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ESTADOS UNIDOS

El Senado de EE UU aprueba la reforma del sistema de justicia


El mayor logro bipartidista de la era Trump persigue reducir una población
carcelaria de más de 2,2 millones de presos
YOLANDA MONGE

Washington - 19 DIC 2018 - 09:17 CET

Un recluso en una cárcel de Estados Unidos. GETTY

Por abrumadora mayoría (87-12), el Senado de Estados Unidos aprobó esta noche la reforma de
justicia más importante en décadas, un excepcional logro bipartidista dentro de la Administración
de Donald Trump. El siguiente paso es la aprobación en la Cámara antes de la pausa navideña del
Capitolio. Después solo queda la rúbrica del presidente.

Estados Unidos se define por el número de ciudadanos que tiene en la cárcel:


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dos millones doscientas mil personas encerradas entre rejas, lo que le sitúa
El sucio negocio de
las cárceles privadas como vencedor en el podio mundial. La primera potencia detenta un sistema
en Estados Unidos de justicia tachado de injusto, duro y racista que por primera vez en muchos
Qué se puede leer en años va a vivir una reforma. Un primer paso que ha sido capaz de poner de
una cárcel de acuerdo a organizaciones e individuos tan en las antípodas ideológicas como la
Estados Unidos
Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) y los
Población carcelaria ultraconservadores multimillonarios hermanos Koch, o el senador republicano
en el mundo Ted Cruz y la senadora demócrata Kirsten Gillibrand.

No en vano, la ley que el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, ha logrado sacar a
votación antes de que acabara el año se denomina First Step, Primer Paso (cuyas siglas responden
en inglés a las palabras Formerly Incarcerated Reenter Society Transformed Safely Transitioning
Every Person). McConnell estaba decidido: el Congreso no se irá de vacaciones hasta que haya un
acuerdo. “A menos de que nos enfrentemos a este trabajo de manera colaborativa, productiva y
aceleremos el proceso, doy por hecho que el Senado necesitará seguir abierto entre Navidad y Año
nuevo para acabar su trabajo”, aseguró la semana pasada el senador de Kentucky.

Sin ninguna otra pieza legislativa que se pueda definir de esta manera, esta norma es la primera
gran medida bipartidista en la Casa Blanca de Trump. Y puede que la única que se firme en los
supuestos dos años de mandato que todavía le quedan al presidente. Es un pacto excepcional:
demócratas y republicanos, de acuerdo en reformar el sistema federal de prisiones a petición del
presidente Trump. Y una vez que está fuera de juego el antiguo secretario de Justicia, Jeff
Sessions, firme partidario de imponer siempre la condena más severa.

Trump tuvo su época de tipo duro contra el crimen. En 1989, mucho antes de que aspirase a la
Casa Blanca, publicó una serie de anuncios en varios diarios de Nueva York en los que pedía la
muerte para aquellos que hubieran cometido un crimen. En 2017, ya presidente, pedía a la policía
que no fuera tan amable con los detenidos y no se preocupasen por proteger sus cabezas cuando
los introducían en los coches patrulla. "Protegéis sus cabezas con vuestra mano para que no se
golpeen, ¡y acaban de matar a alguien! yo os digo: retirar esa mano, ¿de acuerdo?"

Esa época parece lejana y el mandatario, a petición de personajes a veces estrafalarios, ha


cambiado el tono de su discurso. Así fue cuando conmutó la pena de cadena perpetua de una
mujer de 63 años encarcelada por lavado de dinero y narcotráfico a petición de Kim Kardashian.
En esta ocasión, detrás del gran impulso dado a First Step estaría su yerno, quien ha sufrido en
primera persona el sistema de justicia criminal al ver a su padre entre rejas por financiación ilegal
de campañas, evasión de impuestos y manipulación de testigos.

First Step está llamada a acabar con las leyes draconianas de la década de los ochenta y noventa
que infectaron de presos las cárceles de la nación bajo la máxima de encerrar a la gente y tirar la
llave. La nueva ley elimina el tristemente conocido sistema de “tres delitos y fuera” (analogía con
el béisbol, three strikes and out), por el que alguien que comete tres delitos consecutivos va de por
vida a la cárcel (ahora serán 25 años).

También acaba, de forma retroactiva, con la disparidad en las condenas entre tenencia de cocaína
en polvo y crack, lo que estaba considerado como dos estándares de medir y penalizar a los
consumidores de drogas, con más dureza a los fumadores de crack, en general población negra, y
con más ligereza a los consumidores de cocaína, población blanca. Miles de prisioneros
cumpliendo condenas por delitos relacionados con el crack verán reducidas considerablemente
sus sentencias.

Entre quienes se oponen con fervor a la ley está el senador republicano de Arkansas Tom Cotton,
quien expresaba su sentir en un artículo de opinión en National Review y en un tuit.
“Desgraciadamente, la ley todavía tiene graves problemas y permite poner en la calle antes de
tiempo a muchos criminales violentos”. Cotton, junto con el senador republicano de Luisiana John
Kennedy ha introducido una enmienda en la ley que excluye a los convictos violentos así como a
los que han cometido delitos sexuales.

Aunque significativa, la ley tendrá un impacto modesto en la reducción de presos encarcelados ya


que tan solo afecta a los reos dentro del sistema federal de prisiones, que suponen menos del 10%
del total nacional. Según Keith Wattley, director de UnCommon Law, firma sin ánimo de lucro que
provee consejo legal y terapéutico para personas cumpliendo largas condenas en California, esta
ley es “un paso en la dirección equivocada”. “Esta ley apunta a que beneficiará más a las
compañías que dirigen las prisiones privadas que a la población entre rejas”. En un artículo
publicado en el diario The New York Times, Wattley asegura que “se incrementará el uso de los
sistemas de control electrónicos creados por corporaciones privadas para controlar a aquellos que
han sido puestos en libertad bajo arresto domiciliario”.

Sin embargo, son muchos los que celebran la posibilidad de tener una ley que, por fin, prohíba que
las mujeres presas tengan que dar a luz esposadas.

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