenta de eso. Desde la limitación no podemos hacer
nada. Sólo el darnos cuenta parará todas esas exigencias de deseos y
ambiciones, y nos sacará de la alienación en la que está el ser humano. La
salida mágica es la siguiente: De lo condicionado se sale comprendiendo
que no soy nada de lo conocido, ya sean pensamientos, deseos, emociones,
situaciones, etc. Entonces salgo de ahí y empiezo a vivir con sabiduría.
152
Cuando estamos pensando, cuando vivimos en el cascarón, nos falta
madurar, observar, mirar, darnos cuenta. Cuando se ve una verdad que
normalmente no vemos en la vida diaria, ¿qué utilizamos para verla? Sólo
la simple inteligencia; ella nos basta para darnos cuenta. En ese «darse
cuenta» no hay ya que razonar; en el «estar despierto» ya no necesitamos
los recuerdos, lo que han dicho o hecho otros. La verdad tiene una inmensa
fuerza por sí misma, cuando la hemos visto. Ese lugar desde donde hemos
visto unas verdades es un lugar distinto del que habitualmente solemos
estar.
153
con sabiduría. Las personas que viven estos estados y los pueden enseñar,
tienen un estado de serenidad y paz profunda, de amor hacia todos sin
condiciones, son espontáneas, la vida actúa a través de ellas.
215
SOY EL CAMINO
Hemos dicho que la sabiduría no es una cualidad que se tiene, sino que el
ser humano tiene la posibilidad de abrirse a la sabiduría, a lo Real, a su
verdadera naturaleza, y que esto no se hace mediante conocimientos o
información. Estamos abriendo internamente ese camino, que no tiene
ninguna meta. Es ampliar la conciencia sin límites. No está hecho
de etapas, está hecho de nosotros mismos.
154
Si veo que esto es verdad, debo vivir en consecuencia. Descubrir estas
verdades conlleva ser coherentes con ellas y vivir de acuerdo con ellas.
Todo esto es para ser vivido. Cuando lo vivo, lo soy. No son opi
155
la memoria psicológica.
Una vez que nos hemos dado cuenta de que lo que aparece no es Lo-que-
Es, ¿quién perdería el tiempo en arreglar lo aparente? Si vemos lo que es
irreal, lo inteligente es ir a lo Real. La cuestión es despertar, no adquirir
cualidades. Cuando vamos deshaciendo lo irreal, ese lugar que se vacía lo
habita la sabiduría, la claridad, la lucidez, la serenidad, el amor
incondicionado y total que no depende de nada, la belleza sin forma ni
objeto, simplemente en sí misma, la paz profunda, la armonía. Cuando se
despierta se sustituye el mundo psicológico por el mundo de la sabiduría.
156
llamado «la eliminación del “yo”», y es absolutamente liberador, ya que
tras el «yo» está toda esa serie de cosas tan repetitivas que carecen de
sentido. Cuando desaparece el «yo» se lleva tras de sí toda la
parafernalia psicológica.
Esa barrida que hace la sabiduría es definitiva, y va tan rápida como sean
nuestra contemplación de la verdad y nuestro desengaño del error. Aquello
que se ha eliminado por sabiduría no vuelve más, se acabó. Una vez que he
visto algo y lo comprendo, nunca más me atormentará en la vida. Por
eso debemos comprender, por eso debemos tener la mente despierta para
esa comprensión nueva.
219
157
con lucidez. La liberación de lo falso pasa por mantener esa lucidez. Mi
trabajo consistirá, tanto en contemplación silenciosa como en la vida, en
no dejarme llevar por ningún pensamiento. Sólo los pensamientos útiles de
tipo técnico deben ser escuchados. El ámbito de ló psicológico se ha
creado a espaldas de la sabiduría por no comprender. Así se ha creado mi
historial, que consta de todo lo que no he comprendido. Al hacer silencio,
ese historial puede desaparecer.
Bibliografía y contacto
158
Ӂ
Viveka
159
Vedanta Advaita
Sesha
Lo que es
Tony Parsons
Sesha
La paradoja divina
Sesha
Consuelo Martin
160
El buscador es lo buscado
Ramesh S. Balsekar
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161
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El arte de la contemplación
El arte de la contemplación
162
conocimiento misterioso ni adiestrarse en una enrevesada técnica.
Somos ya conciencia contemplativa. Así que basta con depositar la
atención serenamente sobre el presente que acontece para que aparezca
la lucidez con todo su brillo luminoso y claro.
El Arte de la CONTEMPLACIÓN
Consuelo Martín
163
Table of Contents
El
ARTE DE LA
Aprender a contemplar
El camino donde desembocan todos los caminos
Esperar en la puerta
¿Es posible trascender el pensamiento?
Despertar de los sueños
Contemplar es romper límites
Sabiduría en el vivir
164
Índice
El 2
ARTE DE LA 3
Aprender a contemplar 20
El camino donde desembocan todos los caminos 41
Esperar en la puerta 60
¿Es posible trascender el pensamiento? 88
Despertar de los sueños 108
Contemplar es romper límites 125
Sabiduría en el vivir 147
165