Y VISTOS:
RESULTA:
Señalan que el acto cuestionado establece, en su artículo 1°, por única vez
el pago extraordinario no remunerativo no bonificable de pesos cuatro mil quinientos, en
concepto de gratificación para aquellos docentes que no hayan registrado inasistencia
en el ciclo lectivo 2017, en cualquiera de sus secuencias, y hayan completado al menos
un mes de clase; mediante el artículo 2, se precisa que no alcanzará a los docentes que
hubieran registrado inasistencias tanto de forma injustificada como bajo el régimen de
licencia, con excepción de las establecidas en los artículos 114 y 115 inciso d de la ley
10579.
Sostienen que el uso de las licencias, no sólo es lícito sino que es un derecho
del trabajador, más aun cuando esas licencias se relacionan con el derecho a la salud,
de ahí la arbitrariedad de la medida, la cual no premia el presentismo perfecto según
declama sino que castigan a: quien tuvo la mala suerte de enfermarse o que un familiar
a cargo se enferme, de tener un accidente de trabajo, a quien tuvo un hijo o adoptó, a
quien se quiso casar, a quien se quiso capacitar, a quien tuvo una situación de duelo
por muerte de un familiar.
Y,
CONSIDERANDO:
2°) Aquí la representación fiscal viene alegando que, dado que se están
reclamando derechos individuales de naturaleza patrimonial, las entidades sindicales no
tienen legitimación procesal al no haber acompañado las autorizaciones pertinentes
(exigida por el artículo 31, inciso a, de la ley 23.551 y su reglamentación, DR 467/88) a
los efectos de ejercitar judicialmente la tutela pretendida.
Tales son los lineamientos dados por el Alto Tribunal Federal: “la
procedencia de este tipo de acciones requiere la verificación de una causa fáctica
común, una pretensión procesal enfocada en el aspecto colectivo de los efectos de ese
hecho y la constatación de que el ejercicio individual no aparece plenamente justificado.
Sin perjuicio de lo cual, también procederá cuando, pese a tratarse de derechos
individuales, exista un fuerte interés estatal en su protección, sea por su trascendencia
social o en virtud de las particulares características de los sectores afectados” (Halabi,
cit.); incluso reconoció legitimación colectiva en cuestiones de naturaleza patrimonial
especificó en la -también citada- causa Consumidores Libres: “de acuerdo a las
disposiciones del art. 43 de la Constitución Nacional, las asociaciones de usuarios y
consumidores se encuentran legitimadas para iniciar acciones colectivas relativas a
derechos de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos,
incluso de naturaleza patrimonial, siempre que demuestren: la existencia de un hecho
único susceptible de ocasionar una lesión a una pluralidad de sujetos, que la pretensión
esté concentrada en los ‘efectos comunes’ para toda la clase involucrada y que de no
reconocerse la legitimación procesal podría comprometerse seriamente al acceso a la
justicia de los integrantes del colectivo cuya representación se pretende asumir”.
Y este último punto que la Corte destaca también es relevante pues la
demanda colectiva es virtualmente la herramienta procesal que permite el efectivo
ejercicio de acceso a la justicia en cuestiones donde la importancia económica del
asunto, en términos individuales, resulta un obstáculo o un elemento disuasorio para
que cada litigante (aquí los trabajadores docentes) acuda de manera individual a los
estrados judiciales.
Por su parte, el citado artículo 114 enumera las licencias a las que se tienen
derecho en dicho estatuto: “El personal docente tiene derecho a licencias por las
siguientes causas: a) Por enfermedad o accidente de trabajo. b) (Texto según Ley
14814) Por examen médico pre-matrimonial y exámenes y/o prácticas de prevención
para la salud. c) Por matrimonio. d) Por maternidad o adopción.
Cabe advertir que una evaluación como la realizada aquí en modo alguno
puede considerarse como un avance judicial sobre facultades privativas de los otros
poderes toda vez que, según recordó recientemente la Suprema Corte, “ciertamente
que no les incumbe a los jueces el control de la oportunidad, mérito o conveniencia de
las razones tenidas en cuenta por los otros poderes en torno de decisiones que les son
propias, mas ello no impide el control de razonabilidad de tales decisiones” (SCBA
A.73939, “Farmacity”, sent.22-VI-2016; en sentido similar, aunque en otros términos,:
A.71.222, “Bernini”, sent.22-II-2015; I.1912, “Barsottelli”, sent. 19-IX-2007; I.1985,
“Gaspes”, sent.26-V-2005; entre muchas otras).
Para facilitar dicho análisis, es útil su conocida división en tres sub principios:
idoneidad, necesidad y razonabilidad o proporcionalidad en sentido estricto
(conf. ídem pp. 91/93; Cianciardo, J.; El Principio de Razonabilidad, Ábaco, Bs.As. 2°
ed., 2009, pp. 63, 82 y 107 para cada uno), y es nuestro Supremo Tribunal provincial,
además de la doctrina autoral citada entre varios otros, el que se encarga de dar líneas
directrices para el análisis de su funcionamiento: “El primer estándar del control de
razonabilidad se apontoca en el conocido parámetro de la adecuación entre los medios
utilizados y los fines perseguidos. A partir de allí puede predicarse que una
reglamentación resulta idónea si permite arribar al resultado socialmente útil que se
procuró al sancionarla. El segundo exige demostrar que el legislador ha adoptado la
herramienta normativa menos gravosa entre las alternativas idóneas para satisfacer el
propósito perseguido (necesidad), mientras que por el tercero debe verificarse que dicha
herramienta no afecta el contenido esencial de los derechos, analizándose la relación
razonable entre la finalidad perseguida y el medio empleado (razonabilidad en sentido
estricto)” (Q. 71.091...cit.; bastardilla agregada).
Ello, dicho en relación con las circunstancias de autos, quiere decir que la
gratificación no resulta irrazonable per secomo medida para el fomento de un
presentismo perfecto pero sí al momento de elegir entre las licencias cuya utilización no
implica la pérdida del beneficio (vacaciones y ejercicio de cargo de mayor jerarquía; arts.
114 n y 115 d, respectivamente) de las que sí (todas las demás, entre las que cabe
destacar, donación de órganos, enfermedad y maternidad).
Esto es así porque mal podrá incentivarse una conducta que trasciende
la esfera de la voluntad del sujeto a quien se dirige el incentivo, lo que quiere decir,
en otras palabras, que no hay ninguna acción susceptible de estimulación; v.gr.
en el caso que nos ocupa, tal vez sea la licencia médica el ejemplo por antonomasia
(aunque no excluyente): no sólo no podrá elegir entre enfermarse o no para privilegiar
al servicio educativo sino que, en el primer supuesto, el docente debe considerarse en
la obligación, por razones sanitarias y más cuando está al frente de una aula, de hacer
uso de la licencia (excepción, posicionándose en hipótesis restrictivas, alguna
indisposición pasajera no impediente y no contagiosa) so riesgo de contagiar a los
niños/as y/o adolescentes a su cargo.
No sólo. Desde otro punto de vista, a la par que el uso de las licencias
anteriores resulta causal de pérdida de la gratificación, no lo es aquella relativa a las
vacaciones anuales cuando, si lo que se premia es el esfuerzo para no ausentarse
durante el año lectivo, bien podría haberse premiado a quienes hicieron uso de tal
licencia durante el receso o decidieron realizar dicho esfuerzo y postergarlas.
Vale aclarar, que los supuestos aquí tratados son meramente ejemplos y,
estudios similares, podrían realizarse también con otras de las licencias previstas
legalmente; quedará a la prudente discreción de la Administración, la revisión de la
norma conforme los alcances de la solución que aquí se propiciará, lo que lleva a las
siguientes consideraciones finales.
Por otro lado, y como bien destaca el representante fiscal, esa falta de
competencia nunca podría tener el efecto pretendido por la entidad demandante sino,
inexorablemente, dejar a los establecimientos educativos de gestión privada al margen
de la medida.
Por ello,
FALLO:
Regístrese y notifíquese.
Registro Nº .............
Juez
en lo Contencioso Administrativo nº 4
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