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Dr.

Kléver Silva Zaldumbide


MEDICO ACUPUNTURISTA
Doctor en Medicina y Cirugía en la Universidad Central del Ecuador
Especialización de dos años de postgrado en la República de China en
ACUPUNTURA Y MOXIBUSTIÓN
El regalo de “Magi”

A quien no le cautivado un cuento con sus historias que nos sorprenden y nos
conmueven. Transportan nuestra imaginación más allá de toda frontera.
Dilatan nuestras pupilas y ensanchan nuestro pensamiento, por eso será que
escogí para esta fecha a un gran mensaje de William S. Porter.
“Ella contó tres veces unos pocos dólares ahorrados, uno por uno, fruto de lo
que a veces regateaba con la verdulera o con el carnicero, su esposo realmente
ganaba muy poco. Al día siguiente era Navidad. Había pasado muchas horas
felices imaginando algo bonito, especial y de calidad para él. Evidentemente
no era suficiente dinero, no había nada que hacer, solo echarse al miserable
lecho y llorar porque su presupuesto no era suficiente. Este joven matrimonio
vivía en un suburbio muy desposeído de una ciudad, eran dueños de dos cosas
que les provocaban un inmenso orgullo. Él tenía un precioso y envidiable reloj
de oro de bolsillo que había sido de su padre y antes de su abuelo. Ella poseía
la más hermosa y brillante cabellera de la ciudad.
Ella sin rumbo y desconsolada salió a la calle y se detuvo en un cartel que
decía: "Cabellos de todas clases". Sin pensar dos veces pregunta: ¿Quiere
comprar mi pelo? A lo que la dueña inmediatamente responde: le compro. Y
con ese buen dinero empezó a mirar los negocios en busca del regalo para él.
Al fin lo encontró, era hecho para él y nadie más. Era una cadena para su reloj,
de platino, de diseño sencillo pero elegante y puro. De regreso a casa se miró
al mismo espejo dónde ella y el adoraban su cabellera. Si él no me mata, se
dijo, sabrá entender que mi cabello crecerá y se repararán los actuales
estragos hechos por la generosidad sumada al amor. Pero, ¿qué otra cosa
podría haber hecho?
En la Noche de Navidad el café estaba ya preparado, la humilde cena lista en
la estufa para recibirlo. Ella muy nerviosa no sabía por qué si él no se
retrasaba nunca, se sentó en la punta de la mesa que quedaba cerca de la
puerta por donde él entraba siempre. Entonces escuchó sus pasos en la
escalera y, por un momento, se puso pálida y murmuró: "Dios mío, que piense
que sigo siendo bonita". Él entró y se quedó inmóvil y estupefacto, sus ojos se
fijaron en ella con una expresión que su mujer no pudo interpretar, pero que
la aterró. No era de enojo ni de sorpresa ni de desaprobación ni de horror ni
de ningún otro sentimiento para los que ella hubiera estado preparada. Él la
miraba simplemente, con fijeza, con una expresión extraña. Ella
nerviosamente se acercó a él y exclamó: no me mires así. Me corté el pelo y lo
vendí porque no podía pasar la Navidad sin darte tu regalo. Crecerá de nuevo
no te importa, ¿verdad? Dime "Feliz Navidad" y seamos felices, pero ¡no te
imaginas qué regalo tan lindo te tengo!
Pasada la primera sorpresa, él pareció sonámbulo y rápidamente la abrazó,
después de eternos diez segundos dijo: Unos pocos dólares o un millón al mes,
¿cuál es la diferencia? Nuestro regalo es Cristo cuando vino al mundo. Él sacó
un paquete del bolsillo y lo puso sobre la mesa diciendo: Ningún corte de pelo,
o su lavado o un peinado especial, harían que yo quisiera menos a mi
mujercita. Pero si abres ese paquete verás el porqué de mi desconcierto. Ella,
jubilosa, retiró el papel y la cinta, y después un brusco y femenino cambio
hacia un histérico raudal de lágrimas y de gemidos invadió la habitación. Eran
las más caras, auténticas y mejores peinetas de plata que habrían existido
jamás para tan preciosa cabellera que ella ya no la tenía. Ella mostró con
vehemencia en la abierta palma de su mano, la preciosa cadena. ¿Verdad que
es maravillosa? Ahora podrás mirar la hora cien veces al día si se te antoja.
Dame tu reloj, quiero ver cómo se ve con la cadena puesta. En vez de obedecer,
él se dejó caer en el sofá y le dijo: olvidémonos de nuestros regalos de Navidad
por ahora. Son demasiado hermosos para usarlos en este momento. Sabes,
vendí mi reloj para comprarte las peinetas.” … una valiosa lección sobre el
sacrificio y el amor, estuvieron dispuestos a deshacerse de lo que más
amaban, los más valiosos son esos regalos que vienen del corazón, unidos al
amor y la humildad y de manera desinteresada.
¡Feliz Navidad a todos!

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