Introducción al tratamiento
Introducción
Desde este enfoque, entiendo a la adicción como una relación con el mundo, que repite un
ciclo de la experiencia que no logra cerrarse, un gran asunto inconcluso. La necesidad de
consumir pasa a ser la “figura”, tomando todos los recursos del “fondo”. Una vez que la
persona consume y logra el “contacto final” en el ciclo de la experiencia, la retirada no se
produce del todo bien, es decir, el organismo no puede destruir la Gestalt y pasar a otra cosa
para seguir creciendo creativamente.
Sobre el tratamiento individual, es importante que la persona se “ de cuenta” del “como” y del
“para que” elije consumir. También integramos el porqué, el que y el cuando, pero sobre todo
el para que, trae una dimensión fundamental que es la motivación intrínseca del consumo y los
beneficios que este trae para la persona.
Entiendo que el consumo o conducta adictiva es una respuesta que encontró el organismo en
su autoregulación para intentar ajustarse creativamente al medio. Esto me parece
fundamental porque, antes de moralizar, creo conveniente explorar con el usuario la
aceptación de su conducta adictiva como una parte importante de si mismo, para que asimile
aquello que proyecta, en frases como “el bichito me pica”, frases que demuestran el no
hacerse cargo, expulsando una parte propia y colocándola en otro lugar.
Esto significa insólitamente que, para mi, hay algo sano en toda conducta “ patológica”, hay un
potencial a liberar en este conflicto o detención.
Desde luego, esta figura seguramente tenga otras figuras conexas, otros ciclos inconclusos que
hacen al campo de lo traumático, que han comprometido al organismo en situaciones de
abandono, mal trato, fallas del grupo primario, situaciones de escacés de recursos para
satisfacer las necesidades básicas del organismo, carencia de nutrición afectiva, etc.
Creo que es bueno complementar con la confluencia como mecanismo defensivo donde me
pierdo en el mundo, y no entro en contacto con una conciencia transpersonal sino que,
simplemente me pierdo y confundo en el entorno, no diferenciándome claramente. Se que es
un poco enrredada esta distinción, pero veo a lo holotrópico como la parte sana de la
confluencia. Una experiencia donde los límites del ego se amplían, pero para nutrirme y
experimentar otras relaciones con el mundo.
Como afirmás, lo holotrópico es impensado como estado duradero, hay que volver a la
“retirada” sobre nuestra conciencia individual y limitada.
Tal vez como cultura, las experiencias holotrópicas nos estén faltando muchísimo, y se nos
quiera sustituir esta necesidad de contacto verdadero con objetos de todo tipo. En esto
estamos metidos más allá de la adicción. Nos vamos egotizando cada vez más, vamos cerrándo
los límites de nosotros mismos y poniendo rejas, alarmas, policías, etc.
Decía Bauman hace un tiempo que todas las ideas de felicidad terminaban en una tienda. La
creación de espacios donde lo relacional, el contacto, la activación de tomas de conciencia
holotrópicas, es cada vez más necesaria, me parece.
La confluencia entonces tiene que ver con la pérdida de responsabilidad y límites de contacto,
donde hay un estancamiento de la persona en cuanto a “apoyarse sobre sus propios pies”,
siempre con otros y el mundo, claro está, pero sabiéndose a la vez único, singular y común.
Es esta una actitud vital y clínica, donde parto de que en la experiencia y en la vida es donde la
persona encontrará las respuestas. No en mi saber técnico únicamente, sino en experimentar y
arriesgarse a algo aún no configurado, algo no conocido que puede irse creando.
Sería afirmar que la visión causa efecto no tiene sentido si pensamos a la existencia como un
conjunto de procesos interconectados, que se van retrohalimetando.
p.d: