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Obras Escogidas de José Martí – Tomo II

A Manuel Mercado. Abril 22 [de 1886]


Grandes motines de obreros
Nueva exhibición de los pintores impresionistas
Correspondencia particular para El Partido Liberal
Correspondencia particular para EL Partido Liberal
Carta de Nueva York
Correspondencia particular para El Partido Liberal
El proceso de los siete anarquistas de Chicago
El terremoto de Charleston
Correspondencia particular de El Partido Liberal
Correspondencia particular de El Partido Liberal
Fiestas de la Estatua de la Libertad
El Cristo de Munkacsy
El cisma de los católicos en Nueva York
[Viejo de la barba blanca]
El Poeta Walt Whitman
(Tamanaco, de plumas coronado]
[Tienes el don, tienes el verso...]
[Cual de incensario roto...]
Henry Ward Beecher
México en los Estados Unidos
La excomunión del Padre McGlynn
El 10 de Octubre
Discurso en conmemoración del 10 de Octubre
A Juan Ruz. Nueva York, octubre 20 de 1887
A Serafín Bello. New York, noviembre 9 de 1887
Un drama terrible
Al general Máximo Gómez. New York, 16 de diciembre de 1887
Un héroe americano
Mi tío el empleado
Heredia
¿A los Estados Unidos?
A Rafael Serra. New York,22 de septiembre de 1888
Céspedes y Agramonte
Discurso en conmemoración del 10 de Octubre
Una novedad en educación pública
De yankeelandia
El abogado de los ricos
Escenas neoyorquinas. Los vendedores de diarios
Oratoria popular
Revista del mercado
La exhibición de pinturas del ruso Vereschagin
Vindicación de Cuba
Cómo se crea un pueblo nuevo en los Estados Unidos
El castellano en América
La Edad de Oro
A los niños que lean La Edad de Oro
Tres héroes
La Ilíada, de Homero
La última página
Los dos príncipes
Nené traviesa
Las ruinas indias
La última página
La Exposición de París
El padre Las Casas
Los zapaticos de rosa
La última página
Un paseo por la tierra de los anamitas
La muñeca negra
Cuentos de elefantes
La galería de las máquinas
La última página
Discurso en conmemoración del 10 de Octubre
A Gonzalo de Quesada. New York, octubre 29 de 1889
Congreso Internacional de Washington
A Gonzalo de Quesada. New York, 16 de noviembre de 1889
Correspondencia particular de El Partido Liberal
Heredia
A Gonzalo de Quesada. New York, 13 de diciembre de 1889
A Gonzalo de Quesada. [NuevaYork] 14 [diciembre de 1889
Madre América
A Manuel Mercado. [Diciembre de 1889]
Edison
[A Serafín Bello]
A Emilio Núñez. [Nueva York, mayo de 1890]
Discurso en la fiesta del club Los Independientes
Carta de New York
Cartas de verano II
Cómo murió [Martín] Barrundia
Francisco Sellén
Discurso en conmemoración del 10 de Octubre
Nuestra América
Discurso en honor de México
El asesinato de los italianos
La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América
Rafael María de Mendive
A los cubanos
Discurso en conmemoración del 10 de Octubre
Versos sencillos
“Mis amigos saben...”
I. “Yo soy un hombre sincero”
II. “Yo sé de Egipto y Nigricia”
III. “Odio la máscara y vicio”
IV. “Yo visitaré anhelante”
V. “Si ves un monte de espumas”
VI. “Si quieren que de este mundo”
VII. “Para Aragón, en España”
VIII. “Yo tengo un amigo muerto”
IX. “Quiero, a la sombra de un ala”
X. “El alma trémula y sola”
XI. “Yo tengo un paje muy fiel”
XII. “En el bote iba remando”
XIII. “Por donde abunda la malva”
XIV. “Yo no puedo olvidar nunca”
XV. “Vino el médico amarillo”
XVI. “En el alféizar calado”
XVII. “Es rubia: el cabello suelto”
XVIII. “El alfiler de Eva loca”
XIX. “Por tus ojos encendidos”
XX. “Mi amor del aire se azora”
XXI. “Ayer la vi en el salón”
XXII. “Estoy en el baile extraño”
XXIII. “Yo quiero salir del mundo”
XXIV. “Sé de un pintor atrevido”
XXV. “Yo pienso, cuando me alegro”
XXVI. “Yo que vivo, aunque me he muerto”
XXVII. “El enemigo brutal”
XXVIII. “Por la tumba del cortijo”
XXIX. “La imagen del rey, por ley”
XXX. “El rayo surca, sangriento”
XXXI. “Para modelo de un dios”
XXXII. “En el negro callejón”
XXXIII. “De mi desdicha espantosa”
XXXIV. “¡Penas! iquién osa decir”
XXXV. “¿Qué importa que tu puñal”
XXXVI. “Ya sé: de carne se puede”
XXXVII. “Aquí está el pecho, mujer”
XXXVIII. “ ;Del tirano? Del tirano”
XXXIX. “Cultivo una rosa blanca”
XL. “Pinta mi amigo el pintor”
XLI. “Cuando me vino el honor”
XLII. “En el extraño bazar”
XLIII. “Mucho, señora, daría”
XLIV. “Tiene el leopardo un abrigo”
XLV. “Sueño con claustros de mármol”
XLVI. . “Vierte, corazón, tu pena”
San Martín
Al Ministro de la Argentina. New York, octubre 17 de 1891
José Martí. Cronología, por Ibrahím Hidalgo Paz
Edición: Ela López Ugnrte y Adiah González 1V;uanjo
Redacción: Laura Rey A MANUEL L%tERCAD6.
Correcci6n:Hildo Gonzcíiez Rosales y Bcysi Marthez Sitbii
Disetlo: Orlando Díaz

Priniera edición: Centro de Estudios Martianos / Editora Política ;Mi amigo queridísimo:
ler. tonlo, 1978; 2do. tomo, 1979; 3er. tomo, 1981
Esperaba yo por Soiignac carta de Ud., como espera u n enfermó
@ CEhlRo DE ESlWDiOS MAREANOS,
1992 desvelado un rayo de sol: y hasta creía que pudiera ser respuesta
Q Sobre la presente edicián: a una carta larga, y de mucha importancia para mi, que dirigí a
ED~ORIAL
DE CIEXCIAS
S o c i w , 1992 V. por el correo, vía El Paso, no recuerdo si al Ministerio o a S a n
Iidefonso 4, uno o dos dias después de haber salido Pablo Macedo
de New York. Solignac viene, en busca de carta mía que Iievarle;
pero no me trae la de Vd.: con él mismo escribí a Vd. en fe de
vida en el viaje anterior, y me dice-que de Veracruz le envió la carta
con Zayas Bazán.
La verdad es que esta vez no quisiera escribir!e; porque me
seria ahora, en mi plan y en el de Macedo, de tanta importancia
s u auxilio, y me e s tan esencial en el estado de aflición de mi alma,
que ya pasa a mi cuerpo-que me entran mis reparos de siempre,
y ni a V., en quien me vierto sin rebozo y con u n placer profundo.
ni a V. querría hablarle de mí.
Supongo que habrá llegado a V. la carta larga de que le hablo,
y habrá visto en ella que en la condición actual de mi fortuna, y
en esta especie de terror de alma en que vivo, me causaría verdadera
angustia no poder lograr el empeño que he puesto en sus manos. Con
este pie en lo firme, podría al fin ¡tal vez por ocasión primera en
cinco años! trabajar sin tener en todo instante una pezuna sobre
!a frente, y la dignidad en un potro,-y el alma entera en náusea;
CEh'IRO DE h U D i O S hfARTIANOs tal vez podría empezar, tranquilo el espíritu en u n quehacer noble,
Calzada 807, esq. a 4 a salirme un poco de este contacto demasiado íntimo con los hom-
El Vedado, La Habana bres, con los hombres en esta tierra, que no son, no. como los hom-
Cuba bres en todas las demás,-y dar suelta, conforme fuera yo saliendo
de esta agonía, a las experiencias y arrogancias que se me han
EDITORIAL DE CIENCIASSOCIALES ido amontonando en el alma, y me sofocan por falta de empleo. Si
Calle 14 No.4104, Playa a lo que ya tengo en esa clase de quehaceres, que n i me agotan
Ciudad de La Habana mis restos de salud ni me tienen en perpetuo susto el decoro, pudiera
Cuba unir la clase de trabajo-que le pido, y que por el cual le ruego
que sr esfuerce mucho má, que para si propio, mc haria V. irn bien
8 Jose .Uarti
OBRAS ESCOGIDAS T II 9

cuya irasceiidencia ~ 5 1 0 podría calciilar \,¡elido dc cerca. .! por den


tro, como dejaría yo que \.d. los viese. el espanto y la tribulación v en muchas partes, a propósito de México: con la mente puesta
a qiic después de estos cinco años de noblezas estériles e indecibles e n México y en mi país escribí un estudio sobre Grant de que no
íatigas ha llegado mi espíritu. Mi Consulado. que me venia ayii creo haberle hablado, y que ha tenido e n la América del S u r mucha
dando, se me acaba el mes próximo. Si no me saca 1.. por sobrc- íortuna: allí saco del revés esa especie de caracteres de fuerza, para
$11 cabeza en esto de los diarios. tendrG de nuevo--sin que nadie. eso que se les vea, sin exageración ni mala voluntad, todo lo feo y
si, note mi desfallecimiento-qiie acudir a una colocación vulgar dc rugoso del interior de la vaina, que tanto hambriento y desvergonza.
comercio, de muchas horas y retribución mezquina. adonde vuelva do rebruñen por de fuera a lamidos!-Un personaje de aquí, me
mi vida a lo que ha sido en estos tiempos últimos,---avena de pe dijo, después de leer este ensayo: “¿Dónde conoció V. al hombre.
sebre, a que se la coman los caballos. Lo que me entristece no es los parece que loespíritus
que hombres!-Los ha retratado
humanosV. sepor dentro?”-jLo
dividen en familias,conocí en
como los
eso; sino que en esa profesión, como acrí se ejerce, y en la condi
ción ruin de empieado menor en que tendría yo que volver a ejer animales.-En e s a s páginas-¿no le he hablado antes de ellas?-va
cerla, cada detalle ¿por qué no decírselo? me subleva y aturde. mucho de mis dolores patrióticos, iprimer peldaño que bajé del cielo!
y vivo como acorralado y apaleado, y la brutalidad, deshonestidad y Ya Vd., al verle a esta carta los tamaños, la habrá puesto de
sordidez que veo a mi alrededor y de que tengo que ser instrumento lado, para leerla en el primer domingo: ¡quién me diera uno solo,
me ponen,-creo que ya se lo he dicho a V. porque es verdad-como de aquellos que empezaban en la puerta de La Revista,’ y acababan
una cierva, despedazada por las mordidas de los perros, que se en una taza de café de Uruapan!: de modo que, como es domingo,
refugia para morir en el último tronco. Saco de mí sin cansarme no me d a pena seguir hablándole de mis cosas. Ya le hablé de las
una energía salvaje; pero noto que estoy llegando ya al fondo de de ahora. Ya le dije también eii mi carta anterior algo de las veni-
mis entrañas. O tengo un poco de respiro para rehacérmelas, a que deras.-Por la carta y por Pablo Macedo sabrá que, a lo modesto
me las comtin de nclPvo, o aquí se acaban.-Yo por nada me abato: y principiante, tengo el pensamiento de hacerme editor de libros
pero siento que los puntales s e me vafi cayendo. Trabaje por mí. baratos y Útiles, de educación y materias que la ayuden, cuyos l i -
que esta alma mía no s e ha hecho para extinguirse tan a oscuras bros pueden hacerse aquí e n armonía con la naturaleza y necesida-
ir por tan pobres razones. Los cariños que inspiro, y el de V. a la des de nuestros pueblos, y economía de quien trabaja en lo propio.
Cabeza de ellos, son ya, desde hace años mi único premio y estimu- y venderse, en México principalmente, con u n margen de escasísimo
lo: nada más pedí a la tierra, y nada más me ha dado. provecho. P e r o lo que V. no sabe es que esta no e s en mí idea
Una que otra muestra de espléndida simpatía que me llega nueva, sino en cuanto a la posibilidad de su inmediata realiza-
de tiempo en tiempo de tierras lejanas, y la triste contemplación de ción;-que a este fin, como si ya yo no tuviera otro natural, me
mi fortaleza, son los Únicos gozos que para mí hay hoy en la vida. vengo preparando con un estudio cuidadoso de los menores deta-
Ni en las pasiones he podido tenerlos nunca, porque aun en aquellas lles, desde hace muchos años;-que, aparte de toda situación mía
mías que pudieran haber parecido desordenadas, no he visto yo más actual, me siento capaz de levantar en este hermoso ramo una em-
que un deber justo y seco. El recuerdo de mi padre viejo,-el amor presa benéfica y productiva;-que contra mi costumbre, desde qll’
de mis amigos, y el amor de los niños e s lo único que hoy conmueve Macedo me habló-de esto como realizable, al decirle yo cómo te
mi alma aterrada:-fuera de ese cariño a todo lo que padece, que nía estudiado el asunto, no pienso en otra cosa, y la doy por he-
ya Vd. sabe que en mí es vicio: pero, créamelo, el hielo me llega ya cha;-que t a n convencido estoy del bien que podría hacer, y el giro
a la mano.-¡Qué me importa a mí, para quererlo yo a Vd., que iitil que podría dar al caudal puesto en ello, que en esto sí me pro-
me logre o no esto e n que tanto me va, y tanto me empeño? pongo ser porfiado e incansable. y no parar hasta tenerlo conse-
Mi don Manuel está sentado en mi corazón “a la diestra de Dios guido.-Ir tirando será lo primero, con ahorros de judío,-de lo
Todopoderoso” y no habrá nada que le saque de s u asiento: pero poquito que haya para comenzar. Ya yo s(. los libros vivos qiic
si pudiera obtenerme lo que quiero ¡qué inmenso bien me h a - nuestras tierras necesitan, y piden, y no tienen, ni hay aún quien
ría!-y veo que allá me recuerda y me quiere mucha gente: jcon les dé: y los iré publicando de manera que, desde el principio. Méxi-
qué gozo no me pondría yo a la faena, en mis trabajos para Méxi. co los vaya obteniendo al precio estrictamente necesario para cubrir
co!-y, fuera de toda necesidad mía personal, ¡qué falta hace allá, los gastos. Los provechos vendrán de la venta en los demás países.
de mí y de todos, u n estudio constante de todas las cosas, vías y A1 fin, estos libros útiles, con ediciones sucesivas. vendrán a redil
tendencias de este pueblo, capaz, a pesar de su fuerza, de ser evi- cirse a un precio tal. que no habrá quien no pueda hacerse de‘ ellos.
tado, como se evita una estocada mortal, por la habilidad que no La competencia no e s de temer-primero, porqiic estos libros ser511
posee! Ni siquiera he cuidado yo, en mi desdén por todo lo mío, de muy distintos de cuantos en esa línea van publicadol;.~--libros h i i -
hacer llegar a manos de V. todo lo que llevo escrito, que e s mucho
Io ./osC .Mar!! OBRAS ESCOGIDAS T I I II

iiiaiios y palpitantes,---no mrros textos. sino explicaciones de la \'ida


siis elementos, y preparaciones para Iiichar con ella-la esencia i'
i,lleiiros tengo que contener, porque no son usuales por desdicha,
tlor de !odo lo moderno:-despiiés, porqiie como esta empresá iii aún en SUS mismos hijos, y parece lisonja de medrador, o alaban-
:do sera el lucro modcrado y honesto, siempre podrá abaratar z a de necesitado, 10 que es en mí vastísirno sentimiento continental.
prodiictos mucho más que los qiie no sc confotman sino con gran- %,
. rosa de ternura: ,vaya V. a hacer entender y respetar entre los
des provechos--Eso sí qiie me resucitará y me sacará de la ver. iiombres estas extravagancias! Ya mi alma lastimada no tiene. bas-
g h z a cn que ando. Esa idea me satisface y r e g w i j a , y no entra :ailte iuerza para soportar muchos golpes de estos. Morir de esta
cn este contento ni por iin apice mi necesidad actual de asegu. tierra. es jiisto--puesto q u e no la quiero; pero morir de las mias,
rarrne u n quehacer menos mortal y angustioso que el qirc. con esca- me seria penoso. A o t r a s tierras, no puedo, pues, pensar en ir.-A
sos intervalos. he tenido hasia ahora. l a rnia, tamijoco: n o porque sea yo un revolucionario empederaido
P e r o ni aún viniendo a pensar en esto, puede dejar de Serme \. caprichoso, que sólo consienta eii volver a su pueblo por los ca-
la idea gratísima. P a r a eso estoy hecho, ya que la acción en campos ;niilos que a s u terquedad o soberbia se le antojan, sino Gorque los ,
m á s vastos no me es dada. P a r a eso estoy preparado. En eso :nales píiblicos, que en otros pueblos que no sean los míos, no tengo
tengo fuerza. originalidad y práctica. Ese es mi camino. Tengo IITl derecho directo a mejorar, e n mi tierra me pesan como propios,
fe p gozo en eso.-Todo me a t a a New York, por lo menos durante para mí un deber d e remediarlos: allí toda bofetada me sona-
algririos años de mi vida: todo me ata a esta copa de veneno:-Vd. ria eri )a cara: allí toda iildignidad me tendría siempre en pie para
no lo sabe bien, porque no ha batallado aquí como yo.he batallado; (jenurlciarl2 0 conteneria: yo, mísero de mí, n o SOY dueño de mi vida.
pcro fa verdad e s que todos los días, al llegar la tarde, me siento ni 1)uedo hacer, desde qtie contraje por mi voluntad, deberes priva-
como comido en lo interior de un tósigo que me ecba a andar, me (los, todo 10 que mi deber público IHC manda, sino aquella parte dc
pone el alma en vuelcos, y me invita a salir de ni. Todo yo estallo. este qiiit no haga imposible cl curnplimientc, de aquellos, conlo lo
Dc adentro rrk viene t!ri fuego que me quema, como un iuego de fie- !laría sin diida en la campaña formidable que yo emprendería en
bre. i b i d o y sezo. Es la muerte a retazos. Sólo ]os días e n que n o mi tierra. Nada más, p e s , que el respeto a mi familia meeobiiga
bajo a negocios. o veo a poca gente, o arido mucho a l aire ahora 3 i ~ n aausencia que Locio~ellos creen que prolongo en dario suyo.
que hay primavera, padezco menos de este! horror de espíritu: iqilé Ahora. pensar que yo vuelva a mi tierra a acumular doblones, y en-
riendas he necesitado tener para sujetar la mente a freI30! ¡el día que tre ianios que luchan bravamente, deje de luchar, con m á s bríos y
yo escriba este poema!-Bueno, pues; todo me a t a a New York: las empuje que todos ellos, y menos amor de mí, es pensar q u e puede
consecuencias de los errores políticos de nuestro país;-la cercanía beberse el sol en una l a z a de café. Eso no podría ser. Prefiero, pues,
a esa tierra mía que n o sabe de mi, y por la q u e muero;-la repug- morir acá en silencio.
nancia a salir a correr nuevas aventuras, con la casa a l hombro, 'i a c l tquC puedo yo hacer? De prisa lo he de decir, porque esta
qiie no adniitc esperas;-la repugnancia, a ú n mayor. a vivir en carta pasa ya de atreviniiento.. Si de ir muriendo se t r a t a , ya se
países adonde no llevamos arte práctica ni un derecho mecánico a sabe, intentaré volver a mis quehaceres de dependiente de comercio,
la vida, sino una pequeña inteiigencia más, que en esos paises donde todo es ultraje, todo zozobra, todo angustia d e noria, sin m á s
sobra, y sólo da de comer cuando se pone en alquiler o e n venta para quc un pan ai día, 110 sielnpre entero. Si de salvarnie se t r a t a , nada
usos de gobiernos, que a un extranjero están vedados:-todo. más inás puedo hacer que esa tarea qijcrida a que mis t r a b a j o s de mu-
las consecuencias naturales de cinco años de vida en un lugar cén- chos años, mi pequefio riornbre y a bastante extendido, m i s modestas
trico, me ata por ahora a New York.-A o t r a s tierras, ya sabe v. pretensiones, la opinión de cuantos me conocen, mi deseo constante
por qué n o pienso en ir. Mercado literario, a ú n no hay e n ellas, ni y ardiente, y el éxito de cuanto llevo hecho en ese r a m o me prepa-
tiene por qué haberío. En el mercado político, yo no nie he d e poner. r a n . Nada m5s puedo hacer si he de salvarme, coi? esta naturaleza
En el mercado judicial, los abogados buenos sobran, Ya sé yo que inía en que las corrientes del espiritii dan con t a n t a furia, que esa
dc piiro servicial y humilde, un pan siempre habría de conseguir. especie de nobles labofes donde a u n tiempo puedo s a t i s f a c e r mi
Pero mis instrumentos de trabajo, que son mi lengua y mi pluma, O ansia de hacer bien, rnelorar con esa alegría mi salud r o t a , y a m a -
sar i i i i pan para mañana.
habían de quedarse en el mismo silencio y encogimiento e n que es- Ya es mrís de medianoche, y llevo una hora y media de escribirle.
tán aquí, o habrían de usarse en pro o en contra de asuntos locales h \ ~siento consolado. De 11adje esperé nunca nada: y si, a oculta5
en que no tengo derecho ni voluntad de e n t r a r , y en los que, sir1 de mí mismo, esperé algo de alguien, eso es precisamente lo qiie
embargo, como 'a me sucedió en Guatemala y en Venezuela, n i e! 110 i!e tenido. Pero de \. Iie tenido sieinpre, at:n en carjfio, m5s de
silencio me e s permitido, porque se juzga, c u a n d o ya se tiene cierto 10 aiie he esuera<io. Tengo en v. una fe que ya en muchas cosas y
rionibre y respeto: que es censura a l gobierno el silencio decoroso. hombres he Perdido. Ve< pues, como me le doy sin r e s e r v a , y res-
Y hactz los mismos fervientes cariños de mi a l m a hacia esos paises poncb, a1 fin, en parte a lo que desde hace anos me viene prcgun-
12 Jo>e .ilurri

tando. sobre lo interior de mi mismo. Todo lo que falta se lo diré en


cuanto lo vea, que e s mucho, y mortal: pero yo recojo del suelo mis G R A N D E S MOTINES D E O B R E R O S
propios pedazos. y los junto y a n d o con ellos como si estuviera vivo.
¿Se enoja conmigo porque le he molestado tanto? A mí no me
enojaría tenerle a mi lado hora sobre hora, y oírle vaciar s u juicio
hermoso y su corazón honesto. Corazón, ahí le va. Juicio,-sólo
tengo cl mío,-que ninguna contrariedad ni desdicha ha logrado aún
torcer ni envenenar; pero no e s tan hermoso y sereno como el
suyo.-Déjeme, pues, callar, contento de haber depuesto ante V. la
arrogancia con que oculto mis desfallecimientos hasta de mí mismo.
Soy-no se me ría-como u n rey salvaje. Déjeme callar, y en cuan-
to esté en su mano, póngame remedio: todo el que haya, sí por Dios;
;pero si no hay otro, con su cariño basta!-Junte en un abrazo a sus
pequeñuelos, y bese la mano a Lola.
ALZAMIENTO UNANIME EN FAVOR DE OCHO HORAS DE TRABAJO.-LOS
S u hermano ANARQUISTAS ARMADOS.-GRAN MITIN EN NUEVA Y0RK.-LOS POLI.
C l A S Y LOS ANARQU1STAS.-ESPIRITU Y TRASCENDENCIA DEL LANZA-
MIENTO OBRERO.-EL OBISPO DE LA IGLESIA METODISTA CONMUEVE
JOSE MARTI AL PAIS CON UNA PLEGARIA POR LA REORGANIZACION SOCIAL.-FA-
Abril 22. (f886l BRICAS DE BOMBAS.-LIBROS DE CRIMEN.-LOS OBREROS DE ALEMA-
NIA Y LOS ESTADOS UNIDOS.-LO QUE TRAEN DE EUROPA LOS OBRE-
ROS ALEMANES.-MOST, SCHWAB, SP1ES.-ESCENAS DE LOS MOTINES
Olvidaba que V. no tiene mi dirección. Es esta: P.O.B. 1283. DE CHICAG0.-HUELGUISTAS ENVENENADOS.-EXPLOSION DE UNA
BOMBA DE DINAMITA
0. c., t. 20, p. 87-92. Cotejada con el manuscrito original.
Nueva York, mayo 16 de 188G

Señor Director de La NuciÓtz.


Jefferson Davis, roido por el dolor de su vencimiento, acaba de
pasear en triunfo, a la sombra de s u s banderas y por calles alfom-
bradas de flores, las ciudades del Sur que fueron hace u n cuarto
dc siglo fortalezas de la gigantesca rebelión que lo eligió por presr-
dente. Desde aquellos magnos años hasta hoy, no ha habido en
los Estados Unidos acontecimientos más graves que los que han
manchado de sangre las flores de estos mayos. Lo que se esperaba
ha sido.
El problenia del trabajo se ha erguido de súbito, y Iia eriseiíado
sus terribles entrañas.
Se ha visto que, aunque de un modo todavía confuso, y con di-
versos métodos, estan unidor en una misma tendencia y determina-
ci0n los trabajadores norteamcricanos. E s inútil ahorrar mineros;
son 17000 000. So pretexto de reclamar la reducción de las horas
actlialcs de trabajo a d i " , ha culminado e n batallas campales en
las plazas, y cii una especie de intentona y alistamiento generale-.
el malestar que empezó con las huelgas de los ferrucarriles y tritnr-
ynys, no bien tendió a secar al sol de abril su mano lúgubre el
l n v i e r n ~ ;iparece a veces que hay cieila fuerza moral en los rayos
tlrl sol!
OBRAS ESCOGIDAS l’ II 13

Se ha visto que, en consecuencia de labores constantes, y sin


necesidad de ninguna voz ni dirección fija, todas las ciudades obre- ;e vierte por entre las hojas, dibujando en la tierra fantásticos bor-
ras se levantaron en los mismos dias con una petición unánime, y dados, una atrevida claridad de múndo nuevo. Apiñados en ella,
este primer estallido de una fuerza que es acaso demasiado vasta removiéndose, cuchicheando, ondeando, oleando, parecía aquella mu-
y heterogenea, para que pueda echar toda por igual camino, ha reve- chedumbre de gente ciclópea, la gran taza encendida donde se trans-
lado, como a la luz de un rayo, el tamaño de la casta triste y enor- forma, en una noche luminosa, el universo.
me que se viene encima, y la negrura de las minas hondas donde Acá se acaba de ver, en el alzamiento general, en los arsenales
las criaturas de destrucción, que se acumulan siempre en las ho- anarquistas, sorprendidos, en el desafío y locura de su prensa, en
ras de tormenta, socavan con una cordura de locos, los descansos los motines v combates de Chicago, a la luz de los rifles y al esta-
de la fábrica desequilibrada, fábrica de mármol sobre todo, en que llido de las bombas, se acaba de ver que es colosal y viable el feto.
ocupados en la busca de oro viven hoy los hombres. -<Qué quieren? Un dia es más salario; otro día es más respeto;
En Nueva York, hubo procesiones, plazas repletas, casas henchi- otro dia, como ahora, quieren que las horas de trabajo no sean más
das de policías armados alrededor de las plazas, discursos más que ocho, no tanto para que pueda entrar alguna luz por el alma en
encendidos que las antorchas que iluminaban a los oradores, y más las horas de reposo, como para que se vean obligados los fabrican-
negros que su humo: Union Square, que tiene cuatro cuadras de tes a emplear a los obreros que hoy no tienen faena; pero todas estas
cada lado, era una sola cabeza la noche de la petición de las ocho demandas son formas-y peldaños: ha llegado ya a condensarse en
horas: como un cinto, ceñía la gran plaza, oculta para no excitar acción la plenitud de amargura y encono en que su vida infeliz y
los animos, una fuerza de policía, pronta a la carga: <cómo no, desesperada tiene a la pobre gente de trabajo: ya han llegado los or-
si se sabe que en Nueva York los anarquistas leen como la Biblia, ganizadores, los administradores, los filósofos y vulgarizadores, el
y compran como el pan un texto de fabricar bombas de lata, bom- ejército, en fin, que realiza las grandes reformas; unos empujan,
bas cómodas, “graciosas y pequeñas como una pera”, bombas de otros maldicen, otros contienen, otros sujetan la acción, mientras
dinamita “que caben en la mano”?; icómo no, si a la luz del día, encuentran el remedio: pero ya todos obran.
porque no hay ley aquí que prohiba llevar un rifle en la mano, iQuiénes podrán más, los obreros moderados que con la mira
entran los anarquistas en los lugares donde aprenden el ejercicío puesta en una reorganización social absoluta se proponen ir hacia
de las armas Ias “compañías de rifleros trabajadores” y no se oye, ella elaborando por medio de su voto unido las leyes que les per-
en las horas libres y en todo el domingo, más que la marcha de pies mitan realizarlo sin violencia, o los que con la pujanza de la ira
que se clavan, la marcha terca, continua, firme, una marcha de que acumulada siglo sobre siglo, en las tierras despóticas de Europa,
nadie se cansa ni protesta, una marcha de gente que se ha puesto se han venido de allá con un taller de odio en cada pecho y quieren
en pie decidida a llegar?: <cómo no, si todo el este de 12 ciudad llegar a la reorganización social por el crimen, por el incendio, por
está sembrado de logias de socialistas alemanes, que van a beber el robo, por el fraude, por el asesinato. por “el desdén de toda mo-
su cerveza, y a juntar sus iras acompañadas de sus mujeres pro- ralidad, ley y orden”?
pias y sus hijos, que llevan en sus caras terrosas y en sus manos Ese es, en este instante, el problema trabajador, tal como queda
flacas las marcas del afán y la hora de odio en que han sido en- deslindado, después de estos sucesos, en los Estados Unidos.
gendrados? <Las prácticas de la libertad habrán enseñado a los hombres a
Pero entre los que azuzan desde las tribunas a los trabajadores mejorar sus destinos sin violencia? Parece que sí: parece que el
la noche de la reunión, no hay sólo alemanes, no, sino patriarcas ejercicio de sí mismos, ac donde es perfecto, ha enseñado a los
americanos; hombres de buena fe y habla profética, ancianos enca- hombres la manera de rehacer el mundo, sin amenazarlo con su
necidos en la creencia y propaganda de una época más justa, após- sangre.
toles a lo John Brown, aquel loco hecho de estrellas. Dos cosas hay que son gloriosas: el sol en el cielo, y la libertad
En otros lugares, lo traído de Europa, violento y criminal, pre-
domina en el movimiento obrero, y lo mancha y afea: pero en Nueva en la tierra.
York, como dondeq.uiera que hay trabajadores, aunque los medios La verdad es que, por todo lo que se ve, esos motines de Chicago,
brutales repugnen a la gente de hábitos republicanos, se nota que esos voceos de socialistas, esos ejercicios en patios y túneles, esas
el alzamiento viene de lo hondo de la conciencia nacional, y que la odiosas violencias, son como salpicaduras de su fango ensangren-
pasión y la voluntad de vencer están ya, para no dejar de estar, en tado, que con la rabia de los que mueren, echa sobre América triun-
el trabajador americano. fante, como una reina desdentada, la Europa iracunda. Acá se ve
En la plaza de la Unión hay grandes árboles, y de encima de que la opinión en masa, la prensa misma de los capitalistas, ique
todos ellos, CODO un cesto de lunas llenas suspendido en los aires, más, la Iglesia misma, la Iglesia Protestante!, acepta la revisión del
sistema social de ahora. y va pensando en la manera de ir ponien-
OBh25 ESCOGIDAS. T II 17

do un poco de mármol que sobra en unas calles. en el lodo que


sobra en otras. sistema social que, a pesar del pleno ejercicio de la libertad huma-
El obispo de la iglesia metodista, una Iglesia robusta y prote- na, lleva al odio, al desequilibrio creciente, y a la guerra entre los
gida por gente de caudales, envía a los templos de su credo una habitantes de un país libre, generoso y rico: se presiente sin miedo,
pastora1 que causa en el país una emoción profunda: “Basta-dice: y casi se saluda con cariño, la llegada de la era del trabajador;
este edificio donde vivimos es un edificio de injusticia: esto no es pero opinión, gobierno, prensa, clero iqué! el trabajo mismo, se le-
lo que enseñó Jesús, ni lo que debemos hacer los hombres: nuestra vantan contra las turbas de fanáticos que, en vez de emplear SU
civilización es injusta: nuestro sistema de salarios, asilos y hospita- fuerza en rehacer las leyes, fortalecen y justifican las leyes actuales
les ha sido sometido a prueba y ha fracasado. con el espanto que inspiran sus crímenes.
“Repugna al orden de la razón que unos tengan demasiado \ Lo mismo artesanos que banqueros; lo mismo el gran maestre de
otros no tengan lo indispensable. Lo que está hecho así debe de;- los Caballeros del Trabajo que los capitalistas del club famoso
hacerse, porque no está bien hecho, Salgamos amistosamente al en- de New York Union League; lo mismo los gremios aislados de obre-
cuentro de la justicia, si no queremos que la justicia se desplome ros americanos que los diarios de los magnates de las bolsas, aban-
sobre nosotros. donan a la ira pública y a la ley a los que con su odio insensato a
“Por Cristo, y por la razón, esta fábrica injusta ha de cambiarse. fas instituciones que merecen, puesto que no las saben vencer en
“;Rico, tú tienes mucha tierra! iPobre, tú debes tener tu parte paz en un país libre, retardan la reforma de la constitución indus-
de tierra!” trial que entraña la del hombre mismo, por la alarma justa de la
Esas palabras, que condensan las de la pastoral han sacudido opinión pública sin la que es imposible la victoria.
la atencicin, porque no vienen de filántropos desacreditados ni de Ni la policía, ni los jueces, ni el gran jurado, que es la opinión
gente de odas y de libros, sino de un gran sacerdote, de mu&o seso general, perdona a los que han ensangrentado a Chicago, ni a los
y pensamiento, que tiene una iglesia de granito con ventanas de que los imitan.
suaves colores, y ha pasado una vida majestuosa en el trato y Los caudillos anarquistas están presos: a uno, a Most, lo halaron
cariño de los ricos. ;Bendita sea la mano que sg baja a los pobres! por los pies de debajo de una cama.
Las imprentas se niegan a poner en sus prensas los diarios anar-
quistas. Acá, donde hay flores para los asesinos condenados a mo-
Pero esa bondad sacerdotal, que acá no ha sido oída ni con asom- rir, no ha habido una muestra de simpatía para 10s anarquistas
bro 17i con escarnio, ese sorprendente acercamiento del representan- presos.
ie de una iglesia al reformador más sano e ingenuo que estudia hov Los oradores y escritores que convocaron a las armas a la muche-
cl problema del trabajo, a Henry George, no alcanza a excusar sino dumbre. en Chicago. v presidieron a su crimen, serán probablemente
que condena, corno condena George mismo, a los que afean la’mar- acusad& de homi;idiÓ a’nte el jurado.
cha victoriosa del espíritu humano con violencias y crímenes irme. La policía ha recogido en mucho antro, en casas arrinconadas.
ccsarios en un país donde hora a hora, desde todas las tribunas, pue- en cuartos oscuros, que hacían de hospitales de sangre, en trinche-
den decir los hombres lo que quieren, y juntarse para hacerlo. ras y cuevas subterráneas, vagones enteros llenos de fusiles, cajo-
(Que no puede la mayoría trabajadora convencer a la minoría nes de cápsulas, depósitos de dinamita y glicerina, moldes de bom-
acaudalada de la necesidad de un cambio? Pues no tiene la capaci- bas, bombas “graciosas y pequeñas como una pera”, cerros de
dad de gobernar con justicia, y no debe gobernar el que no tiene periódicos y circulares que llaman a crimen, libros anarquistas empas-
la capacidad de convencer tados en cuero rojo, pruebas de una red vasta de iábricas de dma-
El gobierno de los hombres es la misión más alta del ser huma- mita y logias organizadas que la consumen, documentos que de-
no* Y sólo debe fiarse a quien ame a los hombres y entienda su muestran que una de sus prácticas es la de incendiar sus casar
naturaleza.
aseguradas para cobrar en provecho del tesoro anarquista el pre-
No: en eso ha estado la nación unánime
Se ha concedido des-
el cio del seguro: mucha sustancia extraña se ha encontrado, que CS-
derecho a errar de fas agrupaciones de obreros que comienzan talla al sol y al choque, mucho texto donde se enseña, por diez
de sU ignorancia y dolor, a organizarse: se em’pieza a concede; que
eI Sistema de d’ centavos, el modo de incendiar y de matar.
tris debe r *stribución equitativa de los productos de la indus- iAl más noble de espíritu, da arrebatos de ira esta perversión de
ralmente laeemplazar
necesidad ald sistema de salarios: se reconoce casi gene- la naturaleza humana!
impidan, como las d e reconstituir la nación sobre bases que no Ha habido en todo eI pais, aún en la gente de alma apostólica,
e ahora, el desarrollo armonioso y mejorante de una conmoción semejante, a la que produce en una calle pacifica
todos “” e’ementos1 se confiesa que no es por cierto irrevocable 1,” la aparición de un perro atacado de hidrofobia.
i8 Josi .Mur~i OBRAS ESCOGIDAS. T Ii 19
-

Esos hombres no son los verdaderos trabajadores americanos. Se sabe de cierto. Es de alemanes, de polacos, de suecos, de no-
que se coaligan, que cometen errores, que ejercen presión injusta ruegos, la gran masa en que han prendido esas prédicas de incen-
sobre las empresas que se niegan a reconocerlos como agremiados, dios y matanzas. La ciudad de Milwaukee, es un ejemplo, y allí por
que en las horas de furia, allí donde el frio azota m;is y 511s angus- poco, a no haber habido un gobernador enérgico, no queda de la
tias son mayores, vuelcan carros, incendian corrales, rompen las Ciudad más que pavesas: en .Milwaukee, de cincuenta mil trabajado-
entrañas a las máquinas, pero no se reúnen, en cuevas v agujeros. r ~1s-, apenas diez mil hablan inglés: polacos .y alemanes son en su
a estudiar la manera más módica y sencilla de destruir -aI hombre, gran mayoria. En Chicago todos eran alemanes; un americano ha-
por c! delito de haber creado. bis, ano entre diez mil, un Parsons: ten <tuE país, no cris fieras el
Solo los que desesperan de llegar a las cumbres, quieren echar odio? Ese es aquí el elemento temible del problema obrero: esa Ale-
las cumbres abajo. Las alturas son buenas, y el hombre tiene de mania y Polonia, esa Noruega y Suecia, toda esa espuma europea.
divino lo que tiene de capaz para llegar a ellas; pero son propie- se ha derramado por el país entero, y no se sabe si los trabajadores
dad del hombre las alturas, y debe estar abierto a todos su camino. del país serán más poderosos que ella.
Ese odio a todo lo encumbrado, cuando no es la locura del do- Esos alemanes, esos polacos, esos hilngaros, cria.dos en miseria
lor, es la rabia de las bestias. v en la sed de sacudirla, sin más cielo sobre las cabezas que el
Comete un delito, y tiene el alma ruin, el que ve en paz, y sin iacBn de una bota de nlontar, no traían, al venir a esta tierra, en los
que el alma se le deshaga en piedad, la vida dolorosa del pobre bolsillos de sus gabanes blancos, en sus cachuchas, en sus pipas, en
obrero moderno, de la pobre obrera, en estas tierras frías: es debe1 sus botas de cuero y sus dolmanes viejos, aquella costumbre y fe
del Iíombre levantar al hombre: se es culpable de toda abyección que en la libertad aquel augusto sefiorío, aquella confianza de legislador
no se ayuda a remediar: sólo son indignos de lástima los que siem- que pervade y fortalece al ciudadano de las repúblicas: traíall.:
bran a traición? incendio y muerte por odio a la prosperidad ajena. odio del siervo, el apetito de la fortuna ajena, la furia de rebellon
En Aiemanla, bien se comprende, la ira secular, privada de val- que se desata periódicamente en los pueblos oprimidos, el ansia de-
vulas, estalla. Allá no tiene el trabajador el voto franco, la prensa sordenada de ejercitar de una vez la autoridad de hombres, que les
libre! la mano en el pavés, no elige el trabajador, como elige acá comía el esj)iritu, buscando salida. en su tierra de gobierno despó-
al drputado, al senador, al juez, al Presidente: allá no tiene leye; tico.
por donde ir, y salta sobre las que le cierran el camino: allí la vio- Lo que allí se engendró, aqui esta procreando. iPor eso purtle
lencia es justa, porque no se permite la justicia. ser que no madure aquí el fruto, porque no es de la tierra!
Las reiaciones serán tremendas, allí donde las presiones han Esos trabajadores, en su mayor parle alemanes, se trajeron esa
sid0 sumas. Las justicias se van condensando de padres a hijos, terquedad rubia, esa cabeza cuadrada, esa barba hirsuta y revuelta
y llegan a ser en las generaciones fínales cal de los huesos, y vicio que no orea el aire y en que las ideas se empastan. Se trajeron a
de la mente: llegan a erguirse dentro del alma como II~ fantasma sus anarquistas, que no quieren ley, ni saben qué quieren, ni hacen
que PO duerme. más que propalar el incendio y muerte de cuanto vive y est;î en
Estos burdos obreros de Alemania, aguzados por espíritus de pie, con UT: desorden de medios y una confusión tal de íin+es qu(*
odio, 0 por aque!los de SU casta en quienes el dolor culmina en pa- les priva de aquella consideración y respeto que son de justicia p.ara
labra o en acclon, vengan siglos, en su oscuro entender, cuando toda especie de doctrinas de buena fe encaminadas al mejor servIcIo
echa0 una bomba encendida sobre los guardianes de la ley, símbolo del hombre. Se trajeron estos alemanes a Most: a Schwab, a
para ellos en SU tierra de la hiel en qi:e viven. iDe ahí la compa- Spies,--Spies, parecido a Guíteau. un hombre chupado, un hombre
sión de todo espíritu justo por los extravíos de esos tristes oue vienen mal hecho, en quien la masa no fue dispuesta a punto para que
a Ia vida con las manos inquietas y el juicio caldeado< iPero en por entre tas fieras naturales salieran con toda luz de la razón el
ninguna alma honrada llega la justicia a precipitarse en crimen! hombre verdadero;--Most, con una lengua grandaza como SM barba,
frnporta mucho a !OS pueblos que se acrecen con Ia inmigración gordo, iofo, mirada de sargento, enamorado, orador que en ‘días
de Eurqpa ver en que ayuda y en qué daiia la gente que inmigra, pasados habii> en Nueva York a su auditorio con un rifle en la mano.
y de que países va buena, y de cuál va mala. incitando a voces a sus oyentes a que hicieran como él, y íueran a
LOS Estados Unidos, que están hechos de inmigrantes. buscan ya sacar de sus guaridas a todos los capitalistas, v a volar sus casas ‘:
activamen-te el modo, de poner coto a la inmigración excesiva o per- riquezas con las bombas que él enseiia en sus-libros a hacer y llla-
niciosa: vlcndo de donde viene el mal a los Estados Unidos, pueden nejar;----Schwab, persona torva y enfermiza, pelo y barba al descul-
librarse de él 10: paises que aún no han sido llevados por su gene- do, ojos temibles bajo anteojos grandes, huesoso y ávido.
rosidad o SU ansia desmedida de crecimiento, al peligro de inyectar- Pero estos hombres tienen tras de si miles de adeptos: y cuan.
se en las venas toda esa sangre envenenada. do Spies. que ha sido amo de tienda, sube a hablar e:l un va&&
OBRAS ESCOGIDAS. T II 21

sacudiendo en la mano un gajo de ios Arbeiter Zeitung, de] Diario nes de los revólveres se disparan boca a boca, en que las mujeres
tie los obreros que publica, doce mi] hombres se echan por donde avudan desde las ventanas a sus maridos que pelean lanzando la-
él va, sacan estandartes y fusiles de donde los tienen escondidos, se dri]]os, bancos, piedras, botellas, en que doce policías heroicos ha-
ponen como flor de sangre en la solapa una cinta roja, asaltan tien- cen frente, sin más cota de malla que sus blusas azules .de botones
das, despedazan cervecerias enemigas, empeñan batallas mortales dorados, a veinte mil trabajadores amotinados que les disparan faz
con los policías en cuerpo, y echan sobre sus líneas una bomba de a faz, desde las ventanas y vagones, desde sus emboscadas, que se
dinamita que, al estallar con infernal estruendo, deja en tierra ten- les echan encima y les rodean, que entran en medio de su fuego cer-
didos a sesenta hombres. Quieren que el trabajo se reduzca a ocho tero, que al ver llegar en sus carros de patrulla, las cuadrillas de
horas diarias, y es su derecho quererlo, y es justo; pero no es su refuerzo, ihuyen espantados por las calles cercanas los vemte mil
derecho impedir que los que se ofrecen a trabajar en su lugar, tra-
bajen. No es su derecho apedrear a los fabricantes que cierran sus ante los doce!
Se llevan en vagones a sus heridos. Un policia queda en la ace-
talleres, porque no pueden continuar produciendo con esta época ra muerto. iOtra refriega y a pocos pasos! Un policía muere sobre
de precios bajos, en condiciones que requerirían más gastos de pro. un huelguista: el huelguista le ha vaciado el revolver en el pecho:
ducción. No es un derecho perseguir con ese odio bestial de las mu.
el policía, con el pecho traspasado con su enemigo por tierra, le
chedumbres a los infelices que se prestaron un día a ocupar los lu- dispara en la cabeza dos tiros de revólver. Una ambulancia llega.
gares de algunos huelguistas: iinfelices! los llevaban por las calles, Está llena de pólvora la calle. Tiéndese en la ambulancia uno al
de vuelta a sus casas, dos cordones de policía: iban lívidos, y como lado de] otro, a los dos desventurados.
enseñaban desde las ventanas sus puños cerrados, y les echaban En e] camino, chaqueta junto a blusa azul, expiran.
encima agua hírviendo; iban como quien se siente acabar: corría En cada esquina, un encuentro; en cada plaza, reunión, discur-
un viento de muerte que les hacía temblar las rodillas: se escon-
dieron en sus casas como insectos que se entran en sus agujeros. sos, acometimientos, balas.
A]]a van desalados bajo UII fuego continuo de revolver, los va.
Los amotinados no eran ya doce mi], sino veinte mil. Cuãrenta ganes de patrulla, cargados de policías. Detienen a uno; los que.van
mil son los trabajadores en huelga en Chicago. en e] interior se apilan; con las cabezas bajas, para evrtar IOS tiros:
En Milwaukee, la ciudad de la cerveza; en Cincinnati, el palacio el que va en el estribo, roto un hombro, se ase con una mano de
del cerdo, también a miles están amotinados los polacos y los ale- Ia baranda de! vagón, y con la otra, hasta que cae en brazos de sus
manes. compañeros, ya en pie, y pistola al aire, dispara sobre los huelgutstas
Pero en Milwaukee el gobernador les puso freno, espanto a un que le atacan. Rompe a correr el carro, parece que el caballo entra
alcalde polaco que fungía de bravo, y envió a la cárcel a prepararse en la pelea y que el carro es su ala: los huelguistas se abaten al
para la penitenciaría, a unos cien cabecillas, expertos en manejar verlo venir, ebrio ya el carro todo: las casas se los tragan.
bombas y encender cabezas. Allá lejos, <quién muere. 3 Es un huelguista envenenado: otros
En Cincinnati el corregidor no se mostró de paz, y anuncia que más han llevado a casas vecinas. Se en?raron a una botica a CUYO
el que prive a otro hombre en su ciudad del menor de sus derechos dueño acusan de haber llamado a la policía por el teléfono. Tiem-
de persona libre, se verá, por la ley o por la fuerza, privado de blan arriba en un rincón el bo!icario y su mujer. La turba rom-
los suyos; se puso en pic, y ordenó a la milicia que tuviese dispues. pió a pedradas, las ventanas, inundó la tienda: deshizo los mostra-
tos los cartuchos. dores; quebró y majó los pomos, se echó sobre las ropas los perfu-
Sólo en Chicago, donde Spies y Schwab escriben, donde incitan mes: se bebió cuanto le supo a vino.
en las plazas públicas los oradores al incendio y a las armas, donde Los que mueren de] tósigo quedan detrás: hombres y mujeres.
los anarquistas hacen ejercicios diarios de armas en sus patios y agitando al aire los par?,:elos rojos, arrebatando consigo a cuanto?
túneles, donde unz mulata marcha a la cabeza de las procesiones ha!]an, poniendo en fuga un policía que les sale al paso, caen sobre
ondeando con gestos de poseída una bandera roja, donde al sol y una cerveceria, que han jurado devastar porque el dueño dio un
a la luz eléctrica flotan día y noche de las ventanas de Spíes dos sombrero a un policía maltratado por la turba. En las gorras y
en el hueco de las manos se beben ]a cert-eza. Con hachas y a pedra-
pabellones anarquistas, mientras que en libros y talleres ocultos das han abierto los barriles. l-lasta secarlos tienen en ellos las bo-
aprenden sus adeptos a manejar sustancias siniestras y fabricar cas. Caminan sobre la espuma. Ríen. Despedazan con sus mano-s
bombas. Sólo en Chicago, que es desde hace nueve días un campo las alacenas y anaqueles. Todo es astilla en un minuto. Los polr-
de batalla, se cmpeña en cada hora, entre la policía mermada y la cfas llegan, y como no se les hace fuego esta vez, sólo usan de su
muchedumbre frenética, una contienda de muerte, en que los caño- porra, una porra que tunde. Los huelguistas huyen, pero los policias
22 !Ub,L;MlIffi

venian de otro encuentro, muchos de ellos manchados de su sangre.


“;En fila, hombres!” les dijo su capitán, al arremeter contra NUEVA EXHIBICION DE LOS PINTORES
la cervecería. Después de vencer, tres vinieron al suelo. IMPRESIONISTAS
iY en la noche de la bomba mortal, ni uno sólo se hizo atrás
ni huyó la muerte! La explosión los ensordeció; pero no los movió:
<Qué sabían ellos si les arrojarían más de aquellas máquinas terri-
bles? ;No vieron venirse a tierra, como si el suelo hubiese cedido
bajo sus plantas, todo el centro de su línea? <No oían quejidos des-
garradores? “iEn fila, hombres!”
Unos asisten a los que han caído. Los demás, con las pistolas
a la altura del pecho, avanzan descerrajándolas. Un fuego cerra-
do les responde. Guardan los revólveres vacíos, y avanzan des-
cerrajando los llenos. La multitud se desbanda aterrada. Sobre el
suelo livido, y aclarado por la luz eléctrica que fosforea en el silen- LOS VENCIDOS DE LA LUZ.-
cio mortal, se arrastran los policías heridos, como gigantes rotos: INFLUJO DE LA EXHIBICION IMPRESIONISTA.-
uno cae muerto, al quererse erguir sobre un brazo, con el otro vuel- ESTETICA Y TENDENCIAS DE LOS lMPRESIONISTAS.-
to al cielo: le resplandecían sobre el pecho como estrellas los boto- VERD.4D Y LUZ.--DESORDENES DE COLOR.-EL REMADOR DE RENOIR
nes dorados.
De esta hoguera primera se van apagando los fuegos: una fá- Nueva York, julio 2 de 1886
brica cede una hora: otra da siete dias de término para que sus
operarios vuelvan, o pierdan toda ocasión de volver: otras, pocas, Señor Director dc Lu ,b’aciórz:
consienten en rebajar a ocho horas de trabajo: alguna, con prudencia
que es muy celebrada,. fija en nueve horas y media el trabajo del Iremos adonde va todo Nueva York, a la exhibición de los pin-
día, pero se obliga con sus obreros, como estos con ella, a no acu- . . , de
torcs impresionistas, que se aorlo nuevo por demanda del públi-
dir a la violencia para arreglar sus disensiones, a someter a árbi- co. atraido por la curiosidad que acá inspira lo osado y extravagan-
tros los puntos en que no concuerden. ,<>. o sllbytlgado tal vez por el atrevimiento y el brillo de los nuevos
Es general esta tendencia al arbitramiento general, la atención pintores. Cuesta trabajo abrirse paso por las salas llenas: acá es-
al gran problema, la fe en la sensatez pública, y como cierto legí- t;in todos, naturalistas e impresionistas, padres e hijos, Manet con
timo orgullo, que ya se nota, de ver cómo el aire de la libertad sus crudezas, Renoir con su japonismo, Pissarro con sus brumas,
tiene una enérgica virtud que mata a las serpientes. Monet con SIIS desbordamientos, Degas con sus tristezas y SLIS
sombras.
La Naci6r:, Buenos itires, 26 de junio y 2 de julio de 1886. Ninguno de ellos ha vencido todavia. La luz los vence, que es
0. c., t. 10, p. 445436 Ellos la asen por las alas impalpables, la arrmco-
gran vencedora.
rlan brtltalmente, la aprietan entre sus brazos, le piden SUS favores;
pero la enorme coqueta se escapa de sus asaltos y SIE ruegos, y sqlo
ql~cclan de la magnífica bataila sobre los lienzos de los Impresloms-
tas esos recueros de color ardiente que parecen la sangre wa que
echa rwr sUs heridas la luz rota: iya es digno del ciclo el que in-
tenta ‘escalarlo!
Esoi; son 10‘; pintores fuertes, los pintores varoenes, 10s que can-
sados del ideal dc la Academia, frio como una copla, quIeren clavar
%!)rc cl lienzo, palpitante como una esclava desnuda, a la natura-
leza. ;Shlo los que han bregado cuerpo a cuerpo con ia verdad,
Para rcd~l~irla a la frase o al verso, saben cuánto honor hay en
ser vencido por ella!
i-2 eleuancia no basta a los espíritus viriles. Cada hombre trae
~11 mi el $ber dc añadir. de domar, de revelar. Son culpables .las
vidas empleadas en la repetición cómoda de las verdades descubw-
24 los<; Murri OBRAS ESCOGIDAS T II 2%;

tas. Los artistas jóvenes hallan en el mundo una pintura de seda, Ias escaleras que bajan al infierno. Vio la corte, el amor y la guerra
y COR su soberbia grandiosa de estudiantes, quieren un artesano de Ir pintó naturaimenté la muerte
tierra y de sol. Luzbel se ha sentado ante el caballete, y en su mag-
nífica quimera de venganza, quiere tender sobre el lienzo, sujeto
como un reo en el potro, el cielo azul de donde fue lanzado. Los impresionistas, venidos al arte en una época sin altares, ni
Al olor de la riqueza se está vaciando sobre Nueva York el arte tienen fe en lo que no ven, ni padecen el dolor de haberla perdido.
del mundo. Los ricos para alardear de lujo; los municipios para Lleoan a la vida en los países adelantados donde el hombre es
fomentar la cultura; las casas de bebida para atraer a los curiosos, libre. Al amor devoto de los pintores místicos, que aún entre las
compran en grandes sumas lo que los artistas europeos producen rosas de las orgías se les salía del pecho como una columna de
de más fino y atrevido. Quien no conoce los cuadros de Nueva humo aromado, sucede un amor fecundo y viril de hombre, por la
York no conoce el arte moderno. Aquí está de cada gran pintor la naturaleza de quien se va sintiendo igual. Ya se sabe que están
maravilla. De Meissonier están aquí los dos Napoleones, el man- hechos de una misma masa el polvo de la tierra, los huesos de los
cebo olimpico de Friburgo, el hombre pétreo de la retirada de Rusia. hombres y la luz de los astros. Lo que los pintores anhelan, faltos
De Fortuny está aquí La playa de Pórtici, el cuadro no acabado de creencias perdurables por que batallar, es poner en el lienzo las
donde parece que la luz misma, alada y pizpireta, sirvió al pintor de cosas con el mismo esplendor y realce con que aparecen en la vida.
modelo complaciente: iparece una cesta de rayos de so] este cuadro Quieren pintar en el lienzo plano con el mismo relieve con que la
dichoso! <No fue aquí la colosal venta de Morgan? naturaleza crea en el espacio profundo. Quieren obtener con arti-
Pero toda aquella colección de obras maestras, con ser tan opu ficios de pincel lo que la naturaleza obtiene con la realidad de la
lenta y varia, no dejaba en el espíritu, como deja la de los impresic - distancia. Quieren reproducir los objetos con el ropaje flotante y
nistas, esa creadora inquietud y obsesión sabrosa que produce e! tornasolado con que la luz fugaz los enciende y reviste. Quieren
aparecimiento stibito de lo verdadero y lo fuerte. R4os de verde copiar las cosas, no como son en sí por su constitución y se las ve
llanos de rojo, cerros de amarillo: eso parecen, vistos ‘en montón: cn la mente, sino como en una hora transitoria las pone con efectos
los lienzos locos de estos pintores nuevos. caprichosos la caricia de la luz. Quieren, por la implacable sed del
Parecen nubes vestidas de domingo: unas, todas azules. otras alma. lo nuevo y lo imposible. Quieren pintar como el so! pinta. y
todas violetas; hay mares cremas; hay hombres morados; h’ay una caen.
familia verde. Algunos lienzos subyugan al instante. Otros a la
primera ojeada, dan deseos de hundirlos de un buen puñefäzo. a
la segunda, de saludar con respeto al pintor que osó tanto; a’ la Pero e! espíritu humano no es nunca fútil, aun en lo que yo
tercera, de acariciar con ternura al que luchó en vano por vaciar tiene voluntad o intención de ser trascendental. ES, por esencta,
en el lienzo las hondas- distancias y tenuidades impalpables con trascendental el espíritu humano. Toda rebelión de forma arrastra
que suaviza el vapor de la luz la intensidad de los colores. una rebelión de esencia. Y esa misma angélica fuerza con que los
Los pintores impresionistas vienen <quién no lo sabe? de los hijos leales de la vida, que traen en sí el duende de la IUZ, procu-
pintores naturalistas* .-de Courbet, bravío espíritu que ni en arte ran dejar creada por la mano del hombre una naturaleza tan esp!én-
ni en política entendió de más autoridad que la directa de la Na- dida y viva como ]a que elaboran incesantemente los elementos pues-
turaleza; de Manet, que no quiso saber de mujeres de porcelana tos a hervir por el Creador, les lleva por irresistible simpatía con
ni de hombres barnizados; de Corot, que puso en pintura, con vi- lo verdadero, por natural unión de los ángeles caídos del arte con
braciones y misterios de lira, las voces veladas que pueblan e! los ángeles caídos de la existencia, a pintar con ternura fraternal,
aire. y con brutal y soberano enojo, la miseria en que viven los humildes.
DC Velázquez y Goya vienen lodos,-esos dos esparioles gigan- 1’ iEsas son las bailarinas hambrientas! iEsos son los glotones sen-
!escos: Velázquez creó de nuevo los hombres olvidados; Goya, que suales! !Esos son los obreros alcoholizados! ]Esas son las madres
dibujaba cuando niño con toda la dulcedumbre de Rafael, bajC secas de los campesinos. t ;Esos son los hijos pervertidos de los in-
envuelto en una capa oscura a fas entrarías de] ser humano felices! iEsas son !as mujeres de! gozo! !Así son: descaradas, hin-
los colores de ellas contó el viaje a su vuelta.-Velázquez ,ue?‘$
Y l chadas, odiosas y brutales!
naturalista: Goya fue el impresionista: Goya ha hecho con unas Y no surge de esas páginas de colores, incompletas y sinceras.
manchas rojas y parduzcas una Cnsu de locos y un Juicio de la ’ e! perfume sutil y venenoso que trasciende de tanto libro fino y
inquisición que dan fríos mortales: allí están, como sangriento y cuadro elegante, donde la villanía sensual y los crímenes de al-
eterno retrato del hombre, cl esqueleto de la vanidad y la maldad ma se recomiendan con las tentaciones del ingenio; sino que de
profundas. Por los OJOS redondos de aquellos encapuchados se ven I esas mozuelas abrutadas. de esas madres rudas de pescadores.
26 losi Marti OBRAS ESCOGIDAS T. II 27
-
de esas coristas huesudas, de esos labriegos gibosos, de esas vie-
El vigoroso remador, de pie tras ellas, oscurecido el rostro vi-
jecitas santas, se levanta un espíritu de humanidad ardiente y com-
ril por Qn ancho sombrero de paja con una cinta azul, levanta sobre
pasivo, que con saludable energía de gañán echa a un lado los fal- el conju nt0 su atlético torso, alto el pelo, desnudos los brazos, real-
sos placeres y procura un puesto en la... zado el cuerpo por una camisilla de franela, a un sol abrasante.
(Cómo saldremos de estas salas, afeadas por mucha figura sin
dibujo, por mucho paisaje violento, por mucha perspectiva japone- LU d~aCiÓQ Buenos Aires. 17 de agosto de 1886.
sa, sin saludar una vez más a tanto cuadro de Manet, que abrió el 0. C.. t. $3, p. 303-307.
camino con su cruda pintura a esos desbordes de aire libre, sin
detenernos ante el Organo de Lerolle, con su sobrehumano organis-
ta, ante los cuadros resplandecientes de Renoir, antes los de Degas,
profundos y lúgubres, ante aquel Estudio asombroso de Roll, re-
cuerdo de la leyenda de Pasifae, de donde emerge una poesía fra-
gante, plena y madura como las frutas en sazón?
Los Renoir lucen como una copa de borgoña al sol; son cuadros
claros, relampagueantes, llenos de pensamiento y desafío, Hay un ,
Seurat que subleva: la orilla verde corta sin sombra, bajo el sol
del cenit, el río algodonoso: una mancha violeta es un bañista:
otra amarilla es un perro: azules, rojos y amarillos se mezclan sin
arte ni grados. Los Monet son orgías. Los Pissarro son vapores.
Los Montemard ciegan de tanta luz. Los Huguet, que copian el
mar árabe, inspiran amistad hacia el artista. Los Caillebote son de
portentoso atrevimiento: unas niñas vestidas de blanco en un jar-
dín, con todo el fuego del sol; una nevada deslumbrante e implaca-
ble; tres hombres arrodillados, desnudos de cintura, que cepillan
un piso: al lado de uno, el vaso y la botella.
iCómo contar, si hay más de doscientos cuadros? Estos exaspe-
ran; aquellos pasman; otros, como La joven del palco, de Renoir,
enamoran como una mujer viva. Este monte parece que se cae, ese
río parece que nos va a venir encima. iNo ha pintado Manet un
estudio de reflejo de invernadero, tres figuras de cuerpo entero en
un balcón, todo verde?
Pero de esos extravíos y fugas de color, de ese uso convencional
de los efectos transitorios de la naturaleza como si fueran perma-
nentes, de esa ausencia de sombras graduadas que hace caer la
perspectiva, de esos árboles azules, campos encarnados, ríos verdes,
montes lilas, surge de los ojos, que salen de allí tristes como de
una enfermedad, la figura potente del remador de Renoir, en su
cuadro atrevido Remadores del Sena.-Las mozas, abestiadas, con-
tratan favores a un extremo de la mesa improvisada bajo el toldo,
o desgranan las uvas moradas sobre el mantel en que se apilan,
con luces de piedras preciosas, los restos del almuerzo.
OBRAS ESCOGID;\S. T II 29

CORRESPONDENCIA PARTICULAR
PARA EL PARTIDO LJBERAL Animadisimo ha sido aquí este 4 de Julio; pero iquién lo diria!
no hubo fiesta patria sino en un barrio nuevo, allá por las afueras,
que quiere llamar la atención sobre sus calles y sus casas, y tener
por lo pintoresco y bullanguero los atractivos que le quita la distan-
cia. Allí hubo gran parada, con el coche redondo de Washington;
hubo bandera de treinta yardas, que se izó entre VitOreS en un par-
que que lleva el nombre de uno de los firmantes de la declaraclon
de la independencia; hubo un general octogenario, que cantó con voz
velada, ante la muchedumbre descubierta con respeto, una de las
tonadas de guerra del año 1812, cuando Inglaterra mordía las alas
del águila que había espantado de su nido. Pero furra de.la procc-
si& de Harlem, y del pabellón que al abrir la aurora Iza. yn. la
EL 4 DE JULIO.-NEW YORK A MEDIA NOCHE.-FALTA DE ESPIRITU PA- Batería todos los aííos un nieto del que arrió la bandera brltanlca
TRIO EN LAS FIESTAS.-LOS DIAS PATRIOS-OBSERVACIONES SOBRE cuando salían, mosquete a tierra, los ingleses vencidos de New York.
EL ESPIRITU PUBLICO EN LOS ESTADOS UNIDOS.-COMO SE FORMA jni los nombres se pronunciaron en los discursos de los oradores
ESTE PAIS.-EFECTOS SOCIALES DE LA INMIGRACION Y EL EXCESIVO cn teatros y plazas, de aquellos cincuenta y seis patriarcas que en
AMOR A LA RIQUEZA.-LAS FIESTAS.-DIA DE PASEO.-CONEY ISLAND-
LA FIESTA DE LOS IRLANDESES.-LA MADRE DE PARNELL.-HERMOSA Ia hora de la necesidad aparecieron sobre su pueblo como hombres
ESCENA EN LA PLAZA DE LA UNION & mármol que daban luz!
Los días patrios no han de ser descuidados. Está en ellos el
espíritu público. Están en ellos las victorias futuras. Están en ellos
las artes y las letras, que levantan a los pueblos por sobre Ias som-
New York, 6 de julio de 1886
bras cuando se han podrido los huesos de sus hijos, y cubierto de
capas de tierra sus bronces y sus mármoles. Está eri .ellos esa
Señor .Director de El Parlido Liberal:
arrogante soberanía que hace a los pueblos capaces de defenderse.
Todavía está el aire rojo, y penetrado de olor de los fuegos con afuera de sus enemigos, y de salvarse adentro de sus tiranos. En
que se celebr0 ayer el 4 de Julio. Anoche, al sonar las doce, cuando esta vida, donde el hombre no vive feliz ni cumple su deber si no
a los reflejos carmesíes y violetas de las últimas luces de Bengala, en un altar, al día patrio reanima el santo fuego, en las aras man-
pasaban cual fantásticas figuras los paseantes cansados de las pla- chadas por las pasiones, empolvadas por la indiferencia, o perverti-
yas y pueblos vecinos, parecia New York como un cesto de duendes das por el ocio y cl lujo, iSe necesita de vez en cuando respirar
que se acostaban entre chispazos y volteretas, saltando por sobrd juntos, al ruido marcial de los tambores y al reflejo de las bande-
torres y techumbres a la luz cárdena del cielo encendido. Camino ras, ese aire sobrehumano- que embriaga, y pone en los que viven.
de la eternidad parecían ir los trenes del ferrocarril elevado como para que anden y triunfen, la voluntad y el brazo de los muertos!
serpientes akreas por cuya piel agujereada se escapase su espíritu De si debe tener vergüenza el que se avergüence de fortalecer, con
de luz. Las chispas de una rueda de fuego clavada en un poste de estas juntas brillantes de espíritus, esa alma compacta y robusta sin
esquina, caían sobre un niño en traje de soldado, dormido en la la que, al embote de los avariciosos, caerá como un montón de
acera sobre su tambor. De una estación de ferrocarril bajaban entre polvo la patria: o como la estatua de plomo del rey de Inglaterra.
familias alemanas y jugadores de pelota, trece mozas en uniforme que derritieron los neoyorquinos hace ciento diez años, cuando SU-
de cantineras, los trece Estados de la Unión, que hace ciento diez Pieron que estaba repicando en Filadelfia la campana sagrada, pu-
años declararon en estos mismos días su voluntad de ser unos y li- blicando al mundo que habia nacido sobre una tierra nueva un pue-
bres. Un veterano llevaba en brazos a su hijita, envuelta en una ban- blo libre.
dera nacional. Bufando, y como exhalando los últimos suspiros va- Aqui da miedo ver cómo SC disgrega el espiritu público. La bre-
ciaban en el muelle su carga sofocada los vapores que volvían de ga es muy grande por el pan de cada dia. Es enorme el trabajo de
los lugares de paseo, conciertos, baños, pugilatos, juegos y carreras. abrirse paso por entre esta masa arrebatada. desbordante, cicgs.
Como los pueblos se revelan en sus fiestas, y la alegría y la libertad que sólo en si se ocupa, y cn quitar su puesto al de adelante, y en
desnudan las almas, es bueno observar las ciudades en los dias en cerrar el camino al que llega. Por cada hombre del país, cincuenta
que e* regocijo, expansivo de naturaleza, saca de ellas lo que tienen extranjeros. El extranjero que desembarcó hace un año con sus bo-
de tierno. de indiferente o de bárbaro. tas de cuero, su gabán parduzco, su cachucha y su nariz colorada.
!lli~;l tic rcoio como a un enemigo a cada nlleva barrada dc inml-
grante‘;. r\‘acidos de estos padres, los nuevos americanos no traen )’ c:ian do, como en este -l de Julio, sienten las gentes políticas
a su patria casual aquella sutil herencia de afectos y orgullos. aque- ïl deber c#c celebrar la fiesta patria, se juntan, como se Juntaron
lla insensata y adorable pasión por el país donde se viene ai mun- ;IVCT cn Tammany Hall; no para entonar alabanzas a los fundado-
do, que parece que sujeta con raíces a los que ven la luz sobre 61. r¿s !’ aiirbar sus doctrinas, sino para ilagelar al Presidente porque
::o;? raíces que les orean la frente como alas cuando se la enardecen 110 desaloj a dc sus empleos a los republicanos, y pone en ello5 a
o abaten los infortunios, y que los llaman como brazos angustiosos aquellos mismos demkraias mercenarios sobre cuya voluntad y trai-
cuando con un dolor que tuerce las entrañas, se siente resonar sobre cióI1 fue el egida.
la patria un pie extranjero.
1-a fiesta era ayer en todas partes: carreras de caballos corredo-
En las luchas se acendran e inflaman los elementos que las ins- res, carreras de todo paso, apuestas entre caminadores, juegos es-
piran, por lo que acá llega a ser señora única del alma el an$a dc coceses, e.xcursiones por los ríos, regatas de remadores, partidas de
la fortuna. La nación se ha hecho de inmigrantes. Los inmigran- pelota. P~~lulaban los alrededores y las playas. La ciudad se iba
ies se dan prisa frenética por acumular en lo que les queda de vida vaciando 8desde por la mariana, sobre las arboledas y campos vect-
la riqueza que desearon en vano en la tierra materna. De esta tie- 1105. Sobre cada adoquin estuvo estallando del alba a la media no-
rra adopiiva sblo les importa lo que puede favorecer o retardar su che un cohete. Caian las muchedumbres sobre los ferrocarrlles Y
enriquecimiento o su trabajo. No les estorban para adelantar ni las vapores, como los potros sobre el portillo abierto en la dehesa. NO
creencias religiosas, que aqui son libérrimas, ni las opiniones pofi- ce abre un brazo en estas multitudes para hacer lugar al niño que se
ticas, que caldean el corazQn y turban el juicio en el pais propio. 50 f oca o al viejo que desfallece. Cada vapor lleva un ejército a
Acuestan sobre la almohada por la noche la cabeza cargada de am- Ial; playas serenas de Coney Island, que atrae a las gentes cpn ei
biciones y cifras. Nace ei hijo entre un check y una factura, o en fragor de sus hote!es, la algazara y chirridos de los columpIos y
uno de esos goces siri espíritu en que buscan las mentes desasose- las ventas, sus cantos de tiroleses y de minstrels, sus orquestas de
gadas compensación fisica y violenta a su fatiga. No es el matri- mujeres descoloridas y huesudas, sus hediondos museos de elefantia-
monio aquella mutua y absoluta entrega que lo hace feliz, porque cos y de enanos, su elefante de madera, que tiene en e1 vientre un
el ser humano sólo lo es completamente en darse, sino que en 151 teatro, y es como _Fimbvlo y altar monstruoso de aquella parte glo-
continúa la preocupación abominable del bien de cada cual, sin que tona y fea de la isla, a cuyo alrededor, como columnas de incienso,
el hijo llegue a ser un perfume, porque jamás se unen bien el cé- se eleva de los ventorrillos que le hormiguean a los pies el humo
firo y ia rosa. En este aire sin generosidad, en esta patria sin rai- de las freideras dc salchichas. Allá lejos, se tiende la playa, mati-
ces, en esta persecución adelantada de la riqueza, en este horror y zada de grupos de fami!ias, reclinadas o sentadas en la arena junio
desdén de la falta de ella, en esta envidia y culto .de los que la po- a los restos del festín casero: se salen los trajes de los cuerpos
seen, en esta deificación de todos los medios que llevan a su Iogro, canijos de los judíos; se salen de sus talles morados y pomposos las
en esta regata impía y nauseabunda, crecen los hombres de las irlandesas ubérrimas; la vida se sale de algunos ojos apenados, que
generaciones nuevas sin más cuidado que el de si, sin los consuelos van allí a hablar con el mar de la honestidad y la grandeza que no
y fuerzas que trae la simpatía activa con lo humano, y sin más se hallan en los hombres; y se observa tristemente el contraste que
gustos que los que pueden servir para la ostentación del caudal de hacen las caras varoniles y osadas de las niñas con sus vestidos
que se envanecen, o los que apagan los fuegos de la bestia o la de encaje y con sus cintas de colores. En una tienda fríen malz: en
fiera que desarrolla en ellos su vida de acometimiento y avaricia. otra, bajo un toldo, comert ostras frescas en el borde de un bote:
No es el hermoso trabajo, ni la prudente aspiración al bienestar, sin allí cerca, alquilan caballos para los niños; van y vienen, arrancando
el que no hay honor, ni paz, ni mente seguras: es el apetito seco risas con sus trajes de baño, los flacos y los gordos, mostrando esa
de acaparar riqueza, afeado por el odio y desdén a los oficios en que pobreza y caimiento de las íarmas consiguientes al ayuntamiento
se la logra con honradez y !entitud. Lo que admiran es el salto, apresurado y huraño de tanta casta diversa y egoísta. Se pavonean
la precipitación, la habilidad para engañar, el éxito; y se fían en el entre los grupos, ojeados por damiselas de mala ocupación, los ju-
que han engaiiado más. La mujer, criada en el mismo amor de sí, gadores de oficio que han tenido suerte en las últimas carreras: el
ni siente con ardor la necesidad de darse a otro, ni se presta a dar- pecho es un brillante: Ilevan eI pelo al rape, como los presidiarios;
se para la desdicha, ni busca en su compañero más que el modq ostentan sombreros blancos: van seguidos y curioseados como héroes;.
de asegurarse su holgura y complacencia. Nacen los hijos pálidos El mar fresco, surcado a lo lejos por botes de paseo llenos de ga-
y avarientos de este consorcio sórdido. Así, consagrado cada uno al lanes Y de hermosas, echa su ola fragante sobre ia vasta arena, blan.
culto de sí propio, se va extinguiendo el de la patria. No endulza ca como la pla:a sir1 bruñir. Suena a lo lejos la marcha de Lohen-
acá Ias vidas la generosidad ni el agradecimiento. grin.
32 Josl .Uurrí OBRAS ESCOGIDAS. T. 11 33

Pero no se fue toda la ciudad a estos gozos bullentes. Tienen flotando al aire en la horca. Los alemanes y bohemios toman puesto
disciplinada a la gente de dolor los trabajadores del espiritu. El alrededor deJ estrado donde van a hablar los oradores en su ProPIa
derecho, y toda ocasión de pedirlo, es una fiesta para los que pade. lengua: oradores ardientes y excesivos, como son siempre, PreciPi-
cen de hambre de él. Esos hombres. buenos y graves que están pro- tados sin duda, por el dolor perpetuo de no hallarse en su p:ebJo,
curando juntar en una asociación incontrastable a todos los obreros, aqueJlos que concentran en Jos paises lentos o duros las condwones
para que vuelquen de un común empuje las leyes de distribución de de poesía y palabra de que la comunidad carece. Po! eso ‘han na-
IOS productos del trabajo y la tierra pública, ,Ilamaron a una gran cido de los países más recios 10s reformadores más vloJenfos. En eJ
fiesta en la plaza de la Unión, donde obreros de todas nacionali- estrado de las damas, las oradoras se van poniendo en pie, ye bep-
dades, alemanes y americanos, franceses y bohemios, y los ingleses dicen, aJ acabar sus razonamientos elocuentes, a aquel hombre Joven
mismos mostraran, a la hora en que el sol está en el cenit, su sim- de frente de templo y de brazos cruzados que ya peleando sm san-
patía por los obreros irlandeses, en cuyas bolsas no se acaba nunca gre por la libertad de Irlanda. Habla despues su ProPLa madre:
cl centavo para el cura, ni el peso para ayudar a la faena política s .cómo ha de hablar, si empieza por decir que cle?tos de anos de JOs
de-la magnífica cohorte que batalla por obtener la autonomía de , dolores de Irlanda le hierven en el pecho? Ya se lmag!na Jo que fue
Irlanda. Ja fiesta: un hurra que duró tres horas. Los bandermes azotaban
Había más gente que hojas en los árboles. Llegaba por una ’’ contentos Jos altos mástiles del parque, coronados por una boJa de
calle, un gremio de alemanes, con un esplendor de barba rubia, serio oro.
el rostro. pesado el paso; y su guía brillándole los ojos con esa
luz misteriosa e inquieta que distingue a los hombres nacidos para & Partido Liberal, Méhco, 25 de julio de 1886.
Otras crónicas de Nueva York, investigación, introducción e “hdice de cartas”
conducir, clava la bandera del gremio, entre cohetazos y aplausos, por Ernesto Mejía Sgnchez, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Edito-
en el balcón de la casilla de madera donde preside rodeada de se- rial de Ciencias Sociales, 1983, p. 46-51.
tioras, la adorable anciana que trajo al mundo a Parnell.
AlJi está, con su vestido negro y su cabeza blanca, la madre del
reformador irlandés. Ella es en Irlanda propietaria y noble; pero
donde están SUS irlandeses, allí está ella. Su hijo sienta a Irlanda;
del otro lado del mar, sobre la cabeza de los ingleses; y como que
se contiene, vence. Ella se muestra erguida y sobria, cada vez que
IOS irlandeses de este lado se reúnen para mostrar simpatía o bus-
car ayuda a los que luchan en el Parlamento de Londres por sus
libertades; y no bien la ve el pliblico, se pone en pie frenético, como
si viesen santificada en un altar a su propia madre. No perora,
pero dice cosas que abofetean y que queman: parecen sus palabras,
deliberadas, profundas, centelleantes, breves, manojos de guantes
que echa al rostro inglés. Se eleva el espíritu, y se humedecen los
ojos, en la presencia de esta sublime dama que tiene involuntaria-
mente sobre su pueblo el prestigio de las antiguas sacerdotisas.
Pasan, pasan delante de ella, todos Jos gremios que acuden a
tomar parte en la fiesta. Unos clavan su estandarte junto al de los
alemanes, y las banderas quedan allí, dando guardia a Jas mujeres
que sufren y trabajan por los hombres. Otros dejan a sus pies ra-
mos de flores. Otro le trae una insignia del color de su patria, para
que la ostente en el pecho, y al notar la multitud que Ja insignia es
verde, comienzan a sacudir los árboles, aJ ruido de Jas músicas, y
se adornan aquellos cincuenta mil hombres Jos sombreros y Jas so-
lapas con las hojas.
LOS americanos e irlandeses se agrupan junto al estrado donde
están reunidos los consejeros mayores deJ partido obrero: Henry
George, con su cara benigna; Louis Post, con sus aires de pelea;
John Swinton, el que trabaja frente a un grabado de John Brown
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 35
CORRESPONDENCIA PARTICULAR
PARA EL PARTIDO LIBERAL con que ha venido costeando la diplomacia mexicana todos los casos
de roce difícil con los Estados Unidos, hubiera reducido una contro-
versia de resultados inminentes a un extremo de que no había ape-
nas salida; pero nadie osó dudar que ese era el unico punto de la
controversia, porque así lo afirmaba en su resumen al Congreso el
Secretario de Estado. Esta relación inesperada, vino a avivar las
llamas encendidas por los representantes de Texas, que no habían lo-
grado aun ver aceptadas sus resoluciones belicosas por un Congreso
que esta guerra venia a sorprender, y que no tiene hoy por hoy el
animo hecho a ella. Pero cuando el Secretario de Estado sometió
al Congreso en ardiente lenguaje el caso desnudo de derecho, por el
que aparecía que un país extranjero pretende tener jurisdicción SO-
EL CASO "CUTTING."-CAMBIO DE LA OPINION.-CENSURAS UNANIMES ' bre los actos de los Estados Unidos en su propio territorio; cuando
AL SECRETARIO BAYARD.-EL CONGRESO SUSPENDE SUS SESIONES SIN el telégrafo trasmitió por todo el país la pintura vivísima que hacía el
VOTAR LA RESOLUCION HOSTIL A MEXICO.-EL RESUMEN DEL SECRE-. 1 secretario de los sufrimientos y violaciones. de persona y de ley,
TARIO BAYARD RESULTA CONTRARIO A LOS HECHOS.-MEXICO ES CE- que estaba padeciendo Cutting a manos mextcanas; cuando no apa-
LEBRADO EN EL CONGRESO POR SU CORTESIA Y PRUDENCIA.- EL,RE-
PUBLICAN0 HITT DEFIENDE A MEXICO.-EL DISCURSO DE HITT.-EL recía de esta presentación de los sucesos que México hubiese hecho
CONGRESO DA UN VOTO SILENCIOSO POR LA PAZ.-LA PRENSA ATACA cuanto ha hecho por resolver con honra y prudencia el ‘conflicto, y
A BAYARD DURAMENTE.-IMPORTANCIA E INFLUJO DE LAS ENTREVIS- que lo mismo que el Secretario decía, o no era,. o era de diferente
TAS DEL PRESIDENTE DIAZ Y EL SR. ROMERO RUBIO CON UN MIEM- modo, hubo instantáneamente en la Cámara de Representantes, y
BRO DE LA PRENSA AMERICANA.+-EL HERALD CELEBRA At SR. MA- en la prensa toda un revertímiento grave en la opinión, no se y,io
RISCAL.-EL HERALD DA UN CONSEJO A LOS TEXANOS.- LAS VERDA-
DERAS ARMAS CONTRA LOS ESTADOS UNIDOS, Y LA RAZON DE ESTA más que.el caso de derecho en que se ponía en duda la jurisdiccron
VICTORIA exclusiva de los Estados Unidos sobre los actos de sus hijos en SU
propio territorio, se dispuso de prisa por la comisión de negocios
extranjeros la resolución que intimaba al Presidente en una nueva
New York, 6 de agosto [de 18861 demanda de la libertad de Cutting, y como la seca negativa que el
secretario daba como respuesta única de México parecía indicar SU
Señor Director de El Partido. Liberal: decisión de no atender la demanda, se sintió indudablemente la de-
cisión de la guerra.
Dos días han bastado para alterar profundamente el estado pro- Pero ayer cambió todo. Puede decirse, porque es verdad, que la
ducido por el caso de Cutting, que hoy anuncia paz, y ayer aún, sin justificación de México la ha hecho el mismo Congreso de los ES-
la menor exageración, parecía un caso de guerra. Porque hace dos tados Unidos. La prensa entera censura hoy ásperamente al Secre-
días ng _ habían tbort~hior+n Lv ,,,.,.,
.._.. ubVIUI.w. -*ín los repubiicanos de la. Cámara de tario por haber reseñado las negociaciones con un espíritu diverso
Representantes lo que hoy sabe todo el país: que el resumen violento del que las anima, con ocultación de hec’hos esenciales, y con desen-
con que el Secretario de Estado acompañó al Congreso fa documen- tendimiento de las legítimas razones expuestas por México para no
tación del caso de Cutting, no presentaba este caso a su verdadera atender inmediatamente a la petición de libertad de Cutting. Y el
luz y en todos sus aspectos, sino que lo desfiguraba, y callaba como Congreso, en vez de aprobar la resolución de la comisión de nego-
de propósito los esfuerzos hechos con firme prudencia por el go- cios extranjeros a que lo urgía el representante Belmont, so pretexto
bierno mexicano para evitar un conflicto, sin que perdiese México de que era grata al secretario, acaba de interrumpir su período de
un ápice de su decoro, ni el temor a una guerra inoportuna lo com- sesiones sin tomarla en consideración, ni urgir resultado alguno,
peliese a sacrificar a una demanda injusta las relaciones respetuo- ni sancionar con su premura la que se mostraba en la Secretaría de
sas entre el poder federal y los estados. Estado. Ha sido un voto de censura silencioso y enérgico. Parece in-
Hace dos días, se creía, sobre la fe del secretario Bayard, que creíble, después de la agitación de antier, y del enojo que desde el
el caso era sólo como él lo exhibía, y que todo él versaba exclusiva- primer momento viene declarando a la faz de la Cámara, dispuesta
mente sobre la pretensión de México a juzgar por sus leyes en su a intimar la libertad de Cuttíng, que la correspondencia en cuya vir-
territorio los actos de los ciudadanos americanos en el territorio de tud se había propuesto por la comisión de negocios extranjeros la
los Estados Unidos. Parecí? inexplicable que la suprema discreción resolucion agresiva sobre la que se pedía el voto, revelaba precisa-
mente lo contrario de lo que se desprendía del resumen del Secreta-
36 /osé Martí OBRAS ESCOGIDAS. f. II 37

rio de Estado, único documento conocido a la comisión cuando re compeler en sus procedimientos a un Tribunal de Estado ni a un
dactó su propuesta. Se sorprendió la Cámara de oir semejante Estado. Me he llenado de sorpresa al ver esta mañana en prensa
revelación en boca de uno de los miembros mismos de la comisión la correspondencia de estas negociaciones, que no dice lo que se la
de extranjeros. Habló poco, y ásperamente, como quien ha sufrido de ha hecho decir; que dice lo que se ha callado; que en cada palabra
un engano. Declaró que en México no había habido arrogancia, del Secretario de Estado y ei Presidente de México muestra la VO-
sino constante espíritu de complacencia. El caso no era como el !untad de atender a nuestras reclamaciones. No ha habido evasión
Secretario lo decía; era que en México, como en los Estados Unidos, por parte de México; no ha habido desafío: hasta exceso de compla-
él pintaba en los representantes lo que se les seiíalaba de parte de cencia, pudiera decirse, que ha habido.”
México como desafío y audacia. Dejar de tomar resolución en un caso -“pero ino está Cutting preso?“, le preguntó tin representante
que el Secretario de Estado pintaba como tan grave y atentatorio al de Georgia.
honor nacional, ha sido decir sin palabras al Secretario que el Con- --“Sí lo está, dijo Hitt prontamente, pero porque quiere, porque
greso no cree en sus representaciones, 0 que estas no lo convencen ha rehusado con desdén la libertad bajo fianza que se le ofrecía. Esa
de que se atente al honor de la nación. fue la obra de la imprudente persona que tenemos allá de Cónsul;
que anda haciendo discursos por las calles, para que se vindiquen
los derechos de nuestro país. Es la encarnación de la indiscreción
Y es justo decir que a este aquietamiento de la opinión, han con- el hombre que tenemos allí encargado de nuestros negocios nacio-
tribuido como un elemento importante y activo las nobles y tran- nales. El ha insistido en que se estuviera preso un hombre que en
quilas declaraciones hechas en México a un miembro de la prensa todo instante ha estado libre para salir de la prisión.”
americana por el Presidente de la República y el Sr. Romero Rubio. A otros oponentes se encaró Hitt con no menos energía.
Llegaron sus palabras impregnadas-según ha parecido aquí a la - “iPor qué tanta bravura con un país menos populoso y menos
prensa- de una conmovedora dignidad, en momentos en que se ola fuerte que el nuestro? ¿Por qué con México tan impetuosos y con
aún el eco de las del representante republicano Hitt, demostrando Inglaterra tan mansos y complacientes”? Y los representantes que lo
que el poder federal no puede someter a su voluntad sumariamente oían le concedieron razón: porque España ha podido con impunidad
los tribunales de un Estado. Los representantes se miraban unos a encerrar hace un año en un calabozo inmundo de cárcel de provin-
otros con sorpresa. Abandonaron sus asientos para formar grupos. cia a un ciudadano americano a quien quería hacer soldado; porque
Desoyeron a los que les argüían, que las declaraciones del republi- Inglaterra, so pretexto de que violan las leyes de pesca, un día,
cano Hitt, que por espíritu de partido deseaba desacreditar al Secre- sobre todo, se apodera de buques y pescadores de los Estados Uni-
tario de Estado, debían ser contestadas unánimemente por el voto dos, y les niega lo que les concede en los tratados; en el Canadá
de los demócratas, como una cuestión de partido. Se veía material- los expulsa de sus puertos: porque iqué más! para li ii ertarse de res-
mente desvanecerse ante la voz de aquel ‘hombre sencillo la nube de ponsabilidad en las matanzas bárbaras de chinos en los Estados del
guerra. Y la simpatía hacia México despertaba entre los represen- Oeste, donde los tribunales no osan castigar a los asesinos, los Es-
tantes, con la vivacidad natural de quien tiene prisa en reparar la tados Unidos han, invocado precisamente ante el Gobierno de China,
injusticia que estuvo a punto de cometer, se aseguró cuando las la misma razón que hoy invoca el Gobierno de México ante los Es-
afirmaciones de Hitt, vinieron, calientes aún en sus labios, a ser tados Unidos. “Y se nos calló que el Gobierno de México nos hubiese
corroboradas por la clarísima exposición y la severa modestia con dado esa razón legítima, como resulta que nos la ha dado. No porque
que exponía el caso en México el Presidente y el Sr. Romero Rubio. lo creamos menos débil que nosotros, debemos hacer con México
Acá ha parecido sinceramente bien ese lenguaje, que ni teme, ni de- 10 que no osamos hacer con los más fuertes. Este caso no es más
safía. que un caso común de intervención para la libertad de un. preso
entre los gobiernos amigos.. Si hubiera ofensa de veras, no le nega-
riamos nuestro apoyo por cierto al Secretario. Pero está en nuestro
Pero no hubo nada más brioso que la denuncia en los labios de interés, en el de nuestro propio pueblo, en el de las naciones todas
Hitt. “Yo voté por esa resolución en la comisión porque me asegu- que preservemos la paz con un país que no nos da ninguna razón
raron que eran ciertas las bases en que descansaba: que.M,exico esta- para turbarla.‘*
ba maltratando a un ciudadano americano; que se resistia ? entre-
garlo, so pretexto de que tenía jurisdicción sobre nuestros ciudada-
nos en nuestro territorio. Pero eso no es verdad. Mexico ha. tratado Después de este discurso, que oyeron los representantes confir-
de hacer con prontitud y empeño lo que le pedíamos que hiciera, y mándolo con la lectura de la correspondencia que invocaba, se es-
ha explicado plenamente en esas cartas que no tiene autoridad para parció ese Unánime sentimiento que hoy censura al Secretario por-
fosé Martí OBRAS ESCOGIDAa; T. JJ
38 39

su gravedad inmediata;-- “-7


perr no sólo es útil, s‘ino indispensable, sino
las ocultaciones de su resumen, y reconoce la sinceridad y maestria vital, sino d.e tal importancia, que no se ha de sacar d,e esto un mo-
con que ha llevado México este caso. “El despacho del Sr. Mariscal”, mento los OJOS,el conocer en todas sus corrientes la opinión de los
dice el Herafd de hoy, “debe ruborizar a Mr. Bayard. En el, resqon- Estados Unidos sobre loy asuntos de México. De una mera oportu-
3 <
diendo a la demanda imperiosa de Mr. Bayard por la Inmediata nidad, de la honradez d, un hombre, acaso de un movimiento de
P

excarcelación de Cutting, alega el Sr. Mariscal con la mayor mo- partido celoso, ha dependido esta vez la suspensión ùe una medida
deración y cortesía, que el caso está ante un tribunal de uno de los que se consideraba generalmente como precursora de la guerra. Y
Estados de la República; que el Presidente ha ejercido su influjo es que aqui existe una especie de preparación constante para ella.
en cuanto puede ejercerlo para que el proceso sea breve y justo; favorecida por una cruda y tradicional confianza; por los recuerdos
que ha hecho ya el gobierno mexicano cuanto cabe en sus fuerzas de la victoria que fuerza y traición ganaron en 1848 sobre justicia y
legítimamente; y que debe el Secretario recordar que en México, heroismo; por la desocupación de la gente de guerra que no sabe
como en los Estados Unidos, el poder federa1 no puede dar orde- estar quieta una vez que ha gustado las armas, por la naturaleza
nes al tribunal de un Estado”. penetrante e invasora del carácter del hombre en los Estados Uni-
dos; y más que por todo, acaso, por el desconocimiento en que está
la masa del pais de las virtudes, de la originalidad, de la resisten-
Tal es hoy en este asunto el sentimiento público. En los perió- cia, de la inteligencia, de fas dificultades, de la fuerza de trabajo
dicos de más opuestos bandos se lee la misma censura acre y de- que hacen respetable a México. Sólo esas armas pueden conseguir
sembozada: se dice en alta voz que el Presidente no ha favorecido aquí una durable victoria; sólo esos escudos podrán a la larga dete-
esas prisas, ni quiere solución violenta alguna, como lo prueba, él ner la guerra. La inteligencia tiene aquí que jugar sus astas contra
que es amigo de enviar mensajes particulares al Congreso, con ha- la fuerza. Porque no puede ser enteramente vana, en medio del
ber remitido con simples frases de fórmula la correspondencia que apetito de riqueza y pudridor egoísmo que las vician, esta educación
pudo acompañar de indicaciones y consejos.-Se desmiente al Secre- y práctica del hombre en la laboriosa libertad de la República; por-
tario en frases como esta: “En su desdichado resumen, Mr. Bayard que los que trabajan aprenden en si propios a respetar a los trabaja-
hizo hincapié principal sobre el punto de que Cutting estaEa;$n$ dores; porque ese irritante desdén que es aquí usual para las cosas
procesado en México por un delito cometido en Texas.” nuestras, viene principalmente de que nos creen pueblos azucarados
solutamente hay en los despachos que pruebe esto. Eso es una y viciosos, sin la fuerza realmente titánica de que en luchas enor-
simple suposición de Mr. Bayard, que no se ha tomado el trabajo mes venimos dando muestra; porque esta batalla, en suma, que aca-
de demostrar con un solo hecho de la correspondencia-y censuras ba de ganar México; no la ha ganado por intimidación, ni por agen-
son estas que han de llamar la atención, no sólo por lo unánimes, cias peligrosas; ni por conciertos con Dueblos extranieros~ sino nnr
sino porque los diarios y representantes de su partido propio son el respeto que ha inspirado su honradez, y por la habi¡id&l io; $tk
tan severos en ellas como los del bando enemigo. No es enemigo sus represenlantes han expuesto su justicia.
del Gobierno el Herald, y he aquf lo que decía ayer con irónica amar-
*. “Aconsejamos a los tejanos que aprendan paciencia de nuestros El Partido Liberal, México,20 de agosto de 1886.
fikradores del Norte, de los que hay muchos cientos que han su- Otras crónicas de Nueva York, investigacitkt. introducción e “fndice de cartas”
frido provocaciones más graves e irritantes a manos de Inglaterra, por Ernesto-Mejia Sánchez, Lia Habana, Centro de Estudios Martianos y Edito-
rial de Ciencias Sociales; 1983. p. 52-58.
sin arre les haya aún socorrido con una palabra de consuelo nuestro
Departamento de Estado. No parecen los pescadores estar tan fa-
vorecidos con la amistad de Mr. Bayard como los valerosos tejanos;
pero no debe la confianza en esta predilección llevarlos muy lejos,
porque la guerra desautorizada ha llevado antes de ahora en nuestro
país a los hombres a 4a prisión y a la horca, y sería, doloroso que la
prisa de los tejanos por hacerse ,de esos viñedos de Naboth al otro
lado del Río Grande, los precipitase a empresas que obligaran a los
Estados Unidos a usar sus tropas contra ellos, en vez de echarlas
contra aquellos con quienes muestran tanta ansia de reñir,”

El telégrafo habrá sin duda dado cuenta hora a hora a México


de los varios aspectos de este conflicto, que parece haber salido ya de
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 41

CARTADENUEVAYORK descubridores. Los maestros juntan grupos de jóvenes dignos de


serlo, y se van con ellos a lugares propicios a estudiar Minería en
las minas, Agricultura en los campos, en los bosques Botánica. El
Congreso se cierra, después de dejar probado que los representantes
prefieren dejar solo al Presidente de la Nación en su campaña de
reforma de los vicios políticos, a ayudarle en la tarea de enmendar
estos, para que no sea como hasta aquí la nación un mero instru-
mento de los partidos, sino los partidos servidores leales de la na-
ción. La hermana del Presidente comienza a dirigir en Chicago una
revista que lleva por nombre La Vida Literaria, la misma hermana
que no hace dos meses presidia aún la vida social del país, desde
la Casa Blanca en Washington. Un hombre cruza el Niágara em-
hutido en un casco oblongo de madera. Un mozo salta, por apuesta,
LA VIDA DE VERANO EN LOS ESfADi)S UNIDOS: POBRES, RICOS, CAM-
PAMENTOS RELIGIOSOS, SUCESOS NOTABLES.-PELIGRO GRAVE DE de lo más elevado del puente de Brooklyn al río Oeste, y sale salvo.
GUERRA ENTRE MEXICO Y LOS ESTADOS UNIDOS-ESTUDIO DEL CON- Ya tiende al cielo en su pedestal de Bedloe Island la Estatua de la
FLICTO: SUS ANTECEDENTES Y SU CURSO.-EL CONGRESO AMERICANO Libertad su brazo en esqueleto. Mucha villanía política y venta de
CENSURA LA ACTITUD PREMIOSA DE SU SECRETARIO DE ESTADO: AC- destinos SC descubre en la ciudad de Nueva York. Mucho se comen-
TITUD FIRME DE MEXICO.-TEXAS Y CHIHUAHUA.-LA OPINION Y LA ta la energía del Presidente, que contra el voto del Senado ha dado
PRENSA EN ESTE CONFLICTO: SE ALABA A MEXICO
en Washington a un negro un empleo altísimo. Mucho libro intere-
sante y nuevo se publica. Se inventa un medio económico de pro-
Nueva. York, agosto 12 de 1886 ducir fuego sin carbón.
Pero con ser todo esto tan vario e interesante, nada, ni la muerte
siquiera de aquel ilustre Tilden, que prefirió perder la Presidencia de
Seiior Director de La República: la República, a que fue electo, antes que permitir a su partido que la
conquistase con sangre,-nos interesa tanto a nosotros los de la otra
Es ardiente en estos meses la vida en los Estados Unidos, como América, como el grave riesgo de una guerra entre México y los
las olas de airé caldeado y plomizo que bajan sobrè el Atlántico Estados Unidos. Es nuestra raza mal entendida la que está en
desde las llanuras encendidas del Oeste. La vida se multiplica y peligro. Es la caterva de cuatreros y matones ambiciosos de la
se desborda. Con las hojas a los árboles viene a mujeres y hombres írontera americana la que quiere forjar un pretexto para echarse
un frenesí de alegría. Se abren al aire casas y almas. Las ciudades sobre el estado minero de Chi’huahua, que excita su codicia. Es
se vacían sobre los pueblos frescos de las costas y montañas veci- nuestro corazón americano, que allí duele. Nuestra patria es una,
nas. Los niños pobres, que respiran en los barrios más populosos empieza en el Río Grande, y va a parar en los montes fangosos de
un aire podrido, mueren en un grito penetrante sobre las rodillas la Patagonia. México haría mal, si contra todo lo que se ve, diese
de sus madres, o se arrastran con sus manos roídas sobre las pie- oidos a los perturbadores opulentos que en estos mismos instantes
dras de las aceras, buscando consuelo en su frescor al fuego que andan buscando su apoyo para influir en la política de Centroamé-
les consume las entrañas. Los ricos recorren los lugares de campo rica. Pero, ;q uién no ha de apenarse de ver expuesto a una agresión
en ostentosas jiras. Los imbéciles y la gente de mal vivir vociferan Injusta del americano, a un pueblo que ha sabido irse amasando
y apuestan en las carreras de caballos. Treinta sacerdotes andan con la sangre misma que fluia de sus heridas; a UT! pueblo que está
en velocípedos visitando los estados de “Nueva Inglaterra”. A la logrando acumular en nación sobre un territorio vasto y escapadizo,
orilla del mar y en la cúspide de los montes se levantan hoteles elementos más hostiles y reacios, los odios más violentos e in-
babilónicos. Sesenta. mil creyentes se reunen a la sombra de un cansables, las herencias más tercas y dañinas que contendieron en
pinar en un campamento religioso, y se arrodillan en el aire libre, Su edad de formación eti pueblo alguno?
corean con aleluyas los discursos de las sacerdotisas, se mesan los
cabellos, hunden en la tierra sus cabezas arrepentidas, se abrazan
confesándose sus pecados. Partidas de estudiantes distraen el vera- El caso del conflicto es un mero pretexto, agravado por el ape-
10 explorando a pie las selvas con la tienda al hombro, y fortifican- tito de guerra que ya se hace impaciente entre los americanos que
pueblan el estado de Texas, que fue de México hasta la guerra ini-
dose con el ejercicio del cuerpo y el placer sano y directo de los cua de mil ochocientos cuarenta vI ocho, y por la imprevista p exa-
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 43
12 José Marti

los de Texas: el gobernador de Texas, ganoso de popularidad, se


gerada rudeza con que el Secretario qe estado en Washington *de- mostraba pronto a llevar la guerra a Chihuahua, si el Gobierno
cidió exigir a México, contra una ley anterior y &xpresa de su Codtgo, de Washington no la llevaba; el Congreso pidió al Presidente la
la libertad inmediata de un americano Preso y procesado en, Cht- correspondencia, y el Presidente la envió al Congreso, sin recomen-
huahua justamente por un dehto contra la ley de libelo en MexlcO, dar en su carta de mera fórmula solución alguna, ni apoyar el re-
cometido fuera y dentro del territoria mexica+o, con desprecto de sumen precipitado y violento de la correspondencia con que la po-
sentencia anterior del juez de Chihuahua, ac.tada bajo firma por nía ante el Congreso el Secretario de Estado.
el preso. Todo en aquellos momentos anunciaba la guerra: los prepara-
Un periodista americano, Cutting, airado porque un hijo dc tivos de los texanos, la acumulación de fas tropas de México, la
México, Medina, le establecía un periódico rival en la ciudad mext- demanda del Secretario, nuevamente rechazada por el Gobierno
cana de El Paso del Norte, publicó en ella un ataque injurioso, que mexicano, el resumen belicoso del Secretario de Estado, el voto de
en acto dc conciliación le condenó el juez a retractar a pedimento confianza que fa Comisión de Negocios Extranjeros propuso al
de Medina. Se retractó Cutting en El Paso del Norte; pero en la ciu- Congreso, basada solamente en la lectura del resumen. Pero la
dad americana de El Paso, de Texas, unida por un puente a la guerra ha parecido disiparse, .y la opinión ha torcido de rumbo en
de México, publicó en un periódieo siempre impreso. en inglés, U? todo lo que no PS la gente agresiva de Texas, porque el Congreso
nuevo ataque a Medina, en inglés y en castellano, y circuló por SI se negó a votar fa resolución de confianza intimando de nuevo a
mismo el periódico en El Paso del Norte. El artículo ciento ochenta México la libertad incondicional de Cutting, tan luego como uno
y seis del Código de México autoriza a los Tribunales de la Repu- de los mismos representantes que habían firmado el proyecto de
blica a procesar y castigar conforme a sus leyes a los extranjeros resolución, reveló con pruebas al Congreso atónito que el resumen
presentes en su territorio que hayan cometido fuera de México deli- hecho de fa correspondencia por el Secretario de Estado no presen
tos contra este que tienen pena en sus leyes criminales. Y Cutting taba el caso como resultaba de la correspondencia misma. No era
fue preso y procesado en virtud de esta ley, pero no sólo por haber verdad que México estuviese procesando a Cutting por un delito
impreso en una ciudad americana un artículo contra un mexicano, cometido en Texas, sino por eso, según está facultado por su ley, y
penable por. fa ley de México, sino por el delito de distribuirlo, CO- por un delito cometido en México con desacato a un juez mexica-
metido en México con violación de un acuerdo de su juez y la ley no. No era verdad que Cutting estuviese sufriendo en México las
de libelo. El Cutting es de esa mala casta de aventureros sin oficio, amarguras que el Secretario decía, repitiendo con ardor los infor-
que mira como propiedad suya la tierra mexicana, y cría odio de mes exagerados del cónsul de El Paso; sino que Cutting había te-
raza a sus hijos bravos, que ven con miedo natural que los nido constantemente abierta por el juez la libertad bajo fianza,
americanos pueblen hoy a Chihuahua como poblaron antes a Texas, que rechazaba con desdén “porque el asunto estaba ya en manos de
para alzarse con ella, y recuerdan con penas en el corazón la guerra su Gobierno”. No era verdad que México mostrase arrogancia pu-
humillante en que fueron vencidos por el Norte en mil ochocientos nible en la defenesa de una ley oprobiosa para los Estados Unidos
cuarenta y ocho. Casi todo Texas está poblado de aventureros; y sino que había “la mayor cortesía y solicitud y casi humillación”,
como el cónsul americano en El Paso del Norte es de los que se en las respuestas amistosas con que alegaba a los Estados Unidos
enojan de que México posea un país tan valioso como el de Chihua- la existencia previa de una ley general que comprendía el caso
hua, los aventureros, el preso y el cónsul lograron con sus represen- de Cutting, y la misma incapacidad del Gobierno Federal para for-
taciones que el Secretario de Estado en Washington pidiese al GO- zar los procesos y sentencias del Tribunal de uno de sus estados
bierno de México fa libertad incondicional de Cutting. El Gobierno que el Secretario anrericano alegó ante el Gobierno chino hace POCOS
de México ofreció en respuesta cortés que el Gobierno Federal ejer- meses cuando este le exigió responsabilidad por los asesinatos de
cería cuanto influjo fe fuese legítimamente dable en favor del preso sus subditos por ciudadanos americanos en uno de los territorios
cerca del Gobierno del estado de Chihuahua; pero se negó con mo- de fa Unión. No era verdad, como decía el resumen, que el caso
desta firmeza a entregar al preso, porque ni puede el Gobierno Fe- todo se redujera a una injuria de México a la nación americana,
deral, por la Constitución, compeler así, a su capricho a un estado a la pretensión desnuda de que puede por un artículo de SU ley
libre de la República, ni cabe que el Gobierno mismo de un país procesar y castigar en su territorio a los ciudadanos extranjeros por
obre contra lo que ordena expresamente uno de los artículos del delitos penables según su Código, que se hubieran cometido fuera
Código, que está llamado a hacer cumplir. En esto, los odios acu- de México. La revelación del representante cambió en desagrado y
mulados en ambos lados de la frontera del Río Grande tomaban co- desconfianza la precipitación con que se disponía el Congreso a apo.
lor de guerra; americanos y mexicanos se amenazaban desde sus yar la actitud belicosa del Secretario de Estado: el Congreso SUS-
respectivas ciudades; voluntarios y tropas de línea recorrían las pendió sus sesiones sin tomar noticias de la resolución que se le
calles; las asociaciones de veteranos se asociaban a fas protestas de
44 José Marti

recomendaba con urgencia: y la honestidad de un solo hombre, de- CORRESPONDENCIAPARTICULAR


fendiendo con palabras que parecían golpes a un pueblo amigo, ava- PARA EL PARTIDO LIBERAL
sallado injustamente, disipó en una hora la nube de guerra.
Pero, lah!, no puede decirse, por desdicha, que a estas horas
se haya desvanecido por completo. El Secretario de Estado dice
que el silencioso voto en contra que le dio la Casa de Representan-
tes fue un manejo de los diputados republicanos, que quieren de-
mostrar al país que también los demócratas practican con los pue-
blos de América la política de intimidación e intrusión que a ellos
les censuraban. No rebaja el Secretario sus pretensiones aparente-
mente, a pesar de la censura del Congreso. No se muestra dispues-
to a ceder México, que con su sabiduría en la controversia logró
convertir a su propia defensa, por la revelación elocuente del di-
putado republicano, al Congreso mismo encargado de votar una re- EL CASO DE CUTTING VISTO EN LOS ESTADOS UNIDOS.-LA POLITICA
solución preparatoria de la guerra. En Texas y en Chihuahua se INTERIOR AMERICANA HA FAVORECIDO LA PAZ.-INFLUJO DEL PARTI-
vive con los rifles cargados y el pie en el estribo, los de Texas dis- DO REPUBLICANO EN LAS CENSURAS UNANIMES DE BAYARD.-INTERES
puestos a pasar el puente e ir a rescatar a Cutting; los de Chihua- DE LOS REPUBLICANOS EN LA DERROTA DE BAYARD.-BLAINE: SU AC-
TITUD EN EL CONFLICTO: SU PROXIMA CAMPARA: SUS CONDICIONES
hua decididos a resistir la invasión y a presentarles la cabeza de DE CAUDILLO.-MEXICO USADO COMO INSTRUMENTO POLITICO.-EL
Cutting en respuesta. Y el tribunal de El Paso del Norte, sereno SUR Y MEXICO.-PELIGROS PERMANENTES.-LOS CAPITALES NORTEA-
frente a la ciudad rival americana, decoroso en este peligro de MERICANOS EN MEXICO.-MUERTE DE SAMUEL TILDEN: SU CARACTER
guerra, procesó en forma a Cutting, con atención a la ley de su delito Y SU VIDA: SU ELECCION Y SACRIFICIO: SU LECCION FINAL: LA SALVA-
CION DE LAS REPUBLICAS ESTA EN LA PROPAGACION DE LA CULTURA
que rige en su propio Estado de Texas, y lo sentenció a un año de
penitenciaría y quinientos pesos de multa, de cuya sentencia apela.
Grande es, pues, el peligro que se corre todavía; pero es de honor New York, 19 de agosto
decir que fuera de la prensa invasora publicada en el Sur, toda la
buena prensa de este país se declaró contra la intentona de guerra Señor Director de Ei Partido Liberal:
tan pronto como reveló la verdad de la disputa el representante. Es
de honor decir que si bien perdura, por desgracia, en la masa del Ni la muerte de Tilden, aquel sabio político a quien defraudaron
pueblo americano, esa opinión desdeñosa e ignorante de nuestros de su elección a la presidencia los republicanos, ni la revelación del
países que lo tiene tan dispuesto a mirar en menos, como a dogos modo ignominioso con ue trafican y venden entre sí los beneficios
falderos, a esos nobles pueblos nacientes que entre tantos obstácu- de su empleo los más a9tos funcionarios de la ciudad; ni la campa-
los adelantan, es cierto también que la costumbre republicana cría ña ruda que se dispone a hacer Blaine contra el gobierno del partido
en esta tierra, como en todas aquellas donde impera, un hábito de democrático; ni el proceso de los anarquistas de Chicago, que tienen
justicia que se impone en los casos mismos de decoro naciowl hasta ya sobre la cabeza la sombra de la horca; ni el gran Parlamen?o ir-
este extremo de defender hoy al que se tuvo ayer como enemigo. landés que con el nombre de Convención celebran aquí ahora los
Es de honor decir que en vez de exasperar a los Estados Unidos, amigos de la autonomía de Irlanda, tienen hoy para nosotros el in-
parece, en lo general, haberle sido grata la firme y dolorosa bravura terés de los asuntos de México.
con que, sin desafiar y sin cejar, se ha mostrado México dispuesto Y esto no es tanto por las noticias que lleva el telégrafo ante5
a defender su ley y su derecho de la intrusión del pueblo más for- y no cabrían en carta, cuanto porque con el sacudimiento de opi-
midable acaso de la tierra.’ niones que este conflicto súbito ha traído a la superficie, ayudado
por la mayor independencia que va permitiendo a los diarios la des-
La República, Honduras. 1886. composición gradual de los partidos políticos, se están viendo las
0. C., t. II, p. 47-52. corrientes por donde van aquí los juicios que importan tanto a México,
y los peligros, y las ambiciones, y acaso la manera de contrastarlos.
Y se ven además con mayor claridad los elementos que han ido
impidiendo la terminación fatal del conflicto de Cutting, cosa que se
‘A continuación aparece una nota de Marti la muerte de Samuel Tilden. debe tener muy en cuenta para prever conflictos posteriores, y no
Ver en 0. C., t. 13, p. 299-301. abrigar esperanzas vanas sobre la facilidad de esquivarlos.
46 losé Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 47

La justicia de México, y la habilísima firmeza con que la han hecho lo que tenía determinado desde las doce, y hacía público a las
defendido sus representantes han sido, sin duda, causa principal de dos. Ha dado a la prensa el Departamento los más opuestos rumo-
fa reversion instantanea y definitiva del juicio público en el caso res. Y ha caído en descrédito mayor por pretender ocultar con de-
de Cutting. Los alegatos de México, reproducidos aquí minuciosa- claraciones de aparente firmeza las concesiones que se venía viendo
mente con elogio, han ganado ante el público la batalla. Las con- forzado a hacer en virtud de sus yerros y de la opinión pública, a la
testaciones del Ministro de Relaciones de Mexico se han opuesto cual revelaba la prensa día a día todo lo que insistía en negar el
como modelo de cortés raciocinio a los documentos arrogantes e Secretario. Así fue como se le vino a arrancar la confesión de que
impremeditados del secretario Bayard. Nunca prestaron documen- se había nombrado enviado especia1 a Mr. Sedgwick, de quien se
tos diplomáticos servicio mayor: ellos han sido los abogados felices dijo al principio que era general, y hombre de mucha ciencia jurídi-
de este pleito grave: ellos parecían pedir cada día desde las colum- ca, sin que luego haya podido averiguarse que sea, más que un esti-
nas de los periódicos la justicia que no se pudo negar a su digna mable caballero que ha escrito con juicio un libro sobre contratos.
elocuencia y su lógica cerrada. Pero en la prisa con que los pro-
Pero si en el atolondramiento y disgusto que le ha causado su
mulgaba cierta parte de.!a prensa, en la fruición con ,que daba con inoportuna derrota ha ido quizás lejos en su acusación el secretario
alios en ei rostro al Secretario aturdido y colérico, y en la falta de Bayard, ni a él que es político de oficio se le han podido escapar
analogía entre los comentos especiales sobre el caso de hoy y la los manejos y el interés de sus rivales, ni dejan de ser claras las
opinión genera1 que continúan teniendo de México algunos diarios razones porque ha caído sobre él con tanto fuego el partido repu-
que lo han defendido, se observa claramente que en la guerra incle- blicano.
mente y unánime que se hace aquí a Bayard por su torpe e inconsi-
derada demanda ha habido una razón de política interior, sin cuya Dirigido este por hombre de más escrúpulos y menor viveza y am-
ayuda no hubiera podido acaso libertarse México de fa guerra que bición que Blaine, acaso hubiera creído deber contribuir, sino a ayu-
tenía ya encima, cuando por su propio interés acudió a estorbarle darle, a salir por lo menos con decoro de un lance en que no
el partido republicano. quedaría bien puesta la nación, si aquí no fuese tanta la libertad
Esa reflexión, apuntaba ya a El Partido Liberal antes de que de los hábitos publicos y la división de las manifestaciones de la
aquí se hubiese ni ligeramente enseñado, no sólo se confirma por la opinión, y el gobierno no supiese que aquella no se cree responsa-
premura con que salta Blaine de nuevo a la arena política para apro- ble de los yerros de este ni lo es en realidad, como se ha visto
vecharse de ella con su usual oportunidad y audacia, y por el impla- ahora.
cable empeño con que ha desnudado los actos de Bayard en este Pero Blaine es político felino, y tiene de su especie el salto elás-
conflicto el principal diario de Blaine, The Tribune de New York, tico y la garra. El sabe que este país no tiene tiempo de ver hacia
sino por las indiscretas amenazas con que el Secretario, acorralado atrás ni hacia adelante. Sabe que va tras lo que le deslumbra de
de todas partes y vencido, ha llegado hasta a anunciar su intento de presente. Tiene el don hábil de apoderarse del asunto palpitante
acusar de traición a “los prohombres republicanos que han estado en la época de sus campañas, y-oscurecer con él su propia historia y
comunicándose con el gobierno de México en este conflicto para los asuntos más graves de política menos ostentosa. Vienen las
ayudarle a ridiculizar e impedir la política del Departamento de elecciones de candidatos a la presidencia. El, que sólo en mil votos
Estado”. Los mismos diarios de Blaine levantaron el guante, y casuales fue vencido por Cleveland, se presenta de nuevo candidato
revelaron que ese ataque era a Blaine y al ex ministro Foster: por el partido republicano. Ve que los demócratas van sin rumbo, y
y aun parecía llegar la amenaza encubierta hasta el mismo Ministro quitan a su partido con sus abusos locales y su oposición a Cleveland
de México en Washington, que ha sabido afrontarla por fortuna el prestigio de reformador que llevó a este de triunfo en triunfo al
con decorosa entereza. poder. Ve que a Cleveland no lo siguen los demócratas. Ve que sin
Cleveland y lo que él representá, no volverá a confiarse a los de-
Lejos ha ido el Secretario en el desconcierto en que lo tiene su mócratas el país. iQué fortuna para él, que en su discurso de ven-
derrota; y sus palabras fueron oídas como de persona a quien se ha cido anunció el riesgo de dar el gobierno al Sur, el poder antes de
de compadecer, por no haber sabido borrar con una retirada cauta dos años presentarse a la nación denunciándole que se ha estado
y un silencio discreto el yerro grave de afirmar una demanda inter- a punto de envolverle en una guerra ridícula para complacer al Sur
nacional sobre el hecho seguro de la prisión ilegal de un ciudadano, que la desea!-Blaine no pierde tiempo, no se cuida de 10 que le di-
para venir a parar un mes después en enviar un comisionado a in- rán sobre su propia manera de entenderse, cuando fue secretario
quirir si la prisión fue efectivamente ilegal. de Garfield, con nuestros países hispanoamericanos, con Colombia,
Un penoso trastorno ha caracterizado los actos del Departa- con Chile, con el mismo México. Lo que él ve es que la cabeza del
mento de Estado en todo este conflicto. A la una negaba que tuviese partido demócrata le está temblando sobre los hombros, y que él
18 Josi Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 49

puede ponerse en lugar del descabezado: y de las mismas manos tual! de la justicia y habilidad con que México ha sabido esta vez
dc Bayard toma el hacha con que ha de echar abajo la cabe- librarse de la guerra.
za.--Percibió con su ojo de águila la importancia del instrumento Ya se sabe que no es, por desdicha, amigo de la paz con México
que le ofrece la fortuna, y ha usado y usará de é!, como medio de el espiritu de los Estados del Sur; y que en una nación regida prin-
camparía, con esa deslumbradora rapidez que llega a dar apariencia cipal, si no exclusivamente, por el apego desmedido de cada hombre
de hombre de Estado a aquel a quien sólo falta para serlo el con- a su bien propio, ha de tenerse siempre como probable la acción en
cepto superior de humanidad y de justicia que los produce y con- que esté a la vez empeñado el interés individual de un número cre-
sagra. cido de hombres. Ya se sabe que el Sur desea las tierras feraces
Por ahí va a comenzar su campaña; por eso ha puesto tanto em- y mineras de fa frontera mexicana, y que, con una prisa que ha
peño, ya que Bayard le dio hechas las razones con sus yerros, en sido dignamente contestada en la otra orilla, ha mostrado esta vez
demostrar la inepti.tud y ligereza con que ha llevado el Secretario el disposición, y en algunos lugares, hasta ansia de la guerra.
caso de Cutting; porque de ahí sacará él su argumento principal Pero más que ese mal constante, que só!o puede prevenirse fa-
para combatir a los demócratas más seguros:-el peligro de dar voreciendo apresuradamente y a toda costa las poblaciones y comar-
el gobierno de la nación al Sur, que se ha apresurado a comprome- cas de la frontera, y teniendo en sus ciudades un buen número de
terla en una guerra innecesaria y sin defensa.-Así lo ha visto personas de prudencia exquisita, llama la atención aquí la insisten-
Bayard, que acaso, desconociendo la entereza y habilidad de México, cia y naturalidad con que la prensa del Oeste y el Este se refieren,
creyó adecuado el caso de Cutting para hacerse sin gran riesgo de con ese tono seguro de las cosas sabidas, a la posibilidad de que
capital político en el Sur, cuyos votos corteja a fin de que le ayude los intereses norteamericanos en México pudiesen producir -como
a ser electo candidato a la presidencia. iEs tan doloroso como opor- presume,-“un estado de cosas en el que hubiera muchos que desea-
tuno saber que la paz de un pueblo depende a veces de los juegos sen una guerra con: México, para dar de ese modo un valor perma-
políticos de dos rivales que se disputan el mando en un pueblo ex- nente a sus propiedades.” “ Los profetas dicen”-continúa el Wcdd-
tranjerol “que eso ha de suceder tarde o temprano.” fNo lo quiera Dios.
y ya México sabrá evitarlo, apresurándose a explotar por sí, como
medio acaso único de impedir el conflicto, las riquezas que los extra-
Ni exagerarse, ni desconocerse, deben estos elementos reales de ños le codician, para no tener de este modo que aceptar un capital
la política viva. Determinada así por el caudillo de los republicanos la cuyo interés es demasiado caro! 0 legislando eficazmente la pose-
campaña sobre este fracaso ostentoso del Secretario de Estado, sión de tierras y minas en su territorio, con una ley parecida a la
no sólo emprende el con fe una lucha en que tiene de su lado la que ahora acaban de dictar los Estados Unidos para prohibir la ab-
opinión que no quiere esta vez la guerra, y en la que a un tiempo sorción de su suelo por compañías extranjeras.
combate con posibilidad de victoria, a un partido despedazado y a
un rival terrible por su influjo político; sino que a su voz, que tan-
tas veces los ha llevado a la victoria, le sirven con admirable disci- No esta guerra con México, que aquí está en la raíz de las gen-
plina sus amigos en el Congreso y en la prensa, a quienes tiene tes y hay que ir quemando día sobre día en la misma raíz, en el des-
Blaine enseñado ccn su ejemplo la ventaja de dar sobre el enemigo conocimiento que acá se tiene de la nobleza y brío del carácter mexi-
cuando está aún aturdido por el golpe. cano; no esta guerra con México, sino otra con Europa por el canal
Es digno de estudio como caudillo político este hombre tenaz: de Panamá es la que tenía en la mente Samuel Tilden, el anciano
tiene siempre a sus huestes dispuestas para la pelea: inspira en ellas que acaba ,de morir, cuando recomendó al Congreso, desde su si-
el mismo ardor y presteza pasmosa que a él le animan: da sus bata- llón de enfermo, viendo correr anchas y serenas como sus pensamien-
llas de intriga con la misma precisión y rapidez con que se dan las tos las ondas del rio Hudson, que procediese sin demora a fortificar
batallas en campaña: está despierto cuando todos sus rivales duer- las costas desamparadas de los Estados Unidos.
men. Es hoy el único pretendiente activo para la candidatura de los Le temblaban las manos al octogenario; sus criados tenian que
republicanos; y toda esa ciencia y estrategia la ha empleado desde darle de comer; su sobrina pasaba el día a su lado leyéndole filoso-
el primer instante sin descanso, para exhibir ante el país los errores fías y versos; pero él no podía librarse de la agonía celosa con que
del secretario Bayard en el caso de Cutting, y hacer más completa e Perseguia de lejos las luchas de partido que le cautivaban el alma,
irremediable su derrota, para dejar así a la vez anonadado al candi- ni del noble deseo de dejar puesto su nombre entre los que han hecho
dato y desacreditado por incapaz y riesgoso a su partido. De este en su pais algo de extraordinario y perdurable.
modo ha venido la política interior a ser auxiliar eficaz fpero even-
50 José Martí OBRAS ESCOGIDAS. T. II 51

Era dc aquellos hombres, aquí raros, que no se satisfacen con El tenía men?e mayor, con la que consideraba que si en tiempos
la mera posesión de la fortuna; famoso en los tribunales por lo sa- pasados fueron precisos aquellos patriarcas generosos y sabios qr!e
gaz, por lo previsor en la política, en los negocios por prudente y preparaban a su pueblo para la riqueza, hoy era necesario un sabKJ
feliz, y en la historia de su patria por haberse negado a disputar con nuevo que lo redimiese de los vicios públicos a que lo ha llevado el
las armas su derecho clarísimo a la Presidencia de los Estados Uni- exceso de ella.
dos, para la cual fue electo en 1880 contra el republicano Haynes, a El veía el voto ignorante, los audaces apoderados de él, el,egoís-
quien la adjudicó una comisión del Congreso con fraude visible. mo comiéndose al heroísmo, el amor a sí sofocando en cada hombre
Noble fue aquella alma. El era varón de virtud, que desde la ma- el amor a la pa!:ia, el amor al goce pervirtiendo en la mujer aque-
yor humildad se había levantado, sobre los puntales de su talento, lla majestad y dulcedumbre con que ilumina y enamora.
amla posesión de cuantiosísima fortuna, y a la cabeza de su gran El se sentía ayudado de la habilidad en la virtud.
partido. El sentía natural pasión por el soberbio puesto que lleva El rebosó de justo júbilo cuando en pago de sus honrados hechos,
de mano de la ley a un hijo de pobres hasta el Gobierno del pueblo de su maestría mental, de su capacidad para pensar por sí y df-
más numeroso de hombres libres .-El quería barrer de arriba los rectamente de su influjo sobre los miembros notables de su partr-
vicios de compadrazgo e interés que muerden con diente hediondo do, con quienes se mantenía en cartas constantes sobre los asuntos
en la política americana, tal como había barrido desde su asiento de públicos, se vio electo candidato de los demócratas para presidir
Fiscal del Estado y de Gobernador a los bribones coaligados que con por cuatro años su República, para limpiar los establos, para infuu-
su influjo en las votaciones venían atrincherándose en empleos que dir idea nueva y tamaño de grandeza en la vida de la nación, para
les permitían defraudar las arcas públicas con robos estupendos.-Y entusiasmar y estremecer a un pueblo que ha empezado a podrirse
luego, él tenía grande alma, que lleva con irresistible empuje a lo en la prosperidad.
encumbrado y peligroso: $1 veía en sí coronada la persona huma-
na!-¿Qué suprema angustia no debió sentir aquel trabajador he- Y itodo, todo vino a tierra! a la voluntad de una camarilla injusta!
cho de sí, aquel espíritu de derecho, cuando se vio burlado en la Se aceptó como buena la elección falsa del estado dudoso que debía
posesión del mayor premio que es dable en la tierra apetecer a un darle el triunfo. Se consumó el robo del puesto sagrado. Muy a
hombre, y vio ultrajada la ley pública en el mismo que ganó su borbotones le saltó al gran viejo la sangre en el pecho. Muy amar-
eminencia en defenderla? gamente vio pasar para sí y para su pueblo la ocasión de volver s
El había sido abogado grandísimo: huroneaba en los rincones de ser grande. Y con mucha crueldad le llamaron cobarde sus amigos
sus casos: penetraba en ellos como un espía de oficio, estudiaba su porque no quiso hacer andar sobre sangre su derecho.
parte con ojos de juez: tendía a la vista del contrario atónito el Pero él se fue a hablar con su hermana canosa, quien vive en
tejido mismo de intenciones y argumentos que se guardaba callado en una casa que le regaló él de su trabajo, y departió mucho con ella
la mente: manejaba sus pruebas, con el brillo y ardor con que guía en sigilo en una tarde solemne; y templado en piedad salió de aque-
y abate un general en las batallas: tenía el placer y el vicio de la lla plática con mujer, decidido a perder su derecho al honor más
justicia. grande a que podía aspirar un hombre en su patria, si había de
El veía en sí un ejemplo para la juventud que se acobarda, o se costar una sola vida el conseguirlo.
corrompe, o se vende a un matrimonio, o se vende a un Gobierno: iA esta abnegación han llamado miedo los que no son capaces
de estudiante infeliz, llegó a dueño legítimo de cinco millones, sin de ella! iLos que sólo a sí ven en el mundo, y a su engrandecimien-
venderse a nadie, ni al Gobierno, que fue a buscarlo a su casa por to propio! iLos que no aman a la patria bastante para posponerle
honrado, ni al matrimonio porque amó de joven a una noble criatu- todo amor de sí! iPor aquella abnegación se negó su partido a pre-
ra que le quiso pobre y se volvió imbécil, y él le mantuvo en su sentarlo de candidato en las elecciones siguientes, para dar ocasión
desdicha la fe que fe empeñó en la hora de la razón. Deslució acaso de victoria sin violencia al derecho burlado!
sus primeros años, cuando la guerra de los esclavos debió llamarlo Pero su influjo subía poco a poco: su voluntad designaba a 10s
a una carrera activa, por el afán-jexcusable en quien conoce la candidatos: su consejo dirigía al partido: sus comunicaciones inte-
vida!-de comprar con una fortuna libre el derecho de ser honrado resaban a la nación: su silla de viejo era a manera de trono: su carta
y virtuoso: no enseñó la mano hasta que la tuvo fuerte: no hacía definitiva de renuncia a la candidatura en 1884 está escrita como
negocios al azar, ni ponía sus ahorros en ambiciosas empresas, sino por un profeta ta!lado en la montaña: su testamento otorga tres
que estudiaba los elementos de cada operación como los puntos de millones de pesos para la formación de una biblioteca pública: y este
un caso de derecho, y entraba a negociar sobre seguro con fuerza magnifico legado enseña, como resumen de su cuantiosa vida, qUe
matemática. fa suma deducción del político más práctico y agudo que vivía en
52 José Martí

este pueblo fue que la madre del decoro, la savia de la libertad, el EL PROCESO DE LOS SIETE ANARQUISTAS
mantenimiento de la República y el remedio de sus vicios, es. sobre
todo lo demás, la propagación de la cultura. DE CHICAGO

El Partido México, 8 de septiembre de 1886.


Liberal,
Otras crdnicas deNueva York, investigación, introducción e “Indice de cartas”
por Ernesto Mejía Sánchez, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial
de Ciencias Sociales, 1983, p. 59-64.

EL PROBLEMA DEL TRABAJO EN EUROPA Y EN AMERICA.-


ESTUDIO DE CARACTERES.-EL PROCESO.-
EL VEREDICTO: APLAUSO UNANIME

Nueva York, septiembre 2 de 1886


Señor Director de La Nación:
Aquellos anarquistas que en la huelga de la primavera lanzaron
sobre los policías de Chicago una bomba que mató a siete de ellos,
y huyeron luego a las casas donde fabrican sus aparatos mortíferos,
a los túneles donde enseñan a sus afiliados a manejar las armas, y a
untar de ácído prúsico, para que maten más seguramente, los
puñales de hoja acanalada; aquellos que construyeron la bomba,
ue convocaron a los trabajadores a las armas, que llevaron carga-
%o el proyectil a la junta pública, que excitaron a la matanza y el
saqueo, que acercaron el fósforo encendido a la mecha de la bomba,
que la arrojaron con sus manos sobre los policías, y sacaron luego
a la ventana de su imprenta una bandera roja; aquellos siete alema-
nes, meras bocas por donde ha venido a vaciarse sobre América el
odio febril acumulado durante siglos europeos en la gente obrera;
aquellos míseros, incapaces de llevar sobre su razón floja el peso
peligroso y enorme de la justicia, que en sus horas de ira enciende
siempre a la vez, según la fuerza de las almas en que arraiga, após-
toles y criminales; aquellos han sido condenados, en Chicago, a
muerte en la horca,
Tres de ellos ni entendían siquiera la lengua en que los conde-
naban. El que hizo la bomba, no llevaba más que unos nueve me-
ses de pisar esta tierra que quería ver en ruinas.
Uno solo de los siete, casado con una mulata que no llora, es
norteamericano, y hermano de un general de ejército: los demás
han traído de Alemania cargado el pecho de odio.
Desde que llegaron, se pusieron a preparar la manera mejor de
destruir. Reunían pequeñas sumas de dinero; alquilaban casas para
54 losé Martí
OBRAS ESCOGIDAS. T. 11 55
hacer experimentos; rellenaban de fulmicoton trozos pequeños de
cañería de gas: iban de noche con sus novias y mujeres por los lu- para sentir en sus mejillas la vergüenza humana, y verter su sangre
gares abandonados de la costa a ver cómo volaban con esta bomba por aliviarla sin miramiento del bien.propio.
cómoda los cascos de barco: imprimían libros en que se enseña la No: todas las grandes ideas de reforma se condensan en apósto-
manera fácil de hacer en la casa propia los proyectiles de matar: les y se petrifican en crímenes, según en su llameante curso pren-
se atraían con sus discursos ardientes la voluntad de los miembros dan en almas de amor o en almas destructivas. Andan por la vida
más malignos, adoloridos y obtusos de los gremios de trabajadores: las dos fuerzas, lo mismo en el seno de los hombres que en el de
“pudrían’‘-dice el abogado-“como el vómito del buitre, todo aque- ta atmósfera, y en el de la tierra. Unos están empeñados en edificar
llo a que alcanzaba su sombra.” y levantar: otros nacen para abatir y destruir. Las corrientes de los
Aconsejaban los bárbaros remedios imaginados en los países don- tiempos dan a la vez sobre unos y otros; y así sucede que las mismas
de los que padecen no tienen palabra ni voto, aquí, donde el más ideas que en lo que tienen de razón se llevan toda la voluntad por
infeliz tiene en la boca la palabra libre que denuncia la maldad, y su justicia, engendran en las almas dañinas o confusas, con lo que
en la mano el voto que #hace la ley que ha de volcarla: al favor de tienen de pasión estados de odio que se enajenan la voluntad por su
su lengua extranjera, y de las leyes mismas que desatendían ciega- violencia.
mente, llegaron a tener masas de afiliados en las ciudades que Así se explica que los trabajadores mismos temblaron al ver
emplean mucha gente alemana: en Nueva York, en Milwaukee, en qué delitos se criaban a su sombra; y como de vestidos de llamas se
Chicago. desasieron de esta mala compañía, y protestaron ante la nación que
ni los más adelantados de los socialistas protegían ni excusaban
En libros, diarios y juntas adelantaban en organización armada el asesinato y el incendio a ciegas como modos de conquistar un
y predicaban una guerra de incendio y de exterminio contra la derecho que no puede ser saludable ni fructífero sí se logra por medio
riqueza y los que la poseen y defienden, y contra las leyes y los que del crimen, innecesario en un país de repúhlíca, donde puede lo-
las mantienen en vigor. Se les dejaba hablar, aun cuando hay leyes grarse sin sangre por medio de la ley.
que lo estorban, para que no pudiesen prosperar su color de marti- Así se explica cómo hoy mismo, cuando los diarios fijaron en
rio, ideas de cuna extraña, nacidas de una presión que aquí no sus tablillas de anuncio el veredicto del jurado, no se ofa una sola
existe en la forma violenta y agresiva que del otro lado del mar las protesta entre los que se acercaban ansiosamente a leer la no-
ha engendrado.
Prendieron estas ideas lóbregas en los espíritus menos raciona- ticia.
les y más dispuestos por su naturaleza a la destrucción; y cuando fAy! iaquí los corazones no son generalmente sensibles! iaquí
al fin, como enseña de este fuego subterráneo, saltó encendida por no hace temblar la idea de un hombre muerto por el verdugo a mano
el aire la bomba de Chicago, se vio que la clemencia equivocada ha- fría! faquí se habitúa el alma al egoísmo y la dureza! pero se suele
bía permitido el desarrollo de una cría de asesinos. ver, como en los días de la agonía de Garfield, el corazón públi-
Todo eso se ha probado en el proceso. Ellos que, salvo el nortea- co,-se suele sentir, como en los días del abolicionista Wendell Phi-
mericano, tiemblan hoy, pálidos como la cal, de ver cerca la muerte, llips, la pujanza con que se revela la conciencia nacional contra la
manejaban en calma los instrumentos más alevosos que han suge- injusticia o el crimen,-se ve crecer en un instante, como en los días
rido nunca al hombre la justicia o la venganza. de las huelgas de carros, la ira de la clase obrera cuando se cree in-
No fue que rechazasen en una hora de ira el ataque violento juriada en su decoro o su derecho.
de la policía armada: fue que, de meses atrás, tenían fábricas de Y esta vez, ni un solo gremio de trabajadores en toda la na-
bombas, y andaban con ellas en los bolsillos “en espera del buen ción ha mostrado simpatía, ni cuando el proceso, ni cuando el ve-
momento”, y atisbaban al paso a los grupos de huelguistas para redicto, con los que mueren por delitos cometidos en su nombre. Y
enardecerles con sus discursos la sangre, y tenían concertado un es porque esos míseros, dándose a sí propios como excusa de su
alzamiento en que se echasen sobre la ciudad de Chicago a una necesidad de destrucción las agonías de la gente pobre, no perte-
hora fija las carretadas de bombas ocultas en las casas y escondites necen directamente a ella, ni están por ella autorizados, ni trabajan
donde los mismos que ayudaron a hacerlas las descubrieron a la po- en construir, como trabaja ella; sino que son hombres de espíritu en-
licía. fermizo o maleado por el odio, empujados unos por el apetito de
No embellece esta vez una idea el crimen. arrasar que se abre paso con pretexto público en todas las conmo-
Sus artículos y discursos no tienen aquel calor de humanidad ciones populares, pervertidos otros por el ansia dañina de notorie-
que revela a los apóstoles cansados, a las víctimas que ya no pue- dad o provechos fáciles de alcanzar en las revueltas,-y otros, flos
den con el peso del tormento y en una hora de majestad infernal menos culpables, los más desdichados! endurecidos, condensados en
la echan por tierra, a los espíritus de amor activo nacidos fatalmente crimen, por la herencia acumulada del trabajo servil y la cólera sor-
da de las generaciones esclavas.
56 los.5 Martí OBRAS ESCOGIDAS. T. II 57

Aquí, a favor de la gran libertad legal, de lo fácil del escape jefes, llevasen a cabo las amenazas que esparcían abundantemente,
en esta población enorme, de la indulgencia que envalentonó la mientras se estaba eligiendo el jurado.
propaganda anarquista, se reunieron naturalmente para su obra de Treinta y seis días tardó el jurado en formarse. Novecientos ochen-
exterminio esos elementos fieros de todo sacudimiento público: los ta y un jurados hubo que examinar para poder reunir doce.
fanáticos, los destructores y los charlatanes. Los ignorantes lo Reunidos al fin, siguió por todo un mes la sombría vista.
siguieron. Los trabajadores cultos se retrajeron de ellos con abo- De noche reposaban los jurados en sus cuartos en el hotel, vigi-
minación. Los obreros norteamericanos miraron como extraños a lados por los alguaciles que debian librarles de toda comunicación
esos medios y hombres nacidos en países cuya organización despó- o amenaza: deliberaban: comentaban los sucesos del día: iban con-
tica da mayor gravedad y color distinto a los mismos males que aquí centrando el juicio: se distraían tocando piano, bajo y violín. De
los hábitos de libertad hacen llevaderos. día eran las sorpresas. Ya era el norteamericano Parsons, a quien
El silencio amparó la obra siniestra. la policía no podía hallar, y se presentó de súbito en la sala del
Y cuando llegaron para Chicago las horas de inquietud que en proceso, desaseado, barbón, duro, arrogante: ya era que iban per-
su justa revuelta por su mejoramiento está causando en todo el diendo su seguridad aparente los presos, conforme el fiscal público
país la gente obrera, saltaron a su cabeza los hombres tenebrosos, presentaba en el banquillo como testigos a los cómplices mismos de
vociferando, ondeando pañuelos rojos, azuzando a los desesperados, los anarquistas, al regente de la imprenta del periódico que incitaba
echando al aire la bomba encendida. a la matanza, al duefio de la casa donde el recién llegado alemán
hacía las bombas.
Saltaron en pedazos los hombres rotos: murieron miembro a Una joven repartía un día a los presos ramilletes de flores en-
miembro desesperados en los hospitales: repudió toda la gente de carnadas. La madre del periodista Spies oía día sobre día las de-
trabajo a los que a sangre fría mataban en su nombre. Y hoy, cuan- claraciones contra su hijo. El fiscal presentó en su propia mano
do se anuncia el veredicto que los condena a muerte, se siente que una bomba cargada, de las que se hallaron en un escondite, fabri-
en esta masa de millones hay todavía rincones vivos donde se hacen cadas por uno de los presos, con ayuda del cómplice que lo denun-
bombas, se reúnen en Nueva York dos mil alemanes a condolerse de ciaba desde el banquillo.
los sentenciados, se sabe que no han cesado en Chicago,. ni en Cada día se veían crecer las alas de la muerte, y se sentían
Milwaukee, ni en Nueva York los trabajos bárbaros de estos venga- más aquellos infelices bajo su sombra.
dores ciegos; pero las grandes masas no han alzado la mano con- Todo se fue probando: la premeditación, la manufactura de los
tra el veredicto, ni el curioso indiferente que se acercara hoy a las proyectiles, la conspiración, las excitaciones al incendio y el asesi-
tablillas de los diarios hubiera podido oír a un solo trabajador ni nato, la publicación de claves en el diario con este fin, el tono cri-
comerciante, ni una palabra de condenación o de ira contra el minal de los discursos en la junta de Haymarket, la preparación y
acuerdo del jurado. lanzamiento de la bomba desde la carreta de los oradores.
El que más, el extranjero. de aima compasiva, el pensador que Estaba entre los presos el que la había hecho, esa y cien más.
ve en las causas, se entristecían y callaban. Los restos de la bomba eran iguales a las que los cómplices de
los presos entregaron a la policía, y a las que tenía el periodista en
su imprenta y enseñaba como una hazaña.
Porque entre otras cosas, los peligros mismos que, a la raíz Los testigos de la defensa se contradijeron y dejaron en pie
del proceso, corría el jurado, venían siendo garantía de que él no la acusación. Los .testigos de la acusación eran amigos, compañeros,
daría veredicto de muerte contra los anarquistas, a tener la menor po- empleados, cómplices de los presos.
sibilidad de evitarse así una inquietud para la conciencia y un ries- Sin miedo hablaron el fiscal y su abogado. Sin fortuna ni soli-
go para sus vidas. Si la evidencia no era absoluta, el jurado se dez hablaron los defensores. El juez dijo al jurado en sus indica-
aprovecharía de ello para no incurrir en la ira de los anarquistas. ciones que el que incita a cometer un delito y a prepararlo es tan
Ya se sabe que ‘el jurado aquí, como en todas partes, no es como culpable de él como el que 10 comete.
los jueces, que viven de la justicia y pueden afrontar los peligros Anonadaba tanta prueba. Estremecía 10 que se había oído y vis-
que les vengan de ejercerla con la protección y paga del orden so- to. Trascendía al tribuna1 el espanto público.
cial que los necesita para su mantenimiento. El jurado deliberó poco, y a la mañana siguiente los presos fue
Estos doce jurados, traídos muy contra su voluntad a juzgar a los ron llamados a oír el veredicto.
jefes de una asociación numerosa de hombres que creen glorioso el iPobres mujeres! La viejecita Spies, la madre del periodista,
crimen y criminales a todos los que se les oponen, habían de temer estaba en su rincón, mirando como quien no quiere ver. Allí su her-
con razón que los anarquistas, enfurecidos por la sentencia de sus mana joven. Allí la novia lozana de uno de los presos. Allí la mu-
jer de Schwab, desdichada y seca criatura, el cuerpo como roído,
de rostro térreo y manos angulosas, extraña en el vestir, IOS ojos EL TERREMOTO DE CHARLESTON
vagos y ansiosos, como de quien viviese en compaiíia de un duende:
Schwab es así: desgarbado, repulsivo, de funesta apariencia; la mira-
da caída bajo los espejuelos, la barba silvestre, el pelo en rebeldía,
la frente no sin luz, el conjunto como de criatura subterránea.
Allí la mulata de Parsons, implacable e inteligente como él, que
no pestañea en los mayores aprietos, que habla con feroz energía en
las juntas públicas, que no se desmaya como las demás, que no mue-
ve un músculo del rostro cuando oye la sentencia fiera. Los noti-
cieros de los diarios se le acercan, más para tener qué decir que
para consolarla. Ella aprieta el rostro contra su puño cerrado.
No mira; no responde; se le nota en el puño un temblor creciente:
se pone en pie de súbito, aparta con un ademán a los que la rodean,
y va a hablar de la apelación con su cuñado. HORROR DEL PRIMER CHOQUE.-ROMPE EL INCENDIO.-EXTRAORDINA-
La viejecíta ha caído en tierra. A la novia infeliz se la llevan RIAS ESCENAS.-ESCENAS DE LA MADRUGADA.-TORRES CAIDAS- CA-
en brazos. Parsons se entretenía mientras leían el veredicto en imi- SAS ROTAS: SESENTA MUERTOS.-EN LOS ALREDEDORES.-ENTRADA A
CHARLESTON DE LOS PRIMEROS VISITANTES.-LA CIUDAD ENTERA
tar con los cordones de una cortina que tenía cerca del nudo de VIVE EN CARROS Y TIENDAS.-ARREBATO DE LOS NEGROS.-ORGIAS
la horca, y en echarlo por fuera de la ventana, para que lo viese la RELIGIOSAS-ESCENAS SINGULARES.-LAS CAUSAS DE LOS
muchedumbre de la plaza. TERREMOTOS.-LA CIUDAD RENACE
En la plaza, llena desde el alba de tantos policías como con-
currentes, hubo gran conmoción cuando se vio salir del tribunal, como
Nueva York, septiembre 10 de 1886
si fuera montado en un relámpago, al cronista de un diario,-el
primero de todos. Volaba. Pedía por merced que no lo detuviesen. Señor Director de La Nación:
Saltó al carruaje que lo estaba esperando.
- “iCuál es, cuál es el veredicto?“-voceaban por todas par- Un terremoto ha destrozado la ciudad de Charleston. Ruina es
tes.-“iCulpables!” -dijo, ya en marcha. Un hurra, itríste hurra!, hoy lo que ayer era flor, y por un lado se miraba en el agua arenosa
llenó la plaza. Y cuando salió el juez. io saludaron. de sus ríos, surgiendo entre ellos como un cesto de frutas, y por el
otro se extendía a lo interior en pueblos lindos, rodeados de bos-
La Nución, Buenos Aires, 21 de octubre de 1885.
0. c., t. 11, p. 53-61. ques de magnolias; y de naranjos y jardines.
Los blancos vencidos y los negros bien hallados viven allí des-
pués de la guerra en lánguida concordia: allí no se caen las hojas
de los árboles; allí se mira al mar desde los colgadizos vestidos de
enredaderas; allí, a la boca del Atlántico, se levanta casi oculto por
la arena el fuerte Sumter en cuyos muros rebotó la bala que llamó
al fin a guerra al Sur y al Norte; alli recibieron con bondad a los
viajeros infortunados de la barca Puig.
Las calles van derecho a los dos ríos: borda la población una
alameda que se levanta sobre el agua: hay un pueblo de buques
en los muelles, cargando algodón para Europa y la India: en la
calle de King se comercia; la de Meeting ostenta hoteles ricos: vi-
ven los negros parleros y apretados en un barrio populoso; y el
resto de la ciudad es de residencias bellas, no fabricadas hombro a
hombro como estas casas impúdicas y esclavas de las ciudades
frías del Norte, sino con ese noble apartamiento que ayuda tanto
a la poesia y decoro de la vida. Cada casita tiene sus rosales, y su
patio en cuadro, lleno de yerba y girasoles y sus naranjos a la
puerta.
60 José Morll OBRAS ESCOGIDAS T. II 61

Se destacan sobre las paredes blancas las alfombras y ornamen- aire sofocante y lento no llevvaba bien el olor de las rosas, dormía
tos de colores alegres que en la mañana tienden, en la baranda del medio Charleston: ini la luz! va más aprisa que la desgracia que
colgadizo alto, las negras risueñas, cubierta la cabeza con el pañuelo la esperaba!
azul o rojo: el polvo de la derrota vela en otros lugares el color cru- Nunca allí se había estremnecido la tierra, que en blanda pendien-
do del ladrillo de las moradas opulentas, se vive con valor en el te se inclina hacia el mar: saobre suelo de lluvias, ue es el de la
alma y con luz en la mente en aquel pueblo apacible de ojos negros. planicie de la costa, se extiennde el pueblo; jamás hu B o cerca volca-
Y ihoy los ferrocarriles que llegan a sus puertas se detienen a nes ni volcanillos, columnas cde humo, levantamientos ni solfataras:
medio camino sobre sus rieles torcidos, partidos, hundidos. levan- de aromas eran las únicas col~lumnas, aromas de los naranjos peren-
tados; las torres están por tierra; la población ha pasado una semana nemente cubiertos de flores blllancas. Ni del mar venían tampoco so-
de rodillas; los negros y sus antiguos señores han dormido bajo la bre sus costas de agua bajr’a, que amarillea con la arena de la
misma lona, y comido del mismo pan de lástima, frente a las ruinas cuenca, esas olas robustas qr!ue echa sobre la orilla, oscuras como
de sus casas, a las paredes caídas, a las rejas lanzadas de su iauces, el océano cuando su asiento se desequilibra, quiebra o le-
base de piedra, a las columnas rotas! vanta, y sube de lo hondo la tremenda fuerza que hincha y encorva
Los cincuenta mil habitantes de Charleston, sorprendidos en las la ola y la despide como un mnonte hambriento contra la playa.
primeras horas de la noche por el temblor de tierra que sacudió En esa paz señora de las ociudades del mediodfa empezaba a irse
como nidos de paja sus hogares, viven aún en las calles y en las la noche, cuando se oyó un ruido que era apenas como el de un
plazas, en carros, bajo tiendas, bajo casuchas cubiertas con sus cuerpo pesado que empujan deo prisa.
propias ropas. Decirlo es verlo. Se hinckhó el sonido: lámparas y ventanas re-
Ocho millones de pesos rodaron en polvo en veinticinco segun- temblaron... rodaba ya bajo tierra pavorosa artillería: sus letras
dos. Sesenta han muerto, unos aplastados por las paredes que caían, sobre las cajas dejaron caer Ilos impresores, con sus casullas huían
otros de espanto. Y en la misma hora tremenda, muchos niños vi- los clérigos, sin ropas se lamzaban a las calles las mujeres olvida-
-nieron a la vida. das de sus hijos: corrían los Ihombres desalados por entre las pare-
Estas desdichas que arrancan de las entrañas de la tierra, hay des bamboleantes: <q uién asía por el cinto a la ciudad, y la sacudía
que verlas desde 10 alto de los cielos. en el aire, con mano terrible, yo la descoyuntaba?
De allí los terremotos con todo su espantable arreo de dolores Los suelos ondulaban; los muros se partían; las casas se mecian
humanos, no son más que el ajuste del suelo visible sobre sus en- de un lado a otro: la gente caosi desnuda besaba la tierra: loh Señor!
trañas encogidas, indispensable para el equilibrio de la creación: loh, mi hermoso Señor! decían llorando las voces sofocadas: labajo,
icon toda la majestad de sus pesares, con todo el empuje de olas un pórtico entero!: huía el valor del pecho y el pensamiento se turba-
de su juicio, con todo ese universo de alas que le golpea de aden- ba: ya se apaga, ya tiembla menos, ya cesa: iel polvo de las casas
tro el cráneo, no es el hombre más que una de esas burbujas res- caídas subía por encima de 10:s árboles y,de los techos de las casas!
plandecientes que danzan a tumbos ciegos en un rayo de sol!: lpobre LOS padres desesperados aprovechan la tregua para volver por
guerrero del aire, recamado de oro, siempre lanzado a tierra por un sus criaturas: con sus manos aparta las ruinas de su puerta propia
enemigo que no ve, siempre levantándose aturdido del golpe, pronto una madre joven de grande Ibelleza: hermanos y maridos llevan a
a la nueva pelea, sin que sus manos le basten nunca a apartar los rastras, o en brazos a mujeres desmayadas: un infeliz que se echó
torrentes de la propia sangre que lo cubren los ojos! de una ventana anda sobre SUI vientre dando gritos horrendos, con
iPero siente que sube, como la burbuja por el rayo de sol!: lpero los brazos y las piernas rotas: una anciana es acometida de un tem-
siente en su seno todos los goces y luces, y todas las tempestades blor, y muere: otra, a quien mata el miedo, agoniza abandonada en
y padecimientos, de la naturaleza que ayuda a levantar! un espasmo: ]as luces de gas débiles, que apenas se distinguen en el
Toda esta majestad rodó por tierra en la hora de horror del aire espeso, alumbran la población desatentada, que corre de un
terremoto en Charleston. lado a otro, orando, llamando a grandes voces a Jesús, sacudiendo
los brazos en alto. Y de pronto cn la sombra se yerguen; bañando de
esplendor rojo la escena, altos incendios que mueven pesadamente
Serían las diez de la noche. Como abejas de oro trabajaban sobre sus anchas llamas.
sus cajas de imprimir los buenos hermanos que hacen los periódi- Se nota en todas las caras, a la súbita luz, que acaban de ver
cos: ponía fin a sus rezos en las iglesias la gente devota, que en la muerte: la razón flota en jirones en torno a muchos rostros, en
Charleston, como país de poca ciencia e imaginación ardiente, es torno de otros se le ve que vaga, cual buscando su asiento ciega y
mucha: las puerta,s’se cerraban, y al amor o al reposo pedían fuer- aturdida. Ya las llamas son palio, y el incendio sube; pero <quién
zas los que habían de reñir al otro día la batalla de la casa: el cuenta en palabras 10 que vio entonces? Se oye venir de nuevo el
62 Josc’ Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 63

ruido sordo: giran las gentes, como estudiando la mejor salida; bien, y Ciaddens, y Rutledge y Pinckney; los médicos atendían a los
rompen a huir en todas direcciones: la ola de abajo crece y serpen- enfermos; un sacerdote confesaba a los temerosos: en persianas y en
tea; cada cual cree que tiene encima a un tigre. hojas de puerta recogían a los heridos.
Unos caen de rodillas: otros se echan de bruces: viejos setiores Apilaban los escombros sobre las aceras. Entraban en las casas
pasan en brazos de sus criados fieles: se abre en grietas la tierra: en busca de sábanas y colchas para levantar tiendas: frenesí mos-
ondean los muros como un lienzo al viento: topan en lo alto las traban los negros por alcanzar el hielo que se repartía desde unos
cornisas de los edificios que se dan el frente: el horror de las ,bes- carros: humeaban muchas casas: por las hendiduras recién abiertas
tias aumenta el de las gentes: los caballos que no han podido de- en la tierra había salido una arena de olor sulfuroso.
suncirse de sus carros los vuelcan de un lado a otro con las sacu- Todos llevan y traen. Unos preparan camas de paja. Otros duer-
didas de sus flancos: uno dobla las patas delanteras: otros husmean men a un niño sobre una almohada y lo cobijan con un quitasol.
el suelo: a otro, a la luz de las llamas se le ven los ojos rojos y el Huyen aquellos de una pared que está cayendo. iCae allí un muro
cuerpo temblante como caña en tormenta: <qué tambor espantoso sobre dos pobres viejos que no tuvieron tiempo para huir!: va be-
llama en las entrañas de la tierra a la batalla? sando al muerto el hijo barbado que lo lleva en brazos, mientras el
llanto le corre a hilos.
Se ve que muchos niños han nacido en la noche, y que, bajo una
Entonces. Cuando cesó la ola segunda, cuando ya estaban las tienda azul precisamente, vinieron de una misma madre dos geme-
almas preñadas de miedo, cuando de bajo los escombros salían, como los.
si tuvieran brazos, los gritos ahogados de los moribundos, cuando San Michael de sonoras campanas, Saint Phillips de la torre so-
hubo que atar a tierra como a elefantes bravíos a los caballos berbia, el Salón hiberniano en que se han dicho discursos que bri-
trémulos, cuando los muros habían arrastrado al caer los hilos y los llaban como bayonetas, la casa de la guardia, lo mejor de la ciu-
postes de teléfono, cuando los heridos se desembarazaban de los dad, en fin, se ha desplomado o se está inclinando sobre la tierra.
ladrillos y maderos que les cortaron la fuga, cuando vislumbraron en Un hombre manco, de gran bigote negro y rostro enjuto. se acer-
la sombra con la vista maravillosa del amor sus casas rotas las ca con los ojos flameantes de gozo a un grupo sentado tristemente
pobres mujeres, cuando el espanto dejó encendida la imaginación sobre un frontón roto:-“no ha caído, muchachos, no ha caído”; i!o
tempestuosa de los negros; entonces empezó a levantarse por sobre que no había caído era la casa de justicia, donde al oír e! primer
aquella alfombra de cuerpos postrados un clamor que parecía ve- disparo de los federales sobre Fort Sumter, se despojó de su toga de
nir de honduras jamás explotadas, que se alzaba temblando por el juez el ardiente Mc Grath; juró dar al Sur toda su sangre, y se Ia
aire con alas que lo hendían como si fueran flechas. Se cernía aquel dio!
grito sobre las cabezas, y parecía que llovían lágrimas. En las casas, iqué desolación! No hay pared firme en toda la
Los pocos bravos que quedaban en pie, !que eran muy pocos!, ciudad, ni techo que no esté abierto: muchos techos de los colgadi-
procuraban en vano sofocar aquel clamor creciente que se les en- zos se mantienen sin el sustento de sus columnas, como rostros a
traba por las carnes: icincuenta mil criaturas a un tiempo adulando que faltase la mandíbula inferior: las lámparas se han clavado en la
a Dios con las lisonjas más locas del miedo! Pared o en forma de araña han quedado aplastadas contra el pavi-
Apagaban el fuego los más bravos, levantaban a los caídos, de- mento: las estatuas han desdndido de sus pedestales: el agua de los
jaban caer a los que ya no tenían para qué levantarse, se llevaban a tanques, colocados en el alto de la casa, se ha filtrado por las grfe-
cuestas a los ancianos paralizados por el horror. Nadie sabía la hora: tas y la inunda: en el pórtico mismo parecen entender el daño los
todos los relojes se habían parado, en el primer estremecimiento. jazmines marchitos en el árbol y las rosas plegadas Y mustias.

La madrugada reveló el desastre. Grande .fue la angustia de la ciudad en 40s días primeros. Nadie
Con el clarqr del día se fueron viendo los cadáveres tendidos volvía a las casas. No había comercio ni mercado. Un temblor su-
en las calles, los montones de escombros, las paredes deshechas en tedia a otro, aunque cada vez menos violentos; La ciudad era un
polvo, los pórticos rebanados como a cercén, las rejas y los postes jubileo religioso: y los blancos arrogantes, cuando arreciaba el
de hierro combados y retorcidos, las casas caídas en pliegues sobre temor, unían su voz humildemente a los himnos improvisados de 10s
sus cimientos, y las torres volcadas, y la espira más alta prendida negros frenéticos: imuchas pobres negritas cogían de1 vestido a las
sólo a su iglesia por un leve hilo de hierro. blancas que pasaban, y les pedían llorando que las llevasen con
El sol fue calentando lOs corazones: los muertos fueron llevados e!!a,-que así el hábito llega a convertir en bondad a dar poesía
al cementerio donde está sin hablar aquel Calhoun qiie habló tan a los mismos crímenes,-iasí esas criaturas, concebi Jas en la mise-
64 Jost; Mnrli OBRAS ESCOGIDAS. T. II 65
-

ria por padres a quienes la esclavitud heló el espíritu, aún reconocen Un indio cheroquí que venía de poner mano bruta! sobre su po-
poder sobrenatural a la casta que !o.poseyó sobre sus padres!: !así bre mujer, cayó de hinojos al sentir que el suelo se movía bajo sus
es de buena y humilde esa raza que sólo los malvados desfiguran o plantas. y empeñaba SU palabra al Señor de no volverla a castigar
desdeñan!-ipues su mayor vergüenza es nuestra más grande obli- jamás.
gación de perdonarla!
Caravanas de negros salían al campo en busca de mejoras, para
volver a poco aterrados de 10 que veían. En veinte millas a lo in- iQué extraña escena vieron los que al fin, saltando grietas ‘y po-
terior el suelo estaba por todas partes agujereado y abierto: había zos, pudieron llevar a Charleston socorro de dinero y tiendas de cam-
grietas de dos pies de ancho a que no se hallaba fondo: de multitud paña! De noche llegaron. Eran las calles líneas de carros, como las
de pozos nuevos salía una arena fina y blanca mezclada con agua, o caravanas de! Oeste. En las plazas, que son pequeñas, las familias
arena sólo, que se apilaba a los bordes de! pozo como en los hormi- dormían bajo tiendas armadas con mantas de abrigo, con toallas a
gueros, o agua y lodo azulado, o montoncillos de lodo que llevaban veces y trajes de lienzo. Tiendas moradas, carmesíes, amarillas; tfen-
encima otros de arena, como si bajo la capa de la tierra estuviese das blancas y azules con listas rojas.
el lodo primero y la arena más a lo hondo. El agua nueva sabía a ya habían sido echadas por tierra las paredes que más amena-
azufre y hierro. zaban. Alrededor de los carros de hielo, bombas de incendio y am-
Un tanque de cien acres se secó de súbito en el primer temblor, bulancias, se habían levantado tolderías con apariencias de feria.
y estaba lleno de peces muertos. Una esclusa se había roto, y sus Se ofa de lejos, como viniendo de barrios apartados, un vocear sal-
aguas se lo llevaron todo delante de sí. vaje. Se abrazaban llorando al encontrarse las mujeres, y su llanto
Los ferrocarriles no podían llegar a Charleston, porque los rieles era e! lenguaje de su gratitud al cielo: se ponían en silencio de ro-
habían salido de quicio, y estallado, o culebreaban sobre sus dur- dillas: oraban: se separaban consoladas.
mientes suspendidos. Hay unos peregrinos que van y vienen con su tienda al hombro,
Una locomotora venia en carrera triunfante a la hora de! pri- y se sientan, y echan a andar, y cantan en coro, y no parecen hallar
mer temblor, y dio un salto, y sacudiendo tras de sí como un ro- puesto seguro para sus harapos y su miedo. Son negros, negros en
sario a los vagones lanzados de! carril, se echó de bruces con su quienes ha resucitado, en lamentosos himnos y en terribles danzas,
maquinista muerto en la hendidura en que se abrió el camino. Otra el miedo primitivo que los fenómenos de la naturaleza inspiran a su
a poca distancia seguía silbando alegremente, la alzó en peso el encendida raza.
terremoto, y la echó a un tanque cercano donde está bajo cuarenta Aves de espanto, ignoradas de los demás hombres, parecen ha-
pies de agua. berse prendido de sus cráneos, y picotear en ellos, y flagelarles las
Los árboles son las casas en todos los pueblos medrosos de las espaldas con sus alas en furia loca.
cercanías; y no sale de las iglesias la muchedumbre campesina, que Se vio, desde que en el horror de aquella noche se tuvo ojos con
oye espantada los mensajes de ira con que visitan sus cabezas los que ver, que de la empañada memoria de los pobres negros iba sur-
necios pastores: los cantos y oraciones de los templos campestres giendo a su rostro una naturaleza extraña; jera la raza comprimida,
pueden oírse a millas de distancia. Todo el pueblo de Summerville era el Africa de los padres y de los abuelos, era ese signo de pro-
ha venido abajo, y por allí parece estar el centro de esta rotura de piedad que cada naturaleza pone a su hombre, y a despecho de todo
la tierra. accidente y violación humana, vive su vida y se abre su camino!
En Columbia las gentes se apoyaban en las paredes, como los Trae cada raza al mundo su mandato, y hay que dejar la vía
mareados. En Abbeville el temblor echó a vuelo las campanas, que libre a cada raza, si no se ha de estorbar la armonía del universo,
ya tocaban a somatén desenfrenado, ya plañían. En Savannah, tal Para que emplee su fuerza y cumpla su obra, en todo el decoro y
fue el espanto que las mujeres saltaron por las ventanas con sus ni- fruto de su natural independencia: ni <quién cree que sin atraerse un
ños de pecho, y ahora mismo se está viendo desde la ciudad levan- castigo lógico pueda interrumpirse la armonía espiritual del mundo,
tarse en el mar a pocos metros de la costa una columna de humo. cerrando el camino, so pretexto de una superioridad que no es más
Los bosques aquella noche se llenaron de la gente poblana, que que grado en tiempo, a una de sus razas?
huia de los techos sacudidos, y se amparaba de los árboles, juntán- iTa parece que alumbra a aquellos hombres de Africa un so!
dose en lo oscuro de la selva para cantar en coro, arrodillada, las negro! Su sangre es un incendio; su pasión, mordida; llamas sus
alabanzas de Dios e impetrar su misericordia. En Illinois, en Kentu- ojos; y todo en su naturaleza tiene la energía de sus venenos y la
cky, en Missouri, en Ohio, tembló y se abrió la tierra. Un masón Potencia perdurable de sus bálsamos.
despavorido, que se iniciaba en una logia, huyó a la calle con una Tiene el negro una gran bondad nativa, que ni el martirio de la
cuerda atada a la cintura. esc!avitud pervierte, ni se oscurece con su varonil bravura,
66 lod Marti OBRAS ESCOGIDAS. T II 67

Pero tiene, más que otra raza alguna, tan íntima comunión con mismos, los mismos blancos cultos, penetrados de veneración, unían
la naturaleza, que parece más apto que los demk hombres a estre- la música de su alma atribulada a aquel dialecto tierno y rídiculo.
mecerse y regocijarse con sus cambios. Como seis muchachos negros, en lo más triste de la noche, se
Hay en su espanto y alegría algo de sobrenatural y maravilloso arrastraban en grupo por el suelo, presa de este frenesí de raza
que no existe en las demás razas primitivas, y recuerda en sus mo- que tenía aparato religioso. Verdaderamente se arrastraban. Tem-
vimientos y miradas la majestad del león: hay en su afecto una leal- blaba en su canto una indecible ansia. Tenían los rostros bañados
tad tan dulce que no hace pensar en los perros, sino en las palo- de lágrimas. “iSon los angelitos, son los angelitos que llaman a la
mas: y hay en sus pasiones tal claridad, tenacidad, intensidad, que puerta!” Sollozaban en voz baja la misma estrofa que cantaban en
se parecen a las de los rayos del sol. voz alta. Luego el refrán venía, henchido de plegaria, incisivo, deses-
Miserable parodia de esa soberana constitución son esas criatu- perado: “iOh, dile a Noé, que haga pronto el arca, que haga pronto
ras deformadas en quienes látigo y miedo sólo les dejaron acaso el arca, que haga pronto el arca!” Las plegarias de los viejos no son
vivas para trasmitir a sus descendientes, engendrados en las noches de frase ligada, sino de esa frase corta de las emociones genuinas
tétricas y atormentadas de la servidumbre, las emociones bestiales y las razas sencillas.
del instinto, y el reflejo débil de su naturaleza arrebatada y libre. Tienen las contorsiones, la monotonía, la fuerza, la fatiga de
Pero ni la esclavitud que apagaría al mismo sol, puede apagar SUS bailes. El grupo que le oye inventa un ritmo al fin de frase que
completamente el espíritu de una raza: fasí se la vio surgir en le parece musifal y se acomoda al estado de las almas: y sin pre-
estas almas calladas cuando el mayor espanto de su vida sacudió vio acuerdo todos se juntan en el mismo caso. Esta verdad da
en lo heredado de su sangre lo que traen en eila de viento de selva, singular influjo y encanto positivo a estos rezos grotescos, esmal-
de oscilación de mimbre, de ruido de caña! fasí resucitó en toda su tados a veces de pura poesía: “iOh, mi Señor, no toques, oh, mi Se-
melancólica barbarie en estos negros nacidos en su mayor parte ñor, no toques otra vez a mi ciudad!”
en tierra de América y enseñados en sus prácticas, ese temor vio- “Los pájaros tienen sus nidos: iSeñor, déjanos nuestros nidos!”
lento e ingenuo, como todos los de su raza llameante, a los cambios Y todo el grupo, con los rostros en tierra, repite con una agonía
de la naturaleza encandecida, que cría en la planta el manzanillo, que se posesiona del alma.-“iDéjanos nuestros nidos!”
y en el animal el león! En la puerta de una tienda se nota una negra a quien da fantás-
Biblia les han enseñado, y hablaban su espanto en la profética tica apariencia su mucha edad. Sus labios se mueven; pero no se
lengua de la Biblia. Desde el primer instante del temblor de tierra, la oye hablar: sus labios se mueven; y mece su cuerpo, lo mece in-
el horror en los negros llegó al colmo. cesantemente, hacia adelante y hacia atrás. Muchos negros y blan-
Jesús es lo que más aman de todo lo que saben de la cristian- cos la rodean con ansiedad visible, hasta que la anciana prorrumpe
dad estos desconsolados, porque lo ven fusteado y manso como se en este himno:-“iOh, déjame ir, Jacob, déjame ir!”
vieron ellos. La muchedumbre toda se le une, todos cantando, todos meciendo
Jesús es de ellos, y le llaman en sus preces “mi dueño Jesús” “mi el cuerpo como ella de un lado a otro, levantando las manos al
dulce Jesús”, “mi Cristo bendito”. A él imploraban de rodillas, cielo, expresando con palmadas su éxtasis. Un hombre cae por tierra
golpéandose la cabeza y los muslos con grandes palmadas, cuando pidiendo misericordia. Es el primer convertido. Las mujeres traen
estaban viniéndose abajo espiras y columnas. “Esto es Sodoma y una lámpara, y se encuclillan a su rededor, le toman de la mano.
Gomorra” se decían temblando: “fSe va a abrir, se va a abrir el El se estremece, balbucea, entona plegarias; sus músculos se tien-
monte Hereb!” Y lloraban, y abrían los brazos, y columpiaban su den, las manos se le crispan: un paño de dichosa muerte parece irle
cuerpo, El convencimiento de su expatriación, de la terrible expatria- cubriendo el rostro: allí queda junto a la tienda desmayado. Y otros
ción de raza, les asaltó de súbito por primera vez acaso de sus vidas, como él después. Y en cada tienda una escena como esa. Y al alba
y como se ama lo que se ve y lo que hace padecer, se prendían en todavía ni el canto ni el mecer de la anciana habían cesado.-Allá en
su terror a los blancos y les rogaban que los tuviesen con ellos hasta los barrios viciosos, caen so pretexto de religión en orgías abomi-
que “se acabase el juicio”. nables, las bestias que abundan en todas las razas.
Iban, venían, arrastraban en loca carrera a sus hijos; y cuando
aparecieron los pobres viejos de su casta, los viejos sagrados para Ya, después de siete días de miedo y oraciones, empieza la gente
todos los hombres menos para el hombre blanco, postráronse en a habitar sus casas: las mujeres fueron las primeras en volver, y die-
torno suyo en grandes grupos, oíanlos de hinojos con la frente pe-. ron ánimo a los hombres; la mujer, fácil para la alarma y primera
gada a la tierra, repetían en un coro convulsivo sus exhortaciones en la resignación: el corregidor vive ya con su familia en la parte
misteriosas, que del vigor e ingenuidad de su naturaleza y del divi- que quedó en pie de su morada suntuosa: por los rieles compuestos
no carácter de la vejez traían tal fuerza sacerdotal que los blancos
68 lose Marll
OBRAS ESCOGIDAS. T. ll 69

entran cargados de algodones los ferrocarriles: se llena de forasteros


la ciudad consagrada por el valot en la guerra, y ahora por la Eso dicen. que es: que la planicie costal del Atlántico blanda y
catástrofe; levanta el municipio un empréstito nacional de diez mi- cadente, cediendo al peso de los residuos depositados sobre ella
llones de pesos para reparar los edificios rot0s.y reponer los que han en el curso de siglos por IOS ríos, se deslizó sobre su lecho grani-
venido a tierra. tico en dirección al mar.
iAsí, sencillamente, tragando hombres y arrebatando sus ‘casas
De las bolsas, de los teatros, de los diarios, de los bancos les van como arrebata hojas el viento, cumplió su ley de formación el suelo,
socorros ricos en dinero: ya se pliegan por falta de ocupantes mu- con la majestad que conviene a los actos de creación y dolor de la
chas de las tiendas que improvisó el gobierno en los jardines y en naturaleza!
las plazas. Tiembla aún el suelo, como si no se hubiese acomodado iEI hombre herido procura secarse fa sangre que le cubre a
deiinitivamente sobre su nuevo quicio: <cuál ha podid.0 ser la causa torrentes los ojos, y se busca la espada en el cinto para combatir al
de este sacudimiento de la tierra? enemigo eterno, y sigue danzando al viento en su camino de átomo,
CSerá que encogidas sus entrañas por la pérdida lenta de calor subiendo siempre, como guerrera que escala, por el rayo del sol!
que echa sin cesar afuera en sus manantiales y en sus lavas, se Ya Charleston revive, cuando aún no ha acabado su agonía, ni
haya contraído aquí como en otras partes la corteza terrestre para se ha aquietado el suelo bajo sus casas bamboleantes.
Los parientes y amigos de los difuntos. hallan que el trabajo
ajustarse a su interior cambiado y reducido que llama a sí la super- rehace en el alma las raíces que le arranca la muerte. Vuelven los
ficie? negros humildes, caído el fuego que en la ‘hora del espanto Ies
La tierra entonces, cuando ya no puede resistir la tensión, se llameó en los ojos, a sus quehaceres mansos y su larga prole. Las jó-
encoge y alza en ondas y se quiebra, y una de las bocas de la raja- venes valientes sacuden en los pórticos repuestos el polvo de las
dura se monta sobre la otra con terrible estruendo, y tremor suce- rosas.
sivo de las rocas adyacentes siempre elásticas, que hacia arriba y Y ríen todavía en la plaza pública, a los dos lados de su madre
a los lados van empujando el suelo hasta que el eco del estruendo alegre, los dos gemelos que en la hora misma de la desolación na-
cesa. cieron bajo una tienda azul.
Pero acá no hay volcanes en el área extensa en que se sintió La Nación, Buenos Aires. 14 y 15 de octubre de 1886
el terremoto; y los azufres y vapores que expele por sus agujeros y 0. C., t. Il, p. 65-76.
grietas la superficie, son los que abundan naturalmente por la for-
mación del suelo en esta planicie costal del Atlántico baja y arenosa.
CSerá que allá en Ios senos de la mar, por virtud de ese mismo
enfriamiento gradual del centro encendido, ondease el fondo dema-
siado extenso para cubrir la bóveda amenguada, se abriera como
todo cuerpo que violentamente se contrae, y al cerrarse con enorme
empuje sobre el borde roto, estremeciera los cimientos todos, y su-
biese rugiendo el movimiento hasta la superficie de las olas?
Pero entonces se habría arrugado la llanura del mar en una ola
monstruosa, y con las bocas de ella habría la tierra herida cebado su
dolor en la ciudad galana que cría flores y mujeres de ojos negros
en la arena insegura de la orilla.
i0 será que, cargada por los residuos seculares de los rios la
planicie pendiente de roca fragmentaria de la costa, se arrancó con
violencia, cediendo al fin al peso, a la masa de gneis que baja de
los montes Alleghanys, y resbaló sobre el cimiento granítico que a
tres mil pies de hondura la sustenta a la orilla de la mar, compri-
miendo con la pesadumbre de la parte más alta desasida de la
roca las gradas inferiores de la planicie, e hinchando el suelo y sa-
cudiendo las ciudades levantadas sobre el terreno plegado al choque
en ondas?
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 71

CORRESPONDENCIA PARTICULAR sobre las ciudades como una colosal ave famélica, ímpetus que arran-
DE EL PARTIDO LIBERAL can a las naciones de su quicio y las vuelven del revés, para que
el aire oree sus raíces. Y cuando ya parece que son leyes fatales
de la especie humana la desigualdad y servidumbre; cuando se ve
grangrenado por su obra misma el pueblo donde se ha permitido con
menos trabas SU ejercicio al hombre; cuando SC ve producir a la
libertad política la misma descomposición, ira y abusos que crea
la tiranía más irrespetuosa; cuando se llega a ver vendido por un
ciudadano de la República a cambio de un barril de harina o de un
par de zapatos el voto con que ha de contribuir a gobernar su pue-
blo y mejorar su propia condición; cuando parece que va a venirse
a tierra al peso de SUS vicios, con -un escándalo que resonaría por
los siglos como resuena tiI eco por los agujeros de las cavernas, la
ESTUDIO INDISPENSABLE PARA COMPRENDER LOS ACONTECIMIENTOS fábrica más limpia y ostentosa que ha levantado el hombre a sus
VENIDEROS EN LOS ESTADOS UNIDOS.-ANALISIS DEL MOVIMIENTO derechos, ihe aquí que surge, por la virtud de permanencia y triunfo
SOCIAL, CAUSAS QUE LO PRODUCEN Y ELEMENTOS QUE LO IMPUL- del espíritu humano, y por la magia de la razón, una fuerza recons-
SAN.-INFLUJO DE LAS PRACTICAS DE LA LIBERTAD POLITICA EN EL
CARACTER DE LA GUERRA SOCIAL.-EL MOVIMIENTO SOCIAL ESTA YA tructora, un ejército de creadores, que avienta a los cuatro rumbos
EN ACTIVIDAD DEFINITIVA EN LOS ESTADOS UNIDOS.-DESCOMPOSI- los hombres, los métodos y las ideas podridas, y con la luz de Ia
CION DE LOS FACTORES QUE HAN PRODUCIDO LA PRESENTACION DE piedad en el corazón y el empuje de la fe en las manos, sacuden
UN CANDIDATO DE LOS OBREROS AL CORREGIMIENTO DE NEW YORK- las paredes viejas, limpian de escombros el -suelo eternamente bello,
LA HISTORIA VIVA.-LA LEVADURA DE LA REVOLUCION FRANCESA FER- y levantan en los umbrales de la edad futura las tiendas de la jus-
MENTA EN LOS ESTADOS UNIDOS.-CAUSAS ESPECIALES DE LA DESI-
GUALDAD SOCIAL EN NORTEAMERICA.-LA TIERRA Y LAS CIUDADES.- ticia!
LIMITE DE ACCION DE LA LIBERTAD POLITICA: SU EFICACIA Y SU iOh, el hombre es bueno, el hombre es bello, el hombre es eterno!
DEFICIENCIA.-RAZONES DEL ASPECTO ORIGINAL DEL MOVIMIENTO Está en el corazón de la naturaleza, como está la fuerza en el seno
SOCIAL EN LOS ESTADOS UNIDOS.-INFLUJO DE LA INMIGRACION EN de la luz. No hay podredumbre que le llegue a la médula. Cuando
EL CARACTER DEL MOVIMIENTO SOCIAL.-¿SERA LA LIBERTAD INCJ-
TIL?-PROBLEMA NUEVO EN POLITICA: CLOS EFECTOS DE LA EDUCA- todo él parece cómido de gusanos, entonces brilla de súbito con ma-
CION LIBERAL?-LA LIBERTAD SUAVIZA AL HOMBRE Y LO HACE ENE- yor fulgor, tal cual la carne corrompida brilla, como para enseñar
MIGO DE LA VIOLENCIA.-ASPECTO, PRESENTE DEL MOVIMIENTO.- la perpetuidad de la existencia, y la inefable verdad de que las des-
FUERZA DEFINITIVA DEL VOTO.-LOS MOVIMIENTOS SE CONCENTRAN composiciones no son más que los obrajes de la luz.
EN LOS QUE POSEEN EN MAYOR GRADO SUS FACTORES.-RAZON
DE LA CANDIDATURA DE HENRY GEORGE AL CORREGIMIENTO
DE LA CIUDAD
Sí: de esta tierra misma donde el exceso del cuidado propio so-
ioca en los hombres el cuidado público, donde el combate febril por
New York, 15 de octubre de 1886 la subsistencia y la iortuna exige como contrapeso y estímulo el
placer acre, violento y ostentoso; donde se evaporan abandonadas
Señor Direclor de El Partido Liberal: las vidas de ternura, idea o desinterés que no han logrado la san-
ción vulgar y casi siempre culpable de la riqueza; de esta tierra mis-
Se pudren las ciudades; se agrupan sus habitantes en castas en- ma, que cría con el grandor de sus medios y la soledad espiritual
durecidas; se oponen, con la continuación del tiempo masas de inte- de sus habitantes un egoísmo brutal y frenético, se está levantando
reses al desenvolvimiento tranquilo y luminoso del hombre; en la con una fuerza y armonia de himno uno de !os movimientos más
morada misma de la libertad se amontonan de un lado los palacios sanos y vivos en que ha empeiiado jamás SU energía el hombre.
de balcones de oro, con sus aéreas mujeres y sus caballos mofletu- Es hora de estudiarlo, hoy que se manifiesta en New York con
dos y ahítos, y ruedan de otro en el albañal, como las sanguijuelas inesperado brio, sustentando un candidato ingenuo al puesto de
en su greda pegajosa, los hijos enclenques y deformes de los traba- Corregidor de Ia ciudad, de donde en manos de los políticos toda
jadores, en quienes por la prisa y el enojo de la hora violenta de la virtud parece haber huido. Vuelve a verse, para pasmo de intrigan-
concepción, aparece sin dignidad ni hermosura la naturaleza. Esta tes y soberbios, que en los grandes instantes de revolución y crisis,
contradicción inicua engendra odios que ondean bajo nuestras plan- basta la voluntad de la virtud, tan tarda siempre en erguirse como
tas como la fuerza misteriosa de los terremotos, vientos que caen segura, para acorralar a los que se disfrazan de ella. Un niño hu-
72 JosS .Mur/i OBRAS ESCOGIDAS. T. II 73

milde, un aprendiz de imprenta, un grumete, un periodista, un mero reducir a forma viva. Vale más un detalle finamente apercibido de
autor de libros, ha estremecido con un volumen claro y sincero a IO que pasa ahora, vale más la pulsación sorprendida a tiempo de
toda la nación; y cuando los que se ven representados en él lo alzan una fibra humana que esos rehervimientos de hechos y generaliza-
por sobre su cabeza para que los conduzca en sus batallas, tiem- ciones pirotécnicas tan usadas en la prosa hrillante y la oratoria.
blan a la simple presencia de este hombre sencillo los pecados pú- Complace más entender en sus actos al hombre vivo y acompañar-
blicos, el cohecho político, el falso sufragio, el tráfico en los em- fo en ellos, que redorar con mano afeminada sus hechos pasados.
pleos, el comercio en los votos, la complicidad de las castas favo- Pero cuando se vive en una ciudad enorme adonde el Universo en-
recidas, la caridad interesada, la elocuencia alquilona, como viejos tero envía sin tregua sus más alborotadas corrientes; cuando se ve
viciosos sorprendidos en su sueño por la luz del alba a los postres adelantar a la vez contra los mismos abusos sociales las lenguas
de una orgia. Se les ve por las calles despavoridos, cubriéndose las encendidas de todas las naciones, y los pechos velludos, y los bra-
cabezas con los mantos, para que no se les descubra lo vil del ros- zos alzados, y no se da por fa ciudad un paso sin que salten a los
tro. Los formidables intereses ligados en paz criminal con los po- ojos- como voces que clamen, la opulencia indiscreta de los unos,
líticos de oficio, que prosperan con fa venta y manejo del voto pú- y de los otros la miseria desgarradora; cuando no es posible des-
blico, ven con estupor la aparición de un hombre honrado que les viarse de las calles cuidadas de los acomodados y los ricos sin que
disputa el primer puesto de la ciudad, para inaugurar desde él las eI calor de fa batalla suba al rostro, y una ola empuje el pecho, y
batallas ordenadas de votos y leyes que han de asentar fa Constitu- se enrosque en la mente una sierpe encendida, al ver degradarse en
ción social de la República sobre nuevos cimientos de justicia. el vicio forzoso, en fas cargas inicuas, en un trabajo sin paga ni des-
canso, en una vida que no da tiempo al amor ni a la luz, el espi’-
ritu de la especie y la nobleza del cuerpo que lo encarna; cuando au-
Para ojos menores, esto que en New York sucede no es más que mentan día a día el refinamiento y provechos de los indolentes, la
la candidatura de Henry George, autor de El progreso y la pobreza, desesperación, la desocupación, la insuficiencia de salarios, el frio
al corregimiento de la ciudad; pero para quien tiene por oficio ver, cruel, el hambre espantable de los que trabajan; cuando no hay sol
y por hábito ir a buscar las raíces de las cosas, este es el nacimien- sin boda de oro en catedral de mármol ni suicidio de un padre o una
to, con tamaños bíblicos, de una nueva era humana. Grandes son madre que por librarse de la miseria se dan muerte con todos sus
nuestros tiempos: es grande el gozo de vivir en ellos: y como se hijos; cuando se habla mano a mano en las plazas con el desocupa-
ha extinguido justamente la fe en las religiones incompletas que do hambriento, en los ómnibus con el cochero menesteroso, en los
en su infancia deslumbraron el juicio y lo satisficieron; como el talleres finos con el obrero joven, en sus mesas fétidas con los ci-
hombre, necesitado por su naturaIeza de creer, padece de esa sole- garreros bohemios y polacos; cuando no se tiene el alma vendida a la
dad mortal en que ningún cuerpo de creencias admisible a la razón ambición y el bienestar, ni se sufre del miedo infame a la desdi-
ha venido a sustituir los mitos bellos que se la tenían oscurecida, cha, entonces vuelven a entreverse con realidad terrible las escenas
es bueno, con las dos manos llenas de flores, señalar como una cau- de horror fecundo de fa Revolución francesa, y se aprende que en
sa de fe perpetua ese poder de la naturaleza humana para vibrar New York, en Chicago, en San Luis, en Milwaukee, en San Fran-
como una novia a los besos viriles del pensamiento, y surgir con cisco, fermenta hoy la sombría levadura que sazonó con sangre el
nueva virtud de su propia degradación y podredumbre. pan de Francia.
La libertad política no ha podido servir de consuelo a los que
no ven beneficio alguno inmediato en ejercerla, ni conservar siem-
(Cómo se ha de decir bien en una mera carta de periódico, escri- Pre su independencia de los empleadores que exigen el voto de los
ta ahogadamente sobre la barandilla del vapor, toda la significación obreros en atención aI salario que fes pagan, ni tienen en su existen-
de un movimiento que trata de cambiar pacíficamente fas condicio- cia acerba tiempo para entender, ni ocasión o voluntad de gozar,
nes desiguales en que viven los hombres, para evitar con un siste- el placer viril que produce la participación en los negocios de la
ma equitativo de distribución de los productos del trabajo la tre- Patria.
menda arremetida de los menesterosos por la igualdad social, que Pudiera haber influido suave e indirectamente la libertad polí-
dejaría atrás, y que dejará donde no se la evite, la que cerró e ilu- tica en las masas demasiado afligidas o ignorantes para ejercitarlas,
minó el siglo pasado en busca de la libertad política? si el goce de ella hubiese creado en los Estados Unidos condiciones
La historia que vamos viviendo es más difícil de asir y contar generales de seguridad y bienestar ignorados en los países donde im-
que la que se espuma en los libros de las edades pasadas: esta se Pera una libertad incompleta o un gobierno tiránico. Pero la liber-
deja coronar de rosas, como un buey manso: la otra resbaladiza y tad política, considerada erróneamente, aun en nuestros días, como
de numercsas cabezas como el pulpo, sofoca a los que la quieren remate de las aspiraciones de los nueblos y condición única para su
74 Josi Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. 11 75

felicidad, no es más que el medio indispensable para procurar sin tiempo espacio en su mente más que para la satisfacción y la ala-
convulsiones el bienestar social: y siendo tal que sin ella no es apre- banza.
ciable la vida, para asegurar la dicha pública, no basta.
La libertad política, que cría sin duda y asegura la dignidad
del hombre, no trajo a su establecimiento; ni crió aqui en su desarrollo A esta embriagadora golosina de la libertad politica acudieron,
un sistema económico que garantizase a lo menos una forma mas que a las mismas de California a las próvidas tierras del
de distribución equitativa de la riqueza; en que sin llegar a nivela- Oeste, los hombres de todas partes Crel mundo, y no los menos
ciones ilusorias e injustas, pudiese el trabajador vivir con decoro y estimables e impetuosos, sino aquellos que aunque criados en al-
sosiego, educar en honor a su familia y ahorrar para su ancianidad deas oscuras en la humildad y en el miedo de lo desconocido, tie-
como el legítimo interés de labor de toda su existencia, una suma nen en sí brío suficiente para abandonar el terruño que es toda
bastante para librarlo del hambre, o de ese triste trabajo de los víe- su existencia, y desafiar el mar y el extranjero, más feroz y temible
jos que de veras es una ignominia para cuantos no hemos imagina- que el mar!
do aún el modo de evitarfo: ]los viejos son sagrados! cambiaron,en Pero con ser tantos los que llegaban de todas fas aspas de la
detalles de importancia las leyes civiles con el advenimiento de las rosa de los vientos, los noruegos pelirrojos y espaldudos, los ale-
libertades públicas, pero no se alteraron las relaciones entre los me- manes tenaces y tundentes, los italianos brillantes y mansos, los
dios y objetos de posesión y los que habían de disfrutarla. Luego, irlandeses caninos, todavía sobraba espacio para contenerlos en
hubo que tomar la selva del Oeste, que fecundar los desiertos de] ]as ciudades en que vaciaba sus ubres la tierra recién cubierta, en las
Centro, que desnudar de árboles los montes para tender sobre ellos fabricas que no producían aún todo lo que la población necesitaba,
los ferrocarriles, que emplear para el sometimiento del país medíos en las abras y montes argentíferos, y en los llanos que no se can-
que por la importancia del objeto y el costo de lograrlo excluían la saban de dar trigo y maíz. Y afanados los hombres en asegurar su
pequeña propiedad persona] y requerían la acumulación de los re- prosperidad fueron abandonando poco a POCO la dirección de su li-
. cursos y la propiedad de muchos: todo tuvo que ser gigantesco, en bertad polit;ca a los que halagaban SUS pasiones, o se hacían vo-
acuerdo con los fines pasmosos de esta nueva epopeya, escrita por ceros y patronos de sus intereses, hasta que. con el ‘hábito de ven-
las locomotoras triunfantes en las entrañas de los cerros, sobre crip- derlo todo, y de no dar valor sino a lo que tlene precio, llego a ser
tas, abismos, llanos y abras, escrita con las balas de los rifles sobre costumbre en los Estados enteros, aun entre la gente acomodada,
el testuz de los búfalos y el pecho de los indios. vender al mejor,’ postor el voto a que no veían un provecho palpa-
La tierra, madre de todo bien y universal sustento, fue repar- ble e inmediato. Los que no 10 vendían. sin tiempo ni afición para
tiéndose en forma y cantidades proporcionadas a los desembolsos educarse en los asuntos públicos, lo cedían a los más hábiles o lo-
y esfuerzos empleados en vencerla. Y a la raíz misma de aquella cuaces.
batalla de las familias con el suelo que se retorcía bajo sus pies en
el estío, que en invierno quedaba sepulto bajo silbantes y tormento-
sas nevadas, comenzó la desigual competencia de la propiedad per- Mientras el espacio excedió en las ciudades y en los campos
sonal del colono con la propiedad combinada. La tierra pública fue a ]a muchedumbre que se aglomeraba en ellos, no hubo ocasión de
distribuida, con razón o pretexto de empresas de utilidad genera], notar fa desproporción inconsiderada con que se había distribuido
a compañías privadas. Si la seca, los hielos o la competencia arrui- e] territorio nacional, ni las condiciones falsas en que se estaban
naban al colono, lo arruinaban por entero, en tanto que en las com- creando 1as industrias. Pero cuando las fábricas llegaron a pro-
pañías sólo comprometían los asociados el capital sobrante o parte ducir más de lo que el país necesitaba; cuando la tierra que pedia el
de su capital. Así, con otras causas menores, fue en los campos que- colono para trabajar en ella pertenecía de antemano a empresas que
dando la propiedad en. mano de asociaciones omnipotentes y el co- no la trabajaban; cuando el valor enorme dado al terreno de las
lono glorioso reduciéndose a agonizante arrendatario. ciudades por la obra común de 10s habitantes reunidos en ellas se
En las ciudades también caía el peso de la grandeza pública volvía en daño de los mismos que lo producían, obligándoles a pagar
sobre los humildes, porque fuera de aquellos raros casos en que por estrechas e inmundas habitaciones sofocantes rentas; cuando ni
el genio individual se sobrepone a los obstáculos que impiden su en la tierra ni en las industrias, poseídas por corporaciones privile-
desarrollo, exigía el consumo extraordinario de la nación empresas giadas o por herederos dichosos. podían abrirse camino los traba-
que lo abasteciesen, y no podía levantar frente a ellas las suyas in- jadores compelidos a recibir como un favor el derecho de trabajar en
felices el obrero recién venido y solo que, a más de ganar en apa- condiciones impías a cambio de un salarlo insuficiente para su ali-
riencia un salario mayor que el de su país nativo, entraba con tal mento y abrigo; cuando en los mismos campos vírgenes, sólo el
jubilo en el ejercicio de su ser de hombre, que no hubo en mucho genio y eI crimen podían abrirse paso, a tal punto que se volvían
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 77
76 Jos4 Marti

los espíritus de caridad para el bien común; sino batallados y vio-


contritos a las repúblicas del Plata los emigrantes que retornaron de lentos, como todos los movimientos egoístas, producidos por la
ellas para aumentar en su patria la fortuna adquirida en la ajena; masa ofendida en beneficio propio. Como este conflicto viene de un
cuando se palpó que los inventos más útiles, puestos en ejercicio con estado común a las regiones más apartadas de la República; como
abundancia ilimitada en el país más libre de la tierra, reproducen en este pueblo es en su mayoría de hombres de trabajo, que ya se can-
pocos años la misma penuria, la misma desigualdad, las mismas san de luchar en desorden por mejoras locales, en que los vencen
acumulaciones de riqueza y de odio, los mismos sobresaltos y ries- casi siempre las empresas poderosas, por la privación, la fuerza o
gos que en los pueblos de gobierno despótico o libertad inquieta la astucia; como a esas causas generales se une la especial y grave
se han acumulado con el concurso de los siglos; cuando se observó de que los errores del sistema prohibitivo obliga a los empresarios
definitivamente que la maravilla de la mecánica, la exuberancia del a. rebajar el sa!ario de los obreros o el número de ellos en SUS fá-
suelo, la masa de población, la enseñanza pública, la tolerancia reli- bricas; como su mal es presente y agudo, es la renta del mes, es la
giosa y la libertad política, combinadas en el sistema más amplio y ropa empeñada, es el pan que no alcanza; como ha entrado en su
viril imaginado por los hombres, crean un nuevo feudalismo en la mente, devastándola por su misma fuerza de luz, la idea rmpactente
tierra y en la indtlstria, con todos los elementos de una guerra de que existe un medio de vivir sin tanta zozobra e ignominia; como
social, entonces se vio que la libertad política no basta a hacer a con hilos de fuego están atando los reformadores de un cabo a otro
los nombres felices, y que hay un vicio de esencia en el sistema de la República las almas que estallan, parece finfelices! que la
que con los elementos mas favorables de libertad, población, tierra y paloma anunciadora ha bajado de veras del cielo y que a todos les
trabajo, trae a los que viven en él a un estado de odio y descon- ha deslizado en el oído el mensaje que hace ponerse en pie, ilumi-
fianza constante y creciente, y a la vez que permite la acumulación narse el rostro y vestirse de fiesta, para recibir dignamente la bien-
ilimitada en unas cuantas manos de la riqueza de carácter publico. aventuranza.
priva a la mayoría trabajadora de las condiciones de salud, fortuna Los que no han respirado desde su niñez el aire sano de los
y sosiego indispensables para sobrellevar la vida. pueblos libres; los que vienen febrícitantes y torvos de los pueblos
Ese es en los Estados Unidos el mal nacional. En otras tierras donde se persigue como un crimen la fatiga natural del hombre
de menor pujanza, de más tradiciones, de más espíritu de familia, de por asegurar su dignidad y bienestar; los que traen viciado el jui-
más apego al suelo, las verdades balbucean largo tiempo antes cio con las ideas violentas que cría en los espíritus humillados y
de convertirse en fórmulas y en actos, cuando la pelea por ellas ha enérgicos la presión insensata del pensamiento y del derecho incon-
de acarrear trastornos públicos, de adelantarse contra hermanos, de trastable a investigar las causas de la desdicha y buscar su mejora;
lastimar costumbres veneradas: porque el hombre se ama tanto, que los obreros que vienen de Europa sin la práctica de los hábitos de
convierte en objeto de adoración y orgullo las faltas mismas del la República, con desconfianza en la utilidad y justicia de las leyes,
suelo en que ha nacido. Pero en los Estados Unidos, abandonado con el conocimiento indigesto de teorías sociales en que la fantasía
cada cual a sus esfuerzos propios, batallando los hombres en su generosa, o cierto callado despotismo deslucen los más brillantes
mayoría en una tierra que no es suya o sólo lo es desde una geY planes, esos ansiosos de echar afuera su persona comprimida, con-
neración, habituados en poner en práctica, por lo fácil de los me- densados por la larga espera de su derecho y las agregaciones de
dios y lo apremiante de las necesidades, las soluciones que les pa- la herencia en seres angélicos sedientos de martirio, o en criaturas
recen urgentes útiles, las ideas arrollan a poco del nacer, arrollan, de venganza, apremian a los obreros norteamericanos o a los que
sin que las en r rente la tradición, que no existe en este pueblo de se han hecho ya a los hábitos libres del país para que intenten por
recién llegados, ni las suavice la bondad, apagada en el combate recursos violentos, como los únicos eficaces, la reforma inmediata
angustioso por la vida. Por fortuna, la lentitud forzosa en las de- de las condiciones sociales que producen ese fenómeno vergonzoso
terminaciones de las grandes masas de población, esparcida en e inhumano: la miseria. La miseria no es una desgracia personal:
territorios extensos, reemplaza aquí la paciencia, indispensable para es un delito público. iSerá ley para el hombre en la naturaleza lo
preparar los cambios públicos con probabilidades de victoria. que no lo es para los animales?
Resulta, pues, que la mayoría necesitada del país se ha, dado
cuenta del malestar que la rebaja y agobia: que palpando en SI mis-
Pero este conflicto social, que con sólo enseñarse en su primer ma sus efectos inquiere naturalmente sus causas: que como el ham-
estado de organización ha puriiicado las relaciones políticas y em- bre y el decoro no son tan pacientes como la filosofía, aun antes de
pequeñecido las cuestiones transitorias que venían pareciendo prin- conocer bien las causas se ha determinado a buscar su remedlo:
cipa!es, no es como aquellas ideas redentoras que bajan sobre los que ia inmigración incesante de obreros coléricos incita a la mayoría
pueblos lentamente desde un senado de almas escogidas: no es inquieta de trabajadores a que vuelque la fábrica social edificada
despacioso, como todos los movimientos expansivos, imaginados por
78 José Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 79

con tanta injusticia, que el hombre que más duramente trabaja en no obra con tanta violencia como el espíritu ahogado. El hombre
ella viene a ser reaucido a una condición en que no tiene todo el habituado a ejercitar su fuerza no es tan impaciente, cegable y lle-
alimento que necesita, ni lo tiene seguro, ni puede criar en honradez vadizo como el que tiene hambre de emplearla. Es esencialmente
la familia que la naturaleza le permite engendrar, ni goza de la li- distinta la disposición amigable y respetuosa de los hombres hechos
bertad y reposo necesarios para impedir que su espiritu, en vez de a su soberanía, de la acción agresiva y turbulenta de los que pa-
cumplir la ley universal de aumento y elevación, baje a los lindes decen de sed de ella. El delirio no puede obrar con la hermosura y
mismos de apetito e instinto de la bestia. Estas masas crecen. fecundidad de la salud.
Crece la inmi ración que las azuza. Los salarios no alcanzan a las No: no parece que haya sido vano en los Estados Unidos el siglo
necesidades. Ti umenta la renta y el precio de los artículos de vida. de República: parece al contrario que será posible, combinando lo
El desarrollo de los grandes inventos sólo aprovecha a las corpora- interesado de nuestra naturaleza y lo benéfico de las prácticas de la
ciones que los explotan. Faltan los medios de desenvolver en paz libertad, ir acomodando sobre quicios nuevos sin amalgama de san-
y con éxito la persona del hombre. Faltan los medios de ahorrar y gre los elementos desiguales y hostiles creados por un sistema que
competir. Falta el trabajo. Falta la tierra. Los que padecen, se lo no resulta, después de la prueba, armonioso ni grato a los hombres.
dicen. Los que vienen de afuera, avivan. Los que poseen, resisten. Parece que la organización, aconsejada por la inteligencia y servida
<Por dónde echará este mar de fuego? eSe aquietará en la paz, o sin ira por la voluntad, suple con ventaja a la revolución, producto
se desbordará en la guerra? ¿Ni en los Estados Unidos siquiera impaciente de la razón mal educada, u ordena la revolución, para el
podrá evitarse la guerra social? caso en que la provocación inicua la haga imprescindible, de modo
que construya cada uno de los actos en que derribe; y no compromc-
ta la suerte pública con los arrebatos de una cólera o los consejos
CSerá la libertad inútil? {No hay virtud de paz, fuerza de amor, de una venganza a que no tienen derecho los redentores. Parece
adelanto del hombre en la libertad? iProduce la libertad los mis- que el hábito ordenado y constante de la libertad da a los hombres
mos resultados que el despotismo? iUn siglo entero de ejercicio una confianza en su poder que hace innecesaria la violencia.
pleno de la razón no labra siquiera alguna mejora en los métodos
de progreso de nuestra naturaleza? eNo hacen menos feroz y más
inteligente al hombre los hábitos republicanos?
El hombre, en verdad, no es más, cuando más es, que una fiera Obsérvese lo nuevo. Aquí se ofrece ahora un caso original en la
educada. Eternamente igual a sí propio, ya siga desnudo a Caín, vida de los pueblos:-están frente a frente los resultados de la edu-
ya asista con casaca galoneada, a la inauguración de la Estatua cación libre de la República en América, y los de la educación tra-
de la Libertad, si en lo esencia) suyo’ no cambia, cambia y mejora dicional o intermitente de los pueblos de Europa. Cada uno de
en el conocimiento de los objetos de la vida y de sus relaciones. estos espíritus pugna por prevalecer, y aconseja medios radicalmen-
Todo el anhelo de la civilización está en volver a la sencillez y te opuestos para llegar al fin que ambos anhelan. La infusión cons-
justicia de los repartimientos primitivos. Todo el problema social tante de inmigrantes europeos y los violentos hábitos que’importan,
consiste acaso en eliminar los defectos y abusos de relación creados no ha permitido al espíritu directo de los Estados Unidos desenvol-
en la época rudimentaria do la acumulación de la especie, en que verse en toda la entereza extensión de su originalidad, que hubie-
todavía vivimos, y restablecer en la población acumulada las rela- ra hecho más patente y Becisivo el conflicto, y más pura su ense-
ciones puras y justas de las sociedades patriarcales. Pero si en lo ñanza histórica; mas ya se alcanza a ver que el hábito del éxito y
esencial no cambia el hombre, no puede ser que produzcan en él la afirmación de la persona que vienen del ejercicio constante de la
igual resultado al despotismo que lo retiene dentro de sí, mordido libertad política, no bastan a impedir las desigualdades consiguien-
por su actividad, abochornado por su deshonra, impaciente porque tes a una organizacion social imperfecta, pero suavizan dentro de
oye de su interior la voz que le dice que falta a su deber humano con ella los espíritus,, crean el miramiento y respeto comunes, inspiran
no ser por entero quien es y ayudar a los demás a ser, y este otro repulsión a la violencia innecesaria, y proporcionan los medios pre-
dulcísimo sistema de la libertad racional del acto y el pensamiento, cisos para proponer y conseguir en paz las pruebas y cambios que
que no amontona la voluntad presa, ni estruja las sienes con ideas allí donde no hay libertad política efectiva sólo obtienen a medias
sin salida, sino que tiene al hombre en quietud armoniosa, en el de- la cólera y la sangre.
coro y contento de su ser entero y en el equilibrio saludable entre iOh, sí! De la libertad como de la virtud, está casi vedado ha-
su actividad y los modos de satisfacerla. No del mismo modo em- blar, por ser tantos los que las profanan que quien las ama de veras
prenden a correr por el llano los potros sujetos dentro de la cerca tiene miedo de ser confundido con ellos: y hasta de mal gusto está
que los acostumbrados a pacer libremente. El espíritu desahogado ya pareciendo ser honrado! Pero es cierto que la libertad favorece
OBRAS ESCOGIDAS T. II 81

sin peligros la expansión y expresión de las cualidades más nobles elementos al pais donde se reunen con menos trabas y mejores con-
del hombre, y más necesarias para la grandeza y paz de los Estados: diciones los hombres
lo cual debe decirse,-por haber muchos que hacen argumento, para Pero con ser tanta esa novedad en la forma del problema, más
demostrar su ineficacia, de su aparente fracaso allí donde no se la importante es el modo original con que lo han entendido en los Es-
ha aplicado con la sinceridad y tolerante espíritu que son su esencia; tados Unidos los hombres acostumbrados a .dominar los sucesos y
y porque en los mismos Estados Unidos, por causas nacionales aje- los elementos. Si en cuanto a los métodos no pudo ser inútil el há-
nas a ella, han ido endureciéndose los caracteres, y avillanándose y bito firme de las libertades públicas, tampoco pudo serlo en cuanto
perdiéndose las prácticas cívicas, a tal extremo que los que sólo mi- a la concepción del problema. La costumbre dichosa del norteame-
ran a la superficie pueden asegurar que las costumbres de la Repú- ricano de resolver prácticamente cada dificultad que va palpando,
blica engendran los mismos vicios de las monarquías privilegiadas sin que el afán de cada dia le dé tiempo para ofuscar su juicio de
y ociosas, sin mantener en cambio el impetu heroico y la deslumbran- antemano con teorías confusas que a la vez rechazan su cuerpo fa-
te brillantez que suelen estas inspirar a sus vasallos. tigado del combate y su espíritu acostumbrado a lo directo.
Pero no. En verdad que en los Estados Unidos el afán exclusivo Esa paz en el método, y esa genuinidad en la concepción del
por la riqueza ,pervierte el carácter, hace a los hombres indiferentes problema, han sido el servicio peculiar e inestimable de la libertad
a las cuestiones públicas en que no tienen interés marcado, y no les política, y la sana vida nacional que produce, a la causa del mejo-
deja tiempo ni voluntad para cumplir con su parte de deber en la ramiento de la sociedad humana. Casi simultáneamente se produ-
elaboración y gobierno del país, que abandonan a los que hacen jeron en los Estados Unidos los efectos del malestar social, y los
oficio de la cosa pública, por ver en e!la desocupación desahogada y apóstoles, los estadistas, los organizadores, los agentes encargados
lucrativa. Mas la justicia irrepresible bulle en el espíritu de los de remediarlo. El hábito de oírlo todo aseguró desde el primer ins-
hombres, de alma apostólica, y en los caracteres sencillos, que pa- tante el respeto público a los que estudiaron el problema con más
decen y ven padecer por la falta de ella; y donde quiera que los cariño para los humildes que miramiento para los poderosos. Y
hombres se juntan crecen los fariseos y se comen las ciudades, pero los hombres todos, hechos aquí a serlo, dieron muestra de sentir un
por encima de todos ellos, como criatura de eterna luz que ningún legítimo orgullo de especie cuando otro hombre se ejerce y determi-
suplicio agobia, surgen Jesús y su séquito de pescadores. Aquí han na, aun cuando la preocupación o la propiedad misma le sean ame-
brotado, se han ungido, han abandonado oficios pingües para servir nazadas.
con más desembarazo a los menesterosos, han puesto en orden las Método, formas, corporación, lenguaje, todo es en este movímien-
razones descompuestas de los desdichados: y ese mismo espíritu de to social de los Estados Unidos propio y diverso de como es en
caridad que en los países oprimidos lleva por el calor de su fuerza otras tierras. Los mismos sistemas han producido aquí y allá los
divina a la batalla, aquí, por la fuerza más segura que viene al mismos efectos; pero la diversa preparación política ha dispuesto a
hombre del empleo constante de su razón, le conduce a buscar la me- los hombres de diferente manera para remediarlos. Las masas, más
jora de sus males, la distribución equitativa de los productos del educadas, no esperaron a que les marcasen el camino los pensado-
trabajo, por la agresión incontrastable de la palabra justa, por el res generosos que en otros países han revelado a los obreros los
uso inteligente y terco del voto ,-gigante que deben criar con apa- males que estos sentían confusamente; sino que de sí misma, por
sionado esmero los pueblos que acaso lo desdeñan porque no estu- brote espontáneo y unánime, se concertaron para buscar el modo de
dian su poder y no se toman el trabajo de educarlo. Pues bien: extirpar el mal, mientras que los meditadores esclarecían sus orige- ’
después de verlo surgir, temblar, dormir, comerciarse, equivocarse, nes para ir sobre seguro a curarlo en ellos, y los espíritus de caridad
violarse, venderse, corromperse; después de ver acarnerados los vo- ardiente, previendo el desorden natural en población obrera de tan
tantes, sitiadas las casillas, volcadas las urnas, falsificados los re- varios elementos y cultura, se ponen amorosamente de su lado para
cuentos, hurtados los más altos oficios, es preciso proclamar, porque aconsejarles la acción acordada y pacífica que ha de acabar porque
es verdad, que el voto es un arma aterradora, incontrastable y so- cada boca tenga un pan, y cada viejo ahorre para el fin de su vida
lemne; que el voto es’ el instrumento más eficaz y piadoso que han una camisa limpia y una almohada blanda.
imaginado para su conducción los hombres.

Un hombre hay en New York en quien dichosamente se reúnen


Esa es la novedad considerable que el ejercicio de la libertad los elementos de trabajo, juicio y amor que producen en los Estados
política parece haber traído a la resolución del problema social que Unidos, en robusto arranque, el combate socia1 más bello, numeroso
se anunció al mundo con tamaños tremendos a fines del siglo pa- y breve que hayan visto los siglos: iasí es, aunque los hombres se
sado, y ha venido naturalmente a plantearse en la plenitud de sus resisten, por soberbia y efecto de visión, a dar proporciones gran-
82 José Marti
7

diosas a lo que ven con sus ojos. 1 Y ese hombre junta a esas con&- CORRESPONDENCIA’PARTICULAR
ciones, para tener en si todas las de la pelea que simboliza la so- DE EL PARTIDO LIBERAL
segada costumbre de las prácticas de libertad que dan caracter of)-
einal v modo Dacifico de éxito a la reforma social a que la mayor la
ze 1; iación pirece determinada.
Enseña el estudio hondo de los movimientos humanos que estos
tienden a concentrarse en quien reune en si los factores que los i#!-
pulsan y que el éxito de los caudillos depende del grado e inten@-
dad en que posean los caracteres del movimiento que encabezan-
Rápido crece el movimiento obrero, en acuerdo lógico con las demas
manifestaciones de la vida en este país de la acumulación mara\rl-
llosa y la existencia directa. Anda confuso, como todo lo que natie.
aunque para confirmar con esto la virtud de la libertad, más se ha*
esclarecido aqui en cinco años los origenes del mal social que en 3” LA MUJER NORTEAMERICANA.-LA “MULA-I-A” LUCY PARSONS MESTIZA
DE MEXICANO E INDIO.-LUCY PARSONS RECORRE LOS ESTÁDOS UNI-
siglo entero de planes europeos. Determinado, sin embargo, el rno-
la DOS HABLANDO EN DEFENSA DE SU MARIDO, CONDENADO A MUERTE
vimiento obrero a intentar en paz sus proyectos de reforma, con ENTRE LOS ANARQUISTAS DE CHICAGO. LA SENTENCIA NO HA AME-
urgencia impuesta por la naturaleza y verdad de los males palpa- DRENTADO A LAS ASOCIACIONES DE ANARQUISTAS. L~CYPARSONS EN
bles y crecientes que lo producen, resulta que al presentarse bn NUEVA YORK.-SU ELOCUENCIA.-ESCENA MEMORABLE EN CLARENDON
New York la primera ocasión de exhibir su poder y voluntad en ufla HALL.-CARACTER VIRIL DE LA MUJER NORTEAMERICANA Y SU RA-
ZON.-UNA MUJER DECIDE EL DEBATE EN UNA CONVENCION POLITI-
seria contienda politica, se precipita rápido en sus actos, y confub” CA.-LA MUJER COMO ORGANIZADORA Y EMPRESARIA.-LA MUJER EN
en sus fines a pelear con impetu apostólico, con ala de agulla, cOn LOS TEATROS: HELEN DAUBRAY: LILIAN OLCOT Y LA FEDORA
júbilo de fe, por establecer su decisión e influjo, poniendo en la
DE SAR DOU.-MRS. LANGTRY
silla de Corregidor de la ciudad al hombre de armoniosa cabeza Y
espíritu apacible que por su origen de trabajador, por la fuerza-de bu
piedad, por lo directo y primario de su pensamiento, por el carácter New York, 17 de octubre de 1886
agresivo de su meditación; por su hábito arraigado de las liberta-
des públicas, reúne en su augusta sencillez, hasta en lo osado y dis- Señor Director de EL Partido Liberal:
cutible de sus planes, los elementos de fondo y forma de la revolu-
“Santo es el mismo crimen, cuando nace de una semilla de jus-
ción pacifica que representa.
Así ha venido, juntándose .como.en toda hora critica la virtdd ticia. El horror de los medios no basta en los delitos de carácter
público a sofocar la simpatía que inspira la humanidad de la inten-
los que necesitan de ella, a ser Henry George, antes de un libro d.e
fuerza bíblica el candidato de los obreros de New York para el ofl- ción. El verdadero culpable de un delito no es el que lo comete,
cio de Corregidor de la ciudad. Y de allí, al porvenir. sino el que provoca a cometerlo”: eso parecia decir ayer a los que
la observaban de cerca la reunión de los anarquistas en New York.
El Partido Liberal, México, 4, 5 y 6 de noviembre de 1886,, ¿Y se creia que la sentencia a muerte de los siete anarquistas de
Otras crónicas de Nueva York, investigación, introducclop e “lndice de carta:; C’hicago, los convictos en el proceso de la bomba, los había hecho
por Ernesto Mejía Sánchez, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editor1 enmudecer? iComo una condecoración llevan al pecho desde en-
de Ciencias Sociales, 1983, p. 6578. tonces hombres y mujeres la rosa encarnada! Ahora parecen más
que antes: se reunen con más frecuencia: afirman con más atrevi-
miento sus ideas! se ven injustamente miserables; desesperan de
l? posibilidad de reducir al mundo por la ley a un sistema equita-
tlvo; se sienten como purificados y glorificados por el espiritu hu-
manitario de sus dogmas; se convencen de que la civilización que
usa la pólvora para hacer cumplir su concepto de la ley, no es más
legal ante el alma del hombre que la reforma, que, para hacer cum-
Plir la ley tal como la concibe, usa la dinamita, que no es más que
Pólvora concentrada. Y como cualquiera que sea el extravio de sus
medios y la locura de su propaganda, es verdad que esta y aquellos
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 85
84 IosS Morfi

Ayer mismo se asistió en New York a una escena de interés


arrancan de un espíritu de justicia ofendido en las clases humildes penetrante y extraordinario. En ninguna iglesia de la ciudad hubo
siglo sobre siglo, y de una compasión febril por los dolores del li- ayer domingo un sacerdote más ferviente; ni una congregación más
naje humano, resulta, hoy como siempre, que el mundo se dispone atribulada, que en Clarendon Hall, el salón de los desterrados y los
a olvidar las manchas rojas que deshonran la mano, atraido por el pobres. Pugnaba en vano la concurrencia de afuera por entrar en
rayo de luz que brota de la frente: y que un grano de piedad basta la sala atestada, donde hablaba a los anarquistas de New York,
a excusar una tonelada de crimen. alemanes en su mayor parte, la Lucy Parsons, la “mulata” elocuen-
En la certeza de sus móviles humanitarios toman fuerza para te, Lucy Parsons, la esposa de uno de los anarquistas condenados
arrostrar el martirio de estas criaturas de juicio desequilibrado, ya en Chicago a la horca.
por la viveza e intensidad de sus penas, ya porque no es la fetidez El sábado ilegó. Anda hablando de ciudad en ciudad para le-
de los agujeros de los artesanos buen lugar de cría para la divina vantar la opinión pública contra la ejecución de la sentencia a muer-
paciencia con que soportan el ultraje los redentores. Si a duras penas te. En la estación la esperaban un centenar de personas, y entre
concibe cada civilización un Jesús, ¿cómo se pretende que sea un Jesus ellas muchas mujeres y niños. Todas las mujeres la besaron: Ilora-
cada uno de estos pobres trabajadores? Así al ver próximos a morir a ban casi todas: dos niñas le ofrecieron un ramo de rosas rojas: “La
siete de sus compañeros en la horca, no se paran a pensar en que bandera roja”, dice ella, “no significa sangre: significa que las
de sus manos salió un proyectil de muerte, porque no ven su pro- grandes fábricas donde hoy se asesina el alma y cuerpo de los
yectil más crimin.al que la bala de un soldado, que también sale a niños, se convertirán pronto en verdaderos kindergartens.” Sabe
matar en la batalla sin saber adónde: sólo ven que van a morlr sus de evolución y de revolución, y de fuerzas medias, de todo lo cual
siete amigos por el delito de buscar sinceramente el que ellos miran habla con capacidad de economista lo mismo en inglés que en cas-
como modo de hacer feliz al hombre; y los arrebata, esa es la verdad, tellano. “La anarquía está”, según ella, “en su estado de evolución:
la misma voluptuosidad de sacrificio que poseyó cuando la iglesia luego vendrá la revolución, si es imprescindible: y luego la justi-
virgen a los mártires cristianos. iAh, no: no es en la rama donde cia.” “La anarquía no es desorden, sino un nuevo orden.” He aquí
debe matarse el crimen, sino en la raíz. No es en los anarquistas cómo ella misma la describe, con sus propias palabras: “Pedimos la
donde debe ahorcarse el anarquismo, sino en la injusta desigualdad descentralización del poder en grupos o clases. Los agricultores
social que los produce. proveerán a la comunidad con un tanto de los productos de la tierra,
Aquí el aire está cargado de estos problemas: no hay otra cosa con otro tanto de zapatos los zapateros los sombrereros con otro
en el aire: se oye el ruido cercano de la cólera: en New York los tanto de sombreros, y así cada úno de los grupos, de modo que
trabajadores, partidarios de la nacionalización de la tierra están a quede cubierto el consumo nacional; del que se publicará una cuida-
punto de sacar a su apóstol Henry George mayor de la ciudad: en dosa estadística. La tierra será poseida en común, y no habrá por
Richmond hay un Congreso de Caballeros del Trabajo, que hace consiguiente renta, ni intereses, ni ganancias, ni corporaciones, ni el
alarde de simpatía a la raza negra: en todos los Estados los gre- poder del dinero acumulado. No pesará sobre los trabajadores la
mios de obreros entran en masa en la política, y en algunos triun- ?area brutal que hoy pesa., Los niños no se corromperán en las
fan de lleno eligen casi sin obstáculos a la Legislatura y al Go- fábricas, que es lo mismo que corromper a la nación; sino irán a los
ternador: to Bavía funcionan por encima, como actores segundones museos a las escuelas. No se trabajará desde el alba hasta el
que entretienen la escena, los partidos y personajes que ha perdido crepúscu f o y los obreros tendrán tiempo de cultivar su mente y sa-
con el uso de eficacia y pureza; pero de todas partes se asiste a la lir de la condición de bestia en que viven ahora. El que trabaje co-
elaboración de una fuerza tremenda: nadie se oculta la importancia merá, dentro de nuestro sistema, y el que no, perecerá, lo mismo que
de los nuevos sucesos: es preciso hablar de esto. hoy: pero no se amontonarán capitales locos, que tientan a todos
los abusos: no habrá dinero de sobra con que corromper a los legis-
ladores y a los jueces: no habrá la miseria que viene del exceso de
la producción, porque sólo se producirá en cada ramo lo necesario
Sí: los anarquistas no temen al sacrificio, y aun lo provocan, para la vida nacional.”
como los héroes cristianos. Sus sufrimientos explican su violencia; De todo esto, por supuesto, sólo se puede considerar el buen
pero esta misma parece. menos repugnante por la generosa pasión deseo, y la verdad de los dolores punzantes que por serlo tanto
que lo inspira. Y se ve aquí, como en aquellos tiempos de almas, que llevan los planes de reforma a tal exceso. En esos planes falta
esa exuberancia de amor al hombre crea lazos más fuertes entre el espacio preciso para el crecimiento irrepresible de la naturaleza
los que la sienten en común, y da al cariño de los amantes y a los humana, que es ‘la base de todo sistema social posible; porque un
deberes de familia una poesía e intensidad que les visten de flores conjunto de hombres, sólo por transición y descanso puede ser dis-
el martirio.
86 losé Martí OBRAS ESCOGIDAS. T. II 87

tinto de como el hombre es: lo innatural, aun cuando sea lo per- ha falseado la verdad en ese proceso ridículo e inicuo! Alguno, in-
fecto, no vive largo tiempo. El hombre tratará de satisfacer siempre dignado por el asalto de los policías, lanzó la bomba que causó las
en lo tangible del mundo su ansia de lo desconocido e inmenso. muertes: <qué culpa tiene el dolor humano de que la ciencia haya
puesto a su alcance la dinamita?”
Cuando habla de la miseria de los obreros halla frases como
A Lucy Parsons le dicen mulata por su color cobrizo. Es esta : “Oigo vibrar y palpitar las fábricas inmensas; pero sé que
mestiza de indio y mexicano. Tiene el pelo ondeado y sedoso: hay mujeres que tienen que andar quince millas al día para ganar
la frente clara, y alta por las cejas: los ojos grandes, apartados y una miserable pitanza.” “Decid que no es verdad, a los que os
relucientes; los labios llenos; las manos finas y de linda forma. dicen que aquí se adelanta. Cuando a mis propios ojos andaban en
Viste toda de brocado negro: usa largos pendientes: habla con una Chicago descalzos diez mil hijos de obreros, en Washington se pre-
voz suave y sonora, que parece nacerle de las entraFas, y conmue.ve sentaba en un baile una señora con todo el vestido Ileno de dia-
las de los que la escuchan. ¿Por qué no ha de declrse? Esa muler mantes, que valían $850 000: y otra llevaba en el pelo $75 000, y el
habló ayer con todo el brío de los grandes oradores. Rebosaba !a pelo después de todo no era suyo! !No! no es bueno que los ojos
pena: es verdad, en los corazones de los que la oían: y, auditor10 de vuestros hijos pierdan su luz puliendo esos diamantes” “iOh,
conmovido quiere decir orador triunfante; pero a ella, mas que del pobre niño de las fábricas”. ,-seguía diciendo con el cuerpo inclina-
arte natura1 con que gradúa y acumula sus efectos, le viene su poder do hacia adelante, con la voz convulsa, con las manos tendidas a su
de elocuencia de donde viene siempre, de la intensidad de !a con- auditorio en gesto de plegaria,-“oh, pobre niño de las fábricas:
vicción. A veces su palabra levanta ampollas, como un latlgo; -de las lágrimas que ahora hacen correr por tus mejillas la avaricia y
pronto rompe en un arranque cómico, que parece roído con lablos la brutalidad, se transformarán pronto en caricias y en besos. Los
de hueso, por lo frío y lo duro; sin transición, porque 10 vasto de hombres que las ven correr las secarán con sus robustos brazos. No
su pena y creencia no la necesitan, se levanta con extraño poder a los detendrá en su camino de justicia el hambre, la mentira ni la
lo patético, y arranca a su voluntad sollozos y lagrlmas. Momentos horca, sino se erguirán y padecerán como sus padres bravamente,
hubo en que no se percibía más ruido en la asamblea que su voz y salvarán por sobre sus cabezas, si es preciso a sus hijos!”
inspirada, que fluía, lentamente de sus labios, como globos de fue- En este instante, la concurrencia que se apretaba a las puer-
go, y la respiración anhelosa de los que retenían por oírla 1~s so- tas, aprovechando el silencio de emoción que acogió estas palabras,
Ilozos en la garganta. Cuando acabó de hablar esta mestlza de braceó por entrar en la sala. No podían. “iHurrah”, gritó una voz,
mexicano e indio, todas las cabezas estaban inclinadas, como cuan- “hurrah por los anarquistas de Chicago!” Por un impulso unánime
do se ora, sobre los bancos de la iglesia, y parecía la sala henchida, saltó sobre sus pies la concurrencia. Dicen que temblaban las me-
un campo de espigas encorvadas por el viento. jillas de ver aquella escena. Les corrían las lágrimas a los hombres
No desenvuelve la palabra *graciosamente, sino la emite con la barbados. Las mujeres, de pie sobre los asientos, movían sus pa-
violencia de la catapulta. Los ojos ora le relampaguean, ora se le ñuelos. Las niñas gritaban “hurrah” alzando sus manecitas, subi-
llenan de llanto: adelanta el brazo con lentitud, como si lo retuvie- das sobre los hombros de sus padres. !Hay tanto triste en el mundo
se al extenderlo: todo en ella parece invitar a creer y subir.. SU que de recordar estas cosas se aprieta involuntariamente la gargan-
discurso de puro sincero, resulta literario. Ondea sus doctrmas, ta! La marsellesa unió a ese arrebato sus notas eternas.
como ‘&a bandera: no pide merced para los condenados a muerte,
para su propio marido sino denuncia las causas y cómplices de
la miseria que lleva a los hombres a la desesperación, dice que en la Singular espectkulo, el de esa mujer que recorre los Estados
reunión en que estalló la bomba, la policía se echó enclma de los Unidos pidiendo desde los escenarios, desde las aceras, desde las
hombres y mujeres con el revólver en la mano y el asesinato en plazas públicas, justicia para su propio esposo condenado a muerte.
los ojos: los anarqu.istas llevaron allí la bomba, para reslstlr, como Pero no parece .tan raro si se observa la prominencia curiosísima
la policía llevó el revólver, para atacar: “iMiente”; exclama, “el que de la mujer ‘en la vida norteamericana. No se trata sólo de aquel
diga que Spies y Fischer arrojaron la bomba!” No se abochorna rudo desembarazo y libertad afeadora de que aquí la mujer goza;
de confesar sus hábitos llanos: “Fischer”, dlce, “estaba entonces sino de la condensación de ellas, con el curso del tiempo, en una
tomando cerveza conmigo en un salón cercano. {Quién ha dicho fuerza viril que en sus efectos y métodos se confunde con la fuerza
en el proceso que vio tirar la bomba, a ninguno. de los condenapos? del hombre. Esta condición, útil para el individuo y funesta para
<Acaso los que van a matar llevan a ver el crlmen, comolasllevo mi la especie, viene de la frecuencia con que la mujer se ve aquí aban-
marido, a su mujer y a sus hijos?” “iAh, la prensa, clases donada a sí mi$ma, de lo mudable de la fortuna en este país de
ricas, el miedo a este levantamiento formidable de nuestra justicia atrevimiento, y de lo inseguro de las relaciones conyugales. Aque-
-

88 Josi Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 89

Ila encantadora dependencia de la mujer nuestra, que da tanto se- seguro a manos de la mujer el lujo que se perdió en ella a manos
ñorío a la que la sufre, y estimula tanto al hombre a hacerla grata, del esposo.
aquí se convierte en lo genera! por 10 interesado de los espíritus en Y hoy mismo se lee en los diarios otra curiosa noticia. Acá se
una relación hostil, en que evaporada al alba de la boda, el hombre ha zurcido una compañía de ópera americana, compuesta de alema-
no ve más que la obligación, y la mujer más que su comodidad y nes, franceses, suecos, italianos, y una bailarina de Boston: y la
su derecho. Ni cede la mujer tan dulce y ampliamente a su misión verdad es que el año pasado no cantaron mal, y está en vías de for-
de darse, como se da a la noche la luz de las estrellas; sino que, marse permanentemente con sus productos un Conservatorio de
por lo áspero e independiente de la existencia, el amor va quedando música, donde de veras aprendan arte los aficionados americanos.
en ellas, cuando no muerto, amenguado hasta su expresión fea de! En un año se puso en .pie la empresa, contrató gran número de artis-
sentido: y como sólo se aperciben de él en esta forma tediosa e in- tas, creó un cuerpo de baile; representó en los teatros mejores de
termitente, tiénenlo en mucho menos que la independencia que con- los Estados Unidos, ganó lindamente ciento cincuenta mí! pesos.
viene a sus espíritus sin cariño. En otros casos desenvuelve la Porque sólo por ser americana, se llenaban los teatros de gente. ¿Y
persona de la mujer su larga soledad, las pruebas de una vida sin quien sacó sobre sus hombros toda esta obra? Una señora rica,
simpatía ni apoyo, o el disgusto de un bruta! marido. Y así se ve que la concibió y puso en práctica; que reunió entre amigos la pri-
vencer a muchas mujeres en la lucha de la vida por su intrepidez mera suma, que organizó a su modo la administración, y que ahora,
y su talento, no sólo en los gratos oficios de arte y letras que re- dejando sin pena su casa de New York, está en San Luis agencían-
quieren delicadeza e imaginación; sino en la creación y manejo ye do la colecta de unos cincuenta mi! pe;os que necesita para llevar
empresas complicadas, en el desempeño trabajoso de empleos naclo- a término su empresa favorita.
nales, y en la fatiga de los combates políticos. Pero esta victoria En los teatros, no sólo triunfan las damas como actrices, sino
es genuina y absoluta, independiente de todo encanto de sexo y de como organizadoras y dueñas. Helen Daubray, que es americana a
la extravagancia y ridiculez con que aquí mismo se distinguía! pesar de lo francés de! nombre, ha establecido por primera vez, en
hasta hace poco las tentativas de la mujer por emplearse en los ofl- un teatro en bancarrota, el drama nativo: un drama que dicen bello,
cias del hombre. aunque las escenas de más vida suceden en una estación de telégra-
No hay día en verdad, sin caso notable. Hace unas dos semanas fos, y descarrilamientos y telegramas figuran entre los recursos de
luchaban con escándalo los partidarios de una Convención política, la trama: dos trenes chocan en la escena: la heroína se decide en
y fueron vanos durante días enteros los empeños de calmarla, hasta su deber de telegrafista a poner un despacho que ha de costarle su
que una señora que disfruta de.buen nombre de abogado expuso con propia ventura. En otro teatro, Lilian Olcot, una actriz sin talento,
tal lucidez las quejas de una y otra parte, y los llamó a razón en compra a Sardou mismo en París e introduce aquí con pompa, esa
un discurso tan lógico, que la Convención votó con ella, y hoy la rapsodia desconocida y brillante que morirá con Sarah Bernhardt
miran como árbitro de la política de! Estado, sin que la acuse na- y sus decoraciones, a quienes debe la majestad e interés aparente
die de “media azul”, como llaman aqui a las marisabidillas, antes que la salvan, porque fuera de la habilidad de zurcidor que en algu-
dicen que lleva su triunfo con sencillez y modestia. nas escenas maravilla, es Fedora una desmayadísima invención, en
En New York crece a ojos vistos la fortuna de una bella señora que no vibra !a humanidad, ni el interés cubre los huecos de la ar-
que se vio caer en un día de lo más alto de la riqueza a la miseria madura, ni se levanta un carácter. Y Mrs. Langtry, con su talle
en su palacio vacío: le quedaban sus muebles inútiles, sus hijos sin de flor, tiene lleno de aromas, y de música maga y sutil el teatro de
pan, su puerta sin amigos y su ,narido en fuga. Sabía que en una la Quinta Avenida donde, realzando con un talento verdadero su
tienda de objetos de arte apreciaban mucho el gusto fino de que exquisita hermosura, representa con la compañía de que es cabeza
había dado muestras cuando compraba en su hora de abundancia esa finísima comedia de Sardon Nos Intimes, que en inglés se llama
las lindas chucherías de que tiene aún llena su casa: y la aristocrá- El peligro de una esposa. No parece mujer, sino lira, o jazmín que
tica mujer que ter:ía fama en las mayores ciudades de Estados anda.
Unidos, de rica y hermosa, ofreció sus servicios como vendedora a
la tienda de objetos artísticos. Llamaron pronto la atención a los El Partido Liberal, Mexico, 7 de noviembre de 1886.
parroquianos el tino de sus consejos, y la gracia con que disponía Otras crónicas de Nueva York, investigación, introducción e “fndice de cartas”
por Ernesto Mejía Sánchez, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial
las compras en sus casas. Empezaron a comisionarla para que alha- de Ciencias Sociales, 1983, p, 79-86.
jase casas enteras. Se puso al oficio con una bravura de domadora.
Con sus primeros ahorros imprimió circulares. Y en tres años ape-
nas ha levantado con su industria tan amplio modo de vivir que ya
puede habitar su casa propia, a donde ha vuelto por camino más
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 91

FIESTASDELAESTATUADE LALIBERTAD Ese ruido es el cíel triunfo que descansa.


Esa oscuridad ncl es la del dia lluvioso, ni del pardo octubre, sino
la del polvol sombreado por la muerte, que tu carro ha levantado
en su camino.
Yo los veo, con la espada desenvainada, con la cabeza en las
manos, con los miembros deshuesados como un montón informe, con
las llamas enroscadas alrededor del cuerpo, con el vapor de la vida
escapándose de su frente rota en forma de alas. Túnicas, armadu-
ras, rollos de pergamino, escudos, libros, todo a tus pies se amasa
y resplandece; y tú imperas al fin por sobre las ciudades del interés
y las columnas de la guerra ioh aroma del mundo! ioh diosa hija del
hombre!
El hombre crece: imira como ya no cabe en las iglesias y escoge
BREVE INVOCACION.-ADMIRABLE ASPECTO DE NUEVA YORK EN LA el cielo como único templo digno de cobijar a su deidad! Pero tú,
MAIPANA DEL 28 DE OCTUBRE.-LOS PREPARATIVOS DE LA PARADA.- oh maravilla, creces al mismo tiempo que el hombre; y los ejércitos,
EL ESCULTOR BARTHOLDI.-APARICION DE LA ESTATUA.-EL FRAGOR y la ciudad entera, y los barcos empavesados que van a celebrarte
DE LOS SALUDOS.-IMPONENTE ESCENA.-LA PLEGARIA DEL SACERDO- llegan hasta tus plantas veladas por la niebla, como las conchas
TE.-CLEVELAND Y SU DISCURSO.-LA BENDICION DEL OBISPO.- de colores que sacude sobre la roca el mar sombrío, cuando el espí-
iADIOS, MI UNICO AMOR! ritu de la tempestad, envuelto en rayos, recorre, el cielo en una
nube negra.
Nueva York, octubre 29 de 1886 iTienes razón, libertad, en revelarte al mundo en un día oscuro,
porque aún no puedes estar satisfecha de ti misma! iY tú, corazón
Señor Director de La Nación: sin fiesta. canta la fiesta!
Terrible es, libertad, hablar de ti para el que no te tiene. Una
fiera vencida por el domador no dobla la rodilla con más ira. Se Ayer fue, día 28 de octubre, cuando los Estados Unidos acepta-
conoce la hondura del infierno, y se mira desde ella, en su arrogan- ron solemnemente la Estatua de la Libertad que les ha regalado
cia de sol, al hombre vivo. Se muerde el aire, como muerde una el pueblo de Francia, en memoria del 4 de Julio de 1776, en que
hiena el hierro de su jaula. Se retuerce el espiritu en el cuerpo como declararon su independencia de Inglaterra, ganada con ayuda de
un envenenado. sangre francesa. Estaba áspero el día, el aire ceniciento, lodosas
Del fango de las calles quisiera hacerse el miserable que vive las calles. la llovizna terca; pero pocas veces ha sido tan vivo el
sin libertad la vestidura que le asienta. Los que te tienen, oh li- júbilo del hombre.
bertad, no te conocen. Los que no te tienen no deben hablar de ti, Sentiase un gozo apacible, como si suavizase un bálsamo las
sino conquistarte. almas: las frentes en que no es escasa la luz la enseñaban mejor,
Pero levántate ;oh insecto! que toda la ciudad está llena de águi- y aun de los espíritus opacos surgía, con un arranque de ola, ese
las. Anda aunque sea a rastras: mira, aunque se te salten los ojos delicioso instinto del decoro humano que da esplendor a los rostros
de vergüenza. Escúrrete, como un lacayo abofeteado, entre ese ejér- más oscuros.
cito resplandeciente de señores. iAnda, aunque sientas que a pedazos La emoción era gigante. El movimiento tenía algo de cordille-
se va cayendo la carne de tu cuerpo! iAh! pero si supieran cuánto ra de montañas. En las calles no se veía punto vacío. Los dos
lloras, te levantarían del suelo, como a un herido de muerte: iy tú ríos parecian tierra firme. Los vapores, vestidos de perla por la
también sabrias alzar el brazo hacia la eternidad! bruma, maniobraban rueda a rueda repletos de gente. Gemia bajo
Levántate, oh insecto, que la ciudad es una oda. Las almas dan su carga de transeíntes el puente de Brooklyn; Nueva York y sus
sonidos, como los más acordes instrumentos. Y está oscuro, y no suburbios, como quien está invitado a una boda, se habían levanta-
hay sol en el cielo, porque toda la luz está en las almas. Florece do temprano . Y en el gentío que a paso alegre llenaba las calles
en las entrañas de los hombres. no había cosa más bella, ni. los trabajadores olvidados de sus penas,
ilibertad, es tu hora de llegada! El mundo entero te ha traído ni las mujeres, ni los niños, que los viejos venidos del campo, con
hasta estas playas, tirando de tu carro de victoria. Aquí estás como su corbatín y su gabán flotante, a saludar en la estatua ue lo con-
el sueño del poeta, grande como el espacio de la tierra al cielo. memora el heroico espíritu de aquel marqués de Lafayet s e, a quien
92 José Marti OBRAS ESCOGIDAS. T II 93

de mozos salieron a recibir con palmas y con ramos, porque amó no se quiera llevar para su América los muebles de Versalles!” dice
a Washington y lo ayudó a hacer su pueblo libre. el ministro francés, cuando ya Lafayette cruza el océano con los auxi-
lios de Francia a la república naciente, con el ejército de Rochambeau
y la armada de De Grasse.
Un grano de poesía sazona un siglo. iQuién no recuerda aquella Washington mismo desesperaba en aquellos instantes de la vic-
amistad hermosa? Grave era Washington y de más edad: a Lafayette toria. Nobles franceses y labriegos americanos cierran contra el
no le asomaba el bozo; pero en los dos había, bajo diversa envoltura, inglés Cornwallis y lo rinden en Yorktown.
aquella ciega determinación y facultad de ascenso en que se con- Así aseguraron los Estados Unidos con el auxilio de Francia
funden los grandes caracteres. Mujer y monarca dejó aquel noble ]a independencia que aprendieron a desear en las ideas francesas.
niño por ayudar a las tropas infelices que del lado de América echa- Y es tal el prestigio de un hecho heroico, que aquel marqués esbelto
ban sobre el mar al rey inglés, y ponían en sublimes palabras les ha bastado para retener unidos durante un siglo a dos pueblos di-
mandamientos de la Enciclopedia, por donde la especie humana anun- versos en el calor de] espíritu, la idea de la vida y el concepto mis-
ció su virilidad, con no menor estruendo que el que acompañó la mo de la libertad, egoista e interesada en los Estados Unidos, y en
revelación de su infancia en el Sinaí. Francia generosa y expansiva. iBendito sea el pueblo que irradia!
Iba la auror,a con aquel héroe de cabellos rubios; y el hombre
en marcha gustaba más a su alma fuerte que la pompa inicua con
que en los hombros de vasallos hambrientos como santo en andas Sigamos, sigamos por las calles a la muchedumbre que de todas
sobre cargadores descalzos, paseaba con luces de ópalo la majes- partes acude y las llena: hoy es el día en que se descubre el monu-
tad. Su rey le persigue, le persigue Inglaterra; pero su mujer le mento que consagra la amistad de Washington y de Lafayette. Todas
ayuda. las lenguas asisten a la ceremonia.
]Dios tenga piedad del corazón heroico que no halla en el hogar La alegría viene de la gente llana. En los espíritus hay mucha
acogida para sus nobles empresas! Deja su casa, y su riqueza re- bandera: en las casas poca. Las tribunas de pino embanderadas es-
gia: arma su barco: desde su barco escribe: “fntimamente unida peran, en el camino de la procesión, al Presidente de la República,
a la felicidad de la familia humana está la suerte de América, des- a los delegados de Francia, al cuerpo diplomático, a los goberna-
tinada a ser el asilo seguro de la virtud, la tolerancia y la liber- dores de Estado, a los generales del ejército.
tad tranquila.” ]Qué tamaño el de esa alma, que depone todos los Aceras, portadas, balcones, aleros, todo se va cuajando de g,o-
privilegios de la fortuna, para seguir en sus marc’has por la nieve zoso gentio. Muchos van por los muelles, a esperar la procesron
a un puñado de rebeldes mal vestidos! Salta a tierra: vuela al con- naval, los buques de guerra, la flota de vapores, los remolcadores
greso continental: “Quiero servir a América como voluntario y sin vocingleros que lleiarán los invitados a la Isla de Bedloe, donde,
paga.” En la tierra suceden cosas que esparcen por ella una cla- cubierto aún el rostro con el pabellón francés, espera sobre SU pe-
ridad de cielo. destal ciclópeo la escultura. Pero los más afluyen al camino de la
La humanidad parecía haber madurado en aquel cuerpo joven. gran parada.
Se muestra general de generales. Con una mano se sujeta la herida Acá- llega una banda. Allá viene un destacamento de bomberos,
para mandar a vencer con la otra a los soldados que se preparaban con su bomba antigua, montada sobre zancos: visten de calzón ne-
a la fuga. De un centelleo de la espada recoge la columna dividida gro y blusa roja. Abre paso el gentío a un grupo de franceses, que
por un jefe traidor. van locos de gozo. Por allí llega otro grupo: uniforme muy lindo,
Si sus soldados van a pie, él va a pie. Si la república no tiene todo realzado de cordones de oro, gran pantalón de franja, chacó con
dinero, él que le da su vida, le adelanta su fortuna: ]he aquí un mucha pluma, mostacho fiero, cuerpo menudo, parla bullente, ojo
hombre que brilla, como si fuera todo de oro! Cuando su fama le negrísimo: es una compañía de voluntarios italianos. Por una es-
ha devuelto el cariño de su rey, ve que puede aprovechar el odio quina se divisa e] ferrocarril elevado: arriba, el tren repleto: abajo,
de Francia a Inglaterra para echar de América a los ingleses aba- reparte sus patrullas la policía, bien cerrada en sus levitas azules
tidos. de botón dorado. A nadie quita la lluvia la sonrisa.
El congreso continental le ciñe una espada de honor, y escribe Ya la multitud se repliega sobre las aceras, porque viene a ca-
al rey de Francia: “Recomendamos este noble joven a vuestra ma- ballo, empilándola con las ancas, la policía montada. Una mujer
jestad por su prudencia en el consejo, su valor en el campo de ba- cruza la calle, llena la capa de hule de medallas de la estatua: de
talla, y su paciencia en las privaciones de la guerra.” un lado esta e] monumento; de otro, el amable rostro del escultor
Le pide alas al mar. Francia, el primero de los pueblos, se Bartholdi. Allí va un hombre de mirada ansiosa, tomando apuntes
cuelga de rosas para recibir a su héroe. “]Es maravilla que Lafayette a ]a par que anda. <Y Francia?
94 Josi Martí OBRAS ESCOGIDAS. T. II 95

iAh! de Francia, poca gente habla. No hablan de Lafayette, ni gente limpia: cigarreros pálidos, cargadores gibosos, italianas con
saben de él. No se fijan en que se celebra un don magnífico del sus pañuelos de colores: no corren como en las fiestas vulgares,
pueblo francés moderno al pueblo americano. con brutalidad y desorden, sino en masas amigas y sin ira: bajan del
De Lafayette, hay una estatua en la plaza de la Unión; pero este, bajan del oeste, bajan de los callejones apiñados en 10 pobre
también la hizo Bartholdí, también la regaló Francia. Los literatos de la ciudad: los novios parecen casados: el marido da el brazo a
los viejos de corbatín recuerdan sólo al marqués admirable. En su mujer: la madre arrastra a sus pequeñuelos: se preguntan, se
7a caldera enorme hierve una vida nueva. Este pueblo en que cada animan, se agolpan por donde creen que la verán más cerca.
uno vive con fatiga para sí, ama poco en realidad a aquel otro Ruedan en tanto entre los hurras de la multitud las curefias
pueblo que ha abonado con su sangre toda semilla humana. empavesadas OF las calles suntuosas: parecen con sus lenguas de
“Francia-dice un ingrato-nos ayudó porque su rey era enemi- banderas, hab Par y saludar los edificios, enfrénanse, piafan y dejan
o de Inglaterra.” “Francia-rumia otro en un rincón-nos regala en la playa a sus jinetes los ferrocarriles elevados, que giran. sumi-
Ba estatua de la libertad para que le dejemos acabar en paz el Canal sos, como aérea y humeante caba.llería: los vapores, cual cargados
de Panamá.” de un alma impaciente, ensa an el ala que los ata a la orilla; y
“Laboulaye-dice otro-es el que nos regaló la estatua. El que- allá, a lo lejos, envuelta en yhumo, como sí la saludasen a la vez
ría poner freno inglés a la libertad francesa. Así como Jef.fFrson todos los incensarios de la tierra, se alza la estatua enorme, coro-
aprendió en los enciclopedistas los principios de la declaraclon de nada de nubes como una montaña.
independencia, así Laboulaye y Henry Martin quisieron llevar a En la plaza de Madison es la fiesta mayor, porque allí, frente
Francia los métodos de gobierno que los Estados Unidos heredaron al impío monumento que recuerda la victoria ingloriosa de los nor-
de la Magna Carta.” teamericanos sobre México, se levanta, cubierta de pabellones de
“Sí. sí: fue Laboulave quien inspiró a Bartholdi: en su casa na- los Estados Unidos y de Francia, la tribuna donde ha de ver la
ció la idea: Ve, le dijo,-y piopón a ios Estados Unidos construir con parada el Presidente. Todavía no ha llegado; pero la plaza es toda
nosotros un monumento soberbio en conmemoración de su indepen-
dencia: sí, la estatua quiso significar la admiración de los franceses una cabeza. Surgen de entre la masa negra los cascos pardos de los
prudentes a las prácticas pacíficas de la libertad americana.” policías. Cuelgan por las fachadas festones tricolores.
Así nació la idea, como crece en 10 alto del monte el :hilo de Parece un r,amo de rosas en aquel campo oscuro la tribuna. De
agua que, hinchado en su carrera, entra al fin a ser parte del mar. vez en cuando recorre un murmullo los grupos cercanos, como si
En la tribuna están los delegados de Francia, el escultor, el orador, de pronto se hubiera enriquecido el alma pública. iEs Lesseps que
el periodista, el general, el almirante, el que une los mares y abre la sube a la tribuna: es Spuller, el amigo de Gambetta, de ojos de
tierra: aires franceses mariposean por la ciudad: el pabellón fran- acero y de cabeza fuerte: es Jaurés, valeroso, que sacó con gloria
cés golpea en los balcwes y fleota en el tope de los edificios; pero del combate de Mamers los doce mil soldados, mordidos de cerca por
lo que aviva todos los 40s y tiene alegres las almas, no es el pon los alemanes: es Pelíssier, que querido en Nogent-sur-Marne empuja
de una tierra generosa, que acaso no se recibe aquí con el entuslas- con la mano pálida la rueda sus cañones: es el teniente Ney, que
mo que conviene, sino el desborde del placer humano, al ver erguido cuando sus franceses aterrados huían de una trinchera toda en
con estupenda firmeza en un símbolo de hermosura arrebatadora fuego, abrió los brazos y afirmó el pie en tierra, y a empellones, bello
aquel instinto de la propia majestad que está en la médula de nues- el rostro con un resplandor de bronce encendido, echó a los cobardes
tros huesos, y es la raíz y gloria de la vida. sobre la boca terrible, y entró por ella: es Laussédat, el coronel ca-
Vedlos: itodos revelan una alegría de resucitados! ¿No es este noso que amasó murallas con manos de joven contra las armas pru-
pueblo, a pesar de su rudeza, la casa hospitalaria de los oprimidos? sianas: es Bureaux de Pussy, que no dejó caer entre los enemigos
De adentro vienen, fuera de la, voluntad, las voces que impelen y la espada de su bisabuelo Lafayette: es Deschamps, el alcalde de
aconsejan. Reflejos ‘de bandera hay en los rostros: un dulce amor París, que fue tres ,veces hecho prisionero por los alemanes, y se es-
conmueve las entrañas: un superior sentido de soberanía saca la capó tres veces: es el joven marino Villegente, figura viva de un
paz, y aun la belleza, a las facciones; y todos estos infelices, írlande- cuadro de NeuYille: es Caubert, abogado de espada, que quiso hacer
ses, polacos, italianos, bohemios, alemanes, redimidos de la opresión con los abogados y los jueces una legión para sujetar el paso a
o la miseria, celebran el monumento de la libertad porque en él les Prusia: es Bigot, es Meunier, es Desmons, es Hielard, es Gíroud,
parece ue se levantan y recobran a sí propios. que han servido a la patria bravamente con la bolsa o la pluma: es
iVedPos correr, gozosos como náufragos que creen ver una vela Bartholdi, el creador de la estatua, el que en los ijares de la forta-
salvadora, hacia los muelles desde donde la estatua se divisa! Son leza de-Belford clavó su león sublime, el que forjó para Gambetta en
los más infelices, los que tienen miedo a las calles populosas y a la Plata aqirella Alsacia desgarradora que maldice, el que lleva en stis
/OSP Marti OBRAS ESCOGIDAS 1‘. II 97
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ojos, melancólicos como los de los hombres verdaderamente gran- teatro estaba en pie, envolvía a ,Spuller una bandera invisible:
des, todo el dolor del abanderado que en el regazo de su Alsacia rl aire retemblaba, come un acero sacudido: iA Aisacia! iA Alsacia!
muere, y toda la fe del niño en que a su lado la patria resucita. Spul!t>r trae ahora baja !a cabeza, como todos aquellos que se
No se vive sin sacar luz en familiaridad con lo enorme. El há- recogen para acometer.
bito de domar da al rostro de los escultores un aire de triunfo y Desde aq::ella tribuna, juntos vierr;n los delegados franceses,
rebeldía. Engrandece la simple capacidad de admirar lo grande, con los prohombres de la república en torno al presidente Cleveland,
cuanto más el moldearlo, el acariciarlo, el ponerle alas, el sacar del la parada de fiesta con que celebró Nueva York la inauguración
espíritu en idea lo que a brazos, a miradas profundas, a golpes de de Ja estatua: ríes de bayonetas: millas de camisas rojas: milicia-
cariño ha de ir encorvando y encendiendo el mármol y el bronce. nO5 grises, azules y verdes: una mancha de gorros blancos en la es-
Este creador de montes nació con alma libre en la ciudad alsa- cL;ádra; en un carró llevan al Monitor en miniatura, y va a la rueda
-ciana de Colmar que le robó luego el alemán enemigo; y la hermosu- un niño vestido de marino.
ra y grandeza de la libertad tomaron a sus ojos, hechos a contem- Pasa la artil!ería, con sus soldados de uniforme azul; la policia,
plar los colosos de Egipto, esas gigantes proporciones y majestad con su marcha pesada; la caballeria, con sus solapas amarillas: a
eminente a que la patria sube en el espíritu de los que viven sin un lado y otro la; dos aceras negras. El hurra que empezaba al
ella: de la esperanza de la patria entera hizo Bartholdi su estatua pie del Parque Central, coreado de boca en boca, iba a morir en el
soberana. estruendo de la batería. Pasan los estudiantes de Columbia, con
Jamás sin dolor profundo produjo el hombre obras verdaderamente sus gorros cuadrados; pasan en coches los veteranos, los inválidos
bellas. Por eso va la estatua adelantando, como para pisar la tierra y los jueces; pasan los negros; y redoblan las músicas, y por toda
prometida; por eso tiene inclinada la cabeza, y un tinte de viudez la vía los va siguiendo un himno.
en el semblante; por eso, como quien manda y guía, tiende su brazo Aplaude la tribuna el paso firme de la milicia elegante del
fieramente al cielo. 70 regimiento: va muy bella en sus capas de campaña la milicia
iA Alsacia, a Alsacia! dice toda ella; y a pedir la Alsacia para de1 regimiento 22: dos niñas alemanas, que vienen con una compa-
Francia ha venido esa virgen dolorosa, más que a alumbrar la li- ñía, le dan al Presidente dos cestos de flores; apenas puede hablar
bertad del mundo. una criatura vestida de azui que alcanza a Lesseps un estandarte de
Disfraz abominable y losa fúnebre son las sonrisas y los pensa- seda para Bartholdi: vuela la Mursellesa, con su clarín de oro, por
mientos cuando se vive sin patria, o se ve en garras enemigas un toda Ia procesión; el Presidente, con la cabeza descubierta, saluda a
los pabeliones desgarrados: humillan sus colores las compañias
pedazo de ella: un vapor de embriaguez perturba el juicio, sujeta
la palabra, apaga el verso, y todo lo que produce entonces la mente cuando cruzan delante de la tribuna, y los oficiales de la milicia
nacional es deforme y vacío, a no ser lo que expresa el anhelo de írancesa besan al llegar a ella el puño de su espada. Pasan las
las almas. iQuién siente mejor la ausencia de un bien que el que mangas sin brazo, entre frenéticos saludos de las aceras, tribunas y
lo ha poseído y lo pierde? De la vehemencia de los dolores viene ba!cones: pasan los banderines atravesados por las balas: pasan las
piernas de madera.
la grandeza de su iepresentación.
Ved a Bartholdi, que toma su puesto en la tribuna saludado amo- A rastras viene un viejo en su capote de color de tórtola, y la
rosamente por sus compañeros: ciudad entera le quiere dar la mano: hala su cuerpo roto brava-
una vaga tristeza le baña el sem-
blante: un dolor casto le luce en los ojos: anda como en un sueño: mente, como haló en su mocedad en el tiempo de los voluntarios
las bombas de incendio: se rompió los brazos por recibir en ellos
mira hacia lo que no se ve: hacen pensar en los cipreses y en las
banderas rotas los cabellos inquietos que caen sobre su frente. a un niño er?cendido: por salvar a un anciano se dejó caer una
pared sobre las piernas: los bomberos le siguen, en sus trajes de
Ved a los diputados: todos ellos han sido escogidos entre los antes, tirando de las cuerdas qu e arrastran las bombas: y cuando,
que pelearon con mayor bravura en la guerra en que perdió Fran- cuidada como una niña, toda llena de plata y de flores, viene a la
cia a la Alsacia. zaga de los mozos de camisa roja la bomba más antigua tamba-
Ved a Spuller, el amigo de Gambetta, en la fiesta que dio en leaïldo en sus ligeras ruedas, desbócase sobre el gentío, a apagar
honra de sus compatriotas el Círculo francés de la Armonía. ¿Ha- un incendio cercano, una de las bombas modernas formidables. Deja
bían hablado de vagos cumplimientos, de histórica fraternidad, de ej aire caliente v ‘herido. Negro es el humo y los caballos negros.
abstracciones generosas? Derriba carros y atropella gentes. Bocanadas de chispas dan un
Vino sobre las luces Spuller, como viniera un león: comenzó color rojizo a la humareda.
como una plegaria su discurso: hablaba lenta y dolorosamente, como Sigue desalado- el carro de las escalas, corno en una nube: rue-
quien lleva una vergüenza encima: en un augusto y lloroso silencio da tras 41 la enorme torre de agua, con fragor de artillería.
se iba tendiendo su inflamada palabra: cuando la recogió, todo el
98 /osf Morfí
OBRAS ESCOGIDAS T II
-, 99

Se oye una campana qut parece uila orden: el gentío se aparta rúnica, a murmurar en sus oídos, a posarse en sus hombros, a mo-
con respeto, y pasa en una arribulancia un hombre herido. A lo !e- rir, como las mariposas en su luz. Parecía viva: el humo de los va-
jos se oían los regimientos. Con su clarín de oro volaba sobre la pores la envolvía: una vaga claridad la coronaba: ;era en verdad
ciudad la Marsel!esa. como un altar, con los vapores arrodillados a sus pies! iNí el Apolo
de Rodas. con la urna de fuego sobre su cabeza y la saeta de la luz
en la mano fue más alto! Ni el Júpiter de Fidias, todo de oro y mar-
EIltOilccS 10s cspiritus, llegada la hora de descorrer el pabellón fil, hijo del tiempo en que aún eran mujeres los hombres. Ni la
que velaba el rostro de 13 estatua, bulleron de manera que pareció que estatua de Sumnat de los hindúes, incrustada, como su fantasía,
se cubría el cielo en un toldo de águilas. Era prisa de novio Ni las dos estatuas sedentes de Tebas, cautí-
de piedras preciosas.
la ue ernpujaba a la ciudad a los vapores. vas como el alma del desierto en sus pedestales tallados. Ni los
qL os vapores mismos. orlados de banderas, parecían guirnaldas, cuatro colosos que defienden, en la boca de la tierra, el templo de
y sonreían, cuchicheaban, se movían alegres y precipitados, como las Ipsambul. Más grande que el San Carlos Borromeo, de torpe bronce,
niñas que hacen de testigos en las bodas. en el cerro de Arona, junto al lago; más grande que la Virgen de
un respeto profundo engrandecía los pensamientos como si la Puy, concebida sin alas, sobre el monte que ampara al caserío; más
fiesta de la libertad evocasc ante los ojos todos los que han pere- grande que el Armínío de los Cheruskos; que se ‘alza por sobre la
cido por conquistarla. iQué. batalla dc sombras surgía sobre las puerta de Tautenberg citando con su espada las tribus germánicas
cabezas! iqué picas, qué rodelas, qué muertes esculturales, qué ago- para anonadar las legiones de Varus; más grande que la Germania
nías soberanas! La sombra de un solo combatiente llenaba una de Niederwarld, infecunda hermosura acorazada que no abre los
plaza. Se erguían, abrían los brazos, miraban a los hombres como brazos; más grande que la Baviera de Schwautaler que se corona so-
si los creasen, y emprendían el vuelo. berbiamente en el llano de Munich, con un león a las plantas,-por
La claridad que hendía de súbito la atmósfera oscura PO eran sobre las iglesias de todos los credos y por sobre las obras todas
rayos del sol, sino los cortes de los escudos en la niebla, por donde de los hombres se levanta de las entrañas de una estrella la “Libertad
descendía la luz de la batalla. Lidiaban, sucumbían, morían cantan-
iluminando al mundo”, sin león y sin espada. Está hecha de todo el
do: tal, por sobre el de los campanarios y los cañones-es el himno arte del universo, como está hecha la libertad de todos los pade-
de triunfo que conviene a esta estatua hecha, más que de bronce, de cimientos de los hombres.
todo lo que en el alma humana es oda y sol.
De Moisés tiene las tablas de la ley: de la Minerva el brazo le-
vantado: del Apolo ]a llama de la antorcha: de la Esfinge el míste-
Un cañonazo, un vuelo de Campanas, una columna de humo fue- rio de la faz: del cristianismo la diadema aérea.
ron la bahía y ciudad de Nueva York desde que cerró la parada Como los montes, de las profundidades de la tierra ha surgido
hasta que, al caer el crepúsculo, acabaron las fiestas en la isla don- esta estatua, “inmensidad de idea en una inmensidad de forma”,
de se eleva el monumento. de la valiente aspiración del alma humana,
iA encías desdentadas se asemejaban las hileras de muelles, El alma humana es paz, luz y pureza; sencilla en los vestidos,
huérfanas de sus vapores! El caiioneo incesante aumentaba la llu- buscando el cielo por su natural morada, Los cintos le queman;
via. Por la parda neblina pasaron camino de la isla doscientos bu- desdeña !as coronas que esconden la frente: ama la desnudez, sím-
ques, como una procesión de elefantes. Como palomas encintadas bolo de la naturaleza; para en la luz de donde fue nacida.
iban apiñándose los vapores curiosos en torno a la figura, que se des- J-a túnica y el peplunt le convienen, para abrigarse del desamor
tacaba entre ellos v,agamente. Había un rumor de nido, Como alas y el deseo impùro: le sienta la tristeza, que desaparecerá sólo de sus
desprendidas salían de los vapores llamaradas de música. eQuién ojos cuando todos los ‘hombres se amen: va bien en pies desnudos,
que no ‘haya sufrido por la libertad podrá entender la frenética ale- como Quien sólo en el corazón siente la vida: hecha del fuego de sus
gría que enloqueció las almas, cuando por fin se reveló a los ojos Pensa&entos, brota la diadema naturalmente de sus sienes, y tal
aquella a quien todos hablan como a una amante adorada? como remata en cumbre el monte, toda la estatua, en lo alto de la
antorcha, se condensa en luz.
iAllí está por fin, sobre su pedestal más alto que las torres,
grandiosa como la tempestad y amable como el cielo! Vuelven en Pequeña como una amapola lucía a los pies de la estatua la
su presencia los ojos secos a saber lo que son lágrimas. Parecía ancha tribuna, construida para celebrar la fiesta con pinos frescos
que !as almas se abrían, y volaban a cobijarse en los pliegues de su Y pabellones vírgenes. LoS invitados más favorecidos ocupaban la
explanada frer,te a la tribuna. La isla entera parecía un solo ser las apoya con !oda la cabeza, como si las quisierh clavar: habla un
humano. francé‘;-marcial. que suena a bronce: su gesto fa\:orito es levantar
;No se concibe cómo \,oce6 este pueblo, cuando su Presidente, na- rA?idamente el brazo: sabe que por la iierra se ha de paszr vencien-
cido como él de la nlesa del !rabajo, puso el pie en 12 lancha de 1 ia iez, iejos de cstinguirre!e, !e crece con el discurso, sus irases
honor para ir a recibir la imagen en que cada hombre se ve como acatas ondean v acaban en punta como los gallardetes: el gobierno
redimido y encumbrado! arncricano lo c&lvidó a la fiesta, como el primero de los franceses.
Sólo los estremecimientos de la tierra dan idea de explosión “,\\e !re dado prisa a s.enir, dice poniendo la mano sobre e! pa-
semejante. bellón de Francia que viste el antepecho de la tribuna: la erección
El clamor de los hornbres moría ahogado por el estampido de los de la estatua de la Libertad honra a los que la concibierfin, y a IOS
cañones: de las calderas de las fsbricas y los buques se exha!aba (111~la han comprendido aceptándola.” Francia es para él ia madre
a la vez el liapor preso con un jubilo loco, conmovedor y salvaje: & los pueblos, y con egregia habilidad, deja caer en SI: discurso
ya parecía el alma india, que pasaba a caballo por el cielo, con su ci;te juicio de Hepworth Dison Lin contradecirlo: “C.In historiador in-
clamor de guerra: ya que, sacudiendo al encorvarse las campanas ~16s: Kepworth Di>.on, despubs de decir en su obra sobre la Nueva
todas, se arrodillaban las iglesias: ya eran débiles o estridentes, imi- .Imkrica que vuestra Consti!u<ión no es producto dei suelo, ni pro-
tados por las chimeneas de los vapores, los cantos del gallo con que cede del espíritu inglés, ha anadido: se puede, por lo con?rario. con-
se simboliza el triunío. siticrarla como una p!anta caótica nacida en la atmósfera de Fran-
Se hizo pueril lo enorme: traveseaba el vapor en las calderas: cia.”
jugueteaban por la neblina los remolcadores: azuzaba la concurren- No se detiene en símbolos, sino en objetos. Las cosas a sus ojos
cia de los vapores a sus músicas: los fogoneros vestidos de oro son por aquello para que sirven. Por la Estatua de la Libertad va
por el resplandor del fuego, henchían de carbón las máquinas: por él a su canal de Panamá. “Gustáis de los hombres que osan y que
entre la nube de humo se veía a los marineros de la armada, de perseveran: yo digo como vosotros: go ahead: inosotros nos enten-
pie sobre las vergas. demos cuando yo uso este lenguaje!”
En vano pedía silencio desde la tribuna, moviendo su soínbrero iAh, piadoso viejo: antes de que se siente, premiado por los
negro de tres picos, el mayor general de los ejércitos americanos: aplausos de sus enemigos mismos, rendidos y maravillados. dé-
ni la piegaria misma del sacerdote Storrs, perdida en la confusión, mosle gracias, allá, en la América que no ha tenido todavía su fies-
acalló el vocerio: pero Lesseps, Lesseps, con su cabeza de ochenta ta, porque recordó nuestros pueblos y pronunció nuestro nombre ol-
años desnuda, bajo la !luvia, supo domarlo. Jamás se olvidará aquel vidado en el día histórico en que América consagró a !a libertad:
espectáculo magnifico. Más que de un paso, de un salto se puso en ;pues quién sabe morir por eila ,mejor que nosotros? ¿y amarla más?
pie el gran viejo. “iHasta luego, cn Panamá! donde el pabellón de ias treinta y
Es pequeño: cabe en el hueco de la mano de la estatua de la Ii-
ocho estrellas de ia América del Norte irá a fiota; al lado de !as
bertad; pero rompió a hablar con voz tan segura y fresca que la
concurrencia ilustre, arrebatada y seducida, saludó con un vitor que banderas de los Estados independientes de la América del Sur, y for-
mará en el nuevo mundo, para el bien de la humanidad, la alianza
no parecia acabar a aquel monumento humano. <Qué era el estruen- pacífica y fecunda de la raza francolatina y de la raza anglosajona.”
do, el vocear de !as máquinas, el cañonear de los barcos, el monu-
mento arriba, a aquel hombre hecho a tajar la tierra y a enlazar los iBuen =iiejo, que encanta a las serpientes! ;Alma clara, que nos
mares? ve lo grande del corazón bajo los vestidos manchados de sangre! A
~NO hizo reír, reír delante de la estatua, con su primera frase? ti, que habiaste de la libertad como si fuera tu hija, la otra América
“El vapor, señores, nos ha hecho progresar de una manera pasmosa; te ama!
pero en este rnomento nos hace mucho daño.” Y antes de que se levantara el senador Evarts a ofrecer ia. esta-
/Viejo maravilloso! Lo s americanos no lo quieren, porque hace tua al Presidente de los Estados Unidos en nombre de la Comisión .
a pesar de ellos lo que ellos no tuvieron el valor de hacer; pero con americana, la concurrencia, conmovida por Lesseps, quiso saludar a
su primera frase sedujo a los americanos. Luego ley6 su discurso, Bartholdi, que con feliz modestia se levantó a dar las gracias al
escrito por su misma mano en páginas sueltas, blancas y grandes. público desde su asiento en la tribuna. Nunca habla el senador
Decia cosas de familia, o daba forma familiar a las cosas más Evarts sin noble lenguaje y superior sentido, y es SU elocuencia dies-
graves: se ve en su modo de frasear cómo le ha sido flícil alterar tra y genuina, que va a las almas porque nace de ellas.
la tierra: cada idea, breve cono una nuez, lleva adentro un monte. Pero la voz se le apagaba, cuando leía en páginas estrechas el
No se estcí quieto cuando habla: se vuelve hacia todos los lados, discurso en que pinta, con frase llena de cintas y pompones, la ge-
como para dar a todo el mundo el rostro: algunas frases las dice, y nerosidad de Francia.
102 Josr Marli

J. después de Lesseps, parecía una caña abatida: ya en la cabe. Ciiauncey LJepew, *‘e! orador de plata”, comenzi, eilieguida la
za no tiene más que frente: apenas puede abrirse paso la inspira. oración de la fiesta. Bella hubo de ser, para sujetar si!2 iatiga. ya al
ción por su rostro enjuto y apergaminado: viste gabán, y !leva el ,-ser’ ]a tarde, ia atencijn del concurso.
cuello vuelto; le cubría la cabeza un gorro negro. ;Qui~?n es Chauncey Depew? Todo lo que puede sc!’ el talento.
Y cuando inopinadamente, en medio de su discurso, creyeron si:! 12 generosidad
llegada la hora de descorrer, como estaba previsto, el pabellón que Ferrocarriles son sus ocupaciones; .miilones sus cifras: emperado-
cubría el rostro de la estatua, la escuadra, la flotilla, la ciudad, r t zj s~i público; los Vanderbilt, sus Mecenas y amigos. El hombre
rompió en un grito unánime que parecía ir subiendo por el cielo como 1;: importa poco; le importa más el ferrocarril. Tiene ei ojo rapaz,
un escudo de bronce resonante: iPompa asombrosa y majestad subli- ia frente ancha y altiva, la nariz corva, el Iabio superior fino y estre-
me!; inunca ante altar alguno, se postró un pueblo con tanta reve- cho, la barba lampiña larga y en punta: y aquf se miran en él pol
IC, armonioso y brillante de su lenguaje, lo agresivo y agudo de, SU
rencia!; los hombres pasmados de su pequeñez, se miraban al pie de¡
pedestal, como si hubieran caído de su propia altura: el cañón a lo volur:tad, y lo listo y seguro de su juicio. Su estilo, fresco y versatll,
no chispea ahora como suele en sus oraciones celebradísimas de SO-
lejos retemblaba, cn el humo los mástiles se perdían: el grito, for- bremesa; ni expone con cerrada lógica, como en SUS casos .de
talecido, cubría el aire: la estatua, allá en las nubes, aparecía como abogado y director de caminos de hierro; ni tunde a sus adversarlos
una madre inmensa. 5 i 1; misericordia como es fama que hace en los malignos y temibles
ejercicios de las asambleas politicas: sino cuenta en encendidas fra-
ses la vida generosa de aquel que, no satisfecho de haber ayudado a
Digno de ‘hablar ante ella pareció a todos el presidente Clevé- Washington a fundar SC pueblo, volvió ibendito sea el marqués de
land. El también tiene estilo de médula, acento sincero, y voz sim- Lafayette! a pedir al Congreso norteamericano que diese libertad a
pática, clara y robusta. Sugiere más que explica. Dijo esas cosas “sus hermanos los negros”.
amplias y elevadas que están bien frente a los monumentos. Con Pintó Depew con encendidos párrafos, las pláticas amigas de
una mano tenía asido el borde de la tribuna, y la derecha la hun- Lafayette y Washington en el hogar modesto de Mount Vernon, y
dió en el pecho bajo la solapa de la levita. Mira con ese amable de- aquel adiós del marqués “purificado por las batallas y las privacio-
nes” al congreso de América, en que veía él “un templo inmenso de
safío que sienta a los vencedores honrados. la libertad, una lección para los opresores, y una esperanza para
~NO se ha de perdonar un poco de altivez a quien sabe que, los oprirnidos de la tierra”.
por ser puro, está lleno de enemigos? Su carne es gruesa y mucha; Ni el “noventa y tres” lo aterró, ni ei calabozo de Olmütz lo
pero la inteligencia la echa atrás. Aparece como es, bueno y enér- domó, ni la victoria de Napoleón lo convenció: iqué son, para quien
gico. Lesseps lo miraba cariñosamente, como si se estuviera hacien- siente de veras la libertad en el alma, más que acicates ías perse-
do de él un amigo. cuciones y bombas de jabón dos imperios injustos de ia tierra? Es-
También hl. como Lesseps, habló con la cabeza descubierta. Sus tos hombres de instinto guían el mundo. Raciocinan después que
palabras solicitan el aplauso, más que por la pompa de la frase obran.
y autoridad del ademán, por lo vibrante del acento y firme del sen- El pensamiento corrige sus errores; pero no posee la virtud de
tido. Si vaciasen la estatua en palabras, eso mismo diría: “Esta sus arrebatos. Sienten y empujan. iAsí, por la voluntad de la na-
muestra del afecto y consideración del pueblo de Francia demuestra turaleza en la historia dé los hoinbres está escrito!
el parentesco de las repúblicas, y nos asegura de que en nuestros es- Magistrado parecía Chauncey Depew cuando, sacudiendo sobre
fuerzos para recomendar a los hombres la excelencia de un gobierno su cabeza cubierta de un gorro de seda el brazo en que temblaba
fundado en la voluntad popular, tenemos del otro lado del continen- el dedo fndice, reunía en cuadro admirable ios beneficios de que
te americano una firme aliada.” “No estamos aquí hoy para doblar goza el hombre en esta tierra fundada por la libertad, y con el fuego
la cabeza ante la imagen de un dios belicoso y temible, lleno de ra- del corcel que lleva la espuela hundida en los ijares, trocaba en
bia y venganza, sino para contemplar con júbilo a nuestra deidad valor el disimulado miedo, se erguía en nombre áe las instituciones
propla, guardando y vigilando las puertas de América, más grande libres contra los fanáticos que se acogen de ellas para trabajar por
que todas las que celebraron los cantos antiguos: y en vez de asir volcarlas, y enseñado por el ímpetu creciente con que se viene en-
en su mano los rayos del terror y de la muerte, levanta al cielo la cima en los Estados ‘Unidos el problema social, humilló la soberbia
luz que ilumina el camino de la emancipación del hombre.” Nació de porque este caballero de la palabra de plata es afamado, y haló
10s corazones carifiosos el largo aplauso que premió a este hombre inspirados acentos para decir cual suyas las frases mismas que .OS-
honrado. tenta como su evangelio la revolución obrera.
;Tu sombra, pues. oh libertad, convence: y los que te odian o se
sirven de ti se postran al mando de tu brazo! EL CRISTO DE MIJNKACSY

¿‘n obispo en aquel instante 5urgi6 en la tribuna, alzó la mano


comida por los anos. y en el magnífico silencio, puestos en pie a
su lado el- genio y el poder, bendijo en nombre de Dios la redentora
estatua. 1:ntonó la concurrencia, guiada por el obispo, un himno
lento y suave, la Doxología mistica. Dc lo alto de la antorcha anun-
ció una señal que había terminado la ceremonia.
Ríos de gente, temerosa de la torva noche, se echaron precipita-
dos, sin respeto a la edad ni a la eminencia, sobre el angosto em-
barcadero. Pálidamente resonaron las músicas, como si desmayasen
la luz de la tarde.
El peso del contento, más que el de los seres humanos, hundía EL CRISTO DE MUNKACSY.-EXHIBICION EN NUEVA YORK DEL FAMOSO
los buques. El humo de los cañonazos envolvía la lancha de honor CUADRO CRISTO ANTE PILATOS.-L.4 GENTE HONGARA.-LA VIDA DE
que llevaba a la ciudad al Presidente. Las aves sorprendidas, en MICHAEL MUNKACSY.-DE POERECILLO MISKA A REY DE PINTORES-
AN.4LISIS DE SU ARTE.-CARACTER MODERNO, NACIONAL Y PROFUNDO
lo alto de la estatua, giraban como medrosas en torno al monte DE TODA SU OBRA.-INFLUJO DE SU ESPOSA.-LA FUERZA DE LA IDEA,
nuevo. Más firmes dentro del pecho sentían los hombres las almas. EN MILTON Y EN CRISTO.-ORIGINALIDAD Y ENCANTO DE SU CRISTO.-
Y cuando de la isla convertida ya en altar, arrancaban en la DESCRIPCION DEL CUADRO.-RAZONES DE SU POPULARiDAD.-
sombra nocturna los úitimos vapores, lina voz cristalina exhalb una EL. CRISTO VIVO, RACIONAL Y FIERO
m6lodía popular, que fue de buque a buque, y mientras en la dístan-
cia se destacaban en las coronas de los edificios guirnaldas de luces
que enrojecían la bóveda del cielo, un canto a la vez tierno y for- Nueva York, diciembre 2 de 1886
midable se tendió al pie de la estatua por el río, y con unción for-
tificada por la noche, el pueblo entero, apiñado en las popas de los Señor Director de Lo Nación:
barcos, cantaba con el rostro vuelto a la isla: “iAdiós mi único
amor!” Iremos hoy adonde va Nueva York, a ver el Cristo del pintor
húngaro Munkacsy. iEfjem, eljem!--que quiere decir iviva!--gritan
pintores, poetas, periodistas, clérigos, políticos, dondequiera apare-
ia Nación, Buenos Aires, 1 ro. de enero de 1887
O.C.. i. II, p. ?7-115. ce Munkacsy, que está ahora de visita en Nueva York, como para
ayudar ia fama y ganancia de su cuadro. Ayer le dieron un ban-
quete los magnates de la ciudad, y en la pared decía en letras
de flores, por sobre su cabeza de cabello hirsuto, Idem-Hozott:
“Dios te trajo a nosotros”. Recuerda la suntuosidad de su viaje
aquella manera de vivir de Rubens, que todo lo quería de tisú y de
oro, y aun en la misma carne femenina gustaba de ver los resplan-
dores y pompa de las joyas. En Washington lo celebran con feste-
jos grandes, manteles de brocado, candelabros de oro, salas colga-
das de damasco rojo, riquezas de reyes. Pero más honores que él,
recibe en el humilde tabernáculo en que se enseña, su sublime Cris-
to, de cuya túnica de lienzo blanco, por maravilla secreta del pincel,
emerge una luz magna que domina y compendia todas las del con-
torno, concentra en el reposo el vario movimiento del conjunto, e in-
viste de seductora majestad un cuerpo escueto por donde cae el
lienzo en pliegues desairados.
iAh!, es preciso batallar para entender bien a los que han ba-
tallado: es preciso. para entender bien a Jesús, haber venido al
mund0 en pesebre oscuro, con el espíritu limpio y piadoso, y palpa-
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 107

dn C?Ii 13 vitia !a escasez d e! amor, el fiorrcrmiento de la codici2, y iCon qué había de pintar Munkacsy sino con las tristezas de su
!2 victoria del odio: es preciso haber aserracio la inadera y amasado alma, con sus recuerdos tétricos, con aquellas tintas propias de
el pac entre el silencio y !a ofensa de los hombres. Este ,Vlichael quien no ha conocido la alegría? Se ve en el mundo lo que se tiene
xun~a¿sy, <asado ahora con una viuda rica que da a su casa de en si; el hombre se sobrepone P la naturaleza, y altera con la dis-
Paris el enìanto de un palacio. era en los primeros años de su wda posición de la voluntad su armonía y su luz.
un ?obrwillc Mish de la a!dea de Munkacsy. Nació en una forta- Así fue el pobre Miska ejercitando su impaciente mano; y como
leza en Ios tiempos en que ios rusos devastaban a Hungría, y todo era de aquellos que en sí tienen su ley y su color, con lo que le
el bello país de selva y viñedos parecía una copa de colores quebrada rebosaba de artista, buscó lo pintoresco en el asunto, mas del alma
por el casco de un caballo. no bien asoleada sacó la tinta lóbrega, fortalecida por su misma su-
No saiia el sol para las almas. La gente moría de hambre. De perioridad, de la que sólo el amor y la gloria que traen luces, habían
hambre murió la rnadre de Munkacsy. Su padre murió preso. Los de apartarle luego. iPero brillaba en aquel betún oscuro el ojo del
ladrones que nacen de la guerra, dieron muerte a lo que quedaba gitano!
de la casa y sólo a él lo dejaron vivo, junto al cadáver de su tía. El Y ese hombre audaz, directo, hijo de sí, (había de entretenerse
nifin no sabia reír. Un tfo pobre lo puso de aprendiz de carpintero. en vestir momias, en mimar trajes, en agrupar academias? No. La
Trabajaba doce horas, por un peso a la semana. Unos nlfios de vida está llena de encanto y de aspectos pictóricos: cuando sintió
escuela, apenados de ver aquella cara ávida y triste, le enseñaron a maduras sus fuerzas, aplaudidas ya en exposiciones y concursos,
ieer v escribir las letras que acariciaba con !os ojos. lo que le ocurrió pintar, con gran escándalo del plácido Knaus, fue
S:n saber por que, empezo a pintar en las arcas de la carpinte- una nota viva, un cuadro famoso: El último día de un condenado.
ría ias ecc;‘nas heroicas de húngaros y servios, los morriones pelu- Ora el reo de bruces sobre una mesa en cuyo mantel blanco se le-
dos. las botas ajustadas, los sables corvos. Al. fin su tio mejoró vanta entre dos cirios el crucifijo: de pie contra la pared sombría
de fortuna y Ie envió a recobrar fuerzas a un lugarejo que pareció gime la pobre esposa; la niña queda entre ellos: el soldado contiene
a Miska bóv,?da celeste, porque alli vio a un pintor de retratos ma- a la puerta del calabozo a la muchedumbre que se asoma. Puso el
nejar los colores y se la pusieron en pie, en la voluntad, todos !os pintor en aquella obra su piedad de pobre, su color de alma sola,
héroes de sus arcas, y con tanto fuego rogó al retratista, que logró su osadía de hombre nuevo.
ir con él para aprender a pintar, lo cual hizo tan bien que a los po- Le dio el premio París; y su arte y su existencia misma han cre-
cos meses vivia de dar lecciones de dibujo y retrató la familia de cido con la hermosura y rapidez de las leyendas. Cada cuadro de
un sastre tan a gusto del don ‘Tijeras que fe pago los Rtr2tcJS en Munkacsy es un asalto. Fuera tiene la fama, en su casa tiene el
un sobretodo. amor de esposa que da los bríos para ganarla. Ella mima sus crea-
Ya en aquel tiempo leia vorazmente, y los !ipos neroicos y las ciones, vuelve a sus manos la paleta que abandona la impotencia
~POCZIS tor:;abail puest o romo invasiones de luz, eri su alma, que o el despecho; se posa en su hombro, como un colibrí, para decirle
la muerte, la guerra y la orfandad habían vestido cual una cámara al oído, de modo que él no note que la voz viene de afuera, que
fíinebre de sombras. Pero la gente de esas tierras de Hungría, de aquel brazo está alto, que aquel ojo está tibio, que aquel pie un poco
ojo negro y tenaz, adora la naturaleza, Ia pasión desnuda, el hogar brutal denuncia a Miska. Ella disipa sus últimas tristezas. Ella
franco, el campo alegre y libre: en música son Liszt, en poesia Petofi, suaviza sus grupos atrevidos, ella trae al taller el verde y el azul.
Kossuth en oratoria; beben el vino fresco de los odres: aman de modo La sombra no, no puede desvanecerla por completo: que cuando
que queman: cuando tocan sus músicas selváticas tienen de crin la sombra bautiza un alma, la sal queda clavada sobre la frente,
de corcel rewelta por la tempestad, y de voz de flor, y de reclamo de como una rosa de diamantes: hay placer en la sombra. Y el blanco
paloma: de aíli sen los gitanos de coiores, con sus caravanas tampoco lo atrae, porque este lo saca de sí el pintor con épico
felices v pinicrcscas; sus amorfos que huelen a fruta primeriza, sus atrevimiento.
vagabundos de cabellos rizados que se enamoran de las reinas.
La vida a?lí florece y se desborda, se sale de cánones y reglas,
y conserva aires regios aun en el vicio y ia molicie: parecen prin- La fuerza de la idea fue cada día poniendo mayor asombro en
cipes todos aquellos vagabundos, que se disfrazan, por capricho, este espíritu que ha tomado de sí principalmente, con poca ayuda de
de mendigos. La idea ajena molestaba a Munkacsy como un freno: libros, los seres palpitantes de sus lienzos: y por esta admiración
el amor de su raza a la natura!eza le nacía: prefería la vida al !ibro: del poder mental vino a caer en el amor de Milton, demacrado
crear le *urgía; tenía aquel apetito de verdad, desconocido de los ciego, como el tipo mejor de la hermosura y pujanza de la idea, y
eruditos, que rroducc a los grandes hombres: los hombres son como ruego subió al amor del Cristo, ante cuya luz triunfante agrupa,
los astros , q:!t unos dan luz de sí y otros brillan con la que reciben. Para que resalten más su mezquindad y abatimiento, los poderes
108 Jo>t, .ilarfi OBRAS ESC0GID.W 3’ II 109

más temibles y activos de la tierra: el egoísmo y la envidia. Ha acu- pero de la su)-a brota. sin ardid visibic del pincel, una luz que no
mulado de intento dificultades que parecían insuperables, ha querido brota de ia de] juez cobarde.
hacer triunfar por su propio fulgor ]a mente humana: ha logrado A su lado se rev::c]ve la cólera , se atreve la insolencia, se dis-
investir de suprema belleza una figura fea: ha conseguido dominar cute ]a ley, se pide a gritos ia muerte: pero aquellos ojos curiosos
con Ufid figura en reposo, toda ia fiereza y brillantez de las pasio- (3 atrevidos, aquello: rostros frer,ético> y descompuestos, aquellas
nes aue se la disputan en animado movimiento. bocas que hablan y que gritan, aquellos brazos iracundos y ievan-
ESe es su Cristo. Esa es su extraña concepción de Cristo. El lados, en vez de des-ciar la fuerza y la luz de su figura fulgurosa,
no 10 ve como la claridad que vence, como la resignación que cau- se concentran en ella y la realzan por el centrarte de su energía
tiva, como el perdón inmaculado y absoluto que no cabe, no cabe, en sublime con las balas pasiones que lo cercan.
la naturaleza humana: cabe el placer de domar la ira, pero sería
menos herrnosa y eficaz la naturaleza del hombre si pudiese sofocar
la indignación ante !a infamia, que cs la fuente más pura de la
fuerza. La escena es en el pretorio, de austera y vasta arquitectura.
El ve a Jesús, como la encarnación más acabada del poder in- Por ]a entrada del fondo que acaba de dar paso a la multitud, se
vencible de ia idea. La idea consagra, enciende, adelgaza, sublima, ve un rincón de cielo delicioso que brilla como las alas de las
purifica: da una estatura que no se ve y se siente: limpia el espíritu mariposas azules de MUZO.
de escoria, como consume el íuego la maleza: esparce una beldad E] gentío alborotado se aprie!a a la izquierda del lienzo sobre
clara y segura que viene hacia las almas y se sien?e en ellas. El ]a figura de Jesús. Ni en el centro quiso ponerla el pintor, para te-
Jesús de Munkacsy es el poder de la idea pura. TlCi esa dificultad más que vencer. IJn magnifico soldado echa
Ahí está en un sayón, flaco, huesudo; trae las manos atadas, es- atrás con su pica a un gañán que vocifera con los brazos en alto:
tirado el cuello, la boca comprimida y entreabierta, como para dar ifigura soberana! itodos los pueblos tier.en ese hombre bestial, lam-
paso a las últimas hieles. Se siente que acaban de poner sobre él piño, boca grande, nariz chata, mucho pómulo, ojo chico y viscoso,
la mano vii; que la jauria humana que lo cerca ha venido oteándolo frente baja!: rebosa en la figura ese odio insano de las naturalezas
como a una fiera; que 10 han vejado, golpeado, escupido, traído a viles hacia las almas que las deslumbran y avergiienzan con su cia-
rastras, arrancado las vestiduras a pedazos, reducido a la condi- rídad; y sin esfuerzo alguno artificioso, ni violencia en el contraste,
ción más baja y ruin. iY ese instante de humillación suma es preci- resaltan en el cuadro en su doble oposición moral y física: el hombre
samente el que ei artista elige para hacerle surgir con una majestad acrisolado que ama y muere, y el bestial que odia y mata.
que domina a la ley que tiene en frente, y a la brutalidad que 10 A la derecha del lienzo está el romano Piiatos, en su toga bian-
persigue, sin ayudarse de un solo gesto, de un músculo visible; de ca ribeteada del rojo de los patricios; se adivina la lana en lo bian-
la dignidad del ropaje, de lo elevado de la estatura, del uso exciu- do de los pliegues: pasma el relieve dc Piiatos, que parece vivo en
sivo de] co!or blanco, de la aureola mística de los pintores! el nicho del ábside: en los ojo c oe le ve el trastorno de sus pensa-
mientos, ei miedo a la muchedumbre, el respeto al acusado, la va-
De la cabeza nada más se ayuda, de la mirada augusta bajo el cilación que le hace ir levantando una mano de la rodilla, como
ojo cóncavo, de la mejilla enjuta, de ia boca contraída que aún re- preguntgndose qué ha de hacer con Jesús.
vela la bravura humana de la serena y adorable frente, honda hacia Comparable a la mejor creación artística es el fanático Caifás.
las sientes poco pobladas de cabellos y levantada en dosel sobre que con e] rostro vuelto hacia el pretor le señala en un gesto impe-
las cejas. rante ei gentío que reclama la muerte; aquella cabeza. de la barba
iLa mirada es el secreto del singular poder de esa figura! iLa i)l;:,ca increpa y apremia: de aque!ios labios están sailendo las pa-
angustia v la aspiración se ven claramente en ella; y la resurrec- .a q ardientes y duras.
ción y ]a -existencia eterna! Los vientos pueden desnudar los irbo- D& doctores sentados a la izquierda del ábside miran a Jeslís
les, los hombres p::edcn derribar los tronos, el fuego de la tierra como si no acabasen de entenderlo.
puede descabezar montañas, pero se siente, sin estímulo violento y Al lado de Caifás clava un viejo los ojos en Piiatos, que tiene
enfermizo de ia fantasía, que esa mirada, por natura] poder, conti- baja la cabeza. Un rico saduceo, de turbante y barba cana, mira a
nuará encendida. Jesús de i]er?o, rico el traje, arrelianado en el banco, en arco el
Todo se postra ante esos ojos que concentran cuanto cabe de brazo derecho, el izquierdo sobre el muslo: ;es ese rico odioso de
amor, anunciación, claridad, altivez, en el espíritu. IZI está al pie todos los tiempos!: la fortuna le ha henchido de orgullo brutal: la
de las cuatro gradas que llevan al ábside de Pilatos; y Piiatos pa- humanidad le parece su escabel: se adora en su bolsa y en su pieni-
rece postrado ante él. Blanca es la túnica de Pilatos; como la suya, tud. Entre él y Caiias discuten el caso jurídico los sacerdotes. este
OBRAS ESCOGIDAS. T I! ll!
con ojos torvos, aquel con frialdad de leguleyo; otro, reclinado en la
pared, de pie sobre el banco, mira en calma la revuelta escena. De- \isimoq a.wyure tamafia popttlaridad a eje aiunro falniliar de una
trás del saduceo. junto mismo a Jesús, otro gañán, de realidad que religión ver‘cida?
maravilla, se inclina sobre la baranda en postura violenta para ver Algo más hav en ese cuadro que el placer que produce una com-
de frente el rostro al preso; por encima de la cabeza del gañán, :)osición armorlica v ia simpatía a que mueve el qtie emprende con
junto al pilar del arco que divide la escena sabiamente, una madre irnpetu y corona con espiendor una obra osada. Es e! hombre en
joven, con su niño en brazos, tiene puestos en .Jesús sus ojos pia- ix! cuadro lo que enillsiasrrra y a:a e! juicio. Es el ?riunfo y resurrec-
dosos, ue como tcda su figura recuerdan las madonas italianas: cion de Cristj. pero en la yida y por slu fuerza humana. Es la vi-
allá al ? ondo, para quebrar la línea de cabezas, se alza entre ellas :,ii)n de rulesira fuerza propia, en la arrogancia y claridad de la
un beduino barbudo que tiende el brazo brutal hacia Jesús. ~:irtud. Es la victoria de ia nueva idea. que sabe que de su luz puede
**atarse e! alma. sin comercio extravagante y sobrenatural con la
i.reación, ese amor rcdiento y desdtn de sí que l!eraron a! Nazareno
Imposible es ver este lienzo gigantesco sin que asalte la mente, .,1 su martirio, Es cl JeGls sin !lalo, el hombre que se doma, e! Cristo
fatigada de tanto arte menor, de tanto arte retacero y sofístico, la vivo, el Cristo tlunlatlo, racional y fiero.
memoria de aquella época de ideales fijos en que los pintores ves- Es la bravura con que el húngaro Munkacsy, presinticndo en su
tian las iglesias y los palacios de composiciones grandiosas. !;ltuicióe aitistica 10 que el estudio corrobora: entendió y realizó,
Aquella luz del Cristo avasalladora, que atrae a él los ojos como iiue siempre fueron unas las pasiones y sus rn&i!es. y desembara-
el término inevitable de las excursiones por el lienzo; aquel arco zándose de leyenda:. y figuras ranijas, estudió en SII propia alma
robusto y espacioso que en vez de robar efecto al Cristo lo realza y e! misterio de. !a divinidad dc nuestra natura!cza. y con el pincel
completa: aquella fuerza, novedad y viveza de los grupos: aquella: v c! espiritn libre, escribió que ;lo divino es’& en lo humano! Pero
ciencia par.a destacar sin falsedad del fondo sombrio, los colores lx! cariño por (31 dulce error es tan potente, y tan segura está el alma
riquisimos, calientes y pastosos, como los de la vieja escuela de Ve- Í!C 1;” tijio rn~s beiio fuera de esta vida, que el Cristo nuevo no
necia: aquella concepción armónica y segura, en que ninguno de los parece erlteran1eilt.e hermoso.
tipos secundarios ha perdido en relieve y poder al subyugarse al
tipo central y superior; aquella elocuencia de los rostros que están
contando la pasión que los enciende: aquel brío magistral en los de-
talles, y desdén de ardides, oposiciones y contraluces: aquella gra-
cia, verdad y movimiento, y el punto aquel de cielo que a lo lejos
las inflama y corona, enseñan que el pobre Miska de la aldea de
Munkacs que hoy vive en Paris como un rey de pintores, era uno
de aquel Yos magníficos espíritus, raros en esta edad de apremio y
crisis, que pueden pecho a pecho abrazarse a una idea humana,
descomponerla en sus elementos, y reproducirla con la intensidad y
energía que requieren las obras dignas del aplauso de los siglos.
No en vano ha paseado el cuadro en triunfo por Europa entera.
No en vano dio París al admirable Valtner la medalla de honor por
la radiante aguafuerte del Cristó ante Pilatos. No en vano, en este
siglo, cuya grandeza caótica y preparatoria no ha podido condensar-
se en símboios, apasiona este cuadro de Munkacsy a los críticos y
a las muchedumbres, aunque alguna de sus figuras resulte violen-
ta, aunque cierta parte de él parezca añadida como segundo pensa-
miento, por efecto de decoración a la idea principal, aunque ya esté
perdida la fe en la religión que conmemora.
Nunca acude en vano al genio verdadero a la admiración de los
hombres, necesitados a pesar suyo de grandeza. <Pero serán sólo
esa facultad de componer grandiosamente, esa fuerza y fulgor de
colorido, esa armoniosa gracia de los grupos, esa pujanza de la
obra entera, lo que en este tiempo de creencias rebeldes y temas no-
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 113

sin alarma de la libertad, la poesía y virtud de la Iglesia en el mun-


do moderno. Se siente que el catolicismo no tiene en sí propio poder
degradante, como pudiera creerse en vista de tanto como degrada y
esclaviza; sino que lo degradante en el catolicismo es el abuso que
hacen de su au!oridad los jerarcas de la Iglesia, y la confusión en
que mezclan a sabiendas los consejos maliciosos de sus intereses y
los mandatos sencillos de la fe. Se entiende que se pueda ser cató-
lico sincero, y ciudadano celoso y leal de una república. iY son como
siempre los humildes, los descalzos, los desamparados, los pesca-
dores, los que se juntan frente a !a iniquidad hombro a hombro, y
echan a volar, con sus alas de plata encendida, el Evangelio! iLa
verdad se revela mejor a los pobres y a los que padecen! iUn pe-
dazo de pan y un vaso de agua no engañan nunca!
LOS CATOLICOS PROTESTAN EN REUNIONES PUBLICAS CONTRA LA IN-
TERVENCION DEL ARZOBISPO EN SUS OPINIONES POLITICAS.-COM-
PATIBILIDAD DEL CATOLICISMO 1 EL GOBIERNO REPUBLICANO.-OBE- Acabo de verlos, de sentarme en sus bancos, de confundirme con
DIENCIA ABSOLUTA EN EL DOGMA, Y LIBERTAD ABSOL.UTA EN LA ellos, de ver brillar el hombre en todo su esplendor en espíritus
POLITICA.-HISTORIA DEL CISMA.-LA IGLESIA CATOLICA EN NUEVA donde yo creía que una religión atentatoria y despótica lo había
YORK, SUS ORIGENES, Y LAS CAUSAS DE SU CRECIMIENTO.-LOS IRLAN- apagado. iAh! la religión, falsa siempre como dogma a la luz de un
DE§ES.-EL CATOLICISMO IRLANDES: EL SOGARTH AROON.-ELEMENTOS
PUROS E IMPUROS DEL CATOLICISMO.-CAUSAS DE LA TOLERANCIA alto juicio, es eternamente verdadera como poesía: tqué son en suma
CON QUE SE VE HOY EN LOS ESTADOS UNIDOS EL PODER CATOLICO.- los dogmas religiosos, sino la infancia de las verdades naturales?
LA IGLESIA, LA POLITICA Y LA PRENSA.-TRATOS ENTRE L-4 IGLESIA Su rudeza y candor mismos enamoran, como en los poemas. Por
Y LA POLITICA.-EL PADRE MCGLYNN.-EL PADRE MCGLYNN AYUDA AL eso, porque son gkrmenes inefables de certidumbre, cautivan tan
MOVIMIENTO DE REFORMA DE LAS CLASES POBRES.-REVISTA DEL MO-
VIMIENTO.-CARACTER RELIGIOSO DEL MOVIMIENTO OBRERO.- dulcemente a las almas poéticas, que no se bajan de buen grado al
MCGLYNN FAVORECE LAS DOCTRINAS DE GEORGE, QUE SON LAS DE estudio concreto de lo cierto.
LOS CATOLICOS DE IRLANDA-EL ARZOBISPO SUSPENDE AL PADRE Qh, si supieran timo se aquilatan y funden alli las religiones, y
MCGLYNN, Y EL PAPA LE ORDENA IR .4 ROMA.-EL PAPA LO DEGRA- surge de ellas más hermosa que todas, coronada de armonías y ves-
DA.-SANTIDAD DEL PADRE MCGLYNN.-REBELION DE SU PARROQUIA.-
GRAN”MEETING”DE LOS CATOLICOS EN COOPER UNION CONTRA EL tida de himnos, la Naturaleza! Lo más recio de la fe del hombre en
.4BUSO DE AUTORIDAD DEL i\RZOBISPO.-LOS CATOLICOS APOYAN A las religiones es su fe en sí propio, y su soberbia resistencia a creer .
MCGLYNN, Y RECL.AMAN EL RESPETO A SU ABSOLUTA que es capaz de errar: lo más potente de la fe es el cariño a los
LIBERTAD POLITICA tiempos tiernos en que se la recibe, y a las manos adoradas que nos
la dieron. ZA quP riñen los hombres por estas cosas que pueden ana-
lizarse sin trabajo, conocerse sin dolor, y dejarlos a todos confun-
Nueva York, 16 de enero de 1887 didos en una portentosa y común poesía?
Señor Director de El Partido Liberal:
Nada de lo que sucede hoy en los Estados Unidos es comparable Acabo de verlos! de sentarme a su lado, de desarrugar para ellos
en trascendencia c interés, a la lucha empeñada entre las autorida- esta alma ceñuda que piedra a piedra y ptia a púa elabora el des-
des de la Iglesia católica y el pueblo católico de Nueva York, a tal tierro. Otro se hubiera regocijado de su protesta: yo me recocijaba
punto que por primera vez se pregunta asombra.do el observador de su unión. <Para qué estaban allí aqueilos católicos, aquellos tra-
leal, si cabrá de veras la doctrina catóiica en un pueblo libre sin bajadores, aquellos irlandeses? (Para qué estaban allí aque!las mu-
dafiarlo, y si es tanta la virtud de la libertad, que restablece en su jeres de su casa, gastadas y canosas? ePara qué estaban allí 10s
estado primitivo de dogma poético en las almas una Iglesia que ha hombres nobles de todos los credos, sino Dara honrar al santo cura,
venido a ser desdichadamente el instrumento más eficaz de los de- perseguido por el Arzobispo de su Iglesia por haberse puesto del
tentadores del linaje humano. iSí, es la verdad! los choques stibitos lado de los pobres?
revelan las entrañas de las cosas. De la controversia encendida en Era en Cooper Unión, la Unión de Cooper, la sala de reuniones
Nueva York, la iglesia mala queda castigada sin *merced, y la Igle- de la escuela gratuita, que aquel gran viejo ierantó con SUS propias
sia de misericordia y de justicia triunfa. Se ve cómo pueden caber, ganancias para que otros aprendi esen a vencer las diffcultades que él
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 115

había haliado cn la \ida: ijamás ha sido tan bello an hombre que sagradecido secretario del Papa Pío VII pcnia de asiento del rey
no lo era! Era en la sala baja ile Cooper L’nion. Llovía a!;wa y protestante de Inglaterra Jorge III, cuando al pedir favores a este
adentro rebosaba. Apenas se encontraba rostro innoble, no porque enemigo implacable de los cat8licos de I-rlanda, Ie hacía observar que
no los hubiese, sino porqllp no lo parecian. Seis mil hombres, seis “las colonias protestantes de América se habían alzado contra su
mil cat9licos, ocupaban los a5ientos, los pajil!os, lar puerta‘, las Graciosa Majestad, mientras que la colonia católica del Canadá le
espaciosas galerías. iA fin, Ies habian echado de su Iglesia a su había quedado fiel”; sino aquella otra religión de’ los obispos caba-
Sbgcrrth Arcon; al “cura de los pobres”, al que !or. aconseja sin em- lleros y poetas que con el arpa de oro bordada en su estandarte
pequeñecerlos desde hace veintidós arios, al que ha repartido entre verde como su campiña, hacían atrás a 10s clérigos hambrientos
los infelices su herencia y su sueido, ai que no ies ha seducido SUS que venían de Roma, manchados con un fausto inicuo, con todos
mujeres ni iniciado en torpezas a SLIS hijas, al que les ha alzado los vicios de una oligarquía soberbia y con el compromiso inmoral
en su barrio de pobres una iglesia que tiene siempre los brazos de ayndar contra sus vasallos y enemigos, mediante el influjo de la
abiertos, al que jamás aprovechó el influjo de la fe para intimidar fe, a los príncipes de quienes habían recibido donaciones. Los mer-
las almas, ni oscurecer los pensamientos, ni reducir su libre espi- caderes de la divinidad mordieron el suelo ante los sencillos teólo-
ritu al servicio ciego de los intereses mundanos e impuros de la gos de Irlanda, que tenían pan seguro en la mesa de los pobres, y
Iglesia, al padre McGlynn! Lo han echado de su casa y de su tem- no apetecían más púrpura que aquella de que les investía el hierro
plo, su mismo sucesor lo expulsa de su cuarto de dormir: han arran- de1 conquistador, al herirlos, con el himno en los labios, entre las
cado su nombre del, confesionario: iquién se confesará ahora con el Ctwbas de fieles campesinos que peleaban rabiosamente por su li-
espíritu del odio? Porque ha dicho 10 que dijo Jesús, lo que dice la bertad. El cura irlandés fue Ia almohada, la medicina, el verso, la
Iglesia de Irlanda con autorización del Papa, lo que predica a sus leyenda, la cólera de Irlanda: de generación en generación, precipi-
diócesis e! Obispo de Meade, lo que puso a los pies del Pontífice tado por la desdicha, se fue acumulaildo en el irlandés este amor
como verdad eclesiástica el profundo Balmes; porque ha dicho que al cura; iy antes le quemarán al irlandés el corazón en su pipa,
la tierra debe ser de la nación, y que ia nación no debe repartir que arrancarle cariño a su Sogarth Aroon, su poesía y su consuelo,
entre unos cuantos la tierra; porque con su fama y dignidad, porque su patria en el destierro y el olor de su campo nativo, su medicina
con su sabiduría y virtud, porque con su consejo y sx palabra, ayu- y su almohada!
dó en las elecciones magníficas de otorica a los artesanos enérgiccs y Así creció rápidamente, sin razón para pasmo ni maravilla, el
los pensadores buenos que buscan en la ley el remedio de la po- catolicismo en los Estados Unidos, no por brote espontáneo ni au-
breza innecesaria---isu Arzobispo le quita su curato y el Papa, le mento verdadero, sino por simple trasplante. Tantos católicos más
ordena ir disciplinado a Roma! había en los Estados Unidos al fin de cada año, cuantos inmigrantes
Cuando por creer a Cleveland honrado, lo defendió en sus elec- de Irlanda llegaban durante él. Con ellos venía el cura, que era su
ciones el padre McGlynn hace dos a6os en la tribuna politica, no consejero y lo que Ies quedaba de Ia patria. Con el cura la Iglesia.
se lo tuvo a mal el Arzobispo, porque Cleveland era el candidato Con los hijos educados en ese respeto, la nueva generación de feli-
del paroido con que está en tratos en Nueva York la Iglesia, ien tra- greses. Con la noble tolerancia del país, la facilidad de levantar
tos y en complicidades! iPero lo mismo que pareció bien al Arzo- por sobre las torres protestantes las torres de los centavos irlande-
bispo en el padre McGlynn cuando defendía al candidato arzobispal, ses. Esos fueron los cimientos del catolicismo en estos Estados:
esa misma expresión de preferencia politica de parte de un sacer- los hombres de camisa sin cuello y de’ chaqueta de estameña, las
dote católico, le parece mãl ahora que la defensa del padre McGlynn pobres mujeres de labios belfudos y de escaldadas manos.
puede alarmar a los ricos prot.estantes, que se atrincheran en la iCómo no habían de entrarse por campo tan productivo los es-
Iglesia y se valeni de ella. para oponerse a la justicia de !os pobres píritus audaces y despóticos, cuyo predominio lamentable y peren-
que la levantaron! ne es la plaga y ruina de la Iglesia? La vanidad y la pompa con-
tinuaron la obra iniciada por la fe; desdeñando a Ia gente humilde,
a quien debía su establecimiento y abundancia, levantó reales la
La Iglesia católica vino a los Estados Unidos en hombros de Iglesia en la calle de los ricos, deslumbró fácilmente con su apa-
los emigrados iriandeses, en quienes, como en los polacos, se ha rato suntuoso el vulgar apetito de ostentación, común a las gentes
fortalecido la fe religiosa porque sus santos fueron en tiempos pa- de súbito engrandecimiento y escasa cultura, y aprovechó las natu-
sados los caudillos de su independencia, y porque los conquistado- rales agitaciones de la vida pública en una época de estudio y rea-
res normandos e ingleses les han atacado siempre a la vez su juste de las condiciones sociales, para presentarse ante los ricos
religi6n y su Datria. La religiiín católica ha venido a ser la patria alarmados como el único poder que con su sutil influjo en 10s espí-
para los irlandeses; pero no la religi6n católica que el servil y de- ritus podía refrenar- la marcha temible de los pobres, manteniéndo-
OBRAS ESCOrJIDAS. T. II 117

les viva la fe en un mundo cercano en que ha de saciarse su sed por el deseo de fortificar a un aliado valioso en ía lucha para la
d e justlc:a,
’ ” para qce así no sientan tan ardientemente e! deseo de conservación de sus privilegios! Se usó la amable influencia del
saciarla en esta vida. ;De ese modo se SC que en esta fortaleza del .Soga.rth Aroon para llevar el voto irlandés por donde convenia a la
protestzntismo, los protestantes. que aún representan aaui la clase autoridad arzobispal, confabulada para sacar ventaja de las leyes
rica v culta, son los amigos tácitos y tenaces, los cómplices agrade- con los que, como ella, comercian con el voto. Y así creció en pro-
cidos- de la religión que los tostó cn la hoguera, y a quien hoy aca- porciones enormes la fuerza de la Iglesia en los Estados Unidos,
rician porque les ayuda a salvar su esccso injusto de bienes de for- por lo numeroso de la inmigración europea, por la complicidad y ser-
tuna! iFariseos todos, y augures! vicio de las camarilias políticas, por lo temido de las aspiraciones
Puesta ya en el deseo del poder, en que el misterio religio:o de las masas de obreros, por lo desordenado y tibio de las sectas
y lo amenazante de los tiempos la favorecen tanto, echó la I,g!esla protestantes, por lo descuidado de la época en cosas religiosas, por
católica los ojos sobre el origen de él, que es aquí e! voto publico, lo poco conocido de la ambición y métodos del clero de Roma, por lo
como en las monarquías los echa sobre los soberanos. Y traficó en vano y necio de los advenedizos enamorados de la pompa nueva,
votos. La democracia era el partido vencido cuando arreciU la in- y sobre todo, por aquella vil causa, propiamente nacida en este altar
migración irlandesa; y como sietnpre fue de partidos vencidos e! del dinero, de considerar el poder de la Iglesia sobre las clases Ila-
parecer liberales, a él se iban los inmigrantes tan luego como en- nas como el valladar más firme a sus demandas de mejora: y el más
traban en sus derechos de ciudadanía, por 10 que vino a ser formi- seguro mampuesto de la fortuna de los ricos.
dable el elemento católico en ei partido democrático, y triunfar este
en la ciudad de Nueva York y aquellas otras donde se aglomera-
ban los irlandeses. Pronto midieron y cambiaron fuerzas la Iglesia, Tal parece que en los Estados Unidos han de plantearse y resol-
que podía influir en los votos, y los que necesitaban de ellos para verse todos los problemas que interesan y confunden al linaje hu-
subir al goce de los puestos públicos. La Iglesia católica cofnenzó mano, que eI ejercicio libre de la raztn va a ahorrar a los hombres
a tener representantes interesados y sumisos en los ayuntamlentos, mucho tiempo de miseria y de duda, y que el fin del sigio diecinueve
asambleas y consejos de los gobernadores, y a vender su influjo dejará en el cenit el sol que alboreó a fines del dieciocho entre caños
sobre el sufragio a cambio de donaciones de terreno y de leyes ami- de sangre, nubes de palabras y ruido de cabezas. Los hombres pa-
gas; y sintiéndose capaz de elegir los legisladores, o impedir que recen determinados a conocerse y afirmarse, sin más trabas que las
fuesen electos, quiso que hiciesen las leyes para el beneflclo exclu- que acuerden entre sí para su seguridad y honra comunes. Tamba-
sivo de ia Iglesia, y en nombre de la libertad fue proponiendo poco lean, conmueven y destruyen, como todos los cuerpos gigantescos al
a poco todos los medios de sustituirse a ella. levantarse de la tierra. Los extravía y suele cegarles el exceso de
Todo lo osó Ia Iglesia desde que se sintió fuerte entre las masas iuz. Hay una gran trilla de ideas, y toda la paja se la está llevando
por una fe que no pregunta, entre los poderosos por la a!ianza que el viento. Enormemente ha crecido la majestad humana. Se cono-
les ofrecía para la protección de los bienes mundanos, y entre los cen repúblicas falsas, que cernidas en un tamiz sólo producirían el
políticos por la necesidad que estos tienen del voto católico. En el alma de un lacayo; pero donde la libertad verdaderamente impera,
barrio de los palacios alzó una catedral de mármol, rodeada de edi- sin mâs obstáculos que los que lc pone nuestra naturaleza, ino hay
ficios de beneficencia, donde los viera y alabara todo el mundo,-jno trono que se parezca a la mente de un hombre libre, ni autoridad
como los que ha mantenido el padre McGlynn, que están en los más augusta que la de sus pensamientos! Todo 10 que atormenta o
barrios sombrios donde las almas saben de angustia! Comenzaron empequeñece al hombre está siendo llamado a proceso, y ha de
a verse los milagros de la influencia eclesiástica: abogados medio- sometérsele. Cuanto no sea compatible con la dignidad humana,
cres con clientela súbita, médicos untuosos que dejar1 preparada caerá. A las poesías del alma nadie podrá cortar las alas, y siem-
nara el bálsamo a la atribulada enferma, banqueros favorecidos sin pre habrá ese magnífico desasosiego, y esa mirada ansiosa hacia
iazón visible por la confianza de sus -depositantes, cardenales de ias nubes. Pero lo que quiera permanecer ha de conciliarse con el
seda y de miel que venían de Inglaterra, írestos y lisos como una espíritu de libertad, o de darse por muerto. Cuanto abata o reduz-
manzana nueva, a convertir a la fe en el Arzobispo las familias rI- ca al hombre, será abatido.
cas. Hubo hospitales y asiios deslumbrantes. Los candidatos de más Con las libertades, como con los privilegios, sucede que juntas
empuje solicitaben el apoyo a la neutralidad de la Iglesia. iLos pe- triunfan o peligran, y que no puede pretenderse o lastimarse una
riódicos mismos, que debian ser los verdaderos sacerdotes, atenúan sin que sientan todas el daño o el beneficio. Así la Iglesia católica
o disimulan sus creencias. coquetean con el palacio arzobispal, y pa- de los Estados Unidos, con sus elementos virtuosos e impuros, sale
recen aplaudir sus ataques a las libertades pUblicas, por miedo los a juicio por esciavizadora y tiránica cuando ios espíritus generosos
unos de verse abarldonados por sus lectores católicos, y los otros del país deciden ponerse a la cabeza de los desdichados, para ayu-
118 losé ,Uartí OBRAS ESCWIDAS T II 119
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dar a mejorar la servidumbre de cuerpo y espíritu en que viven. para dar, con motivo de las elecciones de corregidor de Nueva York,
Todas las autoridades se coligan, como todos los sufrimientos. Hay ia primera maestra de su vo!untad y poder
la fraternidad del dolor, y la del despotismo. No era un part:do que se formaba, sino una Iglesia que crecia.
Viva está aún en la memoria, corno si se hubiese visto pasar Semejante fervcr sólo se ha vis!o en los movimientos religiosos.
una legión de apóstoles, la admirable campaña para las elecciones Hasta en los meros detalies físicos parecían aqueilos hombres dota-
de corregidor de Nueva York en el otoño de 1886. En ella apareció dos de fuerza sobrenatural. El hablar no les enronquecia. El sueño
por primera vez con todo su poder el espíritu de reforma que ani- no les hacía falta. Andaban como si hubieran descubierto en sí un
ma a las masas obreras, y a los hombres piadosos que sufren de ser nuevo. Tenían la alegría profunda de !os recién casados. Im-
sus males. Hay hombres ardientes en quienes, con todos los tor- provisaron tesoro, máquina de elecciones, juntas, diario. Grande fue
mentos del horno, se purifica la especie humana. iHay hombres dis- la alarma de las camarillas politicas, de las asociaciones de rufia-
puestos para guiar sin interés, para padecer por los demás, para nes y logreros que viven regaladamente de la compra y venta del
consumirse iluminando!.-En esa campaña se vio la maravilla de sufragio. Aquellas hordas de votantes se les escapaban, y entraban
que un partido político nuevo, que apenas cuenta tres años de di- en la luz. “. 1Buscad el remedio de vuestros males en la ley!” dicen
sensiones y errores preparatorios, combatiese sin amigos, sin teso- los partidos políticos a 10s obreros, cuando censuran sus tentativas
ro, sin autoridades complacientes o serviles, sin castas cómplices, y violentas o anárquicas, pero apenas forman los obreros un partido
estuviese a punto de vencer, porque no le animaba el mero entusias- para buscar en la ley su remedio, los llamaron revolucionarios y
mo de las campañas políticas, sino un ímpetu de redención, pedida anarquistas: lo s dejó solos la prensa: las castas superiores les ne-
en vano a los partidos ofrecedores y parleros. garon su ayuda: íos republicanos, partidarios de los privilegios, los
Ya se saben los orígenes de este movimiento histórico. Henry denunciaron como enemigos de fa patria; y los demócratas, amena-
George vino de California, y reimprimió su libro El progreso y la zados de cerca en sus empleos e influjo, pidieron auxilio a los po-
pobreza, que ha cundido por la cristiandad como una Biblia. Es deres aliados a ellos para administrar :a ley en el común beneficio.
aquel mismo amor del Nazareno, puesto en la lengua práctica de La Iglesia entera cayó sobre los trabajadores que la han edificado.
nuestros días. En la obra, destinada a incurrir las causas de la El Arzobispo que depone a un sacerdote por haber apoyado la poií-
pobreza creciente a pesar de los adelantos humanos, predomina tica de las clases llanas, ordena en carta circular a sus párrocos que
como idea esencial la de que la tierra debe pertenecer a la nación. De apoyen la política de los logreros y rufianes determinados a ven-
allí deriva el libro todas las formas necesarias.-Posea tierra el que
la trabaje y la mejore. Pague por ella al Estado mientras la use. derlas. iSólo un párroco, el más ilustre de todos, el único ilustre, no
Nadie posea tierra sin pagar al Estado por usarla. No se pague al abandonó a las clases llanas, el padre McGlynn!
Estado más contribución que la renta de la tierra. Así el peso de Pues qué: si el Arzobispo, que ha de ser el ejemplo de los curas,
los tributos a la nación caerá sobre los que reciban de ella manera puede favorecer una poíitica, {cómo ha de ser delito en un cura ha-
de pagarlos, la vida sin tributos será barata y fácil, y el pobre ten- cer lo mismo que hace el Arzobispo? 5Y de qué parte estará la san-
drá casa y espacio para cultivar su mente, entender sus deberes tidad, de los que se ligan con los poderosos para sofocar el derecho
públicos, y amar a sus hijos. de los infelices, o de los que, desafiando la ira de los poderosos, y
No sólo para los obreros, sino para los pensadores, fue una re- estando sobre todos ellos en inteligencia y virtud, dan con el pie a
velación el libro de George. Sólo Darwin en las ciencias naturales la púrpura y van silenciosamente a sentarse entre los que padecen?
ha dejado en nuestros tiempos una huella comparable a la de Geor-
ge en la ciencia de la sociedad. Se ve la garra de Darwin en la
política, en la historia y en la poesía: y dondequiera que se habla Dicen que hay santidad igual a la del padre McGlynn, pero no
inglés, con ímpetu soberano se imprime en los pensamientos la idea mayor: que en su espíritu excelso es tal mansedumbre que no halla
amante de George, El es de los que nacen padres de hombres: iallí obstáculo en toda su sabiduría ai dogma del descendimiento de la
donde ve un infeliz, siente la bofetada en la mejilla! En torno suyo gracia: que ve a! hombre más alto tan esclavo del cuerpo, que no
se agruparon los gremios de obreros:-iEducarse, les dijo, es indis- acierta a comprender por qué aquel que triunfó de su cuerpo fuese
pensable para vencer! En un pueblo donde el sufragio es el origen solamente un hombie. Dicen que la virtud le parece tan deseable
de la ley, la revolución está en el sufragio. El derecho se ha de y bella que no quiere otra esposa. Dicen que vive para consolar
defender con entereza; pero amar es más útil que odiar.-Cuando al desdichado, robustecer y dilatar ias almas, elevarlas por la espe-
los obreros de Nueva York se sintieron fuertes, todos, católicos, pro- ranza v ia hermosura del a un estado amoroso de poesía, y
CUito

testantes y judíos,-todos, irlandeses, alemanes y húngaros,-todos, hacer triunfar en el seno de !a Iglesia el espíritu de caridad univer-
republicanos y demócratas, designaron a George como su candidato sal que la engendró, sobre !a ambición, el despotismo y el interés
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 121

tisfechos en la sombra en torno del palacio arzobispal; pero la


que la han desfigurado. Pero también dicen que tiene la energía parroquia en masa ha desertado los bancos de la iglesia, ha vestido
indomable de los que no sirven a los hombres, isino al hombre! de siemprevivas el confesionario vacio de su párroco, ha echado in-
Cuanto sofoca o debilita al hombre, le parece un crimen. No pue- dignada de la sala de reuniones del templo al nuevo cura, que osó
de ser que Dios ponga en el hombre el pensamiento, y un arzobis- presentarse a disolver una junta de les ieligreses para expresar ca-
po, que no es tanto como Dios, le prohiba expresarlo. Y si unos ririo a su Sogarth Aroorz ardientemente amado.-“iPor él. por él,
curas pueden por orden del Arzobispo intimar desde el púlpito a sus estaremos contra el Arzobispo y contra el Papa!“-“Nadie nos le
feligreses que voten por el enemigo de los pobres, tpor qué no ha hará dafio, ni ha de faltarle en esta tielra nada!“-“Hemos levanta-
de poder otro cura, por su derecho de hombre libre, ayudar a los do este !emplo con nuestro dinero: iquién ha de atreverse a echarnos
pobres fuera del altar, sin valerse, ni aun para hacerles bien en cosas de nuestro templo?”
no religiosas, de su autoridad puramente religiosa sobre las concien- “<,A quién ha podido ofender ese santo que vive para los po-
cias? ¿Quién peca, el que abusa de su autoridad en las cosas del bres?“-“¿Por qué nos le maltratan, porque se opuso a que tuvié-
dogma para favorecer inmoralmente desde la cátedra sagrab?,a 1;; ramos escuelas religiosas que no necesitamos, cuando tenemos la
que venden la ley en pago del voto que les pone en condlc;on escuela pública para aprender, y para la religión tenemos nuestra
dictarla, o el que sabiendo que al lado del pobre no hay mas que casa y nueslra ig!esia. 3”--“jE1 nos quiere católicos, pero también
amargura, IO consuela en el templo como sacerdote, y le ayuda nos quiere hombres!” Mujeres eran las más entusiastas de la junta.
fuera del templo como ciudadano? !Jna mujer redactó la protesta que llevó la comisión de la junta
El párroco, es verdad, debe obediencia a su arzobispo en mate- al Arzobispo. Artesanos fornidos sollozaban, con los rostros ocultos
rias eclesiásticas; pero en opiniones políticas, en asuntos de.simple en las manos. El padre, humilde y enfermo, a nadie ha visto, ni con
economía y reforma social, en materias que no son ecleslasttcas nadie ha hablado, y padece en la casa pobre de una hermana.
:cómo ha de deber el párroco obediencia absoluta a su arzobispo, si Pero los católicos de Nueva York se alzan coléricos contra el
las materias no pertenecen a la administración del templo ni al Arzobispo, preparan juntas colosales; oponen la piedad inefable del
ejercicio del culto a que se limita SU autoridad sobre el párroco? cura perseguido al indigno carácter de obispos y vicarios que el ar-
{Cómo ha de ser en Nueva York mala doctrina católica la nacio- zobispado tiene en gloria: y con toda la intensidad del alma irlan-
nalización de la tierra, que hoy mismo promulga todo el clero cató- desa recaban su derecho a pensar libremente sobre las cosas públi-
lico de Irlanda? èO no ha de tener el párroco más política que la que cas, denuncian los tratos inmorales del arzobispado con los merce-
le manda tener su arzobispo, que no es autoridad suya en política, narios politices a cuyos dictados obedece, proclaman que fuera de
y cura viene a ser tanto como esclavo. que tiemble ante la ira del las verdades de Dios y el gobierno de su casa “el Arzobispo de Nue-
señor, porque se atreva a abogar con ternura por los desventura- va York no tiene sobre las opiniones políticas de su grey más auto-
dos? ~0 e] cura ha de renunciar a tener patria? ridad que la del hombre intermediario que andan buscando los na-
Pues porque el Arzobispo, que ha expresado en una pastoral opi- turalistas en los senos de Africa”, y recuerdan que hubo en Irlanda
nión sobre la propiedad de la tierra, ordenó sin derecho al padre un arzobispo que murió de vergüenza y abandono por haber condena-
McGlvnn que no asistiese a una reunión pública en que se Iba a do la resistencia justa de los católicos irlandeses a la corona protes-
trata; Ia cuestión de ]a tierra, y el padre lo desatendió en aquello en tante de Inglaterra. “iSobre nuestras conciencias, Dios; pero nadie
que tenía el derecho de cura y el deber de hombre be desatevderlo, venga a segarnos el pensamientc, ni a quitarnos el derecho de go-
lo suspendió e] Arzobispo en SUS funciones parroqulales, ja el, que bernar a nuestro entender nuestra República!“-“En las cosas del
ha hecho un cesto de amor de su parroquia! Porque desatend1o.a su dogma, la Iglesia es nuestra madre; pero fuera del dogma, !a Cons-
superior eclesiástico en una materia política, el Papa le ordena ir, ja titución de nuestro país cs nuestra Iglesia”.--“iArzobispo, manos
él a ]a virtud humanada, en castigo a Roma! Y porque en vez de n-, fuera t”
eiplica al Papa en una carta sumisa el error porque se le condena, Nunca, ni en la campaña de George en el otoño, hubo entusias-
el Papa, ia é], e] único sacerdote santo de su diócesis, le arranca las mo mayor. Retumbaba la sala con los vítores cuando aquellos cató-
vestiduras sacerdotales! licos prominente s vindicaban en frases fervorosas la libertad abso-
luta de su opinión política.
“;Conque a nuestro consuelo, al que fue honor por su sabiduría
Aquí fue donde se vio el espectáculo hermoso. Al poder, claro en la propaganda y es estrella por su caridad en Nueva York: conque
está , .;cómo han de faltarle amigos? Los que viven del voto de la a ese santo padre McGlynn que se nuestro decoro y alegria, y nos
Iglesia, los políticos que la temen. los que tienen de ella recomen- ha enseñado con su ejemplo y palabra amorosa toda la razón y her-
dación o apoyo, los que la miran como salvaguardia de sus riquezas mosura de la fe; conque al que en nuestras manos vertió toda su
excesivas, la prensa interesada en conservar su alianza, aletean sa-
122 Jose .ilartI

fortuna, y nos dévolvía en limosnas ei sueldo que le dabamos y [VIEJO DE LA BARBA BLANCA] l

jamás quiso abandonar el barrio de sus pobres, nos lo ,echan de


Ia iglesia que é! mismo levantó, nos le niegan por un dra mas el
cuarto donde reza y sufre,---y ese otro obispo Ducey que se llevó
bajo su capa al Canadá a un banquero ladrón, goza de toda la
confianza de la Iglesia? eConque el Arzobispo compele a nuestro
Papa a ser injusto con esta gloria de la fe cristiana, y asiste com-
pungido a los funerales de ese católico liberticida, de ese Jaime
McMaster, que lucía como los ojos de las hienas, que pasó !a vida
vilipendiando a los pueblos libres y ayudando con su palabra vene-
nosa a los dueños de esclavos y a los monarcas?“--“f líbrenos DIOS
de hablar contra nuestra fe, de obedecer a los sacerdotes que aten-
tan a nuestra libertad de ciudadanos y de abandonar a nuestro
.%.wrth Aroon, por cuya inmensa caridad se ha hecho el catolrcrsmo Viejo de fa barba blanca
raí‘i de nuestras-almas!“. Que contemplándome estás
En este fervor .queda el cisma de los católicos. iCuántas intrigas Desde tu marco de bronce
y complicidades, cuántos peligros para la República ha revelado! En mi mesa de pensar:
ZConque la Iglesia compra influjo y vende voto? iConque la santr- Ya te escucho, ya te escucho:
dad la encoleriza? ZConque es la aliada de los ricos de las sectas Hijo, más, un poco más:
enemigas? CConque prohibe a sus párrocos el ejercicio de sus dere- Piensa en mí barba de plata,
chos políticos; a no ser que los ejerzan en pro de los que traftcan Fue del mucho trabajar:
en votos con la Iglesia? @nque intenta arruinar y de.grada a los Piensa en mis ojos serenos,
que ofenden su política autoritaria, y siguen mansamente 40 que en- Fue de no ver nunca atrás:
sefió el dulcísimo Jesús? <Conque no se puede ser hombre y cató- Piensa en el bien de mí muerte
lico? iVéase como se puede, según nos lo enseñan estos nuevos pes- Que lo gané con luchar.
cadores! fOh Jesús! {Donde hubieras estado en esta lucha? iacom- Piensa en el bien de [...]
Dañando al Canadá al ladrón rico, o en la casita pobre en que el Que lo gané con penar:
padre McGlynn espera y sufre? Yo no fui de esos ruines
Viejos turbios, que verás
El Partido Liberul, México, 9 de febrero de 1887. Hartos de logros impuros
La Nación, Buenos Aires, 14 de abril de 1887. Perecer sin reparar:
0. c., t. 11, p. 139-150. Vamos, pues, yo voy contigo-
Ya sé que muriendo vas:
Pero el pensar en la muerte
Ya es ser cobarde! A pensar,
Hijo, en el bien de los hombres,
Que así no te cansarás!
El llanto a la espalda: el llanto
Donde no te vean llorar:
¿Hay tanta lágrima afuera,
Y vienes a darnos más?
Marino que echa agua al barco
Cuando lo ve zozobrar.
Quejarse es un crimen, hijo:
l Del texto se inrIere que su padre ha fallecido recientemente, por tanto, lo ubi-
carnos en febrero de 1887, teniendo en cuenta que el deceso fue el día 2 del año
en curso.
Calla: date un poco más!- EL POETA WALT WHITMAN
La barba muerta me tiemb!a,
ffijo, de verte temblar.-
Recojo el cuerpo deshecho.
Cierro los labios amargos.

PC. C‘d. c., t. II, p. 277-278.

FIESTA LITERAR!A EN NUEVA YORK-VEJEZ PATRIARCAL DE WHIT-


MAN.-SIJ ELOGIO A LINCOLN Y EL CANTO A SU MUERTE.-CARACTER
EXTRAORDIfiARIO DE LA POESIA Y LENGUAJE DE -WHITMAN.-NOVE-
DAD ABSOLUTA DE SU OBRA POETICA.-SU FILOSOFIA, SU ADORACION
DEL CUERPO HUMANO, SU FELICIDAD, SU METODO POETICO.-LA POE-
SIA EN LOS PUEBLOS LIBRES.-SENT!DO RELiGIOSO DE LA LIBERTAD.-
DESNUDECES Y, PROFUNDIDAD DEL LIBRO PROHIBIDO DE WHITiilAN

Nueva York, 19 de abril de 1887

Señor Director de El Partido Liberal:

“Parecía un dios anoche, sentado en su sillón de terciopelo rojo,


todo el cabello blanco, la barba sobre el pecho, las cejas como un
bosque, la mano en un cayado.” Esto dice un diario de hoy del poeta
Walt Whitman, anciano de setenta arios a quien los críticos profun-
dos, que siempre son los menos, asignan puesto extraordinario en
la literatura de su pais y de su epoca. Sólo los libros sagrados de la
antigüedad ofrecen una doctrina comparable, por su profetice len-
guaje y robusta poesía, a la que en grandiosos y sacerdotales apo-
tegmas emite, a manera de bocanadas de luz, este poeta viejo, cuyo
libro pasmoso está prohibido.
;Cómo no, si es un libro natural? Las universidades y latines
han puesto a los hombres de manera que ya no se conocen; en vez
de echarse unos en brazos de los otros, atraídos por lo esencial y
eterno, se apartan, piropeándose como placeras, por diferencias de
mero accidente; corno el budín sobre la budinera, el hombre queda
amoldado sobre el libro o maestro enérgico con que le puso en
contacto el azar o la moda de su tiempo; las escuelas filosóficas, re-
ligiosas o literarias, encogullan a los hombres, como al lacayo la
librea; los hombres se dejan marcar, como los caballos y los toros, y
van por el mundo ostentando su hierro; de modo que, cuando se
ven delante del hcmbre desnudo, virginal; amoroso, sincero, po-
tente-del hombre que camina, que ama, que pelea, que rema,-del
hombre que, sin dejarse cegar por la desdicha, lee la promesa de
losé Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. II
126 PS í27

caballos que ama a ver a los “jóvenes forzudos” en sus diversiones


final ventura en el equilibrio y la gracia del mundo; cuan-do se 1;iriles. a los “camaradas?’
ven frente al hombre padre, nervudo y angélico de Walt Whltrnan, que no temen codearse con este icono-
clasta que quiere estabiecer “f2 institución de !a camaraderia”, a ver
huyen como de su propia conciencia y se resisten a reconocer en i0s campos que crían, los amigos que pasan cantando dei brazo las
esa humanidad fragante y superior el tipo verdadero de su especie, parejas de novios, aiegres y vivaces como las codornices. El lo’dice
descolorida, encasacada, amuñecada. en sus Calamus; el libro enormemente extraño en que canta el amor
Dice el diario que ayer, cuando ese otro viejo adorabIe, Glads- de los amigos: “Ni orgias, ni ostentosas paradas, ni la continua
tone, acababa de aleccionar a sus adversarios en el Parlamento so- procesión de las calles, ni las :enlanas
bre la justicia de conceder un gobierno propio a Irlanda, parecía él atestadas de comercios, ni
la converszción con los tlrudlfo~ me satisface, sino que al pasar por
como mastín pujante, erguido sin rival entre la turba, y ellos a sus mi Manhattan los ojos que encuentro me ofrezcan amor amantes
pies como un tropel de dogos. Así parece Whitman, con ~~,“persona continrlas amantes es lo único que me satisface.” El es como los ah:
natural” con su “naturaleza sin freno en original energla , con sus cianos que anuncia al fin de su libro prohibido, sus Hojas de yerba:
“miríadas de mancebos hermosos y gigantes”, con su creencia en “Anuncio miriadas de mancebos gigantescos, hermosos y de fina
que “el más breve retoño demuestra que en realidad no hay muerte , sangre; anuncio una raza de ancianos salvajes y espléndidos.”
con el recuento formidable de pueblos y razas en su “Saludo al
mundo”, con su determinación de “callar mientras los demás discu- Vive en el campo, donde el hombre natural labra al Sol que lo
curte, junto a sus caballos plácidos, la tierra libre; mas no lejos de
ten, e ir a bañarse y a admirarse a sí mismo, cono+endo la perfecta
propiedad y armonía de las cosas”; así parece Whltman, “el que,no la ciudad amable y férvida, con sus ruidos de vida, su trabajo gra-
neado, su múltiple epopeya, el polvo de los carros, el humo de las
dice estas poesías por un peso”; el que “está satisfecho, y vz, halla, fábricas jadeantes, el Sol que lo ve todo, “los gañanes que charlan
canta y ríe”; el que “no tiene cátedo,, ni púlpito, ni escuela , cuan-
do se le compara a esos poetas y fllosofos canijos, filósofos ,de un a la merienda sobre las pilas de ladrillos, la ambulancia que corre
desalada.con el héroe que acaba de caerse de un andamio, la mujer
detalle o de un solo aspecto; poetas de aguamiel, de patron, de sorprendrda en medio de la turba por la fatiga augusta de la ma-
libro; figurines filosóficos o literarios. ternidad”. Pero ayer vino Whitman del campo para recitar, ante un
Hay que estudiarlo, porque si no es el poeta de mejor gusto, concurso de leales amigos , su oración sobre aquel otro hombre na-
es el más intrépido, abarcador y desembarazado de su tiempo. En tural, aquella alma grande
su casita de madera, que casi está al borde de la miseria, luce en dulce, “aquella poderosa estrella muer-
ta del Oeste”, aquel Abra i: am Lincoln. Todo lo culto de Nueva
una ventana, orlado de luto, el retrato de Víctor Hugo; Emerson, York asistió en silencio religioso a aquella plástica resplandeciente
cuya lectura purifica y exalta, le echaba el brazo por el hombro y
que por sus súbitos quiebros, tonos brillantes, hímnica fuga olímpica
le llamó su amigo; Tennyson, que es de los que ven las raíces de familiaridad, parecía a veces como un cuchicheo de astros. Los
las cosas, envía desde su silla de roble en Inglaterra, termslmos criados a leche latina, académica o francesa, no podrían, acaso, en-
mensajes al “gran viejo”; Robert Buchanan, el inglés de palabra
tender aquella gracia heroica. La vid.a libre y decorosa de! hombre
briosa, “iqué habéis de sabei de letras-grita a los norteamerica-
en un continente nuevo ha creado una filosofía sana v robusta que
nos,-si estáis dejando correr, sin los honores eminentes que le
está saliendo al mundo en epodos atléticos. A la mávor suma de
corresponden, la vejez de vuestro colosal Walt Whitman?” hombres libres y trabajadores que vio jamás la Tierra,. corresponde
“La verdad es que su poesía, aunque al principio causa asombro, una poesía de conjunto y de fe, tranquiiizadora y solemne que se
deja en el alma, atormentada por el empequeñecimiento universal,
levanta, como el So! del mar, incendiando las nubes. bordeindo de
una sensación deleitosa de convalecencia. El se crea su Gramática fuego las crestas de las olas; despertando en las ‘selvas fecundas
y su Lógica. El lee en el ojo del buey y en la savia de la hola.” de la orilla las flores fatigadas y los nidos. Vuela el polen* los
“íEse que limpia suciedades de vuestra casa, ese es mi hermano!” picos cambian besos; se aparejan las ramas; buscan el Sol las hbjas
Su irregularidad aparente, que en el primer momento desconclerta, exhala todo música. , con ese lenguaje de luz ruda habló Whitman di
resulta luego ser, salvo breves instantes de portentoso extravío, aquel Lincoln.
orden v composición sublimes con que se dibujan las cumbres sobre Acaso una de las producciones más bellas de la poesía contem-
el horizonte.’ poránea es la mística trenodia que Whilman compuso a la muerte de
El no vive en Nueva York, su “Manhattan querida”, su “Manhat- Lincoln. La Naturaleza entera acompaña en su viaje a la sepultura
tan de rostro soberbio y un millón de pies”, a donde se asoma cuan- e! féretro llorado. Los astros lo predijeron. Las nubes venían enne-
do quiere entonar “el canto de lo que ve a la Libertad”; vive, cutda- greciéndose un mes antes. IJn pájaro gris cantaba en el pantano
do por “amantes amigos”, pues sus libros y conferencias apenas le un canto de desolación. Entre el pensamiento y la seguridad de la
producen para comprar pan, en una rasita c arrinconada en un ameno
muerte viaja el poeta por los campos conmovidos, como entre dos
recodo del campo, de donde en su carruaje de anciano le llevan los
OBRAS ESCOGIDAS. T. II
128 IosLj Marli 129

(Quién es el ignorante que mantiene que la poesía no es indis-


compañeros. Con arte de músico agrupa, esconde y reproduce estos pensable a los pueblos? Hay gentes de tan corla vista mental
elementos tristes en una armonía total de crepúsculo. Parece, al que creen que toda la fruta se acaba en la cáscara. La poesía, que’
acabar la poesía, como si la Tierra toda estuviese vestida de negro, congrega o disgrega, que fortifica o angustia, oue apuntala o derriba
el muerto ia cubriera desde un mar al oiro. Se \-en las nubes, la las almas, que da o quita a los hombres la ii y ei aliento, es más
Yuna cargada que anuncia !a catistrofe, las alas largas del pájaro necesaria a los pueblos que la industria misma, pues esta les pro-
gris. Es mucho más hermoso. extraño y profundo que “El Cuervo porciona el modo dr subsistir, mientra:, que aquella les da el deseo
de Poe. El poeta trae al féretro un gajo de lilas. ; la fuerza de la vida. ¿A dónde ir> un pueblo de hombres que
Su obra entera es eso. Ilayan perdido el hábito de pensar con fe en la significación y al-
Ya sobre las tumbas no glmen 105 rauce‘;; la muerte es “la cose- cance de sus actos? Los mejores, los que unge la Naturaleza con
cha, la ue abre la puerta, la gran re\-e!adora”; lo q11e rst;i siendo, el sacro deseo de io futuro, perderán, en un aniquilamiento doloroso
fue y vo9 verá a ser; en una grave y ccltstt> primavera SC cunfllnden y ‘sordo, todo estímulo para sobrellevar las fealdades humanas; y
las oposiciones y penas aparentes; un hueso cs una flor. Se oye de la masa? lo vulgar, la gente de apetitos, los comunes, procrearán
cerca el ruido de los soles que buscan con majestuoso movimiento sin santidad hijos vacíos, elevarán a facultades esenciales las que
su puesto definitivo en el espacio: la vida es un himno; la muerte deben servirles de meros instrumentos y aturdirán con el bullicio
es una forma oculta de la vida: santo es el sudor y el entozoario es de una prosperidad siempre incompleta la aflicción irremediable
santo. los hombres, ai pasar, deben besarse en la mejilla: abrácense del alma, que sólo se complace en lo bello y grandioso.
los vi;os en amor ir:efable; amen la yerba, el animal, el aire. el mar, La libertad debe ser, fuera de otras razones, bendecida, porque
el doior, la muerte; e! sufrimiento es menos para las almas que el su goce inspira al hombre moderno-privado a su aparición de la
amor posee; la vida no tiene dolores para el que entiende a tiempo calma, estímulo y poesía de la existencia,--aquella paz suprema y
su sentido; del mismo germen son la miel, la luz y el beso; ien la bienestar religioso que produce el orden del mundo en los que viven
sombra que esplende en paz como una bóveda maciza de estrellas, en él con la arrogancia y serenidad de su albedrío. Ved sobre los
levántase con música suavísima, por sobre los mundos dormidos como montes, poetas que regáis con lágrimas pueriles los altares desiertos
canes a sus pies, un apacible y enorme árbol de lilas! Creíais la religión perdida, porque estaba mudando de forma
sobre vuestras cabezas. Levantaos, porque vosotros sois los sacer-
dotes. La libertad es la religión definitiva. Y la poesía de la li-
Cada estado social trae su expresión a la literatura, de tal modo, bertad el culto nuevo. Ella aquieta y hermosea lo presente, deduce
que por diversas frases de ella pudiera contarse la historia de e ilumina lo futuro, y explica el propósito inefable y seductora bon-
dad del Universo.
ias

los pueblos, con ma‘s verdad que por sus cronicones y sus décadas.
No puede haber I:ontradicciones en !a Naturaleza; ia misma aspira- Oid lo que canta este pueblo trabajador y satisfecho; oid a Walt
Whitman El ejercicio de sí lo encumbra a la majestad, la toleran-
ción humana a hallar en el amor, durante la existencia, y en lo ig- cia a la justicia, y el orden a la dicha. El que vive en un credo auto,-
norado después de ia muerlc, un tipo perfecto de gracia y hermosura, crático es lo mismo que una ostra en su concha, que sólo ve la
demuestra que en la vida total han de ajustarse con gozo 10s ele- prisión que la encierra y cree, en la oscuridad, que aquello es el
mentos que en la porción actual de vida que atravesamos parecen mundo; la libertad pone alas a la ostra. Y lo que, oído en lo interior
desunidos y hostiles. La literatura que anuncie y propague el con- de ia concha, parecía portentosa contienda, resulta a la luz del aire
cierto final y dichoso de las contradicciones aparentes; la literatura ser el natural movimiento de la savia en el pulso enérgico del mundo.
que, como espontáneo consejo y enseñanza de ia Naturaleza, promul- El mundo, para Walt Whitman, fue siempre como es hoy. Basta
gue la identidad en una paz superior de los dogmas, v pasiones ri- con que una cosa sea para que haya debido ser, y cuando ya no
vales que en el estado elemental de los pueblos 10s dlv:den y ensan- deba ser. no será. Lo que ya no es, lo que no se ve, se prueba por
grientan; la literatura que inculque en el espíritu espantadizo de los lo que es y se está viendo; porque todo está en todo, y lo uno expli-
hombres una convicción tan arraigada de la justicia. y belleza de- ca lo otro; y cuando lo que es ahora no sea, se probará a su vez por
finitivas que las penurias y fealdades áe la existencra no las des- lo que esté siendo entonces. Lo infinitésimo colabora para lo infinito,
corazone ni acibaren, no soi0 revelará un estado social más cerca- y todo está en su puesto, la tortuga, el buey, los pájaros, “propósitos
no a la perfección que todos los conocidos, sino que, hermanando alados”. Tanta fortuna es morir come nacer, porque los muertos
felizmente la razón y la gracia, ‘proveerá a la Iíumanidad, ansiosa
están vivos; “inadie puede decir lo tranquilo que está él sobre Dios
de maravilla y de poesía, con la religión que confusamente aguar- y la muerte!” Se ríe de lo qu e ílaman desilusión,
da desde que conoció la oquedad e insuficiencia de sus antiguos y conoce la am-
plitud del ?iempo; él acepta absolutamente el tiempo. En su persona
credos.
OBRAS ESCOGIDAS. T II 131

se contiene lodo: tcdo él está en todo; donde uno se degrada, él se un lecho gigantesco. El lecho es para él un altar. “Yo haré ilustres,
degrada; él es la marea, el flujo y reflujo; ,cómo no ha de tener dice, las palabras y las ideas que los hombres han prostituido con
orgullo en sí, si se siente parte viva e inteligente de la Naturaleza? su sigilo y su falsa vergüenza; yo canto y consagro lo que consa-
CQué le importa a e. ‘1 volver al seno de donde partió, y convertirse, graba el Egipto.” Lna de las fuentes de su originalidad es la fuerza
al amor de la tierra húmeda, en vegetal útil, en flor bella? Nutrirá hercillea con que postra a las ideas come si fuera a violarlas, cuando
a los hombres, después de haberlos amado. Su deber es crear; el sólo va a darles un beso, con la pasión de un santo. Otra fuente es
átomo que crea es de esencia divina; el acto en que se crea es exqui- la forma material, brutal, corpórea, con que expresa sus más deli-
sito y sagrado. Convencido de la identidad del Universo, entona cadas idealidades. Ese lenguaje ha parecido lascivo a los que son
el “Canto de mi mismo”. De todo teje el canto de si: de los credos incapaces de entender su grandeza; imbéciles ha habido que cuando
que contienden y pasan, del hombre que procrea y labora, de los ani- celebra en Calamus, con las imágenes más ardientes de la lengua
males que le ayudan, iah! de los animales, entre quienes “ninguno hllmana, el amor de los amigos, creyeron ver, con remilgos de co-
se arrodilla ante otro, ni es superior al otro, ni se queja.” El se ieginl impúdico, el retorno a aquellas viles ansias de Virgilio por
ve como heredero dei mundo. Cebetes y de Horacio por Giges y Licisco. Y cuando canta en “Los
Nada le es extraño, y lo toma en cuenta todo, el caracol que Hijos de Adán” el pecado divino, en cuadros ante los cuales palide-
se arrastra, el bue- que con sus ojos misteriosos 10 mira, el sacer- cen los m& calurosos del “Cantar de los Cantares”, tiembla, se en-
dote que defiende una parte de la verdad como si fuese la verdad en- coge, se vierte y dilata, enloquece de orgullo y virilidad satisfecha,
tera. El hombre debe abrir los brazos, y apretarlo todo contra su recuerda al dios del Amazonas, que cruzaba sobre los bosques y los
corazón, la virtud lo mismo que el delito, la suciedad lo mismo que ríos esparciendo por la tierra las semillas de la vida: “jmi deber
la limpieza, la ignorancia lo mismo que la sabiduría; todo debe fun- es crear!” “Yo canto al cuerpo eléctrico”, dice en “Los Hijos de
dirlo en su corazón, como en un horno; sobre todo, debe dejar caer Adán”; y es preciso haber leído en hebreo las genealogías patriar-
la barba blanca. Pero, eso sí, “ya se ha denunciado y tonteado bas- cales del Génesis; es preciso haber seguido por las selvas no holla-
tante”; regaña a los incrédulos, a los sofistas, a los habladores; das las comitivas desnudas y carnívoras de los primeros hombres,
iprocreen en vez de querellarse y añadan al mundo! iCrée!se con para hallar semejanza apropiada a la enumeración de satánica fuer-
aquel respeto con que una devota besa la escalera del altar! za en que describe, como un héroe hambriento que se relame los
El es de todas las castas, credos y profesiones, y en todas en- labios sanguinosos, las pertenencias del cuerpo femenino. <Y decís
cuentra justicia y poesía. Mide las religiones sin ira; pero cree que que este hombre es brutal? Oíd esta composición que, como muchas
la religión perfecta está en la Naturaleza. La religión y la vida están suyas, no tiene más que dos versos: “Mujeres hermosas”. “Las mu-
en la Naturaleza. Si hay un enfermo, “idos”, dice al médico y a,l jeres se sientan o se mueven de un lado para otro, jóvenes algunas,
cura, “yo me apegaré a él, abriré las ventanas, le amaré, le hablare algunas viejas; las jóvenes son hermosas pero las viejas son más
al oído; ya veréis como sana; vosotros sois palabra y yerba, pero yo hermosas que las jóvenes.” Y esta otra: “Madre y Niño”. Ve el
puedo más que vosotros, porque soy amor”. El Creador es “el verda- niño que duerme anidado en el regazo de su madre. La madre que
dero amante, el camarada perfecto”; los hombres son “camaradas”, duerme, y el niño: isilencio! Los estudió largamente, largamente.
v valen más mientras más aman y creen, aunque todo lo que ocupe El prevé que, así ccmo ya se juntan en grado extremo la virilidad
Su lugar y su tiempo vale tanto como cualquiera; mas vean todos y la ternura en los hombres de genio superior, en la paz deleitosa
el mundo por sí, porque él, Walt Whitman, que siente en sí el mundo en que descansará la vida ha de juntarse, con solemnidad y júbilo
desde que este fue creado, sabe, por lo que el Sol y el aire le ense- dignos del Universo, las dos energías que han necesitado dividirse
ñan, que una salida del Sol le revela más que el mejor libro. Piensa para continuar la faena de la creación.
en los orbes, apetece a las mujeres, se siente poseído de amor u$- Si entra en la yerba, dice que la yerba le acaricia, que “ya
versal y frenético; oye levantarse de las escenas de la creacron siente mover sus coyunturas”; y el más inquieto novicio no tendría
y de los oficios del hombre un concierto que le inunda de ventura, y palabras tan fogosas para describir la alegría de su cuerpo, que
cuando se asoma al río, a la hora en que se cierran los talleres y el él mira como parte de su alma, al sentirse abrasado por el mar.
Sol de puesta enciende el agua, siente que tiene cita con el Creador, Todo lo que vive le ama: la tierra, la noche, el mar le aman; “ipe-
reconoce que el hombre es definitivamente bueno y ve que de su ca- nétrame, oh mar, de humedad amorosa!“. Paladea el aire. Se ofre-
beza, reflejada en la corriente, surgen aspas de luz. ce a la atmósfera como un novio trémulo. Quiere puertas sin cerra-
dura y cuerpos en su belleza natural; cree que santifica cuanto toca
o le toca, y halla virtud a todo lo corpóreo; él es “Walt Whitman,
Pero cqué dará idea de su vasto y ardentísimo amor? Con el un cosmos, el hija de Manhattan, turbulento, sensual, carnoso, que
fuego de Safo ama este hombre al mundo A él le parece el mundo come, bebe y engendra, ni m,is ni meno5 que todos los demás. Pinta
132 fosé Marri OBRAS ESCOGIDAS. T. Il 133

a ta verdad como una amante frenética, que in*:ade su cuerpo y, majestad no hay en aquella frase en que dice que ama a los anima-
ansiosa de poseerle. lo liberta de sus ropas, Pero cuando en la clara les “porque no se quejan”. La verdad es que ya sobran los acobar-
medianoche, libre el alma de ocupaciones y de libros, emerge en- dadores; urge ver cómo es el mundo para no convertir en montes las
tera, silenciosa y contemplativa del día noblemente empleado, medita hormigas; dése fuerzas a los hombres, en vez de quitarles con la-
en los temas que rr,ás la complacen: en la noche, el sueño y la muer- lmentos las pocas que el dolor les deja; pues los llagados <van por
te; en el canto de lo universal, para beneficio del hombre común, las calles enseñando sus llagas? Ni las dudas ni la ciencia le
1 “es muy dulce morir avanzando” y caer al pie del árbol mortifican. “Vosotr,os sois los primeros, dice a los científicos; pero
i%r?it;Fvo mordido por la última serpiente del bosque, con el hacha la ciencia no es más que un departamento de mi morada, no es
en las manos. toda mi morada; iqué pobres parecen las argucias ante un hecho
heroico! A la ciencia, salve, y salve al alma, que está por sobre
roda’ la ciencia.” Pero donde su filosofía ha domado enteramente
Imagínese qué nuevo y extrario efecto producirá ese lenguaje hen- el odio, como mandan los magos, es en la frase, no exenta de la
chido de animalidad soberbia cuando celebra la pasion que ha de melancolía de los vencidos, con que arranca de raíz toda razón de
unir a los hombres. Recuerda en una composición del Calmus los envidia; <por qué tendría yo celos, dice, de aquel de mis hermanos
goces más vivos que debe a la Naturaleza y a la patria: pero sólo que haga lo que yo no puedo hacer? “Aquel que cerca de mí mues-
a las olas del océano halla dignas de corear, a la luz de la luna, su tra un pecho más ancho que el mío, demuestra la anchura del mío.”
dicha al ver dormido junto a sí al amigo que ama. Él ama a los “iPenetre el Sol la Tierra, hasta que toda ella sea luz clara y
humildes, a los caídos, a los heridos, hasta a los malvados. NO dulce, como mí san.gre. Sea universal el goce. Yo canto la eterni-
desdeña a los grandes, porque para el sólo son grandes los útiles. dad de la existencia, la dicha de nuestra vida y la hermosura im-
Echa el brazo por el hombro a los carreros, a los marineros, a los placable del Universo. Yo uso zapato de becerro, un cuello espa-
labradores. Caza y pesca con ellos, y en la siega sube con ellos cioso y un bastón hecho de una rama de árbol!”
al tope del carro cargado. Más bello que un emperador triunfante
le parece el negro vigoroso que, apoyado en la lanza detrás de
sus percherones, guia su carro sereno por el revuelto Broadway. Y todo es o lo dice en frase apocalíptica. <Rimas o acentos? iOh,
El entiende todas las virtudes, recibe todos los premios, trabaja en no! su ritmo está en las estrofas, ligadas, en medio de aquel caos
todos los oficios, sufre con todos los dolores. Siente un placer aparente de frases superpuestas y convulsas, por una sabia compo-
heroico cuando se detiene en el umbral de una herrería, y ve que los sición que distribuye en grandes grupos musicales las ideas, como
mancebos, con el torso desnudo, revuelan por sobre sus cabezas la natural forma poética de un pueblo que no fabrica piedra a pie-
los martillos, y dan cada uno a su turno. El es el esclavo, el dra, sino a enormes bloqueadas.
preso, el que pelea, el que cae, el mendigo. Cuando el esclavo llega a El lenguaje de Walt Whitman, enteramente diverso del usado
sus puertas perseguido y sudoroso, le llena la bañadera, lo sienta hasta hoy por los poetas, corresponde, por la extrañeza y pujanza,
a su mesa; en el rincón tiene cargada la escopeta para defenderlo; a su cíclica poesía y a la humanidad nueva, congregada sobre un
si se lo vienen a atacar, matará a su perseguidor y volverá a sen- continente fecundo con portentos tales, que en verdad no caben en
tarse a la mesa, icomo si hubiera matado una víbora! Iiras ni serventesios remilgados. Ya no se trata de amores escon-
Walt Whitman, pues, está satisfecho; cqué orgullo ie ha de pun- didos, ni de damas que mudan de galanes, ni de la queja estéril de
zar, si sabe que se para en yerba o en flor? cqué orgullo tiene un los que no tienen la energía necesaria para domar la vida, ni la
clavel, una hoja de salvia, una madreselva? <cómo no ha de mirar discreción que conviene a los cobardes. h’o de rimíllas se trata, y
él con tranquilidad los dolores humanos, si sabe que por sobre ellos dolores de alcoba, sino del nacimiento de una era, del alba de la
está un ser inacabable a quien aguarda la inmersión venturosa en religión definitiva, y de la renovación del hombre; trátase de una
la Naturaleza? (Qué prisa le ha de azuzar, si cree que todo está fe que ha de sustituir a la que ha muerto y surge con un claror ra-
donde debe, y que la voluntad de un hombre no ha de desviar el dioso de ia arrogante paz del hombre redimido; trátase de escribir
camino del mundo? Padece, sí, padece; pero mira como un ser !os libros sagrados de un pueblo que reúrle, al caer del mundo anti-
menor y acabadizo al que en él sufre, y siente por sobre las fatigas guo, todas las fuerzas vírgenes de la libertad a las ubres y pompas
y miserias a otro ser que no puede sufrir, porque conoce la universal ciclópeas de la salvaje Naturaleza; tratase de reflejar en palabras
grandeza. Ser co,mo es le es bastante y asiste impasible y alegre ai el ruido de las muchedumbres que se asientan, de las ciudades que
curso, silencioso o loado, de su v-ida. De un solo bote echa a un trabajan y de los mares domados y los ríos esclavos. <Apareará con-
lado, como excrecencia in;ltil, la lamentación romántica: “ino he de sonantes Walt Whirman y pondrá en mansos dísticos estas mon-
pedirle al Cielo que baje a la Tierra para hacer mi voluntad!” Y qué tanas de mercaderias, bosques de espinas, pueblos de barcos, com-
134 José Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. iI 135

bates donde se acuestan a abonar el derecho m !lnes de hombres en él son siempre vivaces y profundos, sino por sonidos, que com-
y Sol que en todo impera, y se derrama con límpido fuego por el pone y desvanece con destreza cabal, sosteniendo así con el turno
vasto paisaje? de los procedimientos el interés que la monotonia de un modo exclu-
;Oh! no; Walt Whitman habla en versículos, sin música aparente, sivo pondría en riesgo. Por repeticiones atrae la melancolía, como
aunque a poco de oírla se percibe que aquello suena como el casco los salvajes. Su cesura, inesperada y cabalgante, cambia sin cesar,
de la tierra cuando vienen por él, descalzos y gloriosos, los ejér- v sin conformidad a regla alguna, aunque se percibe un orden sa-
citos triunfantes. En ocasiones parece el lenguaje de Whitman el bio en sus evoluciones,. paradas y quiebros. Acumular le parece
frente colgado de reses de una carnicería; otras parece un canto el mejor modo de descrlbrr, y su raciocinio no toma jamás las formas
de patriarcas, sentados en coro, con la suave tristeza del mundo a pedestres del argumento ni las altisonantes de la oratoria, sino el
la hora en que el humo se pierde en las nubes; suena otras veces misterio de la insinuación, el fervor de la certidumbre y el giro
como un beso brusco, como un forzamiento, como el chasquido del igneo de la profecía. A cada paso se hallan en su libro estas pala-
cuero reseco que revienta al Sol; pero jamás pierde la frase su bras nuestras: viva, camarada, libertad, americanos. Pero iqué pin-
movimiento rítmico de ola. El mismo dice cómo habla: “en alari- ta mejor su carácter que las voces francesas que, con arrobo percep-
dos proféticos”; “estas son, dice, unas pocas palabras indicadoras tible, y como para dilatar su significación, incrusta en sus versos?:
de lo futuro”. Eso es su poesía, índice; el sentido de lo universal ami, exalté, accoucheur, nonchalant, ensemble; ensemble, sobre todo,
pervade el libro y le da, en la confusión superficial, una regularidad le seduce, porque él ve el cielo de fa vida de los pueblos, y de los
grandiosa; pero sus frases desligadas, flagelantes, incompletas, suel- mundos. Al italiano ha tomado una palabra: ibravura!
tas, más que expresan, emiten; “lanzo mis imaginaciones sobre las
canosas montañas”; “di, Tierra, viejo nudo montuoso, iqué quieres
de mí?” “hago resonar mi bárbara fanfarria sobre los techos del Así, celebrando el músculo y el arrojo; invitando a los transeún-
mundo”. tes a que pongan en él, sin miedo, su mano al pasar; oyendo, con
No es él, no, dc los que echan a andar un pensamiento pordio- las palmas abiertas al aire, el canto de las cosas; sorprendiendo y
sero, que va tropezando y arrastrando bajo la opulencia irisible proclamando con deleite fecundidades gigantescas; recogiendo en
de sus vestiduras regias. El no infla tomeguines para que parezcan versiculos édicos las semillas, las batallas y los orbes; señalando a
águilas; él riega águilas, cada vez que abre el puño, como un sem- los tiempos pasmados las colmenas radiantes de hombres que por los
brador riega granos. Un verso tiene cinco sílabas; el que le sigue valles y cumbres americanos se extienden y rozan con sus alas de
cuarenta, y diez el que le sigue. El no esfuerza la comparación, y en abeja la fimbria de la vigilante libertad; pastoreando los siglos ami-
verdad no compara, sino que dice lo que ve o recuerda con un com- gos hacia el remanso de la calma eterna, aguarda Walt Whitman,
plemento gráfico e incisivo, y duerio seguro de la impresión de con- mientras sus amigo s le sirven en manteles campestres la primera
junto que se dispone a crear, emplea Su arte, que oculta por entero, pesca de la primavera rociada con champaña, la hora feliz en que
en reproducir los elementos de su cuadro con el mismo desorden con lo material se aparte de él, después de haber revelado al mundo
que los observó en la Naturaleza. Si desvaría, no disuena, porque un hombre veraz, sonoro y amoroso, y en que, abandonado a los
así vaga la mente sin orden ni esclavitud de un asunto a sus aná- aires purificadores, germine y arome en sus ondas, “idesembaraza-
logos; mas luego, como si sólo hubiese aflojado las riendas sin sol- do, triunfante, muerto!”
tarlas, recógelas de súbito y guía de cerca, con puño de domador, la
cuadriga encabritada, sus versos van galopando, y como engullen-
do la tierra a cada movimiento; unas veces relinchan ganosos, como El Partido Liberal, México, 17 de mayo de 1887.
La Nación, Buenos Aires, 26 de junio de 1887.
cargados sementales, otras, espumantes y blancos, ponen el casco 0. c., t. 13, p. 131-143.
sobre las nubes; otras se hunden, osados y negros, en lo interior
de la tierra, y se oye por largo tiempo el ruido. Esboza; pero dijé-
rase que con fuego. En cinco líneas agrupa, como un haz de huesos
recién roídos, todos los horrores de la guerra. Un adverbio le basta
para dilatar o recoger la frase, y un adjetivo para sublimarla. SU
método ha de ser grande, puesto que su efecto lo es; pero pudiera
creerse que procede sin método alguno, sobre todo en el uso de
las palabras, que mezcla con nunca visto atrevimiento, poniendo las
augustas y casi divinas al lado de las que pasan por menos apro-
piadas y decentes. Ciertos cuadros no los pinta con epítetos, que
(TAMANACO, DE PLUMAS CORONADO]

[TIENES EL DON, TIENES EL VERSO...]

Tamanaco, de plumas coronado


Está en mitad del rústico vallado.
Tras cañas y maderas,
En forma de hombres se levantan fieras Tienes el don, tienes el verso, tienes
Con cabeza y con pecho y pies de hierro. Todo el valor de ti, tienes la altiva
Las cañas rornpen: salta al circo un perro. Resolución que arrostra y que cautiva
Del hombre de las plumas la macana Y llama las coronas a las sienes.
Hace en el aire hueco herida vana;
El brazo, desprendido
Al golpe inútil, cuélgale tendido: Tienes la fuga, el verbo, los desdenes
Crujen tras de las cercas inseguras Divinos de quien es, y el hab!a viva
De sabroso placer las armaduras: De quien cruza la tierra cielo arriba
En la sangre del indio derribado Y ni adula al feliz, ni aguarda bienes.
El hondo hocico el perro ha sepultado:
Y aún resuena en la tierra americana
El golpe vago de la infiel macana; 1 < -iPero no tengo el impudor odioso
1. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De enseñar mis entrañas derre!idas
Y en el cuerpo del indio aún mueide el perro. En estuche de verso recamado!

PC. Ed. c., t. II, p. 135 Viva mi nombre oscuro y en reposo


Si he de comparar las palmas perseguidas
Sacando al viento mi do!or sagrado.

Mayo 7
PC Ed C, t li. p 160-i61.

’ La hilera de puntos entre corchetes se refiere a espacios en blanco dejados por


Martí er, el manuscrito original.
OBRAS ESCOGIDAS T II 139

[CUAL DE INCENSARIO ROTO...] Ya no me aflijo, no, ni me desolo


De verme aislado en mi dificil lucha.
Va con la eternidad el que va solo,
Que todos oyen cuando nadie escucha

Que fue, no sé: jamas en mi di asiento


Sobre el amor al hombre, a amor alguno,
Y bajo tierra, y a mis plantas siento
Todo otro amor, menguado e importuno.

La libertad adoro y el derecho.


Odios no sufro, ni pasiones malas:
Cual de incensario roto huye el perfume Y en la coraza que me viste el pecho
Así de r i dolor se escapa el verso: Un águila de luz abre sus alas.
Me nutro del dolor que me consume.
De donde vine, ahí voy: al Universo.
Vano es que amor solloce o interceda,
Al limpio sol mis armas he jurado
Cirio soy encendido en la tormenta: Y subiré en la sombra hasta que pueda
El fuego con que brillo, me devora Mi acero en pleno sol dejar clavada.
Y en lugar de apagarme me alimenta
El vendaval que al temeroso azora.
Como una luz la férvida palabra
A los temblantes labios se me asoma:
Yo nunca duermo: al despertarme, noto Mas no haya miedo que las puertas le abra
En mí el cansancio de una gran jornada. Si antes el odio y la pasión no doma.
A dónde voy de noche, cuando, roto
El cuerpo, hundo la faz en mi almohada?
Qué fue, no sé: pero yo he dado un beso
.4 una gigante y bondadosa mano
Quién, cuando a mal desconocido postro Y desde entonces, por donde hablo, impreso
Mis fuerzas, me unge con la estrofa blanda, Queda en los hombres el amor humano.
Y de lumbre de amor me baña el rostro
Y abrir las alas y anunciar me manda?
Ya no me importa que la frase ardiente
Muera en silencio, o ande en casa oscura,
Quién piensa en mí? Quien habla por mis labios Amo y trabajo: así calladamente
Cosas que en vano detener intento? Nutre el río a la selva en la espesura.
¿De dónde vienen los consejos sabios?
?A dónde va sin rienda el pensamiento?
PC. Ed. c., t. II. p. 172-173.

Ya no me quejó, no, como solía,


De mi dolor callado e infecundo:
Cumplo con el deber de cada día
Y miro herir y mejorarse el mundo.
OBRAS ESCOGIDAS T II 141

HENRY \\‘ARD BEECHER dos con los colores fogosos de la nueva luz; en él, como en su
tiempo y pueblo, los dogmas enemigos, hijos enfermos de una som-
Su vida y 5u oratoria bría madre, se unían atropelladamente, con canto de pajaros que
íestejan la muda de sus plumas a la primavera; en 61. hijo culmi-
nante de un psis libre, la vida ha sido un poema y la muerte una
casa de rosas. En la puerta de su casa no pusieron, como es cos.
tumbre, un lazo de luto, sino una corona. Sus feligreses le bordaron.
para cubrir su féretro, un manto de claveles blancos, rosas de Fran-
cia y siemprevivas. En sus funerales oficiaron todas las sectas,
excepto la catóiica. A su iglesia, la iglesia que ilamó a su púlpito
a los perseguidos y rescató a los esclavos, la vistieron de rosas, del
pavimento al techo, y parecía, al peneirar en el enilorado recinto.
;que la iglesia cantaba!

Parece que la libertad, dicha del mundo, puede rehacer la muer-


te. El hombre, turbado antes en la presencia de lo invisible, lo mira Nada es un hombre en sí, y lo que es, lo pone en él su pueblo.
ahora sereno, como si la tumba no tuviese espantos para quien ha En vano concede In Naturaleza a algunos de sus hijos cualidades
pasado con decoro por la vida. Ya alborea la alegría en la gigan- privilegiadas; porque serán polvo y azote si no se hacen carne de
tesca crisis; de cada nuevo hervor sale más bello el mundo; el ejer- sc1 pueblo, mientras que si van con éi, y le sirven de brazo y de voz,
cicio dc !a libertad conduce a la religión nueva. En vano frunce la por éi se verán encumbrados, como las flores que lleva en su cima
razón meticulosa el ceño, y recatando con estudiado livor la fe ilna montaña.
invencible, escribe la duda sus versos raquíticos y atormentados. ¿A Los hombre5 son productos, expresiones, reflejos, Viven, en lo
qué sino a desconfiar de la eficacia de la existencia han de llevar que coinciden con su época o en 10 que se diferencian marcadamen-
las religiones que castigan y los gobiernos tétricos? Así, donde !a ie de ella; io que flota, les empuja y pervade; no es aire sólo lo que
razón campea florece la fe en la armonía del universo. les pesa sobre los hombros, sino pensamiento; esas son las grarldes
El hombre crece tanto, que ya se sale de un mundo e influye bodas del hombre: sus bodas con la patria. <Cómo, sin el fragor de
en e! otrc. Por !a fuerza de su conocimiento abarca la composición de los combates de su pueblo, sin sus antecedentes e instituciones, hu-
lo invisible, y por la gloria de una vida de derecho llega a sus puer- biera llegado a su singular eminencia Henry IVard Beecher, pcnsa-
tas seguro y dichoso. Cuando las condiciones de los hombres cam- dor inseguro, orador llano, teólogo flojo y voluble, pastor hombruno
bian, cambian la literatura, la filosofía y la religión, que es una y olvidadizo, palabra helada en la iglesia? Nada importa que su
parte de ella; siempre fue el cielo copia de los hombres, y se pobló wcta iuese más liberal que las rivales; porque los hombres, subidos
de imágenes serenas, regocijadas o vengativas, conforme viviesen ya a la libertad entera, no han de bajar hasta una de sus gradas.
en paz, en gozos de sentido o en esclavitud y tormento, las nacio- Per3 Beecher, criado en la hermosura y albedrío del campo, por
nes que las crearon. Cada sacudida en la historia de un pueblo padres en quienes se acumularon por herencia los caracteres de su
altera su Olimpo; la entrada del hombre en la ventura y ordena- nación. creció, palpitó, culminO como ella, y en su naturaltza ro-
miento de la libertad produce, como una colosal florescencia de lirios, busta, nodriza de aquella palabra pujante y desordenada, se conden-
la fe casta y profunda en la utilidad y justicia de 12 Naturaleza saron las cualidade. de su pueblo; clamó su crimen, suplicó su mie-
Las religiones se fLcnden en la religión; surge 12 apoteosis tranquila do, retembiaron sus batallas y tendieron las alas sus victorias.
y radian!e de! polvo de las iglesias; ya no cabe en los templos, ni El era. es verdad, como arpa en que los vientos, juguetones o
en estos ni en aquellos. el hombre crecido; la salud de la libertad arrebatados, ya revoiotean sacudiendo las cuerdas blandamente, ya
prepara a 12 dicha de la muerte. Cuando se ha vivido para el hom- ‘e desatan con cólera y empuje. arrar?cándoles sonidos siniestros:
bre, ;quién nos podrá hacer mal, ni querer mal? La vida se ha rila-. sin los virntos. ,qllb illera de las arpas? El era sano, camina-
de llevar con bravura y a la muerte se la ha de esperar con un tlcir’. lahorioso. astuto, fuerte; él habio levantado en el Oeste s11
beso. iasa con sus malíos; éi traia de la contemplación de la Naturaleza
Henry Ward Beecher, el gran predicador protestante, acaba de lina elocuencia familiar, grata y arm6nica. y de loa trabajos y cho-
morir. En éi, como criatura de su época, la fe en Cristo, heredada (ILI~S de la vida la pertinacia y la cautela; él, semejante en todo esto
de su pueblo, ya se dilataba con la grandiosa herejía, y su palabra. a su naciOn. aún se le asemejaba más en el espíritu rebelde que con-
como las nubes que sc deshacen a la aurora, lenía los bordes orla- viene a los pueblos recién salidos de la servidumbre, y en io rudi-
142 José .Uarli OBRAS ESCOGIDAS T. II 143

mentario y llano de su cultura. El usaba, como su pueblo, sombrero Henry Ward venía de antepasados vigorosos; de una partera
de castor y zapatos de becerro; él, que perteneció en su estado na- puritana, que sacó al mundo mucho hijo de peregrino cuando aún
tivo al bando de colonos hostiles a la esclavitud, trajo al público no se había podrido la madera de La Flor de Mayo; de jayanes que
de Brooklyn aquella ira local que fue nacional* Illego; él, puso al bebian la sidra a barril alzado, como los catalanes beben el vino
servicio de la campaña de la abolición su salud desbordante, su en sus porrones; de un herrero que, a la sombra de un roble, hacia
espíritu indisciplinado, su oratoria pintoresca, su dialecto eclesiás- las mejores azadas de la comarca; de un posadero parlanchín que
tico, embellecido co11 una natural poesía; él vio crecer los tiempos, a pasaba los días debatiendo, con los seminaristas que se hospedaban
través de las señales engañosas, y se puso junto a ellos en la época en su casa, sobre la religión y la política; del pastor Lyman Bee-
feliz en que la virtud era oportuna. cher, el padre de Henry, en quien culminó la fuerza exaltada, no-
Cáutivó a su congregación con la novedad, llaneza y gracejo de mádica y agresiva de aquella familia de puritanos menestrales.
sus sermones; arremetió contra la esclavitud con todo su ímpetu y En los tiempos de Lyman los estudiantes se apellidaban con los
descomedimiento campesinos. Cedió su púlpito a los abolicionistas nombres gloriosos de la Enciclopedia. Todos sabían de memoria
apedreados por las turbas. Su oratoria batallante y esmaltada tuvo La edad de fa razón, de Tomás Paine; todos, como Paine, jugaban,
pronto por admiradcra a la nación. Y cuando Inglaterra ayudaba a se embriagaban, adoraban sus puños y sus remos, se descuaderna-
los Estados rebeldes: a los dueños de esclavos, él se fue al co- ban sobre las cabezas las Biblias. Lyman, que empezó en el semi-
razón de Inglaterra; la hizo reír, llorar, avergonzarse, celebrar en nario de despensero, salió de él pastor elocuente. Componía sus
él la justicia de su pueblo. Luego bajb la cuesta de la vida, acusado sermones vagando por el campo; y luego, en el desorden de la im-
de una culpa odiosa: el adulterio con la mujer de un amigo. Veinte provisación en las mentes que no se han nutrido por igual ni fueron
años ha llevado la carga, jadeando como un Hércules. Jamás re- criadas en el ejercicio y sensatez del arte, los exhalaba con la fuer-
cobró la altura que tenía antes de su pecado, porque todo se puede za histórica que le venía de sus abuelos, y de lo agitado y directo
fingir, menos la estimación de sí propio; aunque en su pasmosa ener- de su propia vida. La palabra le molestaba y oprimía, hasta que,
gía, 0 en su sincere arrepentimiento, encontró fuerzas para seguir como apretado granizo, la vaciaba sobre sus oyentes en apotegmas
siendo elocuente cuando ya no era honrado. y epigramas; y tan estremecido quedaba del choque, que le conocían
Mas desde que quedó resuelto el gran problema en que se con- por “el pastor del violín”, porque calmaba la agitación de sus ser-
iun.!ió con su República, sólo fue lo que con su naturaleza bullente, mones tocando al volver de la iglesia un aire viejo, o bailando con
encogullada en un dogma religioso, hubiera sido siempre en un país gran ligereza el trcnzadillo en la sala de su casa, la casa de un
donde la fe no es asustadiza y la originalidad es rara: fue una fuer- pastor de pueblo que ganaba trescientos pesos al año. La alfombra
za de palabra, como otros son una fuerza de acto. Hay palabras de en que bailaba era de algodón cardado e hilado por su esposa, y
instinto, que vienen sobre el mundo en las horas de renuevo, como pintada por ella misma de orlas y ramos, con unas pinturas que le
los huracanes y las avalanchas; retumban y purifican, como el viento; dio un hermano.
elaboran sin conciencia, como los insectos y las arenas de la mar. Ese padre vehemente tuvo Beecher, y una madre que a la sombra
Era un orador superior a sí mismo, Divisaba el amor futuro; de- de los árboles gustaba de escribir a sus amigas cartas bellas, que
fendía. con pujanza de león, la dignidad humana; se le abrasaba aún huelen a flores. Los rizos rubios de Henry le revoloteaban al
el corazón de libertad. Demolía involuntariamente; sólo dejó en correr detrás de las mariposas; Harriet, la que había de escribir
pie los dogmas indispensables para que su congregación no lo de- La rnbafia del fio Tom, quería que le hiciesen una muñeca; allá
pusiera por hereje, Traía a su púlpito a sus adversarios, a un car- adentro, en la sala, discutían los pastores, envueltos en el humo de
denal, a un ateo. Apenaba verle luchar entre sus hipócritas reticen- sus pipas; ornaba las ventanas la penetrante madreselva; mecían sus
cias de pastor y el concepto filosófico del mundo, que se enseñoreaba copas compasadamente los álamos y meples, guardianes de la casa;
de un juicio. No se atrevió, acobardado por la ancianidad, a de- como gotas de sangre lucían en la huerta las manzanas, sobre su
fender a los pobres como había defendido a los negros. Pero íntro- follaje espeso. Cansado a veces de ellas, miraba Henry el pinar ma-
dujo en el culto cristiano la soltura, gracia y amor de la Natura- jestuoso que bordeaba los lagos vecinos; y la cabeza redonda y azul
leza; congregó en el cariño al hombre las sectas hostiles que con de la montaña del lugar coronaba a lo lejos el paisaje; en mons-
su comadrazgos y ceños lo han atormentado; y con una oratoria que truos soberanos, en extraños ejércitos, en rosas de oro, en carros
solía ser dorada como el plumaje de las oropéndolas, clara como las gigantescos, se desvanecían las nubes apaciblemente en la hora de
aguas de las fuentes, melodiosa como la fronda poblada de nidos, las puertas, Durante el invierno, leía el pastor, rodeado de sus hi-
triunfante como las llamaradas de la aurora, anunció desde el úl- jos, los patriarcas dc la lengua: Milton, austero como su San Juan;
timo templo grandioso de la cristiandad que la religión venidera y Shakespeare, que pensaba en guirnaldas de flcres; la Biblia, fra-
perdurable está escrita en las armonías del Universo. gante romo una scl\d nueva. 0 bien, mientras los hijos ponían Ia
144 Jasi .Uar!i OSRAS ESCOGIDAS. T. II 145

leña en pilas, les contaba el pastor cuentos de Cromwell. En el co- aquel mozo indómito hubiera sido un insoportable freno, si no hu-
medor oscuro ardía perennemente el fresno, en una colosal estufa biese en la casta puritana el espíritu vehemente del sacerdocio y la
rusa. astucia que enseña cuán prudente es entrar por un camino hecho.
Sin madre ya, aunque con buena madrastra, iba creciendo el niño, El bosque se come a los expioradores. Los hombres abandonan a
rebelde a reclusión y freno, como quien se cría en el decoro e in- los que se deciden a vivir sin adularlos.
dependencia del campo, El pinar le atraía más que los libros. Beechcr se casó jo\-en, en lo que dio prueba de nobleza. “Me
Cuando 10 llevaban a la iglesia “le parecía que iba a una cueva casaré con ella, aunque no tengamos para vivir más que la punta
donde no entraba nunca el Sol”; pero se estaba absorto horas en- noroeste de una mazorca”; y juntos se fueron a la aldea, donde
teras oyendo rezar a un negro de la casa, que decía sus oraciones derribó él los árboirs de que hizo su casa, ayudado por sus feligre-
cantando y riendo, como si unas veces sintiera en sí el cuerpo mismo ses y vecinos. El era el pastor, el sacristán, el apagaluces; su parro-
del Seiior y otras le inundara de alegría la belleza c!el mundo. Para qlila era de ganapanes; recibfa, como su padre, trescientos pesos
las palabras no tenía el niño memoria; su ingenio se mostraba sO10 al año. Pero luego en una ciudad de más viso, la angustia fue,
en sus réplicas, cómicas y sesudas. Se iba por los caminos reco- mayor: allí a su mujer la envejecía la ira; el Oeste rudo la sacaba de
giendo flores; volvía de sus excursiones por el bosque cargado de quicio; ocho años vivió enferma. Y aquel pastor elocuente, a quien
la bellota misteriosa, de piñones, de semillas; gustaba de pasearse ya venían a oír de los lugares a la redonda; aqL;el deiensor enérgi-
por las rocas, viendo cómo el agua se esconde y labra en ellas, con co de los colonos que se resistían a permitir la esclavitud en el
tal finura que parece pensamiento. <Qué catecismos y libros de dele- Estado; aquel Ministro del Señor que no tenía embarazo en con-
trear habían de seducir a aquel hijo de un puritano activo y de una vidar a las armas, como los obispos antiguos, ni en hacer reír a sus
descendiente de escoceses románticos, que se embebecía e? las mú- oyentes con chistes brutales, ni en hacerles llorar con sus tiernas
sicas de la Naturaleza; que comparaba sus semejanzas y colores; memorias domésticas; aquel desenvuelto predicador que hablaba más
que observaba la sabiduría de sus cambios, la perpetuidad de la de los derechos del hombre que de los dcgmas de la Iglesia, cultivaba
vida, la eficacia de la mismd destrucción; que se sentía mudar, como una huerta para ayudar a los gastos de la casa; cuidaba de su ca-
las hojas y las plumas, con el invierno, que fortifica la voluntad; con ballo, su vaca y su cerdo, pintaba las paredes como su madre habfa
la primavera, que desata las aias; con el estío, que atormenta y pintado la alfombra; iy cocinaba, y corría con la limpieza de la va-
enciende; con el otoño, el himno de la tierra? jillal
“CConque me pedís mi plegaria de ayer?“-decía una vez Bee- Al fin, lo oyó predicar un día un viajero, por cuya recomenda-
cher.--“Si me enviáis las notas de la oropéndola que trinaba en ción lo llamaron de Brooklyn. iBrooklyn, del Este! Allá los pastores
el ramaje de mis árboles el último junio, o las burbujas tornaso- son gente de mucho libro; no dicen chistes en el púlpito; no cantan a
ladas de la espuma que en menudos millones se deshicieron ayer voz en cuello con sus feligreses; usan zapatos finos y sombreros de
contra la playa, o un segmento de aquel hermoso arco iris de la copa; <qué va a hacer allá el pastor de rostro bermejo y cabellera
semana pasada, o el aroma de la primavera violeta que floreció en suelta? Pero su mujer quiere ir, y van. Lo primero fue cambiarles el
mayo, entonces yo también, amigos míos, podré enviaros mi plega- guardarropa, porque el que llevaban era para reír: ella, unas mangas
ria.” Esa era su oratoria. El la improvisaba, porque conocía la abullonadas, y saya de vuelos; él, una levita flotante y locuaz, el
Naturaleza. Por la fuerza del lenguaje amó luego a los clásicos; sombrero risueño y caído sobre la oreja, el cuello a lo Byron.
de su abolengo de puritano le vino su ímpetu de reformador; pero Para reír también era la oratoria del pastor. iQué ademanes,
el amor fogoso a la libertad, la salud y la alegría, y la abundan- qué chascarrillos, qué transiciones súbitas, qué hablar de las COS-
cia y color de su elocuencia, le vinieron de aquellos profundos pa- tumbres de las ardillas y de los amores de los pájaros! iPues no
seos por el campo, y de su madre, que vivió en el jardín cuando lo discurría sobre política en el púlpito!: el mejor modo de servir a
tuvo encinta y fue amiga siempre de las flores. Dios es ser hombre libre y cuidar de que no se menoscabe la libertad.
Linos períodos parecían arrullos; otros, columnas de humo perfu-
mado; de pronto un manotazo en los faldones, un circulo dibujado
Es necesario que la juventud sea dura. Beecher fue al seminario; en el aire con el brazo. iY qué herejías! El no creía en la caída de
jamás aprendió el griego; supo mal sus latines; era el primero en Adán; el hombre estaba cayendo siempre; la divinidad se estaba
los ejercicios corporales, en correr, en nadar, en luchar, en tirar a revelando sin cesar, cada nido es tina nueva revelación de la divi-
la pelota; también era el primero contra las brutalidades del cole- nidad; los domingos deben ser alegres: el mundo no pudo haber sido
gio, el manteo, la bebida, el juego, el abuso de les menores. Pastor hecho contra IO que revela con su propio testimonio. Zumbaba el
fue el padre, pastores eran sus amigos, pastor lo hicieron a él; encono alrededor del púlpito. “iPor Dios, sáquenme al hijo del Este”
estas carreras heredadas malogran los hombres; la cogulla para decía Lyman Beecher. “Allí se sabe demasiado.”
146 losé Martí Ib.:
J ESCOGIDAS. T II
>l
147

iAh, sí! pero allí no se tiene la altivez pujante de los que se rica. Tenía de actor, de mímico, de títere. Lo gigantesco en él era
crían alejados de las ciudades populcisas. El traía su religión orea- la fuerza; fuerza en la cantidad y los matices de :a palabra, fuerza
da por la vida. El venía del Oeste domador, que abate la selva, para adorar ia libertad, con una pasión irenética de mancebo. iY
el búfalo y el indio. La nostalgia misma de su iglesia pobre le ins- todo se tocase menos ella! Aquel orador, acusado con justicia de
piró una elocuencia sincera y amable. Hacía tiempo que no se oían mal gusto, hallaba entonces ejemplos apropiados en ei tesoro de szs
en los púlpitos aceritos humanos. Le decían payaso, profanador, he- impresiones de la naturaleza; aquellos ojos azules centeileaban.
reje. Él hacía reír; él se dejaba aplaudir; iculpable pastor que se y se veía en el fondo el mar; aquel predicador de gestos burdos pro-
atrevía a arrancar aplausos! El no tomaba jamás su texto del Viejo ducía sin esfuerzo arengas sublimes. Ya era una no?a inesperada
Testamento, henchido de iras, sino que predicaba sobre el amor de y vibrante, que subía hendiendo el aire y quedaba azot3ndolo en lo
Dios y la dignidad del hombre, con abundancia de símiles de la alto, como un gallardete de bronce. Ya era un magnífico puñetazo,
Naturaleza. En lógica, cojeaba. Su latín era un entuerto. Su sin- dado con acierto mortal entre las cejas.
taxis, toda talones. Por los dogmas pasaba como escaldado. iPero No recargaba el raciocinio con ornamentos inútiles, pero solfa
en aquella iglesia cantaban las aves, como en la primavera; los ojos debilitar la frase por su misma abundancia. Escribió libros sin
solían llorar sin dolor y los hombres experimentaban emociones vi- cuento, por el cebo de la paga, que llegó al millón de pesos; inas
riles! nunca fue maestro de la palabra escrita; y se buscarían en él en
vano, a pesar de su amor a la Naturaleza, la expresión triste y
jugosa de Thoreau y aquella lengua raizal de Emerson. No hay
iQué importaba que sus mismos feligreses creyeran exagerada la que buscar en él la prosa caldeada, transparente y fina de Nathaniel
propaganda de su pastor contra la esclavitud? Ellos le habían admi- Hawthorne; pero esc bien se puede perdonar al que, descubriendo
rado cuando, afrontando la cólera pública, cedió su púlpito al evan- en todos los credos dignos del hombre el amor a este en que todos se
gelista de la abolición, a Wendell Phillips. iQuién ha de atreverse reunen, desmintió la frase fanática de aquel otro Nathaniel Ward,
con el pensamienio del hombre! Y ellos fueron, como él les acon- “la polipiedad es la impiedad del mundo”. La lengua inglesa, es
sejó, armados de garrotes. El púlpito crecía; de la nación entera verdad, no debe a Beecher ningún cuño nuevo, ningún ingrediente
venían a oír aquella palabra famosa. “iSiga al gentío!” decían los desconocido y olvidado, ningún injerto brioso. No ilustraba su asun-
policías a quienes les preguntaban por la iglesia. Allí solía encres- to con anécdotas, como Lincoln, sino con símiles. La imagen era
parse la elocuencia del pastor, y subir, como las olas del mar, en ra forma natura] de su pensamiento. El hombre era su libro. Casi
torres de encaje. Tundir solía, como el garrote de sus feligreses. puede decirse de él, aunque no c‘n tan alto grado, lo mismo que él
Pero era, en lo común, su discurso, coloreado y melodioso, como un decía de Burns: “Fue un verdadero poeta, no creado por las escue-
fresco boscaje por cuyos árboles de escasa altura trepan, cuajadas las, sino educado sin ayuda ni cultivo exterior.” El, como Burns,
de flores, las enredaderas, ya la roja campánula, ya la blanca no- pedía “una chispa del fuego de *la Naturaleza”: esa era toda la
chebuena, ya la ipomea morada. A veces un chiste brusco hacía ciencia que él deseaba.
parecer como si, por desdicha, hubiese asomado entre los florales
un titiritero; pero de súbito, con arte de mago, un recuerdo de niño
cruzaba volando como una paloma, e iba a esconderse, despertando Célebre era la iglesia de Plymouth en aquellos días en que,
a las lágrimas, en un árbol de lilas. marcado en la frente por Wendell Phillips, se decidía el Norte,
Corría el estilo de Beecher como las cañadas del valle, argentan- herido en sus derechos, a protestar al fin contra la esclavitud; un
do la arena, meciendo las frutas caídas y las florecillas, sombreán- flagelo de llamas era la elocuencia de Beecher; no se salía sin llorar
dose en las nubes que pasan, serpeando por entre las guijas relu- un solo domingo de su iglesia; exhibía en su púlpito a una niiía
cientes, derramándose en mil canales, entrándose por los bosques de esclava de diez años, y despertaba el horror de la nación; con las
la orilla y volviendo de ellos más retozonas y traviesas. Cuando se joyas que llevaban puestas libertaban otro día sus feligreses a una
ahondaba el camino. cuando enardecía aquel estilo la pasión, despe- madre y su hija. Cuando el rufián Brooks golpeó brutalmente, en el
ñábanse sus múltiples aguas, y allá iban, reunidas y potentes, con Senado, con el puño de su bastón, al elocuente abolicionista Sumner,
sus hojas de flores y sus guijas; mas luego que el c;imino se sere- los magnates de Nueva York no invitaron a Beecher a protestar
naba, volvía aquella agua, que no tenía fuerza de río, a esparcirse con ellos en su reunión solemne; pero Beecher fue a ella; lo vio
en cañadas juguetonas. el público; lo echó sobre la tribuna, abandonada por los magnates
No se poseyó la palabra nueva, el giro abrupto, el salto ínespe- medrosos, iy halló en aquel instante de soberbia emoción palabras
rado, la concreción montuosa de los creadores. El era criatura de históricas que todavía flamean, tal como lloran las que dijo cuan-
reflejo, en quien su pueblo se manifestaba por una voz sensible y do voló la luz de Lincoln!
142 JosC Mcrli OBRAS ESCOGIDAS T. II 149

Mas iqué era el entusiasmo de sus compatriotas, el saludarlo clarado por su iglesia exento de culpa, ni entonces, ni luego, aba-
por las calles, el llenarle el púlpito de lirios, el recibirlo en triunfo tió la cabeza. Cn diario implacable ha estado en vano esigikndole
las ciudades, comparado a su gloriosa defensa de la Cnión Ameri. confesión con amenazas dantescas. Beecher, regocijado y rubicundo,
cana en Inglaterra? Los ingleses, menos enemigos de la exlai-itud era el primero en las juntas políticas, en las reformas, en las cam-
que de la prosperidad de los Estados Unidos, ayudaban a los con- pañas de elecciones, en las reuniones de teatro, en los festines. La
federados. La Union corria peligro; aquella tinión. mirada enton- opinión, agradecida o indiferente, continuó honrando en público
ces como la primera prueba feliz de la capacidad del hombre para a aquel a quien en privado creía culpable.
gobernarse sin tiranos. ;No en balde, con tal causa, halló Beecher
ea sus debates de Iliglaterra aquellos arranques portentosos! iPara
eso se han hecho los montes, para subir a ellos! Quien ha visto aba- Culpable pudo ser; mas su pecado será siempre menor que su gran-
tir toros, ha visto aquella lucha. Hablaba bajo tormentas de silbi- deza. Grande ha sido, porque fustigó sin miedo a su pueblo cuando
dos. Las deshacía con un chiste inesperado. Su auditorio, compuesto lo creyó malvado o cobarde; y, para extirpar de su país la escla-
en su mayor parte de muchedumbre sobornada e ignorante, tenía vitud del hombre, hizo a su lengua himno, a su iglesia cuartei, y a
a los pocos momentos húmedos los ojos. iComo le movía, con aiu- su hijo soldado. Grande ha sido, porque la naturaleza le ungió co;1
siones a sus propias desdichas, las entrañas! &on qué fortuna, de la palabra, y aunque la usó en un oficio que apoca y estrecha,
un revbs del discurso, echaba a iierra una interrupción insolente! nunca la puso de disfraz de su interés, ni engañó con ella a los
Era duelo mortal: él, con sus hechos, sus chistes, sus argumentos, hombres, ni le recortk jamás las alas. Grande ha sido, porque. como
SM cóleras, sus lágrimas; ellos, cercando su tribuna, frenéticos, en- el cielo se refleja en el mar con sus luminares y tinieblas, su pueblo,
señándole los puños, vociferando; imas siempre, al fin, domados! que es aún la mejor casa del derecho, se reflejó en él como era.
Esgrimía, aporreaba, fulminaba. Era invencible, porque llevaba la amigo del hombre y ciclópeo. Grande ha sido, porque, creado a los
patria por coraza. ;Cuán fácil es lo enorme! jcuán poco pesan las pechos de una secta, no predicó el apartamiento de la especie hu-
tareas grandiosas! mana en religiones enemigas, sino el concierto de todo lo creado
en el amor y la alegría, el orden de la libertad y la ventura de la
muerte. Y cuando salió,de su iglesia para no volver a ella jamás, a
Vinieron luego los días del triunfo, cuando él, que defendió a !a ia hora en que el sol de la tarde coloreaba el pórtico en su última
l-Inión ev Inglaterra fue llamado a proclamarla en nombre de Dios luz, iba de la mano de dos niños.
sobre aquellas mismas murailas de Sumter que por primera vez la
vieron abatida. Vinieron los días amargos de la política mezquina,
cuando él, que había ayudado a levantar a la nación contra el La Nación, Buenos Aires, 26 de mayo de 1887
0. c., t. 13, p. 33-43.
Sur esclavista, pidió luego en vano, con palabras que cayeron al
suelo con las alas rotas, que los vencidos entraran en la Unión
con su derecho pleno de hijos. Vinieron luego los días del escán-
dalo, cuando a él, el pastor adorado, lo acusó el orador celoso a
quien alzó a la fama y casó con una de sus íeligresas, de haber des-
lucido la majestad de su vejez con el hurto de la mujer ajerìa. iBien
pudo ser, porque el amor de una mujer joven trastorna a los ancia-
nos, como si voiviera a llenarles la copa vacía de !a vida! Sentaron
al pastor en el banquillo; fue su proceso la befa nacional. Que se
habla insinuado en el alma de su oveja; que no había dejado el hombre
a la puerta, como debe el pastor cuando va de visita a las casas;
que le había bebido la mente con místicos hechizos; que había caído
sobre Danae, merced a las vestiduras divinas. El jurado era un
teatro; se oyeron cosas que daban vergüenza de vivir; cien mil pesos
pedía Tiiton, el orador celoso, por su honra; la esposa del pastor se
sentó siempre a su lado, con adorable forta!eza. Protestó Beecher
ante Dios, en escena dramática, de su inocencia; ccmplacíase su
acusador en darle vueltas por el lodo, como a su presa un perro
envenenado. El tribunal ni absolvió ni condenó a Beecher, que, de-
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 151

MÉXICO EN LOS ESTADOS UNIDOS butar honores al Presidente de Ia Compañía de Ocupación y De-
sarrollo del Norte de México, al coronel Cutting. Presidia el coronel
Sucesos referentes a México W. Gibbons, conocido abogado; canadienses había muchos, a más
de los delegados de la Liga, cuyo objeto inmediato es “aprovechar-
se de cualquier lucha civil en México, Honduras o Cuba, para obrar con
celeridad y congregar su ejército”; pero no había ningún hondureño,
ningún cubano, ningún mexicano. “La ocasión puede 14egar pronto”,
decía el Presidente; “lo cierto es que puede llegar de un momento
a otro”. ;“Honduras también?” preguntó un neófito. “iOh, sí, vea
el mapa de Byrne. Honduras tiene muchas minas,” “iQue no nos
tomen en poco”, decía un orador, “que lo que va detrãs de nosoiros,
nosotros lo sabemos; con menos empezó Walker hace treinta años!;
sólo que tendremos cuidado con no acabar como él.”
Nueva York, 23 de junio de 1887 Nueve años hace quedó establecida la Liga de Anexión, y hoy
cuenta, repartidos en los varios estados de la República, y “prontos
Señor Director de El Partido Liberal: a acogerse al banderín de marcha” más de diez mil afiliados, “gente
buena”, dice uno de los informes, “a la que cuesta esfuerzo reprimir,
Estos días han sido mexicanos. Que México tendrá pronto pero los tiempos no están aún maduros para una agresión aislada
en Washington un palacio digno de él; que el comercio entre México e independiente”. Cada delegado de las ramas numerosas de la
y los Estados Unidos recibirá un súbito empuje con el nuevo tratado Liga leyó su informe, y de ellos y de sus conversaciones, resulta
de ccrr:os, según el cual pueden enviarse cartas y paquetes a la que tienen fe en la espalduda canalla que, impaciente de guerra y
otra margen del Bravo, por lo mismo porque circulan en los Estados saqueo, se cría siempre, como las setas venenosas de las mejores ma-
Unidos; que la hija de Juárez, el indio que crece, fue agasajada en deras, en los pueblos fuertes de muchos habitantes. Su deber es
la Casa Blanca; que unas fieles amigas peregrinaron a la tumba acudir a la primera voz de mando. Les sobran afiliados, dicen, lejos
de Helen Hunt Jackson, la que con tal arte y ternura contó en su de faltarles. Su organización es la de un ejército de reserva.
novela Ramona las desdichas de los indios de México, cuando la De todo el Sur y el Este del Canadá habían venido para esta
conquista de California; que en un salón, con poca luz, se reunieron Junta magna delegados especiales, y no de poca monta, pues dos de
para oír a Cutting los delegados de la Liga de Anexión Americana, ellos son diputados en el Parlamento del Dominio. ?Ni cómo pueden
y hablaron cosas torvas; que es una maravilla la loza tornasolada tomarse enteramente a la ligera, por lo menos en cuanto hace al
de los indios de Santa Fe, y pudiera convertírsela en una pingüe Canadá, los trabajos de la Liga, cuando a la vez que celebra una
industria; que el Ameritan Magazine, buena revista, trae en artículo convención especial para afirmar sus relaciones en el país vecino y
limpio de iras, sobre la Villa de Guadalupe y sus piedades y leyen- tratar con sus representantes, piden los diarios demócratas, el Sun
das; que Charles Dudley Warner, el escritor pintoresco y afamado, y el World, sin escándalo de los demás, que el partido haga dogma
describe sin bondad en el Harper’s Magazine su viaje por Toluca, de su programa la anexión del Canadá a los Estados Unidos? En
Pátzcuaro y Morelia. Veamos todo esto, Desembaracémonos pri- New Brunswick no hay un solo ciudadano que quiera ser inglés,
mero de lo desagradable. Asistamos al salón de poca luz. Para dijo uno de los diputados, y todo Manitoba es anexionista,
conocer a un pueblo se le ha de estudiar en todos sus aspectos y --iY a México, por qué no?-preguntó al Sun otro diario.-Pues-
expresiones: ien sus elementos, en sus tendencias, en sus apóstoles, to que está tan cerca de nosotros y nos es tan necesario como el
en sus poetas y en sus bandidos! Dominio?
-No debemos querer a México-respondió el Sun,-porque su
anexión seria violenta, inmaterial y odiosa, sobre que nos fuera
Era de noche, como conviene a estas cosas, cuando en los salones incómoda, porque allí, ni las instituciones, ni la lengua, ni la raza
de un buen hotel de New York, se reunieron en junta solemne los son las nuestras, y no habría modo de llegar a una asimilación fe-
directores de la Liga de Anexión Americana y los delegados de cunda; mientras que en el Canadá vienen de ingleses como noso-
todas las ramas de ella, para hacer un recuento de sus fuerzas y tros, como nosotros hablan inglés, y como nosotros desea el pais
mostrar su poder a los misteriosos representantes que los estados confundirse con nuestra República. Y eso mismo dijeron en la junta
anexionistas del Canadá envían a la Liga, a Ia vez que para tri- los canadienses, que no son conocidos por su nombre, sino por nú-
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 153
152 fosé .Uarti

dado de ellos. Guadalupe le parece “la población más interesante de


meros, para que no les caiga encima por traidores su gobierno na- los alrededores de la capital”. La Sacristía le recuerda La I/icarín
t iV0. de Fortuny. Cuenta sin burla las aventuras de Juan Diego; el cre-
Pero este asunto, con ser tan importante, lo parecii menos a la cer de las rocas en la piedra viva; el miiagro de que, a! llegar a la
junta que !a preser?cia del coronel Cutting.-“Viene, se decían en casa del Obispo, las f!ores hubiesen pintado el retrato de la Virgen-
susurros, a unir las fuerzas de la I,iga de Anexión con las de la Com- cita en la frazada; cuenta las hazaiias de la de Guadalupe, en su
pañía de Ocupación y Desarrollo del Norte de México”.--“Sí, a eso formidable pelea cc.n la de los Remedios; en el día de los muertos,
viene, se trabaja mucho. Las dos asociaciones van a celebrar una ve, entre las sepulturas cubiertas de flores, la tumba de Santa Anna
asamblea”.--“¿Dóncie?--En Niágara Fatls”.-“i Ah! ;en la frontera con una sola corona, la de su esposa; azota “el gran vicio nacional,
del Cailadᔓ--‘* ¿De qué se trata, pues, primero, del Canadá o de
el juego”, aunque observa que el mexicano no juega tanto por la
MRxicoi” ganancia como por los lances y la novela de la diversión, y porque
Y en medio de esos comentarios, todos al caso y ciertos, iba expli- se vea que sabe perder como sabe morir.
carido Cuttíng a la junta, que lo oyó con favor, la organización de Pero ien cuán distinto espíritu está inspirado lo que Charles
“.as fueri,as de la Compañía”, después de haber pretendido encen- Dudley Warner, que aquí campea entre las autoridades literarias,
der el odio con la leve pintura de su prisión en México, que acaso escribe sobre su viaje, superficial y pretencioso, por Toluca, Pátzcua-
procuró para servir de buen pretexto a la Compañía invasora. Allí ro y Morelia! Nadie, en verdad, pudiera atestiguar mejor sobre aque-
dijo lo que debe repetirse y los periódicos todos pubiican:-que los lla hermosura natllt.al, y evocar con palabras, vivas como colores,
soldados de la Compañía pertenecen a estados diversos, pero son los soberbios cambiantes de aquellas puestas; porque él es escritor
más los del Sur, por irles más de cerca; que ya son quince mil, elegante y personal, que comparte con John l3urroughs el mérito de
prontos a una llamada; que el objeto de la Compañía es desposeer a describir con ternura la naturaleza, y la ama como Thoreau, el so-
Méxicn de Ios estados del Norte, y en especial de Sonora, Califor- litario de Concord, mas no con la pasión desmedida de aquel ere-
nia, C!li!!uahua y Coahuíla; que “su gente” es probada, toda de mita desconsolado, sino con gracia de artista francés, y en virtud
aventura, y hecha ya la mano a empresas tales, gente recia y sin de una fina y vehemente necesidad de color y hermosura.
miedo. Dijo, en fin, lo que no puede ser, que Nuevo León y Tamau- Hay en sus estilos la misma diferencia que entre sus perso-
lipas, semejantes a un hijo que acaba de asesinar aquí a su madre nas:-Thoreau, enjuto, cenceño, de ojos dolorosos y fijos, de cabe-
porque ella se empeñaba en hacerlo ir por bien, están dispuestos a llo despeinado e hirsuto, raso el labio de arriba, como un lacedemo-
acogerse a los Estados Unidos; y dijo la vulgar locura de que, con nio, la boca comprimida, para que no se le saliese por ella la tris-
tal de echar a su gobierno abajo, muchos mexicanos ayudarian a la teza, y la barbilla en barboquejo:-Warner, pulcro en el traje, amigo
invasión, a pesar de su odio al Norte.-Va a reunirse una asamblea de gustar, nariz montada, ceja rasgada, ojo adoselado, frente grie-
preparatoria de la genera! en New Orleans. ga, cabello rico, partido a ia mitad; barba apostólica. Conoce su
Ya tienen escogido el hotel donde la general va a celebrarse jardín hoja por hoja. Se ha sentado a horcajadas junto al árabe. Ha
en Niágara Falls. A Cutting, para su persona, nada le falta. Ahora ido, buscando la gracia, al Levante y el Nilo. Despuks de eso, ve a
urgiría que todo lo favorab!e a México se propalara y cundiese, Morelia, y exclams: “iEs lo más bello que he visto!” Pero no merece
para que cuando por una u otra parte alzasen cabeza estos bandidos, escribir para los hombres; porque no sabe amarlos.
no estuviera la opinitn de acá indiferente o inclinada en su pro. Ve bien en los detalles; pero ;de qué le sirve, si no ve con ca-
sino sintiera que le venía de la conciencia el freno; lo que no puede ririo? Pinta bien lo que ama, los lagos resplandecientes, los sembra-
lograrse sino aprovechando, y con prisa, toda ocasión de inspirar dos lucidos, los coros de montañas, arrebujadas como las vírgenes
respeto a quienes pueden ser, con su obra, o su bolsa, o su indífe- en velos vaporosos; mas el mérito no está en eso, pues para eso no
rencia, hostiles. <No cuentan ahora mismo los historiadores de Lin- hay nada que vencer sino en domar la antipatía, si se la tiene, y pin-
coln cómo atizaban año sobre año los espíritus turbulentos de la tar con lealtad, y como si se le quisiera, aquello que por naturaleza
frontera; ctjmo provccarsn; como intentaron. una y otra vez; cómo no se ama. No es que todo sea bueno, ni que haya de disimularse
al fin trajeron la guerra, entre el Sur y el Norte, de que eran ellos lo malo que se ve, porque con cosméticos no se crían las naciones,
litigo y vanguardia? Las saetas venenosas no son más que saetas, ni con recrearse contemplando en la frente inmóvil su hermosura;
pero matan. Y es bueno conocerlas y prevenirse contra su uso. pero todo se ha de tratar con equidad, y junto al mal ver la excusa,
El que describe a Guadalupe en el Ameritan Magazine, no pone y estudiar las cosas en su raiz y significación, no en su mera apa-
por cierto su leño en esa hoguera. El, Arthur Howard Noll, no es riencia. iPues si acá fuera a juzgarse el país por la corteza, y no
de los que busca en las estatuas los lunares; él no estudia a los se mirara a sus brutalidades con la piedad y razón que son menes-
vecinos por lo abscluto, como no se les ha de estudiar, sino en re- ter para excusarlas! Los pueblos, Warner, son como los obreros a
lacitn con sus antecedentes, que PS como queda el observador pren.
154 José .Marfi OBRAS ESCGGICAS. T II 155
-

la vuelta del trabajo, por fuera cal y lodo, ipero en el corazón las ble y sencilla, que el colegio es excelente. aunque sobran en su libre-
virtudes respetables! ría pergaminos inútiles y faltan los libros de la vida nueva. Las
Entiende la naturaleza, pero es escritor estrecho, que no sabe ílores lo guían; Morelia sale de sus manos como una maga que
salirse de su raza, como aquel del cuento indio, que porque tenía invita al mundo a reparar las fuerzas en su seno; hay suave tristeza
asido al elefante por una pata, sostenía que todo era pata. Por en el éxtasis con que admira cada nuevo espectáculo. Las flores lo
sobre las razas, que no influyen más que en el carácter, está el es- llevan, no le enseñan castellano, porque dice que “calzada” quiere
píritu esencia! humano, que las confunde y unifica: sus emperadores decir “sombrío”, pero describe la calzada como bóveda sacra y opu-
tienen el pensamiento, que son los que ven de alto y en junto, como lenta, y entra en paz el espíritu, sólo de divisar en la pintura las
Emerson, y sus alfereces, que son los que de andar en los asuntos guías de carmelina, asomadas a los muros blancos para ver pasar al
de su compañía todo lo quieren modelar por ella. Búfalo vencido. Y llega a la Alameda por el noble acueducto que
Como Warner. Entiende la naturaleza, mas en cuanto les ve trae a su memoria, con lo que alcanza a ver entre los arcos, los
cambiar de color, ya no entiende a los hombres. ilástima de estilo, paisájes menos bellos de la campaña romana, donde nada hay que
porque de veras escribe con cierto calor, precisión y viveza en todas se compare en su poético abandono a aquel paseo, a la vez jardín
partes desusados! y bosque, con una que otra choza de labrador en los canteros, cer-
Toluca le parece limpísima ciudad, y preferible en esto a todas cada de claveles, con su follaje espeso y elocuente, con su rumor
las de los Estados Unidos; le recuerdan el Oriente las columnas egip- que acalla los pesares, con la divina quietud del poeta persa. iRepa-
cias de! mercado, y la capilla con su dombo de azulejos. Admira ra, el malagradecido, en que los bancos no están bien cuidados!
estático la perfección de los cultivos, no sin enseñar su vulgar preo- Luego, más vale no leerlo. iPretende juzgar la ciudad, quien no
cupación. “No creíamos, dice, hallar en México tan celosa agricul- sabe que allí vivió Ocampo! !Quiere dar voto sobre la gente del
tura.” La puesta de sol, vista desde un cerro que domina la po- país, y no pregunta dónde peleó Rayon! !Que son mestizos; que los
blación, “es uno de los más bellos espectáculos de! Universo”. El extranjeros tienen que sobornar a los jueces para obtener justicia;
viaje a Morelia le impacienta por lo lento; y el viaje a Toluca le que los amantes se entienden a señas por las ventanas, como si no
entretuvo reflexionando en lo mucho que robaban antes por allí fuera esto mejor, sin ser loable, que estrujarse en el Parque Central
“estos mexicanos, que al parecer con el favor de la opinión pública por los rincones; que los novios, como cosa nunca vista y pecado
variaban la monotonía de sus ocupaciones ordinarias con la del robo especial de México, se ganan a las criadas para hablar con las no-
en despoblado”; como si en los Estados Unidos no se hubiese ro- vias en sus habitaciones; que a un americano le permitieron una
bado de la misma manera, cuando vivían sus comarcas en el mismo vez depositar en una elección el voto de sus trabajadores ausentes;
aislamiento y condición primitiva en que estaban, cuando eso pudo que en las fiestas de la plaza, adornada de carnavales, vio a los
decirse, las de México; como si los enormes fraudes que comete en “petimetres de la ciudad, de piernas pobres, jovenzuelos sin seso,
los Estados Unidos, en lo cabal de su civilización, la gente culta, y escoria de una civilización degenerada, sin virilidad y sin propósítc”.
de los que México está casi libre, no revelasen una corrupción na- ]Este Warner merecería que se le pusiera, como en tiempo del
cional más vasta e inexcusable que el bandidaje romanesco, fatal se- Cid, la mano en la barba! !Couque las piernas fuertes hacen los
cuela de las guerras, en soledades sin vigilancia y sin medios de corazones animosos!
trabajo; !como si en México, dondequiera que ha aparecido el trabajo, !La civilización en México no decae, sino que empieza!
no hubiese desaparecido el robo! ]La han levantado de sobre un cesto de hidras, con brazos que
Al fin llegó a Morelia, después de ver el lago Cuitzeo, que cree esplenderán en lo futuro como columnas de luz, un puñado de hom-
más bello que el de Winnipiscoyee, o el afamado lago George; des- bres gloriosos! !Ha sido la heroica pelea de unos cuantos ungidos
pués de apuntar que los indios de México, viven como cuando Cortés, contra los millones inertes, y contra privilegios capaces de ampararse
!como si hubiese cosa más triste, fuera de las escuelas de Hampton de ]a traición! ¿Que civilización heredó México, cuando ya tenla el
y Carlyle, que los indios norteamericanos; como si no los tuviera brío propio necesario para declararse libre? !Esa nación ha nacido
extenuados la desolación o el vicio; como si Helen Hunt Jackson no de esas piernas pobres y de unos cuantos libros franceses! !Más ha
apellidase este siglo, po.r el maltrato de los indios, “un siglo de in- hecho México en subir a donde esta, que los Estados Unidos en
famia”; icomo si de los indios norteamericanos hubiese surgido un mantenerse, decayendo, de donde vinieron! Quede Warner en paz,
Juárez! que fuera hablar más de el, darle la gran lanzada al moro. iPiernas
Llega a Morelia, y allí escribe sus páginas con rosas; se siente pobres! Davides han hecho más que Goliates; Bolívar pesaba tanto
en su estilo la noche serena y el aire aromado; las flores invisibles como su espada; Don Migue! Hidalgo llegaría a unas ciento treinta
danzan en torno del búfalo, y 10 doman; ellas le dejan ver que la libras; las iernas pobres no arremetieron mal el Cinco de Mayo.
ciudad es un árbol de jazmines, que el orden reina en Morelia adora- iPiernas po Ii res!; precisamente era así el guía que cierto caminante
156 losé ‘Mlvfi

llevaba una vez de Acapulco a ,‘\léxico, el cual camino acabó con LA EXCOMCNI6N DEL PADRE MCGLYNN
una buena suma a la cintura, sin que nadie le robara; era asi el guia
poco de carnes y años, sin seso y zancudo; pero como un francés cori
pulento, que se agregó a la caravana, diera en punzarlo y hacer
burla de él, llegando, porque lo creyó ilojo, a mover mucho el sable
y desafiarle el valer, saltó el mozo de su arria con ta! vuelo que
pareció a todos gigante, y más que a nadie al francés, que escondió
el sable en cuanto le vio al mozo los ojos, tan encendidos que no
había modo de hacerle seguir camino hasta que el francés no se
bajara de su caballo y aceptase el combate. Al francés no le pareció
el mozo ipiernas pobres!-Pero, ;ah, de esos juicios de viajeros, que
no se responde al punto y en su propia casa, se hace aquí lenta-
mente el juicio nacional, que México no ,ha de querer que le sea
en las malas horas enemigo! CURSO DEL CONFLICTO CATOLICO EN LOS ESTADOS UNIDOS.-LUCHA
INWTIL DE MCGLYNN POR INTRODUCIR EL ESPIRITU Y PRACTICAS DE
El Partido Liberal, México, 7 de julio de 1887. LA DEMOCRACIA EN LA IGLESIA AMERICANA.-SINTESIS DE LOS AR-
0. c., t. 7, p. 50-57. GUMENTOS, DISCURSOS Y ESCRITOS SOBRE EL CONFLICTO.-ACTITUD
DE LA POBLACION CATOLICA-LOS SECUACES DEL PADRE.-EL DIA DE
LA EXCOMUNION.-LA GENTE ACUDE EN PROCESIONES A OIR A
MCGLYNN Y LLENA DOS TEATROS.-EXTRAORDINARIA ESCENA EN LA
ACADEMIA: DE MUSICA.-OVACION SIN EJEMPLO.-ENTRADA DEL PA-
DRE.-INCIDENTES CONMOVEDORES.-SU DOCTRINA.-SU ORATORIA.-
SU DISCURSO.- “iCONTIGO HASTA LA MUERTE! ’

Nueva York, julio 20 de 1887

Señor Director cie El Partido Liberal:

Aquel sacerdote de vida pura ql.,13 estudió la Iglesia con el filial


cariño que tienen por ella los irlandeses y los polacos; aquel varón
de cuerpo y alma atléticos que en el goce de consolar males ajenos
halló modo feliz de no sentir los propios; aquel párroco fuerte que
antes que ceder de su derecho de hombre a pensar por sí en los pe-
ligros y remedios de la patria, ha consentido en que el Papa fulmine
sobre él la excomunión mayor, que resbala sobre su virtud como SO-
bre el acero una gota de agua; aquel McCilynn de bravo corazón
en quien, a lo que su pueblo se degrada y pudre, vuelve a encarnar-
se el soberano espíritu de rebeldía y examen, a que deben los hombres
su adelanto, y su oleo y saneamiento las naciones; aquel católico
ardiente que ha halla-do natura! mallera de servir con el alma de
Hutten y de Zwinglio a !d !ibertad sin que se entibien en él ni en
sus feligreses e! culto pintoresco y la fe acliva del dogma,-ha sido
al fin excomulgado por el Papa.
iConque el que sirve a la libertad, no puede servir a ia Iglesia?
;Conque hoy, como hace cuatro siglos, el que se niega a retractar
ia verdad que ve, y que la Iglesia acata donde co ptede vencerla,
o tiene que ser vil, y negar lo que está vienda, o en pago de haber
levantado en una diócesis corrompida un templo sin mancha, es
158 José Mar!i OBRAS ESCOGIDAS T II 159

echado al estercolero, sin agua bendita ni suelo sagrado para su Las religiones todas son iguales: puestas una sobre otra, no se
cadáver? iConque la Iglesia se vuelve contra los pobres que la sus- llevan un codo ni pna punta: se necesita ser un ignorante cabal,
tentan y los sacerdotes que estudian sus males, y echa el cielo en como salen tantos de universidades y academias, para no reconocer
la hora de la hiel del lado de los ahitos, y arremete con ellos, como la identidad del mundo. Las religiones todas han nacido de las
en los tiempos del anatema y IU flor del Papado, contra los que no mismas raíces, han adorado las mismas imágenes, han prosperado
hallan bien que las cosas del mundo anden de modo que un hombre por las mismas virtudes y se han corrompido por los mismos vicios.
vulgar acumule sin empleo lo que bastaría a sustentar a cincuenta Las religiones, que en su primer estado son una necesidad de los
mil hombres? <Conque la Iglesia no aprende historia, no aprende pueblos débiles, perduran luego como anticipo, en que el hombre
libertad, no aprende economía política? ;Conque cree que este mun- se goza, del bienestar final poético que confusa y tenazmente de-
do de ahora se gobierna a cuchicheos y villanías, dc barragana he- sea. Las religiones. en lo que tienen de durable y puro, son formas
dionda en rey idiota, de veneno en cuchillo, de calabozo en pica, ¿e la poesía que el hombre presiente; fuera de la vida, son la poesía
de chisme en intriga, de augurio en excomunión, de corn+licidad en del mundo venidero: ipor sueños y por alas los mundos se enlazan!:
venta, como en los tiempos de Estes, Sforzas y Gonzagas? giran los mundos en el espacio unidos, como un coro de doncellas,
iAh, no! El mundo ha crecido. Queda aquella caballerosa condi- por estos lazos de alas. Por eso, la religi0n no muere, sino se ensan-
ción del alma, por la que el hijo ama la fe paterna como voz que no cha y acrisola, se engrandece y explica con la verdad de la natura-
muere, y cuerpo que no se pudre, de sus padres. Queda aquella leza y tiende a su estado definitivo de colosal poesia. Las religiones
primera marca de las aulas, que aturde el espíritu y quema en él todas, fuera de aquellas ya aventadas que en anuncio de la final
la yerba, como quema la marca el cabello en la piel de los brutos: religión poética han establecido la razón, tienen sus milagros, sus
itiene el mundo quien tiene el poder de poner sobre los niños las arúspices, sus oriculos, sus ídolos, sus Juggernaut que tunden y
primeras manos! Queda, en la sordidez perpetua humana, aquel fulminan, hasta que, negados los fieles a creer que la palabra de
inexhausto y dócil anhelo de los corazones, altos como llanos, flojos Dios sea enemiga del albedrío, condiciones y virilidad que nacen
como viriles, por un país de piedad y un mar sin ruido donde se con el hombre, se acercan a Juggernaut con maza en mano, le desci-
vive sin crimen y sin odio, y halle el alma su asiento, que el igno- ñen el manto, le quitan las faldas de forma de flores, le quiebran el
rante busca sin saberlo, y el que conoce, con el cansancio de cono- vientre esférico, le levantan el capuz funeral, orlado de luminosa
cer, espera airado. Queda aquella poesía innata en el alma más exi- pedrería, y en vez de la palabra de DIOS, a que enseguida corren a
gente mientras menos culta, y a cuya actividad involuntaria o torpe alzar templo, encuentran un tablón viejo y roído, con los pies y las
dan pueblo alado y regocijo hecho los mitos religiosos, o aquellos manos de cartón pintado, como los gigantes de las ferias.-Así, mon-
símbolos, enriquecidos con lo que la mente levantisca añade o forja, tados en ira por la desvergüenza con que la Iglesia oficial trafica
en los que el que mira de prisa cree ver a Dios, cuando lo que está en sus derechos de hombres libres, tratan los católicos de Nueva
viendo lo es de veras, porque es el hombre. Por eso, porque nacen York, maza en mano, al poder papal que excomulga en mal hora al
de la esencia del alma y se fabrican naturalmente de sus elementos, cura virtuoso.
perduran, entre los cultos como los salvajes, las religiones. Pero
aquellos emperadores despavoridos que iban envueltos en sayales,
desmelenados y descalzos, a tocar en la puerta de hierro del Pon- Al fin se está librando la batalla. La libertad está frente a la
tífice prepotente, para que les sacase, como un manto de zarzas, la Iglesia. NO combaten la Iglesia sus enemigos, sino sus mejores
excomunión divina; aquellas hordas de labriegos testudos, sin más hijos. {Se puede ser hombre y católico, o para ser católico se ha
vestir que el sayo, supersticiosos y bestiales, calzados de alpargatas; de tener alma de lacayo? Si el sol no peca con lucir icómo he de
aquel pueblo de ayer, crudo y espantadizo, está tomando asiento de- pecar yo con pensar? iDónde tienes tú escrita, Arzobispo: Papa.
la?tero, y viendo como limpia el templo humano de víboras y mo- dónde tienes tú escrita la credencial que te da derecho a un alma?
mlas. De vez en cuando es necesario sacudir el mundo, para que ;Ya no vestimos sayo de cutí, ya leemos historia, ya tenemos curas
lo podrido caiga a tierra. buenos que nos expliquen la verdadera teología, ya sabemos que los
<Que se e’ercita el hombre en vano? <Que no madura, desde obispos no vienen del cielo, ya sabemos por qué medios humanos,
Delfos hasta d mérica? CQue, poseyendo razón suya, ha de pedírsela Por qué conveniencias de mera administración, por qué ligas culpa-
al oráculo? {Que cree como antes en Veliedas, en Pia-atnas, en bles con los príncipes, por qué contratos inmundos e indulgencias
Mokannas? Ya ha arrancado su velo a los profetas; ya ha visto vergonzosas se ha ido levantando, todo de manos de hombres, todo
por dentro el andamio vestido de elefante donde entraba el augur como simple forma de gobierno, ese edificio impuro del Papado!
a fingir la palabra divina; ya ha desmontado a Juggernaut terrible, Como si los hubieran citado a batalla salieron de sus casas los
y visto que no era más que una armazón ventruda de madera. católicos la mañana en que se publicó la excomunión. iNi un santo
OBR.\S ESCOGID.4S T II 161

descolgi, de la pared ninguna de aquellas devotas, ni un solo dogma ,la Iglesia y ia libertad pueden vivir unidas!: todo era sonrisas, faci-
suspendió en sus rezos! “Dios mío, cqué ha hecho este padre de los lidades, hacerse a UI! lado para no estorbar el uaso, oír amablemcn-
pobres, este enamor,ado de la Iglesia. este cura de almas, para que te la opinión ajena. Pero todas las iglesias se juntan, las de la reli-
lo echen de SI: altar esos codiciosos. intrigantes, glotones, lamerricos, gitin como las de la política: ;los intereses reúnen hasta lo que ha
que vilen chi-meando como dueñas y aleteando como brujas, en el di\,idido la fe!: las autoridades, por instinto, se coligan contra los
Arzobispado de mármol? ;Conque el Papa lo ha excomulgado, y mi que padecen de ellas. Así hablaba la Iglesia:-Al político: “Dame
conciencia no me remuerde, sino que me llena de ardor, y Dios me cs?a tierra, esta ley, este derecho exclusivo: yo haré que vote por tu
dice de adentro que vaya a besar la mano al padre; y porque se las candidato mi rebaño.” Al rico: “Las masas se están echando enci-ma:
soy a mandar con mi hijo, me parecen más lindas las rosas?“-Y sólo la Iglesia prometiéndoles justicia en el cielo, puede contenerlas:
los hombre‘;, con las levitas a medio poner, daban con el pufio so- cs necesario hacer frente a las masas.” Al pobre: “La pobreza es
bre los diarios, en los corrillos de las aceras:-“;Como si un italiano que divina: ;qué cosa nlás bella que un alma fortificada por la resigna-
no sabe dbnde está Nueva York, pudiera venir a decirme cómo debe- cibn?: allá en el cielo se encuentra luego el premio y el descanso!“--Y
mos cobrar en Nuez-a York las contribuciones! Conque el sol no se aquí, donde cada mañana, como se avienta en la era el trigo, se
enoja porque se le diga que tiene manchas, cy el hijo de un país libre, zvienla al sol la vicia pública; donde todo se inquiere y se comenta;
porque lleva la túnica del que murió por sacar a los hombres de donde lo descarnado y ansioso de la existencia habitúa al hombre
pena, no puede decir, cuando ya se tiene el hambre encima, cómo se a la realidad brutal; aquí, entre esta gente sanguínea y musculosa,
remedia el hambre?“---“Di, Smith, ¿te sientes tu excomulgado?“-“No, hecha a la verdad y el puñetazo, eno habían de verse esos comer-
Jones, me parece que empiezo a ser católico ahora.“-Así al llegar cios, esas traiciones, del voto católico a los políticos, esas ventas,
la noche, cuando se acercó la hora en que Eduardo McGlynn, expulso esas ligas de los ricos de todas las sectas, esa osadia de hablar de la
de la ig!esia aquella mafiana, debía hablar en la reunión del domín- pobreza de Jesús y vivir de faisán con vino de oro en pompa de
go de la Sociedad contra la Pobreza, miles de católicos, vestidos de palacio, deslizando la púrpura suave entre altas damas, que gusten
fiesta, acudían de todos los barrios de la ciudad y los pueblos ve- tie los clérigos blandílocuos? Así, cuando cayeron sobre el piadoso
cinos-la abuela, la madre, el hombre mayor, los niños y las ni- sacerdote que con la discreción de la sabiduría busca remedio en las
ñas-ia recibir al excomulgado! leyes para evitar la revuelta sangrien?a de los desesperados, se alz5
No era la hez de las ciudades europeas que viene aquí ya a me- contra estas excrecencias de Jesús el pueblo que lo ama, y a la exco-
dio podrir, y como torre viva hincha las casas fétidas de los barrios munión de la Iglesia, que castiga al buen cura por servir al hombre,
bajos, y horada y hormiguea, como los gusanos en los quesos: era ha respondido el pueblo de Jesús excomulgado a la Iglesia. IEsa es
la casa llana, la familia burguesa, el periodista generoso, el pensa- nuestra Iglesia, ese cura pálido!
dor desinteresado y grave, los americanos nacidos de Irlanda, el Si: hervían aquellas calles. en torno a la Academia de Música.
obrero a!emán que canta y lee: era la gente justa, educada racional- Había como un silencio en aquel ruido. iDónde, aquel miedo viejo
mente en el trabajo, que sabiendo en conciencia que en las buenas por la excomunión? ilos rayos se prostituyen y se cznsan! Se leía
obras no puede haber mal, da de lado, como a indigna estantigua, en las caras decisión y prisa. Ni un harapo en el gentío, todo de
al que usa el nombre de Dios para castigar al que obra bien. ropa buena. Mucha mano ancha, cabello blanco, paso de pelear.
iOh, la ciencia que se aprende en el libro de todos los días, con i.Quíén dice que se ha extinguido la poesía? iPor cada gusano. nacen
la pluma, con las bridas, con el componedor, con el cepillo, con la dos rosas! Donde luce un espíritu sincero, los hombres SC congre-
lezna! La verdad se revela al hombre en el trabajo con tal poder y gan y siguen el camino, como detrás del manso la majada. Aún ha-
armonía, que no hay Papa que pueda conmover en las almas de los bía sol, y ya estaba lleno el teatro. Arriendan otro en frente iy ya
trabajadores la superior justicia que les ha enseñado el mundo. está lleno! Las calles mismas parecían iglesias, y la gente llegaba,
iPues qué!: ¿ni la libertad había de abatir la Iglesia corrom- I!egaba.
pida? <Los apetitos, habían de vencer otra vez a los derechos? Como (Quién que entró en el teatro aauella noche, a la media luz que
un pulpo, braceando en la sombra, se le iba viniendo encima el mal precede a la plena de la fiesta, olvidará aquella escena que parecía
catolicismo a la República. Se le entraba pidiendo vestido de mu- una apoteosis: ni un asiento sin dueño, hileras y pasillos apiñados,
jer, con un huerfanito de la mano, “para los huérfanos”. Les dieron ya caídos a las manos los sombreros, y cierto alre de amor y de
tierras, les fabricaron casas. El centavo irlandés da para todo: bra:ura a aue IOS mismos que por su mal han visto tierras no ha-
para hospitales, para conventos, para asilos, para templos de pie- llaban nada comperable? iColor y o!or tienen las almas! Aquella
dra, para palacios de mármol. Al principio, mientras les resbalaba el era una batalla de paz. iuna victoria! Caballos blancos y espadones
pie iqué obsequiosos con la libertad! iellos no pedían nada, más fieros cruzaban por aquel aire acerado. Según, con la cercania de
que un rincón donde alabar a Dios! iexcelentes las escuelas públicas! Ia hora, avivaban la luz, se iban viendo aquellos rostros férvidos, que
162 /osc; .\farri OBRAS ESCOGIDAS T. II 163

con esfuerzo reprimían el grito, aquellos hombres asidos de la baran- El discurso lo arrastra cuando habla, sin lo cual figuraría, por
da de los palcos, como jinete que enfrena a su corcel, aquellas mu- la elegancia y el poder de su lenguaje, entre los primeros oradores.
jeres animosas a quienes venía el asiento estrecho, aquellos stan- No es lírica su oratoria, ni la tiene aún libre de los lugares comu-
dartes de seda blanca y oro que adornaban el escenario, con frase nes de la Iglesia: es como una fortaleza, tan bien trabada y segu-
de McGlynn, con el retrato de McGlynn, con este lema: “La tierra ra, cuando la verba no le arrebata el pensamiento, que no es fácil
es de la nación” con este otro: “;Con él hasta la muerte!” hallar la juntura de las piedras. Comenzó su discurso lento y grave,
A cada instante aquel vigor crecía ;Cuándo vendría el padre, con palabras que involuntariamente recordaban los martillazos con
para darle el alma? Se oía ya uno u otro grito, como aquellos ede- que clavó Lutero su tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg.
canes veloces que al empezar la revista recorren la parada. Preocu- “Católico como soy, católico por aquello mismo por que es roja
pados, no aplaudieron la luz. Por donde el entusiasmo se mostró mi sangre, yo os digo, católicos, que debéis obedecer siempre a
primero fue por el aplauso, vivo y amoroso con que e! teatro sa1ud.ó vuestra conciencia, puesto que Dios no nos la pudo poner en las
la entrada de las jóvenes del coro, vestidas de blanco: isólo el dolor almas para que fuese desobedecida: antes que la misma ley revela-
de ver a nuestras mujeres indiferentes a las noblezas de espíritu, da está la ley natural de la conciencia. La teología moral católica
iguala al gozo, casi perfecto, de verlas padecer y conmoverse a nues- enseña que el que sigue a su conciencia, aun cuando sea errando,
tro lado! Empieza la sesión. El coro canta, canta con voces tímidas obedece la voluntaú de Dios. A la sombra del Vaticano he aprendido
que si el que se sienta en el Vaticano manda a un hombre hablar u
de nido, voces vírgenes. Preside, entre hurras. lln hombre que cabe manda contra el espíritu de Dios. Sé-
obrar contra su conciencia,
en un grano de anis, todo giboso y muengo, pero que, por venir a quense nuestros miembros uno a uno antes que abjurar, mándelo
esta cruzada de los pobres, perdió su puesto de lucro sin pensar. quien lo mande, lo que nos dice nuestra razón o ven los -ojos. Cuan-
,Decir el rumor, el estremecimiento, la ola, cuando se puso en pie to pretende hablar en nombre de Dios ha de traer de la razón sus
el coro en la escena, mirando a la puerta por donde venía el padre
McGlynn? iNi rey ni Papa nunca, ni orador ni guerrero, oyeron es- credenciales. Contra la razón no puede haber verdad.”
Por quererla divorciar de la razón; por envilecerla en tratos tem-
truendo de almas semejante! Era la libertad, que se vengaba de porales; por apetecer beneficios que no sientan a la túnica sagra-
haber estado comprimida. Pretexto o nombre no importan: iEra la da; por vender a trueque de poder o ganancia mortal la libertad
libertad, atacada de nuevo y viva siempre! Dos niños le iban sem- y conciencia de los fieles a príncipes y gobiernos enemigos; por ata-
brando el camino de rosas. El andaba de prisa. iTodo el mundo de car neciamente lo que la naturaleza enseña con su invencible pon-
pie, mujeres y hombres! Ondeaba la voz, tal como el mar. iCuánta tificado; por deslucir la esencia amorosa de la cristiandad con los
niña le lleva ramos de flores! Una mujer, vestida de negro, cruza incontables abusos, errores, estulticias, crímenes, del gobierno ecle-
la escena, se arrodilla a sus pies, y le besa la mano. siástico romano,--está la Iglesia sin crédito ni casa honrada, y no
No se nota que lo aplauden: iya no se puede aplaudir más! Llorar hay sátrapas más grotescos y escarnecidos que los curas en los
sí: casi todos lloran, También llora él, caído sobre su sillón, una pueblos católicos. “iOh, me han libertado, me han libertado!“-A
mano a los ojos, otra sobre el muslo, como los hebreos cuando ju- esto le respondían hurras frenéticas: Henry George, el autor de
raban. Lo rodean sus amigos, en aquella agonía del placer. iSigue la teoría sobre la,; contribuciones, por cuya defensa excomulga el
ondeando la voz, tal como el mar! La mesa del orador es un monte Papa a McGlynn, saltó sobre sus pies y guiaba el arrebato.
de flores. Y para que las almas bajen sin dolor de aquella altura, Pero la pena del cura excomtilgado, de cura veintisiete años, se
el Presidente hace cantar al coro. “iPor Dios, dice el Presidente, enroscaba a las alas del discurso. Los hombres eran fuertes, ipero
que Eduardo McGll-nn es un cura bien excomulgado!” también la losa!
Habló, habló después de otra tempestad de vítores, en que las Pintó con ingenua ternura la Iglesia del Nazareno; mas lue-
mujeres, de pie en los asientos, agitaban sus pañuelos, y sombreros go,-crecido de pronto con el decoro humano hollado en su perso-
los hombres, y los niños banderas, y una anciana, vecina ya de la na,-como quien salta al cuello de un rufián, como quien lo sacude
suprema luz, le tendía los dos brazos. De veras que aauel discurso y lo acogota, denunció la politica aleve, la intriga sutil,, el gobierno
irregular, impetuoso, desgarrador, violento, era una jiesta de la fraudulento, las complicidades inicuas, la ambición tenebrosa, la na-
razón, no menos grande que aquel que se pronunció en la ruta de turaleza meramente humana del Pontificado.
Worms, bajo el tilo de Moera. Abrió como majestad, castigó como Ya era el aniquilado sacerdote que en el dolor de la agonía clava
justicia, padeció como azotado, chismeó, denunció, acabó sereno. El las uñas en la mano implacable que lo echa del cielo; ya el ciuda-
es agigantado, membrudo, de rostro napoleónico, aunque amansado dano que halla acento altivo para declarar la dignidad de su con-
por la clerecía. Va enseñando el candor y el acometimiento. En- ciencia; ya el teólogo honrado, recordando a su pueblo que miente
gañarlo será más fácil que domarlo. quien le diga, en lo callado de la confesión o en lo solemne del
OBRAS ESCOGIDAS. T II 163

altar, o conminándolo ccn la e.xcomunión, que peca contra Dios y sabe que Do~o antes de morir, como moria él para su Iglesia, les
la fe católica el que opina y da voto conforme a su propio juicio viene esa ‘volubilidad inagotable y dolorosa: la yida, como solda-
en ias cosas de] gobierno de la tierra. do5 sin esucranZas que asaltan una fortaleza, se les agolpa al ce-
;Aprenda su fe el católico decoroso que no quiera ser burlado rebro: ]as ‘pa]abras, a medio aca’lar, !es salen a borbotones: es una
por los falsos ministros! CQue !a :e es una librea? CQue ser católico luz de incendio. Cuando acaba de desnudar a algún bribtn, de en-
es ser exlaiw? cQue no Te sabe en qué tratos mundanos estsn siern- (;eñar bien una de esas cabezas de marfil de las sacristías, de Ila-
pre los palacios de los obispos? KO hav cuadro más mísero que ei mar “bufón viejo” al cura indigno que le acusa de querer tomar es-
de esos ciego; que andan por el mu;do de rodillas, cogidos de
Ia fimbria de una sotana como los brahmanes posa, a*cuando &] no quiere más esposa que ]a Iglesia”, sacudía ha-
que se asen, para cia adelante ]a cabeza con gestOS enérgicos, como clavando c?n !a
morir en la gracia, de la cola de] buey sagrado. barba en su adversario 10 que acababa de decir; tal cual e! mdlo
Aquel cra discl:rso sin cdartel. De 10 alto de toda su estatura que mira satisfecho, pegados a los ijares del caballo los !aloncs
echaba el guante. “;Enseñadle a Roma 10s dientes, si queréis obte- desnudos altivo y sonriente, cuin bien va a la puntería su lanza.
ner *de ella justicia! <Qué saben de nuestros asuntos de gobierno pero el discurso en estos airanques de disimulada pena se le
civil esos italianos <iue condenan e! libro de George, sin leerlo, por- torcía y salía de madre; y volvía sobre un cargo o argumento una
que alarma a los ricos, con quienes viven confabulados, que eXco- y otra vez, como e] juglar que en pleno circo, perdidas las fuerzas,
mulgan a un sacerdote desde Roma porque aboga por un cambio siente crecer sobre sus hcmbros el globo de hierro con que juega, y
en el sistema de cobrar los tributos en los Estados Unidos? EQué, IO echa sin cesar de un hombro a otro, para entretener el exceso
les pondremos nuestra patria a los pies? iSed católicos, pero hasta de dolor con ]a novedad de la postura.
el instante en que para serlo tengáis que ser traidores a la patria! ";Excomu]gado! iNo,tiene terrores, para el que conoce a Dios,
Ved lo que hace el Papa con !os catóIicos de Irlanda, los más lea- eI abuso que hacen de el los que lo desflguran! cQuIenes me exco-
les acaso del mundc: ivenderlos, a cambio de influjo político, al go- asaban las horas en el silencie, viperino de las
mulgan? iesos que P
bierno protestante de Inglaterra! Ved lo que hace el Papa con los antesalas ,grmurarrdo porque YO había dejado acercar a la reja
católicos alemanes que lo defendieron como Ieones en el Parlamen- de comuiión una pobre trabajadora cargada con un fardo? tesos,
to: iabandonarlos, censurarlos, venderlos, a cambio de apoyo para de George, cuya teoría de cotitribu-
que me prohiben hablar en Pro
el poder temporal, al gobierno protestante de Alemania!” Y decía ciones juzgo buena, y mandan a todos los párrocos de ,la diócesis
sin respeto el nombre de León XIII, y apayasaba los dulcísimos que hablen cOn Ia casulla puesta, contra George, y rehusan la co-
apellidos de monseñores y eminencias; y provocaba sobre ellos sil- munión a ios que ]e dan su voto? <ESOS, que NOS niegan a IOS
bidos, gruñidos, befas, toda especie de escarnecimiento, del audito- párrocos el derecho de expresar opinión política que no sea la que
rio que lo seguia subyugado. nos manden que expresemos, csando ellos viven hundidos hasta la
Luego, como quien desahoga el corazón, bajó a la historia de su tirilla en mapejOS políticos, cuando el Arzobispo es el aliado público
conflicto con el Arzobispo; de su insistencia en mantener aparte el de la menos respetable de las asociaciones politicas de Nueva York,
Estado y el templo; de su santo pecado, hace cuatro años, cuando cuando a mf mismo me ha enviado el Arzobispo a Washington a
habló fuera del púlpito en pro de la tierra de sus padres, de Irlan- pedir un empleo para uno de sus favorecidos, cuando están rnovien-
aa; de la envidia con que los curas de la ciudad miraban su ipIe- do desde hace cinco años cielo y tierra porque les reciba el Gobierno
sia, adornada de nuevo, siempre con fieles y rosas, siempre abiepta; un nuncio en Washington, un nuncio que ate en tratos y convenlos
de la inmoral servidumbre, del atentado político desde el confesiona- ]a !glesia que debe ser libre, en pago de cuyo atentado contra la
rio y el altar, el abuso de almas que, corno condición del beneficio, cblica en América le tienen empeñada palabra a
exige al Arzobispo a los párrocos de su diócesis; del mentidero de Iglesia ’
un obispo alema la K”i dt ’ hacerlo arzobispo’”
la sobremesa arzobispal. Mármol de anatomía eran aquellos párra- ;parecfa, entre aquellos pesesperados ataques, que llovían sobre
fos. A pedazos saIían de ellos vicarios y obispos. ia escena máscaraS y huesos!
“iPero cómo los he de pintar, si así son, si de esos chismes ;pero cómo no había de volver al cura afligido la paz de, la
viven, si por esas lentejas venden perpetuamente a Jesús, si odian la Palabra, aquella continua ovación, aquellos aplausos que parecian
libertad sagrada al hombre, si me han robado mis niños y mis vie- jUramentoS y caricias, aquellas fieras protestas de fidelidad que
jos, que yo asiiaba con vuestra ayuda en la casa limpia que les como saeta cruzaban el teatro? Con el puño levantado acentuaba ías
compramos juntos al amar; si son hombres secos, fosilizados, comi- palabras ~~~ hombres, corno para acercarse más a él, se habian
dos de gusanos?” puesto eh pie. Las mujeres, ansiosas y erguidas, ondeaban sus pa-
Y se le retorcía en los labios el discurso. Habiaba así por no 110~ Gue]os con aque] nlismo gesto con que enjugó la Verónica el sudor
rar: sin rienda o tasa hablada. Quien ha visto condenados a muerte, de Crikto, Del cura expulso fue poco a poco emergiendo el hombre;
166 José Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 167

r la palabra, conforme entraba en las ideas mayores, adquiría aque-


la heroica sencillez que levanta de súbito al que escucha, como si
viera nacer torres del suelo, o a tajo señorial escalar el aire al
que os negáis a abjurar la verdad en que honradamente
gaos a recibir los sacramentos!“-“Tú nos guías!” “iContigo
creeis, ne-

muerte!” “iTú eres nuestro Papa.” Lo abrazaban de lejos; las madres


hasta la

águila. ponían en alto a sus hijos, para que aplaudiesen: hacian los hom-
“(Sabéis por qué me han excomulgado? Porque yo quiero que la bres con los brazos, al ir saliendo McCilynn del escenario, el movi-
Iglesia se gobierne en bien de los pobres, y no contra ellos en bien miento de quien saluda con ramos de palmas.-De esta manera, se-
exclusivo de la Iglesia; porque no me siento a las mesas de tráfico guido de ciudades, comienza su campaña el que, si no alcanza a
donde se ríe en secreto de la fe que en los altares se promulga; purificar la Iglesia Católica, o a conciliarla con la República, habrá
porque amo mi fe, pero no tanto que, por obedecer a los que la fal- sido al menos unode los salvadores de la libertad.
sean, desobedezca yo el mandato augusto que trae a la vida el ciu-
dadano de una república; porque no quiero consentir, ni por mi
patria ni por mi religión, en que so pretexto de religión, roa una El Partido Liberal, México, 12 de agosto de 1887.
curia codiciosa las libertades de mi patria. ¿Os dicen que yo trabajo La Nacidn, Buenos Aires, 4 de septiembre de 1887, publicado bajo el título “El
conflicto religiosoen los Estados Unidos”.
contra la Iglesia? iSi: en la única parroquia amada y popular de 0. C., t. 11, p. 241-252.
Nueva York he trabajado veintisiete años, a vuestra cabecera y entre
vuestros hijos, para que no engañen a mi pueblo; para que no pros-
pere por métodos corruptores una jerarquía eclesiástica egoísta; para
que el clero viva en aquella nobleza y santidad de los siglos en que
la Iglesia pobre admiró y sedujo al mundo; para que no hagan el
catolicismo abominable por su odio a la libertad y su avaricia; para
que no levanten la cólera de la nación hurtando del Tesoro, acumu-
lado por el óbolo de todas las sectas, sumas enormes destinadas a
pagar las instituciones superfluas y las escuelas ciegas de una
secta sola; para que no nos quiebren desde el nacer el carácter con
un sistema de serviles escuelas de parroquia, donde clérigos igno-
rantes y abyectos, en vez de alas pondrán al niño vendas; para que
no nos minen, como nos quieren minar, nuestro amplio y glorioso
sistema de enseñanza pública, donde el hebreo aprende sin odio al
lado del cristiano!”
“esabéis por qué me han excomulgado? iPorque he visto que la
distribución injusta de la riqueza, que la Iglesia debiera corregir
en vez de aprovechar, tiene ya amontonada mucha cólera en el
pecho de los hombres; porque creo que, en el riesgo de este encuen-
tro bárbaro, peca contra Dios el que, en vez de evitar la obra de
muerte con una distribución más justa, la atrae con su descaro y la
provoca; porque creo honradamente que el sistema de cobrar los tri-
butos todos sobre la tierra acercará las fortunas, pondrá en circu-
lación un gran cauda¡ de riqueza estancada, criará a los hombres sin
ira ni miseria, en hogar propio, y evitará el levantamiento más hon-
do y temible que haya visto el mundo; porque el Papa me ha man-
dado que peque contra mi conciencia, que jure el nombre de Dios
en vano, que niegue lo que creo; y porque, aunque me quemen vivo,
no lo niego!”
eSe ha visto al huracán arrebatar, arremolinar, lanzar al cielo,
desmenuzar las olas? Pues asf, en un vítor que todavía no cesa,
que repitió la calle, que la nación repite, rompieron a esta declara-
ción aquellas almas. “iY si os amenazan,“-decía sobre el aplauso
la voz tonante,-“ si os amenazan con rehusaros los sacramentos por-
EL Ií; DE OCTUBRE DISCURSO EN CONMEMORACION
DEL 10 DE OCTUBRE

Varios cubanos han creído oportuno conmemorar este año el Señoras y señores:
10 de Octubre, y lo avisan cariñosamente a sus hermanos de Nueva
York para honrarlo como se debe, todos juntos. Todos llevamos en Más me embarazan que me ayudan estos aplausos cariñosos,
los corazones aquella esperanza que no muere jamás. Sordos a los porque en vez de estimulos que la enardezcan, tiene mi alma, sacu-
halagos que la patria ofrece, aun en su desdicha, preferimos la an- dida en este instante como por viento de tormenta, necesidad de
gustia y la pobreza a una vida donde padece martirio el honor. reducir su emoción a la estrechez de la palabra humana. Esta fecha,
Aquella santa bandera de antes, es nuestra bandera de ahora. En este religioso entusiasmo, la presencia--porque yo siento en este
esos días no hay diferencias: no hay más recuerdos que los que instante sobre todos nosotros la presencia de los que en un día como
honran; y debe ser vano el esfuerzo de nuestros adversarios cons- este abandonaron el bienestar para obedecer al honor-de los que
tantes, de los enemigos que tiene siempre todo acto entusiasta, para cayeron sobre la tierra dando luz, como caen siempre los héroes,
suponer intrigas políticas, intervenciones extrañas y pasiones cul- exige de los labio- 3 del hombre palabras tales que cuando no se
pables de grupo, a la gente honrada que no piensa más que en jun- puede hablar con ~‘ayos de sol, con los transportes de la victoria,
tar los espíritus buenos en un día que es, para los cubanos, reli- con el júbilo santo de los ejércitos de la libertad, el único lenguaje
gioso. digno de ella es ei silencio. No sé que haya palabras dignas de
De la emigración de Nueva York ha nacido espontáneamente, este instante. “iDemajagua!“, decía uno de nuestros oradores: “iple-
sin sugestiones de personas ni de partidos, de afuera ni de adentro, sin garia!“, decía otro: iasí es como debemos conmemorar aquella vir-
más ayuda que la propia, el deseo de celebrar este año el día de la tud, con los acen?os de la plegaria! Los misterios más puros del alma
patria, porque el instinto popular, que no necesita de consejeros ni se cumplieron en aauella mañana de la Demajagua, cuando los ricos,
de guias, presiente acaso que pueden volver días de mayores debe- desembarazándose de su fortuna, salieron a pelear, sin odio a na-
res; porque alguna vez se han de juntar, para ir levantando el cora- die, por el decoro, que vale más que el!a: cuando los dueños de
zcin, los que sufren en la tierra extraña por una causa común, y tie- hombres, al ir naciendo el día, dijeron a sus esclavos: “iYa sois li-
nen las mismas penas y los mismos héroes. bres!” eNo sentís, como estoy yo sintiendo, el frío de aquella subli-
Este 10 de Octubre es un arranque de nuestro sentimiento, y me madrugada?... iPara ellos, para ellos todos esos vitores que os
cuando más, una expresión de prudente esperanza. Los tiempos arranca este recuerde glorioso! ,Gracias en nombre de ellos, cuba-
mandan que no sea más. El respeto a la solemnidad del día lo nas que no os avergonzáis de ser fieles a los que murieron por voso-
manda tambibn. ¿A qué cubano, sabiendo que los cubanos van a reu- ?ras: gracias en nombre de ellos, que no os cansjlis de ser honrados!
nirse el 10 de Octubre para recordar, con sus mujeres y sus hijos, a epor qué estamos aquí? <Qué nos alienta, a más de nuestra gra-
los que murieron por mejora r la suerte de la patria. no le dirá el co- titud, para reunirnos a conmemorar a nuestros padres? cQu6 pasa
razón: “alii debo estar yo”? en nuestras huestes, que el dolor las aumenta y se robustecen con
Parece como que el que ia!te, faltará a su deber. Para este acto los años? iSerá que, equivocando los deseos con la realidad, desco-
solemnr, digno de nuestra esperanza y de nuestro dolor, se invita a nociendo por la fuerza de la ilusión o de nuestra propia virtud las
los cubanos de Nr?e\,a York a asistir a Masonic Temple, Ca!le 23 leyes de naturaleza que alejan al hombre de la muerte y el sacri-
esquina a la Sexta A\.enida, el 10 de oc?ubre. ficio, queramos infundir con este acto nuestro, con este impetu,
118871 con este anuncio, esperanzas que son culpas cuando pueden costar
la vida al que ias concibe, y el que las pregona no puede realizarlas?
0. c., t. 1. p. 199-200 <Será que sometiendo como vulgares ambiciosos el amor patrio al
170 JosP Mali OBRAS ESCOGIDAS. T. II 171

interés personal o la pasión de partido, estemos tramando con saña leza cambios y fragancias,-un aire sutil viene por sobre el mar,
enfermiza el modo de echar inoportunamente sobre nuestra tierra cargado de gemidos, a hablarnos de dolores que todavía no han lo-
una barcada de héroes inútiles, impotentes acaso para acelerar la grado consuelo, de vivos que desaparecen en el misterio, de derechos
agregación inevitable de las fuerzas patrias, aun cuando llevasen, con mutilados, más tristes de ver que los mismos hombres muertos. El
la gloria de su intrepidez, el conocimiento politice y la cordial gran- alma no duerme, ni sabe del día: ásperos, y como soldados sin armas,
deza que han de sustentarla? No: ni la debilidad nos trae aquí, ni salen de la mente, llenos de vergüenza, los pensamientos. eQué im-
la temeridad . <No nos afligimos, no nos buscamos unos a otros porta el so]? (qué importa la nieve? <qué importa la vida? La patria
no nos adivinamos en los ojos un llanto de sangre, no andarno; nos persigue, con las manos suplicantes; su dolor interrumpe el tra-
con la mano impaciente, con el dolor de la carne herida en nuestra bajo, enfria la sonrisa, prohibe el beso de amor, como si no se tu-
carne, en cuanto sabemos de alguna nueva tristeza de la patria, de viese derecho a él lejos de la patria: una mortal tristeza y un es-
algún peligro de los que allá viven, de alguna ofensa a los que allá tado de cólera constante turban las mismas sagradas relaclones
nos desconocen, de] sacrificio estéril de algún valiente infortunado? de familia: ini los hijos dan todo su aroma! Aturdidos, confusos,
~NO nos regocijamos noblemente cuando se espera de nuestros mis- impotentes, los que viven lejos de la patria sólo tienen las fuerzas
mos dominadores una concesión de justicia, un bien parcial, que necesarias para servirla.
aunque lastime nuestras aspiraciones grandiosas, aunque retarde Así vivimos: ;quién de nosotros no sabe cómo vivimos?: jallá,
nuestro ideal absoluto y nuestra vuelta al país, le prometa sin em- no queremos ir!: cruel como es esta vida, aquella es más cruel. iNos
bargo una calma relativa-de que no queremos gozar nosotros? ¿No trajo aquí la guerra, y aquí nos mantiene el aborrecimiento a la
nos agitamos, no perdemos el interés en nuestro quehacer usual, no tiranía, tan arraigado en nosotros, tan esencial a nuestra naturale-
sentimos, cuando sabemos que hemos de reunirnos para estos actos za, que no podríamos arrancárnoslo sino con la carne viva! ¿A qué
nobles, como más claridad, como más ternura, como más dicha hemos de ir allá, cuando no es posible vivir con decoro, ni parece
como más elocuencia, como una verdadera resurrección en nuestra; aún llegada la hora de volver a morír? ePues no acabáis de otr
casas? IPues por eso estamos aquí: porque la prudencia .puede re- esta noche una voz elocuente que nos sacaba, recordando aquella
frenar, pero el fuego no sabe morir; porque el amor a nuestro país vergüenza, las llamas a la cara? A qué iríamos a Cuba? ¿A oir
se nos fortalece con los desengaños, y es superior a todos ellos; chasquear el látigo en espaldas de hombre, en espaldas cubanas, y
porque el pesar de vernos ofendidos por los que no saben imitar no volar, aunque no haya más armas que ramas de árboles, a clavar
nuestra virtud, es menos poderoso que este impulso de los que mori- en un tronco, para ejemplo, la mano que nos castiga? ¿Ver ej con-
mos en silencio fuera del suelo natal, para prolongar siquiera la vida sorcio repugnante de los hijos de los héroes, de los héroes mesmos,
recordándolo; porque tal vez divisamos el peligro, y nos aparejamos empequeñecidos en la pereza, y los viciosos importados que ostentan,
a ser dignos de él! ante los que debieran vivir de espaldas a ellos, su prosperidad in-
Ese impulso nos arrastra; nos pone en pie, como sí viviéramos munda? {Saludar, pedir, sonreír, dar nuestra mano, ver, a la caterva
aún, devuelve a nuestros labios la palabra, cansada ya de torneos que florece sobre nuestra angustia, como las mariposas negras y
pueriles: <qué somos nosotros más que lo que nos decía esta noche amarillas que nacen del estiércol de los caminos? <Ver un burocra-
un anciano respetable, qué somos nosotros más que “mártires vi- ta insolente que pasea su lujo, su carruaje, su dama, ante el pen-
vos”? Vivimos entre sombras, y la patria que nos martiriza, nos sos- sador augusto que va a pie a su lado, sin tener de seguro donde
tiene. Con las manos tendidas, con la señal de] cuchillo en la gar- buscar en su propia tierra el pan para su casa? iVer en el bochor-
ganta, con los vestidos sirviendo de últimos manteles a los ladrones, no a los ilustres, en el desamparo a los honrados, en complicidades
comida hasta la rodilla-. ,hasta la rodilla no más!-de gusanos, la vergonzosas al talento, en compatiía impura a las mujeres, sin los
imagen de la patria siempre está junto a nosotros, sentada a nuestra frutos de su suelo al campesino, que tiene que ceder al soldado que
mesa de trabajar, a nuestra mesa de comer, a nuestra almohada. mañana lo ha de perseguir, hasta el cultivo de sus propias canas?
Desecharla es en vano; ni iquién quiere desecharla? Sus ojos, como <Ver a un pueblo entero, a nuestro pueblo, en quien el juicio llega
los ojos de un muerto querido, nos siguen por todas partes, nos hov a donde llegó ayer el valor, deshonrarse con la cobardía o el
animan cuando estamos honrándola con nuestros actos, nos detienen disimulo? Puñal es poco para decir lo que eso duele. ]Ir, a tanta ver-
cuando nos sentimos tentados a alguna villania, nos hielan cuando güenza! Otros pueden: inosotros no podemos!
pensamos en abandonarla . iCierra los ojos y parece que se cierra Pero no estamos aquí para censurar a nuestros hermanos en
la vida! Queremos ir por donde nos manda el interés, y no podemos desdicha, a nuestros hermanos mayores en desdicha, porque el valor
ir sino por donde nos manda la patria. Cuando el so] brilla para que necesitan para soportarla es más que et que para esquivarla
todos, menos para nosotros; cuando la nieve alegra a todos, menos demostramos nosotros: no estamos aquí para suponer en ellos, con
a nosotros: cuando para todos, menos para nosotros, tiene la natura- necia arrogancia, la falta de virtudes que sean nuestro patrimonio
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 173

lxclusivo: ;vo las he visto brotar bajo aquella opresión con tanto car el aire, quieran sofocar el pensamiento; porque nosotros, como
::río, ccn mas brío a veces, que rl que cabe ya en nuestras almas los persas que se refugiaron a ado:ar el fuego, que era el simbolo de
‘atigadas! Astros apagados ya para nosotros, en el fuego de la la patria sometida por el moro, a las cumbres solitarias adonde no
.ibsrrad que consume los astros, todavía son para ellos soies: el hallaba camino cl opresor, ;con el fuego sagrado nos refugiamos,
.mor a la patria, que es en nosotros inquebrantable juramento y orgullosos de nuestra soledad, en las cumbres de nuestras concien-
nclancóiica constancia, es en ellos asomo de aurora y épico frenesí: cias! ;Nosotros somos el deseo escondido, la gloria que no se pone,
,por cada uno que cae en vileza, hay dos que se avergüenzan de el! el fin inevitable! Lo que se ha de preguntar no es si piensan como
Si ci reposo. que es también necesario en la historia, favorece cl de- nOsOiroc,; ;sino Si sirven a la patria con aquel filial gus!o, con aque-
:Yarrollo del juicio, no maldigamos del reposo,-que cesari por iia sabia indulgencia, con aquel dominio de las antipatías señoriales,
:obre cuantos lo eslerben cuando tenga fuerzas para cesar.--porque con aquel acatamiento del derecho del hombre ineducado a errar, con
Ia sa!ástroie innecesaria de nuestra guerra demuestra que el valor es aquel estudio de los componentes del país y el modo de allegarlos en
:stéril,-el mismo Lalor loco a cuyo recuerdo hierve la sangre y se vez de dividirlos con aquel supremo sentido de justicia que puede
:iibuja en la sombra un caballo ensillado que nos convida,-cuando únicamente equil’ibrar en lo futuro tenebroso el resultado natural
i; raGn, que es o!ra forma de valor, no lo preside. cQuién cuenta de las injusticias supremas, con aquel ingenuo afecto a los humil-
:!esde aqui las alma> que allá acarician, con el fervor creciente por des que encadena las voluntades incultas en vez de agriarlas y lle-
ia ofensa diaria, los mismos deseos de que sólo los presuntuosos varlas de la mano al enemigo, con aquel respeto a la patria que
entre nosotros pueden suponerse Unicos depositarios? ¿QuiPn no oye prohibe agitarla inoportunamente en provecho de la vanidad o el
Io que se dicen aquellos pufios cerrados, aquellos labios mordidos, interks, con aquel incendio del alma anie la injustica que muchos
ilquellas mejillas encendidas iQuién no se enorgullece, como si fue- aventureros del pensamiento fingen con semejanza y arte tales que
ran suyas propias, de las virtudes, de la inteligencia singular, de los llegan a ser caricaturas acabadas de la gloría! Lo que se ha de
i:ábitos de trabajo, de la facilidad magnífica para todo lo bello y preguntar no es si piensan como nosotros; sino si, divisando lo
difici! de que nuestra patria da prueba pasmosa, surgiendo de aque- porvenir con ia mirada segura que es dote esencial de los que poni-
:la llaga que se la come, como de los mismos cerdos muertos surgen nan manos en las cosas del Estado, dirigen sus actos de modo que,
con el azul mas puro, florones de luz? iTodos, todos son nues- en vez de levantar sin propósito y dirigir sin cordialidad pasiones
;ros hermanos, nuestra carne, nuestra sangre, lo mismo los que pien- que no se podrán apagar luego sino con la acción, prevean y dis-
san con más tibieza que nosotros que los que han pensado con ine- pongan esta, se conformen a la política real de la Isla, y contri-
Ticaz temeridad! Precipitar tcuándo fue salvar? Ni <qué valdrl, más buyan a la conservación y reforma de sus fuerzas y al fortaleci-
-jue lo que valen las alas de un colibri en una tormenta, que los miento y pujanza de los caracteres. Lo que se ha de preguntar no
de flojo corazón levanten las manos pálidas al cielo el día en que, es si piensan como nosotros; sino si comprendiendo a tiempo el ca-
recobrada la salud, decrete el país que no se contenta con dietas de rácter fogoso y enérgico que el padecimiento bajo la tiranía, el
!?onor? iLas aves indecisas, para protegerse mejor, se agregarán destierro en países de república y su natural apasionado de la li-
;i la bandada! <Qué es ponerse, a murmurar unos de otros, a sece- bertad han creado en el cubano, disponen la patria para acomodar-
iarse, a odiarse, a disputarse un triunfo que sería efímero si no ia a él, en vez de amenguarla con planes de mando exclusivos, o con
fuera unánime, de todos, para todos, porque unos han vivido acá soberbias de grupo alucinado, o COI1 esperanzas cobardes de ayudas
y los otros allá? iCómo los que han padecido menos osan afectar cstrañas,-peligrosas e imposibles. Lo que se ha de preguntar no
desdén, que si fuera real sería fratricida e impolítico, hacia los que es si piensan como nosotros; isino si familiarizados con la grande-
!;an padecido más, hacía los que acaso les han permitido, con su za, como han de estar los que pretenden influir en tiempos que la
sqilencioso sacrificio, con la prudencia con que usan de su poder moral, requieren, en vez del odio raquítico a lo iníeríor en orden social, a
ixtentar ios remedios parciales que en vano recomiendan, sin los lo que no comulga en ei propio templo, a lo que ha nacido en la
abstkuios que con amor menos <irtuoso a la patria hubiéramos po- propia tierra, demuestran la determinación conocida de obrar sin
riido en todo instante oponerles, pero que guardamos celosamente odio, el día en que nos reconozca la historia nuestra autoridad sobre
;!ara su hora, no por agasajo a nadie, no por temor de nadie, sino la casa que recibimos de la naturaleza!
For aquel prudente amor al país, por aquel supremo arnor al país, Con ese cuidado escrupuloso vivimos; todos esos problemas co-
2nte el que se deponen todas las [JaSiOneS? Vacilen estos, retriiganse nocemos; nos ocupamos firmemente, no en llevar a nuestra tierra
aquellos, condénennos otros: todos nos juntaremos, del lado de la invasiones ciegas, ni capitanías militares, ni arrogancias de partido
honra, en la hora de la vindicación y de la muerte. vencedor, sino en amasar la levadura de república que hará falta
Lo que se ha de preguntar no es si piensan como nosotros, porque mañana, que tal vez hará falta muy pronto, a un país cuya inde-
co;;110 nosotros piensan todos. aun cuando, como quien quiere soio- uendencia parece ilimediata, pero que está compuesto de elementos
174 Jose Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 175

tan varios, tan suspicaces, de amalgama tan difícil, que los choques por lo menos, probable en Cuba, serán politices incapaces todos los
que ya se vislumbran, y que han ayudado acaso a acelerar aquellos que no hayan pensado en el modo de evitar los maies que pueden
cuya única labor real era impedirlos, sólo pueden evitarse con el venir de ella. iPero todas las horas son buenas para declarar que
exquisito tacto politice que viene de la majestad de! desinterés y aqui los corazones no son urnas de devastación, prontas al menor
de la soberania de! amor. iY pasamos ta! vez por agitadores per- empuje a volcarse sin miramiento sobre el país, sino aras vallente-
niciosos, los que, sujetando los impulsos menos dóciles, sólo quere- mente defendidas, donde se guardan sus Clltimas esperanzas de ma-
mos tener limpio el camino por donde al fin ha de buscar su sal- nera que !as pasiones interesadas no las pongan en manos del ene-
vación la patria! Se amenaza con nosotros a Cuba;-se acusa de migo, ni la traición disimulada las defraude!
complicidades con nosotros a un partido cubano que ni aun por sus <Guerra? Pues si hubiese querido tenerla siempre encendida,
personas más inquietas solicitó ni aceptó nunca el menor roce con icuándo ha faltado una montaña inexpugnable ni un brazo impacien-
lo que creemos inevitable, aunque el pensarlo sólo agobie, la guerra
que parece ser por desdicha el único medio de rescatar a la patria te? Refrenar es lo que nos cuesta trabajo, no empujar: lo que nos
de la persecución y el hambre;- se llega a suponer, con ligereza cuesta trabajo es convencer a los hombres decididos de que la ma-
que devolvemos sin respuesta, que los que aquí meditamos con res- yor prueba de valor es contenerlo: pues iqué cosa más fácil que
peto de hijos el modo de ahorrar a nuestro país conmociones esté- la gloria a los que han nacido para ella, ni qué deseo más impetuo-
riles, de subordinar a su mandato nuestros más gloriosos ímpetus, so que el de la libertad en los que ya han conocido, en el brio del
de alimentar en el silencio las virtudes que han de serle útiles, de combate y en la vela de armas, que es digna de sus heraldos natura-
dar tiempo a que se robustezca su carácter para la lucha que acaso les, e! sacrificio y la muerte? Las manos nos duelen de sujetar aquí
sea precisa, de confundir en concordia todos sus elementos, de no el valor inoportuno. Si no lleva la emigración la guerra a Cuba,
enajenarnos ninguno de los factores imprescindibles, de disponer acaso será porque cree que no debe aún llevarla; acaso será porque
cuanto en la hora suprema pueda abreviar el sacudimiento, acelerar hay en su seno mucho hombre sensato, que prefiere dar tiempo a
el triunfo, y fundar la patria libre,-jno somos más que una turba que los hechos históricos culminen por sí en toda su fuerza natura!,
irreflexiva, tocada de monomanía sangrienta! a precipitarlos por satisfacer impaciencias culpables, a comprome-
Esta no es hora de decir cómo no han sido inútiles para la emi- terles con una acción prematura, con una acción que, habiendo de
gración cubana veinte años de experiencia, de manifestación y roce conmover, de trastornar, de ensangrentar el país, debe esperar para
francos, de choque de ambiciones y noblezas, de prueba y quilate ejercerse a que, por todo lo visible y de indudable manera, no sólo
de los caracteres, de lucha entre la pasión desconsiderada y el juicio necesite el país la conmoción, sino que la desee, por el extremo
que desea someterla al desinterés de la virtud. No es hora de decir, de su desdicha y lo irrevocable de su desengaño. iAquí no somos
cuando se conmemoran hazañas a cuyo lado palidece el simple cum- jueces, sino servidores! CQuién dice que aquí queremos llevar a nues-
plimiento de! deber, cómo en la oscuridad, grata al verdadero patrio- tra patria en mala hora una guerra que tuviese más probabilidades
tismo, se procura con sagrada pureza librar de estorbos, no para de ser vencida que de vencer en corto plazo? iAfin cuando la tuvié-
todos visibles, el porvenir de! pais, y en vez de trabajar sin fe y des- ramos en nuestras manos, aun cuando sólo aguardase la seña! de
concertados en pro de una fórmula postiza, condenada de antemano, partir, para el viaje santo y ligero, corazón a corazón iríamos !!a-
por la fuerza de 10 rea!, a corta duración, se atiende, con el ojdo mando, afrontándolo todo en la angustiosa súplica, para que no dre-
puesto al suelo, que no ha cesado todavía de hervir, al espíritu VIVO sen rienda al valor impaciente hasta que ya no hubiera modo de
de la patria; a la recomposición de sus elementos históricos, más salvar sin esa desventura a la patria!
temibles mientras más desatendidos, y más reales, en su descanso Acá, en esta tiniebla, precedido de sangre en nuestra historia
natura! e inacción aparente, que las sombras que sólo tienen apa- como en la naturaleza, ya nos parece divisar el día; ya, confundien-
rato de cuerpo palpable porque se amparan de ellos y les sirven de do con el miedo el recogimiento semejante a la duda que precede a
transitoria vestidura; a la preparación de la guerra posible,-puesto las sacudidas nacionales, irrita un desdén insolente la última pacien-
que mientras sea la guerra un peligro, será siempre un deber prepa- cia de! país, avergonzado de su credulidad; ya, con el favor inicuo
rar!a,- de manera que en el seno de ella vayan las semillas, ide no de gobiernos que traicionan a su patria usurpando una autoridad
muy fácil siembra! que después de ella han de dar fruto. Agitar, lo que no osan ejercer con honra, se preparan nuestros dominadores a
pueden todos: recordar glorias, es fácil y bello: poner el pecho al provocar la Isla a una guerra incompleta y prematura, a azuzar aca-
deber inglorioso, ya es algo más difici!: prever es el deber de los so a los inquietos y los ciegos de nuestro propio bando, para segar
verdaderos estadistas: dejar de prever es un delito público: y un al país la flor nueva que ha echado en medio de los vicios, para
delito mayor no obrar, por incapacidad o por miedo, en acuerdo pasear la hoz a cercén, antes de que vibre en los brazos la indigna-
con lo que se prevé. No es hora de decir que puesto que la guerra es, ción madura, sobre el pueblo culpable de haber sabido perdonar a
176 losé Morti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 177

sus déspotas, creer en su honor, confiar en que con la generosidad iOh, no!: no es visión de la fantasía esa patria venidera donde,
heroica los obligaria a la justicia: ya parece menos lejano el instante con la fuerza gloriosa de las islas, que parecen hechas para recoger
doloroso, como todo nacimiento, en que se realicen al fin las espe- del ambiente el genio y la luz, prosperara, sin ayudas extrañas que
ranzas que enfrena la cordura, pero que no deben morir jamás, porque lo consuman, el hombre en quien la libertad ha infundido a la vez la
con ellas morirían la verdad y la grandeza. Mas, si esperásemos en virtud de morir por ella y la inteligencia necesaria para ejercitar-
vano; si la zozobra en que vivimos, o el ardor del deseo, nos anubla- la: el hombre que r,eUne a la industria con que los pueblos se edifi-
sen el conocimiento; si otra solución política fuera superior a la nues- can, el brio que salva a la libertad de los que para explotarla o des-
tra; si por la virtud de otros esfuerzos lograse nuestra patria, con- viarla suelen saltar, con la agilidad del ambicioso, a su cabeza: el
tra todo lo probable, una calma relativa; si tanto como por cualquier hombre cubano. ¿Aniquilado el cubano? CDesmayado el cubano? <In-
otro esfuerzo, se lograra or el de nuestra actitud sin plácemes y digno el cubano de que, por esperar la ocasión de servirlo, desdene-
sin gloria, por nuestro po lr er secreto e imperante, por el látigo invi- mas, con tenacidad misteriosa, el bienestar seguro y los más gratos
sible que aquí todos tenemos en las manos,-lógrese en buena hora, honores? ¿Quién nos impele, quién nos aconseja, quién nos conduce,
aunque de esta fillima herida que le falta para ya morir, cese nues- que besamos con amor la mano que nos arrastra por la vía oscura
tro corazón de latir con la esperanza que lo alienta. iLo que importa terrible, iTodo, oh patria, porque cuando la muerte haya puesto
no es que nosotros triunfemos, sino que nuestra patria sea feiiz! Yin a esta fatiga de amarte con honor, puedas tú decir, aunque no
Pues ipara qué se es hombre honrado, para qué se es hijo de un te oiga nadie: “fuiste mi hijo!” iNo hay más gloria verdadera que la
pueblo, sino para tener gozo en padecer por él, y en sacrificarle de servirte sin interés, y morir sin manchas! <Indigno el cubano?
hasta las mismas pasiones grandiosas que nos inspira? iAntes debemos, con todas las fuerzas de la admiración y todo el
Pero si, como anuncian los tiempos, fracasa el empefio de obte- cariño del alma, saludar a los que surgen radiantes de aquella po-
ner de España para los cubanos la suma de derechos que pudiese dredumbre, como las frutas más lúcidas y jugosas brotan de la tierra
hacer llevadera la vida a un pueblo visiblemente dispuesto a volver fecundada por el pestilente abono, y echar por sobre el mar, con
a arrostrarla por su libertad; si con invenciones satánicas o ardides las alas tendidas, un entrañable abrazo hacia los que en aquel aire
felices arrastra al país a una guerra, que no nos hallará despreveni- enlutado insisten en la virtud, nutren el valor, enriquecen la ciencia,
dos, aquella parte perniciosa del elemento español que lo perturba; practican la literatura viril, improvisan con nunca vista rapidez las
si la ira heroica o la palabra imprudente contribuyesen de parte cualidades de los pueblos en sazón, y guardan la casa santa del con-
nuestra a acelerar la lucha armada por que suspira, procurando tacto impuro! Como la libertad es la sombra de la tiranía, como
escoger la hora y lugar de la batalla, nuestro astuto enemigo, las virtudes florecen sobre 105 cadáveres de los que las poseyeron,
iaquí habremos mantenido, sin avergonzarnos de ella, sin aba- como la juventud orea los pueblos cansados, allí donde el sol brilla,
tirla, sin ondearla como mercancia temible, sin asustar con ella donde las palmeras visitadas del rayo ya retoñan, donde cruzan
a los políticos flojos e imprevisores, la bandera que nos adorna centelleando por el aire las almas de los héroes, donde en el silen-
hoy nuestros muros porque mientras no pueda conducirnos a la vic- cio de los caminos hay aún bastante sombra para el honor, jse le-
toria, mejor está plegada! ;Aqui, en el trato abierto y en el estudio vanta con nuevo poder, con el poder de la indignación contenida,
de nuestras pasiones, hemos robustecido, mientras nos acusaban y aquel pueblo que han dado por muerto los que, aunque vivan en
tenían en poco, los hábitos que harán mañana imposible el esta- su seno, lo desconocen u olvidan, los que no cambian todas las
blecimiento en Cuba de una República incompleta, parcial en sus glorias y bienes del mundo por el placer inefable de oíri palpitar! A
propósitos o métodcs, encogida o injusta en su espíritu! !Aquí hemos los que confían en tener aún por mucho tiempo sujeto a un régimen
aprendido a conocer y a resistir los obstáculos con que pudiera aue es el oprobio de los que lo mantienen, aquel pueblo nuestro que
tropezar la patria nueva: el interés del hombre de guerra, la pasión sin más conspiración que la de su desdicha, ya se lleva la mano a
dei hombre de raza, la soberbia de los letrados, la desvergüenza del !a frente, ya se pone en pie, ya recuerda de qué lado se cargan las
intrigante político! iAquí en el conflicto diario con el pueblo armas, decidles ío que vi yo en los fríos de New York hace siete
de espíritu hostil donde nos retiene, por única causa. la cercanía a años:-Era un anciano. En su alma inmaculada no cabía el odio,
nuestro país, hemos amontonado, y son tantas que ya llegan al cíe- no era hombre de libros: ilos libros suelen estorbar para ia gloria
lo, las razones que harían odiosa c infecunda la sumisión a un pue- verdadera! Cuando despertó nuestro Oriente, dejó sois, para ir a
blo Aspero que necesita de nuestro suelo y desdeña a sus habitantes! pelear, la mujer de su cariño, y la rica hacienda que levantó con sus
;Aquí hemos aprendido a amar aquella patria sincera donde podrán propias manos. La guerra lo había curtido: había estado los diez
vivir en paz los mismos ue nos oprimen, si aprenden a respetar los años en la guerra. Después de aquella paz, lo prendieron con sus
derechos que sus hijos R ayan sabido conquistarse; donde podrán tres hijos. Huyó con ellos de su prisión en España. No le esperaba
vivir en amor los esclavos azotadgs, y los que los azotamos! la pobreza en el extranjero. Se hablaba entonces de sujetar, con un
178 JOSé Martí

renacimiento de la guerra mal apagada, las aspiraciones temibles y


activas que se disponían a sustituirias. Y aquel anciano de setenta
y tres añps, que ya había peleado por su patria diez, vino a decirme: A JUAN RUZ
“Quiero Irme a la guerra con mis tres hijos.” La vida seca las lá-
grimas; pero aquella vez me corrieron sin miedo de los ojos. eQué
tiene la historia antigua de más bello?-Y decidles lo que vi
ayer:--Es un niño, recién llegado de Cuba. Lleva en la frente pen-
sativa la tristeza de quien vive entre esclavos, la determinación de
quien decide dejar de serlo. iLa tiranía no corrompe, sino prepara!
iQué cólera, la de un pueblo forzado a acorralar su alma! Trae en
los ojos la cólera de su pueblo. El sabe de dónde viene la injuria,
cómo no se espera remedio pacífico, cómo el país está dejando ya
caer los brazos, para levantarlos! IHabla poco, Se pone a cada ins-
tante en pie. “Iré, iré de los primeros”, dice. Y espera impaciente,
como un potro enfrenado.
Dícen ue es bello vivir, que es grande y consoladora la natura- Nueva York, octubre 20 de 1887
leza, que 9 os días, henchidos de trabajos dichosos, pueden levan-
tarse al cielo como cantos dignos de él, que la noche es algo más Sr. Juan Ruz.
que una procesión de fantasmas que piden justicia, de mejillas que
chispean en la oscuridad, de hombres avergonzados y pálidos. No- Mi distinguido compatriota:
sotros no sabemos si es bella la vida. Nosotros no sabemos si el No debo ocultar a ;,
sueco es tranquilo. iNosotros sólo sabemos sacarnos de un solo vuel- decimiento su franca dy. que rec ibi con especial estimación y agra-
co el corazón del pecho inútil, y ponerlo a que lo guie, a que lo afli- ver por ella el concep -arta de lro. de este mes, y que después de
ja, a que lo muerda, a que lo desconozca la patria! ¿Con qu5. pala- constancia y mérito de to que le merece mi amor a mi patria, y la
bras, que no seati nuestras propias entrañas, podremos ofrecer otra fio. De ese desinterés1 Suyo, me sería difícil tratarlo como a extra-
vez a la patria afligida nuestro amor, y decir adiós, adióslhasta mafia- conocimiento de nucstr y decisión; de ese sensato y desapasionado
na, a las sombras ilustres que pueblan el aire que está ungiendo esta ir armados todos los (Os problemas y de la realidad del país, deben
noche nuestras cabezas? iCon velar por la patria sin violentar sus por amigos de V. que que aspiren a distinguirse en su servicio. Sé
destinos con nuestras pasiones: ron preparar la libertad de modo vería con dolor que po lo son míos, lo que V. vale en la guerra; y
que sea digna de ella! camino de malograrse r impaciencia o error de cálculo se pusiera en
Hace ya unos días hombre tan útil.
Pronunciado en Masonic Temple, Nueva York, e! IO de octubre de 1887. aunque en el mismo i q ue recibí su carta, leída más de una vez, y
0. C., t. 4, p. 215-226. respondo ahora, demor. nstante hubiera podido responderle lo que le
con 10 que observase F e de propósito mi contestación, para reforzarla
el 10 de Octubre, y cí‘n consecuencia de la reunión que acá se tuvo
gar, y ha llegado, a ? n lo que en estos mismos días había de Ile-
las distintas comarcasmi n”tfIi3t sobre la disposición dominante en
con cordura conocer. de nuestro país cuya actitud ha procurado V.
La reunión del 10
patria desde el destier de Octubre, para los que servimos a nuestra
tendencia de la mayol’ro, SÓiO eS importante porque revela ia actual
valientes mal aconsej *‘ía de esta emigración, cansada ya de servir a
paz a lo que parece ( ados o a ambiciosos culpables, pero no inca-
movimiento digno POI+ie entender . v
J ayudar en la hora oportuna un
mismos a quienes lani su a!y^--- IcaIlce de la adhesión y respeto de 10s
Las noticias de la :a al destierro o la muerte.
nosotros de un interé‘Isla, cada día de mayor gravedad, ‘si son Para
ciarlas mal, o de agig’ ’ extremo; porque de desconocerlas, o de apre-
a las que espera una Dantarlas con ta ilusión, podrían perderse vidas
gloria durable, debilitarse o quebrarse los ele-
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 181

menios que fatalmente colaboran en nuestra obra, y alejarse, quién -cpuede compararse. para el 6xito de la primera tentativa revo-
cabe hasta cuándo, lo mismo que se anhela. lucionaria el estado-muy inquieto, sí, aunque incompleto y con
Con aquellos hombres hosti!es de natura!eza que por falta de muchos elementos en contra-qlle ofrece hoy el país, con el que
conocimiento poliiico o de verdadera virtud patribtica comprometen dentro de poco tiempo oirecerá, a menos que contra todo lo proba-
con la violencia inútil de su !enguaje y el apara?o imprudente de ble no cambie radicalmente España de espíritu y de métodos, cuan-
sus actos el éxito de una gran lucha cuyos medios y fines parecen es- do las voluntades que ya se buscan se hayan juntado,-cuando los
capar de sus alcances,-no podria yo habiar en razGn ccmo hablo con autoncmistas vuelvan de las Cortes desconocidos y ofendidos,-cuan-
Vd., que sabe dirigir sus acciones con ei entendimiento.-Ni es Vd. do las cóleras crecientes culminen con la desesperación y las pro-
tampoco, por fortuna, como aquellos ruines caracteres que se com- testas que seguirán a la pérdida de las últimas esperanzas de hoy
placen en suponer mtiviles mezquinos, cuando no traiciones y cobar- y a los desmanes con que procurará el Gobierno refrenarlas,-cuan-
días, a la ;:irtud que odian porque no pueden alzarse hasta el juicio do, en vez de una aspiración vaga y de esfuerzos aislados mal
sereno y desinteresado con que se ha de servir al país,--0 porque dirigidos, vea el país en la revolución, por una serie de actos nues-
!a virtud, respetando a los hombres en vez de ¿egradarlos, confía tros que revelen plan prudente y verdadera grandeza, una solución
más en la fuerza de ia razón que en la costumbre que los adu!ado- seria, preparada sin precipitación para su hora, compuesta como
res populares tienen de ír enseñando sus personas y buscando pro- un partido político digno de los tiempos en que ha de influir y de los
cé!itos en chismes y corrillos.-Vd. es un hombre entero, comprende medios terribles de que ha de valerse?
la gravedad tremenda de nuestros actos y palabras, y sabe que los -~10s auxilios que lieve hoy a la revolución un jefe afamado
sucesos ‘históricos no pueden prepararse ni llevarse a cabo sin un que desembarque en una comarca no bastante decidida, cerca de
cuidado exquisito, calculando con la mayor precisión posible el ins- otra comarca todavía hostil, serán comparables siquiera a la ayuda
tante, los resultados y los elementos. Los héroes mismos, cuando de que le prive, ocasionando la persecución prematura y el trastor-
llegan a su hora, mueren abandonados, si no maldecidos, por los no de elementos que dejados a sí mismos habrán de unirse natural-
misrnos que los recibirían luego con honor y los acompafiarían en mente para la guerra?
su triunfo. -:no está demostrado ya que un jefe puro y notable puede de-
Vd. tiene razón. El esperar, que es en política, cuando no se la sembarcar en Oriente mismo, aun después de un año de guerra,
debilita por la exageración, el mayor de los talentos, nos ha dado sin que se decidan a unírsele sus más íntimos amigos y compañeros?
la razón a los que parecía que no la teníamos. El gobierno español --<no es verdad que de esa manera el único modo de impedir la
ha demostrado su incapacidad para gobernar a Cuba conforme a revolución es llevarla antes del tiempo, interrumpiendo el desarro-
nuestra cultura y necesidades, y aun para aliviarla. Todos los que 110 espontaneo de sus elernentos, y que caería sobre nosotros los
esperaron en él, o se fingieron ue esperaban, desesperan. Los auto- impacientes la culpa gravísima de haberla malogrado?
nomistas, sin dirección fija ni 9e, intentan, con angustia verdadera, --Y sobre todo (está acaso tan lejos ese desarrollo a que el
sus últimos esfuerzos. Los cubanos no encuentran trabajo, y ven instinto politice aconseja esperar, para que nos sea permitido arries-
cerca el hambre. Ya el campo está inquieto. Las ofensas constan- garlo todo por no esperarlo?
tes de los españoles, y algunas provocaciones nuestras, aumentan Entonces, amigo mío, no llamarán a los héroes “aventureros”,
sin cesar ese descontento propicio a la revolución. La prudencia sino “redentores”; entonces, sin las últimas esperanzas que ahora
misma de los revolucionarios afuera, forzada en unos y meditada juegan, se les habr2.n de unir, y se les unirán de prisa, los que hoy
en otros, ha contribuido a la fuerza de la situación, porque no re- tienen aún, a pesar de estar ya casi decididos, pretextos para no
sulta esta violenta ni precipitada, sino natura! y fatal, y surgida, por decidirse por entero: entonces, con una sabia conducta desde afue-
causas !ibres e irremediables, de la propia Isla. Todo tiende a agra- ra, se habrán desviado obstáculos y aportado elementos que hoy
var ese estado, en vez de disminuirlo. Están, pues, allegándose to- se nos oponen por falta de preparación adecuada, por lo aislado y
dos los elementos de Ia guerra; pero-iestán ya allegados? personal de nuestras anteriores intentonas, por lo pueril y mal con-
---<ha perdido ya la Isl a sus últimas esperanzas, como !as habrá ducida de nuestra política en el extranjero, por nc verse de allá en
perdido pronto? la emigración un cuerpo junto con propósitos respetables en vez
--cse han confesado definitivamente vencidos los autonomistas, de temibles, por ia dificultad de que un pueblo amedrentadc-que
como después de la campaña de este ar?o habrán de confesarse ven- no está al habla ni va unido-se determine a pelear mientras le
cidos, por sus actos si no por sus palabras? auede una probabiliaad de decoro sin la guerra.
-tlos revolucionarios que hoy les obedecen, y esperan por ellos, Todo eso quería yo que se hiciera, y por mi parte he hecho.
y no obrarán hoy sin ellos, est,lln ya dispuestos a prescindir de desde hace cuatro años, preparando la hora que hace dos estuvo
ellos, como prescindirán mañana? para llegar, y alejamos con nuestros errores,---la hora que está
182 losé Marlí OBRAS ESCOGIDAS. T. II 183

acercándose, pero que no parece llamarnos todavía. Creo que tene- podría hacer, se puede hacer, es urgente ya hacer, si hemos de
mos tiempo. Creo que precisamente el país necesita para decidirse, servirla de un modo digno de ella! Hacer posible ia lucha próxima
para convertir en inquietud unán;me la que es ya inquietud mani- sale más, amigo mio, que comprometerla. Yo presiento que llegan
fiesta, para reconocer que ya no hay por la paz esperanza ni asi- los días grandes, y no hago por mí más que vigilar y estremecerme.
dero,-el mismo tiempo que nosotros necesitamos para dar a la Mostrémonos dignos de la responsabilidad temible que pesa sobre
revolución desde aquí tal carácter y entereza, por los actos públi- nosotros. Que no se diga que por el interés vanidoso de la gloría,
cos y los trabajos y acuerdos privados, que los elementos impuros CJ por cualquier otro interés, contribuimos a afligir a nuestra patria,
que hay en su seno, y los que de la nueva época se le allegarían, en el instante mismo en que íbamos a tener ocasión de salvarla.
no dificultasen su triunfo y empequeñecieran y torciesen sus fi- Prepárese, pero no para hoy; porque no tiene el derecho de exponer-
nes.-Asf Cuba admiraría en nosotros a los hombres a la vez va- se a perecer sin fruto uno de los que con más justicia está llamado
lerosos y sagaces que supieron refrenar su heroísmo hasta que la mañana a guiar. Dígame si, después de conocer estas ideas, desea
desdicha del país fue mayor que la que nosotros hemos de llevarle que le hable de la forma práctica que ya van teniendo, y para la que
para remediarla. no hay día perdido. Y digame si no quiere, como yo, refrenar
.Si yo pudiese ver a V. en New York, y hablar con Vd. en detalle el amor a la gloria para que en la hora propicia sea mayor su fuer-
de iodas estas cosas, tan meditadas por mí, que tengo que escri- zas---Es necesario elevarse a la altura de los tiempos, y contar con
birle precipitadamente. r Me llena de miedo pensar que pueda V. PIlOS.
exponer hoy sin fruto un noble valor, republicano y una valiosa Deseando vivamente recibir respuesta suya, y que ella fuese su
experiencia que de aquí a poco tiempo han de ser tan precisos. De propia persona, queda estimándole y sirviéndole
nada quiero convencer a Vd. ni disuadirlo; pero icómo no he de su compatriota afmo.
decirle lo que palpo, lo que sé de la Isla y lo que pienso? Hablando
con Vd., yo le apuntaria dificultades que, llevado de su generosi- JOSE MART.1
dad, no ha previsto,- tanto de orden político como personal, y en
las que puede ser mortal el error: yo compararía, con la serenidad 120 Front St.
en estas cosas neccsarias,- no los peligros, que estos un hombre
como Vd. no los cuenta,- sino las probabilidades de éxito de su 0. C., t. i, p. 200-204. Cotejada con el manuscrito original.
plan con los obstáculos y desventajas y con el riesgo en que po-
dría poner el alzamiento inmediato y definitivo de la Isla, en que
los antecedentes de Vd., su pericia militar y su espíritu del bien
público’pueden subir tanto de valor con las cualidades de pruden-
cia y alta política que en su situación presente tiene V. ocasión de
revelar.
Para mí es claro que servimos mejor a la patria y que hasta
un buen soldado impaciente de gloría se serviría mejor a sí mismo,
contribuyendo a crear, y a permitir que naturalmente se cree, la
situación necesaria para sus fines, que lanzándose-fiado a la bue-
na estrella-a precipitarla cuando aún no está dispuesta a la ac-
ción, y cuando un sacudimiento prematuro pudiera impedir que
se produjesen las circunstancias, recursos y elementos indispensa-
bles para fa lucha.-Para mí es claro que no se debe intentar hoy,
sin los tamaños suficientes y antes de la hora natural, lo que pre-
cisamente por el hecho de no intentarlo hoy, podremos intentar próxi-
mamente con más autoridad, con los tamaños necesarios, y favo-
recidos por la hora, que aunque nos es menos hostil, no nos es aún
bastante amiga.-Y cuando todo se viene hacia nosotros, <por qué
hemos de alejar, con qué derecho hemos de alejar, nuestro triunfo
por falta de oportunidad y sabiduría?
iSi yo pudiese ver a Vd. aqtií, y hablarle sobre todo lo que a
ese fin, ajustandó sus heroicos deseos a los de nuestra tierra, se
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 185

A SERAFfN BELLO’ casa 446 West 57 Street, morada del Sr. Enrique. Trujillo, que ha
tenido la bondad de ofrecerla para este objeto.
Soy de Gd. afmo, servidor y compatriota,
JOSE MARTI
0. C., 1. 1, p. 207-208.Cotejadacon el manuscritooriginal.

New York, noviembre 9 de 1887


Sr. Serafín Bello

New York
Mi estimado compatriota:
En estos días en que todo parece obligar a !os cubanos a pensar
detenidamente en la mejor manera de ejercer un influjo activo en
los asun?os de la patria, he recibido, a la vez que otras insinuacio-
nes y noticias de importancia verdadera, una patriótica carta del
Sr. Juan Ruz, en que se sirve pedirme opinión sobre el modo prác-
tico de poner en acción nuestras esperanzas de ver a Cuba libre y
redimida. Después de esta carta llegó a New York el Sr. Ruz, que
renueva con honrosa modestia, su deseo de conocer nuestras opi-
niones.’
Yo no creo que en aquello que a todos interesa, y es propiedad de
todos, deba intentar prevalecer, ni en lo privado siquiera, ia opinión
de un solo hombre. He creído, pues, deber aconsejar al Sr. Ruz que
oiga en reunión, donde todas las ideas se cambien y completen, lo
que piensen sobre estos asuntos aquellos cubanos residentes en New
York que se han distinguido por su constante amor a la indepen-
dencia de su país, y son aquí, aunque sin fórmulas de elección, como
sus representantes naturales.
Ud. es sin duda uno de ellos, y en ese carácter y para ese fin,
le ruego que asista en la noche del viernes ! 1, a las ocho, a la

l Marti cursó esta misma invitación a otros cubanosresider.tesen ‘Nueva York,


entre ellos a Juan .4rnao y a J. Castillo.

1 Ver de José M. Pérez Cabrera, Marti y el proyecto RUZ, La Habana, Academia


de Historia de Cuba, 1955.
OBRAS ESCOGIDAS. T. ll 187

UN DRAMA TERRIBLE Jamás, desde la guerra del Sur, desde los días trágicos en que
John Brown murio como criminal por intentar solo en Harper’s
Ferry lo que como corona de gloria intentó luego la nación preci-
pitada por su bravma, hubo en los Estados Unidos tal clamor e in-
terés alrededor de un cadalso.
La república entera ha peleado, con rabia semejante a la del
lobo, para que los esfuerzos de un abogado benévolo, una niria ena-
morada de uno de los presos, y una mestiza de india y español,
mujer de otro, solas contra el país iracundo, no arrebatasen al
cadalso los siete cuerpos humanos que creía esenciales a su mante-
nimiento.
Amedrentada la república por el poder creciente de la casta llana,
LA GUERRA SOCIAL EN CHICAGO.- por el acuerdo súbito de las masas obreras, contenido sólo ante
ANARQUIA Y REPRESION.-EL CONFLICTO Y SUS HOMBRES- las rivalidades de sus jefes, por el deslinde próximo de la pobla-
ESCENAS EXTRAORDINARIAS.-EL CHOQUE.-EL PROCESO.- ción nacional en las dos clases de privilegiados y descontentos que
EL CADALSO.-LOS FUNERALES
agitan las sociedades europeas, determinó valerse por un convenio
tácito semejante a la complicidad, de un crimen nacido de sus
Nueva York, noviembre 13 de 1887 propios delitos tanto como del fanatismo de los criminales, para
aterrar con el ejernplo de ellos, no a la chusma adolorida que ja-
Señor Director de La Nación: más podrá triunfar en un país de razón, sino a las tremendas capas
nacientes. El horror natural del hombre libre al crimen, junto con
Ni el miedo a las justicias sociales, ni la simpatía ciega por los cl acerbo encono del irlandés despótico que mira a este país como
que las intentan, debe guiar a los pueblos en sus crisis, ni al que suyo al alemán y eslavo como su invasor, pusieron de parte de los
las narra. Solo sirve dignamente a la libertad el que, a riesgo de privilegios, en este proceso que ha sido una batalla, una batalla mal
ser tomado por su enemigo, la preserva sin temblar de los que la ganada e hipócrita, las simpatías y casi inhumana ayuda de los que
comprometen con sus errores. No merece el dictado de defensor padecen de los mismos males, el mismo desamparo, el mismo bestial
de la libertad quien excusa sus vicios y crímenes por el temor mu- trabajo, la misma desgarradora miseria cuyo espectáculo constante
jeril de parecer tibio en su defensa. Ni merecen perdón los que, encendió en los anarquistas de Chicago tal ansia de remediarlos
incapaces de domar el odio y la antipatía que el crimen inspira, que les embotó el juicio.
juzgan los delitos sociales sin conocer y pesar las causas históricas Avergonzados íos unos y temerosos de la venganza bárbara los
de que nacieron, ni los impulsos de generosidad que los producen. otros, acudieron, ya cuando el carpintero ensamblaba las vigas del
En procesión solemne, cubiertos los feretros de flores y los ros- cadalso, a pedir merced al gobernador del Estado, anciano flojo ren-
tros de sus sectarios de luto, acaban de ser llevados a la tumba dido a la súplica y a la lisonja de la casta rica que le pedia que,
los cuatro anarquistas que sentenció Chicago a la horca, y ei que aun a riesgo de su vida, salvara a la sociedad amenazada.
por no morir en ella hizo estallar en su propio cuerpo una bomba Tres voces nada más habían osado hasta entonces interceder,
de dinamita que llevaba oculta en los rizos espesos de su cabello de fuera de sus defensores de oficio y sus amigos naturales, por los
joven, su selvoso cabello castaño. que, so pretexto de una acusación concreta que no llegó a probarse,
Acusados de autores o cómplices de la muerte espantable de so pretexto de haber procurado establecer el reino del terror, mo-
uno de los policías que intimó la dispersión del concurso reunido rían víctimas del terror social: Howells, el novelista bostoniano que
para protestar contra la muerte de seis obreros, a manos de la po- al mostrarse generoso sacrificó fama y amigos; Adler, el pensador
licía, en el ataque a la única fábrica que trabajaba a pesar de la cauto y robusto que vislumbra en la pena de nuestro siglo el mundo
huelga: acusados de haber compuesto y ayudado a lanzar, cuando nuevo; y Train, un monomaníaco que vive en la plaza pública dando
no lanzado, la bomba def tamaño de una naranja que tendió por pan a los pájaros y hablando con los niRos.
tierra las filas delanteras de los policías, dejó a uno muerto, causó Ya, en danza horrible, murieron dando vueltas en el aire, em-
despu& la muerte a seis más y abrió en otros cincuenta heridas gra- butidos en sayones blancos.
ves, el juez, conforme al veredicto del jurado, condenó a uno de Ya, sin que haya más fuego cn las estufas, ni más pan en las
los reos a quince años de penitenciaría y a pena de horca a siete. despensas, ni más justicia en el reparto social, ni más salvaguar-
dia contra el hambre de los útiles, ni más luz y esperanza para
OERAS ESCOGIDAS. T. II 189

los tugurios, ni más balsarno para todo lo que hierve y padece. miserable muchedumbre, revela a las claras la iniquidad del sistema
pusieron en un ataúd de nogal 10s pedazos mal juntos del que, que castiga al más laborioso con el hambre. al más generoso con
creyendo da: sublime ejemplo de amor a los hombres ayentó su ]a persecución. al padre útil con la miseria de suc>hijos,-en el Oeste.
vida. con el arma que creyó reyelada para redimirlos. Esta repú- donde se juntan ron su mujer y su prole los obreros necesitados a
blica, por el culto desmedido de la riqueza, ha caido. sin ninguna de leer los libros que enseñan las causas y proponen los remedíos de su
las trabas de Ia tradicitin. en ia de5igilalda.d. injusticia y violencia desdicha; donde justificados a sus propios ojos por el éxito de sus
de los paises monárquicos. fábricas majestuosas, extreman los dueños, en el principio de- la
Como gotas de sangre que se Ilcva la mar eran en los Estados prosperidad, los métodos injustos y el trato áspero con que las sus-
L::;idos las teorias revolucionarias de] obrero europeo, mientras con terltan; donde tiene en fermento a la masa obrera la levadura ale-
ancha tierra y vida republicana, ganaba aquí cl recién llegado el mana, que sale del país imperial, acosada e inteligente. vomitando
pan, y en su casa propia ponía de !ado ;lna parte para !a vejez. sobre la patria inicua las tres maldiciones terrlbles de Heine; en
Pero vinieron luego la guerra corruptora, el hábito de autoridad el Oeste y en su metrópoli Chicago sobre todo, hallaron expresión
y dominio que es su dejo amargo, cl crédito que estimuló la crea- viva los descontentos de la masa obrera, los consejos ardientes de
ción de fortunas colosales y ia inmigración desordenada y la hol- sus amigos, y la rabia amontonada pcjr el descaro e inclemencia
ganza de los desocupados de la guerra, dispuestos siempre, por sos- de sus sefíores.
tener su bienestar y por la afición fatal del que ha olido sangre, a Y como todo !iende a la vez a lo grande y a lo pequefio, tal
servir los intereses impuros que nacen de ella. como el agua que va de mar a vapor y de vapor a mar, el problema
De una apacible aldea pasmosa se convirtió la repilblica en una humano, condensado en Chicago por la merced de las instituciones
monarquía disimulada. libres, a la vez que infundía miedo o esperanza por la república
Los inmigrantes europeos denunciaron con renovada iya los males y el mundo, se convertía, en virtud de los sucesos de la ciudad y
que creían haber dejado tras sí en su tiránica patria. las pasiones de sus hombres, en un problemá local, agrio y colérico.
El rencor de los trabajadores del país,eal verse Gctimas de la El odio a la injusticia se trocaba en odio a sus representantes.
avaricia y desigualdad de los pueblos feudales, estalló con más fe La furia secular, caída por herencia, mordiendo y consumiendo
en la libertad que esperan ver triunfar en lo social como triunfa en como la lava, en hombres que, por lo férvido de su compasión, veían-
lo político. se como entidades sacras, se concentró, estimulada por los resenti-
Habituados los del país a vencer sin sangre por ia fuerza del mientos individuales, sobre los que insistían en los abusos que la
voto, ni entienden ni excusan a los que, nacidos en pueblos donde provocan. La mente puesta a obrar, no cesa; el dolor, puesto a
e! sufragio es un instrumento de la tiranía, sólo ven en su obra des- bullir, estalla; la palabra, puesta a agitar, se desordena; ia vanidad,
paciosa una faz nueva del abuso que flagelan sus pensadores, desa- puesta a lucir, arrastra; la esperanza, puesta en acción, acaba e.n el
fían sus héroes, y maldicen sus poetas. Pero, aunque las diferen- triunfo 0 la catástrofe: “ipara el revolucionario, dijo Saint-Just, no
cias esenciales en las prácticas politicas y el desacuerdo y rivalidad hay más descanso que la tumba!”
de las razas que ya se disputan la supremacia en esta parte del ;Quién que anda con ideas no sabe que la armonía de todas
Continenie, estorbasen la composición inmediata de un formidable ellas, en que el amor preside a la pasión, se revela apenas a las
partido obrero con unánimes métodos y fines, !a identidad del dolor mentes sumas que ven hervir el mundo sentados, con la mano sobre
aceleró !a acción concertada de todos los que lo padecen, y ha sido- el sol, en la cumbre del tiempo? ;Quién que trata con hombres no
necesario un acto horrendo, por más que fuese consecuencia natural sabe que, siendo en ellos más la carne que la luz, apenas conocen lo
de las pasiones encendidas, para que los que arrancan con ínven- que palpan, apenas vislumbran la superficie, apenas ven más que
cíble ímpetu de la misma desventura interrumpan su labor, su labor lo que les lastima o io que desean; apenas conciben más que el
de desarraigar y recomponer, mientras quedan por su ineficacia viento que les da en el rostro, o el recurso aparente, y no siempre
condenados 10s recursos sangrientos de que por un amor insensato real, que puede levantar obstáculo al que cierra el paso a su odio,
a la justicia echan mano los que han perdido la fe en Ia libertad. soberbia o apetito? <Quién que sufre de los males humanos, por muy
En el Oeste recién nacido, donde no pone tanta traba a ]os enfrenada que tenga su razón, no siente que se le inflama y extravía
elementos nuevos la influencia imperante de una sociedad antigua, cuando ve de cerca, como si le abofeteasen, como si lo cubriesen
corno la del Este, reflejada en su literatura y en sus hábitos; donde de lodo, como si ies lnanchascn de sangre las manos, una de esas
la vida COITIO más rudimentaria facilita el trato intimo entre los miserias sociales que bien puede mantener en estado de constante
hombres, más fatigados y dispersos en las ciudades de mayor exten- locura a los que ven podrirse en ellas a sus hijos y a sus mujeres?
sión y cultura; donde la misma rapidez asombrosa del crecimiento, LTna vez reconocido el mal, el ánimo generoso sale a buscarle
acumulando Ios palacios de una parte y las factorias, y de otra ]a remedio: una vez agotado el recurso pacífico, el ánimo generoso,
190 José Marfi OBRAS ESCOGIDAS. T. II 191

donde labra el dolor ajeno como el gusano en la llaga viva, acude “jmejor es hacer volar a diez hombres con dinamita, que matar a
al remedio violento. diez hombres, como en las fábricas, lentamente de hambre!”
¿No lo decía Desmoulins? “Con tal de abrazar la libertad, cqué Se vuelve a oír el decreto de Moctezuma: “Los dioses tienen
importa que sea sobre montones de cadáveres?” sed!”
Cegados por la generosidad, ofuscados por la vanidad, ebrios Un joven bello que se hace retratar con las nubes detrás de
por la popularidad, adementados por la constante ofensa, por SU la cabeza y el sol sobre el rostro, se sienta a una mesa de escribir,
impotencia aparente en las luchas del sufragio, por la esperanza rodeado de bombas, cruza las piernas, enciende un cigarro, y como
de poder constituir en una comarca naciente su pueblo ideal, las quien junta las piezas de madera de una casa de juguete, explica
cabezas vivas de esta masa colérica, educadas en tierras donde el el mundo justo que florecerá sobre la tierra cuando el estampido
voto apenas nace, no se salen de lo presente, no osan parecer dé- de la revolución social de Chicago, símbolo de la opresión del uni-
biles ante los que les siguen, no ven que el único obstáculo en este verso, reviente en átomos.
pueblo libre para un cambio social sinceramente deseado está en Pero todo era verba, juntas por los rincones, ejercicios de armas
la falta de acuerdo de los que lo solicitan, no creen, cansados ya en uno que otro sótano, circulación de tres periódicos rivales entre
de sufrir, y con la visión del falansterio universal en la mente, que dos mil lectores desesperados, y propaganda de los modos novísi-
por la paz pueda llegarse jamás en el mundo a hacer triunfar la mos de matar-ide que son más culpables los que por vanagloria
justicia. de libertad la permitían que los que por violenta generosidad la
Júzganse como bestias acorraladas. Todo lo que va crecien- ejercitaban!
do les parece que crece contra ellos. “Mi hija trabaja quince horas Donde los obreros enseñaron más la voluntad de mejorar su for-
para ganar quince centavos.” “No he tenido trabajo este invierno tuna, más se enseñó por los que la emplean la decisión de resistirlos.
porque pertenezco a una junta de obreros.” Cree el obrero tener derecho a cierta seguridad para lo porvenir,
El juez los sentencia. a cierta holgura y limpieza para su casa, a alimentar sin ansiedad
La policía, con el orgullo de la levita de paño y ia autoridad, los hijos que engendra, a una parte más equitativa en los productos
temible en el hombre inculto, los aporrea y asesina. del trabajo de que es factor indispensable, alguna hora de sol en
Tienen frío y hambre, viven en casas hediondas. que ayudar a su mujer a sembrar un rosal en el patio de la casa,
iAmérica, es, pues, lo mismo que Europa! a algún rincón para vivir que. no sea un tugurio fétido donde, como
No comprenden que ellos son mera rueda del engrane social, y en las ciudades de New York, no se puede entrar sin bascas. Y cada
hay que cambiar, para que ellas cambien, todo el engranaje. El ja- vez que en alguna forma esto pedían en Chicago los obreros, com-
balí perseguido no oye la música del aire alegre, ni el canto del binábanse loS capitalistas, castígánbanlos negándoles el trabajo que
luníverso, ni el andar grandioso de la fábrica cósmica: el jabalí clava para ellos es la carne, el fuego y la luz; echábanles encima Ia
las ancas contra un tronco oscuro, hunde el colmillo en el vientre policía, ganosa siempre de cebar sus porras en cabezas de gente
de su perseguidor, y le vuelca el redaño. mal vestida; mataba la policía a veces a algún osado que les resistía
eDónde hallará esa masa fatigada, que sufre cada día dolores con piedras, o a algún niño; reducíanlos al fin por hambre o volver
crecientes, aquel divino estado de grandeza a que necesita ascender a su trabajo, con el alma torva, con la miseria enconada, con el de-
el pensador para domar la ira que la miseria innecesaria levanta? coro ofendido, rumiando venganza.
Todos los recursos que conciben, ya los han intentado. Es aquel Esouchados sólo por sus escasos sectarios, año sobre año venían
reinado del terror que Carlyle pinta ., .‘:la negra y desesperada ba- reuniéndose los anarquistas, organizados en grupos, en cada uno
talla de los hombres contra su condlclon y todo lo que los rodea”. de los cuales había una sección armada. En sus tres periódicos, de
Y así como la vida del hombre se concentra en la médula espf- diverso matiz, abogaban púbiicamente por la revolución social; de-
nal, y la de la tierra en las masas volcánicas, surgen de entre claraban, en nombre de la humanidad, la guerra a la sociedad exis-
esas muchedumbres, erguídos y vomitando fuego, seres en quienes tente; decidían la ineficacia de procurar una conversión radical por
parece haberse amasado todo su horror, sus desesperaciones y sus medíos pacíficos, y recomendaban el uso de la dinamita, como el
lágrimas. arma santa del desheredado, y los modos de prepararla.
Del infierno vienen: <qué lengua han de hablar sino la del in- No en sombra traidora, sino a la faz de los que consideraban
fierno? sus enemigos se proclamaban libres y rebeldes, para emancipar al
Sus discursos, aun leídos, despiden centellas, bocanadas de humo, hombre, se reconocían en estado de guerra, bendecían el descubri-
alimentos a medio digerir, vahos rojizos. miento de una sustancia que por su poder singular había de igualar
Este mundo es horrible: fcréese otro mundo!; como en el Sinaí, fuerzas y ahorrar sangre, y excitaban al estudio y la fabricación
entre truenos: como en el Noventa y Tres, de un mar de sangre: del arma nueva, con el mismo frío horror y diabólica calma de un
192 JOSL;.Marfi OBRAS ESCOGIDAS. T. II 193

tratado común de balística: se ven círculos de color de hueso,- pronto y caldeaba, como un carcaj de fuego. Se iba luego solo por
cuando se leen estas enseñanzas,-en un mar de humareda: por la las calles sombrías.
habitack, llena de sombra, se entra un duende, roe una costilla Engel, celoso de Spies, pujaba por tener el anarquismo en pie
humana, y se afila las uñas: para medir todo lo profundo de la de- de guerra, él a la cabeza de una compañía: él donde se enseñaba
sesperación del hombre, es necesario ver si el espanto que suele en a cargar el rifle o a apuntar de modo que diera en el corazón: é!,
calma preparar supera a aquel contra el que, con furor de siglos, en el sótano, las noches de ejercicio, “para cuando llegue ]a gran
se levanta indignado,-es necesario vivir desterrado de la patria hora”: él, con su Anarchist y sus conversaciones, acusando a Spies
o de la humanidad. de tibio, por envidia de su pensamiento: él sólo era el puro, el
Los domingos, e! americano Parsons, propuesto una vez por sus inmaculado, el digno de ser oido: la anarquia, la que sin más espera
amigos socialistas para la Presidencia de la República, creyendo deje a los hombres dueños de todo por igual, es la única buena:
‘en la humanidad como en su único Dios, reunía a sus sectarios para perinola el mundo y él,-y él, el mango: ibien iría el mundo hacia
levantarles el alma hasta el valor necesario a su defensa. Hablaba arriba, “cuando los trabajadores tuvieran vergüenza”, como la pelo-
a saltos, a latigazos, a cuchil!adas: lo llevaba lejos de sf la palabra ta de la perinola!
encendida. El iba de un grupo a otro: él asistía al comité general anarquista,
Su mujer, la apasionada mestiza en cuyo corazón caen como pu- compuesto de delegados de los grupos: él tachaba al comité de pu-
ñales los dolores de la gente obrera, solía, después de él romper silánime y traidor, porque no decretaba “con los que somos, nada
en arrebatado discurso, tal que dicen que con tanta elocuencia burda más, con estos ochenta que somos” la revolución de veras, la que
y llameante, no se pintó jamás el tormento de las clases abatidas; queria Parsons, la que llama a la dinamita “sustancia sublime”,
rayos los ojos, metralla las palabras, cerrados los dos puños, y luego la que dice a los obreros que “vayan a tomar lo que les haga falta
hablando de las penas de una madre pobre, tonos dulcísimos e hilo; a las tiendas de State Street, que son suyas ias tiendas, que todo
de lágrimas. es suyo “: él es miembro del Lehr und Wehr Verein, de que Spies es
también miembro, desde que un ataque brutal de la policía, que
Spies, el director del Arbeiter Zeitung, escribía como desde la dejó en tierra a muchos trabajadores, los provocó a armarse, a ar-
cámara de la muerte, con cierto frfo de huesa: razonaba la anar- marse para defenderse, a cambiar, como hacen cambiar siempre los
quía: la pintaba como la entrada. deseable a 12 vida verdaderamen- ataques brutales, la idea del periódico por el rifle Springfield. Engel
te libre: durante siete años explicó sus fundamentos en su periódico era el so], como su propio rechoncho cuerpo el “gran rebelde”, el
diario, y luego la necesidad de la revolución, y por fin como Parsons “autónomo”.
en el Alarm, el modo de organizarse para hacerla triunfar. ¿Y Lingg? No consumía su viril hermosura en los amorzuelos
Leerlo es como poner el pie en el vacío. iQué le pasa al mundo enervantes que suelen dejar sin jugo al hombre en los años glorio-
que da vueltas? sos de la juventud, sino que c.riado en una ciudad alemana entre
Spies seguía sereno, donde la razón más firme siente que le e] padre inválido y la madre hambrienta, conoció la vida por donde
falta el pie. Recorta su estilo como si descascarase un diamante es justo que un alma generosa la odie. Cargador era su padre, y
Narciso fúnebre, se asombra y complace de su grandeza. Mañana 1; su madre lavandera, y él bello como Tannhauser o Lohengrin, cuer-
dará su vida una pobre niña, una niña que se prende a la reja de po de plata, ojos de amor, cabello opulento, ensortijado y castaño.
su calabozo como la mártir cristiana se prendía de la cruz, y él ¿A qué su belleza, siendo horrible el mundo? Halló su propia his-
apenas dejará caer de sus labios las palabras frías, recordando que toria en la de la ciase obrera, y el bozo le nació aprendiendo a hacer
Jesús, ocupado en redimir a los hombres, no amó a Magdalena bombas. ;Puesto que la infamia llega al riñón del globo, el estallido
Cuando Spies arengaba a los obreros, desembarazándose de 1; ha de llegar al cielo!
levita que llevaba bien! no era hombre lo que hablaba, sino silbo ,4cababa de llegar de Alemania: veintidós años cumplía: lo que
de tempestad, lejano y lúgubre. Era palabra sin carne. Tendía el en los demás es palabra, en él será acción: él, él solo, fabricaba
cuerpo hacia sus oyentes, como un árbol doblado por el huracán y bombas, porque, salvo en los hombres de ciega energía, el hombre,
parecía de veras que un viento helado salía de entre las ramas, ser fundador, sólo para libertarse de ella halla natural dar la muerte.
y pasaba por sobre las cabezas de los hombres. Y mientras Schwab, nutrido en la lectura de los poetas, ayuda
Metía la mano en aquellos pechos revueltos y velludos, y les a escribir a Spies, mientras Fielden, de bella oratoria, va de pueblo
paseaba por ante los ojos, les exprimía, Ies daba a oler las propias en pueblo levantando las almas al conocimiento de la reforma ve-
entrañas. Cuando la policía acababa de dar muerte a un huelguista nidera, mientras Fischer alienta y Neebe organiza, él, en un cuarto
en una refriega, lívido subía al carro, !a tribuna vacilante de las escondido, con cuatro compañeros, de los que uno lo ha de traicio-
revo]uciones, y con el horrendo incentivo su palabra seca relucía nar, fabrica bombas, como en SU “Ciencia de la guerra revolucio-
194 Jose’ .Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 195

naria” manda Most, y vendada la boca, como aconseja Spies en el revestida de autoridad, las que decidieron a armarse a los más
.4larm, rellena la esfera mortal de dinamita, cubre el orificio con un bravos?
casquillo, por cuyo centro corre la mecha que en lo interior acaba Lingg, el recién llegado, odiaba con la terquedad el novicio a
en fulminante, y cruzado de brazos, aguarda la hora. Spies, el hombre de idea, irresoluto y moroso: Spies, el filósofo del
Y así iban en Chicago adelantando las fuerzas anárquicas, con sistema, lo dominaba por aquel mismo entendimiento superior; pero
tal lentitud, envidias y desorden intestinos, con tal diversidad de aquel arte y grandeza que aun en las obras de destrucción requiere
pensamientos sobre la hora oportuna para la rebelión amada, con la cultura, excitaban la ojeriza del grupo exiguo de irreconciliables,
tal escasez de sus espantables recursos de guerra, y de los fieros que en Engel, enamorado de Lingg, veían su jefe propio. Engel,
artífices prontos a elaborarlos, que el único poder cierto de la anar- contento de verse en guerra con el universo, medía su valor por su
quía, desmelenada dueña de unos cuantos corazones encendidos adversario.
era el furor que en un instante extremo produjere el desdén social Parsons, celoso de Engel que le emula en pasión, se une a Spies,
en las masas que la rechazan. El obrero, que es hombre y aspira, como el héroe de la palabra y amigo de las letras. Fielden, viendo
resiste, con la sabiduría de la naturaleza, la idea de un mundo subir en su ciudad de Londres la cólera popular creía, prendado de
donde, queda aniquilado el hombre; pero cuando, fusilado en granel la patria cuyo egoísta amor prohibe su sistema, ayudar con el fo-
por pedir una hora libre para ver a la luz del sol a sus hijos, se mento de la anarquía en América el triunfo difícil de los ingleses
levanta del charco mortal apartándose de la frente, como dos cor- desheredado. Engel-“ha llegado la hora”: Spies:-“ihabrá Ile-
tinas rojas, las crenchas de sangre, puede el sueño de muerte de gado esta terrible hora?“: Lingg, revolviendo con una púa de ma-
un trágico grupo de locos de piedad, desplegando las alas humean- dera arcilla y nitroglicerina:-“fya verán, cuando yo acabe mis
tes, revolando sobre la turba siniestra, con el cadáver clamoroso bombas, si ha llegado la hora!“: Fielden, que ve levantarse, contusa
en las manos, difundiendo sobre los torvos corazones fa claridad y temible de un mar a otro de los Estados Unidos, la casta obrera,
de la aurora infernal, envolver como turbia humareda las almas de- determinada a pedir como prueba de su poder que el trabalo se re-
sesperadas. duzca a ocho horas diarias, recorre los grupos, unidos sólo hasta
La ley, ino los amparaba? La prensa exasperándolos con su entonces en el odio a la opresión industrial y a la policía que les
odio en vez de aquietarlos con justicia, jno los popularizaba? Sus da caza y muerte, y repite:-“sí, amigos, si no nos dejan ver a
periódicos, creciendo en indignación con el desdén y en atrevimien- nuestros hijos al sol, ha llegado la hora”.
to con la impunidad, cno circulaban sin obstáculos Pues iqué que-
rían ellos, puesto que es claro a sus ojos que se vive bajo abyecto
despotismo, que cumplir el deber que aconseja la declaración de Entonces vino la primavera amiga de los pobres; y sin el miedo
independencia derribándolo, y sustituirlo con una asociación libre del frío, con la fuerza que da la luz, con la esperanza de cubrir con
de comunidades que cambien entre sí sus productos equivalentes, se los ahorros del invierno las primeras hambres, decidió un millón de
rijan sin guerra por acuerdos mutuos y se eduquen conforme a cien- obreros, repartidos por toda la república, demandar a las fábricas
cia sin distinción de raza, iglesia o sexo? ~NO se estaba levantando que, en cumplimiento de la ley desobedecida, no excediese el t;a-
la nación, como manada de elefantes, que dormía en la yerba, con bajo de las ocho horas legales. iQuien quiera saber si lo que pedlan
sus mismos dolores y sus mismos gritos? (No es la amenaza verosi- era justo, venga aquí; véalos volver, como bueyes tundidos, a sus
mil del recurso de fuerza, medio probable aunque peligroso, de moradas inmundas, ya negra la noche; véalos venir de sus tugurios
obtener por intimidación lo que no logra el derecho? Y aquellas ideas distantes, tiritando los hombres, despeinadas y lívidas las mujeres,
suyas, que se iban atenuando con la cordialidad de los privilegiados cuando aún no ha cesado de reposar el mismo sol!
tal como con su desafío se iban trocando en rifle y dinamita, ¿no En Chicago, adolorido y colérico, segura de la resistencia que
nacían de lo más puro de su piedad, exaltada hasta la insensatez provocaba con sus alardes, alistado el fusil de motín, la policía, y, no
por el espectáculo de la miseria irremediable, y ungida, por la es- con la calma de la ley, sino con la prisa del aborrecimiento, convr-
peranza de tiempos justos y sublimes? UNO había sido Parsons, el daba a los obreros a duelo.
evangelista del jubileo universal, propuesto para la Presidencia de Los obreros, decididos a ayudar por el recurso legal de la huel-
la República? (No había luchado Spies con ese programa en las ga su derecho, volvían la espalda a los oradores lúgubres del anar-
elecciones como candidato a un asiento en el Congreso? (No les so- quismo y a los que magullados por la porra o atravesados por fa
licitaban los partidos políticos sus votos, con la oferta de respetar bala policial, resolvieron, con la mano sobre sus heridas, oponer
la propaganda de sus doctrinas? <Cómo habían de creer criminales en el próximo ataque hierro a hierro.
los actos y palabras que les permitía la ley? Y cno fueron las fiestas Llegó marzo. Las fábricas, como quien echa perros sarnosos a
de sangre de la policía, ebria del vino del verdugo como toda plebe la calle, echaron a los obreros que fueron a presentarles su deman-
OBRAS ESCOGIDAS. T II 197

da. En masa, como la orden de los Caballeros del Trabajo lo dispuso. a sus hermanos!” !piedras! Los obreros del molino, en la torre,
abandonaron los obreros las fcîbricas. El cerdo se pudría sin enva- donde se juntan medrosos, parecen fantasmas: vomítando fuego vie-
radores que lo amortajaran, mugían desatendidos en los corrales ne camino arriba, bajo pedrea rabiosa, un carro de patrulla de la
los ganados re\.ueltos; mudos se levantaban, un el silencio terri- policía, uno al estribo vaciando el reirólver, otro al pescante, los
ble, los elevadores de granos que como hilera de gigantes vigilan el río. de adentro agachados se abren paso a balazos en la turba, que
Pero en aquella sorda calma, como el oriflama triunfante de! poder 10s caballos arrollan y atropellan: saltan del carro, fórmanse en ba-
industrial que vence al fin en todas las contiendas, salía de las be)- talla, y cargan a tiros sobre la muchedumbre que a pedradas y dis-
gadoras de .VcCormick, ocupadas por obreros a quienes la miseria paros locos se defiende. Cuando la turba acorralada por las patru-
fuerza a servir de instrumentos contra sus hermanos, un hilo de llas que de toda la ciudad acuden, se asila, para no dormir, en sus
humo que como negra serpiente se tendía, se enroscaba, se acurr’!- barrios donde las mujeres compiten en ira con los hombres, a es-
taba sobre el cielo azul. condidas, a fin de que no triunfe nuevamente su enemigo, entierran
A 105 tres días de Glera, se fue llenando una tarde nublada los obreros seis cadáveres.
el Camino Negro, que así SC llama el de McCormick, de obreros ¿No se ve hervir todos aquellos pechos? <juntarse a los anar-
airados que subían calle arriba, con la levita al hombro, enseñan- quistas? éescribir Spies un relato ardiente en su Arbeifer Zeifung?
do el puño cerrado al hilo de humo: <no va siempre el hombre, ,reclamar Engel la declaración de que aquella es por fin la hora?
por misterioso decreto, adonde 10 espera el peligro, y parece go- iponer Língg, que meses atrás fue aporreado en la cabeza por la
zarse en escarbar su propia miseria?: “iallí estaba la fábrica inso- patrulla, las bombas cargadas en un baúl de cuero? iacumularse,
lente, empleando, para reducir a los obreros que luchan contra el con el ataque ciego de la policía, el odio que su brutalidad ha
hambre y el frío, a las mismas víctimas desesperadas del hambre!: venido levantando? “;A las armas, trabajadores! dice Spies en una
circular fogosa que todos leen estremeciéndose: ‘ia las armas,
<no se va a acabar, pues, este combate por el pan y el carbón en
que por la fuerza del mal mismo se levantan contra el obrero sus contra los que os matan porque ejercitáis vuestros derechos de
hombre!’ ‘iMañana nos reuniremos’-acuerdan los anarquistas-‘y
propios hermanos?: pues <no es esta la batalla del mundo, en que
los que lo edifican deben triunfar de manera y en lugar que les cueste caro vencernos si nos atacan!’
sobre los que lo explotan?: ide
veras, queremos ver de qué lado llevan la cara esos traidores!” Y ‘Spies, pon Ruhe en tu Arbeiter: Ruhe quiere decir que todos debe-
mos ir armados.” Y de la imprenta del Arbeifer salió la circular
hasta ocho mil fueron llegando, ya al caer de la tarde; sentándose
en grupos sobre las rocas peladas; andando en hileras por el cami- que invitaba a los obreros, con permiso del corregidor, para reunirse
en la plaza de Haymarket a protestar contra los asesinatos de la
no tortuoso; apuntando con ira a las casuchas míseras que se des-
tacan, como manchas de lepra, en el áspero paisaje. policía.
Se reunieron en número de cincuenta mil, con sus mujeres y
Los oradores, que hablan sobre las rocas, sacuden con sus in- sus hijos, a oir a los que 1eS ofrecían dar voz a su dolor; pero
vectivas aquel concurso en que los ojos centellean y se ven temblar no estaba la tribuna, como otras veces, en lo abierto de la plaza,
las barbas. El orador es un carrero, un fundidor, un albañil: el sino en uno de sus recodos, por donde daba a dos oscuras callejas.
humo de McCormick caracolea sobre el molino: ya se acerca la hora Spies, que había borrado del convite impreso las palabras: “Traba-
de salida: “. la ver qué cara nos ponen esos traidores!“: “ifuera. fuera jadores a las armas”, habló de la injuria con cáustica elocuencia,
ese que habla, que es un socialista!...” mas no de modo que sus oyentes perdieran el sentido, sino tratando
Y el que habla, levantando como con las propias manos los do- con singular moderación de fortalecer sus ánimos para las reformas
lores más recónditos de aquellos corazones iracundos, excitando a necesarias: “,Es esto Alemania, o Rusia, o EspaRa?” decía Spies.
aquellos ansiosos padres a resistir hasta vencer, aunque los hijos Parsons, en los instantes mismos en que el corregidor presenciaba
les pidan pan en vano, por el bien duradero de los hijos, el que la junta sin interrumpirla, declamó, sujeto por la ocasión grave y
habla es Spíes: primero lo abandonan, después lo rodean, después lo vasto del concurso, uno de sus editoriales cien veces impune-
se miran, se reconocen en aquella implacable pintura, lo aprueban y mente publicados. Y en el instante en que Fielden preguntaba en
aclaman: “. ,ese, que sabe hablar, para que hable en nuestro nombre bravo arranque si, puestos a morir, no era lo mismo acabar en un
con las fábricas!” Pero ya los obreros han oído la campana de la trabajo bestial o caer defendiéndose contra el enemigo,-nótase que
suelta en el molino: (qué importa lo que está diciendo Spies?: arran- la multitud se arremolina; que la policía, con fuerza de ciento pchen-
can todas las piedras del camino, corren sobre !a fábrica, iy caen ta, viene revólver en mano, calle arriba. Llega a la ifibuna: mtlma
en trizas todos los cristales! iPor tierra, al Ímpetu de la muchedum- la dispersión; no cejan pronto los trabajadores; “{que hemos hecho
bre, el policía que le sale al paso!: “. ,aquellos, aquellos son, blancor contra la paz?” dice Fielden saltando del carro: rompe la pollcla
como muertos, los. que por el salario de un día ayudan a oprimir el fuego.
OBRAS ESCOGIDAS T II 199

‘I’ entonces se vio descender sobre sus cabezas, caracoleando hubiesen preparado, ni encubierto siquiera, una conspiración que
por el aire, un hilo rojo. Tiembla la tierra; húndese el proyectil rematase en su muerte. Los testigos fueron los policías mismos, \
cuatro pies en su seno; caen rugiendo, unos sobre otros los solda- cuatro anarquistas comprados, uno de ellos confeso de perjurio. Lingg
dos de las dos primeras líneas; los gritos de un moribunda: desgarran mismo, cuyas bombas eran semejantes, como se vio por el casquete,
el aire. Repuesta la policía, con valor sobrehumano, salta por sobre a la de Haymarket, estaba, según el proceso, lejos de la catástrofe.
sus compañeros a bala graneada contra los trabajadores que le re- Parsons, contento de su discurso contemplaba la multitud desde una
sisten. ‘..,huimos sin disparar un tiro!” dicen unos. “apenas inten- casa vecina. El perjuro fue quien dijo, y desdijo luego, qlle vio a
tamos’ resistir”, dicen otros; “nos recibieron a fueg’o raso” Spies encender el fósforo con que se prendió la mecha de la bomba.
policía. Y pocos instantes después no había en el recodo’ funesto dice la
Que Lingg cargó con otro hasta un rincón cercano a la plaza el baú!
más que camillas, pólvora y humo. Por zaguanes y sótanos escon- de cuero. Que la noche de los seis muertos del molino acordaron
dían otra vez los obreros a sus muertos. De los policías, uno muere los anarquistas, a petición de Engel, armarse para resistir nuevos
en la plaza: otro, que lleva la mano entera metida en la herida la ataques, y publicar en el Arbeifer la palabra ruhe. Que Spies estuvo
saca para mandar a su mujer su último aliento; otro, que siguk a un instante en el lugar donde se tomó el acuerdo. Que en su des-
pie, va agujereado de pies a cabeza; y los pedazos de la bomba de pacho había bombas, y en una u otra casa rimeros de “manuales de
dinamita, al rasar la carne, la habían rebanado como un cincel guerra revolucionaria”. Lo que sí se probó con prueba plena, fue
<Pintar el terror de Chicago, y de la República? Spies les padece que, según todos los testigos adversos, el que arrojó la bomba era
Robespierre; Engels, Marat; Parsons, Dantón. ?Qué?: imenosf* esos un desconocido. Lo que sí sucedió fue que Parsons, hermano ama-
son bestias feroces, Tinvilles, Henriots, Chaumettes, ilos que quieren do de un noble general del Sur, se presentase un día espontánea-
vaciar el mundo viejo por un caño de sangre, los que quieren abo- mente en el tribunal a compartir la suerte de sus compañeros. Lo
nar con carne viva el mundo! iA lazo cáceseles por las calles, como que sí estremece es la desdicha de la leal Nina Van Zandt, que pren-
ellos quisieron cazar ayer a un policía! isalúdeseles a balazos por dada de la arrogante hermosura y dogma humanitario de Spies, re
dondequiera que asomen, como sus mujeres saludaban ayer a los le ofreció de esposa en el dintel de la muerte, y de mano de SII
“traidores” con huevos podridos! <No dicen, aunque es falso, que madre, de distinguida familia, casó en la persona de su hermano con
tienen los sótanos llenos de bombas? iNo dicen, aunque es falso tam- cl preso; llevó a SII reja día sobre día el consuelo de su amor, libros
bién, que sus mujeres, furias verdaderas, derriten el plomo como y flores; publicó con sus ahorros, para allegar recursos a la defensa.
aquellas de Paris que arañaban la pared para dar cal con que ha- la autobiografía soberbia y breve de su desposado; y se fue a echar
cer pólvora a sus maridos? iQuememos este gusano que nos come! de rodillas a los pies del gobernador. Lo que si pasma es la tem-
;Ahí están, como en los motines del Terror, asaltando la tienda de pestuosa elocuencia de la mestiza Lucy Parsons, que paseó los Es-
un boticario que denunció a la policía el lugar de sus juntas ma- tados Unidos, aquí rechazada, alli silbada, allá presa, hoy seguida
chacando sus frascos, muriendo en la calle como perros envehena- de obreros llorosos, mañana de campesinos que la echan como a
dos con el vino de colchydium! ;Abajo la cabeza de cuan& la hayan bruja, después de catervas crueles de chicuelos, para “pintar al
asomado! iA la horca las lenguas y Ics pensamientos! Spies Schwab mundo el horror de la condición de castas infelices, mayor mil veces
y Fischer caen presos en la imprenta, donde la policía talla una que el de los medios propuestos para terminarlo”. ¿El proceso? Los
carta de Johann Most, carta de sapo, rastrera y babosa en que siete fueron condenados a muerte en la horca, y Neebe a la peni-
trata a Spies como íntimo amigo, y le habla de las bomba; de “la tenciaría, en virtud de un cargo especial de conspiración de homí-
medicina”, y de un rival suyo, de Paulus el Grande.“que abda que cidio de ningún modo probado, por explicar en la prensa y en la
se lame por los pantanos de ese perro periódico de Shevitch” A tribuna las doctrinas cuya propaganda les permitía la ley; iy han
Fielden, herido, lo sacan de su casa. A Engel y a Neebe de su casa sido castigados en Nueva York, en un caso de excitación directa a
también. Y a Lingg, de su cueva: ve entrar al policía: le pone al la rebeldía, con doce meses de cárcel y doscientos cincuenta pesos de
pecho un revólver, el policía lo abraza: y él y Lingg, que jura y multa!
maldice, ruedan luchando, levantándose, cayendo en la zaquizamí tiQuién que castiga crímenes, aun probados, no tiene en cuenta
lleno de tuercas, escoplos y bombas: las mesas quedan sin pie las las circunstancias que los precipitan, las pasiones que ios atenúan,
sillas sin espaldar; Lingg casi tiene ahogado a su adversario, chan- y el móvil con que se cometen? Los pueblos, como los médicos, han
do cae sobre él otro policía que lo ahoga: ini inglés habla siquiera de preferir prever la enfermedad, o curarla en sus raíces, a dejar
este mancebo que quiere desventrar la ley inglesa! Trescientos presos que florezca en toda SLI pujanza, para combatir el mal desenvuelto
en un día. Está espantado el país, repletas las cárceles. por su propia culpa, con medios sangrientos y desesperados.
fE1 proceso? Todo lo que va dicho, se pudo probar* pero no Pero no han de morir los siete. El año pasa. La Suprema Corte.
que los ocho anarquistas, acusados del asesinato del polic\a Degan, en dictamen indigno del asunto, confirma Ia sentencia de muerte.
OBRAS ESCOCIDAS. l’. II 231

íQué sucede entonces, sea remordimiento o miedo, que Chicago pide


clemencia con el mismo ardor con que pidió antes castigo: que Lingg tendido vivo. despedazado, la cara un charco de sangre, los
los gremios obreros de la república envian al fin a Chicago sus dos ojos abiertos entre la masa roja: se puso entre los dientes una
representantes para que intercedan por los culpables de haber amado cápsula de dinamita que tenía oculta en el lujoso cabello, con la
la causa obrera con exceso; que iguala el clamor de odio de la na- bujia encendió la mecha, y se llevó la cápsula a la barba: lo cargan
ción al impulso de piedad de los que asistieron, desde la crueldad brutalmente: lo dejan caer sobre el suelo del baño: cuando el agua
que lo provocó al crimen? ha barrido los coágulos, por entre los jirones de carne caída se le
La prensa entera, de San Francisco a Nueva York, falseando el ve la laringe rota, y, como las fuentes de un manantial, corren por
proceso, pinta a los siete condenados como bestias dañinas, pone entre los rizos de su cabellera vetas de sangre. iY escribió! iY pidió
todas las mañanas sobre la mesa de almorzar, la imagen. de los que lo sentaran! iY murió a las seis horas,-cuando ya Fielden y
policias despedazados por la bomba; describe sus hogares desiertos. Schwab estaban perdonados, cuando convencidas de la desventura de
sus niños rubios como el oro, sus desoladas viudas. ¿Qu6 hace ese sus hombres, las mujeres, las mujeres sublimes, están llamando por
viejo gobernador, que no confirma la sentencia? iQuién nos de- última vez, no con flores y frutas como en los dias de la esperanza.
fenderá mañana, cuando se alce el monstruo obrero, si la policia sino pálidas como la ceniza, a aquellas bárbaras puertas!
ve que el perdón de sus enemigos los anima a reincidir en el cri- La primera es la mujer de Fischer: ila muerte se le conoce en
men! iQué ingratitud para con la policía, no matar a esos hombres! ios labios blancos!
“iNo!“, grita un jefe de la policía, a Nina Van Zandt, que va con su Lo esperó sin llorar; pero isaldrá viva de aquel abrazo espanto-
madre a pedirle una firma de clemencia sin poder hablar del llanto. so?: ;asi, asi se desprende el alma del cuerpo! El la arrulla, le vier-
iY ni una mano recoge de la pobre criatura el memorial que uno IC rniel en los oídos, la levanta contra su pecho, la besa en la boca,
por uno, mortalmente pálida, les va presentando! cn el cuel!o, en la espalda. “iAdiós!“: la aleja de si, y se va,a paso
<Será vana la súplica de Félix Adler, la recomendación de los firme, con la cabeza baja y los brazos cruzados. Y Engel ¿como re-
jueces del Estado, el alegato magistral en que demuestra la torpeza cibe la visita postrera de su hija? cno se querrán, que ni ella ni él
y crueldad de la causa Trumbull? La cárcel es jubileo: de la ciudad quedan muertos? ioh, si la quiere, porque tiemblan los que se lleva-
salen y entran repletos los trenes: Spies, Fielden y Schwab hall fir- ron del brazo a Engel al recordar, como de un hombre que crece de
madu, a instancias de su abogado, una -carta al goberna?or donde stibito cnirc sus ligaduras, la luz llorosa dc su última mirada!
;se:guran no haber Intentado nunca recursos de fuerLa: los otro< no, “ iAdiós, mi hijo!” dice tendiendo ios brazos hacia él la madre de
los otros escriben al gobernador cartas osadas: “jo la !iberl’ad. o la Spies, a quien sacan lejos del hijo ahogado, a rastras. “iOh,.Njna,
murrtc, a que 110 tenemos miedo!” Nina!” exclama Spies apretando a su pecho por primera y ultrma
eSe salvará ese cínico de Spies,
ese implacable Engel, ese diabólico Parsons? Fielden y Schwab vez a Ia viuda que no fue nunca esposa; y al borde de la muerte se
acaso se salven, porque el proceso dice de ellos poco, y, ancianos la ve florecer, temblar como la flor, deshojarse como la flor, en la
como son, el gobernador los compadece, que es también anciano. dicha terrible de aquel beso adorado.
En romería van los abogados de la defensa, los diputados de No SC la llama desmayada, no; sino que, conocedora por aquel
los gremios obreros, las madres, esposas y hermanas de los reos, instante de la fuerza de la vida v la beldad de la muerte, tal como
a implorar por su vida, en recepción interrumpida por los sollo- Ofelia vuelta a la razón, cruza, jacinto vivo, por entre los alcaides.
;LO,S,ante el gobernador. iAllí, en la hora real, se vio ei vacío de la que !c tienden respetuosos la mano. Y a Lucy Parsons no la-pejaron
elocuencia retórica! iFrases ante la muerte! “Señor, dice un obrero, ticcir adiOs a su marido, porque lo pedia. abrazada a sus hIJos, con
icondenarás a siete anarquistas a morir porque un anarquista eI calor y la furia de las llamas.
lanzó una bomba contra la policía, cuando los tribunales no han
querido condenar a la policía de Pinkerton, porque uno de sus sol-
dados mató sin provocación de un tiro a un niño obrero?” Sí: el go- Y ya entrada la noche y todo oscuro en el corredor de la cárcel
bernador los condenará; la república entera le pide que los condene pinlado de ca1 verdosa, por sobre el paso de los guardias con la
para ejemplo: Squién puso ayer en la celda de Lingg las cuatro bom- yacol)eta al hombro, por sobre el voceo y risas de los carceleros y
bas que descubrieron en ella los llaveros?: ¿de modo que esa alma c-critores, mezclado de vez en cuando a un repique de llaves, por
feroz quiere morir sobre las ruinas de la cárcel, sí.mbolo a sus ojos sobre cl golpeo incesante del telégrafo que el Sun de Nueva York
de la maldad del mundo? ta quién salvará por fin el gobernador Icnia en cl mismo corredor establecido, y culebreaba, recia, SC dcs-
Oglesby la vida? !>ocaba, imi!ando, como una dentadura de calavera, las inflexiones
iNo será a Lingg, de cuya celda, sacudida por súbita explosión de la voz del hombre, por sobre c! silencio que encima de todos
sale, como el vapor de un cigarro, un hilo de humo azul! Allí está estos ruidos se cernía, oianse los Ijltimos martillazos de! carpintero
en el cadalso. XI fin drl corredor se levantaba el cadalso. “iOh, las
OBRAS ESCOGIDAS T. Il 203

cuerdas son buenas: ya las probó el alcaide!” “El verdugo halará, Corre, corre sin miedo, tela mia!
escondido en la garita del fondo, de la cuerda que sujeta el pestillo ;Corre bien noche y dia
de la trampa.” “La trampa está firme, a unos diez pies del suelo.” Tierra maldita, tierra sin honor!
“No: los maderos de la horca no son nuevos: los han repintado de Con mano firme tu capuz zurcimos:
ocre, para que parezcan bien en esta ocasión; porque todo ha de Tres veces, tres, la maldición urdimos:
hacerse decente, muy decente.” “ Sí, la milicia está a mano: y a la iAdelante. adelante el tejedor!
carcel no se dejará acercar a nadie.” “iDe veras que Lingg era her-
moso!” Risas, tabacos, brandy, humo que ahoga en sus celdas a los Y rompiendo en sollozos. se dejó Engel caer sentado en su lite-
reos despiertos. En el aire espeso y húmedo chisporrotean, cocean, ra, hundiendo en las palmas el rostro envejecido. Muda lo había
bloquean, las luces electricas. Inmóvil sobre la baranda de las escuchado la cárcel entera, los unos como orando, los presos aso-
celdas, mira al cadalso un gato... icuando de pronto una melodiosa mados a los barrotes, estremecidos los escritores y los alcaides, sus-
voz, llena de fuerza y sentido, la voz de uno de estos hombres a penso el telégrafo, Spies a medio sentar, Parsons de pie en su cel-
quienes se supone fieras humanas, trémula primero, vibrante ense. da, con los brazos abiertos, como quien va a emprender el vuelo.
guida, pura luego y serena, como quien ya se siente libre de polvo El dia sorprendió a Engel hablando entre sus guardas, con la
v’ ataduras, resonó en la celda de Engel, que, arrebatado por el éxta- palabra voluble del condenado a muerte, sobre lances curiosos de
sis, recitaba “El tejedor” de Henry Helne, como ofreciendo al cielo su vida de conspirador; a Spies, fortalecido por el largo sueno; a
PI espíritu, con los dos brazos en alto: Fischer, vistiéndose sin prisa las ropas que se quitó al empezar la
nochc, para descansar mejor; a Parsons, cuyos labios se mueven
Con ojos secos, lúgubres y ardientes, sin cesar, saltando sobre sus vestidos, después de un corto sueño his-
Rechinando los dientes, térico.
Se sienta en su telar el tejedor: “iOh, Fischer, cómo puedes estar tan sereno, cuando el alcaide
iGermania vieja, tu capuz zurcimos! que ha de dar la señal de tu muerte, rojo por no llorar, pasea
Tres maldiciones en la tela urdimos: como una fiera la alcaidía!“-“Porque”-responde Fischer, clavando
iAdelante, adelante el tejedor! una mano sobre el brazo trémulo del guarda y mirándole de lleno
en los ojos-“creo que mi muerte ayudará a la causa con que me
desposé desde que comencé mi vida, y amo yo más que a mi vida
iMaldito el falso Dios que implora en vano, misma, la causa del trabajador-;y porque mi sentencia es parcial,
En invierno tirano, ilegal c injusta!” “iPero, Engel, ahora que son las ocho de la ma-
ñana, cuando ya sólo te faltan dos horas para morir, cuando en la
Muerto de hambre el jayán en su obrador!
;En vano fue la queja y la esperanza! bondad de las caras, en el afecto de los saludos, en los maullidos
Al Dios que nos burló, guerra y venganza: lúgubres del gato, en el rastreo de las voces, y los pies, están leyen-
iAdelante, adelante el tejedor! do que la sangre se te hiela, cómo no tiemblas, Engel!“7“~Temblar
porque me han’ vencido aquellos a quienes hubiera quertdo yo ven-
cer? Este mundo no me parece justo; y yo he batallado, y batallo
ahora con morir. para crear un mundo justo. <Qué me importa que
Maldito el falso rey del poderoso
Cuyo pecho orgulloso mi muerte sea un asesinato judicial? <Cabe en un hombre que ha
Nuestra angustia mortal no conmovió! abrazado una causa tan gloriosa como la nuestra desear vivir cuan-
iE último doblón nos arrebata, do puede morir por ella? iNo: alcaide, no quiero drogas: quiero
Y como a perros luego el rey nos mata! vino de Oporto! ” Y uno sobre otro se bebe tres vasos... Spies, con las
iAdelante, adelante el tejedor! piernas cruzadas, como cuando pintaba para el Arbeiter Zeitung el
universo dichoso, color de llama y hueso, que sucedería a esta ci-
vilización de esbirros y mastines, escribe largas cartas, las lee con
,-Maldito el falso Estado en que florece, calma, las pone lentamente en sus sobres, y una u otra vez deja
Y como yedra crece descansar la pluma, para echar al aire, reclinado en su silla, como
Vasto y sin tasa el público baldón; los estudiantes alemanes, bocanadas y aros de humo: ioh, patria,
Donde la tempestad la flor avienta raíz de la vida, que aun a los que te niegan por el amor más vasto
Y el gusano con podre se sustenta! a la humanidad, acudes y confortas, como aire y como luz, por mil
iAdelante, adelante el tejedor! medios sutiles!’ “Sí, alcaide”, dice Spies. “beberé un vaso de vino
OBRAS ESCOGIDAS T. II 205

del Rhin!“... Fischer, Fischer alemán, cuando el silencio comenzo a ñeros, con un acentc que a los que 10 oyen ies entra en las carnes:
ser angustioso, en aquel instante en que en las ejecuciones como “La voz qiie vais a sofocar será más poderosa en lo futuro, que
en los banquetes callan a la \.ez, como ante solemne aparición, los cuantas palabras pudiera yo decir ahora.” Fischer dice, mientras
concurrentes todos, prorrumpió, iluminada la faz por venturosa son atiende el corchete a Engel: “;Este es el momento más feliz de mi
risa, en las estrofas de La marseflesu que cantó con la cara vuelta al vidal” “;Hurra por la anarquía!” dice Engel, que habia estado mo-
cielo... Parsons a grandes pasos mide el cuarto: tiene delante un viendo bajo el sudario hacia el alcaide las manos amarradas. “;Hom-
auditorio enorme, un auditorio de ángeles que surgen resplande- bres y mujeres de mi querida América...” empieza a decir Parsons.
cientes de la bruma, y le ofrecen, para que como astro purificante Cna seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen a la
cruce el mundo, la capa de fuego del profeta Elias: tiende las ma- vez en el aire, dando vueltas y chocando. Parsons ha muerto al
nos, como para recibir el don, vuélvese hacia la reja, como para caer, gira de prisa, y cesa: Fischer se balancea, retiembla, quiere
enseñar a los matadores su triunfo: gesticula. argumenta, sacude zafar del nudo el cuello entero, estira y encoge las piernas, muere:
el puño alzado, y la palabra alborotada al dar contra los labios se Engel se mece en su sayón flotante, le sube y baja el pecho como
le extingue, como en la arena movediza se confunden y perecen las la marejada, y se ahoga: Spies, en danza espantable, cuelga giran-
olas. do como un saco de muecas, se encorva, se alza de lado, se da en la
Llenaba de fuego el sol las celdas de tres de los reos que ro- frente con las rodillas, sube una pierna, extiende las dos, sacude
deados de lóbregos muros parecían, como el bíblico, vivo; en me- los brazos, tamborinea: y al fin expira rota la nuca hacia adelante,
dio de las llamas, cuando el ruido improviso, los pasos rápidos el saludando con la cabeza a los espectadores.
cuchicheo ominoso, el alcaide y los carceleros que aparecen a ‘sus
rejas, el color de sangre que sin causa visible enciende la atmósfera.
les anuncian, lo que oyen sin inmutarse. que es aquella la hora! Y dos días después, dos días de escenas terribles en las casas,
Salen de sus celdas al pasadizo angosto: tBien?--“IBien!“: Se de desfile constante de amigos llorosos, ante los cadáveres amora-
dan la mano, sonríen, crecen. “iVamos!” El médico les había .dado tados, de señales de duelo colgadas en puertas miles bajo una flor
estimulantes: a Spies y a Fischer les trajeron vestidos nuevos. de seda roja, de muchedumbres reunidas con respeto para poner a
Engel no quiere quitarse sus pantuflas de estambre. Les leen la los pies de los ataúdes rosas y guirnaldas, Chicago asombrado vio
sentencia, a cada uno en su celda; les sujetan las manos por la es- pasar tras las músicas fimebres, a que precedía un soldado loco agt-
palda con esposas plateadas: les ciñen los brazos al cuerpo con tando como desafío un pabellón americano, el ataúd de Spies, ccul-
una faja de cuero: les echan por sobre la cabeza, como la túnica to bajo las coronas; el de Parsons, negro, con catorce artesanos atrás
de los catecúmenos cristianos, una mortaja blanca: iabajo la con- que cargaban presentes simbólicos de flores; el de Fischer, ornado
currencia sentada en hileras de sillas delante del cadalso como en con guirnalda colosal de lirio y clavellinas; los de Engel y Lingg,
un teatro! Ya vienen por el pasadizo de las celdas, a cuyo remate envueltos en banderas rojas,-y los carruajes de las viudas, reca-
se levanta la horca; delante va el alcaide, lívido: al lado de cada tadas hasta los pies por velos de luto,--y sociedades, gremios, I/c.,
reo, marcha un corchete. Spies va a paso grave, desgarradores los reins, orfeones, diputaciones, trescientas mujeres en masa, con cres-
ojos azules, hacia atrás el cabello bien peinado, blanco como su pón al brazo, seis mil obreros tristes y descubiertos que llevaban al
misma mortaja, magnífica la frente: Fischer le sigue, robusto y po- pecho la rosa encarnada.
deroso, enseñándose por el cuello la sangre pujante, realzados por Y cuando desde el montículo del cementerio, rodeado de veín-
el sudario los fornidos miembros. Engel anda detrás a la manera de ticinco mil almas amigas, bajo el cielo sin sol que allí corona
quien va a una casa amiga, sacudiéndose el sayón incómodo con estériles llanuras habló el capitán Black, el pálido defensor vestido
los talones, Parsons, como si tuviese miedo a no morir, fiero, de- de negro, con la mano tendida sobre los cadáveres:-“eQue es la
terminado, cierra la procesión a paso vivo. Acaba el corredor, y verdad,-decía, en tal silencio que se oyó gemir a las mujeres do-
ponen el pie en la trampa: las cuerdas colgantes, las cabezas eri- lientes y al concurso,-équé es la verdad que desde que el de Na-
zadas, las cuatro mortajas. zareth la trajo al mundo no la conoce el hombre hasta que con SUS
Plegaria es el rostro de Spies; el de Fischer firmeza el de brazos la levanta y la paga con la muerte? IEstos no son felones
Parsons, orgullo radioso; a Engel, que hace reír con un c’histe a abominables, sedientos de desorden, sangre y violencia smo hom-
su corchete, se le ha hundido la cabeza en la espalda. Les atan las bres que quisieron la paz, y corazones llenos de ternura, amados
piernas, al uno tras el otro, con una correa. A Spies el primero, por cuantos los conocieron y vieron de cerca el poder y la glorta
a Fischer, a Engel, a Parsons, les echan sobre la cabeza, como el de sus vidas: su anarquía era e.1 reinado del orden sin la fuerza:
apagavelas sobre las bujias, las cuatro caperuzas. su sueño, un mundo nuevo sin miseria y sin esclavitud: SU dolor, el
voz de Spies, mientras están cubriendo las cabezas deY sus resuena
compa-la de creer que el egoísmo no cederá nunca por la paz a !a justicia:
ioh cruz de Nazareth, que en estos cadáveres se ha llamado ca-
dalso!” AL GENERAL MAXIMO GOMEZ
De la tiniebla que a todos envolvia, cuando del estrado de pi-
no iban bajando los cinco ajusticiados a la iosa, salió una voz
jie se adivinaba ser de barba espesa, y de corazón grave y agria-
: “iYo no vengo a acusar ni a ese verdugo a quien liaman aicaide,
ni a la nación que ha estado hov dando gracias a Dios en sus tem-
plos porque han muerto en la horca estos hombres, sino a los tra-
bajadores de Chicago, que han permitido que les asesinen a cinco
de sus más nobles amigos!“... La noche, y la mano del defensor
sobre aquel hombre inquieto, dispersaron los. concurrentes y los
hurras: flores, banderas, muertos y afligidos, perdianse en la misma
negra sombra: como de olas de mar venía de lejos el ruido de la
muchedumbre en vuelta a sus hogares. Y decía el ArDeiter Zeiturtg
de la noche, que al entrar en la ciudad recibió el gentío ávido: New York, 16 de diciembre de 1887
“iHemos perdido una batalla, amigos infelices, pero veremos al
fin el mundo ordenado conforme a la justicia: seamos sagaces como General Máximo Gómez
las serpientes, e inofensivos como las palomas!”
Distinguido compatriota:
La Partido
El Buenos México,1 27, 29 y 30 de diciembrede 1887.
Nación,Liberal,
0. c, t. 11, Aires, ro. de enero de 1888. Con fa fe de la honradez y la fuerza del patriotismo nos di-
p. 333-356. rigimos a Vd., por encargo de los cubanos de New York, excitados
y acompafiados por los de Cayo Hueso y Filadelfia, para tomar su
parecer, y exponerle el de los cubanos de esta ciudad, sobre el modo
más rápido y certero de organizar por fin, dentro y fuera de Cuba,
con la cordialidad digna de las grandes causas, la guerra que ya
mira el país con menos miedo, y en que parece estar ‘hoy su espe-
ranza única.
El valor, el prestigio, la intención pura, ei martirio ejemplar
de los revolucionarios del extranjero son inútiles, mientras no tra-
bajen todos unidos, con la majestad y sensatez que la magnitud
del problema les impone, en una obra juiciosa y heroica a !a vez.
que traiga y satisfaga al país acostumbrado ya a examinar sus
hombres y ejercitar su pensamiento.-Cuba no es ya el pueblo niño
e ignorante que se echó a los campos en la revolución de Yara,
sagrada madre nuestra; sino un país donde lo que quedó de aque-
lla generación, con todas sus experiencias y pasiones, se ha mezc+la-
do con fa masa culta que trajo el conocimiento activo de la polltrca
de los paises del destierro, y con la generación nueva, tan dispuesta
a pelear por la patria, pagando así su deuda a los que por ellos mu-
rieron, como a resistirse a pelear por una solución oscura y temible,
en cuya preparación y fin no vean un plan grandioso, digno de su
sacrificio.
La hora parece llegada. Los enemigos de la revolución se divi-
den y desordenan. El país está a punto de perder SLI último pre-
texto para demorar la solución qu-P defendemos. Se est5n reuniendo
de todas partes a la vez, y de un modo natural y espontáneo, los
elementos de la guerra en la Isla, con cuya actitud y voluntad
OBRAS ESCOGIDAS ‘T 11 209

hemos de contar, y a los que tenemos a un tiempo cl derecho de dispersos v a veces hostiles, determinó a nombrar de su seno una
aconsejar y el deber de oir. puesto que ellos nor permiten reali- comisión éjecutiva. inspeccionada v aconsejada por todos los mieni-
zar nucs!ros idcales. y nosotros sin elioa somos impotenIcs para bros de la reunión. para iniciar eriérgicamente los trabajos prepara-
realizarlos. Debernos, pues’ organizar la guerra que 32 aproxima. Iorios de organización revolucionaria, con arreglo a las cuatro reso-
cn acuerdo con el’ espirilu del k>aia, puesto que sin $1 110 podemos luciones de la junta primera. que incluían la de la necesidad de
hacer la guerra. Es un crimt>i; \.alerw de la aspiración gloriosa aguardar a la preparación racional dc la guerra para llevar la
de un pueblo para adelantar iniereses o satisfacer odios persona- invasión armada,-y a eslas cinco bases que han de inspirar nuestra>
Ic‘;. Es 11na obligación,-por cuyo cumplimiento honrarán mañana ‘palabras y actos:
los liorilbres de nuestros Iiijos c ir,in los pueblos a r-ctcniplar su I--Acreditar en cl país, disiparldo temores y procediendo en \.i~--
fe a nuesiras tr!mba~,-disl)oner con desinterés. que bien mirado tud de un fin democrático conocido. la soluciGn revolucionaria.
c‘s cl niodi) mejor de servir cl interés, los elementos para cl ?riunfo Z-Proceder sin demora a organizar, con la unión de los jefe>
de la guerra incvi!able. La revolución surge, y nosotros podemos afuera:-y trabajos de cstensióll, y no de una mera opinión. aden-
organizarla con nuestra honradez v prudencia. o ahogarla en san- rro,-la parte militar dc la revolución.
grc inútil co11 nuestra torpeza y ambiciones. Z---Unir con eS;piritrr democrático, \’ cn relaciones de igllatdad
Urgen los tiempos. El principio de nuestra campaña ha sido aco- todas las emigraciones:
gido con notable favor en Cuba y en las emigraciones. No parece G--Impedir que las simpatías revolucionarias C’II Cuba se tuer-
que la situación de Cuba dé ya m:is espera que aquella a que noso- zan y esclavicen por ningún interés de grupo. para la preponde-
tros niisinos la in\-itcmos. para que sea más completa ia conspira- rancia de una clase social, o la autoridad desmedida dc una agru-
ción de los espíritus,--más ordenado ei movimicnio militar,--y más pación militar o civil. ni dc una comarca determinada. ni rlc, IIII~
capaces de avudarlo desde aíuera las emigraciones. Todo a la raza sobre otra:
vez:--la opinión sobre todo,-los trabajos de organización y esten- 5-Impedir que con la propaganda de las ideas anexionistas sr
sión en la Isis,-los trabajos de unión, cspÍritu republicano y ayuda debilite la fuerza que vaya adquiriendo la solricii,n re\-olucionaria.
constante de la guerra en cl extranjero. Pero esta Comisibn EjeclItiva. y esta reunión de cubanos de
New York no se erige por si como árbitro de un poder que sólo
Estas ideas comenzaban ya a tomar iorma CII la emigracitin dy puede venir, en cl desorden del destierro. de la autoridad y eficacia
New York, y tuvieron su expresión primera CII la reunión pública
del 10 de Octubre.’ Sus ecos, y sobre todo sus ecos en Cuba, coin- de los actos realizados, y de la confirmación pública de ellos. Lo
cidieron con las excitaciones de los cubanos de Cayo Hueso, y co11 que ios cubanos de New York ven es que hay un deber difícil c
la reunión convocada por un cubano de New York para conocer imperioso que cumplir: Lo que ven es que la guerra no puede ha-
del plan de un jefe dispuesto a in\-adir la Isla.? De esta reunión. *:erse sin que el país tenga fe e’11 ella. v en los qlle la han de iniciar
c.ompuesta de los cubanos cuyos nombres figuran al pie de esla 0 figurar en ella principalmente. Lo qlle \-en es que et país se deci-
carta , surgió el acuerdo de recomenzar las labores revolucionarias, dc a la guerra, y es necesario desvanecer los temores que la guerra
inspira, e impedir que el gobierno de España. como lo desea. haga
con una política vasta, cordial y iija, la única que puede reanimar
estallar la lucha prematuramente para sofocarla con mayor facilidad.
la confianza lastimada del país. Y sin provocar por allora reun.íonès;
públicas que revelasen a nuestros adversarios el cl-lado dc principio Lo que ven es que la guerra SC acerca, \’ que los militares ilustres
que ia pueden dirigir, no se han puesto jún al habla, ni se distribu-
de nuestras labores, cuando nos supolren con mucha nlas actividad yen el trabajo. Lo que ven es que cada día aumenta la ncccsidad
v fuerza moral;--sin asumir ante Vd. mris autoridad que la de su
batriotisrno. la del nuestro, la de los hombres que nos comisionan de realizar estos objetos esenciales:
--Unir, con un plan digno dc ta atrncii,n y rcspclo dc los CII-
para esta campaña, y la adhesión voluntaria de los clubs revolucio-
narios de Cayo Hueso y los cubanos de Cayo Hueso, únicos con Io> banos, el espíritu del país y el de ias emigraciones:
-Dar ocasión a !os jefes militares de desvanecer en la Isla,
que hasta hoy nos ha alcanzado el tiempo para comunicarnos,-esta con sus declaraciones de desinterés. civismo ‘; sribordinación al
reunión de cubanos en que acaso por primera vez se vieron reunidos bjen patrio, los reparos,--injustos sin dIida.-que algunos C!C ellos
con una tendencia clara y decidida los que antes trabajaban CII grupos
inspiran, por suponérsclcs equivocadamente faltos de esas cwldicio
nes, aun :I los mismos dispuestos cn CIIIXI a trabajar por ta indc-
1 Celebrada en Masonic Trmple, .Xueva York, cl 10 dc wtubrc dc 16% \.vr ::II pclldcncia de la patria.
este tomo, ~1 discurso pronunciado por Marti en esi3 connIel;loiación
---Reunir en un trabajo común, ;)reciso s ordcIlado a 10s jefes
2 Alude a la reunión efectuada, en cnsn dp Enriqw: Trrljillo. pnw wnncx rl pro- ticl extranjero entre sí, y a estos cn junto con los de la Isla, a cada
ycrto,del pcxerai Jrtarl Fcrn2ilde7P,IIZ. 1!110 con 511s amigos, ;I cada jefe de il~~flllìo ron SII wrnarva,- todo
11ais \.a dcs~,rdenadarncnre a la guerra. > la guerra corre gran pe-
i:gro si la dejamos e;iallar desordenada
C! psis no tiene ya. como debiera :cncr ebtando la lucha ya !an
c’L’rc‘;l , un ,plan que lo una y un programa poliIic0 que lo tranquilice.
La dcciric~~n del psis por la guerra 5tr;í mucho tnavor c!c la que
(‘5 Itoy. v lo, trabajos rwolucionarios mttc‘ho mris f:icile>. cuando
Ios cncr~~igos dc la rc\-olttci(irt no puedan oponerle, como le opont!n
hoy J’O’ fal?a dc declaraciones espresas en contra, el argumenlo de
que la guerra no será tn:is que cl campo dc los odios de jeicq atn-
;So 1:~ Vd.. como nosotros, la itlcarza y ciicacia ti<> (‘ia C‘OII- bicioros J. rivales. Los jefes necesitan, para que la guerra sea posi-
d~~cla? ;No la cree I’d. indispcnsablc para que cl psis se decida ble, para SII mistno crédito v autoridad. detttostrar por SII rmiótt en
a scgtlirllos? (Cree L’tl. cjuc con tt16’il(~s nobicz:r. con iilc’11oì; sagaci- cl extranjero y su sutnisió~~~ al bictt público. que en vez de ser el
dad, con menos sentido pr;iclico, con trabajos aislados. rivales y c!c azolc de la patria son su esperanza.
simple pcrsotta, llaeden obtenerse CII el paí5 la cottiiattza !’ (XII- A lo más noble de sti corazbn Ilatttatnos, puea, v a lo mlis claro
lusiasmo, y la organizaci0ti y recursos nattiralcs dcspui5 de illw. tic su juicio, para poder sitt engatio decir al país:-:~“Que I-d., como
que podemos obtener COH esa exhibición imponente c!c fuerza mora!, nosotros, cree que la guerra de utt pueblo por su independencia,
y fuerza de guerra para el bien público? ;No querr;i i-d. con SUS íruto de un siglo dc irabajo patriólico y de la cooperación de todos
declaraciones, con su disposiciótt a ponerse al Itabla con sus com- sus hijos. no puede xr la empresa pri\-ada ni la propiedad personal
pañeros de armas, cott su autorización para ofrecer ctt su nombre de uno que debe a la obra dc lodo el pais la parte que el heroismo
al país esas declaraciones dc republicanismo y de respcio,--contri- lc dio en la gloria común:-Que \‘d.. como nosotros, entiende que la
buir, realzando así y asegurando los lauros que su valor Ic conquistO guerra en Cuba debe organizarw y llevarse a cabo en vista del
en la guerra, a organizar por iin de un modo glorioso y grato a estudio v conocimiento de SU problema actual y SLIS necesidades, J
Cuba la guerra nueva que nueslros enemigos desean provocar y para el bien y paz de Cuba, no para el medro de los que por haber
frustrar ahora, cottfiatibo en que nuestra torpeza. nuestras rivalida- ganado honor en su servicio pretendiesen valerse de él para esplo-
des, nuestra falta de patriotismo, les ayudarán a matarla en flor tarla en su provecho, o servir sus pasionel;, o extraviarla:-Que Vd.,
y a desorganizarla?-Vd. es, como nosotros, y co1110 cada cubano, cotno nosotros, .llevaria a la guerra, con la energía que la guerra re-
responsable de la caiástrofe que la falta dc preparación ordenada, quiere, la indulgencia política ~7 la sabia generosidad que de ante-
entusiasta y unánime pudiera traer sobre el país, a quien las pro- mano deben ser conocidas, y creídas’, en un país formado dc ele-
vocaciones de adentro o la itnpaciencia mal aconsejada dc afuera mentos latt diversos, tatt dispuestos al odio, tan temibles si se nos
lanzasen a una guerra que desea el enemigo, para empeñarla como ponen juntos de frente, tan útiles si por nuestra grandeza y cordia-
le conviene, contra adversarios divididos, y escogiendo la hora. La lidad nos so11 neutrales:--Que \:d., como nosotros, no ayudaría la
historia nos oirece un puesto envidiable. Nos limitamos a señalarlo. guerra co11 el fin imi)ttro de dar la victoria a un partido vengativo
Los cubanos reunidos en New York, y la Cotnisión Ejecutiva que !’ arrogante. sino para poner en posesión de su libertad a todo el
irabaja provisionalmente conforme a sus acuerdos, sólo desean, pueblo cubano.“-~ Bien sabemos que lodo eso debe rs;tar en el espí-
en privado y sin alarde de autoridad, disponer los espíritus de las ritu de \“d: pero los pueblos no se cansan de ser tranquilizados. El
emigraciones de modo que por la declaración autorizada de los je- corazcin 110s anuncia lo qu:‘ 1-d. ha de contestarnos. iQué gran día
fes, y la fuerza unida e ittdependienlc de cada emigración por sí, aquel (VI que. rc\.elattdo al país en una aparición suprema toda la
puedan en un dia dado decir al país sin mentira, cuál es el espi- \;irtud dc bus servidores, prcscntctnos de nuevo a Cuba, siempre ilus-
ritu generoso y la fuerza real de los que desde afuera intentamos tres por bu republicanismo. aquellos a quienes nuestros enemigos, J’
servirlo;-dar cuenta de lo hecho, en una reunión de que ya no tnuchos de nuestros amigos, presentan como el obsi5culo al triunfo
habrá que avergonzarse, y tendrá considerable resonancia e influjo clc la guerra. v el establecimiento dc una república durable!
en Cuba, a la emigración de New York- y dejar, por lo que hace Y no ya pira el pí!blico. sino para adtlanlar la prtparaciótt de
a New \r-ork, en las tnanos de. la emigración, que es la única que la nrtcstra obra organizadora. c~utni)linto~ otro de nuestros encarooc
posee, !a autorización necesaria para continuar estos trabajos. 1101 al l)regttrttarle si no cree llegada la hora, con la prudencia y miya-
rneramenie privados y preparatorios. miento tnuttio que aconxjan los prectderttcs y la naturaleza huma-
lla. <IC qr~c- I)or tncdio :t~‘uo tlc 1111cuisrpo ctt quien no pudiera SII-
Con júbilo,-porque el aplauso del l1ais.y el de la emigración
nos dan ya derecho a él,--cumplimos al dtrtgirnos a Vd. uno de j)ottcr:c ansia dc autoridad tttililar-sc ;IOII~~II al habla los jefes
los debere que los cubanos reunidos aquí IIW han impuesto. El ~IIC’ en di\-crso< l!tgarcy w ocupan en pwparar cl modo de presiar
a Cub; sus s;er\.icios. puesto que así como sin el espíritu del pais UN HÉROE AMERICANO
fof.!a labcr revolucicnaria es vana, asi serían imponentes y de in-
calculables ma!cs para Cuba. los esfuerzos aislados de aquellos cu-
~‘0s esfuerzos reunidos, distribuyendo la autoridad como nuestro
territorio y organización permiten, serán incontrastables.-La dispo-
h;ciGn beucvoia de \‘d. a un plan como este es esencial a la eficacia
de la obra revolucionaria. Y como en Cuba mira el Gobierno de
ESpaIi3. como su salvación única, la probabilidad de interrumpir
en su desarrollo espontáneo la nueva guerra, de forzarla a estallar
antes de que tenga juntos sus elementos, y de estimular a invasio-
nes aisladas a los jefes cubanos, cqué nombre mereceríamos los que
contribuyésemos a esa temible y certera política, los que por terque-
dad, por soberbia o por celos ayudásemos a impedir la formación
natural y la explosión vigorosa de las fuerzas revolucionarias, que no TRASLACIOK DE LOS RESTOS DEL GENERAL JOSE A. PAEZ DE NUEVA
son solo los valientes que pelean, sino el consentimiento del país, y YORK A VENEZUELA-SOLEMNE DEMOSTRACION.-PAEZ EN NUEVAYORK
cl espíritu que las hace triunfar? <Cuándo, si la asesinamos ahora
sus propios hijos, renacerá nuestra patria?
Con esas observaciones deja cumplido su grato encargo respec- SU VIDA.-EL H.lTO.-PRIMERAS CORRERlAS.-HAZANAS.-EL EJERCI-
to de Vd.. la Comisión Ejecutiva. Los hombres pueden errar, y los TO.--EL COPLE-LAS QUESERAS.-CARABOEO.-SU NEGRO:-SU CABA-
patriotas de buena fe pensar de distinto modo sobre los modos de l_LO.-~~~~G~,2il,~~IDAD.-L~ PRIMERA LANZA AMERICANA
preparar y cotrducir la guerra; pero cuando se trata como hoy
de impedir con una campaña grandiosa y oportuna que se malogre el Nueva York, 24 de marzo de 1888.
último esfuerzo que parece capaz de hacer ia patria, dudar de la
actitud de Vd. no sería cumplir un encargo, sino ofenderle: lo que Señor Director de Ln h’nciún:
no harán ciertamente los que tienen fe en su sensatez y en su
patriotismo. Séanos dado,--ahora que podemos fundar o des- iPor que este sol riente, estas calles concurridas, este fragor
truir,-fundar. de artillería. este clamor de clarines, este ir y venir de los edeca-
Seguros de su noble respuesta, somos de Vd.- nes a caballo? Estan llenos de coches los alrededores del cuartel
del regimiento 12 de milicias. La mañana está fría; pero la con-
Affmos. compatriotas: currencia es grande. ;Quién llega. que todo el mundo le abre paso, y
JOSE MARTI nadie le saluda sin cariño? Trae en la mano el tricornio con una
pluma negra; (corno puede sostener sobre esas piernas infelices ese
torso gigantesco.. 3. l!eva con trabajo SLI pecho hercúleo y sus espal-
Félix Fuentes, Rafael de C. Palomino, Secretario Dr. J. M. Párraga. das anchas: la,s charreteras se encajan en los hombros, como las
Cuerpo Asesor: Sres Dr. .J. J. Luis. Pedro Iraola. Francisco Sellén. guardas de plata en la esquina de un misal antiguo; la cabeza es
Un cubano. i!n camagüeyano. Eduardo Ester. José E. Sânchez. R. redonda, cana v ai rape: quien ha visto los de un toro a punto de
V. ;\day. Porfirio Ramos. Antonio Saiadrigas. Abelardo Peoli. Ra- arremeter ha visto sus ojos; pero como se ha codeado de cerca con
món Rubiera. Manuel Beraza. Enrique Trujillo. Serafín Bello. CO- la muerte. como ha!1 caído a sus pies, sonriendo y aclamándolo, sus
ronei Emilio Núfíez. Comandante José Rodriguez V. J. J. Camino. escuadrones, como ha conquistado en el peligro su grandeza, templa
I--n cubano. ios írnpetus de su mirada una magnífica benignidad: los ojos son
viscosos, turbios, corno estrellados: le caen por ambos lados de la
0. c., t. 1, p. 216-222. Cotejada con el manuscrito original barba dos bigotes mandarines, negros: iquién es, que nadie lo ve
pasar sin admiración?: ;es Sheridan, que como Sherman, el que
avudo z Grant a cerrar sobre Richmond !a confederación exan-
gte;--como John Shcrman, su hermano, candidato hábil a la pre-
videncia;-como Sickles, el que de una arremetida arrebató a los
corifederados la victoria de Gettysburg, y volvió con una pierna
menos, pero con la gloria; como Flower. que empezó de calles y es
OBRAS ESCOGIDAS. T II 215
ahora poderoso empresario; como Hewitt, que disputa a Depew la
representación del espíritu yanqui en la lucha vecina contra el euro- su mocedad las proezas del llanero épico que con la hombria de su
pcírmo vencedor; como cien más, honra del congreso y la iglesia 1 trato supo más tarde, en su destierro de veinte años en Nueva York,
la banca y el ejército y la república, han venido a acompaiíar, sin mantener para el hombre resignado la admiración que despertó el
miedo al frio que muerde, hasta el muelle donde una lancha los guerrero. “Todavía nos parece verlo, dicen, cortés y verboso, más
llevará al buque de guerra que los transporta a Venezuela, los restos, instruido en batallas que en leyes, puntual en sus citas, muy pulcro
harto tiempo solitarios, de José Antonio Páez, de aquel que sin más en el vestir, lleno de generosidad y de anécdotas, amigo de las
escuela que sus llanos, ni más disciplina que su voluntad, ni mis damas y del baile, sin que lo de general y presidente se le viera
estrategia que el genio, ni más ejército que su horda, sacó a Vene- más que en algún gesto de imperio de la mano o en alguna centella
zuela
. ~. del dominio español en una carrera de caballo que duró die- de los ojos”. iAún recuerdan al prócer arrogante que en las noches de
clseis años. invierno les contó las guerras increíbles de aquellos hombres que
Allá va por la Quinta Avenida la procesión. Ayer estuvo su cargaban, como Sánchez, un cañón a cuestas, de aquellas mujeres
féretro expuesto con guardia de honor en la Sala Consistorial, que que decían a sus esposos, como la de Olmedilla: “Prefiero verte re-
licnc de años atrás en sus paredes el retrato del llanero, vestido volcar en tu sangre antes que humillado y prisionero”; de aquellos
ya de persona mayor: la czbeza bien sentada, de pelo cano y crespo, jinetes que amansaban al amanecer el potro salvaje con que a la
boca benévola y sensual, y ojos radiantes y maravillosos: cadena tarde iban dando caza, asta contra anca, al enemigo.
de oro por toda la pechera: chaleco blanco: ino había sobre el ataúd Así quisieron sus amigos de antes despedir con majestad al que
más que cinco coronas! iAllá va la procesión, que a las diez salió, tantas veces les apareció con ella. Así honró a aquella lanza incan-
del cuartel, y a las cuatro llegó al muelle. sable el pueblo que se opuso, por razones de conveniencia, a que
La policía montada la abre: la manda Sickles, desde un carrua- con la redención de las Antillas coronara su obra.
je abierto, con su capa azul sobre los hombros, y su muleta al
lado: siguen las baterías, con sus obuses relucientes; batallofies de
tropa de línea; regimientos de la milicia de la ciudad: Sheridan a Nadie comenzó su vida en mayor humildad, ni la ilustró con más
la cabeza de los húsares: la milicia del séptimo, que es el lujo de dotes de aquellas sublimes que parecen, con el misterio de la vida,
New York, guardando el carro fúnebre, el carro negro. Sherman y los venir a los hombres privilegiados del espíritu mismo de la tierra en
comisionados de Venezuela, los generales, los magistrados, los re- que nacen. Vio la luz a la orilla del agua en que había de librar
presentantes, los ministros, los cbnsules, los neoyorquinos ilustres; en ella batalla .de caballerías, como en la tierra firme. Que comer
los hi5pancamericanos fieles, en doble hilera de carruajes. Las músi- tenían sus padres; pero no más. Le enseñaron con sangre, en la
cas vibran. Las venezolanas saludan’desde un balcón con sus pa- escuelade la Sra. Gregoria, la doctrina cristiana y los palotes de
ñuelos. Palomares: cartuchos de pulpería y panes de azúcar fueron sus pri-
Las aceras están llenas de curiosos. iEsa música heroica, ese meras armas, cuando sirvió a su tío el pulpero, de mancebo, y por
estruendo de cureñas, ese piafar de la caballería, esos uniformes la tarde le ayudaba a sembrar el cacaotal: pasó la mocedad de peón
galoneados, esos carruajes de gente civil,, son cortejo propio del de hato, trayendo y llevando camazos de agua caliente, para que se
que con el agua al pecho y la lanza en los dientes salió de los este- bañase los pies el capataz de pelo lanoso que no veía con gusto
ros del salvaje para ganar en la defensa de la libertad los grados su cabello rubio: a lomo pelado, sin más rienda que las crines, sa-
y riquezas que otros ganan oprimiéndola y morir al fin recomen- lió a la doma del potro salvaje, rebotando, mugiendo, salvando que-
dando a sus compatriotas que “como no sea para defenderse del bradas, echado al cielo, volando: escarmenaba cerdas para los ca-
extranjero, jamás toquen sus simas”! Erró después: creyó que el bestros o echaba correas a la montura en los pocos ocios que le
brazo es fo mismo que la frente, vencer lo mismo que jugar, pelear permitía Manuelote, sentado en su cráneo de caballo o en la ca-
lo mismo que gobernar, ser caudillo de llaneros lo mismo que ser beza de un caimán, que eran allí los únicos asientos: “yo no le
presidente de república; pero <quién que sea digno de mirar al sol pregunto si sabe nadar”, le decía Manuelote, “lo que le mando es
verá antes sus manchas que su luz ? Cuando loan hoy aquí en lengua que se tire al rio y guíe el ganado”: su comida era un trozo de la res
extraña sus hechos extraordinarios cno los loaremos en la misma recién muerta, asada al rescoldo, sin pan y sin sal, y el agua de
lengua cn que él dijo iDesnúdense! en el Copié, y en las Queseras la “tapara” la bebida, y la cama un cuero seco; y el zapato la planta
~Vueluan caras! iRecuérdese a los héroes! del pie, y el gallo el reloj, y el juez la lanza; cantó a la puerta
Bien lo recuerdan aquí sus amigos de antes, que son hoy mag- de su novia; en los domingos y en las fiestas, aquella poesía selvática
nates de la banca, columnas de la religión, cabezas de la milicia, y profunda que suele interrumpir el rival celoso con otra poesía, y
candidatos a la presidencia de la república, y oyeron con asombro en luego con la muerte: y de pronto, así como los llanos chamuscados
y sedientos, albergue sólo del cocodrilo moribundo o de la víbora
losé Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 217
216

enroscada, surgen a las primeras lluvias cubiertos de lozanía, fra- Saca libres a ciento quince presos. Abre otra cárcel, llena de mu-
gancia y verdor, y el potro relincha, y el toro renovado se encela, jeres.
y cantan los pájaros, esmeraldas aladas, y todo entona con estallido y Sin más compañero que un gallardo español que no le conoce,
chispazos, el venturoso concierto de la vida, así el alumno de y a quien dará después su bolsa, como para castigarse por haber
la Sra. Gregoria, el criado de la pulpería, el que traia y llevaba pensado en cobrar en éi toda -la ofensa de que viene lleno, sale
los camazos, pone el oido en tferra, oye a lo lejos, convocando al otra vez, sin afectar -el sacrificio cierto del pueblo de Barinas, que
triunfo, los cascos del caballo de Bolívar, monta, arenga, recluta, lo aclama por jefe, a levantar ejército allí donde la libertad está,
arreme?e, resplandece, lleva caballo blanco y dolmán rojo, y cuando más segura que en las poblaciones, en los llanos: en los llanos,
se le ve de cuerpo entero allí está, en las Queseras del Medio, con leales ai rey; ipero él levantará ejército! Sus primeros soldados son
sus ciento cincuenta héroes, rebanando enemigos, cerrándolos como cinco realistas que le intiman rendición. Luego saldrá al camino,
en el rodeo, aguijoneando con la lanza, como a ganado perezoso, a puesto en apuros para demostrar a los cinco reclutas cómo es verdad
las hordas fatidicas de Morales. Pasa el río: se les va encima: los que tiene, por lo cercano, una compañía que nunca llega: topa con
llama a pelear: les pica el belfo de los caballos: finge que huye: se una banda de indios: los aterra: los hace echar al suelo las flechas:
trae a las ancas toda la caballería, “jvuelvan caras!” dice, y con con todas ellas y los arcos ata un haz: y se lo echa a la espalda, y
poco mas de cien, a la luz del sol, que volvió a parar su curso para entra en el pueblo con los indios cautivos. Con los flaneros que
ver la maravilla, jclavó contra la selva a seis mil mercenarios, re- desprecia Gar.cía de Sena organiza en Mérida su primera compa-
vueltos con el polvo, arrastrados por sus cabalgaduras, aplastados ñía.
por sus cationes, caídos sobre sus propios hierros, muertos antes por Con los prisioneros de su teniente en Banco Largo monta los
el pa\.or que por la lanza! Así venció en su primera pelea for- “Bravos de Pkz”; con el aguardiente y sus palabras enardece de
mal, en la Mata de la A’iel: así en la última, trece años después, tal modo a los indios de Canabiche, temerosos de la fusilería, que
cuando aseguró la independencia del continente en Carabobo “iA los indios, transfigurados, .se pican la lengua con la punta de la
vengar mi caballo!” dijo en la Mata, y se trajo sin jinetes, porque flecha, se embadurnan el rostro con la sangre que les sale de las
a lanzazos los sacó de las sillas, todos los caballos de López! “iA heridas y mueren abrazados a los cañones.
vengar a mi negro Camejo!” dijo en Carabobo: carga con sus seis- Cuando no tiene más, sale a campaña con tres lanzas y un fusil;
cientos, gana la rienda y rompe al enemigo, vuelve con todas las pero si quiere caballos para la gente que se le allega, ino van
lanzas coloradas, iy es libre la América! montados los realistas? Si le faltan barcas con que defender el
río, tpara qué están las flecheras españolas, que huyen a cañona-
zos, corriente arriba? por eso escogió Páez de pínta rucia los caba-
Tres años sirvió de soldado en la primera guerra, y cuando en llos de sus mil llaneros, porque los rucios son los caballos nada-
sus filas no había llegado más que a sargento, en las del enemigo, dores. ;Ni los hombres, ni las bestias, ni los elementos le habrán
triunfante en 1813, lo querían para capitán de caballería. ?-No era de hacer traición!; porque él, que al empezar la pelea cae a veces sin
él quién desmontaba en un encuentro a treinta jinetes? i“eI tío”, “el sentido de la silla por la fuerza con que le acomete el deseo de ir a
compadre”, “e! mayordomo” de los llaneros? <el que por generoso recibir los primeros golpes; él, que en cuanto se ve solo ataca, y
los deslumbraba, y por astuto y por fuerte? iel que veía de una le- en cuanto ataca vence; él, que cegado por el combate, se va detrás
gua, clavaba de un saetazo al puerco montes, domaba al potro con del enemigo con un niño por único compañero, mientras su tropa se
mirarlo fijo, volcaba el toro de un tirón de cola? Pero él se escurre queda atrás entretenida con el botín; él, que arenga a sus lanzas de
por un lado del monte, a ser capitán de los patriotas, que a poco se este modo en la Mata de la Miel: “ial que no me traiga un muerto,
le cansan, y ya no son más que veinte, y luego dos, y luego él solo. io paso por las armas!“.; él no humillará jamás a un bravo, ni se
Le quitarán la espada con engaño, iporque frente a frente, ni el ensañará contra el vencido. Al pujante Sánchez sí lo sacará de la
pueblo entero de Canaguá se la quitaría! Lo cargarán de grillos montura en -el asta de la lanza, y como que, cuando lo tiene en tierra
en Barinas: “iA mí los más pesados!” Lo habrían matado de noche, bajo la rodilla, “prorrumpe en palabras descompuestas e im-
como a todos los presos, a lanzazos, si con sus riegos y los de un propias del momento en que se hallaba”, lo rematará de otro lanzazo;
amigo no ablandase el corazón del carcelero, que le quitó los hierros. pero ,cuando un patriota sanguinario deshonra sus armas descabe-
iAdónde irá ahora Páez? ia buscar su caballo y sus armas, para ve- zando prisioneros indefensos, ya “al caer la quinta”, no puede re-
nir él ~010, a rescatar a sus compañeros! “iQuién vive?” le grita frenar la indignación que 10 sofoca; para al bárbaro, acude a su
la guardia. “iE demonio, que pronto vendrá a cargar con ustedes!” superior, defiende a los prisioneros delante de la tro a. “iNo; ni
Vuelve riendas: “*,Adelante!” grita a un batailón invisible. La guar- la más estricta obediencia militar,-escribió luego,-pue Cre cambiar la
dia se echa por tierra. De un planazo se concilia al alcaide dudoso. espada del soldado en cuchilla de verdugo!”
218 José Martí OBRAS ESCOGIDAS. T. II 219

Asi iba ya, de jefe suelto, algo más libre que al principio de enemigo dividido; vuelven a escape de] triunfo, sacudiendo las lan-
amigos traidores y jefes celosos, a la cabeza de su gente de lanza zas en alto.
que le adora, que le para el caballo para pedirle lo que quiere, que No eran aún más que cien, allá por 1814, y ya Paéz se iba a
le quita de las manos la lonja de carne que se lleva a la boca. Van citar a combate con baladronadas al jefe realista. El jefe vencido
por los ríos de noche, voceando para ahuyentar a los caimanes, por se echaba al rio y Páez se echaba tras él, cruzaba el rio antes y 10
kas esteros cenagosos, sacando a pujo de brazo su animal aho- esperaba a la otra orilla, para perdonarlo. Se les caen al suelo los
gado; por los llanos encendidos entre brotes de llamas, turbiones de potros moribundos y la pelea sigue pie a tierra; va a venir por aquel
humareda, bocanadas de polvo, No hay más comida que la res que lado el español; y lo aguardan hora sobre hora, tendidos sobre los
matan; y los soldados, sin sombrero y vestidos de pieles, se apean, cuellos de los caballos. Los apura el contrario numeroso y pasan
lanza en ristre, a disputarse el cuero fresco. La banda sigue al paso, la noche hundidos en el estero.
cantando, afilando el chuzo de albarico, asegurando la cuchilla flo- Vienen a cazarlos con barcas y ellos se echan al agua, se acer-
ja. Páez va delante, “descalzo y .maltratado de vestido”, con unas can a la borda, se zambullen en cuanto luce la mecha del cañón,
calzas de bayeta roídas hasta media pierna. pican con el asta el pecho de los artilleros, toman desnudos, lanza
Cruzan los ríos con las armas y la montura a la cabeza: al en mano, las flecheras desiertas. Se prepara Morillo, con el favor
que no sabe nadar le ‘hacen bote de un cuero: si la carga es mucha, de la noche, a echarles encima sus fuerzas mayores; y Páez, que no
con tiras sin curtir recogen los bordes de una piel, echan lo pesado sabe de Aníbal ni de sus dos mil bueyes, ata cueros secos a la
dentro, y al agua van, con su caballo de una mano y la cuerda en cola de cuatro caballos, a la vez que echa al aire un tiroteo, lanza
los dientes. Al salir a. un yagual, descubren a un hombre encuclilla- a los brutos desespera bios sobre el campo español, que presa de]
do con las manos en la maraña de] cabello, con la mirada fija en pánico levanta tiendas. Si el viento va detrás del enemigo, incendia
tiekra: tiene a sus pies, mondados, los huesos de su propio hijo. De la sabana, y en medio del fuego espantoso, entre columnas de humo
cuando en cuando se encuentran, colgada en una jaula o clavada y lenguas de llamas, carga catorce veces la caballería. A Puerto
en una escarpia, la cabeza de un patriota frita en aceite: un día, Cabello, entretenido con maniobras falsas, lo asaltan de noche a
después de vencer, desclavan la cabeza de Aldao, y sale volando un caballo por el mar, y 10 toman. Y cuando en 1818, horas después
pájaro amarillo, como su bandera, que tenía allí su nido. de abrazar po: primera vez a Bolívar, quiere el héroe impaciente
{Qué es Monteverde, qué es Calzada, qué es Correa, qué es La- vadear el Apure, burlando las cañoneras españolas del Copié, “yo
torre, qué es -Boves, qué es Morillo? Cuando aún ‘tienen su *plan tomaré las cañoneras”, dice Páez: sus bravos se desnudan,. y se
en el cerebro, ya Páez está a sus talones deshaciéndolo. Adtvma echan al río con los caballos.en pelo y la lanza en la boca: nadan
todas las vueltas y ardides del español, y calcula con exactitud los con una mano, y con la otra guían a su cabalgadura; llegan a
movimientos que deben hacer de sus defectos y virtudes. Obedece las cañoneras, saltan del agua al lomo, del lomo a la cubierta, lde la
a sus presentimientos y se salva. cubierta a la victoria! Suyas son. Bolívar, vencedor, pasa al Apure.
Al azar nada fía, y lo prevé todo antes de empeñar el combate;
pero ya en él, no pierde un gesto. Improvisa recursos singulares
en los instantes más comprometidos. Engaña al más astuto. Siem- Grande era Páez al resplandor de las llamas de San Fernando,
pre le ocurre lo que el enemigo no puede prever. Lleva la carne incendiado por sus propios habitantes para que Morillo no pudiera
muerta de tres días, para que no lo delaten los buitres que caen sobre hacer de él fortaleza contra los patriotas; grande en los llanos,
la matazón reciente. Cada encuentro le enseña el modo de vencerlo. cuando ijar contra ijar, con luces émulas, centelleándole los ojos,
Su estrategia es original, pintoresca y sencilla. Sobresale en iba su caballo blanco al lado del potro rucio de Bolívar; grande en las
simular un ataque, y vencer con otro; en fingir fugas de caballe- Queseras, tundiendo a los de Morales con el cuento de la lanza,
ría, partir las fuerzas que le dan caza, y revolver con toda la gente cuando de herir a los seis mi] con sus ciento cincuenta, y se le
sobre la una, y luego sobre la otra; en sacar al campo al enemigo, había embotado al asta el filo; grande en Carabobo, cuando señalán-
de modo que la infantería lo envuelva; en decidir una batalla dudosa dole al contrario por su penacho rojo, que acude de sus infantes
con una inesperada acometida. ;Qué peleas, brazo a brazo, la de la abatidos a su caballeria desordenada, ve venir al “primero” de sus
. Miel, la ‘de los Cocos, la de Mucuritas, la de las Queseras, la de brazos, al negro Can-tejo, cuyo caballo, muerto como su amo, cae de
Carabobo! rodillas, a sus plantas: de un vuelo del brazo cita a los jinetes que le
Aquellos mil hombres parecen un solo hombre: se tienden por quedan, iy cuando un realista compasivo lo levanta del sincope que
la llanura, galopan al mismo son, ondean como una cinta, se abren lo ha echado por tierra, del poder de España en América no quedan
en abanico, se forman eh una sola hilera, se repliegan anca con más que los cascos, rojos por la sangre que empapa la llanura, de
anca, desbócanse en cuatro bandas, para resolver ‘a, una sobre el los caballos de Valence y de Barbastro! Pero el llanero criado en el
mando de su horda omnipotente jamAs fue tan grande como el día ,211 Tl0 EL EMPLEADO
cn qrle de un pueblo Icjano mandó liamar al-cura, para que le
tomase. ante la tropa, el juramento de ser fiel a Boli\-ar: ni aquel
guerrero, saludado durante diecist;is años a la entrada de los ca- Novela de Ram6n Meza
minos por las cabezas de sus tenientes en la picota o en las jaulas.
venció---nunca tanto como el día en que, roto con honor el último
acero de España en Puerto Cabello, ni la humillci. ni se vengó, ni
le colgó en jaula la cabeza. ni la clavb en picas, sino que le dio
salida libre del castillo, a tambor batiente y bandera desplegada,
Ya llegó al nmelle la comitiva, las calles levantaban las corti-
nas, para ver pasar al extranjero. Las calles pobres, de polacos,
de italianos, de negros, se agolpan a oír la música, a “ver lo que
es” F alegrar los ojos cansados con los colores de los uniformes,
y los penachos, y la caballería. Los niños aplauden desde las ven-
lanas a los veteranos mancos. A un negro colombiano, que se abrió Esta es la historia del poblano don Vicente Cuevas, que llegó
paso al borde de la acera, le corren las Iigrimas a hilos. Se iorma a Cuba en un bergantín, de España. sin más seso, ciencia ni bienes
en línea la milicia, las baterías. el escuadrón de húsares. ~ES que lo que una carta en que el señor marqués de Casa Vetusta lo rccomen-
quiere así el alma piadosa, o es que de veras, al sacar del carro daba a un empleado ladrtin, y con las mañas de este y las suyas,
fúnebre el ataúd, parece el aire como más luminoso, y los caballos amparadas desde Madrid por los que participaban de sus frutos,
no piafan, y no SC oye más que el silencio? Ocho marinos lo cargan paró el don Cue\:as de las calzas floreadas v las mandíbulas ro-
en hombros, “Cerca, mi Dios, de ti” toca la banda: Sherman baja bustas en “el señor conde Coveo” a quien despidieron con estrépito
los ojos. Sheridan levanta la cabeza. ;Todos los sombreros en las dc lromboncs y lujo de estandartes y banderines los buenos patrio-
manos! tas de La Habana, cuando se retiraba de la insula, del brazo de la
rica cubana Clotilde, Esta es la vergonzosa historia, diciia- con
La Nación, Buenos Aires. 13 de mayo de 1888 sobrio ingenio, cuidado estilo y varonil amargura.
0. c., t 8, p 21 i-219 Llega el Vicente-más un sobrino honrado en cuya boca pone
Meza el libro-con los sesos Lan pobres bajo su sombrerete “de
copa como media bala de cañón”, que lo primero que ye de La Haba-
lla cs el tope de un muro, donde lo montaron de burlas la noche de
Reyes “a esperar los magos”; y él da con el burócrata truhán que:
necesita del ignorante tamaño’ para que le manen oro, por artes
bribonas, ciertos cxpcdienies mohosos de cuyo estudio saca a un
leal oficinista, a fin de que el Vicente, que ni leerlos sabe, le deje
de tlrleño en la oficina de que el despojado era guardián; él finge
“que escribe mucho y de prisa”: él es dado a titulos, y tan servil con
su superior como tan tiránico con cl escribiente, su sobrino: 61 para
CII la cárcel de que e I otro lo saca, fugado, a la goleta que lo Ile\:a
a México; él vuelve a poco tiempo al destino del otro, que es puesto
alto y pingüe, por lo que quienes escudan a aqcrel cn virtud de la
parte que perciben de ios provechos del empleo, tienen empc!ío de
poner a la cabeza de la mina, por sobre cárceles y robos pasados.
a uno “que se haya dejado la vergüenza e;i Cádiz”: a un pillo que,
como /*icente, encubra que lo es, cacareando que está “en un psis
de pillos”; bueno, en verdad, puesto que los sienta a su mesa, y les
da sus mujeres para que se paseen por sus calles, hecho ya UII se-
ñorón de carretela, con su placa en el frac y cxña de !ndias, con Su
panza eminente y pechera de brilla::tes, con su calva lustrosa y
CUel\O VacLlno, dqW?l que, traficando en la derlda. cuyos secretos
Jos6 .Marri OBRAS ESCOGIDAS T. 11 223
222

están bajo su guarda, y tomando para si lo que se allega con pre- efecto de! modelo monstruoso. El libro, sin ser más que retrato, pa-
textos patrióticos, vendiendo a sus propios soldados garbanzos ma- rece caricatura; pero precisamente está su mérito en que, aun en
nidos. llega a arrancar con una perorata condal, los aplausos del el riesgo de desviar la novela de su naturaleza, no quiso el autor in-
cinico banquete que preside, en el mismo teatro desde cuya cazuela, validarla mejorando lo real en una obra rexiista, cuya esencia y mé-
como si con ei ambiente hubiera bebido desde el desembarcar, la todo es la observación sino que. hallando caricatura la verdad, la
certidumbre de que el alcornoque en su tierra era el dueiio de esta dejó como era.
otra, juró cerrando el puño, a los que se reían de él, que don Vicen- Este don de observar es en Meza tan característico, que ha de
te Cuevas “;había de ser algo!” Y lo fue todo, hasta esposo de constituirle una originalidad poderosa en los libros donde ya salgan
Clotilde. cn sazón las cualidades que, por lo despacioso de ellas y lo joven
Todo esto se cuenta en el libro, que parece una mueca hecha de él, se muestran aquí, y deben mostrarse como en agraz; porque
con los labios ensangrentados. Cuéntase cómo se va en Cuba de no es esa observación común que copia lo que ve, como la fotogra-
Cuevas a Coveo; cómo se enriquecen, a robo limpio y cara de ja- fía, sino otra implacable y casi ceñuda, que realza su poder con
lea, los empleados; cómo chupan, obstruyen y burlan al país, que su justicia, Y parece que brega a brazo con su objeto hasta que lo
pasa en la sombra discreta de la novela como una procesión de deja por tierra sin la vida que le toma para su descripción; es como
fantasmas lívidos y deshuesados; cómo echa vientre el conde, a la ciertos pintores, que no dibujan con lápices, sino con púas de acero.
tibia luz de su casa voluptuosa de soltero, entre cocheros y poetas Achica de propósito. sus personajes ruines con lo mínimo de sus
celestinos; cómo sobre el ataúd caliente de la vana mujer que da la detalles, como el que se entretiene en sacar flores, pompones y tufos
beldad de su hija a un necio título, engordan-mientras el mayordo- a un perro de lanas. No dice “iese es!“, porque pudieran no creerle;
mo leal muere de pena-el secretario, el general, el contratista, el sino hace que el personaje diga “iyo soy!”
canónigo, el coronel, el escritor “patriota” que hoy atenta, vestido Y lo que sin duda contribuye a’ dar ese aire de parodia a la
de negro y con bastón de carey, contra las vidas de aquellos a copia intencionada de lo natural, no es que quite de este o le
quienes ayer sirvió, iy tal vez le lleva y trae flores! Al lado del añada sin justa proporción, o le suponga; sino que al condensar
conde se mueven, esbozados de propósito con sencillez no exenta de en tipo enérgico las condiciones en que los de su casta se distin-
firmeza, e] portero adulón; el cochero procurador; el buscapié, servil; guen, aparecen de bulto y como magnificadas las picardías, que
el secretario, presuntuoso; los oficinistas, famélicos; 10s ladrones se ven menos cuando andan repartidas por la especie y mezcladas
titulados; la suegra, frívola; la hija, complaciente. Se ven los mis- en el concierto usual de desvergüenzas y virtudes. Ni se le habría
terios de oficinas, el lujo grotesco del advenedizo, el sabio asedio de censurar que tuviese por genio propio el de la caricatura, que
de la casa rica, nuestras casas y parques, criados y costumbres, va- cs modo eficaz de hacer visible el defecto por su exageración. El
nidades y barraganías, festejos y banquetes. arte sienta a su mesa a Daumier y a Hogarth.
El comer es parte principal de Mi tío el empleado: come pan Y ien qué esti!o está escrito todo eso? En .un estilo intenso y
y sardinas en la fonda donde llega; come a Chartreuse tendido en laborioso, aunque enlrabado por el ejemplo de las grandes novelas
su casa de soltero, donde luce, bajo un guardapolvo de cristal, un espariolas, donde en salvo algo de Pereda y en casi todo lo de Pa-
becerrillo de oro; come a chaleco abierto, en casa de su suegra di- lacio Valdés, no se procura aquella belleza superior que viene al
funta, rodeado de coroneles y canónigos; come con su secretario lenguaje, de expresar directamente y sin asomos de literatura, la
a traga mesas, cuando preside en el teatro, lleno de luces que no se pasión, la esencia y e] concepto, graduando acentos y escalonando
saben apagar, el festín patriótico: “1 daba gusto ver comer a aquellos cláusulas de modo que vayan siendo confirmación del sentido, y
dos hombres!” acabe la írase musical donde acaba la lógica; sino aquella otra per-
No parece de veras, aun a los que todavía llevan el brazo man- fección del remiendo parecida a las flores de paño que adornaban la
chado de cuando se rozaban con ellos por las calles, que esos chaqueta con que vino a Cuba don Vicente. Cuevas, que encasaca y
entes cómicos, sobre cuyas cabezas flota la tragedia, sean tan des- deforma con giros desproporcionados y violentos la fecunda beldad
nudos de mérito como los pinta, calcándolos del natural, este libro, de la idea libre, y en vez de realzar su gracia con el donaire suelto de
que deja una impresión semejante a la que ha de dejar una bofeta- la ttinica, la emperifolla, afeita y endominga, como sesentona
da. Es un teatro de titeres; de títeres fúnebres. Y a no ser porque llena de moños y cintajos. -En ese repulgo de la frase, así como en
no pueden negarse los ojos a ver, ni la memoria a recordar, diríase. lo minucioso de la descripción y uso frecuente del sueño simbólico,
conforme se va !eyendo el libro, que sólo en los dominios de la pesa- se t:e el influjo de los autores que están poniendo ahora en lengua
dilla pudieran llegar a esa preponderancia, ignorantes y pícaros ta- académica, por métodos ingleses y franceses, las cosas de España.
les. Hay algo de pantagruélico en aquellos banquetes,.y de rabele- Pero los defectos mismos de nimiedad y cargazón que, en las descrip-
siano en la risa del libro, no tanto por voluntad de esté como por ciones sobre todo, pudieran censurarse en el lenguaje de Mi tio el
~T~7~/~l~~do. no son defectos realmente. sino abundancia de condicio- HEREDIA’
nes. por donde se revela, con el exceso propio de la juventud, la
I’~SI~II esencial del artista por la verdad v el color. Ya podara
îcljcti\.os, evitará asonancias, agrupará mat;ces y cuidará pronom-
bres. F.1 estilo, más que en la forma, est5 en las condiciones perso-
:!ales que han de expresarse por ellas.
El que ajuste su pensamiento a su forma, como una baja de
cxspada a la vaina. ese tiene estilo. El que cubra la vaina de papel
o de cordones de oro, no hará por eso de mejor temple la hoja. El
\.crw w improvisa pero la prosa no: la prosa viene con los años.
\‘a Meza sobresale por 511 honrado v constante deseo de emplear la
palabra propia, necesaria y gráfica; pero lo que anuncia en él al
escritor no es esta caza del vocablo, aunque sin ella no hay belleza
durable cn la literatura. sino la determinación de subordinar el len-
guaje al concepto, el don de ver en conjunto y expresar fielmente. No por ser compatriota nuestro un poeta lo hemos de poner por
la capacidad de ccmponcr un plan vasto, con sus caracteres, inciden- sobre todos los demás; ni lo hemos de deprimir, desagradecidos o
tes y colores, y la firmeza indispensable para conducirlos al fin pro- envidiosos, por el pecado de nacer en nuestra patria. Mejor sirve
puesto, no cnseñ6ndose a cada paso a que le vean la imagen rica a la patria quien le dice la verdad y le educa el gusto que el que
o la frase bien cortada, sino como olvidado de sí, y guiando la ac- exagera el mérito de sus hombres famosos. Ni se ha de adorar
cibn desde afuera. idolos, ni de descabezar estatuas. Pero nuestro Heredia no tiene
Pero más notable que la facultad de componer, ci mérito de desa- que temer del tiempo: su poesía perdura, grandiosa y eminente,
parecer dc su libro, y el reposo, intencibn y sobriedad con que entre los defectos que le puso su época .y las imitaciones con que
todo é! estll concebido y ejecutado, es aquel como fiero pensamien- se adiestraba !a. mano, como aquellas plrámides antiguas que im-
to y grave melancolía que da a su c.histe la fuerza de la sátira. Hay peran en la dlvlna soledad, irguiendo sobre el polvo del amasijo
ojos celltclleantes bajo esa careta pintarrajeada. En ese silbato desmoronado sus piedras colosales. Y aun cuando se negase al
chasquea un litigo. Ese conde que no lleva a ,Cuba a Clotilde tiene poeta, puesto que el negar parece ser el placer más grato al hombre,
las espaldas listadas de negro, como los vestidos de los presidia- las dotes maravillosas por que, después de una crítica austera,
rios. Ese es el chiste viril, el chiste útil, el único chiste que está asegura su puesto en las cumbres humanas, iquién resiste al en-
hoy permitido cn Cuba a los hombres honrados. Las épocas de cons- canto de aquella vida atormentada y épica, donde supieron conciliar-
truccibn, en las que todos los hombres son pocos; las épocas amasa- SC la pasión y la virtud, anheloso de niño, héroe de adolescente,
das con sangre y que pudieran volver a anegarse con ella, quieren pronto a hacer del mar caballo, para ir “armado de hierro y ven-
algo más de la gente de honor que el chiste de corrillo y la litera- ganza” a morir por la libertad en un féretro glorioso, llorado por
tllrá de café, empleo indigno de los talentos ievantados. La gracia las bellas, y muerto al fin de frío de alma, en brazos de amigos
es de buena literatura; pero donde se vive sin decoro, hasta que se extranjeros, sedientos los labios, despedazado el corazón, bañado
le conquiste, no tiene nadie el derecho de valerse de la gracia sino de lágrimas el rostro, tendiendo en vano los brazos a la patria?
corno arma para conquistarla. A Níobe no se le debe poner collar de $Iucho han de perdonar los que en ella pueden vivir a los que sa-
cascabeles. A Cristo no le puede poner en la mano una sonaja. La ben morir sin ella!
gacetilla no es digna del pais que acaba de salir de la epopeya. Ya desde la niñez precocisima lo turbaba la ambición de igua-
larse con los poetas y los héroes: por cartilla tuvo a Homero; por
EI Aoisodor Cuhann, Nueva York, 25 de abril de 1888 gramática a Montesquieu, por maestro a su padre, por dama a la
0. c., t. 5, p 125129. hermosura, y por sobre todo, el juicio; mas no aquel que consiste en
ordenar las pasiones cautamente, y practicar la virtud en cuanto
no estorbe a los goces de la vida, sino aquel otro que no lo parece,
por serlo sumo, y es el de dar libre empleo a las fuerzas del
alma--que con ser como son ya traen impuesto el deber de ejerci-

l Ver tambkn en eâte mismo tomo, p. 404, el discurso en honor del poeta, pro-
nunciado por Marti en Hnrdman Hall, Nueva York, el 30 de noviembre de 1889.
226 /ose .MUffl OBRAS ESCOGIDAS T II 227

tarse-y saber a la vez echarlas al viento como halcones, y enfre- pre dispuesta a la pasión, buscó amparo en la grandeza de su tiem-
narlas luego. No le pareció, al leer a Plutarco en latin, que cuando po, reciente aún de la última renovación de la humanidad, donde,
había en una tierra hecha para la felicidad esclavos azotados y amos como bordas de fuego de un mar torvo, cantaba Byron y peleaban
impios, estuviese aún completo el libro de las Vidas, ni cumplido Napoleón y Bolívar. Grecia y Roma, que le eran familiares por su
el plan del mundo, que comprende la belleza moral en la fisica, y cultura clásica, reflorecían en los pueblos europeos, desde el trá-
no ve en esta sino el anuncio imperativo de aquella: así que, antes gico que acababa de imitarlas en Italia al inglés que había de ir a
de llevarse la mano al bozo, se la llevó al cinto. Salvó su vida y morir en Misolonghi; en los mismos Estados Unidos, donde Washing-
calmó su ansiedad en el asilo que por pocos días le ofreció la inol- ton acababa de vencer, Bryant canta a Tesalia, y Halleck celebra
vidable Emilia. Llora de furor al ver el pais de nieves donde ha de a Bozzaris. Pero ya tenia para entonces su poesía, a más del estro
vivir, por no saber amar con mesura su país de luz. Lo llama Ígneo, la majestad que debió poner en ella la contemplación, entre
México, que siempre tuvo corazones de oro, y brazos sin espinas, helénica por lo armoniosa y asiática por el lujo, de la hermosura de
donde se ampara sin miedo al extranjero. Pero ni la amistad de los países americanos donde vivió en su niñez; de aquel monte del
Torne], ni la compañía de Quintana Roo, ni el teatro de Garay, ni .4vila y valles caraqueños, con el cielo que viene a dormir de noche
la belleza fugaz de Maria Pautet, ni el hogar agitado del destie- sobre los techos de las casas; de aquellas cumbres y altiplanicies
rro, ni la ambición literaria, que en el país ajeno se entibia y vuelve mexicanas, modelo de sublimidad, que hinchan el pecho de me-
recelosa, ni el pasmo mismo de la naturaleza, pudieron dar más lancolía e imperio; de Santo Domingo, donde corre el fuego por las
que consuelo momentáneo a aquella alma “abrasada de amor” que venas de los árboles, y son más las flores que las hojas; de Cuba,
pedía en vano amante, y paseaba sombrío por el mundo, sin su velada lay! por tantas almas segadas en flor, donde tiene la natu-
esposa ideal y sin los héroes. raleza la gracia de la doncellez y la frescura del beso.
Aquel maestro de historia, aquel periodista sesudo, aquel politice Pero nada pudo tanto en su genio como aquella ansia inextingui-
ardiente, aquel juez atildado, con una mano opinaba en los pleitos, ble de amor, que con los de la tierra crecía, por ir demostrando
y con la otra se echaba atrás las lágrimas. En el sol, en la noche, cada uno lo amargo de nacer con una sed que no se puede apagar
en la tormenta, en la lluvia nocturna, en el océano, en el aire libre, en este mundo. No cesan las hermosuras en cuanto habla de amo-
buscaba frenético, mas siempre dueño de si, sus hermanos naturales. res. Hay todavia “Lesbias” y “Filenos”; pero ya dice “pañuelo” en
Disciplinaba el alma fogosa con los quehaceres nimios de la abo- verso, antes que de Vigny. Cuando se prepara a la guerra, cuando
gacía. Su poesía, marcial primero y reprimida después, acabó en describe el sol, cuando contempla el Niágara, piensa en los tira-
desesperada. Más de una vez quiso saber cómo se salia pronto de nos, para decir otra vez que los odia, y en la mujer a quien ha
la vida. Pide paz a los árboles, sueño a la fatiga, gloria al hombre, de amar. Es la lava viva, y agonía que da piedad. Del amor padece
amor a la luna. Aborrece la tiranía, y adora la libertad. Arreglando hasta retorcerse. El amor es “furioso”. Llora llanto de fuego.
tragedias, nutre en vez de apagar su fuego trágico. Borra con sus Aquella mujer es “divina y funesta”. Una bailarina le arranca acen-
lágrimas la sangre que en la carrera loca sacó con la espuela al ijar tos pindáricos, una bailarina “que tiende los brazos delicados, mos-
de su caballo. iQuién le apaciguará el corazón? <Dónde se asilará trando los tesoros de su seno”. No teme caer en alguna puerilidad
la virtud? El exceso de vida le agobia; vive condenado a efectos amatoria de que se alza en un vuelo a la belleza pura, ni mostrarse
estériles; jamás iinfeliz! ser correspondido por la que ama. De no- como está, mísero de amor, postrado, desdeñado: lcomo viviría él
che, sobre un monte, descubierta la cabeza, alza la frente en la en un rincón “con ella y la virtud”! Y era siempre un amor caba-
tempestad. INo se irá de la vida sin haber sembrado el laurel que lleresco, aun en los mayores arrebatos. Para su verso era su co-
quiere para su tumba ! Aquietará SLI espíritu desolado con el frescor razón despedazado; pero salía a la vida sereno, domador de si
de la lluvia nocturna, pero donde se oiga, a los pies de una mujer, mismo. Acaso hoy, o por desmerecimiento de la mujer, o por mayor
bramar el mar y rugir el trueno. Y murió, grande como era, de no realidad y tristeza de nuestra vida, no nos sea posible amar así:
poder ser grande. la pasión es ahora poca, o sale hueca al verso, o gusta de satisfa-
Porque uno de los elementos principales de su genio fue el cerse por los rincones. Tal fue su genio, contristado por la zozobra
amor a la gloria, en que los hombres suelen hallar consuelos com- inevitable en quien tiene que vivir de los frutos de su espíritu en
parables al dolor de quien nada espera de ella: su poesía resplan- tierras extrañas.
dece, desmaya o angustia, según vea las coronas sobre su cabeza Así amó él a la mujer, no como tentación que quita bríos para
o fuera de su mano: busca sin éxito, ya desalentado, poesía nueva las obligaciones de la vida, sino como sazón y pináculo de la glo-
por cauces más tranquilos: su lira es de las batallas, del amor “tre- ria, que es toda vanidad y dolor cuando no le da sangre y luz el
mendo”, del horror “grato”, “bello” y “augusto”. Del país profa- beso. Así quiso a la libertad, patricia más que francesa. Así a los
nado en que le tocó nacer, y exaltó desde la infancia SLI alma siem- pueblos que combaten. y a los caudillos que postran a los déspotas.
losi .\farfi OBRAS ESCOGIDAS T II 229
228

Así a los indios infelices, por quienes se le ve siempre traspa$ado El lenguaje de Heredia es otra de sus grandezas, a pesar de
de ternura, y de horror por los “hombres feroces” que contuvieron esos deiectos que no han de excusársele, a no ser porque estaban
y desviaron la civilización del mundo, alzaron a su paso montones consentidos en su tiempo, y aun se tenían por gala: porque a la
de cadáveres, para que se yieran sobre sus cruces. Pero eso, otros lo poesia, que es arte, no vale disculparla con que es patriótica o fi-
pudieron amar como él. Lo que es suyo, lo herédico, es esa tonante losófica, sino que ha de resistir como el bronce y vibrar como la
condición de su espíritu que da como beldad imperial a cuanto en porcelana: y bien pudo Heíedia evitar en su obra entera lo que evi-
momentos felices toca con su mano, y difunde por sus magníficas tó en aquellos pasajes donde despliega con todo su lujo su estrofa
estrofas un poder y esplendor semejantes a los de las obras más amplia, en que no cuelgan las imágenes como dijes, sino que ‘Jan
bellas de la Naturaleza. Esa alma que SC consume, ese movimiento con el pensamiento, como en el diamante va la luz, y producen por
a la vez arrebatado y armonioso, ese lenguaje que centellea como su nobleza, variedad y rapidez la emoción homérica. Los cuadros
la bóveda celeste, ese período que se desata como una capa de ba- se suceden. El verso triunfa. No van los versos encasacados, adon-
talla y se pliega como un manto real, eso es lo herédico, y el licito de los quiere llevar el poeta de gabinete, ni forjados a martillo,
desorden, grato en la obra del hombre como en la del Universo, aunque sea de cíclope, sino que le nacen del alma con manto y co-
que no consiste en echar peñas abajo o nubes arriba la fantasía, ni rona. Es directo y limpio como la prosa aquel verso llameante,
en simular con artificio poco visible el trastorno lírico, ni en poner ágil y oratorio, que ya pinte, ya describa, ya fulmine, ya narre, ya
g!obos de imágenes sobre hormigas de pensamiento, sino en alzarse evoque, se desata o enfrena al poder de una censura sabia y viva,
de súbito sobre la tierra sin sacar de ella las raíces, como ei monte que con mas ímpetu y verdad que la de Quintana, remonta la poesía,
que la encumbra o el bosque que la interrumpe de improviso, a que como quien la echa al cielo de un bote, o la sujeta súbito, como au-
el aire la oree, la argente la lluvia, y la consagre y despedace et riga que dé un reclamo para la cuadriga. La estrofa se va tendien-
rayo. Eso es lo herédico, y la imagen a la vez esmaltada y de re- do como la llanura, encrespando como el mar combando como el cie-
lieve, y aquella frase imperiosa y fulgurante, y modo de disponer lo. Si desciende, es como una exhalación. Suele rielar como la
como una bataila la oda, por donde Heredia tiene un solo semejante luna; pero más a menudo se extingue como el sol poniente, entre
en !iteratura, que es Bolívar. Olmedo, que cantó a Bolívar mejor carmines vívidos y negrura pavorosa.
que Heredia, no es el primer poeta americano. El primer poeta de I\;unca falta, por supuesto, quien sin mirar en las raices de
América es Heredia. Sólo él ha puesto en sus versos la sublimidad, cada persona poética, ni pensar que los que vienen de igual raíz
pompa y fuego de su naturaleza. El es volcánico como sus entrañas, han de enseñarlo en la hoja, tenga por imitación o idolatría el
y sereno como sus alturas. parecimiento de un poeta con otro que le sea análogo por el carác-
Ni todos sus asuntos fueron felices y propios de su genio; ni se ter, las fuentes de la educación o la naturaleza del genio: como si
igualó con Píndaro cuantas veces se lo propuso; ni es el mismo cuan- el roble que nace en Pekín hubiera de venir del de Aranjuez, porque
do imita, que no es tanto como parece, o cuando vacila, que es poco, ‘hay un robledal en Aranjuez. Así, por apariencias, llegan los ob-
o cuando trata temas ilanos, que cuando en alas de la pasión deja servadores malignos o noveles a ver copia servil donde no hay más
ir el verso sin moldes ni recamos, ni más guía que el águila; ni cabe que frita1 semejanza. Ní Heredia ni nadie se libra de su tiempo, que
comparar con sus odas al Niágara, al Teocali de Cholula, al sol, por mil modos, sutiles influye en la mente, y dicta, sentado
al mar, o sus epístolas a Emilia y Elpino y la estancia sexta de los donde no se le puede ver ni resistir, los primeros sentimientos, la
Placeres de la Melancolía, ios poemas que escribió más larde pen- primera prosa. Tan ganosa de altos amigos está siempre el alma
sando en Young y en Delille, y como émulo de Voltaire y Lucrecia poética, y tan necesitada de !a beldad, que apenas la ve asomar,
más apasionado que dichoso; ni campea en las composiciones rima- se va tras ella, y revela por la dirección de los primeros pasos la
das, sobre todo en las menores, con la soberanía de aquellos cantos hermosura a quien sigue, que suele ser menor que aquella que des-
rn que celebra en verso suelto al influjo de las hermosas, el amor pierta. De estos impulsos viene vibrando el genio, como mar de
de la patria y las maravillas naturales. Suele ser verboso. Tiene ondas sonoras, de Homero a Whitman. Y por eso, y por algunas
versos rel!enos de adjetivos. Cae en los defectos propios de aquellos imitaciones confesas, muy por debajo de lo suyo original, ha po-
tiempos en que a! sentimiento se decía sensibilidad: hay en casi dido decirse de ligero que Heredia fuese imitador de este o aquei,
todas sus páginas versos dbbiles, desinencias cercanas, asonantes y en especíai de Byron, cuando lo cierto es que la pasión soberbia
seguidos, expresiones descuidadas, acentos mal dispuestos, diptongos de este no se avenía con la más noble de Heredia; ni en los asuntos
ásperos, aliteraciones duras: esa es la diferencia que hay entre un que trataron en comlin hay la menor semejanza esencial; ni cabe en
bosque y un jardín: en el jardín todo está pulido, podado, enarena- juicio sano tener en menos las maravillas de la “Tempestad” que las
do, como para morada de la flor y deleite del jardinero: iquién osa estrofas que Byron compuso “durante una tormenta”: ni en el “No
entrar en un bosque con el mandil y las podaderas? me recuerdes”, que es muy bello, hay arranques que puedan compa-
?A LOS ESTADOS UNIDOS?’
rarse con el ansia amorosa del “Desamor”, y aun de “El rizo de
pl0”; ni por los paises en que vivi& v lo infeliz de su raza en aquel
tiempo, podía Heredia, grande por lo Sincero, tratar los asuntos com-
plejos v de universal interés, vedados por el azar del nacimiento a
quien \‘iene al mundo donde sólo llega de lejos, perdido y confuso, el
fragor de sus ola5. Porque es el dolor de los cubanos, y de todos
los hispanoamericanos que aunque hereden por el estudio y aqui-
laten con su talento natural las esperanzas e ideas del universo.
como es muy otro el que se mueve bajo sus pies que el que. llevan en
la cabeza, no tienen ambiente ni raíces ni derecho propio para opi-
nar en las cosas que más les conmueven e interesan, y parecen
ridículos e intrusos si, de un país rudimentario, pretenden entrarse
con gran voz por los asuntos de la humanidad, que son los del día
en aquellos pueblos donde no están en las primeras letras como Pasa en los juicios que se publican sobre los pueblos lo que
nosotros, sino en toda su animación y fuerza. Es como ir coronado a los hombres de poca edad con las mujeres que los deslumbran
de rayos y calzado con borceguíes. Este es de veras un dolor mortal, por su hermosa apariencia, sin ver que puede una serpiente vivir
y un motivo de tristeza infinita. A Heredia le sobraron alientos y le escondida en la misma concha que parece morada de la perla. Los
mozos son así, y aun los que no son mozos en edad, sino en juicio,
faltó mundo.
Esto no es juicio, sino unas cuantas líneas para acompañar un aun cuando este parezca maduro por las gracias de la forma en que
se expresa. Toman lo pintoresco por esencial. y los detalles aisla-
retrato. Pero si no hay espacio para analizar, por su poder y el
de los accidentes que se lo estimularon o torcieron, el vigor primiti- dos y simpáticos por las entrañas, que suelen ser muy diversas; como
vo, elementos nuevos y curiosos, y formas varias de aquel genio quien ve a una mujer de ojos limpios y cutis de rosa, vestida de en-
poético que puso en sus cantos, sin más superior que la creación, cajes como podría una hada, y supone que aquella seráfica Geldad,
que es acaso una Manón irredimible, alberga una hermosura seme-
el movimiento y la luz de sus mayores maravillas, y descubrió en un
pecho cubano el secreto perdido que en las primicias del mundo jante en el espíritu. A los pueblos se les ha de estudiar dos veces,
dio sublimidad a la epopeya, antes le faltaría calor al corazón que como a las mujeres. El frívolo se contenta con las impresiones, so-
orgullo y agradecimiento para recordar que fue hijo de Cuba aquel bre todo si son de su agrado o concuerdan con su disposición per-
sonal. El que sabe que la pluma se debe mojar en la sangre de la
de cuvos labios salieron algunos de los acentos más bellos que haya
modulado la voz del hombre, aquel que murió joven, fuera de la verdad, aunque nos salga del costado, deja pasar los primeros va-
patria que quiso redimir, del dolor de buscar en vano en el mundo pores de la impresión, y escribe después del estudio doloroso de lo
real, sin que la simpatía injusta lo ponga ciego para cuanto no le
el amor y la virtud. sea grato, ni desluzca sus opiniones la antipatía, que es debilidad
indigna de cuantos aspiran a enviar su voz con algún influjo sobre
El Economista Americano, Nueva York, julio de 1888 los hombres.
0. c., t. 5. p, 133-139. Y eso no va dicho por casualidad, sino porque en lo que se es-
cribe ahora por nuestra América imperan dos modas, igualmente
dañinas, una de las cuales es presentar como la casa de las maravi-
llas y la flor del mundo a estos Estados Unidos, que no lo son para
quien sabe ver; y otra propalar la justicia y conveniencia de la pre-
ponderancia del espiritu español en los paises hispanoamericanos,
que en eso mismo están probando precisamente que no han dejado
aún de ser colonias. Por supuesto que esto no pasa de ciertas capas
mentales, y ni una ni otra propaganda interesan hasta ahora más
que a Ia gente rudimentaria y juvenil de aquellos pueblos de nues-

* Ante la imposibilidad de consultar El Economista Americano, fuente original de


este trabajo (v. referencia en las Obras completas), lo ubicamos según SU fecha
de composición, julio de 1888.
A RAFAEL SERRA’
tra .4mérica donde, precisamente por el amor escesivo a la novedad
extraña de los Estados Unidos. o a la vejez de las cosas espaiiolas,
no se han desenvuelto como en algunas otras repúblicas nuestras, la
riqueza y la po!ítica. Pero de lejos se ve poco; y como la literatura
tiene la capa ancha y cubre más a menudo lo lrgero, qtre no cuesta
trabajo ni fa?iga mucho el pensamiento del que lee, que aquello que
toma su peso del conocimiento de la vida y exige mayor atención
del lector, sucede que una y otra idea, la americana y la española,
hacen mas camino del que debieran entre los lectores sencillos y la
juventud impresionable, mucha parte de la cual por la falsa golosina
de este pafs qtie la pintan de miel y oro trueca insensata la única
vida útil, que es la que trata de cumplir el deber de hombre en el New York, 22 de septiembre de 1888
país natal, por la mezquina y secundaria empresa de procurarse en
tierra extraña una fortuna pecuniaria que casi nunca llega a más Sr. Rafael Serra
de lo estrictamente necesario para el sustento. El hombre joven se
debe a su patria. Señor y amigo:
Julio. 1888. Varios compatriotas nuestros nos han demostrado deseos vivos
de recordar con reunión pública nuestro Diez de Octubre, y es cla-
La Doctrina de Martí, Nueva York, 15 de agosto de 1897 ro que no cabe duda de que debemos recordarlo con el fervor y lealtad
0. C., t. 28, p. 289-290. que nuestra fecha sagrada merece; pero una reunión tal no debe na-
cer de la voluntad de un grupo aislado de cubanos, ni servir a fines
menores que la ,grandeza y majestad del día, ni parecer que les
sirve, sino que, siendo como es nuestro día patrio propiedad igual
de cuantos fuimos redimidos por él, conviene que nos juntemos los
que nos ocupamos más activamente en las cosas de nuestro país,
para que el honor de celebrar el Diez de Octubre nazca de todos, y sea
igual para todos, sin que haya de costar a nadie sacrificio alguno.
Vd. es de los que honran a su patria, por su leal consagración
a sus asuntos y desdichas. Así es que por nosotros mismos, sin
más derecho que el de haber nacido en nuestra tierra, y por otros
cubanos que desean lo hagamos en su nombre, rogamos a Vd. se
sirva concurrir el martes 25 a las 8 v media de la noche, a la casa
numero 430 Oeste, calle 58, primer piso, entre 9na y loma avenidas,
para acordar, en reunión de nuestros compatriotas más activos, cuál
será la mejor manera de celebrar, sin parcialidades, ni olvidos, ni
pensamientos secretos, nuestro Diez de Octubre.
Quedamos, estimándole y sirviéndole, sus compatriotas y amigos,

JOSE MARTI
RAFAEL DE C. PALOMINO
DR. M. PARRAGA
FELIX FUENTES
0. C., t. 1, p. 226.

* Una carta igual, dirigida al director de El Avisador Cubano, de Nue\fa YO!%,


fue publicada en este periódico el 3 de octubre de 1888.
OBRAS ESCOGIDAS T II 235

CÉSPEDES Y AGRAMONTE das, a Aguilera, presidente por su cauda1 y su bondad, y a un mo-


reno albañil, al noble Garcia. En la piedra en bruto trabajan a la
\‘ez tas dos manos, la blanca y la negra: iseque Dios la primera
mano que se levante contra la otra! No cabía duda, no; era preciso
alzarse en guerra. Y no se sabia cómo, ni con qué ayuda, ni cuándo
se decidiría La Habana, de donde volvió descorazonado Pedro Figue-
redo; cuando por Manzanillo, en cuyos consejos dominaba Céspedes,
lo buscan por guía los que le ven centellear los ojos. iLa tierra se
alza en montañas, y en estos hombres los pueblos! Tal vez Bayamo
desea más tiempo; aún no se decide la junta de la logia; iacaso
esperen a decidirse cuando tengan al cuello al enemigo vigilante!
<Que un alzamiento es como un encaje, que se borda a la luz hasta
que no queda una hebra suelta? Si no lo arrastramos, jamás se de-
El extraño puede escribir estos nombres sin temblar, o el pe- terminarán! Y tras unos instantes de silencio, en que los héroes ba-
dante, o el ambicioso: el buen cubano, no. De Céspedes el impetu, jaron la cabeza para ocultar sus lágrimas solemnes, aquel pleitista,
y de Agramonte la virtud. El uno es como el volcán, que viene, tre- aquel amo de hombres, aquel negociante revoltoso, se levantó como
por increíble claridad transfigurado. Y no fue más grande cuando
mendo e imperfecto, de las entrañas de la tierra: y el otro es como proclamó a su patria libre, sino cuando reunió a sus siervos y los
el espacio azul que 10 corona. De Céspedes el arrebato, y de Agra- llamó a sus brazos como hermanos.
monte la purificación. El uno desafía, con autoridad como de rey; La voz cunde: acuden con sus siervos libres y con sus amigos
y con fuerza como de la luz, el otro vence. Vendrá la historia, con los conspiradores, que, admirados por su atrevimiento, aclaman jefe
sus pasiones y justicias; y cuando los haya mordido y recortado a a Céspedes en el potrero de Mabay; caen bajo Mármol Jiguaní y
su sabor, aún quedará en el arranque del uno y en la dignidad del Holguin; con Céspedes a la cabeza adelanta Marcano sobre Bayamo;
otro, asunto para la epopeya. Las palabras pomposas son innece- las armas son machetes de buen filo, rifles de cazoleta, y pistolo-
sarias para hablar de los hombres sublimes. Otros hagan, y en otra nes comidos de herrumbre, atados al cabo por tiras de majagua.
ocasión, la cuenta de los yerros, que nunca será tanta como la de Ya ciñen a Bayamo, donde vacila el Gobernador, que los cree le-
las grandezas. Hoy es fiesta, y lo que queremos es volverlos a ver, vantados en apoyo de su amigo Prim. Y era el diecinueve por la
al uno en pie, audaz y magnifico, dictando de un ademán, al disi- mañana, en todo el brillo del sol, cuando la cabalgata libertadora
parse la noche, la creación de un pueblo libre, y al otro tendido en pasa en orden el rio, que pareció más ancho. 1No es batalla, sino
sus últimas ropas, cruzado del látigo el rostro angélico, vencedor fiesta! Los más pacíficos salen a unírseles, y sus esclavos con
aun en la muerte. iAún se puede vivir, puesto que vivieron a nuestros ellos; viene a su encuentro la caballería española, y de un mache-
ojos hombres tales! tazo desbarban al jefe; llévansefo en brazos al refugio del cuartel
Es preciso haberse echado alguna vez un pueblo a los hombros, sus soldados despavoridos. Con piedras cubiertas de algodón en-
para saber cuál fue la fortaleza del que, sin más armas que un cendido prenden los cubanos el techo del cuartel ocupado en pe-
bastón de carey con puño de oro, decidió, cara a cara de una na- tróleo, a falta de bombas. La guarnición se rinde, y con la espada a
ción implacable, quitarle para la libertad su posesión más infe- la cintura pasa por las calles entre las filas del vencedor respetuo-
liz, como quien quita a una tigre su último cachorro. iTal majes- so. Céspedes ha organizado el Ayuntamiento, se ha titulado Capitán
tad debe inundar el alma entonces, que bien puede ser que el hombre General, ha decidido con su empeño que el préstamo inevitable sea
ciegue con ella! CQuién no conoce nuestros días de cuna? Nuestra voluntario y no forzoso, ha arreglado en cuatro negociados la ad-
espalda era llagas, y nuestro rostro recreo favorito de la mano del ministración, escribe a los pueblos que acaba de nacer la República
tirano. Ya no había paciencia para más tributos, ni mejillas para de Cuba, escoge para miembros del Municipio a varios españoles.
más bofetones. Hervía la Isla. Vacilaba La Habana. Las Villas Pone en paz a los celosos; con los indiferentes es magnánimo; con-
volvían los ojos a Occidente. Piafaba Santiago indeciso. “<Lacayos, firma su mando por la serenidad con que lo ejerce. Es humano y
lacayos!” escribe al Camagüey Ignacio Agramonte desconsolado. conciliador. Es firme y suave.
Pero en Bayamo rebosaba la ira. La logia bayamesa juntaba en su Cree que su pueblo va en él, y como ha sido el primero en
círculo secreto, reconocido como autoridad por Manzanillo y Holguín; obrar, se ve como con derechos propios y personales, como con
y Jiguani y las Tunas, a los abogados y propietarios de la comarca, derechos de padre, sobre su obra. Asistió en lo interior de su mente
a Marcos y Figuer>dos, a Milaneses y Céspedes, a Palmas y Estra- al misterio divino del nacimiento de un pueblo en la voluntad de
236 Jose Marfi OBRAS ESCOGIDAS T II 237

un hombre, y no se ve como mortal, capaz de yerros y obediencia, no le cosió con sus manos la guajira azul para irse a :a guerra, no
sino como monarca de la libertad, que ha entrado vivo en el cielo creyó que habían comenzado sus bodas.
de los redentores. No le parece que tengan derecho a aconsejarle Por su modestia parecía orgulloso: la frente, en que el cabe-
los que no tuvieron decisión para precederle. Se mira como sagrado, llo negro encajaba como en su casco, era de seda, blanca y tersa,
y no duda de que deba imperar su juicio. Tal vez no atiende a que como para que la besase la gloria: oia más que hablaba, aunque
él es como el árbo! más alto del monte; pero que sin el monte no tenía la única elocuencia estimable, que es la que arranca de la
puede erguirse el árbol. Jamás se le vuelve a ver como en aquellos limpieza del corazón; se sonrojaba cuando le ponderaban su mérito:
días de autoridad plena; porque los hombres de fuerza original sólo se le humedecían los ojos cuando pensaba en el heroísmo, o cuan-
la enseñan integra cuando la pueden ejercer sin trabas. Cuando el do sabía de una desventura, o cuando el amor le besaba la mano:
monte se le echa encima; cuando comienza a ver que la revolución “ile tengo miedo a tanta felicidad!” Leía despacio, obras serias.
es algo m5s que el alzamiento de las aldeas patriarcales; cuando la Era un ángel para defender, y un niño para acariciar. De cuerpo
juventud apostólica le sale con las tablas de la ley al paso; cuando era delgado, y más fino que recio, aunque de mucha esbeltez. Pero
inclina la cabeza, con penas de martirio, ante los inesperados cola- vino la guerra, domó de la primera embestida la soberbia natural,
boradores,-es acaso tan grande, dado el concepto que tenía de sí, y se le vio por la fuerza del cuerpo, la exaltación de la virtud. Era
como cuando decide, en la soledad épica, guiar a su pueblo informe como si por donde los hombres tienen corazón, tuviera él estrella.
a la libertad por métodos rudimentarios, como cuando en el júbilo Su luz era así, como la que dan los astros; y al recordarlo, suelen
del triunfo no venga la sangre cubana vertida por España en la sus amigos ‘hablar de él con unción, como se habla .en las noches
cabeza de los españoles, sino que los sienta a su lado en el Gobier- claras, y como si llevasen descubierta la cabeza.
no, con el genio del hombre de Estado. Luego se oscurece: se con- iAcaso no hay otro hombre que en grado semejante haya someti-
sidwa como desposeído de lo que le pareció suyo por fuerza de con- do en horas de tumulto su autoridad natural a la de la patria!
quista; se reserva arrogante la energía que no le dejan ejercer. sin iAcaso no haya romance más bello que el de aquel guerrero, que
más ley que la de su fe ciega en la unión impuesta por obra sobre- volvía de sus glorias a descansar, en la casa de palmas, junto a
natural entre su persona y la República; pero jamás, en su choza su novia y su hijo! “iJamás, Amalia, jamás seré militar cuando aca-
de guano, deja de ser el hombre majestuoso que siente e impone la be la guerra! Hoy es grandeza, macana será crimen. iY te lo
dignidad de la patria. Baja de la presidencia cuando se lo manda juro por él, que ha nacido libre! K ira, Amalia: aquí colgaré mi ri-
el pais, y muere disparando sus últimas balas contra el enemigo, fle, v alií, en aquel rincón donde le di el primer beso a mi hijo, col-
con la mano que acaba de escribir sobre una mesa rústica versos de gark mi sable”. Y se inclinaba el héroe, sin más tocador que los
tema sublime. ojos de su esposa, a que con las tijeras de coserle las dos mudas
iMañana, mañana sabremos si *por sus vías bruscas y originales de dril en que lucía tan pulcro y hermoso, le cortase, para estar de
hubiéramos llegado a la libertad antes que por las de sus émulos; gala en el santo de su hijo, los cabellos largos.
si los medios que sugirió el patriotismo por el miedo de un César, ¿Y aquel era el que a paso de gloria mandaba ei ejercicio de
no han sido los que pusieron a la patria, creada por el héroe, a la su gente, virgen y gigantesco como el monte donde escondía la
merced de los generales de Alejandro; si no fue Céspedes, de sueños casa de palmas de su compañera, donde escandia “El Idíiio”? caquel
heroicos y trágicas lecturas, el hombre a la vez refinado y primario, el que arengaba a sus tropas con voz desconocida, e inflamaba su
imitador y creador, personal y nacional, augusto por la bemgnídad y patriotismo con arranques y gestos soberanos? <Aquel el que tenía
el acometimiento, en quien chocaron, como en una peña, despeda- por entretenimiento sallar tan alto con su alazán Mambí la cerca,
zándola en su primer combate, las ,fuerzas rudas de un país nuevo! que se le veía perder el cuerpo en la copa de los árboles? taque1
v las aspiraciones que encienden en la sagrada juventud el cono- el que jamás permite que en la pelea se le adelante nadie, y cuando
Cimiento del mundo libre y la pasión de la República! En tanto, le viene en un encuentro el Tigre al frente, el Tigre jamás vencido
isé bendito, hombre de mármol! brazo a brazo, pica hondo al Mambí para que no se lo sujeten, y
?Y aquel del Camagiiey, aquel diamante con alma de beso? Ama con la espada de Mayor, y la que le relampaguea en los ojos, tiene
a su Amalia locamente; pero no la invita a levantar casa sino cuan- e! machete del Tigre a raya? caquel que cuando le proiana el espa-
do vuelve de sus triunfos de estudiante en La Habana, convencido ñol su casa nupcial, se va solo, sin más ejército que Elpidio Mola,
de que tienen todavía mejilla aquellos señores para años: “no valen a rondar, mano al cinto, el campamento en que le tienen cautivos
para nada ipara nada!” Y a los pocos días de llegar al Camagüey, sus amores? jaquel que cuando mil españoles le llevan preso al
la Audiencia lo visita, pasmada de tanta atitoridad y moderación en amigo, da sobre ellos con treinta caballos, se les mete. por entre
abogado tan joven; y por las cailes dicen: “iese!“; y se siente la pre- las ancas, y saca al amigo libre? eaquel que, sin más clencía mili-
sencia de una majestad, pero jno él, no él! que hasta que su mujer tar que el genio, organiza la caballería, rehace el Camagüey deshe-
cho, mantiene en los bosques talleres de guerra, combina y dirige DISCURSOENCONMEMORACION
ataques victoriosos, y se vale de su renombre para servir con él
al prestigio de la ley, cuando era el único que, acaso con beneplá- DEL IODEOCTUBRE
cito popular, pudo siempre desafiarla?
;Aquel era; el amigo de su mulato Ramón Agüero; el que enseñó
a leer a su mulato con la punta del cuchillo en las hojas de los
árboles; el que despedía en sigilo decoroso sus palabras austeras, y
parecía que curaba como médico cuando censuraba como general;
el que cuando no podía repartir, por ser pocos, los b~niafos o la miel,
hacía cubalibre con la miel para que alcanzase a sus oficiales, o Ic
daba los buniatos a su caballo, antes que comérselos él solo; el que
ni en sí ni en los demás humilló nunca al hombre! Pero jamás fue
tan grande, ni aun cuando profanaron su cadáver sus enemigos, como
cuando al oír la censura que hacían del gobierno lento sus oficiales,
deseosos de verlo rey por el poder como lo era por la virtud, se Señoras y seña-es:
puso en pie, alarmado y soberbio, con estatura que no se le había Brevísimas frases, puesto que hemos empleado tanto tiempo,
visto hasta entonces, y dijo estas palabras:-“iNunca permitiré que por el ardor inevitable del corazón, en dar salida a las pasiones
se murmure en mi presencia del Presidente de la República!” iEsos evocadas por el recuerdo y la presencia de nuestros héroes, que ya
son, Cuba, tus verdaderos hijos! no nos queda, a esta hora adelantada de la noche, espacio ni oca-
sión para rebajar con frías palabras de análisis, por necesarias que
sean, por indispensables que sean en la época que atraviesa sin
El Avisndor Cubarlo, Nueva York, 10 de octubre de 1888
0. C., t. 4, p. 358-362.
guía fijo ni ideal adecuado nuestro país, el entusiasmo que inspira
a nuestras almas leales, más que el recuerdo santo de la guerra,
la determinación de que una política incompleta y parcial, floja con
los enemigos y despótica con los propios, no nos arrebate las con-
quistas obtenidas por la grandiosa unión en la muerte, por la preci-
pitación de tiempos, con que la guerra, necesaria ayer, justa hoy como
ayer, probable en todo instante, restableció en Cuba, con divino
calor, el equilibrio interrumpido por la violacion de todas las leyes
esenciales a la paz estable en las sociedades humanas. Miente a
sabiendas. o yerra por ignorancia o por poco conocimiento en la
ciencia de los pueblos, o por flaqueza de la voluntad incapaz de las
resoluciones que imponen a los ánimos viriles los casos extremos,
el que propale que la revolución es algo más que una de las formas
de la evolución, que llega a ser indispensable en las horas de hosti-
lidad esencial, para que en el choque súbito SC depuren y acomoden
en condiciones definitivas de vida los factores opuestos que se de-
sehvuelven en comim.
<Pero cómo ha de detenerse ahora a demostrar eso, ni a censurar
la locura de ir dividiendo, en vez de ir juntando, los elementos
necesarios para ella; ni a castigar la arrogancia de los que aumen-
tan con sus prácticas imperiales los odios de un país que necesita
tanto amor; cómo ha de detenerse ahora en la exposición de nuestros
misterios políticos, y en estudiar el modo de ir guiándolos por entre
ellos, la palabra conmovida, la palabra arrebatada a casi sobrena-
tural trastorno, por las memorias, bellas como poemas y serenas
como juicios históricos, de este hombre sacerdotal que vio en la hora
de explosión salir de la tierra, como soles de la noche y columnas de
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 241

la soledad, a aquel florón de héroes? Siente fuerzas de Júpiter el <e va a sentar un negro a ella, sino que, aplicando a la ley de la
puño al recordar tantas hazañas, y el pecho estremecido conoce !a politica de ley del amor. de que da muestra suma y constante la na-
furia del mal y sus tormentos: iacaso se necesita más valor para turaleza. le diremos lo que me decía Tomás Estrada Palma hablándo-
mantenerse en esta oscuridad que para volar a imitarlos! me de su negro Fernando: “iEra mi hijo!“; lo qve en la majestad de
La palabra ha caído en descrédito, porque los débiies, los vanos ‘;LI rienda de campaña decia Ignacio Agramonte de su mulato Ramón
y los ambiciosos han abusado de elia. Pero todavía tiene oficio la .i\giiero: “Este es mi hermano”.
palabra, si ha de servir de heraldo al cumplimiento de !a profecía Y a todos les diremos: Acá en estos irios hay corazones viriles y
del 10 de Octubre; si ha de impedir que a la tirania de un gobierno probados que no se impacientan por el triunfo ajeno, ni se cansan
secular, sucedan con daño público y beneficio pasajero de una casta, con la espera forzosa, ni se deslumbran COJI la osadía vulgar del
las tiranias civiles 0 militares, con cuyos estragos suelen vengar- despotismo. ni se aturden con las intrigas, ni se dejan sacar de
se 13s metrópolis vencidas de los pueblos nuevos que han tenido más camino por !a pasión irreflexiva, ni confunden el sentido con el
valor para vencer al opresor que para extirparse de !a sangre en- sentimiento, ni sacriiicarán su patria a una idea ciega, ni estarán
venenada los hábitos del sefior con que la gente soberbia y pedan- en el destierro ocioso una sola hora, cuando por la perfección de su
tesca antes prepara que estorba el camino a las cóleras de los humi- propia obra, o la brusca interrupción de la ajena, o ios insultos re-
llados, harto justas, y a ios despotismos militares que sobre estas petidos del opresor, reluzca el día en que, despertando los bosques
se fomentan, y con los odios y pequeñeces de los políticos débiles e donde cayeron con un iviva Cuba! en los labios, saldrán a recibirlos
intrigantes se mantienen y ayudan. Todavía tiene oficio la palabra, con los brazos abiertos aquellas sombras que protegen, y que prote-
si en vez de ir disponiendo, en un país heterogkneo y de constitu- gerán siempre a la patria, de la descomposición que con la ayuda,
ción democrática, el triunfo efímero de una casta arrogante sobre ique con la complicidad de sus hijos soberbios y torpes! adelanta
un pueblo hambriento de justicia real y empleo libre de las fuerzas a mano fría el tirano. ;Púdrase de un lado la Isla, o púdrase toda:
que le cuesta .tan caro conseguir, dispone, como aquí disponemos, sin aunque eso no ha de ser jamás, porque la tiranía fomenta las virtu-
negar con los actos lo que predicamos con la doctrina, el equilibrio des que la matan; porque el recuerdo de los héroes y la urgencia
de los factores inevitables del país y la obra cordial de todos, para visible de su reaparición desvanece el influjo de los que no lo saben
el bienestar común, porque nada menos que ella, y no seìioríos pue- obedecer en quienes arden ya por imitarios, porque a nuestras altias
riles .y libertadores a lo inglés, es necesario para el triunfo, en el desinteresadas y sinceras, a nuestras almas que son urnas, que
conflicto posible, y para la paz después del triunfo, y aun para la son espadas, que son altares; no llegará jamás la corrupción!
vida sana de la patria antes de él. iTodavía tiene oficio la palabra Hoy mismo, evocando recuerdos, me hablaba nuestro presidente
para recoger de esta noche hermosa, y levantar como estandarte de lo que en Cuba presenció un ilustre irlandés. Era la noche. Era
blanco, la declaración de que no nos animan odios ciegos contra el la victoria. Teas de jUbilo ciñeron de pronto la hoya donde vigilaba
español, ni hemos de continuar esclavizando con nuestras preocupa- cl campamento de Calixto García. Iñiguez. Ya se acercan ios triun-
ciones al hombre negro que redimimos ayer con nuestra bravura, y fadores. los que han quitado al contrario tres cornetas, diecinueve
murió a nuestro lado, no con menor gloria ni mérito que nosotros, fusiles, ochenta vidas. En la procesión venía, levantado de codos
por conquistar, para ellos y para nosotros, la libertad! iJamás echa- 5obre su camilla, un niño glorioso. Traia la pierna atravesada. Era
remos de nuestro !ado, antes llamaremos con la voz honrada y los horrenda la boca de la herida. Parecía enmarañada y negruzca, un
brazos de par en par abiertos, al híjo’de España que nos ayude a bosque de sangre. El dolor le iba y venia al niño herido, a Pedro
reedificar el pueblo que sus compatriotas destruyen: porque no ha de Vázquez. en olas de muerte pol’ el rostro. Todos lo rodeaban con
ser en esa fortuna menos Cuba qúe los demás pueblos de América, ternura. No bajaba la cabeza. No abría el puño cerrado. Los la-
donde el español no vio la libertad con ojos tibios, ni hemos de bios, apretados, para que no se le saliese la queja. Al irlandés le
olvidar que si españoles fueron los que nos sentenciaron a muerte, pareció eI niño sublime. iNosotros somos, y nadie nos podrá arre-
españoles son los que nos han dado !a vida! batar !a honra de ser,. nosotros somos como el niño del campamen-
Y al negro le diremos-porque no hay injtiria en decir negro- io! Heridos, en la agonía del destierro, tan cerca del hueso que no
como no la hay en decir blanco-que no está en el ánimo de los nos parece que cuelga más que de un hilo la vida, ni nos quejarnos,
que mantenemos el espíritu de revolución, permitir que con odios r.i baiamos la cabeza, ni abrimos ei puño, ni lo volvemos sobre nues-
nuevos y desdenes inconvenientes e indignos de nobIes corazones, tros í7ermanos que yerran, ini se lo sacaremos de debajo de ia barba
se pierdan los beneficios de aquelia convulsión gloriosa y necesaria, al enemigo hasta que deje nuestra tierra libre! Nosotros somos el
pcrque nada menos que el ejercicio práctico de ias grandezas de freno del despotismo futuro, y el único contrario eficaz y verdadero
la guerra fue preciso para reparar y hacer olvidar la injusticia que la del despotismo presente. Lo que a otros se concede, nosotros somos
produjo. No nos levantaremos, no, de la mesa del banquete porque tos oue lo conseguimos. Nosotros somos espuela, látigo, realidad,
vigia. consuelo. Nosotros unimos lo que otros dividen. Nosotros no UIVA NO\‘EDAD EN EDUCACION PUBLICA
morimos. iNosotros somos las reservas de la patria!

PronuncIado en Masonic Temple, Nueva York. el 10 de octubre de 1888


0. C., t 4, p 227-232

Los franceses han entendido como nadie lo que quiere decir


educación, porque al educar le dicen ellos elevar, que es el modo
seguro de ir salvando a los pueblos, cuando la educación no es
de esa nominal, retórica e incompleta, que no da a ‘los hombres,
junto con el apetito de cosas mejores, los medios de satisfacerlo y
la fiera certidumbre de que no hay goce como el de ver de alto la
vida, sin cederle al pan la honra ni hacer objeto principal, o único,
de la vanidad de la riqueza. A los hombres se les ha de dar a la
T:ez a leer a Darwin y a Plutarco.
Y en estos tiempos revueltos urge sobre todo que aquellos que
por su vida trabajósa están siempre cerca de la exaltación conozcan
de dónde les vienen sus males, y cuán lentamente se elaboran los
pueblos, y cómo las justicias se han de hacer en seco, para que no
caigan contra el justiciador por el modo violento de hacerlas. Se
está en visperas de un mundo nuevo. La ciencia se concilia con el
espíritu. La religión natural va levantándose del mundo explorado,
como un himno. Se llama a recuento, a jubileo social. El que no
tiene más que derechos, se encara, decidido a vencer, con el que se
burla de ello, y prospera con el ultraje. Pero esta edad por venir,
en que quedará como vuello a crear el mundo, con la justicia encima,
está todavía en las fatigas de la noche, propicia al salteador, y expues-
ta a confusiones y caídas. Hay que ennoblecer las mentes, y aquietar
las almas. Instruir es funesto, si no se enseña a la vez la sencillez,
armonía y espiritualidad del mundo.-En algo como eso han debido
pensar, más que en halagar a los trabajadores, los que propusieron
en la Legislatura de Nueva York el establecimiento de pláticas noc-
turnas, a un tiempo ordenadas y amenas, con el objeto especialísi-
mo de que los obreros acudiesen gratuitamente a ellas, a enterarse
de lo que les concierne en política e historia, del origen y suerte de las
diversas reformas sociales, de los caracteres particulares de cada
nación y la necesidad de acomodar a ellos sus reformas, de 10
que \,alen los demás pueblos del mundo, para que no les lleve
la ignorancia de desmedidos propósitos de conquista.
Todo eso se enseñará, o se deberá enseñar, en estas pláticas
ptíblicas, que comenzarán en octubre, cuando la estrechez y mise-
.

ria del hogar y la displicencia y fatiga de la mujer infeliz más


echan de ia casa al obrero que !o atraen. Mucho orador ha ofrecido
stls servicios, unos por paga, 1. o!ros por la paga mejor, que es el
goce de ser útiles. Iremos a oir las pláticas, y las contaremos en
DEYANKEELANDIA
El Economista.

El Ecqwmista Ameriruno, Stieva York. octubre de 1888


ArlUa.rlo de/ Centro dc Eciudios .+fartianosS La Habana, 11 2, 1979. p jg-20,

Suele leerse en los diarios [norte] americanos noticias típicas,


por lo que enseñan sobre la humanidad o sobre lo especial de este
país, o porque con un detalle saliente ponen delante de los ojos
una costumbre curiosa o un estado social. Un viajero echa los ojos
sobre el diario que acaba de dejar en el asiento de al lado un cam-
pesino de Orange County, donde es pura la leche, y tiene el cubano
Tomás Estrada el colegio en que educa a sus alumnos como a hijos.
Y entre otras menos curiosas, trae el diario estas noticias:--El se-
nador Ingalls, el Presidente del Senado, ha sido confundido muchas
veces con el bandolero Frank James:-Thurman, el anciano que
han puesto de candidato los demócratas para la Vicepresidencia,
lee hasta las dos o tres de la madrugada, y duerme hasta el medio-
día:-John X. Lewis, un sastre negro de Boston, cobra en su sas-
trería como un millón de pesos al año:-Y de tanto dar la mano a los
que la van a saludar se le ha puesto la derecha a la esposa de Cle-
veland más larga que la izquierda: ia dos mil personas ha de dar la
mano muchos días, a la hora de recepción pública, cuando tiene en-
trada libre el pueblo para pasar en hilera durante dos horas delante
de su Presidente, unos asiéndole la diestra como si no se la quisie-
ran soltar, otros cumplimentándole sobre su mujer, otros comiéndo-
sela con los ojos, otro levantando en brazos a su hija, una linda
negrita, para que se la bese, otro presentándole a su primogénito
de tres años que se llama Grover Cleveland, como el Presidente:
allí los recién casados, que no creen completa la boda si no ven a
lê dueña famosa de la Casa Blanca, que a sus veinticuatro años
vive feliz con el marido de cincuenta; allí el irlandés de rumbo con
corbatín, sombrero pulido de hace veinte modas, y corbata verde
como su bandera: alli, apoyado en su báculo, un patriarca negro, de
ojos benignos y cabeza como la nieve, que pasa echando bendicio-
nes. Ha de fatigar a los presidentes; pero es hermoso.

El Economista Americano, Nueva York. octubre de 1888.


Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, n. 2. 1979, p. 25-26.
OBRAS ESCOGIDAS T II 247

EL ABOGADO DE LOS RICOS


dijas. Pero no hay vergüenza mayor que la de alborotar el mundo,
como alborota el hipopótamo el fango de los ríos, y ponerse en lo
claro de la vida con la vergüenza a la espalda, llamando a la gente
con e] retintín del dinero que gana por darla en alquiler.
Y si hay quien diga con brío el respeto que merece la riqueza,
v junta en su persona la astucia que la crea, la autoridad que la
mantiene, la elocuencia que la explica, y la sencillez que !a hace
amable, este Chauncey Depew es sin duda. El hombre admira siem-
pre a quien osa ponerse a su cabeza, y aunque se cansa al fin, como
niño que es, de aplaudir en un mismo individuo el poder o la virtud,
más celebra que censura el atrevimiento de quien demuestra con la
energía constante su derecho a estar donde se puso merced R ella;
así es que como Chauncey Depew lleva consigo la fuerza de SLI per-
hay en los Estados Unidos un hombre notable, Chauncey Depew, sona v la del éxito, y no se empina con este, sino procura que se
‘el rey de los camaradas”, el que sabe cómo dar una palmada en lo ol$den y perdonen por la bondad de su trato, sobre que sabe ser
el hombro y cómo hablar cara a cara con los emperadores, el pre- sumiso, que es talento indispensable a quien pretende subnse sobre
sidente de los ferrocarriles de Vanderbilt, aquel que dividía a los los hombres, resulta que hay hoy en los Estados Unidos pocos hom-
hombres en dos especies: la de los que hacían fortuna, y los imbé- bres de más popularidad. Y los vapores salen a recibirlo, con gran
ciles: no haber sabido hacerse rico era para Vanderbilt prueba lonche y a champaña tendida. Y el club famoso de los republicanos,
patente de inferioridad: la urraca le parecía más bella que la paloma, el Union League, lo recibió anoche en sesión solemne, a que él dio
y la zorra que roba, mejor, mucho mejor que la llama del Perú, gala con un discurso de empeño, donde puso al gobierno norteame-
que lleva al lomo por los Andes toda la carga de su indio pero ricano, por estable y liberal, encima del inglés, a cuyo trono le
se muere si se’ le habla con dureza. Sin simpatías con la opinión de comen ya la raíz las ratas, y empleó esta frase justa, celebrando el
Vanderbilt no Ihubiera llegado Depew al alto puesto donde está. sincero acatamiento del yankee a las decisiones del sufragio, des-
como defensor hábil y elocuente de los ricos, que por su llaneza pues del ardor, y los golpes, y la pelea del voto: “Antes del veredicto
de carácter y su justo gobierno sabe sin embargo hacerse amar y somos partidarios”, dijo, “pero después del veredicto somos patrto-
aplaudir de los que no lo son. Cuando la inauguración de la Estatua tas.” Pero la verdad es que la libertad que él alaba en los Estados
de la Libertad, dijo él el discurso oratorio, porque los otros fueron de Unidos viene a ser como la griega o la inglesa, libertad de señores,
ceremonia o de política; y por cierto que no parecía ciudadano de con pan negro y angustia para los infortunados, y muy buena para
América, regocijado de ver en torno suyo a la humanidad libre, los de arriba, que gobiernan y tienen las manos llenas de privile-
sino el hombre de casta que es, con el dedo alzado como quien gios, pero desigual y molesta a la masa común, que se cansa de llevar
amenaza, el cuello alto y cerrado por delante, al modo de los reve- a estos panzas-doradas sobre IOS hombros.
rendos, las patillas a la oreja como los ingleses, y un casquete de
seda, como el de los jueces y los catedráticos. Pero no ha de des- En los Estados Unidos es moda contra chistes y anécdotas en
deñarse lo que dice, porque no sólo tienen los pobres derechos en el los discursos, y el orador más leído no es aquel cuyos párrafos
mundo, ni cabe negar mérito a quien acumula riqueza sin abusar del van acotados con la palabra vanidosa “aplausos”; sino con la que
prójimo, ni es posible excomulgar al rico de nuestro altar, sino cuan- aquí halaga más al orador, con “risas”. No faltaron chistes en el
do lo es en virtud de la innoble capacidad de prescindir de las vir- discurso de Chauncey Depew, que es bueno, porque aunque calla lo
tudes que se oponen a la acumulación de la fortuna. Por ahí anda incompleto y defectuoso de las instituciones norteamericanas, de-
escrito que el río- que crece muy de pronto, con aguas turbias suele muestra felizmente su ventaja sobre las inglesas, que gustan mas
crecer: y es más apetecible la corriente serena, que va sola y calla- de lo que deben por ciertas tierras hispanoamericanas. Pero !o que
da por entre guijas en lo oscuro del monte, o el mismo arroyo que valió más que los chistes, y tanto como el discurso, fue la anecdota
se seca por la fuerza del sol. De pocas cosas puede enorgullecerse nueva que contó de Washington, y el mismo Depew le oyó el verano
con tanta razón un hombre como de haber labrado su fortuna peso pasado en una comida al Duque de Aumale, que la supo de su propio
a peso, sin poner la mano en bolsa ajena, ni dejar que otros la padre, el rey Luis Felipe. Contaba Luis Felipe de cuando era hués-
pongan en la suya; porque en el arte de ser rico entran muchas vir- ped de Washington en Mount Vernon, donde se levantó una mañana
tudes, sin cuyo ejercicio constante se suele ir la riqueza por las hen- muy temprano, y halló a Washington que ya volvla de pasear a
caballo por su hacienda: “Es usted muy madrugador General. --“Ma-
248 José Martí

drugo porque duermo bien”, le respondió Washington. “Duermo bien ESCENAS NEOYORQUINAS.
porque nunca he dicho nada de que haya tenido después que arre:
pentirme.” LOS VENDEDORES DE DIARlOS

El .kOfl’JmiSta AmemanO, Nueva York,, octubre de 1888


Armario del Centro de Estudios Morttonos, La Habana, n. 2, 1979, p, 16.18

Hay un padre en Nueva York que suele llevar a su hijo de


cinco años a que vea cómo batallan por la vida los niños pobres;
y como nunca se ve esto mejor que a la hora de vender los diarios
de la tarde, por allí suelen ir padre e hijo cogidos de la mano,
por Park Row, a un costado de la Casa de Correos, .que es donde
están los más de los diarios,-el Ilerafd en su palacio de mármol.
ya raquítico junto a los edificios nuevos que lo rodean y apagan;
el World que en manos del judio Pulitzer, y a fuerza de dinero del
Oeste, va dejando atrás al Herafd; y el Times, con su clientela de
gente sesuda, y su casa nueva de granito, que han levantado por
entre la vieja sin mudar por un día sólo la imprenta ni la redac-
ción; y el Tribunio, en su monumento de ladrillo, rematado por la
torre más alta de la ciudad, como en símbolo de su fundador Hora-
cio Greeley. que mientras vlvró fue entre los periodistas el más alto;
y el Sun, acurrucado en su casuca vieja junto al Tribune, mordién-
dole las rodillas, picante como el champaña, apasionado como Aris-
tófanes, travieso y crudo.-Aquello está concurridisimo en el día,
como que Park Row da por un extremo en el arranque del puente
de Brooklyn, y por el otro en Broadway, donde se miran, como en
las esquinas de un triángulo, la Casa de Correos, el Herafd y la
iglesia de San Pablo, enclavada, con la cruz en el tope y los se-
pulcros alrededor, en la región de los negocios: desde el muro del
atrio, arropada en un manto funeral, asiste a la procesión de aurí-
genos, de los que corren, calvos y exaltados, detrás de la fortuna,
una urna cineraria. Pero la muerte es natural, y la vida es hermosa.
iHasta manana! se debe decir al morir, y no iadiós!-iLo que seduce
ios ojos en Park R.ow, lo que el padre quiere que vea el hijo, es la
turba de niiios huérfanos, de doce, de diez, de cinco años como él,
que con su real en el puño esperan en !a acera en fila a que se
abra el sótano donde se ponen los diarios a la venta! iQué echarse
escaleras abajo! iQué salir los unos por entre las piernas de los
otros! iQué partir el que tiene con el que no tiene! iQué ofenderse
con la palabra. y ayudarse con la buena acción! Dan deseos de
vaciar sobre ellos los bolsillos. Esa es la Dánae nueva., la desdicha..
Se Ic cnccña el puño al cielo, por no poder convertirse en lluvia
de oro, ;Padre. oh Dios, para todos los huérfanos! izapatos, oh
Dios, para todos IOS descalzos! El padre le dice al hijo: “mira”. 1’
al niño se le ablandan los ojos, y compra a montones los diarios ORATORIA POPULAR
que todavia no puede leer. Si falta un centavo en el cambio, “que
Se lo lleve ;no. papi?” Así el hombre aprende a serlo: no como la
gente necia y vil, que se avergüenza de ser contado entre los pobres.
o de rozarse con ellos.
Y en lo alto de la ciudad, al caer la noche, la escena es la
misma. Es la hora de los alcances, de las últimas noticias. La
población está de vuelta en las casas. <Qué yachl triunfó en la re-
gata?: <qué peloteros ganaron, los de Nueva York, que tienen el ba-
teador que echa la pelota más lejos, o los de Chicago, cuyo campea-
dor es el primero del país, encuclillado fuera del cuadro, mirando al
cielo, para echarse con ímpetu de bailarín a coger en la punta de
los dedos la pelota que viene como un rayo por el aire? CY qué ca-
ballo sacó la carrera? ¿Y cómo estaba, que dicen que está moribun- No es mala muestra de la oratoria popular norteamericana, y de
do, el pugilista John Sullivan, la bestia bípeda de cuerpo apolíneo. la levadura agria que hace el pan bueno en la política, este discurso
roído en lo interior de tanto beber, como roe el fuego la yesca? de un artesano que se levantó a oponerse a que una junta directiva
Aquí eso apasiona: pelotas, yachts, pugilistas, caballos. De pronto, salcochara a su placer ciertas resoluciones que comprometían al
al pie de la estación del ferrocarril aéreo, del “elevado” como acá Partido del Trabajo Unido, que es uno de los varios en que están
dicen, se aglomera la conmovedora chiquillería. Acuden dos poli- divididos IOS obreros, a votar en pro de los republicanos. El artesano
cías, con la porra alzada. Los muchachos, callados, se van poniendo era hombre de edad y de poco cuerpo, pero de voz recia, y ademán
en fila. El vendedor de los diarios deja caer su fardo de mil perió- de quien no se deja llevar por la nariz. Dijo asi, enseñando los
dicos, al pie de un farol. Y arrodillado en el fango, va contando a puños.
la media luz. El compradorzuelo espera ansioso, con la mano ten-
dida. Lrn real, veinte periódicos: Y echa a correr: “iExtra, Extra!” ,Quién ha visto en reunión de hombres libres hacer cosa como
Va descalzo, a medio pantalón, sin chaqueta, sin sombrero. Vende esta? La reunión es la que ha de decidir, y no la Junta. Si se
sus diarios a centavo.-Y allí se ve el caritativo, que fía al amigo quiere tener fuerte y unido al Partido del Trabajo, hay que
más menesteroso la mitad de su compra. Y al piadoso, que regala darle a la gente de abajo, a la masa del Partido, cuanta auto-
dos ntímeros de sus diez a un angelito que lo mira triste con su cari- ridad se pueda. Nos ha de salir al paso la Junta para cerrar-
ta de color de concha, y la saya rota, y el pantalón a la cabeza, y nos el camino por donde queremos ir. iNo se ha de decir yue
sin zapatos. Y se ve al emprendedor, ya con aire de rico, que com- ningún hombre, ni media docena de hombres, tienen al Partldo
pra un peso de diarios cuando se va a acabar el montón, y luego del Trabajo en sus bolsillos!
los revende a premio a los que no alcanzaron turno. Principia allí
la vida. Y el capital triunfa. A veces, mientras esperan, se salen Y hubo dos horas de gritería, de manos por el aire y voces en
del bprde de la acera. Va el policía sobre ellos, porra en mano. Y las caras, sin que valieran listas de secretario ni malletes de pre-
se desgranan. Los talones desnudos les relucen, con la luz verde sidente; pero aún no se ha salido con la suya la Junta.
dei farol eléctrico, cuando se pierden gritando “iExtra!” en la sombra.
El Economista ,4tnericatlo, Nueva York, octubre de 1888.
El Economisla Americano, Nueva York,.octubre de 1888. Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, n. 2, 1979, p. 28-29
Anuario del Centro de Estudios Marhunos, La Habana, n 2, 1979, p. 20-22.
CBRXS ESCOGIDAS T II 253

RE\‘ISTA DEL MERCADO Lo oue sucede es Que. después de tres añcs de administración
sobria, & que el Gobi;& ha ‘puesto en circulación con la compra
de mucha parte de la deuda parte del sobrante, hay a la vez dinero
sin empleo y más confianza en el bienestar nacional que la que ha-
bía hasta el año pasado. Y la especulación es un contagio, que
prende de unos en otros con rapidez excesiva, cuando se produce,
como abora, en condiciones favorables. Así sucede con el mercado
de acciones, a tal punto que en un solo día de setiembre los nego-
cios en bonos subieron a $3 445 000, más que en ningún otro día
desde hace seis años. Villard, el gran ferrocarrilero del Noroeste,
acaba de surgir de nuevo triunfante, como presidente de las com-
pañías que trató en vano de salvar, hasta con el último centavo de
Nueva York, octubre 1888 su fortuna, hace tres años. En un día se venden más de quinientas
mil acciones.
Y esta fiebre de la especulación no se detiene en los valofes
ferrocarrileros; sino cunde a los demás mercados, y ya ha producldo ,
Es verdaderamente notable .la animación de los negocios en este el alza culpable del trigo a dos pesos: de un viernes a un sabado
mes. Años hacía que, fuera de una que otra especulación forzada jun peso de alza.,1 sin [que] la demanda o la oferta sean mayores,
por algtín gran ferrocarrilero, no se notaba en la Bolsa de Accio- sin que aumente en Europa el precio del grano. Y otro tanto pa-
nes, por ejemplo, la animación casi continua que en estas úitimas se- rece que va a suceder con el carbón.
manas se. advierte. Y lo más notable es que esto sucede un mes En relación con este movimiento de confianza, a más de las CFU-
antes de las elecciones presidenciales, que siempre causan aqui sas conocidas, contintian en buen precio nuestros artículos, espectal-
suspensión seria en los ánimos, como que los especuiadores depen- mente el café. Y es de notar que crece de veras en los fabricantes el
den para mucho de sus cálculos en el sistema de hacienda que adop- interés de nuestros paises, y que cada dia es más. fácil comprar
ta el gobierno, cuando no están, de cerca o de lejos, relacionad& para Hispanoamérica en condiciones ventajosas. El dinero para pres-
con alguno de sus prohombres. Más que nunca debiera esta vez tamos, queda íácil, y los cambios más favorables.’
haber esas dudas, porque toda la campaña presidencial vsrsa este
año sobre la reforma de la tarifa, que para unos es la puerta que El Economista Americano, Nueva York, octubre de 1888.
abrirá al mundo las industrias pletóricas de productos caros que no Anuario del Cenfro de Estudios Martianos, La Habana, n. 2, 1979, p. 32-34.
saben dónde colocar, y para los fabricantes que se verán obligados
a rebajar sus precios, hoy inicuos, es la caja mitológica de que han
de salir todos los males. Pero lo Cierto es que el país en conjunto
sabe la verdad, que es que no hay razón de temor, porque la rebaja
proyectada en la tarifa no es de tal importancia que pueda poner
en peligro ninguna industria, aunque sí bastará a abaratar la pro-
ducción, y asegurar de esta manera a los fabricantes, con la venta
de sils productos donde hoy por lo caros no se ios compran, ventajas
más que suficientes para compensar la rebaja inmediata en los pre-
cios que pudiera ser consecuencia de la mayor importación de los
artículos rivales extranjeros, aunque esto mismo es poco probable,
por ser la rebaja que se proyecta muy poca, excepto en algunos ar-
tículos de suprema necesidad para el pobre, en que la rebaja sí es
considerable. Pero vale más, en un país estremecido ya por la
ira de las muchedumbres necesitadas, calmarlas con un acto de
simple justicia, aI!nque inquiete o haga desaparecer tres o cuatro
grandes fábricas, que fomentar la cólera obrera, en un pueblo de
obreros, por proteger, con daño de millones de menesterosos, el
inter& privado de una docena de industriales monopolizadores. 1 A continuación aparece una lista con datos comerciales acerca de diversos pro-
ductos.
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 235

LA EXHIBICION DE PINTURAS dicen que esos cuadros sombríos, fúlgidos, crudos, lívidos, amari-
DEL RUSO \‘ERESCHAGIN ,105, pintados con leche, pintados con sangre, se destacan radiantes
‘1 enormes, de entre tapices blandos y discretos, por entre cuyos pro-
‘undos pliegues, como pájaros que buscan asilo, se extinguen, tri-
nando querellosas, las notas de la música. iComo un telón que se
descorre, un telón del color silencioso del anochecer, que revela con
sus grietas de nieve deslumbradora, los antros del Cáucaso! “La
exhibición. dice uno, de un caballo cosaco con freno de seda.”

Cede el gentío a la puerta. Un grupo de ancianas ricas se echa


sobre un tapiz, y lo palpa, y lo huele, y dice que es mejor que el
ALMA, ARTE Y TIRANIA.-LA PROTESTA EN LOS COLORES.- suyo, qire era el mejor hasta que vio este. Otros compran el retrato
EL COLOR NATURAL: CUADROS AL SOL.- del pintor, frente honda y bruñida, ojo aguileño, nariz de presa,
LA PROCESION DE LOS ELEFANTES.-
CUADROS SAGRADOS, MILITARES, DE ARQUITECTURA fuertes las quijadas la barba de hilos negros, un pueblo de barba.
DE COSTUMBRES, DE NATURALEZA.-EL CIELO AZUL’ Otros entran primero a ver las curiosidades: el cuarto donde dos
mujiks, de bota y blusa, sirven té, pasado por el samovar de bronce,
con azúcar y un gajo de limón; la copa labrada en un cráneo; la
Nueva York, enero 13 de 1889 plata como encaje, de allá de Cachemira; la lana del Tibet, donde
los sacerdotes,. con gorros de payasos, hieden, y los santos llevan
Señor Director de La Nación: máscaras, y hacen flauta de los huesos de las piernas, como el indio
enamorado del Perfi, y las ovejas son sedosas; la raíz, abierta como
De afuera se oía, como invitando a comparecer, la música sua- en flor de un cedro de Jerusalén; un rincón de la celosía de mármol
ve. A la puerta llegaba, del cuchicheo de adentro, corno un ruido del mausoleo de Tamerlán terrible; el sombrero picudo del derviche;
de iglesia. Artistas, ricos, novios, cuáqueros, desocupados arte- la fuente donde los héroes de Bókhara presentaron las cabezas de los
sanos, todos han ido, han ido dos veces, a la exhibición de los cua- rusos vencidos al emir de Samarcanda. Y marfiles y encajes, y cru-
dros del ruso Vereschagin. Por su color lo saludó París. por su ces y tisús, y casullas y paramentos.
María, madre de Jesús, lo maltrataron los austríacos. Por Lu inten- Sc alza el tapiz dc entrada, de ramas de azul y humo, y allí
sidad, por su abundancia, por su candor épico, se reconoce en él está la ciudad de Jeypore, Jeypore suntuoso, en todo el fuego del
su patria. mediodía. Las flores a los pies, arriba el cielo ardiente, el gentío
El ruso renovará. Es niño patriarcal, piedra con sangre, inge- en las ventanas, los palacios, de color de rosa, la comitiva de ele-
nuo, sublime. Trae alas de sangre y garras de piedra. Sabe amar fantes que en eI ho.w&zh de oro y marfil cargan al principe de la
y matar, Es un castillo, con barbas en las almenas y sierpes en tierra y a sus conquistadores. IEsa es la pintura deseada, la pintura
los tajos, que tiene adentro una paloma. Debajo del frac lleva al sol. sin ardides de sombra y de barniz! IEsos son los tonos fran-
la armadura. Si come, es banquete; si bebe, cuba; si baila torbelli- cos y firmes de la naturaleza, sostenida con aliento épico, con mano
no; si monta, avalancha; si goza, frenesí; si manda, sá’trapa. si de domador, en una tela que va de pared a pared, y nos hace salu-
sirve, perro; si ama, puñal y alfombra. La creación animal se rifle- dar y pestañear! iEs el color fresco, el color sin brillo de la verdad,
ja en el ojo ruso con limpidez matutina, como si acabase de tallar el color seco de los objetos al aire libre, y no eso de academias, re-
la naturaleza al hombre en el lobo y en el león, y a la mujer en la tórico y meloso! Tal sorpresa causa aquel poder de expresión, aque-
zorra y la gacela. Da luces al ojo ruso, un ojo que tiene algo de llama llos claros superpuestos sin dañarse ni unirse, aquellos oscuros sua-
y de oriente, tierno como la codorniz, cambiante como el gato, turbio vizados, y como aclarados, por el conjunto esplendente, aquel como
como la hiena. Es el hombre con pasión y color, con gruñidos y rescaldo de la mucha luz, y el vaho del sol por sobre la masa
arrullos, con sinceridad y fuerza. Se mueve con pesadez, bajo su de cabezas, que se tarda en hallar el defecto del lienzo, y acaso de
capa francesa, como Hércules barbudo con ropas de niño. Se sien- todo el arte de Vereschagin, procesional y frío. El alma ha de que-
la de guante blanco a la mesa donde humea un oso. mar, para que la mano pinte bien. Del corazón no ha de sacarse
Artistas, ricos, novios, cuáqueros, desocupados, artesanos clé- el fuego, y poner donde él un libro. El pensamiento dirige, escoge y
rigos, todos han ido a ver dos veces la exhibición de Vereschagin. Y aconseja; pero el arte viene, soberbio y asolador, de las regiones in-
256 José Martí

dómitas donde se siente. Grande es asir la luz, pero de modo que Como con zlambre más que con pincel, re!rata un fondo carnoso
encienda la del alma. a plena luz. tIn rabino de espejuelo‘; y casq?le?e. un rabino típico;
Allá, en el howfah de oro y marfil. van en paz iparece increíble y se 1.a por brefias y profundidades, bt!scando los tipoc qt:e interc-
que vayan en paz! el rajá de Jeyqore, con barbas inútiles, y el prín- san y rodean al ruso.-el magiar moctachudo, el serio narigón, el
cipe de Gales, de casco y cota roja; pero van sobre el ho~dah, con- armenio togado, el circaaiano de fez en pico, el de Mingrelia, con
fusos y menudos, sin que se adivine que aquel triunfo es la proce- su aire principal ei kurdo de perfil de o\,eja, el turco enjuto, el
sión funeral de la India. búlgaro, bello y triste, cl valaco abotinado, el moldavo ostentoso.
Y así fue la procesión, por de contado; pero el arte no ha de Es un arte en capítulos, iay! pero no en cantos.
dar la apariencia de las cosas, sino su sentido. Cuando da la apa- Porque salta a la vista en eqfe pintor, como en todos los de
riencia, como aquí, aunque como aquí la pinte con sol, falla. Allá su raza aquel pecado universal del arte contemporáneo, que en
va el séquito pomposo con los infantes por héroes, y los recamos Rusia abarece m6s de bulto por el contraste de SLI niñez enérgica
de los paños de oro y las mazas de plata cincelada. Primero van con su cultura traída de pueblos iciejos, y es el exceso, constante
abanderados y clarines, con las banderas de cuatro colores, y el cla- en el hombre, de la facultad de expresar sobre la de crear, del po-
der de esparcir colores sobre el de concebir asuntos dignos de elÍo.
rin de caño largo. E! elefante todo es joyería: la gualdrapa, al peso de la habilidad del artesano sobre el arrebato y condensación del
de las piedras, le cuelga de los lados; la testera es de realce, con artista, de la pintura de lo exterior, que sólo exige ojo para observar,
rosas de amatistas y zafiros, y laberintos de perlas, y sartas de juicio para elegir, gracia para agrupar color, para reproducir, sobre
perla mayor por las orejas; bajo la testera está e! frontil, con sus
dibujos de terciopelo rojo y verde: y los colmillos ccn argollas de aquella otra pintura en que lo exterior se usa \Terazmente en estado y
oro, 1’ la trompa pintada hasta la mitad de colorado. Cinco ele- formas que produzcan aquella caricia intima, mezcla de sumisión
fantes se ven, y el de delante se va a salir del lienzo. Al pie de y orgullo, con que el hombre en presencia de la beldad, animada
cada uno marcha el macero rojo, y los de blanco, que llevan abani- o inerte, se reconoce y estima como porción viva y hermana de lar
demás del universo.
cos de plumas, y el caballo a todo jaez, de frenos de colores y copete
de plumas; enjoyado el petral verde y plata la manta, el pecho y.los Y en Rusia se agrava esta desazón del hombre moderno, porque
de los tipos bárbaros y conquistadores que se han fundido en el
costados piumajes azules, con su caballero de coselete y manopla, eslavo hercúleo, originanse a la vez esta fuerza de mano, pujo de
rodela al ijar y lanza en la cuja, al cinto el montante y el casco carácter, necesidad de extensión que heredan de sus padres feuda-
de florón, la pierna de tibial y de quijote, y el estribo de mano de
joyero, de esmeraldas y fina argentería. Marchan al sol. Esplende les y batalladores, fieros como las cumbres, melanc6licos corno la
llanura, y este asombro terrible con que se ven, podridos por una
el polvo. civilización extraña, antes de condensarse en otra propia. El prín-
cipe como el mujik, el kciz como el isvotchik; el palacio que bebe
champaña como la isba que bebe vodka, sienten que la barba les
Y ese cuadro iba a ser el último de una tragedia en colores. cae sobre un pecho desesperado porque en 61 vive el coraz0n sin
Porque Vereschagin, como toda mente de verdadero poder, tiende ya libertad.
en la madurez a lo vasto y simbólico. Le riza, le para, le desata h’o creen en nada, porque no creen en sí, pero el knouf esíá
la sangre en las venas una ejecución; y pintará, como los ve 0 perennemente suspendido, con sus g;3rras picudas, sobre la espal-
como serían si los hubiese visto, los varios modos de matar, la da del labriego, roca que anda, y del barina que la posee y desdeña:
crucifixión romana, el cañoneo de! Indostán, la horca de Rusia. padecen del peso de la vida sin el decoro del albedrio, mayor que
Asiste a la campaña de Plevna,-y la pintará en páginas copiosas, el peso del amor ultrajado, mayor que el de la soledad del alma
desde la primera trinchera de nieve hasta el hospital verdinegro del poeta; padecen, roscados del regocijo de la emancipación uni-
donde muere cara a tierra el turco. versal, del dolor del hombre esclavo, comparable sólo al dolor de
Va a Palestina en busca de color,-y pintará en cuadros que ios eunucos: y con el frenesi de la mutilación irremediable, y el im-
parecen joyeros desde las tumbas de Hebrón, cuyo populacho le petu 2c su raza de jinetes, vierten sobre los que les parecen más
tira piedras, para que no profane el reposo de Abraham, hasta los inielices, con rabia y encarnizamiento, la compasión que sienten por
ermitaños trogloditas que entre sapos y áspides viven tallando cru- sí propios,
ces como harapo: y liendres de la religión vencida en las cuevas ¿Y qué arte hay sin sinceridad ni qué hombre sincero empleará
del J.lrdán avieso. Copia un edificio de fama; y arrostrará peli- su fuerza, sea de fantasía o de razón, sea de hermosura o de com-
gros, obstáculos, largas travesías para copiar los mausoleos, los bate, en meros escarceos, adornos e imaginaciones, cuando está
palacios, las mezquitas rivales. enfrente, sobre templos qur parecen montes, sobre lar cárceles de
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 259
258 los.4 Marti

donde no se vuelve, SofJre palacios que son pueblos de palacios. sobre frente a las tropas que al pie del monte que brilla como seda, echan
la pared que se levanta en hombros de cien razas unidas, la heca- al aire frenéticos los gorros. 0 después del combate, pintará, con
tombe de donde saldrs, cuando la podredumbre llegue a luz. el es- sangre acabada de derramar, los heridos de bruces, encuclillados, en-
plendor que pasme al mundo, cuando está enfrente “la pirámide roscados, moribundos. El centinela, de capote gris, tiene la cara
del mal” de Herzen? deshecha. Un general con la cabeza baja, como quien va a recibir
iLa justicia primero, y el arte después! ;Hembra es el qcc en la hostia de la muerte, está, casaca al hombre, a los pies del que
tiempos sin decoro se entretiene en las finezas de la imaginación, acaba de expirar, con el rostro como barro. Otro muerto también,
y en las elegancias de la mente! Cuando no se disfruta de la liber- encogidas las piernas, y los brazos abiertos, se rie, con la cara
tad, la única excusa del arte y su único derecho para existir es po- verde. Este alza con cuidado, como a un amigo, la pierna en tabli-
nerse al servicio de ella. iTodo al fuego, hasta el arte, para alimen- llas. Ese se sujeta el brazo que le pende. Aquel aprieta los labios,
tar la hoguera! al tratar en vano de levantarse entre mochilas, Cantinas y fusiles
cNi de qué vive el artista sino de los sentimientos de la patria? roto<. Entre los muertos’ y .heridos otros fuman.
iEmpléese, por lo mismo que invade y conmueve, en la conquista fin oficial, como para animar e] cuadro frío, ‘habla al paso con
del derecho! Y como la defensa directa de la justicia, el comentario una cantinera. En la tienda repleta, un herido pide en vano entra-
dramatice, la composición elocuente, están vedadas al ruso, por su da. Uno vuelve hacia atrás la cara sin ojos. La serranía, amarilla;
propio terror, tanto como por la ley, iel medio único, la osadia úni- el cielo, lanudo. Y el corazón no se conmueve ante aquella pintura
ca, la protesta única, la defensa única e indirecta, la plegaria, sin de pensamiento compuesta como para aleccionar, porque la calma
alas y sin voz, del ruso, desolado, es la pintura, fea si puede, fétida visible del artista, la madera de aquellos cuerpos, la mudez de aquel
si puede, de las miserias que contempla, de la verdad desgarradora! cuadro, donde falta la agitación de la agonía y la dignidad de la
“iYo espero,-dice Vereschagin con los versos de Pushkin,-yo es- muerte: contrastan con un tema que pide miradas que desgarran,
pero que los hombres me amen, porque mi arte sirve a la verdad, cuerpos que se. hundan al abandonar el espíritu, líneas rotas y cres-
y ruega por los vencidos!” Después, para reposar, para recobrar bríos, pas, escorzos fugaces y violentos, y un aparente desorden de metodo
pintará, libre y grande, por primera vez, la majestad de la natu- que realce y contribuya al del asunto.
raleza Mas donde impera la muerte solitaria, y el hombre ha cesado
En Rusia iay del que ruega por el vencido en alta voz! Y el de padecer, halla Vereschagin la sublimidad que falta siempre, aca-
cuadro, no va de casa en casa como los manuscritos veraces de so porque desprecia a los hombres que conoce, en los lienzos, donde
Tofstoi, que necesita del modelo vivo, el cuadro ruso, a lo que se quiere algo más de grupo y color de las figuras: tal el cammo
más se atreve, con la sanción acaso del monarca, afligido, es a solemne de] Danubio, sembrado acá y allá, como único color en la
implorar la gracia de los hombres, por el horror de la pintura, para nevada maravillosa, de los cadáveres de turcos que el ejército triun-
los centinelas muertos de frío, para los mujiks cercenados en masa fante fue abandonando por la ruta, sin más vigías que los postes
de un vuelo del alfanje, para los miles de muertos de Plevna, de- de telégrafo, elocuentes en tanta soledad, ni más amigos que 10s
sangrándose en las charcas de lluvia. pájaros que picotean sus mantas, o se posan en sus botas: tal aquel
eCómo, con ese carácter nacional contemplativo, del objeto, con otro tiempo, lleno de majestad y de ternura, en que, de pie en el
ese hábito de la observación y de la copia, refleja este pintor, con yerbal cubierto de muertos blanquecinos, bajo el cielo que sube
el drama elevado a sacerdocio por la santidad de los franceses y el por el Este sombrío y lluvioso, los dos amigos postreros, el Jefe en
impetu de los españoles, el movimiento del combate, la rabia de la traje de batalla, y el sacerdote con su casulla sepulcral, entierran,
caballería, el encuentro de la trinchera, barba a barba? Si pinta con un dolor que entra en los huesos, murmurando la oración, al
una batalla, la velará en humo espeso iacaso para decir que es compás del incensario, al escuadrón que da una arremetida sego. el
toda brlmo! como cuando su zar, desde la colina en que lo rodean, turco. La música, allá de entre los tapices, llega tenue, como c;
sentado en la silla de campaña, sus generales de banda lila al manos, doliente, desesperada. El gentío quiere luz y contento.
cinto, ve a lo lejos, por la humareda que les va detrás, que huye gentío va a ver los cuadros sagrados.
Rusia del turco, que Alá les va cortando las colas a los potros co-
sacos. 0 pintará la batalla antes, con los soldados tendidos en el
trigal, mano al gatillo, a las espaldas la manta amarillosa, como el Son rayos de color, patios musgosos, muros sin. cáscara, pOz?s
cielo, y a un lado los jefes, en pie, de galón rojo en la gorra. 0 y puertas negras, y mares fosforescentes, a cuyas ortllas. con SU tu-
luego que de los turcos enemigos ya no queda en Shipka más que los nica blanca y su cabellera rubia vaga Jesús, o conversa con Juan,
montones de cadáveres, apilados en la nieve por el villorrio mudo, o maldice a las ciudades impuras, o llora desconsolado. CQué es la
pasea a Skobelev, seguido del pabellón, a escape en caballos blancos religión, más que historia? ia nuestro lado anda Jesús, y se muere
OBR:IS ESCOGID.lS T Ii 261

de anguqtia porque no le ayudan a hacer bien! ia nuestro lado pre- mirando a las cruce‘;. In caballo da el anca. Ln árabe. con ei bor-
dira Juan, con el sayo de piel de camello y la palabra terrible, v los dón atravesado, mira desde SII burro. Por ei iondo vienen, en cabal-
!~LIC!lO‘ io saludan de lejos, -y los mercaderes se ríen de 61. éntre gadura. de mucho parament;). unos moros ricos. Falta como lazo
\!I- hogaza‘, y >us ,Inforas! Con10 hombres los entiende \.erescha@n a aquella <enciIlcz fingida. A un lado del cuadro, no por tierra
h’ como hombres ios pinta, o como figuras de paisajes, donde máb deshecha. como madre que \‘e a su hijo en la cruz, sino de pie.
lienc. tic divino el azul de! agtla que la congoja del “cordero de cubriéndose el ro>tro con las palmas, está María. C.na moza ro-
Dios”, 0 2 ¡¿l fiereza del apcístol, o a ia mansedumbre de aquellos huela. de manto bianco comu ella, la implora, con bello dolor. X otra
8Iml!erzw del Jordrín. a la sombra de los tamarindos, con langosta> rnujer, por el entrecejo que se distingue, se le ve clara la pena. A
y mie!es un judio que parece ingl&s le está hurtando la bolsa un ratero de
Y acaso ycria, a no haberse quedado como en boceto, uno de los barbaza rubia, con b!usa de listas.
c.lladros mris notables de nuestra época, por lo franco c!e la concep- Y alli los curiosos se detienen, no para ver una pintura de admi-
Ciijn , y !a habilidad con que por el contraste natural con !o que Ic rable trabajo, un porttin de piedra bermeja, con césped y florecillas
rodea resalta en Jesús el alma sublime, aquel de Vereschagin en que a la entrada, donde al pie de dos bellos brutos, blanco uno y negro
pinta la familia de Jo+, en un patio pobre, con el padre y su apren; otro, esperan, de jaique y brial, los árabes palafreneros; ni para ce-
diz ensamblando por un lado, y María saciando a sus pechos el ham- iebrar como lo merecen. los retratos del butanés greñudo y rosico-
bre de su recién nacido, con otro hijo al pie, y uno que viene deshe- brizo, con ojos como de hiel y esmeraldas en los lóbulos, y su buta-
cho en lágrimas, el brazo a los ojos, en tanto que de codos en nesa bclfuda, con el hijo a la espalda.
tierra, dos mlis, ya en sus diez años, hablan de cosas no más graves Lo que los curiosos ven. tomando por arte el mero tamaño, es
que trompos y boliches: sobre la cabeza de María se seca, al aire. una lámina de diario coloreada con vigor, que representa, sin más
cl lavado de la casa; con el gallo a la coia comen al pie de la es- cosa de poder que el cuerpo vivo de un soldado, el suplicio del
calera de piedra las gallinas, y en los peldaños de abajo, de modo cañoneo en el Indostán, donde el hindú culpable, atado a un poste
que parece más alto que todos los demás, Jesús lee. a la boca del cañón, muere en pedazos. Ni es de arte, ni mueve al
Tienen matices de amatista, y flores como sangre, y sombras horror solicitado, por íaltarle, en fuerza de realidad, el grado inten-
como de violetas, y paredones como la carne desollada, y verdes como so que constituye, en lo bel!0 como en lo feo, lo artístico, otro Iien-
dc orín, los lienzos, menudos todos, donde, como quien toma el zo donde la muchedumbre, como en ruedo blanco con costra de
~IIISO en la vena abierta, copió a pleno color aquel mar muerto, con colores, se agolpa en plena nevada que salpica de copos caitanes y
sus Lirboles que dan fruta de ceniza; aquel monte, ya a media flor, pellizas, a ver, colgando de la horra, dos sentenciados. como dos
donde murió Moisés frente. a la tierra prometida: aquel valle de gusanos.
Jericó, que era ayer de jardines, y. hoy es marañas de escorpiones y
culebras; aquella tumba de Samuel, donde citaba a guerra contra
los íilisteos; aquei pozo donde probó Gedeón a SLIS soldados, y dejó Pero ;qu;t modo el de Vereschagin, en esos lienzos infeliz, de
por flojos a los que metieron la boca en el agua para beber. Alli sacar, con masas de color. blancos sobre blanco; de pintar, de ma-
esta cn lienzos que pueden llevarse de medallón en las sortijas, el nera que se ve de veras el mármol transparente; la famosa ventana
pozo de Jacob, donde Jesús habló con la samaritana de los tiempos que levantó Akbar, el gran Mogol, en honra de su santo consejero
olvidados; Beisán la fuerte, que jamás se abrió a Israel; Cafarnaum Selim-Shirti!; y acurrucados en el poyo, al fuego del cenit, conver--
famosa , toda hoy maleza y ruinas, donde vivió Jesús en casa suya, y san, en togas y turbantes albos como la celosía, los guardianes
curó a tantos: Berthsaida ingrata, donde multiplicó el pan y los del templete. de rostros cobrizos.
I)CCC.S,y dio la vista al ciego; los campos de betún inflamable donde Luego es el Taj, puro como la leche, que refleja sus cúpulas lige-
perecieron, a la furia de !as Ilamas, Sodoma y Gomorra; y una lla- ras, labradas como con aguja, en el lago cercado de cipreses y ramas
nura desde donde se ve cl Tabor, con el castillo que lo coronaba otoñales, a cuyo arrullo, en su soberbia tumba blanca, duerme bajo
cuando cuentan que desapareció por él Jesús; y el monte de la Ten- follaje de mármol aéreo, aquella favorita que amó el sha Jehan. Y
:aciíin. en cuya gruta, antes rica y cubierta de frescos, viven hoy, ya es la mezquita de la Perla. que invita a entrar por sus nobles
haciendo caridad de su pobreza a los pájaros y a los bedulnos, los arquerías,- más que de peria de marfil tallado. con sus hileras de
buenos monjes que no tienen para comer más-que judías y aceitu- musulmanes reverente5 que evocan al creador invisible. de pie,
nas, con sil cebolla y su ajo, y un poco de pan negro. hombro a hombro, con las cabezas bajas, Ya es. con su aljibe de
Y en un lienzo como sin fondo, donde las figuras dei calvario, doble boca y las babuchas a la puerta, el vestíbulo, fresco como la:
raquíticas y a estilo de panorama, dan cara a un muro de cantos rnañanas, de la mezquita donde el otomano en traje verde o ama-
rojo% 1. mllsgosos. está la gente de Galilea, como quien va de fiesta rillo, pide el amparo de Alá contra el judío, qlle llora v comercia.
262 /osé .Harti

Ya es, con sus domos dorados y verdes; con su palacio de orujinaia, \'INDICACIOk DE CUBA'
lleno de tesoros; con la soberana torre de Iván que preside la vasta
maravilla; con la puerta del Salvador, ,por donde nadie pasa cu-
bierto; con el panteón de los zares, erizado de espiras; con su masa
de pisos superpuestos, como el palacio babilónico; con sus bastiones
por valladar y su Moskova al pie,-el Kremlin colosal, el Kremlin
rosa do.
i.Y qué importan ahora, ya al salir con el gentío, ni el tigre que
al pie de una palma ve venir sobre el cadáver en que se apresta
a regalarse el buitre que se lo disputa; ni un lienzo como velo, que es
un amanecer en Cachemira; ni aquella palma sola, centinela negro
de las ruinas de Delhi, que se mira en el lago Amarillo, a la puesta Traducido de la carta que publicd bajo este título The Evening Post, de New
del sol? York, del 25 de marzo.
Bien hace ahora la música, de allá de entre los tapices, en en-
viar, como gargantillas de diamantes, notas sueltas de himno. Jamás
en tan vasto lienzo creó el hombre con más verdad y poder el cielo
luminoso. CA qué pintarlo? cQuién no ha visto el cielo? Abajo, don-
de el buitre negro, habitante único de aquella pureza, se cierne, Sr. Director de The Euenirzg Post:
anchas las alas, en busca de] soldado insepulto, las peñas terrosas,
como gigantescos búcaros, levantan en las cumbres sus flores de Señor:
nieve. Las nubes dormidas despiertan al sol; y vagan ligeras, cual
si ]as moviesen, con dulce pereza, como cendales de la mañana, Ruego a usted que me permita referirme en sus columnas a la
doncellas invisibles. Con tajos de sombra se empinan por lo alto ofensiva critica de los cubanos publicada en The Manufacturer de
los picos nevados. La nube aérea flota, afloja sus vapores, se mece Filadelfia, y reproducida con aprobación en su número de ayer.
y deshace, el cielo arriba triunfa, sereno y azul. No es este el momento de discutir el asunto de la anexión de
Así corona la luz a los artistas fieles, adoloridos por la carencia Cuba. Es probable que ningún cubano que tenga en algo su decoro
de idea1 amable en estos tiempos de muda, que, a despecho de es- desee ver su país unido a otro donde los que guían la opinión com-
cuelas y gramáticas, ponen su caballete al sol, y hallan en la na- parten respecto a él las preocupaciones sólo excusables a la políti-
turaleza, consoladora como los claros del amanecer, la paz y la ca fanfarrona o la desordenada ignorancia. Ningún cubano honrado
epopeya que parecen perdidas para el alma. Como con puñales se humillará hasta verse recibido como un apestado moral, por el
pinta Vereschagin sus retratos: como con zafiro desleído hasta dar mero valor de su tierra, en un pueblo que niega su capacidad, in-
deseos de morir en él, pinta el mar samaritano; reproduce lo que
ve como si le hubiera levantado la corteza, para poseerlo mejor; sulta su virtud y desprecia su carácter. Hay cubanos que por mó-
viles respetables, por una admiración ardiente al progreso y la
sus mármoles relucen, y su aire indio irradia; hijo fuerte de un libertad, por el presentimiento de sus propias fuerzas en mejores
pueblo espantado y deforme, no sabe usar del hombre en sus lienzos, condiciones políticas, por el desdichado desconocimiento de la his-
sino cuando, lejos de su pais sombrío, lo halla ágil y gracioso; cuan-
do pinta al hombre, es para servirle; ni compone ni condensa, ni toria y tendencias de la anexión, desearían ver la Isla ligada a los
crea: su espíritu no parece haberse abierto al arte sumo, que es el Estados C’nidos. Pero los que han peleado en la guerra, y han apren-
que sabe sacar el alma de las cosas, producir con el detalle la dido -en los destierros; los que han levantado, con el trabajo de
las manos y la mente, un hogar virtuoso en el corazón de un pueblo
emoción de la armonía, inundar las entrañas de deleite, sino en aque-
llos lienzos vastos y solitarios, con montes, Rusia, como tu dolor, hostil: los que por su mérito reconocido como científicos y comer-
con valles, Rusia, helados como tus esperanzas.
* Con este texto respondió Marti a un artículo ofensivo para Cuba, aparecido
en The Manufacturer, de Filadelfia, el 16 de marzo del citado año, bajo el título
La Nación, Buenos Aires, 3 de marzo de 1889 “iQueremos a Cuba?“, el cual fue reproducido parcialmente en otro artículo anti-
0. C., t. 15, p. 429-438. cvbano que ublícó The Evening Post cinco días después: “Una opinión proteccio-
nlsta sobre Pa anexión de Cuba.” Por su importancia Martí tradujo del inglés su
contestación y los textos refutados, y los ublicó con una nota introductoria en
el folleto que tituló: Cuhn y los Estados vp.rudos, editado también en Nueva York
en 1889.
ciarJ;tG, corno empresarios e ingenieros, como maestros, abogados, !alla de la \.ida en los pueblos libres, el arte de gobernarse a si mis-
arliuta5. periodi-!as, oradores y poetas, como hombres de inteligencia mos y de edificar una nación; porque nuestros mestizos y nuestros
ii;-a y ac!ib.idad poco común, se ven honrados dondequiera que ha jóvenes de ciudad son generalmente de cuerpo delicado, locuaces y
habido ocasión para dtsplegar rus cualidades, y justicia para enten- corte-e-, ocultando bajo el guante que pule el verso. la mano que
dcrlw.; los que. con sus elemento; menos preparados, fundaron una derriba al enerniuob , ise nos ha de llamar como The Manufacfurer
ciudad de trabajadores donde lo‘; Estados Unidos no tenian antes JIO’; llama, nn pueblo “afeminado” ? Esos jóvenes de ciudad y mesti-
rnrí~ qiJe unas cuantas casuchas en un islote desierto; esos, más zos de poco cuerpo supieron ievantarse en UJI día contra un gobier-
Jiilrnero5os que los otros. no desean la anexión de Cuba a los Es- rlo cruel, pagar su pasaje al sitio de la guerra con el producto de
tados I-nidos. No la necesitan. Admiran esta nación, la más grande su reloj y de sus dijes, vivir de su trabajo mientras retenía sus bu-
de c,uantas erigió jamás la libertad; pero desconfian de los elemen- ques el país de los libres en el interés de los erwmlgos de la liber-
tos fuJlest0.s que, coino gusanos en la sangre, han comenzado en tad, obedecer cotno soldados, dormir en el fango, comer raices, pe-
esta Reptíblica portentosa su obra de destrucción. Han hecho de los lear diez años sin paga, vencer al enemigo con tJna rama de árbol,
heroes de este pais sus propios hbroes, y anhelan el 6xito definitivo morir-estos hombres de diez y ocho años, estos herederos de casas
de la [.‘nibn Norteamericana, como la gloria mayor de la humanidad; poderosas, estos jovenzuelos de color dc aceituna-de una muerte
pero IIO pueden creer honradamcnie que el individualismo excesivo, de la que nadie debe hablar sino con la cabeza descubierta; murie-
la adoración de la riqueza, y el jlbilo prolongado de una victoria ron esos otros hombres nuestros que saben, de un golpe de machete,
tcrribie, estbn preparando a los Estados Unidos para ser ia nación echar a volar una cabeza o de una vuelta de Ia mano, arrodillar a
til)ica de la libertad, donde no ha de haber opinión basada en el un toro. Estos cubanos “afeminados” tuvieron una vez valor bas-
apetito inmoderado de poder, ni adquisición o triunfos contrarios a tante para llevar al brazo una semana, cara a cara de un gobierno
la !)ondad Y a la justicia. Amamos a la patria de Lincoln, tanto como despótico, el iuto de Lincoln.
tememos a-la patria de Cutting. Los cubanos, dice The Manufacturer, tienen “aversión a todo es-
. No somos los cubanos ese pueblo de vagabundos míseros o pig- fuerzo”, “no se saben valeYI “son perezosos”. Estos “perezosos”
n~eos inmorales que a The Manufacfurer le place describir; ni el que “no se saben va!er”, llegaron aquí hace veinte años con las
pais de inútiles verbosos, incapaces de acción, enemigos del trabajo manos vacias, salvo pocas excepciones; lucharon contra el clima:
recio, que. junto con los demas pueblos de la America espanola, sue- dominaron las lengua extranjera; vivieron de su trabajo honrado,
len pintar viajeros soberbios y escritores. Hemos sufrido impacien- algunos en holgura, unos cuantos ricos, rara vez en la miseria:
tes bajo la tiranía; hemos peleado como hombres, y aigunas veces gustaban del lujo, y trabajaban para él: no se les veía con fre-
como gigantes, para ser libres;-estamos atravesando aquel período cuencia en las sendas oscuras de la vida: independientes, y bastán-
de reposo turbulento, lleno de gérmenes de revuelta, que sigue na- dose a si propios, no temían !a competencia en aptitudes ni en
tllra]IIìeJlte a un período de acción. excesiva y desgraciada;. tenemos actividad: miles se han vuelto, a morir en sus hogares: miies per-
que batallar como vencidos contra un opresor que nos priva de me- manecen donde en las durezas de la vida han acabado por triunfar,
dios de \i\ir, y favorece, en la capital hermosa que visita el extran- sin la ayuda del idioma amigo, la comunidad religiosa ni la sirn-
jero, en el interior del psis, donde la presa sc escapa de su garra, patía de raza. Un puñado de trabajadores cubanos levantó a Cayo
t:l imperio de una corrupciL;n tal que llegue a envenenarnos en la Hueso. Los cubanos se han senalado en Panamá por su mérito
sangre las fuerzas necesarias para conquistar la libertad. Merece- como artesanos en los oficios más nobles, como empleados, médicos
1110s erg la hora de nuestro infortunio, el respeto de los que no nos y contratistas. Un cubano, Cisneros, ha contribuido poderosamente
aytldaron cuando quisimos sacudirlo.. al adelanto de los ferrocarriles y la navegación de ríos de Colom-
Pero, porque nuestro gobierno haya permitido sistemâticamente bia. Márquez,. otro cubano, obtuvo, como muchos de sus compa-
!riotas, el respeto del Perú como comerciante eminente. Por todas
después de !a guerra ei triunfo de los criminales, la ocupación de
partes viven los cubanos, trabajando como campesinos, como inge-
la ciudad por la escoria del pueblo, la osientación de riquezas mal
habidas por un miriada de empleados españoles y .sus ciimpiices nieros, como agrimensores, como artesanos, como maestros, como
abanos, !a con\-e:ui:‘,n de la capital en una casa de inmoralidad, periodistas. En Filadelfia, The Manufacfurer tiene ocasión diaria de
ver a cien cubanos, algunos de ellos de historia heroica y cuerpo
donde el filósofo y ei héroe viven sin pan junto al magnífico ladrón vigoroso, que viven de su trabajo en cómoda abundancia. En New
de la metrópoli; porque el hcnrado campesino, arruinado por una
guerra en apariencia inútil, retorna en silencio al arado que supo York los cubanos son directores en bancos prominentes, comercian-
a YII hora cambiar por el machete; porque millares de desterrados, tes prósperos, corredores conocidos. empleados de notorios talentos,
a;)rol:echando una 6poca de calma que ningún poder humano puede mPdicos con clientela del país, ingenieros de reputación universal,
electricistas, periodistas, dueños de establecimientos, artesanos. El
precipitar hasta q\Jc no w extinga por si propia. practican, en la ba-
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OBRAS ESCOGIDAS T. II 267

poeta del Niágara es un cubano, nuestro Heredia. Cn cubano, Me-


nocal, es jeíe de los ingenieros del canal de Nicaragua. En Filadel- libres, emplee el poder amasado de este modo para privar de SU
fia mismo, como en New York, el primer premio de las Cniversida- libertad a un vecino menos afortuna,do.
des ha sido, más de una vez, de los cubanos. Y las mujeres de estos Acaba The Martujacturer diciendo “que nuestra falta de fuerza
“perezosos”, “que no se saben valer”, de estos enemigos de “todo es- viril y de respeto propio está demostrada ppr la apatia con que
fuerzo”, llegaron aqui recién venidas de una existencia suntuosa. nos hemos sometido durante tanto tiempo a la opresión española”,
en lo más crudo del invierno: sus maridos estaban en la guerra, y “nuestras mismas tentativas de rebelión han sido tan infelizmente
arruinados, presos, muertos: la “señora” se puso a trabajar; la due- ineficaces, que apenas se levantan un poco de la dignidad de una
ña de esclavos se convirtió en esclava; se sentó detrás de un mos- farsa”. Nunca se ha desplegado ignorancia mayor de la historia y
trador; cantó en las iglesias; ribeteó ojales por cientos; cosió a jor- el carácter que en esta ligerísima aseveración. Es preciso recordar,
nal; rizó plumas de sombrerería; dio su corazón al deber; marchitó para no contestarla con amargura, que más de un americano derramó
su cuerpo en el trabajo: ieste es el pueblo “deficiente en moral”! su* sangre a nuestro lado en una guerra que otro americano
Estamos “incapacitados por la naturaleza y la experiencia para había de llamar “una farsa” . iUna farsa, la guerra que ha sido com-
cumplir con las obligaciones de la ciudadania de un pais grande parada por los observadores extranjeros a una epopeya, el alzamiento
y libre”. Esto no puede decirse en justicia de un pueblo que po- de todo un pueblo, el abandono voluntario de la riqueza, la aboli-
see-junto con la energía que construyó el primer ferrocarril en los ción de la esclavitud en nuestro primer momento de la libertad, el
dominios españoles y estableció contra un gobierno tiránico todos incendio de nuestras ciudades con nuestras propias manos, la crea-
los recursos de la civilización-un conocimiento realmente notable ción de pueblos y fábricas en los bosques vírgenes, el vestir a nues-
del cuerpo político, una aptitud demostrada para adaptarse a sus tras mujeres con los tejidos de los árboles, el tener a raya, en diez
formas superiores, y el poder, raro en las tierras del trópico, de ro- años de esa vida, a un adversario poderoso, que perdió doscientos
bustecer su pensamiento y poder su lenguaje. La pasión por la li- mil hombres. a manos de un pequeno ejército de patriotas, sin más
bertad, el estudio serio de sus mejores enseñanzas; el desenvolvi- ayuda que la naturaleza! Nosotros no teníamos hessianos ni fran-
miento del carácter individual en el destierro y en su propio país, ceses, ni Lafayette o Steuben, ni rivalidades de rey que nos ayuda-
las lecciones de diez años de guerra y de sus consecuencias múltiples, ran: nosotros no teníamos más que un vecino que “extendió los Ií-
y el ejercicio práctico de los deberes de la ciudadania en los pueblos mites de su poder y obró contra la voluntad del pueblo” para favo-
libres del mundo, han contribuido, a pesar de todos los antecedentes recer a los enemigos de aquellos que peleaban por la misma carta
hostiles, a desarrollar en el cubano una aptitud para el gobierno de libertad en que él fundó su independencia: nosotros caímos vícti-
libre tan natura1 en él, que 10 estableció, aun con exceso de prácticas, mas de las mismas pasiones que hubieran causado la caída de los
en medio de la guerra, luchó con sus mayores en el afán de ver res- Trece Estados, a no haberlos unido el éxito, mientras que a noso-
petadas las leyes de la libertad, y arrebató el sable, sin considera- tros nos debilitó la demora, no demora causada por la cobardía.
ción ni miedo, de las manos de todos los pretendientes militares, por sino por nuestro horror a la sangre, que en los primeros meses de
gloriosos que fuesen. Parece que hay en la mente cubana una dichosa la lucha permitió al enemigo tomar ventaja irreparable, y por una
iacultad de unir el sentido a la pasión, y l.a moderación a la exube- confianza infantil en la ayuda cierta de los Estados Unidos: “iNo
rancia. Desde principios del siglo se han venido consagrando no- han de vernos morir por la libertad a sus propias puertas sin alzar
bles maestros a explicar con su palabra, y practicar en su vida, una mano o decir una palabra para dar un nuevo pueblo libre al
la abnegación y tolerancia inseparables de la libertad. Los que hace mundo!” Extendieron “los límites.de su poder en deferencia a Espa-
diez años ganaban por mérito singular los primeros puestos en ña”. No alzaron la mano. No dijeron la palabra.
las Universidades europeas, han sido saludados, al aparecer en el
Parlamento español, como hombres de sobrio pensamiento y de ora- La lucha no ha cesado. Los desterrados no quieren voilrer. La
toria poderosa. Los conocimientos políticos del cubano común se nueva generación es digna de sus padres. Centenares de hombres
comparan sin desventaja con los del ciudadano común de los Estados han muerto después de la guerra en el misterio de las prisiones.
Unidos. La ausencia absoluta de intolerancia religiosa, el amor del Sólo con la vida cesará entre nosotros la batalla por la libertad. Y
hombre a la propiedad adquirida con el trabajo de sus manos, y la es la verdad triste que nuestros esfuerzos se habrían, en toda pro-
familiaridad en práctica y teoría con las leyes y procedimientos de babilidad, renovado con éxito, a no haber sido, en algunos de no-
la libertad, habituarin al cubano para reedificar su patria sobre las sotros, por la esperanza poco viril de los anexionistas, de obtener
ruinas en que la recibirá de sus opresores. No es de esperar, para libertad sin pagarla a su precio, y por el temor justo de otros, de
honra de la especie humana, que la nación que tuvo la libertad que nuestros muertos, nuestras memorias sagradas, nuestras ruinas
por cuna, y recibió durante tres siglos la mejor sangre de hombres empapadas en sangre, no vinieran a ser más que el abono del suelo
para ri crecimiento dr una ;j!anta ext,ranjcra. 0 la oca.sic)n de una COMO SE CREA US PUEBLO NLE\‘0
bllrla para The ML:III~~UCIU~C~~ dc Filadelfia. EN LOS ESTADOS GXIDOS
Soy de usted. selior Directol. servidor alento

120 Front Street.

New York. 21 dc marzo de 1889

Thr Euenmg PtM, Nueva York. 25 de marzo de 1889


0. C., t 1, p 236-241.

tJN.4 ClUD.4D DE DIEZ MIL ALMAS EN SEIS HORAS.-UN INCENDIO EN


NUEVA YORK, Y UN DOMINGO DE PASCUAS-EL PASEO DE LOS RI.
COS.-EL PASEO DE LOS NEGROS.-COLONIZACION SUBITA DE LAS
TIERRAS LIBRES.-LA INVASION DE LOS COLONOS EN OKLAHOMA.-
CUARENTA MIL COLONOS INVADEN A OKLAHOMA A LA VEZ.-LA TIERRA
DE LA LECHE Y LA MIEL.-EL SEMINOLE OSSEOLA.--RIVALIDAD DE LOS
G.r\NADEROS Y LOS AGRICUI,TORES.-VENCEN LOS AGRICULTORES.-LA
PEREGRINACION Y LA ENTRADA.-MILES DE CARROS.--CUADRILLAS DE
JINETES.-LOS PUEBLOS VECINOS.-LA NOCHE EN EL CA.MINO.-MUER-
TOS.-TEMPESTAD.-EL DOMINGO DE LAS VISPERAS.-CUADRILLAS DE
iMUJERES.-MUJERES SOLAS.-LOS VETERANOS.-EL S.4CERDOTE IMPRO-
VISPIDO.-EL COMBATE CON LOS INTRUSOS.--ELLA BLACKBURNE, LA
BONITA-L.4 PERIODISTA NXNITTA DAISY.-LA HORA DE LA INVA-
SION.-DESBORDE POR LÁS CUATKO FRONTERAS.--CARROS A ESCAPE
Y CABALLOS EL MASA.-PIE A TIERRA Y POSESION.-EL ESPECTACULO
MAGNIFICO --COMO SE CREO LA CIUDAD.--LA OFICINA DE REGISTRO-
EL PRIMER TREN QUE LLEGA.--TRAICION Y DESCONSL’ELO.-iQUIEN
TRAZC) LA CIUDAD?-TIENDAS, HOTELES, ANUNCIOS.-EL BANCO.-EL
PRIMER PERIODICO:--LA PRIMERA ELECCION --LA NOCHE
EN EL DESIERTO

Nilc\.a York. 25 dc abril dr 1889

Señor Director de Lu Opinión Públicu.

Montevi deo

Todo lo oiyidii Nueva York en un instante ;Muerc e! Adminis-


trador de Correos tanto de enfermedad como de pena. porque su
propio partido republicano le quita ei empleo que’ gani> palmo a
palmo. desde la cachucha hasta la poltrona. para dárstlo a un
buscavotos de bar!)a larga, que se pasa la vida convidando a cerveza
y allegándose los padres de barrio? ;Se niega cl Ayuntamiento
a extender las vías del ferrocarril aéreo, qtic afean la ciudad, y la
tienen llena de humo y susto? ;Se ha puesto de moda una corbata
nacional, con los tres colores del pabellón, 1’ c8n las puntas tiesas
a lo: hombros? (Están las cal!es que no sc- ptledt> antIal- por cllas,
OBRAS ESCOGIDAS r II 271
2iO Jost; .Marti
-

la gente, que va toda de estreno, los hombres de corbata lila y


de tanta viga por tierra y estrado a medio hacer, y el aire azul. clavel rojo, de gabán claro ,y sombrero que chispea, las mujeres con
blanco y rojo, 1’ de calicó y muselina, porque las banderas del cen- toda la gloria y pasamanerla, l,estidas con la chaqueta graciosa del
tenario no dejan \.er el cielo? ;.Se pagan a diez pesos los asientos Directorio, de botones como ruedas y adornòs de Cachemira, cuando
para ver pasar la procesión, a ciento cincuenta una ventana. a mil no de oro y plata. Perla y verde son los colores en boga, con
un palco en el teatro del gran baile? ;Se ha trabajado el \.iernes gorros como de húsar, o sombreros a que sólo las conchas hacen
Santo como todos los demás dial;, sin que la santidad se viera más falta, para ir bien con la capa peregrina. A la una se junta con el
que en la herrnosura primaveral, que se bebe en el aire, y les cen- de las aceras, el gentío de seda y flores que cantaba los himnos en
tellea a las mujeres en los ojos? las iglesias protestantes, y oía en la catedral la misa de Cherubini.
Todo lo olvida Nueva York en un instante. L‘n fuego digno del Ya es ahogo el paseo, y los coches se llevan a las jóvenes desmaya-
centenario consume los graneros del Ferrocarril Central. El río. das. Los vestidos cargados van levantando envidias, saludando a
intitil, corre a sus pies, Las bombas, vencidas, bufan, echan chis- medias a los trajes lisos, ostentando su precio. Sobre los guantes
pas. Seis manzanas arden, y las llamas negruzcas, carmesíes, amari- llevan brazaletes, y a la cintura cadenas de plata, con muchos pomos
llas, rojas, se muerden, se abrazan, se alzan en trombas y remolinos y dijes. Se ve que va desapareciendo el ojo azul, y que el ojo he-
dentro de la cáscara de las paredes, como una tempestad en el sol. breo invade. Abunda la mujer gruesa. Hay pocas altas.
Por millas cunde la luz, y platea las torres de las iglesias, calca las Pero en la avenida de al lado es donde se alegra el corazón,
sombras sobre el pavimento con limpieza de encaje, cae en la fachada en la Sexta Avenida: iqué importa que los galanes lleven un poco
de una escuela sobre el letrero que dice: “Niñas”. Muda la multitud, exagerada la elegancia, los botines de charol con polaina amarilla,
la muititud de cincuenta mil espectadores, ve hervir el mar de fuego los cuadros del pantalón como para jugar al ajedrez, el chaqué muy
con emociones romanas.----De la refinería de manteca, con sus milla- ceñido por la cintura y con las solapas como hojas de flor, y el
res de barriles en el sótano, y sus tanques de vil aceite de algodón, guante sacando los dedos colorados por entre la solapa y el cha-
sale el humo negro. Del granero mayor, que tocaba a las nubes. leco? <Qué importa que a sus mujeres les parezca poco toda la ri-
chorrean las llamas, derrúmbase mugiendo el techo roído, cae el queza de la tienda, y carguen túnica morada sobre saya roja, o
asbesto en ascuas, y el hierro en virutas, flamea, entre los cuatro traje violeta y mantón negro y amarillo? Los padres de estos peti-
muros, la manzana de fuego. De los muelles salta al río el petró- metres y maravillosas, de estos mozos que se dan con el sombrero
leo encendido, que circunda al vapor que huye, seguido por las lla- en la cintura para saludar y de estas beldades de labios gruesos,
mas. El atrevido que se acerca, del brazo de un bombero, no tiene de cara negra, de pelo lanudo, eral1 los que hace veinticinco años,
oídos para los comentarios,-la imprudencia de permitir semejante con la cotonada tinta en sangre y la piel cebreada por los latigazos.
foco de peligro en el corazón de la ciudad, la pérdida que llega a sembraba11 a la vez en la tierra el arroz y las lágrimas, y llenaban
tres millones, la magnificencia del espectáculo, más bello que el temblando los cestos de algodón. Miles de negros prósperos viven
del incendio de Chicago, la majestad del anfiteatro humano, con en los alrededores de la Sexta Avenida. Aman sin miedo; levantan
caras como de marfil, que lo contempla;-el susurro del fuego es familias y fortunas; debaten y publican; cambian su tipo físico con
lo que se oye, un susurro como de vendrval; y el corazón se aprieta el cambio del alma: da gusto ver cómo saludan a sus viejos, cómo
con el dolor solemne del hombre ante lo que se destruye. Un monte llevan los viejos la barba y la levita, con qué extremos de cortesía
está en ruinas, ya negras, con grietas centelleantes, de las que sale se despiden en las esquinas las enamoradas y los galanes: comen-
el humo en rizos. Otro monte está en llamas, y se tiende por sobre tan el sermón de su pastor, los sucesos de la logia, las ganancias
la ciudad un humo dorado. A la mañana siguiente contemplaba en de .sus abogados, el triunfo del estudiante negro, a quien acaba de
silencio el cascajo encendido la muchedumbre tenebrosa que acude dar primer premio la Escuela de Medicina: todos los sombreros SC
siempre a ver lo que parece,-mozos fétidos, con los labios mancha- levantan a la vez, al aparecer un coche rico, para saludar a uno
dos de tabaco; obreras jóvenes, vestidas de seda mugrienta y ter- de sus médicos que pasa.
ciopelo; muchachos descalzos, con el gabán del padre; vagabundos 1’ a esa misma hora, en las llanuras desiertas, los colonos ávidos
de nariz negra, con el sombrero sin ala, y los zapatos sujetos con de la tierra india, esperando el mediodía del lunes para invadir
cordeles. Se abre paso el gerente de una compañia de seguros, con las la nlleva Canaán, la morada antigua del pobre seminole, el país
manos quemadas. de la leche y de la miel, limpian sus rifles, oran o alborotan, y no
se oye en aquella frontera viva, sujeta só!o por la tropa vigilante,
más que el grito de saludo del miserable que empieza a ser dueño,
De trajes vistosos era el río un día después y masa .humana la del especulador que ve espumas de oro, del pícaro que saca su ga-
Quinta Avenida, en el paseo de Domingo de Pascuas. El millonario nancia del vicio y de la muerte, ;Quién llegará primero? ;Quién
se deja en calma pisar los talones por el tendero judío: leguas cubre
OBR.\S ESCOGIDAS T II 273

pon(!r;i la prinicra c>taca C’I~ 10‘ koiarc> tit, la callt, principal? de ¡J iinea, un period:cta para ir echando la planta de su imprenta,
,Q:liC!l lomar;i pwe\i¿)n con ios tarones de CLI bota de 105 rincones ,,n !1:liadero para ?encr preparado el lugar, o los empleados del Re-
ikrlilc~? Lcglia, dc carro-: turba+ dís jinvlcs: descargas a cielo Jis:ro. adonde !a muchedumbre ansiosa ha de inscribir por turno
ahic’lo~ . CLi!llO$. ., rogali\.ah laberna- y casa> de poliandria; un r‘igillc);o 211 intencinn de oclugar una sección de los terrenos libres.
aIaiit1. \’ dctr:i> iI:la mujer \. IIII niño; por Io< cuatro confines ro- Pero di<Ten por las cercanías que entran mt:chos delegados, que el
(Ican lawti~~rra lihrc ic). colon&; qc ovv como 1111alarido, “;Oklahoma! icrro-arr¡1 e’t5 escondiendo gente en los matorrales, que la tropa
;Oklahorna!“ ha dado lwrmisos a posaderos que no tienen posada, que los ferro-
carrileros be han entendido con la gente oficial, y no va a quedar
(‘II Gu!liric, cn la estación roja, una manzana sin amo cuando se
‘ra campea por iin cl blanco in\.asor en la tierra que se quedó abra Ia tierra a la hora de la ley.
con10 sir1 alma clIando murió en $11 traje de pelear y con el cuchillo Baj:fll dc los caminos más rcnlotos, pueblos de inmigrantes, en
wbrc cl pecho el que “no tuvo corazón para maiai como a oso 0 ~ltontor~c.~. en hiieras, en cabalgatas. en nubes. De entre cuatro
como a lobo al blanco que como oso v lobo SC le vino encima, con mateas vivas, sin más valla que las ancas de la tropa montada,
amistad en una mano, y una culebrá en la otra”, el Osseola del ,F ie;.anta la tierra silenciosa, nueva, verde, con sus yerbales y sus
cintiirón de cllentas 4 rl gorro de tres plumas, que se los puso por cerros. Por entre las ancas miran ojos que arden. Así se ha po-
y-11mano en la hora de morir, después de pintarse media cara de t-,Iado ac;i la soledad, y SC ha levantado la maravilla de los Estados
rojo y dc desenvainar el cuchillo. Los seminoles vendieron la tierra 1 ‘nidos
al “Padre Grande” de Washington, para que la vinieran otros in- Y ci1 Ioh días cercanos al de ia entrada libre, como cuando se
dios a vil:i: o negros libres. Ni indios ni negros la vivieron nunca, 111ud8 iina nación, erau campamento cn marcha las leguas del con-
sino los ganaderos que tendían cercas por ella, como si la tierra fue- lomo. sin micdc al sol ni a la noche, ni a la muerte, ni a la lluvia.
w suva, y 101 colonos que la querían para sembrados y habitación, DC los bordes de la tierra famosa han ido echando sobre ella ferro-
y no -“para que engorden con oro puro esos reyes del mundo que carriies, y se han erguido en sus fronteras poblaciones rivales, última
tienen amigos en Washington”. La sangre de las disputas corrió estación de Ia< caravanas que vienen de lejos; de las cuadrillas de
muchas veces donde habia corrido antes la de las cacerlas; desalojó jinetes que traen en los dientes la baraja, la pistola al disparar, y
la tropa federal a los intrusos ganaderos o colonos: al iin proclamó la bribona a la grupa; de las romerías de soldados licenciados, de
ptiblica la tierra el Presidente y señaió el 22 de abri! para su ocupa- c>anlpc‘sinos, dc viejos, dc viudas.
c i ó n jenlren todos a la vez! iel que clave primero la estaca, ese Arkansas City ha arrancado los toldos de sus casas para hacer
posea el campo! jciento sesenta acres por la ley al que primero litera5 a los inmigrantes, tiene mellados los serruchos de tanto cor-
llegue! Y después de diez años de fatiga, los ferrocarriles, los espe- lar batlcos v mesas dc primera hora, no encuentra leche que vender
culadores. los que quieren “crecer con el psis”, ios que han hallado a ias pereg;illaì; qllc salen a buscarla del carro donde el marido cui-
ingrata la tierra de Kansas o Kentucky, los que anhelan echar al da lo‘; cllseres de la felicidad,-- la tienda, la estufa, el arado, las
fin el ancla en la vida, para no tener que vivir en el carro ambu- cI-Lacas que han dc decir que ellos llegaron primero, y nadie les
lante, de miseria un día y de limosna otro, se han venido juntando toque sll terruño; setenta y cinco t-agones tiene Arkansas City entre
en los alrededores de esta comarca en que muchos habían vivido ccrca5 para llevar a Ciuthrie el gentío que bulle en las calles, pide
ya, y levantado a escondidas crías y siembras, donde ya tenía es- limosna. echa el licor por los ojos. hace compras para revender,
cogida la ambición el mejor siti para las ciudades, donde no había calcula la ganancia en los cambios de mano de la tierra. En otra
más huellas de hombre que las cenizas de las cabañas de los po- población, en Ok!ahoma City, se vende ya a dos pesos el acre que
bladores intrusos, los rieles del ferrocarril, y la estación roja. aún IIO SC tiene, contando con que va por delante el jinete que lo ha
Se llenaron los pueblos solitarios de las cercanías; caballos y de ocupar, el jinete ágil y asesino. En Purcell !a noche es día, no
carretas comenzaron a subir de precio; caras bronceadas, de ojo Ilay hombre sin mujer, andan sueltos mil vaqueros tejanos, se oyen
turbio y dañino, aparecieron donde jamás se las vio antes; había pIstoletazos y carcajadas roncas: iah, si esos casadotes de las carre-
juntas en la sombra, para jurarse ayuda, para jurar muerte al rival; tas sr Ics ponen en el camino! ipara el que tenga el mejor rifle ha
por los cuatro confines fue bajando la gente, apretada, callada, con de ser la mejor tierra! “iSi me ponen un niño delante, Enriqueta,
los caballos, con las carretas, con !as tiendas, con el rifle al hombro te lo traigo de bccfsfeak!” y duermen sobre ILIS náuseas.
y la mujer detrás, sobre el milló;1 de acres libres que guardaba de Y van pasando, pasando para las fronteras, los pueblos en muda,
los invasores la caballería. Sólo podían en?rar en la comarca 10s los puebios de carros. Se les cansa el caballo, y empujan la rueda.
delegados del Juez de Paz nombrado por el Presidente, o aquellos No puede el hombre solo, y la mujer se pone a la otra. Se ie dobla
a quienes la tropa diera permiso. gente del ferrocarril para trabajos la rodilla a! animal, y el hijo hombrón, con el cinto lleno de cuchi-
274 JO.<@ .Murti

OBRAS ESCOGIDAS. T. ll 275


Ilos, lo acaricia y lo besa. Los días acaban, y no la romería. Ahora
son mil veteranos sin mujeres, que van con carros buenos, “a bus- hecho púlpito; o donde los veteranos cuentan cómo ayer, al ver la
car tierra”. Cien hombres ahora, con un negro a la cabeza, que va, tierra, se echaron a llorar y se abrazaron, y cantaron, y dispararon
a pie. solo. Ahora un grupo de jinetes alquilones, de bota v camisa sus rifles; o en el corro que oye en cuclillas, con la barba en las
azul, con cuatro revólveres a la cintura y en el arzón cl’ rifle de palmas, lo que les dice la negra vieja, la tia Cloc, que ya tuvo galli-
Winchester, escupiendo en la divinidad y pasándose el frasco. Por nas y perro en Oklahoma, antes de que los soldados la echaran, y
allí vienen cien más, y una mujer a caballo que los guía. .4hí pasa ahora vuelve a aquel “país del Señor, a ver si encuentra sus galli-
el carro de la pobre Dickinson, que trae dentro sus tres hijas, y dos nas” o en el corro de mujeres, que han venido solas, como los
rifles. Muchos carros llevan en el toldo este letrero: “Tierra o muer- hombres, a “tomar tierra” para si, o a especular con las que com-
te”. I Jno, del que por todas parres salen botas, como de hombres pren a otros, como Polly Young, la viuda bonita, que lo hizo ya
tendidos en el interior, lleva este: “Hay muchos imbéciles como no- en Kansas, o a repartirse en compañía las que, ayudándose del
sotros.” caballo y del rifle, logren alcanzar, como las nueve juramentadas
Va cubierta de polvo, con azadas al hombro, una cuadrilla que de Kentucky; o a vivir en su monte, como Nellíe Bruce, que se
obedece a un hombre alto y chupado, que está en todas partes a quedó sola con sus pollos entre los árboles, cuando le echaron al
la vez, y anda a saltos y a voces, con el sombrero a la nuca, tres padre los soldados, y le quemaron la casa que el padre le hizo para
pelos en la barba y dos llamas en los ojos, sin color seguro la blusa que enseñara escuela; o a ver quién le ha quitado “la bandera que
y los calzones hechos de una bandera americana, metidos en la; dejó allí con un letrero que dice: Esto es de Nanitta Daisy, que sabe
botas. Otros vienen a escape, con dos muertos en el arzón, dos her- latín, y tiene dos medallas como tiradora de rifle: icuidado!” Y
manos que se han matado a cuchilladas, en disputa sobre quién te- cuando Nanitta saca las medallas, monta en pelo sin freno ni já-
nía mejor derecho al “título” que han escogido ya, “donde nadie lo quima, se baja por la cabeza lo mismo que por la grupa, enseña su
sabe”. Allá baja la gran romeria, la de los “colonos viejos” que se revólver de cabo de marfil, recuerda cuando le dio las bofetadas al
han estado metiendo por el país estos diez años, y traen por jefe juez qlle le quiso dar un beso, cuenta de cuando fue maestra, can-
al que les sacó en Washington la ley, con su voz de capitán, sus didato al puesto de bibliotecario de Kansas, y periodista en Washing-
espãldas de mundo, y sus seis pies de alto: la tropa marcha delante ton, óyense a la vez, por un recodo del camino, un chasquido de Iá-
porque son mil, decididos a sacar de la garganta a quien se les opon: tigo y una voz fina y virgen: “iEhoe! iHurra!” “lAquí venimos no-
ga, la tierra que miran como suya, adonde han vuelto cuando los sotras, con túnica de calicó y gorro de teja!” “iEhoe! iHurra”
echó la caballería, adonde tienen ya clavadas las estacas. Se cierra “iTommv Barny se llevó a la mujer de Judas Silo!” “iAquí está!
de pronto el cielo, la lluvia cae a torrentes, el vendaval vuelca los Ella Blañckburne, la bonita, sin más hombre que estos dos de gatillo
carros y les arranca los toldos, los caballos espantados echan a los y cañón, y sus tres hermanas!”
jinetes por tierra. Cuando el temporal se serena, pasa un hotel Y a las doce, al otro día, todo el mundo en pie, todo el mundo
entero, de tiendas y sillas plegadizas; pasa la prensa para el perió- cn silencio cuarenta mil seres humanos en silencio. Los de a ca-
dico; pasa un carro, cargado de ataúdes. ballo, tendidos sobre el cuello. Los de carro, de pie en el pescante,
iUn día nada más, ya sólo un día falta! De Purcell y de Arkan- cogidas las riendas. Los de animales infelices; atrás, para que no
sas llegan noticias de la mala gente; de que un vaquero amaneció los atropellen. Se oye el latigazo con que el caballo espanta la
clavado con un cuchillo a la mesa de la taberna; de que se venden mariposa que le molesta. Suena el clarín, se pliega la caballería,
a precios locos los ponies de correr, para la hora de la entrada; y por los cuatro confines a la vez se derrama, estribo a estribo,
de que son muchas las ligas de los especuladores con los pícaros, rueda a rueda, sin injuriarse, sin hablarse, con los ojos fijos en el
o de los pícaros entre sí, para defender juntos la tierra que les quiten cielo seco, aquel torrente de hombres. Por Tejas, los jinetes desbo-
a los que lleguen primero, que no tendrán más defensa que la que cados, disparando los rifles, de pie sobre los estribos, vitoreando con
quepa en una canana; de que unos treinta intrusos vadearon el río, frenesí, azotando el caballo con los sombreros. De enfrente los PO-
se entraron por el bosque, se rindieron, uno sin brazo, otro sin qui- nies, los ponies de Purcell, pegados anca a anca, sin ceder uno el
jada, otros arrastrándose con el vientre roto, al escuadrón que fue puesto, sin sacarse una cabeza. De Kansas, a escape, los carros
a echarlos de su parapeto, donde salió con el pañuelo de paz un mozo poderosos, rebotados y tronando, mordiéndole la cola a loS jinetes.
al qtie no se le veía de la sangre, la cara. Pero los caballos pastan Páranse, desuncen los caballos, dejan el carro con la mujer, ensillan,
tranquilos por esta parte de la frontera, donde está lo mejor de la y de un salto le sacan a los jinetes la delantera. Riéganse por el
invasión y la gente anda en grupos de domingo, grupos de millas, valle.
grupos de leguas, por donde un anciano de barba como leche, llama Se pierden detrás de los cerros, reaparecen, se vuelven a perder,
con un cencerro a los oficios, desde la caja de jabón de que ha echan pie a tierra tres a un tiempo sobre el mismo acre, y se enca-
ran, con muerte en los ojos, Otro enfrena de súbito su animal, se
OBRAS ESCOGIDAS T II 277

apta, y clava en el suelo su cuchil!o. Los carros \‘an parandose, ! dos, se apiñan a la puerta los que se inscriben. antes de salir, para
\,aciandr> en la pradera. donde el padre pone las estacas, la carga que conste su demanda y sea suya una de las secciones libres. Ese
escondida. 12 mujer y los hijos, No bajan, se descuelgan. Se re- es un modo de obtener 12 tierra, y otro, el más seguro y expuesto, es
vuelcan los hijo% en el yerbal, los caballos relinchan v enroscan la ocuparla, dar prenda de ocupaci6n, estaca:, desbrozar. cercar,
\.oia. la madre da \‘oces de un lado para otr’o, con ios brazos en plantar e] carro v la rienda. “;Al banco de Oklahoma!” dice en una
alto. No SC quiere ir de un acre el que vino después; v el rival le tienda grande. ‘.iAl primer hotel de Guthrie!” ‘.;Aquí se venden ri-
descarga en 12 cara el fusil, sigue estacando, da con el pje 21 muerto fies!” “;Agua, a real el vaso!” “;Pan, a peso la libra!” Tiendas por
que cae en la linea. No se ven los de 2 caba!lo, dispersos por el todas partes, con banderolas, con le?reros, con mesas de jugar, con
horizon?~. Sigue entrando el torrente. banjos y violines a la puerta. “;El Herafd de Okfakoma con la cita
En Guthrie está la estación del ferrocarril, las tiendas de la para las elecciones del Ayuntamiento!” A las cuatro es la junta, y
Lro+i, la Oficina de Registro, con la bandera en el tope. Guthrie asisten diez mil hombres. A las cinco, el Herald de Oklahoma da un
~2 a ser la ciudad principal. A Guthrie va todo Arkansas y todo alcance, con la lista de los electos.
Purcell. Los hombres, corno adementados, se echaron sobre los va- Pasean por la multitud los hombres-anuncios, con nombres de
gones, Se disputaron puestos 2 puñetazos y mordidas, tiraban las carpinteros, de ferreteros, de agrimensores a la espalda. En el
mochilas y maletas para llegar primero, hicieron en el techo el viaje. piso no se ve la tierra, de las tarjetas de anuncios. Cuando cierra
Salr entre vítores el primer tren: y el carro primero es el de los pe- la noche, la estación roja del ferrocarril es una ciudad viva. Cua-
riOdicos. Poco hablan. Los ojos crecen. Pasa un venado, y los renta mil criaturas duermen en el desierto. Un rumor, como de
dei tren lo acribillan 2 tiros. “$Zn Ol~lahoma!” dice una voz, y salen o!eaje, vi&e de Ia pradera.
a !a plataforma a disparar, disparan por las ventanillas, descargan Las sombras negras de los que pasan se dibl . ’ ----1--‘*
las pistolas a sus pies, vociferan, de pie en los asientos. de los fuegos, en las tiendas. En la oficina de registrar,
LlTgan: se echan por las ventanas: ruedan unos sobre los otros: apaga la luz. Resuena toda la noche el golpe del martillo.
caen Juntos hombres y mujeres: ia la oiicina, 2 tomar turno! jal
campo, a tomar posesi%: Pero los primeros en llegar hallan con ea Opinión PYUX, Montevideo, 1889
asombro la ciudad medida, trazada, ocupada, cien inscripciones en 0. c.. f. 12, p, 202-212.
la oficina, hombres que desbrozan la tierra, con el rifle a ia espalda
y el puñal al cinto, Corre el grito de traición. iLa tropa ha enga-
ñado! iLa tropa ha permitido que se escondiesen sus amigos en los
matorrales! ;Estos son los delegados del juez, que no pueden tomar
tierra, y la han tomado! “De debajo de la tierra empezrj a saiir la
gente 2 las doce en punto”, dicen en la oficina. iA lo que queda!
il!nos traen un letrero que dice: “Banco de Guthrie”, y lo clavan 2
dos millas de la estación, cuando venían a clavarlo enfrente. Otro
se echa de bruces sobre un lote, para ocuparlo con mejor derecho
que el que sólo está de pie sobre él. Uno vende en cinco pesos un
lote de esquina. <Pero cómo, en veinticinco minutos, hay esqui-
nas, hay avenidas, hay calles, hay plazas? Se susurra, se sabe:
hubo traición. Los favorecidos, los del matorral, los que “salieron de
debajo de 12 tierra”. los que entraron so capa de delegados dell
juez y empleados del ierrocarril, celebraron su junta a las diez,
cuando no había por la ley tierra donde juntarse, y demarcaron la
ciudad, trazaron las calles y solares, se repartieron las primicias
de los lotes, cubrieron a las dos en punto el libro de Registros con
sus inscripciones privilegiadas. Los abogados de levita y revólver,
andan solicitando r)leitos. “<Pare qué, para que se queden ios abo-
j*s
gados con ia tierra.
Los banqueros van oireciendo anticipos 2 los ocupantes con
hipoteca de su posesión. Vienen los de la pradera, en el caballo
que <e cae de roc!iilas, a declarar su título. En hilera, de dos en
OBRXS ESCOCiIDAS. T II 279

amigos”, “Carrera jugó un gran rol”, “la tropa está bien munida”,
EL CASTELLANO EN AMÉRICA es dahomeyano o iroquefio, pero castellano no es. Y la lengua que se
habla debe hablarse como lo manda la razón, y como sea la lengua,
por lo mismo que se pone uno 1a ropa a su medida, y no a la del
vecino, con el pretexto de que todo es ropa. Ni cuando se escribe una
carta se la llena de borrones, porque como quiera es carta. Ni el que
ostenta un jarrón en su juguetero lo tiene de loza burda y mal co-
cida cuando lo puede tener de fino Sevres. Pues, porque se llevan
zapatos, ihay razón para poner la gala en llevarlos rotos?
La verdad es que con el uso del castellano pasa como con el tra-
je verde que llevaba en Madrid ei pobre Pedro Torres, que lo llevaba
porque no tenía otro, y aun ese se lo habían regalado, pero se eno-
jaba con quien le sostuviera que a él no le gustaban los trajes ver-
des. iLe gustaban, y “muy mucho”! Lo mismo que con el paraguas,
No es por pedantería, sino por cariño: cuentan de Toussaint que él no tuvo jamás, y salía a la calle de intento en cuanto empe-
L’Ouverture que no sabía una vez cómo librarse de un bravucón de zaba a llover, para demostrar que “por eso no tenía paraguas, por-
su ejército, empeñado en ser teniente; y luego que lo hubo reci- que le gustaba que le lloviera encima”.
bido muy bien y dispuesto día para la toma solemne de grado., Se ha de hablar el castellano sin pujos ni remilgos, ni “puesto
cuando llegó la hora: “?Sabes latín, por supuesto?“, fe preguntó de que” por aunque, ni baturradas de antaño para decir nuestras ideas
repente: iJamás había sabido el bravo aquel latín! “iPues cómo y cosas de hoy, ni novelerías innecesarias, que ponen el español pin-
grande y grandísimo bribón, te atreves a querer ser oficial de mi tarrajeado y tornadizo, como un maniquí de sastrería. El que se
ejército sin saber latín?” atreva con sus elegancias, háblelo con ellas, que no es pecado ha-
Y de cierto director de diario cuentan en España que cada vez cerse los pantalones al cuerpo en lo de Pool, en vez de comprar
que le llegaba un aspirante con deseos de escribir en su periódico los hechos a molde rodilleros y bolsudos, en el Ben Marché: ni una
le mostraba una pizarra llena de esas que llaman frases de estarn: mujer es menos bella y virtuosa porque fe corte un traje Félix que
pilla y de adverbios en mente: “por mejor decir”, “digámoslo así” porque se lo ponga hecho una infelicidad la madama de la esquina.
“todos. absolutamente todos”, y correas del mismo arnés: “iSí usted Pero no se ha de poner el español, so pretexto de elegancias, en-
sabe escribir sin usar una sola de estas muletas, lo tomo para mi tretelado y lleno de capas lo mismo que las cebollas; ni, so pretexto
diario!” de libertad, se le ha de dejar como payaso de feria, lleno de sobre-
Algo así pasa con muchos periódicos de nuestros países: llenos puestos y remiendos, en colorín que no sea suyo, usando las voces
de noble juventud y excelente intención, pero donde se habla una fuera de su sentido, o traduciendo malamente del francés o inglés
jerga corriente, y desluce con modismos bárbaros y acepciones inau- lo que de sobra hay modo de decir con pureza en español, o inven-
ditas un párrafo bello o una idea feliz. tanto verbajos que corren a la larga entre la gente inculta, y luego
acaban, como los realce un poco la imaginación y otro poco el
Bueno está que vayamos dando a la lengua acá en América la dis-
tinción, elegancia y profundidad que,-aunque lluevan piedras, po- éxito, por echar de la casa al dueño, y decir que los que hablan
el español son los que no lo hablan, y ellos, los del “tuvo verifica-
demos decir que aun en España faltan, quitando algún Maragall o tivo”, ellos son los únicos que saben de veras del consorcio supremo
Baralt, y Picón o Giner; porque si sale un ingenioso, resulta Varela entre la lengua castiza y el pensamiento corriente, los que hablan
que va paseándose aprisa de discreto a chabacano; si crítico, un Esto es como los polluelos del cucú,
una lengua ejemplar y galana.
Clarín, con una azumbre del pelebn por cada gota del añejo; y hay que echan del nido a picotazos a los hijos legitimos de la que Ics sir-
que venir a los cronistas de los Lunes, más afrancesados de lo que
conviene, para encontrar de vez en cuando esa elegante soltura vi6 de madre.
Cada asunto quiere su estilo, y todos concisión y música, que
que en Francia es acaso, con la claridad, lo más original y saliente de son las dos hermosuras del lenguaje. En lo ligero, por ejemplo, está
la lengua literaria, que en España apenas se ve, aun en aquellos que bien el donaire, que huelga en la historia, donde cada sentencia ,ha
saben más de idioma español, como Pereda y la Bazán. de ser breve y definitiva como un juicio. El orador que marcara a
Bueno es que,-para no ir como momia de cuello parado en los bribones con su palabra candente como se marca a las bestias, en
mundo vivo, escribamos como los que escriben en nuestros tiempos, la tribuna política, moderará la voz en una reunión ,de damas. y fes
pero como los que escriben bien; porque decir, por ejemplo, como hablará como si les echase a los pies flores.
leemos en un diario: “ayer tuvo verificativo”, “intimidaron los dos
EI periodista que en una hora desocupada deja correr la plun~a.
a vagar suelta por entre margaritas y oios de poetas. la embrazarri LA EDAD DE ORO
con lanza, y montarrí en el caballo de ojÓs de fuego cuando le ofen-
dc una \.erdad querida el periodista enemigo, o como maza la A los niños que lean La Edad. de Oro
dejar5 caer sobre loc tapaculpas del tirano.
Pero para todos los estados del lenguaje ilay una lev comiin, que
VG 1,~ de no lrsar paiabras espúreas o cambiar la ac&pción de las
genuinas, porque ci que unas veces deba ponerse en el lienzo mis
amarillo, y. menos otras, no quiere decir que se pinte con cual-
qurer amarillez cogida del camino. No es que no sea bueno ir sa-
liendo dc las andaderas arcaicas. 10 mismo que de las romjnticas,
1; dejar que hablen en joroba los Guerras y Cutandas, que son mo-
delos íunestos. o tomen por el vapor de la nariz, y no por el cuerpo,
a la quimera de Hugo los hugSlatras. Se ha de aspirar por la verdad
del lenguaje a la limpieza griega. Para !os niños es este periódico, y para las niñas, por supuesto.
Pero el modo de limpiar el lenguaje, y armar guerra mortal con- Sin las nirías no se puede vivir, como no puede vivir la tierra sin
tra el hipkbaton que 10 tortura, no es poner una barbarie en vez luz. El niño ha de irabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de
de otra, ni reemplazar las muletillas, volteretas y contorsiones aca- w’r hermoso: cl niño puede hacerse hermoso aunque sea íeo; un
démicas con voces foráneas que sin mucho rebuscar pueden decirse niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso. Pero nunca
cn castellano puro o con verbalismos dc jcrigonza, usados y dcfcn- tbrc un niño más bello que cuando trae en sus manecitas de hombre
didos por los que creen que para ser obreros en piedras finas no hay iilcric una flor para su amiga. o cuando lleva del brazo a su hermana,
como no aprender jamás a lapidario. para que nadie SC la ofenda: el niño crece entonces, y parece un
La ignorancia crea esa jerga, y la indulgencia la acepta y per- gigante: el niño nace para caballero, y la niña nace para madre.
pcttia, quedando con ella cl espatio!, lo mismo que con las amarras Este periódico sc publica para conversar una vez al mes, como bue-
académicas. como quedaban !os cuerpos dc los revolucionarios dei nos amigos, con los caballeros de mañana, y con las madres de ma-
año 12 en Venezuela, atados hasta los huesos de un cuero húmedo, fiana: para conlarles a las niñas cuentos lindos con que entretener
cuando amoscando la piel y sin cuidarse de la infamia del mundo, ;t sus visitas y jugar con sus mufiecas; y para decirles a los niños
salía cl sol de detrás de las montañas. Acicalarse con exceso es Ir) ctu~ deben saber para ser de veras hombres. Todo lo que quieran
malo, pero vestir con elegancia no. El lenguaje ha de ir como cl s;ab& Irs vamos a decir, y de modo que lo entiendan bien, con pala-
cllerpo, esbelto y libre; pero no se le ha de poner encima palabra bras claras 17 con láminas finas. Les vamos a decir cómo está hecho
que 110 le pertenezca, como no se pone sombrero de copa una flor, cl mrlndo: I& vamos a contar todo lo que han hecho los hombres hasta
ni un cubano se deja la pierna desnuda como un escoces, ni al traje ai!ora.
limpio y bien cortado SC le echa de propósito una mancha.
Para cso w pllblica La EDad de Oro: para que los niños america-
H5blese sin manchas.
no> sepan ccimo se vivía antes, y se vive hoy, en América, y en las
dem5s tierras; y cómo se hacen tantas cosas de cristal y de hierro,
La Naciótt, Montevideo, 23 de julio de 1889. y las In6qllinas de vapor, y los puentes colgantes, y la luz eléctrica;
Anuario del Cerltro de Esfudios Marfianos, La Habana, n. 9, 1986,p. 38-40 para IZIW clIando el niiio vea una piedra de color sepa por qué tiene
colores la piedra. v qué quiere decir cada color; para que el niño
~wnozca 10% libros famosos donde w cuentan las batallas y las reli-
:rioncs de ICJL; ptleblos antiguos. Les hablaremos de todo lo qu’
>í’ hace en los talleres, donde suceden cosas más raras c interesan-
ics que en los cuentos de magia. y son magia de verdad, m5s linda
qtle la otra: y les diremos lo que se sabe del cielo, y de lo hondo del
mar 1’ de Ia tierra: y les contaremos cuentos de risa y novelas .de
niño.s, para cuando hachan estudiado muc’ho. 0 jugado mucho, y qule-
rnn descansar. Para Íes niños trabajamos, porque los niños son 10s
‘l”f saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo. J
quwcnios que nos quieran, y nos ycan como cosa de >it corazón.
Cuando un niño quiera saber algo que no esté en La Edad de
Oro, escríbanos como si nos hubiera conocido siempre, que nosotros
le contestaremos. No importa que la carta venga con faltas de or-
tografía. Lo que importa es que el niño quiera saber. Y si la carta
está bien escrita, la publicaremos en nuestro correo con la firma al
pie, para que se sepa que es niño que vale. Los niños saben más
de lo que parece, y si les dijeran que escribiesen lo que saben, muy
buenas cosas que escribirían. Por eso La Edad de Oro va a tener
cada seis meses una competencia, y el niño que le mande el trabajo
mejor, que se conozca de veras que es suyo, recibirá un buen premio
de libros, y diez ejemplares del número de La Edad de Oro en que Tres héroes
se publique su composición, que será sobre cosas de su edad, para
que puedan escribirla bien, porque para escribir bien de una cosa Cuentan que un viajero llegó un dia a Caracas al anochecer,
hay que saber de ella mucho. Así queremos que los niños de América v sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía
sean: hombres que digan lo que piensan, y lo digan bien: hombres Ri se dormía, sino cómo se iba adonde estaba la estatua de Bolívar.
elocuentes y sinceros. Y cuentan que el viajero, solo con los árboles altos y olorosos de
Las niñas deben saber lo mismo que los niños, para poder hablar la plaza, lloraba frente a la estatua, que parecía que se movía,
con ellos como amigos cuando vayan creciendo; como que es una como un padre cuando se le acerca un ‘hijo. El viajero hizo bien,
pena que el hombre tenga que salir de su casa a buscar con quien porque todos los americanos deben querer a Bolívar como a un pádre.
hablar, porque las mujeres de la casa no sepan contarle más que A Bolívar, y a todos los que pelearon como él porque la América
de diversiones y modas. Pero hay cosas muy delicadas y tiernas fuese del hombre americano. A todos: al héroe famoso, y al último
que las niñas entienden mejor, y para ellas las escribiremos de soldado, que es un héroe desconocido. Hasta hermosos de cuerpo
modo que les gusten; porque La Edad de Oro tiene su mago en la se vuelven los hombres que pelean por ver libre a su patria.
casa, que le cuenta que en las almas de las niñas suceda algo parecido Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y
a lo que ven los colibríes cuando andan curioseando por entre las flo- a pensar y a hablar sin hipocresía. En América no se podía ser
res. Les diremos-cosas así, como para qua las leyesen los colibríes, si honrado, ni pensar, ni hablar. Un honibre que oculta lo que piensa,
supiesen leer. Y les diremos cómo se hace una hebra de hilo, cómo o no se atreve a decir lo que piensa, no es un ihombre honrado. Un
nace una violeta, cómo se fabrica una aguja, cómo tejen las vieje- hombre que obedece a ‘un mal gobierno, sin trabajar para que el
citas de Italia los encajes. Las niñas también pueden escribirnos sus gobierno sea bueno, no es un hombre honrado. Un hombre que se
cartas, y preguntarnos cuanto quieran saber, y mandarnos sus com- conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen el país
posiciones para la competencia de cada seis meses. iDe seguro que en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un ‘hombre
van a ganar las niñas! honrado. El niño, desde que puede pensar, debe pensar en todo
Lo que queremos es que los niños sean felices, como los herma- lo que ve, debe padecer por todos los que no pueden vivir con hon-
nitos de nuestro grabado; y que si alguna vez nos encuentra un radez, debe trabajar porque puedan ser honrados todos los hombres,
niño de América por el mundo nos apriete mucho la mano, como a y debe ser un hombre honrado. El niño que no piensa en lo que
un amigo viejo, y diga donde todo el muñdo lo oiga: “iEste hombre sucede a su alrededor, y se contenta con vivir, sin saber si vive
de La Edad de Oro fue mi amigo!” honradamente, es como un hombre que vive del trabajo de un bribón,
y esta en camino de ser bribón. Hay hombres que son peores que
0. C., t. 18, p. 301-303. las bestias, porque las bestias necesitan ser libres para vivir dicho-
sas: el elefante no quiere tener hijos cuando vive preso: la llama del
Perú se echa en la tierra y se muere, cuando el indio le habla
con rudeza,. o le pone más carga de la que puede soportar. El hombre
debe ser, por lo menos, tan decoroso como el elefante y como la
llama. En América se vivía antes de la libertad como la llama que
tiene mucha carga encima. Era necesario quitarse la carga, o morir.
Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay
oiros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres vi.
ven sin decoro a su alrededor. En cl mundo ha de haber cierta que no quieren saber son de la raza mala. Hidalgo sabía francés, que
cantidac! de decoro, como ha de haber cierta cantidad de !uz. Cuando entonces era cosa de mérito, porque lo sabían pocos. L@ los
hay m:lchcs hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en si libros de los filósofos del siglo dieciocho, que explicaron el de-
el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebeian con fuerza recho del hombre a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipo-
terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es cresia. Vio a los negros esclavos, y se llenó de horror. Vio maltra-
roburirs a los hombres su decoro. iY:l esos hombres van miles de tar a los indios, que son tan mansos y generosos, y se sentó entre
hombres, va un pueblo entero, i’a la dignidad humana. Esos hom- ellos como un hermano viejo, a enseñarles las artes finas que el in-
bres son sagrados. Estos tres hombr?; son sagrados: Bolívar, de dio aprende bien: la música, que consuela; la cría del gusano, que
Venezuela; San Martin, del Río de !a Plata; Hidalgo, de México. da la seda; la cría de la abeja, que da miel. Tenía fuego en sí, y
Se les deben perdonar sus errores, porque el bien que hicieron fue le gustaba fabricar: creó hornos para cocer los ladrillos. Le veían
rn5s que sus faltas. Los hombres no pueden ser más perfectos que lucir mucho de cuando en cuando los ojos verdes. Todos decían que
ci sol. El sol quema con ia misma luz con que calienta. El sol hablaba muy bien, que sabía mucho nuevo, que daba muchas limos-
tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las man- nas el señor cura del pueblo de Dolores. Decían que iba a la ciudad
chas. Los agradecidos hablan de la luz. de Querétaro una que otra vez, a hablar con unos cuantos valientes
Bolívar era pequeño de cuerpo. Los ojos le relampagueaban, y y con el marido de una buena señora. Un traidor le dijo a un co-
las palabras se le salían de los labios. Parecía como si estuviera mandante español que los amigos de Querétaro trataban de hacer
esperando siempre la hora de montar a caballo. Era su país, su país a México libre. El cura montó a cabalio, con todo su pueblo, que lo
oprimido, que le pesaba en el corazk, y no le dejaba vivir en paz. quería como a su corazón; se le fueron juntando los caporales y los
La América entera estaba como despertando. Un. hombre solo no sirvientes de las haciendas, que eran la caballería; los indios iban
vale nunca más que un pueblo entero; pero hay hombres que no se a pie, con palos y flechas, o con hondas y lanzas. Se le unió un
cansan, cuando su pueblo se cansa, y que se deciden a la guerra regimiento tomó un convoy de pólvora que iba para los españoles.
antes que los pueblos, porque no tienen que consultar a nadie más Entró triun Yante en Celaya, con músicas y vivas. Al otro día juntó
que a sí mismos, y los pueblos tienen muchos hombres, y no pueden al Ayuntamiento, lo hicieron general, y empezó un pueblo a nacer.
consultarse tan pronto. Ese fue el mérito de Bolívar, que no se El fabricó lanzas y granadas de mano. El dijo discursos que dan
cansrj de pelear por la libertad de Venezuela, cuando parecía que calor y echan chispas, como decía un caporal de las haciendas. El
Venezuela se cansaba. Lo habían derrotado ios espafioles: lo habían declaró libres a los negros. El les devolvió sus tierras a los indios.
echado del país. El se fue a una isla, a ver s~t tierra de cerca, a El publicó un periódico que llamó El Despertador Americano. Ganó
pensar en su tierra. y perdió batallas. Un día se le juntaban siete mil indios con flechas,
Un negro generoso lo ayudó cuando ya no lo quería ayudar na- y al otro día lo dejaban solo. La mala gente quería ir con él para
die. Volvió un día a pelear, con trescientos héroes, con los trescien- robar en los pueblos y para vengarse de los españoles. El les avi-
tos libertadores. Libertó a Venezueia. Libertó a la Nueva Granada. saba a los jefes españoles que si los vencía en la batalla que iba
Libertó al Ecuador. Libertó al Perú. Fundó una nación nueva, a darles los recibiría en su casa como amigos. iEso es ser grande!
la nación de Bolivia. Ganó batallas sublimes con soldados descalzos Se atrevió a ser magnánimo, sin miedo a que lo abandonase la
y medio desnudos. Todo se estremecía y se llenaba de luz a su soldadesca, que quería que fuese cruel. Su compañero Allende tuvo
alrededor. Los generales peleaban a su lado con valor sobrenatu- celos de él, y él le cedió el mando a Allende. Iban juntos buscando
ral. Era un ejército de jóvenes. Jamás se peleó tanto, ni se peleó amparo en su derrota cuando los españoles les cayeron encima. A
mejor, en el mundo por la libertad. Bolívar no defendió con tanto Hidalgo le quitaron uno a uno, como para ofenderlo, los vestidos de
fuego el derecho de los hombres a gobernarse por sí mismos, como sacerdote. Lo sacaron detrás de una tapia, y le dispararon los
el derecho de América a ser libre. Los envidiosos exageraron sus tiros dc muerte a la cabeza. Cayó vivo, revuelto en la sangre, y
defectos. Bolívar murió de pesar del corazón, más que de mal del en el suelo lo acabaron de matar. Le cortaron la cabeza y la col-
cuerpo, en la casa de un español en Santa Marta. Murió pobre, y garon en una jaula, en la Alhóndiga misma de Granaditas, donde
dejó una familia de pueblos. tuvo su gobierno. Enterraron los cadáveres descabezados. Pero
México tenía mujeres y hombres valerosos, que no eran muchos, México es libre.
pero valían por muchos: media docena de hombres y una mujer pre- San Martin fue el libertador del Sur, el padre de la Repüblica
paraban el modo de hacer libre a su país. Eran unos cuantos jóvenes Argentina, el padre de Chile. Sus padres eran españoles, y a él
valientes, el esposo de una mujer liberal, y un cura de pueblo que lo mandaron a España para que fuese militar del rey. Cuando
quería mucho a los indios, un cura de sesenta años. Desde niño Napo!eón entró en España con su ejército, para quitarles a los
fue e1 cura Hidalgo de la raza buena, de los que quieren saber. Los erpafloles la libertad, los españole? todos pelearon contra Napoleón:
286 José ,Marti

pelearon los viejos, las mujeres, los niños; un niño valiente, un


catalancito, hizo huir una noche a una compañía, disparándole tiros
y más tiros desde un rincón del monte: al niño lo encontraron muer-
to, muerto de hambre y de frío; pero tenía en la cara como una luz,
sonreía, como si estuviese contento. .San Martín peleó muy bien en
r a batalla de Bailen, y lo hicieron teniente coronel. Hablaba poco:
parecía de acero: miraba corno un águila: nadie. lo desobedecía: su
caballo iba y venía por el campo de pelen, como el rayo por el
aire. En cuanto supo que América peleaba para hacerse libre, vino
a América: cqué le importaba perder SLI carrera, si iba a cumplir
con SLI deber?: llegó a Buenos Aires: no dijo discursos: levantó un
escuadrón de caballería: en San Lorenzo fue su primera batalla:
sable en mano se fue San Martín detrás de los españoles, que ve- La Ilíada, de Homero
nían - muy seguros, tocando el tambor, y se quedaron sin tambor,
sin cañones y sin bandera. En los otros pueblos de América los Hace dos mil quinientos años era ya famoso en Grecia el poema
espafioles iban venciendo: a Bolívar lo había echado Morillo el cruel de la Ilíada. Unos dicen que lo compuso Homero, el poeta ciego de
de Venezuela: Hidalgo estaba muerto: O’Higgins salió huyendo de la barba de rizos, que andaba de pueblo en pueblo cantando sus
Chile: pero donde estaba San Martín siguió siendo libre la Amé- versos al compás de la lira, como hacían los aedas de entonces.
rica. Hay hombres así, que no pueden ver esclavitud. San Martín Otro5 dicen que no hubo Homero, sino que el poema lo fueron com-
no podía; y se fue a libertar a Chile y al Perú. En dieciocho días poniendo diferentes cantores. Pero no parece que pueda haber tra-
cruz6 con su ejército los Andes altísimos y fríos: iban los hombres bajo de muchos en un poerna donde no cambia el modo de hablar,
como por el cielo, hambrientos, sedientos: abajo, muy abajo, los ni el de pensar, ni el de hacer los versos, y donde desde el princi-
árboles parecían yerba, los torrentes rugían como leones. San Mar- pio hasta el fin se ve tan claro el carácter de cada persona que
tín se encuentra al ejército español y lo deshace en la batalla de puede decirse quién es por lo que dice o hace, sin necesidad de
Maipo, lo derrota para siempre en la batalla de Chacabuco. Liberta verle el nombre. Ni es fácil que un mismo pueblo tenga muchos poe-
a Chile. Se embarca con su tropa, y va a libertar al Perú. Pero tas que compongan los versos con tanto sentido y música como los
en el Perú estaba Bolívar, y San Martín le cede la gloria. Se de la Ilíada, sin palabras que falten o sobren; ni que todos los dífe-
fue a Europa triste, y murió en brazos de su hija Mercedes. Escri- rentes cantores tuvieran el juicio y grandeza de los cantos de Ho-
bió su testamento en una cuartilla de papel, como si fuera el parte mero, donde parece que es un padre el que habla.
de una batalla. Le habían regalado el estandarte que el conquísta-
dor Pizarro trajo hace cuatro siglos, y él le regaló el estandarte En la Ilíada no se cuenta. toda .la guerra de treinta años de
en ei testamento al Perú. Un escultor es admirable, porque saca Grecia contra Ilión, que era como le decían entonces a Troya; sino
una figura de la piedra bruta: pero esos hombres que hacen pueblos lo que pasó en la guerra cuando los griegos estaban todavía en la
son como más que hombres. Quisieron algunas veces lo que no de- llanura asaltando a la ciudad amurallada, y se pelearon por celos
los dos griegos famosos, Agamenón y Aquiles. A Agamenón le lla-
bían querer; pero iqué no le perdonará un hijo a su padre? El cora- maban el Rey de los Hombres, y era como un rey mayor, que tenía
zón se llena de ternura al pensar en esos gigantescos fundadores. más mando y poder que todos los demás que vinieron de Grecia a
Esos son héroes; los que pelean para hacer a los pueblos libres, o pelear contra Troya, cuando el hijo del rey troyano, del viejo Pría-
los que padecen en pobreza y desgracia por defender una gran ver- mo, le robó la mujer a Menelao, que estaba de rey en uno de los
dad. Los que pelean por la ambición, por hacer esclavos a otros pueblos de Grecia, y era hermano de Agamenón. Aquiles era el
pueblos, por tener más mando, por quitarle a otro pueblo sus tierras,
no son héroes, sino criminales. más valiente de todos los reyes griegos, y hombre amable y culto,
que cantaba en la lira las historias de los héroes, y se hacía querer
de las mismas esclavas que le tocaban de botín cuando se repartían
0. C., t. 18. p. 304308. 10s prisioneros después de sus victorias. Por una prisionera fue la
disputa de los reyes, porque Agamenón se resistía a devolver al sa-
cerdote troyano Chrysés su hija Chryséis, como decía el sacerdote
griego Calcas que se debía devolver, para que se calmase en el
Olimpo, que era el cielo de entonces. la furia de Apolo, el dios del
Sol, que estaba enojado con los griegos porque Agamenón tenía
OBRAS ESCOGIDAS T. 11 289
288 JosL; .\far[i

cautiva a la hija de un sacerdote: y Aquiles, qlle no le tenía miedo a les \iene de Dios, que es lo que llaman “el derecho divino de los
Agamentin, SC levantó entre todos los demas, y dijo que se debia ha- reyes”, y no es más que una idea vieja de aquellos tiempos de pelea,
cer lo que Calcas quería , para que se acabase la peste de calor que ei que los pueblos eran nuevos y no sabían vivir en paz, como vi-
estaba matando en moniones a los griego‘, y era tanta que no EC \-en en el cielo las estrellas, que todas tienen luz aunque son muchas,
y cada una brilla aunque tenga al lado otra. Los griegos creían como
veía el cielo nunca claro, por el humo de las piras en que quemaban
los cadáveres. Agamenón dijo que devoli-ería a Chryséis, si Aquiles ios hebreos, y como otros muchos pueblos, que ellos eran la nación
favorecida por el creador del mundo, y los únicos hijos del cielo
le daba a Bryséis, la cauti\.a que i-1 trrlia rn su tienda. Y Aquiles Ic
dijo a Agamenón “borracho dr ojo., tic perro y corazón dr ve- en la tierra. Y como !os hombres son soberbios. y no quieren confe-
sar que otro hombre sea más fuerte o más inteligente que ellos,
nado” y sacó la espada de puno de plaia para matarlo delante de
los reyes; pero la diosa Minerva, qr~c e.:taba invisible a su lado, Ie cuando había un hombre fuerte o inteiigente que se hacía rey por
su poder, decian que era hijo de los dioses. Y los reyes se alegra-
sujetó la mano, cuando tenía Ia cspatla ;j medio $acar Y Aquiles
ban de que los pueblos creyesen esto; y los sacerdotes decían que era
echó al suelo su ce!ro de oro, y se ser~:ó, *q tlij.0 que no peltlaria m:is verdad, para que los reyes les estuvieran agradecidos y los ayudaran.
a favor de los griegos con sus brai-o: , m~yrrn~donea, y qlle SC iba a Y así mandaban juntos los sacerdotes y los reyes.
su tienda. Cada rey tenía en el Olimpo sus parientes, y era hijo, o so-
Así empezó la cólera de Aquiles, que es lo que cuenta la /liuda, brino, o nieto de un dios, que bajaba del cielo a protegerlo o a cas-
desde que se enojó en esa dispu!a, hasta que el corazón se le en- tigarlo, según le llevara a los sacerdotes de su templo muchos
fureció cuando los troyanos le mataron a su amigo Patroclo, y salió regalos o pocos: y el sacerdote decía que el dios estaba enojado
a pelear otra vez contra Trpya, que estaba quemándoles los barcos a cuando el regalo era pobre, o que estaba contento, cuando le habían
los griegos y los tenía cas1 vencidos. No más que con dar Aquiles regalado mucha tniel y muchas ovejas. Así se ve en la Ilíada, que
una voz desde el muro, se echaba atrás el ejército de Troya, como hay como dos historias en el poema, una en la tierra, y en el cielo
la ola cuando la empuja una corriente contraria de viento, y les otra; y que los dioses del cielo son como una familia, sólo que no
temb!aban las rodillas a los caballos troyanos. El poema entero está hablan como personas bien criadas, sino que se pelean y se dicen
escrito para contar lo que sucedió a los griegos desde que Aquiles injurias, lo mismo que los hombres en el mundo. Siempre estaba
se dió por oiendido:--la disputa de los reyes,-el consejo de los Júpiter, el rey de los dioses, sin saber qué hacer; porque su hijo
dioses del Olimpo, en que deciden los dioses que los troyanos venzan Apolo queria proteger a los troyanos, y su mujer Juno a los grie-
a los griegos, en castigo de la ofensa de Agamenón a Aquiles.-el gos, lo mismo que su otra hija Minerva; y habia en las comidas
combate de Paris, hijo de Príamo, con Menelao, el esposo de Hele- del cie!o grandisimas peleas, y Júpiter le decia a Juno que lo iba
na,--la tregua qlte hubo entre los dos ejércitos, y el modo con que a pasar mal si no se callaba enseguida, y Vulcano, el cojo, el sabio
el arquero troyano Pandaro la rompió con su flechazo a Mene- del Olimpo, se reia de los chistes y maldades de Apolo, el de pelo
lao,-la baialla del primer día, en que el valentisimo Diomedes tuvo colorado, que era e ! dios travieso. Y los dioses subían y bajaban,
casi muerto a Eneas de una pedrada,--la visita de Héctor, el héroe a llevar y traer a Júpiter los recados de los troyanos y los griegos;
de Troya, a su esposa AndrSmaca, que lo veía pelear desde el mu- o peleaban sin que se les viera en los carros de sus héroes favore-
ro,-la batalla del segundo dia, en que Dimedes huye en, su carro de cidos: o se llevaban en brazos por las nubes a su héroe, para que no
pelear, perseguido por Héctor vencedor,---la embajada que le man- lo acabase de matar ei vencedor, con la ayuda del dios contrario.
dan los griegos a Aquiles, para que vuelva a ayudarlos en los com- Minerva toma la figura del viejo Néstor, que hablaba dulce como la
bates, porque desde que 61 no pelea estan ganando los troyanos,--la miel, y aconseja a Agamenón que ataque a Troya. Venus desata el
batalla de los barcos, en que lli el mismo Ajax puede defender las casco de Paris cuando el enemigo Menelao lo va arrastrando del cas-
naves griegas del asalto, hasta que Aquiles consiente en que Patro- co por la tierra; y se lleva a Paris por el aire. Venus también se
clo pelee con SI.I armadura,-la muer!e de Patroclo,--la vuelta de lleva a Eneas, vencido por Diomedes, en sus brazos blancos. En
Aquiles al combate, con la armadura nueva que le hizo el dios una escaramuza va Minerva guiando el carro de pelear del griego,
Vulcano,--el desafio de Aquiles r I~Iéctor,--la muerte de Héctor,-y y Apolo viene contra ella, guiando el carro troyano. Otra vez.
las s;lplicas con que su padre Prlatno logra que Aquiles le devuelva cuando por engaño de Minerva dispara Pandaro su arco contra Me-
el cadáver, para quemarlo en Troya en la pira de honor, y guardar nealo, la flecha terriblè le entró poco a Menelao en la carne, porque
los huesos blancos en una caja de oro. Así se enojó Aquiles, y esos Minerva la apartó al caer, como cuando una tnadre le espanta a su
fueron los sucesos de la guerra, hasta que se le acabó el enojo. hijo de la cara una mosca. En la Ifiada están juntos siempre los
A Aquiles no lo pinta el poema como !lijo de hombre, sino de la dioses y los ‘hombres, como padres e hijos. Y en el cielo suceden
diosa del mar, de la diosa Thetis. Y eso no es muy extraño, porque las cosas lo mismo que en Ia tierra; como que son los hombres los
todavía hoy dicen los reyes que el derecho de mandar en los pueblos
OBRtZS ESCOGIDAS T II 291
que inventan los dioses a su semejanza, y cada pueblo imagina un
cielo diferente con divinidades que viven y piensan lo mismo que dc pueblo en pueblo, cantando la Ilíada y la Odisea, que es otro
el pueblo que las ha creado y las adora en los templos: porque el poema donde Homero cuenta la vuelta de Llises. Y más poemas pa-
hombre se ve pequeño ante la naturaleza que lo crea y lo mata, y rece que compuso Homero, pero otros dicen que esos no son suyos,
siente la necesidad de creer en algo poderoso, y de rogarle, para aunque cl griego Herodoto, que recogió todas las historias de su
que lo trate bien en el mundo, y para que no l’e quite la vida. El tiempo, trae noticias de ellos, y muchos versos sueltos, en la vida
cie!o de los griegos era tan parecido a Grecia, que Júpiter mismo de llomero que escribió, que es la mejor de las ocho que hay escrì-
cs como un rey de reyes, y una especie de Agamenón, que puede tas, sin que se sepa de cierto si Herodoto la escribió de veras, o si
más que los otros, pero no hace todo lo que quiere, sino ha de oir- no la contó muy de prisa y sin pensar, como solía él escribir.
los y contentarlos, como tuvo que hacer Agamenón con Aquiles. En SC siente uno como gigante, o como si estuviera en la cumbre
la /Hada, aunque no lo parece, hay mucha filosofía, y mucha cien- de un monte, con el mar sin fin a los pies, cuando lee aquellos ver-
cia, y mucha politica, y se enseña a los hombres, como sin querer, sos de la Ilíada, que parecen de letras de piedra. En inglés hay muY
que los dioses no son en realidad más que poesías de la imagina- buenas traducciones, y el que sepa inglés debe leer la Iliada de
ción, y que los países no se pueden gobernar por el capricho de un Chapman, o la de Dolsey, o la de Landor, que tienen más de Homero
tirano, sino por el acuerdo y respeto de los hombres principales que que la de Pope, que es la más elegante. El que sepa alemán, lea la
el pueblo escoge para explicar el modo con que quiere que lo go- de Wolff, que es como leer el griego mismo. El que no sepa fran-
biernen. cés, apréndalo enseguida, para que goce de toda la hermosura de
Pero lo hermoso de la Ilíada es aquella manera con que pinta el aquellos tiempos en la traducción de Leconte de L’Isle, que hace los
mundo, como si lo viera el hombre por primera vez, y corriese de un versos a la antigua, como si fueran de mármol. En castellano, mejor
lado para otro llorando de amor, con los brazos levantados, pregun- cs no leer la traducción que hay, que es de Hermosilla; porque las
tándole al cielo quién puede tanto, y dónde está el creador, y cómo palabras de la Ifiada están allí, pero no el fuego, el movimiento,
compuso y mantuvo tantas maravillas. Y otra hermosura de la la majestad, la divinidad a veces, del poema en que parece que sc
lfíadu es el modo de decir las cosas, sin esas palabras fanfarronas ve amanecer cl mundo,-en que los hombres caen como los r.obles
que los poetas usan porque les suenan bien; sino con palabras muy o como los pinos,---en que el guerrero Ajax defiende a lanzazos SII
pocas y fuertes, como cuando Júpiter consintió en que los griegos barco de los troyanos más valientes,-en que Héctor de una pedra-
perdieran algunas batallas, hasta que se arrepintiesen de la ofensa da echa abajo la puerta de una fortaleza,-en que los dos caballos
que le habían hecho a Aquiles, y “cuando dijo que sí, tembló el inmortales, Xanthus y Píleus, lloran de dolor cuando ven muerto
Olimpo”. No busca Homero las comparaciones en las cosas que no se a su amo Patroclo,-y las diosas amigas, Juno y Minerva, vienen del
ven, sino en las que se ven: de modo que lo que él cuenta no cielo en un carro que de cada vuelta de rueda atraviesa tanto espaL
se olvida, porque es como sí se lo hubiera tenido delante de los ojos. cio como el que un hombre sentado en un monte ve, desde su silla
Aquellos eran tiempos de pelear, en que cada hombre iba de sol- de roca, hasta donde el cielo se junta con el mar.
dado a defender a su país, o salía por ambición o por celos a atacar Cada cuadro de la Iliada es una escena como esas. Cuando loa
a los vecinos; y como no había libros entonces, ni teatros, la diver- reyes miedosos dejan solo a Aquiles en su disputa con Agamenón,
sión era oír al aeda que cantaba en la lira las peleas de los dioses Aquiles va a llorar a la orilla del mar, donde están desde hace
y las batallas de los hombres; y el aeda tenía que hacer reír con las diez aiios los barcos de los cien mil griegos que atacan a Troya:
maldades de Apolo y Vulcano, para que no se le cansase la gente y la diosa Thetis sale a oírlo, como una bruma que se va levantanda
del canto serio; y les hablaba de lo que !a gente oía con interés, de las olas. Thetis sube al cielo, Júpiter le promete, aunque se enoje
que eran las hiStorias de los héroes y las relaciones de las batallas, Juno, que los troyanos vencerán a los griegos hasta que los reyes
en que el aeda decía cosas de médico y de político, para que el se arj-epicnran de la ofensa a Aquiles. Grandes guerreros hay entre
pueblo hallase gusto y provecho en oírlo, y diera buena paga y los griegos: Ulises, que era tan alto que andaba entre los demás
fama al cantor que le enseñaba en sus versos el modo de gobernarse hombres como un macho entre el rebaño de carneros; Ajax, con el
de curarse. Otra cosa que entre los griegos gustaba mucho era escudo dc ocho capas, siete de cuero y una de bronce: Diomedes, que
Iya oratoria, y se tenía como hijo de un dios al que hablaba bien, o entra en la pelea resplandeciente, devastando como un león ham.
hacía llorar o entender a los hombres. Por eso hay en la Ifiada bricnto cn un rebaño:--pero mientras Aquiles esté ofendido, los ven.
tantas descripciones de combates, y tantas curas de heridas, y tan- cedores serán los guerreros de Troya: Héctor, el hijo de Príamo;
tas arengas. Eneas, el hijo de la diosa Venus; Sarpcdón, el más valiente de los
Todo 10 que se sabe de los primeros tiempos de los griegos, está reyes que ITino a ayudar a Troya, el que subió al cielo en brazos
en la Ilíada. Llamaban rapsodas en Grecia a los cantores que iban del Sueiio y de la Muerte, a que 10 besase en la frente su padre Jú.
piter, cuando lo mató Patroclo de un lanzazo. Los dos ejércitos w
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acercan a pelear; los griegos, callados, escudo contra escudo; los salta con los pies ligeros en el carro, no empuña la lanza que ningún
troyanos dando voces, como ovejas que vienen balando por sus hombre podía levantar, la lanza Pelea. Peio le ruega su amigo
cabrito. Paris desafia a Menelao, y luego se vuelve atrás; pero la Patroclo, y consiente en vestirlo con su armadura, y dejarlo ir a
misma hcrmosísima Helena le llama cobarde, y Paris, el principe pelear. A la vista de las armas de Aquiles, a la vista d.e 10s myrmi-
bello que enamora a las mujeres, consiente en pelear, carro a carro, dones, que entran en la batalla apretados como las pledras de un
contra JIenelao, con lanza, espada y escudo: vienen los heraldos. y muro, se echan atrás los troyanos miedosos. Patroc!o se mete entre
cchan suertes con dos piedras en LIII casco, para ver quien disparará el!os, les mata nueve héroes de cada vuelta del carro. El gran
primero su lanza. Paris tira el primero, pero Meneiao se 10 lleva Sarpe d 6n le sale al camino, y con la lanza le atraviesa Patroclo
arrastrando, cuando Venus le desata el casco de la barba, y desa- las sienes. Pero olvidó Patroclo el encargo de Aquiles, de que
parece con Paris en las nubes. Luego es la tregua; hasta que Mi- no se llegase muy cerca de los muros. Apolo invencible 10 espera al
nerva, vestida como el hijo del trovano Antenor, le aconseja con aie- pie de los muros, se le sube al carro, lo aturde de un golpe en la
vosia a Pandaro que dispare la -flecha contra Menelao, la flecha cabeza, echa al suelo el casco de Aquiles, que no habia tocado el
del arco enorme de dos cuernos y la juntura de oro, para que los suelo jamás, le rompe la lanza a Patroclo, y le abre el coselete,
tt:oyanos queden ante el mundo por traidores, y sea m3s fácil la para que lo hiera Hktor. Cayó Patroclo, y los caballos divinos llo-
victoria de los griegos, los protegidos de Minerva. Dispara Pandaro raron Cuando Aquiles vio muerto a su amigo se echó por la tierra,
ia flecha: Agamenón va de tienda en tienda levantando a los reyes: se llenó de arena la cabeza y el rostro, se mesaba a grandes gritos
entonces es la gran pelea en que Diomedes hiere al mismo dios la melena amarilla. Y cuando le trajeron a Patroclo en un ataúd,
Marte, que sube al cielo con gritos terribles en una nube de trueno, lloró Aquiles. Subió al cielo su madre, para que Vulcano le hiciera
como cuando sopla el viento del sur; entonces es la hermosa entre- un escudo nuevo, con el dibujo de la tierra y el cielo, y el mar y el
vista de Héctor y Andrómaca, cuando el niño no quiere abrazar a sol v la luna v todos los astros, y una ciudad en paz y otra en guerra,
Héctor porque le tiene miedo al casco de plumas, y luego juega con v ;n viCedo ‘cuando están recogiendo la uva madura, y un niÍio
el casco, mientras Hkctor le dice a Andrómaca que cuide de las cosas cantando en una arpa, y una boyada que va a arar, y danzas y mú-
de la casa, cuando él vuelva a pelear. Al otro día Héctor y Ajax sicas de pastores, y al rededor, como un rio, el mar: y le hizo un co-
pelean como jabalíes salvajes hasta que el cielo se oscurece: pelean selete que lucía como el fuego, y un casco con la visera de oro.
con piedras cuando ya no tienen lanza ni espada: los heraldos los Cuando salió al muro a dar las tres voces los troyanos se echaron
vienen a separar, y Héctor le regala su espada de pufin fino a Ajax, en tres oleadas contra la ciudad, los caballos rompian con las
y Ajax le regala a Héctor un cinturón de púrpura. ancas CI carro espantados y morían hombres y brutos en la confu-
Esa noche hay banquete entre los griegos, con vinos de miel sión. no más que de ver sobre el muro a Aquiles, con una llama sobre
y bueyes asados; y Diomedes y Ulises entran solos en el campo la cabeza que resplandecía como el sol de otofio. Ya Agamenón se
enemigo a espiar 10 que prepara Troya, y vuelven, manchados de ha arrepentido, ya el consejo de reyes le ha mandado regalos pre-
sangre, con los caballos y el carro del rey tracio. Al amanecer, ciosos a Aquiles, ya le han devuelto a Briséis, que llora al ver muer-
la batalla es en el murallón que han levantado los griegos en la to a Patroclo, porque fue amable y bueno.
playa frente a sus buques. Los troyanos han vencido a los griegos AI otrc dia, al salir e! sol, la gente de Troya, como langostas
en el llano. Ha habido cien batallas sobre los cuerpos de los héroes que escapan de] incendio, entra aterrada en el rio, huyendo de Aqui-
muertos. Ulises defiende el cuerpo de Diomedes con su escudo, y los les, que mata lo mismo que siega la hoz, y de una vuelta del carro
troyanos le caen encima, como los perros al jabalí. Desde los muros se lleva a doce cautivos. Tropieza con Héctor; pero no pueden pelear,
porque los dioses les echan de lado las lanzas. En el rio era Aquiles
disparan sus lanzas los reyes griegos contra Héctor victorioso, que como un gran delfin, y los troyanos se despedazaban al huirle, como
ataca por todas partes. Caen los bravos, los de Troya y los de Gre- los peces. De los muros le ruega a Héctor su padre viejo que no
cia, como los pinos a los hachazos del leñador. Héctor va de una pelee con Aquiles: se lo ruega su madre. Aquiles llega: Héctor huye:
puerta a otra, corno león que tiene hambre. Levanta una piedra de tres veces ]e dan vuelta a Troya en los carros. Todo Troya está en
punta que dos hombres no podían levantar, echa abajo la puerta los muros, el padre mesándose con las dos manos la barba; la madre
mayor, y corre por sobre los muertos a asaltar los barcos. Cada coll los brazos tendidos, llorando y suplicando. Se para Kéctor, y
troyano lieva una antorcha, para incendiar las naves griegas: Ajax, le habla a Aquiles antes de pelear, para que no se lleve w cuerpo
cansado de matar, ya no puede resistir ei ataque en la proa de muerto si lo vence. Aquiles quiere el cuerpo de Héctor, para quemar-
su barco, y dispara de atrás, de la borda: ya el cielo se enrojece con lo en los funerales de su artigo Patroclo. Pelean. Minerva está
el resplandor de las llamas. Y Aquiles no ayuda todavía a los grie- con Aquiles; le dirige los golpes: le trae la lanza, sin que nadie !a
gos: no atiende a 10 que le dicen los embajadores de Agamenón: vea: Hkctor, sin lanza ya, arremete contra Aquiles como águila que
no embraza el escudo de oro, ‘no se cuelga del hombro la espada, no
OBRAS ESCOGIDAS, T. II 295

acercó a su hijo, con las manos al cielo, temblándole la barba, y


baja del cielo, con las garras tendidas, sobre un cadáver: Aquiles mandó que trajeran lerdos para la pira. Y nueve días estuvieron tra-
le va encima. con la cabeza baja, y la lanza Pelea brillándole en la
mano como la estrella de la tarde. Por el cuello le mete la lanza yendo !eños, hasta que la pira era más alta que los muros de
a Héctor, que cae muerto, pidiendo a Aquiles que dé su cadáver a Trova. Y la quemaron, y apagaron el fuego con vino, y guardaron
laì; cenizas de Héctor en una caja de oro, y cubrieron la caja con un
Troya. Desde los muros han visto la pelea el padre y la madre. Los
griegos vienen sobre el muerto, y 10 lancean, y 10 vuelven con los manto de púrpura, y lo pusieron todo en un ataúd, y encima le echa-
ron mucha tierra, hasta que pareció un monte. Y luego hubo gran
pies de un lado a otro, y se burlan. Aquiles manda que le agujereen fiesta eIl el palacio del rey Príamo. Así acaba la Ilíada, y el cuento
los tobillos y metan por los agujeros dos tiras de cuero; y se io lleva
de la cólera de Aquiles.
en el carro, arrastrando.
Y entonces levantaron con leRos una gran pira para quemar el
cuerpo de Patroclo. A Patroclo lo llevaron a la pira en procesión, y 0. c., t. 18, p 326-336

cada guerrero se cortó un guedejo de sus cabellos, y lo puso sobre


el cadáver; y mataron en sacrificio cuatro caballos de guerra y dos
perros; y Aquiles mató con su mano los doce prisiofleros y los echó
a la pira: y el cadáver de Héctor lo dejaron a un lado, como un perro
muerto: y quemaron a Patroclo, enfriaron con vino las cenizas, y
las pusieron en una urna de oro. Sobre la urna echaron tierra, hasta
que fue como un monte. Y Aquiles amarraba cada mañana por los
pies a su carro a Héctor, y le daba vuelta al monte tres veces. Pero
a Héctor no se le lastimaba el cuerpo, ni se le acababa la hermosura,
porque desde el Olimpo cuidaban de él Venus y Apolo.
Y entonces fue la fiesta de los funerales, que duró doce días:
primero una carrera con los carros de pelear, que ganó Diomedes;
luego una pelea a puñetazos entre dos, hasta que quedó uno como
muerto; después una lucha a cuerpo desnudo, de Ulises con Ajax; y
la corrida de a pie, que pagó Ulises: y un combate con escudo y lan-
za; y otro de flechas, para ver quién era el mejor flechero; y otro
de lanceadores, para ver quién tiraba más lejos la lanza.
Y una noche, de repente, Aquiles oyó ruido en su tienda; y vio
que era Príamo, el padre de Héctor, que había venido sin que lo
vieran, como el dios Mercurio,-Príamo, el de la cabeza blanca y
la barba blanca-Príamo, que se le arrodilló a los pies, y le besó
las manos muchas veces, y le pedía llorando el cadáver de Héctor
Y Aquiles se levantó, y con sus brazos alzó del suelo a Príamo; y
mandó que bañaran de ungüentos olorosos el cadáver de Héctor,
y que 10 vistiesen con una de las túnicas del gran tesoro que le traía
de regalo Príamo; y por la noche comió carne y bebió vino con
Príamo, que se fue a acostar por primera vez, porque tenía los ojos
pesados. Pe’ro Mercurio le dijo que no debía dormir entre los ene-
migos, y se lo llevó otra vez a Troya sin que los vieran los griegos.
Y hubo paz doce días, para que los troyanos le hicieran el fu-
neral a Héctor. Iba el pueblo detrás, cuando llegó Príamo con él;
y Príamo los injuriaba por cobardes, que habían dejado matar a su
hijo; y las mujeres lloraban, y los poetas iban cantando, hasta que
entraron en la casa, y 10 pusieron en su cama a dormir. Y vino An-
drómaca su mujer, y le habló al cadáver. Luego vino su madre
Hécuba, y lo llamó hermoso y bueno. Después Helena le habló, y lo
llamó cortés y amable. Y todo el pueblo lloraba cuando Príamo se
OBRXS ESCOGIDAS. T. II 297
La úitima página
I’lises, qi’e era el hombre de ingenio, y ponía en paz a los envidio-
<os, y pensaba pronto, lo que no les ocurria a los demás.
Con esta ültima página está sucediendo lo que con el primer
JIÚJTWO de La Edad de Oro; que no va a caber lo que el amigo de
los ni603 les quería decir, y es que en el número de agosto se
publicará una Historia del hontbre contada por sus casas, que no
cupo esta vez, historia muy curiosa, donde se cuenta cómo ha i-ivi-
do el hombre, desde su primera habitación en la tierra, que fue
una cueva en la montaña, hasta los palacios en que vlve ahora.
Ni cupo tampoco una e:<plicación muy entretenida del modo de fabri-
car Un clthierto ¿le rnTIp.s~I. Porque es necesario que los niños no vean
no toquen, no piensen en nada que no sepan explicar. Para eso se
La Edad de Oro se despide hoy con pena de sus amigos. Se puso publica La Edad de Oro. Y para todo iO que quieran preguntar, aquí
a escribir !argo el hombre de La Edad de Oro, como quien escribe está el amigo.
una carta de cariño para persona a quien quiere mucho, y sucedió Estas últimas páginas serán como el cuarto de confianza de
La Edad de Oro, donde conversaremos como si estuvikemos en fa-
que escribió más de lo que cabía en las treinta y dos páginas. Trein- milia. Aqui publicaremos las cartas. de nuestras amiguitas: aquí
ta y dos phginas es de veras poco para conveTsaí- con los niríos responderemos a las preguntas de los niños: aquí tendremos la
queridos, con los que han de ser mañana hábiles como Meñique, y Bolsa de Sellos, donde el que tenga sellos que mandar, o los quiera
valientes como Bolívar: poetas como Homero ya no podrán ser, por- comprar,0 quiera hacer colección, o preguntar sobre sellos algo que
que estos tiempos no son como los de antes, y los zedas de ahora le interese, no iiene más que escribir para lograr lo que desea. Y
no han de cantar guerras bárbaras de pueblo con pueblo para ver de cuando en cuando nos hará aqui una visita El abuelo Andrés,
cuál puede más, ni peleas de hombre con hombre para ver quien que liene una caja maravillosa con muchas cosas raras, y nos va
es más fuerte: lo que ha de hacer el poeta de ahora es acons’ejar a a enseñar todo lo que tiene en La Caja de las Maravillas.
los hombres que se quieran bien, y pintar todo lo hermoso del mun-
do de manera que se vea en los versos como si estuviera pintado LA EDAD DE ORO
con colores, y castigar con la poesía, como con un látigo, a los que
quieran quitar a los hombre s su libertad; o roben con leyes pícaras 0. c., t. 18, p. 349-350.
el dinero de los pueblos, o quieran que los hombres de su país les
obedezcan como ovejas y les laman la mano como perros. Los versos
no se han de hacer para decir que se está contento o se está triste,
sino para ser útil al mundo, ensenándole que Ia naturaleza es ‘her-
mosa, que la vida es un deber, que la muerte no es fea, que nadie
debe c-tar triste ni acobardarse mientras haya libros en las librerías,
y luz en el cielo, y amigos, y madres. El que tenga penas, lea las
Vidas paralelas de Plutarco, que dan deseos de ser como aquellos
hombres de antes, y mejor, porque ahora !a tierra ha vivido más,
y se puede ser hombre de más amor y delicadeza. Antes todo se
hacia con los puños: ahora, la fuerza está en el saber, más que en los
pufietazos; aunque es bueno aprender a defenderse, porque siempre
hay gente bestial en ei mundo, y porque la fuerza da salud, y porque
se ha dc estar pronto a pelear, pala cuando un pueblo ladrón quiera
venir a robarnos nuestro pueblo. Para eso es bueno ser fuerte de
cuerpo; pero para lo demás de la vida, la fuerza está en saber
mucho, corno dice Meñique. En los mismos tiempos de Homero,
el que ganó por fin el sitio, y entró en Troya, no fue Ajax el del
escudo, ni Aquiles el de la lanza, ni Diomedes el del carro, sino
OBRAS ESCOGIDAS T II 299
Los dos príncipes
El pastor coge llorando
La pala y el azadón:
Abre en la tierra una fosa:
Echa en la fosa una flor:
-;Se quedó el pastor sin hijo!
;Murió el hijo del pastor!

0. c., t. 18, p. 372-373.

Idea de la poetisa norteamericana Helen Hunt Jackson

El palacio está de luto


Y en el trono llora el rey,
Y la reina está llorando
Donde no la puedan ver:
En pañuelos de olán fino
Lloran la reina y el rey:
Los señores del palacio
Esiàn llorando también.
Los caballos llevan negro
El penacho y el arnés:
Los caballos no han comido,
Porque no quieren comer:
El laurel del patio grande
Quedó sin hoja esta vez:
Todo el mundo fue al entierro
Con coronas de laurel:
---iEl hijo del rey se ha muerto!
iSe ie ha muerto el hijo al rey!

En los álamos del monte


Tiene su casa el pastor:
La pastora está diciendo
“<Por qué tiene luz el sol?”
Las ovejas, cabizbajas,
Vienen todas al portón:
iUna caja larga y honda
Está iorrando el pastor!
Entra y sale un perro triste:
Canta allá adentro una voz-
“iPajarito, yo estoy loca,
Llévame donde él voló!“:
OBRAS ESCOGIDAS T II 301

Xené traviesa que ìas niñas andan en los jardines de aquí para allá, como una
hoja de flor que va empujando el viento, mientras que las estrellas
\-an siempre en el cielo por un mismo camino, y no por donde
quieren: <quién sabe?: puede ser que haya por allá arriba quien cui-
de a las estrellas, como los papás cuidan acá en la tierra a las niñas.
Só!o que las estrellas no son niñas, por supuesto, ni flores de luz,
como parece de aquí abajo, sino grandes como este mundo: y dicen
que en las estrellas hay arboles, y agua, y gente como acá: y su
pap,7 dice que VII un libro hablan de que uno se va a vivir a una
estrelia cuando se muere. “Y dime, papá”, le preguntó Nené: “<por
qué.pc!nen las casas de los muertos tan tristes? Si yo me muero, yo
no quiero ver a nadie llorar, sino que me toquen la música, porque
me voy a ir a vivir en la estrella azul.” “<Pero, sola, tú sola, sin tU
;Quitn sabe si hay una niña que se parezca a Nené! Un viejito pobre papá?” Y Nené le dijo a su papá:--“iMalo, que crees eso!”
qtie sabe mucho dice que todas las niñas son como Nene. A Nené le Esa noche no se quiso ir a dormir temprano, sino que se durmió en
gusta m5s jugar a “mamá”, o “a tiendas”, o “a hacer dulces” con los biazoc de su papá. iLos papás se quedan muy tristes, cuando se
sus muñecas, que dar la lección de ‘ reses y de cuatros” con la muere en la casa ia madre! Las niriitas deben querer mucho, mucho
maestra que le viene a enseñar. Po1-que Nené no tiene mamá: su a los !Ja]'ás cuando se les muere la madre.
mamá se ha muerto: y por eso tiene Nene maestra. A hacer dulces Esa noche que hablaron de las estrellas trajo el papá de Nené
es a lo que le gusta más a Nené jugar: <y por qué será: iquién un libro muy grande: ioh, cómo pesaba el libro!: Nené lo quiso
sabe! Será porque para jugar a hacer dulces le dan azúcar de ve- cargar, y se cayó con el libro encima: no se le veía más que la
ras: por cierto que los dulces nunca le salen bien de la primera cabecita rubia de un lado, y los zapaticos negros de otro. Su papá
vez: ison unos dulces más difíciles!: siempre tiene que pedir azúcar vino corriendo. y la sacó de debajo del libro, y se rió mucho de
dos veces. Y se conoce que Nené no les quiere dar trabajo a sus ami- Nené, que no tenía seis años todavía y quería cargar un libro de
gas; porque cuando juega a paseo, o a comprar, o a visitar, siempre cien años iCien años tenía el libro, y no le habían salido barbas!:
llama a FUS amiguitas; pero cuando va a hacer dulces, nunca. Y una Nené había visto un viejito de cien años, pero el viejito tenia una
vez le sucedió a Nené una cosa muy rara: le pidió a su papá dos barba muy larga, que le daba por la cintura. Y lo que dice la mues-
ceniaa\ros para comprar un lápiz nuevo, y se le o!vidó en el camino, tra de escribir, que los libros buenos son como los viejos: “Un libro
se le olvidó como si no hubiera pensado nunca en comprar el lápiz: bueno es lo mismo que un amigo viejo”: eso dice la muestra de es-
lo que cornprb fue un merengue de fresa. Eso se supo, por supuesto: cribir. Nené se acostó muy callada, pensando en el libro. ¿Qué libro
y desde entonces sus amiguitas no le dicen Nené, sino “Merengue era aquel, que su papá no quiso que ella lo tocase? Cuando se des-
de Fresa”. pertó, en eso no más pensaba Nené. Ella quiere saber qué libro es
El padre de Ncné la quería mucho. Dicen que no trabajaba bien aquel. Ella quiere saber cómo está hecho por dentro un libro de cien
cuando no había visto por la macana a “la hijita”. El no le decía años que no tiene barbas.
“Ncnk”, sino “la hijita”. Cuando su papá venía del trabajo, siempre Su papá está lejos, lejos de la casa, trabajando para elia,. para
salia ella a recibirlo con los brazos abiertos, como un pajarito que que ia niña tenga casa linda y coma dulces finos los domtngos,
abre las alas para volar; y su papá la alzaba del suelo, como quien para comprarle a la niña vestiditos blancos y cintas azules, para
coge de un rosal una rosa. E!la lo miraba con mucho cariño, como guardar un poco de dinero, no vaya a ser que se muera el papá, y
si le preguntasc cosas: y él la miraba con los ojos tristes, como si se quede sin nada en el mundo “la hijíta”. Lejos de la casa está
quisiese echarse a llorar. Pero enseguida se ponía contento, se mon- el pOore papá, trabajando para “la hijita”, La criada está allá aden-
taba a Nené en el hombro, y entraban juntos en la casa, cantando tro, preparando el baño. Nadie oye a Nené: no la está viendo nadie.
el himno nacional. Siempre traía el papá de Nené algún libro nue- Su papá deja siempre abierto el cuarto de los libros. Allí está la
vo, y se lo dejab- a ver cuando tenía figuras; y a ella le gustaban sillita de r\iené, que se sienta de noche en la mesa de escribir, a ver
mucho llnos libros que él traia, donde estaban pintadas las estreilas, trabajar a su papá. Cinco pasitos, seis, siete... ya está Nené en Ia
que tiene cada una su nombre y su color: y allí decía el nombre puerta: ya la empujó: ya entró. iLas cosas que suceden! Como SI
de la estrella colorada, y el de la amarilla, y el de ia azul, y que la estuviera esperando estaba abierto en su silla el libro viejo, abier-
la luz tiene siete colores, y que las estrellas pasean por el cielo, to de medio a medio. Pasito a pasito se le acercó Nené, muy seria, y
lo mi:;mo que las niñas por un jardín. Pero no: lo mismo no: por- como cuando uno piensa mucho, que camina con las manos a la
302 Jose' Morti
OBRAS ESCOGIDAS T. II 303
espalda. Por nada en cl nrundo hubiera tocado Nené el libro: verlo
no más. no más que verlo. Su papá le dijo que no lo tocase. por ]a cola! jse v*an a tirar al río. 1 ;se van a tirar al río! jvisst! jallá
El libro no tiene barbas: le salen muchas cintas y marcas por entre van todos! Y nené entusiasmada, arranca el libro las dos hojas.
las hojas, pero esas no aon barbas: ;el que si es barbudo es el gi- cQuien ]]ama a Ne’né, quién la llama? Su papá, su papá, que está
gante que está pintado en el libro!: y es de colores la pintura, unos mirándola desde la puerta.
colores de esmalte que lucen, como el brazalete que le regaló su Nene no ve. Nene no oye. Le parece que su papá crece, que
papá. iAhora no pintan los libros asi! E! gigante está sentado en crece mucho, que llega hasta el techo, que es más grande que el
el pico de un monte, con una cosa revuelta, como las nubes del cie- gigante de] monte, que su papá es un monte que se le viene encima.
lo, encima de la cabeza: no tiene más que un ojo, encima de la nariz: Esta ca]]ada, callada, con la cabeza baja. con los ojos cerrados, con
está vestido con un blusón, como los pastores, un blusón verde, lo las hojas rotas en las manos caídas. Y su papá le está hablan-
mismo que el campo, con estrellas pintadas, de plata y de oro: y la do:-“;Nene, no te dije que no tocaras ese libro? ¿Nené, tú no sabes
barba es muy larga, muy larga, que llega al pie del monte: y por que ese libro no es mio, y que vale mucho dinero, mucho? ¿Nené, tú
cada mechón de la barba va subiendo un hombre, como sube la no sabes que para pagar ese libro voy a tener que trabalar un
cuerda para ir al trapecio el hombre del circo. ]Oh, eso no se puede año?“--Nene, blanca como el papel, se alzó del suelo, con la cabe-
ver de lejos! Nené tiene que bajar el libro de la silla. iCómo pesa cita caida, y se abrazo a las rodillas de SU papá:-“Mi papá”, dije
este pícaro libro! Ahora sí que se puede ver bien todo. Ya está el Nené, “ ]mi papá de mi corazón. r ;Enojé a mi papá bueno! ]Soy mala
libro en el suelo. niña! iYa no voy a poder ir cuando me muera a la estrella azul!”

0. C. t. 18, p. 374-379.
Son cinco los hombres que suben: uno es un blanco, con casaca
con botas, y de barba también: ile gustan mucho a este pintor
ras barbas!: otro es como indio, sí, como indio, con una corona
de plumas, y la flecha a la espalda: el otro es chino, lo mismo
que el cocinero, pero va con un traje como de señora, todo lleno
de flores: el otro se parece al chino, y lleva un sombrero despico,
así como una pera: el otro es negro, un negro muy bonito. pero está
sin vestir: ]eso no está bien, sin vestir! ]por eso no quería su papá
que ella tocase el libro! No: esa hoja no se ve más, para que no
se enoje su papá. ]Muy bonito que es este libro viejo. Y Nené está
ya casi acostada sobre el libro, y como si quisiera hablarle con los
ojos.
]Por poco se rompe la hoja! Pero ,no, no se rompió. Hasta la
mitad no más se rompió. El papá de Nené no ve bien. Eso no lo va
a ver nadie. iAhora sí que está bueno el libro este! Es mejor, mucho
mejor que el arca de Noé. Aquí están pintados todos los animales
del mundo. iY con colores, como el gigante! Sí, esta es, esta es la
jirafa comiéndose la luna: este es el elefante, el elefante, con ese
sillón lleno de niñitos. ]Oh, los perros, cómo corre, cómo corre este
perro! jven acá, perro! ]te voy a pegar, perro, porque no quieres ve-
nir! Y Nené, por supuesto, arranca la hoja. ;Y qué ve mi señora
Nené? Un mundo de monos es la otra pintura. Las dos hojas del
libro están llenas de monos: un mono colorado juega con un monito
verde: un monazo de barba le muerde la cola a un mono tremendo,
que anda como un hombre, con un palo en la mano: un mono negro
está jugando en la yerba con otro amarillo: jaquellos, aquellos de los
árboles son los monos niños! iqué graciosos! icómo juegan! ]se me-
cen por la cola, como e] columpio! ]qué bien, qué bien saltan! ]uno
dos, tres, cinco ocho, dieciséis, cuarenta y nueve monos agarrados
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 305

Las ruinas indias reales de ~~léxico. a Tenochtitlán y a Texcoco; cuando en la “Retor-


dacion florida” del capitán Fuentes, o en las Crónicas de Juarros,
o en la historia del conquistador Bernal Diaz del Castillo, o en 10s
i’iajes del inglés Tomás Gage, andan como si los tuviésemos de-
lante, en sus vestidos blancos y con sus hijos de la mano, recitando
versos y levantando edificios, aquellos gentíos de las ciudades de
entonces, aquellos sabios de Chitchén, aquellos potentados de
Uxmal, aquellos comerciantes de Tulán, aquellos artifices de Tenoch-
titlán, aquellos sacerdotes de Cholula, aquellos maestros amorosos
y nirios mansos de Utatlán, aquella raza fina que vivía al sol
y no cerraba sus casas de piedra, no parece que se lee un libro de
hojas amarillas, donde las eses son como efes y se usan con
mucha ceremonia las palabras, sino que se ve morir a un quetzal,
que lanza el ú!timo grito al ver su cola rota. Con la imaginación
NO habría poema más triste y hermoso que el que se puede sacar se ven cosas que no se pueden ver con los ojos.
de la historia americana. No se puede leer sin ternura, y sin ver Se hace uno de amigos leyendo aquellos libros viejos. Allí hay
como flores y plumas por el aire, uno de esos buenos libros viejos héroes, y santos, y enamorados, y poetas, y apóstoles. Allí se des-
forrados de pergamino, que hablan de la América de los indios, de criben pirámides más grandes que las de Egipto; y hazañas de
sus ciudades y de sus fiestas, del mérito de sus artes y de la gracia aquellos gigantes que vencieron a las fieras; batallas de gigantes y
de sus costumbres. Unos vivian aislados y sencillos, sin vestidos hombres: y dioses que pasan por el viento echando semillas
y sin necesidades, como pueblos acabados de nacer; y empezaban de pueblos sobre el mundo; y robos de princesas que pusieron a los
a pintar sus figuras extrañas en las rocas de la orilia de los ríos, pueblos a pelear hasta morir; y peleas de pecho a pecho, con bra-
donde es más solo el bosque, y el hombre piensa más en ias mara- vura que no parece de hombres; y la deiensa de las ciudades vicio-
villas del mundo. Otros eran pu.eblos de más edad, y vivían en tri- sas contra los hombres fuertes que venían de las tierras del Norte;
bus, en aldeas de cañas o de adobes, comiendo lo que cazaban y y la vida variada, simpática y trabajadora de sus circos y templos, de
pescaban, y peleando con sus vecinos. Otros eran ya pueblos hechos, sus canales y talleres, de sus tribunales y mercados. Hay reyes
con ciudades de ciento cuarenla mil casas, y palacios adornados como el chichimeca Netzahualpili, que matan a sus hijos porque
de pintura de oro, y gran comercio en las calles y en las plazas, faltaron a la ley, lo mismo que dejó matar al suyo el romano Bruto;
y templos de mármol con estatuas gigantescas de sus dioses. Sus hay oradores que se levantan llorando, como el tlascalteca Xico-
obras no se parecen a las de los demás pueblos, sino como se pa- tencatl, a rogar a su pueblo que no dejen entrar al español, como
rece un hombre a otro. Ellos fueron inocentes, supersticiosos y terri. se levantó Demóstenes a rogar a los griegos que no dejasen entrar
bles. Ellos irnaginaron su gobierno, su religión, su arte, su guerra, a Filipo; hay monarcas justos como Netzahualcoyotl, el gran poeta-
su arquitectura, su industria, su poesía. Todo lo suyo es interesante, rey de los chichimecas, que sabe, como el hebreo Salomón, levantar
atrevido, nuevo. Fue una raza artística, inteligente y limpia. Se leen templos magnificos al Creador del mundo, y hacer con alma de
como una novela las historias de los nahuatles y mayas de México, padre justicia entre los hombres. Hay sacrificios de jóvenes hermo-
de los chibchas de Colombia, de los cumanagotos de Venezuela, de sas a los dioses invisibles del cielo, lo mismo que los hubo en Gre-
los quechuas del Perú, de los aimares de Bolivia, de !os charrúas cia, donde eran tantos a veces los sacrificios que no fue necesario
del Uruguay, de los araucanos de Chile. hacer altar para la nueva ceremonia, porque el montón de cenizas
El quetzal es el pájaro hermoso de Guatemala, el pájaro de de la última quema era tan alto que podían tender allí a las vícti-
verde brillante con la larga pluma, que se muere de dolor cuando mas los sacrificadores; hubo sacrificios de hombres, como el del
cae cautivo, o cuando se le rompe o lastima la pluma de la cola. hebreo Abraham, que ató sobre los leños a Isaac su hijo, para
Es un pájaro que brilla a la luz, como las cabezas de los colibries, matarlo con sus mismas manos, porque creyó oír voces del cielo
que parecen piedras preciosas, o joyas de tornasol, que de un lado que le mandaban clavar el cuchillo al hijo, cosa de tener satisfecho
fueran topacio, y de otro ópalo, y de otro amatista. Y cuando se con esta sangre a su Dios; hubo sacrificios en masa, como los ha-
lee en los viajes de Le Plongeon los cuentos de los amore: de la bía en la Plaza Mayor, delante de los obispos y del rey, cuando la
princesa maya Ara, que no quiso querer al príncipe Aak porque por Inquisición de España quemaba a los hombres vivos, con mucho
el amor de Ara mató a su hermano Chaak; cuando en la historia lujo de leña y de procesión, veían la quema las señoras madrileñas
del indio Ixtlilxochitl se ve vivir, elegantes, y ricas, a las ciudades
OBRAS ESCOGIDAS. T. ll 307
306 José Martí

en puesto, celebrando al rey o diciendo mal de él, curioseando y


desde los balcones. La superstición y la ignorancia hacen bárbaros vendiendo. Las casas eran de adobe, que es el ladrillo sin cocer,
a los hombres en todos los pueblos, Y de los indios han dicho más o de calicanto, si el dueño era rico. Y en su pirámide de cinco terra-
de lo justo en estas cosas los españoles vencedores, que exageraban zas se levantaba por sobre toda la ciudad, con sus cuarenta templos
o inventaban los defectos de la raza vencida, para que la crueldad menores a los pies, el templo magno de Huitzilopochtli, de ébano y
con que la trataron pareciese justa y conveniente.al mundo. Hay que jaspes, con mármol como nubes y con cedros de olor, sin apagar
leer a la vez lo que dice de los sacrificios de los indios el soldado jamás, a!fá en el tope, las llamas sagradas de sus seiscientos bra-
español Bernal Díaz, y lo que dice el sacerdote Bartolomé de las seros. En las calles, abajo, la gente iba y venia, en sus túnicas
Casas. Ese es un nombre que se ha de llevar en el corazón, como cortas y sin mangas, blancas o de colores, o blancas y bordadas, y
el de un hermano. Bartolomé de las Casas era feo y flaco, de hablar unos zapatos flojos, que eran como sandalias de botín. Por una
confuso y precipitado, y de mucha nariz; pero se le veia en el fuego esquina salía un grupo de niños disparando con la cerbatana se-
limpio de los ojos el alma sublime. millas de fruta, o tocando a compás en sus pitos de barro, de cami-
De México trataremos hoy, porque las láminas son de México. no para la escuela, donde aprendían oficios de mano, baile y canto,
A México lo poblaron primero los toltecas bravos, que seguían, con con sus lecciones de lanza y flecha, y sus horas para la siembra y
los escudos de cañas en alto, al capitán que llevaba el escudo el cultivo: porque todo hombre ha de aprender a trabajar en el
con rondelas de oro. Luego los toltecas se dieron al lujo; y vinieron campo, a hacer las cosas con sus propias manos, y a defenderse.
del Norte con fuerza terrible, vestidos de pieles, los chichimecas Pasaba un señorón con un manto largo adornado de plumas, y su
bárbaros, que se quedaron en el país, y tuvieron reyes de gran secretario al lado, que le iba desdoblando el libro acabado de pin-
sabiduría. Los pueblos libres de los alrededores se juntaron des- tar, con todas las figuras y signos del lado de adentro, para que
pués, con los aztecas astutos a la cabeza, y les ganaron el gobierno al cerrarse no quedara lo escrito por la parte de los dobleces. Detrás
a los chichimecas, que vivían ya descuidados y viciosos. Los aztecas del señorón venían tres guerreros con cascos de madera, uno con
gobernaron como comerciantes, juntando riquezas y oprimiendo al forma de cabeza de serpiente, y otro de lobo, y otro de tigre, .y por
país; y cuando llegó Cortés con sus españoles, venció a los aztecas afuera la piel, pero con el casco de modo que se les viese encima
con la ayuda de los cien mil guerreros indios que se les fueron de la oreja las tres rayas que eran entonces la señal del valor. Un
uniendo, a su paso por entre los pueblos oprimidos. criado llevaba en un jaulón de carrizos un pájaro de amarillo de
oro, para la pajarera del rey, que tenía muchas aves, y muchos
peces de plata y carmín en peceras de mármol, escondidos en los
Las armas de fuego y las armaduras de hierro de los españoles laberintos de sus jardines. Otro venía calle arriba dando voces,
no amedrentaron a los héroes indios; pero ya no quería obedecer a para que abrieran paso a !os embajadores y salían con el escudo
sus héroes el pueblo fanático, que creyó que aquellos eran los sol- atado al brazo izquierdo, y la flecha de la punta a la tierra a pedir
dados del dios Quetzalcoatl que los sacerdotes les anunciaban que cautivos a los pueblos tributarios. En el quicio de su casa cantaba
volvería del cielo a libertarlos de la tiranía. Cortés conoció las riva- un carpintero, remendando con mucha habilidad una silla en figura
lidades de los indios, puso en mal a los que se tenían celos, fue de águila, que tenía caída la guarnición de oro y seda de la piel de
separando de sus pueblos acobardados a los jefes, se ganó con rega- venado del asiento. Iban otros cargados de pieles pintadas, parán-
los o aterró con amenazas a los débiles, encarceló o asesinó a los dose a cada puerta, por si les querían comprar la colorada o la
juiciosos y a los bravos; y los sacerdotes que vinieron de España azul, que ponían entonces como los cuadros de ahora, de adorno
después de los soldados echaron abajo el templo del dios indio, en las salas. Venía la viuda de vuelta del mercado con el sirviente
y pusieron encima el templo de su dios. detrás, sin manos para sujetar la compra en jarros de Cholula y
Y fqué hermosa era Tenochtitlán, la ciudad capital de los azte- de Guatemala; de un. cuchillo de obsidiana verde, fino como una
cas, cuando llegó a México Cortés! Era como una mañana todo el hoja de papel; de un espejo de piedra bruñida, donde se veía la
día, y la ciudad parecía siempre como en feria. Las calles eran de cara con más suavidad que en el cristal; de una tela de grano muy
agua unas, y de tierra otras; y las plazas espaciosas y muchas; y junto, que no perdía nunca el color; de un pez de escamas de plata
los alrededores sembrados de una gran arboleda. Por los canales y de oro que estaban como sueltas; de una cotorra de cobre esmal-
andaban las canoas, tan veloces y diestras como si tuviesen enten- tado, a la que se le iban moviendo el pico y las alas. 0 se paraban
dimiento: y había tantas a veces que se podía andar sobre ellas en la calle las gentes, a ver pasar a los dos recién casados, con
como sobre la tierra firme. En unas venían frutas, y en otras flo- la túnica del novio cosida a la de la novia, como para pregonar
res, y en otras jarros y tazas, y demás cosas de alfarería. En los que estaban juntos en el mundo hasta la muerte: y detrás les corría
mercados hervía la gente, saludándose con amor, yendo de puesto
308 losé Mnrti
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 309

un chiquitín, arrastrando su carro de juguete, Otros hacían grupos De entre la maleza alta como los árboles, salen aquellas paredes
para oír al viajero que contaba lo que venía de ver en la tierra tan hermosas, todas cubiertas de las más finas grecas y dibujos,
brava de los zapotecas, donde había otro rey que mandaba en ios sino rectas y ángulos compuestos con mucha
templos y en el mismo palacio real, y no salía nunca a pie, sino sin curva ninguna,
gracia y majestad.
en hombros de los sacerdotes, oyendo las súplicas del pueblo, que Pero las ruinas más bellas de México no están por allí, sino por
pedía por su medio los favores al que manda al mundo desde el donde vivieron los mayas, que eran gente guerrera y de mucho
cielo, y a los reyes en el palacio, y a ios otros reyes que andan en poder, y recibían de los pueblos del mar visitas y embajadores. De
hombros de los sacerdotes. Otros, en el grupo de al lado, decían los mayas de Oaxaca es la ciudad célebre de Palenque, con su pa-
que era bueno el discurso en que contb el sacerdote la historia de] lacio de muros fuertes cubiertos de piedras talladas, que figuran
guerrero que se enterró ayer, y que fue rico el funeral, con Ia ban- hombres de cabeza de pico con la boca muy hacia afuera, vestidos
dera que decía las batallas que ganó, y los criados que llevaban de trajes de gran ornamento, y la cabeza con penachos de plumas.
en bandejas de ocho metales diferentes las cosas de comer que eran LS grandiosa la entrada del palacio, con las catorce puertas, y
del gusto del guerrero muerto. Se oía entre las conversaciones de aquellos gigantes de piedra que hay entre una puerta y otra. Por
la calle el rumor de los arboles de los patios y el ruido de las limas dentro y fuera está el estuco que cubre la pared lleno de pinturas
y el martillo. iDe toda aquella grandeza quedan en el museo unos rojas, azules, negras y blancas. En el interior está el patio, rodeado
cuatro vasos de oro, unas piedras como yugo, de obsidiana pulida, de columnas. Y hay un templo de la Cruz, que se llama así, porque
y uno que otro anillo labrado! Tenochtitlán no existe. No existe en una de !as piedras están dos que parecen sacerdotes a los lados
Tulán, la ciudad de la gran feria. No existe Texcoco, el pueblo de de una- como cruz, tan alta como ellos; sólo que no es cruz cristia-
los palacios. Los indios de ahora, al pasar por delante de las rui- na, sino como la de los que creen en la religión de Buda, que tam-
nas, bajan la cabeza, mueven los labios como si dijesen algo, y bién tiene su cruz. Pero ni el Palenque se puede comparar a las
mientras las ruinas no les quedan atrás, no se ponen el sombrero. ruinas de los mayas yucatecos, que son más extrañas y hermosas.
De ese lado de México, donde vivieron todos esos pueblos de una Por Yucatán estuvo el imperio de aquellos príncipes mayas, que
misma lengua y familia que se fueron ganando el poder por todo eran de pómulos anchos, y frente como la del hombre blanco de
el centro de la costa del Pacífico en que estaban los nahuatles, no ahora. En Yucatán están las ruinas de Zayi, con su casa grande,
quedó después de la conquista una ciudad entera, ni un templo en- de tres pisos, y con su escalera de diez varas de ancho. Está Labna,
tero. con aquel edificio curioso que tiene por cerca del techo una hilera
De Cholula, de aquella Cholula de los templos, que dejó asom- de cráneos de piedra, y aquella otra ruina donde cargan dos hom-
brado a Cortés, no quedan más que los restos de la pirámide de bres una gran esfera, de pie uno, y el otro arrodillado. En Yucatán
cuatro terrazas, dos veces más grande que la famosa pirámide está Izamal, donde se encontró aquella Cara Gigantesca, una cara
de Cheops. En Xochicalco sólo está en pie, en la cumbre de su emi- de piedra de dos varas y más. Y Kabah está allí también, la Kabah
nencia llena de túneles y arcos, el templo de granito cincelado, con que conserva un arco, roto por arriba, que no puede ver sin sen-
las piezas enormes tan juntas que no se ve la unión, y la piedra tirse como lleno de gracia y nobleza. Pero las ciudades que celebran
tan dura que no se sabe ni con qué instrumento la pudieron cortar, los libros del americano Stephens, de Brasseur de Bourbourg y de
ni con qué máquina la subieron tan arriba. En Centla, revueltas Charnay, de Le Plongeon y su atrevida mujer, del francés Nadaillac,
por la tierra, se ven las antiguas fortificaciones. El francés Char- son Uxmal y Chitchén-Itzá, las ciudades de los pa!acios pintados,
nay acaba de desenterrar en Tula una casa de veinticuatro cuartos, de las casas trabajadas lo mismo que el encaje, de los pozos pro-
con quince escaleras tan bellas y caprichosas, que dice que son tundos y los magnificos conventos. Uxmal está como a dos leguas de
“obra de arrebatador interés”. En la Quemada cubren el Cerro de Mérida, que es la ciudad de ahora, celebrada por su lindo campo
los Edificios las ruinas de los bastimentos y cortinas de la fortale- de henequén, y porque su gente es tan buena que recibe a los ex-
za, los pedazos de las colosales columnas de pórfido. Mitla era la tranjeros como hermanos. En Uxmal son muchas las ruinas nota-
ciudad de los zapotecas: en Mitla están aún en toda su beldad las bles, y todas, como por todo México, están en las cumbres de las
paredes del palacio donde el príncipe que iba siempre en hombros pirámides, como si fueran los edificios de más valor, que quedaron
venía a decir al rey lo que mandaba hacer desde el cielo el dios en Pie cuando cayeron por tierra las habitaciones de fábrica más
que se creó a sí mismo, el Pitao-Cozaana. Sostenían el techo las ligera. La casa más notable es la que llaman en los libros “del
columnas de vigas talladas, sin base ni capitel, que no se han caído Gobernador”, que es toda de piedra ruda, con más de cien varas
todavía, y que parecen en aquella soledad más imponentes que las de frente y trece de ancho, y con las puertas ceñidas de un mar-
montañas que rodean el valle frondoso en que se levanta Mitla. co de madera trabajada con muv rica labor. A otra casa le dicen de
310 José .Morti
OBRAS ESCOGIDAS. T II 311
las Tortugas y es muy curiosa por cierto, porque la piedra imita
una como empalizada, con una tortuga en relieve de trecho en tre- Nilo. CQuién trabajó como el encaje las estatuas de Chitchén-Itzá?
cho. La Casa de las Monjas si es bella de veras: no es una casa (Adónde ha ido, adónde, el pueblo fuerte y gracioso que ideó la
sola, sino cuatro, que están en lo alto de la pirámide. A una de casa redonda del Caracol; la casita tallada de! Enano, la culebra
las casas le dicen de la Culebra, porque por fuera tiene cortada grandiosa de la Casa de la s Monjas en Uxma!? iQué novela tan
en la piedra viva una serpiente enorme, que le da vuelta sobre vuel- linda la historia de América!
ta a la casa entera: otra tiene cerca del tope de la pared una corona
hecha de cabezas de ídolos, pero todas diferentes y de mucha expre-
sión, y arregladas en grupos que son de arte verdadero, por lo 0. c’., I. 18. p. 380-389

mismo que parecen como puestas allí por la casualidad: y otro de


los-edificios tiene todavía cuatro de las diecisiete torres que en otro
tiempo tuvo, y de las que se ven los arranques junto al techo, como
la cáscara de una muela cariada. Y todavía tiene Uxma! la Casa
de! Adivino, pintada de colores diferentes, y la Casa de! Enano, tan
pequeña y bien tallada que es como una caja de China, de esas que
tienen labradas en la madera centenares de figuras, y tan graciosa
que un viajero le llama “obra maestra de arte y elegancia”, y otro
dice que “la Casa de! Enano es bonita como una joya”.
La ciudad de Chitchén-Itzá es toda como la Casa del Enano. Es
como un libro de piedra. Un libro roto, con las hojas por el suelo,
hundidas en la maraña del monte, manchadas de fango, despeda-
zadas. Están por tierra las quinientas columnas; las estatuas sin
cabeza, al pie de las paredes a medio caer; las calles, de la yerba
que ha ido creciendo en tantos siglos, están tapiadas. Pero de lo que
queda en pie, de cuanto se ve o se toca, nada hay que no tenga una
pintura finisima de curvas bellas, o una escultura noble, de nariz
recta y barba larga. En las pinturas de los muros está el cuento
famoso de la guerra de los dos hermanos locos, que se pelearon
por ver quién se quedaba con la princesa Ara: hay procesiones de
sacerdotes, de guerreros, de animales que parece que miran y cono-
cen, de barcos con dos proas, de hombres de barba negra, de negros
de pelo rizado; y todo con el perfil firme, y el color tan fresco y
brillante como si aún corriera sangre por las venas de los artistas
que dejaron escritas en jeroglíficos y en pinturas la historia del
pueblo que echó sus barcos por las costas y ríos de todo Centroamé-
rica, y supo de Asía por el Pacífico y de Africa por el Atlántico. Hay
piedra en que un hombre en pie envía un rayo desde sus labios en-
treabiertos a otro hombre sentado. Hay grupos y símbolos que pa-
recen contar, en una lengua que no se puede leer con el alfabeto
incompleto de! obispo Landa, los secretos del pueblo que construyó
el Circo, el Castillo, el Palacio de las Monjas, el Caracol, el pozo
de los sacrificios, lleno en lo hondo de una como piedra blanca,
que acaso es la ceniza endurecida de los cuerpos de las vírgenes
hermosas, que morían en ofrenda a su dios, sonriendo y cantando,
como morían por el dios hebreo en el circo de Roma las vírgenes
cristianas, como moría por el dios egipcio, coronada de flores y se-
guida de! pueblo, la virgen más bella, sacrificada al agua de! río
La Exposición de Paris
La última página
Los pueblos todos del mundo se han juntado este verano de
Hay un cuento muy lindo de una r-tiria que estaba enamorada 1889 en París. Hasta hace cien años, los hombres vivían como es-
de la luna, y no la podían sacar al jardín cuando había luna en clavos de los reyes, que no los dejaban pensar, y les quitaban mu-
cl cielo, porque le tendía los bracitos como si la quisiera coger, cho de lo que ganaban en sus oficios, para pagar tropas con que
y se desmayaba de la desesperación porque la luna no venía: hasta peiear con otros reyes, y vivir en palacios de mármol y de oro, con
que un día, de tanto llorar, la niña se murió, en una noche de luna criados vestidos de seda, y señoras y caballeros de pluma blanca,
llena. mientras los caballeros de veras, los que trabajaban en el campo
La ndad de Oro no se quiere morir, porque nadie debe morirse y en la ciudad, no podían vestirse más que de pana, ni ponerle
mientras pueda servir para algo, y la vida es como todas las’cosas, pluma al sombrero: y si decían que no era justo que los holgazanes
que no debe deshacerlas sino el que puede volverlas a hacer. Es viviesen de lo que ganaban los trabajadores, si decían que un país
como robar, deshacer lo que no se puede volver a hacer. El que se entero no debía quedarse sin pan para que un hombre solo y SUS
mata, es un ladrón. Pero La Edad de Oro se parece a la niñita del amigos tuvieran coches, y ropas de tisú y encaje, y cenas con quince
cuento, porque siempre quiere escribir para sus amigos los niños vinos, el rey los mandaba apalear, o los encerraba vivos en la pri-
más dc lo que cabe en el papel, que es como querer coger la luna. sión de la Bastilla, hasta que se morían, locos y mudos: y a uno
cNo les ofreció la Historia de la cuchara, el tenedor y el cuchilío le puso una máscara de hierro, y lo tuvo preso toda la vida, sm
para este número? Pues no cupo. Ni otras muchas cosas más que levantarle nunca la máscara. En todos los pueblos vivían los hom-
les tenía escritas. Así es la vida, que no cabe en eila todo el bien bres así, con el rey y los nobles como los amos, y la gente de tra-
que pudiera uno hacer. Los niños debían juntarse una vez oor lo bajo como animales de carga, sin poder hablar, ni pensar, ni creer,
menos a la semana, para ver a quién podían hacerle algún’ bien, ni tener nada suyo, porque a sus hijos se los quitaba el rey para
todos juntos. soldados, y su dinero se lo quitaba el rey en contribuciones, y las
Y ahora nos juntaremos, el hombre de La Edad de Oro y sus ami- tierras, se las daba todas a los nobles el rey. Francia fue el pueblo
guitos, y todos en coro, cogidos de la mano, les daremos gracias bravo, el pueblo que se levantó en defensa de los hombres, el pue-
con el corazón, gracias como de hermano, a las hermosas señoras bio que le quitó al rey el poder.
y nobles caballeros que han tenido el cariño de decir que La Edad
de Oro es buena.
Eso era hace cien años, en 1789. Fue como si se acabase un
0. c., t. 18, p. 401 mundo, y empezara otro. Los reyes todos se juntaron contra Francia.
Los nobles de Francia ayudaban a los reyes de afuera. L.a gente
de trabajo, sola contra todos, peleó contra todos, y contra los no-
bles, y los mat9 en la guerra y con la cuchilla de la guillotina.
Sangró Francia entonces. como cuando abren un animal vivo y le
arrancan las entrañas. Los hombres de trabajo se enfurecieron, se
acusaron unos a otros, y se gobernaron mal, porque no estaban
acostumbradns a gobernar. Vino a París un hombre atrevido y am
bicioso, vio que los franceses vivían sin union, y cuando llegó de
314 Jost; Mar/¡
OBRAS ESCOGIDAS T ll 315
ganarles todas las batallas a los enemigos, mandó que lo llamasen
emperador, y gobernó a Francia como un tirano. Pero los nobles pícaro la barba como el fuego, y los ojos de león. Se le ve a la Ca-
ya no volvieron a sus tierras. Aquel rey del oro y la seda, ya no perucita el gorro colorado, y el delantal de lana. Cien mil visitantes
volvió nunca. La gente de trabajo se repartió las tierras de los entran cada día en la Exposición. En lo alto de la torre flota al
nobles, y las del rey. Ni en Francia, ni en ningún otro país han viento la bandera de tres colores de la República Francesa.
vuelto los hombres a ser tan esclavos como antes. Eso es lo que Por veintidós puertas se puede entrar a la Exposición. La en-
Francia quiso celebrar después de cien anos con la Exposición de trada hermosa es por el palacio del Trocadero, de forma de herra-
París. Para eso llamó Francia a París, en verano, cuando brilla más dura, que quedó de una Exposición de antes, y está ahora lleno
el sol, a todos los pueblos del mundo. de aquellos trabajos exquisitos que hacían con plata para las igle-
Y eso vamos a ver ahora, como si lo tuviésemos delante de los sias y las mesas de los príncipes los joyeros del tiempo de capa
ojos. Vamos a la Exposición, a esta visita que se están haciendo y espadón, cuando los platos de comer eran de oro, y las copas de
las razas humanas. Vamos a ver en un mismo jardín los árboles de beber eran como los cálices. Y del palacio se sale al jardín, que
todos los pueblos de la tierra. A la orilla del río Sena, vamos a es la primera maravilla. De rosas nada más, hay cuatro mil qui-
ver la historia de las casas, desde la cueva del hombre troglodita, nientas diferentes: hay una rosa casi azul. En una tienda de listas
en una grieta de la roca, hasta el palacio de granito y ónix. Vamos blancas y rojas venden unas mujeres jóvenes las podaderas afila-
a subir, con los noruegos de barba colorada, con los negros sene- das, los rastrillos de acero pulido, las regaderas como de juguete
galeses de cabello lanudo, con los anamitas de moño y turbante, con que se trabaja en los jardines. La tierra está en canteros, ro-
con los árabes de babuchas y albornoz, con el inglés callado, con deados de acequias, por donde corre el agua clara, haciendo a los
el yanqui celoso, con el italiano fino, con el francés elegante, con el canteros como islotes. Uno está lleno de pensamientos negros; y
español alegre, vamos a subir por encima de las catedrales más otro de fresas como corales, escondidas entre las hojas verdes; y otro
altas, a la cúpula de la torre de hierro. Vamos a ver en sus pala- de chícharos, y de espárragos, que dan la hoja muy linda. Hay un
cios extraños y magníficos a nuestros pueblos queridos de América. cantero rojo y amarillo, que es de tulipanes. Un rincón es de enre-
Veremos, entre lagos y jardines, en monumentos de hierro y por- daderas, y el de al lado de helechos gigantescos, con hojas como
celana, la vida uel hombre entera, y cuanto ha descubierto y hecho plumas. En un laberinto flotan sobre el agua la ninfea, y el ne-
desde que andaba por los bosques desnudo hasta que navega por lumbio rosado del Indostán, y el loto del río Nilo, que parece una
lo alto del aire y lo hondo de la mar. En un templo de hierro, tan lira. Un bosque es de árboles de copa de pico: pino, abeto. Otro
ancho y hermoso que se parece a un cielo dorado, veremos traba- es de árboles desfigurados, que dan la fruta pobre, porque les qui-
jando a la vez todas las máquinas y ruedas del mundo. De debajo tan a las ramas su libertad natural. Dentro de un cercado de cañas
de la tierra, como de un volcán de joyas, vamos a ver salir, en están los lirios y los cerezos del Japón, en sus tibores de porcelana
lluvias que parecen de piedras finas, trescientas fuentes de colores, blanca y azul. Al pie de un palmar, con las paredes de cuanto tron-
que caen chispeando en un lago encendido. Vamos a ver vivir, co hay, está en pabellón de Aguas y Bosques, donde se ve cómo se
como viven en sus países de luz, al javanés en su casa de cañas, ha de cuidar a los árboles, que dan hermosura y felicidad a la tierra.
al egipcio cantando detrás de su burro, al argelino que borda la A la sombra de un arce del Japón, están, en tazas rústicas, la we-
lana a la sombra del palmar, al siamés que trabaja la madera con Ilingtonia del Norte, que es el pino más alto, y la araucaria, el pino
los pies y las manos, al negro del Sudán, que sale ojeando, con la de Chile.
lanza de punta, de su conuco de tierra; al árabe que corre a ca- Por sobre un puente se pasa el río de París, el Sena famoso,
ballo, disparando la espingarda, por la calle de dátiles, con el al- y ya se ven por todas partes los grupos de gente asombrada, que
bornoz blanco al viento. Bailan en un café moro. Pasan las bailari- vienen de los edificios de orillas del río, donde está la Galería
nas de Java, con su casco de plumas. Salen de su teatro, vestidos del Trabajo, en que cuecen los bizcochos en un horno enorme, y
de tigres, los cómicos cochinchínos. Hombres de todos los pueblos destilan licor del alambique de bronce rojo, y en la máquina de
andan asombrados por las calles morunas, por las aldeas negras, cilindro están moliendo chocolate con el cacao y el azúcar, y en
por el caserío de bambú javanés, por los puentes de junco de los las bandejas calientes están los dulceros de gorro blanco haciendo
malayos pescadores, por el jardín criollo de plátanos y naranjos, caramelos y yemas: todo lo de comer se ve en la Galería, una mon-
por el rincón donde, de su techo labrado como un mueble rico, le- taña de azúcar, un árbol de ciruelas pasas, una columna de jamo-
vanta su torre ceñida de serpientes la pagoda. Y para nosotros, los nes: y en la sala de vinos, un tonel donde cabrían quince convidados
niños, hay un palacio de juguetes, y un teatro donde están como a la mesa, y un mapa de relieve, que todos quieren ver a un tiem-
vivos el pícaro Barba Azul y la linda Caperucita Roja. Se le ve al po, donde está todo el arte del vino,-la cepa con los racimos, los
hombres cogiendo en cestos la uva en el mes de la vendimia, la
316 1oS.i Marfi OBRAS ESCOGIDAS. T II 317

artes2 donde fermata ía vid machwada, la cueva fría donde ponen diéndose de sus enemigos desde la torre, viendo en el jardín 2 la
el mosto a reposar, y luego el vino puro, como topacio deshecho, gacela entre las rosas y en la arena de 12 orilla los caprichos de
v 12 botella de donde salta con su espuma olorosa el champaca. espuma de la mar. El negro del Sudán, con su casa blanca de techo
(,erca está la historia entera del cultivo del campo, en modelos de rodeado de campanillas, parece moro. El chino ligero, que vive de
realce, y en cuadros y libros; y un pabellón de arados de acero pescado y arroz, hace su casa de tabla y de bambú. El japonés vive
relucientes; y una colmen2 de abejas de miel, junto 21 moral tallando el marfil, en sus casas de estera y tabloncillo. Allí se
de hoja veliuda en que se cría el gusano de seda; y los semilieros de ve donde habitan ahora los pueblos salvajes, el esquimal en su
peces, que nacen de los huevos presos en cajones de agua, y luego casa redonda de hielo, en su tienda de pieles pintadas el indio
salen 2 crecer a miles por la mar y los ríos.-Los más admirados norteamericano: pintadas de animales raros y hombres de cara re-
son los que vienen de ver las cuarenta y tres Habitaciones del donda, como los que pintan los niños.
Hombre. La vida del hombre está allí desde que apareció por pri- Pero adonde va el gentío con un silencio como de respeto es
mera vez en la tierra, peleando con el oso y el rengifero, para abri- a 12 torre Eiffel, el más alto y atrevido de los monumentos huma-
garse de la helada terrible con 12 piel, acurrucado en sti cueva. Así nos. Es como el portal de la Exposición. Arrancan de la tierra, ro-
nacen los pueblos hoy mismo. El salvaje imita las grutas de los deados de palacios, sus cuatro pies de hierro; se juntan en arco,
bosques o los agujeros de la roca: luego ve el mundo hermoso, y y van ya casi unidos hasta el segundo estrado de 12 torre, alto
siente con el cariño deseo de regalar, y se mira el cuerpo en el como la pirámide de Cheops: de allí fina como Un encaje, valien-
agua del río, y va imitando en la madera y 12 piedra de sus casas te como un héroe, delgada como una flecha, sube más arriba que el
todo lo que le parece hermosura, su cuerpo de hombre, los pájaros, monumento de Washington, que era la altura mayor entre las obras
una flor, el tronco y la copa de los árboles. Y cada pueblo crece humanas, y se hunde, donde no alcanzan los ojos, en lo azul, con
imitando lo que ve a su alrededor, haciendo sus casas como las 12 campanilla, como la cabeza de los montes, coronada de nubes.-
hacen sus vecinos, enseñándose en sus casas como es, si de clima Y todo, de la raíz al tope, es un tejido de hierro. Sin apoyo apenas
frío o de tierra caliente, si pacífico o amigo de pelear, si artístico se levantó por el aire. Los cuatro pies muerden, como raíces enor-
y natural, o vano y ostentoso. Allí están las chozas de piedra bru- mes, en el suelo de arena. Hacia el río, por donde caen dos de los
ta, y luego pulida, de los primeros hombres: la ciudad lacustre pies, el suelo era movedizo, le hundieron dos cajones, les sacaron
del tiempo en que levantaban !as casas en el lago sobre pilares, de adentro la arena floja, y los llenaron de cimiento seguro. De las
para que no las atacasen las fieras; las casas altas, cuadradas y cuatro esquinas arrancaron, como para juntarse en lo alto, los
ligeras, de mirador corrido, de los pueblos de sol que eran antes cuatro pies recios: con un andamio fueron sosteniendo las piezas
las grandes naciones, el Egipto sabio, la Fenicia comerciante, la más altas, que se caían por la mucha inclinación: sobre cuatro
Asiria guerreadora. La casa del Indostán es alta como ellas. La de pilares de tablones habían levantado el primer estrado, que como
Persia es ya un castillo, de ric’a loza azul, porque allí saltan del una corona lleva alrededor los nombres de los grandes ingenieros
suelo las piedras preciosas, y las flores y las aves son de mucho franceses: allá en el aire, una mafíana hermosa, encajaron los cua-
color. Parece una familia de casas la de los hebreos, los griegos tro pies en el estrado, como un2 espada en una vaina, y se sostuvo
y los romanos, todas de piedra, y bajas, con tejado o azotea; y se sin parales la torre: de allí, como lanzas que apuntaban al cielo,
ve, por lo semejantes, que eran del país la casa etrusca y la bizan- salieron las vergas delicadas: de cada una colgaba una grúa: allá
tina. Por el norte de Europa vivían entonces los hunos bárbaros arriba subían, danzando por el aire, los pedazos nuevos: los obre-
como allí se ve, en su tienda de andar; y el germano y el galo en ros, agarrados a la verga con las piernas como el marinero 21 cor-
sus primeras casas de madera, con el techo de paja. Y cuando con daje del barco, clavaban el ribete, como quien pone el pabellón
las guerras se juntaron los pueblos. tuvo Rusia esa casa de ador- de la patria en el asta enemiga: así, acostados de espalda, puestos de
nos y colorines, como la cas2 hindú, y los bárbaros pusieron en sus cara al vacío, sujetos a la verga que el viento sacudía como una
caserones la piedra labrada y graciosa de los italianos y los grie- rama, los obreros, con blusa y gorro de pieles, ajustaban en in-
gos. Luego, 21 fin de la edad que medió entre aquella pelea y el vierno, en el remolino del vendaba1 y de la nieve, las piezas de es-
descubrimiento de América, volvieron los gustos de antes, de Grecia quina, los cruceros, los sostenes, y se elevaba por sobre el universo,
y de Roma, en las casas graciosas y ricas del Renacimiento. En como si fuera a colgarse del cielo, aquella blonda calada: en SU
América vivian los indios en palacios de piedra con adornos de navecilla de cuerdas se balanceaban, con la brocha del rojo en las
oro, como ese de los aztecas de México, y ese de los incas del manos, los pintores. iE mundo entero va ahora como moviéndose
Perú. Al moro de Africa se le ve, por su casa de piedra bordada, en la mar, con todos los pueblos humanos a bordo, y del barco del
que conoció a los hebreos, y vivió en bosques de palmeras, defen- mundo, la torre es el mástil! Los vientos se echan sobre la torre,
OBRAS ESCOGIDAS. T II 319
318 José Marti

trabajos de utilidad, y todas las que no sirven para mero adorno.


como para derribar a la que los desafía, y huyen por el espacio La historia de todo se ve alli: del grabado, la pintura, la escultura,
azul, vencidos y despedazados.-Allá abajo la gente entra, como las escuelas, la imprenta. Parece que se anda, por 10 perfecto y
las abejas en el colmenar: por los pies de la torre suben y bajan, fino de todo, entre agujas y ruedas de reloj. Alli se ve, en miniatura
por la escalera de caracol, por los ascensores inclinados, dos mil de cera, a los chinos observando en su torre los astros del cielo;
visitantes a la vez; los hombres, como gusanos, hormiguean entre alli está el químico Lavoissier, de medias de seda y chupa azul,
las mallas de hierro; el cielo se ve por entre el tejido como en soplando en su retorta, para ver cómo está hecho el pedrusco que
grandes triángulos azules de cabeza cortada, de picos agudos. Del cavó a la tierra de una estrella rota y fría: allí, entre las figuras
primer estrado abierto, con sus cuatro hoteles curiosos, se sube, de’ las diferentes razas del hombre, están sentados por tierra, tra-
por la escalinata de hélice, al descanso segundo, donde se escribe bajando el pedernal, como los que desenterraron en Dinamarca hace
y se imprime un diario, a la altura de la cúpula de San Pedro. El poco, cabezudos y fuertes, los hombres de la edad de bronce.
cilindro de la prensa da vueltas: los diarios salen húmedos: al visi- Y va estamos al pie de la torre: un bosque tiene a un lado, y
tante le dan una medalla de plata. Al estrado tercero suben los otro bosque al otro. Uno tiene más verde, y es como una selva de
valientes, a trescientos metros sobre la tierra y el mar, donde :lo recreo, con su casa sueca de pino, llenas de flores las ventanas,
se oye el ruido de la vida, y el aire, allá en la altura, parece que a la orilla de un lago; y la isba de puerta bordada y techo de picos
limpia y besa: abajo la ciudad se tiende, muda y desierta, como en que vive el labrador ruso; y la casa linda de madera, con ven-
un mapa de relieve: veinte leguas de ríos que chispean, de valles tanas de triángulo, en que pasa los meses de nevada el fílandés,
iluminados, de montes de verde negruzco, se ven con el anteojo; enseñando a sus hijos a pintar y a pensar, a amar a los poetas de
sobre el estrado se levanta la campanilla, donde dos hombres, en Finlandia, y a componer el arpón de la pesca y el trineo de la ca-
su casa de cristal, estudian los animales del aire, la carrera de las cería, mientras talla el abuelo el granito como ópalo, o saca botes
estrellas, y el camino de los vientos. De una de las raíces de ia y figuras de una rama seca, y las mujeres de gorro alto y delantal
torre sube culebreando por el alambre vibrante la electricidad, que tejen su encaje fino, junto a la chimenea de madera labrada. Hay
enciende en el cielo negro el faro que derrama sobre París sus ríos teatro allí, y lecherías, y una casa de anchos comedores, y criados
de luz blanca, roja y azul, como la bandera de la patria. En lo de chaqueta negra, que pasan con las botellas de vino en cestos
alto de la cúpula, ha hecho su nido una golondrina. a la hora de comer, cuando los pájaros cantan en los árboles. Pero
Por debajo de la torre se va, sin poder hablar del asombro, a al otro lado es donde se nos va el corazón, porque allí están, al
los jardines llenos de fuentes, y rodeados de palacios, y el más pie de la torre, como los retoños del plátano alrededor del tronco,
grande de todos al fondo, donde caben las muestras de cuanto se los pabellones famosos de nuestras tierras de América, elegantes
trabaja en la humanidad, con la puerta de hierro bordado y lleno y ligeros como un guerrero indio: el de Bolivia como el casco, el
de guirnaldas, como se labraba antes el oro de los ricos; y sobre de México como el cinturón, el de la Argentina como el penacho de
el portón, imitando la bóveda del cíelo, la cúpula de porcelanas colores: iparece que la miran como los hijos al gigante! iEs bueno
relucientes; y en la corona, abriendo las alas como para volar, una tener sangre nueva, sangre de pueblos que trabajan! El de Brasil
mujer que lleva en la mano una rama de oliva: a la entrada del está allí también, como una iglesia de domingo en un palmar, con
pórtico está, con una mano en la cabeza de un león, la Libertad, todo lo que se da en sus selvas tupidas, y vasos y urnas raras
en bronce. Y delante de la gran fuente, donde van por el agua de los indios marajos del Amazonas, y en una fuente una victoria-
los hombres y mujeres que los poetas de antes dicen que hubo en regia en que puede navegar un niño, y orquídeas de extraña flor,
la mar, las nereidas y los tritones, llevando en hombros, como sí y sacos de café, y montes de diamantes. Brilla un sol de oro allí
fueran un triunfo, la barca donde, en figuras de héroes y heroínas, por sobre los árboles y sobre los pabellones, y es el sol argentino,
el progreso, la ciencia, y el arte dan vivas a la república, sentada puesto en lo alto de la cúpula, blanca y azul como la bandera del
más alta que todos, que levanta la antorcha encendida sobre sus país, que entre otras cuatro cúpulas corona, con grupos de estatuas
alas. A cada lado del jardín desde el palacio grande hasta la torre, en las esquinas del techo, el palacio de hierro dorado y cristales de
hay otro palacio de oros y esmaltes, uno para las estatuas y los color en que la patria del hombre nuevo de América convida al
cuadros, donde están los paisajes ingleses de montes y animales, mundo lleno de asombro, a ver 10 que puede hacer en pocos anos
las pinturas graciosas de los italianos, con campesinos y con ni- un pueblo recién-nacido que habla español, con la pasión por el
nos, los cuadros españoles de muertes y de guerra, con sus fi- trabajo y la libertad icon la pasión por el trabajo!: lmejor es morir
guras que parecen vivas, y la historia elegante del mundo en los abrasado por el sol que ir por el mundo, como una piedra vtva,
cuadros de Francia. De las Bellas Artes le llaman a ese, y al del con los brazos cruzados! Una estatua señala a la puerta un mapa
otro lado, el palacio de las Artes Liberales, que son las de los
320 /ose Mor/i

donde se ve de realce la república, con el río por donde entran al


país los vapores repletos de gente que va a trabajar; con las mon- dorada, lleno de cuarzos de mineral riquisimo, de resto‘; del hom.
tanas que crían sus metales, y las pampas estensas, cubiertas de l>re salvaje y los animales como montes que hubo antes en Ame-
ganados. De relieve está allí la ciudad modelo de La Plata, que rica. y de hojas de coca, que dan fuerza al cansado para seguir
apareció de pronto en el llano silvestre, con ferrocarriles, y puerto, ;Irldarido: cl del Ecuador, que eS un templo inca, con dibujos y
y cuarenta mil habitantes, y escuelas como palacios. Y cuanto dan adornos como los que los indios de antes ponian en los templos
la oveja y el buey se ve allí, y todo lo que el hombre atrevido ~cl Sol. y adentro los metales y cacaos famosos, y tejidos y bordados
puede hacer de la bestia: mil cueros, mil lanas, mil tejidos, mil tie mucha finura, en mostradores de cristal y de oro: el pabellón de
industrias: la carne fresca en la saia de enfriar: crines, cuernos, ca- \‘cnezucla, con su fachada como de catedral, y en la sala espaciosa
pullos, plumas, paños. Cuanto el hombre ha hecho, el argentino lo !alltil muestra de café, y pilones de su panela dulce, y libros
intenta hacer. De noche, cuando el gentío llama a la puerta, se tic vc‘r-ic~ y de ingeniería, y zapatos ligeros y finos: el pabellón de
encienden a la vez, en sus globos de cristal blanco y azul, y rojo Nicaragua con su tejado rojo, como los de las casas del país, y sus
y verde, las mil luces eléctricas del palacio. balones de los lados, con los cacaos y vainillas de aroma y aves de
Como con un cinto de dioses y de héroes está el templo de acero plumas de uro y esmeralda, y piedras de metal con luces de arco-
de México, con la escalinata solemne que lleva al portón, y en lo iris, y maderos que dan sangre de olor; y en la sala del centro, el
alto de él el sol Tonatiuh, viendo como crece con su calor la diosa mapa del canal que van a abrir de un mar a otro de América, entre
Cipactli, que es la tierra: y los dioses todos de la poesía de los los restos de las ruinas. Tiene ventanas anchas como las casas sal-
indios, los de la caza y el campo, los de las artes y el comercio, vadorctias, y un balcón de madera muy hermoso, el pabellón del
están en los dos muros que tiene la puerta a los lados, como dos Salvador, que es país obrero, que inventa y trabaja fino, y en el
alas; y los últimos valientes. Cacama, Cuitláhuac y Cuauhtémoc, que campo cultiva la caña y el café, y hace muebles como los de París,
murieron en la pelea, o quemados en las parrillas, defendiendo de y sedas como las de Lyon, y bordados como los de Burano, y lanas
los conquistadores la independencia de su patria: dentro, en las de tinte alegre, tan buenas como las inglesas, y tallados de mucha
pinturas ricas de las paredes, se ve cómo eran los mexicanos de gracia en la madera y en el oro. Por un pórtico grandioso se entra,
entonces, en sus trabajos y en sus fiestas, la madre viuda dando entre sacos de trigo y muestras de mineral, al palacio de hierro de
su parecer entre los regidores de la ciudad, los campesinos sacando Chile: allí la madera fuerte de los bosques del indio araucano, 10s
el agua-miel del tronco del agave, los reyes haciéndose visitas en el vinos topacios y rojos, las barras de plata y oro mate, las artes
lago, en sus canoas adornadas de flores. iY ese templo de acero lo todas de un pueblo que no se quiere quedar atrás, la sal y el ar-
levantaron, al pie de la torre, dos mexicanos, como para que no les busto colorado del desierto: al fondo hay como un jardín: las pare-
tocasen su historia, que es como madre de un país, los que no la des están llenas de cuadros de números.
tocaran como hijos!: iasí se debe querer a la tierra en que uno nace: Y allí, al lado de Chile, entraríamos ahora al Palacio de los
con fiereza, con ternura! Las cortinas hermosas, las vidrieras de Niilos. donde juegan los chiquitines al caballito y al columpio, y
caoba en que están las filigranas de plata, los tejidos de fibras, las ven hacer barcos de cristal dc Venecia, y las mullecas que hace cl
esencias de olor, los platos de esmalte y las jarras de barniz, los japones, envolviendo con el palitroque alrededor de una varita las
ópalos, los vinos, los arneses, los azúcares; todo tiene por adorno pastas blandas de colores diferentes: y hace un daimio con su sable,
letras y figuras indias. Vivos parecen, con sus trajes de cuero de y un mikado de ahora, con su levita a la francesa: ioh. cl teatro!
flecos y galones, y sus sombreros anchos con trenzado de plata y ioh, el hombre que está haciendo los confites! ;oh, el perro que
oro, y su zarape al hombro, de seda de color, vivos como si fueran sabe multiplicar! ioh, el gimnasta que anda a caballo en una rueda!
a montar a caballo, los maniquíes del estanciero rico, del joven ele- iy el palacio es de juguetes todo por afuera, desde el quicio hasta
gante que cuida de su hacienda, y sabe “voltear” un toro. A la puer- los banderines del techo! Pero, si no tenemos tiempo, ;cómo hemos
ta, a un lado, troncos colosales de madera fina repulida; y al otro, de pararnos a jugar, nosotros, niños de América, si todavía hay
de color de rosa y verdemar, la pirámide del mármol transparen- tanto que ver, si no hemos visto todos los pabellones de nuestras
te de la tierra, del ónix que parece nube cuajada de la puesta de sol. tierras americanas? ;Y esta casa de madera tan franca y tan ami-
Del techo cuelga, verde y blanca y roja, la bandera del águila. ga, que convida a la gente a entrar a ver todo lo que da la tierra
volcánica de su pais, uva y café, enredaderas y tigres, cocos y
pájaros, los ileva a su colgadizo con cortinas, a tomar en jícaras
Y juntos como hermanos, están otros pabellones más: el de labradas su chocolate de espuma?: es el de Guatemala ese pabellón
Bolivia, la hija de Bolívar, con sus cuatro torres graciosas de cúpula generoso. Y ese otro elegante, con tantas maderas, es el de la
tierra donde se saben defender con ramas de árboles de los que
OBRAS ESCOGIDAS T. II 323
322 José Morti

de tapicerías? ¿Y el Japón, que es como la China, con más gracia y


vienen de afuera a quitarles el pais: de Santo Domingo. Ese otro delicadeza, y unos jardineros viejos que quieren mucho a los niños?
es del Paraguay, ese de la torre de mirador, con las ventanas y ¿Y Grecia, esa de la puerta baja con un muro a cada lado, con la
puertas como de nación de mucho bosque, que imita en sus casas historia de antes en uno, antes de que los romanos la vencieran
las grutas y los arcos de los árboles. Y ese otro suntuoso que tiene cuando fue viciosa, y la vida del trabajo de hoy, en antigüedades,
torres como lanzas y alegría como de salón; ese que ha dado una en mármoles rojos, en sedas finas, en vinos olorosos, desde que re-
parte dc sus salas a dos pueblos de nuestra familia,-a Colombia, sucitó con la vuelta a la libertad, y tiene ciudades como Pireo, Sira-
que tiene ahora mucho que hacer, al Perú, que está triste después cusa, Corfú y Patras, que valen ya por lo trabajadoras tanto como
de una guerra que tuvo,-ese es el pueblo bravo y cordial de Uru- las cuatro famosas de la Grecia vieja: Atenas, Esparta, Tebas y
guay, que trabaja con arte y placer, como el de Francia, y peleó nue- Corinto? <Y Persia, con su entrada religiosa de mezquita, de techo
ve años contra un mal hombre que lo quería gobernar, y tiene un de azul vivo, y adentro, entre colgaduras verdes y amarillas, las
poeta de América que se llama Magariños: vive de sus ganados el cazoletas cinceladas de quemar los olores, los chales de seda que
Uruguay, y no hay pueblo en el mundo que haya inventado tantos caben por una sortija, los alfanjes de puño enjoyado que cortan el
modos de conservar la carne buena, en el tasajo seco, en caldos hierro, las violetas azucaradas y las conservas de hojas de rosa?
que parecen vino, en la pasta negra de Liebig, y en bizcochos sa- i,\r ci bazar de los marroquíes, con su arquería blanca que reluce al
brosos: y en la torre, que se parece a una lanza, flota, como lla- sol, y sus moros de turbante y babucha, bruñendo cuchillos, tiñendo
mando a los hombres buenos, la bandera del sol, de listas blancas el cuero blando, trenzando la paja, labrando a martillazos el cobre,
y azules. bordando de hilo de oro el terciopelo? ¿Y la calle del Cairo, que es
iY tener que pasar tan de prisa por los palacios de una tierra una calle egipcia como en Egipto, unos comprando albornoces, otros
enana como Holanda, donde no hay holandés que no sea feliz, y tejiendo la lana en el telar, unos pregonando sr?s confites, y otros tra-
viva como en pueblo grande, por su trabajo de marino, de inge- bajando de joyeros, de torneros, de alfareros, de jugueteros, y por
niero, de impresor, de tejedor de encaje, de tallador de diamantes; todas partes, alquilando el pollino, los burreros burlones, y allá arri-
de un pueblo como Bélgica, que sabe tanto de cultivos, y de hacer ba, envuelta en velos, la mora I ermosa, que mira desde su balcón
carruajes, y casas, y armas, y lozas, y tapices, y ladrillos! No po- de persianas caladas?
demos ver el pabellón de Suiza, con su escuela modelo, sus quesos iOh, no hay tiempo! Tenemos que ir a ver la maravilla mayor,
como ruedas y su taller de relojes; ni el de Hawai, que es país donde y el atrevimiento que ablanda al verlo el corazón, y hace sentir
saben leer, y trabaja el hombre de la isla, al pie del volcán de fuego, como deseo de abrazar a los hombres y de llamarlos hermanos.
la lava y la pluma; ni el de la República de San Marino-iquién Volvamos al jardín. Entremos por el pórtico del Palacio de las
sabe dónde está San Marino?-con sus cristales pintados famo- Industrias. Pasemos, con los ojos cerrados, por la galería de las ca-
sos y sus familias de escultores. Esa de la puerta tallada de torce puertas, donde cada país exhibe sus trabajos mejores, y cada
colores es Servia, de cerca de Rusia, donde hacen tapicería fina industria compuso la puerta de su departamento, la platería con
y mosaicos: y ese comedor, con su techo de aleros, es de Rumania, platas y oros y dos columnas de piedra azul, la locería con porce-
donde el más pobre viste de paños bordados, y comen la carne casi lana y azulejos, la de muebles con madera esculpida como hojas
cruda con mucha pimienta en platos de madera, y beben leche de de flor, y la de hierro con picos y martillos, y la de armas con
búfalo. Está llena de sedas con recamos de flores y pájaros, llena ruedas, cureñas, balas y cañones, y asi todas. Por un corredor que
de palanquines y colmillos de elefante, esa casa de dos techos de hace pensar en cosas grandes, se va a la escalera que lleva al
Siam, el pueblo de la ceremonia y del arroz. ¿Y a China quién no halcón del monumento: se alzan los ojos: y se ve, llena de luz de
la conoce, con su pabellón de tres torres, donde no caben las cor- sol, una sala de hierro en que p jirían moverse a la vez dos mil
tinas con árboles y demonios de oro, ni las cajas de marfil con caballos, en que podrían dormir treinta mil hombres. iY toda está
dibujos de relieve, ni el tapiz donde están, con los siete colores de cubierta de máquinas, que dan vueltas, que aplastan, que silban,
la luz, los pájaros que van de corte por el aire, cuando llega el que echan luz, que atraviesan el aire calladas, que corren temblando
mes de mayo, a saludar al rey y la reina, que son dos ruiseñores Por debajo de la tierra! En cuatro hileras están en el centro las
que fueron al cielo a ver quién se sienta en las nubes, y se trajeron maquinas mayores. De un horno rojo les viene la fuerza. Viene
un nido de rayos de sol? iOh, cuánto hay que ver! ¿Y ,el palacio Por correas, que no se ven de lo ligeras que andan. De cuatro filas
hindú, de rojo oscuro con los ornamentos blancos, como los bor- de Postes cuelgan las ruedas de las correas. Alrededor, unidas, están
dados de trencilla en un vestido de mujer, y tan tallado todo, las todas las máquinas del mundo, las que hacen polvo de acero, las que
ventanas menudas y la torre, como la fuente de mármol, las colum- afilan las agujas. Unas mujeres de delantal colorado trabajan el .
nas de pórfido, los leones de bronce que adornan la sala, colgada
papel holandés. Un cilindro, que parece un elefante que se mueve, chillo, y, en el fondo, en la escalinata, dos dragones, con la boca
está cortando sobres. Un mortero separa el grano de trigo de la abierta, de !oza reluciente. Parece chino el palacio de Anam, con
cáscara. Un anillo de hierro está en el aire por la electricidad, sin sus maderas pintadas de rojo y azul, y en el patio un dios gigante
nada que lo sujete. Allí se funden los metales con que se hacen del bronce de ellos, que es como cera muy fina de color de avellana,
las letras de imprimir, allí se hace el papel de tela o de madera, y los techos y las columnas y las puertas talladas a hilos, como
allí la prensa imnrime el diario, io echa del otro lado, lo devuelve, los nidos, o a hojas menudas, como la copa de los árboles. Y por
húmedo. Una maquina echa aire en el pozo de una mina, para sobre los templos hindús, con sus torres de colores y su monte de
que no se ahoguen los mineros. Otra aplasta la caña, y echa un dioses de bronce a la puerta, dioses de vientre de oro y de ojos
chorro de miel. iPues da ganas de llorar, el ver las máquinas desde de esmalte, está, lleno de sedas y marfiles, de paños de plata bor-
el balcón! Rugen, susurran, es como la mar: el sol entra a torren- dados de zafiros, el Palacio Central de todas las tierras que tiene
tes. De noche, un hombre toca un botón, los dos alambres de la Francia en Asia: en una sala, al levantar una colgadura azul, ofrece
luz se juntan, y por sobre las máquinas, que parecen arrodilladas una pipa de opio un elefante. Allá, entre las palmeras, brilla, blanco
en la tiniebla, derrama la claridad, colgado de la bóveda, el cielo y como de encaje, el minarete del palacio de arquerías de Argel, por
eléctrico. Lejos, donde tiene Edison sus invenciones, se encienden donde andan, como reyes presos, los árabes hermosos y callados.
de un chispazo veinte mil luces, como una corona. Con sus puerta. s de clavos y sus azoteas, lleno de moros tunecinos
Hay panoramas de Paris, y de Nápoles con su volcán, y del y hebreos de barba negra, bebiendo vino de oro en el café, com-
Mont Blanc, que da frío verlo, y de la rada de Río Janeiro. Hay prando punales con letrás de Korán en la hoja, está, entre bosques
otro que es un centro de un puente de un buque, y parece por la de dátiles, el caserío de Túnez, hecho con piedras viejas y lozas
pintura que está allí el buque entero, y el cielo y el mar. Hay el rotas de Cartago. Un anamita solo, sentado en cuclillas, mira, con
palacio de las pinturas finas de los acuarelistas, y otro, con adornos los ojos a medio cerrar, la pagoda de Angkor, la de la torre como
como de espejo, de los que pintan al pastel. Hay los dos pabellones la flor de magnolia, con el dios Buda arriba, el Buda de cuatro
de París, donde se aprende a cuidar una ciudad grande. Hay talleres cabezas.
por los arrabales de la Exposición, donde se ve, ipara que el egoísta Y entre los palacios hay pueblos enteros de barro y de paja: el
aprenda a ser bueno!, el trabajo del hombre en las minas de hulla, negro canaco en su choza redonda, el de Futa-Jalón cociendo el
en el fondo del agua, en los tanques donde hierve, como fango, el hierro en su horno de tierra, el de Kedugú, con su calzón de plumas,
oro. Hay, allá lejos, negras y feas, las hornallas donde echan el car- en la torre redonda en que se defiende del blanco; y al lado, de
bón para el vapor los hombres tiznados. Pero adonde todos van es piedra y con ventanas de pelear, la torre cuadrada en que veinti-
al campo que tiene delante el palacio donde los soldados mancos séis franceses echaron atrás a veinte mil negros, que no podían
y cojos cuidan la sepultura de .piedra de Napoleón, rodeada de ban- clavar su lanza de madera en la piedra dura! En la aldea de Anam,
deras rotas: iy en lo alto del palacio, la ctipula dorada! Todos van, con las casas ligeras de techo de picos y corredores, se ve al co-
a ver los pueblos extraños, a la Explanada de los Inválidos. De chinchino, sentado en la esfera leyendo en su libro, que es una
paso no más veremos el palacio donde está todo lo de pelear: el hoja larga, enrollada en un palo; y a otro, un actor, que se pinta
globo que va por el aire a ver por donde viene el enemigo: las la cara de bermellón y de negro; y al bonzo rezando, con la ca-
palomas que saben volar con el recado tan arriba que no las alcan- pucha por la cabeza y las manos en la falda. Los javaneses, de
zan las balas: iy alguna les suele alcanzar, y la paloma blanca cae blusa y calzón ancho, viven felices, con tanto aire y claridad, en
llena de sangre en la tierra! De paso veremos, en el pabellón de SU kampong de casas de bambú: de bambú la cerca del pueblo, las
la República del Africa del Sur, el diamante imperial, que sacaron casas y las sillas, el granero donde guardan el arroz, y el tendido
allá de la tierra, y es el más grande del mundo. Aquí están las en que se juntan los viejos a mandar en las cosas de la aldea, y
tiendas de los soldados, con los fusiles a la puerta. Allá están, gra- las músicas con que van a buscar a las bailarinas descalzas, de casco
ciosas, las casas que los hombres buenos quieren hacer a los tra- de plumas y brazaletes de oro. El kabila, con su albornoz blanco,
bajadores, para que vean luz ios domingos, y descansen en su se pasea a la puerta de su casa de barro, baja y oscura, para que
casita limpia, cuando vienen cansados. Allí, con su torre como la %>1extranjero atrevido no entre a ver las mujeres de la casa, senta-
flor de la magnolia, está la pagoda de Cambodia, la tierra donde ya das en el suelo, tejiendo en el telar, con la frente pintada de colores.
no viven, porque murieron por la libertad, aquellos Kmers que ha- Detrás está la tienda de kabila, que lleva a los viajes: el pollino
cian templos más altos que los montes. Allí está, con sus columnas se revuelca en el polvo: el hermano echa en un rincón la silla de
de madera, el palacio de Cochinchina, y en el patio su estanque de cuero bordado de oro puro: el viejito a la puerta está montando en
peces dorados, y los marcos de las puertas labrados a punta de cu- ej camello a su nieto, que le hala la barba.
326 José Marti

Y afuera, al aire libre, es como una locura. Parecen joyas que


andan, aquellas gentes de traje de colores. Unos van al café moro,
a ver a las moras bailar, con sus velos de gasa y su traje violeta,
moviendo despacio los brazos, como si estuvieran dormidas. Otros
van al teatro del kampong donde están en hileras unos muñecos
de cucurucho, viendo con sus ojos de porcelana a las bayaderas ja-
vanesas, que bailan como si no pisasen, y vienen con los brazos
abiertos, como mariposas. En un café de mesas coloradas, con le-
tras moras en las paredes, los aissauas, que son como unos locos
de religión, se sacan los ojos y se los dejan colgando, y mascan
cristal, y comen alacranes vivos, porque dicen que su dios les habla
de noche desde el cielo, y se los manda comer. Y en el teatro de los
anamitas, los cómicos vestidos de panteras y de generales, cuentan, El padre Las Casas
saltando y aullando, tirándose las plumas de la cabeza y dando
vueltas, la historia del príncipe que fue de visita al palacio de Cuatro siglos es mucho, son cuatrocientos años. Cuatrocientos
un ambicioso, y bebió una taza de té envenenado. Pero ya es de no- años hace que vivió el padre las Casas, y parece que está vivo to-
che, y hora de irse a pensar, y los clarines, con su corneta de bron- davía, porque fue bueno. No se puede ver un lirio sin pensar en el
ce, tocan a retirada. Los camellos se echan a correr. El argelino padre las Casas, porque con la bondad se le fue poniendo de lirio
sube al minarete, a llamar a la oración. El anamita saluda tres el color, y dicen que era hermoso verlo escribir, con su túnica blanca,
veces, delante de la pagoda. El negro canaco alza su lanza al cielo. sentado en su sillón de tachuelas, peleando con la pluma de ave
Pasan, comiendo dulces, las bailarinas moras. Y el cielo, de repente, porque no escribía de prisa. Y otras veces se levantaba del sillón,
como en una llamarada, se enciende de rojo: ya es como la sangre: como si le quemase: se apretaba las sienes con las dos manos, an-
ya es como cuando el sol se pone: ya es del color del mar a la hora daba a pasos grandes por la celda, y parecía como si tuviera un gran
del amanecer: ya es de un azul como si se entrara por el pensa- dolor. Era que estaba escribiendo, en su libro famoso de la Destruc-
miento el cielo: ahora blanco, como plata: ahora violeta, como un ción de las Indias, los horrores que vio en las Américas cuando vino
ramo de lilas: ahora, con el amarillo de la luz, resplandecen las de España la gente a la conquista. Se le encendían los ojos, y se
cúpulas de los palacios, como coronas de oro: allá abajo, en lo de volvía a sentar, de codos en la mesa, con la cara llena de lágrimas.
adentro de las fuentes, están poniendo cristales de color entre la Así pasó la vida, defendiendo a los indios.
luz y el agua, que cae en raudales del color del cristal, y echa al Aprendió en España a licenciado, que era algo en aquellos tiem-
cielo encendido sus florones de chispas. La torre, en la claridad, pos, y vino con Colón a la isla Española en un barco de aquellos
luce en el cielo negro como un encaje rojo, mientras pasan debajo de velas infladas y como cáscara de nuez. Hablaba mucho a bordo,
de sus arcos los pueblos del mundo. y con muchos latinos. Decían los marineros que era grande su sa-
ber para un mozo de veinticuatro años. El sol, lo veía él siempre
salir sobre cubierta. Iba alegre en ei barco, como aquel que va a
0. C., t. 18, p. 406-431 ver maravillas. Pero desde que llegó, empezó a hablar poco. La
tierra, sí, era muy hermosa, y se vivía como en una flor: ipero
aquellos conquistadores asesinos debían de venir del infierno, no de
España! Español era él también, y su padre, y su madre; pero él no
salía por las islas Lucayas a robarse a los indios libres: iporque
en diez años ya no quedaba indio vivo de los tres millones, o más,
que hubo en la Española!: el no los iba cazando con perros ham-
brientos, para matarlos a trabajo en las minas: él no les quemaba
las manos y los pies cuando se sentaban porque no podían andar,
o se les caia el pico porque ya no tenían fuerzas: él no 10s azotaba,
hasta verlos desmayar, porque no sabían decirle a su amo donde
había más oro: él no se gozaba con sus amigos, a la hora de comer,
Porque el indio de Ia mesa no pudo con la carga que traía de la
mina, y le mando cortar en castigo las orejas: él no se ponía el ju-
328 Jose .blorri OBRAS ESCOGIDAS T II 329

bón de lujo, y aquella capa que llamaban ferreruelo, para ir muy ruelo al hombro, y se iban a merendar con los encomenderos, que
galán a la plaza a las doce, a yer la quema que mandaba hacer la eran los ricos del país, y tenían buen vino y buena miel de Alcarria.
justicia del gobernador, la quema de los cinco indios. Él los vio si merienda ni sueño había para las Casas: sentía en sus carnes
quemar, los yio mirar con desprecio desde la hoguera a sus verdu- mismas los dientes de los molosos que los encomenderos tenían sin
gos; y ya nunca se puso más que el jubón negro, ni cargó caEa de comer, para que con el apetito les buscasen mejor a los indios ci-
oro, como los otros licenciados ricos y regordetes, sino que SC fue marrones: le parecía que era su mano la que chorreaba sangre,
a consolar a los indios por el monte, sin más ayuda que su bastón cuando sabia que, porque no pudo con la plata, le habían cortado a
de rama de árbcl. un indio la mano: creía que él era el culpable de toda la crueldad,
Al monte se habían ido, a defenderse, cuantos indios de honor porque no la remediaba; sintió como que se iluminaba y crecía, y
quedaban en la Española. Como amigos habían recibido ellos a los como que eran sus hijos todos los indios americanos. De abogado no
hombres blancos de las barbas: ellos les habian regalado con su miel tenía autoridad, y lo dejaban solo: de sacerdote tendría la fuerza
y su maiz, y el mismo rey Behechío le dio de mujer a un español de la Iglesia, y volvería a España, y daría los recados del cielo, y
hermoso su hija Higuemota, que era como la torcaza y como la pal- si la corte no acababa con el asesinato, con el tormento, con la es-
ma real: ellos les habían enseñado sus montañas de oro y sus ríos clavitud, con las minas, haría temblar a la corte. Y el día en que
de agua de oro, y sus adornos, todos de oro fino, y les habían puesto entró de sacerdote, toda la isla fue a verlo, con el asombro de
sobre la coraza y guanteletes de la armadura pulseras de las suyas, que tomara aquella carrera un licenciado de fortuna: y las indias
y collares de oro: iy aquellos hombres crueles los cargaban de cade- lc echaron al pasar a sus hijitos, a que le besasen los hábitos.
nas; les quitaban sus indias, y sus hijos; los metían en lo hondo Entonces empezó su medio siglo de pelea, para que los indios
de !a mina, a halar la carga de piedra con la frente; se los repar- 110 fuesen esclavos; de pelea en las Américas; de pelea en Madrid;
tían, y los marcaban con el hierro, como esclavos!: en la carne dc pelea con el rey mismo: contra España toda, él solo, de pelea.
viva los marcaban con el hierro. En aquel pais de pájaros y de fru- Colón fue el primero que mandó a España a los indios en esclavitud,
tas !os hombres eran belios y amables; pero no eran fuertes. Tenían para pagar con ellos las ropas y comidas que traían a América los
el pensamiento azul como el cielo, y claro como el arroyo; pero no barcos españoles. Y en América había habido repartimiento de in-
sabían matar, forrados de hierro, con el arcabuz cargado de pól- dios, y cada cual de los que vino de conquista, tomó en servidumbre
vora. Con huesos de frutas y con gajos de mamey no se puede su parte de la indiada, y le puso a trabajar para él, a morir para
atravesar una coraza. Caían, como las plumas y las hojas. Morian 61, a sacar el oro de que estaban llenos los montes y los ríos. La
de pena, de furia, de fatiga, de hambre, de mordidas de perros. reina, allá en España, dicen que era buena, y mandó a un gober-
iLo mejor era irse al monte, con el valiente Guaroa, y con el niño nador que sacase a los indios de la esclavitud; pero los encomen-
Guaracuya, a defenderse con las piedras, a defenderse con el agua, deros le dieron al gobernador buen vino, y muchos regalos, y su
a salvar al reyecito bravo, a Guarocuya! El saltaba el arroyo, de porción en las ganancias, y fueron más que nunca los muertos, las
orilla a orilla; él clavaba la lanza lejos, como un guerrero; a la manos cortadas, los siervos de las encomiendas, los que se echa-
hora de andar, a la cabeza iba él; se le oía la risa de noche, como ban de cabeza al fondo de las minas. “Yo he visto traer a centenares
un canto; lo que él no quería era que lo llevase nadie en hombros. maniatadas a estas amables criaturas, y darles muerte a todas
Así iban por el monte, cuando se les apareció entre los españoles juntas, como a las ovejas.” Fue a Cuba de cura con Diego Velázquez
armados el padre las Casas, con sus ojos tristísimos, en su jubón p volvió de puro horror, porque antes que para hacer casas, derri-
y en ferreruelo. Él no les disparaba el arcabuz: él les abría los bra- baban los árboles para ponerlos de leñas a las quemazones de los
zos. Y le dio un beso a Guarocuya. taínos. En una isla donde habían quinientos mil, “vio con sus ojos”
Ya en la isla lo conocían todos, y en España hablaban de él. los indios que quedaban: once. Eran aquellos conquistadores solda-
Era flaco, y de nariz muy larga, y la ropa se le caía de! cuerpo, y dos bárbaros, que no sabian los mandamientos de la ley, iy tomaban
no tenía más poder que el de su corazón; pero de casa en casa an- a los indios de esclavos, para enseñarles la doctrina cristiana, a
daba echando en cara a los encomendaderos la muerte de los indios latigazos v a mordidas! De noche, desvelado de la angustia, hablaba
de ias encomiendas; iba a palacio, a pedir al gobernador que man- con su akigo Rentería, otro español de oro. iA rey había que il
dase cumplir las ordenanzas reales; esperaba en el portal de la a pedir justicia, al rey Fernando de Aragón! Se embarcó en la galera
audiencia a los oidores, caminando de prisa, con las manos a de tres palos, y se fue a ver al rey.
la espalda, para decirles que venía lleno de espanto, que había visto Seis veces fue a España, con la fuerza de su virtud, aquel padre
q u c “no probaba carne”. Ni al rey le tenía El miedo, ni a la tem-
morir a seis mil niños indios en tres meses. Y los oidores le decían:
“Cálmese, licenciado, que ya se hará justicia”; se echaban el ferre- pestad. Sc iba a cubierta cuando el tiempo era malo; y cn la bonanza
330 José .Mnrtí
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 331
se estaba el dia cn el puente, apuntando sus razones en papel de
hilo, y dando a que le llenaran de tinta el tintero de cuerno, “por- moso, y te Ilaman el Livio de España por tus historias; pero yo
que la maldad no se cura sino con decirla, y hay mucha maldad que no tengo miedo al elocuente que habla contra su corazón, y que de-
decir, y la estoy poniendo donde no me la pueda negar nadie, en fiende la maldad, y te desafío a que me pruebes en práctica abierta
latin y en castellano”. Si en Madrid estaba el rey, antes que a la que los indios son malhechores y demonios, cuando son claros y
posada a descansar del viaje, iba al palacio. Si estaba en Viena, buenos como la luz del dia, e inofensivos y sencillos como las ma-
cuando el rey Carlos de los españoles era emperador de Alemania, riposas.” Y duró cinco días la plática con Sepúlveda. Sepúlveda em-
se ponía un hábito nuevo, y se iba a Viena. Si era su enemigo Fon- pezó con desdén, y acabó turbado. El clérigo lo oia con la cabeza
seca el que mandaba en la junta de abogados y clérigos que tenia baja y los labios temblorosos, y se le veía hincharse la frente. En
el rey para las cosas de América, a su enemigo se iba a ver, y po- cuanto Sepúlveda se sentaba satisfecho, como el que hincó el alfiler
nerle pleito al Consejo de Indias. Si el cronista Oviedo, el de la donde quiso, se ponía el clérigo en pie, magnífico regañón, con-
Natural historia de las Indias, había escrito de los americanos las [uso. apresurado. “iNo es verdad que los indios de México mataran
falsedades que los que tenían las encomiendas le mandaban poner, cincuenta mil en sacrificios al año, sino veinte apenas, que es menos
le decía a Oviedo mentiroso, aunque le estuviera el rey pagando de lo que mata España en la horca!” “iNo es verdad que sean
por escribir las mentiras. Si Sepúlveda, que era el maestro del rey gente bárbara y de pecados horribles, porque no hay pecado suyo
Felipe, defendía en sus “Conclusiones” el derecho de la corona a que no lo tengamos más los europeos; ni somos nosotros quién,
repartir como siervos, y a dar muerte a los indios, porque no eran con todos nuestros cañones y nuestra avaricia, para compararnos con
cristianos, a Sepúlveda le decía que no tenían culpa de estar sin cllos en tiernos y amigables; ni es para tratado como a fiera un
la cristiandad los que no sabian que hubiera Cristo, ni conocían pueblo que tiene virtudes, y poetas, y oficios, y gobierno, y artes!”
las lenguas en que de Cristo se hablaba, ni tenían más noticia de “iNo es verdad, sino iniquidad, que el modo mejor que tenga el
Cristo que la que les habían Ilevado los arcabuces. Y si el rey en rey para hacerse de súbditos sea exterminarlos, ni el modo mejor
persona le arrugaba las cejas, como para cortarle el discurso, crecía de enseñar la religión a un indio sea echarlo en nombre de la reli-
unas cuantas pulgadas a la vista del rey, se le ponía ronca y fuerte gión a los trabajos de las bestias; y quitarle los hijos y lo que tiene
la voz, le temblaba eg el puño el sombrero, y al rey le decía, cara de comer; y ponerlo a halar de la carga con la frente como los
a cara, que el que manda a los hombres ha de cuidar de ellos, y sí bueyes!” Y citaba versículos de la Biblia, articulos de la ley, ejem-
no los sabe cuidar, no los puede mandar, y que lo había de oir en plos de la historia, párrafos de los autores latinos, todo revuelto
paz, porque él no venia con manchas de oro en el vestido blanco, y de gran hermosura, como caen las aguas de un torrente, arras-
ni traía más deíensa que la cruz. trando en ia espuma las piedras y las alimañas del monte.
0 hablaba, o escribía, sin descanso. Los frailes dominicanos lo Solo estuvo en la pelea; solo cuando Fernando, que a nada se
ayudaban, y en el convento de los frailes se estuvo ocho años, es- su;)0 atrever, ni quería descontentar a los de la conquista, que Ie
cribiendo. Sabia religión y leyes, y autores latinos, que era cuanto en mandaban a la corte tan buen oro; solo cuando Carlos V, que de
su tiempo se aprendía; pero todo lo usaba hábilmente para defender niño lo oyó con veneración, pero lo engañaba después, cuando
el derecho del hombre a la libertad, y el deber de los gobernantes entró en ambiciones que requerian mucho gastar, y no estaba para
de respetárselo. Eso era mucho decir, porque por eso quemaban en- ponerse por las “cosas del clérigo” en contra de los de América,
tonces a los hombres. Llorente, que ha escrito la Vida de Las Casas, que le enviaban de tributo los galeones de oro y joyas; solo cuando
escribió también la Historia de fa Inquisición, que era quien que- Felipe II, que sc gastó un reino en procurarse otro, y lo dejó todo
maba: el rey iba de gala a ver la quemazón, con la reina y los :I su muerte envenenado y frío, como el agujero en que ha dormido
caballeros de la corte: delante de los condenados venían cantando la víbora. Sc iba a ver al rey, SC encontraba la antesala llena de
los obispos, con un estandarte verde: de la hoguera salía un humo amigos de 105 encomenderos, todos de seda y sombreros de plumas,
negro. Y Fonseca y Sepúlveda querían que “el clérigo” Las Casas con collares dc oro de los indios americanos: al ministro no le
dijese en sus disputas algún pecado contra la autoridad de Ia Igle- podía hablar, porque tenía encomiendas 4, y tenia minas, o gozaba
sia, para que los inquisidores lo condenaran por hereje. pero “el 105 frutos de las que pòseia en cabeza de otros. De miedo de perder
clérigo” le decía a Fonseca: “iLo que yo digo es lo que dijo en el favor de la corte, no le ayudaban los mismos que no tenían en
su testamento ia buena reina Isabel; y tú me quieres mal y me América interés. Los que más lo respetaban, por bravo, por justo,
calumnias, porque te quito el pan de sangre que comes, y acuso Por astuto, por clocuentc. no lo querían decir, o lo decian donde
la encomienda de indios que tienes en América!” Y a Sepúlveda, no lo oyeran: porque los hombres suelen admirar al virtuoso mien-
que ya era confesor de Felipe II, le decía: “Tú eres disputador fa- tras no lo avergüenza con su virtud o les estorba ias ganancias;
Pero en cuanto se les pone en su camino, bajan los ojos ai verlo
pasar, o dicen maldades de él, o dejan que otros las digan, o lo ic;!, encomenderos atrevidos como los árboles cuando ha pasado el
\aludan a medio sombrero, y le van clavando la puñalada en la \.endabal. Pero los encomenderos podian más que él, porque tenían
yombra. Fl hombre virtuoso debe ser fuerte de Animo, y no tenerle c,I gobierno de su lado; y le componian cantares en que le decían
miedo a la L;oiedad. ni esperar a que los demás le ayuden, porque rraidor y ebpañol malo; y le daban de noche músicas de cencerro,
cstara siempre solo: ipero con la alegría de obrar bien. que sc \ lc disparaban arcabuces a la puerta para ponerlo en temor, y
parece al cielo de la mañana en !a claridad! le rodeaban cl convento armados,-todos armados, contra un viejo
I’ como él era tan sagaz que no decía cosa que pudiera ofende1 flaco y solo. Y !lasta le salieron al camino de Ciudad Real para que
al r::y ni a la Inquisición, sino que pedía la bondad con los indios no volviera a entrar en la población. El venia a pie, con su bas-
para bien del rey, y para que se hiciesen más de veras cristianos, tcin, y con dos españoles buenos, y un negro qlle lo queria como
no t;nian los de la corte modo de negársele a las claras, sino que a padre suyo: porque es verdad que Las Clsas por el amor de los
fingían estimarle mucho el celo, y una vez le daban el titulo de “Pro- indios, aconwji) al principio de la conquista que se siguiese trayendo
tector Universal de los Indios”, con la firma de Fernando, pero sin wclavos negros, q uc resistían mejor el calor; pero luego que los
modo de que le acatasen la autoridad de proteger; y otra, al cabo vio padecer. se golpeaba el pecho, y decía: “jcon mi sangre quisiera
.de cuarenta años de razonar, le dijeron que pusiera en papel las pagar el pecado de aquel consejo que di por mi amor a los indios!”
razones por qué opinaba que no debían ser esclavos los indios; y Con su negro cariñoso venía, y los dos españoles buenos. Venía
otra le dieron poder para que llevase trabajadores de España a una ta! vez de ver cómo salvaba a la pobre india que se le abrazó a
colonia de Cumaná donde se había de ver a los indios con amor, las rodillas a la puerta de su templo mexicano, loca de dolor porque
y no halló en toda España sino cincuenta que quisieran ir a tra- io’; espanoles le habian matado al marido de su corazón, que fue
bajar, los cuales fueron, con un vestido que tenía una cruz al dc noche a rezarle a los dioses: iy vio de pronto Las Casas que
pecho, pero no pudieron poner la colonia, porque el “adelantado” eran indios los centinelas que los españoles le habian echado para
había ido antes que ellos con las armas, y los indios enfurecidos que no entrasc! ;EI les daba a los indios su vida, y los indios ve-
disparaban sus flechas de punta envenenada contra todo el que Ile- nían a atacar a su salvador, porque se lo mandaban los que los
vaba cruz. Y por fin le encargaron, como por entretenerlo, que azotaban! Y no SC quejó, sino que dijo asi: “Pues por eso, hijos
pidiese las leyes que le parecían a él bien para los indios, “icuantas míos, os tengo de defender más, porque os tienen tan martirizados
leyes quisiera, pues que por ley más o menos no hemos de pelear!“, que no tenéis ya valor ni para agradecer.” Y los indios, llorando,
y él las escribía, y las mandaba el rey cumplir, pero en el barco 9 echaron a sus pies, y le pidieron perdón. Y entró en Ciudad
iba la ley, y el modo de desobedecerla. El rey le daba audiencia, y Real. donde los encomenderos lo esperaban, armados de arcabuz
hacía como que le tomaba consejo; pero luego entraba Sepúlveda, y cañón, como para ir a la guerra. Casi a escondidas tuvo que
con sus pies blandos y sus ojos de zorra, a traer los recadcs de embarcarlo para España el virrey, porque los encomenderos lo que-
los que mandaban los galeones, y lo que se hacia de verdad era lo rían matar. El w fue a su convento, a pelear, a defender, a llorar,
que decía Sepúlveda. Las Casas lo sabía, lo sabía bien; pero ni 3 rwribir. Y murió, sin cansarse, a los noventa y dos años.
bajó el tono, ni se cansó de acusar, ni de llamar crimen a lo que
0. L’.~ I 18. p 440-448.
era, ni de contar en su “Descripción” las “crueldades”, para que el
rey mandara al menos que no fuesen tantas, po~ la vergüenza
de que las supiera el mundo. El nombre de los malos no 10 decía,
porque era noble y les tuvo compasión. Y escribía como hablaba.
con la letra fuerte y desigual, llena de chispazos de tinta, como
caballo que lleva de jinete a quien quiere llegar pronto, y va Ievan-
tando el polvc y sacando luces de la piedra.
Fue obispo por fin pero no de Cusco, que era obispado rico,
sino de Chiapas, donde por lo lejos que estaba el virrey, vivían
los indios en mayor esclavitud. Fue a Chiapas, a llorar con los
indios; pero no sólo a llorar, porque con lágrimas y quejas no se
vence a los pícaros, sino a acusarlos sin miedo, a negarles la iglesia
a los españoles que no cumplían con la ley nueva que mandaba
poner libres a los indios, a hablar en los consejos del ayuntamiento,
con discursos que eran a la vez tiernos y terribles, y dejaban a
OBRAS ESCOGIDAS. lT ” 335

Está la playa muy linda:


Los zapaticos de rosa Todo el mundo está en la playa:
Lleva espejuelos el aya
De la francesa Florinda.
A mademoiselle Marie: los.4 Martí
Está Alberto, el militar
Que salió en la procesión
Con tricornio y con bastón,
Echando un bote a la mar.
Hay sol bueno y mar de espuma, tY qué mala, Magdalena
Y arena fina, y Pilar Con tantas cintas y lazos,
Quiere salir a estrenar A la muñeca sin brazos
Su sombrerito de pluma. Enterrándola en la arena!
- “iVaya la niña divina!” Conversan allá en las sillas,
Dice el padre, y le da un beso: Sentadas con los señores,
“Vaya mi pájaro preso Las señoras, como flores,
A buscarme arena fina.” Debajo de las sombrillas.
Pero está con estos modos
-“Yo voy con mi niña hermosa”, Tan serios, muy triste el mar:
Le dijo la madre buena: iLo alegre es allá, al doblar,
“iNo te manches en la arena En la barranca de todos!
Los zapaticos de rosa!”
Dicen que suenan las olas
Fueron las dos al jardín Mejor allá en la barranca
Por la calle del laurel: Y que la arena es muy blanca
La madre cogió un clavel Donde están las niñas solas.
Y Pilar cogió un jazmín.
Pilar corre a su mamá:
Ella va de todo juego, - “iMamá, yo voy a ser buena:
Con aro, y balde, y paleta: Déjame ir sola a la arena:
El balde es color violeta: Allá, tú me ves, allá!”
El aro es color de fuega
- “Esta niña Laprichosa
Vienen a verlas pasar: No hay tarde que no me enojes:
Nadie quiere verlas ir: Anda, pero no te mojes
La madre se echa a reír, Los zapaticos de rosa.”
Y un viejo se echa a llorar.
Le llega a los pies la espuma:
El aire fresco despeina Gritan alegres las dos:
A Pilar, que viene y va Y se va, diciendo adiós,
Muy oronda:-“iDi, mama! La del sombrero de pluma.
¿Tú sabes qué cosa es reina?” iSe va allá, donde imuy lejos!
Las aguas son más salobres,
Y por si vuelven de noche Donde se sientan los pobres,
De la orilla de la mar, Donde se sientan los viejos!
Para la madre y Pilar
Manda luego el padre el coche.
Sc iue la niña a jugar, “.!iira ;la ma11:) Ie abrasa,
La espuma blanca bajo, Y tivne los pie5 tan fríos!
j. pasó el tiempo, y pasó iOh, roma. toma los míos:
1 ‘n águila por el mar Yo tengo 1113’ en mi casa!”
1’ cuando el sol be ponía “No s6 bien. wñora hermosa,
Detrás de un monte dorado Lo que sucedió después.
in sombrerito callado
iLe vi a mí hijíta en Io> pie>
Por las arenas venía. Los zapaticos de rosa!”
Trabaja mucho, trabaja
Para andar: iq ué cs lo que tiene Se vio sacar los pañuelos
Pilar que anda así, que viene A una rusa y a una inglesa;
Con la cabecita baja? El aya de la francesa
Se quitó los espejuelos.
Bien sabe la madre hermosa
Por qué le cuesta el andar: Abrió Ia madre los brazos:
--“cY los zapatos, Pilar, Se echó Pilar en su pecho,
Los zapaticos de rosa? Y sacó el traje deshecho,
Sin adornos y sin lazos.
“iAh, loca! cen dónde estarán?
iDi dónde, Pilar!“-“Señora”. Todo lo quiere saber
Dice una mujer que llora: De la enferma la señora:
“iEstán conmigo: aquí están! iNo quiere saber que llora
De pobreza una mujer!
“Yo tengo una niña enferma
Que llora en el cuarto oscuro - “iSí, Pilar, dáselo! iy eso
Y la traigo al aire puro También! itu manta! itu anillo!”
A ver el sol, y a que duerma. Y ella le dio SU bolsillo,
Le dio el ciavel, le dio un beso.
“Anoche sonó, soñó
Con el cielo, y oyó un canto: \‘ueIven calladas de noche
Me dio miedo, me dio espanto A su casa del jardin:
Y la traje, y se durmió. Y Pilar va en el cojín
De la derecha del coche.
“Con sus dos brazos menudos
Estaba como abrazando;
Y yo mirando, mirando Y dice una mariposa
Que vio desde su rosal
Sus píececítos desnudos.
Guardados en un cristal
“Me llegó al cuerpo la espuma, Los zapaticos de rosa.
Alcé los ojos, y vi
Esta niña frente a mi 0. C., t. 18, p. 449-454
Con su sombrero de pluma.
---“iSe parece a los retratos
Tu niña!” dijo: “CES de cera?
;Quíere jugar? isí quisiera!. . .
;Y por qué crt5 sin zapatos?”
Un paseo por la tierra de los anamitas

Cuentan un cuento de cuatro hindús ciegos, de allá del Indos-


tán de Asia, que eran ciegos desde el nacer, y querían saber
como era un elefante. “Vamos, dijo uno, adonde el elefante manso
de la casa del rajah, que es príncipe generoso, y nos dejará saber
La última página cómo es.” Y a casa del príncipe se fueron, con su turbante blanco
y su manto blanco; y oyeron en el camino rugir a la pantera y
graznar al faisán de color de oro, que es como un pavo con dos
Este es el numero de La Edad de Oro, donde se ve lo ‘viejo plumas muy largas en la cola; y durmieron de noche en las ruinas
y lo nuevo del mundo, y se aprende cómo las cosas de guerra y de piedra de la famosa Jehanabad, donde hubo antes mucho co-
de muerte no son tan bellas como las de trabajar: ia saber si el mercio y poder; y pasaron por sobre un torrente colgándose mano
tiempo del Padre las Casas era mejor que el de la Exposición a mano de una cuerda, que estaba a los dos lados levantada sobre
de París! ¿Y quién es mejor: Masitas, o Pilar? Sólo que en todo una horquilla, como la cuerda floja en que bailan los gimnastas
lo de esta vida hay siempre un desventurado. Y el desventurado de en los circos; y un carretero de buen corazón les dijo que se su-
La Edad de Oro es el artículo sobre la “Historia de la cuchara, el bieran en su carreta, porque su buey giboso de astas cortas era
tenedor y el cuchillo”, que en cada número se anuncia muy orondo, un buey bonazo, que debió ser algo así como abuelo en otra vida,
como si fuera una maravilla, y luego sucede que no queda lugar y no se enojaba porque se le subieran los hombres encima, sino
para él. Lo que le está muy bien empleado, por pedante, y por que miraba a los caminantes como convidándoles a entrar en el
andarse anunciando así. Las cosas buenas se deben hacer sin carro. Y así llegaron los cuatro ciegos al palacio del rajah, que
llamar al universo para que lo vea a uno pasar. Se es bueno por- era por fuera como un castillo, y por dentro como una caja de píe-
que sí; y porque allá dentro se siente como un susto cuando se dras preciosas, lleno todo de cojines y de colgaduras, y el techo
ha hecho un bien, o se ha dicho algo útil a los demás. Eso es bordado, y las paredes con florones de esmeraldas y zafiros, y
mejor que ser principe: ser útil. Los niños debían echarse a llo- las sillas de marfil, y el trono del rajah de marfil y oro. “Venimos,
rar, cuando ha pasado el día sin que aprendan algo nuevo, sin señor rajah, a que nos deje ver con nuestras manos, que son los
que sirvan de algo. ojos de los pobres ciegos, cómo es de figura un elefante manso.”
íQuién sabe si sirve, quién sabe, el artículo de la Exposición “Los ciegos son santos”, dijo el rajah, “los hombres que desean
de París! Pero va a suceder como con la Exposición, que de grande saber son santos: los hombres deben aprenderlo todo por sí mis-
que es no se le puede ver toda, y la primera vez se sale de allí mos, y no creer sin preguntar, ni hablar sin entender, ni pensar
como con chispas y joyas en la cabeza, pero luego se ve más des- como esclavos lo que les mandan pensar otros: vayan los cuatro
pacio, y cada hermosura va apareciendo entera y clara entre las ciegos a ver con sus manos el elefante manso.” Echaron a correr
otras. Hay que leerlo dos veces: y leer luego cada párrafo suelto: los cuatro, como si les hubiera vuelto de repente la vista: uno
lo que hay que leer, sobre todo, con mucho cuidado, es lo de los cayó de nariz sobre las gradas del trono del rajah: otro dio tan
pabellones de nuestra América. Una pena tiene La Edad de Oro; recio contra la pared que se cayó sentado, viendo sí se le había
y es que no pudo encontrar lámina del pabellón del Ecuador. iEstá ido en el coscorrón algún retazo de cabeza; los otros dos, con
triste la mesa cuando falta uno de los hermanos! los brazos abiertos, se quedaron de repente abrazados.
El secretario del rajah los llevo adonde el elefante manso es-
0. c., t. 18. p. 455 taba, comiéndose su ración de treinta y nueve tortas de arroz
y quince de maíz, en una fuente de plata con el pie de ébano; y
cada clego 5~’ echó. cuando eI secretario dijo “;ahora!“. enclma /)urqtIc’ bien que’ w deja cl anamita el poco hlgotc que tiene. iy
del elefante. que era de los pequenos y regordetes: uno se le abra- L’n sus teatros, quién hace de rey, sino el que tiene la barba más
zo por una pata: cl o!ro se le prendió a la trompa, y zubia en cl larga? ;J el mandarín, no sale a las tablas con bigotes de tigre?
aire y bajaba, sin quererla soltar. el otro le sujetaba la cola: otro r,y los generales. no llevan barba colorada? “iY para qué necc-
tenía agarrada Ilna asa de la fuente del arroz y el maiz. “Ya sd”. ,itamoi; tener los ojo3 máh grandes”, dicen los anamitas, “ni rnáh
decía el de la pata: “el elefante cs alto y redondo, como una juntos a la nariz?: con estos ojos de almendra que tenemos, hemos
torre que ‘;e mueve.” “;No es verdad!“, decia el de la trompa: “el fabricado cl Gran Buda de Hanoi, el dios de bronce, con cara
elefante es largo, y acaba en pico, como IIG embudo de carne.” rlue parece viva. y alto como una torre; hemos levantado la pa-
“;Falso y muy falso”, decía el de la cola: “el elefante es como un goda dc Angkor, en un bosque de palmas, con corredores de a do>
badajo de campana!” “Todos se equivocan, todos; el elefante es Icguaa, y lagos CII los patios, y una casa de la pagoda para cada
de figura de anillo, y no se mueve”, decía el del asa de la fuente. tlios, y mil quinientas columnas, y calles de estatuas; hemos hc-
Y así son los hombres, que cada uno cree que sólo lo que él pien- cho, en el camino de Saigtin a Cholen, la pagoda dondr duermen,
sa y ve es la verdad, y dice en verso y en prosa que no se debe bajo una corona de torres caladas, los poetas que cantaron el
creer sino Ic que él cree, lo mismo que los cuatro ciegos del ele- patriotismo y cl amor, los santos que vivieron entre los hombres
fante, cuando lo que se ha de hacer es estudiar con cariño lo que con bondad y pureza, los héroes que pelearon por libertarnos de
los hombres han pensado y hecho, y eso da un gusto grande, que es los cambodios, de los siameses y de los chinos: y nada SC parece
ver que todos los hombres tienen las mismas penas, y la his- [anto a la luz COIIIO los colores de nuestras túnicas dc seda. Usamos
toria igual, y el mismo amor, y que el mundo es un templo her- moño, y sombrero de pico, y calzones anchos, y blusón de color,
moso, donde caben en paz los hombres todos de la tierra, porque y somos amarillos, chatos, canijos y feos; pero trabajamos a la
todos han querido conocer la verdad, y han escrito en sus libros \cz el bronce y la seda: y cuando los franceses nos han venido
que es útil ser bueno, y han padecido y peleado por ser libres, a qllitar nuestro Hanoi, nuestro Hue, nuestras ciudades de pala-
libres en su tierra, libres en el pensamiento. cios de madera, nuestros puertos llenos de casas de bambú y de
También, y tanto como los más bravos, pelearon, y volver5n a barcos de junco, nuestros almacenes de pescado y arroz, todavía.
pelear, los pobres anamitas, los que viven de pescado y arroz y se l*on estos ojos de almendra, hemos sabido morir, miles sobre miles.
visten de seda, allá lejos, en Asia, por la orilla del mar, debajo de para cerrarles el camino: Ahora son nuestros amos; pero mañana
China. No nos parecen de cuerpo hermoso, ni nosotros les parece, ;qaikn sabe!”
mos hermosos a ellos; ellos dicen que es un pecado cortarse el 1’ he pasean callados, a pabo igual y triste, sin sorprenderse
pelo, porque la naturaleza nos dio pelo largo, y es un presumido dc nada, aprendiendo lo que no saben, con las manos cn los
el que se crea mas sabio que la naturaleza, así que llevan el pelo bolsillos de la blusa: de la blusa azul, sujeta al cuello con un
en moño, lo mismo que las mujeres: ellos dicen que el sombrero botcin de cristal amarillo: y por zapato llevan una suela de cor-
es para que dé sombra, a no ser que se le lleve como señal de dón atada al tobillo con cintas. Ese es el traje del pescador; del
mando en la casa del gobernador, que entonces puede ser cas- que fabrica las casas de caña, con cl techo de paja de arroz: del ma-
quete sin alas: dc modo que el sombrero anamita es como un rino ligero, CII su barca de dos puntas; del ebanista. que maneja
cúcurucho, con el pico arriba, y la boca muy ancha: ellos dicen la herramienta con los pies y las manos, y embute los adornos
que en su tierra caliente se ha de vestir suelto y ligero, de modo que tlc nácar en las camas y sillas de madera preciosa; del tejedor.
llegue al cuerpo el aire, y no tener al cuerpo preso entre lanas que con los hilos dc plata y de oro borda pájaros de tres cabezas,
y casimires, que se beben los rayos del sol, y sofocan y arden: y iconos con picos y alas. y cigüeñas con ojos de hombre, y dioses
ellos dicen que el hombre no necesita ser de espaldas fuertes, rlc mil brazos: ese es el traje del pobre cargador, que se muere
porque los cambodios son más altos y robustos que los anamitas, jovw del cansancio de halar la djirincka, que es el coche de dos
pero en la guerra los anamitas han vencido siempre a sus veci- ruedas, dc que va halando el anamita pobre: trota, trota como un
nos los cambodios; y que la mirada no debe ser azul, porque el caballo: ~nás que cl caballo anda, y más aprisa: iy dentro, sin
azul engaña y abandona, como la nube del cielo y el agua del pena y sin vergüenza, va un hombre sentado!: como los caballos se
mar; y que el color no debe ser blanco, porque la tierra, que da mueren despues, del mal de correr, los pobres cargadores. Y de
todas las hermosuras, nc es blanca, sino de los colores de bronce beber clarete y borgoña, y del mucho comer, se mueren, colorados
de los anamitas; y que los hombres no deben llevar barba, que ! gordos. los que se dejan halar cn la djirincka, echándose aire
es cosa de fieras: aunque los franceses, que son ahora los Bmos con cl abanico; los militares ingleses. los empleados franceses. 105
de Anam, responden que esto de la barba no es más que envidia, ~x)nwrciantc~ chinos.
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 343
342 José Marti

de Anam era como echarlo de China; pero el francés es de otro


<Y ese pueblo de hombres trotones es el que levantó las pago- mundo, que sabe más de guerras y de modos de matar; y pueblo
das de tres pisos, con lagos en los patios, y casas para cada dios, a pueblo, con la sangre a la cintura, le ha ido quitando el país
y calles de estatuas; el que fabricó leones de porcelana y gigantes a los anamitas.
de bronce; el que tejió la seda con tanto color que centellea al
sol, como una capa de brillantes? A eso llegan los pueblos que Los anamitas se pasean, callados, a paso igual y triste, con
se cansan de defenderse: a halar como las bestias del carro de las manos en los bolsillos de la blusa azul. Trabajan. Parecen
plateros finos en todo lo que hacen, en la madera, en el nácar,
sus amos: y el amo va en el carro, colorado y gordo. Los anamitas
están ahora cansados. A los pueblos pequeños les cuesta mucho en la armeria, en los tejidos, en las pinturas, en los bordados, en
trabajo vivir. El pueblo anamita se ha estado siempre defendiendo. los arados. No aran con caballo ni con buey, sino con búfalo. La
Los vecinos fuertes, el chino y el siamés, los han querido con- tela de los vestidos la pintan a mano. Con los cuchillos de tallar
quistar. Para defenderse del siamés, entró en amistades con el labran en la madera dura pueblos enteros, con !a casa al fondo,
chino, que le dijo muchos amores, y lo recibió con procesiones y y los barcos navegando en el río, y la gente a miles en los bar-
fuegos y fiestas en los ríos, y le llamó “querido hermano”. Pero cos, y árboles, y faroles, y puentes, y botes de pescadores, todo
luego que entró en la tierra de Anam, lo quiso mandar como due- tan menudo como si lo hubieran hecho con la uña. La casa es como
para enanos, y tan bien hecha que parece casa de juguete, toda
ño, hace como dos mil años: iy dos mil años hace que los anamitas hecha de piezas. Las paredes, las pintan: los techos, que son de
se están defendiendo de los chinos! Y con los franceses les sucedió
madera, los tallan con mucha labor, como las paredes de afuera:
así también, porque con esos modos de mando que tienen los por todos los rincones hay vasos de porcelana, y los grifos de
reyes no llegan nunca los pueblos a crecer, y más allá, que es bronce con las alas abiertas, y pantallas de seda bordada, con
como en China, donde dicen que el rey es hijo del cielo, y creen marcos de bambú. No hay casa sin su ataúd, que es allá un mue-
pecado mirarlo cara a cara, aunque los reyes saben que són. hom- ble de lujo, con los adornos de nácar: los hijos buenos le dan
bres como los demás, y pelean unos contra otros para tener más al padre como regalo un ataúd lujoso, y la muerte es allá como
pueblos y riquezas: y los hombres mueren sin saber por qué, de- una fiesta, con su música de ruido y sus cantares de pagoda: no
fendiendo a un rey o a otro. En una de esas peleas de reyes an- les parece que la vida es propiedad del hombre, sino préstamo
daba por Anam un obispo francés, que hizo creer al rey vencido que le hizo la naturaleza, y morir no es más que volver a la natu-
que Luis XVI de Francia le daría con qué pelear contra el que raleza de donde se vino, y en la que todo es como hermano del
le quitó el mando al de Anam: y el obispo se fue a Francia con el hombre; por lo que suele el que muere decir en su testamento que
hijo del rey, y luego vino solo, porque con la revolución que había pongan un brazo o una pierna suya adonde lo puedan pecar ‘os
en París no lo podia Luis XVI ayudar; juntó a los franceses que pájaros, y devorarlo las fieras, y deshacerlo los ammales invtsl-
habia por la India de Asia: entró en Anam; quitó el poder al rey bles que vuelan en el viento. Desde que vtven en la esclavitud,
nuevo; puso al rey de antes a mandar. Pero quien mandaba de van mucho los anamitas a sus pagodas, porque allí les hablan
veras eran los franceses, que querían para ellos todo lo del país, los sacerdotes de los santos del país, que no son los santos de los
y quitaban lo de Anam para poner lo suyo, hasta que Anam vio franceses: van mucho a los teatros, donde no les cuentan cosas de
que aquel amigo de afuera era peligroso, y valía más estar sin reír, sino la historia de sus generales y de sus reyes: ellos oyen,
el amigo, y lo echó de una pelea de la tierra. que todavía sabía encuclillados, callados, la historia de las batallas.
pelear: sólo que los franceses vinieron luego con mucha fuerza, Por dentro es la pagoda como una cinceladura, con encajes
y con cañones en sus barcos de combate, y el anamita no se pudo de madera pintada de colores alrededor de los altares; y en las
defender en el mar con sus barcos de junco, que no tenían caño- columnas sus mandamientos y sus bendiciones en letras plateadas
nes; ni pudo mantener sus ciudades, porque con lanzas no se y doradas; y los santos de oro, familias enteras de santos, en el
puede pelear contra balas; y por Saigón, que fue por donde entró altar tallado. Delante van y vienen los sacerdotes, con sus manteos
el francés, hay poca piedra con que fabricar murallas; ni esta- de tisú precioso, o de seda verde y azul, y el bonete de tejido de
ba el anamita acostumbrado a ese otro modo de pelear, sino a sus oro, uno con la flor del loto, que es la flor de su dios, por 10
guerras de hombre a hombre, con espada y lanza, pecho a pecho hermosa y lo pura, y otro cargándole el manteo al de la flor, y
los hombres y los caballos. Pueblo a pueblo se ha estado ’ defen- otros cantando: detrtis van los encapuchados, que son sacerdotes
diendo un siglo entero del francés, huyéndole unas veces, otras en el
menores con músicas y banderines, coreando la oración:
cayéndole encima, con todo el empuje de los caballos, y despe- altar con sus mitras brillantes, ven la fiesta los dioses sentados.
dazándole el ejército: China le mandó sus jinetes de pelea, porque Buda es su gran dios que no fue dios cuando vivió de veras, sino
tampoco quieren los chinos al extranjero en su tierra. y echarlo
un principe bueno, tan fuerte de cwrpo que mano a mano cchdba
por tierra a leones jóvenes. y tan hermoso que lo quería como a otros y guardar rencor, ni se ha de dudar de la armonia del mundo
SII corazón el que lo \.eia una \.t‘z. vd dc tanto pen;amicnto que o ignorar nada de él o mortificarse con la ofensa y la envidia.
no podían los doctores discutir con CI, porque de nirio $abia m:is ni se ha de reposar hasta que el alma sea como una luz de aurora,
que los doctores más sabios y viejoc; 1’ luego se cak. )I quería que llena de claridad y hermosura al mundo, y llore y parezca por
mucho a su mujer y a su hijo; pero una tarde qlle salio en su todo lo triste que hay en él, y se vea como médico y padre de to-
carro de perlas y plata a pasear. \.io a un \,iejo pobre. \.tbs;tido de dos los que tienen razón de dolor: es como \:ivir en un azul que no
harapos, y volvió del paseo triste: 1 otra tarde vio a un mori- se acaba, con un gusto tan puro que debe ser lo que se llama
bundo, y no quiso pasear más: v otra tarde vio a un muerto v su gloria, y con los brazos siempre abiertos. Así vivió Buda con su
tristeza fue ya mucha: y otra vio a un monje que pedía limi<nas. mujer y con su hijo, luego que volvió del monte. Después sus
1’ el coraz0n le dijo que no debía andar en carro de plata y de discípulos, que eran muchos, empezaron a vivir de lo que la gente
perlas, sino pensar en la vida, que tenía tantas penas. y vi\.ir les daba, porque les hablasen de las verdades de Buda y de sus
solo, donde se pudiera pensar. y pedir limosna para los infelices, hazañas cuando era príncipe, y de cómo vivió en el monte; y el
como el monje. Tres veces le dio en su palacio la vuelta a la rey vio que en el nombre de Buda había poder, porque la gente
cama de su mujer y de su hijo. como si fuera un altar, y sol!ozó: miraba todo lo de Buda como cosa del cielo, tan hermoso que no
y sintió como que el corazón w Ic moría en el pecho. Pero se fuc, podia ser hombre el que vivió y habló así. Mandó el rey juntar
cn lo oscuro de la noche, al nlon~c, a pensar en la vida, que tenía a los discípulos, para que pusiesen en libros la historia y los
tanta fjena, a vivir sin deseos Y 3111 mancha, a decir sus pensa- sermones y los consejos de Buda; y puso a los discípulos a suel-
mientos a los que SC los qucriarl oir. a pedir limosna para los do, para que el pueblo viese juntos el poder del rey y el del cíelo,
pobres como el monje. Y no comía m;i> que lo que un pájaro: y de donde creía el pueblo que había venido al mundo Buda. Hubo
no bebia, 111ás que para no morirw de >c,d. p no dormía, sino so- unos discípulos que hicieron lo que el rey quería, y salieron con
bre la tierra de su cabana: y I!(I andaba. sino con los pies des- el ejército del rey a quitarles a los países de los alrededores la
calzos. \r’ cuando el demonio JIara le \.enía a hablar de la her- libertad, con el pretexto de que les iban a enseñar las verdades
mosura de SII mujer. y de la‘; gracia\ (1~ 5;II niño. y de la riqueza de Buda, que habían venido del cielo: y hubo otros que dijeron
de su palacio, y de la arrogancia de mandar en su pueblo como que eso era engaño de los discípulos y robo del rey, y que la li-
rey, 61 llamaba a sus discipttlos. para consagrarse otra vez ante bertad de un pueblo pequeño es más necesaria al mundo que el
ellos a la virtud: y cl demonio ‘lara tluía espantado. Esas son poder de un rey ambicioso, y la mentira de los sacerbqtes que
cosas que los hombreì; sueñan, K Ilanlan dcrnonios a los consejos sirven al rey por su dinero, y que si Buda hubiera vlvldo! ha-
malos que vienen del lado feo dtbl corazón: ~010 que como el hom- bía dicho la verdad, que él no vino del cielo sino como wenen
bre se ve con cuerpo y nombre. ponc no~nbrc~ y cuerpo, como si los hombres todos, que traen el cielo en si mismos, y lo ven,
fuesen personas, a todos lw podc~rc‘: \’ ilwrzri‘ ql~c imagina: iv como se ve el sol, cuando, por el cariño a los hombres y la
ese es poder de veras, el qtir \.ierie tl(: . t(J ico dcl corazGn, dice a-l honradez, llegan a ser como si no fuesen de carne y de hueso,
hombre que viva para sus gu‘;lor; mcis rt11tt para sus deberes sino de claridad, y al malo le tienen compasión, como a un en-
cuando la verdad es que no hay ~LIY~O rr~;iyo~. IIO hay &tiCia rtlás fermo a quien se ha de curar, y al bueno le dan fuefzas para que
grande, que la vida de un hombre q~rc CIIIII/I~~~ con ì;u deber, QII~ no se canse de animar y de servir al mundo: jese SI que es cielo,
está lleno alrededor de espinas!: r.I)t’rcj (III<, ~5 más bello. ni da y gusto divino! Pero los discipulos que estaban con el rey pu-
m5s aromas que una rosa ? Del IW~II~~~ \o¡\¡c’I Buda, porque pensO, dieron más; y el rey les mandó hacer pagodas de muchas torres,
después de mucho pensar, que con vi\.ir Y¡II <wnlcr v beber no sc donde ponían a Buda de dios en el altar, y los discípulos se man-
hacía bien a los hombres, ni con tlorlllir VII ct burlo,’ ni con andar daron hacer túnicas de seda y mantos con mucho oro y bonetes
descalzo, sino que estaba la ~;al\~acir~n VII co~:occr las crlatro ver- de picos, y a los discípulos más famosos los fueron enterrando
dades, que dicen que la vida es !oda de dolor, y que cl dolor en las pagodas, con sus estatuas sobre la sepultura, y les ericen
viene de desear, y que para vivir sin dolor ct; nect<ario \.ivir sitl dian luces de día y de noche, y la gente iba a arrodillarse delante
deseo, y que el dulce nirvana, que es la herino5ura Como dc luz de ellos, para que les consolaran las penas que da el mundo, y
que Ic da al alma el desinterks. no SC logra viviendo, como loco les dieran lo que deseaban tener en la tierra, y los recomendaran
o glotón. para los gustos de lo material, v para amontonar a fuerza a Buda en la hora de morir. Miles de años han pasado, y hay
de odio y humillaciones el mando v la -fortuna, sino eutendierldo mi!es de pagodas. Alli van los anamitas tristes, que ya no en-
qrlc no sc’ ha (Ie vivir para la \.ancdad. ni SC ha de qlrcrer lo dc cuentran en la tierra ayuda, y la \ran a pedir a lo desconocido del
CiClO.
346 losé Marti

Y al teatro van para que no se les acabe la fuerza del corazón. que no conoce sus tonos no oye más que los tamborazos y la
iEn el teatro no hay franceses! En el teatro les cuentan los cómi- algarabía; y así sucede en los teatros de Anam que a un europeo
cos las historias de cuando Anam era país grande, y de tanta le da dolor de cabeza, y le parece odiosa, la música que al anamita
riqueza que los vecinos lo querían conquistar; pero había muchos que está junto a él le hace reír de gusto, o llorar de la pena, segun
reyes, y cada rey quería las tierras de los otros, así que en las estén los músicos contando la historia del letrado pobre que a
peleas se gastó el país, y los de afuera, los chinos, los de Siam, fuerza de ingenio se fue burlando de los consejeros del rey, hasta
los franceses, se junlaban con el caído para quitar el mando al que el consejero llegó a ser el pobre,-o la otra historia triste
vencedor, y luego se quedaban de amos, y tenían en odio a los del príncipe que se arrepintió de haber llamado al extranjero a
partidos de la pelea, para que no se juntasen contra el de afuera, mandar en su pais, y se dejó morir de hambre a los pies de Buda
como se debían juntar, y lo echaran por entrometido y alevoso, cuando no habia remedio ya, y habían entrado a miles en la tierra
que viene como amigo, vestido de paloma, y en cuanto se ve en cobarde los extranjeros ambiciosos, y mandaban en el oro y las
el país se quita las plumas, y se le ve como es, tigre ladrón. En fábricas de seda, y en el reparto de las tierras, y en el tribunal
Anam el teatro no es de lo que sucede ahora, sino la historia del de la justicia los extranjeros, y los hijos mismos de la tierra
pais; y la guerra que el bravo An-Yang le ganó al chino Chau-Tu; ayudaban al extranjero a maltratar al que defendia con el cora-
y los combates de fas dos mujeres, Cheng Tseh y Cheng Urh, que zón la libertad de la tierra: la música entonces toca bajo y despa-
se vistieron de guerreras, y montaron a caballo, y fueron de ge- cio, y como si llorase, y como SI* se escondiese debajo de la tierra:
nerales de la gente de Anam, y echaron de sus trincheras a los y los actores, como si pasase un entierro, se cubren con las man-
chinos; y las guerras de los reyes, cuando el hermano del rey gas del traje las caras. Y así es la música de sus dramas de his-
muerto queria mandar en Anam, en lugar de su sobrino, o venía
el rey de lejos a quitarle la tierra al rey Hue. Los anamitas, en- toria, y de los de pelea, y de los de casamiento, mientras los ac-
cuclillados, oyen la historia, que no cuentan los cómicos hablando tores gritan y andan delante de los musicos en el escenario, y
o cantando, como en los dramas o en las óperas, sino con una los generales se echan por la tierra, para figurar que están muer-
música de mucho ruido que no deja oír lo que dicen los cómicos, tos, o pasan la pierna derecha poi sobre la espalda de una silla,
que vienen vestidos con túnicas muy ricas, bordadas de flores para decir que van a montar a caballo, o entran por entre unas
y pájaros que nunca se han visto, con cascos de oro muy labrados cortinas el novio y la princesa, para que se sepa que se acaban
en la cabeza, y alas en la cintura, cuando son generales, y dos de casar. Porque el teatro es un salón abierto, sin las bambalmas
plumas muy largas en el casco, si son príncipes: y si son gente ni bastidores, y sin aparatos ni pinturas: sino que cuando la es-
así, de mucho poder, no se sientan en las sillas de siempre, sino cena va a cambiar, sale un regidor de blusa y turbante, y se 10
en sillas muy altas. Y cuentan, *y pelean, y saludan, y conversan, dice al público, o pone una mesa, *que quiere decir banquete, o
y hacen que toman té, y entran por la puerta de la derecha, y cuelga una lanza al fondo, que quiere dectr batalla, o sopla el
salen por la puerta de la izquierda: y la música toca sin parar, alcohol que trae en la boca sobre una antorcha encendida, lo que
con sus platillos y su timbalón y su clarín y su violinete; y es quiere decir que hay incendio. Y este de la blusa, que anda PO-
un tocar extraño, que parece de aullidos y de gritos sin arreglo niendo y quitando, sale y entra entre los que hacen de príncipes
y sin orden, pero se ve que tiene un tono triste cuando se habla de seda y generales de oro, de mil años atrás, cuando los parien-
de muerte, y otro como de ataque cuando viene un rey de ganar tes del príncipe Ly-Tieng-Voung querían darle a beber una taza
una batalla, y otro como de procesión de mucha alegría cuan- de té envenenado. Allí adentro, en lo que no se ve del teatro, hay
do se casa la princesa, y otro como de truenos y de ruido cuando como un mostrador, con cajas de pintarse y espejos en la pared,
entra, con su barba blanca, el gran sacerdote: y cada tono lo ador- y un rosario de barbas, de donde el que hace de loco toma la
nan los músicos como les parece bien, inventando el acompaña- amarilla, y la colorada el que hace de fiero, y la negra el que
miento según lo van tocando, de modo que parece que es música hace de rey hermoso, y el que hace de viejo toma la barba blanca.
sin regla, aunque si se pone bien el oído se ve que la regla de Y se pinta la cara el que hace de gobernador, de colorado y de
ellos es dejarle la idea libre al que toca, para que se entusiasme negro. Por encima de todo, en lo más alto de la pared, hay una
de veras con los pensamientos del drama, y ponga en la música estatua de Buda. Al salir del teatro, los anamitas van hablando
ia alegría, 0 la pena, 0 la poesía, 0 la furia que sienta en el co- mucho, como enojados, como si quisieran echar a correr, y parece
razón, sin olvidarse del tono de la música vieja, que todos los que quieren convencer a sus amigos cobardes, y que los amena-
de la orquesta tienen que saber, para que haya una guia en medio zan. De la pagoda salen callados, con la cabeza baja, con las
del desorden de su invención, que es mucho de veras, porque el manos en los bolsillos de la blusa azul. Y si un francés les pre-
348 /tiw .tfartl

gunta algo en el camino, le dicen en su lengua: “No sé.” Y si un


anamita les habla de algo en secreto, le dicen: “iQuién sabe!”

0. c., 1. 18, p. 459-470

La muñeca negra

De puntillas, de puntillas, para no despertar a Piedad, entran


en el cuarto de dormir el padre y la madre. Vienen riéndose, como
dos muchachones. Vienen de fa mano, como dos muchachos. El
padre viene detrás, como si fuera a tropezar con todo. La madre
no tropieza; porque conoce ei camino. iTrabaja mucho el padre,
para comprar todo lo de la casa, y no puede ver a su hija cuando
quiere! iA veces, allá en el trabajo, se ríe solo, o se pone de re-
pente como triste, 0 se le ve en la cara como una luz: y es que
está pensando en su hija: se le cae la pluma de la mano cuando
piensa así, pero enseguida empieza a escribir, y escribe tan de
prisa, tan de prisa, que es como si la pluma fuera volando. Y le
hace muchos rasgos a la letra, y las oes le salen grandes como
un sol, y las ges largas como un sabie, y las eles están debajo
de la línea, como si se fueran a clavar en el papel, y las eses
caen al fin de la palabra, como una hoja de palma; itiene que
ver lo que escribe el padre cuando ha pensado mucho en fa niña!
El dice que siempre que le llega por la ventana el olor de las
flores del jardín, piensa en ella. 0 a veces, cuando está trabajando
cosas de números, o poniendo un libro sueco en español, la ve
venir, venir despacio, como en una nube, y se le sienta al lado.
le quita la pluma, para que repose un poco, lc da un beso en la
frente, le tira de la barba rubia, le esconde el tintero: es sueño
no más, no más que sueño, como esos que se tienen sin dormir,
en que ve uno vestidos muy bonitos, o un caballo vivo de cola
muy larga, o un cochecito con cuatro chivos blancos, o una sor-
tija con la piedra azul: sueño es no más, pero dice el padre que
es como si lo hubiera visto, y que después tiene más fuerza y es-
cribe mejor. Y la niña se va, se va despacio por el aire, que parece
de luz todo: se va como una nube.
Hoy el padre no trabajó mucho, porque tuvo que ir a una
tienda: ia qué iría el padre a una tienda?: y dicen que PO: la puer-
ta de atrás entró una caja grande: tqué vendrá en la caja?: ia
saber lo que vendrá!: mañana hace ocho arios que nació Piedad.
La criada fue al jardín. y SC pincho cl dedo por cierto. por querer
350 José Marti
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 351
coger, para un ramo que hizo, una flor muy hermosa. La madre
a todo dice que si, y se puso el vestido nuevo, y le abrió la jaula y la cuna, con su muñequita de trapo, tapada hasta la nariz, y el
al canario. El cocinero está haciendo un pastel, y recortando en mosquitero encima: la mesa del tocador es una cajita de cartón
figura de flores los nabos y las zanahorias, y le devolvió a la castaño, y el espejo es de los buenos, de los que vende la señora
lavandera el gorro, porque tenía una mancha que no se veía ape- pobre de la dulcería, a dos por un centavo. La sala está en lo
nas, pero, “hoy, hoy, señora lavandera, el gorro ha de estar sin de delante del velador, y tiene en medio una mesa, con el pie
mancha!” Piedad no sabía, no sabía. Ella sí vio que la casa es- hecho de un carretel de hilo, y lo de arriba de una concha de
taba como el primer día de sol, cuando se va ya la nieve, y les nácar, con una jarra mexicana en medio, de las que traen los
salen las hojas a los árboles. Todos sus juguetes se los dieron muñecos aguadores de México: y alrededor unos papelitos dobla-
aquella noche, todos. Y el padre llegó muy temprano del trabajo, dos, que son los libros. El piano es de madera, con las teclas pm-
a tiempo de ver a su hija dormida. La madre lo abrazó cuando tadas; y no tiene banqueta de tornillo, que eso es poco IUJO, smo
10 vio entrar: iy lo abrazó de veras! Mañana cumple Piedad ocho una de espaldar, hecha de la caja de una sortija, con lo de abajo
años. forrado en azul; y la tapa cosida por un lado, para la espalda, y
forrada de rosa; y encima un encaje. Hay visitas, por supuesto,
y son de pelo de veras, con ropones de seda lila de cuartos blancos, y
El cuarto está a media luz, una luz como la de las estrellas, zapatos dorados: y se sientan sin doblarse, con los pies en el asiento:
que viene de la lámpara de velar, con su bombillo de color de y la señora mayor, la que trae gorra color de oro, y está en el sofá,
ópalo. Pero se ve, hundida en la almohada, la cabecita rubia. tiene su levantapiés, porque del sofá se resbala; y el levantapiés
Por fa ventana entra la brisa, y parece que juegan, las mariposas es una cajita de paja japonesa, puesta boca abajo: en un sillón
que no se ven, con el cabello dorado. Le da en el cabello la luz. blanco están sentadas juntas, con los brazos muy tiesos, dos her-
Y la madre y el padre vienen andando, de puntillas. IA1 suelo, el manas de loza. Hay un cuadro en la sala, que tiene detrás, para
tocador de jugar! IEste padre ciego, que tropieza con todo! Pero que no se caiga, un pomo de olor: y es una niña de sombrero
la niña no se ha despertado. La luz le da en la mano ahora; colorado, que trae en los brazos un cordero. En el pilar de la
parece una rosa la mano. A la cama no se puede llegar; porque cama, del lado del velador, está una medalla de bronce, de una
están alrededor todos los juguetes, en mesas y sillas. En una silla fiesta que hubo, con las cintas francesas: en su gran moña de
está el baúl que le mandó en pascuas la abuela, Ile& de almen- los tres colores está adornando la sala el medallón, con el retrato
dras y de mazapanes; boca abajo está el baúl, como si lo hubieran de un francés muy hermoso, que vino de Francia a pelear porque
sacudido, a ver si caía alguna almendra de un rincón, o si andaban los hombres fueran libres, y otro retrato del que inventó el pa-
escondidas por la cerradura algunas migajas de mazapán; leso rarrayos, con la cara de abuelo que tenía cuando pasó el mar
es, de seguro, que las muñecas tenían hambre! En otra silla está para pedir a los reyes de Europa que lo ayudaran a hacer libre
la loza, mucha loza y muy fina, y en cada plato una fruta pintada: su tierra: esa es la sala, y el gran juego de Piedad. Y en la al-
un plato tiene una cereza, y otro un higo, y otro una uva: da en mohada, durmiendo en su brazo, y con la boca desteñida de los
el plato ahora la luz, en el plato del higo, y se ven como chispas besos, está su muñeca negra.
de estrella: ¿cómo habrá venido esta estrella a los platos?: “iEs
azúcar!” dice el pícaro padre: “IEso es, de seguro!“: dice la ma-
dre, “eso es que estuvieron las muñecas golosas comiéndose el Los pájaros del jardin la despertaron por la mañanita. Parece
azúcar!” El costurero está en otra silla, y muy abierto, como de que se saludan los pájaros, y la convidan a volar. Un pãjaro
quien ha trabajado de verdad; el dedal está machucado ide tanto llama, y otro pájaro responde. En la casa hay algo, porque los
coser!: cortó la modista mucho, porque del calicó que le dio la pájaros se ponen así cuando el cocinero anda por la cocina sa-
madre no queda más que un redondel con el borde de picos, y el liendo y entrando, con el delantal volándole por las piernas, y la
suelo está por ahí lleno de recortes, que le salieron mal a la mo- olla de plata en las dos manos, oliendo a leche quemada y a vino
dista, y allí está la chambra empezada a coser, con la aguja cla- dulce. En la casa hay algo: porque si no, ipara qué está ahí, al pie
vada, junto a una gota de sangre. Pero la sala, y el gran juego, de la cama, su vestídito nuevo, el vestidito color de perla, y la
está en el velador, al lado de la cama. El rincón, allá contra la cinta lila que compraron ayer, y las medias de encaje? “Yo te digo,
pared, es el cuarto de dormir de las muñequitas de loza, con su Leonor, que aquí pasa algo. Dímelo tú, Leonor, tú que estuviste
cama de la madre, de colcha de flores, y al lado una muñeca ayer en el cuarto de mamá, cuando yo fui a paseo. iMamá
de traje rosado, en una silla roja: el tocador está entr- la cama mala, que no te dejó ir conmigo, porque dice que te he pues-
to muy fea con tantos besos, y que no tienes pelo, porque te
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 353

he peinado mucho: La verdad, Leonor: tú no tienes mucho pelo; el pecho de su padre bueno. Y en mucho, mucho tiempo, no la
pero yo te quiero así, sin pelo, Leonor: tus ojos son los que quiero levantó. aunque ide veras! le picaba la barba.
yo, porque con los ojos me dices que me quieres: te quiero mucho,
porque no te quieren: ia ver: Isentada aquí en mis rodillas, que
te quiero peinar!: las niñas buenas se peinan en cuanto se levan- Hubo paseo por el jardin, y almuerzo con un vino de espuma
tan: ia ver, los zapatos. que esc lazo no está bien hecho!: y los debajo de la parra, y el padre estaba muy conversador, cogiéndole
dientes: déjame ver los dientes: las uñas: ileonor, esas uñas no a cada momento la mano a su mamá, y la madre estaba como
están limpias! Vamos, Leonor, dime la verdad: oye, oye a los más alta, y hablaba poco, y era como música todo lo que hablaba.
pájaros que parece que tienen baile: dime, Leonor, ique pasa en Piedad le llevó al cocinero una dalia roja, y se la prendió en el
esta casa?” Y a Piedad se le cayó el peine de la mano, cuando pecho del delantal: y a la lavandera le hizo una corona de cla-
le tenía ya una trenza hecha a Leonor; y la otra estaba toda veles: y a la criada le llenó los bolsillos de flores de naranjo, y
alborotada. Lo que pasaba, allí lo veía ella. Por la puerta venía le puso en el pelo una flor, con sus dos hojas verdes. Y luego,
la procesión. La primera era la criada, con el delantal de rizos con mucho cuidado, hizo un ramo de nomeolvides. “(Para quién
de los días de fiesta, y la cofia de servir la mesa en los días de es ese ramo, Piedad?” “No sé, no sé para quién es: iquién sabe
visita: traía el chocolate, el chocolate con crema, lo mismo que si es para alguien!” Y lo puso a la orilla de la acequia, donde
el día de año nuevo, y los panes dulces en una cesta de plata: corría como un cristal el agua. Un secreto le dijo a su madre,
luego venía la madre, con un ramo de flores blancas y azules: ini y luego le dijo: “iDéjame ir!” Pero le dijo “caprichosa” su ma-
una flor colorada en el ramo, ni una flor amarilla!: y luego venía dre: “iy tu muñeca de seda, no te gusta? mírale la cara, que es
la lavandera, con el gorro blanco que el cocinero no se quiso muy linda: y no le has visto los ojos azules”. Piedad sí se los
poner, y un estandarte que el cocinero le hizo, con un diario y había visto; y la tuvo sentada en la mesa después de comer, mi-
un bastón: y decía en el estandarte, debajo de una corona de rándola sin reírse; y la estuvo enseñando a andar en el jardín.
pensamientos: “iHoy cumple Piedad ocho aiíos!” Y la besaron Los ojos era lo que le miraba ella: y le tocaba en el lado del
y la vistieron con el traje color de perla, y la llevaron, con ei corazón: “iPero, mufieca, háblame, háblame!” Y la muñeca de seda
estandarte detrás, a la sala de los libros de su padre, que tenía no le hablaba. “eConque no te ha gustado la muñeca que te com-
muy peinada su barba rubia, como sí se la hubieran peinado muy pré, con sus medias de encaje y su cara de porcelana y su pelo
despacio, y redondeándole las puntas, y poniendo cada hebra en fino?” “Sí, mí papá, si me ha gustado mucho. Vamos, señora mu-
su lugar. A cada momento se asomaba a la puerta, a ver sí Piedad i?eca, vamos a pasear. Usted querrá coches, y lacayos, y querrá
venía: escribía, y se ponia a silbar: abría un libro, y se quedaba dulce de castafias, señora muReca. Vamos, vamos a pasear.” Pero
mirando a un retrato, a un retrato que tenía siempre en su mesa, en cuanto estuvo Piedad donde no la veían, dejó a la muñeca en
y era como Piedad, una Piedad de vestido largo. Y cuando oyó un tronco, de cara contra el árbol. Y se sentó sola, a pensar, sin
ruido de pasos, y un vocerrón que venía tocando música en un levantar la cabeza, con la cara entre las dos manecitas. De pronto
cucurucho de papel, iquién sabe lo que sacó de una caja grande?: echó a correr, de miedo de que se hubiese llevado el agua el ramo
y se fue a la puerta con una mano en la espalda: y con el otro brazo de nomeolvides.
cargó a su hija. Luego dijo que sintió como que en el pecho se
le abría una flor, y como que se le encendía en la cabeza un
palacio, con colgaduras azules de flecos de oro, y mucha gente -“Pero, criada, llévame pronto!“-“iPiedad, qué es eso de cria-
con alas: luego dijo todo eso, pero entonces, nada se le oyó decir. da? *iTú nunca le dices criada así, como para ofenderla!“-“No,
Hasta que Piedad dio un salto en sus brazos, y se le quiso subir mamá, no: cs que tengo mucho sueño: estoy muerta de sueño.
por el hombro, porque en un espejo había visto lo que llevaba en Mira: me parece que es un monte la barba de papá y el pastel
la otra mano el padre. “iEs como el sol el pelo, mamá, lo mismo de la mesa me da vueltas, vueltas alrededor, y se están riendo de
que el sol! iya la vi, ya la vi, tiene ei vestido rosado! idile que mí las banderitas: y me parece que están bailando en el aire las
me la dé, mamá: si es de peto verde, de peto de terciopelo! icomo flores de zanahoria: estoy muerta de sueno: iadiós, mi madre!:
las mías son las medias, de encaje, como las mías!” Y el padre mañana me levanto muy tempranito: tú, papá, me despiertas antes
se sentó con ella en el sillón, y le puso en los brazos la muñeca de salir: yo te quiero ver siempre antes de que te vayas a tra-
de seda y porcelana. Echó a correr Piedad, como si buscase a al- bajar: ioh, las zanahorias! jestoy muerta de sueño.! iAy, mamá,
guien. “¿Y yo me quedo hoy en casa por mi niña” no me mates el ramo! jmira, ya me mataste mi flor!“--“&onque
le dijo su se enoja mi hija porque le doy un abrazo?“-“iPégame, mi mamá!
padre, “y mi niña me deja solo?” Ella escondí0 la cabccita en
‘, pégame tú! es que tengo mucho sueño.” Y Piedad salió
dryaa sala de los libros, con la criada que le llevaba la muñeca de
seda. “;Qué de prisa va la niña, que se va a caer! CQuién espera
a la niña?“-“iQuién sabe quién me espera!” Y no habló con la
criada: no le dijo que le contase el cuento de la niña jorobadita
que se volvió una flor: un juguete no más le pidió, y lo PUSO
a los pies de la cama y le acarició a la criada la mano, y se
quedó dormida. Encendió la criada la lámpara de velar, con su
bombillo de ópalo: salió de puntillas: cerró la puerta con mucho
cuidado. Y en cuanto estuvo cerrada la puerta, relucieron dos
ojitos en el borde de la sábana: se alzó de repente la cubierta
rubia: de rodillas en la cama, le dio toda la luz a la lámpara
de velar: y se echó sobre el juguete que puso a los pies, sobre Cuentos de elefantes
la muñeca negra. La besó, la abrazó, se la apretó contra el co-
razón: “Ven, pobrecita: ven, que esos malos te dejaron aquí sola: De Africa cuentan ahora muchas cosas extrañas, porque anda
tú no estás fea, no, aunque no tengas más que una trenza: la por allí la gente europea descubriendo el país, y los pueblbs de
fea es esa, la que han traído hoy, la de los ojos que no hablan: Europa quieren mandar en aquella tierra rica, donde con el calor
dime, Leonor, dime, itú pensaste en mí?: mira el ramo que te del sol crecen plantas de esencia y alimento, y otras que dan
traje, un ramo de nomeolvides, de los más lindos del jardín: iasí, fibras de hacer telas, y hay oro y diamantes, y elefantes que son
en el pecho! jesta es mi muñeca linda! ¿y no has llorado? ite una riqueza, porque en todo el mundo se vende muy caro el mar-
dejaron tan sola! jno me mires así, porque voy a llorar yo! jno, fil de sus colmillos. Cuentan muchas cosas del valor con que se
tú no tienes frío! iaquí conmigo, en mi almohada, verás como te defienden los negros, y de las guerras en que andan, como todos
calientas! iy me quitaron, para que no me hiciera daño, el dulce los pueblos cuando empiezan a vivir, que pelean por ver quién
que te traía! iasí, así, bien arropadita! ia ver, mi beso, antes de dor- es más fuerte, 0 por quitar a su vecino lo que quieren tener ellos.
mirte! iahora, la lámpara baja! fy a dormir, abrazadas las dos! En estas guerras quedan de esclavos los prisioneros que tomó en
ite quiero, porque no te quieren!” la pelea el vencedor, que los vende a los moros infames que
andan por allá buscando prisioneros que comprar, y luego los
0. c., t. 18, p. 478-484. venden en las tierras moras. De Europa van a Africa hombres
buenos, que no quieren que haya en el mundo estas ventas de
hombres; y otros van por el ansia de saber, y viven años entre
las tribus bravas, hasta que encuentran una yerba rara, o un
pájaro que nunca se ha visto, o el lago de donde nace un río:
y otros van de tropa, a sueldo del khedive que manda en Egipto, a
ver cómo echan de la tierra a un peleador famoso que llaman
el Mahdí, y dice que él debe gobernar, porque él es moro libre y
amigo de los pobres, no como el khedive, que manda como criado
del Sultán turco extranjero, y alquila peleadores cristianos para
pelear contra el moro del país, y quitar la tierra a los negros
sudaneses. En esas guerras dicen que murió un inglés muy va-
liente, aquel “Gordon el chino”, que no era chino, sino muy blanco
Y de ojos muy azules, pero tenía el apodo de chino, porque en
China hizo muchas heroicidades, y aquietó a la gente revuelta con
el cariño más que con el poder; que fue lo que hizo en el Sudán,
donde vivía solo entre los negros del país, como su gobernador,
Y se les ponía delante a ragafiarlos como a hijos, sin más armas
que sus ojos azules, cuando lo atacaban con las lanzas y las aza-
gayas, o se echaba a llorar de piedad por los negros cuando en
356 José Morti
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 357

la so!edad de la noche los veía de lejos hacerse señas, para jun- A miles parece que andaban Ios mamut, como en pueblos,
tarse en el monte, a ver cómo atacarían a los hombres blancos. cuando los hielos se despeñaron sobre la tierra salvaje, hace miles
El Mahdí pudo más que él, y dicen que Gordon ha muerto, o lo de años; y como en pueblos andan ahora, defendiéndose de los
tiene preso el Madhí. Mucha gente anda por Africa. Hay un Chaillu tigres y de los cazadores por los bosques de Asra y de Afrrca; pero
que escribió un libro sobre el mono gorila que anda en dos pies, ya no son velludos, como los de Siberia, sino que apenas tienen
y pelea a palos con los viajeros que lo quisieran cazar. Livingstone pelos por los rincones de su piel blanda y arrugada, que da miedo
viajó sin miedo por lo más salvaje de Africa, con su mujer. Stanley de veras, por la mucha fealdad, cuando lo cierto es que con el
está allá ahora, viendo cómo comercia, y salva del Mahdi, al go- elefante sucede como con las gentes del mundo, que porque ttenen
bernador Emín Pachá. Muchos alemanes y franceses andan allá hermosura de cara y de cuerpo las cree uno de alma hermosa,
explorando, descubriendo tierras, tratando y cambiando con los sin ver que eso es como los jarrones finos, que no ttenen nada
negros, y viendo cómo les quitan el comercio a los moros. Con dentro, y una vez pueden tener olores preciosos, y otras peste,
los colmillos del elefante es con lo que comercian más, porque el y otras polvo. Con el elefante no hay que jugar, porque en la
marfil es raro y fino, y se paga muy caro por él. Ese de Africa hora en que se le enoja la dignidad, o le ofenden la mu!er o el
es colmillo vivo; pero por Siberia sacan de los hielos colmillos hijo, o el viejo, o el compañero, sacude la trompa como un azote,
de! mamut, que fue el elefante peludo, grande como una loma, y de un latigazo echa por tierra al hombre más fuerte, o rompe
que ha estado en la nieve, en pie, cincuenta mil años. Y un inglés un poste en astillas, o deja un árbol temblando. Tremendo es el
Logan, dice que no son cincuenta mi!, sino que esas capas de elefante enfurecido, y por manso que sea en sus prisiones, siempre
hielo se fueron echando sobre la tierra como un millón de años le llega; cuando calienta el sol mucho en abril, o cuando se cansa
hace, y que desde entonces, desde hace un millón de años, están de su cadena, su hora de furor. Pero los que conocen bien al am-
enterrados en la nieve dura los elefantes peludos. mal dicen que sabe de arrepentimiento y de ternura, como un
Allí se estuvieron en los hielos duros de Siberia, hasta. que cuento que trae un libro viejo que publicaron, alla al. prmcrprar
un día iba un pescador por la orilla de! río Lena, donde de un este siglo, los sabios de Francia, donde está lo que hizo un ele-
lado es de arena la orilla, y de otro es de capas de hielo, echadas fante que mató a su cuidador, que allá llaman cornac, porque
una encima de otra como las hojas de un paste!, y tan perfectas le había lastimado con el arpón la trompa; y cuando la mujer
que parecen cosa de hombre esas leguas de capas. Y e! pescador de! cornac se le arrodilló desesperada delante con su hijito, y le
iba cantando un cantar, en su vestido de pie!, asombrado de la rogó que los matase a ellos también, no los mató, sino que con
mucha luz, como si estuviese de fiesta en el aire un so! joven. la trompa le quitó el niño a la madre, y se lo puso sobre el cuello,
El aire chispeaba. Se oían estallidos, como en el bosque nuevo que es donde los cornacs se sientan, y nunca permitió que lo mon-
cuando se abre una flor. De las lomas corria, brillante y pura, tase más cornac que aquel.
un agua nunca vista. Era que se estaban deshaciendo los hielos. La trompa es lo que más cuida de todo . su cuerpo. recio el
Y allí, delante del pobre Shumarkoff, salian de! monte helado los elefante, porque con ella come y bebe, y acarrcta y re_sptra, y se
colmillos, gruesos como troncos de árboles, de un animal velludo, quita de encima los animales que le estorban, y se bana. Cuando
enorme, negro, Como vivo estaba, y en el hielo transparente se le nada !y muy bien que nadan los elefantes! no se le ve el cuerpo,
veía el cuerpo asombroso. Cinco años tardó el hielo en derretirse porque está en el agua todo, sino la punta de la trompa,. con los
alrededor de él, hasta que todo se deshizo, y el elefante cayó rodando dos agujeros en que acaban las dos canales que atravlesan la
a la orilla, con ruido de trueno. Con otros pescadores vino Shu- trompa a lo largo, y llegan por arriba a la misma n.arrz, que tiene
markoff a llevarse los colmillos, de tres varas de largo. Y los perros como dos tapaderas, que abre y cierra según qutera recibir el
hambrientos le comieron la carne, que estaba fresca todavía, y aire, o cerrarle el camino a lo que en las canales pueda estar.
blanda como carne nueva: de noche, en la oscuridad, de cien Nadie diga que nt~ e s verdad, porque hay quien se ha puesto a
perros a la vez se oía el roer de los dientes, el gruñido de gusto, contarlos: como cuarenta mil músculos tiene la trompa del ele-
el ruido de las lenguas. Veinte hombres a la vez no podían le- fante, la “proboscis”, como dice la gente de libros: toda es de
vantar la pie! crinuda, en la que era de a vara cada crin. Y nadie músculos, entretejidos como una red: unos están a la larga, de
ha de decir que no es verdad, porque en el museo de San Peters- la nariz a la punta, y son para mover la trompa adonde el ele-
burgo están todos los huesos, menos uno que se perdió; y un fante quiere, y encogerla, enroscarla, subirla, bajarla, tenderla:
puñado de la lana amarillosa que tenía sobre e! cuello. De enton- otros son a lo ancho, y van de las canales a la piel, como los
ces acá, los pescadores de Siberia han sacado de los hielos como rayos de una rueda van del eje a la llanta: esos son para apretar
dos mi! colmillos de mamut. las canales o ensancharlas. iQué no hace el elefante con SU Mm-
358 losé Martí OBRAS ESCOGIDAS. T. II 359

pa? La yerba más fina la arranca del suelo. De la mano de un pone, como una reliquia, recortes de pelo del elefante blanco. En
niño recoge un cacahuete. Se llena la trompa de agua, y la echa .\frica no los miran 10s pueblos del país como dioses, sino que
sobre la parte de su cuerpo en que siente calor. Los elefantes ies ponen trampas en el bosque, y se. les echan encima en cuanto
enseñados se quitan y se ponen la carga con la trompa. Un hilo los ven caer, para alimentarse de la carne, que es fina y jugosa:
levantan del suelo, y como un hilo levantan a un hombre. No hay o los cazan por engaño, porque tienen enseñadas a las hembras,
más modo de acobardar a un elefante enfurecido que herirle de que vuelven al corral por el amor de los hijos, y donde saben que
veras en la trompa. Cuando pelea con el tigre, que casi siempre anda una manada de elefantes libres les echan a las hembras a
lo vence, lo echa arriba y abajo con los colmillos, y hace por buscarlos, y la manada viene sin desconfianza detrás de las ma-
atravesarlo; pero la trompa la lleva en el aire. Del olor del tigre dres que vuelven adonde sus hijuelos: y allí los cazadores los
no más, brama con espanto el elefante: las ratas le dan miedo: enlazan, y los van domando con el cariño y la voz, hasta que
le tiene asco y horror al cochino. iA cuanto cochino ve, trompazo! los tienen ya quietos, y los matan para llevarse los colmillos.
Lo que le gusta es el vino bueno, y el arrak, que es el ron de la Partidas enteras de gente europea están por Africa cazando
India, tanto que los cornacs le conocen el apetito, y cuando quie- elefantes; y ahora cuentan los libros de una gran cacería, donde
ren que trabaje más de lo de costumbre, le enseñan una botella eran muchos los cazadores. Cuentan que iban sentados a la mu-
de arrak, que él destapa con la trompa luego, y bebe a sorbo ten- jeriega en sus sillas de montar, hablando de la guerra que hacen
dido; sólo que el cornac tiene que andar con cuidado, y no hacerle en cl bosque las serpientes al león, y de una mosca venenosa que
esperar ia botella mucho, porque le puede suceder lo que al pintor les chupa la piel a los bueyes hasta que se la seca y los mata,
francés, que, para pintar a un elefante mejor, le dijo a su criado v de lo lejos que saben tirar la azagaya y la flecha los cazado-
que se lo entretuviese con la cabeza alta tirándole frutas a la ;es africanos; y en eso estaban, y en calcular cuándo llegarían
trompa, pero el criado se divertía haciendo como que echaba al aire a las tierras de Tippu Tib, que siempre tiene muchos Colmillos
fruta sin tirarla de veras, hasta que el elefante se enojó, y se le que vender, cuando salieron de pronto a un claro de esos que hay
fue encima a trompazos al pintor, que se levantó del suelo medio en Africa en medio de los bosques, y vieron una manada de ele-
muerto, y todo lleno de pinturas. Es bueno el elefante de natura- fantes allá al fondo del claro, unos durmiendo de pie, contra los
leza, y se deja domar del hombre, que lo tiene de bestia de carga, troncos de los árboles, otros paseando juntos y meciendo el cuerpo
y va sobre él, sentado en un camarín de colgaduras, a pelear en de un lado a otro, otros echados sobre la yerba, con las patas de
las guerras de Asia, o a cazar el tigre, como desde una torre atrás estiradas. Les cayeron encima todas las balas de los ca-
segura, Los príncipes del Indostán van a sus viajes en elefantes zadores. Los echados se levantaron de un impulso. Se juntaron
cubiertos de terciopelos de mucho bordado y pedrería, y cuando las parejas. Los dormidos vinieron trotando donde estaban los
viene de Inglaterra otro príncipe, lo pasean por las calles en el demás. Al pasar junto a la poza, se llenaban de un sorbo la
camarín de paño de oro que va meciéndose sobre el lomo de los.- trompa. Gruñían y tanteaban el aire con la trompa. Todos se
elefantes dóciles, y el pueblo pone en los balcones sus tapices ricos, pusieron alrededor de su jefe. Y la caza fue larga; los negros
y llena las calles de hojas de rosa. les tiraban lanzas y azagayas y flechas: íos europeos escondidos
En Siam no es sólo cariño lo que le tienen al elefante, sino en los yerbales, les disparaban de cerca los fusiles: las hembras
adoración, cuando es de piel clara, que allá creen divina, porque huían, despedazando los cañaverales como si fueran yerbas de
la religión siamesa les enseña que Buda vive en todas partes, y hilo: los elefantes huían de espaldas, defendiéndose con los col-
en todos los seres, y unas veces en unos y otras en otros, y como millos cuando les venía encima un cazador. El más bravo le
no hay vivo de más cuerpo que el elefante, ni color que haga vino a un cazador encima, a un cazador que era casi un niño, Y
pensar más en la pureza que lo blanco, al elefante blanco ado- estaba solo atrás, porque cada uno había ido siguiendo a su ele-
ran, como si en él hubiera más de Buda que en los demás seres fante. Muy colmilludo era el bravo, y venía feroz. El cazador SS
vivos. Le tienen palacio, y sale a la calle entre hileras de sacer- subió a un árbol, sin que lo viese el elefante, per0 61 lo ollo
dotes y le dan las yerbas más finas y el mejor arrak, y el palacio enseguida y vino mugiendo, alzó la trompa como para sacar de
se lo tienen pintado como un bosque, para que no sufra tanto de la rama al hombre, con la trompa rodeó el tronco, y lo sacudió
su prisión, y cuando el rey lo va a ver es fiesta en el país, por- como si fuera un rosal: no lo pudo arrancar, y se echó de a?cas
que creen que el elefante es dios mismo, que va a decir al rey contra el tronco. El cazador, que ya estaba al caerse, dispar? su
el buen modo de gobernar. Y cuando el rey quiere regalar a un fusil, y lo hirió en la raíz de la trompa. Temblaba el aire, dIcen*
extranjero algo de mucho valor, manda hacer una caja de oro de los mugidos terribles, y deshacía el elefante el cañaveral con
puro, sin liga de otro metal, con brillantes alrededor, y dentro las pisadas, y sacudía los árboles jóvenes, hasta que de un im-
360 JosB .Uurti

pulso vino contra el del cazador, y lo echó abajo. iAbajo el ca-


zador, sin tronco a que sujetarse! Cayó sobre las patas de atrás La galeria de las máquinas
del elefante, y se le agarró, en el miedo de la muerte, de una pata
de atrás. Sacudirselo no podía el anima1 rabioso, porque la co-
yuntura de la rodilla la tiene el elefante tan cerca del pie que
apenas le sirve para doblarla. ,+Y cómo se salva de alli el cazador?
Corre bramando el elefante. Se sacude la pata contra el tronco
más fuerte, sin que el cazador se le ruede, porque se le corre
adentro y no hace más que magullarle las manos. IPero se caera
por fin, y de una colmillada va a morir el cazador! Saca su cu-
chillo, y se lo clava en la pata. La sangre corre a chorros, y el
animal enfurecido, aplastando el matorral, va al río, al río de Los niños han leído mucho el número pasado de La Edad de
agua que cura. Y se llena la trompa muchas veces, y la vacra Oro, y son graciosas las cartas que mandan, preguntando si es
sobre la herida, la echa con fuerza que lo aturde, sobre el cazador. verdad todo 10 que dice el artículo de la “Exposición de París”.
Ya va a entrar más a lo hondo el elefante. El cazador le dispara Por supuesto que es verdad. A los niños no se les ha de decir
las cinco balas de su revólver en el vientre, y corre, por si se más que la verdad, y nadie debe decirles lo que no sepa que es
puede salvar, a un árbol cercano, mientras el elefante, con la como se lo está diciendo, porque luego los ninos viven creyendo
trompa colgando, sale a la orilla, y se derrumba. lo que les dijo el libro o el profesor, y trabajan y piensan como
si eso fuera verdad, de modo que si sucede que era falso lo que
0. C., t. 18, p. 485-490. les decían, ya les sale la vida equivocada y no pueden ser felices
con ese modo de pensar, ni saben cómo son las cosas de veras,
ni pueden volver a ser niños, y empezar a aprenderlo 4qdo de
nuevo.
iQue si es verdad todo lo de la Exposición? Una señora buena
le armó una trampa al hombre de La Edad de Oro. Iban hablando
del artículo y ella le dijo: “Yo he estado en París.“-“IAh, señora.
que vergüenza entonces! lqu 6 habrá dicho del artículo.“~“No; yo
he estado cn París, porque he leído su artículo.” Y otro señor
bueno, que está en París, dice “que a él no lo engañan, que La
Edad de Oro estuvo en París sín que él la viera, porque él se pasaba
la vida en la Exposición y todo lo que había en la Exposición que
ver está en La Edad de Oro.”
Pero el señor bueno dice que faltó un grabado, para que los
niños vieran bien toda la riqueza de aquellos palacios; y es el
grabado de la “Galería de las Máquinas”, que era el corredor
adonde daban las puertas diferentes de las industrias del mundo,
y allá al fondo tenía el edificio más hermoso, donde estaban en
hilera, como elefantes arrodillados, las máquinas de todo lo que
el hombre sabe hacer. Quien ha visto todo aquello, vuelve diciendo
que SC siente como más alto. Y como La Edad de Oro quiere que
los niños sean fuertes, y bravos, y de buena estatura, aqui está,
para que les ayude a crecer el corazón, el grabado de La Galería
dc las Máquinas.’
0. c., 1. 18. p. 500-501

’ Ef grabado del que se habla apareció, efectivamente, en el número de La Edad


de Oro al que pertenece CI presente artículo.
OBRAS ESCOGIDAS T II 363

tonces, que es!aban escritos en unas tiras largas que hacían de


una yerba, y luego las enrollaban alrededor de una varilla, y las
metían en su nicho, como los que tienen ahora los escritorios para
guardar 103 papeles. 1. los egipcios le rezaban al Nilo, como si
fuera un dios, y le componian versos y cantos; y como que nada
lec; parecia mejor que una joven hermosa, sacaban de su casa
una vez al año a la egipcia más !inda, y la echaban al agua, como
regalo al río viejo, para que se contentase para el año, con aquella
hija que le daban, y bajase del monte con más agua que nunca.
Así son los padres buenos, que creen que todos los niños son
sus hijos, y andan como el río Nilo, cargados de hijos que no
La última página se ven, y son los niños de! mundo, los niños que no tienen ;,adre,
los niños que no tienen quien les dé velocipedo, ni caballo, ni
cariño, ni un beso. Y así es el hombre de La Edad de Oro, que en
Los padres se lo quieren dar todo a sus hijos, y si ven un cada número quisiera poner el mundo para los niños, a más de
caballo hermoso, con la cola que le reluce y el pelo como seda, su corazón; pero en la imprenta dicen que el corazón cabe siem-
no piensan en montarse ellos, como señorones, y salir trotando pre, y el mundo no, ni el artículo de “La luz eléctrica”, que cuenta
por la alameda, donde van de paseo por la tarde los coches y c8mo se hace la luz, y qué cosa es la electricidad, y cómo se
los jinetes, sino que piensan en sus hijos los padres, y se ponen enciende y se apaga, y muchas cosas que parecen sueño, o cosa
a trabajar todavia más, para comprarle al hijito el caballo her- de lo más hondo y hermoso del cielo: porque la luz eléctrica es
moso. Si pasa un niño en un velocípedo, con su vestido de tercio- como la de las estrellas, y hace pensar en que las cosas tienen
pelo y su cachucha, y tan de prisa que todo el mundo se para a alma, como dijo en sus versos latinos un poeta, Lucrecia, que hubo
verlo, el padre no piensa en comprarse un velocípedo é!, sino en en Roma, y en que ha de parar el mundo, cuando sean buenos
que su hijito estará lindo de veras cuando vaya como el niño del todos los hombres, en una vida de mucha dicha y claridad, donde
terciopelo y la cachucha, en sus dos ruedas que dan como una no haya odio ni ruido, ni noche ni día, sino un gusto de vivir,
luz cuando andan, y van casi tan de prisa como la luz, que es queriéndose todos como hermanos, y en el alma una fuerza sere-
10 que anda más pronto en el mundo. La luz no se ve, y es ver- na, como la de la luz eléctrica. Con todo eso, no cupo el artículo,
dad, como que si se acabase la luz, se rompería el mundo en y hubo que escribir otro más corto, que es ese que habla de la
pedazos, como se rompen allá por el cielo las estrellas que se caza de elefante, y el modo con que venció el niño cazador al
enfrían. Así hay muchas cosas que son verdad aunque no se las elefante fuerte. Nadie diga que el cambio no fue bueno. Se ha
vea. Hay gente loca, por supuesto, y es la que dice que no es ver- Cl< conocer las fuerzas de! mundo para ponerlas a trabajar, y
dad sino lo que se ve con los ojos. !Como si alguien viera el hacer que la electricidad que mata en un rayo, alumbre en la luz.
pensamiento, ni el cariño, ni lo que, allá dentro de su cabeza Pero el hombre ha de aprender a defenderse y a inventar, viviendo
canosa, va hablándose el padre, para cuando haya trabajado mu- al aire libre, y viendo la muerte de cerca, como el cazador del
cho, y tenga con qué comprarle caballos como la seda o velocí- eleiante. La vida de tocador no es para hombres. Hay que ir de
pedos como la luz a su hijo! vez en cuando a vivir en lo natural, y a conocer la selva.
El hombre de La Edad de Oro es así, lo mismo que los padres:
un padrazo es el hombre de La Edad de Oro: como una estatua 0. C.. t. 18, p. 502-503.
que hay del río Nilo, donde hace de río un viejo muy barbón, y
encima de él saltan, y juegan, y dan vueltas de cabeza los mu-
chachos traviesos, lo que no quiere decir, por supuesto, que el
río Nilo sea un viejo de verdad, ni que sus cien hijos jugaran así
encima de él, sino que el río Nilo es como un padre para toda
aquella gente de las tierras de Egipto, porque les humedece los
sembrados cada vez que baja de los montes con mucha agua, y
asi las siembras les dan mucho fruto: por eso quieren al río los
egipcios como si fuera persona, y lo pintan tan viejo, porque
desde hace miles de años ya hablaban del Nilo los libros de en-
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 365

DISCURSOEN CONMEMORACION inquebrantable, que prefiere la penuria del deber oscuro a los
DELIODEOCTUBRE aplausos vanos de la patria incompleta y a los falsos honores; la
saz sacerdotal del hombre meritorio que en la hora de explosión
vio salir a los héroes de la tierra, y salió con ellos, resplande-
cientes como soles, señalándonos a sus hijos, con el reguero de
su sangre, el camino de la tierra prometida. iEs morir, es morir,
el dolor de no haber compartido aquella existencia sublime! Por-
que, aunque la prudencia nos guíe y acompañe, y tengamos de-
cidido, porque así nos lo manda la virtud patriótica, que nos guie
y acompañe siempre, la verdad es que ya el brazo está cansado
de la pluma, y la virtud está cansada de la lengua; que cuando
salimos a buscar el aire puro, como remedo de la libertad, nos
sorprendemos ensayando nuestros músculos para la arremetida de
Cubanos: la batalla.
Sí: aquellos tiempos fueron maravillosos. Hay tiempos de ma-
Vence en mí el placer de lo que esta noche oigo y veo, al ravilla, en que para restablecer el equilibrio interrumpido por la
desagrado propio de enseñar la persona inútil, que más que del violación de los derechos esenciales a la paz de los pueblos, apa-
frío extranjero, y del miedo de morir antes de haber cumplido rece la guerra, que es un ahorro de tiempo y de desdicha, y con-
con todo su deber, padece del desorden y descomposición que, con sume los obstáculos al bienestar del hombre en una conflagración
ayuda de nuestros mismos hermanos extraviados, fomenta el dés- purificadora y necesaria. iDelante de nuestras mujeres se puede
pota hëbil para tener mejor sometida a la patria. Lo que veo y hablar de guerra!; no así delante de muchos hombres, que de todo
oigo no me convida a la elegía, sino al himno. Pero este es en se sobrecogen y espantan, y quieren ir en coche a la libertad, sin
mí el júbilo de la resurrección, y no el gusto infecundo de la ver que los problemas de composición de un pueblo que aprendió
tribuna vocinglera. Con compunción, y no con arrogancia, se debe a leer, sentado sobre el lomo de un siervo, a la sombra del ca-
venir a hablar aquí: que hay algo de vergüenza en la oratoria, dalso, no se han de resolver con el consejo del último diario
en estos tiempos de sobra de palabras y de falta de hechos. Ci- inglés, ni con la tesis recién llegada de los alemanes, ni con el
mientos a la vez que trincheras deben ser las palabras ahora, no agasajo interesado de un mesnadero de la política de Madrid que
torneo literario, mientras nuestro país se desmigaja y se pudre, sale por las minorías novicias y vanidosas a caza de lanzas, ni
y los caracteres se vician, y se pospone a la seguridad personal con las visiones apetecibles del humo gustoso en que en la dicha de
la de la patria. Tribunal somos nosotros aquí, más que tribuna: ia librería ve el joven próspero desvanecerse su fragante tabaco.
tribunal que no ha de olvidar que cumple al juez dar el ejemplo A la mujer, para que se resigne, y al hombre, para que piense,
de la virtud cuya falta censura en los demás, y que los que fun- se debe hablar de guerra. La desigualdad tremenda con que es-
gen de jueces habrán en su día de ser juzgados. El que tacha taba constituida la sociedad cubana, necesitó de una convulsión
a los demás de no fundar, ha de fundar. Entre nosotros, que vivi- para poner en condiciones de vida común los elementos deformes
mos libres en el extranjero, el 10 de Octubre no puede ser, como y contradictorios que la componían. Tanta era la desigualdad, que
no es hoy, una fiesta amarga de conmemoración, donde vengamos el primer sacudimiento no bastó para echar a tierra el edificio
con el rubor en la mejilla y la ceniza en la frente: sino un recuen- abominable, y levantar la casa nueva con las ruinas, El observador
to, y una promesa. juicioso estudia el conflicto; se reconoce deudor a la patria de la
Los que vienen aquí, pelean. Los que hablan, como que hablan existencia a que en ella nació; y cuando, por la ineficacia patente
la verdad, pelean. Ellos todos han sido elocuentes. Yo solo no lo y continua de los recursos cuyo ensayo no quiso ni debió turbar,
podré ser, porque mi palabra no basta a expresar el trastorno, .no ve comprobada la necesidad de pagar, en cambio de la vida de-
menos que divino, que en mi alma enamorada de la patria dolo- corosa y el trabajo libre, e,1 tributo de sangre; cuando con el tri-
rosa, no de la gloria egoísta, han causado las voces de mis com- buto de sangre de una generación, se salvará la patria del exter-
pañeros en fe y determinación: la voz del adolescente, vibrante minio lento; cuando con las virtudes evocadas por la grandeza
como el c!arín, que renueva el juramento de los héroes; la voz de ta rebelión pueden apagarse, y acaso borrarse, los odios y dife-
de los soldados cívicos que en la hora del combate pusieron a la rencias que amenazan, tal vez para siglos, al país; cuando el sa-
espada el genio de hoja. y de puño la ley; la voz del desterrado crificio es indispensable y útil, marcha sereno al sacrificio, como
366 José Marti OBRAS ESCOGIDAS T. II 367

los héroes del 10 de Octubre, a la luz del incendio de la casa han de venir, una luz de astros, es que no perpetuemos los odios,
paterna, con sus hijos de la mano. ni pongamos más de los que hay, ni convirtamos al neutral en
iOh, si!, aquellos tiempos eran maravillosos. Ahora les tiran enemigo, ni dejemos ir de la mano .a un amigo posible, ni ofen-
piedras los pedantes, y los enanos vestidos de papel se suben damos más a quienes hemos ofendido ya bastante, ni esperemos
sobre los cadáveres de los héroes, para excomulgar a los que están para intentar la salvación a que no haya ya fuerzas con que sal-
continuando su obra. iDe un revés de las sombras irritadas se varse; sino que nos empeñemos en juntar, para la catástrofe ine-
vendrán abajo, si se les quieren oponer, los que tienen por única vitable, los elementos refrenados o desunidos por los que no tienen
hueste las huestes de las sombras: los que han intentado disper- manera de evitar la catástrofe; que creemos cátedras de despreo-
sarles, en la hora del descanso, las fuerzas de que necesitaban cupar, en vez de olimpos de entresuelo y de sillas de odio; que
para triunfar, cuando se levanten, como ya se están levantando, enseñemos al ignorante infeliz, en vez de llevarlo detrás de nues-
sobre la debilidad de los enemigos y el desconcierto de los pro- kas pasiones y envidias, a modo de rebaño; que completemos la
pios! Aquellos tiempos eran de veras maravillosos. Con ramas de obra de la revolución con el espíritu heroico y evangélico con
árbol paraban, y echaban atrás, el fusil enemigo; aplicaban a la que la iniciaron nuestros padres, con todos, para el bien de to-
naturaleza salvaje el ingenio virgen; creaban en la poesía de dos; que desechemos, como funesta e indigna de hombres, la libertad
la libertad la civilización; se confundían en la muerte, porque ficticia y alevosa que pudiera venirnos, por arreglos o ventas, del
nada menos que la muerte era necesaria para que se confundie- comerciante extranjero, que con sus manos se conquistó la liber-
sen, el amo y el siervo; el hombre lanudo del Congo y el Benin tad, y no podría tratar como a iguales, ni como dignos de
defendía con su pecho a los hombres del color de sus tiranos, a ella, a los que no supiesen conquistarla. iCuándo se ha levantado
los que habían sido sus tiranos, y moría a sus pies, enviándoles una nación con limosneros de derechos? iAquí estamos para cum-
una mirada de lealtad y de amor: entró la patria, por la acumu- plir lo que nos mandan, de entre los árboles que nos esperan con
lación de la guerra, en aquel estado de invención y aislamiento nuevos frutos, los ojos que no se cierran, las voces que no se oyen,
en que los pueblos descubren en sí y ejercitan la originalidad los brazos alzados!
necesaria para juntar en condiciones reales los elementos vivos No es esta noche propicia, cuando la mano se nos está yendo
que crean la nación; el orden de la familia, los inventos de la sola a la cintura, para disertar como en academia política sobre
industria, y las mismas gracias del arte, crecían, espontáneos, con las razones, dobladas y notorias, de no quitar ya de la cintura la
toda la fuerza de la verdad natural, en la punta del machete; mano: ni hay que refutar, porque de sí misma anda escondida,
pero “¿somos nosotros?” se decían aquellos hombres, como si se la idea pretenciosa que en la isla se propala, la cual manda tener
desconocieran, y andaban como por un mundo superior, felicitán- por crimen o necedad toda opinión de cubano sobre asuntos de
dose de hallarse tan grandes, con el poder de la tempestad en la Cuba que no alcance la fortuna de ajustarse, como el zapato del
mano y la limpieza del cielo en la conciencia. ¿Y consentiremos zapatero al pie del señor, a la política que, con aplauso y satis-
en que tanta grandeza venga a ser inútil, y estériles la unión facción profunda de sí misma, se ha puesto idelante de los que
milagrosa y precipitación de tiempos, cumplidas en la guerra, llevan la frente coronada de heridas! la corona. Todo lo de la
y renovados, con caracteres más dañinos que nunca, los recelos y patria es propiedad común, y objeto libre e inalienable de la ac-
desdenes que preparan suerte tan sombría, si no se curan a tiem- ción y el pensamiento de todo el que haya nacido en Cuba. La
po, a la patria que puede levantarse, hábil y pura a la vez, con patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos, y no
la potencia unificadora del amor, que es la ley de la política feudo ni capellanía de nadie; y las cosas públicas en que un
como la de la naturaleza, sobre las ruinas, porque no son más grupo o partido de cubanos ponga las manos con el mismo dere-
que ruinas, que mantiene como con restos de energía la política cho indiscutible con que nosotros las ponemos, no son suyas solo,
temible en que la flojedad meticulosa y soberbia, compite en vano y de privilegiada propiedad, por virtud sutil y contraria a la na-
con el empuje combinado de la codicia y el odio? turaleza, sino tan nuestras como suyas; por lo que, cuando las
iEn pie está e! templo, con las palmas por columnas y el cielo manos no están bien puestas, hay derecho pleno para quitarles
de estrellas por techumbre; y los sacerdotes gigantes que vagan, de sobre la patria las manos. No hay que refutar ya, arrogancias
creciendo al andar, nos mandan que no lo consintamos! Lo que semejantes. Ya se están cayendo las estatuas de polvo: ya se van
nos ordenan aquellos brazos alzados, lo que nos suplican aquellos apagando de sí propias las escorias brillantes que quedaron, ves-
ojos vigilantes, lo que se nos impone como legado ineludible, de tidas como de oro por la luz del gran incendio, despu$s de la
aquellos campos en donde a todas horas, por la virtud de los guerra: ya no hay espacio en las mejillas de los pediguenos para
que cayeron en ellos, esplende, como aclarando el camino a los que las bofetadas: ya están cumplidas nuestras profecías, y vencidos
368 José Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 369

por su impotencia y por sus yerros los que osaban tachar de usur- de haber confiado en vano, han de llevar forzosamente, por el
pacion la tarea nuestra de preparar el país de acuerdo con sus mismo exceso y extremo de la sumisión, a un pueblo hambriento
antecedentes y sus elementos, para la accion desesperada que se- y desesperanzado que conoce la enredadera silvestre que calma
gún ellos mismos habria de seguir inevitablemente a la catêstrofe la sed, y el pedestal de los ríos con que se enciende el fuego, y la
de su politica. De ningún modo es necesario responder con ira miel generosa de la abeja, que aplaca el hambre y dispone a pe-
desde aquí,-porque si son cubanos que yerran, jamás hemos de lear, y los farallones inexpugnables de la serrania, donde puede
olvidar que son cubanos-a los que nos censuran el amor tenaz hacer cejar al sitiador numeroso un riflero bien arrodillado. Al
a nuestras glorias, que aun cuando no pasara de amor de contem- que se engañe de buena fe, y al que se prepare, sin traición a la
plación no seria censurable, sino vital y fecundo, por más que politica de paz insegura, para atender con el menor desconcierto
sea preferible acompañarlo de una parte activa en la reedificación posible a las consecuencias naturales, en un pueblo empobrecido
de la hermosura cuyo desastre se lamenta: de ningún modo es e infeliz, del fracaso de una tentativa de paz tan inútil como
necesario disculparnos de aquella lealtad del corazón que nos man- sincera,-honra y respeto. Pero al que finja, blanqueando el co-
da ostentar, por sobre nuestras cabezas, el culto de los que mu- razón, aquella creencia en el remedio imposible que afloja las
rieron por nosotros. iDesventurado el hijo de Cuba que no lo os- fuerzas indispensables para el remedio final; al que prefiere su
tenta; porque en propagar después del sacrificio el culto de los que bien inseguro, impuro, al servicio franco de la patria, o contribuye
supieron inmolarse, hay más honra que en haber ostentado en el con su silencio y su favor o con la hábil atenuación de sus cen-
sombrero, durante la inmolación, la cinta de hule de los sacri- suras ostentosas, a prolongar, sin que el remordimiento le muerda,
ficadores! este descanso, ya temible, que el gobernante aprovecha, astuto,
No es esta ocasión de preguntarnos si estará bien guardado el para quebrar los últimos huesos al pueblo enviciado, y beberle,
espíritu de la revolución por los que pelearon contra e;!a, o vi- con anuencia de los letrados, la última sangre; al que oculta a
vieron ante ella indiferentes, o disimularon con una calma cons- sabiendas la verdad, y promete lo que no cree, con labios pros-
tante ante el español sus simpatías infecundas, o la trastornaron, tituidos, y pretende demorar la obra sana de la indignación, como
en vez de servirla, con sus ambiciones. El arrepentimiento es un si la cólera de un pueblo fuera un dócil criado de mano, hasta
modo de entrar en la virtud; aunque no se concibe que los que que crezca su persona aspirante, o duerman las armas a buen re-
llevaban ya barba en aquella hora difícil, pudieran con honor dejar caudo, a estos enemigos de la república, a esos aliados convictos
de ejercer el patriotismo que les abunda luego en la hora fácil, del gobierno opresor, lni honra ni respeto!
ni es de uso que los arrepentidos tengan en la casa de la virtud Pero ia qué insistir sobre el engaño, loable en algunos, y
más derecho que los que fueron siempre virtuosos. Ni cabe en el criminal en los más; sobre la tibieza, que es culpa de carácter
concepto alto del deber patriótico venir a esta tribuna, tan alta en unos, y en otros de juicio; sobre el interés personal, que ha
que no pueden llegar a ella celos aldeanos ni competencias in- de ser siempre, por fortuna entre los cubanos el pecado de los
fantiles, a hacer oficio de matador de moros muertos, y de lan- menos,-de aquel!os que por sus propios errores, o por equivoca-
ceadores de nuestra propia carne. Ni al convencido, que cayó en ción de fe, o por consejo extemporáneo de una pacífica nobleza,
su convicción, se le ha de desdeñar aunque milite en campo opuesto, están hoy ante el pais sin crédito ni valimiento, ni más influjo
ni halar de la barba que le encaneció en el servicio de sus ideas: que el que les ha de dar, por algún tiempo aun, la certidumbre,
porque hay un campo en que los hombres se dan las manos, que patente entre sus parciales, de que la confesión de derrota que
es el de la honradez, donde se respeta, y aun se ama por su vir- implicaría su abandono de la politica nominal, precipitaría las
tud, a los adversarios constantes y veraces. soluciones de la política real,-el desconsuelo, temible en los pue-
Honra y respeto merece el cubano que crea sinceramente que blos pobres,-la guerra, a que no están personalmente preparados?
de España nos puede venir un remedio durable y esencial,-por- Por eso viven, y nada más que por eso. iHablen con honradez, y
que hay uno, o dos, cubanos que 10 creen: honra y respeto al que, digan si viven por más! Al mal que han hecho es a 10 que hay
en la certidumbre de que un pueblo no ha de disponerse a los que atender, para remediarlo, y no a los que por error excusable
horrores de la guerra por el convite romántico de un héroe frus- o por dilatada cobardia 10 hicieron.
trado, dirija su política lsi hay algún previsor ignorado que la Los tiempos se han cumplido, y cuanto les predijimos, acon-
dirija! de modo que las fuerLas que garantizarían la paz, más tece. El miedo no ha resuelto una situación que sólo podía resol-
amable que la muerte, caso de que cupiera la paz sana y libre, ver el valor. El amo insolente ha empleado en fortificarse los
diesen de sí en la hora de la última necesidad la guerra cordial años que el siervo tímido empleaba en desunir sus huestes y en
y breve a que la mi.seria, y el recuerdo de lo que pudo, y la ira destruir sus fortalezas. TJna jefatura de policía es nuestra patria,
370 José .Marti
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 371

con un sargento atrevido a la cabeza. Lo único que ha !ogrado de prudencia, aquel espíritu redentor que llevó’ a la contienda
cl partido autonomista de veras, porque es lo único que con tesón épica a nuestros mártires, e hizo de ellos. a la vez héroes y após-
procuró, ha sido el trastorno de los elementos que a haber estado toles,-con paciencia, v hasta con júbilo, porque al hombre hon-
unidos, como debieran, pudiesen precipitarlos, como fin natural rado no le asusta mo&r esperando en la oscuridad en el servicio
de su política, a la guerra a que sólo tienen derecho a resistirse de la patria, veríamos adelantar a los que más ilusorios o menos
mientras presenten prueba plena de su capacidad para evitarla. decididos, tardasen en venir a nuestras vías, sin echarles en cara
Ya están frente a frente el amo preparado, y el siervo sin pre- el venir lentamente porque venían fundando.
paración. Jamás podré olvidar cierta conversación que tuve en mi <Qué culpa no será la de los que, para cuando haya llegado
último destierro a España con uno de los prohombres en quienes la hora de la guerra, en vez de haber conducido su política en
más esperanzas tuvieron puestas por largo tiempo los caudillos previsión de un resultado que son incapaces de evitar y ellos mis-
autonomistas; jamás podré olvidar que luego de haber analizado mos reconocen como posible, tengan al pais revuelto y enconado,
los factores de nuestra población, y los hábitos y agentes políticos sin que los de allá, por aquel alejamíento vecino al odio que se
de España, y la urgencia de nuestra necesidad de remedio, y lo les predica para con los de acá, se hayan puesto al habla; sin la
que tarda el pueblo español en mudar de hábitos, y de haber de- simpatía, precursora del acuerdo, con los peninsulares liberales,
ducido, en vista de todo, los sucesos y estado a que habíamos que ya son muchos más de los que eran, y en esta como en otras
de venir, y hemos venido, “iOh, si!” me dijo: “Usted tiene razón. partes pudieran ver la independencia con buenos ojos; sin el in-
Es triste, pero es cierto. Podremos aplazar el resultado; pero el terés fraternal de nuestros libertos que, a no ser tan nobles como
resultado tiene que venir. Allí no cabemos los dos juntos. 0 us- son, y hombres de tanto fuego y libertad como nosotros, pudieran
tedes o nosotros.” Y este es el problema después de diez años: seguir con más agradecimiento, en su afán legítimo de mejora, al
o ellos, o nosotros. Esto me lo decía el prohombre español tendido español aleccionado que se la ofrece que a los coterráneos incapaces
en su cama, como símbolo de su nación, en pleno mediodía. que los desdeñan, por más que todavía palpiten a miles bajo su
Y no es que se nos ocurra negar que en una situación de paz, pecho oscuro los corazones generosos que sostuvieron en sus horas
aunque aparente, haya debido existir un partido de paz, que debió de agonía la guerra pasada, y están hoy, como siempre, con el pie
ser aparente también, para ser real y fecundo, y estar en corres- en el estribo, prontos a partir de nuevo a la conquista de la liber-
pondencia con la situación que lo creaba. Ni es que caigamos en tad plena de la patria! No es que no debió existir el partido
el extremo de pedir que el partido autonomista, basado en la su- de la paz, sino que no existe como debe, ni para lo que debe.
ficiencia de la paz, tenga una mano puesta en el parlamento de Es que jamás ha cumplido con su misión, por el error de
Madrid, y otra en el parlamento silencioso, por más que anden UU nacimiento híbrido, por falta de grandeza en las miras. Es que
a cada paso aceptando la posibilidad de que el país, en fuerza no abarca, en la lucha del país contra sus opresores, todos los
de la desesperación, haya de parar en la guerra. Si adelantasen elementos del pais. Es que no ha podido allegarse las fuerzas
con ánimo igual y determinado, y atención vigilante a la variedad indispensables para el triunfo, ni para el goce pacífico de él, ni
de elementos y delicadeza de los problemas vivos del país, tra- para la vida sana de la patria, aun dentro de la libertad íncom-
tando al adversario como auxiliar en lo que lo es naturalmente, pleta, o desdeña el trato veraz con todos aquellos que se hubie-
y como hermano o como amigo al menos al liberto que ha pade- ran puesto del lado de la libertad contra España, si hubiese citado
cido tanto de nosotros, y en nosotros está, y ni por su voluntad a guerra común por la libertad, como debió citar, a los que por
ni por la nuestra puede arrancarse de nosotros; si no se valiesen culp? de España padecen como nosotros de falta de libertad, y
para la revolución de su error natural, de las fuerzas mismas de la hubieran defendido, y la defenderán tal vez en el suelo en que
la revolución,-que no es más, en la ciencia política verdadera, nacen sus hijos y en que viven-al andaluz descontento, al isleño
que una forma de la evolución, indispensable a veces, por la oprimido, al gallego liberal, al catalán independiente-isomos hom-
desemejanza u oposición de los factores que se desenvuelven en bres, además de cubanos, y peleamos por el decoro y la felicidad
común, para que el desenvolvimiento se consuma; si la guerra de los hombres! Es que el partido autonomista, por su debilidad, su
que como recurso inevitable, y por razones confusas de patriotis- estrechez y su imprevisión, ha hecho mayores los peligros de la
mo, interés y hábito de autoridad, podría suceder, con los más patria.
amenazados y los más impacientes del partido, a la confesión, ya Y está la patria así, buscando con los ojos el estandarte de
poco lejana, de su derrota, fuese aquella guerra de raíz, entera las sombras, piafando, sin fe en los que la han aconsejado mal,
y generosa, que Cuba, criada en odios y desigualdades, necesi- sin divisar de lejos la luz que le puede ir de nosotros; y a sus
ta; y si sintiéramos Palpitar, bajo los actos necesarios y loables puertas el sable del sargento atrevido, que necesita, a fin de salvar
372 losé .Murli

su fama, que la guerra surja sin orden ni preparación, para ven- A GONZALO DE QUESADA
cerla fácilmente, antes que estalle la guerra definitiva e inven-
cible de la dignidad y la miseria. iY para eso estamos aquí; para
evitar con nuestra vigilancia, y con la confianza que a nuestra
patria inspiramos, el estallido de la guerra desordenada, aunque
siempre santa: para preparar, con todos, para el bien de todos, la
guerra definitiva e invencible; para que si estalla la guerra, por
la vehemencia del dolor cubano o la habilidad del espafíol que la
provoca, no nos la ahoguen al nacer, ni se adueñen de ella los
aventureros de espada o de tribuna que espian esas ocasiones de
revuelta para salir, sin más riesgo que el de la vida, a la con-
quista del renombre y del botín; ni se convierta por nuestra in-
capácidad y desidia en una revolución de clases, para la prepon-
derancia de un cenáculo de amigos, o la liga, hendicha de guerras New York, octubre 29 / 89
futuras, de los políticos débiles y autoritarios con los déspotas
que le salen a la libertad, aquella revolución de amor y de fue- .!4i muy querido Gonzalo:
go que de su prirner abrazo con el hombre echó por tierra, rotas para
siempre, las barreras inicuas y las prisiones de los esclavos! Por lo pequeño de la letra verá Vd. que el alma anda hoy muy
Lo que hacemos, el silencio 10 sabe. Pero eso es lo que debe- triste, y acaso la causa mayor sea, más que el cielo oscuro 0 la
falta de salud, el pesar de ver cómo por el interés acceden los
mos hacer todos juntos, los de mañana y los de ayer, los conven-
cidos de siempre y los que se vayan convenciendo; los que preparan hombres a falsear la verdad, y a comprometer, so capa de defen-
los trabajadores del libro y los trabajadores derlos, los problemas más sagrados. De estas náuseas quisiera
y los que rematan, yo que no sufriese V. nunca, porque son más crueles que las otras.
del tabaco: ijuntos, pues, de una vez, para hoy y para el porve- Por eso no le he escrito en estos días, porque cuando me cae ese
nir, todos los trabajadores. ’ El tiempo falta. El deber es mucho. desaliento estoy como ido de mí, y no puede con la pluma la mano.
El peligro es grande. E-q hábil el provocador. Son tenaces, y vigilan
y dividen, los ambiciosos. iPues vigilemos nosotros, y anunciemos Y porque quería hablarle largo, como a su buen padre le hablé,
sobre cl peligro en que está Vd. de que, con el pretexto de amis-
a la patria agonizante la buena nueva, que ya tarda mucho, de tad, se le acerquen personas interesadas que quieran valerse de
que sus hijos que viven libres en el extranjero han juntado las
la posición de confianza de que goza, cerca de una delegación 1
manos en unión poderosa, y han decidido salvarla!
importante a la que con la astucia se quisiera deslumbrar, o confun-
Un himno siento en mi alma, tan bello que sólo pudiera ser el dir, o convertir, o traer a la estímación de personas que llevan
de la muerte, si no fuese el que me anuncia, con hermosura inefa- cl veneno donde no se les ve. Lo han de querer usar, descarada-
ble y deleitosa, que ya vuelven los tiempos de sacrificio grato y mente unos, y otros sin que Vd. lo sienta. Y yo quiero que todos
de dolor fecundo en que al pie de las palmas que renacen, para le tengan a Vd. y a la persona que confía en Vd.,2 el respeto
dar sombra a los héroes, batallen, luzcan, asombren, expiren, los que le he tenido yo, que me guardé bien, ni de frente ni de sos-
que creen, por la verdad del cielo descendida sobre sus cabe- layo, de inculcar en V. mis ideas propias sobre estas cosas deli-
zas, que en el ser continuo que puebia en formas varias el uni- cadas del Congreso, y sobre los hombres que de dentro o de fuera
verso, y en la serie de existencias y de edades, asciende antes intervienen en él, por más que ni V. ni yo podamos tener duda
a la cúspide de la luz, donde el alma plena se embriaga de dicha, de la pureza de mis intenciones, ni del fervor de mi cariño, y el
el que da su vida en beneficio de los hombres. Muramos los unos, desinterés de mi vigilancia,
los que no tengan el derecho de morir, a poner el por mi tierra, y por toda nuestra
y prepárense, América. Vd. es discretísimo; pero no me ha de tener a mal que
arma al brazo de los soldados nuevos de nuestra libertad. De pie, lo ponga en guardia sobre estas asechanzas sutiles. Si entra en
como en el borde de una tumba, renovemos el juramento de los
héroes. ’ Se refiere al nombramiento de Quesada y Aróstegui como secretario del doctor
Roque !%coz Peña, delegado de Is República Argentina a la Conferencia Inter-
Pronunciado en Hardman Hall, Nueva York, el 10 de octubre de 1889. nacional Americana.
0. C., t. 4, p, 235-244.
374 Jose’ Marti OBRAS ESCOGIDAS T. 11 373

las funciones de Vd. poner delante al caballero3 a quien acompaña empieza a producir el espíritu y unión indispensables para intentar
las opiniones sobre este asunto, póngale por igual las del Tribune el único recurso, es coincidencia infortunada esta del Congreso,
y el Avisador,’ y las del Post, el Herald y el Times.’ Refrene, en de donde nada práctico puede salir, a nc ser lo que convenga a
cuanto a las personas, el entusiasmo natural a su gallardo cora- los intereses norteamericanos, que no son, por de contado, los
zón; y estudie los móviles torcidos que a veces se esconden bajo nuestros. Y lo que Vd. me dice, y ha hecho muy bien en decirme,
las más deslumbrantes prendas exteriores. No hable mal ni bien agrava esta situación, con !a única ventaja de que el tiempo per-
de quien oiga hablar bien o-mal, hasta saber si hay causa para dido en estas esperanzas falsas, lo emplearemos, los que estamos
el elogio 0 la censura, o si lo que se ha querido es acreditar o en lo real, en organizarnos mejor.
desacreditar a una persona, por el medio indirecto e involuntario Pero no es por nuestras simpatías por lo que hemos de juzgar
de Vd. No hay encaje más fino que el que labran los hombres este caso. Es, y hay que verlo como es. Creo, en redondo, peligroso
decididos a intrigar, o necesitados de servir. Es necesario ser hábil para nuestra América, 0 por lo menos inútil, el Congreso Inter-
y honrado, contra los que son hábiles, y no honrados.-Esto se nacional. Y para Cuba, sólo una ventaja le veo, dadas las rela-
lo digo a Vd, como me lo diría a mí mismo,-porque preveo que no ciones amistosas de casi todas las Repúblicas con España, en lo
se ha de dejar sin intentar el propósito de llegar por medio de oficial, y la reticencia y deseos ocultos o mal reprimidos de este
Vd. al ánimo de la deiegación, que es de tanto peso y juicio, y país sobre nuestra tierra:-la de compeler a los Estados Unidos,
de pueblo tan viril, que de nadie busca ni necesita consejo, pero si se dejan compeler, por una proposición moderada y hábil, a re-
pudiera, sobre todo en cuanto a los hombres, formarse opinión conocer que “Cuba debe ser independiente”. Por mi propia incli-
errada y peligrosa de esta persona o aquella, por verlas-en buen nación, y por el recelo-a mi juicio justificado-con que veo el
predicamento con los que tienen merecida su confianza.-Vd. hará, Congreso, y todo cuanto tienda a acercar o a identificar en lo
para empezar, un buen oficial de caballería, porque ve de lejos, político a este país y los nuestros, nunca hubiera pensado yo en
lo que es igualmente necesario en los tratos con los enemigos, y sentar el precedente de poner a debate nuestra fortuna, en un
con los hombres. ¿Qué más tengo que decirle, sino que me per- cuerpo donde, por su influjo de pueblo mayor, y por el aire del
done, en gracia de que son por su bien, estas vejeces? país, han de tener los Estados Unidos parte principal. Pero la
Ahora le hablaré de lo que nos toca más de cerca que nuestras predilección personal, que puede venir de las pasiones, debe ceder el
mismas personas: de lo de nuestra tierra. Hay marea alta en todas paso, en lo que no sea cosa de honor, a la predilección general:
estas cosas de anexión, y se ha llegado a enviar a La Discusión y pronto entendí que era inevitable que el asunto de Cuba se
de La Habana, desde Washington, una correspondencia sobre una presentase ante el Congreso, de un modo o de otro, y en lo que
visita a Blaine,6 en favor de la anexión, en que la dan por pro- había que pensar era en presentarlo del modo más útil. Para mí
metida por Blaine, y al calce están mis iniciales: iy en Cuba no lo es ninguno que no le garantice a Cuba su absoluta indepen-
creen los náufragos, que se asen de todo, que es mía la carta, a dencia. Para que la Isla sea norteamericana no necesitamos hacer
pesar de que es una especie de Anti-Vindicación,’ y que yo esto) ningún esfuerzo, porque, si no aprovechamos el poco tiempo que
en tratos con Blaine!, y lo demás que en Cuba puede suponerse nos queda para impedir que lo sea, por su propia descomposición
de que los revolucionarios de los E. Unidos anden en arreglos vendrá a serlo. Eso espera este país, y a eso debemos oponernos
con el gobierno norteamericano!: hasta ofertas de agencias he re- nosotros. Lo que del Congreso se habría de obtener era, pues, una
cibido de personas de respeto, como primer resultado de esta su- recomendación que llevase aparejado el reconocimiento de nuestro
perchería. En instantes en que el cansancio extremo de la Isla derecho a la independencia y de nuestra capacidad para ella, de
parte del gobierno norteamericano,-que, en toda probabilidad, ni
3 EI ya mencionado Sáenz Peria esto querrá hacer, ni decir cosa que en lo menor ponga en duda
para lo futuro, 0 comprometa por respetos expresos anteriores, su
4 The Tribune y El Avisador Hispano-Americano, diarios de Nueva York
título al dominio de la Isla.
s The Evening Post, The New York Herald y The New York Times, diarios de De los pueblos de Hispano-América, ya lo sabemos todo: allí
Nueva York. están nuestras cajas y nuestra libertad. De quien necesitamos sa-
ber es de los Estados Unidos, que está a nuestra puerta como
6 James G. Blaine, secretario de Estado durante el período presidencial, en los un enigma, por lo menos, Y un pueblo en la angustia del nuestro
titulo de “Vindicación de Cuba”.
necesita despejar el enigma;-arrancar de quien pudiera desco-
r Se refiere a su carta al director del Evening Post. Ver en este tomo con el nocerlos, la promesa de respetar los derechos que supiésemos ad-
Estados Unidos de Norteamérica, de Benjamfn Harrison. quirir con nuestro empuje,-saber cuál es la posición de este veci-
376 losé Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. 11 377

no codicioso, que confesamente nos desea, antes de lanzarnos a vez Juárez,T3 a la invasión de un poder europeo en América: ino
una guerra que parece inevitable, y oudiera ser inútil, por la de- está Europa en las Antillas! <Francia? iInglaterra?: ipudieron,
terminación callada del vecino de oponerse a ella otra vez, como por tener la Isla, reconquistar la América los españoles, ni cuando
medio de dejar la Isla en estado de traerla más tarde a sus ma- Barradas,” ni cuando Méndez Núñez? n De esas alegaciones to-
nos, ya que sin un crimen político, a que sólo con la intriga se marán los Estados Unidos refuerzo para sus propósitos, confesos
atrevería, no podría echarse sobre ella cuando viviera ya orde- o tácitos. La indemnización cquién la había de garantizar, sino
nada y libre. Eso tenía pensado, contando con que en el Congreso la única nación americana que puede hacerla efectiva? Y una vez
no nos han de faltar amigos que nos ayudasen a aclarar nuestro en Cuba los Estados Unidos equién los saca de ella? Ni (por qué
problema, por simpatía o por piedad. Y como pensaba componer ha de quedar Cuba en América, como según este precedente que-
la exposición de manera que en ella cupiesen todas las opiniones, daría, a manera,-no del pueblo que es, propio y capaz,--sino
en José Ignacio* pensé, como pensé en Ponce,’ y en cuantos, con como una nacionalidad artificial, creada por razones estratégicas?
diferencia de métodos, quieren de veras a su país, para que acu- Base más segura quiero para mi pueblo. Ese plan, en sus resul-
diesen al Congreso con sus firmas, en una solicitud que el Con- tados, sería un modo indirecto de anexión. Y su simple presenta-
greso no podía dejar de recibir, y a la que los Estados Unidos, ción lo es. Lo anima en Rodríguez,-el deseo puro de obtener
por la moderación y habilidad de la súplica, no habría hallado la libertad de su tierra por la paz. Pero no se obtendrá; o se
acaso manera decorosa de negar una respuesta definitiva:-y así, obtendrá para beneficio ajeno. El sacrificio oportuno es preferible
con este poder, batallar con más autoridad y a campos claros. a la aniquilación definitiva. Es posible la paz de Cuba indepen-
Del Congreso, pues, me prometía yo sacar este resultado:-la diente con los Estados Unidos, y la existencia de Cuba independien-
imposibilidad de que, en una nueva guerra de Cuba, volviesen a te, sin la pérdida, o una transformación que es como la pérdida,
ser los Estados Unidos, por su propio interés, los aliados de Es- de nuestra nacionalidad. Sírvanos el Congreso, en lo poco que
paña. Nada, en realidad, espero, porque, en cuestión abierta como puede, pero sea para el bien de Cuba, y para poner en claro su
esta, que tiene la anexión de la Isla como uno de sus términos, problema, no para perturbarla, por lo pronto, con esperanzas que
no es probable que los Estados Unidos den voto que en algún han de salir una vez más fallidas, o si no salen, no han de ser
modo contraríe el término que más les favorece. Pero eso es lo para su beneficio.
posible, y el deber político de este instante, en la situación re- Y ahora, los hombres. Dos cosas pueden ser, y sólo la parte
vuelta, desesperada, y casi de guerra, de la Isla.-Ya eso estaba de Rodríguez me impide creer que sea una de ellas. 0 ios capi-
yo decidido a hacer. Y aún no sé si será mi deber hacerlo, acom- talistas y políticos de la costa, con ayuda y simpatía de quienes
pañado, o solo. siempre ayudan estas cosas en Washington, han ido penetrando
En esto me llega su carta de Vd. De los móviles de José Igna- sutilmente hasta hallar en Rodríguez un auxiliar desinteresado y
cio Rodríguez no hay que hablar. Ama a su patria con tanto fer- valioso, y este plan viene a ser la aparición de un propósito fijo
vor como el que más, y la sirve según su entender, que en todo de hombres del Norte, que es lo que me inclino a creer;---0 por
es singularmente claro, pero en estas cosas de Cuba y el Norte comunidad de las ideas limpias de Rodríguez, la pasión cons-
va guiado de la fe, para mí imposible, en que la nación que por tante del revolucionario González;” y el interés confeso y probado
gwgrafía, estrategia, hacienda y política-necesita de nosotros, nos de Moreno,14 se ha venido a producir un modo de pensar, que como
saque con sus manos de las del gobierno español, y luego nos dé, todo lo que lleva esperanza a los infelices, y libertad cómoda a los
para conservarla, una libertad que no supimos adquirir, y que débiles, tendrá muchos adeptos; aquí y en Cuba, pero en el que
podemos usar en daño de quien nos la ha dado. Esta fe es gene- no quisiera yo ver persona como Rodríguez junto a un hombre
rosa; pero como racional, no la puedo combatir. Lo que en todo del descrédito de Moreno, y de la poca autoridad de Luna.” No
el documento, tal como V. me lo pinta, se demuestra, no es tanto
la razón de que Cuba sea independiente, sino la necesidad que la lo Benito Juárez.
nación de más intereses y aspiraciones en América tiene de poseer ‘1 Isidro Barradas.
la Isla, por el mal que le puede venir de que otro la posea. Aparte
de lo histórico,-en cuanto al espantapájaros que mató de una n Casto Méndez Núñez.
l3 Ambrosio José González.
8 Jo& Ignacio Rodríguez, secretario de la Comisión de Derecho Internacional y
de ia Extradición en la Conferencia Internacional Americana. l4 Manuel Moreno.
9 Probablemente Néstor Ponce de León. ls Juan Bellido de Luna.
378 Jose .Marri

se hablar mal de los hombres. Pero Moreno no es de buena com-


pañía, aparte de lo ridículo de su persona, que sólo por la idea CONGRESO INTERNACIONAL DE WASHINGTON
simpática que le llevaba, y por el respeto de su puesto de repre-
sentante, pudo parecer bien, como Vd. me dice, al entusiasta Gon- Su historia, sus elementos y sus tendencias
zilez. De González, nada sé, sino lo que se puede saber de la
expedición de López,‘* que Vd. recordando o preguntando, lo sa-
brá. Y por unas líneas suyas que leí en días pasados, sé que es
de los que aman con pasión a este país, y no verían con menos
que jubilo la anexión del nuestro. gY si no es anexionista el plan
de que me habla, qué hacen en él Moreno y Luna, anexionistas
confesos? Eso es lo que pienso, Gonzalo.‘Va al vuelo de la pluma, 1
como quisiera yo ir, y escribir con mi sangre, para que se me viera
la verdad. cPero a qué he de ír, caso de que pudiera yo, que por Nueva York, 2 de noviembre de 1889
mi tierra todo lo abandono, salir de este banco de la esclavitud?
Sí fuera titil, yo iría: pero iquién, por oírme, va a cejar en sus
Serior Director de La Nación:
pasiones de años, ni a creer que lo que habla en mí no es una pa-
sión opuesta a la suya? Otros me llaman de Washington, y por “Los panamericanos”, dice un diario, “El Sueño de Clay” dice
respetos no voy. Mis ideas no las callo, aunque Vd. sólo hará uso
de ellas donde puedan contribuir a la concordia. Si estas cosas se otro. Otro: “La justa influencia.” Otro: “Todavía no.” Otro: “Va-
transformasen, o llegasen a estado que requiriese acción, o pu- pores a Sudamérica.” Otro: “El destino manifiesto.” Otro: “Ya es
nuestro el golfo.” Y otros: “iEse congreso!“, “Los cazadores de
diera mi presencia allí servir de veras ;no daría este corto viaje
subvenciones”, “Hechos contra candidaturas”, “El Congreso de Blai-
por su patria, el que se muere de ella?
ne”, “El paseo de los panes”, “El mito de Blaine”. Termina ya el
No eche al cesto estos renglones, para volver a leerlos juntos. paseo de los delegados, y están al abrirse las sesiones del con-
Me pidió dos, y vea. Eso le dirá como le estima su amigo greso internacional. Jamás hubo en América, de la independencia
acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilan-
J. MARTI cia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que
los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y
0. C., t. 1, p. 247-252. Cotejada con el manuscrito original determinados a extender sus dominios en América, hacen a las
naciones americanas de menos poder, ligadas por el comercio libre
y útil con 40s pueblos europeos, para ajustar una liga contra Euro-
l6 General Narciso López.
pa, y cerrar tratos con el resto del mundo, De la tiranía de España
supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con
ojos .judíciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge
decir, porque es la verdad,, que ha llegado para la América espa-
ñola ,la hora de declarar su segunda independencia.
En cosas de tanto interés, la alarma falsa fuera tan culpable
como el disimulo. Ni se ha de exagerar lo que se ve, ni de tor-
cerlo, ni de callarlo; Los peligros no se. han de ver cuando se les
tiene encima, sino.cuando se los puede evitar. Lo primero en política,
es aclarar y prever. Sólo una respuesta unánime y viril, para la que
todavía hay tiempo sin riesgo, puede libertar de una vez a los pue-
blos españoles de América de la inquietud y perturbación, fatales
en su hora de desarrollo, en que les tendría sin cesar, con la com-
plicidad posible de las repúblicas venales o débiles, la política se-
cular y confesa de predominio de un vecino pujante y ambicioso,
que no los ha querido fomentar jamás, ni se ha dirigido a elfos sino
para impedir su edensión, como en Panamá, o apoderarse de su
OBRAS ESCOGIDAS. T. Il 381
380 José Marti

territorio, como en México, Nicaragua, Santo Domingo, Haití y Cuba, envenenados de la colonia europea, los dogmas de libertad de los
o para cortar por la intimidación sus tratos con el resto del univer- vecinos que los atacaban. Y cuando de la verdad de la pobreza,
so, como en Colombia, o para obligarlos como ahora, a comprar lo con el candor del bosque y la sagacidad y poder de las criaturas
que no puede vender, y confederarse para su dominio. que lo habitan, surgió, en la hora del reajuste nacional, el guía
De raíz hay que ver a los pueblos, que llevan sus raíces donde bueno y triste, el leñador Lincoln, pudo oir sin ira que un dema-
no se las ve, para no tener a maravil!a estas mudanzas en apa- gogo le aconsejara comprar, para vertedero de los negros armados
riencia súbitas, y esta cohabitación de las virtudes eminentes y que le ayudaron a asegurar la unión, el pueblo de niños fervientes
las dotes rapaces. No fue nunca la de Norteamérica, ni aun en y de entusiastas vírgenes que, en su pasión por la !ibertad, había
los descuidos generosos de la juventud, aquella libertad humana de ostentar poco después, sin miedo a los tenientes madrileños, el
y comunicativa que echa a los pueblos, por sobre montes de nieve, luto de Lincoln; pudo oír, y proveer de salvoconducto al mediador
a redimir un pueblo hermano, o los induce a morir en haces, son- que iba a proponerle al Sur torcer sus armas sobre México, donde
riendo bajo la cuchilla, hasta que la especie se puede guiar por estaba el frances amenazante, y volver con crédito insigne a la
los caminos de la redención con la luz de la hecatombe. Del ho- República, con el botín de toda la tierra, desde el Bravo hasta
landés mercader, del alemán egoísta, y del inglés dominador se el itsmo. Desde la cuna soñó en estos dominios el pueblo del
amasó con la levadura del ayuntamiento señorial, el pueblo que Norte, con el “nada sería más conveniente” de Jefferson; con “los
no vio crimen en dejar a una masa de hombres, so protexto de la trece gobiernos destinados” de Adams; con “la visión profética”
ignorancia en que la mantenían, bajo la esclavitud de los que se de Clay; con “la gran luz del Norte” de Webster; con “el fin es
resistían a ser esclavos. cierto, y el comercio tributario” de Summer; con el verso de Sewall,
No se le había secado la espuma al caballo francés de York- que va de boca en boca, “vuestro es el continente entero y sin
town cuando con excusas de neutralidad continental se negaba a limites”; con “la unificación continental” de Everett; con la “unión
comercial” de Douglas; con “el resultado inevitable” de Ingalls,
ayudar contra sus opresores a los que acudieron a libertarlo de “hasta el istmo y el polo”; con la “necesidad de extirpar en Cuba”,
elfos, el pueblo que después, en el siglo más equitativo de la de Blaine, “el foco de la fiebre amarilla”; y cuando un pueblo
historia, había de disputar a sus auxiliares de ayer, con la razón rapaz de raíz, criado en la esperanza y certidumbre de la posesión
de su predominio geográfico, el derecho de amparar en el conti-
del continente, llega a serlo, con la espuela de los celos de Europa
nente de la libertad, una obra neutral de beneficio humano. Sin y de su ambición de pueblo universal, como fa garantía indispen-
tenderles los brazos, sino cuando ya no necesitaban de ellos, vio sable de su poder futuro, y el mercado obligatorio y único de la
a sus puertas la guerra conmovedora de una raza épica que com- producción falsa que cree necesario mantener, y aumentar para
batía, cuando estaba aún viva la mano que los escribió, por los
principios de albedrío y decoro que el norte levantó de pabellón que no decaigan su influjo y su fausto, urge ponerle cuantos fre-
nos se puedan fraguar, con el pudor de las ideas, el aumento rá-
contra el inglés: y cuando el sud, libre por sí, lo convidó a la pido y hábil de ios intereses opuestos, el ajuste franco y pronto
mesa de la amistad, no le puso los reparos que le hubiera podido de cuantos tengan la misma razón de temer, y la declaración de
poner, sino que con los labios que acaban de proclamar que en
la verdad. La simpatía por los pueblos libres dura hasta que ha-
América no debía tener siervos ningún monarca de Europa, exigió cen traición a la libertad; o ponen en riesgo la de nuestra patria.
que los ejércitos del Sur abandonasen su proyecto de ir a redimir
las islas americanas del golfo, de la servidumbre de una monar- Pero si con esas conclusiones a que se llega, a pesar de hechos
quía europea. Acababan de unirse, con no menor dificultad que las individuales y episodios felices, luego de estudiar la relación de
colonias híbridas del Sur, los trece Estados del Norte y ya prohibían las dos nacionalidades de América en su historia y elementos pre-
que se fortaleciese, como se hubiera fortalecido y puede fortalecer- sentes, y en el carácter constante y renovado de los Estados Uni-
se aún, la unión necesaria de los pueblos meridionales, la unión dos, no se ha de afirmar por eso que no hay en ellos sobre estas
posible de objeto y espíritu, con la independencia de las islas cosas más opinión que la agresiva y temible, ni el caso concreto
que la naturaleza les ha puesto de pórtico y guarda. Y cuando de del congreso, en que entran agentes contradictorios, se ha de ver
la verdad de la vida, surgió, con el candor de las selvas y la como encarnación y prueba de ella, sino como resultado de la
sagacidad y fuerza de las criaturas que por tener más territorio acción conjunta de factores domésticos afines, personales y públi-
para esclavos, se entraron de guerra por un pueblo vecino, y le cos, en que han de influir resistiendo o sometiéndose los elemen-
sajaron de la carne viva una comarca codiciada, aprovechándose tos hispanoamericanos de nacionalidad e interés; los privilegios
del trastorno en que tenía al país amigo la lucha empeñada por locales y la opinión de la prensa, que según su bando o necesidad
una cohorte de evangelistas para hacer imperar sobre los restos es atrevida en el deseo, o felina y cauta, o abyecta e incondicional,
382 losé Martí OBRAS ESCOGIDAS T II 383

o censoria y burlona. No hubo cuando el discurso inaugurar de y halagadoras. A esos cortejos del vulgo hay que vigrlar, porque
Blaine quien dijese por el decoro con que conviene enseñarse al por lo que les ve hacer se adivina lo que desea el vulgo. Las in-
extranjero, que fue el discurso como un pisto imperial, hecho de dustrias estaban ya protegidas en los apuros de la plétora, y pe-
retazos de arengas, del marqués de Landowne, y de Henry Clay; dían politica que les ayudase a vender y barcos donde llevar sus
pero, vencida esta tregua de cortesía, mostró la prensa su variedad mercancías a costa de la nación. Las compañias de vapores, que
saludable, y en ella se descubre que la resistencia que el pudor a condición de reembolso anticipan a los partidos en las horas
y el interés imponen, frente a la tentativa extemporánea y vio- de aprieto, sumas recias, exigian, seguras de su presa, las sub-
lenta de fusión, tiene como aliados naturales los privilegios de la venciones en lo privado otorgadas. El canal de Panamá, daba
industria local que la fusión lastimará, y los diarios de más con- ocasión para que los que no habían sido capaces de abrirlo qui-
cepto, y pensamiento del país. Así que yerra quien habla en re- siesen impedir que “la caduca Europa” lo abriese, o remedar la
dondo, al tratar del congreso, de estas o aquellas ideas, de los política de “la caduca Europa” en Suez, y esperar a que otros
Estados Unidos, donde impera, sin duda, la idea continental y 10 rematasen para rodearlo. Los del guano de Landreau vieron que
particularmente entre los que disponen hoy del mando, pero no era posible convertir en su agencia particular la Secretaría de Es-
sin la flagelación continua de los que ven en el congreso, desde tado de la nación. Se unieron el interés privado y político de
su asiento de los bastidores, el empuje marcado de las compañías un candidato sagaz, la necesidad exigente de los proveedores del
que solicitan subvención para sus buques, o el instrumento de que partido, la tradición de dominio continental perpetuada en la re-
se vale un político hábil y conocedor de sus huestes, para triunfar pública, y el caso de ponerla a prueba en un país revuelto y débil.
sobre sus rivales por el agasajo doble a las industrias ricas, ofre- Surgió de la secretaría de Blaine el proyecto del congreso
ciéndoles, sin el trabajo lento de la preparación comercial, los americano, con el crédito de la leyenda, el estímulo oculto de los
mercados que apetecen, y a la preocupación nacional, que ve en intereses y la magia que a los ojos del vulgo tienen siempre la
Inglaterra su enemigo nato, y se regocija con lo mismo que com- novedad y la osadía,
place a la masa irlandesa, potente en las urnas. Hay que ve,r, pues, Y eran tan claras sus únicas razones que el país, que hubiera
cómo nació el congreso, en qué manos ha caído, cuáles son sus debido agradecerlo, lo tachó de atentatorio e innecesario. Por la
relaciones ocasionales de actualidad con las condiciones del país, herida de Guiteau salió Blaine de la secretaría. Su mismo partido,
y qué puede venir a ser en virtud de ellas, y de los que influyen luego de repudiarle la intervención en el Perú, nombró, no sin
en el congreso y lo administran. que pasasen tres años, una comisión de paz que fuera para la
Nació en días culpables, cuando la poiítica del secretario Blaine América, sin muchos aires políticos, a estudiar las causas de que
en Chile y el Perú salía tachada del banco del reo donde la sentó fuera tan desigual el comercio, y tan poco animada la amistad
Belmont, por la prueba patente de haber hecho de baratero para entre las dos nacionalidades del continente. Hablaron del con-
con Chile en las cosas del Perú, cuya gestión libre impedía con greso en el camino, y lo recomendaron a la casa y al senado a
ofrecimiento que el juicio y el honor mandaban rechazar, como su vuelta.
que en forma eran la dependencia del extraño, más temible siem- Las causas de la poca amistad eran, según la comisión, la
pre que la querella con los propios, y por base tuvo el interés ignorancia y soberbia de los industriales del Norte, que no estu-
privado de los negocios de Landreau a que servía de agente con- diaban ni complacían a los mercados del Sur; la poca confianza
feso el ministro de los Estados Unidos, que de raíz deslucieron, que les mostraban en los créditos en que es Europa pródiga; la
por manos del republicano Frelinghuysen, lo que “sin derecho ni falsificación europea de las marcas de los Estados Unidos; la falta
prudencia” había mandado hacer, encontrándose de voceador en de bancos y de tipos comunes de pesas y medidas; los “derechos
la casa ajena, el republicano Blaine, quien perturbaba y debilitaba enormes” de importación que “podrian removerse con concesiones
a los vencidos; con promesas que no les había de cumplir, o recíprocas”; las muchas multas y trabas de aduana, y “sobre todo,
traían el veneno del interés, y a los vencedores les daba derecho la falta de comunicación por vapores”.
a desconocer una intervención que no tenía las defensas de la Estas causas, y ninguna otra más. Estaba en el gobierno, a
suya, y a la tacha de mercenaria unía la de invasora de los dere- ia vuelta de la comisión, el partido demócrata, que apenas podía
chos americanos. Los políticos puros viven de la fama continua mantene.r contra la mayoria de sus parciales, gracias a la bravura
de su virtud y utilidad, que los excusa de escarceos deslumbrantes de su jefe, la tendencia a favorecer al comercio por el medio na-
0 atrevimientos innecesarios, pero los que no tienen ante el país tural de la rebaja del costo de la producción; y es de creer, por
esta autoridad y mérito recurren, para su preponderancia y brillo, cuanto los de esta fe dijeron entonces y hoy escriben, que no
a complicidades ocultas, con 10s pudientes, y a novedades osadas hubiera arrancado de los demócratas este plan del congreso, nun-
384 José Martí
OBRAS ESCOGIDAS T. II 385

ca muy grato a sus ojos, por tener ellos en la mente, con la re-
ducción nacional del costo de la vida y de la manufactura, el modo oiro modo de hacérselos comprar, “el resultado inevitable”, “el
franco y legítimo de estrechar la amistad con los pueblos libres sueño de Clay”, “el destino manifiesto”: el verso de Sewall, corria
de América. Pero no puede oponerse impunemente un partido po- de diario en diario, como lema del, canal de Nicaragua: ‘$0 por
lítico a los proyectos que tienden, en todo lo que se ve, a robuste- Panamá, o por Nicaragua, o por los dos, porque los dos serán
cer el influjo y el tráfico del país; ni hubiera valido a los demó- nuestros”: “ya es nuestra la península de San Nicolás, en Haití,
cratas poner en claro los intereses censurables que originaron el que es !a llave del golfo”, triunfó con la fuerza oculta de la leyen-
proyecto, porque en sus mismas filas, ya muy trabajadas por la da, redoblada con la necesidad inmediata del poder, el partido que
división de opiniones económicas, encontraban apoyo decisivo los venia uniendo en sus promesas fa una a la otra.
industriales necesitados de consumidores, y las compañías de bu- Y al realizarse el congreso, y chocar los intereses de los ma-
ques, que pagan con largueza en uno u otro partido, a quienes nufactureros con los de los criadores y extractores, se ve de realce
las ayudan. La autoridad creciente de Cleveland, caudillo de las la imposíbilidad de asegurar la venta al fabricante proteccionista
reformas, apretaba la unión de los proteccionistas de ambos par- sin Cerrar en cambio el mercado de la nación, por la entrada libre
tidos, y preparaba la liga formidable de intereses que derrotó en de los frutos primos a los extractores y criadores proteccionistas;
un esfuerzo postrero su candidatura. La angustia de los industria- y la necesidad de salir del dilema de perder el poder en las elec-
les había crecido tanto desde 1881, cuando se tachó la idea del ciones próximas por falta de su apoyo, o conservar su apoyo por
congreso de osadía censurable, que en 1888, cuando aprobaron la el prestigio de convenios artificiales, obtenidos a fuerza de poder,
convocatoria las dos casas, fue recibida por la mucha necesidad viene a juntarse, reuniendo el interés general del partido, al cons-
de vender, más natural y provechosa que antes. Y de este modo tante y creciente del candidato que busca programa a la ocasión
vino a parecer unánime, y como acordado por los dos bandos del de influjo excepcional que ofrece al pueblo que lo espera y pre-
país, el proyecto nacido de la conjunción de los intereses protec- para desde sus albores, el período de mudanza en que, por deses-
cionistas con la necesidad política de un candidato astuto. Cabe peración de su esclavitud unos, y por el empuje de la vida los
preguntarse sí, despejados estos dos elementos del interés político otros, entran los pueblos más débiles e infelices de América, que
del candidato, y el pecuniario de las empresas que lo mantienen, son, fuera de México, tierra de fuerza original, los pueblos más
hubiera surgido la idea de un nuevo interés, y por sucesos favo- cercanos a los Estados Unidos. Así el que comenzó por ser ardid
rables a la ampliación del plan, a un extremo político en que prematuro de un aspirante diestro, viene a ser, por la conjunción
culminan, con la vehemencia de una candidatura desesperada, las de los cambios, y aspiraciones a la vida de los pueblos del gol-
leyendas de expansión y predominio a que han comenzado a dar fo, de la necesidad urgente de los proteccionistas, y del interés de
un candidato ágil que pone a su servicio la leyenda, el plantea-
cuerpo y fuerza de plan polftíco, la guerra civil de un pueblo ru-
dimentario, y los celos de repúblicas que debieran saber rescatarlos miento desembozado de la era del predominio de los Estados Uni-
de quien muestra la intención y la capacidad de aprovecharse de dos sobre los puebios de la América.
ellos.
Los caudales proteccionistas echaron a Cleveland de la Presi- Y es lícito afirmar esto, a pesar de la aparente mansedumbre
dencia. Los magnates republicanos tienen parte confesa en las
de la convocatoria, porque a esta, que versa sobre las relaciones de
industrias amparadas por la protección. Los de la lana contribu- !os Estados Unidos con los demás pueblos americanos, no se la
yergn a las elecciones con sumas cuantiosas, porque los republi- puede ver como desligada de las relaciones, y tentativas y aten-
canos se obligaban a no rebajar los derechos de la lana. Los del tados confesos, de los Estados Unidos en la América, en los ins-
plomo contribuyeron para que los republicanos cerrasen la fron- tantes mismos de la reunión de sus pueblos sino que por !o que
tera al plomo de México. Y los del azúcar. Y los del cobre. Y los
son estas relaciones presentes se ha de entender cómo serán, y
de los cueros, que hicieron ofrecer la creación de un derecho de para qué, las venideras; y luego de inducir la naturaleza y objeto
entrada. El congreso estaba lejos. Se prometía a los manufactu- de las amistades proyectadas, habrá de estudiarse a cuál de las
reros el mercado de las Américas: se hablaba, como con antifaz, dos Américas convienen, y si son absolutamente necesarias para
de derechos misteriosos y de “resultados inevitables”: a los cria- SU paz y vida común, o si estarán mejor como amigas naturales
dores y extractores se les prometió tener cerrado a los productos sobre bases libres, que como coro sujeto a un pueble de intereses
de afuera el mercado doméstico: no se decía que la compra de distintos, composición híbrida y problemas pavorosos, resuelto a
las manufacturas por los pueblos españoles habría de recompen- entrar, antes de tener arreglada su casa, en desafío arrogante,
sarse comprándoles sus productos primos, o se decía que habría Y acaso pueril, con ei mundo. Y cuando se determine si los pueblos
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 387

que han sabido fundarse por sí, y mejor mientras más lejos, deben superioridad rubia; y es patente que no hay por qué hacer con
abdicar SLI soberania en favor del que con rn5s obligación de ayu- guia de otros aquello de que se le ha dado al guia lección ade-
darles no les ayudó jamás, o si conviene poner clara, y donde el lantada. Otra proposición es recomendable; porque entre pueblos
universo la vea, la determinación de vivir en la salud de la verdad, llanos y amigos no debe haber fórmulas nimias ni diversas, y
sin alianzas innecesarias con un pueblo agresivo de otra compo- conviene a todos que sean una la de los documentos mercan-
sición y iin, antes de que la demanda de alianza forzosa se encone tiles, 4’ las de despachos de aduana, así como lo de la propuesta
y haga caso de vanidad y punto de honra nacional,-lo que habrá que sigue, sobre uniformidad de pesas y medidas, y leyes sobre
de estudiarse serin !os elementos del congreso, en si y en 10 marcas y privilegios, y sobre extradición de criminales.
que de afuera iníluye él, para augurar si son más las probabili- Ni la idea de la moneda común es de temer, porque cuanto
dades de que se reconozcan, siquiera sea para recomendación, los ayude al trato de los pueblos es un favor para su paz, y una
títulos de patrocinio y prominencia en el continente, de un pueblo causa menos de encono y recelo, y si se puede acordar, con un
que comienza a mirar como privilegio suyo la libertad, que es sistema de descuentos fijos o con el reconocimiento de un valor
aspiración universal y perenne del hombre, y a invocarla para convencional, el valor relativo y constante de la plata de diversos
privar a los pueblos de ella,---o, de que en esta primera tentativa cuños, no hay por qué estorbar el comercio sano y apetecible con
de dominio, declarada en el exceso impropio de sus pretensiones, la fluctuación de la moneda, ni de negar en un tanto al peso de
y en los trabajos coetáneos de expansión territorial e influencia menos plata, el crédito que entre pueblos amigos se concede al
desmedida, sean más, si no todos, como debieran ser los pueblos peso nominal de papel. Ni sería menos que excelente la proposi-
que, con la entereza de la razón y la seguridad en que están aún, ción del arbitraje, caso de que no fuera con la reserva mental
den noticia decisiva de su renuncia a tomar señor, que los- que del Herald de Nueva York, que no es diario que habla sin saber,
por un miedo a que sólo habrá causa cuando hayan empezado a y dice que todavía no es hora de pensar en el protectorado sobre
ceder y reconocido la supremacía, se postren, en vez de esquivarlo la América; sino que eso se ha de dejar para cuando estén las
con habilidad, al paso del Juggernaut desdeñoso, que adelanta en cosas bien fortificadas; y sea tanta la marina que vuelva vence-
triunfo entre turiferarios alquilones de la tierra invasora aplas- dora de una guerra europea, y entonces, con el crédito del triunfo,
tando cabezas de siervos. será la ocasión de intentar “lo que ha de ser, pero que por falta
El Sun de Nueva York, lo dijo ayer: “El que no quiera que lo de fuerzas no se ha de intentar ahora”. Excelente cosa seria el
aplaste el Juggernaut, súbase *en su carro.” Mejor será cerrarle arbitraje, si en estos mismos meses hubiesen dado pruebas de
al carro el camino. quererlo realmente los Estados Unidos en su vecindad, proponién-
Para eso es el genio: para vencer la fuerza con la habilidad. dolo a los dos bandos de Haití, en vez de proveer de armas al
Al carro se subieron los tejanos, y con el incendio a la espalda, bando que le ha ofrecido cederle la península de San Nicolás, para
como zorros rabiosos, o con !os muertos de la casa a la grupa, echar del país al gobierno legítimo, que no se la quiso ceder. El
tuvieron que salir, descalzos y hambrientos, de su tierra de Texas. arbitraje sería cosa excelente, si no hubieran de estar sometidas
las cuestiones principales de América, que han de ser dentro de
poco, si a tiempo no se ordenan, las de las relaciones con el pue-
II blo de Estados Unidos, de intereses distintos en el universo, y con-
trarios en el continente, a los de los pueblos americanos, a un
Y, a ver las cosas en la superficie, no habria causa para estas tribunal en que, por aquellas maravillas que dieron en México el
precauciones, porque de las ocho proposiciones de la convocato- triunfo a Cortés, y en Guatemala a Alvarado, no fuera de temer,
ria, ia primera y Ultima manda tratar de todo lo que en general y aun de asegurar que, con el poder de la bolsa, o el del deslum-
sea para el bien de los pueblos de América, que es cosa que cada bramiento, tuviera el león más votos que los que pudieran oponer
pueblo nuestro ha buscado por si, en cuanto se quitb el polvo de al coro de ovejas, el potro valeroso o el gamo infeliz. Cosa exce-
las ruinas en que vino al mundo; y de las seis restantes, una es lente sería el arbitraje, si fuera de esperar que en la plenitud de
para criar vapores, que no han necesitado en nuestra América su pujanza sometiera a él sus apetitos la república que, aún ado-
de empolladura de congresos, porque Venezuela dio sueldo a los lescente, mandaba a los hermanos generosos que dejasen al her-
cascos de los Estados Unidos en cuanto tuvo qué mandar, y cómo mano sin libertad, y que le respetasen su presa.
pagar; y Centroamérica, con estar en pañales, lo misrno; y México De una parte hay en América un pueblo que proclama SU de-
ha puesto sobre sus pies con sus pesos mestizos a dos compañias recho de propia coronación a regir, por moralidad geográfica, en
rubias de vapores, cuando no pensaba en SLI prole necesitada la cl continente, y anuncia, por .boca de sus estadistas, en la prensa
OBRAS ESCOGIDAS T II 389

v en e! púipito. en el banquete y en ej congreso. mientras pone la nos con ventajas mutuas, espera en vano de años atrás la sanción
niano :,obre la isla v trata de comprar otra, que todo el norte de del congreso, porque se oponen a él, con detrimento del interés
Xmérica ha de ser suyo, y se le ha de reconocer derecho jlnperial generai de la Nación, los intereses especiales heridos en el tratado?
del istmo abajo, y de otra están los pueblos de origen y r1ne.s dl- En 1883, mientras iba la comisión convidando al congreso in-
\.erso< cada dia más ocupados y menos rece!osos, que no tlenen ternacional yno se cerraron las puertas, para contestar a los cría-
más èkemigo real que su propia ambición, y la del vecino que los dores nativos, a las lanas sudamericanas? ;No quiere el senado
convida a ahorrarle el trabajo de quitarles mañana por la fuerza aumentar hcy mismo, cara a cara del congreso internacional, el
lo que le pueden dar de grado ahora. ¿Y han -de poner sus nego- gravamen de la lana de alfombras de los pueblos a quienes se
cios los pueblos de AmPrica en manos de su unico enermgo, o de Invita a recibir sin derechos, y a consumir de preferencia los pro-
ganarle tiempo, y poblarse, y unirse, y merecer definitivamente ductos de un país que le excluye los suyos? <No acaba la Secre-
ei crédito y respeto de naciones, antes de que ose demandarles la taría de Hacienda, mientras andan de convivialidades los pana-
sumisión al vecino a quien, por las elecciones de adentro o las de mericanos en Kentucky, de confirmar el derecho prohibitivo del
afuera, se le puede moderar la voluntad, o educar la moral polí- plomo de México, a quien llama a tratar sobre la entrada libre
?ica, antes de que se determine a incurrir en el riesgo y oprobio de !os productos del norte en la república mexicana, que ya les
de echarse, por la razón de estar en un mismo continente, .sobre tiene acordada la entrada libre, y sólo espera a que la permita
pueb!os decorosos, capaces, justos, y como él, prósperos y llbres? por su parte el congreso de !os Estados Unidos? ¿No están le-
Ni fuera para alarmar la propuesta de la unión aduanera, que vantando protestas los estancieros del oeste contra las compañías
permitiria la entrada libre de lo de cada país en todosr los de de vapores, que quieren valerse del partido que los estancieros
la unión; porque con enunciarla se viene abajo, pues valdrla tanto ayudaron a vencer, para traer de venta de Sudamérica al este, con
como ponerse a modelar de nuevo y aprisa quince pueblos para el dinero nacional, reses vivas y carnes frescas más baratas, que
buscar acomodo a los sobrantes de un amigo a quien le ha en- las que pueden mandar del oeste por los ferrocarriies los estan-
trado con apremio la necesidad, y quiere que en beneficio de él cieros de la nación? 8-Y a qué se convida a Chile, que exporta
los vecinos se priven de todo, o de casi todo, lo que tienen com- cobre, si el cobre del pafs, que ayudó tanto a los republicanos, les
puesto en una fábrica de años para los gastos de la casa: porque exige la condición, que fue cerrar la entrada al cobre? 2Y los azu-
tomar sin derechos lo de los Estados Unidos, que elaboran, en careros, para qué trajeron a los republicanos al poder, sino para
sus talleres cosmopolitas, cuanto conoce y da el mundo, fuera que les cerraran las puertas al azúcar?
como echar al mar de un puñado la renta principal de las adua- 0 se priva el gobierno republicano del apoyo de los protec-
nas, mientras que los Estados Unidos seguirían cobrando poco cionistas que lo eligieron para que los mantuviese en su gran-
menos que todas las suyas, como de lo que les viene de América jerfa,-lo que fuera sacríiicio inútil, porque el congreso federal,
no pasan de cinco los artículos valiosos y gravados al entrar: que es de las empresas, reprcbaría la deserción del gobierno. 0 se
sobre que sería inmortal e ingrato, caso de ser posible por ,las convida a los pueblos americanos a sabiendas, con la esperanza
obligaciones previas, despojar del derecho de vender en los palses vaga de recobrar concesiones que los entraban para el porvenir,
de América sus productos baratos a los pueblos que sin pedirles a formular tratados que de antemano desechan los poderes a quie-
sumisión política les adelantan caudales y les conceden credltos. nes cumpliría ejecutarlos, y los intereses que los encumbraron al
para poner en condición de vender sus productos caros e inieriores gobierno. 0 se espera reducir al congreso internacional, por arti-
a un puebio que no abre créditos ni adelanta caudales, sino donde ficios de política, y componendas con los pueblos deslumbrados
hay* ., minas abiertas y provechos visibles, y exige además la su- y temerosos, a recomendaciones que funden el derecho eminente
mlslon. que se arrogan sobre América los Estados Unidos. 0 se les usa
(A qué ir de aliados, en lo mejor de la juventud, en la batalla con suave discrecibn, en esperanzas de tiempos más propicios, de
que los Estados Unidos se preparan a librar con el resto del mun- manera que sus acuerdos generales y admisiones corteses pasen
do? <Por qué han de pelear sobre las repúblicas de América sus ante los proteccionistas ansiosos y ante el país engolosinado con
batallas con Europa, y ensayar en pueblos libres su sistema de ia idea de crecer, como premio de la obra mayor del protectorado
colonización? iPor qué tan deseosos de entrar en la casa ajena, decisivo sobre América, que no debe realizar el estadista mágico
mientras los que quieren echar de ella se les están entrando en desde su cárcel de la secretaría > sino en el poder y autoridad de
la propia? <Por qué ajustar en la saia del congreso proyectos la presidencia. Eso dice el Herald.
de reciprocidad con todos los pueblos americanos cuando un pro- “iComo que nos parece que este congreso no viene a ser mas
yecto de reciprocidad, el dc México, ajustado entre los dos gobier- que una jugada politica, una exhibici6n pirotecnica del estadista
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magnético, un movimiento brillante de estrategia anticipada para océano.” Y el Herald dice: “La visión de un protectorado sobre
las próxilnas elecciones a la presidencia!” “A las co.mpaiiíasw de las repúblicas del sur IlegC, a ser idea principal constante de Henry
vapores que ayudaron a ponerlo donde está es a qulenes quiere Clay.” El Mail an<f Express, amigo intimo de Harrison, por una
contentar Blaine,- dice el Euening Post,-si ese congreso acuerda razón, y de Blaine por otra, llama a Blaine “el sucesor de Henry
algunas recomendaciones vagas sobre la conveniencia de subvencio- Clay, del gran campeón de las ideas americanas”. “No queremos
nar lineas de vapores, y junta su tanto correspondiente de luz de más que ayudar a la prosperidad de esos pueblos”, dice el Tribune.
luna sobre la fraternidad de los pueblos y las bellezas del arbitraje, Y en otra parte dice hablando de otro querer: “Esos pueden ser
a la horca se puede ir el congreso, que ya ha hecho !o que las resultados definitivos y remotos de la política general que deli-
compañias querian que hiciese. ” “Por cuanto se ve, va a parar este beradamente adoptaron ambos partidos en el congreso.” “No esta-
congreso cn una gran caza de subvenciones para vapores”, dice mos listos todavía para ese movimiento”, dice el Herafd: “Blaine
cl Tintes. Toda esta fábrica pomposa levantada por los Estados se adelanta a los sucesos como unos cincuenta años”. iA crecer,
Unidos es una divertidísima paradoja nacional: “<no pone en ries- pues, pueblos de América, antes de los cincuenta años!
go”, dice el Herafd de Filadelfia, “nuestra fama de pueblo sensato
c inteligente?” Y el iferafd de Nueva York comenta así: “iMagní-
fico anuncio para Blaíne!” Nótase, pues, en la opinión escrita, mirando a lo hondo, una
Pero el congreso comprenderá la propiedad de desvanecerse en como idea táctica e imperante, visible en el mismo cuidado que
cuanto le sea posible. En tanto, el gobierno de Washington se ponen los más justos en no herirla de frente, como que nadie tacha
prepara a declarar su posesión de la península de San Nicolás, de inmoral, ni de trabajo de salteador, aunque lo seria, la in-
y acaso, si el ministro Douglas negocia con éxito, su protectorado tentona de llevar por América en lós tiempos modernos la civili-
sobre Haití: Douglas lleva, según rumor no desmentido,. el en- zación ferrocarrilera como Pizarro llevó la fe de la cruz; y la
cargo de ver cómo inclina a Santo Domingo al protectorado: el censura está a lo más en no hablar de las acciones por venir, ya
ministro Palmer negocia a la callada en Madrid la adquisición porque, en lo real del caso de Haití, iniciaron los demócratas, a
de Cuba: el ministro Migner, con escándalo de México, azuza a pesar de su moderación, la misma poiítica de conquista de los
Costa Rica contra México de un lado y Colombia de otro: las em- republicanos, y fueron los demócratas en verdad los que con la
presas norteamericanas se han adueñado de Honduras: y fuera de compra de la Luisiana la inauguraron bajo Jefferson, ya porque
saber si los hondureños tienen en la riqueza del país más parte la prensa vive de oír, y de obedecer la opinión más que de guiarla,
que la necesaria para amparar a SUS consocios y si está bien a por lo cual no osa condenar las alegaciones con que pudiera enri-
la cabeza de un diario del gobierno un anexionista reconocido: quecerse el país, aunque luego de hechas no haya de faltar quien
por los provechos del canal, las visiones del progreso, están con las tache de crimen, como a la de Texas, que llaman crimen a secas
las dos manos en Washington, Nicaragua y Costa Rica; un pre- Dana, y Janvier, y los biógrafos de Lincoln, por más que fuera
tendiente a la presidencia hay en Costa Rica, que prefiere a la mejor impedirlas antes de ser, que lamentarlas cuando han sido.
unión de Centroamérica la anexión a los Estados Unidos: no hay Pero sí ha de notarse, porque es, que en lo más estimable de la
amistad más ostensible que la del presidente de Colombia para prensa se pone de realce la imposibilidad de que el congreso ven-
el congreso y sus planes: Venezuela aguarda entusiasta a que ga a fines reales de comercio, por la oposición de soberanía de
Washington saque de la Guayana a Inglaterra, que Washington cada país con el rendimiento de ella que el congreso exige, y la
no se puede sacar del Canadá: a que confirme gratuitamente en de la política de las concesiones recíprocas que la convocatoria
la posesión de un territorio a un pueblo de América, el país que apunta, con la de resistencia a la reciprocidad, a que de raíz están
en ese mismo instante fomenta una guerra para quitarle la joya obligados los que reúnen a los pueblos de América para fingir, por
de su comarca y la llave del golfo de México a otro pueblo ame- aparato eleccionario o fin oculto, que la violan. El Times, el Post,
ricano; el país que rompe en aplausos en la casa de representan- el Luck, cl Harper, el Aduertiser, el Herald, tienen a bomba de ja-
tes cuando un Chípman declara que es ya tiempo de que ondee bón y a estenografia ridícula, la junta de naciones congregadas
la bandera de las estrellas en Nicaragua como un estado más del para que entren en liga contra el universo, en favor de un partido
Norte. que no puede entrar en la liga a que convida, ni hace:, sin morir.
Y el Sun dice así: “Compramos a Alaska isépase de una vez! lo que insta a sus asociados que hagan.
para notificar al mundo que es nuestra determinación formar una Blaine mismo, conoce que para el triunfo del mito en las elec-
unión de todo el norte del continente con la bandera de las es- ciones, basta con que una semejanza de éxito, excusada de no ir
trellas flotando desde los hielos hasta el istmo, y de océano a a más por estarse al principio de la obra, alimente la fc que
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viene de Adams a Cutting. y estima que con el hecho del congreso, ría, que está en el carácter distinto, en los distintos intereses, en
por el poder de la luz sobre los ojos débiles, ha de quedar real- los propósitos distintos, por vestirse de libertad, y privar de ella
mente favorecida; pero muestra el temor de que se espere e! con- con los hechos,--0 porque viene con el extranjero el veneno de los
greso, por la mucha necesidad de las industrias, más de 10 que empréstitos, de los canales, de los ferrocarriles? ~0 se ha de pujar
ha de dar, que nada puede ser en esto del comercio sobre las la doctrina cn toda su fuerza sobre los pueblos débiles de Amé-
bases proteccionis!as de ahora, por 10 que a tiempo hace saber, rica, el que tiene al Canadá por el Norte, y a las Guayanas y a
por un hijo hoy, y por un diario mañana, que no espera de la Bélice por el Sur, y mandó mantener, y mantuvo a Espaiia y le
junta, en lo que se vea. sino preiiminares de la fusión que ha de permitió volver, a sus propias puertas, al pueblo americano de
venir, y mas resistencia que allegamiento, 0 allegamientos pre- donde había salido?
paratorios. La política de la dignidad tiene, pues, por aliados ¿A qué fingir miedos de España, que para todo lo que no sea
voluntarios y valiosos, en el mismo país hostil, a los que por ilevar csterminar a sus hijos en las Antillas está fuera de América, y
la dignidad en sí, no conciben que pueda faltar en aquellos en no la puede recobrar por el espíritu, porque la hija se le adelanta
quienes se ataca. Ni el que sacaría provecho de la falta de ella, a par del mundo nuevo, ni por el comercio, porque no vive la
osa esperar que falte. América de pasas y aceitunas, ni tiene España en los pueblos ame-
Y es voz unhnime que el congreso no ha de ser más que junta ricanos más influjo que el que pudiera volver a darle, por causas
nula, o bandera de la campaña presidencial, o pretexto de una cace- de raza y de sentimientos, el temor o la antipatía o la agresión
ría de subvenciones. Esto aguardan de los pueblos independientes norteamericana? ~0 los pueblos mayores de América, que tienen
de América los que, conocedores del bien de la independencia, no la capacidad y la voluntad de resistirla, se verían abandonados
conciben que se pueda, sin necesidad mortal, abdicar de él. ¿Se y comprometidos por las repúblicas de su propia familia que se
entrarán, de rodillas, ante el amo nuevo, las islas del golfo? iCon- les debían allegar, para detener, con la fuerza del espíritu uni-
sentirá Centroamérica en partirse en dos, con la cuchillada del ficado, al adversario comfin, que pudo mostrar su pasión por la
canal en el corazón, o en unirse por el sur: como enemiga de Méxi- !ibertad ayudando a Cuba a conquistarla de España, en vez de
co, apoyada por el extranjero que pesa sobre México en el norte, ayudar contra la libertad a España, que le profanó sus barcos, y
sobre un pueblo de lo s mismos intereses de Centroamérica, del Ic tasó a doscientos pesos las cabezas que quitó a balazos a sus
mismo destino, de la misma raza? (Empeñará, venderá Colombia hijos? ~0 son los pueblos de América estatuas de ceguedad, y
su soberanía? ¿Le limpiarán el istmo de obstáculos a Juggernaut, pasm0.s de inmundicia?
los pueblos libres, que moran en él, y se subirán en su carro, como La admiración justa por la prosperidad de los hombres libera-
se subieron los mexicanos de Texas? CPor la esperanza de apoyo les y enérgicos de todos los pueblos, reunidos a gozar de la iiber-
contra el extranjero de Europa, que por un espejismo de progreso, tad, obra común del mundo, en una extensión segura, varia y
excusable sólo en mente aldeana, favorecerá Venezuela el predo- virgen, no ha de ir hasta excusar !os crímenes que atenten contra
minio del extranjero más temible, por más interesado y cercano, ia libertad ei pueblo que se sirve de su poder y de su crédito
que anuncia que se ha de clavar, y se clava a sus ojos, por toda para crear en forma nueva el despotismo. Ni necesitan ir de pajes
la casa de América? 10 debe llegar la admiración por los Estados de un pueblo los que en condiciones inferiores a las suyas han
Unidos hasta prestar la mano al novillo apurado, como la cam- sabido igualarlo y sobrepujarlo. Ni tienen los pueblos libres de
pesina de “La Terre”? .4mkrica razón para esperar que les quite de encima al extran-
Eso de la admiracibn ciega, por pasión de novicio o por falta jero molesto cl pueblo que acudió con su influjo a echar de Méxi-
de estudio, es la fuerza mayor con que cuenta en América la po- co al francks, traído acaso por el deseo de levantarle valia al
lítica que invoca, para domikar en ella, un dogma que no necesita poder sajón en cl equilibrio descompuesto del mundo, cuando el
en los pueblos americanos de ajena invocación, porque de siglos iranc& de México, le amenazaba por el sur con la a!ianza de los
atrás, aun antes de entrar en la niñez libre, supieron rechazar c.71ados rebeldes, de alma aiin latina; el puebio que por su interés
cor1 sus pechos al pueblo más tenaz y poderoso de la tierra: y echó al extranjero europeo de la república libre a que arrancó en
luego le han obligado al respeto por su poder natural, y la prue- Irna guerra criminal una comarca que no le ha restituido. Walker
ba de su capacidad, solos. ¿A qué invocar, para extender el domi- iac a Nicaragua por los Estados Unidos; por los Estados Unidos,
nio en América, la doctrina que nació tanto de Monroe como de iuc López a Cuba, Y ahora cuando ya no hay esclavitud con que
Canning, para impedir en América el dominio extranjero, para escusarse, estñ cn pie la liga de Anexión; habla Allen de ayudar
asegurar a la libertad un continente. 3 <O se ha de invocar el dogma a la de Cuba: va Douglas a procurar la de Haití y Santo Do-
contra un extranjero para traer a otro? <O se quita la extranje- mingo; lantea Palmer la venta de Cuba en Madrid; fomenta en
las Antillas la anexion con raíces en Washington, los diarios ven- A GONZALO DE QUESADA
didos de Centroamérica; y en las Antillas menores, dan cuenta
incesante los diarios del norte, del progreso de la idea anexionista;
insiste Washington en compeler a Colombia a reconocerle en el
istmo derecho dominante, y privarle de la facultad de tratar con
los pueblos sobre su territorio; y adquieren los Estados Unidos,
en virtud de la guerra civil que fomentaron, la península de San
Nicolás en Haití. Unos dan “el sueño de Ciay” por cumplido. Otros
creen que se debe esperar medio siglo más: otros, nacidos en fa
América española, creen que se debe ayudarlo.
El congreso in’ernacional será el recuento del honor, en que
se vea quiénes defienden con energía y mesura la independencia
de la America española, donde está el equilibrio del mundo; o si New York, 16 de noviembre / 89
hay naciones capaces, por el miedo o el deslumbramiento, o el há-
bito de servidumbre o el interés de consentir, sobre el continente Mi muy querido Gonzalo:
ocupado por dos pueblos de naturaleza y objeto distintos, en mer-
mar con su deserción las fuerzas indispensables, y ya pocas, con Tengo un hijo, y no hubiera querido que a sus años de Vd. y
que podrá a la familia de una nacionalidad contener con el res- en nuestra situación me escribiese sino lo que V. me escribe. No
peto que imponga y la cordura que demuestre, la tentativa de quería violentar su opinión; pero me tenía apenado que por res-
predominio, confirmada por los hechos coetáneos, de un pueblo petos, o por la culpa del aire, pudiese ser otra de fa que es. Poco
criado en la esperanza de la dominación continental, a la hora en vale este amigo infeliz e impotente, pero sabe donde está la virtu.d,
que se pintan, en apogeo común, e! ansia de mercados de sus y el modo de conciliarla con las obligaciones de fa vida, sin faltar
industrias pletóricas, la ocasión de imponer a naciones lejanas a estas ni a ella. Las almas nacidas para fa honradez no tienen
y a vecinos débiles el protectorado ofrecido en las profecías, la conveniencia, ni viven tranquilas, fuera de la honradez. Ancho
fuerza material necesaria para el acometimiento, y la ambición de campo hay en el mundo para vivir con decoro:-aquí, o donde
un político rapaz y atrevido. lo haya. Vd. me da con su nobleza valor para decirle esto. Tan-
ta fealdad de alma estoy viendo a mi alrededor, que me siento
f.Q Nación, BuenosAires, 19 y 20 de diciembrede 1889. tentado a darle gracias por ser Vd. como es; porque las malas
0. C., t. 6, p. 46-63. acciones me entristecen, como si las cometiera yo, y las buenas
me dan bríos para pelear. A&n se puede, Gonzalo. Son algunos
los vendidos, y muchos los venales; pero de un bufido del honor
puede echarse atrás a los que, por hábitos de rebaño, o-el ape-
tito de las lentejas, se salen de fas filas en cuanto oyen el látigo
que los convoca, o ven el plato puesto. El interés de lo que queda
de honra en la América Latina,-el respeto que impone un pueblo
decoroso-la obligación en que esta tierra está de no declararse
aún ante el mundo pueblo conquistador-lo poco que queda aquí
de republicanismo sano-y la posibilidad de obtener nuestra in-
dependencia antes de que le sea permitido a este pueblo por los
nuestros extenderse sobre sus cercanías, y regirlos a todos:-he
ahí nuestros aliados, y con elfos emprendo fa lucha. Con dinero,
Gonzalo, a nada le temería. No son sueños. ¿De qué sirven un
poco de habilidad, y el desprecio de la vida que no se puede
emplear en el bien común? Con la energía de la honradez, se
pueden cruzar aceros contra los fuertes arrogantes, aunque les
vayan levantando las manos los que, por su defensa y fa nuestra,
sc debían poner frente a ellos. Yo sé lo que yo haría, y 10 que
puedo hacer. >’ cuán prolito lo haría. Y lo que pueda, lo haré. Ya
estaría el peribdico publicado,’ por Cuba ~7 por nuestra Amkrica, CORRESPOSDESC!!A PARTICULAR DE
que son unas en mi prel;isiól! ). mi carifio, si pudiese decidirme EL PARTIDO LIBERAL
)o a acepiar ayuda de los que, en público o eri secreto, no com-
parten por entero mi modo de pensar. Y lo que me detiene es
que ideac de esta dignidad no deben aparecer con pobreza ante La cuestión sociai, y el remedio del voto
el público, porque es daiiarias más que defenderlas, y no veo
claro el modo de sacar cl periódico a la luz con la frecuencia y
holgura que en estos meses de combate son necesarias. Lo hark,
como pueda, porque es preciso. ePero qué he de poder hacer con
$ 25, que es lo que puedo quitarles de la boca a los que reciben el
pan de mí, $ 15 más que tres amigos redondos me tienen ofreci-
do? $ 5 le impongo a J‘. de contribución mensual, si el periódico
se publica, por seis meses a lo menos. Y las ideas sa!drán a la luz,
en una forma u otra. Y el periódico, aunque no fuese mis que con PO’ ICIAS LETRADOS -REFORM~4 SOCIAL EN LOS ESTADOS UNIDoS.---
los $ 40. <No lo ofendería a V. si no aceptase su oferta? {Cómo LAs DOCTRINAS DE GEORGE EN LOS TRIBUNALES.-NACIONALIZACION
dejar sin defensa a aquello a quien no defiende nadie, y están tan- I)E IA TIERRA.-LOS CLUBS DE BELLAMY.--LA REFORMA PACIFICA-
PELIkROS VISIBLES --LAS CLTIMiZS ELECCIONES.-LOS AMIGOS DE
tos dispuestos a vender? CLEVE’.4ND.-LA REF0R.W DEL VOTO.-FORAKER VENCIDO.-IMPORTAN-
Tengo que celebrarle la inquietud en que me dice que est& CI;!‘ Y PRUEB.4 TRIUNFANTE DEL MODO NUEVO DE VOTAR.-
porque no ha de ser sólo la pena de no ver a su amiga y a sus EL VOTO AUSTRALIANO.-LOS TALONEROS
padres, sino la desazón que los corazones limpios sienten en la
comparíía forzosa y abominab!e de los hombres que en una u otra New York, noviembre 21 de 1889
forma venden su honor al interk. No se me cure nunca de esta
noble enfermedad; aunque no le oculto que lieva a 10 que yo siento Señor Director de El Partido Liberal:
ahora, que son náuseas de muerte. Ni crea a los tentadores que
por obrar mal ellos andan buscando quien, obrando como ellos Una millonaria compra, con el contrato de matrimonio, un ti-
les sirva de excusa a sus propios ojos; y le dirán que esos de Vd. tulo roído de princesa, y otra se queda en las puertas de la boda,
son escrúpulos de la juventud, que se le acabarán cuando entre en porque su príncipe sesentón quiere más de diez mil pesos al año
años. Se le acabarán cuando se le acabe la honradez. Se puede por su título napole6nico y su dolmán de húsar: otra entra, co-
ser próspero y virtuoso. Piense como piensa, observe mucho, calle ronada de perlas, en el monasterio católico, y anuncia que va a
más, elija buena compañera, y será a la vez bueno y feliz. levant.ar una orden americana de monjas caritativas, a ver si salva
Me es muy valioso lo que me dice, y le he de agradecer mucho de la suerte del búfalo a lo que poco queda de los indios. Muere
que me tenga al tanto de cuantas opiniones sobre Cuba lieguen un policía heroico, que al expirar halla aún fuerzas para levantarse
a su noticia, salvo las que por su carácter privado, y de la dele- de entre las ropas que van a ser su mortaja: “ilos tres golpes!”
gación de Vd., no le pertenezcan. Pero si, de lo que ande de boca dijo, “ilos tres goipes! me ilama inspector”,ei y los comentarios
en boca, cuanto nos ayude para ir guiándonos en esta campana: son numerosos, luego que se averigua que el policía era hombre
-icuándo nos deparaba, para empezar al fin, una ocasión tan de pensamiento libre, sin fe en la divinidad providencial, ni res-
propicia la fortuna! Hay que levantarse, sacudirse el polvo y se- peto a más ley que la que ha de venir de la distribución equita-
guir andando. He Ieído su carta con júbilo de padre. tiva de las fuerzas naturales, entre los hombres. Otro policía de
ia misma mente dijo el discurso funerario, y aseguró después a la
su prensa curiosa que corno el muerto y él pensaban muchos entre
los de levita azul de botón de oro: “de cada cinco policías, uno
JOSE MARTI es sectario de Henrv Cieorge, y quiere que la tierra sea devuelta
a la nación, que es* su única duefia, que la alquilará a quien la
0. C., t. 6, p. 122-123. Cotejada con el manuscrito original. haga producir o le pague alquiler por el derecho de fabricar SU
casa en ella, y así no habrá hambres de un lado y millones .de
1 Debe referirse ai periódico Patria, que ya tenia proyectado, y que comenzó a
publicar en 1892. otro, sino la paz que viene a los pueblos donde la masa famehca
110 se ve privada de la ocasión de emplear sus fuerzas sobre los
398 José Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 399

elementos acaparados, al amparo de la ley, por una casta favore- las sepulturas, y llevaba la bandera roja la mulata elocuente, la
cida”: y cuando los periódicos alegan que la custodia de la pro- viuda del americano Parsons: en el museo de figuras de cera, en
piedad no debe estar en manos de quien niega el derecho a ella, New York, <quién no observa el silencio y la tristeza de los que
cl sargento Tims responde que la poca propiedad que él se ha rodean el grupo, y aun las lágrimas? Rusos, alemanes, y america-
ganado con la labor de sus sesos o de sus manos, la defenderá nos han conmemorado juntos, en salones henchidos, los méritos
como a su vida, y la de los demás ciudadanos, porque el único que adornaban a sus ojos a ‘las cuatro víctimas del terror de los
señorío que cree él injusto y peligroso es el que saca los elemen- privilegiados a los que osan exponer la injusticia de sus privile-
tos naturales de su cualidad esencial de bien común, y da los gios’. Jueces y banqueros han vuelto a decir en Chicago, con mo-
rendimientos de ellos, a un grupo que goza con exceso, codo a tivo de la conmemoración, que se anduvo sin duda de prisa en
codo con la masa que padece con exceso por la falta de equidad quitar la vida ignominiosamente a cuatro hombres que acaso sólo
eo la administración de los dominios públicos. “Ni a mí se me eran culpables de la vehemencia con que afincan en las almas
paga el salario”, dice el sargento Tims, “para que le caiga encima infelices las esperanzas de justicia y regeneración.” Los libros del
con los dientes de punta a los que desnudan juntos y de viva voz, conde Tolstoi, que son una plegaria para los pobres, su Vida, su
corno la ley lo permite, una reforma que con el mejor orden, eco- Confesión, su Escuela de Yasnaia Poliana, no andan de mano en
nómico, asegure el orden social; sino para que ayude a limpiar mano y los celebra la revista de Harper, que es de lo más sesudo
la ciudad de pícaros, y a tener a raya a los asesinos y ladrones.” y granado del país? <No se leen con favor creciente los estudios
Nunca hubiera sernejante opinión visto la luz sin que se clamase en que aboga desde la otra revista, The Cosmopolitan, en pro de
contra ella; pero el debate ha sido más prolongado y abierto por la reforma social: un pastor venerado, Everett Heale? <Y el libro
la novedad pintoresca, y ya aquí frecuente, de ver oficiar de sa- del elegante Bellamy, Mirando atrás, no está ya cerca de los dos-
cerdote junto a un ataúd, que por crucifijo tenía un lirio, a un cientos mil ejemplares, y no se juntan en clubs de Bellamy, pen-
lego de bigotes militares, con su uniforme azul;-ayer se casó sadores, artistas y ricos, a leer y comentar reunidos la hábil pin-
la hija de Ingersoll, el que ha puesto a hervir juntos a Shakespeare tura de las desigualdades peligrosas de la nación de hoy, y las
y a Voltaire, y el sacerdote fue un juez de respeto, que proclanió propuestas de reforma que deja inferir la pintura hábil, so pre-
cónyuges a Eva y al banquero Brown, en un discurso que hizo texto de contar cómo es el mundo de ahora, en una familia de
llorar, y oyeron todos con la cabeza baja. mil años adelante? ?Y no da a todo eso carácter de urgencia y
Y otros sucesos, que por lo principal que es cada uno no pue- testimonio intachable, la prueba plena con que un millonario res-
den llamarse incidentes, vinieron a mover las ideas suscitadas por petado demuestra que, en medio siglo a lo más, a seguir como
la oración fúnebre de Tims; porque en vano se cierran los ojos van las leyes y las fortunas, estará la propiedad total de los Es-
a los que de todas partes, y por los caminos más opuestos, vienen a tados Unidos en manos de doscientas cincuenta familias? Nace
la vez. <A qué le reprochan al sargento sus ideas sobre la “tierra cl partido de la reforma social de aquel mismo Boston, llamado
nasional”, cuando el Tribunal de Apelación revoca la sentencia Atenas del Norte, donde nació, con el sublime Phillips y con Garri-
que privó a G. Henry George, el príncipe de la doctrina, del le- son, el partido de la abolición de la esclavitud. Nace de los altos
gado que le dejó un amigo entusiasta para ayudarle a propagar del pensamiento, cuyo fervor apostólico inspira menos desconfianza
sus obras? cuando el Tribunal, al fundar la revolución, celebra, que el clamor que viene de abajo, donde la justicia puede traer
con el desinterés de quien no las comparte, la franqueza y honra- mano ignorante, y espuelas de odios. Se ha puesto casaca
dez de estas doctrinas, y alaba a su autor? <Y el mismo George, la reforma social, está a la moda, y ha comenzado a triunfar, en
que de su primer esfuerzo en política llega por poco a Corregidor Boston mismo, con el establecimiento del voto australiano. Los
de New York, no trabaja en amistad, respetado y mimado, con los comprados vienen de afuera. Ya no se compra a la cara de las
reformadores republicanos y demócratas que quieren poner en boga, casillas con uno, con dos, con cinco pesos, con una promesa, el
y han puesto ya por ley, el nuevo modo de votar a la australiana, voto.
que popularizó George en su libro, nunca más leído que ahora,
sobre El progreso y la pobreza? ¿Y va George a recorrer, con su
dogma al hombro, la Australia entera, como huésped de honor, Porque el afán y ruidos de esta existencia del Norte, tienden
bajo los auspicios del Partido Liberal de la isla? Un diario dice: unos, con brutalidad y desafuero, a llegar junto a sí, por codicia
“No es posible dejar de notar que aumenta en las masas el culto y por vicio, los caudales del orbe; y otros viven de celestinos y
por los anarquistas ahorcados en Chicago: a la sombra de la hor- mercurios, so pretexto de política y abogacía, sacando los caudales
ca, en Chicago mismo, han ido en procesión los obreros a visitar de donde están por la ley o la naturaleza, llevándoselos, por la
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propina de habanos y champaña, a sus señores; y otros creen que bres de juicio, que desde un bando u otro, ven la urgencia de dar
la corona del universo les ha caído en la cabeza, y han tocado a un arma pacífica a la reforma, para privarla del derecho de blan-
salir por el mundo, a traerse los pueblos bajo el brazo; y otros dir otras armas. Hay que sacar el voto de las manos de los que
se quitan de las sienes las adormideras, miran el fondo de la copa han hecho comercio de él. Hay que echar sobre el tesoro público
de oro, y se levantan en medio del festín a decir sin miedo que los gastos de las elecciones para que, so pretexto de estos gas-
ir a turbar 1a casa ajena no es remedio para que con los haces tos, no levanten las sociedades politicas sobre los candidatos un
encendidos no se queme la propia. “Ya pasaron” dicen, “los tiem- impuesto que el candidato ha de procurarse a su vez de quienes
pos de la libertad nominal y de la ilusión política: sólo la felicidad se Io anticipan a cambio de los servicios que se obliga él a ha-
contentará a los hombres”. La política no está en buscar coloca- cerles de los fondos, de ías leyes, de los derechos públicos. Hay
ción falsa a los productos de una minoria privilegiada, que sólo que impedir que, en la hora misma de la elección, de nueva y
puede mantener sus privilegios a costa de la mayoría desposeída, justa causa de ira a los pacientes descontentos la venta abierta
ociosa y descontenta; ni en buscar climas tórridos donde vayan al poderoso y al bribón del único recurso que concede la ley para
de peones de los magnates concesionarios, de los encomenderos de sacar de su imperio continuo a la liga de los bribones y los po-
la República, los hombres de bota fuerte que han leído dos veces derosos. Es, pues, una cuestión social, y acaso una solución social,
el libro de George sobre la propiedad de la tierra; y no quieren en este país donde el voto es el poder el voto australiano.
ir de patrulla por tierras extraGas, sino ser felices junto a la cuna Grande fue la importancia, y la lección, de las elecciones de
de sus hijos, y la losa de sus abuelos en la tierra propia. La polí- cstc otoño. La opinión, sofocada a fuerza de paga, en las eleccio-
tica está, y no hay otra política, en administrar los bienes nacio- nes presidenciales, se enseñó como es, sin el enemigo del soborno, o
nales con la equidad que por sí sola, sin más sistemas ni panaceas, con la fuerza magna de la indignación, a tal punto que, un año
hace a los pueblos libres y felices. Por la posesión. so capa de después de ser derrotado en la candidatura a la presidencia, es
creencias y de doctrinas, son todas las batallas del hombre. Se Cleveland reconocido, por impulso unánime, como el candidato vic-
conoce el hombre, independiente y pensador, y todo lo ataca y torioso: sus amigos han vencido: han vencido los reformadores de
derriba de un codazo hoy y de otro mañana, hasta que tiene cam- !a tariía: Campbell, el abogado de la lana libre, ha sido electo go-
po libre donde mover los codos: y esa es la lucha por la posesión bernador, contra el gobernador que estaba en el poder, contra
de sí. Unos luchan, con la complicidad de todos los fuertes, por Foraker, tan comefuegos y azuzaguerras que ya se dice “forakear”
retener en sus manos, en una forma u otra los dominios públicos: a hablar de fanfarrón, y hombre de mucha amistad con las em-
y el hombre no ha de parar hasta poner a los sistemas y a los presas protegidas, que ven en 61 su campeón extremo, y el mejor
credos en nombre verdadero de disfraces, y equilibrar las pose- abogado que pudieran sentar en ia presidencia de la república.
siones de naturaleza nacional, de modo que no haya causa para --Porque este fenómeno hay acá en la política: “pagamos al abo-
vivir en zozobra y acecho, como fieras, arremetiendo los unos con la gado donde nos pueda servir mejor, en el corregimiento, en el
rabia del desheredado, y escudando los otros con nombres com- gobierno del Estado? en la Suprema Corte, en la presidencia de
placientes, y en la red de las clases, la propiedad mal hallada. la república: y las empresas que tienen los mismos intereses, se
La paz es condición normal del hombre. Es brutal e inmoral el juntan para poner en la presidencia al candidato que le promete
precepto de la lucha por la vida. Convienen pues, los que aquí servirlos,-y al candidalo de reserva, a Foraker, echó de la silla
piensan sobre el porvenir, en que el único modo de atajar los ma- cl amigo de Cleveland, el reformista Carnpbell. Iowa, republicana
les que vienen de la administración parcial de los bienes públicos, ardiente hace un año, por los amigos de Cleveland vota por gran
es administrarlos con equidad. Y el problema está, a sus ojos, en mayoría. Virginia se revuelve contra su voto de hace un año, a
venir a esta administración, no con la bandera roja y el cuchillo Cleveland van dirigidos ios telegramas todos de la victoria. Cle-
en los dientes, como aconsejan los apóstoles desesperados, sino veland, que estaba en Washington de visita, y se pasó sus horas
con el sombrero puesto y una cuartilla de papel, donde en el si- con Harrison en la Casa Blanca, só!o tiene una frase que decir,
gilo de la alcoba, sin el tentador al pie, marca una cruz junto al al periodista que se la arranca en el estribo del coche: “iComo
nombre de su candidato preferido el votante devuelto a la libertad que la levadura de la reforma de la tarifa se ha entrado por toda
por la ley nueva del voto australiano. la mesa!” Solemne y completa ha sido la victoria, y bienvenida
Entre bastidores es donde se ve la verdad, más que en lo que para los que no quisieran ver deslucida la libertad en su casa
saie al público, y el que cuida de andar por ellos asiste a la pelea mayor con ten!ativas indignas de ella, y de la especie humana.
mortal empeñada de un lado entre los politicones e intereses que Pero la lucha misma de los partidos, quiere al fin combate común,
sacan por ellos las leyes benévolas, y de otro por todos los hom- levantó curiosidad menor que la prueba del voto australiano, be-
402 losi .\larti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 403

fado por los que le temen j resisten, deíendido por los que lo en cada candidatura el nombre que prefiera: va, por el fado opues-
saludan como la garantía de la paz, y la alborada de la purifi- lo al de la entrada, a la mesa de registro, donde llevan los libros,
cación. como en la de las listas, vigilantes de los partidos hostiles: tachan
En Massachussetts y en Connecticut se voiaba asi por la pri- el nombre en el registro, y el votante echa, antes de salir por
mera vez. Con ligeras variantes, Ia ley era la misma. Que el ES- otra puerta, su lista en la urna. Si no sabe leer, lleva consigo,-a
lado imprima las papeletas, y las reparta donde nadie las pueda la particion, autoridad de la ley, a uno de los vigilantes que le
cambiar ni falsificar, y las vea llenar en secreto por el votante lea los nombres y marque los que fe dicta:-Al contarse en Boston
libre. Fueron a Boston, sobre todo, emisarios de las sociedades los votos, libres de compra y de bebida, se vio que en aquellas
que abogan por el método, y de las que lo acusan de confuso, de elecciones, más rápidas y serenas que fas de antes, había acuerdo
lento, de abusivo, de atentatorio a la libertad del votante. Y era real entre las fuerzas que los partidos se calculaban; y fas que
de ver Boston, en verdad, el día de las elecciones; porque no fue probaron en las urnas. Ni el “talonero” tendría cómo saber que el
la *casa de zaguán y esquina que la elección hasta ahora es, con votante comprado le cumplió la palabra; ni el que debe a *otro
el votante perezoso que viene sobre las casillas a paso de quien su sustento votará, por miedo de perder el pan de sus hijos, como
busca, y la jauría de “taloneras” como les llaman acá por ir sobre SC lo manda aquel cuyo interés está en negarle el suyo. Empieza
el taldn, saliéndole al camino con el mazo de papeletas del par- a asegurar la paz amenazada, el voto blanco.
tido en una mano, y los billetes de a dos pesos en la otra; ni fue
el cambio inicuo de papeletas que mandan hacer los caciques de Ef Pufirlo LiDeral, México, 11 de diciembre de 1889, p. 1.
las sociedades, dando como propias a los votantes las papeletas Ofms crónicas de Nueva York, investigación, introducción e “Indice de cartas”
del candidato enemigo a la judicatura, o al corregimiento, o al por Ernesto Mejía Sánchez, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial
Gobierno del Estado, a cambio de que el enemigo, que quiere estos de Ciencias Sociales. 1983. p. 129-135.
puestos, vote, a dos por uno o uno por dos, en pro del candidato
rival a la presidencia, en que tienen interés mayor los sacrifica-
dores, que fue como salió electo de gobernador el demócrata Hill
en el mismo Estado y elecciones en que salió derrotado para la
presidencia el demócrata Cleveland. Ni las bebederías estaban con
el costado abierto, como suelen en estos dias en que las ordenan-
zas les mandan cerrar la puerta principal; porque el mostrador
les vale a los “taloneras” para mantener el valor, o para aturdir
a un votante desconfiado, o para llevarlo donde no vean que le
dan el billete de dos pesos, o para echarse en alcoholes los cinco
pesos que gana por cazar votos, y con el sistema nuevo, como
que el votante entra sin papeletas en la casilla, y vota sin conse-
jero, y sin que nadie lo vea, no hay talones que pisar, ni mostra-
dores donde comprar honras baratas, ni oficio en que ganar los
cinco pesos. Por el amor del tablado vagaban, con el tabaco caído,
y la nariz con menos color, los “esquineros”, “taloneras” y “mu-
chachos”, merodeando sin ocupación por la acera, desnuda de ga-
ritas. Jubilosas iban y venían, de distrito en distrito con permiso
del ayuntamiento fas comisiones inspectoras de las sociedades que
propagaban la reforma. En un mismo carruaje, detrás de Henry
George, entraron un demócrata y un republicano. En fa casilla,
entra el votante por una de las puertas de la baranda que separa
el recinto público del de sufragar, dos vigilantes, de diversos par-
tidos, tiene la mesa donde el volante toma la lista en que están,
debajo de cada candidatura, los candidatos de los partidos, dife-
rentes. Entra el votante en una de las particiones de madera, sin
puerta, que han levantado al fondo: marca allí, solo, con una cruz
OBRAS ESCOGIDAS. T II 405

turbados en estos tiempos de virtud escasa e interés tentador, los


HEREDIA versos, magníficos como bofetones, donde profetiza:

Que si un pueblo su dura cadena


no se atreve a romper con sus manos,
puede el pueblo mudur de tiranos
pero nunca ser libre podrá.

Yo no vengo aqui como juez, a ver cómo se juntaron en él la


educación clásica y francesa, el fuego de su alma, y la época, ac-
cidentes y lugares de su vida; ni en qué le aceleraron el genio la
ensefianza de su padre y la odisea de su niñez; ni qué es lo suyo,
o lo de reflejo, en sus versos famosos; ni apuntar con dedo in-
clemente la hora en que, privada su alma de los empleos sumos,
Señoras y señores: repitió en cantos menos felices sus ideas primeras, por hábito de
producir, o necesidad de expresarse, o gratitud al pueblo que lo
Con orgullo y reverencia empiezo a hablar, desde este puesto hospedaba, o por obligación po!ítica. Yo vengo aquí como hijo
que de buen grado hubiera cedido, por su dificultad excesiva, a desesperado y amoroso, a recordar brevemente, sin más notas que
quien, con más ambición que la mia y menos temor de su persona, las que le manda poner la gloria, la vida del que cantó, con ma-
hubiera querido lomarlo de mí, si no fuera por el mandatd de la jestad desconocida, a la mujer, al peligro y a las palmas.
patria, que en este puesto nos manda estar hoy, y por el miedo Donde son más altas las palmas en Cuba nació Heredia: en
de que el que acaso despertó en mi alma, como en la de los cuba- la infatigable Santiago. Y dicen que desde la niñez, como si el
nos todos, la pasión inextinguible por la libertad, se levante en espíritu de ia raza extinta le susurrase sus quejas y le prestara
su siila de gloria, junto al sol que él cantó frente a frente,-y me su furor, como si el Ultimo oro del país saqueado le ardiese en
tache de ingrato. Muchas pompas y honores tiene el mundo, soli- las venas, como si a la luz del sol del trópico se le revelasen por
citados con feo afán y humillaciones increibles por los hombres: merced sobrenatural las entrañas de la vida, brotaban de los labios
yo no quiero para mi mk honra, porque no la hay mayor, que del “niño estupendo” el anatema viril, la palabra sentenciosa, la
Iá de haber sido juzgado digno de recoger en mis palabras mor- oda resonante. El padre, con su mucho saber, y con la inspiración
tales el himno de ternura y gratitud de estos corazones de mujer dei cariño, ponía ante sus ojos ordenados y comentados los ele-
y pechos de hombre al divino cubano, y enviar con él el pensa- mentos del orbe, los móviles de la humanidad, y los sucesos de
miento, velado aún por la vergüenza pública, a la cumbre donde los pueblos. Con la toga de juez abrigaba de Ia fiebre del genio,
espera, en vano quizás, su genio inmarcesible, con el trueno en la a aquel hijo precoz. A Cicerón le enseñaba a amar, y amaba él
diestra; el torrente a los pies, sucudida la capa de tempestad por más, por su natura!eza artística y armoniosa, que a Marat y a
los vientos primitivos de la creación, bañado aún de las lágrimas Fouquier Tinville. El peso de las cosas enseñaba el padre, y la ne-
de Cuba el rostro. cesidad de impelerlas con el desinterés, y fundarlas con la mode-
ración. El latin que estudiaba con el maestro Correa no era el de
Nadie esperará de mi, si me tiene por discreto, que por ganar Séneca difuso, ni el de Lucano verboso, ni el de Quintiliano, lleno
fama de critico sagaz y puntilloso, rebaje esta ocasiór:, que es sino el de Horacio, de clara hermo-
de alamares y de lentejuelas,
de agradecimiento y tributo, al examen,-impropio de la fiesta y sura, más belio que los griegos, porque tiene su elegancia sin su
del estado de nuestro ánimo,-de los origenes y factores de mera crudeza, y es vino fresco tomado de la uva, con el perfume de las
literatura, que de una ojeada ve por sí quien conozca los lances pocas rosas qtie crecen en la vida. De Lucrecia era por la mañana
varios de !a existencia de Heredia, y los tiempos revueltos y en- la lección de don José Francisco, y por la noche de Humboldt. El
ciclopédicos, de jubileo y renovación del mundo, en que le tocó padre, y ELIS amigos de sobremesa, dejaban, estupefactos, caer
vivir. Ni he de usurpar yo, por lucir las pedagogías, el tiempo en cl libro. CQuién era aquel, que lo traía todo en sí? Niño, ihas sido
que sus propias estrofas, como lanzas orladas de flores, han de rey, has sido Ossian, has sido Bruto? Era como si viese el niño
venir aqui a inclinarse, corteses y apasionadas, ante la mujer cu- batallas de estrellas, porque le lucían en el rostro los respIa?-
bana, fiel siempre al genio y a la desdicha, y echando de súbito dores. Había centelleo de tormenta y capacidad de cráter en aquel
iracundas las rosas por cl sucio, a repetir ante los hombres,
406 Jos6 Marti
OBRAS ESCOGIDAS T. II 407

genio voraz. La palabra, esencial y rotunda, fluía, adivinando las también, comprado con el producto de sus labores como juez, y de
leyes de la luz o comentando las peleas de Troya, de aquellos la- abogado nuevo en una sociedad vil. El que vive de la infamia, o
bios de nueve arios. Preveía, con sus ojos de fuego, el martirio la codea en paz, es un infame. Abstenerse de ella no basta: se ha
a que los hombres, denunciados por el esplendor de la virtud, de pelear contra ella. Ver en calm’a un crimen es cometerlo. La
someten al genio, que osa ver claro de noche. Sus versos eran la juventud convida a Heredia a los amores: la condición favorecida
religión v el orgullo de la casa. La madre, para que no se 10s de su padre, y su fama de joven extraordinario, traen clientes a
ir,terrumpieran acallaba los ruidos. El padre le apuntalaba las su bufete: en las casas ricas le oyen con asombro improvisar so-
rimas pobres. Le abrían todas las puertas. Le ponían, para que bre cuarenta pies diversos, cuarenta estrofas: “iEse es Heredia!”
viese bien al escribir, las mejores luces del salón. iOtros han te- dicen por las calles, y en las ventanas de las casas, cuando pasa
nido que componer sus primeros versos entre azotes y burlas, a él, las cabezas hermosas se juntan, y dicen bajo, como el más
la luz del cocuyo inquieto y de la luna cómplice!. . .: los de He- dulce de los premios: “iEse es Heredia!” Pero la gloria aumenta
redia acababan en los labios de su madre, y en los brazos de su el [nfortunio de vivir, cuando se la ha de comprar al precio de la
padre y de sus amigos. La inmortalidad comenzó para él en aque- complicidad con la vileza: no hay más que una gloria cierta, y
lla fuerza y seguridad de sí que, como lección constante de los es la del alma que está contenta de sí. Grato es pasear bajo los
padfes duros, daba a Heredia el cariño de la casa. mangos, a la hora deliciosa del amanecer, cuando el mundo pa-
Era su padre oidor, y persona de consejo y benevolencia, por rece como que se crea, y que sale de la nada el sol, con su ejér-
lo que lo escogieron, a más de la razón de su nacimiento ameri- cito de pájaros vocingleros, como en el primer día de la vida:
cano, para ir a poner paz en Venezuela, donde Monteverde, con epero qué “mano de hierro” le oprime en los campos cubanos el
el favor casual de la naturaleza, triunfaba de Miranda, harto sabio pecho? ?Y en el cielo, qué mano de sangre? En las ventanas dan
para guerra en que el acontecimiento hace más falta, y gana más besos, y aplausos en las casas ricas, y la abogacía mana oro; pero
batallas, que la sabiduría; en Venezuela, donde acababa de ense- al salir del. banquete triunfal, de los estrados elocuentes, de la
ñarse al mundo, desmelenado y en pie sobre las ruinas del templo cita feliz, eno chasquea el látigo, y pide clemencia a un cielo que
de San jacinto, el creador, Bolívar. Reventaba la cólera de Amé- no escucha la madre a quien quieren ahogarle con azotes los gri-
rica, y daba a luz, entre escombros encendidos, al que había de tos con que llama al hijo de su amor? El vil no es el esclavo, ni
vengarla. De allá del sur venía, de cumbre en cumbre, el eco de los el que lo ha sido, sino el que vio este crimen, y no jura, ante el
cascos del caballo libertador de San Martin. Los héroes se subían tribunal certero que preside en las sombras, hasta sacar del mun-
a los montes para divisar el porvenir, y escribir la profecía de do la esclavitud y sus huellas. :Y la América libre, y toda Europa
los siglos al resplandor de la nieve inmaculada. La niñez, más coronándose con la libertad, y Grecia misma resucitando, y Cuba, _
que el amor filial, refrenaba al héroe infeliz, que lloraba a sus tan bella como Grecia, tendida así entre hierros, mancha del mun-
solas, en su desdicha de once años, porque no le llegaban los pies do, presidio rodeado de agua, rémora de América? Si entre los cu-
traidores al estribo del caballo de pelear. Y allí oyó contar de los banos vivos no hay tropa bastante para el honor <qué hacen en
muertos por la espalda, de los encarcelados que salían de la pri- la playa los caracoles? que no llaman a guerra a los indios muer-
sión recogiéndose los huesos, de los embajadores de barba blanca tos? <Qué hacen las palmas, que gimen estériles, en vez de man-
que había clavado el asturiano horrible a lanzazos contra la pa- dar? ?Qué hacen los montes, que no se juntan falda contra falda, y
red. Oyó decir de Bolívar, que se echó a llorar cuando entraba cierran el paso a los que persiguen a los héroes? En tierra pelea-
triunfante en Caracas, y vio que salían a recibirlo las caraqueñas rá, mientras haya un palmo de tierra, y cuando no lo haya todavía
vestidas de blanco, con coronas de flores. De un Páez oyó contar peleará, de pie en la mar. Leónidas desde las Termópilas, desde
que se quitaba los grillos de los pies, y con los grillos vapuleaba Roma Catón, señalan el camino a los cubanos. “ivamos, Hernán-
a SLIS centinelas. Oyó que Ricaurte, para que Boves no le tomara dez!” De cadalso en cadalso, de Estrampes en Agüero, de Plácido
el parque, sobre el parque se sentó, y voló con él. Venezuela, re- en Benavides, erró la voz de Heredia, hasta que un día, de la
vuelta en su sangre, se retorcía bajo la lanza de Boves.. . Vivió tiniebla de la noche, entre cien brazos levantados al cielo, tronó
luego en México, y oyó contar de una cabeza de cura, que daba en Yara. Ha desmayado luego, y aun hay quien cuente, donde no
luz de noche, en la picota donde el español la había clavado. iSol se anda al sol, que va a desaparecer. <Será tanta entre los cuba-
salió de aquella alma, sol devastador y magnífico, de aquel troquel nos la perversión y la desdicha, que ahoguen, con el peso de SU
de diamante! pueblo muerto por sus propias manos, la voz de su Heredia?
Y volvió a Cuba. El pan le supo a villanía, la comodidad a Entonces fue cuando vino a New York, a recibir la puñalada
robo, el lujo a sangre. Su padre llevaba bastón de carey, y él del frío, que no sintió cuando se le entró por el costado, porque
408 lose Martl OBRAS ESCOGIDAS. T II 409

de la pereza moral de su patria hallaba consuelo, aunque jamás México lo agasaja como él sabe, le da el oro de sus corazones
olvidó, en aquellas ciudades ya pujantes, donde, si no la república y de su café, sienta a juzgar en la silla togada al forastero que
universal que apetecía su alma generosa, imperaba la libertad en sabe de historia como de leyes y pone alma de Volney al épodo
una comarca digna de ella. En la historia profunda sumergid el de Píndaro. Los magistrados lo son de veras, allí donde en el aire
pensamiento: estudió maravillado los esqueletos colosales; aterido mismo andan juntos la claridad y el reposo: y a él lo proclaman
junto a su chimenea, meditaba en los tiempos, que brillan y se magistrado natura!, sin ponerle reparos por la juventud, y lo sien-
apagan; agigantú en la soledad su mente sublime; y cuando, como tan a la mesa como hermano. La tribuna tiene allí próceres: y le
quien se halla a sí propio, vio despenarse a sus pies, rotas en ceden la voz los oradores del país, y lo acompañan con palmas.
luz, las edades de agua, el Niágara portentoso le revel0, sumiso, La poesía tiene allí pontífices: y andan todos buscándole el brazo.
su misterio, y el poeta adolescente de un pueblo desdeñado halió, Las hermosuras, también, allí, exhalan al paso del poeta, trému-
de un vuelo, el sentido de la naturaleza que en siglos de contem- las, su aroma. Batalla con los “yorkinos” liberales, para que no
plación no habían sabido entender con tanta majestad sus propios echen atrás los “escoceses” parricidas la repúblíca: escribe, cant,a.
habitantes. discute, publica, derrama su corazón en pago de la hospitalidad,
México es tierra de refugio, donde todo peregrino ha hallado pero no siente bajo sus pies aquella firmeza del suelo nativo, que
hermano: de México era el prudente Osés, a quien escribía Heredia, es la única propiedad piena del hombre, y tesoro común que a
con peso de senador, sus cartas épicas de joven; en casa mexicana todos los iguala y enriquece, por lo que, para la dicha de la per-
se leyó, en una mesa que tenía por adorno un vaso azul lleno sona y la calma pública, no se ha de ceder, ni fiar a otro, ni hipo-
de jazmines, el poeta galante sobre el “Mérito de las mujeres”; de tecar jamás. Ni la fuerza de su suelo tiene, ni el orgullo de que
México lo llama, a compartir el triunfo de la carta liberaJ, más en su patria impere la virtud, ni el honor puede ya esperar de
laborioso que completo, el presidente Victoria, que no quería ver que lloren sobre su sepultura de héroe, en el primer día de reden-
malograda aquella flor de volcán en la sepultura de las nieves. ción, las vírgenes y los fuertes, y sobre la tierra que lo cubra
eQué detendrá a Heredia junto al Niágara, donde su poesía, pro- pongan una hoja de palma de una patria. IQué tiene su poesía,
fética y sincera, no halló acentos con que evocar la libertad? Méxi- que sólo cuando piensa en Cuba da sus sones reales; y cuando
ensaya otro tema que el de su dolor, o ei del mar que lo lleva a
co empieza la ascensión más cruenta y valerosa que, por entre sus orillas, o el del huracán con cuyo ímpetu quiere arremeter con-
ruinas de iglesia y con una raza inerte a la espalda, ha rematado tra los tiranos, le sale como poesía de juez, difícil y perezosa, con
pueblo alguno: sin guía y sin enseñanza, ni más tutor que el genio florones caídos y doseles a medio color, y no, como’cuando piensa
del país, iba México camino a ‘las alturas, marcando con una ba- en Cuba, coronada de rayos?
talla cada jalón iy cada jalón, más alto!: si de la sombra de la No lo sostiene la vanidad de su persona; porque con valer mu-
iglesia languidece el árbol todavía tierno de la libertad, una ge- cho, y por lo mismo que lo valía, no era de esos de mirra y opo-
neración viene cantando, y a los pies del árbol sediento se vacía pánax, que se ponen el mérito propio de botón de pechera, donde
los pechos; a México va Heredia, adonde pone a la lira castel!ana se lo vea todo el mundo, y aiquilan el aire a que los publique
flores de roble el gran Quintana Roo. Y al ver de nuevo aquellas y la mar a que les cante la gloria, y creen que debe ser su al-
playas hospitalarias y belicosas, aquellos va!les que parecen la muerzo el cielo y su vino la eternidad; sino que fue genio de noble
mansión desierta de un Olimpo que aguarda su rescate, aquellos república, a quien sólo se le veía lo de rey cuando lo agitaba la
montes que están, en ia ausencia de sus dioses, como urnas vol- indignación, o fulminaba ~1 anatema contra los serviles del mundo,
cadas, aquellas cúspides que el sol tifie en su cursa de plata casta, y los de su patria. Dos clases de hombres hay: los que andan de
y violeta amorosa, y OiO vivo, como si quisiera la creación mostrar pie, cara al cielo, pidiendo que el consuelo de la modestia des-
sus favores v especial ternura por su predilecta naturaleza, creyó cienda sobre los que viven sacándose la carne, por pan más o pan
que era allí- donde podía, no en el Norte egoísta, hallar en la menos, a dentelladas, y levantándose, por ir de sortija de brillante,
libertad el mismo orden solemne de !as llanuras, guardadas por sobre la sepultura de su honra: y otra clase de hombres, que van
el centinela de los volcanes; sube con pie de enamorado a la sole- de hinoios, besando a los grandes de la tierra el manto. En SU
dad donde pidieron en vano al cielo su favor contra Cortés los patria Piensa cuando dedica su tragedia Tiberio a Fernando VII,
reyes muertos, a la hora en que se abren en la bóveda tenebrosa con frases que escaldan: en su patria, cuando con sencillez im-
las “fuentes de iuz”; y acata, antes que a los grandes de la tierra, ponente dibuja en escenas ejemplares la muerte de Los úftifnos
a los montes que se levantan, como espectros que no logran infun- romanos. iNo era, no, en los romanos en quienes pensaba el poeta,
dirle pavor, en la claridad elocuente de la luna. vuelto ya de sus más cacas esperanzas! Por su patria había que.
OBRAS ESCOGIDAS. T. Il 411

rido, él y por la patria mayor de nuestra América, que las “la ternura universal”. La casa, necesitada y monótona, irrita su
reptiblicas libres echaran los brazos al único pueblo de la familia pena, en vez de calmársela. En el dolor tiene él su gozo. iEn su pa-
emancipada que besaba aún los pies del dueño enfurecido: “iVaya, tria, ni pensar puede, porque su patria está allá, con el déspota
decía, la América libre a rescatar la isla que la naturaleza le puso cn pie, restallando el látigo, v todos los cubanos arrodillados! De
de pórtico y guarda!” Piafaba aún, cubierto de espuma, el conti- este pesar de la grandeza indtil, de la pasión ‘desocupada y de la
nente, flamígero el ojo y palpitantes los ijares, de la carrera en vida vil, moría, hilando trabajosamente sus últimos versos, el poeta
que habian paseado el estandarte del sol San Martín y Bolívar: que ya no hallaba en la tierra más consuelo que la lealtad de un
ientre en la mar el caballo libertador y eche de Cuba, de una pe- amigo constante. iPesan mucho sobre el corazón del genio honrado
chada, al déspota mal seguro ! Y ya ponía Bolívar el pie en el las rodillas de todos los hombres que las doblan!
estribo, cuando un hombre que hablaba inglés, y que venia del Hasta en las más acicaladas de sus poesías, que algo habían
Norte con papeles de gobierno, le asió el caballo de la brida, y de tener de tocador en’aquellos tiempos de Millevoye y de Delille,
le hab16 así: “iYo soy libre, tú eres libre; pero ese pueblo que ha se nota esa fogosidad y sencillez que contrastan tan bellamente
de ser mío porque lo quiero para mí, no puede ser libre!” Y al ver con la pompa natural del verso, que es tanta que cuando cae la
Heredia criminal a la libertad, y ambiciosa como la tiranía, se idea, por el asunto pobre o el tema falso, va engañando buen rato
cubrió el rostro con la capa de tempestad, y comenzó a morir. el lector, tronando e imperando, sin ver que ya está la estrofa
Ya estaba, de sí mismo, preparado a morir; porque cuando la hueca. El temple heroico de su alma daba al verso constante ele-
grandeza no se puede emplear en los oficios de caridad y creación vación, y la viveza de su sensibilidad le llevaba, con cortes e in-
que la nutren, devora a quien la posee. En las ocupaciones usuales terrupciones felicísimas, de una impresión a otra. Desde los pri-
de la vida, acibaradas por el destierro, no hallaba su labor anhe- meros arios habló él aquel lenguaje a la vez exaltado y natural,
lada aquella alma frenética y caballeresca, que cuando vio falsa que es su mayor novedad poética. A Byron le imita ei amor ,al
a su primer amiga, servil al hombre, acorralado el genio, ímpo- caballo; pero ca quién le imita la oda al Niagara, y al Huracan,
tente la virtud, y sin heroísmo el mundo, preguntó a sus sienes y al Teocali, y la carta a Emilia, y los versos a Elpino, y los del.
para qué latían, y aun quiso, en el extravío de la pureza, librarlas Convite? Con Safo sólo se le puede comparar, porque sólo ella
de su cárcel de huesos. De la caída de la humanidad ideal que tuvo su desorden y ardor. Deja de un giro incompletos, con dig-
pasea resplandeciente, con la copa de la muerte en los labios, por nidad y efecto grandes, los versos de esos dolores que no se deben
las estrofas de su juventud, se levantó pálido y enfermo, sin fuer- profanar hablando de ellos. De una nota sentida saca más efecto
zas ya más que para el poema reflexivo o el drama artificioso, que que de la retórica ostentosa. No busca comparaciones en lo que
sólo centellea cuando el recuerdo de la patria lo conmueve, o el no se ve, sino en los objetos de la naturaleza, que todos pueden
horror al desorden de la tiranía, o el odio a las “intrigas infames”. sentir y ver como él; ni es su imaginación de aquella de abalorio,
Al sol vivía él, y abominaba a los que andan, con el lomo de enojosa e inútil, que crea entes vanos e insignificantes, sino de
alquiler, afilando la lengua en la sombra, para asestarla contra esa otra durable y servicial, que consiste en poner de realce lo que
los pechos puros. Si para vivir era preciso aceptar, con la sonrisa pinta, con la comparación o alusión propias, y en exhibir, cautivas
mansa, la complicidad con los lisonjeros, con los hipócritas, con y vibrantes, las armonías de la naturaleza. En su prosa misma,
los malignos, con los vanos, él no quería sonreír, ni vivir. ¿A qué resonante y libre, es continuo ese vuelo de alas anchas, y movi-
vivir, si no se puede pasar por la tierra como el cometa por el miento a la par rítmico y desenfrenado. Su prosa tiene galicismos
cielo? Como la playa desnuda se siente él, como la playa de la mar. frecuentes, como su época; y en’ su Hesíodo hay sus tantos del
Su corazón tempestuoso, y tierno como el de una mujer, padece Alfredo, y muctíos versos pudieran ser mejores de lo. que son: lo
bajo el fanfarrón y el insolente como la flor bajo el casco del mismo que en el águila, que vuela junto al sol, y tlene una que
caballo. El tenía piedad de su caballo, a punto de llorar con él otra pluma fea. Para poner lunares están las peluquerías; pero
y pedirle perdón, porque en el arrebato de su carrera le ensan- (quién, cuando no esté de cátedra forzosa, empleará el tiempo Fn.
grentó los ijares; <y no tenían los hombres piedad de él? ¿Ni de ir de garfio y pinza por la obra admirable, vibrante de angustta,
qué sirve la virtud, si mientras más la ven, la mortifican más, y cuando falta de veras el tiempo para la piedad y la admiraclon?
hay como una conjuración entre los hombres para quitarle el pan Nadie pinta mejor que él su tormento, en los versos. graves e
de la boca, y el suelo de debajo de los pies? Basta una vista ale- ingenuos que escribió “en su cumpleaños” cuando descrlbe el
ve, de esas que vienen como las f!echas de colores, con la punta
untada de curare: basta una mirada torva, una carta seca, un de un corazón ardiente sin amores
saludo tibio, para oscurecerle el día. Nada menos necesita él que cruel estado
OBRAS ESCOGIDAS T II 413

Por aquel modo suyo de amar a la mujer, se ve que a la na- por el cielo, y prepararse las olas al combate. 0 cuando la tarde
turaleza le faltó sangre que poner en las venas de aquel cubano, convida al hombre a la meditación, trepa, a pie firme, el monte
y puso lava. A la libertad y a la patria, las amó como amó a que va arropando la noche con su !obreguez, y en 1.a cumbre.
Lesbia y a Lola, a la “belleza del dolor” y a la andaluza Maria mientras se encienden las estreilas, piensa en la marcha de los
Pautret. Es un amor fino v honroso, que ofrece a sus novias en pueblos, y se consagra a la melancolía. Y cuando no había monte
versos olímpicos la rosa ti-mida, la caña fresca y se las lleva a que subir, desde sí propio veia, como si lo tuviera a sus pies,
pasear, vigilado por el respeto, por donde arrhlian las tórtolas. nacer y acabarse el mundo, y sobre él tender su inmensidad el
Algo hay de nuestro campesino floreador en aquel amante desa- océano enérgico y triunfante.
forado que dobla la rodilla y pone a los pies de su amada ia can- Un día, un amigo piadoso, un solo amigo, entró, con los brazos
ción de puño de oro. No ama para revolotear, sino para fijar su tendidos. en el cuarto de un alguacil habanero, y allí estaba, sen-
corazón, y consagrar su juventud ardiente. Se estremece a los die- tado en un banco, esperando su turno, transparente ya la mano
ciséis años, como todo un galAn, cuando en el paseo con Lesbia le noble y pequeña, con la última IU z en los ojos, el poeta que había
rozan la frente, movidos de aquel lado por un céfiro amigo, los tenido valor para todo, menos para morir sin volver a ver a
rizos rubios. Se queja a la luna, que sabe mucho de estas cosas, su madre y a sus palmas. Temblando salió de allí, del brazo de su
porque no halla una mujer sensible. Ama furioso. Expirará de amigo; al recobrar la libertad en el mar, reanimado con el beso
almor. No puede con el tumulto de su corazón enamorado. Nadie de su madre, volvió a hallar, para despedirse del. universo, los
lo vence en amar, nadie. Ennoblece con su magna poesía lo más acentos con que lo había asombrado en su primera juventud; y se
pueril del amor, y lo más dulce: el darse y quitarse y volverse extinguió en silencio nocturno, como lámpara macilenta, en el valle
a dar las manos, el no tener qué decirse, el decírselo todo *de re- donde vigi!an perennemente, doradas por el sol, las cumbres del
pente. Sale del baile, como monarca coronado de estrellas, pirque Popocatepetl y el Iztaccihuatl. Allí murib, y ailí debía morir el
ha visto reinar a la que ama. El que baila con la que ama es que para ser en todo símbolo de su patria, nos ligó en su carrera
indigno, insensible e indigno. A la que él ama, Cuba la aplaude, de la cuna al sepulcro, con los pueblos que la creación nos ha
Catulo le manda el ceñidor de Venus, los dioses de Olimpo se la puesto de compañeros y de hermanos; por su padre con Santo
envidian. Tiembìa al lado de Emilia, en los días románticos de Domingo, semillero de héroes, donde aún, en la caoba sangrienta,
su persecución en Cuba; pero puede más la hidalguía del man- y en el cañaveral quejoso, y en las selvas invictas, está como vivo,
cebo que la soledad tentadora. Pasa, huyendo de sí junto a ka manando enseñanzas y decretos, el corazón de Guarocuya; por
pobre “rosa de nuestros campos”, que se inclina deslumbrada ante su niñez con Venezue!a, donde los montes plegados parecen. más
el poeta, corno la flor ante el sol. Sufre hasta marchitarse, y tiene que dobleces de la lierra, los mantos abandonados por los héroes
a orgullo que le vean en la frente la palidez de los amores. El al ir a dar cuenta al cielo de sus batallas por la libertad; y por
universo <quién no lo sabe? está entero en la que ama. No quiere su muerte, con Mbxico, templo inmenso edificado por la natu-
ya a las hermosas, porque por la traición de una supo que el mun- raleza para que en lo alto de sus peldaños de montaña se consu-
do es vil; pero no puede vivir sin las hermosas. {Cómo no habían mase, como antes de sus teocalis los sacrificios, la justicia fina1 y
de amar las mujeres con ternura a aquel que era cuanto al alma !errible dc la independencia de América.
superior de la mujer aprisiona y seduce: delicado, intrépido, caballe- Y si hasta en la desaparición de sus restos, que no se pueaen
roso, vehemente, fiel, y por todó eso, más que por la belleza, bello? hailar, simboiízase la desaparición posible y futura de su patria,
ial que se ponía a’ sus pies de alfombra, sumiso .e infeliz, y se entonces joh Niágara inmortal! falta una estrofa, todavía útil, a
erguía de pronto ante ellas como un soberano irritado? iNi cuál tus soberbios versos. iPidele ioh Niágara! al que da y quita, que
es la fuerza de la vida, y su única raíz, sino el amor de la mujer? sean libres y justos todos los pueblos de la tierra; que no emplee
De la fatiga de estas ternuras levantaba, con el poder que pueblo aiguno el’ poder obtcniáo por la libertad, en arrebatarla a
ellas dan, el pensamiento renovado a la naturaleza eminente, y los que se han mostrado dignos de ella; que si un pueblo osa
el que envolvía en hojas de rosa la canción a Lola, ensilla una poner la mano sobre otro, no lo ayuden al robo, sin que te salgas,
hora después su caballo volador, mira-descubierta la cabeza-al oh Niágara, de los bordes, los hermanos del pueblo desamparado!
cielo turbulento, y a la luz de los rayos se arroja a escape en la Las voces del torrente, los prismas de la catarata. !os pena-
sombra de la noche. 0 cuando el gaviero, cegado por los relám- chos de espuma de colores .que brotan de su seno, y el arco que
pagos, renuncia en los mástiles rotos a desafiar la tempestad. le ciñe las sienes, son el cortejo propio, no mis palabra?, del gran
Heredia, de pie en la proa, impaciente en los talones la espuela poeta en su tumba. Allí, frente a la maravilla vencida, es donde
in\:isible, dichosa y centelleante la mirada, ve tenderse la niebla SC ha de ir a saludar al genio vencedor. Allí. convidados a admirar
la majestad del portento, y a meditar en su fragor, llegaron, no
hace un mes, 10s enviados que mandan los pueblos de América A GONZALO DIi QUESADA
a juntarse, en el invierno, para tratar del mundo americano; y al
oír retumbar la catarata formidable, “íHeredia!” dijo, poniéndose
en pie, el hijo de Montevideo; “iHeredia!” dijo, descubriéndose la
cabeza, el de Nicaragua; “iHeredia!“, dijo, recordando su infancia
gloriosa, el de Venezuela; “iHeredia!“. . . decían, como indignos
de si y de él, los cubanos de aquella compañía; “iHeredia!“, dijo
la América entera; y lo saludaron con sus cascos de piedra las
estatuas de los emperadores, con sus volcanes Centroamérica, con
sus palmeros el Brasil, con el mar de sus pampas la Argentina,
el araucano distante con sus lanzas. ¿Y nosotros, culpab!es, cómo
lo saludaremos? iDanos, oh padre, virtud suficiente para que nos
lloren las mujeres de nuestro tiempo, como te lloraron a ti las mu-
jeres del tuyo; o haznos perecer en uno de los cataclismos que tú New York, 13 de diciembre de 1889
amabas, si no hemos de saber ser dignos de ti!
Mi muy querido Gonzalo:
Discurso pronunciado en Hardman Hall, Nueva York, el 30 de noviembre de 1889.
Suspendo el trabajo, y le escribo en el papel de pelear, para
0. C., t. 5, p. 165-176. que no se me vaya el correo de las ll sin ponerle estas líneas.
Lo que veo de la noble alma de Vd., en estas dos últimas cartas
me compensa en gran parte de las tristezas que me cuenta, y
que Vd. sabe con cuánta amargura he previsto. Era casi imposi-
ble que las pudiéramos remediar, y lo que nos toca ahora es evitar
sus resultados. Con las penas, Gonzalo, es necesario hacer así:
buena es la desazón, y aun la angustia, que dan fuerza para obrar,
mientras se puede impedirlas: después, hay que oponerles el co-
razón sereno. Tuviera yo menos pobreza de la que tengo, y seis
corazones valerosos y leales como el de Vd., y en seis meses te-
níamos levantada una protesta que acallaría, por mucho tiempo
al menos, si los acontecimientos acá nos ayudasen, y para siempre
tal vez, si nos ayudásemos nosotros, los planes y pretensiones
que con justicia indignan su alma, y tienen en perpetuas náuseas
la mía. Pobre y todo, lo intento. La verdad no se ha de quedar
sin decir. Vamos a ver los que piensan como nosotros; y lo que
-ordena y se atrae el periódico. Si existe la determinación que su-
pongo a resistir estas tendencias, vamos a darle voz, y forma. Sí,
Gonzalo. Ayitdeme con cuanto pueda, y busque compafieros que
le ayuden. Ya poco falta para tener el periódico en pie. Las fiestas
nos permiten prepararnos, y creo que con ios primeros días acti-
vos de enero empezaremos la campaña. Aquí como que he sem-
brado mucho a tiempo, no están nuestras ideas solas. Ni en el
Cayo, ni en Tampa. En Cuba *quién sabe si logramos levantar
un partido anti-anexionista? En la Conferencia, medito sin cesar.
La forma sólo me detiene. Me es valiosísimo lo que V. me dice.
En las manos de todos no podemos poner nuestro pensamiento,
porque sería lo mismo que entregarlo al enemigo, que tiene tantos
lomos a sus pies. <Y en qué manos generosas se podrá poner? En
416 Jost Martí
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 417

esto pienso y en la semana que viene [ . . . ] ’ cCómo no he de -Dígame, y no se lo pregunto por vanidad ni a humo de paja, si
sentir [. . .] V. ocasión de darle [. . .] al corazón algún [. . .] es- ha llegado a Washington, si se ha repartido a los delegados, ef
tos días? Pero si [la] presencia en \.ashington de los caballeros discurso de Heredia.9 Deseo saber lo cierto, para formar juicio.
argentinos sirve para que se teng a a nuestras tierras más respeto; Se imprime el folleto.
y no se las traiga a ver el Casino y el ejercicio, cuando de todas De Moreno, todo me lo han contado, y como era feo, lo olvidé
partes las cercan y pertuban, casi me alegro, y Vd. se ha de ale- Vida oscura: fondos no conocidos. Trato con la peor gente cubana.
grar, aunque el corazón enamorado le diga que no, de que se Acusado de engario en una que otra tentativa de embarque de
prive V. de estos paseos. gente siempre dudosa. Sin crédito alguno en el Cayo. Vive de ex-
¿Y cómo no me ha llegado su carta de El Rifle? 2 Mándemela, pedientes y de manejos políticos. Su elección, dicen que comprada.
y sin demora escriba la que co11 mwha cordura tiene pensada: y El objeto, Vd. lo ve ia dónde se subirá sobre peldaño semejante?
es una pérdida seria, dado lo que se del espíritu del Cayo, cada Las ll. Tengo que acabar; pero no sin celebrarle otra vez, y
día que tarde en escribirla. No ha podido pensar cosa más a tiempo. desearle que no pierda nunca, ese dolor de indignación que le
iQué le diré de las conversaciones, y de lo que ve V. allá causa a V. codearse, por los usos y prudencias del mundo, con
confirmado de lo que teníamos previsto? Es amargo y poco en- la gente venal y traidora. No sofoque nunca esa generosidad, por-
vidiable este don de ver a los hombres por dentro. De las conver- que por esa puerta se sale de la honradez. A V. no le está reber-
saciones, Vd. que conoce y compara, puede juzgar la de más peso. vada esa triste fortuna. Vd. será sagaz,-y lo que yo sé que ha
Lo de Guzmán 3 vale algo, y nos es útil haberlo sabido. Muy de los de ser. La cautela, y el don de tratar a los hombres, no tienen
Estados Unidos me parece él: pero por qué creer que se ha muerto porqué ir hasta perder las virtudes en donde reside la única dicha
el honor?: acaso no ven su peligro. Silva ’ está airado, porque durable. Se me va la pluma al sermón por las fealdades que V.
creyó sacar de Blaine la Guayaba libre, y se engañó y entretuvo allá y yo acá vemos.
él con su, esperanza fanática, más aún de lo que lo engañaron y Util, y bajo tres llaves, lo que me mandó. De nada privado
entretuvieron. Y a Romer0,5 ministro de un pais que teme la ten- se puede usar en público jamás. Pero vale para darnos valor para
tativa de anexión,-y ‘hace días no más hablaba el Sun 6 de ir so- adelantar juicios, que se sabe están confirmados por los hechos
bre México, por más que esto no sea cosa fácil,-{le va a confesar de que no se usa. Dígame de esto cuando yo mismo en Washington
Blaine su política de anexión ? A saber además quién es Romero habría de saber naturalmente.
a derechas; y cómo y para qué fo usa su gobierno. Grande alegría
me ha dado. y ayuda a mis pensamientos, lo que me dice de Quin- Y quiera a su
tana.’
eSabe si han leído una carta mía en Lu Nación de Buenos Aires JOSE MARTI
describiendo su llegada? e Me alegraría, porque la cordialidad da
fruto, de que la leyesen. Hoy escribo a México y a la Argentina O.C., t. 6, p. 125-127. Cotejada con el manuscrito original.
y hay un párrafo que no le desagradaría a Quintana, y creo justo.

1 Roto el papel.
2 Periódico de Cayo Hueso.

3 Horacio Guzmán, delegado de Nicaragua a la Conferencia Internacional Ame-


ricana.
4 Carlos Martinez Silva, delegado de Colombia

5 Matías Romero, ministro y delegxdo de Méx:co


6 The Sun, diario de Kueva York.

7 Manuel Quintana, delegado de la Argentina

3 Ver “El Congreso de Washington”, en 0. C., t 6, p. 33-40 9 Pronunciado por Martí el 30 de noviembre de 1889, en Hardman Hall, Nueva
York. Ver en este tomo.
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 419

si no están para algo, Cruz” y Bolet? Difícil, pero hermoso y en-


A GONZALO DE QUESADA vidiable puesto, ha dado la fortuna a Quintana.-El guardián de
la América Latina.
Sobre nuestra tierra, Gonzalo, hay otro plan más tenebroso
que lo que hasta ahora conocemos, y es el inicuo de forzar a la
Isla, de precipitarla, a la guerra,-para tener pretexto de i’nter-
venir en ella, y con el crédito de mediador y de garantizador,
quedarse con ella. Cosa más cobarde no la hay en los anales de
los pueblos libres:-Ni maldad más fría. iMorir, para dar pie en
qué levantarse a estas gentes nos empujan a la muerte para su
beneficio-? Valen más nuestras vidas, y es necesario que la Isla
sepa a tiempo esto. iY hay cubanos, cubanos, que sirven, con alar-
des disimulados de patriotismo, estos intereses!
Vigilar, es lo que nos toca; e ir averiguando quién está dis-
Sábado 14 [Nueva York, diciembre de 18891 puesto a tener piedad de nosotros.-Pronto, Gonzalo, la carta a
El Rifle.-Y a La Nueva Era .’ Dé mí nombre al Director, y escriba
Mi muy querido Gonzalo: la carta pública, por su posición, sin firma. No le dé pena el se-
creto. La gloria, que al cabo es de quien la merece, tiene lo que
Anoche a vuela pluma le contesté, y ahora recibo, con agra- llaman en México, a las noticias que vienen por el aire “el correo
decimiento y provecho, el dato que me manda. de las brujas”.
En las cosas de la Conferencia, veo con júbilo que la Argen- su
tina crece en autoridad. Pero ino nota Vd. que está como vencida
de antemano, y como rodeada, en las únicas comisiones trascen- J. MARTI
dentales de la Conferencia, no porque las otras no debieran ser- 0. C., t. 6. p. 127-129. Cotejada con el manuscrito original
lo, sino porque sólo sirven de ocasión y disfraz para las dos que
llamaré yo comisiones reales la de Ley Internacional y la del Bien
General? Ya sabía yo, y dije, que estarían en ella los que están.
A Quintana le dan puesto,- para alardear de imparcialidad, porque
10 creen vencido. Vea cómo está compuesta la Comisión del Bien
General: la encabeza Henderson,’ el caudillo de la agresión: están,
por supuesto, Guatemala, cuya historia íntima con los Estados
Unidos es poco menos que odiosa, es odiosa,-y Bolet 2 el blainista
confeso. c.A Colombia, quién no la teme, aunque en Hurtado 3 hay
valer, si se tienen en cuenta las obligaciones secretas, y las nece-
sidades políticas y financieras, de Núñez? 4 eEl Brasil, puede re-
belarse francamente contra su único mercado, y después de los
agasajos de Henderson. 3 Bolivia parece venir aquí con más amores
de los que convienen a la paz y desarrollo natural de la Repú-
blica Argentina.-Y en la comisión de Ley Internacional, todo
está en saber quien es Caamaño.s ¿Por qué vuelven a estar allí,

1 John B. Henderson, delegado de los Estados Unidos a la Conferencia fnterna-


cional Americana.
5 Jose María Caamaño, delegado del Ecuador.
2 Nicanor Bolet Peraza, delegado de Venezuela
6 Fernando Cruz, delegado de Guatemala.
3 Jose M. Hurtado, delegado de Colombia
’ Periódicos de Cayo Hueso.
4 Rafael Núñez, presidente de Colcmbia.
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 421

MADRE AMÉRICA esta tierra de libre hospedaje nuestra fe, o nuestros afectos, o
nuestros hábitos, o nuestros negocios, por tibia que nos haya pues-
to el alma la magia infiel del hielo, hemos sentido, desde que
supimos que estos huéspedes nobles nos venian a ver, como que en
nuestras casas habia más claridad, como que andábamos a paso
más vivo, como que éramos más jóvenes y generosos, como que
nuestras ganancias eran mayores y seguras, como que en el vaso
seco volvia a nacer flor? Y si nuestras mujeres quieren decirnos
la verdad, ino nos dicen, no nos están diciendo con sus ojos leales,
que nunca pisaron más contentos la nieve ciertos pies de hadas; que
algo que dormía en el corazón en la ceguera de la tierra extraña,
se ha despertado de repente; que un canario alegre ha andado es-
tos dias entrando y saliendo por las ventanas, sin temor al fríe,
Señoras y señores: con cintas y lazos en el pico, yendo y viniendo sin cesar, porque
para esta fiesta de nuestra AmErica ninguna flor parecía bastante
Apenas acierta el pensamiento, a la vez trémulo y desbordado, fina y primorosa? Esta es la verdad. A unos nos ha echado aquí la
a poner, en la brevedad que le manda la discreción, el júbilo que tormenta; a otros, la leyenda; a otros el comercio; a otros, la deter-
nos rebosa de las almas en esta noche memorable. <Qué puede minación de escribir, en una tierra que no es libro todavía, la últi-
decir el hijo preso, que vuelve a ver a su madre por entre las ma estrofa del poema de 1810; a otros les mandan vivir aquí como
rejas de su prisión? Hablar es poco, y es casi imposible, más por su grato imperio, dos ojos azules. Pero por grande que esta tierra
el intimo y desordenado contento, por la muchedumbre de re- sea, y por ungida que esté para los hombres libres la América en
cuerdos, de esperanzas y de temores, que por la certeza de no que nació Lincoln, para nosotros, en el secreto de nuestro pecho, sin
poder darles exprc,ión digna. Indócil y mal enfrenada ha de bro- que nadie ose tachárnoslo ni nos lo pueda tener a mal, es más
tar la palabra de quien, al ver en torno suyo, en la persona de grande, porque es la nuestra y porque ha sido más infeliz, la Amé-
sus delegados ilustres, los pueblos que amamos con pasión reli- rica en que nació Juárez.
giosa; al ver cómo, por mandato de secreta voz, los hombres se De lo más vehemente de la libertad nació en dias apostólicos
han puesto como más altos para recibirlos, y las mujeres como la América del Norte. No querían los hombres nuevos, coronados
más bellas; al ver el aire tétrico y plomizo animado como de som- de luz, inclinar ante ninguna otra su corona. De todas partes, al
bras, sombras de águilas que echan a volar, de cabezas que pasan impetu de la frente, saltaba hecho pedazos, en las naciones naci-
moviendo el penacho consejero, de tierras que imploran, pálidas das de la agrupación de pueblos pequeños, el yugo de la razón
y acuchilladas, sin fuerzas para sacarse el puñal del corazón, del humana, envilecida en los imperios creados a punta de lanza, o
guerrero magnánimo del Norte, que da su mano de admirador, de diplomacia, por la gran república que se alocó con el poder;
desde el pórtico de Mount Vernon, al héroe volcánico del Sur, in- nacieron los derechos modernos de las comarcas pequeñas y autóc-.
tenta en vano recoger, como quien se envuelve en una bandera, lonas; que habian elaborado en el combate continuo su carácter
el tumulto de sentimientos que se le agolpa al pecho, y sólo halla libre, y preferian las cuevas independientes a ia prosperidad ser-
estrofas inacordes y odas indómitas para celebrar, en la casa de vil. A fundar la reptiblica le dijo al rey que venía, uno que no se
nuestra América, la visita de la madre ausente,-para decirle, en le quitaba el sombrero y le decía de tú. Con mujeres y con hijos
nombre de hombres y de mujeres, que el corazón no puede tener se fían al mar, y sobre la mesa de roble del camarín fundan su
mejor empleo que darse, todo, a los mensajeros de los pueblos comunidad, los cuarenta y uno de la “Flor de Mayo”. Cargan
americanos. iCómo podremos pagar a nuestros huéspedes ilustres mosquetes, para defender las siembras: el trigo que comen, lo
esta hora de consuelo? ¿A qué hemos de esconder, con la falsía aran: suelo sin tiranos es lo que buscan, para el alma sin tiranos.
de la ceremonia, lo que se nos está viendo en los rostros? Pongan Viene, de fie.ltro y blusón, el puritano intolerante e integérrimo,
otros florones y cascabeles y franjas de oro a sus retóricas; noso- que odia el lujo, porque por él prevarican los hombres; viene el
tros tenemos esta noche la elocuencia de la Biblia, que es la que cuáquero, de calzas y chupa, y con los árboles que derriba, levanta
mana, inquieta y regocijada como el arroyo natural, de la abun- la escuela; viene el católico, perseguido por su fe, y funda un
dancia del corazón. iQuién de nosotros ha de negar, en esta no- Estado donde no se puede perseguir por su fe a nadie; viene el
che en que no se miente, que por muchas raíces que tengan en caballero, de fusta y sombrero de plumas, SII mismo hábito de
422 lose Martí OBRAS ESCOGIDAS. T. II 423

mandar esclavos le da altivez de rey para defender su libertad. hace el grano en la tierra y el amor en los corazones,-y el aven-
Alguno trae en su barco una negrada que vender, o un fanitico turero sagaz y rapante, hecho a adquirir y adelantar en la selva,
que quema a las brujas, o un gobernador que no quiere oír hablar sin más ley que su deseo, ni más límite que el de su brazo, com-
de escuelas: los que los barcos traen es gente de universidad y de pañero solitario y temible del leopardo y el aguila.
letras, suecos místicos, alemanes fervientes, hugonotes cr?ncos, es- Y icómo no recordar, para gloria de los que han sabido ven-
coceses altivos, bátavos económicos; traen arados, sen las, tela- cer a pesar de ellos, los orígenes confusos, y manchados de san-
res, arpas, salmos, libros. En la casa hecha por sus mal x vivían, gre, de nuestra América, aunque al recuerdo leal, y hoy más que
señores y siervos de sí propios; y de la fatiga de bregar con la nunca necesario, le pueda poner la tacha de vejez inoportuna
naturaleza se consolaba el colono valeroso al ver venir, c,e delantal aquel a quien la luz de nuestra gloria, de la gloria de nuestra
y cofia, a la anciana del hogar, con la bendición en ‘os ojos, y independencia, estorbase para el oficio de comprometerla o reba-
en la mano la bandeja de los dulces caseros, mientras una hija jarla? Del arado nació la América del Norte, y la EspAñola, del
abría el libro de los himnos, y preludiaba otra en el salterio o en perro de presa. Una guerra fanática sacó de la poesía de sus
cl clavicordio. La escuela era de memoria y azotes; pero el ir a palacios aéreos al moro debilitado en la riqueza, y la soldadesca
ella por la nieve era la escuela mejor. Y cuando, de cara al viento, sobrante, criada con el vino crudo y el odio a los herejes, se echó,
iban de dos en dos por los caminos, ellos de cuero y escopeta, de coraza y arcabuz, sobre el indio de peto de algodón. Llenos
ellas de bayeta y devocionario, a oír iban al reverendo nuevo, que venían los barcos de caballeros de media loriga, de segundones
le negaba al gobernador el poder en las cosas privadas de la re- desheredados, de alféreces rebeldes, de licenciados y clérigos ham-
ligión; iban a elegir sus jueces, o a residenciarlos. De afuera no brones. Traen culebrinas, rodelas, picas, quijotes, capacetes, es-
venía la casta inmunda. La autoridad era de todos, y la daban paldares, yelmos, perros. Ponen la espada a los cuatro vientos,
a quien se la querían dar. Sus ediles elegían, y sus gobernadores. declaran la tierra del rey, y entran a saco en los templos de oro.
Si le pesaba al gobernador convocar el consejo, por sobre él lo Cortés atrae a Moctezuma al palacio que debe a su generosidad
convocaban 10s “hombres libres”. Allá, por los bosques, el aven- o a su prudencia, y en su propio palacio lo pone preso. La simple
turero taciturno caza hombres y lobos, y n’o duerme bien sino Anacaona convida a su fiesta a Ovando, a que viera el jardín de
cuando tiene de almohada un tronco recién caído o un indio muer- su país, y sus danzas alegres, y sus doncellas; y los soldados
to. Y en las mansiones solariegas del Sur todo es minué y bujías, de Ovando se sacan de debajo del disfraz las espadas, y se que-
y coro de negros cuando viene el coche del señor, y copa de plata dan con la tierra de Anacaona. Por entre las divisiones y celos
el buen Madera. Pero no había acto de la vida que no fuera pábulo de la gente india adelanta en América el conquistador; por entre
de la libertad en las colonias republicanas que, más que cartas aztecas y tascaltecas llega Cortés a la canoa de Cuauhtémoc; por
reales, recibieron del rey certificados de independencia. Y cuando entre quichés y zutujíles vence Alvarado en Guatemala; por entre
el inglés, por darla de amo, les impone un tributo que ellas no lunjas y bogotáes adelanta Quesada en Colombia; por entre los
se quieren imponer, el guante que le echaron al rostro las colo- dc Atahualpa y los de Huáscar pasa Pizarro en el Perú: en el
nias fue el que el inglés mismo había puesto en sus manos. A su pecho del último indio valeroso clavan, a la luz de los templos
héroe, le traen el caballo a la puerta. El pueblo que luego había incendiados, el estandarte rojo del Santo Oficio. Las mujeres, las
de negarse a ayudar, acepta ayuda. La libertad que triunfa es roban. De cantos tenia sus caminos el indio libre, y después del
cómo él, señorial y sectaria, de puño de encaje y de dosel de ter- español no había más caminos que el que abría la vaca husmeando
ciopelo, más de la localidad que de la humanidad, una libertad el pasto, o el indio que iba llorando en su treno la angustia de
que bambolea, egoísta e injusta, sobre los hombros de una raza que se hubiesen vuelto hombres los lobos. Lo que come el enco-
esclava, que antes de un siglo echa en tierra las andas de una mendero, el indio lo trabaja: como flores que se quedan sin aroma,
sacudida; iy surge, con un hacha en la mano, el leñador de ojos caen muertos los indios; con los indios que mueren se ciegan las
piadosos, entre el estruendo y el polvo que levantan al caer las minas. De los recortes de las casullas se hace rico un sacristán.
cadenas de un millón de hombres emancipados! Por entre los ci- De paseo van los señores; o a quemar en el brasero el estandarte
mientos desencajados en la estupenda convulsión se pasea, codi- del rey; o a cercenarse las cabezas por peleas de virreyes y oido-
ciosa y soberbia, la victoria; reaparecen, acentuados por la guerra, res, o celos de capitanes; y al pie del estribo lleva el amo dos
los factores que constituyeron la nación; y junto al cadáver del indios de pajes, y dos mozos de espuela. De España nombran el
caballero, muerto sobre sus esclavos, luchan por el predominio virrey, cl regente, el cabildo. Los cabildos que hacían, los fírma-
en la república, y en el universo, el peregrino que no consentía ban con el hierro con que herraban las vacas. El alcalde manda
señor sobre él, ni criado bajo él, ni más conquistas que la que que no entre cl gobernador en la villa, por los males que Ic tiene
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 425
hechos a la república, y que los regidores se persignen al entrar
en el cabildo, y que al indio que eche el caballo a galopar se le del monte y corona de la revolución, que va, envuelto en su capa
den veinticinco azotes. Los hijos que nacen, aprenden a leer en de batalla, cruzando los Andes, (Adónde va la América, y quién la
carteles de toros y en décimas de salteadores. “Quimeras despre- junta y guía? Sola, y como un solo pueblo, se levanta. Sola pelea.
ciables” les enseñan en los colegios de entes y categorías. Y cuando Vencerá, sola.
la muchedumbre se junta en las calles, es ,para ir de cola de las iY todo ese veneno lo hemos trocado en savia! Nunca, de tanta
tarascas que llevan el pregón; o para hablar, muy quedo, de las pi- oposición y desdicha, nació un pueblo más precoz, más generoso,
canterias de la tapada y el oidor; o para ir a la quema del por- más firme. Sentina fuimos, y crisol comenzamos a ser. Sobre las
tugués; cien picas y mosquetes van delante, y detrás los domi- hidras, fundamos. Las picas de Alvarado, las hemos echado abajo
nios con ia cruz blanca, y los grandes de vara y espadín, con la con nuestros ferrocarriles. En las plazas donde se quemaba a los
capilla bordada de hilo de oro; y en hombros los baúles de hue- herejes, hemos levantado bibliotecas. Tantas escuelas tenemos como
sos, con llamas a los lados; y los culpables con la cuerda al cuello, familiares del Santo Oficio tuvimos antes. Lo que no hemos he-
y las culpas escritas en la coraza de la cabeza; y los contumaces cho, es porque no hemos tenido tiempo para hacerlo, por andar
con el sambenito pintado de imágenes del enemigo; y la prohom- ocupados en arrancarnos de la sangre las impurezas que nos lega-
bría, y el señor obispo, y el clero mayor; y en la iglesia, entre ron nuestros padres. De las misiones, religiosas e inmorales, no
dos tronos, a la luz vívida de los cirios, el altar negro; afuera, la quedan ya más que paredes descascaradas, por donde asoma el
hoguera. Por la noche, baile. iEl glorioso criollo cae bañado en búho el ojo? y pasea melancólico el lagarto. Por entre las razas
sangre, cada vez que busca remedio a su vergüenza, sin más guía heladas y las ruinas de los conventos y los caballos de los bár-
ni modelo que su honor, hoy en Caracas, mañana en Quito, luego baros se ha abierto paso el americano nuevo, y convida a la ju-
con los comuneros del Socorro; o compra, cuerpo a cuerpo, en ventud del mundo a que levante en sus campos la tienda. Ha
Cochabamba el derecho de tener regidores del pais; o muere, como triunfado el puñado de apóstoles. ¿Qué importa que, por llevar el
el admirable Antequera, profesando su fe en el cadalso del Pa- libro delante de los ojos, no viéramos, al nacer como pue.blos li-
raguay, iluminado el rostro por la dicha; o al desfallecer al pie bres, que el gobierno de la tierra hibrida y original, amasada con
del Chimborazo, “exhorta a las razas a que afiancen su dignidad”. españoles retaceros y aborígenes torvos y aterrados, más sus sa-
El primer criollo que le nace al español, el hijo de la Malinche, pilcaduras de africanos y menceyes, debía comprender, para ser
fue un rebelde. La hija de Juan de Mena, que lleva el luto de su natural y fecundo, los elementos todos que, en maravilloso tropel
padre, se viste de fiesta con todas sus joyas, porque es día de y por la política superior escrita en la Naturaleza, se levantaron
honor para la humanidad, el día en que Arteaga muere! <Qué a fundarla? ¿Qué importan las luchas entre la ciudad universi-
sucede de pronto, que el mundo se para a oír, a maravillarse, a taria y los campos feudales? ¿Qué importa el desdén, repleto de
venerar? iDe debajo de la capucha de Torquemada sale, ensan- guerras, del marqués lacayo’ al menestral mestizo? CQué importa
grentado y acero en mano, el continente redimido¡ Libres se de- el duelo, sombrío y tenaz, de Antonio de Nariño y San Ignacio de
claran los pueblos todos de América a la vez. Surge Bolívar, con Loyola? Todo lo vence, y clava cada dia su pabellón más alto,
su cohorte de astros. Los volcanes, sacudiendo los flancos con es- nuestra América capaz e infatigable. Todo lo conquista, de sol en
truendo, lo aclaman y publiéan. iA caballo, la América entera! sol, por el poder del alma de la tierra, armoniosa y artística, crea-
Y resuenan en la noche, con todas las estrellas encendidas, por da de la música y beldad de nuestra naturaleza, que da su abun-
llanos y por montes, los cascos redentores. Hablándoles a sus in- dancia a nuestro corazón y a nuestra mente la serenidad y altura
dios va el clérigo de México. ,Con la lanza en la boca pasan la de sus cumbres; por el influjo secular con que este orden y gran-
corriente desnuda los indios venezolanos. Los rotos de Chile mar- deza ambientes ha compensado el desorden y mezcla alevosa de
chan juntos, brazo en brazo, con los cholos del Perú. Con el gorro nuestros orígenes; y por la libertad humanitaria y expansiva, no
frigio del liberto van los negros cantando, detrás del estandarte local, ni de raza, tii de secta, que fue a nuestras repúblicas en su
azul. De poncho y bota de potro, ondeando las bolas, van, a es- hora de flor, y ha ido después, depurada y cernida, de las cabezas
cape de triunfo, los escuadrones de gauchos, Cabalgan, suelto- el del orbe,-libertad que no tendrá, acaso, asiento más amplio en
cabello, los pehuenches resucitados, voleando sobre la cabeza la pueblo alguno-ip usiera en mis labios el porvenir el fuego que
chuza emplumada. Pintados de guerrear vienen tendidos sobre marca!- que el que se le prepara en nuestras tierras sin límites
el cuello los araucos, con la lanza de tacuarilla coronada de plu- para el esiuerzo honrado, la solicitud leal y la amistad sincera
mas de colores; y al alba, cuando la luz virgen se derrama por de los hombres.
los despeñaderos, se ve a San Martín, allá sobre la nieve, cresta De aquella América enconada y turbia, que brotó con las espi-
nas en la frente y las palabras como lava, saliendo, junto con la
426 José .Wwrr OBRAS ESCOGIDAS. T. 11 427

sangre del pecho, por la mordaza mal rota, hemos venido, a pujo vean que la tenemos honrada y leal, y que la admirac.ión justa
de brazo, a nuestra América de hoy, heroica y trabajadora a la y el estudio útil y sincero de lo ajeno, el estudio sm crlstales de
vez, y franca y vigilante, con Bolívar de un brazo y Herbert Spencer présbita ni de miope, no nos debilita el amor ardiente, salvador
de otro; una América sin suspicacias pueriles, ni confianzas cán- y santo de lo propio; ni por el bien de nuestra persona, si en la
didas, que convida sin miedo a la fortuna de su hogar a las razas conciencia sin paz hay bien, hemos de ser traidores a lo que nos
todas, porque sabe que es la América de la defensa de Buenos mandan hacer la naturaleza y la humanidad. Y asi, cuando cada
Aires y de la resistencia del Callao, la América del Cerro de las uno de ellos vuelva a las playas que acaso nunca volvamos a ver,
Campanas y de la Nueva Troya. ¿Y preferiría a su porvenir, que podrá decir, contento de nuestro decoro, a la que es, vuestra ,due-
es el de nivelar en la paz libre, sin codicias de lobo ni preven- ña, nuestra esperanza y nuestra guía:. “iMádre Amerlca, al11 en-
ciones de sacristán, los apetitos y los odios del mundo; preferiría contramos hermanos! iMadre América, allí tienes hilos!
a este oficio grandioso el de desmigajarse en las manos de sus
propios hijos, o desintegrarse en vez de unirse más, o por celos Discurso pronunciado el 19 de diciembre de 1889en la .v$ada artistico-literaria
de vecindad mentir a lo que está escrito por la fauna y los astros de la Sociedad Literaria Hispar;oamericanaa la que asheron los delegadosa
y la Historia, o andar de zaga de quien se le ofreciese de zagal, o la ConferenciaInternacional Americana.
salir por el mundo de limosnera, a que le dejen caer en el plato
la riqueza temible? iSólo perdura, y es para bien, la riqueza que se 0. C., t. 6, p. 133-140.
crea, y la libertad que se conquista, con las propias manos! No co-
noce a nuestra América quien eso ose temer. Rivadavia, el de la
corbata siempre blanca, dijo que estos paises se salvarían: y estos
paises se han salvado. Se ha arado en la mar. También nuestra Amé-
rica levanta palacios, y congrega el sobrante útil del universo opri-
mido; también doma la selva, y le lleva el libro y el periódico, el
municipio y el ferrocarril; también nuestra América, con el Sol
en la frente, surge sobre los desiertos coronada de ciudades. Y al
reaparecer en esta crisis de elaboración de nuestros pueblos los
elementos que lo constituyeron, el criollo independienle es el que
domina y se asegura, no el indio de espuela, marcado de la fusta,
que sujeta el estribo y le pone adentro el pie, para que se vea de
más de alto a su señor.
Por eso vivimos aquí, orgullosos de nuestra América, para ser-
virla y honrarla. No vivimos, no, como siervos futuros ni como
aldeanos deslumbrados, sino con la determinación y la capacidad
de contribuir a que se la estime por sus méritos, y se la respete
por sus sacrificios; porque las mismas guerras que de pura igno-
rancia le echan en cara los que no la conocen, son el timbre de
honor de nuestros pueblos, que no han vacilado en acelerar con
el abono de su sangre el camino del progreso, y pueden ostentar
en la frente stis guerras como una corona. En vano,-faltos del
roce y estímulo diario de nuestras luchas y de nuestras pasio-
nes, que nos llegan ia mucha distancia! del suelo donde no cre-
cen nuestros hijos,-nos convida este país con su magnificencia, y
la vida con sus tentaciones, y con sus cobardías el corazón, a la
tibieza y al olvido. iDonde no se olvida, y donde no hay muerte,
llevamos a nuestra América, como luz y como hostia; y ni el in-
terés corruptor, ni ciertas modas nuevas de fanatismo, podrán
arrancárnosla de allí! Enseñemos el alma como es a estos men-
sajeros ilustres que han venido de nuestros pueblos, para que
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 429

A MANUEL MERCADO guardando, y viendo crecer, las pruebas de mis previsiones, que
no quieren decir que se va a venir el mundo abajo,-pero si que es
necesario ponerse en pie, y ver lo que pasa en el mundo, para
que no pase lo que se puede evitar, como en nuestra misma Cuba
lo pudiéramos evitar nosotros, con un poco de juicio.
Otra de las cosas que me ha hecho padecer, y que me tenfa
la pluma dormida, era el no saber a derechas por dónde iba en
estas cosas Ef Partido, y si fas debía callar, o insinuar en todo
lo que fuera de hecho patente, o decir lo .que veo, y es como es,
y no lo que opino. Y lo que me ha soltado la lengua es haber visto,
por reproducciones y artículos de El Partido,-que me ha llegado
estas dos semanas últimas,-que el periódico no cree estar obli-
gado a la alabanza de estas cosas, o al silencio, sino que cabe
(Diciembre de 18891 decir en él lo que mandan juntas la verdad y la prudencia.
Y estaba al empezar, e iba a hablarle de cómo me propongo
Mi hermano querido-: comenzar la forma nueva de mis labores para El P., desde primeros
de enero, puesto que para eso arreglo mis horas y quehaceres;-
Los sucesos se agolpan, y yo me siento con el espíritu un poco pero se me acaba la luz,- a las cuatro y media de la tarde. ¿Y por
más calmado: va otra carta sobre el Congreso de los Pueblos Ame- qué Luisa, para aclarar estos cíelos, no le manda una carta de
ricanos, que mientras más pronto vea la luz, más útil e intere- pascuas a su viejo amigo?
sante será, porque nada podrá anticiparle en estos dias el telé- A Vd., su
grafo, salvo el nombramiento de las comisiones.
Yo prometi escribir a Vd. largo, y en el no hacerlo se han J. MART’I
juntado la piedad de dar más que leer a quien ya tiene tanto,-el
afán en que vivo, con el trabajo siempre a los talones,-y la pena 0. C., t. 20, p. 155.156. Cotejada con el manuscrito original.
de pensar en lo que tanto me ha atribulado y descompuesto en
estos últimos meses, viendo cómo se iba envolviendo alrededor
de mi tierra, y de mis tierras de América, una red de que todas,
menos fa mía tal vez, se pueden aún salvar. Yo no hablo de mis
penas personales, porque aunque me han dado la puñalada de
muerte, no pienso en ellas. Las callo, y me comen; pero no llegan
hasta mi juicio. Lola me volverá a preparar algún dia una taza de
café, y le volverá la mocedad al corazón. Lo que casi me ha sa-
cado la tierra de los pies es el peligro en que veo a mi tierra de
ir cayendo poco a poco en manos que la han de ahogar; y por-
que no le parezca adulación no le digo que esta pena es casi tan
viva ¿y por qué no tan viva? por los pueblos del mismo origen
y composición que por el mio. Pero me pasa con los peligros de
este orden que la inquietud me dura en ese estado mientras veo
que se pueden evitar, y me revuelvo en vano para encontrar ayu-
da, y no se evitan. Luego, en cuanto el peligro está cara a cara, la
mente se me serena. Yo no veo sufrir a mi alrededor con tanta
viveza por estas cosas que a mí me quitan el poco gusto que tengo
en vivir. Los mismos que ven lo que yo veo, y me lo confirman
con su observación, padecen menos, porque se sienten dueños de
su tierra libre. En mi, es tal vez la pena mayor por serlo el cono-
cimiento, puesto que de tanto tiempo atrás vengo allegando, y
OBRAS ESCOGIDAS. T II 431

la pared la máquina que inventa. De pronto echa por tierra las


EDISON sillas, y se sienta, sin quitarse el sombrero, a tocar el órgano, en
las horas profundas de la noche. Se levanta del órgano, a anotar,
con dibujos, la máquina en que piensa. Cientos, miles de ma-
quinas. Los cálculos los hace pronto, por métodos suyos. Cuando
un novelista lo va a ver, le saca el libro de ios dibujos: “iAquí
tiene mi novela!” Y le deja el libro en las manos: le ha ocurrido
una idea, ha recordado la página de un libro, y va a su cuarto
de leer, donde mesas, sillas, alfombra, están llenas de libros abier-
tos. Salta de uno a otro. Lee en todos a la vez. Estudia un asunto,
y manda comprar cuanto hay escrito sobre lo que estudia. Re-
suelve, y olvida. Si algún amigo entra a hora propicia, de levita
y sombrero alto se pone a picar chistes, a canturrear, a hablar
yankee por lo fino: o a bailar el zapateo, sombrero en mano y
faldones por el aire, como cuando lo fue a ver Sarah Bernhardt.
Desde que estuvo Edison en Paris, se habla más de el. El hom- iSiempre el muchacho errante, siempre el telegrafista aprendiz, siem-
bre misterioso y natural, admira tanto como el inventor. Vive con pre el que aprendió la vida en lo duro! Se las da ahora de pro-
las manos en lo desconocido, y tiene visiones como las del mis- hombre, desde que vino de París; hace que lo retraten en su
tico Swedenborg, y fantasías como las de Poe o de Quincey, para biblioteca, de gorro y bata de señor; se sienta, de mucha casaca,
este físico, todo átomo tiene alma. Le preguntan por Dios, y dice en el banquete de los descendientes, de holandeses, porque el tam-
que casi lo ha visto, “casi se puede probar la existencia de Dios bién desciende de ellos, y la nobleza lo quiere ir levantando como
con la química”. Tiene este mecánimo, una poesía matemática y persona nacional: pero de los ojos inquisidores no se le cae nunca
formidable. Un día, de sobremesa, rompe a hablar asi, desde la la burla: jacaso ven los hombres lo que él ve? ;qué saben esos,
nube de humo: “*,Qué gran cosa sería que el hombre pudiese man- que peroran y que beben? ila hora de fumar es la que en los ban-
dar en sus átomos a voluntad, y que cada átomo fuese de quitar quetes le place a Edison! Del tabaco negro, negro como la som-
y poner! Así podría yo, por ejemplo, decir a mi átomo número bra, saca a bocanadas el humo azul.
4 520: Ve, y sé parte de una rosa por un poco de tiempo: y cada
uno de los átomos lo mandaría a que se hiciera parte de los mi- Sus amigos hablan dc su grandeza en las réplicas; de sus
nerales, de las plantas, de las sustancias todas. Luego, tocando juicios breves y originales sobre los hombres: de cuando fue por
un botón, los átomos volverían a mi cuerpo, con todo lo que hu- primer vez a Washington. a pedir privilegio de invención para
bieran aprendido, y yo sabría el misterio de la piedra, del gusano un aparato de marcar sin demora en los congresos los sies y los
de luz y de la rosa.” <No es el hombre de las “tres mil” teorías nóes: de cuando lo despidió por celos el jefe de su oficina, y entró
sobre la luz incandescente? <No hizo viajar a decenas de hombres cn San Luis, en una mañana de nieve, con el gabán de dril con
por las florestas vírgenes, para encontrar la fibra que da luz? que venia del Sur: de cuando llegó de telegrafista a Boston, se
Los átomos, para .éI, se condensan y coronan en el hombre, que sentó a recibir mensajes, y cansó al empleado más hábil del te-
representa la inteligencia total, “porque los átomos, todos son légrafo de New York: de la celeridad con que concibe, el orden
inteligentes”. <Sin ‘inteligencia, producirían con sus conjuntos el con que trabaja, y la infalibilidad con que calcula. No le den
calor, la forma, el aroma? La vida es aroma. Lo que decae, hiede. “sociedades ni músicas”, ni le traigan de “esos conversadores ase-
Los picaros parece que hieden. Se limpian las botas y usan brí- sinos” a quitarle el tiempo: el día es claro, pero es más clara la
Ilantes en el plastrón, pero hieden. La inteligencia está en noso- noche; encaramado en la banqueta, o arrellanado en el sofá a
tros; pero no nos viene de nosotros mismos. La materia no es la turca, es su placer, mayor ver asomar al alba, como si la hu-
inerte, ni recibe su fuerza de afuera.-Y estas son fas cosas de biera citado a duelo, y aguardase, en una hora de descuido, a
que habla de sobremesa el inventor del tasimetro, envuelta la cara arrebatarle el secreto de su luz. iY si hay gusto de rey, luego de
pálida en la nube de humo. una buena noche de trabajo, en ver salir el sol! A las siete tocan
Porque Edison fuma sin cesar: fuma quince, veinte tabacos al a la puerta, y el inventor se echa famélico sobre el almuerzo: tira
día: cuando no fuma, masca: recostado en una silla, con los pies el sombrero por el aire: se frota contento las manos. iAhora, desde
sobre el respaldo de otra, a la nuca el sombrero de pelo, por el que es persona de París y anda en comidas de holandeses, ya no
suelo los faldones de la levita negra, cambiándole de color los pasa tanlas noches en vela como antes!
ojos chispeantes, va dibujando con los mascullones de tabaco en
OBRAS ESCOGIDAS T II 433

A veces, después de almorzar, lee un libro de filósofo o de


poeta. Los poetas de la esfinge son los que lee él: Emerson, ei bia. A los doce arios, estaba Edison leyendo los Principios de Newton.
adivinador: Whitman, el verdadero: jno fue Emerson el que dijo. A los doce años, “Madre”, dijo, “soy un bushel de trigo: peso
cuarenta años antes del fonógrafo, que ya vendría “quien orga- ochenta libras:” y se fue por el mundo, como un bushel de trigo.
nizase los ecos”? ¿no dice Tyndall que la poesía de Emerson le ;A qué? A lo primero en que se pudiese trabajar!: A vender dia-
sugirib muchas de sus leyes, y le ayudó a descubrir? ¿y no está rios en el ferrocarril. Pero de vender diarios se sacaba poco: ia
todo Darwin en un verso de Emerson, publicado veinte años an- aprender a impresor, en el vagón mismo; durante el viaje! ia pu-
tes del Origen de las especies? ¿Y la poetisa Jean Ingelow no blicar, impreso por sus manos, el Gran Trunk Herald!: y se vendía
pintó. mucho tiempo nace, en un cuento de hadas, el “acustígrafo” el periodiquín entre la gente de los trenes, porque Edison andaba
que reproducía la música? ¿Y en otro libro de imaginaciones, He- como hormiga loca levantando noticias, y ponia en su papel todo
fronda, o aventuras en el sol. no dice el personaje Alutedon. en lo que podía interesarles: para los del tren escribia, y escribía
1855, que ya los autores no tenían que padecer con la escritura, sobre el tren: que “John Robinson se cayó del tren, y los mucha-
y sujetar el águila del pensamiento a la hormiga de sus manos, chos lo sienten mucho:” “que la máquina núm. 3 entró a patio,
“porque las vibraciones del aire, puestas en movimiento por la para remiendos”.- Y esa imprenta la compró Edison con lo que
voz, movían una delicadis’ima máquina, que iba recogiendo las pa- le dio una idea feliz. Para no comprar más ejemplares del diario
labras”? Todos esos precursores tuvo el fonógrafo; y el teniente ue los que podía vender, se escurría por la imprenta del Free
Maury, que se lamentaba de que Daguerre no hubiese inventado Bress, a ver, por !a novedad de las noticias que veia en pruebas,
un modo de escribir, sin más que hablar, por un tubo, sobre una si debía comprar más o menos: jy un dia, vio que ‘iba a salir el
hoja de papel; y Tom Hood, en el Anual cómico de 1839, cuando parte de la batalla de Shiloh, la batalla carnicera, que peleó Grant
augura que ha de venir quien inventa “un papel de escribir que sobre ‘los cadáveres de sus propios soldados! iah, si el telegrafista
repita lo que oiga”. Lee poetas ahora Edison, de cuando en cuan- amigo quisiese, a cambio de un mes de los periódicos de Harper,
do, de esos que ven con ojos nuevos, y escriben música extraña y de un mes de Free Press, mandar la noticia de ‘la batalla a todas
y poco oída,-como la que oyó itI cuando su primer prueba en el las estaciones! Quiere el telegrafista. Logra que le den a crédito
fonógrafo. iEntonces lo leía poetas Edison, ni sabia de Alutedon! mil quinientos ejemplares. Y los vende en el camino, a cinco, a
Trabajaba de telegrafista; inventó un aparato para repetir, por diez, a veinte, a cincuenta centavos. Pasa por una iglesia, que
las marcas del papel, los golpes del receptor, pensaba ya en el estaba en oraciones: pregona el periódico: y sale la congregación
telégrafo, y en las vibraciones del sonido: pues “<por qué, si las a arrebatarle los números que le quedan: las americanas vienen
marcas del papel vuelven a hacer sonar el martillo ‘del receptor, anudándose la cofia: el pastor viene sin sombrero, dando trancos.
no han de quedar recogidas, y de sonar otra vez, las vibraciones DC ahi subió a “caballero de la llave”, como se llamaban los
del diafragma?” Anhelante, con un compañero descreído, armó un telegrafistas. -Noches enteras pasadas con un compañero, sirviendo
instrumento rudo y habló sobre una tira de papel; “iHelIo!” dijo: de balde el puesto de un operario que dormia Iargo la cerveza.
iy repitió el saludo, como si viniera de muy lejos, fa hoja de pa- Años tardó, practicando e inventando. Imaginó un aparato; con
pel! A su mecánico se fue en seguida Edison con su dibujo de la dos registros de Morse y una taza de papel, para recibir de prisa
máquina de hablar. Cuatro pesos le puso de precio, y se burló el y repetir despacio. De ahí paso a paso, llegó “por deducción ló-
mecánico de él. Edison acababa de contar la primera prueba. Es- gica”, por la idea de las marcas del papel que daban el sonido, a
taban él, el compañero Bachelor y el mecánico Kruesi. Un barril la invención del repetidor automático, que ahorraba los operarios
de manzanas apostó Bachelor “a que no andaba la cosa”. iSe y yerros de la transmisión en cada oficina-llegó a la invención
reía el mecánico! Puso Edison en la máquina una hoja de lata, del fonógraío. Hoy, de privilegios originales, tiene lleno un libro.
y habló sobre ella. iSe reia el mecánico! Volvió Edison a poner buque no ha inventado él? Desde los alambres de seis mensajes
la hoja de lata, a que repitiese los sonidos. Echó a andar: iy no a ja vez, desde los aparatos de telegrafía privada desde el motó-
se rió, el mecánico! Palideció y dio un paso atrás. “También yo grafo del teléfono, hasta la subdivisión de la luz eléctrica, que
me asusté”, dice Edison: “tambien yo me asusté un poco”. Y Ba- tos expertos ingleses habían declarado “imposible” ante la Cámara
chelor perdió el barril de manzanas. de los Comunes. Y cuando volvía de Francia, notó que no tenían
Aquel inventor, no había ido más que dos meses a la escuela. los marinos modo seguro de tomar el sol en días nublados, calculó
El padre vive y se anda hoy mismo diez millas diarias, con sus unas pocas horas, e inventó un aparato para tomar el sol, haya
ochenta y cuatro años: pero era hombre de más fuerzas que me- o no nubes. Y tiene palacio, riqueza, procesos, fama, mujer, y
dios. La madre era maestra, y le enseñó en la casa cuanto sa- aquel inefable honor con que se empieza a ver el hombre cuando
se enorgullece de 61 su patria. Pero deja SII alcoba tranquila. para
434 losé Martí

ir a oír ansioso a media noche la voz que lo llama, la voz que IA SERAFIN BELLO]
en La obra de Zola llama al pobre Claudio.
EI Partido Liberal, Mexico, 5 de febrerq de 1890,. p. I-2. “lndice de carta?”
Otras crónicas de Nueva York, investigación. mtroducción e
por Ernesto Mejia Sánchez,
La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editortal
de Ciencias Sociales, 1963, p. 136-140.

Mi seiior Don Serafín:


iConque muerto, y no sé qué
Más ,- y que ya piensa usté
Que “mi amor llegó a su fin”?
Si lo piensa, mal pensó:
Lo que pasa, lo que sí
Es gran verdad, es que aquí
No hay más que un muerto, y soy yo.
De tanto ver padecer
Sin ver cómo consolar,
Y tan amargo llorar
Donde no lo dejo ver,-
De tanto esperar en vano
Con el corazón deshecho
Que le vuelva el alma al pecho
Al triste pueblo cubano,-
De tanto mover la pluma
Por obligación y oficio,
Sin más fruto y beneficio
Que un poco de pan y espuma,-
De tanto esforzar los brios,
Que -siguiendo el noble ejemplo
De un Don Serafín,-retiemplo
Mas mientras más son los fríos,-
De tanto avivar la fe
Que se muere, o que se esconde,
De tanto cuidar, adonde
Nadie cuida. y nadie ve.-
436 JosC ,Uarti OBRAS ESCOGIDAS. T. II 437

De tanto alzar con mis manos Y yo, pensando en la espuma


Pobres, oscuras y solas, Que lleva al Cayo querido,
Sobre la hiel y las olas, Por Carlos Manuel vencido,
Casa igual a mis cubanos,-- Vuelvo la vista a la pluma.
De tanto esperar --jes cierto Adiós. El vapor irá*
Que lo espero cada un día!-- En la semana que viene:
Que acabe al fin la agonia Ya lo tiene, ya lo tiene
En el reposo del muerto,-- Un amigo que se va.
Me entran como temporales Y de mí le he de decir
De silencio,-precursor Que en el sigilo, sereno,
De aquel silencio mayor Sin miedo al rayo ni al trueno
Donde todos son iguales. Elaboro el porvenir.
Sólo para mi deber SU
De vivir como hombre honrado,
Tiene el brazo, fatigado
De escribir, sangre y poder,-- MARTf
Y fuego de hacer el pan Fbro. 21/90
Con el dolor cotidiano,
Muerta la pluma en la mano, PC. Ed. c, t. II, p. 270-272.
Me envuelvo en el huracán.
Dura un mes, dura dos meses
Ei silencio extraño,-y luego
Renace, con nuevo fuego
El campo, y con nuevas mieses!
Y en cada espiga del trigo
De estas penosas cosechas
Verá, quien mire a derechas
“Don Serafin es mi amigo.”
Lo cuentan juntos los granos,-
Juntos, en sabios letreros:
<Para qué somos sinceros?
iPara qué somos cubanos?
IPara quién, en estas ascuas,
Para quién, en esta hiel,
Pensando en Carlos Manuel,
Compré un vapor en las pascuas?
Rojo, de puro coraje,
Así me dice el vapor:
“jPer0, mi amigo y señor,
Cuándo emprendemos viaje?”
OBRAS ESCOGIDAS T. II 439

tra? iQueremos, o no queremos, ayudar a los que ya nos piden


A EMILIO NUNEZ ayuda? De las cosas concretas, por supuesto, sólo oiremos aun
donde no haya más que cuatro paredes, lo que el mismo Cónsul
español pudiera oír sin peligro. Esa es la reunión privada; y no
quisiera, de veras, verme en ella sin Vd. Con una docena de hom-
bres de buena voluntad, podemos empezar lo que tenemos que
hacer, y realizarlo. Aunque los problemas son muchos, y de todos
ellos quisiera hablar muy despacio con Vd., así como de la gra-
vedad inmediata de fa situación actual de Cuba. No espero nada
extraordinario de la reunión, por lo reticente de ciertos ánimos
y lo interesado y dañino de otros; pero es nuestro deber intenta;
sinceramente fas cosas con cordialidad y-franqueza, para que na-
die puede tacharlas de ocultación, o de manejo de unos cuantos
parciales. Ojalá que reconozcan todos que es urgente precavernos,
[Nueva York, mayo de 1890) ’ y que debemos empezar desde el día siguiente, sin alarde y sin
Sr. Emilio Núriez descanso. ¿A qué hablarle de lo que Vd. sabe de memoria? Verle
es lo que quiero. Por Trujillo sabré si viene antes de la reunión
Mi muy querido Emilio: para verle a solas. Salude a toda su casa-a su mujer y a su
hijito;-a Vd., nadie lo quiere mejor que su amigo
No tengo para qué decirle, teniéndolo a Vd. en tanto corno
lo tengo, que le hubiera escrito muchas cartas con la pluma, puesto JOSE MARTI
que con el pensamiento se las escribo, y muy cariñosas, muchas
veces. Pero ya conoce mi vida, y cl enojo de escribir, cuando se 0. C., t. 1, p 205206. Cotejada con el manuscrito original.
tiene el escribir por oficio y se vive con el anhelo de los hechos,
y avergonzado de las meras palabras. Ahora le pongo estas líneas
porque no sé hacer nada serio, ni intentar nada bueno, sin pensar
en Vd., que es guía natural de estas cosas, sin cuya compañía
nada me parecería completo. Por la carta que le incluyo, sin tiem-
po para corregir sus errores, verá lo que intenté hacer para el
domingo pasado, y realizo este, ya con más fuerza y esperanza,
por haber recibido noticias, que ansío comunicarle, y just.rf!can
mi previsión. Nada muy difícil pretendo, ni altos cuerpos, nt jun-
tas, que den celo a los ambiciosos, o blanco a los pícaros; sino
que, a lo militar, de prisa y en silencio, comencemos, con un poco
de dinero en cl bolsillo, los trabajos necesarios de comunicación
y organizaci8n. <Necesita, o no necesita, la Isla esta acción nues-

1 Fechada “18%‘” anteriormente, pero la situacion expresada en ella no guarda


relación alguna con las cartas de ese año y si con las del 15 y el 28 de mayo
de 1886, tambien dirigidas al Coronel. Obsérvese que Marti le dice: “Por la carta
que fe incluyo [...] verá lo que intenté hacer para el domingo pasado, y reahzo
este”. refiriéndose sin dudas a la misiva del día 15, que por sus características
debe ser una circular, en la cual lo citaba para una reunión que debía efectuarse
el 18, pero que fue pospuesta par;! el 25. Consideramos que le remitió a uelfa
misiva junto con las que ahora analizamos, pues en esta no aparece la dírecct *%ndel
lugar donde se celebraría el encuentro, y si en la anterior. Todo lo expuesto
indica que el presente texto fue escrito después del 18 y antes del 25 de mayo
de 1896. (Epistolario de losc? Mcrtí, ordenado cronológicamente y anotado por
Luis Garcia Pascual y Enrique H. Moreno Pia [en proceso de edicionj. En lo
sucesivo. identificaremos esta obra a través de las siglas EJM )
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ejemplares, como quien lee el rol de honor en el campo de bata-


DISCURSO EN LA FIESTA DEL CLUB Ila:-“iAlentad. cubanos buenos!---iEnseñad vuestra obra, para que
LOS INDEPENDIEN‘TES todos la imiten!-;Donde haya siete cubanos levanten un Club
capitalizador:-;De algún cielo ha de venir, porque no todos los
cielos son injustos, la ayuda salvadora; pero el que no muestra
que se sabe ayudar por sí, no tiene derecho para pedir ayuda a
los demás!--iGuardad dinero en manos honradas, guardadlo aun-
que sea poco, que un centavo a tiempo es mejor que cien centavos
tarde, y un peso insurrecto puede más que mil pesos españoles!-
iLo que está hecho no hay que hacerlo; y cuando el rayo cae, no
es hora de ponerse a levantar el pararrayo!” El genio es eso:-ver
antes; disponer la guerra que no puede evitarse de modo que sur-
jan de ella el bienestar y la concordia; acercarse, consolando y
suavizando, a los hombres, interesados y divididos; pedir de puer-
Cubanos: ta en puerta la contribución de la libertad para la patria. iSe bebe
agua, y se tiene que pagar por ella, y se quiere libertad y no se
Esta ocasión sería para mi difícil, por lo que la honradez man- quiere pagar por ella? Pues se paga contribución a la tiranía
da decir y la prudencia manda callar, si no fuese el objeto de ;no SC ha de pagar contribución a la libertad? iCada hueso de
esta fiesta, mis que auxiliar a un Club que anda por sus pies y héroe de los campos de Cuba le dice a los cubanos olvidadizos,
se va auxiliando solo, levantar acta pública, en esta hora inquieta, asom,indosc sobre la tierra:-paga!
de que los vigilantes están en su puesto, sin que se les canse El Club dc los Independientes, de pie, obedece a los héroes.
el corazón de amar, ni la mano de unir; y tributar el .homenaje El cubano que no tiemble una vez al día, al recordar y al prever,
que merece, en estos tiempos de aturdimiento y descomposición, al \fa para mal cubano. Pero temblar no basta,-sino preparar. 0 nos
grupo de hombres previsores, de hombres abnegados, que, sin el dira mañana nuestra patria desvalida:-¿Qué hicisteis con la Ii-
interés de la fama ni los gustos de la autoridad, todavia encuen- bcrtad cn que vivíais, que la empleásteis en disertar como sofistas
tran, del pan pobre de sus hijos, modo de apartar su porción de 0 cn poner05 tachas unos a otros, y en tejer coronas de hojas
pan para la patria. secas v florar; de papel. para mártires que no necesitan coronas,
;Ni qué más que este Club que tiene ya de amigos y de miem- ni qui&cn mk que una, que es la que pudisteis darles, y no ,les
bros a los únicos hombres ilustres de la revolución, a los que le disteis? El clw deja de hacer, en las cosas de la patria, todo lo
son leales,-que más que este Club, y el espíritu amplio y gene- que puede hacer,- -es traidor a la patria. ;Y hay que empezar a
roso que lo guia, sin permitir que lo aflojen las parcialidades, ni tener cuidado, porque por ahí anda, por el aire y por el cíelo, el
que la intriga lo tome de arma, ni que le quite prosélitos la des- que lleva los libros. J va apuntando en la lista de las traiciones,
confianza que el espionaje hábil cautiva y difunde, y la malignidad al que puede hacer y no hace! El Club de los Independientes. de
calumniosa fomenta,-qué más que este Club, que de siete hombres pie, obedece a los héroes.
llegó en pocos meses a cuatrocientos pesos, y sienta en sus banCos Nunca ha sido más necesario atender a la vez sus lecciones
al abogado y al general, al viilareño y al habanero, y al del Ca- de sacrificio y dc cautela, que en estos tiempos de estremecimiento
magüky y al de Santiago, al liberto y a su libertador,-qué más, continuo y creciente en Cuba, en que ya rompe por la superficie
para demostrar lo claro de nuestra previsión y lo firme de nuestra cl mar de abajo,- y los que quisieran sofocarlo, arrollados por
constancia, que el Club de los Independientes, encendido en la las olas, bambolean inseguros agarrándose a la espuma, y han
roca del destierro, como las hogueras de los últimos persas en dc viajar con ellas. Ni fue nunca más útil vernos en lo que somos,
la fortaleza escarpada de las alturas adonde no llegó jamás el
sin engaño para los demás ni para nosotros mismos; porque las
pie del moro? empresas en que le va a un pueblo la vida, no son para que un
No tiene el mérito tantos amigos,-puesto que amigos es lo aventurero la-; haga como su intendencia y mayordomía; ni para
primero que sale al mérito,-que esté de más celebrar en alta
sino para ejemplo, a los patriotas de :a que un petimetre de la palabra se ponga a lucir retóricas delante
voz, no por adulación, del tocador de la guerra;--ni son para esconder los obstáculos que
adversidad, que son siempre los pocos, porque en cuanto huele a deben conocerse, porque es preciso saber dónde están, para ven-
triunfo, caen del cielo los patriotas; no está de más, porque es cerlos. Pero una cosa no tenemos que escondernos. ni a los demás
uno de los raros consrlelos de la vida, decir ante estos cubanos
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ni a nosotros, y es esta:-Aca estamos, y nos palpamos los cora- por qué no triunfó, y cómo va a ser la de ahora, y porqué puede
zones. Los cansados, renacen. Los que habían olvidado el castella- triunfar,-sí hay tiempo, porque debe haberlo, para decir, mano
no, lo vuelven a aprender. Los que no querían saber de los caminos al pecho, con la solemnidad de quien jura, que en lo modesto del
de la patria, ni de la locura de sus hijos fieles, ahora andan bus- silencio, donde el gusano hace día a día su obra edificadora, he-
cando a los locos. El militar de antes, que estaba donde no se le mos procurado y logrado quizás, acercar hasta el respeto mutuo,
veis, sale a preguntar qué pasa. El que va a emprender un viaje. y acaso hasta el cariño, a los que de la guerra pasada quedaron
lo detiene, por cl miedo, y el deseo sublime de emprender otro. divididos, y en bandos aparte,-hemos puesto por sobre las cosas,
Será, o no será; pero de todos los rincones del mundo, como si ajenos a tratos deshonrosos o repartos criminales de autoridades
con nuestro pabellón por alas cruzara una voz de mando por el venideras, cl interés puro y general del país, sin reservas en pro
aire, parece que Cuba resucita. Acá, como gente que viene bus- de esta casta o la otra, ni exclusión de uno u otro factor incómodo,
cando la vía, se encuentran los que menos se solían encontrar, y ni preferencia de esta o aquella comarca, sino con los ojos a lo
se dan la mano. Allá, la generación nueva, ahita de injurias, con que es, y con todos los factores por delante, sean cómodos o no;-
las sombras justicieras erguidas junto a la almohada, preguntán- hemos, en la faena de diez años, tendido redes de caritio por el
doles qué han hecho del día, se ensayan para morir, acuden al mundo, para que no nos dejen solos en el nuevo dolor, y grepa-
toque de corneta, y perecen, dando luz como antes, en medio de rado el ejército de afuera de tal modo que no vuelva a torcer, ni
las llamas: jallá, a poco que dé el sable al vaso, va a derramarse a fatigar, ni a abandonar, ni a anular con sus demoras y disimu-
el vaso! La Isla es grande, y hay mucha sabana por donde ten- los, y quién sabe con qué más, el ejército de adentro; sino que
derse, y mucha sierra por donde derramarse. Acá, por prudencia, la milicia de acá vaya con la milicia de allá, cabeza a cabeza, los
0 por pereza, 0 por razones locales, 0 por proposito superior, 0 por de allá peleando y los de acá dando con qué, aprisa los de alli
enseñanzas de los tiempos, no nos hemos cuidado de ponernos, y los de aca más aprisa, los de allá agradecidos y los de acá dig-
cn lo que se ve, de modo que parezca de lejos que seamos lo que en’ nos del agradecimiento,- y todos, los de acá y los de allá, sin
verdad somos; y aún podría algún malévolo, o desconocedor de capas españolas ni botas yanquis, trabajando a una, a compás y
nuestras cosas, suponer, porque no andamos juntos a todas horas, a galope, por sobre la tierra y por debajo de la tierra, para lograr,
que en el instante del recuento hemos de echar por sendas dife- con el respeto duradero de los hombres libres, la independencia
rentes, o no habra más que mortajas, clamando al vacío, en la absoluta y democrática de la patria!
única senda.-Y lo que tenemos que decir es que estos diez años Pero no todo cs triunfo o causa de congratulaciones; porque
no han pasado en vano,-que la concordia tiene tantos apóstoles la vida es como el pan, que agrada al sabor despues de hecho,
como crían malvados la ambición y el interés, y paga Espana pero se hace con levadura agria. Ni hemos de ocultarnos las es-
espias que se nos metan por el corazón,-que de un soplo, juntas pinas de nuestro camino, ni hemos de ser menos que nuestros
las condiciones y colores, fundidos los detalles de opinión en el héroes de la guerra, que andaban descalzos sobre las espinas.
arranque, no habrá quien pueda, ni quien intente, cerrarle el paso ;Corra nuestra sangre y agonice nuestro corazón, con tal que por
a la avalancha, y se verá a todos en fila a la hora del recuento, sobre él, sin mirar lo que pisa, suba a la libertad nuestra patria!
arma al hombro, o peso en mano. No todo cs triunfo entre nosotros, ni es cosa la guerra de cabalgata
No han pasado estos diez años en vano; y si no hay tiempo, y fantasía a la que se debe ir con anteojos azules, sino que se
en esta noche compuesta principalmente para la amenidad, en ha dc ver el camino sin anteojos y tan claro que se pueda ir por
que ha de movernos el alma con acentos de Cuba una voz de mu- el de noche como de día.. iPues acá entre nosotros mismos, sin
jer;’ si no hay tiempo en esta noche en que los mantenedores del contar con otros problemas mayores, que de sí mismo se van
pabellón van a contarnos con sus labios de bravos las hazañas resolviendo, como llevamos ya resueltos algunos, no quedan tal
increíbles realizadas a su sombra; si no hay tiempo para analizar vez, de las culpas de otros, y de las cosas de otros tiempos, re-
como debíamos, a fin de que de lejos nos entendiesen bien, y de paros de que pudiéramos sufrir, como si fueran por culpas nues-
cerca nos entendiesen mejor, todo lo que ha habido que vencer tras y de nuestras cosas? Bien puede suceder todavía, aunque en
para llegar a donde estamos, y todo lo que nos queda por vencer verdad estricta no creo yo que suceda, que el artesano, engañado
aún; para ver si somos algo, y qué somos, 0 si no somos más que cn sus esperanzas más de una vez, crea con razón aparente, que
pompa y viento;-para recordar cómo fue la guerra de antes, y de la palabra fina no le puede venir más que engaño, y que el
que le defiende más que a sí propio, y es artesano como él, es
1 Alude a la seriora Ana Aguado de Tom&s quien cant un vals y la Stella su enemigo, porque tiene la palabra y lleva el cuello alto, como
d’nmore, de Laureann Fwntes los otros que lo engañaron.--Bien puede ser, porque hubo cosas
444 JosQ ,Horti OBRAS ESCOGIDAS T. II 445

acá y allá que lo justificarían, que los militares gloriosos de ayer, no se opongan a que venga otro médico del país que ha de cono-
que han de tener siempre cubierto libre en nuestra mesa y asiento cerle mejor la enfermedad, ante de que por falta de médico a
privilegiado en nuestro hogar, miren con recelo, y acaso con des- tiempo, esta madre del alma se nos muera? iSueña, sueña el que
dén, a los que no han tenido aún ocasión de ser militares como crea que cuando la madre llame .a sus hijos, a que la salven de
elfos; sin pensar que ellos no lo fueron antes de que la gente de morir, no estarán todos a su cabecera, anexionistas o no, curándola,
lengua y de pluma, con su fatiga de años, con sus destierros, con besándole la mano, vaciándole su sangre en las venas, fieles, arro-
sus discursos, con sus prisiones, con su sacrificio en los cadalsos, dillados!
crearon el anhelo de independencia y el espíritu de heroísmo que Así, con ímpetu de su amor, con compasión para la misma mal-
dio luego a los militares ejército para sus batallas. Bien puede dad, con un espíritu de fuego que en el horno del corazón funda
ser que el espionaje continuo que anda entre nosotros vestido de a sus llamas ca!urosas en oro de pureza a los mismos que le
obrero y de holgazán, sentado en los mostradores de las tiendas devoran, va el emigrado cubano, con los ojos abiertos, para no
y en lo sagrado del taller, emplee la labia inicua en el oficio que caer donde cayó otra vez, con la frente a los aires del porvenir,
le pagan, que es el de dividir a los cubanos en cuanto ve que se porque el que no va con él, se queda en la impedimenta de la
unen, y desalentarlos en cuanto ve que le suben los alientos, y historia. iCon todo lo que ayer, en el amor continuo, para todo
apartarlos adulándoles la preocupación, o mintiendo a sabiendas lo de mañana! Las sierras, enamoradas se asoman, a ver: los
sobre los sucesos y los hombres, de los que tienen ojos con que jóvenes desasosegados se visten de novios, para la esposa sublime.
ver, y mano limpia con que ir señalando el camino. Bien puede A los más arrellanados en la silla colonial, les llegan ya al hueso
ser que los desgraciados que no pueden amar, y padecen de ver las espinas. La guerra, como el incendio, salta, incontrastable y
el amor,-“los espías del diablo”,-que andan juntos con los de purificadora, de un chispazo. iPues todos, con la mano a la cruz,
España, persigan a los que mueren por sembrar el amor y porque aguardamos serenos el toque de botasilla!. . . <Y la fiesta de esta
cunda entre los hombres, y por unir a los que han de vivir juntos, y noche? ¿Y. el Club de los Independientes? iPues es eso, lo que
por crear donde todo se está viniendo abajo, que es cosa que no acabamos de decir! iQuién no conoce a sus miembros, honrados
pueden sufrir, y censuran en nombre de un patriotismo más temi- en lo dom&tico y en 10 público? ia sus siete fundadores, que vi-
ble que la traición, los enemigos naturales de los que unen y crean, ven como ungidos y como si trajesen el mandato de lo alto? ¿o al
que son los que no tienen virtud para crear, ni corazón para unir. que es entre ellos como el alma y el padre? (Quién no conoce a
-Y no nos podemos negar que en estos días en que el entusiasmo un hombre? que anda por ahí, enjuto y atareado, con las señales
mezclado de tristeza, como aviso del interior, convida a los cuba- del trabajo en las manos encallecidas; la levita larga; como la de
nos a poner en una organización visible la organización secreta un sacerdote; los ojos estudiosos y judiciales, como ojos que van
de las almas,-que’ es, y que nadie puede echar por tierra;-es sentenciando, y miran por sobre los espejuelos; la palabra sujeta
imposible salir a cosechar el fruto, a que tiende la mano la patria y contundente, con un dejo que cae como la miel sobre los cora-
impaciente, sin que salga al paso, terca y muda, la confianza in- zones, y una fuerza de rienda y de látigo? iQuién no lo ve, pre-
justificada, como solución actual de un problema actual, de la sente en todas partes, con su Club en el corazón, sonriendo y
anexión de Cuba a los Estados Unidos,-que es en unos honrado sangrando por él, ganándole amigos, por los que se allega con
deseo de que Cuba sea libre sin sangre,-y en otros, odio legítimo su virtud, triunfando de los tímidos, arrinconando a los reacios,
a la tiranía española, y adoración rudimentaria por lo externo y escribiendo, a la cabecera de fa agonía, cartas a los cuatro puntos
aparente de un progreso que nos echa de su carro, y nos proclama del compás, sólo feliz cuando el compañero leal le trae a la mesa
indignos de entrar en él, aunque nosotros nos empeñemos en subir de trabajo, enriquecida con el ‘depósito del mes, la libreta de ban-
al carro donde nos echan-y en otros es la creencia, respetable, co de Cuba? iPues cuando toquen a botasilla, el hombre de la
y sincera, aunque errónea, de que con sus elementos revueltos no levita larga, :omo la de los sacerdotes, pondrá en manos de los
podría la Isla libre vivir con seguridad,-y en algunos, en los héroes, nuevos o viejos, en manos de los héroes cordiales y hon-
menos sin duda, es la costumbre del yugo, que no les ,deja vivir rados, la libreta de la patria!
sin él, y necesitan ponerse uno cuando salen de otro,-o la so-
berbia de tener a los demás por incapaces, por sentirse incapaces Pronunciadoen Hardman Hall, Nueva York, 16 de junio, 1890.
ellos,-o el miedo de aparecer ahora combatiendo una solución El Porvenir, Nueva York, 21 de junio de 1890.
de que les puede venir mañana autoridad y beneficio. Pero jno 0. c., t. 28, p. 333-340.
tendríamos derecho como hijos de la misma madre, a pedir a es-
tos hermanos, empeñados en llamar a un médico que no viene, que 2 Se refiere a Juan Fraga, presidente del club Los Independientes.
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CARTA DE NEW YORK ricos, se ven más peligros que seguridad, y puede, con la rapidez
que llevan aquí las cosas, subir más alto de lo deseable la nove-
dad social, que en mil formas se muestra y va imponiendo, como
si se estuviese en vísperas de una revisión de títulos, y hubiera
riesgo de que retornen al Estado, para uso y provecho de todos,
aquellas empresas que tienen como capital indispensable los bie-
nes de la naturaleza, que no se han de ceder por favor, ni de
darse por desidia al más honrado, sino que a lo sumo se han .de
dar afuera en administración, en tanto que se les administre bien,
aunque lo mejor es que los trabaje y dirija la comunidad, que de
derecho natural e inalienable los posee.
Dicen los que dicen, que por ahí van las ideas de este Van-
LA CASA NUEVA DE LOS VANDERBILT.- derbilt previsor, que ve insegura la propiedad privada de los ferro-
EL SENADO Y LOS BUQUES DE GUERRA-UN ORADOR NEGRO.- carriies, con tanta propaganda nacionalista como hay ahora, y
LOS EXAMENES Y LA EDUCACION DE LA MUJER.- con gente de tanto seso en ella: El Tribunal Abierto se llama un
LA MUJER DEL NORTE, Y EL “CURSO DE VOLUNTAD”.-
LA BAILARINA SEVILLANA CARMENCITA pe:%dico de Chicago, y uno de Nueva York El Siglo Veinte.

New York, julio 10 de 1890 De la Argentina se ocupó la prensa en estos .días, cuando se
dijo, por un desocupado de hotel, que la Argentina se había aliado
Señor Director de El Partido Liberal: al Brasil y al Perú para caer contra Chile, lo que desmintió con
razones prudentes, el ministro brasilero; y cuando la Asociación
Pocos julios empiezan con tanta cosa pública como esfe,. por- de Consumidores de Lana, que es numerosa y pujante y toda de
que de intriga en intriga han venido a dejarse para los colores manufactureros y criadores, protestó en una circular de mucho
los proyectos de fuerza en que ha de dar voto el Congreso; así argumento contra los derechos de la lana, y fue hasta pedirla libre,
qre se pone escasa atención a la escuadra de mineros filadelfia- para bien del pobre y salvación de la industria, y “para que los
nos: de los de a noventa centavos de jornal, que parece aplastada, Estados Unidos no sean el único país del mundo donde se echa
sin aire ni socorro, con la familia loca a la puerta de la mina,--0 a la entrada la fibra con que se han de amparar del frío sus hijos.
a la orquesta de Strauss, que ha venido con sus músicos bullan- De México se escribe aún con el intento de echar sobre los in-
gueros a estrenar el auditorio enorme de la plaza de Madison, gleses el oprobio de la intentona de la Baja California que dicen
donde entre vals y vals, sale Columbia, en un baile frondoso, a que fue toda ‘obra inglesa’, para poner en mal a dos paises veci-
sacar del jardín la flor nacional, que es el amarillo; o el calor nos”. De las Bermudas se habla también mucho, desde que pu-
de Chicago, que es tal, que el Municipio ha dictado ordenanzas blicó Inglaterra el convenio en que cede a Alemania la isla COS-
sobre la manera de vestir;-0 a la comedia yankee de Beau Brum- tera de Heligoland, la cual se pone aquí de precedente y razón
mel, muy fina y hecha a tono, donde se ve como era en corte al para demandar de Inglaterra cosa igual, ya que está de cariños,
petimetre amigo del obeso Jorge IV;--0 la casa que los Vanderbilt, que en nada puede mostrar mejor que cediendo a los Estados
a quienes los Astor celosos les están llenando de hoteles los alre- Unidos las Antillas inglesas “que están a nuestras puertas y que
dedores de su palacio de New York, levantan a costo persa allá necesitamos”.
en la Carolina del Sud, junto al Swannanoa ruidoso, en la cús- Y esto sí se junta con lo que preocupa hoy más, que es lo del
pide de un monte de pinos;-y no sólo para pasear, como los Congreso, porque fue poco menos que el debate del Senado sobre
ricos inútiles, que pasan por la vida caballeros en una bomb,a la plata ilimitada, y el que en la Casa ya se espera sobre la ley
de jabón y con la bomba se vienen abajo, sino para las labores de de intendencia de los jueces federales en las elecciones, el myy
la tierra, que es donde está la riqueza real, y conforta y perdura refíido y elocuente en que unos Senadores estuvieron por mas
cuando la catástrofe útil de la especulación, limpiando como el buques de guerra, y más fortificaciones, hasta hacer buenos, con
rayo el cielo, echa a temblar y a maldecir a los cobardes. A sem- 261000 000 de gastos en quince años, todos los castillos fijos Y
brar animales y árboles va el más rico de los Vanderbilt al Sur, navegantes que quiere el Secretario de marina, porque si se ha
porque por el Norte, con sus ciudades ahitas de emigrantes col& de mantener la doctrina de Monroe, se necesita darse prisa con
448 losê .Marti OBRAS ESCOGIDAS. T. 11 - 449

eso para mantenerla,-y otros, como los demócratas Voorhees y cial, de una poesía que es como flor de sangre, se clava en el
Cockrell, dijeron que, “no había en todo el valle del Mississipi que lo oye, como una flecha.
cinco hombres que de veras quisieseri dar, en estos tiempos del De o!ra escuela de Massachusse’tts viene otro caso curioso,-la
mundo, los doce millones para los tres barcos nuevos,-que “el escuela de mujeres de Auburnsdale,-donde hay un “curso de vo-
poder de los Estados Unidos estaba en el respeto que inspira como luntad”, ni más ni menos, cuya maestra Armie Call, experta en
país de paz, a quien ningún otro poder le negaría lo que pudiese, hipnotismo, enseña a sus cientos veinte alumnas “a ‘usar y econo-
porque sólo pediría lo justo,-que “en vez de dar el ejemplo del mizar la fuerza nerviosa”, a dejarse estar como muerto, para que
arbitramento pacífico, los Estados Unidos, luz de ia humanidad, los nervios descansen, a no poner en juego para cada acción sino
iban a parar en los mismos recursos de las monarquías, a quienes el nervio que se necesita en ella,--10 cual es tan sano y racional
copia en sus vicios de la república”. Sobre lo cual votó el Senado que dos alumnas de la clase han muerto.
que se dieran los doce millones para los tres buques nuevos;-- ‘De lo ambicioso é intenso de esta mujer del Norte, que con
“Nuestro Philadelphia, dijo un Senador, es el crucero más veloz la prolongada soltería llega, en las ciudades uni\rersitarias, al
del mundo.” frenesí apostólico, no hay prueba mejor que esta aplicación re-
gular y osada de la última novelería, que satisface el afán de la
mujer por lo sutil y maravilloso,-y el de la maestra por enseñar
De eso, y de los exámenes y sus fiestas, es toda la crónica: en su colegio lo que no se enseña en otro alguno. El pueblo entero
Unos colegíos tienen comedia latina, y otros ponen en verso ingles visitó en su caja fúnebre a las dos niñas muertas, que tenían de
el libro de Job, y para otro escribe la discípula sobresaliente una color violeta las dos manos, sorbidas las sienes, y los ojos en
Antígona de poco trabajo, que representa con sus compafieras, lo hondo de la cuenca, como dos gotas de cera.
de peplo y chyton. Lo más ruidoso de estos exámenes ha sido !o de --“Mejor!‘,-dice la escuela rival de Wellesley-“es enseñar como
los bellacos de la Universidad de Harvard, que porque ganaron nosotras a ser bella y feliz, criando en el remo y la carrera los
una regata se pusieron a pintar de rojo cuanto hallaron, para que múscclos firmes y la fibra apretada de la legítima hermosura y
todo flamease como su alegría, y la estatua misma del reverendo el orden y bondad que del cuerpo sano vienen a la vida!“---“jMe-
fundador la pintaron de rojo; pero la otra novedad de Harvard jor,“-dice el feminista Curtis-“es educar a la mujer como se la
fue mayor, porque, de todos los alumnos, el escogido para orador educa en Vassar, con los ojos profundos y la frente de domo, ca-
de la clase, en las ceremonias de fin de curso, fue un negro de paz de bregar por sí, sin vender ni alquilar el honor, en estas
enérgica dicción y frente ilustre, aunque cuentan que no fue todo ciudades revueltas y afanosas, donde la hija tiene que amasar el
magnanimidad, por más que tuvo que haber mucho de ella, sino pan que come en el hogar, e ir a buscar en la nieve el leño con
disputas entre las facciones de los graduandos que eligen por voto que ha de calentarse en la casa!“-y un critico comenta desde un
el que de entre ell& ha de llevar la palabra de la clase, y esta diario:-“Lo que dudo yo, no es que la mujer pueda hacer, en
vez no quisieron nombrar al candidato de más sesos, por no ser cosas de inteligencia, lo que el hombre, sino que esto prueba cosa
paniaguado de estos estudiantes príncipes, que viven con pocas mayor: porque tambiér! he visto hombres que cosen y bordan, y
reglas, en sus cuartos llenos de pompa y tapicería, humeando la que hacen calceta para la casa. Ya sé que Margarita Fuller fue
cafetera en la mesa de ónix, o el samovar de bronce roj’o en el mujer plena, con la pasión viva y la inteligencia alta y de pie.
pie de madera petrificada de Arizona: y allí van de Boston sabio, y que Phílippa Fawcett se ha llevado el premio egregio en las
con licencia de la Facultad, las señoritas urbanas, que no dejan matemáticas de Cambribge; y que la americana Ana Merritt ha
pasar día sin tomar té de estudiante, y en el de las elecciones pintado su cuadro delicioso, que no puede olvidar el que lo vea.
pelearon con tanto brío, cada cual por su héroe, que ni el de los porque al niño Amor, que está de espaldas y desnudo, se le ve
ojos garzos pudo ganar, el mejor remador,-ni el que fuma con la muerte en la cabecita hundida, y la terquedad en el hrazo que
más gracia la pipa; por lo que hubo que acordar a última hora ase el marco dc la puerta cerrada, y la última esperanza en el
un candidato nuevo y fue el negro de buena palabra el .favorecido otro brazo flojo que la empuja; y a sus plantas el mirto desho-
por estos hijos de abolicionista.-Y el Morgan habló de modo que jado, y la antorcha vacía. Pero lo que hay que inquirir es la fun-
no se le podía ver a las ideas si eran negras o blancas; lo mismo ción de la mujer en el mundo, y educarla de modo que, sin que
que en un colegio de ingeniería, donde se llevó todos los premios el hombre tenga que desdeñarla por nula o ignorantona, viva fe-
y peroró por la calle un indio Sioux, que dicen que habla en apo- !iz, y en digna libertad, en su función sublime,-que es la de
tegmas, como su gente sentenciosa, cuyo discurso brusco y esen- madre.---Hay azad.as, y aromas.”
los8 .UorIi
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 451
450

Ni puede decirse que la capacidad de trabajar por si ha cu- de adorno en techo y paredes, llaman el cuarto de los corchos. Ella
rado gran cosa el pecado de honor, puesto que se ve que las que está allí, jocosando con un dejo de pena, ya en traje formal, la
no pecan por lo necesario, dan en pecar por lo superfluo, o por mesa por delante, los dos pies cruzados:-“Cuando bailo triste,
ivaya que no me entienden estos griegos! Lo punteado y lo de
aquellas necesidades de elegancia y finura nacidas de fa edu-
cación que las capacitó para el trabajo,-que es precisamente fo acá, es lo que los vuelve locos. iAlegría! iAlegría! Y de acordarme
que le tachan a Vassar los que ven infelices a muchas de sus hijas. de la Catedral, lo que les bailo es la pura entraña. iOiga, señor,
;Vi se ha de decir tampoco que por estudiar a Laplace, como lo que la champaña no me está bien, y me gusta muchísimo más fa
manzanilla!” Y vuelve a casa la pobre criatura, a guitarrear y dar
estudian, y leer a Tolstoi y a Mona Caird, que han salido a tronar
contra el matrimonio, se les quita el gusto por curiosear en los de sí, arrebujada en una manta roja, con los ojos como ascuas, y
pecados de la tierra; puesto que bien se vio en días pasados a Ia nariz de muerta; y el talle abierto, para poderse palpar, del
un ramillete de vassareñas con casaquín y cuello de hombre, ojean- lado izquierdo, “el bulto por donde, de las puras contorsiones se
do de detrás de las cortinillas verdes, en un palco culpable de ie está saliendo el corazón”.
Koster-and-Bial, los fandangos y cachuchas con que alborota a
New York la sevillana Carmencita. Los franceses aplauden, y sus Ef Partido Liberal, Mkxico, 16 de julio de 1890, p. 1.
Otras crónicas de Nueva York, investigación, introducción e “lndice de cartas”
españoles, y los alemanes, y los yankees frenéticos. Va para un por Ernesto Mejía Sánchez, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial
año de este entusiasmo, y no hay manera de dejar de hablar de de Ciencias Sociales, 1983, p. 148-153.
él, porque hoy es Sarony que la fotografía y mañana Sargent que
la pinta, con su saya amarilla y su chaqueta roja; o es la aristo-
cracia de Tuxedo quien se la lleva a bailar, allá al Club de su
coto, y le llena el tablado de flores y sombreros; o son trenes
de lujo, que vienen a Koster-and-Bial de tapadillo, con el esposo
o el hermano, o con quien no es hermano ni esposo, a ver desde
el seguro del palco aquel salón pecador, a que va la germania de
la ciudad, habituada a los cantos y franquezas de fa escena alegre
donde baila hoy, ante un coro deslucido, fa “Perla de Sevilla”.
iA un rincón las coristas generosas, la bayadera verde, vestida
de aire y punto; la bayadera francesa, arropada en un banderín;
la del Japón, que lleva de traje un abanico! Suizas de cofia, sue-
cas de corpiño, moras de jaique, rusas de tiara, romanas de pa-
ñoleta, fa un rincón, confusas y místicas! que baja por la escalera
del fondo, sacudiéndose las enaguas y con la cabeza mirándose
en ellas, la de Triana y la de la calle de Sta. Isabel, fa de jazmín
al pelo que llaman la Carmencita. Párase brazo en jarras, y a la
oreja la gorra torera. Saluda de lado, como quien clta al toro.
El guiño travieso centellea y convida. De un “iseñor música!”
empieza el escarbeo. Ya es el ‘paso en redondo, de maliciosa a
quien cortejan; el paso atrás, menudo, que va huyendo del novio;
el taconeo de costado, que se corre por donde no hay luz; la carrera
de puntillas, a taparle al cortejo los ojos; y el revoloteo y fa cum-
bre del beso: y luego el ir despacio, como quien vuelve a la vida
poco a poco. El teatro, árido, aplaude; las mujeres se muerden los
labios; los hombres se echan sobre el espaldar del vecino; se oye
el taloneo, el barrido, el punteo de aquel pie de cisne que borda en
las tablas. Y cuando se va, desganada y perezosa, parece que se
ha ido un rayo de sol.
Siempre hay, por supuesto, quien va de plática a su mesa, allá
en el cuarto a media luz de la champaña, que por los que tiene
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 453

CARTAS DE VERANO II de encajes y vuelos, y la chistera acanalada y peluda, sin más cau-
dal que el bastón de puño gordo, la caja de rapé, y la desvergüenza.
La universidad de los pobres Los clérigos, en su gabinete de cristales de colores, ponen en
íila las imágenes, y con un arcoiris aquí y un cuento de ardilla
allá, retocan el serm6n de saludo de un año pasado, donde sin
querer, como el aire y la luz, va entrando la religión nueva, que
surge de todas partes a la vez, y enseña la esperanza y la resig-
nación, y la utilidad y belleza de! mal, en el orden libre y ascen-
dente del mundo.
¿A qué van, si no, tantos clérigos en estos tiltimos años a la
montaña? “En las rocas de Dios”, osó decir uno de ellos, “halló
cl texto más claro que en los libros de! hombre”. Y no se podia
echar por una senda de! monte, aun por la más escondida, sin
darse con un clérigo, de barba a medio tórax, con el chaleco hasta
la tirila, y la levita por los carcañales. 0 iban como el monje
Nueva York, 2 de septiembre de 1890 Ignacio, a hablar de pan de centeno, y de la necesidad de entregar
a Dios por la persona de sus ministros, en pleno mes de baile y
caza, y cotillones y giras, a la capilla desierta de Newport, teatro
Señor Director de El Partido Liberal: ahora de grandes sucesos, como la pelea, poco menos que a pu-
ños, de las dos damas que cargan el apellido de Astor, y cada
Ya las hojas amarrillean, y vuelven de la montaña los pere- cual pretende ser “la señora de Astor”, y cabeza de! nombre; o
grinos, con el bordón de maple coronado de helados y de siempre- la otra pelea a puños de veras, de una señorita robusta, con millo-
vivas; ya, con el novio a la zaga, vuelve de la costa, en casaquin nes en caja, y otra señorita, más linda que ella, que habló mal
blanco y gorra de marino, la “muchacha de verano”, premiada del origen del millón; o el paseo victorioso en el hotel del ch,a!án
en el torneo de! volante, o en el certamen de! boliche; vuelven cbrío que le sacó manchas a los ojos de una esposa de Washington;
ya, con la cáscara compuesta, los que fueron a buscar verdad y dama ilustre y columna de la sociedad, que andaba de chalana
asilo a las grutas de las Mi! Islas, o los picos de Adirondack o de por un pueblo de baños, mientras pescaba lenguados el marido
Catskil!, o allá lejos, en lo alto de California, donde tiene la na- en las Mi! Islas; o la hazaña de! millonario Astor, que jugaba
turaleza como un sublime oratorio, con las paredes de granito, y al polo, con calzón de cuero y gorra azul de iniciales doradas, y
cl cielo de techo, y de alfombra las caléndulas de oro puro, y de apuntó tan bien a la bola con mallete que dio en la frente a su
coristas las cascadas. Los clérigos, los políticos, los periodistas, caballo, y el animal, de la coz, dio a la bola, la cual fue al campo
vuelven rubicundos, dándose con las manos en los hombros, ro- donde del malletazo hubiera debido ir: y las damas aplaudieron
ciando con champaña y apolinaris los cuentos nuevos, ponderando con palmadas, y ondeo de pañuelos, al héroe de la gorra con las
la habilidad de las anguilas y las truchas. Vuelven, de faja de iniciales de oro. Otro día iba Astor de jinete, y se le enredaron
seda y botín amarillo, 10: “bravos” veraniegos, puntales de mesa las piernas en el botafango de un carruaje, de lo cual cayó a
y trompos de danza, que enseñan a nadar a sus señoritas inge- tierra sin sentido, lo que resintieron los nobles del pueblo en una
nuas, y les sujetan el estribo durante la temporada; y ahora cam- chbrgica solicitud, donde piden al municipio que “en lo venidero
bian por el saco de media etiqueta y el hongo de septiembre, para tenga pista aparte para los jinetes”, no sea que vuelva a caer por
las primeras fiestas de la ciudad, el traje de franela y sombrero tierra el millonario Astor.
de paja del hotel. de baños, o el chupetín de rayas amarillas o A Long Branch van-fuera de los pocos a quienes lleva la
negras, con la ‘gorra como él, o azul y roja, o verde y habano. Los fama del nombre-los. politices de brillante al pecho y el gentio
“juancitos”, como llaman aquí a estos inútiles, a estas verrugas de ruleta, que pasean brazo en brazo, como que son todos. unos;
de! mundo, a estos hijos de otro, se echan sobre Delmónico y Sherry, y lo mejor de los judios va allí, porque en otros lugarés rIcos, y
a graduarse de varones, cenando queso fuerte y cerveza pesada; aun en los pobres, les es difícil, y aun imposible, la entrada. EI
o van de teatro, a ver al judío Mansfield en Beau Brummel, que fue paseo se llena de trenes, que vienen a toda librea por la orilla del
el petimetre de antaño, .con los calzones enjutos y los dijes a la mar; o van a Monmouth a las carreras de caballos, con las judfas
rodilla, y una chupa que le ajustaba como un corsé y la corbata robustas en la imperia! de la carroza,-y el guía de calzón de
454 José .Warti
OBRAS ESCOGIDAS. T. Ii 455

dril y chistera blanca,-y el guardacoche sanado el cuerpo; y luego ba y vocea el público, cada vez que el bufo Wilson, que hace de
vuelven de las carreras, a champañear y ruletear, con los cuernos sotana amarilla el Rey Alegre, alude, sacudiéndose la sotana, al
caídos o roncos, según pierdan o. ganen, y los arneses chicheando regalo de la casa. Ni es Cape May pueblo de muchas tentaciones,
al trote largo, mientras el sol, de una llamarada, incendia el cielo, porque la mar da en la arena continua, sin la alegria y salud
y se hunde en las olas negras. de los árboles y Is 3 casas, calientes y monótonas, se están allí,
A Saratoga ya no va “lo mejor”, aunque aún le quedan, por sin verde que las agracie, como una hilera de dispépticos, o. como
compromiso o por hábito, patrones poderosos, o colonias extran- quejidos.
jeras que tienen allí casa, y gustan de aquel espacio y lujo. Pero New London empieza ahora, lo mismo que Bar Harbor, que
lo más que va allí es gente que quiere que la vean, o abogados son cosa de la nobleza, y no menos que Lenox, tan bello que “con-
que se ponen donde les suene el nombre, o damas que están en vida a morir”, con sus jardines salvajes, puestos de intento para
el período rudimentario de los diamantes:-porque una gota de contraste y naturalidad, y sus rocas amenas, coronadas de verde,
agua, fina y sencilla, está bien en el lóbulo de una oreja coqueta adonde viene caracoleando, la espuma, y su césped peinado y
o en un dedo de nácar; como está bien en una anémona o en un caminos de álamos.
lirio, fpero salir hecha una gualdrapa de elefante hindú, con un En New York está aún el Señorío de los que en verano van
parche de esmeraldas y un rosetón de zafiros, como estas damas al mar, y allí es, del lado de las casas ricas, donde a toda hora
saratogueñas! Por la mariana van a las aguas, y es hermoso aquel hay concurso y festejo, porque mientras dura agosto andan de
aire, todo de oro y limpieza, cual si no hubiese pobres en el <mundo, almuerzo en baño, y de baño en lonche, y del lonche en parada
con los tilburis diestros, del novio y la novia, como flores en va- a cacería, y de la caza o la parada al banquete, y del banquete
cantes, de pétalos negros: y a lo lejos la música. De noche, luego al baile, y del baile al almuerzo. Los ricos todos se juntan allí,
de la comida ceremoniosa, en descote o casaca, es el baile del y el mes entero es un afán, por ver quién queda por encima de
hotel, o la. visita en cuerpo de un hotel a otro, o la conferencia quién, si los Goelet, o los Whítney, o los de Astor, o fa Paran Ste-
sobre Shakespeare, o sobre la virtud de la hermosura, que pro- vens. Uno trae de Boston los zíngaros de un teatro, a que le toquen
nuncia un alma buena, para entretenimiento de los trasnochados. durante la comida sus czardas frenéticas. Otro saca, de Ió más
En la estación, montes de baúles. hondo de New York, un flamenco de Madrid, de los que dan la
A Narragansett no fue este año tanta gente, porque no esta- hora y el opio, honra y estribo de la calle de la Comadre, que
ban allí, como otros, las “poetisas de pasión”, como Amélie Rives taconea con arte en el tablado, y echa los brazos al aire y revuel-
y Ella Wheeler, que antes del matrimonio ensalP;lban en versos y ve las caderas, hasta que los mismos “juancítos”, por no Verlo.
apetecían todos los deleites y licencias de él; ni había esta vez dejan, avergonzado y solo, al anfitrión. Otra levanta una clase
permiso, según rumor previo, para aquellos trajes de bailarina, de baile aéreo, entre las jovenes de “lo mejor” y van, adonde
con el descote de corazón y la saya de poca tela, con que entra- Madama Malvina, huésped de un hotel del pueblo, a que les en-
ban al baño las matronas de coturno y las hijas frondosas,-ni scñe el paso de entre dos, y el paso batido, y el otro paso animado,
para entretenimiento como el de “bañarlas”, que era alzar, cara que acaba echando por tierra con la punta del pie los sombreros.
a cara por los codos a la compañera, que, de puro miedo, se caía Otras, la Paran Stevens, convida a hipnotizar; y unas se dejan
sobre su bañista: ni el otro juego se había de permitir, que era pinchar el brazo, y este hace como que se duerme, y a aquella la
el de abrir hueco para el cuerpo en la arena caliente, y ponerle quieren en vano tender, por la nuca y los talones, sobre el espaldar
una almohada de arena, y luego poco a poco-como quien sabo- de dos sillas.
rea una aceituna-ir cubriendo los miembros tendidos, hasta que Un día se va de yacht, a navegar por la costa, con baile y
de ella o de éf. no quedaba visible más que fa cabeza, 10 que debía Ayala, seco a bordo, y otro sé va, con la luz de la luna, a la ‘di-
ser amable ocupación, porque la dama enarenada devolvía siem- versión nueva, que es vadear el arroyo, lo cual hacen descalzas
pre al compañero el servicio; y así pasaban en la playa las horas. las señoritas, porque parece ser cosa muy bella verse a la luna
A Cape May fueron más veraneadores que los de uso, unos los pies en el agua, mientras que los señores aplauden de cerca,
por el escándalo y otros por la novelería, porque allí está la casa en una el grito, y en otra el pie, y en otra el válor.
que los proteccionistas de Filadelfia regalaron a la esposa del 0 es una gira por subscripción, en la hacienda de un caballero
presidente, que con la casa queda atado a los que se la regalan,-10 de oficio, que pone la gloria en bastonear estas fiestas de los gran-
que ha parecido a la opinión tal flaqueza que de soslayo y a últi- des, y hoy imagina un baile de año nuevo, amarillo y carmesí, y
ma hora tuvo Harrison que dar la casa como comprada, o como mañana su lonche campestre, con la tortilla de huevos de faisán,
que la había tomado a prueba; y da pena de veras ver cómo sil- Y el ponche romano de veras, de la piña pura y la champaña
456 José Morti

como el famoso de los papas: y la fiesta es alegre, como COMO MURIO [MARTIN] BARRUNDIA
~~Jo~&ruajes que llegan, piafando y sonando, y en la mesa los
cestos de rosas, y de las ramas los parasoles chinescos, y por
entre los árboles las risas, los vestidos blancos, las sombrillas de
colores.
0 es la carrera al otro día, como ensayo para la caza donde
los cazadores, de chupa negra y bota negra, corren, con la guía
del maestrecampo, saltando cercas y zanjas detrás de los mas-
tines; y si la cerca es muy alta, se vuelven atrás, a que ei maestre-
campo salte solo.
0 es el gran juego del “polo”, que se juega montando, donde
cuatro caballeros, con su mallete cada uno, pelean, al mando de
su capitán, por echar la bola del juego al campo de sus cuatro
contrarios; y uno embiste y cae sentado sobre la bola, con el ca-
ballo riéndose; y otro, de un ancazo de su competidor suelta las Nueva York, septiembre 14.-El vapor Colón, de la Compañía
bridas, y se ampara de las orejas. Cuatro de ellos se llaman los del pacífico, llegó aquí ayer, trayendo algunos de los pasajeros de
Ridemouts, y los otros cuatro se llaman los Backemups. El capi- los que estaban a bordo del vapor cuando el general Barrundia 10
tán de los Ridemouts carga botas de cuero, blusa de seda y car- mataron: Nuestro corresponsal pasó en seguida a tener una en-
denal y cachucha amarilla; y el de los Backemups va sin birrete, trevista con varios de los que fueron testigos de la muerte y se
con la blusa de lana gris, calzón curado y perneras. Los Backe- le hizo la siguiente relación:
mups y los Ridemouts, mallete por tierra y a galope, se echan El general Barrundia subió a bordo del vapor en Acapulco y
sobre la bola, a empujarla estos y a resistirla aquellos; y van de SC decía que iba a San Salvador acompañado de dos asistentes.
pareja a veces, con los bigotes al viento, uno a darle a la bola y Cuando el vapor llegó a Champerico, las autoridades de Guatemala
el otro a quitársela; y a veces los dos jinetes, de un salto de los pidieron al capitán del vapor que se les entregara el General, a
caballos, caen sentados a tierra, cachucha a cachucha, con la bola lo cual se negó el capitán Pitts. Entonces las autoridades demo-
en medio. Alrededor, en carruajes magníficos, la nobleza ve el tor- raron durante veinticuatro horas la entrega de los papeles del
neo, ansiosa y atenta. buque, sin los cuales este no podía salir del puerto. Cuando el
vapor llego a San José, subieron a bordo un piquete de soldados
El Partido Liberal, México, 26 de septiembrede 1890,p. 1 y 2. que habían venido en dos botes, !os cuales tenían la consigna de
Otras crdnicas de Nueva York, investigación, introducci6n e “lndice de cartas” nc dejar desembarcar a ninguna persona que no tuviera sus pa-
por Ernesto Mejía Sánchez, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial peles en debido orden. A tiro de pistola del vapor estaban anclados
de CienciasSociales,1983,p. 157-161. dos buques de guerra de los Estados Unidos.
El capitán Pitts telegrafió desde Champerico al oficial en man-
do pidiendo que se le prestase auxilio, y en San José repitió su
súplica personalmente a dicho oficial. La Unica contestación que
cbtuvo fue de que no podía hacer nada por él, sin orden del capitán
del puerto. Al día siguient e el vapor fue invadido otra vez por un
comandante con un piquete de agentes especiales y un gran número
de soidados venidos en botes.
El comandante guatemalteco produjo y mostró al capitán Pitts
una orden de prisión firmada por M. Mizner, ministro americano
y al mismo tiempo hizo la petición formal de que se le entregara
al general Barrundia. Se ordenó a los pasajeros que bajaran al
entrepuente, y llenada esta orden fueron todos acompañados por
e! capitán Pitts al camarote del general Barrundia. Llegados al
camarote el capitán leyó la orden de prisión dictada contra él,
a i General.
458 José Marti OBRAS ESCOGIDAS. T II 459

Barrundia los recibió con la mayor calma en la puerta de su la muerte del general Barrundia en Guatemala, solamente la po-
camarote, pero adivinando que había llegado su última hora, entró licía acompañó el cadáver del General al cementerio el día si-
en el cuarto y tomó su revólver, y diciendo: “muy bien”, hizo fuego. guiente de su muerte, cuando se le dio sepultura.
La bala pasó junto al capitán Pitts, sin tocarle, el cual en com-
paííía del comandante guatemalteco, corrió a refugiarse en su’
camarote, dejando a los agentes especiales que cazaran al General. Confirmando lo que dice el anterior telegrama, leemos en Las
Barrundia era corto de vista, y estando bajo una excitación Novedades de Nueva York y en el número correspondiente al 9 de
nerviosa, no pudo herir a nadie, sin embargo, hizo correr a sus septiembre, lo que sigue:
perseguidores fuera de la cámara del vapor, persiguiéndolos a tiros “He aquí el texto de la comunicación del ministro de los Es-
hasta que cayó sobre el puente, mortalmente herido de varios ba- tados Unidos Mr. Mizner al capitán del vapor Acapulco, a cuyo
lazos que le habían atravesado el cuerpo de parte a parte. En- bordo se h,allaba el general Barrundia:
tonces salió el valiente comandante guatemalteco de su escondrijo Legación de los Estados Unidos, Guatemala, 27 de agosto.
y llegándose adonde estaba el cadáver del General, le disparó Sí vuestro buque se halla dentro del límite de una mllla del
un tiro en el cráneo. territorio de Guatemala, y lleváis a bordo al general Barrundia,
Al dejar el puerto el vapor, los agentes guatemaltecos, mofán- tenéis el deber según el derecho internacional, de entregarlo a
dose y en burla se despedían riéndose y llevándose las manos a la las autoridades de Guatemala a peticíón.de estas, habiéndose dicho
nariz, haciéndole el gesto que el vulgo llama “tanto pico”. que el tal Barrundia es enemigo de esta República.
Se me ha garantizado por este gobierno que no será puesta
en peligro su vida ni se le impondrá otro castigo que el que re-
Nueva York, septiembre 15.-Se ha sabido con gran placer, que sulte contra éí por las causas manifestadas en la carta de ayer
el representante al Congreso, Mac Creary, presentó el sábado a la del señor Anguiano al cónsul general Mr. Hosmer.”
Cámara la siguiente resolución vis: que la muerte del General
Barrundia a bordo de un vapor americano, en Acapulco, por las El Partido Liberal. México, 18 de septiembre de 189’0, p. 2.
autoridades guatemaltecas, y estando no sólo a bordo del vapor Otras crónicas de Nueva York, investigaci6n introducción e “Indice de cartas”
americano, sino también bajo la protección de la bandera ame- por Ernesto Mejía Sánchez, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial
de CienciasSociales,1983,p. 154-158.
ricana, pide una investigación inmediata, y se le ruega al señor
Presidente de los Estados Unidos de América, de que si no es
incompatible con el interés público, transmita a la Cámara de Di-
putados todos los. informes sobre este asunto que hayan llegado
a sus manos.

Nueva York, septiembre 15.-Todos los pasajeros que, estaban


en tierra dicen a una voz que la viruela y fiebre malignas reína-
ban en Guatemala, y que por todas partes no se veía más que
miserias y sufrimientos.
Dos mil soldados pasaron por las calles de la ciudad en el
mayor estado de extrema miseria, y estos nos informaron que
el número de los heridos, muertos y los que han fallecido de ham-
bre es horroroso.
Se nota la mayor necesidad en todas las clases en’ la ciudad:
los campesinos traen muy pocas provisiones y comestibles a la
capital, y su carestía es tal que sólo los ricos pueden pagar los
precios pedidos por ellas.
Algunos días después de haber salido de ese puerto, se supo
que aunque se había levantado una gran indignación pública por
OER:\S ESCOGIDAS T II 461

FRANCISCO SELLEN amorosos. 1’ como el único modo de ser poeta de la patria opri-
mida es ser soldado, no afeó el destierro con quejumbres pueriles,
ni puso tienda de rimar, donde se rima a todo lo que viene, y
hoy sa!e una oda z la caridad y mañana un estornelo al sinsonte,
sino que, cegadas o interrumpidas las fuentes de la poesía propia,
entretuvo el genio suspenso con la ajena.
Un dia era Ibsen, y Blumenthal otro. Los griegos eran un
mes, y otro los rusos. Estudiaba a Khaiyam, y a Horacio luego.
Leía el original, perdido en lo alto del Himalaya o en las riberas
del Anio, y lo seguía por las literaturas, de copia en copia. No
era lector de los de a granel, que toma de la mesa lo que le trae
cl correo del dia, y anda de petimetre poético, paseando de diario
en diario los últimos patrones, ora lloroso, de dálmata y calzas,
UN POETA.-POESIAS DE FRANCISCO SELLEN con la peluca rubia coronada de margaritas y de nomeolvides, ora
fatidico, de labios de cinabrio y ojos de kokol, negro el traje y
Poesia no es, de seguro, lo que corre con el nombre, sino lo enjuto, con un hueso al ojal, y el ajenjo en la mano tembladora;
heroico y virgíneo de los sentimientos, puesto de modo que vaya sino que leía en grupos, ya viendo cada literatura de por si, en
sonando y lleve corno alas, o lo florido y sutil del alma humana, lo que tiene de primaria, o tomó de las otras, ya estudiando la mis-
y la de la tierra, y sus armonías y coloquios, o el concierto de ma pasión en todas ellas, para notar los rnodos de decirla, y sus
mundos en que el hombre sublimado se anega y resplandece. No razones, ya comparando a los poetas de un temple, o de una épo-
es poeta el que echa una hormiga a andar, con una pompa de ca, a ver cómo caía la luz igual, en diferentes vasos; hasta que
jabón al lomo; ni el que sale de hongo y chaqué, a cantarle al halló que con el pensamiento del hombre pasa como con ‘los ár-
balcón de la Edad Media, con el ramillete de flores de pergamino; boles. donde son pocas las raíces y muchas las hojas, y que el
ni el deSesperado de papel, que porque se ve sin propósito, se lo hombre es sencillo y uno, como se saca de sus literaturas, en que
niega a la naturaleza; ni el que pone en verso la política y la so- qe ve a la vez lo romántico y lo real, sin más diferencia que las
ciologia; sino el que de su corazón, listado de sangre como jacinto, que pone en la imaginación, por los sujetos peculiares, el país
da luces y aromas; o batiendo en él, sin miedo al golpe, como en v época de cada poesía. Vio caída ia pompa v la sencillez perenne.
parche de pelear, llama a triunfo y a fe al mundo, y mueve a los DC lo trago y esencial. oyó mejor mUsí& que de lo diluido y
hombres cielo arriba, por donde va de eco en eco, volando al re- académico. El apólogo y el apóstrofe le parecieron más propios,
doble. Poesía es poesía, y no olla podrida, ni ensayo de flautas, en el arte de la imaginación, qce la polémica y el discurso. En
ni rosario de cuentas azules, ni manta de loca, hecha de retazos si mismo llevaba como cierto creptisculo, que es el de ios que ya
de todas las sedas, cosidos con hi!o pesimista, para que vea el saben de! mundo todo lo que tienen que saber, y sudan con la
mundo que se es persona de moda, que acaba de recibir la novedad I:IZ venidera sobre el rostro. ;A qué el sol, sí no lo había en su
de Alemania o de Francia. patria?: ni era verdad el sol, cuando no lo había en su vida. Ya
De Francisco Sellén toda la América ha leído versos, porque desde que escribió en la juventud su Libro infimo, sabia que por
él es artista infatigable, que no deja pasar “dia sin línea”, ni cree la tierra hay que pasar volando, porque de cada grano de polvo
que haya gusto mayor que el de, cumplir en silencio con el deber, se levanta el enemigo, a echar abajo, a garfio y a saeta, cuando
fuera del cual IJO hay poesía cierta, y propagar ei culto de la idea nace con ala. En los astros silenciosos empezó a poner su amor,
hermosa. Hijo de aquella tierra desangrada que purga en la deses- y estudió con afán las lenguas de aquellos pueblos de nieve per-
peración una riqueza inicua; hijo de Cuba, a cuyos héroes novicios petua, cuya poesía, blanca y azul, sube por el cielo en la noche
dio tiempo para errar la indiferencia de un continente sordo, ni elocuente con el manojo de flores ventaneras, y por la .espalda
pudo Sellén volver adonde es una reconvención cada hoja de ár.- los cabellos de oro. Ni de sus Denas. había de cantar, porque es
bol, y el amo de cinto y espuelas, con Frinca en las rodillas, es- como quitarse el seso. esta queja continua; ni había de servirle
cancia en las copas criollas el veneno; ni pudo de su vida rota, a su patria bombones, y cestos de fresas, cuando su patria, enhies-
de la vida que ofrendó a la patria en la hora triste, sacar la ta entre los cadáveres, señala al mundo impasible, con la mano
energía poética de quien mora en su suelo natural sin la pesa- comida, el festín de los cuervos; ni la vida rutinaria, apuntalada.
dumbre del aire prestado, y la soledad que espanta a los corazones odiosa. en la ribera de! Wlldcon hostil. le había, ni daría acaso,
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 463

aquella flor de luz, breve e inmortal, en donde el poeta sazonado cuanto existe”: supone al cielo más quieto de lo que está, y lo
envidia porque está tranquilo “mientras la tempestad ruge en su
por el dolor, cuaja el alma propia. Ni el castellano de erisipela pecho”: pero “el que sufre, calle”: el que desfallezca, mire al hogar,
que se usa en los versos, inflado y de colorines, es la lengua pre- al hijo en que continúa la vida, a la tarde solemne, fy vuelva la
cisa y radiante que debe hablar la poesía.
mano al arado! Lo amará todo el que lea su canto a Las mariposas,
Asi, en la busca de lo idea1 y sincero, se dio tanto Sellén que es como juego de iris, de una pena bella, que se queda en el
a lo alemán, donde está vertida la obra toda del hombre, que vivió alma. Todo tiene para él espíritu y pena, y por todo sufre, para
años enteros, en las cosas de su arte, como olvidado de sí, y como todo se “abre su amor en el infinito”. El ver las flores, le da deseos
si no fuese poeta él, sin más afán que el de poner ante los demás de subir hecho centella al cielo, para beber del agua encendida
lo que le parecía hermoso, y tallar y esmerilar el verso, y pro- y bajar sobre el mundo con las alas abiertas, “derramando a rau-
barlo a la luz del sol, hasta que le quedaba en los colores natu- dales, dicha, luz y libertad”. Jamás, jamás hablará de su dolor,
rales;-lo que era faena recia, porque el alemán es rosado y azul, para no prostituirlo, y porque de su dolor sólo ha de decir el
y el castellano amarillo y punzó, y los rayos de la luna se le iban hombre lo que aproveche y consuele al género humano; pero la
y venían por entre los dedos, sin que hubiera siempre modo de muerte es lo que apetece él, “la eterna aurora”, “el lecho volup-
aprisionarlos en el encaje. De Heine, el que vivió con el. corazón tuoso”. De gigantescos lirios, a la bajada de la noche, parece
atravesado, se prendó antes que de los demás,-porque todo el ascender, como bandada de vírgenes, la primera estrofa del “Himno
mundo sufre de la puñalada. Por lo tierno e intenso le cautivó a la muerte”. Sobre aromas, como una reina aérea, pasea la muerte
Geibel, y lo tradujo con esmero de hermano. El invicto Goethe le por cl mundo. Novia amable es la muerte, y no bruja famélica.
movió menos que Uhland aéreo, y el leal Hartman, y Kerner de- Ya se va a abrir el mundo “como una inmensa flor”. La Virgen
samparado y doloroso. En lo sutil de Von Arnim trabajaba un de la Piedad, con el Cristo en los brazos, es para él la muerte, que
día, y otro con el ardiente Freitigrath, o con Bodestedt, hecho al recibe en sus brazos al hombre. Y el ave de las Tempestades, en
cuar?eto firme de los persas, o con Simniock, cuyas palabras eran simbolo casi sublime, negro el plumaje y fatídico el canto, ta-
cuños, o con Ruckert, que escribía con las raíces. Su gusto no jando el nubarrón y arrebujándose en la bruma, entona serena, al
era que lo viesen a él, sino a ellos. Consolar quería él, y esparcir fulgor del rayo, el himno fúnebre de los que “murieron en el mar”.
por el mundo castellano la belleza pura. Y tradujo tan de continuo
que pudo parecer, a los que juzgan sin ahondar, traductor nato, que Acá, enamorado de una imagen, peca por repetir en ella lo
cargaba una urna vacía, e iba echando en ella cuanto hallaba al que dijo con la anterior, o desluce un cuadro natural con una
palabra metafórica, o remata la estrofa, con una rima de estam-
andar; sin verle el ejercicio de domar la lengua, ni -la pasión por
pilla, o rebaja el verso con un epíteto fácil, o da al diptongo, con
la poesia esencia1 y perdurable, ni la honradez de callar hasta que la autoridad engañosa de la prosodia, más valor del que en mú-
tuviera algo que decir. <Por qué no ha de celebrarse, sin miedo sica y lógica debe. Pero el estilo aunque inseguro a veces en esta
a parecer crítico contentadizo, al poeta fuerte que sale salvo de primera parte, va ya en ondas y masas de uno u otro color, que
todas las literaturas, y canta con fe de novio el espíritu eterno se mecen si canta “Ondas del río”, o zumban, giran, y se paran
de la naturaleza, en la estrofa labrada sobre su corazón? jadeantes, como las parejas frenéticas y revueltas de “Un baile
Poesías se llama el libro; y tiene pocas, por ser como el dia- en Cuba”.
mante la poesía genuina, en que a veces la vida entera da un solo
cristal. Lo primero que cautiva, es la modestia con que el poeta
presenta sus frutos, como si fueran ensayos de estudiante y no ¿Y la segunda parte escrita al poniente de la vida? Del remo-
obra de maestro, en que cada composición vive por sí, y todas lino de los hombres; más libre en el aire azul por lo estrecho y
juntas cantan, como coro de diversas voces, la paz fina1 y corona prolongado de la prisión, surge “El cóndor cautivo” de monte en
angélica del mundo. En dos partes divide su libro el poeta. “Antes monte, rasgando a pico las nieblas, aleteando entre lavas y hu-
de la guerra”, y “Después de la guerra”, como un tronco que el mos, poniéndose los rayos de corona, metiéndose entre ,los soles,
rayo ha partido en .dos, ni hay cubano que no vaya por el mundo a ver cuál es más si él o los del cielo. Suena un himno de vic-
así,-partido por el rayo. Desde la juventud se ve a Sellén dueño toria; pebeteros son las montañas; peldaños los astros; las
de sí, con su pecho por fuente, la tierra por agonía, y por pasión estrofas, con la verdad al hombro, suben de nube en nube, como
el descanso. Del primer vuelo lo echa atrás el pavor. Nunca es- doncellas con sus ánforas; el poeta, magnífico, proclama en las
peró, y deseó apenas. Sus “Deseos” son imitados: lo suyo el no alturas la fraternidad universal; la fe nueva desciende, en la aurora
desear, que es en lo que se conoce la grandeza. “Humo y ceniza” épica, sobre cl espíritu del mundo. Todo palpita y canta: de ine-
la ilusión: tiembla de “lo que le falta por andar”: quiere “olvidar
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fable ternura se l!ena el pecho humano, que es uno con el astro donde beben todos los seres de hoy, y los que han sido”: en “Trans-
y con la flor: ia beldad del dolor hermosea el rostro, y purga la formación”, con alegría primaveral, entona “el himno poderoso
tempestad o la naturaleza, como la llama del tronco que se consume, que resuena desde el origen obscuro de los tiempos”: en “Medi-
de la muerte, que depura y transforma, exhálase la vida, alegre tación”, ido el espíritu, ve, al resplandor de los cometas fúnebres,
y nueva: todo palpita y canta, Y el poeta esencial y absoluto, en rodar, gélida, “la tierra vacia”: en “Aspiración”, no osa afirmar,
la visión de la espiritualidad superior, padece suavemente, como la con el rigor del juicio, lo que le canta con sus voces firmes la
mirra del incensario, y se da al aire repleto de vida, a que lo naturaleza, pero pide a !os astros, “atormentado por un anhelo
ll&e. en sus giros y vuelos, con las aromas que suben y las almas inmortal, que 10 lleven en su ronda bullente al palacio de lo Zn-
debembarazadas, adonde en el pináculo de la luz, como joyas que finito, al piélago que vierta la inmensa catarata de diamantes”.
vtlelven a la corona descompuesta, encajan en sus cuencas, cente- Pero no es ya su afán aquella ansia, excusable en la juventud, de
lleando los orbes. salvarse del padecimiento por la muerte, y de huir adonde no se
El dolor delicado y continuo, por donde el hombre se conoce sufra. El dolor inevitable florece en su vida, y llega a llamarlo
y ennoblece, acendra y eleva el espíritu que se abraza a 61 como “lo único eterno y verdadero”, mas luego ama su pena, porque
a la verdadera salvación y la cruz que ensangrentó los hombros se ve por ella hermano de todo lo vivo, y descubre la hermosa
viene a ser el áncora con que e] alma despercudida se clava al verdad, que es la de consolar a los demás, por ser tnás propio
puerto eterno, Y como el fuego COI: el cuarzo, que por las grietas del hombre, aunque no lo parezca, el derrarnar consuelos que el
humeantes suda el oro hermoso, así el dolor, con su llama perenne, recibirlos, como se ve cuando se recibe un bien, que no es tanto
descubre, entre la c;coria que cae, lo verdadero de ía vida. El dobla el goce como cuando se hace. Sellén padece, hasta caer sin sen-
la fagina de castigo, al soldado rebelde que quiere subir a las tirlo en penas de imitación, y despedirse del “sol de ias ilusiones”
alturas sin haber cortado con sus manos el árbol del monte, y en una “Tarde de otoño”, 0 entristecerse porque no ve el mayo en
labrado en angustia los peldaños: 61 echa a tierra a latigazos, sí, cuando en todo lo publica en “Mañana de primavera”; pero su
y 10 vueive a echar cada vez que se levanta, al perezoso que quiere pena no es de adorno, como la de los dudadores de oficio, que
entrar de copa y coche sin pagar portazgo, por la puerta que lleva no ven que en la creación todo afirma y persiste, y se van en
de la desdicha del mundo a la perpetua dicha: él consuela a los cuanto ía doncella sirve los vinos y pasteles; ni ie copia a los
que padecen sin miedo, y gozan en padecer, insinuando en el alma franceses el pesimismo traducido del alemán; sino que en la dicha
depurada la certidumbre de la serena eternidad, y el parentesco de que le crece de su mismo dolor, como la aurora que sigue a la
todo 10 creado. De un solemne sentido, grato como ia música, noche y en la limpieza celeste que de la obediencia al deber y el
empieza a henchirse el mundo, y de un puro perdón, que se derra- conocimiento de lo natural le queda en el alma, ta! como eí aire
ma por el alma y la deleita. Cada pena trae su haz, con que se puro que corre en las alturas, aprende sin violencia, con el tes-
nutre la hoguera de la fe en lo espiritual y venturoso de la vida timonio unánime de cuanto existe, que lo eterno es apetecible y
culminante del Universo, adonde todo asciende por la prueba, y hermoso, y que a la pena se la ha de cortejar, en vez de huir,
de que es esta vida de ahora mero retazo y áspero preparativo. porque el que renuncia a sí, y se doma, entra desde esta vida en
Un sentimiento como de familia, vago y feliz, y una claridad ex- un goce de majestad y divino albedrío, por donde el espíritu, enla-
celsa y tenue, suceden a la duda rudimentaria, el pueril descon- zado con el universo, pierde la noción y el apetito de la muerte.
tento, o la satánica turbulencia: se va por entre voces, luces e No es la suya la eternidad sombría de Leconte de Lisle, ni
himnos: como los lirios del campo se abre, a un sol invisible, el los vivientes son para él, como para Leopardi, “imbéciles irrepa-
espíritu enajenado; y a los acordes, espontáneos y continuos, de rables”, ni proclama la muerte fina1 y la iqutilidad de vivir, como
la lira universal, ora graves y lentos, ora estridentes y retem- Luisa Ackermann; sino que de un impulso salta de sus penas a
blando de pavor, pasan, exhalando alma, los órdenes de mundos. las cumbres universales, con la liama en el casco, como los guerre-
Y en su marcha gloriosa, y en la función y armonías de sus ele- ros de las fantasías. Plumas de ave del paraíso tienen sus estrofas,
mentos, el poeta sazonado por el dolor, vislumbra, para cuando cuando canta el universo permanente y radioso. “En todo existe un
se perfeccione la sabiduria, el canto triunfal de la última epopeya. alma.” “La nota de una canción olvidada revela al alma su exis-
Cree Sellén en “Preexistencia”, poesía famosa ya en casteilano tencia anterior.” “Ei mundo es una armonía, una llama que no se
Y en inglés, que en otra vida, que no sabe cuál iuese, ensayó esto: extingue. ” “La vida va del sol al átomo, y del hombrea la estrella.”
“la palabra es inútil para explicar lo que sólo se percibe con el Es vida todo, y luz, y movimiento.
alma”: en “Panteísmo” saluda en el Universo al “glorioso ágape En sus poesías más personales, que son las menos, persiste
que no se ha interrumpido jamás, al vaso misterioso y eterno ese concepto majestuoso de la creación, “cuyos árboles son como
466 losé Marfi
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 467
su alma”; clavada por la raiz y con el ramaje al cielo; y “la corrien-
te del golfo”, como los recuerdos de su niñez, que canta en ver- los hermanos la estrofa espantada galopa y ojea; y con el caballo
sos caudalosos y graves, de modo que la imagen osada se jus- del jinete muerto se hunde tras el matador en la tumba. Si des-
tifica por el volumen y nobleza de las voces; si va a la “Orilla cribe “La noche tropical”, no se pone en ella a desarreglar el
del mar”, que es para él “el principio de la vida”, no será como cuadro con una persona intrusa, como los poetas personales, sino
rapsoda desmelenado, a enderezarle odas de tambor, ni a lo pon- que la persona se ve donde debe, que es en el arte de pintar la
tífice académico, con el concurso delante, como en un teatro, para escena de modo que dé ruido, misterio y pavor, ya con los grupos
que se miren unos a otros, y digan que está bien, y que ha re- de acentos, dispuestos vagamente o apiñados de súbito, ya con la
sucitado Pindaro, sino a anegarse en su silencio augusto, y a semejanza de la frase y el lance u objeto que describe. Y si la que
convidarle a que se despeñe sobre “las gehenas espantosas y las ama lo hace padecer, se vengará en “Injusticia”; besándole la mano,
ergástulas infames”. o escribirá, con amor grandioso “Las dos olas”: ia la par por el
Ama al buey lo mismo que Carducci, y lo celebra en un soneto mundo, el hombre y la mujer! lde mano por el mundo, los dos que
que parece ventana del Japón, fino como la mejor ebanistería, por han sufrido! No es hombre para quejarse del peso, como amante
donde se ve, recortado en lo azul, el lomerío florido, con sus valles de tocador, y andar sobre los demás, chupando almas y deján-
verdes, y allá, en un boscaje ameno, la casa del labrador, como dolas en hollejo al borde del camino, sino para acompañarlas
un grano de oro, Helios es para él “divino”, y aspira en sus versos mano a mano, cantando en la pena la canción del valor: y si se
a la belleza griega, que seduce por la razón del conjunto y aborre- le cansan de andar, echárselas al hombro. A su patria la adora,
ce la línea extravagante; pero no es su helenismo de ese segun- y ama al pobre delicadamente, por lo que no se pone a decirlo, de
dón y traspone a las lenguas de ahora los idilios de flauta y corbata blanca y plastrón, con un vaso de agua y azúcar sobre
pezuña, y echa a andar a los sátiros de chistera y casaca, sino la mesa, como tantos que salen a dar limosna en verso, y a com-
aquel sabio acuerdo de la idea y el lenguaje, por donde la idea padecer de oficio, como si el dar limosna en público no fuera
no queda vestida de sobresaya de tres vuelos, con pasamanes y siempre feo, en verso como de cualquier otro modo.
rebordes, sino imponente y lisa, como una buena estatua,-y aquel Al pobre, del “cielo mismo bajará a derramar sobre él ventu-
arte de expurgar del asunto todo lo que no lo ayude y realce, sin ra”. A la patria, en la hora de pelear, le ofreció la vida. Y si canta
poner en cada detalle tanto color que se desfigure el dibujo por él, a la patria, humearán como pira sus octavas “A la memoria de
ni tampoco que salga el dibujo torcido o escaso. Porque 10 eterno los héroes”; llorarán, como madres dolientes, sus décimas “A Cuba”;
de los griegos no es lo que nos cuentan de Atis y Cibeles, sino esconderá, como en el “Canto de espera,” la espada entre flores;
la ponderación y armonía por donde alcanzaban la plenitud de la vibrará, como el caracol, de colina en colina, el “Canto de guerra.”
hermosura. Ni entiende Sellén por helenismo lo que otros, que Sus versos patrióticos relucen, bruñidos como fusiles. Pero no
cincelan el mármol, y se olvidan de ponerle sangre, sino que en rebajará con la pompa verbosa la dignidad del más delicado de
sus versos, bellos como el potro espumante y enarcado que cabe- los sentimientos.
cea de la mano del domador, corre fogoso e imprevisto, el romance Así se enseña, con más que uno u otro reflejo de sus lecturas,
que constituye y anima la poesía. este poeta salvado de la erudición, que brilla por sus poesías ori-
ginales en época de tantas mezclas como la de ahora, donde los
No es poeta de una nota, que unas veces la da en la guerra, pueblos copian desmedidamente lo de otros, sin ceñirse a sacar del
y en la gaita otras veces y otras en el caramillo; sino que expresa estudio del ajeno, aquel conocimiento de la identidad del hombre,
la pasión, que es lo esencial de la poesía, como lo quiere el estado por el que las naciones, aún rudimentarias, han de perfeccionarse
de su alma, ya manso y contemplativo, como el fuego ahogado y confundirse, sino bebiéndose- por novelerías, o pobreza de in-
en el rescoldo, ya ondeante como la lengua de la hoguera, o des- vención, o dependencia intelectual, cuanta teoría autóctona o tra-
peñado como ola de lava. Su amor no es cifra escrita sobre la ducida, sale al mercado ahíto.
arena, sino jeroglífico tallado en la pirámide: “la que lo ama es
como un templo nuevo que recibe a su Dios”; cuando se besan, En América se padece de esto más que en pueblo alguno, por-
brota la centella, y el mundo se pone a loar. Si canta al amor que los pueblos de habla española nada, que no sea manjar reher-
pagano, es pagano él; y es india joven, cuando canta el areito de vido, reciben de España; ni tienen aún, por la población revuelta
la india. Entre lo muy bueno del verso castellano, merece figu- e ignorante que heredaron, un carácter nacional que pueda más
rar la balada dramática de “Los fugitivos”, por la estrofa que por su novedad poética, que las literaturas donde el genio impa-
se columpia en la mar, como la nave donde huyen, o tiemblan, ciente de sus hijos se nutre y complace. Ya 10 de Bécquer pasó
como la barba del padre .que los persigue. Y en la del duelo de como se deja de lado un retrato cuando se conoce al origina]
precioso; y lo de Núñez de Arce va a pasar, porque la fe nueva
468 fosf Marfi OBRAS ESCOGIDAS. T. Il $69

alborea. y no ha de regir la duda trasnochada, porque traiga. por escritas sobre la roca, como debieron ser, con la mano húmeda de
único mérito, el manto con menos relumbrones que el del roman- los chispazos. Pero por lo común Sellén, que es poeta honrado,
ticismo. Ahora, con el apetito de lo .contemporáneo, lo accesible espera la hora de rimar, sin violencia ni afán de que lo vean, y
del idioma y el ansia loable de la perfección, lo que empieza a cesa en cuanto cesa la emoción. La poesía ha de tener la raíz
privar es lo de los franceses, que no tienen en esta época de trán- en la tierra, y base de hecho real.
sito mucho que decir, por lo que mientras se condensa el pensa- Se desvanecen los castillos de nubes. Sin emoción se puede sei
miento nuevo, pulen y rematan la forma, y tallan en piedra pre- escultor en verso, 0 pintor en verso; pero no poeta.
ciosa a veces, cazos de finas y menudas facetas, donde vacían Mas lo que da a Sellén carácter propio y derecho a sentarse
cuanto hallan en lo antiguo de gracia y color, o riman, por gala como los mejores, es la novedad de trabajar el verso como arte
y entretenimiento, ei pesimismo de pu-ño de encaje que anda de que es, y bregar con la emoción, sosteniéndola o podándola has-
moda, y es propio de los literatos sin empleo en la ciudad sobrada ta que entra en la turquesa que le conviene. No está el arte en
de litératura; lo cual no’ ven de lejos los poetas de imaginación, meterse por los escondrijos del idioma, y desparramar por entre
o toman como real, por el desconsuelo de su vida, los que viven los versos palabras arcaicas o violentas; ni en deslucirle la beldad
con su alma estética, en los pueblos podridos o aún no bien for- natural a la idea poética poniéndole de tocado como a la novia rusa,
mados. una mitra de piedras ostentosas; sino en escoger las palabras de
Para Sellén fue mayor el peligro, por haber andado desde joven manera que con su iigereza o señorío aviven el verso o le den
de Petoefi en Gogol, y de Tirdusi en Hugo, y por tener su morada paso imperial, y silben o zumben, o se arremolinen y se arrastren,
constante en los Estados Unidos, donde se dio en poesía el mis- y se muevan con la idea, tundiendo y combatiendo o se ailojen y
terio de Poe, y la oda profética de Emerson, y el ritmo revolucio- arrullen, o acaben, como !a luz del sol, en el aire incendiado. Lo
nario de Walt Whitman. Por sobre todo, con su pena oculta, pasa que se dice no lo ha de decir el pensamiento solo, sino el verso
inmaculado ei .poeta, y atento a la canción universal, proclama, con él; y donde la palabra no sugiera, por su acento de extensión
con fe vaga y ardiente, imperio de la dicha, la fuerza de Ia virtud Ia idea que va en ella, ahí peca el verso. Cada emoción tiene sus
y la espiritualidad del mundo. pies, y cada hora del dia, y un estado de a.mor quiere dictilos, y
Y no es que otros no hayan hallado de Lucrecia acá, “el alma anapestos la ceremonia de las bodas, y los celos quieren yambos.
de las cosas”, o que lo que vuelve a decir Sellén no se ha dicho Un juncal se pintará con versos leves, y como espigados, y el
antes. Todo está dicho ya; pero !as cosas, cada vez que son sin- tronco de un roble con palabras rugosas, retorcidas y profundas.
ceras, son nuevas. Confirmar es crear. Lo que hace crecer el mundo En el lenguaje de la emoción, como en la oda griega, ha de oírse
no es el descubrir cómo está hecho, sino el esfuerzo de cada uno la ola en que estalla, y la que le responde y luego el eco. En el
para descubrirlo. iPues no veamos un árbol porque es plagio, aparado no está el arte, ni en la tiinchazón, sino en la conformidad
puesto que ios hombres están viendo árboles desde que nacieron! del lenguaje y la ocasión descrita, y en que el verso salga ente-
Y cada hombre que. nace <no es un plagio? El que saca de sí lo ro del horno, como lo dio la emoción real, y no agujereado o sin
que otro sacó de sí antes que él, es tan original como el otro. los perfiles, para atiborrarlo después, en la tortura del gabinete,
Dígase la verdad que se siente, con el mayor arte con que se con adjetivos huecos, o remendarle ias esquinas con estuco. Por
pueda decirla. La emoción en poesía es lo primero, como señal no alterar la impresión primitiva, ha dejado Sellén, por acá o
de la pasión que ia mueve, y no ha de ser caldeada o de recuerdo, por allá, una linea prosaica, que pudo con su habilidad, colocar
sino sacudimiento del instante, y brisa o terremoto de las entrañas. según éi sabe, y dotar de alas, como ha de ser toda linea en poe-
Lo que se deja para después es perdido en poesía, puesto que en lo sía, que es arte aéreo, donde no tiene puesto el mero raciocinio,
poético no es el entendimiento lo principal, ni la memoria, sino ni sus giros trabados, ni sus voces. Aún prefiere la elegancia
cierto estado de espíritu confuso y tempestuoso, en que la mente latina a la raíz criolla. Aún es “umbria” la selva, y tiene “sed de
funciona de mero auxiliar, poniendo y quitando, hasta que quema lo ignoto”, y “esperanza” rima con “iontananza”; pero apenas en
en música, lo que viene de fuera de eiia. Por ahí peca alguna vez esta segunda parte hay versos catalécticos, ni hipermétricos. La
Sellén, que no peca mucho; como cuando dice: “Adiós a la ju- línea va dócil por donde el poeta la ileva. El lenguaje, vivo y feliz,
ventud”, en unos alejandrinos compuestos de penas viejas, o cuan- parece brisa y orea, si pinta, “El amanecer”, o es lento y vago,
do de las memorias de lo pasado, escribe “Calma”, que no le salió en la “Tarde de otoño”, o en el “Mediodía de Cuba”, caliginoso
tan feliz como otros versos suyos, porque en poesía, como en y resplandeciente. “Los soles de zafiro brotaron como escuadrones
pintura, se ha de trabajar con el modelo; o cuando en el mismo de los abismos mudos”; “el gran dosel de pedrería sublime”: “quie-
“Mar”, se nota, por el desmayo de ciertas líneas, que no fueron re fundirse en la esfera brillante y adiamantada”; “a la rueda del
470 Jose Martí

tiempo le atará lazos de seda y de flores”. Parece que se ve subir DISCURSO EN CONME&tORACION
por el aire, como el aroma de un rosal sacudido suavemente cada
vez que se leen las estrofas “A L.. .” donde enseña con el ejemplo DEL 10 DE OCTUBRE
cuanto va de la idea en el arreglo de las palabras, que en el arte
de escribir es decisivo y sólo los ignorantes descuidan o motejan.
Retozan los versos como el nenúfar, cuando travesea con ellos
el aire del lago. Pasa el verso, hostigado y huyendo, cuando pasa el
perro jíbaro. Cada cuadro lleva las voces del color que le está
bien; porque hay voces tenues, que son como el rosado y el gris,
y voces esplendorosas, y voces húmedas. Lo azul quiere unos acen-
tos rápidos y vibrantes, y lo negro otros dilatados y oscuros. Con
unas vocales se obtiene un tono, que quedaría con otras falso y
sin vigor la idea; porque’ este arte de los tonos en poesía no es
nada menos que el de decir lo que se quiere, de modo que alcance Cubanos:
y perdure, o no decirlo. Así Sellén, maestro en su lengua, pondera
los acentos, y los reduce o acumula, de modo que cada compo- Otros llegarán sin temor a la pira donde humean, como citando
sición halague a la vez los ojos y el oído, y llegue a la imagina- con la hecatombe, nuestros héroes: yo tiemblo avergonzado: tlem-
ción por ambas vías. Desbocará el verso, o lo tremolará o lo ple- blo de admiración, de pesar y de impaciencia. Me parece que veo
gará al asta. Y cuando quiera pintar en “Panteísmti” los aspectos cruzar, pasando lista, una sombra colérica y sublime, la sombra
múltiples de la naturaleza, en cada línea pondrá el nombre subs- sombrero; y mi deber, mientras me gueden
de la estrella en el
tancioso que conviene y el epíteto justo; y cada estrofa será un pies, el deber de todos nosotros, mientras nos queden ples, es
aspecto nuevo, apacible o terrible, y el encrespado después del ponernos en pie, y decir: “ipresente!”
llano; y todo lo calculará con sutileza de orquesta, a fin de que ¿Ni qué falta por decir, ni qué soldado falta en la lista, de
por. lo variado corra lo uno, y los tonos distintos, ligados a una esta noche? Lo que ha de asombrar a los descreídos, si saben algo
voz, rompan con ,fuerza de coro, en el cántico final, e impere en de las flaquezas humanas, y lo que han de tomar, como anuncio
el poema, como en toda su poesía, la músicà-simple J colosal del v lección, es que, en esta época sin gloria y sin trmnfo, nos que-
Universo. den tantos como nos quedan: porque el hombre acude a la fortuna,
como el mendigo al sol, y esquiva el sacrificio oscuro y la sombra
del silencio; aunque el verdadero hombre no mira de qué lado
Y si algo faltase, fuera del decoro, y viveza de su inspiración, se vive mejor, sino de qué lado está el deber; y ese es el verda-
para explicar la enérgica sencillez e íntimo encanto. de esta poesía dero hombre, el único hombre práctico, cuyo sueño de hoy será
artística, sería la noble paz a que, por la escalera estrecha de la la ley de mañana, porque el que haya puesto los ojos en las en-
virtud, ha llegado, siempre venciendo, el poeta. Dicen los que lo trañas universales, y visto hervir los pueblos, llameantes y ensan-
conocen que no tiene en su mesa de emigrado vientres de trucha grentados, en la artesa de los siglos, sabe que el porvemr, sm
que ofrecer a la gacetilla complaciente, ni túnica nueva en su una sola excepción, está del lado del deber. Y si falla, es que el
guardarropía para los críticos de mala ropa. Dicen que por entre deber no se entendió con toda pureza, sino con la liga de las pa-
sus libros, puestos en hilera con esmero de novio, pasa todas las siones menores, o no se ejercitó con desinterés y eficacia.
tardes, de vuelta de la labor, al cuarto donde padece, clavada a eQué falta por decir, aqui donde el discurso es la ejemplar
su enfermedad, la esposa que se mira en él, y no cree que @su concurrencia; donde están juntos, brazo a brazo, sin que ni para
espíritu sea de hombre como es, sino el de las flores que él mismo un látigo quede hueco entre el hombro de uno y el del otro, los
le riega, antes de. salir al trabajo, en su ventana. Dicen que de su que en la patria trabajadora de mañana, en un pueblo de. nuestro
corazón limpio y severo, manan hilos de sangre silenciosos, y que continente y de nuestro siglo, han de defenderse y de crear, han
su- vida ejemplar se ha consagrado a la benignidad y al sacrificio. de vivir y fundar juntos; donde el guerrero imberbe devora con
los ojos al que echó la barba peleando, y la mujer infatigable,
El Partido Liberal, México, 28 de septiembrede.1890. domando el miedo amoroso de su corazón, viene, en angustia he-
0. C., t. 5, p. 181-193. roica., a oir con cariño, a alentar con su presencia, a coronar con
su aplauso a los que, con el ejemplo de ayer y con la palabra
472 José .Mnrri
OBRAS ESCOGIDAS. 1. 11 473

de hoy, aconsejan la muerte, y la empresa de donde no es fácil al arreglo prudente de los factores inevitables, que han de crecer
\.olver, al hijo a quien un decreto superior a la vida manda seguir, e influir en junto. No han entendido que en la guerra, a pesar de
por ley del mundo y no por la de la venganza, la senda donde la magnifica explosión de nuestra virtud, pudieron más que la
cayó el padre ? Las palabras deshonran cuando no llevan detrás virtud confiada y adolescente, los intereses y hábitos criados en su
un corazón limpio y entero. Las palabras estAn de más, cuando no
ejercicio, y las pasiones de mando y de localidad que desfiguran y
fundan, cuando no esclarecen, cuando no atraen, cuando no aña- anulan ios más bellos arranques. No han entendido que, puesto’que
den. (Y qué es lo que dicen estos hombres tenaces, estos discur- existe el peligro innegable y continuo de una guerra nueva,-como
sos salidos de las entrañas, este estrado donde están juntas la que existen, tan graves como antes, las causas de la anterior,-había
ley y la milicia, y el cubano del Cayo con el cubano neoyorquino,
que allegar, con indulgencia y vigilancia unidas, la mayor suma
y la gente de Lares con la gente de Yara, y un nino, que no supo posible de elementos de victoria para la guerra siempre probable,
dónde se iba a sentar, y se sentó al pie de nuestra bandera? A y aminorar, en cuanto cabe en el tiempo y en nuestra educación
nuestra patria, de lo más hondo y decoroso de nuestra alma, en- confusa, los elementos que produjeron antes nuestro desorden y
viamos de aquí este unánime mensaje: “iPatria, más querida mien- ‘derrota. (Pues pensar, qué es, sí no es fundar? No es ir de lira
tras más infeliz, y más bella, mi1 veces, a nuestros ojos, mientras o de bonete por el mundo, trovando y arguyendo, con una oda
más débil y abandonada, tu semilla dio fruto; las frentes que be- al brazo izquierdo y las pandectas al derecho, poniéndose cuando
saste te son fieles; la sangre de los padres corre por las venas haga falta una escarapela verde o un barboquejo de hule. Pensar
de los hijos; el acero centellea y el viva retumba en la palabra de es abrir surcos, levantar cimientos y dar el santo y seña de los
tus jóvenes: los niños, enamorados del rayo, oyen envidiosos el corazones. Y este deber de preparar y unir, que es el deber con-
cuento inmortal; en el descanso ponemos a tu espada empuñadura tinuo de la política en todas partes, lo era especial, por causas
de razón; de toda la tierra tus hijos y tus amigos te empiezan a propias, de la política cubana; porque en Cuba, a despecho de los
tender las manos!” consejos del interés momentáneo, y por el aviso superior del in-
Porque nuestra espada no nos la quitó nadie de la mano, sino terés constante, desean la guerra con el corazón leal los mismos
que !a dejamos caer nosotros mismos; y no estamos aquí para que la rechazan con el juicio tímido. Y nosotros mantenemos que
decirnos ternezas mutuas, ni para coronar con flores de papel las los que son impotentes para hacer desaparecer las causas de la
estatuas heroicas, ni para entretener la conciencia con festividades guerra en un país, necesitan, si aman a su patria y quieren ahorrar-
funerales, ni para ofrecer, sobre el pedestal de los discursos, lo le males, .tener preparado el país para la guerra. Por supuesto
que no podemos ni intentamos cumplir; sino para ir poniendo en que es lwto, y tan patriótico como lo que más, procurar, con la
la mano tal firmeza que no volvamos a dejar caer la espada. Epo- dignidad entera y el rumbo al porvenir, que el país se salve a
ca de aprovechamiento y de reconstrucción es esta época, y tregua la vez de la servidumbre angustiosa i de la guerra terrible. Pero
más útil tal vez que el triunfo mismo, e indispensable acaso, para es más lícito, y más práctico, continuar, con la mira en lo inevi-
el triunfo: que es lo que no se ha visto en Cuba, y por donde table, la obra de fusión, de purificación, de reducción, de acumu-
toda la política cubana yerra, porque no han .entendido que un lación de los elementos necesarios para que la guerra sea corta
pueblo que entra’ en revolución no sale de ella hasta que se ex- y justa y de beneficios duraderos, sobre todo cuando la obra pa-
tingue o la corona. No han entendido que la politica científica cífica para extinguir la servidumbre ha dado por único resultado
no está en aplicar a un pueblo, siquiera sea con buena voluntad, el de aumentarla.
instituciones nacidas de otros antecedentes y naturaleza, y desa- Estas no son noches de enumeraciones ni de tesis; ni está para
creditadas por ineficaces donde parecían más salvadoras; sino en ciencias el sentimiento estreniecido; ni el ánimo llevado a las al-
dirigir hacia lo’ posible el país con sus elementos reales. No han turas por los modelos gloriosos y ias palabras vibrantes, por las
entendido que el estado público que siguió al fracaso aparente de lágrimas que hemos visto aquí rodar de los ojos del patricio magná-
la revolución era una nueva forma de ella, en la que continuaban nimo y de la viuda a cuyos brazos no volvió nunca el compañero,
chocando o amalgamándose sus factores, y que el deber interno permite el examen detallado de nuestros temas de ordenamiento
y esencia1 en la política, que e s sobre todo arte de previsión, era y constitución que en la academia política fuera menester: aunque
el de ir removiendo por la cordialidad y la justicia los elementos a todo acto público, sobre todo en estas épocas de creación, ha de
de choque y transformándolos, en cuanto se pudiese, en elemen- llevarse el tacto y la sabiduría de la academia política,-porque
tos de amalgama. No han entendido que en los países no hay que cl sentimiento es también un elemento de la ciencia. No está, bien
estar tanto a los modos de gobierno, que no pueden ser más que el SC ve que no está, nuestro público para discre?eos y retóricas. LO
resultado de los factores de la población y de sus relaciones, como del almirable Nelson es lo que quiere este público, cuando le vino
474 Josi Martí OBRAS ESCOGIDAS. T. II 475

un estado mayor de casaquín y tricornio, con muchos compases y ron, vitoreando, de amarillo y de azul, o de espadón al aire y ban-
muchos cordeles, y muchos cálculos y muchas enumeraciones, y el derola, y Schamy! callaba. Y de repente, entre el gentío que re-
almirante le dijo, de una buena tronada de la voz: “ !A! diablo trocede y se arremolina, asoma, al ras de la tierra, la caballeria
las maniobras: arriba y a ellos!” Pero la política es un arte muy de Circasia: los capacetes les relucen, la túnica es roja, las mallas
delicado y complejo; y la vida de un pueblo, de un pueblo que chispean, vienen volando y relampagueando los arneses, les da
en nuestra generación se abrió ya las venas otra vez, no es cosa el so! en los ojos, y Schamy!, con el llanto por la barba, llameante
que ha de comprometerse en una loca corazonada, ni llevársela de la mirada de león viejo, soberana la voz como cuando mandaba
.arremetida, como la muchedumbre que se va detrás de los tam- en la barranca arremeter hasta morir, dijo, tendiéndoles desde el
bores: es nuestro pueblo nuestro corazón, que no hemos de querer alma los dos brazos: “!La bendición de Dios sea. con vosotros,
que nos lo engañen ni nos lo destrocen: es nuestro pueblo, el .poe- hijos míos!” Y nuestros héroes, los vivos como los muertos, tienen
blo de nuestras entrañas! que no hemos de convertir, por un em- la bendición de todos los cubanos.
peño fanático, en foro de leguleyos ineptos o en hato de generales Pero yerra el que diga, tomando a mal esta honrada admiración
celosos, o en montón de cenizas. nuestra, yerra a sabiendas el que diga, como por Cuba andan di-
Si se nos salta el corazón !cómo no se nos ha de saltar! cuando ciendo ahora los ‘que no ven sino lo que se le pone delante, que
vemos vivir en el si1enci.o lleno de promesas de los montes, en el el cubano libre que tiene en algo la salud de la patria y el honor,
silencio de los montes, lleno de consuelos, a uno de los padres no es más que silla de monta, para que el tirano militar se pavo-
evangélicos de nuestra libertad, que allá fundó y aquí sigue fun- nee, después de la guerra triunfante, sobre una tribu de demagogos
dando, que montó a caballo cuando el honor pasó redobIando por sumisos. No conocen los que estos dicen a muchos de los militares
su casa, y con su esclavo de hermano se echó por el camino de la de nuestra guerra, que saben que el hombre se deshonra cuando
muerte, dejando atrás la madre, adorada de veras, y la tierra en deshonra a los demás; ni a su padria conocen, la patria oculta y
que cada retoño era como un hijo, y el gusto y el orgullo de todo verdadera, que está ya, en la certeza de lo que no se ve, más
cuanto .poseia. Si se nos salta el corazón de celos y de agradeci- alta y más segura que’cuantas manos pudieran atreverse a ella;
miento, cuando oimos de algunos labios asombrados porque de sus ni nos conocen a nosotros. Si esa plaga de la milicia desocupada
labios viriles se.‘!a oye rara vez, la historia de aquellos hechos de fuese una de las que nos hubiere quedado de la guerra; si con la
indecible bravura que ha de poner en lo más alto de! firmamento la golosina de la pereza o el hábito de! mando hubiese acabado este
admiración de! hombre, de aquellos hechos que no se pueden oír sin o aquel militar por hacer de su gloria escabel de su ambición o
que se llene como de luz toda nuestra carne mortal, o sin sentir mercancía de patriotismo; si los que despertaron a nuestra liber-
como que la mar se hace puente, y nos vamos, detrás de! ejemplo tad virgen, y la escoltaron diez años por los montes, pudieran
ilustre, adonde la tierra nos llama. Como el viejo Schamy! de Cir- volver para clavarle en el corazón la lanza gaucha; si con la cu-
casia somos los cubanos todos,-* rhúndase lejos de nosotros el que bierta de echar abajo una tiranía se estuviese preparando otra:
no 10 sea!-cuando vemos vivo o veneramos muerto, a uno de otros cubanos serán los que lo vean, que nosotros, que estamos aquí,
aquellos batalladores maravillosos que sin más paga que la vir- y sabemos por qué estamos, no 10 vemos; otros cubanos serán los
tud, ni más sabiduría que la que improvisó el genio natural-idonde que lo consientan, porque nosotros, mientras nos queden lengua
hay valor hay academias! -ni más defensa que la que le pone al y manos, no lo hemos de consentir.
pecho el desdén de la muerte, pelearon, año sobre año por nuestra Pero aun cuando semejante crimen estuviera en preparación,
honra y nuestra salvación, de tal modo que están ya, para toda como si pudiera ser que los defensores de la libertad se convir-
la vida, como ungidos y consagrados. Hasta el derecho de errar tiesen en sus asesinos, no sería a este o aquel pretendiente mili-
tienen, y la gloria les da cierta impunidad: idiga el bufete lo que tar, errante por oficio o despótico por naturaleza, a quien habría
quiera, el triunfo es. de los que se sacrifican y el corazón de los que temer; ni a los tenientes ciegos que fueran en’su pasión hasta
pueblos es de los que osan! Como el viejo Schamy! de Circasia ser infieles a la patria -por ser fieles a un jefe y traidores al bien
somos todos, cuando, rendidos con honores después de veinte años pírblico por sumisión servil a su capitán; sino a los hombres ci-
de guerra contra Rusia, guerra en los derriscaderos, guerra en los viles sin propósito ni carácter, que por su pusilanimidad en la
picos y en las grietas de! monte, guerra al son de! torrente .y la acción excitante el justo desdén de los que son capaces de ella,
avalancha, veía desde una ventana de San Petersburgo, mudos los y con sus rencillas aldeanas y sus hábitos de consentimiento, de
ojos, la barba blanca por e!.cinto, la revista de gala de! matrimonio lujo y de lisonja, hacen posible en las repúblicas nuevas el pre-
de! emperador. Pasó la guardia verde, la ue le guarda el cuerpo’ dominio de un militar osado y hábil. El hombre de actos sólo
al zar y Schamy! callaba. Casacos y kur 8os y turcomanos pasa- respeta al hombre de actos. El que se ha encarado mi! veces con
476 José .Mortr OBRAS ESCOGIDAS. T. II 477

la muerte, y llegó a conocerle la hermosura, no acata, ni puede macrada el pantalón enjuto del terne de Madrid, y su lengua
acatar, la autoridad de los que temen a la muerte. El político de grusera; que a su lado crece, pálida la frente y el puiio nervioso,
razón es vencido, en los tiempos de acción, por el politice de ac- rea otra juventud, hermana de la nuestra, que le ha de quitar la
ción; vencido y despreciado, o usado como mero instrumento v pandereta de la mano!
cómplice, a menos que, a la hora de montar, .no se eche la razói Los que vivimos aqui sabemos lo que se ha de querer, sabemos
al frente, y monte. iLa razón, si quiere guiar, tiene que entrar rodo lo que se ha de temer, sabemos cómo se ha de poner el
en la caballería1 y morir, para que la respeten los que saben mo- pecho a cuanto nos parezca amenazar, de fuera o de adentro, la
rir. No son los admiradores ciegos del prestigio militar los ene- reconstrucción cordial y la independencia próspera de nuestra pa-
migos más temibles de la república: sino los que, en ia hora de tria. No nos ciega el entendimiento el hábito de haber vivido en
ser soldados, se niegan a ser soldados. i’f eso de soldados no lo nuestra tierra como señores; ni imaginamos, crueles y desagra-
ha ‘de decir ningún irrespetuoso de los militares cubanos, porque decidos, que el único modo de resolver nuestro problema social
pelearon sin sueldo! La ‘historia verdadera no enseña que los pre- es enconarlo: ide qué sirve tener a Darwin sobre la mesa, si te-
tendientes militares,-que por lo general sólo arrollan, en la hom- nemos todavía al mayoral en nuestras costumbres? No creemos
bría de su bravura, lo que no pueden respetar sinceramente,-sean que sea Cuba una isla moral, que en este siglo nivelador y justi-
tanto de temer como los ietrados incapaces que en el momento ciero pueda salvarse de la marejada de libertad que de todas par-
decisivo de la acción, dan tiempo a que el militar de ojo seguro les empuja y rodea, ni que un pueblo industrial, como Cuba es,
se aproveche de él, y después de la victoria lo rodean, para vivir viva dichoso con una política de señorío, política de volanta y
triunfalmente a la sombra de su autoridad, o le disputan el poder calesero, que no habla con 10s que van por el mundo a pie, sin
que ellos mismos le dieron, con una oposición nimia y verbosa, ini :ier que son más que los que van sobre ruedas, y tienen la fuerza
SC sabe cuáles sean las ambiciones más funestas para un país de la ignorancia y de! padecimiento, y si les ayuda la justicia
que no ha comenzado aún a nacer, si las militares, o las civiles. pueden volcarnos la volanta. No creemos que el arte de gobernar
Pero si por este lado padecemos, y vemos al país sin guía y un pueblo mixto, en que están unidos por la sangre, y aun por
por tierra por otro lado levantamos el corazón; porque con los el apego de la tierra, el cubano oprimido y el español opresor,
pueblos sucede como con lo demás de la naturaleza, donde todo lo esté en poner al uno sobre el otro, aun cuando llegase la hora dei
necesario se crea a Ia hora oportuna, de lo mismo que se le opone recuento de los pecados, sino en pelear primero con ellos hasta
y contradice. Los que sabemos que la casa empieza a levantarse morir, para convidarlos luego a quedarse, libres como nosotros
desde que la piedra se ernpíeza a formar en la montaña, los que mismos, en nuestra casa libre. iNo nos llega la flojedad del áni-
vemos al cubano erranie, hijo de la revolución, adquirir en las mo, ni la ignorancia supina, ni el hábito de la servidumbre, hasta
pruebas de la vida, entre latinos y sajones, en monarquías como declarar de puro Olimpo que no podremos gobernarnos el día en que
en repúblicas, las enseñanzas y fe que no pueden tener los que hayamos ganado nuestra libertad, sino que hemos de llamar a
vinieron a la guerra con el corazón flojo y maleado por la capi- nuestra casa para que nos gobierne a un vecino que, al día si-
tanía general,-o. en los diez años del heroísmo vivieron lejos de guiente de su independencia, emplumó en la plaza pública a SUS
él con los que lo fusilaban,-0 no andan en la odisea que volverá adversarios, vencidos? apedreó por las calles a los jueces, creó con
al suelo nativo con la madurez de sus viajes; los que en la triste sus militares una orden secreta de nobleza, marchó con el ejército
independencia del destierro cultivan en la dificultad sus fuerzas armado contra el Congreso nacional, desobedeció y echó de sus
de hombre, y ven por sí, y en ‘cabeza de otros, los peligros con- sillas ai Congreso, levantó por !os celos de aldea y el interés un
tinuos y las obligaciones ineludibles de la ciudadanía; los que Estado contra otro, se apasionó en sus disputas y al extremo de ,de-
vemos sazonarse. dentro y fuera de Cuba, con la viveza y cordura cidir el asesinato de los padres de la República. y firmó sin com-
que le viene de lo natural, a ese ingenio cubano nuestro, a la vez pasión la carta de su libertad sobre la espalda de sus esclavos!
templado y ardiente, en que la fuerza de la imaginación no os- No nos compunge andar un poco solos, en lo que se ve, sabiendo,
curece ni sofoca la del juicio; los que sabemos que por el contraste como sabemos, que nuestro ejército est8 debajo de la tierra y
de la indignación se precipita y cuaja con más violencia la virtud saldrá a su hora y bajará del cielo, pronto y bien armado: ni para
en los pueblos y condiciones donde la podredumbre insolente la consolarnos tenemos más que mirar al pueblo amigo de México, que
injuria y desafía, no tememos que el gusano del Lavapiés llegue es el que nos queda más cerca, donde anduvo de fuga el indio Juárez
al corazcín de Ignacio Agramonte. iViva en buen hora en gace- ~011 unos treinta locos, que Ilarnaron luego “inmaculados”, de fuga
tilla permanente, con el pelo a la sien y la petenera en la gar- por ios montes, con un imperio a la espalda y una república rapaz
ganta, nuestra pobre ciudad capital, y ensáyese la juventud de- ai frente. \lna repiiblica que le ofrecía su ayuda en cambio de
m

478 losé Marti


OBRAS ESCOGIDAS. f. II 479

una concesión ignominiosa; y fa nación del indio fugitivo, a quien


el discurso de un poeta libró por cierto de morir, es hoy corte- ble, de localidad,-0 porque llegase hasta el hueso el gusano def
jada, como sagaz y como libre, como intelectual y como indus- L.avapiés que nos está comiendo ya fas carnes;-si por habilidad
trial, por los pueblos poderosos de la tierra,-la nación híbrida, fa de nuestro opresor o culpa nuestra, se fueran dividiendo allí los
nación de un millón de blancos y siete millones de indios. ilevan- que se debieran unir, y cayéndose a tierra, por no juntarse con
ten el ánimo los que fo tengan cobarde!: con treinta hombres se otros, los brazos que se debieran levantar,--aquí de pueblo en pue-
blo, sin que el corazón se nos fatigue ni nos espanten los años,
puede hacer un pueblo. Ni creemos, por estas novedades de tra-
tados en moda ahora, que aunque le saliesen a España de una paseamos el fuego insepulto, como enseña que ha de juntar, con
pirueta los estadistas evangélicos y portentosos con que en fa ayuda de todos los amigos de fa libertad,. a los cubanos fíeles es-
suma de todos los partidos habría de contar para obtener que por parcidos al viento del mundo: fy levantaremos, en brazos de la
América libre, nuestra patria buena y grande!
el beneficio de una colonia transitoria, que de un modo u otro
ha de venir abajo, sacrificase fa monarquía el interés constante
de las provincias que fe dan de comer, y son carne perpetua de Pronunciado en Hardman Hall, Nueva York, el 10 de octubre de 1890.
0. C., t. 4, p. 245-255.
~LI carne; aunque se crease en Cuba, como para el triunfo del
tratado se habría de crear, una liga odiosa, y a fa larga irrecon-
ciliable, de lo más descarado del partido español con fo más aco-
modaticio del cubano; aunque con el gusto del pan, que ya allí
se va perdiendo de pura falta de ejercicio, se aquietasen fas iras
que hoy trastornan los rincones más apacibles del país,-icon la
fuerza del pan nuevo le volvería a fa sangre dormida la memoria,
fa dignidad latente azotaría el rostro en cuanto callase el hambre
satisfecha, despertaría en los corazones reanimados el fantasma
de San Lorenzo y de Jimaguayú!
Con esta fe vivimos; con este cuidado prevemos; con esas mi-
ras preparamos; así adelantamos atrayendo y fundiendo. Así, sin
ostentación y sin temor, vamos, en lo callado de nuestra faena,
alentando al respeto a los que ya fo han perdido por sí propios;
reavivando la fe de los impacientes que decayeron en la primera
jornada; tendiendo fa mano, sin que se nos canse de estar tendida,
a los mismos que nos niegan fa suya; alistando, camino de la
patria, nuestras legiones invisibles. La caridad es nuestro corazón.
La razón es nuestro escudo. La lanza, fa que recogimos de la
mano de nuestros muertos. Ni alardes pueriles, ni promesas vanas,
ni odios de clase, ni pujos de autoridad, ni ceguera de opinión, ni
política de pueblo ha de esperarse de nosotros, sino política de
cimiento y de abrazo, por donde el ignorante temible se eleve a
la justicia por fa cultura, y el culto soberbio acate arrepentido la
fraternidad del hombre, y de un cabo a otro de fa isla, sables y
libros juntos, juntos los de fa sierra y fos del puerto, se oiga, por
sobre los recelos desarraigados para siempre, la palabra creadora,
la palabra “ihermanos!” Obra de hombre prometemos. Si el clarín
suena de allá, con todo lo que tengamos hecho, iremos a donde
nos llame el clarín. Y si por fa timidez continua de los intereses
esperanzados,--0 por el freno que a fa guerra pudieran poner, con-
fundiendo en mala hora el patriotismo y la ambición, los preten-
dientes militares y fos pretendientes civiles,-0 por temor de que
la guerra se alzase con bandera imprudente, imprudente y culpa-
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 481

A los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen


NUESTRA AMÉRICA fe en su tierra, son hombres de siete meses. Porque les falta el
valor a ellos, se 10 niegan a los demás. No les alcanza al árbol
dificil el brazo canijo, el brazo de uñas pintadas y pulsera, el
brazo de Madrid o de París, y dicen que no se puede alcanzar
el árbol. Hay que cargar los barcos de esos *insectos dañinos, que
le roen el hueso a la patria que los nutre. Si son parisienses o
madrileños, vayan al Prado, de faroles o vayan a Tortoni, de sor-
betes. iEstos hijos de carpintero, que se avergüenzan de que su
padre sea carpintero! iEstos nacidos en América, que se avergiien-
zan, porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y re-
niegan, bribones, de la, madre enferma, y la dejan sola en el lecho
de las enfermedades! Pues, (quién es el hombre? ¿el que se queda
con la madre, a curarle la enfermedad, o el que la pone a trabajar
donde no la vean, y vive de su sustento en las tierras podridas,
Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con el gusano de corbata, maldiciendo del seno que lo cargó,
con tal que él quede de alcalde, o le mortifiquen al rival que le paseando el letrero de traidor en la espalda de la casaca de papel?
quitó la novia, o le crezcan en la alcancia los ahorros ya da por iEstos hijos de nuestra América, que ha de salvarse con sus in-
bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan dios, y va de menos a más, estos desertores que piden fusil en
siete leguas en las botas, y le pueden poner la bota encima, ni los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus
de la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormido[s] indios, y va de más a menos! iEstos delicados, que son hombres,
engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de des- y no qureren hacer el trabajo de hombres! Pues el, Washington que
pertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la les hizo esta tierra /se fue a vivir con los ingleses, a vivir con los
cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan ingleses en los años en que los veía venir contra su tierra propia?
de Castellanos: las arr& del juicio, que vencen a las otras. Trin- iEstos “increíbles” del honor, que lo arrastran por el suelo ex-
cheras de ideas, valen más que trincheras de piedras. tranjero como los increíbles de la Revolución Francesa, danzando
No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, y relamiéndose, arrastraban las erres!
flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística
del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que
no se conocen, han de darse prisa para conocerse, como quienes cNi en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en
van a pelear juntos. Los que se ensenan los puños, como hermanos nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las
celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, masas mudas de indios, al ruido de la pelea del libro con el cirial,
que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles? De fac-
sean una, las dos manos. Los que, al amparo de una tradición tores tan descompuestos, jamás, en menos tiempo histórico, se han
criminal, cercenaron, con el sable tinto en la sangre de sus mismas creado naciones tan adelantadas y compactas Cree el soberbio que
venas, la tierra del hermano vencido, del hermano castigado más la tierra fue hecha para servirle de pedestal, porque tiene la plu-
allá de sus culpas, si no quiere[n] que le[s] llamen el pueblo ladrón, ’ ma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz e irredimible
devuélvanle sus tierras al hermano. Las deudas del honor, no las a su república nativa, porque no le dan sus selvas nuevas modo
cobra el honrado en dinero, a tanto por la bofetada. Ya no pode- continuo de ir por el mundo de gamonal famoso, guiando jacas
mos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa car- de Persia y derramando champaña. La incapacidad no está en el
gada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza
de la luz. o la tundan y talen las tempestades: ilos arboles se han uti!. sino en los que quieren regir pueblos originales, de compo-
de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! sición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de
Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de mo-
cn cuadro apretado. como la plata en las raíces dc tos Andes. narquía en Francia. Con un decreto de Hamilton no se le. para
la pechada al potro del llanero. Con una frase de Sieyès no se deses-
1 “Que les llamen el pueblo ladrón”: En Obras completns, t. 6, p. 15: “que Ies tanca la sangre cuajada de la raza’ india. A lo que es, allí donde
llame cl pueblo ladrones”, modiiicación que cambia el sentido.
482 José .Mnrti

OBRAS ESCOGIDAS. T. II 483


se gobierna, hay que atender para gobernar bien; y el buen go-
bernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán
o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella. Resolver el pro-
pais, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por nik- blema después de conocer sus elementos, es más fácil que resolver
todos e instituciones nacidas del pais mismo, a aquel estado ape- el problema sin conocerlos. Viene el hombre natural, indignado y
tecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos fuerte, y derriba la justicia acumulada de los libros, porque no se
de la abundancia que la Naturaleza puso para todos en el pueblo la administra en acuerdo con las necesidades patentes del país.
que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas. El gobier- Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al
no ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías. La univer-
país. La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia sidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia
del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos de América, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque
naturales del país. no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es pre-
Por eso el libro importado ha sido vencido en América por el ferible a la Grecia que no es nuestra. No es más necesaria. Los
hombre natural. Los hombres naturales han vencido a los letrados politices nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos.
artificiales. El mestizo autóctono ha vencido al criollo exótico. No injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser
hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la fafsa el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay
erudición y la naturaleza. patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras
El hombre natural es bueno, y acata
y premia fa inteligencia superior, mientras esta no se vale de su dolorosas repúblicas americanas.
sumisión para dañarle, o le ofende prescindiendo de él, que es
cosa que no perdona el hombre natural, dispuesto a recabar por
la fuerza el respeto de quien fe hiere la susceptibilidad o le per- Con los pies en el rosario, fa cabeza blanca, y el cuerpo pinto
judica el interés. Por esta conformidad con los elementos natu- de indio y criollo vinimos, denodados, al mundo de fas naciones.
rafes desdeñados han subido los tiranos de América al poder: y Con el estandarte de la Virgen salimos a fa conquista de la liber-
han caído en cuanto les hicieron traición. Las repúblicas han pur- tad. Un cura, unos cuantos tenientes y una mujer alzan en México
gado en las tiranías su incapacidad para conocer fos eiemntos la república, en hombros de los indios. Un canónigo español, a la
verdaderos del país, derivar de ellos la forma de gobierno, y go- sombra de su capa, instruye en la libertad francesa a unos cuan-
bernar con ellos. Gobernante, en, un pueblo nuevo, quiere decir tos bachilleres magníficos, que ponen de jefe de Centro América
creador. contra Espana’ al general de España. Con los hábitos monárquicos,
En pueblos compuestos de elementos cultos e incultos, los in- y el sol por pecho, se echaron a levantar pueblos los venezolanos
cultos gobernarán, por su hábito de agredir y resolver las dudas por el Norte y los argentinos por el Sur. Cuando los dos héroes
con su mano, alli donde los cultos no aprendan el arte del go- chocaron, y el continente iba a temblar, uno, que no fue el menos
bierno. La masa inculta es perezosa, y tímida en las cosas de la grande, volvió riendas. Y como el heroísmo en la paz es más
inteligencia, y quiere que fa gobiernen bien;. pero si el gobierno escaso, porque es menos glorioso que el de la guerra; como al
fe lastima, se lo sacude y gobierna ella. ,$ómo han de salir de hombre le es más fácil morir con honra que pensar con orden;
las universidades los gobernantes, si no hay universidad en Amé- como gobernar con los sentimientos exaltados y unánimes es más
rica donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que hacedero que dirigir, después de la pelea, los pensamientos di-
es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de Améri- versos, arrogantes, exóticos o ambiciosos; como los poderes arro-
ca? A adivinar salen los jóvenes al mundo, con antiparras yan- llados en la arremetida épica zapaban, con fa cautela felina de la
kees o francesas, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen. En especie y el peso de lo real, el edificio que había izado en fas
la carrera de fa política habría de negarse la entrada a los que comarcas burdas y singulares de nuestra América mestiza, en
desconocen los rudimentos de fa política. El premio de los certá- los pueblos de pierna desnuda y casaca de París, la bandera de 10s
menes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor estudio pueblos nutridos de savia gobernante en la práctica continua de
de los factores del pais en que se vive. En el periódico, en la cá- la razón y de. la libertad; como la constitución jerárquica de las
tedra, en la academia, debe llevarse adelante el estudio de los colonias resistía la organización democrática de la República, o

fa.ctores reales del país. Conocerlos basta,-sin vendas ni ambages; las capitales de corbatín dejaban en el zaguán al campo de bota-
porque el que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de de-potro, o los redentores bibliógenos no entendieron que la revo-
la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la lución que triunfó con el alma de la tierra, desatada a la voz del
salvador, con el alma de la tierra había de gobernar,, y no contra
ella ni’ sin ella,----entró a padecer América, y padece, de la fatiga
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 485

de acomodación entre los elementos discordanies y hostiles que desdeñosa, contra su criatura. Éramos charrateras y togas, en paí-
heredó de un colonizador despótico y. avieso, y las ideas y formas ses que venían al mundo con la alpargata en los pies y la vincha
importadas que han venido retardando por su falta de realidad en la cabeza. El genio hubiera estado en hermanar, con Ia caridad
local, el gobierno lógico. EI continente, descoyuntado durante tres del corazón y con el atrevimienta de ios fundadores, la vincha y
siglos por un mando que negaba el derecho del hombre al ejer- la toga;-en desestancar al indio,-en ir haciendo lado al negro
clcio de su razón, entró, desatendiendo o desoyendo a los igno- suficiente,-en ajustar la libertad al cuerpo *de los que se alzaron
rantes que lo habían ayudado a redimirse, en un gobierno que y vencieron por ella. Nos quedó el oidor, y el general, y el letra-
tenía por base la razón:--la razón de todos en las cosas de todos do, y el prebendado. La juventud angélica, cor?~o de los brazos de
.y no la razón universitaria de unos, sobre la razón campeke dl un pulpo, echaba al Cielo, para caer con gloria estéril, la cabeza
otros. El problema de la independencia no era el cambio de formas, coronada de nubes. El pueblo natural, con el empuje del instinto,
sino el cambio de espiritu. arrollaba, ciego del triunfo, los bastones de oro. Ni el libro ‘europeo,
Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar ni el libro yankee, daban la clave del enigma hispano-americano.
el sistema opuesto a los intereses y habitos de mando de los opre- Se probó el odio, y los. pafses venían cada año a menos. Cansados
sores. El tigre, espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar del odio inúiil,-de la resistencia del libro contra la lanza, de la
de la presa. Muere, echando llamas por los ojos y con las zarpas razón contra el cirial, de la ciudad contra el campo, del imperio
al aire. No se le oye venir, sino que viene con zarpas de tercio- imposible de las castas urbanas divididas sobre la nacicin natural,
pelo. Cuando la presa despierta, tiene al tigre encima. La colonia tempestuosa 0 inerte,- se empieza como sin saberlo, a probar el
continuó viviendo en la república; y nuestra América se está sal- amor. Se ponen en pie los pueblos, y se saludan. “¿Cómo somos?”
vando de sus grandes yerros,-de la soberbia de las ciudades se preguntan, y unos. a otros se van diciendo cómo son. Cuando
capitales, del triunfo ciego de los campesinos desdeñados, de la aparece en Cojímar un problema, no van a buscar la solución a
importación excesiva de las ideas y fórmulas ajenas del desdén Dantzig. Las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento
inicuo e impolitico de !a raza aborigene,-por la virtud superior empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la ca-
abonada con sangre necesaria, de la república que lucha con?ra
la colonia. El tigre espera, detrás de cada árbol, acurrucado en misa al codo, hunden las tinos en la masa, y la levantan con
cada esquina. Morirá, con las zarpas al aire, echando llamas por la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que, la
los ojos. salvación está en crear. Crear, es la palabra de pase de esta ge-
neración. El vino, de plátano; y si sale agrio, es nuestro vino! Se
entiende.que las formas de gobierno de un país han de acomodarse
a sus elementos naturales; que las ideas absolutas, para no caer
Pero “estos paises se salvarán”, como anunció Rivadavia ei por un yerro de forma, han de ponerse en formas relativas; pue
argentino, el que pecó de finura en tiempos crudos: al machete la libertad, para ser viable, tiene que Ser sincera y plena; que SI la
no le va vaina de seda, ni en el país que se ganó con lanzón se república no abre los brazos a todos, y adelanta con todos, muere
puede echar el lanzón atrás, porque se enoja, y se pone en la Oa republica. EI tigre de adentro se entra por la hendija,, y el tigre
puerta del Congreso de Iturbide “a que le hagzn emperador al ru- de afuera. El general, sujeta en la marcha la caballerea al paso
bio”. Estos países se salvarán, porque, con el genio de la mode- de los infantes.’ 0 si deja a la zaga a 105 infantes. le envuelve el
ración que parece imperar, por la armonía serena de la katuraleza enemigo la caballería. Estrategia es política. Los pueblos han de
en el continente de la luz, y por el influjo de la lectura crítici vivir criticáadose, porque la crítica es la salud; pero con un so10
que ha sucedido en Europa a la lectura de tanteo y falansterio pecho y una sola -mente. iBajarse hasta los infelices y alzarlos
en que se empapó la generación anterior,-le está naciendo a Amé- en los brazos! ;Con el fuego del corazón deshelar la América coa-
rica, en estos tiempos reales, el hombre real. gulada! jEchai, bullendo y rebotando, por las venas la sangre na-
Erarnos una visión, con el pecho de atleta, las manos de peti- tural del psis! En pie, con los ojos aiegres de los trabajadores, se
metre, y la frente de niño. Erarnos una máscara, con los calzones saludan, de un pueblo a otro los hombres nuevos americanos. Sur-
de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norte-América gen los estadistas naturales del estudio directo de la naturaleza.
y la montera de España. El indio, mudo, nos daba vueltas alre- Leen para aplicar, pero no para copiar. Los economistas, estudian
dedor, y se iba al monte, a la cumbre del monte a bautizar a sus la dificultad en sus origenes. Los oradores, empiezan a ser SO-
hijos. El negro, oteado, cantaba en la noche la iúsica de su cora- bríos. Los dramaturgos, traen los caracteres nativos a la escena.
zón, solo y desconocido, entre las olas y las fieras. El campesino Las academias, discuten temas viables. La poesia se corta la me-
el creador, se revolvía, ciego de indignackn, contra la ciudad lena zorrillesca, y cuelga del árbol glorioso el chaleco colorado. La
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 487
486 José .uartí

hombre. El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos


prosa, centelleante, y cernida, va cargada de idea. Los gobernado- en forma v en coior. Peca contra la Humanidad, el que fomente y
res, en la;j repúblicas de indios, aprenden indio. propague ía oposición y el odlo de las razas. Pero en el amasijo
De todos sus peligros se va salvando America. Sobre algunas de los pueblos se condensan, en la cercania de otros pueblos di-
repúblicas, está durmiendo el pulpo. Otras, por la ley del equili- versos, caracteres peculiares y activos, de ideas y de hábitos, de
brio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa loca y sublime, ensanche y adquisición, de vanidad y de avaricia, que del estado
los siglos perdidos. Otras, olvidando que Juárez paseaba en un latente de preocupaciones nacionales pudieran, en un periodo de
coche de mulas, ponen coche de viento, y de cochero a una bomba desorden interno o de precipitación del carácter acumulapo del
de jabón: el lujo venenoso, enemigo de la libertad, pudre al hom- país, trocarse en amenaza grave para las tierras vecinas, alsladas
bre liviano, y abre la puerta al extranjero. Otras acendran, con y débiles, que ei pais fuerte declara perecederas e Inferiores. Pen-
el espíritu épico de la independencia amenazada, el carácter viril. sar es servir. Ni ha de suponerse, por antipatía de aldea, una mal-
Otras crían, en la guerra rapaz contra el vecino, la soldadesca dad ingénita y fatal al pueblo rubio del continente, porque no ha-
que puede devorarlas. Pero otro peligro corre, acaso, nuestra Amé- bla nuestro idioma, ni ve la casa como nosotros la vemos, ni se
rica, que no le viene de sí, sino de la diferencia de orígenes, mé- nos parece en sus lacras políticas, que son diferentes de las nues-
todos e intereses entre los dos factores continentales, y es la hora tras, ni tienen en mucho a los hombres biliosos y trigueños, ni
próxima en que se le acerque, demandando relaciones íntimas, un mira caritativo, desde su eminencia atin mal segura, a los que,
pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la desdefia. Y con menos favor de la historia, suben a tramos heroicos la vía de las
como los’ pueblos viriles, que se han hecho de sí propios, con la repúblicas: ni se han de esconder los datos patentes del problema
escopeta y la ley, aman, y sólo aman, a los pueblos viriles;--con& que puede resolverse, para la paz de los siglos, con el estudio
la hora del desenfreno y la ambición, de que acaso se libre, por oportuno,-y la unión tácita y urgente del alma contmental. iPor-
el predominio de lo más puro de su sangre, la América dei Norte, que ya suena el himno unánime; la generación real lleva a cuestas,
o en que pudieran lanzarla sus masas vengativas y sórdidas,’ la por el camino abonado por los padres sublimes, la América traba-
tradición de conquista y el interés de un caudillo hábil, no está jadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del candor,
tan cercana, aun a los ojos del más espantadizo, que no dé tiempo regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y
a la prueba de altivez, continua y discreta, con que se la pudiera por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!
encarar y desviarla:-como su decoro de república pone a la Amé-
rica del Norte, ante los pueblos atentos del Universo, un freno que La Revista Ilustrada de Nueva York, I ro. de enero de 1891
0. C., t. 6. p. 15-23.
no le ha de quitar la provocación pueril o la arrogancia osten-
tosa, o la discordia parricida de nuestra América,-el deber ur-
gente de nuestra América es enseñarse como es, una en alma e
intento, vencedora veloz de un pasado sofocante, manchada sólo
con la sangre de abono que arranca a las manos la pelea con las
ruinas,-y la de las venas que nos dejaron picadas nuestros due-
ños. El desdén del vecino formidable que no la conoce es el peli-
gro mayor de nuestra América; y urge, porque el día de la visita
está próximo, que el vecino ia conozca, la conozca pronto, para
que no la desdeñe. Por ignorknc,ia llegaría tal vez, a poner en
ella la codicia. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella
las manos, Se ha de tener fe en lo mejor del hombre, y desconfiar
de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se
revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece. L,os
pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inti-
tiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad.
No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores
canijos, los pensadores de lámparas, enhebran y recalientan las
razas de librería, que el viajero justo y el observador cordial bus-
can en vano en la justicia de la naturaleza, donde resalta, en el
amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del
OBl?AS ESCOGIDAS T II 489
DISCURSO EN HONOR DE MÉXICO
dadesca y truhanería, y fulleros e hidalguetes, y balcón y guitarra.
El indio moría desnudo, al pie de los altares.
Trescientos años después, un cura, ayudado de una mujer y de
unos cuantos locos, citó su aldea 2 guerra contra los padres que
negaban la vida de a!ma a sus propios hijos; era la hora de! Sol,
cuando clareaban por entre las moreras las chozas de adobe de
la pobre indiada; iy nunca, aunque velado cien veces por la sangre,
ha dejado desde entonces el sol de Hidalgo de lucir! Colgaron en
jaulas de hierro las cabezas de los heroes; mordieron los héroes
el polvo, de un balazo en el corazón; pero el 16 de septiembre de
cada año, a ia hora de la madrugada, el Presidente de la Repú-
Seíioras y señores: blica de México vitorea, ante el pueblo, la patria libre, ondeando
la bandera de Dolores.
Este júbilo es justo, porque hoy nos reunimos a tributar honor Toda la jauría de la conquista salió al paso de la bandera
a la nación ceñida de palmeros y azahares que alza, como un nueva; el emperador criollo, el clero inmoderado, la muchedumbre
florón de gloria, al cielo azul, las cumbres libres donde el silbato fanática, el militar usurpador, la división que aprovechó el vecino
del ferrocarril despierta, coronada de rosas como ayer, con la rapaz y convidó al imperio austríaco. Pero los que en la fatiga de
salud del trabajo en la mejilia, el alma indórnita que chispeaba gobiernos inseguros y en la fuga triunfante habían salvado, con
al rescoldo en las cenizas de Cuauhtémoc, nunca apagadas. i§a- las manos ensangrentadas en el esfuerzo, el arca santa de la
ludamos a un pueblo que funde, en crisol de su propio metal, las libertad, la escondieron, inmaculados, “mientras duraba la ver-
civilizaciones que se echaron sobre él para destruirlo! iSaluda- güenza”, en un rincón donde el pan era tan escaso como abundante
mos, con las almas en pie, al pueblo ejemplar y prudente de Amé- el honor; 12 muerte por el derecho del país funde, al fuego de la
rica. Reforma, al indio y al criollo; y se alza Juárez, cruzado de bra-
Fue México primero, antes de la Ilegada de los arcabuces, tie- zos, como fragua encendida en las entrañas de una roca, ante el
rra como de oro y plumas, donde el emperador, pontífice y gene- imperio de polvo y locura, que huye a su vista y se deshace.
ral, salía de su palacio suntuoso, camino de la torre mística, en Hoy campea segura la libertad, por modos suyos y crecidos
hombros de los caballeros naturales, de adarga de junco y cota con el país, en la república serena’ y majestuosa, donde la hermo-
de algodón, por entre el pueb!o de mantos largos y negro cabello, sura de la naturaleza prepara a las artes, donde la mirada de la
que henchía el mercado, comprando y vendiendo; o aplaudía la mujer mueve a la vez a la piedad y al lujo; donde la prueba franca
comedia al aire libre, con los niños vestidos de pájaros y mari- de la guerra ha afirmado la paz; donde tempia el trato amigo ías
posas; o abría campos a los magnates de vuelta del banquete, con diferencias de la condición y la pena de vivir; donde el vivir no
sus bailarines y bufones; o saludaban al paso del teculi ilustre es pena. Hoy descansa, en reposo vigilante, aquel pueblo que, cuan-
que mostró en sus pruebas de caba!lería el poder de domarse a do pelea, pelea como si vaciara en sus hijos la lava de sus volcanes;
sí propio; o bullía por las calles de las tiendas, probándose al y cuando ama, ama como ha de amar el clavel a la llamarada de la
dedo anillos tallados, y a los hombros mantones de pieles: o dan- aurora. Ya no es Tenochtitlán, la ciudad de guerreros y de sacerdo-
zaba, con paso que era aire, el coro de la oda; o se agolpaba a tes,. la que pasea en las plazas de México, y entra a orar en sus
ver venir a los guerreros de escudo de águila, que volvían en teocalis, y boga cantando, al son del remo, en las chalupas; es Paris
triunfo, con su ofrenda de víctimas, a las fiestas del monarca quien pasea, refinado y airoso, por aquellas alamedas de follaje
conquistador. Por entre el odio de las repúblicas vencidas ai azte- opulento que, ai rumor de las fuentes, cala sobre las sendas una
ca, inseguro en el trono mili?ar, se entró, del brazo de la crédula luna más clara que ninguna otra luna. Los perseguidos y ham-
Malinche, el alcalde astuto de Santiago de Cuba. Los templos de brientos de ayer son hoy estatuas en el Paseo de la Reforma. El
las pirámides rodaron despedazados por las gradas; sobre el cas- Palacio de ia Repiiblica va sumiso por la calle de la riqueza y el
cajo de las ruinas indias alzó. sus conventos húmedos, sus audien- trabajo, como buscando el alma del país, al palacio indio de los
cias rebeldes y vanidosas, sus casucones de reja y aldaba, el es- emperadores. Rey parece cada iépero de la ciudad, por el alma
pañoi; todo era sotana y manteo en la ciudad de Méxicó, y sol- independiente y levantisca. La noche alumbra ei portón donde, a
la sombra de un zarape, conversan de amor ios novios pobres;
o el teatro que corona 2i poeta nacional, con las flores que se
490 Jose MarIi

EL ASESINATO DE LOS ITALIANOS


arrancan dei talle las mujeres; o el salón donde la esposa del
Presidente trata con sus amigas del alivio de las madres desam-
paradas; o el baile donde compiten en van8 con la mujer de México
la palma v la magnolia. Al asomar el día bajan de sus canoas,
como en cestas de flor, las indias de vestido azul; trae el canal,
de las islas flotantes, la hortaliza y ia jardinería; bulle, como
avispero despierto, la industria popular; se abre a los jóvenes
ávidos la muchedumbre de escuelas y de bibliotecas; pasan de brazo
los poetas con los obreros y los estudiantes; vierten en las plazas
su carga de trabajadores los tranvías, silban, proclamando a la
nación. ias chimeneas de los ferrocarriles. Resucita, al abono de
la propia sangre, aquel alma imperial que huyó, en el horror de la EL ASESINATO DE LOS lTALIANOS.--
conquista, a lo profundo de la tierra, y hoy sazona, con la virtud LAS ESCENAS DE NUEVA ORLEANS.--
indispensable de lo nativo, el alma importada. Como de la raíz LOS ANTECEDENTES Y EL PROCESO.--LA MAFIA Y LA POLITICA LOCAL.-
de la tierra le viene al mexicano aquel carácter suyo, sagaz y se- EL ASALTO A LA CARCEL:--LA REUNION. LA MARCHA, LOS MUERTOS
ñoril, pegado al país que adora, donde por la obra doble de fa
magnífica naturaleza, y el dejo brillante de la leyenda y la epo-
peya, se. juntan en su rara medida el orden de lo real y el sen- Nueva York, 26 de marzo de 1891
timiento romántico.
¿Y ante quién tributaremos el entusiasmo que nos inspira la
obra firme y creciente &e la República que viene a ser en América Seriar Director de La Nacibn:
como la levadura de la libertad, sino ante el que, con el mérito y Y, desde hoy, nadie que sepa de piedad pondrá el pie en Nueva
brío de su persona, más con su cargo oficial de Cónsul, repre- Orleans sin horror.-Por acá y por allá, como últimas bocanadas,
senta a México en Nueva York, ante uno de los luchadores glorio-
sos que han puesto la libertad de la tierra mexicana, la libertad asoma y desaparece un grupo de homicidas, con el fusil al hom-
de pensar y de vivir por si, donde no parece que haya poder que bro. Por allí va otro grupo, de abogados y de comerciantes, de
hombres fornidos y de ojos azules, con el revólver a la cadera, y
la derrumbe, ante aquel cuya barba blanca ennoblece el rostro una hoja en la so!apa,--una hoja de árbol donde han ahorcado
donde se revela la juventud del corazón, como aquellos festones a un muerto,.--a un italiano muerto,---a uno de los diecinueve ita-
de delicado gris, canas del bosque, que realzan el verde perpetuo de líanos que tenian en la cárcel como reos presuntos del asesinato
las colonias que vieron vivir a Moctezuma, y morir, al pie de su
del jefe de policia Hennessy. De los diecinueve, el jurado de nor-
bandera, a los cadetes heroicos de Chapultepec? iSeñor: como los teamericanos absolvió a cuatro: el proceso de otros falló por erro-
guerreros de manto y penacho de diversos climas se juntaban al res: otros no habían sido aún procesados.
pie del ahuehuete, a jurar su ley al árbitro imperial, las Repú-
blicas agradecidas de América, con palmas invisibles y flores se- Y pocas horas después de que el jurado de norteamericanos los
lladas con el corazón, se juntan alrededor de la bandera mexicana! absolvió, la junta de notables nombrada por el .alcalde para ayu-
dar al castigo dei asesinato, fa junta capitaneada por el cabecilla
Pronunciado en la Sociedad Literaria Hispanoamericana en 1891. de uno de IOS bandos políticos de la ciudad, convoca a motín a
0. C., t. 7, p. 65-67. los ciudadanos, por llamamiento impreso y público, con un día de
aviso ,--los reúne y preside al pie de la estatua de Henry Clay,-
ataca la cárcel de la Parroquia, sin que le salga al paso la poli-
cfa, salve por nimia apariencia, ni fa milicia, ni el alcalde, ni el
gobernador,--derriba las puertas dóciles de la prisión-se derra-
ma, vitoreando, en los corredores por donde huyen ios italianos
perseguidos,-machaca a culatazos la cabeza del caudillo político
de los italianos, dei banquero cónsul, cónsul de Bolivia, acu-
sado de cómplice en una banda de asesinos, en una banda secreta
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 493

de la maíia,-y a los tres. absueltos corno el banquero, y a siete Los italianos riñen entre sí, como los bandos de Kansas, que
mic, 10s asesina contra la pared, por los rincones, sobre el suelo, en medio siglo no ha podido poner en paz ningtin gobernador,
a quemarropa.-Al volver de la faena, 10s ciudadanos vitorean al como los criollos del Sur que se legan de padres a hijos el odio
abogado que presidió la matanza. y io pasean en hombros. entre familias. Hace veinte años, por husmear en las riñas de los
<Y esas son las calles de casas fIoridas, con las enredaderas italianos, 0 por quererle5 quitar so preiexto de ellas el poder mu-
de ipomeas trepando por entre las persianas blancas, y las mula- nicipal que ganaban con la fuerza de sus votos, cayó-a manos
tas dc turbante y delanta! sacando la cesta india de colorines al de un Guerin, ei padre de este Hennessy que ha muerto ahora. El
balcón calado, y la novia cric’lla que va al lago de almuerzo, a mismo traficante en política que iba de teniente en el asalto de
almorzar peces de nácar y de oro, con un capullo al pecho, y en hoy, acabó, de un balazo al matador del otro Hennessy. Los políti-
la crencha negra una flor de azahar? iEs la ciudad del roble don- cos de ojos grises odiaban a los políticos de ojos negros. Los ir-
de crece, como filigrana de plata, el musgo cspafiol, y del dátil landeses, que viven principalmente de la política, querían echar de
ue chorrea la miel, y de los sauces lamentosos, que se la política a los italianos.
,‘éti,!,iR en el río3. <Es !a Orieans del carnaval alegre, antorcha Los acusaban de Dagos, que es mote que enciende la sangre
toda y toda castatiuelas, que saca en un paso de la procesión de de Sicilia. El que caía de resultas de estas rivalidades decían que
Momo el romance de México, festoneada la carroza de lirio y cla- caía “por la sentencia de la mafia”. Contaba como de ahora, v
vellín, y en otro, con sus trajes de pedrería, a los héroes amables como de puro crimen, las terribies ejecuciones políticas de la mi-
del poema de “Lalla Rookh”, y en otro al príncipe, de raso na- fia, que se conjuró con los Borbones hace un siglo.
ranja, despertando, en su túnica de tisú, a la Beldad Dormida? El Hennessy de hoy declaró a los italianos guerra sin cuartel,
~ES la Orleans de la pesca en piraguas, de los alrededores por más que hubo un tiempo en que no tenía mejor amigo “para
hechiceros, del mercado radiante y alborotoso, de los petimetres una vuelta por la mesa verde de los clubs o para un buen guiso
de fieltro a las cejas y perilla gris que se juntan, a hablar de de quimbombó”, que Macheca, el de la cabeza maja.da a culata-
duelos y de nûvias, en el café de la Poesía?. . . Resuenan las des- zos, el italiano elegante y rico. Hubo muertes en el barrio de
cargas; izan sobre una rama a Bagnetto, al italiano muerto; le Italia. Y el policia apuró la persecución hasta conseguir un denun-
picotean a balazos la cara; un policía echa al aire su sombrero: ciante italiano que amaneció cadáver, y proclamar que sabía ya
de los balcones y las azoteas miran la escena con anteojos del cuanto había que saber de una sociedad de asesinos, llamada del
teatro. Stiletto, y otra de los Stopaliagieri, y que tenía a mano “la prueba
Al gobernador “no se le puede ver”. La milicia, “nadie ha ido plena de la mafia espantosa, de sus sentencias de muerte, de sus
a buscarla”. El alcalde “no va a prender a toda la ciudad”. Sie- millares de sicarios”. Una noche, a la puerta de su casa, una
rran una rama; cortan otra a hachazos; sacuden las hojas, que casa que tiene en el vestíbulo dos rosales, cayó Hennessy, luchan-
caen sobre la multitud, apretada-“para llevarse un recuerdo,-- do contra una banda de asesinos, con la mano en el revólver.
un astilla de la madera, una hoja fresca de hoy”-al pie del roble Once balas le hallaron en ei cuerpo. Se declaró que era su
de donde cuelga, dando vueltas, el italianc ensangrentado. muerte “la venganza de la mafia”. Se prometieron las ‘pruebas
más patentes. Se nombró, por ei alcalde mismo, una junta suelta
de cincuenta ciudadanos,--políticos y comerciantes, y abogados y
La ciudad de Nueva Orleans satisfecha o cobarde, marchó con periodistas,--para ayudar a la justicia ordinaria en sus indaga-
SUS primeros letrados y negociantes al frente, sobre la cárcel de ciones. Se escogió un jurado sin tacha, de entre ciudadanos de
donde iban a salir los presos que el jurado acababa de absolver; apellido inglés. Se epcarceló a unos cuantos reíáidores de oficio
asaltó, con asentimiento y ayuda de las autoridades del municipio, de entre la gente de Sicilia ,-y a ios dos hombres de más riqueza
la prisión municipal; majó en los rincones,-ia ciudad capitaneada e influjo sobre el voto de los italianos.
por abogados y periodistas, por banqueros y jueces,-majó en los Del Golfo al Pacífico se alzó en su favor la población italiana:
rincones, y “baleó hasta hacerlos trizas” a los itaiianos abstiel- negó su prensa, y negaron sus hombres prominentes, que hubiese
tos;--a un neorleanés oriundo de Italia, hombre de mundo, y rico, mafia, ni sociedad del Stifetto, ni Stopaliagieri, ni prueba posible
dueíío del voto de la colonia italiana,-a un padre de seis hij,os, de tal iniquidad, ni sentido en poner presos por asesinato a hom-
socio acaudalado de una buena firma,--a un sifiliano brioso, a bres de la posición del banquero Macheca y el comerciante Ca-
quien meses atrás dio un tiro un irlandés,-a un zapatero de ruso: mantuvo que el veneno de la persecución, y la causa de eila,
influjo en la opinión del barrio,-a un remendón tachado de haber estaba en la pelea política, en el designio de aterrar y sacar de
muerto en riña a un paisano suyo,-a unos vendedores de fruta. Nueva Orleans y de las urnas, a los italianos rebeldes a la volun-
OBRAS ESCOGIDAS. T II 495
tad de los perseguidores: declaró que se fraguaba una conspiración
tenebrosa para un fin político. El jurado, después de meses de los horribles telegramas. Las mujeres se echaban en la calle de
proceso abierto al público, de acusaciones que ibah y venían, de tes- rodillas. Los hombres, con la mano dura, se lavaban las lágrimas.
tigos que enloquecían y perjuraban, de murmuraciones de soborno
y de escándalo,--absolvió a los presos.-Cierto que había bandos
hostiles entre los sicilianos de Nueva Orleans; que los matrangas
y los provenzanos se aborrecían aquí como en Italia; que los ita- Era verdad que nueva Orleans, con la ley en sus manos, se
liános ensangrentaban a menudo las calles con sangre italiana. volvía contra su ley. El gobernador del Estado, dueño de la mili-
Pero ‘de que se querellasen entre sí; de que provenzanos o matran- cia, abandonaba la capital del Estado al motín. Los cabecillas del
gas, para satisfacer su rencor, declaren en falso contfa sus ene- motín contra el tribunal, eran hombres de tribunales, eran magis-
migos; de que los sicilianos no tengan empacho en seguir sus trados, fiscales defensores. Los capitanes de la matanza eran los
contiendas en la ciudad donde no hay. transeúnte que no lleve delegados del alcalde, que no mandó salir sus fuerzas contra los ma-
al cinto un revólver, ni familia que no -haya cazado por las calles tadores. Ni una voz de piedad, ni una súplica de mujer, ni un
a otra familia; de que el bando vencido decidiese poner fin a la ruego de sacerdote, ni una protesta de la prensa: “iA matar a los
vida del jefe de policía, que tomaba pabellón con el bando rival, Dagos!” “ iA las armas, ciudadanos buenos!” “iA la una de la tar-
no puede deducirse que la mafia, que fue la rebeldía contra el de, al pie de la estatua de Clay, a remediar la incapacidad de la
Borbón, reine en Nueva Orleans, donde no hay Barbones,-que los justicia en el caso Hennessy! iId preparados a la acción!” Cundió
anónimos supuestos por los políticos de intriga, para avivar el el convite impreso, firmado por los guías de ideas y gente de pro
odio contra los italianos, fuesen de mano italiana,-que los Dagos de la ciudad. “<Qué se nos ha de oponer el alcalde, si los que nos
todos, que viven como les manda el fiero sol, amándose y odiándo- convocan son los mismos que él designó para la junta auxiliar
Se, dando la vida por un beso y quitándola por una mala palabra,
de la pesquisa?” “Parkerson es nuestro jefe, el hombre de alma
“sean una escuela organizada de asesinos”. velluda que ganó a la cabeza de los demócratas sueltos, las elec-
Moore, teniente un tiempo de la policía de Nueva Orleans, el ciones de la ciudad.” “Firma Liche, el Comisionado de las obras
irlandés Moore, dijo:-” que el asesinato de Hennessy vino, como públicas, que es puesto de tanto poder.” A la una estaba henchida
el de su padre, de las peleas sQbre los votos,-que esta muerte de la vertiente de las calles viejas donde se levanta la estatua de
Hennessy no fue más que uno de los actos de la disputa del bbtín Clay. Dicen que la milicia está con ellos; que los milicianos están
político, más pingüe ahora que nunca.” allí sin uniforme; que hay una casa llena, de picos y hachas; que
Nueva Orleans recibía con amenazas e ira el veredicto: alegaba ayer vació un carro al respaldo de *la cárcel, una carga de vigas
Nueva Orleans “que hubo fraude en el proceso”, “que el polizonte para atacar las puertas; que en la junta de ayer; en la Junta de
Malley pagó a un testigo”, “que Lonsta una tentativa de soborno los cincuenta, se dispuso el plan, se nombraron los jefes, se re-
de un jurado”. .Pero en Chicago encendió luces el barrio de las partieron las armas. Vitorean unos a Wyckliffe, y a Parkerson to-
camisetas coloradas; en los suburbios de Providencia cesó el tra- dos: “iDiscurso! iSalten la reja, y dennos un discurso!” El orador
bajo, para bailar y festejar; la Italia de New York, acampada por surge, al pie de la estatua. Parkerson es el orador, hombre de
junto al Bowery, puso papeles nuevos en los puestos de frutas, leyes, jefe de partido, joven: la levita le ajusta: tiene redonda la
clavó la bandera en la bota bruñida con que se anuncia el lustra- cabeza: no se le cae la lengua, n:i se le cae la mano: acciona bien:
dor, sacó a la pueita el moño repeinado y los pendientes de cora- echa el pie adelante y levanta pbr sobre la cabeza el brazo iz-
les,--ihasta que anunció el telégrafo la novedad aterradora,-que quierdo:-“iA las armas, ciudadanos! iLos crímenes deben ser cas-
Nueva Or!eans se amotinaba,-que rodeaba la cárcel,---que ahor- tigados con prontitud; per6 donde y cuando quiera que los tribuna-
caba al Bagnetto,-que mataba al Macheca! De sus covachas y les fallen, que los jurados violen su juramento, que asomen los
callejuelas salían, dando gritos, las mujeres. Dejaban a las crías sobornadores, es ocasión para que el pueblo haga lo que el tribunal
en las aceras, y se sentaban a ilorar, Se destrenzaban los cabelios, y el jurado dejaron de hacer !“--“iEstamos contigo, Parkerson!“-
y se los mesaban. Llamaban a los hombres, a que despertaran. Los “<Qué resolución tomaremos, ciudadanos? iSerá la acción?” “ILa
injuriaban, porque no despertaban pronto. Corrían, con las manos acción! iGuía! iEstamos contigo!“-CListos?“--“iListos!”
en la cabeza. Se !lenó de mujeres y hombres la piaza de los perió- Salta al puesto un Denegre, abogado y propietario. “Soy de la
dicos. Sus periodistas, siempre desunidos, les hablan, juntos por Junta de los cincuenta: me nombró el alcalde, y doy cuenta al
primera vez, desde un mismo pórtico: “iSeamos uflo, italianos, en pueblo. Estamos con el muerto: vamos a buscar a los asesinos.
este dolor!” ” ,Venganza, italianos’, venganza!” Y leían, sollozando, La junta es impotente: el tribunal es impotente: ipuedan los ciu-
dadanos!”
496 Jose .Martí OBRAS ESCOGIDAS. T. II 497

Y habla U’yckliffe, abogado y dueño de un periodico. Se ve en De afuera ya venía la ira temible. “iQue nos los traigan! ;Que
la masa el vaivén. Con los brazos va empujando Wyckliffe las pa- no los maten aquí afuera!” Y estaba llena la plaza, las calles todas
labras.- “. ,Al pie de esta estatua se viene a hechos! ;Abajo la mafia! de los alrededores llenas. Había mujeres y ninos. “iQue nos los
cNos quedaremos con las manos en los bolsillos, o echaremos de traigan! ” “iAquí afuera!”
la ciudad a esa peste de herejes?“--“iVamos!. . .” “;Llévennos!. .. Por una puerta apareció una escuadra, echando por delante,
“;Ahora. . . !” <Buscamos los iusiles. . .?” “;A buscar los fusiles!” como a un ebrio, a Polozzi, el testigo loco. Se les caía de entre
responde Parkerson: “ iy a la plaza enseguida, a la plaza del Congo!” los brazos al suelo. Dos se pegan e injurian, porque los dos quie-
iA la plaza! i a la prisión! La columna va en marcha, a paso ren apretar mejor el nudo. Un racimo de hombres se cuelga de la
iigero. V7a Parkerson al mando, el capataz demócrata. Va Houston, cuerda. Y cuantos están alrededor vacían sobre ella sus revólveres.
otro capataz, que dio muerte hace veinte años al matador del Les caen sobre el pecho los chorros de sangre.
primer Hennessy. El subteniente es Wyckliffe, que fue fiscal‘ de la A Bagnetto lo sacan en brazos: no se ie ve la cara, de la he-
ciudad. Delante van tres carros, con cuerdas y escaleras; y en el rida: le echan al cuello, tibio de la muerte, el nudo de cuerda nue-
astil de uno el nudo de la horca. va: lo dejan colgando de una rama de arbol: ipodarán luego las
ramas vecinas; y las mujeies en el sombrero, y los hombres en el
Detrás van los rifleros, a paso militar, con los doscientos rifles ojal, llevarán como emblema las hojas! l-Jno saca el reloj: “Hemos
al hombro. El gentio los sigue y los rodea: unos llevan escopeta,
revóiver !os demás. Se oye el rastreo de !os pies. “Van sonriendo, andado de prisa: cuarenta y ocho minutos.” De las azoteas y bal-
cones miraba la gente, con anteojos de teatro.
como a un picnic.” Y cuando ilegan a la prisión, que es de canto
y balcones, un piquete, como orden conocida, se echa sobre cada
La Nacibn, Buenos Aires, 20 de mayo de 1891.
puerta: el alcaide, entre los gritos y silbidos, les niega !as llaves. 0. c., t. 12, p. 491-499.
Con las vigas de punta’ embisten al portón. Las hojas bambolean,
y un negro las derriba de un hachazo. Entran cincuenta: Jquisieran
entrar todos! “Aquí está la llave de la reja”, dice el segundo al-
caide. Y los llaveros, abren paso.
Se juntan los cincuenta hombres. Se oye temblar a los presos
de una celda abierta. Por la reja de otra se ve una cara mori-
bunda. No son esos; los llaveros obsequiosos dicen que no son
esos,-que están arriba en el departamento de las mujeres,-que
allí está la otra llave. “iDespacio, caballeros, despacio”, dice Par-
kerson: “Cquién los conoce? Jnada más que a los Dagas!” Se pre-
cipitan por el corredor vacío: una mano escamosa y blancuzca,
una mano de africana ochentona, les señala el rincón, por donde
sube la escalerilla, por donde se oyen pisadas que vuelan. “iHu-
rra, tres hurras!“-dice uno de los cazadores; y los demás, ondean-
do el sombrero, dan tres hurras con él, y se echan escalera arriba.-
“iLa medicina!” dice uno: suena el disparo graneado: da en el
aire una vuelta, muerto de un tiro en el cerebro, el último de los
que bufan. Sofoca el ruido de los disparos el viva y vocerío que
llegan de afuera: ‘tiViva Parkerson!” “iViva Wyckliffe!” Los pre-
sos no tienen tiempo para pedir misericordia. iA tierra, agujerea-
dos como un jibe, Cierachi y Caruso! A Romero lo matan de ro-
dillas, con la frente postrada en las baldosas: como una red de
cintas era Iuego el sombrero de Romero: ila levita, por ia espalda,
piltrafas de patío! Vuelan las balas.-Macheca, acorralado, cae de
un golpe en la cabeza: acabó’ allí, entre los pies de los hombres,
de los abogados, de los comerciantes: acabó alli, sin un solo tiro,
a culatazos.
OBRtZS ESCOGIDAS. T. II 499

A lo que se ha de estar no es a la forma de las cosas, sino


a su espíritu. Lo real es lo que importa, no lo aparente. En la
LA CONFERENCIA MONETARIA politica, lo real es lo que no se ve. La política es el arte de com-
DE LAS REPUBLICAS DE YAMÉRICA binar, para ei bienestar creciente interior, los factores diversos
‘II opuestos de un país, y de salvar al país de la enemistad abierta
o la amistad codiciosa de los demás pueblos. A todo convite entre
pueblos hay que buscarle las razones ocultas. Ningún pueblo hace
nada contra su interés; de lo que se deduce que lo que un pueblo
hace es lo que está en su interés. Si dos naciones no tienen in-
tereses comunes, no pueden juntarse. Si se juntan, chocan. Los
pueblos menores, que están aún en los vuelcos de la gestación, no
pueden unirse sin peligro con los que buscan un remedio al exceso
de productos de una población compacta y agresiva, y un desagüe
a sus turbas inquietas, en la unión con los pueblos menores. Los
actos políticos de las repúblicas reales son el resultado compuesto
El 24 de mayo de 1888 envió el presidente de ios Estados Uni- de los elementos del carácter nacional, de las necesidades econó-
dos a los pueblos de América, y al reino de Hawai en el mar micas, de las necesidades de los partidos, de las necesidades de
Pacífico, el convite donde el Senado y la Cámara de Representan. los políticos directores. Cuando un pueblo es invitado a unión por
tes los llamaban a una Conferencia Internacional en Washington, otro, podrá hacerlo con prisa el estadista ignorante y deslumbrado,
para estudiar, entre otras cosas, “la adopción por cada uno de podrá celebrarlo sin juicio la juventud prendada de las bellas
los gobiernos de una moneda común de plata, que sea de uso ideas, podrá recibirlo como una merced el político venal o de-
forzoso en las transacciones comerciales recíprocas de los ciuda- mente, y glorificarlo con palabras serviles; pero el que siente en
danos de todos Ios Estados de América”. su corazón la angustia de la patria, el que vigila y prevé, ha de
El 7 de abril de 1890, la Conferencia Internacional Americana, inqui.rir y ha de decir qué elementos componen el carácter del
en que eran parte los Estados Unidos, recomendó que se estable- pueblo que convida y el del convidado, y si están predispuestos
ciese una unión monetaria internacional; que como base de esta a la obra común por antecedentes v hábitos comunes, y si es pro-
unión se acuñasen una o más monedas internacionales, uniformes bable o no que los elementos temibles del pueblo invitante se de-
en peso y ley, que pudiesen usarse en todos los países representa- sarrollen en la unión que pretende, con peligro del invitado, ha
dos en esta Conferencia; que se reuniese en Washington una Co- de inquirir cuáles son las fuerzas políticas del país que le convida,
misión que estudiase la cantidad, curso, valor y relación de me- y los intereses de sus partidos, y los intereses de sus hombres, en
tales en que se habría de acuñar la moneda internacional. el momento de la invitación. Y el que resuelva sin investigar, o
El 23 de marzo de 1891, después de un mes de prórroga soli- desee la unión sin conocer, o la recomiende por mera frase y des-
citado de la Comisión Monetaria Internacional reunida en Wash- lumbramiento, o la defienda por la poquedad del alma aldeana,
ington, por la delegación de los Estados Unidos, “para tener tiempo hará mal a América . ¿En qué instantes se provocó, y se vino a
de conocer la opinión pendiente de la Cámara de Representantes reunir, la Comisión Monetaria Internacional? ;Resulta de ella, o
sobre la acuñación libre de la plata”, declaró la delegación de ‘los no, que la política internacional americana es, o no es, una ban-
Estados Unidos, ante la Conferencia, que la creación de una mo- dera de política local y un instrumento de la ambición de los par-
neda’ común de plata de curso forzoso en todos los Estados de tidos? (Han dado, o no, esta leccion a Hispanoamérica los mismos
América era un sueño fascinador, que no podía intentarse sin el Estados Unidos? ;Conviene a Hispanoamérica desoírla, o apro-
avenimiento con las demás potencias del globo. Recomendó la vecharla?
delegación el uso del oro y la plata para la moneda, con relación
fija. Deseó que los pueb1o.s de América, y el reino de Hawai que
se sentaba en la Conferencia, invitasen unidos a las potencias a Un puebio crece y obra sobre los demás pueblos en acuerdo
un Congreso Monetario Universal. con los elementos de que se compone. La acción de un país, en
<Qué lección se desprende para América, de la Comisión Mone- una unión de países, será conforme a los elementos que predo-
taria Internacional, que los Estados Unidos provocaron, con el nkre*q rn á!, y no podrá ser distinta de ellos. Si a un caballo ham-
acuerdo del Congreso, en 1888, para tratar de la adopción de una briento se le abre ia llanul-a, la lianura pastosa y fragante, el
moneda común de plata, y a la que los Estados Unidos dicen, en
1891, que fa moneda común de plata es un sueño fascinador?
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 501

caballo se echará sobre c-1 pasto, y se hundirá en el pasto hasta incesan?e, urgente, múltiple, sagaz, de nuestros elementos y re-
la cruz, y morderá furioso a quien le estorbe. cursos, podrían llegar a respetarla,-(pueden los Estados Unidos
Dos cóndores, o dos corderos, se unen sin tanto peligro como convidar a Hispanoamérica a una unión sincera y útil para Hispa-
un cóndor y un cordero. Los mismos cóndores jóvenes, entretenidos noamérica? <Conviene a Hispanoamérica la unión política y eco-
en los juegos fogosos y peleas fanfarronas de la primera edad, no nómica con los Estados Unidos?
defenderían bien, o no acudirían a tiempo y juntos a defender la
presa que ks arrebatase el cóndor maduro. Prever es la cualidad
esencial, en la constitución y gobierno de los pueblos. Gobernar ulen dice unítn económica, dice unión política. El pueblo que
no es más que prever. Antes de unirse a un pueb!o, se ha de ver com$r, manda. El pueblo que vende, sirve. Hay que equilibrar
qué daños, o quE beneficios pueden venir naturalmente de los ele- el comkcio, para asegurar la libertad. El pueblo que quiere morir,
mentos que lo componen. vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse, vende a más de
Ni es sólo necesario averiguar si los pueblos son tan grandes uno. El influjo excesivo de un país en el comercio dc otro, se
como parecen y si la misma acumulación de poder que deslumbra convierte en influjo político. La política es obra de los hombres,
a los impacientes y a los incapaces no se ha producido a costa de que rinden sus sentimientos al interés, o sacrifican al interGs una
cualidades superiores, y en virtud de las que amenazan a quienes parte de sus sentimientos. Cuando un pueblo fuerte da de comer
lo admiran; sino que, aún cuando la grandeza sea genuina y a otro, se hace servir de él. Cuando un pueblo fuerte quiere dar
de raíz, sea durable, sea justa, sea útil, sea cordial, cabe que sea de batalla a otro, compele a la alianza y al servicio a los que nece-
otra índole y de otros métodos que la grandeza a que puede aspi- sitan de él. Lo primero que hace un pueblo para llegar a dominar
rar por sí, y llegar por sí, con métodos propios,-que son los a otro, es separarlo de los demás pueblos. El pueblo que quiera
únicos viables--un pueblo que concibe la vida v vive en diverso ser libre, sea libre en negocios. Distribuya sus negocios entre
ambiente, de un modo diverso. En la vida comfih, las ideas y los países igualmente fuertes. Si ha de preferir a alguno, prefiera al
hábitos han .de ser comunes. No basta que el objeto de ia vida que lo necesite menos, al que lo desdeñe menos. Ni uniones de
sea igual en los que han de vivir juntos, ,sino que lo ha dé ser América contra Europa, ni con Europa contra un pueblo de Amé-
la manera de vivir; o pelean, y se desdefian, y se odian, por las rica. El caso geográfico de vivir juntos en América no obliga, sino
diferencias de manera, como se odiarán por las de objeto. Los en la mente de algún candidato o algún bachiller, a unión política.
países que no tienen métodos comunes, aun cuando tuviesen ídén- EI comercio va por las vertientes de tierra y agua y detrás de
ticos fines, no pueden unirse para realizar su fin común con los quien tiene algo ‘que cambiar por él, sea monarquía 0 república.
mismos métodos. La uni6n, con el mundo, y no con una parte de él; no con una par-
Ni el que sabe y ve puede decir honradamente,-porque eso te de él, contra otra. Sí algún oficio tiene la familia de repúblicas
sólo lo dice quien no sabe y no ve, o no quiere por su provecho de América, no es ir de arria de una de ellas contra las repúblí-
ver ni saber ,-que en los Estados Unidos prepondere hoy, síquíe- cas futuras.
ra, aquel elemento más humano y viril, aunque siempre egoísta y Ni en los arreglos de la moneda, que es el instrumento del
conquistador, de los colonos rebeldes, ya segundones de la noble- comercio, puede un pueblo sano prescindir-por acatamiento a un
za, ya burguesia puritana; sino que este factor, que consutió la pais que no te ayudó nunca, o lo ayuda por emulación y medio
raza nativa, fomentó y vivió de la esclavitud de otra raza y redujo de otro,--de las naciones que le anticipan el caudal necesario para
o robó los países vecinos, se ha acendrado, en vez de suavizarse sus empresas, que le obligan ei cariño con su íe, que lo esperan
con ei injerto continuo de la muchedumbre europea, crfa tiránica en las crisis y le dan modo para salir de ellas, que lo tratan a la
del despotismo político y religioso, cuya única cualidad común es par, sin desdén arrogante. y le compran sus frutos. Por el universo
el apetito acumulado de ejercer sobre los demás la autoridad que todo debiera ser una la moneda. Será una. Todo lo primitivo, como
se ejerció sobre elios. .Creen en la necesidad, en el derecho bárbaro, la diferencia de monedas, desaparecerá, cuando ya no haya pue-
como único derecho; “esto será nuestro, porque io necesitamos”. blos primitivos. Se ha de poblar la tierra, para que impere, en
Creen en la superioridad incontrastable de la raza anglosajona el comercio como-en la política, la paz igual y culta. Ha de pro-
contra la raz-a latina”. Creen en !a bajeza de la raza negra, que curarse la moneda uniforme. Ha de hacerse cuanto prepare a ella.
esclavizaron ayer y vejan hoy, y de la india, que exterminan. Creen Ha de reconocerse el uso legal de los metales imprescindíbies. Ha
que los pueblos de Hispanoamérica están formados, principalmente, de establecerse una relación fija entre el oro y la plata. Ha de
de indios y de negros. Mientras no sepan más de Hispanoamérica desearse, y de ayudar a realizar, cuanto acerque a lo; hombres y
los Estados I_inidos y la respeten más,-como con la explicación les haga la vida más moral, y llevadera. Ha de realizarse cuanto
502 José .Murri

OBRAS ESCOGIDAS. T. II 503


acerque a los pueblos. Pero el modo de acercarlos no es levantarlos
unos contra otros; ni se prepara la paz del mundo armando un
continente contra las naciones que han dado vida y mantienen dura en la sangre nacional;-el Congreso Panamericano, que de-
con sus compras a la mayor parte de los paises de él; ni convi- moró lo que no quiso resolver, por un espiritu imprudente de con-
dando a los pueblos de América, adeudados a Europa, a combinar, cesión innecesaria, o no pudo resolver, por empeños sinuosos o
con la nación que nunca les fió, un sistema de monedas cuyo fin escasez de tiempo,--recomendó la creación de una Unión Moneta-
es compeler a sus acreedores de Europa, que les fia, a aceptar una ria Internacional,-la creación de una o más monedas interna-
moneda que sus acreedores rechazan. cionales,-la reunión de una Comisión que acordase el tipo y
La moneda del comercio ha de ser aceptable a los paises que reglamentación de la moneda. Las repúblicas de América atendie-
comercian. Todo cambio en la moneda ha de hacerse, por lo menos, ron, corteses, la recomendación. Los delegados de la mayoría de
en acuerdo con los paises con que se comercia más. El que vende ellas se reunieron en Washington. México y Nicaragua, y el Bra-
no puede ofender a quien le compra mucho, y le da crédito, por sil y el Perú, y Chile y la Argentina, delegaron a sus ministros
complacer a quien le compra poco, 0 se niega a comprarle, y no residentes. El ministro argentino renunció el puesto, que ocupó
le da crédito. Ni lastimar, ni alarmar siquiera, debe un deudor mtis tarde otro delegado. Las otras repúblicas enviaron delegados
necesitado a sus acreedores. No debe levantarse entre paises que especiales. El Paraguay no envió. Ni envió Centroamérica, fuera
comercian poco, o no dejan de comerciar por razones de moneda, de Nicaragua, y de Honduras, cuyo delegado, hijo de un almirante
una moneda que perturba a los paises con quienes se comercia norteamericano, no hablaba español. Presidió la Comisión, por acuer-
mucho. Cuando el mayor obstáculo al reconocimiento y fijeza de do unánime, el Ministro de México. Sesiones de uso, comisiones
la moneda de plata es el temor de su producción excesiva en los previas, reglamento; lo uniforme no era allí la moneda, sino la
Estados Unidos, y del valor ficticio que 0 los Estados Unidos le duda, cambiada a chispazos en los debates,-la seguridad-de que
puedan dar por su legislación, todo lo que aumente este temor, no podía llegarse a acuerdo. Uno hablaba del “comercio real”. Otro
daña a la plata, El porvenir de la moneda de plata está en la se declaraba, antes de sazón, hostil “a esa idea imposible”. Pidió
moderación de sus productores. Forzarla, es depreciarla. La plata un delegado de los Estados Unidos una larga demora, “para tener
de Hispanoamérica se levantará o caerá con la plata universal. tiempo de conocer la opinión pendiente de la Cámara de Repre-
Si los paises de Hispanoamérica venden, principalmente, cuando sentantes sobre la acuñación libre de la plata”; y un delegado, al
no exclusivamente, sus frutos en Europa, y reciben de Europa em- obtener que se redujese a términos de cortesía lícita la pretensión
préstitos y créditos, {qué con,veniencia puede haber en entrar, por excesiva del delegado de los Estados Unidos, estableció que “se
un sistema que quiere violentar al europeo, en un sistem,a de mo- entendiese cómo la demora era para que la delegación del pais
neda que no se recibiria, o se recibirá depreciada, en Europa? Si invitante pudiera completar sus estudios preparatorios, puesto que
el obstáculo mayor para la elevación de la plata y su relación fija de ningún modo se habría de suponer que la opinión de la Cámara de
con el oro es el temor de su producción excesiva y valor ficticio Representantes hubiese por necesidad de alterar las opiniones for-
en los Estados Unidos,. lqué conveniencia puede haber, ni para los madas de la Comisión”.
paises de Hispanoamerrca que producen plata, ni para los Estados Cumplida la demora y desbandada la Cámara de Representantes
Unidos mismos, en una moneda que asegure mayor imperio y cir- sin haber votado la ley de plata libre, las delegaciones ocuparon
culación a la plata de los Estados Unidos? de nuevo sus puestos en la mesa de la Comisión. Acaso habían
oído algunos lo que decian sin reserva gentes notables del país.
Oyeron acaso que la Comisión no parecfa bien a los que pasaban
Pero el Congreso Panamericano, que pudo ver lo que no aie,mpre por amigos de la mayoría del gobierno. Que al gobierno no agra-
vio; que debió librar a las republicas de América de compromisos daba el interés de su minoria en mantener, por los que se tachan
futuros de que no las !ibró; que debió estudiar las propuestas de de artificios, la política continental. Que este alarde peligroso de
la convocatoria por sus antecedentes políticos y locales,--la plé- la politica continental, ni de una minoría era siquiera, sino de un
tora fabril traída por el proteccionismo desordenado,-Ia necesidad solo hombre. Que esta Comisión hueca debfa cesar, para que
del Partido Republicano de halagar a sus mantenedores protec- no sirviese de comodin politice a un candidato que no se para en
cionistas,---la ligereza con que un prestidigitador político, ponién- medios y sabe sacar montes de las hormigas. Que la simple dis-
dole colorines de republica a una idea imperial, podía lisonjear cusión de una moneda de plata común alarmaba y ofendía a los
a la vez, como bandera de candidato, el interés de los productores mantenedores del oro, que imperan en los consejos actuales del
ansiosos de vender y la conquista latente y poco menos que ma- Partido Republicano. Que los paises hispanoamericanos verían por
sí, sin duda, si les quedan ojos, el peligro de abrirse, por concepto
dc cortesía o por impaciencia de falso progreso a una política que
OBRAS ESCOGIDAS. T II 505
504 José .\farti
oro”. “A la moneda de plata no se la puede, ni se la debe, hacer
desaparecer. ” “Se ha de tender a la moneda uniforme, pero por el
los atrae, por el abalorio de la palabra y los hilos de la intriga a acuerdo confiado y sincero de todos los pueblos trabajadores del
una union fraguada por los que la proponen con un concepto dis- globo, para que tenga base que dure, y no por los recursos violen-
tinto del de los que la aceptan. Se puso en pie un delegado de tos del artificio llevado a la economía, que fomentan rencores y
los Estados tinidos, ante la Comisión por los Estados Unidos con- provocan venganzas, y no pueden durar.” “Pero el convite en con-
l-ocada para adoptar una moneda común de plata, y propuso, al junto no se recomienda.” Y cuando a su paso por los detalles mo-
pie de una robusta exposición de verdades monetarias, donde Ila- netarios tocaba a la Comisión marcar el espíritu con que Hispa-
maba “sueño fascinador” a la moneda internacional, que declarase noamerica los entendía, y entiende cuanto atañe a la vida indivi-
la Comisión inoportuna la creación de una o más monedas de plata dual e independiente de sus pueblos, lo marcó así:
comunes; que se opinase que el establecimiento del patrón doble “Los países representados en esta Conferencia no vinieron aquí
de plata y oro, con relación universalmente acatada, facilitaría la por el falso atractivo d e novedades que no están aún en sazón,
creación de aquellas monedas; que recomendase que las repúblicas ni porque desconociesen los factores todos que precedieron y acom-
representadas en la Conferencia conviden juntas, por el conducto pañaron ei hecho de su convocatoria sino para dar una muestra,
de sus respectivos gobiernos, a una Conferencia Monetaria Uni- fácil a los que están seguros de su destino propio y su capacidad
versal, para tratar del establecimiento de un sistetlya uniforme y para realizarIo, de aquella cortesía cordial que es tan grata y útil
proporcionado de monedas de oro y plata. “Hay otro mundo-decía entre los pueblos como entre los hombres,-de su disposición a
el delegado-y un mundo muy vasto del otro lado del mar, y la tratar con buena fe lo que se cree propuesto con buena voluntad-
insistencia de este mundo en no elevar la plata a la dignidad del y del afectuoso deseo de ayudar, con los Estados Unidos como con
oro es el obstáculo grande e insuperable que se presenta hoy para los demás pueblos del mundo, a cuanto contribuya al bienestar
la adopción de la plata internacional”. iLos Estados Unidos, pues, y la paz de los hombres. ” “No ha de haber prisa censurable en
marcaban a la América complaciente el peligro que hubiera corrido provocar, ni en contraer entre los pueblos compromisos innece-
en acceder con demasiada prisa a fas sugestiones de los Estados sarios que estén fuera de la naturaleza y de la realidad.” “El ofi-
Unidos! cio dei continente americano no es perturbar el mundo con fac-
A cinco repúblicas-a Chile, Argentina, Brasil, Colombia y Uru- tores de rivalidad y de discordia, ni restablecer con otros métodos
guay,-dio la Comisión el encargo de estudiar las proposiciones y nombres el sistema imperial, por donde se corrompen y mueren
de los Estados Unidos, y la Comisión, unánime. acordó recomen- las repúblicas; sino tratar en paz y honradez con los pueblos que
dar que se aceptase las proposiciones norteamericanas. “No podía en la hora dudosa de la emancipación nos enviaron sus soldados,
extrafiar la Comisión que los delegados de los Estados Unidos y en la época revuelta de la constitución nos mantienen abiertas
reconociesen las verdades que la Comisión Internacional se hu- sus cajas. ” “Los pueblos todos deben reunirse en amistad, y con
biera visto obligada a reconocer por si misma.” “La Comisión la mayor frecuencia dable, para ir reemplazando, con el sistema
acataba, como que es de elemental justicia, el principio de some- del acrecentamiento universal, por sobre la lengua de los istmos
ter a todos ios pueblos del universo la proposición de fijar las y ia barrera de los mares, el sistema, muerto para siempre, de
sustancias y proporciones de la moneda en que han de comerciar dinastias y de grupos. ” “Las puertas de cada nación deben estar
los pueblos todos.” “Sueño sería, impropio de la generosidad v abiertas a la libertad fecundante y legítima de todos los pueblos.
grandeza a que están obligadas las repúblicas, negarse directa 8 Las manos de cada nación deben estar libres para desenvolver
indirectamente, con violación de los intereses natura!es y los de- sin trabas el país, con arreglo de su naturaleza distintiva y a SUS
beres humanos, al trato libérrimo con los demás pueblos del globo.” elementos propios.”
Pero no propuso la Comisión, como los Estados Unidos, que se
convidase “a las potencias del globo”, “por no correr el peligro,
con una invitación no bastante justificada, de alarmar con temo- Cuando se pone en pie el anfitrión, los huéspedes no insisten
res, no por infundados menos ciertos, a los poderes que pudiesen en quedarse sentados a fa mesa. ‘Cuando los huéspedes venidos
ver en la convocatoria el empeño, por más que hábil y disimulado, de muy lejos, más por cortesía que por apetito, hallan al anfitrión
de precipitarlos a una solución a que de seguro llegarán antes por a la puerta, diciendo que no hay qué comer, los huéspedes no lo
sí propios, caso que quieran llegar, que si se les excita la suspi- echan de lado, ni entran en su casa a la fuerza, ni dan voces para
cacia, o se lastima su puntillo con una insistencia que no tendría que les abran el comedor. Los huéspedes deben decir alto la cor-
la razón de allegar al problema monetario un solo factor nuevo tesia por que vinieron, y cómo no vinieron por servidumbre ni ne-
de importancia, ni un solo dato desconocido”. “La plata debe irse
acercando al oro.” “La producción inmoderada aleja la plata del
506 José Marti
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 507
cesidad, para que el anfitrión no crea que están tallados en una
rodilla, o son títeres que van y que vienen, por donde quiere que a su servicio? ~0 era, como decían los que saben del interior de
vayan o vengan el titiritero. Luego, irse. Hay un modo de andar, la política, que el interés de un grupo político, o de un político
de espalda vuelta, que aumenta la estatura. Un delegado hispa- tenaz y osado de los Estados Unidos, levanta por resortes ocultos
noamericano-entendiendo que la Comisión Monetaria no venía e influencias privadas una asamblea de pueblos contra la opinión
más que “a cumplir lo que se había recomendado”-apadrinó, sin solemne de9 gobierno de 90s Estados Unidos? ¿Era que la asamblea
ver que una recomendación lleva aparejada la discusión y confir- de pueblos hispanoamericanos iba a servir los intereses de quien
mación antes del cumplimiento, la opinión sin cabeza visible que los compele a ligas confusas, a ligas peligrosas, a ligas imposibles,
andaba serpeando por entre los delegados: que la Comisión Mo- desdeñando el consejo de los que, por su interés loca9 de parti-
netaria no había venido, como creían los Estados Unidos que la darios o por justicia internacional, les abren las puertas para que
promovieron, a ver si podía y debía crearse una moneda interna- se salven de ellas?
cional, sino a crearla ahora, aunque los Estados Unidos mismos Se meditó; se temió; se urgió; se corrió gran riesgo de hacer
reconociesen que ahora no se podía crear; y el delegado propuso lo que no se debía: de dejar en pie-a9 capricho de una política
un plan minucioso ,de moneda de América, que llamó “Columbus”, ajena, desesperada y sin escrúpulos,-una asamblea que, por lo
sobre los trazos de la moneda de la Unión Latina, más un Consejo complejo y delicado de las relaciones de muchos pueblos de His-
de Vigilancia, “residente en Washington”. panoamérica con los Estados Unidos, podía, en manos de un can-
No habían dicho los Estados Unidos que el obstáculo para didato inclemente, ceder a 90s Estados Unidos más de lo que
la creación de la moneda internacional fuese la resistencia de la conviniese al respeto y seguridad de los pueblos hispanoamericanos.
Cámara de Representantes a votar la acuñación libre de la plata, Mostrarse acomodaticio hasta la debilidad no sería el mejor
sino la resistencia del mundo vasto del otro lado de la mar a acep- modo de salvarse de los peligros a que expone en el comercio, con
tar la moneda de plata en relación fija e igual con la moneda de un pueblo pujador y desbordante, la fama de debilidad. La cor-
oro; pero un delegado hispanoamericano preguntó así: “<No sería dura no está en confirmar la fama de débil, sino en aprovechar
más prudente, dada la probabilidad de que la nueva Cámara de la ocasión de mostrarse enérgico sin peligro. Y en esto de peligro,
Representantes vote antes de fin de año la acuñación libre de la lo menos peligroso, cuando se elige la hora propicia y se la usa
plata, suspender las sesiones de la Conferencia, por ejemplo, hasta con mesura, es ser enérgico. Sobre serpientes, equién levanta pue-
el día primero de enero de 1892, cuando probablemente este asunto blos? Pero si hubo batalla; si e9 afán de progreso en las repúblicas
habrá sido decidido por el gobierno de los Estados Unidos?” Y aun no cuajadas lleva a sus hijos, por singular desvío de la ra-
cuando otro delegado urgía, por el decoro de los huéspedes, la zón, o levadura enconada de servidumbre, a confiar más en la
aceptación, lisa y prudente, de las proposiciones de los Estados virtud del progreso en los pueblos donde no nacieron, que en el
Unidos, salva la del Congreso Universal, habió un delegado his- pueblo en que han nacido; si el ansia de ver crecer el país nativo
panoamericano, que no habla español, para pedir y obtener la 90s lleva a la ceguedad de apetecer modos y cosas que son afuera
suspensión de la sesión. <Quién podía tener interés, puesto que los producto de factores extraños u hostiles al país, que ha de crecer
hispanoamericanos no lo tenían, en que la Comisión promovida conforme a sus factores y por métodos que resulten de ellos; si la
por los Estados Unidos continuase en funciones, contra la opinión cautela natura9 de los pueblos clavados en las cercanías de Nor-
terminante de los mismos Estados Unidos? lQuién azuzaba, en teamérica no creía aconsejable lo que, más que a los demás, por
una asamblea de mayoría hispanoamericana, la oposición a las esa misma cercanía, les interesa; si la prudencia loca9 y respetable,
proposiciones de los Estados Unidos? 2A quién, sino a los que o el temor, o la obligación privada, ponían más cera en 90s ca-
hacen bandera de la política continental, propuesta por los Esta- racteres que la que se ha de tener en 90s asuntos de independencia
dos Unidos, perjudicaba que la idea de una moneda continental y creación hispanoamericana, en la Comisión Monetaria no se vio,
se declarase imposible en la Comisión reunida para su estudio porque acordó levantar de lleno sus sesiones.
por los mismos Estados Unidos? iPor qué surgía, ni cómo podía
surgir de un modo natura9 en la Comisión Monetaria, de mayoría La Revista Ilustrada de Nueva York, mayo de 1891,
hispanoamericana, el pensamiento de oponerse a la clausura de 0. f-.‘.,t. 6, p. 157-167.
una Comisión reunida para tratar de un proyecto que expresamente
declaraban irrealizable, casi unánimemente, !os delegados hispa-
noamericanos? Si a sí no se servían, <qué interés, en el seno de
ellos, se aprovechaba de su buena voluntad excesiva, y los ponía
0BR.U ESCOGIDAS T. II 509

RAFAEL MARIA DE MENDIVE :,iempre sestido de dril blanco, oia él, como si conversasen en voz
baja, ia comedia que le fue a recitar Tomás ij\endoza; o le mudaba
a Francisco Sellén el verso de la elegía a Miguel Xngel,’ donde
el censor borró “De Bolívar y Washington la gloria”, y éi puso,
sin que el censor cayese en cuenta, “De Harmodio y Aristógiton la
gloria”; o dictaba, a propósito de uno u otro Senado, unas sexti-
llas sobre “los pancistas” que restallaban como latigazos; o de-
fendía de los hispanóiobos, y de los literatos de enaguas, la gloria
cubana que le querian quitar a la Avellaneda:’ o con el ingeniero
Roberto Escobar y el abogado Valdés Fauli s y el hacendado Cris-
tóbal Madan y el estudiante Eugenio Entenza, seguia, de codos
en e! piano, la marcha de Céspedes 6 en el mapa de Cuba; o me
daba a empeñar su reloj, para prestarle seis onzas a un poeta
necesitado. Y luego yo le llevé un reloj nuevo, que le compramos
Sr. Enrique Trujillo los discípulos, que le queríamos; y se lo di, llorando.
0 de un poco antes pudiera yo hablarle, cuando lo acababan
Mi generoso amigo: de hacer director del colegio, y él estaba de novio en sus segundas
Y <cómo quiere que en algunas líneas diga todo lo bueno y nupcias, con una casa que era toda de ángeles. Los ángeles se
nuevo que pudiera yo decir de aquel enamorado de !a belleza, que sentaban de noche con nosotros, bordando y cuchichendo, a oir la
!a queria en las letras como en ias cosas de la vida, y no escribió clase de historia que nos daba, de gusto de enseñar, Rafael Men-
jamás sino sobre verdades de su corazón o sobre penas de la pa- dive; o nos oian de detrás de las persianas, cuando las expulsaban
tria? De su vida de hombre yo no he de hablar, porque sabe poco por traviesas, lo que,--ante el tribunal de Valdés Fauli, y Domingo
de Cuba quien no sabe cómo peleó él por ella desde su juventud, Arosarena, y Julio Ibarra, y el conde de Pozos Dulces,’ y Luis
con sus sonetos clandestinos y sus sátiras impresas; cómo dio en Victoriano Betancourt;--- temamos que decir sobre “el funesto Al-
España el ejemplo, más necesario hoy que nunca, de adquirir fama cibiades” o “el magnánimo Artajerjes” o “los sublimes Gratos”.
en Madrid sin sacrificar la fe patriótica; cómo empleó su riqueza, Era maravilloso,-y esto lo dice quien no usa en vano la palabra
más de una vez, en hermosear a su alrededor la vida, de modo que maravilla,--aquel poder de entendimiento con que, de una ojeada,
cuanto le rodeaba fuese obra de arte, y hallaran a toda hora cu- sorprendía Mendive lo real de un carácter; o cómo, sin saber de
bierto en su mesa los cubanos fieles y los españoles generosos; ciencias mucho, se sentaba a hablarnos de fuerzas en la clase
cómo juntó, con e! cariño que emanaba de su persona, a cuantos de física, cuando no venía el pobre Manuel Sellén,---y nos embe-
desagradecidos o sinceros para con él, amaban como él la patria, lesaba. De tarde, antes de que llegasen sus amigos, dictaba a un
y como él escribían de ella. De la Revista de La Hubanu nada le tierno amanuense las escenas de su drama inédito La nube negra
dire aquí; ni de su traducción de las Melodías l de Tomás Moore; o capítulos de su novela de la sociedad habanera, donde están,
ni de su cariño de hijo para José de la Luz, y de hermano para como flagelados con rosas, pero de modo que se les ve pestañear
Ramón Zambrana; ni de la tierna amistad que le profesaron, aun y urdir, los héroes de la tocineta y del chisme y del falso dandismo.
cuando las contrariedades le tenían el carácter un tanto deslu- iSe lo pintaré preso, en un ca!abozo del castillo dei Príncipe,
w-wdo por su Micaela 8 fiel, y sus hijos, y sus discípulos; o en
cido, los hombres, jóvenes o canosos, que llevaban a Cuba en el
corazón, y la veían, fiera y elegante, en aquella alma fina de poeta.
;No recuerdo yo aquellas noches de la calle del Prado, cuando el 3 Miguel Angel Mendive y Nin
colegio que llamó San Pablo él porque la Luz había llamado al ‘ Gertrudis Gtmez de Avellaneda.
suyo el Salvador?: José de Armas y Céspedes, huyendo de la po-
licía esparlola, estaba escondido en el cuarto mkmo de Rafael 5 José Valdes Fauii
Mendive; en el patio, aí pie de los plátanos, recitábamos los mu- 6 Carios Manuel de Ckspedes
chachos ei soneto del “Señor Mendive” a Lersundi;* en la sala,
’ Francisco de Frias y Jacott
1 Melodins irlandesas. Nueva York, 1863.
* Micaela Nin y Colbard.
* Francisco Lersundi Ormaechea.
510 Jos¿ Martí
A LOS CUBANOS
Santander, donde los españoles lo recibieron con palmas y ban-
quetes?; ¿o en New York, a donde vino escapado de España, para
correr la Suerte de ios cubanos, y celebrar en su verso alado y
caluroso al héroe que caia en el campo de pelea y al español bueno
que no habia querido alzarse contra la tierra que le dio el pan,
y a quien dio hijos?; io en Nassau, vestido de blanco como en
Cuba, malhumorado y silencioso, hasta que, a la voz de Victor
ffugo, se alzó, fusta en mano, contra Los dormidos?; ¿o en Cuba,
después de la tregua, cuando respondia a un discípulo ansioso:
“¿Y crees tú que si, por diez años a lo menos, hubiese alguna
esperanza, estaria yo aqui?” ¿A qué volver a decir lo que saben
todos, ni pensar en que los diez años han pasado? Prefiero retor Ni razones ni iisonjas son necesarias para que los cubanos nos
darlo, a solas, en los largos paseos del colgadizo, cuando, callada convidemos unos a otros a proclamar que cada año esplende más
la casa; de la luz de la noche y el ruido de las hojas fabricaba cl 10 de Octubre. No hay intereses que adulen, ni camarillas que
su verso; o cuando, hablando de los que cayeron en el cadalso excluyan, ni hombres que quieran ponerse sobre los demás, ni lo-
cubano, se alzaba airado del sillón, y le temblaba la barba. greros que se aprovechen de las cosas santas: acá, en veinte años
de prueba, hemos echado abajo todo eso. Hay un pueblo, de un
SU solo corazón, que vigila y confía.
Cada año que pasa, el 10 de Octubre crece, el alma cubana
JOSE MARTI crece; sienten todos que, con el sigilo de la prudencia, va levan-
trindose en la sombra el país: un pais de justicia: un país bueno.
Ef Porvenir, Nueva York, lro. de julio de 1891. Cada 10 de Octubre es una victoria. Ni a lamentar, ni a hablar
0. C., 1. 5, p. 250-252. sin objeto nos convidamos unos a otros para nuestro 10; sino a
enseñar que estamos aquí, en pie todos, amando y aprendiendo.
Aqui no somos desterrados, sino fundadores. El que falte el día 10,
sin razón suprema, a la gran cita, falta a su deber de hijo, a su
deber de fundar.
El 10 de Octubre, a las ocho de la noche en Hardman Hall,
Calle 19 y Quinta Avenida.

[Nueva York, octubre de 18911 ’

JOSÉ MARTl
0. C., t. 1, p. 265.

’ La consideramos escrita en este mes, y no en septiembre como se ha publicado,


porque en El f’vrvenir de Nueva York, del 7 de octubre de 1891, leemos que
Marti reunió en su casa cl pasado domingo 4 a varios cubanos para organizar la
conmemoración del 10 de Octubre, y seguidamente aparece esta invitación. EJM.
OBRAS ESCOGIDAS T Il 513

DISCURSO EN CONMEMORACION
v sin almohada, por nuestro decoro de hombres; aquellos son carne
DEL 10 DE OCTUBRE ;lues;ra, y entrañas y orgullo nuestros, y raices de nuestra libertad
y padres de nuestro corazón, y soles de nuestro cielo y del ci
de la justicia, y sombras que nadie ha de tocar sino con reveren-
cia y ternura. ;Y todo el que sirvió, es sagrado! El que puso el
pie en la guerra; el que armó un cubano de su bolsa; el que quiso
la redención de buena fe, y le sacrificó su porvenir y su fortuna,
va lleva un sello sobre el rostro, y un centelleo en los ojos, que
‘ni su misma ignominia le pudiera borrar luego. iA todos los va-
lientes, salud, y salud cien veces, aunque se hayan empequeñecido
o equivocado!
Y este culto a la Revolución, que seria insensato si no lo pur-
Cubanos: gase cl conocimiento de sus errores, nos ha traído a aquella fe
cordial y serena, a aquella determinación definitiva e inquebran-
No venimos aquí como gusanos, a empinarnos sobre el sauce table, a aquella fraternal e indulgente disposición del ánimo, a
heroico; ni a cantar en sus ramas lindamente, como sinsontes vo- aquella prudencia considerada y equitativa, que no pueden per-
cingleros; ni a fiar, como bonzos, la suerte del país de nuestras turbar los gobernantes españoles, deseosos de revueltas prematu-
entrafias ai buitre que acecha ya la gangrena que corroe; ni a ras.--ni el desaliento propio de los que tienen, allá en la Isla,
proclamar, con el reloj de arena sobre nuestras cabezas, que llegó ellccndida el alma heroica en un desierto moral,-ni la censura
la hora de la descomposición y del espanto, ni a tañer en la man- de los que desconocen en los demás la eficacia del brio que se ha
dolina patrióticas serenatas a balcones que no se quieren abrir. entibiado ya en su corazón. No estamos aquí, pujando la opor-
Venimos a caballo como el afro pasado, a anunciar que al caballo tunidad, para caer mañana, como rancheros sobre la patria de!
le ha ido bien; que las jornadas que se andan en la sombra son alma; ni ievantando, a pura excomunión, un partido cubano que
también jornadas; que con las orejas caídas y los belfos al pe- tlumille a los cubanos; ni peleando, como gauchos mortales, por el
sebre no se fundan pueblos; que no es la hora todavia de soltarle :cñorio de la tierra espantada; ni negando apoyo a la guerra que
el freno a la cabalgadura, pero que la cincha se la hemos puesto otros pudiesen preparar, por el pecado de no haberla preparado
ya, y la venda se ia hemos quitado ya, y la silla se la vamos a r?osotr&; ni comiéndoles los pies a los culpables de amor y de
poner, y los jine?es. . . ilos corazones están llenos de jinetes! La luz. No soñamos aqui cn una patria de corrillo, donde el goce
miseria cría magníficos jinetes. La visión del padre glorioso hace voluntario o casual de la libertad del extranjero dé privilegio de
jinete al hijo. Lo que pudo una generación muelle y ofendida, que virtud sobre los que viven tan fieles a su ideal como nosotros al
desconocía el poder que mostró, lo podrá una generaciQn trabaja- :Ilcancc del cadalso: no vivimos aquí contando los defectos, sino
dora y ofendida, que conoce su poder. iA caballo venimos este año, ;rts virtudes. illena tenemos la memoria de nombres queridos que
lo mismo que ei pasado, sólo que esta caballeria anda por donde no dicen los labios! iAbiertos, tenemos los brazos para aquellos
se vence, y por donde no la oye andar el enemigo! CIIYO nombre amado no osa escribir nuestra p!uma! iDispuestos
Y es lo primero este año, porque ha pasado por el aire una cqti;l en nuestro corazón los asientos de fiesta para muchos huks-
que otra ave de noche, proclamar que nunca fue tan vehemente ni pedes ausentes! Otros descontarían de las listas del triunfo a los
tan tierno en nuestras almas el culto de la Revolución. Aquellos que, por legitimo temor o por enfermedad del tinimo, no acudiesen
padres de casa, servidos desde la cuna por esclavos, que decidieron cn la hora dificil a defendernos la bandera; otros distribuirian, con
servir a los esclavos con su sangre, y se trocaron en padres de el ojo rapante, los beneficios de la victoria entre los criados sumisos
nuestro pueblo; aquellos propietarios regalones que en la casa a su mandato; otros iacharían con acritud a los que, por incompleta
tenían su recién nacido y su mujer, y en una hora de transfigu- educación política, o por falta de paciencia, o por aquella sincera
ración sublime, se entraron selva adentro, con la estrella a la fren- desconfianza de si que viene a los hombres de una larga vida
te; aquellos letrados entumidos que, a! resplandor del primer rayo, de disimulo y dependencia, buscan en su poder extraño la salva-
saltaron de la toga tentadora al caballo de pelear; aquellos jóvenes ción que no saben sacar de su voluntad; otros, con resabios de
angélicos que del altar de sus bodas o del festín de la fortuna dueño, andarárl sobre las puntas de los pies, para no iastimarse
salieron arrebatados de jfibilo celeste, a sangrar y morir, sin agua cl charol, por entre las sepultura< donde cayeron de su brega de
Iléroc-. envuclto~ cn el mismo pabellón. los negros y los blancos:
OBRAS ESCOGIDAS T II 515

inosotros no somos aquí más que el corazón de Cuba, en donde es la mejor libertad sino el deber de. emplearla en bien de los
caben todos los cubanos! que tienen menos libertad que nosotros? <Para qué es la fe, sino
Aquí hemos estudiado las causas reales y complejas de la derrota para enardecer a los que no la tienen? ¿A qué som’os, fuera de
de la Revolución; hemos desentrañado los elementos que en ella Cuba, una legión hecha a la tempestad, sino para amparar con
se crearon, y continuaron de ella, y podrían entorpecer o ayudar nuestros cuerpos a los que sufren de miedo de mujer? ;El hábito
la pelea definitiva; hemos compuesto en un alma sola,-sin más de ceder embota la capacidad de osar! ;Cedan el paso los tímidos
excepción que uno u otro pedrusco, o uno u otro veneno,-los fac- estériles a los prudentes que han sabido respetarlo.. .! <A qué
tores que se dejó en hostilidad la dirección diversa y tibia de la vivimos, unidos al fin con alma igual para el rescate juicioso y
guerra anterior; hemos ajustado nuestra acción, que pudimos mu- cruento; a qué vivimos, los que hemos fundado en la arena y
chas veces precipitar o extraviar, a los períodos de aquella con- dejado señales en la roca, sino para mostrar que el patriotismo
valecencia dolorosa por donde, en cuanto le acaben de crecer los cubano sacó de la derrota la ciencia política necesaria para no caer
cabellos, ha de volver a nuestra patria la salud; hemos reunido otra vez en ella? *Qué somos, sino práctica viva, sin aquel funesto
en la obra de todos los días, con la proporción debida al derecho divorcio de antes entre los indecisos acá y los arremetedores allá,
humano y a su importancia real, los componentes sin cuya colabo- de aquella patria sana venidera en que no ha de haber iporque
ración heterogénea; hemos inspirado en los pueblos de nues- no los ha de haber! ni soberbias de capital, ni recelos de terruño?
tra tierra heterogénea; hemos inspirado en los pueblos de nuestra i.t& somos ya, fuera de Cuba, sino un pueblo hecho, trabajador
familia aquel cariño y estimación profundos que convienen para y susceptible, como han de ser los pueblos destinados a la felicidad
que no tropiece en su enemistad o en su indiferencia la obra de en las repúblicas? iPero es cierto que el hombre vanidoso niega
nuestra redención, por donde la familia se completa y asegura; o censura las virtudes difíciles que no se atreve a cultivar: es
hemos cerrado el paso de la patria, sin ira y sin temor, a las corre- cierto que las primeras señales de los pueblos nacientes, no las
rias que por su origen, o por sus métodos, o por sus resultados, saben discernir, ni las saben obedecer, sino las almas republicanas!
fueran indignas de ella: y cuando ya no queda de una política CY esto hacemos aquí, y labramos aquí sin alarde un porvenir
imprevisora más que el escarmiento saludable y la cólera útil, en que quepamos todos, y tendremos aquí la mansedumbre de mirar
cuando la liga floja y temporal del alma cubana con un sistema como nuestros a los que nos desoyen, y amar a los que nos desa-
extraño a su constitución y a los que lo habían de permitir, sólo man? <Qué somos aquí, cubanos o enemigos de Cuba? CAventu-
deja tras sí al desvanecerse, un silencio desordenado y sombrío, o reros, o patriotas? ?Merodeadores, o redentores? ¿Y qué sabemos
la demanda de una nueva esclavitud, ni blandimos el marchamo nosotros si eso es desamor, o si es que ya nos buscan en silencio,
para señalar las frentes culpables del terrible desorden espiritual, acaso sin sentir cómo el corazón se les va oreando, y no han ha-
ni les señalamos con mano rencorosa la agonía de un pueblo que llado aún e! modo de decirnos que nos aman? iVayan alzando el
pudo mantenerse, y se debió mantener, en la campaña de la pru- pecho a la callada, que de aqui iremos poniendo a su compás nues-
dencia, disciplinado para la de la resolución; sino que abrimos los tro impetu! UNO se viene la tierra por nuestro camino? La esposa,
brazos, pensando sólo en que somos pocos, aun cuando fuésemos trasportada de ira, cno le dice al esposo: “jvete, vete, criollo in-
todos, para reparar el tiempo perdido, para encender en la fe nueva feliz, a donde haya trabajo y justicia!“?; los más hechos a aquel
los ánimos vibrantes, para correr el hilo misterioso por los cora- pan villano, y los que le han sacrificado más, cqué son sino som-
zones; y a cuantos sufren como nosotros del dolor del país, y bfas de miseria, y fantasmas en casas vacías?: los hijos de los
aspiran como nosotros a levantarlo de él, a todos les decimos, con ricos, después de una vida inútil de vaqueros, cno vienen a pedir
los brazos abiertos: Aquí velábamos; aquí aguardábamos; aquí an- la limosna de la vida a los pueblos extraños?: los de ahora, los
ticipábamos; aquí ordenábamos nuestras fuerzas; aquí nos ganá- de sangre nueva, {no levantan en sus hombros, y pasean en triun-
bamos los corazones; aquí recogíamos y fundíamos y sublimába- fo, por la ley de honra que es más fuerte que el miedo, a los que
mos, y atraíamos para el bien de todos, el alma que se desmigajaba vieron de cara al sol en los días gloriosos?: y los gobernantes
en el país! espantados, ¿no arrancan de las manos a los niños, las escopetas
Con el dolor de toda la patria padecemos, y para el bien de df- jugar con que se ensayan en el viento? iLa tierra se viene por
toda la patria edificamos, y no queremos revolución de exclusiones nuestro camino, y los de allá y los de acá no tenemos más que
ni de banderías, ni caeremos otra vez en el peligro del entusiasmo hacer que juntar, con prudencia, nuestros corazones.
desordenado ni de las emulaciones criminales. Todo lo sabemos y iCunda allá, de alma, este fuego domado que nos nutre y en-
todo 10 evitaremos. Razón y corazón nos llevan juntos. Ni nos ciende; medite, cada uno a solas, en esta fe tranquila y vigilancia
ofuscamos, ni nos acobardamos. Ni compelemos, ni excluiinos. ¿Qué seria y ternura de nuestro cariño fraternal; sepan que, en la agonía
516 Josi .Martr OBRAS ESCOGIDAS. 7 II 517

en que los ha puesto el triunfo aniquilador de un dueño incorre- Villamil en Cuba, al gallego Insua en New York?-reconocemos
gible, y la confianza desordenada en una política Santástica y el valor político del español amigo de la libertad, que ie deja fran-
artificial, vela por ellos, sangra con ellos, purifica para ellos, co el paso, sin oponerse a su triunfo, o sale a defenderla a la luz
funda para ellos, con precisión de problema científico y conoci- del día: iy nuestra estimación por el español bueno, sólo iguala
miento entero de la realidad, un pueblo ausente en que se han Ile- a nuestra determinación de arrancar de raíz, aunque se queje la
gado a fundir, en diez años de estudio y de sacrificio, en diez tierra, los vicios y las vergüenzas con que el español malo nos
años de equidad y de precisión, el más puro anhelo heroico y la pudre! Y en nosotros mismos sentimos la fuerza serena que da
más severa disciplina pública! el hábito del sacrificio. Ni a nosotros mismos nos tememos, porque
iNi esperen, para tener noticias nuestras, aquellos infantiles sabemos que nuestro error es menos que nuestra virtud; ni teme-
organismos revolucionarios de antes, que fueron grandes en su mos a esos peligros de América tan decantados: porque venimos
día, y hoy, cubiertos por el espionaje, no serían más que semille- después de ellos,-y ni la América ni nosotros hemos vivido en
ros para el cadalso! iAmamos mucho a los cubanos nuevos para VanO,--iy estamos al quite!
ponerlos en peligro así ! Lo que es, es, y lo sabemos acá; pero es Ni sueño pueril, ni evocación retórica, es lo que tengo ahora
preferible que, por falta de obra patente nos crean indctívos, a delante de mis ojos, sino visión de lo que ha de ser, y escena de
que caiga una sola cabeza de cubano, por el prurito de alardear verdadera profecía. iAh, los días buenos, los días de trabajo des-
de organizadores. Busquemos, uno a uno, quien nos desee; mán- pues de la redención, los días de la reedificación, en el contento
denos ayuda el que pueda, fe el que no pueda más, que no hay de un derecho igual, los días de aquella ardiente labor de paz que
cosa que valga más que la fe: veamos aquí, como lo estamos vien- ha de seguir a la labor de guerra, en que allá en el palacio de
do, que el alma de la isla, renovada en la espera, se encrespa y nuestra ley, con las palmas de mármol que le vamos a poner
se decide: venga a nosotros, por sí y como le parezca bien, el alma de pórtico, nos contemos, paseando entre las estatuas de los hé-
de allá que se nos quiere venir; iclubs de espíritus es lo que que- roes,--10s sagaces junto a los fanáticos, que son tan útiles como
remos, y los nombramientos que firma el valor, y los compromisos el sagaz, los buenos junto a los viles, que son tan necesarios,
que se juran a solas a la conciencia, y aquella determinacibn cauta como los buenos, para indignarlos, y levantarlos y sacarles las
y viril con la que no puede traficar el espía, y en la que no tiene chispas,-nos contemos los errore- c de ambas Américas, de la nues-
dónde asir el asesino! iEsté el alma en pie, para cuando le llevemos tra y de la otra, para no caer en ellos,-ajustemos las leyes de
la mitad del alma! nuestra tierra original a su composición histórica, y a sus defec-
Peligros, es claro que los tenemos, y ni uno soio nos es ex- tos, y a su naturaleza,-fundamos en el concepto uno y superior
traño, y los hay grandes; pero, econocer los peligros, no es el del país común,-que unió con el sacrificio lo que el déspota procuró
primer paso ya para vencerlos? Y la determinación de ajustar apartar con la astucia,-las quejas de vecindad y las pequeñas
nuestros métodos a nuestros componentes <no es prenda de que los lealtades regionales!-;Ah, los días buenos del trabajo después
factores del país, satisfechos en su justa reiación, no se alzarán, de la redención, del trabajo continuo, y de buena fe, para evitar e!
como la vez pasada, contra la falta de ella? En este estudio asiduo, exceso de política de los desocupados ambiciosos, o de los aspi-
en esta indulgencia constante, en este apego a toda la realidad, está rantes soberbios o de los logreros de la palabra y de1 valor,-y
el espíritu, y ha de estar la salvación de nuestra guerra nueva. Nada para reparar, estando como estamos a las puertas de un crítico
nos es desconocido de los obstáculos de afuera o de adentro, ni goloso e impaciente, la época larga de desiguaidad y languidez
nada de lo que nos puede ayudar. Amamos, con todos sus pecados que pudiera dar!e razón para echarse sobre el pueblo incapaz, o
posibles, a los que, en la hora de arriesgarse o de temer, se fueron darnos razón para desconfiar de nosotros mismos! iAh. los días
tras el honor, yarey al aire. Estimamos con afectuosa cautela aquel buenos.. .! ;ya me parece ver brillar el sol sobre las estatuas de
mismo taiento timorato,-pero útil en lo futuro por su preparación los héroes, y sobre el pórtico de palmas de mármol!
crítica y estudio sosegado del arte de gobierno,-de los que en iDe veras que se ‘nos habla demasiado de peligros! <Pues esta
Cuba han vivido con aquel exceso de mente, sin válvula de acción, tierra que pisamos qué fue hace tres siglos, sino un barquichuelo,
que vicia y desequilibra el carácter. Observamos, con júbilo como cargado de cañones y de mujeres, que vino, en el hambre y en la
de cosa propia, en los cubanos de todas condiciones y colores, tormenta, más pobre que nuestra pobreza mayor huyendo de donde
aquella laboriosidad tenaz, aquella crítica vehemente, aquel ejer- no se podía amar la iibertad? Y la protesta religiosa, que lo puso en
cicio de sí propio, aquel decoro inquieto por donde se preservan ia vía de !a poiítica, y dan los cuentos eruditos como la íinica
y salvan las repúblicas. Reconocemos-jcómo no hemos de reco- semilla de libertad viable; equé fue sino obra de un monje gui-
nocer, recordando a Mina en México, a Gainza en Guatemala, a tarrero, con ríos de sangre por venas, y naciones frenéticas )
318 José Martí

convulsas por pedestal, y hecatombes humeantes por antorchas? VERSOS SENCILLOS


;Esos cómodos, y esos liberales de aguamiel! iSangre, el que as-
pire! ePara qué somos hombres, sino para mirar cara a cara a la
verdad? iDése lo justo, y no se nos pedirá lo injusto! El que a ser
hombre tenga miedo, póngase de alquiler, con el ambicioso que
lo use y 10 pague, y le defienda la casta o la mala propiedad. iPara
otros no hay goce mayor que el de ver cómo el hombre se redime
y crece... ! Lo que no se puede cambiar, ha de tomarse como es.
CQuién teme al juego natural y necesario de las pasiones y virtu-
des de los hombres, ni al conflicto inevitable de sus aspiraciones
y cobardías, y de sus impetus e intereses? Vea el que desconfie
a la naturaleza equilibrada y triunfante. Nace el guao en el campo
del laborioso, y silba la serpiente desde sus agujeros escondidos, y
pestañea la lechuza desde la torre de los campanarios; pero el sol A Manuel Mercado, de México
sigue alumbrando los ámbitos del mundo, y la verdad continúa A Enrique Estrúzulas. de Uruguay
incólumne su marcha por la tierra.
Y si nos preguntan dónde está la forma visible de esta energía
y política nuestra, dónde el alarde infantil que desagrada a los Mis amigos saben cómo se me salieron estos versos del corazón.
sensatos, dónde la autoridad ostentosa que levanta recelos y pone Fue aquel invierno de angustia, en que por ignorancia, o por fe
en lucha las localidades, dónde la fogata imprudente que descubre fanática, o por miedo, o por cortesía, se reunieron en Washington,
el cam,po al enemigo,-responderemos con el recuerdo de una ma- bajo el águila temible, los pueblos hispano-americanos. ¿Cuál de
ravilla que anda escrita en un libro de victorias. Cuentan de un nosotros ha olvidado aquel escudo, el escudo en que el águila
coronel que, en la hora fantástica de la alborada, venia a escape, de Monterrey y Chapultepec, el águila de López y de Walker,
sable en mano, sobre las filas de los invasores, cuando una bala apretaba en sus garras los pabellones todos de la América? Y la
de cañón le cercenó, como de un tajo, la cabeza. Ni el jinete cayó de agonía en que viví, hasta que pude confirmar la cautela y el brio
su montura ni bajó su brazo el sable: ly se entró por los enemigos de nuestros pueblos; y el horror y vergüenza en que me tuvo el
en espanto y en fuga el coronel descabezado! Pues así somos no- temor legítimo de que pudiéramos los cubanos, con manos parri-
sotros amigos de la humildad y del sacrificio. IEntrese nuestro cidas, ayudar el plan insensato de apartar a Cuba, para bien único
caballo por el invasor y espántelo y derrótelo, aunque no les vean de un nuevo amo disimulado, de la patria que la reclama y en
a los jefes la cabeza! ella se completa, de la patria hispano-américana,-me quitaron las
fuerzas mermadas por dolores injustos. Me echó el médico al
Pronunciado en Hardman Hall, Nueva York, el 16 de octubre de 1891 monte: corrían arroyos, y se cerraban las nubes: escribi versos.
0. C., t. 4, p. 259-266. A veces ruge el mar, y revienta la ola, en la noche negra, contra
las rocas del castillo ensangrentado: a veces susurra la abeja,
merodeando entre las flores.
¿Por qué se publica esta sencillez, escrita como jugando, y no
mis encrespados VERSOS LIBRES, mis endecasilabos hirsutos,
nacidos de grandes miedos, o de grandes esperanzas, o de indó-
mito amor de libertad, o de amor doloroso a la herm,osura, como
riachuelo de oro natural, que va entre arena y aguas turbias y
raices, o como hierro caldeado, que silba y chispea, o como sur-
tidores candentes? ¿Y mis VERSOS CUBANOS, tan llenos de eno-
jo que están mejor donde no se les ve? ¿Y tanto pecado mío es-
condido, y tanta prueba ingenua y rebelde de literatura? ¿Ni a
qué exhibir ahora, con ocasión de estas flores silvestres, un curso
de mi poética, y decir por qué repito un consonante de propósito,
o los gradúo y agrupo de modo que vayan por la yista y el oído al
OBRAS ESCOGIDAS T. II 521

‘;entirniento, o salto por ellos, cuando no pide rimas ni soporta Rápida, como un reilejo,
repujos la idea tumultuosa ? Se imprimen estos versos porque el Dos veces vi el alma, dos:
afecto con que los acogieron, en una noche de poesía y amistad, Cuando murió el pobre viejo,
algunas almas buenas, los ha hecho ya públicos. Y porque amo Cuando ella me dijo adiós.
la sencillez, y creo en la necesidad de poner el sentimiento en
íarmas lianas y sinceras. Temblé una vez,-en la reja,
A la entrada de la viña,--
Cuando la bárbara abeja
JOSE MARTI Picó en la frente a mi niña.
Nueva York: 1891 Gocé una vez, de tal suerte
Que gocé cual nunca:-cuando
La sentencia de mi muerte
Leyó el alcaide llorando.
Oigo un suspiro, a través
De las tierras y la mar,
1 Y no es un suspiro,-es
Que mi hijo va a despertar.
Si dicen que del joyero
Yo soy un hombre sincero Tome la joya mejor,
De donde crece la palma, Tomo a un amigo sincero
Y antes de morirme quiero Y pongo a un lado el amor.
Echar mis versos del alma.
Yo he visto al águila herida
Vo vengo de todas partes, Volar al azul sereno,
Y hacia todas partes voy: Y morir en su guarida
Arte soy entre las artes, La víbora del veneno.
En los montes, monte soy.
Yo sk bien qtie cuando cl mundo
Yo sé los nombres extraños Cede, livido, al descanso,
De las yerbas y las flores, Sobre cl silencio profundo
Y de mortales engaños, Murmura cl arroyo manso.
Y de sublimes dolores.
Yo he visto en la noche oscura Yo he puesto la mano osada,
Llover sobre mi cabeza De horror y júbilo yerta,
Los rayos de lumbre pura Sobre la estrella apagada
De la divina belleza. Que cayri frente a mi puerta.

Alas nacer vi en los hombros Uculto en mi pecho bravo


De las mujeres hermosas: La pena que me lo hiere:
Y salir de los escombros El hijo de un pueblo esclavo
Volando las mariposas. Vive por él, calla, y muere.
He visto vivir a un hombre Todo cs hermoso y consiante,
Con el puñal al costado, Todo es mUsica y razón,
Sin decir jamás el nombre Y todo, como cl diamante,
De aquella que lo ha matado. Antes que luz es carbón.
OBRAS ESCOGIDAS. 1 II 523

Yo sé que el necio SC entierra Denle al vano el oro tierno


ion gran lujo y con gran Ilanto.---- Que arde y brilla en el crisbl:
Y que no hay fruta en la tierra A mi denme el bosque eterno
Como la del camposanto. Cuando rompe en él el sol.
Yo he visto el oro hecho tierra
Callo, y entiendo, y me quito Barbullendo en la redoma:
La pompa del rimador: Prefiero estar en la Sierra
Cuelgo de un árbol marchito Cuando vuela una paloma.
Mi muceta de doctor.
Busca el obispo de España
Pilares para su altar;
iEn mi templo, en la montaña,
II El álamo es el pilar!
Y la alfombra es puro helecho,
Yo sé de Egipto y Nigricia, Y los muros abedul,
Y de Persia y Xenobhonte: Y la luz viene del techo,
Y prefiero la caricia Del techo de cielo azul.
Del aire fresco del monte.
El obispo, por la noche,
Yo sé las historias viejas Sale, despacio, a cantar:
Del hombre y de sus rencillas; Monta, callado, en su coche,
Y- prefiero las abejas Que cs la piña de un pinar.
Volando en las campanillas.
Las jacas de su carroza
Yo sé del canto del viento Son dos pájaros azules:
En las ramas vocingleras: Y canta el aire y retoza,
Nadie me diga que miento, Y cantan los abedules.
Que lo prefiero de veras.
Yo sé de un gamo aterrado Duermo en mi cama de roca
Que vuelve al redil, y expira,- Mi sueño dulce y profundo:
Y de un corazón cansado Roza una abeja mi boca
Que muere oscuro y sin ira. Y crece en mi cuerpo el mundo.
Brillan las grandes molduras
Al fuego de la mañana,
Que tiñe las colgaduras
III De rosa. violeta y grana.
El clarin, solo en el monte,
Odio la máscara y vicio Canta al primer arrebol:
Del corredor de mi hotel: ‘La gasa del horizonte
Me vuelvo al manso bullicio Prende. de un aliento, el sol.
De mi monte de laurel.
iDíganlc al obispo ciego,
Con los pobres de la tierra Al viejo obispo de Espana
Quiero yo mi suerte echar: Que \.cnga, que venga luego,
El arroyo de la sierra A ni templo, a la montaña!
Me complace más que el mar.
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 525

1V v
Si ves un monte de espumas
Yo visitaré anhelante Es mi verso lo que ves:
Los rincones donde a solas Mi verso es un monte, y es
Estuvimos yo y mi amante Cl’n abanico de plumas.
Retozando con las olas. Mi verso es como un puñal
Que por el puño echa flor:
Solos los dos estuvimos, Mi verso es un surtidor
Solos, con la compañía Que da un agua de coral.
De dos pájaros que vimos
Meterse en la gruta umbría. Mi verso es de un verde claro
Y de un carmín encendido:
Y clla, clavando los ojos, Mi verso es un ciervo herido
En la pareja ligera, Que busca en el monte amparo.
Deshizo los lirios rojos
Que le dio la jardinera. Mi verso al valiente agrada:
Mi verso, breve y sincero,
La madreselva olorosa Es del vigor del acero
Cogió con sus manos ella, Con que se funde la espada.
Y una madama graciosa,
Y un jazmín como una estrella.
VI
Yo quise, diestro y galán,
Abrirle su quitasol;
Y ella me dijo: “iQué afán! Si quieren que de este mundo
iSi hoy me gusta ver el sol!” Lleve una memoria grata,
Llevaré, padre profundo,
“Nunca más altos he visto Tu cabellera de plata.
Estos nobles robledales: Si quieren, por gran favor,
Aqui debe estar el Cristo, Que lleve más, llevaré
Porque están las catedrales.” La copia que hizo el pintor
De la hermana que adoré.
“Ya sé dónde ha de venir
Mi niña a fa comunión; Si quieren que a la otra vida
De bianco la he de vestir Me lleve todo un tesoro,
Con un gran sombrero alón.” illevo la trenza escondida
Que guardo en mi caja de oro!
Después, del calor al peso
Entramos por el camino,
Y nos dábamos un beso
En cuanto sonaba un trino. VII

ivolveré, cuai quien no existe, Para Aragón, en España,


Al lago mudo y helado: Tengo yo en mi corazón
Clavaré la quilla triste: Un lugar todo Aragón,
Posaré el remo callado! Franco, fiero, fiel, sin saña.
526 José Marfi OBRAS ESCOGIDAS. T II 527

Si quiere un tonto saber “El corazón es un loco


Por qué lo tengo, le digo “Que no sabe de un color;
Que allí tuve un buen amigo. “0 es su amor de dos colores,
Que allí quise a una mujer. “0 dice que no es amor.
Allá, en la vega florida, “Hay una loca más fiera
J,a de la heroica defensa, “Que el corazón infeliz:
Por mantener lo que piensa “La que le chupó la sangre
Juega la gente la vida. “Y se echó luego a reír.
Y si un alcalde lo aprieta “Corazón que Ileva rota
0 lo enoja un rey cazurro, “El ancla fiel del hogar,
Calza la manta el baturro “Va como barca perdida,
Y muere con su escopeta. “Que no sabe a dónde va.”
En cuanto llega a esta angustia
Quiero a la tierra amarilla Rompe el muerto a maldecir:
Que baña el Ebro lodoso: Le amanso el cráneo: lo acuesto:
Quiero el Pilar azuloso Acuesto el muerto a dormir.
De Lanuza y de Padilla.
Estimo a quien de un revés
Echa por tierra a un tirano:
Lo estimo, si es un cubano! IX
Lo estimo, si aragonés.
Amo los patios sombrios Quiero, a la sombra de un ala,
Con escaleras bordadas; Contar este cuento en flor:
Amo las naves calladas La niña de Guatemala,
Y los conventos vacíos. La que se murió de amor.

Amo la tierra florida, Eran de lirios los ramos,


Musulmana 0 española, Y las. orlas de reseda
Donde rompió su corola Y de jazmín: la enterramos
La poca flor de mi vida. En una caja de seda.
.Ella dio al desmemoriado
Una almohadilla de olor:
VIII El volvió, volvió casado:
Ella se murió de amor.

Yo tengo un amigo muerto Iban cargándola en andas


Que suele venirme a ver: Obispos y embajadores:
Mi amigo se sienta, y canta; Detrás iba el pueblo en tandas,
Canta en voz que ha de doler. Todo cargado de flores.
“En un ave de dos alas . . . Ella, por volverlo a ver,
“Bogo por el cielo azul: Salió a verlo al mirador:
“Un ala del ave es negra, El volvió con su mujer:
“Otra de oro Caribú. Ella se murió de amor.
328 losé .Marti OBRAS ESCOGIDAS. T II 529

Como de bronce candente Preludian, bajan la luz,


Al beso de despedida Y sale en bata y mantón,
Era su frente ila frente La virgen de la Asunción
Que más he amado en mi vida! Bailando un baile andaluz.
. . . Se entró de tarde en el río. Alza, retando, la frente;
La sacó muerta el doctor: Crúzase al hom.bro la manta:
Dicen que murió de frío: En arco el brazo levanta:
Yo se que murió de amor. Mueve despacio el pie ardiente
Alli, en la bóveda helada, Repica con los tacones
La pusieron en dos bancos: El tablado zalamera,
Besé su mano afilada, Como si la tabla fuera
Besé sus zapatos blancos. Tablado de corazones.
Callado, al oscurecer, Y va el convite creciendo
Me llamó el enterrador: En las llamas de los ojos,
iNunca más he vuelto a ver Y el manto de flecos rojos
A la que murió de amor! Se va en el aire meciendo.
Súbito, de un salto arranca:
Húrtase, se quiebra, gira:
x Abre en dos la cachemira,
Ofrece la bata blanca.

El alma trémula y sola El cuerpo cede y ondea;


Padece al anochecer: La boca abierta provoca;
Hay baile; vamos a ver Es una rosa la boca:
La bailarina espariola. Lentamente taconea.

Han hecho bien en quitar Recoge, de un’débil giro,


El banderón de la acera; El manto de flecos rojos:
Porque si está la bandera, Se va, cerrando los ojos,
No sé, yo no puedo entrar. Se va, como en un suspiro. . .

Ya llega la bailarina: Baila muy bien la española;


Soberbia y pálida llega: Es blanco y rojo el mantón:
CCómo dicen que es gallega? iVuelve, fosca, a su rincón
Pues dicen mal: es divina, El alma trémula y sola!

Lleva un sombrero torero


Y Lma capa carmesí:
iL0 mismo que un alelí XI
Que se pusiese un sombrero!
Se ve, de paso, la ceja, Yo tengo un paje muy fiel
Ceja de mora traidora: Que me cuida y que me grurie,
Y la mirada, de mora: Y al salir, me limpia y bruñe
Y como nieve la oreja. Mi corona de laurel.
530 José Morli OBRAS ESCOGIDAS. T II 531

Yo tengo un paje ejemplar Sonaba el hacha en lo espeso


Que no come, que no duerme, Y cruzó un ave volando:.
Y que se acurruca a verme Pero no se sabe cuándo
Trabajar, y sollozar. Se dieron el primer beso.
Salgo, y el vil se desliza Era rubio el ángel; era
Y en mi bolsillo aparece; El de la calva radiosa,
Vuelvo, y el terco me ofrece Como el tronco a que amorosa
Una taza de ceniza. Se prende la enredadera.
Si duermo, al rayar el dia
Se sienta junto a mi cama:
Si escribo, sangre derrama
Mi paje en la escribanía. XIV

Mi paje, hombre de respeto,


Al andar castañetea: Yo no puedo olvidar nunca
Hiela mi paje, y chispea: La mañanita de otoño
Mi paje es un esqueleto. En que le salió un retoño
A la pobre rama trunca.
La mañanita en que, en vano,
XII Junto a la estufa apagada,
Una niña enamorada
Le tendió al viejo la mano.
En el bote iba remando
Por el lago seductor,
Con el sol que era oro puro
Y en el alma más de un sol. xv
Y a mis pies vi de repente,
Ofendido del hedor, Vino el médico amarillo
Un pez muerto, un pez hediondo .4 darme su medicina,
En el bote remador. Con una mano cetrina
Y la otra mano al bolsillo:
iY tengo allá en un rincón
I;n médico que no manca
XIII Con una mano muy blanca
Y otra mano al corazón!
Por donde abunda la malva Vicnc, de blusa y casquete,
Y da el camino un rodeo, El grave del repostero,
Iba un ángel de paseo A preguntarme c;i quiero
Con una cabeza calva. 0 Málaga o Pajarete:
Del castañar por la zona iDíganle a la repostera
La pareja se perdía: Que ha tanto tiempo no he visto,
La calva resplandecía Que me tenga un beso listo
Lo mismo que una corona. Al entrar la primavera!
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 533

XVI XVIII

En el alféizar calado
De la ventana moruna, El alfiler de Eva loca
Pálido como la luna. Es hecho del oro oscuro
:vedita un enamorado. Que le sacó un hombre puro
Del corazón de una roca.
Pálida, en su canapé
De seda tórtola y roja, Un pájaro tentador
Eva, callada, deshoja Le trajo en el pico ayer
t ‘na violeta en el té. Un relumbrante alfiler
De pasta y de similor.
XVII Eva se prendió al oscuro
Talle el diamante embustero:
Es rubia: el cabello suelto Y echó en el alfiletero
Da más luz al ojo moro: El alfiler de oro puro.
Voy, desde entonces, envuelto
En un torbellino de oro.
La abeja estival que zumba
Más ágil por la flor nueva, XIX
No dice, como antes, “tumba”:
“Eva” dice: todo es “Eva”.
Por tus ojos encendidos
Bajo, en lo oscuro, al temido Y lo mal puesto de un broche,
Raudal de la catarata: Pensé que estuviste anoche
iY brilla el iris, tendido Jttgando a juegos prohibidos.
Sobre las hojas de plata!
Te odie por vil y alevosa:
Miro, ceñudo, la agreste ‘Te odié con odio de muerte:
Pompa del monte irritado: Náusea me daba de verte
iY en el alma azul celeste Tan villana y tan hermosa.
Brota un jacinto rosado!
Y por la esquela que vi
Voy, por el bosque, a paseo Sin saber cómo ni cuándo,
A la laguna vecina: Sé que estuviste llorando
Y entre las ramas la veo, Toda la noche por mi.
Y ?or el agua camina.
La serpiente del jardin
Silba, escupe, y se resbala
Por su agujero: el clarín xx
Me tiende, trinando, el ala.
iArpa soy, salterio soy Mi amor del aire se azora;
Donde vibra el Universo: Eva es rubia, falsa es Eva:
Vengo del sol, y al sol voy: Viene una nube, y se lleva
Soy el amor: soy el verso! Mi arnor que gime y que llora.
534 /ose ,\lurtr OBRAS ESCOGIDAS. T Il 535

Se lleva mi amor que llora Y pasan las chupas rojas,


Esa nube que se va: Pasan los tules de fuego,
Eva me ha sido traidora: Como delante de un ciego
;E\,a me consolará! Pasan volando las hojas.

xx1 xx111

Ayer la vi en el salón Yo quiero salir del mundo


De los pintores, y ayer Por la puerta natural:
Detrás de aquella mujer En un carro de hojas verdes
Se mc saltó el corazón. A morir me han de llevar.
Sentada en el suelo rudo No me pongan en lo oscuro
Está en el lienzo: dormido A morir como un traidor:
Al pie, el esposo rendido: Yo soy bueno, y como bueno
Al seno el niño desnudo. Moriré de cara al sol!
Sobre unas briznas de paja
Se ven mendrugos mondados:
Le cuelga el manto a los lados, XXIV
Lo mismo que una mortaja.
No nace en el torvo suelo Sé de un pintor atrevido
Ni una viola, ni una espiga: Que sale a pintar contento
1Muy lejos, la casa amiga, Sobre la tela del viento
Muy triste y oscuro el cielo!. .. Y la espuma del olvido.
iEsa es la hermosa mujer Yo sé de un pintor gigante,
Que me robó el corazón El de divinos colores,
En el soberbio salón Puesto a pintarle las flores
De los pintores de ayer! A una corbeta mercante.
Yo sé de un pobre pintor,
Que mira el agua al pintar.-
xx11 El agua ronca del mar,-
Con un entrañable amor.

Estoy en el baile extraño


De polaina y casaquin
Que dan, del año hacia el fin, xxv
Los cazadores del año.
tina duquesa violeta Yo pienso, cuando me alegro
Va con un frac colorado: Como un escolar sencillo,
Marca un vizconde pintado En el canario amarillo,-
El tiempo en la pandereta. Que tiene el ojo tan negro!
536 lose’ .Harri OBRAS ESCOGIDAS T II 537

Yo quiero, cuando me muera. Y después que nos besamos


Sin patria, pero sin amo, Como dos locos, me dijo:
Tener en mi losa un ramo “iVamos pronto, vamos, hijo:
De flores. -\’_ una bandera! La niña está sola: vamos!”

XX\;1 XXVIII

Yo que vivo, aunque me he muerto. Por la tumba del cortijo


Soy un gran descubridor, Donde está el padre enterrado,
Porque anoche he descubierto Pasa el hijo, de soldado
La medicina de amor. Del invasor: pasa el hijo.
Cuando al peso de la cruz El padre, un bravo en la guerra
El hombre morir resuelve, Envuelto en su pabellón
Sale a hacer bien, lo hace, y vuelve Alzase: y de un bofetón
Como de un baño de luz. Lo tiende, muerto, por tierra.

El rayo reluce: zumba


El viento por el cortijo:
XX\‘1 1 El padre recoge al hijo,
Y se lo lieva a la tumba.
El enemigo brutal
Nos pone fuego a la casa:
El sable la calle arrasa.
A la luna tropical. XXIX

Pocos salieron ilesos


Del sable del espafiol: La imagen del rey, por ley,
La calle, al salir el sol, Lleva el papel del Estado:
Era un reguero de sesos. El niño fue fusilado
Por los fusiles del rey.
Pasa, entre balas, un coche:
Entran, llorando, a una muerta: Festejar el santo es ley
Llama una mano a la puerta Del rey: y en la fiesta santa
En lo negro de la noche. iLa hermana del niño canta
Ante la imagen del rey!
No hay bala que no taladre
El portón: y la mujer
Que llama, me ha dado el ser:
Me viene a buscar mi madre. xxx
A la boca de la muerte,
Los valientes habaneros
Se quitaron los sombreros El rayo surca, sangriento,
Ante la matrona fuerte. El lóbrego nubarrón:
538 fosé Marti OBRAS ESCOGIDAS. T II 539

Echa el barco, ciento a ciento, XXXI 1


Los negros por el porton.

El viento, fiero, quebraba En el negro callejon


Los almácigos copudos: Donde en tinieblas paseo,
Andaba la hilera, andaba, Alzo los ojos, y veo
De los esclavos desnudos. La iglesia, erguida, a un rincón.

El temporal sacudía <Será misterio? iserá


Los barracones henchidos: Revelación y poder?
Una madre con su cría iSerá, rodilla, el deber
Pasaba, dando alaridos. De postrarse? {qué será?

Rojo, como en el desierto, Tiembla la noche: en la parra


Salió el sol al horizonte: Muerde el gusano el retoño;
Y alumbró a un esclavo muerto, Grazna, llamando al otoño,
Colgado a un seibo del monte. La hueca y hosca cigarra.

Un niño lo vio: tembló Graznan dos: atento al dúo


De pasión por los que gimen: Alzo los ojos, y veo
Y, al pie del muerto, juró Que la iglesia del paseo
Lavar con su vida el crimen! Tiene la forma de un búho.

XXXI XXXIII

Para modelo de un dios De mi desdicha espantosa


El pintor lo envió a pedir:- Siento, oh estrellas, que muero:
iPara eso no! ipara ir, Yo quiero vivir, yo quiero
Patria, a servirte los dos! Ver a una mujer hermosa.

Bien estará en la pintura El cabello, como un casco,


El hijo que amo y bendigo:- Le corona el rostro bello:
iMejor en la ceja oscura, Brilla su negro cabello
Cara a cara al enemigo! Como un sable de Damasco.

Es rubio, es fuerte, es garzón <Aquella?. , . Pues pon la hiel


De nobleza natural: Del mundo entero en un haz,
iHijo, por la luz natal! Y tállala en cuerpo, y haz
iHijo, por el pabellón! Un alma entera de hiel!

Vamos, pues, hijo viril: CEsta?. . . Pues esta infeliz


Vamos los dos: si yo muero, Lleva escarpines rosados,
Me besas: si tú. . . lprefiero Y los labios colorados,
Verte muerto a verte vil! Y la cara de barniz.
540 JosC .Uartl OBRAS ESCOGIDAS T II 541

El alma lúgubre grita: De carne se hace también


“iMujer, maldita mujer!” LI alacrán; también
iNo sé yo quién pueda ser El gusano i e la rosa,
Entre las dos la maldita! 1’ la lechllza espantosa.

XXXl\’ XXXVIl

iPenas! ;quién osa decir .4qui esta el pecho, mujer.


Que tengo yo penas? Luego, Que ya sé que lo herirás:
Después del rayo, y del fuego, ;Más grande debiera ser,
Tendré tiempo de sufrir. Para que lo hirieses más!
Yo sé de un pesar profundo Porque noto, alma torcida,
Entre las penas sin nombres: Que en mi pecho milagroso.
iLa esclavitud de los hombres Mientras más honda la herida,
Es la gran pena del rnundo! Es mi canto más hermoso.
Hay montes, y hay que subir
Los montes altos; idespués
Veremos, alma, quién es XXXVIIl
Quien te me ha puesto al morir!

;Del tirano? Del tirano


Di todo, idi más! y clava
xxxv Con furia de mano esclava
Sobre su oprobio al tirano.
<Qué importa que tu puñal ,Del error? Pues del error
Sc me clave en el riñón? Di cl antro, di las veredas
iTengo mis versos, que bon Oscuras: di cuanto puedas
Más fuertes que tu puñal! Dei tirano y del error.
{Qué importa que este dolor iDe mujer? Pues puede ser
Seque cl mar, y nuble el cielo? Que mueras de su mordida:
El verso, dulce consuelo, Pero no empañes ?u vida
Nace alado del dolor. Diciendo mal de mujer!

XXXVI SXXIX

Ya sé: de carne se puede Cultivo una rosa blanca,


Hacer una flor: se puede, ‘En julio como en enero,
Con el poder del cariño, Para el amigo sincero
Hacer un cielo,-y un niño! Que mc da SII mano franca.
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 543

Y para el cruel que me arranca Agar, de tanto tenerla


El corazón con que vivo. Al pecho, de tanto verla
Cardo ni oruga cultivo: Agar, llegó a aborrecerla:
Cultivo la rosa blanca. Majó, tiró al mar la perla.
Y cuando Agar, venenosa
De inútil furia, y llorosa,
XL Pidió al mar la perla hermosa.
Dijo la mar borrascosa:
“cQué hiciste, torpe, qué hiciste
Pinta mi amigo el pintor De la perla que tuviste?
Sus angelones dorados, La majaste, me la diste:
En nubes arrodillados, Yo guardo la perla triste.”
Con soles al rededor.
Pínteme con sus pinceles
Los angelitos medrosos XLIII
Que me trajeron, piadosos,
Sus dos ramos de claveles,
Mucho, señora, daría
Por tender sobre tu espalda
Tu cabellera bravia,
XLI Tu cabellera de gualda:
Despacio la tendería,
Callado la besaria.
Cuando me vino el honor Por sobre la oreja fina
De la tierra generosa: Baja lujoso el cabello,
No pensé en Blanca ni en Rosa Lo mismo que una cortina
Ni en lo grande del favor. Que se levanta hacia el cuello.
Pensé en el pobre artiliero La oreja es obra divina
Que está en la tumba, callado: De porcelana de China.
Pensé en mi padre, el soldado: Mucho, señora, daría
Pensé en mi padre el obrero. Por desenredar el nudo
Cuando llegó la pomposa De tu roja cabellera
Carta, en su noble cubierta, Sobre tu cuello desnudo:
Pensé en la tumba desierta, Muy despacio la esparciera,
No pensé en Blanca ni en Rosa. Hilo por hilo la abriera.

XLII XLIV

En el extraño bazar Tiene el leopardo un abrigo


Del amor, junto a la mar, En su monte seco y pardo:
La perla triste y sin par Yo tengo más que el leopardo.
Le tocó por suerte a Agar. Porque tengo un buen amigo.
OBRAS ESCOGIDAS T. 11 545
Duerme, como en un juguete.
La mushma en su cojinete El último fuego!: idicen.
De arce del Japón: yo digo, Oh mármol, mármol dormido,
“No hay cojín como un amigo.” Que ya se ha muerto tu raza!”

Tiene el conde su abolengo: Echame en tierra de un bo!e


Tiene la aurora cl mendigo: El héroe que abrazo: me ase
Tiene ala el ave: iyo tengo Del cuello: barre la tierra
Allá en México un amigo! Con mi cabeza: levanta
El brazo, iel brazo le luce
Tiene el señor presidente Lo mismo que un sol!: resuena
Lyn jardín con una fuente, La piedra: buscan el cinto
Y un tesoro en oro y trigo: Las manos blancas: del SOCIO
Tengo más, tengo un amigo. Saltan los hombres de mármol!

SLl?
XLV

Vierte, corazón, tu pena


Sueño con claustros de mármol Donde no se llegue a ver,
Donde en silencio divino Por soberbia, y por no ser
Los héroes, de pie, reposan: Motivo de pena ajena.
iDe noche, a la luz del alma,
Hablo con ellos: de noche! Yo te quiero, verso amigo,
Están en fila: paseo Porque cuando siento el pecho
Entre las filas: las manos Ya muy cargado y deshecho,
De piedra les beso: abren Parto la carga contigo.
Los ojos de piedra: mueven
Los labios de piedra: tiemblan Tú me sufres, tu aposentas
Las barbas de piedra: empuñan En tu regazo amoroso,
La espada de piedra: lloran: Todo mi amor doloroso,
;Vibra la espada en la vaina!: Todas mis ansias y afrentas.
Mudo, les beso la mano.
Tú, porque yo pueda en calma
Hablo con ellos, de noche! Amar y hacer bien, consientes
3tán en fila: paseo En enturbiar tus corrientes
Entre las filas: lloroso Con cuanto me agobia el alma.
Me abrazo a un mármol: “Oh mármol,
Dicen que beben tus hijos Tú, porque yo cruce fiero
Su propia sangre en !as copas La tierra, y sin odio, y puro,
Venenosas de sus dueños! Te arrastras, pálido y duro,
Que hablan la lengua podrida .%\i amoroso compañero.
De sus rufianes! que comen
Juntos el pan del oprobio, Mi vida asi se encamina
En la mesa ensangrentada! Al cielo limpia y serena,
Que pierden en lengtta inútil Y tú me cargas mi pena
Con tu paciencia divina.
546 José Martí

Y porque mi cruel costumbre SAN MARTIK


De echarme en ti te desvía
De tu dichosa armonia
Y natural mansedumbre:

Porque mis penas arrojo


Sobre tu seno, y lo azotan,
Y tu corriente alborotan,
Y acá lívido, allá rojo,

Blanco allá como la muerte,


Ora arremetes y ‘ruges,
Ora con el peso crujes
De un dolor más que tú fuerte, Un día, cuando saltaban las piedras en España al paso de los
franceses, Napoleón clavó los ojos en un oficial seco y tostado,
<Habré, como me aconseja que cargaba uniforme blanco y azul; se fue sobre él y le leyó en
Un corazón mal nacido, el botón de la casaca el nombre del cuerpo: “iMurcia!” Era el
De dejar en el olvido niño pobre de la aldea jesuita de Yapeyú, criado al aire entre
A aquel que nunca me deja? indios y mestizos, que después de veintidós años de guerra espa-
ñola empuñó en Buenos Aires la insurrección desmigajada, trabó
IVerso, nos hablan de un Dios por juramento a los criollos arremetedores, aventó en San Lorenzo
Adonde van los difuntos: la escuadrilla real, montó en Cuyo el ejército libertador, pasó los
Verso, o nos condenan juntos, Andes para amanecer en Chacabuco; de Chile, libre a su espada,
0 nos salvamos los dos! fue por Maipt a redimir el Perú; se alzó protector en Lima, con
uniforme de palmas de oro; salió, vencido por sí mismo, al paso
New York, Louis Weiss & Co., Impresores, 1891. de Bolívar avasallador; retrocedió; abdicó; pasó, solo, por Buenos
PC. Ed c., t. 1, p. 231-283. Aires; murió en Francia, con su hija de la mano, en una casita
llena de luz y flores. Propuso reyes a la América, preparó maño-
samente con los recursos nacionales su propia gloria, retuvo la
dictadura, visible o disimulada, hasta que por sus yerros SC vio
minado en ella, y no llegó sin duda al mérito sublime de deponer
voluntariamente ante los hombres su imperio natural. Pero calentó
en su cabeza criolla la idea épica que aceleró y equilibró la inde-
pendencia americana.
Su sangre era de un militar !eonés y de una nieta de conquis-
tadores; nació siendo el padre gobernador de Yapeyú, a la orilla
de uno de los ríos portentosos de América; aprendió a leer en la
falda de los montes, criado en el pueblo como hijo del señor, a
la sombra de las palmas y de los urundeyes. A España se lo lle-
varon, a aprender baile y latín en el seminario de los nobles; y
a los doce años, el niño “que reia poco” era cadete. Cuando volvió,
teniente coronel español de treinta y cuatro años, a pelear contra
España, no era el hombre crecido al pampero y la lluvia, en las
entrañas de su país americano, sino el militar que, al calor de
los recuerdos nativos, crió en las sombras de las logias de Lau-
taro, entre condes de Madrid y patricios juveniles, la voluntad
de trabajar con plan y sistema por la independencia de América;
348 José .Uarli OBRAS ESCOGIDAS. T II 549

y a las órdenes de Daoiz y frente a Napoleön aprendió de España íico bayo, contra el español que desembarcaba en San Lorenzo
el modo de 1;encerla. Peleó contra el moro, astuto y original; con- la escuadrilla; cerró sobre él sus dos alas; “a lanza y sable” los
tra el portugués aparatoso y el franck desl:mbrar.:e. Peleó al lado fue apeando de las monturas; preso bajo su caballo mandaba v
del español, cuando el español peleaba con los dientes, y del inglés, blandía; muere un granadero, con la bandera española en el puño;
que muere saludando, con todos los botones en el casaquin, de cae muerto a sus pies el granadero que le quita de encima el ani-
modo que no rompa el cadáver la línea de batalla. Cuando desembar- mal; huye Esparia, dejando atrás su artillería y sus cadáveres.
ca en Buenos .4ircs, con el sable morisco que relampagueó en Ar- Pero Alvear tenía celos, y su partido en la logia de Lautaro,
jonilla y en Bailén y en Albuera, ni trae consigo más que la fama “que gobernaba al gobierno”, pudo más que el partido de San
de su arrojo, ni pide más que “unidad y dirección” “sis!ema que Martín, Se carteaba mucho San Martín con los hombres políticos:
nos salve de la anarquía”, “un hombre capaz de ponerse al frente “existir es lo primero, y después ver cómo existimos”, “se necesita
del ejército”. Iba la guerra como va cuando no la mueve un plan un ejército, ejército de oficiales matemáticos”; “hay que echar de
político seguro, que es correría más que guerra, y semi!lero de aquí al último maturrango”; “renunciaré mí grado militar cuando
tiranos. “No hay ejército sin oficiales. ” “El soldado, soldado de pies los americanos no tengan enemigos”; “háganse esfuerzos simul-
a cabeza.” Con Alvear, patriota ambicioso de familia influyente. táneos, y somos libres”; “esta revolución no parece de hombres,
llegó San Martin de España. A los ocho días le dieron a orga- sino de carneros”; “soy republicano por convicción, por princi-
nizar el cuerpo de granaderos montados, con Alvear de sargento píos, pero sacrifico esto mismo al bien de mi suelo”. Alvear fue
mayor. Deslumbra a los héroes desvalidos en las revoluciones, a de general contra los españoles de Montevideo, y a San Martín lo
los heroes incompletos que no saben poner la idea a caballo, la mandaron de general al Alto Perú, donde no bastó el patriotismo
pericia del militar de profesión. Lo que es oficio parece genio; salteño a levantar los ánimos; lo mandaron luego de intendente
y el ignorante generoso confunde la práctica con la grandeza. Un a Cuyo. tY allá lo habían de mandar, porque aquel era su pueblo;
capitán es general entre reclutas. San Martin estaba sobre la silla, de aquel destierro haría él su fortaleza; de aquella altura se derra-
y no había de apearse sino en el palacio de los virreyes del Perú; maría él sobre los americanos! Allá, en aquel rincón, con los Andes
tomó los oficiales de entre sus amigos, y estos de entre la gente de consejeros y testigos, creó, solo, el ejécito con los que habia de
de casta; los prácticos, no los pasaba de tenientes; los cadetes, atravesar; ideó, solo, una familia de pueblos cubiertos por su es-
fueron de casas próceres; los soldados, de talla y robustos; y todos, pada; vio, solo, el peligro que corría la libertad de cada nación
a toda hora, “ialta la cabeza! ” “iE soldado, con la cabeza alta!” de América mientras no fuesen todas ellas libres: iMientras haya
No los llamaba por sus nombres, sino por el nombre de guerra en América una nación esclava, la libertad de todas las demás
que ponía a cada uno. Con Alvear y con el peruano Monteagudo corre peligro! Puso la mano sobre la región adicta con que ha de
fundó la logia secreta de Lautaro, “para trabajar con plan y sis- contar, como levadura de poder, quien tenga determinado influir
tema en la independencia de América, y su felicidad, obrando con por cuenta propia en los negocios públicos. En sí pensaba, y en
honor y procediendo con justicia”; para que, “cuando un herma- América; porque es gloria suya, y como el oro puro de su carác-
no desempeñe el supremo gobierno, no pueda nombrar por si di- ter, que nunca en las cosas de América pensó en un pueblo u otro
plomáticos y generales, ni gobernadores, ni jueces, ni altos fun- como entes diversos, sino que, en el fuego de su pasión, no veía
cionarios eclesiásticos 0 militares”; “para trabajar por adquirir la en el continente más que una sola nación americana. Entreveía
opinión pública”; “para ayudarse entre sí y cumplir sus juramentos, la verdad política local y el fin oculto de los actos, como todos
so pena de muerte”. Su escuadrón lo fue haciendo hombre a hom- estos hombres de instinto; pero fallaba, como todos ellos, por con-
bre. El mismo les enseñaba a manejar el sable: “le partes la ca- fundir su sagacidad primitiva, extraviada por el éxito, por la lison-
beza como una sandía al primer godo que se te ponga por delante.” ja, y por la fe en sí, con aquel conocimiento y estrategia de los
A los ofíciales los reunió en cuerpo secreto; los habituó a acu- factores invisibles y determinantes de un país, que sólo alcanza,
sarse entre sí y a acatar la sentencia de la mayoría; trazaba con por la mezcla del don y la cultura, el genio supremo. Ese mismo
ellos sobre el campo el pentágono y los bastiones; echaba del concepto salvador de América, que lo llevaría a la unificación po-
escuadrón al que mostrase miedo en alguna celada, o pusiese la sible de sus naciones hermanas en espíritu, ocultó a sus ojos las
mano en una mujer; criaba en cada uno la condición saliente; daba diferencias, útiles a la libertad, de los países americanos, que ha-
trama y misterio de iglesia a la vida militar; tallaba a filo a sus cen imposible su unidad de formas. No veía, como el político pro-
hombres; fundía como una joya a cada soldado. Apareció con elfos fundo, los pueblos hechos, según venían de atrás; sino los pueblos
en la plaza, para rebelarse con su logia de Lautaro contra el go- futuros que bullían, con la angustia de la gestación, en su cabeza;
bierno de los triunviros. Arremetió con ellos, caballero en magní- y disponía de ellos en su mente, como el patriarca dispone de sus
550 José Morti
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 551
hijos. iEs formidable el choque de los hombres de voluntad con la
obra acumulada de los siglos! Cuzco; Chile huia; las catedrales entonaban, de México a Santiago,
Pero el intendente de Cuyo sólo ve por ahora que tiene que el Te Deum del triunfo; por los barrancos asomaban los regimien-
hacer la independencia de América. Cree e impera. Y puesto, por tos deshechos, como jirones. Y en la catástrofe continental, decide
quien pone, en una comarca sobria como él, la enamoró por sus San Martín alzar su ejército con el puñado de cuyanos, convida
mismas dotes, en que la comarca contenta se reconocía; y vino a a sus oficiales a un banquéte y brinda, con voz vibrante como el
ser, sin corona en la cabeza, como su rey natural. Los gobiernos clarín, “ipor la primera bala que se dispare contra los opresores
perfectos nacen de la identidad del país y el hombre que lo rige de Chile del otro lado de los Andes!”
con cariño y fin noble, puesto que la misma identidad es insuficien- Cuyo es de él, y se alza contra el dictador Alvear, el rival que
te, por ser en todo pueblo innata la nobleza, si falta al gober- bambolea, cuando acepta incautamente la renuncia que, en plena
nante el fin noble. Pudo algún día San Martín, confuso en las actividad, le envía San Martín. Cuyo sostiene en el mando a su
alturas, regir al Perú con fines turbados por el miedo de perder gobernador, que parece ceder ante el que viene a reemplazarlo;
su gloria; pudo extremar, por el interés de su mando vacilante, su que menudea ante el Cabildo sus renuncias de palabra; que per-
creencia honrada en la necesidad de gobernar a América por re- mite a las milicias ir a la plaza, sin uniforme, a pedir la caída
yes; pudo, desvanecido, pensar en sí alguna vez más que en Amé- de Alvear. Cuyo echa, colérico, a quien osa venir a suceder, con
rica, cuando lo primero que ha de hacer el hombre público, en las un nombramiento de papel, al que tiene nombramiento de la Na-
épocas de creación o reforma, es renunciar a sí, sin valerse de su turaleza, y tiene a Cuyo; al que no puede renunciar a sí, porque
persona sino en lo que valga ella a la patria; pudo tantear des- en sí lleva la redención del continente; a aquel amigo de los tala-
valido, en pais de más letras, sin la virtud de su originalidad libre, barteros, que les devuelve ilesas las monturas pedidas para la pa-
un gobierno retórico. Pero en Cuyo, vecino aún de la justicia y tría; de los arrieros, que recobraban las arrias del servicio; de los
novedad de la Naturaleza, triunfó sin obstáculo, por el imperio chacareros, que le traían orgullosos el maíz de siembra para la
de lo real, aquel hombre que se hacia el desayuno con sus propias chacra de la tropa; de los principales de la comarca, que fían en
manos, se sentaba al lado del trabajador, veía por que herrasen el intendente honrado, por quien esperan librar sus cabezas y sus
la mula con piedad, daba audiencia en la cocina,-entre el puchero haciendas del español. Por respirar les cobra San Martín a los
y el cigarro negro,-dormía al aire, en un cuero tendido. Allí la suyanos, y a la raíz que sale al aire paga contribución; pero les
tierra trajinada parecía un jardín; blanqueaban las casas limpias montó de antes el alma en la pasión de la libertad del país y en
entre el olivo y el viñedo; bataneaba el hombre el cuero que la cl orgullo de Cuyo, con lo que todo tributo que los sirviese les
mujer cosía; los picos mismos de la cordillera parecían bruñidos parecía llevadero, y más cuando San Martín, que sabía de hom-
a fuerza de puño. Campeó entre aquellos trabajadores el que tra- bres, no les hería la costumbre local, sino les cobraba lo nuevo
bajaba más que ellos; entre aquellos tiradores, el que tiraba mejor por los métodos viejos: por acuerdo de los decuriones del Cabildo.
que todos; entre aquellos madrugadores, el que llamaba por las Cuyo salvará a la América. “iDenme a Cuyo, y con él voy a Lima!”
mañanas a sus puertas; el que en los conflictos de justicia senten- Y Cuyo tiene fc en quien la tiene en él; pone en el Cielo a quien
ciaba conforme al criterio natural; el que sólo tenía burla y cas- le pone en el Cielo. En Cuyo, a la boca de Chile, crea entero, del
tigo para los perezosos y los hipócritas; el que callaba, como una tamango al falucho, el ejército con que ha de redimirlo. Hombres,
nube negra, y hablaba como el rayo. Al cura: “aquí no hay más los vencidos; dinero, el de los cuyanos; carne, el charqui en pasta,
obispo que yo; predíqueme que es santa la independencia de Amé- que dura ocho días; zapatos, los tamangos, con la jareta por sobre
rica.” Al español: “<quiere que lo tenga por bueno? pues que me el empeine; ropa de cuero bataneado; cantimploras, los cuernos;
lo certifiquen seis criollos.” A la placera murmurona: “diez zapa- los sables, a filo de barbería; música, los clarines; canones, las
tos para el ejército, por haber hablado mal de los patriotas.” Al campanas. Le amanece en la armería, contando las pistolas; en el
centinela que lo echa atrás porque entra a la fábrica de mixtos parque, que conoce bala a bala; las toma en peso; les quita el pol-
con espuelas: “iesa onza de oro!” Al soldado que dice tener las vo; las vuelve cuidadosamente a la pila. A un fraile inventor 10
manos atadas por un juramento que empeñó a los españoles: “jse pone a dirigir la maestranza, de donde salió el ejército con CU-
las desatará el último suplicio!” A una redención de cautivos la reñas y herraduras, con caramañolas y cartuchos, con bayonetas
deja sin dinero “ipara redimir a otros cautivos!” A una testa- y máquinas; y el fraile de teniente, con veinticinco pesos al, mes,
mentaría le manda pagar tributo: “imás hubiera dado el difunto ronco para toda la vida. Crea el laboratorio de salitre y la fabrica
para la revolucióni” Derrúmbase a su alrededor, en el empuje de pólvora. Crea el código militar, el cuerpo médico, la com+‘fa.
de la reconquista, la revolución americana. Venía Morillo; caía el Crea academias de oficiales, porque “no hay ejército sin oftclaler
matemáticos”. Por las mañanas, cuando el Sol da en los picos
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 553
552 José Marti

cienda. Dispérsanse, por los mamelones y esteros, los últimos rea-


de la serranía, se ensayan en el campamento abierto en el bosque, listas. En la yerba, entre los quinientos muertos, brilla un fusil,
a los chispazos del sable de San Martin, los pelotones de reclutas, rebanado de un tajo. Y ganada la pelea que redimió a Chile y
los granaderos de a caballo, sus negros queridos; bebe de su can- aseguró a América la libertad, escribió San Martín una carta a
“la admirable Cuyo” y mandó a dar vuelta al paño de su casaca.
1implora: “ja ver, que le quiero componer ese fusil!” “la mano,
hermano, por ese tiro bueno”; “ivamos, gaucho, un paso de sable Quiso Chile nombrarle gobernador omnímodo, y él no aceptó;
con el gobernador!” 0 al toque de los clarines, jinete veloz, corre a Buenos Aires devolvió el despacho de brigadier general, “porque
de grupo en grupo, sin sombrero y radiante de felicidad: “lrecio, tenía empeñada su palabra de no admitir grado ni empleo militar
recio, mientras haya luz de día; los soldados que vencen sólo se ni político”; coronó el Ayuntamiento su retrato, orlado de los
hacen en el campo de instrucción!” Echa los oficiales a torear: trofeos de la batalla, y mandó su conlpatriota Belgrano alzar una
“jestos locos son los que necesito yo para vencer a los españoles!” pirámide en su honor. Pero lo que él quiere de Buenos Aires es
Con los rezagos de Chile, con los libertos, con los quintos, con tropa, hierro, dinero, barcos que ciñan por mar a Lima mientras
los vagos, junta y transforma a seis mil hombres. Un día de sol la ciñe él por tierra. Con su edecán irlandés pasa de retorno por
entra con ellos en la ciudad de Mendoza, vestida de flores; pone el campo de Chacabuco; llora por los “ipobres negros!” que caye-
el bastón de genera1 en la mano de la Virgen del Carmen; ondea ron allí por la libertad americana; mueve en Buenos Aires el poder
tres veces, en el silencio que sigue a los tambores, el pabellón secreto de la logia de Lautaro; ampara a su amigo O’Higgins, a
azul: “Esta es, soldados, la primera bandera independiente que se quien tiene en Chile de Director, contra los planes rivales de su
bendice en América; jurad sostenerla muriendo en su defensa, como enemigo Carrera; mina, desde su casa de triunfador en Santia-
yo lo juro!” go,-donde no quiere “vajillas de plata”, ni sueldos pingües,-el
poderío del virrey en el Perú; suspira, “en el disgusto que corroe
En cuatro columnas se echan sobre los Andes los cuatro mil su triste existencia”, por “dos meses de tranquilidad en el virtuoso
soldados de pelear, en piaras montadas, con un peón por cada pueblo de Mendoza”; arenga a caballo, en la puerta del arzobispo,
veinte; los mil doscientos milicianos; los doscientos cincuenta de a los chilenos batidos en Cancharrayada, y surge triunfante, cami-
la artillería, con las dos mil balas de cañón, con los novecientos no de Lima, en el campo sangriento de Maipú.
mil tiros de fusil. Dos columnas van por el medio y dos, de alas, Del caballo de batalla salta a la mula de los Andes; con
a los flancos. Delante va Fray Beltrán, con sus ciento veinte la amenaza de su renuncia fuerza a Buenos Aires, azuzado por la
barreteros, palanca al hombro; sus zorras y perchas, para que los logia, a que le envie el empréstito para la expedición peruana;
veintíún cañones no se lastimen; sus puentes de cuerda, para pasar se cartea con su fiel amigo Pueyrredón, el director argentino, sobre
los ríos; sus anclas y cables, para rescatar a los que se derrisquen. el plan que paró en mandar a uno de la logia a buscar rey a las
Ladeados van unas veces por el borde del antro; otras van esca- cortes europeas,-a tiempo que tomaba el mando de la escuadra
lando, pecho a tierra. Cerca del rayo han de vivir los que van a de Chile, triunfante en el Pacífico, el inglés Cochrane, ausente de
caer, juntos todos, sobre el valle de Chacabuco, como el rayo. De su pueblo “por no verlo oprimido sin misericordia” por la monar-
la rnasa de nieve se levanta, resplandeciendo, el Aconcagua. A los quia,-a tiempo que Bolívar avanzaba clavando, de patria en pa-
pies, en las nubes, vuelan los cóndores. iAllá espera, aturdido, sin
rria, el pabellón republicano. Y cuando en las manos sagaces de
saber por dónde le viene la justicia, la tropa del español, que San San Martín, Chile y Buenos Aires han cedido a sus demandas de re-
Martín sagaz ha abierto, con su espionaje sutil y su política de zapa, cursos ante la amenaza de repasar los Andes con su ejército,
para que no tenga qué oponer a su ejército reconcentrado! San dejando a O’Higgins sin apoyo y al español entrándose por el Perú
Martín se apea de su mula, y duerme en el capote, con una piedra wtrc chilenos y argentinos; cuando Cochrane Ir había, con sus
de cabecera, rodeado de los Andes. correrías hazañosas, abierto el mar a la expedición del Perú; cuan-
El alba era, veinticuatro días después, cuando el ala de O’Hig- do iba por fin a caer con su ejército reforzado sobre los palacios
gins, celosa de la de Soler, ganó, a son de tambor, la cumbre por limeños, y a asegurar la independencia de América y su gloria,
donde podía huir el español acorralado. Desde su mente, en lo llamó Buenos Aires a rechazar la invasión española que creía
Cuyo, lo había acorralado, colina a colina, San Martín. Las ba- ya en la mar, a defender al gobierno contra los federalistas rebel-
tallas se ganan entre ceja y ceja. El que pelea ha de tener el país des, a apoyar la monarquía que el mismo San Martín había reco-
en el bolsillo. Era mediodía cuando, espantado el español, recu- mendado. Desobedece. Se alza .con el ejército que sin la ayuda de
laba ante los piquetes del valle, para caer contra los caballos de su patria no hubiese allegado jamas, y que lo proclama en Ran-
la cumbre. Por entre los infantes del enemigo pasa como un re- cagua su cabeza única, y se va, capitán suelto, bajo la bandera
molino la caballería libertadora, y acaba a los artilleros sobre sus
cañones. Cae todo San Martín sobre las tapias inútiles de la ha-
%554 Josi Martí
OBRAS ESCOGIDAS. T. II 555
chilena, a sacar al español del Perú, con su patria deshecha a las
espaldas. “iMientras no estemos en Lima, la guerra no acabará!“; mientras van con él, y caen cuando la quieren llevar detrás de
de esta campaña “penden las esperanzas de este vasto continente”; sí. Lloraba cuando veía a un amigo; legó su corazón a Buenos
“voy a seguir el destino que me llama”... Aires y murió frente al mar, sereno y canoso, clavado en su sillón
eQuién es aquel, de uniforme recamado de oro, que pasea por de brazos, con no menos majestad que el nevado de Aconcagua
la blanda Lima en su carroza de seis caballos? Es el Protector en el silencio de los Andes.
del Perú, que se proclamó por decreto propio gobernante omní-
modo, fijó en el estatuto el poder de su persona y la ley política, Album de El Poruhr, Nueva York, 1891
redimió los vientres, suprimió los azotes, abolió los tormentos, erró 0. C., t. 8, p, 223-233.
y acertó, por boca de su apasionado ministro Monteagudo; el que
el mismo día de la jura del estatuto creó la orden de nobles, fa
Orden del Sol; el que mandó inscribir la banda de fas damas
limeñas “al patriotismo de las más sensibles”; el “emperador” de
que hacían mofa los yaravíes del pueblo; el “rey José” de quien
reían, en el cuarto de banderas, sus campaneros de la logia de
Lautaro. Es San Martín, abandonado por Cochrane, negado por
sus batallones, execrado en Buenos Aires y en Chile, corrido en
la “Sociedad Patriótica” cuando aplaudió el discurso del fraile
que quería rey, limosnero que mandaba a Europa a un dómine a
ojear un príncipe austríaco, 0 italiano, 0 portugués, para el Perú.
CQuién es aquel, que sale, solitario y torvo, después de la entre-
vista titánica de Guayaquil, del baile donde Bolívar, dtie8o incon-
trastable de los ejércitos que bajan de Boyacá, barriendo al espa-
ñol, valsa, resplandeciente de victorias, entre damas sumisas y
bulliciosos soldados? Es San Martín que convoca el primer Con-
greso constituyente del Perú, y se despoja ante él de su banda
blanca y roja; que baja de la carroza protectoral, en el Perú re-
vuelto contra el Protector, porque “la presencia de un militar afor-
tunado es temible a los países nuevos, y está aburrido de oír que
quiere hacerse rey”; que deja ei Perú a Bolívar, “que le ganó por
la mano”, porque “Bolívar y él no caben en el Perú, sin un con-
flicto que sería escándalo del mundo, y no será San Martín el
que dé un día zambra a los maturrangos”. Se despide sereno, en
la sombra de fa noche, de un oficial fiel; Ilega a Chile, con ciento
veinte onzas de oro, para oír que lo aborrecen; sale a la calle en
Buenos Aires, y lo silban, sin ver cómo había vuelto, por su sín-
cera conformidad en la desgracia, a una grandeza más segura
que la que en vano pretendió con la ambición.
Se vio entonces en toda su hermosura, saneado ya de la tenta-
ción y ceguera del poder, aquel carácter que cumplió uno de los
designios de la naturaleza, y había repartido por el continente
el triunfo de modo que su desequilibrio no pusiese en riesgo la
obra americana. Como consagrado vivía en su destierro, sin poner
mano jamás en cosa de hombre, aquel que había alzado, al rayo
de sus ojos, tres naciones libres. Vio en sí cómo la grandeza de
los caudillos no está, aunque lo parezca, en su propia persona,
sino en la medida en que sirven a la de su pueblo; y se levantan
ALMINISTRODELAARGENTINA JOSE MARTI. CRONOLOGIA’
1886-0CTL:BRE DE 1891

Ibrahim Hidalgo Paz


New York, octubre 17 de 1891
Su Excelencia el señor Ministro de la República Argentina en
Washington, doctor don Vicente G. Quesada. 1886
Señor Ministro: Enero (m. 7). Es publicada por fa empresa Appleton y Compañía su traducción
Tengo la honra de dirigirme a V. E. para ratificar, en testi- de la novela Called Bac&, de Hugh Conway, a la que titula Misterio.
Enero. Es probable que aún mantuvrera relaciones de trabajo con el periódico
monio de respeto y agradecimiento a la República Argentina, la estadounidense The Sun.
renuncia del cargo de Cónsul argentino en esta ciudad, que an- Marzo. Termina sus labores con D. Appleton and Company, debido a h~‘,~;l
sioso de evitar comentario alguno contra aquel agradecimiento y director del Departamento Español de esta empresa, un hombre burdo B
respeto, envié a V. E. por telégrafo el día ll. lo tuvo varios meses “entretenido con trabajos ridículos”. (OC, 20, 34 ] (Este
año la casa editorial publica su traducción de Nociones de Lógica, de William
Como el premio más honroso a mi cariño vigilante por los S. Jevons.)
pueblos de mi raza en América, recibí y procuré justificar en su Marzo 22. Comunica a Mercado su proyecto de realizar una serie de publica-
desempeño, el nombramiento, ni directa ni indirectamente solici- ciones útiles para la educación americana, a bajo, costo. A fa vez, le pide ayuda
tado y por eso mismo más halagador de Cónsul argentino en New para establecer colaboraciones con a!gún perrodrco mexicano. (Ver: 1884. NO-
York. Pero se me dice que un periódico español en esta ciudad viembre 13.)
Mayo 15. Envía su primera correspondencja a México, sin, tenra s,ecg;id;t
ha publicado un articulo en que intenta hallar incompatibilidad aún del nombre del diario que la publicará. Drce a Mercado. quren
entre mi agradecimiento de cubano, que me obliga a luchar para gestiones al respecto en su pais: “Anoche mismo fa escribí; dejo en blanco. por,;
obtener para mi patria lo mismo que los padres de la patria ar- oue no fo sé, aunque imagino es El Partido Liberal, el nombre del perrod;co.
gentina obtuvieron a su hora para su país, y mi carácter de Cónsul [oc, 20, 931
Julio 8. Escribe su colaboración
--. ., A:^-:-
iniciar para el ulallu UV ‘-endureño La República,
de la República en New York. Y como añade el periódico, a lo que que es-publicada el 14 de agosto (Ver: 1888. Enero 26.)
se me dice, que pudiera mi permanencia en este puesto provocar Octubre. Tiene su oficina en 129 Front Street, habitación 13.
un conflicto entre el país que me honró con él y la Monarquía de Noviembre 24. Su maestro y guia espiritual en la adolescem :ia, \ Rafael María
la Península, ni por un momento puedo consentir en continuar de Mendive fallece en La Habana. (Ver: 1878. Noviembre (a.m. 7j.l
Diciemb;e 13. Rubrica, junto con Andrés Alfonso, Antonio Rodil y Paul Phi-
por honrosa que ella me sea, en una situación por donde viniera lippson, un documento donde se consignan las bases sobre las que habría de es-
ya a pagar con una controversia ingrata una distinción de tanto .tablecerse y funcionar una empresa que él funda con ayuda de los demás firmantes
valor para mí, que contaré siempre -entre las más caras y lison- -asociados como capitalistas-, la cual se dedicaría .a la edición de libros. (No
hay constancia de qué este proyectn se pusiera en practica.)
jeras de mi vida.
Ruego a V.B. se sirva ordenar al señor Vicecónsul se haga
cargo de! Consulado que renuncio, y creer que si en mi persona 1887
desaparece el Cónsul argentino en New York, queda en mí siem-
pre para la República Argentina un hijo agradecido. Febrero 2. Su padre, Mariano Martí y Navarro, fallece en La Habana a los
Saludo a V.E. con el testimonio de mi alta consideración. setenta y un años de edad.
Febrero. Colabora -posiblemente desde fines del año anterior con Ef ECO/;?;
mista Americano, revista que se edita en Nueva York. (La publicación qmzas dejo
JOSE MARTI de aparecer a fines de 18% o principios de 18%. Ver. 1888. Octubrd.)
0. C.; t. 1, p. 265-266.
l Ver nota de fa cronologia que aparece en el tome 1 de estas Obras escogidas.
OBRAS ESCOGIDAS T. II 559
558 José .Varli

nombrada en la junta anterior presentará un proyecto sobre el modo de conducir


Marzo 5. El Porvenir, de Puerto Plata, recoge fa alocución “A los cubanos” los trabajos revolucionarios.
Abril Hace referencia a una traducción que realiza del idioma “portugues, que Noviembre 29. Escribe a Jose Dolores Poyo, dirigente de la emigración en
aprendi como algún dia sabras”. [OC., 20, 3273 Cayo Hueso, a quien expresa sus ideas acerca de la necesidad de preparar ade-
Abril 7. Envía a La Habana una copia del escrito en que Domingo Faustino cuadamente la revolución, y solicita su criterio acerca de las actividades empren-
Sarmiento se refiere a su persona: “No me conoce, y aun sospechaba, por mis didas. (Es la primera vez que intenta establecer este tipo de contacto con el
opiniones sobre los Estados Unidos, no tan favorables como las suyas, que no
era muy mi amigo. Y ve fas cosas que se ha puesto’ a escribir.-” [OC., 28. 3821 Cayo.)
Abril 9. El periódico habanero La Lucha publica su articulo acerca de Fermin Noviembre $0, Es designado presidente de fa Comisión Ejecutiva elegida en
Valdés Dominguez. una reunión de cubanos representatrvos de la emigración neoyorquina, en fa cual
Abril 14. Posiblemente asiste a una lectura que realiza Walt Whitman en el se establecen fas bases que orientarán los fines estratégicos de la organización
teatro Madison Square de Nueva York, qÜe encabezará los trabajos revolucionarios. La comisión-está integrada, además,
Abril 16. Es nombrado Cónslul General de la República Oriental del Uruguay oor Rafael de Castro Palomino como secretario, Félix Fuentes, José M. Párraga
en Nueva York mediante un decteto presidencial del país sudamericano. (No pre- y-un Cuerpo .4sesor de dieciocho personas.
senta fas cartas credenciales expedidas a su favor ante el Deoartamenio de Es- Diciembre 3. Es eleeido vocal de la funta directiva de la Sociedad Literaria
tado norteamericano, formalidad~nccesaria para obtener su exequátur como cónsul. Hispano-Americana de hew York, constitúida el 5 de noviembre. (Será reelegido
Ver: 1891. Enero 17.) tres años más tarde. Ver: 1890. Diciembre 6.)
fulio (d. 7). Se encuentra enfermo durante varios dias. Diciembre 15. Expresa su preocupación por el cuidado de fas pruebas de sus
julio 18. La empresa editorial Estes and Lauriat de Boston le comunica que trabaios en ef neriódico mexicano. “porque en Cuba leen y buscan El Partido, y
aún esperan su traducción de La& Rookh, de Thomas Moore, prometida para fos émulos se ;egocijan cuando un erro; serio de prensa permite achacarlo a ex-
mediados de junio. (Ver: 1889. Febrero 19.) travagancia u oscuridad mía”. [OC., 20, 1221
Agosto 8. En carta a Mercado dice que sus entradas mensuales por las corres- Diciembre 16. Firma, conjuntamente con los demás integrantes de la Comisión
pondencias a La Nación y El Partido Liberal ascienden a $100 poco más o menos. Ejecutiva, una extensa carta circular dirigida, entre otros, a los generales Máximo
pero que pasan de veinte los diarios que publican sus cartas. con encomios aue Gómez y Antonio Maceo, y en la cual solicita adhesión a ios trabajos emprendi--
-agradece,-“pero todos se sirven gratuitamehte de ellas, y como Moliére, las toman dos. (Ver: 1888. Enero 15, Enero 26 y Febrero 20.)
donde las hallan”. [OC, 20., 1121 Diciembre 26. Organiza junto con varios amigos una velada familiar con mo-
Septiembre. Termina el prólogo para su traducción de la novela de Hefen Hunt
Jackson, Ramona, que ya está er: fa imprenta. Asume personalmente todos los tivo del cumpfeafíos de fa madre, quien arriba a los cincuenta y nueve el -dia 17.
gastos de fa edición. (Ver: 1888. Julio.)
Octubre 16. Pronuncia un importante discurso en fa conmemoración de fa fecha,
ante sus compatriotas reunidos en Masonic Temple, fo que no hacía desde 1884. De 1888
este modo se reincorpora activamente a la vida politica de las emigraciones. Ex-
presa que los cubanos se ocupan firmemente “no en llevar a nuestra tierra inva- Enero 16. El general Antonio Maceo f: expresa sus puntos de vista acerca de
siones ciegas [..,] sino en amasar la levadura de república que hará falta mafía- la mejor forma de organizar centros revolucionarios que preparen fa guerra, a la
na”. [OC.,4, 2201 vez que le ofrece su cooperación y su franca y cordial amistad. (Ver: 1887. Di-
Octubre 20. Contesta la carta que le enviara Juan Fernández Ruz a princioios ciembre 16.)
de mes. Le explica detalladamente su opinión acerca de los preparativos de’ un Enero 25. Desde Panamá, el general Máximo Gómez dirige su respuesta “A
nuevo intento revolucionario y le manifiesta su deseo de hablarle personalmente. fa Comisión de New York” y reitera su disposición de ocupar, como siempre, su
Ha recibido propuestas de La Noción para ir a trabajar a Buenos Aires, fas que puesto de combate por la independencia de Cuba, aunque estima que el momento
no ha aceptado: “claro está que no puedo ir, con mi tierra sufriendo a la puerta”. es prematuro. (Ver: 1887. Diciembre 16.)
[OC, 20.,187] (Ver: 1888. Abril 20.) Enero 26. Le comunican desde Honduras que debido a limitaciones oficiales
Noviembre 9. Dirige una carta-circular a varios cubanos residentes en Nueva impuestas a La Reptibfica, este periódico debe privarse de sus colaboraciones.
York a quienes invita-a reunirse con Fernández Ruz dos dias más tarde en fa (Ver: 1886. Julio 8.)
casa de Enrique Trujillo -calle 57 no. 446 Oeste- para intercambiar oniniones Enero 27. Despide a la madre, quien regresa a La Habana después de per-
acerca del modo práctico de actuar en favor de la independencia de Cuba. manecer a su fado durante dos meses. (Ver: 1887. Noviembre 22 (d. ?).)
Noviembre ll. La mayoría dc los reunidos coinciden en que debe aguardarse
a fa preparación racional de fa guerra antes de llevar una invasión armada a fa Febrero (m.d.7). Decide enviar a Flor Crombet a Cayo Hueso con instruccio-
Isla. Nombran una comisión para que elabore un plan acerca de las. tareas a nes reservadas de la Comisión Ejecutiva para que proceda consecuentemente ante
realizar en adelante. la actitud de Juan Fernández Ruz, quien pretende ser el jefe superior de la futura
Noviembre 13. Escribe fa crónica “Un drama terrible”, que resume su enjuicia- guerra y ha manifestado su disgusto al conocer la adhesión del general Gómez.
miento del proceso seguido contra los dirigentes obreros ejecutados en Chicago Febrero 211. El general Francisco Carrillo fe expresa la disposición favorable
dos días antes. (Este trabajo -publicado en Lu Nación el Iro de enero de 1888- de los jefes de la pasada contienda, a quienes, dice, sólo tendrían que facifitár-
corresoonde a un ounto culminante de la evolución de sus ideas sociales.) sefes los recursos materiales para iniciar fa guerra. (Ver: 1887. Diciembre 16.)
No%entbre 22 Cd.?). Su madre llega a Nueva York. (En esta ocasión’recibe Febrero 22. Remite al Ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay la Me-
el anillo grabado con la palabra Cuba, hecho con un eslabón de fa cadena del moria de las operaciones del Consulado general de esta nación en Nueva York.
grillete que llevó en presidio. Desde entonces lo usa permanentemente.) Ver: que está a su cargo interinamente.
1888. Enero 27.) Marzo 20. Le es comunicada la decisión de la Junta Directiva de la Sociedad
Noviembre 26. Cita a un grupo de cubanos -entre los que se hallan Emilio Literaria Hispano-Americana, que tmánimemente le suplica retire su denuncia al
Núñez, José Castillo y Juan Arnan-- para la noche del 30, cuando la comisión
560 José Marfi DBRAS ESCOGIDAS. T. II 561

cargo de vocal y continúe formandn parte de esta agrupación como socio activo. 1889
Firma la misiva el secretario, Diego Vicente Tejera. (Ver: 1887. Diciembre 3.)
IMarzo. Publica en El Economista Americano las cartas inéditas que José de 17, Se com romete a remitir dos crónicas quincenales
.EtIoro al periódico uru-
la Luz y Caballero dirigiera a José Podbielski. PUBVO La Odnión Pu*i lita.
Abril 20. Expresa en una misiva, “Hoy no tengo ocasión de servirle a mi patria om~-kebrero 15. Informa a Enrique Estrázulas que ha nombrado “Cónsul interino
visiblemente, ni creo que la haya por bastante tiempo; pero presto en silencio un en Fernandina a un N. B. Borden, de auien informan bien. Veremos si es hom-
gran servicio, alejando de ella a muy malos amigos, con influjo y prudencia que bre de honor.” (OC, 20, 2031 (Ver: -189J.‘Diciembre fo.)
parece que sólo yo tengo aqui ahora.” [OC., 20, 194) Esta es la causa por fa Febrero 19. Expresa que pronto va a salir su traducción de Latla Rookh, y que
no acepta nuevas proposiciones de trasladarse a Argentina. (Ver: 1887. Octubre 2;; ya está en rensa la segunda edición de Ramona. (Ver: 1888. Julio.)
Abril 21. Flor Crombet le informa que trabaja en la organización de los emi- Marzo 8 5. Publica en The Evenina Post de Nueva York. bajo el titulo “Vin-
grados de Cayo Hueso junto con Lamadriz y otros patriotas, y que el brigadier dicación de Cuba”, su carta respuesta-a los articulos *‘iQueremos a Cuba?“, apa-
Fernández Ruz anda por otros caminos. recido en îhe Manufacturer. de Filadelfia, el dia 16, y “Una opinión proteccionista
sobre la anexibn de Cuba”, publicado el 21 en el -periódico’ neoyorquino, en el
Abril 27. Le es presentado Carlos Balitio -mediante una carta-, quien se cual este se hacia eco de las ofensivas ideas anticubanas expresadas por el an-
propone publicar un perìcdico titulado El Hogar y desea que le honre con su terior.
colaboración. Marzo, Reahza traducciones, a fin de sufragar sus gastos más perentorios.
Moyo 16. Publica en El Auisador Cubano una “Carta abierta” en la cual Para esta lecha, El Economistn Americano ha dejado de publicarse. (Ver: 1888.
desmiente a Ricardo Rodríguez Otero, quien ha publicado un libro en Cuba en Octubre.)
el que le atribuye la expresión de ideas de tendencia anexionista y acerca de Marzo. Concibe la idea “de publicar aqui un periodico en inglés, en defensa
posibles soluciones acordes con España. moderada y enérgica, personal y libre, de nuestros paises”. [OC., 20, 1391 (La
Junio 16. Se halla entre los fundadores del club Los Independientes, de Nueva falta de recursos y la atenuación de la campana anexionista determinan que pos-
York, creado con el fin de reunir fondos para auxiliar a la revolución cuando ponga el proyecto.)
un plan de todas las emigraciones considere oportuno el inicio de ia guerra en Abril cm.?). Publica el folleto Cuba u los Estados Unidos. que recoge los ar-
Cuba. ticulos anticubanos aparecidos en la prensa yanqui y su contundente respuesta.
Julio. Termina de imprimirse su lraducción de la novela de Helen Hunt Jack- (Ver: Marzo 26.)
son, que publica con el titulo Ramona. Novela americana. (Ha hecho la edición Mnyo 19. Habla en la segunda reunión del grupo que organiza la sociedad
por su cuenta, pues no obtuvo la suma necesaria para comenzar su planeada de instrucción La Liga, congregados en 17 casa de los hermanos Bonilla, donde
empresa editorial. Ver: 1887. Septiembre y 1886. Diciembre 13.) se elige una directiva provisional.
Julio 15. Participa en el acalorado debate que suscitan las opiniones del bri- Julio 1. Publica su articulo “Antonio Sellén” en la orimera plana del periódi-
gadier Flor Crom.bet en el mitin que se celebra en el Pithagoras Hall, convocado co quincenal La Juventud, que edita en Nueva York ‘--duranie corto tiempo-
por el club Los Independientes. Se ponen de manifiesto sus diferencias de criterio Gonzalo de Quesada v Arósteéui.
acerca de la dirección del movimiento revolucionario, pero ambos soslayan, en Julio. Apirece el primer nzmero de la revista mensual La Edad de Oro, cuya
aras de la unidad, los aspectos que parecen dividirlos. administración radica en William Street no. 77.
Julio 26. Ha estado enfermo durante varios días. Comunica a Manuel Mercado Agosto 30. Informa a la cancilleria cstadounidensc que Alberto Nin repre-
que le enviará, para su venta en México, mil ejemplares de Ramona. sentará a Uruguay en la Conferencia Internacional Americana.
Agosto 31. Son recogidos en II revista Export nnd Finance sus juicios acerca
Agosto. Se traslada a Bath Beach, desde donde viaja diariamente a Nueva de la Conferencia, próxima a celebrarse. expuestos en una entrevista concedida
York en los pequeños vapores que hacen la travesía. a esta publicación en su calidad de Cónsul de Uruguay en Nueva York.
Agosto (m. 7). Visita los montes Catskill durante un fin de semana. Septiembre 28. Escribe la primera crónica acerca de los momentos preliminares
Septiembre 25. Participa en una reunión convocada tres dias antes por él, de la cita interamericana convocada por Washington.
Rafael de Castro Palomino, Manuel Párraga y Félix Fuentes con el objetivo de Octubre. Publica el cuarto y último número de Lu Edad de Oro. Abandona su
discutir la mejor forma de conmemorar el próximo 10 de Octubre. trabajo dr redactor de la revista porque ef editor-propietario queria que hablase “del
Octubre. Escribe totalmente el contenido de El Economista Americano corres- ‘temor de Dios’, v que el nombre de Dios, y no la tolerancia y el espíritu divino,
pondiente a este mes. (Ver: 1887. Febrero y 1889. Marzo.) estuvieran en todos ‘los articulos e historias.” [OC., 20, 1531
Octubre 2. Se realiza en la capital estadounidense la sesión inaugural de la
Octubre 10. Pronuncia un discurso ante los cubanos congregados en Masonic Conferencia Internacional Americana. Luego de elegir a James G. Blaine -Secre-
Temple con motivo de la fecha patriótica. tario de Estado vanuui- como presidente del evento, los delegados inician una
Octubre 12. Es designado socio corresponsal de la Asociación de la Prensa, gira por el pais anfit;ión. (Ver: Noviembre 18.)
de Argentina, con las atribuciones de representarla en los Estados Unidos y Octubre 10. Habla a los cubanos congregados en Hardman Hall para con-
Canadá, y para concertar acuerdos con instituciows similares sobre la base de men:orar la fecha patriótica.
la reciprocidad. Octubre 29. Alerta a Gonzalo de Quesada, secretario del delegado argentino
Octubre 27. Le comunican que la Academia de Ciencias y Bellas Letras de ante la Conferencia. acerca de los olancs anexionistas que elementos anticubanos
San Salvador, en la junta general del día 23 del mes anterior, lo ha nombrado intentan presentar en el cónclave.
socio corresponsal. Octubre (m. ?). Su discu:so del dia 10 aparece en un folleto que recoge las
Noviembre 7. Desmiente, en las páginas de El Avisador Cubano, las calumnias palabras de ‘los Óradores que intervinieron en el acto político. entre IOS que se
propaladas por Juan Fernández Ruz en un manifiesto publicado en Las Noveda- encuentran Gonzalo de Quesada y Emilio Núñez.
des, semanario hispánico de Nueva York, donde tergiversa las relaciones que Noviembre 16. Escribe a Serafin Bello con motivo de la huelga que se de-
mantuvo con el movimiento revolucionario que se organizaba. sarrolla en Cayo Hueso: “Lo socia! está ya en lo politice en nuestra tierra, como
562 Josi .Uarti
OBRAS ESCOGIDAS. T II 563
en todas parles [...] A los elementos sociales es a lo que hay que atender, y a
satisfacer sus justas demandas, si se quiere estudiar en lo verdadero el problema desde el 31 de mayo. Forman parte de la junta directiva Benjamin J. Guerra,
de Cuba, y ponerlo en condiciones reales.” [OC., 1, 253-2541 como primer vocal tesorero, y Gonzalo de Quesada, segundo vocal. (Ver: 1887.
h’ouiembre 18. Se reanudan las sesiones de la Conferencia Internacional. (Ver: Diciembre 3 y 1891. Diciembre 5.)
Octubre 2 y 1890. Abril 19.) Diciembre 12 Habla en el banquete ofrecido a Francisco Chacón en el restau-
Noviembre 20. Interviene en la velada en homenaje al poeta Jose María He- rante Martin.
redia, celebrada en Hardman Hall. Diciembre 15. Lee C’ersos sencillos en la velada en homenaje a Chacón que
Diciembre (d. 7). Sus palabras
son reproducidas en un folleto que edita la celebra en su casa.
imprentade El Avisador Hispano-Americano. Diciembre 20. Toma posesión del cargo al frente de la Sociedad Literaria His.
Diciembre 19. Pronuncia el discurso conocido como Madre América en la ve- pano-americana. Pronuncia un discurso.
lada artística que la Sociedad Literaria Hispano-Americana de Nueva York ofrece Uiciembrc 23. Es nombrado por el gobierno de Uruguay su representante
a los dele ados al cónclave internacional. en la Comision Monetaria Internacional Americana que próximamente sesionará en
* Uiciem %re (m. 7). Aparece la segunda edición de Ramona. (Ver: Febrero 19.) Washington. Le expiden el certificado de miembro activo del Club Crepúsculo, de
Nueva York.
(¿a.m.?). ES retratado por el pintor sueco Herman Norrman mientras trabaja
en su oficina de 120 Front Street.
1890

Enero 22, Habla a los participantes en la velada inaugural de la Sociedad


Protectora de la Instrucción La Liga,- que estrena su nuevo local en Bleecker 1891
.
Street no. 198.
Febrero 5. El general Antonio Maceo arriba a La Habana. Su objetivo es Enero 19. Aparece publicado -por primera vez- su ensayo “Nuestra América”
organizar un movimiento insurreccional en la Isla. (Ver: Agosto 30.) en La Revista Ilustrada de Nueva York.
Marzo 15: Llega a Washington, donde permanece dos días. Posiblemente se Enero 1. Le aumentan su remuneración en el Central Evening High School,
entrevista con algunos delegados a la Conferencia Internacional Americana. donde trabaja como profesor de español. Reside en la calle 58, no. 361 Oeste.
Marzo (d. 7). I%obablemer?e viaja a Boston. Enero 2. Informa al Secretario del Departamento de Estado yanqui, James G.
Marzo 25 (d. 7). Se halla en Nueva York. Blaine, que ha sido nombrado representante de la República Oriental del Uruguay
Abril. Forma parte del claustrc de maestros de la sociedad La Liga que ante la Comisión Monetaria Internacional Americana y solicita instrucciones y
imnarten clases. sin uercibir retribución alguna. a los cubanos y- puertorriqueños
. documentos acreditativos.
negros de extracción humilde que allf concu&en. Enero 7. Sc inaugura la conferencia. (Ver: Febrero 4.)
Abril 19. Es clausurada la Conferencia Internacional Americana. Enero 3. Comunica al Secretario de Estado que aún no ha recibido respuesta
Junio 16. Pronuncia un discurso en la fiesta que celebra el club Los Indepen- a su carta del dia 2.
dientes con motivo del segundo aniversario de su constitución. Enero 9. Recibe contestación de! Deoartamento de Estado
Julio 24. Es nombrado, por decreto presidencial, Cónsul de la República Ar- Enero 17. Envia al Departamento de Estado las cartas patentes como cónsul
gentina en Nueva York. (Ver: Octubre 3.) de Uru uay en Nueva York y solicita el correspondiente exequátur. (Ver: 1887.
Julio 30. El presidente de la República del Paraguay lo nombra Cónsul de su Abril 1fY.) Pronuncia un discurso en la reunión convocada por la Sociedad Lite-
país en la importante ciudad del Norte. raria Hispano-americana co? motivo de la inauguración de su nuevo local.
Agosto. Se encuentra en las montañas de Catskill, adonde ha ido a recupera1 Enero 23. Le cs expedido el documento acreditativo de su función diplomática.
su salud afectada. Conoce a varios miembros del Twilight Club (Club Creptisculo) Enero 25. Integra una comisión, iunto con Beniamin Guerra v otros cubanos.
quienes se hallan de vacaciones en el lugar. Escribe la mayor parte de los poe- encargada de organizar una velada- artístico-literaria en benefic:o del club Los
mas que aparecerán en su libro Versos sencillos. Independientes.
Agosfo 30. Antonio Maceo es expulsado de Cuba, donde intentaba organizar tnero 30. “Nuestra America” aparece en El J’artirfo Liberul, de México.
una nueva insurrección. (Ver: Febrero 5.) Febrero 3. Viaja a la capital estadounidense.
Octubre 1. Es nombrado profesor de español de la Escuela Central Superior
Febrero 4. Participa en la segunda sesión de la Conferencia Monetaria Inter-
Nocturna, situada en la calle 63 no. 220 Este. (Ver: 1891. Febrero 18 y Junio JI.) nacional, que se celebra en Washington,
Octubre 3. Le es extendido el exequátur que lo acredita como Cónsul de Ar-
Febrero JO. Es designado para formar parte dr la Comisión de Credenciales,
gentina en Nueva York. (Ver: Julio 24.) junto con los delegados de Brasi!- y Colombia, cn la tercera sesión del evento.
Uctubre JO. Habla a los cubanos reunidos en Hardman Hall para conmemorar
(Ver: Marzo 23.)
la fecha.
Ucfubre 16. Pronuncia un discurso en la velada que ofrece La Liga como kebrero 18. Su petición de ser sustituido por Gonzalo. de Quesada durante un
tiempo drteminado es aprobada oficialmente nor la dirección de la escuela nocturna
saludo a Gonzalo de Quesada, quien ha regresado de Argentina.
donde trabaja. (Estuvo ausente más de un mes. Ver: Junio 17.)
Octubre 23. Dirige la palabra a los miembros del Twilight Club en el resto-
f’ebrero 21. Se encuentra en Nueva York. Participa en la velada de la So-
rán Morello, y aboga por el incremento de las relaciones entre las personas de
ciedad Literaria Hispano-americana, donde lee los versos que Román Mayorga
los Estados Unidos y de la América del Sur.
Rivas dedica a la institución,
Noviembre 19. Es publicada una semblanza suya en Ef Porvenir, de Nueva
Marzo 3. Pronuncia un discurso en el acto que la Sociedad Literaria realiza
York, escrita por su amigo Rafael Serra.
en homenaje al compositor Nicolás Ruiz Espadero, recientemente desaparecido.
Diciembre 6. Resulta electo presidente de la Sociedad Literaria Hispano-ame-
ricana de New York, cargo que ocupara interinamente Néstor Ponce de León Marzo 7. Da lectura a fragmentos de su !raducción de Lalla Rookh, de Thomas
.\\oorc, en una <csión de la Sociedad Literaria
564 /OSP Martí OBRAS ESCOGIDAS T. II 565

Marzo 23. Se le designa -durante la cuarta sesión- para formar parte, junto Septiembre (d. ?). Se encuentra enfermo.
con los delegados de Chile, Brasil, Argentina y Colombia, de una comisión que Septiembre I 15. Toma parte en la celebración del aniversario de la indepen-
estudiará y emitirá un dictamen acerca de las proposiciones hechas por el dele- delicia de Mexlco.
gado de los Estados Unidos, que aboga por el bimetalismo con una relación fija SeHiembre 18. Se le menciona en un informe del Ministro de Es aña en
entre el oro y la plata y solicita una conferencia mundial que se efectuaria en Washington como uno de los miembros más destacados del club Los Pndepen-
1893 6 1894. dientes,organización vigilada por agentes peninsulares.
Marzo $0. Lee, primero en español y luego en inglés, el dictamen, redactado (‘:flrbre 7. Invita a todos los cubanos de Nueva York a conmemorar digna-
y traducido por él, sobre las propuestas yanquis, de las que la comisión difiere mente el próximo aniversario del inicio de la guerra independentista.
en cuanto a la convocatoria de una nueva reunión para fecha próxima. (Esto SUS- Octubre JO Hace el resumen del acto conmemorativo de la fecha patriótica,
cita una larga discusión que ocupa las quinta y sexta sesiones.). celebrado en Hardman Hall, salón que resulta peque80 para la numerosa con-
Abril 1. Es nombrado miembro de una comisión, integrada también por los currencia. (El cónsul español en Nueva York se queja ante el gobierno de Uruguay
delegados de Mexico, Argentina, Nicaragua y Colombia, que dictaminará sobre por las pa!abras de su representante diplomático. El Ministro Plenipotenciario de
la conveniencia o no de levantar las sesiones sin hacer invitación alguna para una la Península en Washington dirigr similar protesta a su homólogo de la Repú-
nueva conferencia de carácter universal. En esta fecha escribe: “ilibre el campo, blica de Argentina.)
al fin libre, libre y mejor díspuesto que nunca, para preparar, si ueremos, la Ocfubre ll. Comunica por telégrafo al Ministro porteño en la capital estado-
revolución, ordenada en Cuba, y con los brazos afuera! Sentada 4 a anexión.” unidense su renuncia al cargo de cónsul de esa naciófi. Posiblemente este miámo
[OC, 6,. ISI] día presenta igual decisión ante los funcionarios de Paraguay y de Uruguay. (En
Abrfl 3. Se somete al plenario e! proyecto de resolución que considera no fac- el caso de esta última, “la mano encar ada de dar curso a la renuncia fa retuvo”.
tible la adopción de una relación fija entre el oro y la plata, y en su parte [OC, 1, 3091 (Ver: 1892. Murzo 1 y l8h. Noviembre 19.)
resolutiva señala que al concluir las sesiones expresa el deseo de celebrar en otro Ocfubre 17. Ratifica al Ministro de Argentina en Washington su decisión de
momento una reunión internacional ue acordaría la uniformidad del sistema no continuar ocupando el cargo que desempetiaba en el consulado neoyorquino,
monetario de las naciones americanas. i s aprobado por unanimidad. pues ve con preocu ación la posibilidad de que sus actividades independentistas
Abril 4. Se encuentra en Nueva York, por lo que no participa de la octava sean motivo de conf [!Icto entre el país austral y la monarqufa española.
y última sesión del cónclave. Diserta sobre la poesía gaucha ante los miembros Octubre 30. Comunica al secretariado de la Sociedad Literaria Hispano-ame-
de la Sociedad Literaria. ricana ss renuncia terminante a la presidencia de la misma, para así quitar “la
Abril 13. Comunica al Secretario de Estado el arribo a Washington de Fran- ocasión que su permanencia en ella daría tal vez Jara entorpecer, con alegacio-
cisco Lanza, delegado de la Reptiblica de Uruguay en la Comisión-Internacional nes de carácter personal, nuestra obra americana”. [ c.,20, 393)
de Ferrocarriles. Octubre (m.d.7). Aparece publicado su libro Versos sencillos.
Abril 23. Pronuncia un discurso en la velada que la Sociedad Literaria ofrece
en homenaje a México.
Mayo (d. 7). Publica su articulo “La Conferencia Monetaria .de las Repúblicas
de América” en el mimero cinco de La Revista Ilustrada de Nueva York.
Mayo 20. Aparece en La Nación la que parece su última colaboración con el
diario argentino.
Junio 6. Habla a los reunidos en la Sociedad Literaria con motivo de la velada
en honor de Centroamérica.
Junio 17. Es nombrado nuevamente para el cargo de instructor de Español
en la Escuela Central Superior Nocturna para el período 1891-1892. (Ver: 1890.
Febrero 18 y 1890. Febrero 17.)
Junio 23. Lee la obra Hatuey, de Francisco Sellén, y diserta sobre la poetisa
cubana Mercedes Matamoros en una reunión aue se efectúa en la casa de Ben-
jamín Guerra
Junio 30. Llegan a Nueva York su esposa y su hijo. Se aloja con ellos en el
Hotel Fénix, situado en la calle 14 no. 211 y 213 Oeste. (Ver: 1891 Agosto 27
y 1885. Marzo 24.)
Julio (d. 7). Permanece varios días en Bath Beach en compañía de su esposa
y su hijo.
Julio 17. Habla a los reunidos en una fiesta celebrada en la casa de Manuel
Barranco.
Agosto 20. Envía al Ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay el in-
forme de la delegación de este pais a la Conlerencia Monetaria Internacional
Americana. -
Agosto (m.d.7). Se hdlla en Sea Cliff. Colabora con el médico Esteban Borrero
en el cuidado de Mariana Guerra. viuda de Barranco, auien se encuentra enferma.
Agosto 27. Su esposa regresa’con su hijo a Cuba. No volver& a verlos. (Ver.
Junio 30. Carmen Zayas Bazán, en su ausencia, había solicitado a Enrique Tru-
jillo que gestionara ante el cóncal español el despacho de los pasaportes con la
mayor urgencia posible, lo que aquel hizo de inmediato. Al conocer lo sucedido,
Martí rompió sus relaciones amistosas con el desleal periodista.)

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