PARTE SEGUNDA
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t,
Capítulo 3
FINES Y MEDIOS DE LA RÍTMICA
RETORNO A LAS FUENTES ¡icemos con la idea prirnitiva, tal como la expu-
so el creador de la Rítmica, dispondrernos de un
\Z a en lQl0, Jaques-D¿lc¡,zc había dcfinrdu marco de referencia capa: ,Je hacernos corupren-
I clara,n.ntc n,r sólo l,,s frncs de Ia Rúmica y der la reaIidad dalcroziana subyacetrre a las actua-
los resulradc,. qu(' :e prol,rnia alcanzlrr, srn., lam- les aplicaciones de [a Rítmica, a pesar de las difc-
bién los mcdios generales que había quc pone¡ en ¡encias entre estas últimas o de sus divergencias
juego para cl logro de talcs fines. En dos artículos aparentes o reales. Para los propios dalcrozianos,
publicados en esa época ( 1909 y 1910) encontra- este retomo a la. fucnte. (( r r rnir ,)fr(,rtuni-
lueJ.
mos un resumen de lt¡ esenci¿rl dc su pensamien- dad para recuperar algunas r-rociones cent¡ales de
to al respecto. Un pensamiento quc mr se verá su formación, con el fin de clctcnninar qué quecla
sustancialmente modificado por ulteriores desa- de ellas en sLr prácric.r cot r.lrarrr.
rrollos; bien al contrario, estos últimos 1o ha¡án Como casi todos los innovaclorcs dc la ense-
más preciso y aportarán casi siempre la confirma- ñanza, fue poco a poco, tornanclo nota de caren-
ción de la experiencia. En cambio, los enriqueci- cias y defectos, como Jaques-Dalcroze cdificó su
mientos que ha podido conrrccr la Rítmica gra- sistema; éste, a su vez, [e frre abriendo nuevas
Y cias a la ampliación de sus horizontes, así como perspectivas. Dispuso tales carencias y defectos
'1 las bifurcaciones que ha sufrid.' cn , (.1\iones pr)r en tres niveles: en la propia educacitin music¿rl,
la influencia de practicantes de muy diversas per- en las interpretackrnes dc los futuros músicos
sonalidades, hacen necesario este retomo a las profesionales y en las aptitudes motrices de los
Árentes. Sería, en efecto, difícil en más de un primeros alumnos de Rítmica.
aspecto reconstruir la empresa dalcroziana origi-
nal partiendo únicamente de las observaciones
actuales, en las que es preciso tener en cuenta, I-as lquntx dz la educarión musica|
además, el encuentro de varias cornentes en evo-
lución: las de [a educación, el movimiento artís- Por lo que concieme a la educación musical,
tico y la música actual. Pero cuando nos familia- Jaques-Dalcroze parría de la "iguiente compro-
72 LA R,TMrcA lAeuEs,DALCRozE
subra)'a) esta acrirud contradictoria dc sus con- enfocarlo en sus difcrcntes dimensiones. Ei
tcmporáneos; una actitud que les llevaba rrlrno pr(ff\uestt,3l 1,i¿¡,,,," r4!:
-sc'
l¿r¡rental¡¿r él- a ller-r¿rr las escuelas de música
U
l los conscrr':rtorios con gente que no tenía Los alunnos ticnen una p"l,rra l" .Y
nada que hacer aüí y para quienes el virtuo- - El piano sólo propone
nano. ",r
el Frimer cornp;is, ,'?
sismc¡ instrumental se conve¡tÍa en objctivo cutaclusa del ritr¡o (las cuatro corcheas). Los
íu-rico, a f¿rlta de otras cualidades que queda- alumnos lanzan la pelota cc,n la primcra nota
ban definitivamenre fuera de su alcance. Así, clLre sigue y la atrapan con la segunda. Tienen el
decía, tiempo de cuatro corcheas a su disposición para
al observ'ar en uris clases hasta qué punto prepararse a reacciona¡ y para evaluar el rro-
¡¡uc\( Jc..rJ.r die: .¡lu¡nnt)5 \'irtuL,5(). ulr- rnento preciso en que tendrán que tirar la pelo-
rie¡rJen mal y aman poco la música, [...] ta un lapso de tiempo igual ai que st'pa-
he considerado dedicar mi vida al desarrollo
-tras
raba cada corchea cle la anterior-. El profcsor,
cle las facultades musicales del niño, de al piar.ro, puede variar cada vez el tempo de las
lorrnir que se entrcgue después a los est,.rdios cuatro corcheas iniciales, [o que obliga al irluur-
técnicos instrumentales en unas condiciones no a prever no sólo cl momento, sino tarnbién
quc lc permitan hacer de esta técnica un lir energía con la que deberá lanzar [a pelota al
¡rredir¡ de exreriorizarse, de afirmarse, [..-l en aire para estar en cc¡ndicioncs cle c<tgerla, sln
lugar de hacerln servir para imitar setvil- retraso ni adelanto, con Ia segunda negra .lel
meutc los pcnsamientos y los sentimicnros
cornpás.
clc otros ( I909, p. 65).
La obligación de adaptarsc a una situacirin
Este primer objetivo que se había fijado, espacío-temporal que puede variar en cualquier
consistente en remediar las lagunas de la edu- momento, junto con la obligacicin de mante ne r
cación musical tradiciona[, Jaques-Dalcroze de- a toda costa la relacií¡n j = .f] la perspectiva
""
de [a unidad del ritmo global, tienen por objeto
bí¿r mirntenerlo en mente en la totalidacl de
desarrollt¡s posteriores de su rnétodo de Rítmi- rlesarrollar la seuibilidad nerui¿.¡s¿ del alumno y
ca; y los ejercicios que éste incluye contribuyen, r( afirmar su scn¿ido rítmico.
to.los ellos, al desarrollo de una o varias cunli- Permítaseme, a propósito de esto, un peque-
dades mtrsicales básicas, cuya Iista vuelvt; ¿r ño paréntesis: sabemos hasta qué punto la t:rno-
recoralar: ción y e[ miedo son capaces de influir st¡bre cl
rempo de un ejecutante baiIa-
agudeza auditiva; -instrumentista,
- rín, cantante-, generalmente en el sentido de
sensibilidad nerviosa;
- una aceleración a la que quizá no sean exlr¿ña.
sentido rítmico;
- la respiración precipitada y los latidos del cora-
facultad de exteriorizar espontáneamen- zón que se sienten en tales situ¿rciones. Cuando
- te las sensaciones emotivas.
un enseñante quiera asegurarse de quc una can-
Tomemos, a modo de ejemplo, el siguiente ción o una ronda "se sostendrá" rítmicamentc
ejercicio (aunque podrían valer muchos otros), en el momento de la interpretación en público,
que es apto para desarrollar todas las cualidades hará bien en entrenar previamentc a sus alttm-
citadas a poco que se tome uno la molestia de nos con interpretaciones a diversos temPi, más o
74 LA Ri'rl¿IcA )AeuEs-DALcRozE
acompañamiento, cle acentuar crxr demasiada nr- Siguícndo la hipótesis dc,¡ue "tt,..l:rs las causas
deza o demasiada imprecisión, de no saber frascar de arritmia musical son dc orden /ísico" (1910,
y rnaliz¡r la rnúsic.r cn.'us del.rd¡. nron
'rc
ionc\ . p.20), Jaques-Dalc«r;c llcgri lrronto ir clirsifi-'
(cf. 1909, p. 66). "B digno de señalar", decíl carlas en tres categorías (quc no tlcjan rie recor-
(1907, p.4i), "que cxiste una conexión instinti- da¡ ciertas grandes clasificaciones urilizadas
\¡a entre el rinno con t(
ossus matices )'elge.\rr". actualmentc en neurofisiol,rgíl patokigica):
Pero en cie¡tas personas esta conexií¡n se realiza l. "lncapacidad del cereb¡o pirrir dar órdenes
rnal o difícilmente. Jaques-Dalcroze nos ha dejál'
suficientemente dpidas a los músculos encar-
do una lista de est<¡s diferentes defectos, agru-r gados de ejecutar e[ movimiento,; en otras pala-
pados hajo la dcn,,rninación de arri¡mr¿ mruical
bras, la perturbación se sitúa cn cl nivel de emi-
(cf. 1q 10, p¡. 20-21 ): sirín. Éta, según Jaques-Dalcroze, está relacionadal
ser incanaz dc proseguir un movimien¡o con la incapacidad de los individuos de represen-
- durante todo el tiempo necesario para su tarse claramente las órdenes quc deben transmitir
normal realiztrción; durante e[ tiempo que tiencn a su disposición.
-acelerar o rcrardar un movimienlo que Procede de su irsuficiente educación rítmica.
debe permanecer uniforme; 2. -lncapacidad del .i:tcm,r nervio.6 p2¡3
.aher acelerar o retar(lrr lrn nlovi- transmitir estas órdenes fiel y tranquilamente,
-n.r
miento que lo requiere; sin equivocar [a direcci(rn." Aquí, la perturba-
"hacerlo a tirones» o cortarlo si debe ción se sitúa en el nivcl de la rransmi.sión. En
- estar ligado o viceversa; estos sujetos, .e[ cerebro concil.¡e no¡malmente
comenzarlo demasiado pronto o dema- los ritmos, [...] pero los rniembros, muv cap?tces
- siado tarde, terminark) demasiaclo pron- de ejecutarlos, no lo consigtren porque el siste-
to o demasiado ta¡de; ura nervioso está perturbado ".
no saber encadenar un ¡novimiento de 3. "lncapacidad cle los nrisculos para ejecu-
- una especic con uno de otra especie (len- tar Ios movimientcrs] irre pr,rchablemctrte . " En
to-rápido, flcxible-rígido, enérgico-sua- estos sujetos, "los micmbros no son capaces [...]
ve, etc.); de ejecutar órdenes cerebrales nítidamente cla-
ser incapaz de ejecutar simultáneatnenre das, y las descargas ne¡viosas no tienen efecto».
- Jtl: o más m.» imrentos cutrt rario.; En el sistema, sott aqui lr. .jcctuarlrcs quien.',
no saber matizar un m<lvimiento por gra- ¡or JcbilidaJ,, p.rr lalta Jc cnl t('r'rirrrr ien I o. cum-
- daciones continuas (del piano al/orte o al plen mal su cometido.
revés)l Sean cuale" fueren l¡s cilusa\. se ve que.
no poder acentuar eI movimiento métri- según Jaques-Dalcroze, la arritmia proviene de
- ca o ritmic¡lnente scgún Lt" exigencias una "falta de armonía y coortlinación entre [a
de la lógica musical. concepción del movimientlr v su realización"
(l9lO, p.2l)'.
tratar de determinar la causa individual
"Al
de cada defecto musical se encuentra e[ reme- t Remito al lecror inrercsa.lo en la arrirmia musical al
dio, y así es como he construidr) puco a poco mi destacable cirpítulo de sr¡s Sot¿t¿ni¡s. . titulado porJirques-
método de gimnasia rítmica" (1909, p. 66). Dirlcroze nRéflexions srrr l'arythrnie, (1942, pp. 7l-84)'
76 lá RÍTMrcA jAeuEs.DALCRozE
cadai bajo la denominaciór'r de oar¡itmia musi- mic()s que orientan ias líneas cn to(los los
cat" equivalentes en muchos otros ca¡nposJ En planos... ( 1932a, p. 4).
efccto: rara vez es indistinto, por e.iemplo, scr
Por otra partc, observaba, lir especrali:ación
incapaz de interrumpir un movimiento en el
de una u otra parte del cuerpo cr¡n miras a [a
rnolnento oportuno o no poder realizar v¿rrios
eiccución musical sólo pren¿r¡ n.rra r¡lr nrim,,ro
sirnuItáneamente. Y en estas ocasiones se hablLr
Iiuritado de disociaciones, y las personas some-
tirnto de la torpeza mot¡iz como de Ia ler-rtitud
tidas a esta educación parciaI se encuentran t¿ln
de reacciiin o cle la rlebilidad de atenciónr...
apuradas como lás demás cuando se les prrpo-
nen disociaciones de ot¡o tipo. En otras pala-
bras, su hrpótesis de trabajo era:
I-a fusiguaátd de bs aptitules mouices
El ejercicio particular del ¡itmo en t¿rl o cual
Jaques-Dalcroze no tardó en advertir que los miembro no hace eurrítmico el cuerpo ente-
defectos observados sobrepasaban el ámbito de ro, mientras que los ejercicios de rítmica
la educación musical. Desde 1907, había com- general pueden adaptarse fácilmente a las
probado que manifestaciones rítmicas particulares [...];
"no existe un solo músico con un pues, una vez que la persona se ha familiari-
defecto en [a expresión musical rítmica que mr
ytosea corporalmenre ese defecto" (1907, p. 4l). zado con las posibilidades esenci¿rles de los
dinamismos en [a duración y en el espacio,
Ya h¡hía c,,nrcnzado a proponer sus ejercicro" r
se familiariza fácilmente tarnbién con su
los alumnos con todo el cuerpo (y no sólo con
adaptación a los más diversos fines ¡rarticu-
las partes del cuerpo necesarias para tocar el lares (ibid., p. 4).
instrumento). Estaba persuadido, al hacerlo, de
que los modelos de mr¡vimientos rítmicos pro- Sin embargo, señalaba, esta ritmización
puestos por el cuerpo rico en posibilida- general es relativamente larga y cle a¡dua ob-
-tan
Je"- Jcbian ,,hliBa roria men¡e, gracias a un tención en los aJultot, porquc \rr cnlrerl:rnr¡cn-
aclecuado entrenamiento, «crear en el cerehro ro especializado, así como su falta dc entrena-
.lc los alumn.,,s imágenes rÍtmicas precisas qut miento en otros dominios, han anclado en ellos
recorran toda la escala de las gradaciones rítmi- hábitos motrices de los que difícilnente se des-
cas y temporales" (1910, p. 20). Es exactamen- hacen. Será, por tanto, más económico desde
te kr mismo que sucede en el terreno de la esc¡i- éste punto de vista emprender una educación
tura, señalaría más tarde: rítmica con los niños, en quienes los hábitos
motrices todavía no están consolidados. Pero
Un niño aprende más rápido a trazar los
signos de Ia esc¡itura sobre el papel cuando Jaques-Dalcroze se había mostrado muy opti-
en la escuela se le ha hecho experimentar mista al pensar que la tarea se¡ía mucho más
con los brazos, con el cuerpo entero, los fácil con los niños, y no tardaría en reconocer-
movimientos espaciales y los matices diná- Io. Había creído que la Rítmica desarrollaría sin
dificultad en e[los aptitudes que sólo exigen ser
una persona, y por las que la educación tradi-
' El lecror encontmrá a Io largo de todo este libro ciona[, erróneamente, no se había inte¡esado lo
descripciones de ejercicios que podrían figurar aquí, pero
que prefiero situar en un contexto más concreto. bastante. Pero no era tan sencillo. Comprobó
78 l¡ RirMrcA ,AQuEs-DALCROZE
gorías de ejercicios, a las que se dotará de tos y sobre krs que sc nranifcstir frccucnterncn-
contenido según los objetivos de cada camp<r te. Pero, por vocnción (si se mc pcrmite llamar
concreto. (lomo hemos visto, cada una de las ca- asi a una sue¡te cle aguila conciencia tic su
tegorías de ejercicios elabor¿rdas p.rr Jaques- deber, casi de su rnisiór-r), consagró a la segunrla
Dalcroze está definida de un modo It¡ bastanre al menos tanto tiernp() y miis fuerzas quc ir lir
t-lexible como para que sea posible adaptarles primera: pensaba cn cl futrrro, 1, tle ese futrrro
contenidos susceptibles de interesar a los más esperaba mucho paltrbra "esperanztr. es
variados campos. Antes evoqué su diversidad y
-[a
una de las quc a. rnenudo surgen de su pluma,
su cantidad. Evidentemente, si la educación tanto en los lib¡os como en las canciones (perr)
musical, la expresión corporaI y las artes escéni- también escribió mucho al final de las guerras;
cas aparecen en primer plano, es porque los siendo ente¡amente suizo, erar lo l¡astante ciud¿-
medios que emplea la Rítmica música y el drnn del munla como para hahcrltrs vivido como
-[a
movimiento- les conciernen de modo primo sucesos que le concernían de cerca)-. Er:r
dial. Pe¡o encontramos también personas qu consciente de haber hecho descubrimientos y
aplican estos principios de ejercicios en árnbito puesto en pie medios aptos pzrra hacer progresar
aparentemente tan alejados de [a música o del a individuos y grupos! 1'creía firrnemente que la
movimiento como [a enseñanza de la geografía, voluntad Je 1,, rrrcj,'r Je un,, Inr.rnr,, \i
"arar
e[ ciílculo, la ortografía, la dicción... Sin contar estuviese bastante extendida y fucse recomrcida
Ios rnúltiples usos terapéuticos que ya mencioné por quienes la poseen, tendría inevitablemente
arriba y sobre los que no me cxtencleré aho¡a. una influencia benéfica sobrc la sr¡ciedad ente-
Por el contrario, la otra actitud conslste en ra. Y es también en la socied¿rt1 entera, en las
hacer de la Rítmica una disciplina autónoma, generaciones futuras (no sólo cn las generacio-
en la que el éxi«r de cada ejercicio será momen- nes de futu¡os músicos), en quier.t pensaba a[
táneamente un fin en sí mismo y cuyo principal hacer de la infancia su terreno predilccto y
objetivo (¡que ya es todo un programa!) sería al escribir ( 1910, p. 22):
poner al individuo en condicit¡nes de sacar todo Creo pocler afi¡mar con plcua conscien-
el provecho posible de sus más dive¡sas faculta- cia que los niños s:rnos sujetos a Ia etlucacitin
cles, sea cual fue¡e el ámbito sobre e[ que piensa especial que precollizo se convicrten ürfali-
aplicarlas. blemente, al cabt¡ de J ri 4 aric¡s, en sujctos
Para Jaques-Dalcroze no se trataba de elegir rítmicos, es rlccir, aliviaclos cle todos lt¡s
enüe estas dos actitudes. Ambas se le imponían defectos de t¡¡den nervioso v muscular que
cr¡n [a misma fue¡za. Por inclinación, se decan- impidcn la lrhcrr rJ J, m,'vin)¡(n¡,,.; en
taba hacia la primera, pues deseaba a¡diente- individuos en los que las funcioncs ccrebra-
ler y corporalc. ."¡ ¡l(¡.,rn, tt. artn.,n¡(,sils
mente poder beneficia¡ con sus descubrimien-
y que saben apreciar clnramcnte las relacio-
tus a rodas las disci¡linas que ruvicscn que ver,
nes de los movimientos en el tiempo y el
de lejos o de cerca, con [a música: no sólo la espacio.
enseñanza musical e instrumental, para las que
creó cenrenares, quizá mile. de e.jercicios, sino Y (ibid., p. Z5):
también la danza, el ballet, el arte lírico o el Si creo firmemente en la posibilidad de
teatro, con los que tuvo innumerables contac- desarrollar el scntido artísticc¡ a l:r vez que la
psíquica en los niños sometidos a la educa- aula de Rítmica, optó po¡ probar de entrada su
I
ción por y para el Ritmo, creo tarnbién <1uc capacidad de discriminación auditiva: una voz
el arte mismo [...] no hará sino ganar al irpo- tocada al piano significaba que uno se abría
yarse en esta educación.
paso solo entre los demás; dos voces, que se unía
Hay a la vez modestia, júbilo y gran espe- a[ primer compañero a su alcance para despla- l-
ranza en esta otra frase, escrita en 1919: "Estoy zarse en pareja; tres voces o más, que se forma-
convencido de haber creado [...] un comple- ban pequeños grupos. Se trataba de pasar de I
mento indispensable para [a educación de la una situación a otra en cuanto se oía que cam- I
infancia en todos los países. (1919c, p. 173). biaba el número de voces- Por otra parte, el I
80 LA Rfj-MicA JAeuEs.DALCRozE
A cada ur.rr¡ de estos ritmos acompiuaclos [e daría de¡echo a volver con los comparieros rlrre
correspondía una manera d(ferente de despla- les habían precedido en un agradable trote.
:irrse que suL.,ra)'¿rba su calidad expresiva (avan- Pero ¡ctridado con no perder la vcz!, clue [a
ce lineal, novimiento giratorio, impulso espon- música del profesor no paraba nunca y el temir
ráneo). Tocaba a los participantes reconocer podía aparecer en cualquier rcgistro del piano,
con qué ritrno (o encadenamiento de ritmos) tras un lapso de tiempo más o rnenos breve; y,
tenían que vérselas y adaptar luego a él su movi- además, e[ terna podía esta¡ más o menos disi-
miento corpural cuando la profesora de Rítmi- mulado por la presencia de otras voces, como
ca daba al piano una imitación musical. Tám- sucede a menudo en las fugas o las invenciones
bién debían saber ¡econstruirlos cuando el a tres o cuatro voces. Hacía falta, pues, cstar
piano sólo les daba e[ marco métrico. Y, por en condiciones de identificar un misrno pcrfil
último, tenían que hacer esto sin la ayuda del sonoro haj, r drlerentes disfracc..
profesor cuando, habiendo asimilado todos los O tal vez eI participante en el congreso haya
ntmos cun sus características expresivas y sido uno de los que inrenraron .enrir cn vivo.
métricas, pudieron entregarse entre ellos a jue- para expresarlos corporalmente de mil formas
gos de adivinanzas, preguntas y respuestas, ¡eac- naturales, los ritmos de tiempos desiguales pro-
cirin rápida, etc. puestos por Valéry Roth (Francia), quien ttlca
Prrede qtre nuestro congresista haya asistido al plano drfrculrades rirmica. en apari.rrci:r
tarnbién a una lccción pública dada por Domi- insuperables. O de los que, con Edith Naef
nique Porte (Cinebra) a niños de unos ocho (Cinebra), descubrieron las alternancias y
años. Sentado aún entre los espectadores, se superposiciones de compases en tiempos bina-
hahri sor¡r.n,lrdo jugando por su ¡ropia cuen- rios o temaric-rs en eI Primer preluiio en re menor
ta, prestando a[ menos tanta atención a lo que de Bach t, para terminar ahora una
-siguiendo
improvisación pianística- reaIizando con pies
se hacía al piano como a Io que sucedía ante sus
ojos: los niños, acompañados por la música del y manos (dicho de otra mane¡a, andando y pal-
piano, circulaban entre aros diseminados por el meando) el famoso ndos contra tres», que
suelo. Una señal sonora ([a insistente repeti- requiere una perfecta independerrcia de los
ción de una rnisrna nota) les advertía que e[ dis- miembros. O de aquellos a los que Lisa Parker
curso musical tocaba a su fin. Entonces se di¡i- hizo entender, con todos los matices de la ve[o-
gían hacia un aro cualquiera, pero sólo debían cidad y ayudándoles con su improvisación, el
entrar en é[ si la cadencia final era conclusiva; carácter propio de [a célula rítrnica llamada
en caso cont¡ario (cadencia evitada o sensación «síncopa" y [a noción de sus dobles rapidez 1'
de inacabamiento del fragmento) se detenían lentitud, para acahar haciéndolcs apreciar y eje-
junto al aro. Tenían que aprender que no todo cutar un canto de Cer"hwrn que contiene
lo que termina está necesariamente acabado... diversos elementos...
En otro ejercicio, por el contrario, era el ¿Quién sabel Puede que sea e',e mismo con-
comienzo de Ias frases musicales 1o que debía gresista quien, después de estas expcriencias y
llamarles [a atención: los niños estaban senta- de otras que [e hayan mostrado, haya exclama-
dos en círculo y cada uno por su cuenta tenía
que reconocer el leittnotiu de un tema que [e I En J. S. Bach, Pequeños prelu.dios 1 lugas
82 r^ RiTMrcA .JAeuEs-DALCRozE
csras cualidades y se le supone la capaciclad para un violín, una fluLrta, sLr voz, una guiturra-..
probarkr. Será afortunado si, como añadidura, Tiene que amar sti instrutlento y no contcntar-
cs capaz de componer en vivo (o incluso to- se con tocar como un diletante. Porque su pro-
mándt¡se tiempo) auténticos fragmentos, dan- fesión de cnseñanrc le ,,hlr[a a :ct inrl¡utnen-
:as o canciones cjemplo- dignas de ilus- tista a la vez que rítmico, y el uso que del,c dar
-porsuperada, al fin¿rl de un
rrar una dificultad a su instrumento lc prohíbc toc¿rrlo con inclife-
clercicio, o capaces de atraer el interés de los rencia.
alumnos por e[ placer que prometen. Buen nú-
¡nero de rítmicos pueden hacerlo, y no se inhi- En una reciente entrcvista con Luisa Di
ben. Algunos alcanzan verdaderas cumbres en Segni, dalcroziana que enseña en Roma y que
la materia. Per<¡ no todo rítmico lleva en sí obli- concede en sus clases un amplio espacio a la voz
gatoriamente un artista complcto, y no vendrá y a la explotación sonora de instrumenti¡s va-
a menos, sino todo 1o contra¡io, si intenta suplir riados, en detrimento deI piano, resaltaba aqué-
su carencia tomando prestados sus ejemplos de lla cómo e[ hecho de poder presentar su trabajo
la música de todos los tiempos. Aún más, no en un congreso de Rítmica --{onde, por defi-
podría pasar sin e[[a, por hábil improvisador nición, se reúnen todas las tendencias y donde
c¡ue sea, igual que no se puede pretender ense- intervienen en diversos grados el respeto tr [:r
ñar literatura o poesía limitándose a enseñar tradición y la innovacirir-r le permitía expo-
gramática y no dando a leer rnás que un solo ner su labor en su dimensión dalcrozianir. En
,l for.
I efecto: en un marco como el citado es posible
Lamentablemente, no son siempre los im- hacer corresponder este tipo de enfoquc con
provisadores menos buenos qtrienes tienden a otras enseñanzas que, por su forma, son más cer-
recur¡ir a Ia buena música de otros; bien al con- canas a las fuentes. En carnbio, prcsentado ese
trario, a veces son poco curiosos o se dejan mismo trabajo en otros contextos, y puesto en
.lesanimar por el esfuerzo pianístico que exigiría paralelo con otras formas 2rctualcs de sensibili-
.le ellos. Támpoco recurren a ella necesariamen- zación musical o corporal, es mucho más difícil
te los que improvisan con facílidad, a quienes dar a entender su especificidad y los princi¡rios
csa facilidad les sirve a menudo para dormirse que le subyacen.
en los laureles. Pero siempre Io hacen, y en pri. Ahora bien, me parecc importirnte indicar
rner lugar, aquellos que aman el piano; nunca se al respecto que [a ftrrmaciiin que rccibe t¡n futu-
ir-rsistirá bastanre en esra condición primordial ro profesor de Rítrnica en el terreno cle la
para la adrnisión de nuevos candidatos a la pro- improvisación piarrísticrr -prirnero en tJntL)
fesión dc rítmico. De todas formas, no pense. que alumno rítmico receptivo a la música im-
rnos que [a música para piano es Ia única que provisada po¡ sus maestros y luego como apren-
rnerece este tipo de consideraciones. Veremos diz de enseñante que trata cle dominar 1a irnpro-
r¡ás tarde (cl cap. 5, pp. 191.193) por qué el visación al teclado para su uso personal- es
piano sigue siendo el instrumento preferido del capaz de influir en su posteriUr c('mpofl.lmien-
rítmico, pero sería lo mismo con cualquier ins- to de manera nada desdeñable, incluso si ha
trumento que escogiera, siempre que supiera optado por no hacer uso dcl piano mientras [e
tocarlo y hubiese aprendido a irnprovisar con él: sea posible, o aunque lo dele de lado en benefi-
84 LA RiTM¡cA JAeuEs-DALCRozE
lcctrr¿rlurentc los elementos del rittno musi- libe¡ada-. D¿rré, a este respecto, unejemplo,:lc
cal, le he pcdido al cuerpo que me propor- incomprensitin ',. Debo cl decepcionante clcs-
"
cione moJek¡s de movimientos rí¡micos... cubrimicnto a una de las lecturas que hice con
( 1910, p. 20). miras a este libro: la Pslchologie drs aptitudcs
En sus primeros artículos hablaba de su des- musrcalc., dc B. M. Teplov. En un importanre
cubrimiento, es decir, de aquello que era nuevo capúu1,, dedic.rJ,' ul rirmo, cl arror men(r,)nir
dos veces el nombre de .faques-Dalcroze. La pri-
t\,rr¡ é1. Y, sin embargo. para quien conoce ru
pcnsamiento, no cabe ninguna duda de que mera, para rendir homenaje al pedagogo quc
. ¡da vez que hablx del rirmo (casi siempre con supo comprender maravillosamente la naturale-
R rnayúscula), cada vez que alude a una ¡ealiza- za activa, motriz, del sentido músico-rítmic()
ciírn motriz, [a música en particular [a (p. 345); la segunda, para hacerle un reproche,
-y
irnprovisación- está implícitamente presente. a mi manera de ver muy poco fundado, pero que
En cualquier caso, no podemos denostar a todos quizá sea interesante exam inar-
csos lectores que no han sabido leer entre líneas. Una de las tesis de Téplov es la siguiente:
En una época en que pugnaba por hacer admi- EI se¡tid.o del rirmo musical no es sób dt
rir que .cl ritmo no es el metro», apenas había tatu¡aleza motrí2. sino tañbíén dE natu¡abza
nadie más que sus alumnos y algunos músicos afecti+ta; reposa en la percepción de Ia expresiuí-
profesionales que comprendiesen 1o que quería hd, de la música. Por eso el sentido d,el ritmo
r m¡¿sical no puede despernrse ni desanollarse
elccir. Y, en general, no fueron los músicos quie-
fuera de la muica (p. 353).
I
nes le dieri¡n razones para quejarse de ser mal
corrprenclido...
A esto, imagina Téplov, puede responderse'
s Por supuesto, nadie puede desarrolla¡ el
I-A !{USICA, EL RITMO, EL SONIDO
I scntido del ritmo musical fue¡a de la música.
F¡cnte a lir incomprensión, Jaques-Dalcroze se Sólo es cucstión de rrabajar primero en el
escudó m¿is de una vez tras la explicación de desa¡rolk¡ del sentido del ¡itmo en general.
qrre -la Rírmica es anre todo una expenencia Una vez obtenido este punto, desarrollar cl
personal". Dcsde luego, tenía razón, iaunque no sentido dcl ritmo musical será una tarea muy
simple y de fácil realización (ibid.).
fuese más que porque la omnipresencia de la
rnúsica y el papel de [a improvisación pianística Teplov continúa:
rlel profesor no podían dejar de ser una revela-
Esta objeción podría apoyarse en la auri,-
ción para un participante ocasional o para el
ridad del mismo Dalcroze, que insistía en
n espectador de una demosración! Pero si hubie-
que se estudiase primero por separado el
se podido desde aquel momento no dejar en Ia
ritmo y la música, lo que motivaba esta pres-
sombra, ni siquiera involuntariamente, uno de
cripción: "El sentido del ¡itmo no hallará su
Ios aspectos más fundamentalmente originales pleno desarrollo y no se convertirá en la
de su método, es verosímil que cierta cantidad carne y la rangre del alumno si primero no .e
cle malentendidos se podrían haber evitado ha percibido el ritmo de forma aislada, como
a veces sea difícil distinguir entre el algo totalmente autónomo en relación con
-aunque
mal conocimiento que se ignora y [a mala fe de- la música. E[ ritrno debe presentarse al alma
bewog dztL L)nterzeichnete¡ lur Überarbeitung ur'Á f)tuckb, exrraniero, no incluye ésra: Ia hace figurar en la biblio-
gung dieser Vortri;ge (p. lV). Trad. al francés de L. Meier. grafía referente al tema del método dalcroziano, da¡rdo
" ...da es nicfu móglich wa¡, das l¡anzósische Gig¡nal im por autor a Paul Boepple (cl F Martin et al., 1965,
ganze¡ Umfa¡g ru¡ Vei¡¡gung zu erfultu und ich mich 7um P. 57 4\.
Teil auf üe Übetsewrngett durch de¡ Methoü fetrtehende " Es la fecha indicada por Enric Emery en su libro
Pe¡s<¡¡en ¡¡e¡lasse¡ musste (p. V). Trad. francesa de L. Meier Ti:mps I Mlsr4le (cf. Emery 1975, p. 514).
86 LA RlTMrcA ,AeuEs-DALCRozE
r¡icos, dinámicos y ag(igicos de l¡ En cuanto a [a manera en que hay que tra-
( l9l2a, p. 55 ); ducir la música,
o incluso ...e1 ge.t., tni'rrL,, nu e. l)¡J¡. su v{1,'r
¡rrr.i
rcride totalmente en ('l .cntirnicnto que i,)\
Srilt¡ existc un medtr dc restituir al cuer- pira [...]. Porque en quicn la músicir no penc)
¡., la garna c,,mpleta dc su¡ recur.,,s c.-nreri. tra y no le dica iml¡eriosamente su volun-
vos: someterlo a una cultura musical inten- tad. cualquier bú5qucJa.le ex¡rcstrin e" unl
siva ( 1919b, p. l4l). mentira (1912b, pp. 126-12'l).
Y, en fin, para poner término a una Iista ina- ¿No es esta frase, curiosamenl e, un eco anri-
gotable: cipado de la tesis de Téplov enunciada antesl
En cualquier caso, en la siguiente Jaques-Dal-
Una enseñanza particular con miras ¿r
Croze nO teme moslrarse vrsrrrnario:
despertar el sentimiento de las relaciones
entre los movimientos de la música y los de ¡Ahl Un día, cuando la música haya
los aparatos muscular y nervioso debería entrado profundamente en el corazón del
imponerse no sólo a los bailarines, sino a hombre y sea una con é1, será posible, sin
todos los artistas que cultivan especialmente duda, [-..] bailar danzas sin acompañamiento
el ¡itmo (1912b, p. 128). de sono¡idades. El cuerpo se bastará a
-l mismo pa¡a expresar las alegrías y los dolores
sí
Y ¡o.rhle nrnguna cultura artística .rn un En segundo lugar, examinemos más de cerca
-{ estudr., de las formas en movimiento ni sin la "cita" de Jaques-Dalcroze reproducida por
una educación completa de las facultadcs Téplov (cf. suDra, p. 85). Quizá haya sufrido
1 táctiles-motrices. Es esta consratación la algunos cambios por culpa de sucesivas traduc-
'1 que nos ha incitado a hacer que preceda, al
ciones (l); pero pe¡manece Io suficientemente
estudio del solfeo, una educación de los sis-
1 tcmas nervioso y muscular, según las leyes
reconocible como para encontrarla sin lugar a
dudas en el original, que, en nuestra t¡aduccirin,
de la medida y del ritmo [...] (l9l9b, p. 134).
dice:
Por el contrario, ¿no muestra todo esto ...en cualquier caso, e[ sentido del ritmo no
(contrariamente a la objeción de Téplov) que
se conve¡tirá completamente en propiedad
para ]aques-Dalcroze Ia música es la condición espiritual [del alumno] si no se ha dado a
misma que hrce posibb "el desarrollo del sentido éste la oportunidad de experimentarlo a tra-
del rirmo en general., y que, en consecuencia. vés de reite¡adas experiencias como una rea-
no se trata de que éste se desarrofle "fuera de lidad índependienre, y no como parte de un
ella" (cf. su¡na, p. 85)! arte que se Ie muesrra como indivisible y
dole de buenas a primeras que "la música sc sufra, p. 85). En cualquier caso, no hay humo
compone de ritmo y sonoridad" equivaldría a sin fuego; algunos de los equír,ocos cirados ante-
rionnente han surgido de la expresión .hacer
"sacarle el corazón al arte para una v¡\'isec-
ción., como se lee en la página anterior a la que estudiar por separado el ritmo y el sonído.. Las
cita Téplov- Y si bien es cierto que "se debe múltiples definiciones de la palabra "ritmo"
hacer estudiar separadamente el ritmo y e[ están muchas veces lejos de cohonestarse e
sonido", ello puede lracerse "sin que el niño se incluso a veces llegan a ser francamente opues-
dé cuenta de la dicotomía intencionalmente tas. El té¡mino "ritmo" es poco afortunado por
efectuada por el pedagogo. .." (ibid. , p. 4) ". cuanto se puede aplicar indistintamente a la
parte y al todo. Pero en [a mente de Jaques-Dal-
En otras palabras, es después de habe¡ con- croze es absolutamente evidente que no existe
ducido al niño ese niño para quien el mo- e[ ritmo musical sin sonoridad subyacente, al
-a
vimiento es la cosa más familiar y natural- a igual que es evidente que los sonidos solos no
percibir que la mrlsica es esencialmente movi- son música. Hacer ¿stuli¿r el ritmo y los sonidos
miento (movimiento en el espacio y rnovi- por separado no significa en absoluto hacerlos
miento en el tiempo) cuando se podrá empezar experímenta'r o escuchar separadamente unos de
a instruirle en el conocimiento de la música. otros. Y todos los testigos de clases dadas por
Por necesidades deI estudio se podrá distinguir .)aques-Dalcroze podrían confirmar que, cuando
entonces lo que, en el movimiento de [a rnúsi- sus alulnnos llegaban ¿ coger un ritrno
ca, compete a[ dominio de la duración, del fuera por haberlo traducido corporalmente -yao
metro y de Ia organización de valores rítmicos, por anotarlo en términos de negras, corcheas y
de 1o que afecta al dominio de los sonidos y de barras de compás-, siempre se trataba, en su
sus posiciones relativas en el espacio sonoro, sin presentación, de un ritmo muJicd.l, rico en su
correr el riesgo de privar de vida a un arte cuyos perfil melódico, en sus acentos y en sus puntos
diversos componentes adquieren sentido los de apoyo armónicos. Asimismo, cuando tenían
unos por los otros. que indicar con su movimiento corporal (o
cuando tenían que escribir) la progresión ascen-
n ... Jed<rch wird. diesehe de Emplindung des Rhlrmus
dente o descendente de una melodía, sus infle-
nur darn uollstlinlig 7u íhrem geistiget Eigentume machen, xiones o sus intervalos, lo hacían ayudados por
wenn iLLr Gelegenheit geboten oird 7u dauemden Empfindun- el ritmo musical, que da sentido a las progresio-
gen, ak u obhlitlgige Eirlvit und ¡icht akTeil ei¡cr KuÍst, die nes sonoras y que permite adivinar su punto de
ihr t¡teilbat schei¡c u¡l d¿¡en Ze¡stíkkzlung ihre empfinAa- terminación, observar las secuencias que se
me musiko)ische Seel¿ nicht ertraget kann (Boepple, 1907,
repiten e identifica¡ las funciones tonales-clave
p. 5). Tizd. al francés de L. Meier.
ts U¡d de¡nrrh mr¿rs mz¡n den Rhythmus uon Torc sobre las que reposa o se apoya la melodía.
geneant satlietea krsset aber ohne dass üts Knd die ot¡¡¡ Pada- Sólo que esto Jaques-Dalcroze no lo dijo
gogea betbsidrigte 7*ieguag der Klnsr htne uird (ibil., p. 4),. bastante o no lo dijo lo bastante alto. Cometió
88 LA RÍTMICA .tAeuEs-DALCRozE
el er¡or cle crecr c()n frecuenci¡r que la palabra raci(rn de los valores musicales ¡'a hacerlos
"ritmo", escrita por é1, tenía igual sentido para sucederse en el orden irpropiado, pero se trata-
sus lectores que p¿rr:l é1 rnismo; el error de no ba de operaciones esenci¿rhnente intelectuales
hacer quc rr q.ta ¡,,labrir lt qiguiera. siernpre ¡ que utilizaban, ante todo, e[ ¡ecuento. El ritmo
sin excepción, el adjetivo «musical., que ha- -en el sentido de V¡n Biilow cuando decía:
b¡ía sido nccesario; el error de no recorda¡ cada -En el princrpio cr¿ el rrrmr" - no sc enseña-
vez su propia definición y krs medios prácticos ba. Abandonado por todos, permanecía más o
de que se servía para "hacer estudiar el ritmo" menos confundido con las inexplicables mani-
saber: que, en sus clases, ritmo y sonoridad festaciones del genio musical ra. Sin embargo,
-a
estaban siempre estrechamente unidos en el señalaba Jaques-Dalcroze (ibid., p.84): "En
hecho de la improvisación pianística-. Y es música, es e[ propio ritmo, creado por la emo-
crerto que cada uno de estos elementos contri- ción, el que suele hacer nacer y florecer [a idea
buye a la inteligibilidad del otro, aunque sólo melódica".
uno de los dos sea objeto de análisis. Piénsese, por ejemplo, en las palabras escon-
didas, repetidas indefinidamente, con que acos-
DERECHO DI.] PIIIORII)AI) tumbran a jugar los niños o en las ocasiones en
que se sorprende uno mismo pronunciándolas
Puedo comprender c¡ue algunas persona-
lidadcs no admitan en música la equivalen-
cua¡do una idea o una palabra nos obsesiona:
cia del ¡itmo y Ia sonoridaLJ, pero me sigue ¿no hacen pasar rápidamente cle la palabra a la
pareciendo que un rnúsico que entre en una salmodia y de la salmodia a la melodíai
sal; Je nráquina. en plen,, movimicnto no es Recuerde usted una melodía que conozca
un verdadero músicr¡ si no sc siente transido bien y marque el ritmo sin cantar: la oirá reso-
de admiración al oír la fabulosa sinfonía que nar tan claramenre corn!) \r la cstuvrese canran-
crea la magia de krs ritmos combinados y do en voz alta; y si alguien le observa, podrá, si
disociados, y si no sc pone de inmediaro también la conoce, :rdivintrr en qué canción
m¿rnos a la obra para tratar de investigar piensa. Pero prívela del ritmr:: Ia empresa será
rápidamente y de sorprender los secrett¡s de difícil, particularmente si también se hace abs-
la vida en movimiento y de la agiración que
tracción de la letra. A partir del tercer o cuar-
anin¿r a Ia vez Ia naturaleza, al hombre y a su
to sonido [a canción sc vol'¡erá irreconocible
obra (J.-D., 1915a, p. 76).
tanto para usted como Lrara una posible audien-
Volvamos a situarnos en el contexto de la cia, y sólo e[ feliz azar de un intervalo caracte-
enseñanza musical de entonces, contra la que rístico de la melodía podrá ¡ermitir su identifi-
Jaques-Dalcroze se levantaba como heraldo del cación. Sea cual sea la canción, habrá perdido
ritmo: esta enseñanza consistía, sobre todo, en todo interés musical.
entrenar a los alumnos para identificar la a[tura Bta clase de consideraciones bastaría por sí
de los sonidos y para dar nombre a las notas, las misma para justificar el hecho de que, si en el
tonalidades y los acordes. En este aprendizaje, aprendizaje de las convenciones útiles para des-
la vista desempeñaba muchas veces un papel
más importante que el oído. Por supuesto, se '' Cl al respecco M. Lussy, Lc Ryhme mruical, 1884,
aprendía luego (o paralelamenre) a medir [a du- p. I II.
cribir el ritmo y la sonoridad e[ esrudio de un<r la funcíón motriz. LJna segunda evidencia fuer-
debe preceder a[ esrudio del otro, es al ritmo al za a admitir que, para se¡ buen músicr¡, se debe
que [e cabe este honor. Dicho esto, ¿es indis- tcner, por un lado, un oído capaz de distinguir
pensable que el estudio del ritmo y cl de la los sonidc¡s y compararlos, capaz rambién tle
sonoridad se hagan sucesivamentel Sí, respon- apreciar y comparar su duración; y, por otro, un
dc Jaques-Dalcroze, en los casos en que se tra- cuerpo que setr capaz de reproducir esos sonidos
baja con niños cuya musicalidad no presentá (ya vocal, ya instrumenralmente) y de flevar a
ninguna duda antes de que empiecen a recibir cabo su distribución temporal con el dinamis-
lecciones y para los que sólo se trata de apren- mo que requieren (cf. Boepple, 1907, p. 5).
der a dar nombre a algo que ya conocían y sen- Jaques-Dalcroze infie¡e las consecuencias de
tían muy bien. Pero la experiencia le mostró estas dos evidencias, partiendo del principio de
que en la mayoría de los casos "un niño tiene que la acción debe preceder a[ análisis y a [a crí-
difrcultadrs para apreciar al mismo tiempo una tica personal:
sucesión melódica y el ritmo que [a anima"
( 1909, p. 65 ). Aquellos que estén familiarizados
Si [...] comparamos las funciones del
oído con las del sistema muscular, llegare-
con la enseñanza del solfeo recuerden cómo, en
mos a afirmar que, en el c¡rden de los estu-
[a escritura de un dictado musica[, la obligación
dios musicales elementales, el primer lugar
de anotar a la vez el ritmo y [a altura de los soni- le corresponde al sistema muscular (1907,
dos provoca con frecuencia errores que el alum- p. l8).
no evita cómodamente cuando sólo debe tcner
en cuenta uno u otro... Y tarnbién:
Parece caer por su peso (pero en Ia época
Scrá preciso [antes de nada] que el nirlo
no era tan evidente, y ¿quién sabe si es así pa- introduzca intervalos de duración entre los
ra todo el mundol) que, al igual que no se ense- movimientos que va a ritmar o a medir, de
ña a un niño a leer y escribir antes de que sepa manera que se haga consciente de sus facul-
hablar, no se le enseñará música antes de que tades de representación del ritmo.-. Luego se
haya sentido sus efectos. Indica Jaques-Dalcro- le debcrá enseñar a discerni¡ en los ¡itmos
ze (ibid.) : sonoros qué es el movimiento y qué la sono-
ridad, a trasladar los movimientos a sonídos
...son dos los agentes corporales con la ayuda y los sonidos a movimientos corporales y
de los cuales apreciamos, comprendemos, plá\tlcos. A5í §e aguzará §u alención, se enri-
vivirnos y sentimos Ia rnúsica: esos dos agen- quccerá su experiencia y su oído se acostuln-
tes son e[ oído, en [o que conciemc a la so- brará a percibir el ritmo sin el apoyo de la
noridad, y e[ sistema nervioso entero en lo vista; una vez creada [a audición [e será
que concieme al ritmo. posible] escuchar el sonido sin la ayuda del
oído (ibid., p. 44).
El sistema nervioso entero, inclzid¿ [a fun-
ción auditiv¿, que se ejerce aquí conjuntamen- Por otra parte, según nuestro autor, este
te con las otras fuentes de percepción (visua[, enfoque es conveniente tanto para los alumnos
quinestésica). Unas y otras se refuerzan mutua- musicalmente bien dotados como para los que
mente y se coordinan con ocasión del inicio de lo son menos. En ambos casos, una enseñanza
90 LA RÍTMicA JAeüEs-DALcRozE
{erdaderamente educativa sc p¡eocupa¡¿i po¡ que é[ creía de ello hallarnos corolario en el
p¿rrtir de los datos más concretos y de más fácil elemplo que -y
siguc.
rrcceso, para progresar desde ellos hircia i¿rs Con c.lc¿sicin de una serie de conferencias-
nociones más abst¡actas o más elaboradas. Y Io Jemostraciones ofrecidas en Gran Bretaña por
que más le gusta al niño en la música es aqucllo Jaques-Da[croze a comienzos de 1920, aparecie-
a lo que puede acceder inmediatamente, el ron en Ios dia¡ios británicos muchr¡s artículos
m,,vimicnto, las sensaciones y sentimient(rs quc dando testimonio de la fue¡te impresión que
ese movimiento rítmico y sonoro suscitan e n ét. habían causado. Estos artículos se tradujeron y
Por otra parte, ¿acaso no sucede lo mismo con publicaron en un número de la revista Ix Rych-
todo aficionado a la música, sea niño o adukoi me. En él podemos leer, en concreto, el que
esc¡ibió un periodista del Glzsgou Evening
Er-r una afirmación que después le ocasiona-
Times, bajo el título de "La música viva" (Le
ría bastantes sinsabores (y que, lamentablemen-
Rythme, nrim. 5, junio 1920, pp. 27 -28). El ar-
t c para é1, repite en varios de sus primeros escfl -
tículo, mu¡- entusiasta y en general bien docu-
ros). Jaques-Dalcroze motivó como sigue su
mentado, proporciona entre otras cosas la
convicción de que los estudios musicales de-
siguiente ínformación (p. 28):
bían empezar por la experiencia motriz de la
música: Su descontento respecto de los rnétodos
hat iruales de enseñanza ha llevado a Jaques-
La sonoridad es evidentemente de orclen Dalc¡.¡:e a estudiar los orígenes de las sensa-
sc( undario. pues no tiene su origen y su rno. ciones musicales y a la conclusión de que el
delo en nosotros mismos, mientras que el movimiento (o ritmo) el primer elemento
es
movimiento, que es instintivo en el hom- de la música, dado que es un elemento que
bre, es, por consiguiente, de orden primario exisre en todo el mundo. El sonidt¡ stilo del¡e
( 1909, p. 65).
ocu¡.ar un lugar secundario [sic].
Es cierto que se puede discutir el hecho de
En esre ¡reciso instante se nos remrte a una
que [a sonoridad, contrariamente al ritmo, "no
nota a pie Je página, firmada por Jaques-Dal-
rendría origen en nosotros ¡ni5¡¡65". Jaques- croze, que Jice:
Dalcroze, como ya hemos visto, había comenza-
do aduciendo otras razones para justificar el Esta apreciación no ha sido enunciada ni
papel prioritario del ritmo en el inicio de los en mis conferencias ni en mis libros. Sim-
plemente, he dicho que el elemento "movi-
estudit¡s musicales (cf. srpna, p. 9O). La circuns-
mienro" es ton impormn¿e como la sonclridad
tancia le era favorable, en aquella época, para
en la expresión musical.
tratar de hacer admiti¡ por [a razón lo que le
había sido revelado por [a intuición y la expe- ¿Ta[ ve:. después de todo, no lo di.jera tan
riencia. Pero para quien tomara una de sus afir- simplemente como pretendel Desde luego, no es
maciones sacándola deI contexto, se hacía fácil lo mismo decir que e[ movimiento está primero
hacerle decir lo que no había dicho, fuese para en e[ ser humano con relación a la sonoridad
hacerle reproches (como se ha visto en el caso que decir que el sonido ocupa en la música una
de Téplov), fuese para maravi arse (reclamarse posición secundaria. Desde luego, no es lo mis-
su seguidor) en un sentido contrario a todo lo mo oponer ritmo y sonoridad en la perspectiva
9Z LA RfTMrcA JAeuEs-DALCRozE
La tracluccicin al teclado de diversos ejerci- Estudio de los ri¡rnos en el espacio con h
cios de Rítmica que antes haya realizado corpo- aydn dr la sen.s¡¡ciórr rnu-sct¡l¿¡ (punro 5)
ralmente irytrdará al rítmico en e[ aprendizaje
Un dato ¡ítmico marc,rdo o presentado grá-
Jc un sab.r-h,¡.cr que le concierne cn primcr
frcam,nrc cs iu.(('plil'le Je c,rnverlirse en
Iugar. Se trata para é1, en efecto, de elaborar
motivo musical por el hecho dc incardinarse en
una herramienta dc trabajo que se convertirá
un cspaci,r \()nuru qlc [( ¡mprime su curva, su
en su primer ayudante en su profesión de
calidad plástica.
docente de Rítmica. Támpoco le sorprenderá
enconÍar, en e[ programa preconizado por Por ejemplo, el motivo :rIli tendrá una
|aques-Dalcroze para cursos de improvisación, identidad musical muy di.t inra si se toca en nro-
temas de estudio que a menudo son los mismos,
gresión cromática ascenrlenre,
a la escala del teclado, que los que se tratan en @#,
los cursos de Ritmica. Citaré algunos a título de o si se repite tres veces la misma nota y se to-
ejemplo. Están sacados de una lista de diecisie- ca la blanca una tercera mayor más grave:
re puntos creada por Jaques-Dalcroze (ibid.,
p. 14) y provistos de algunas descripciones de ffi Si se abandona ahora la exigencia de exac-
ejercicios o de comentarios destinados a hacer-
los más concretos: titud en los intervalos, no queda más que un
movimiento con este ritmo; ejecutado al tecla-
Concepción rápida del compas por la uisa y
por -
do por grados coniuntos i de izquierda a dere-
el oído (punto 4)
cha evocará siemprc más el primer mot ivo que
Por ejemplo: el alumno toca el piano sin per- el segundo, mientras que un movimiento repe-
der de vista a otro alumno que, de pie y a unos titivo sobre e[ propio terreno, seguido por una
pasos de é1, marca el compás tan pronto a tres, nota tocada «un poco más grave", itendrá
tan pronto a dos o a cuatro tiempos según su ins- incluso oportunidad de evocar la quinta sinfo-
piración. Se trata, para el pianista, de conseguir nía de Beethoven !
dar inmediatamente un sentido musical a los Bta sensación globaI de organización espa-
cambios de compás que e[ otro ejecuta (median- cial de un movimiento ritmado debe poder
te fraseos, repeticiones, inflexiones melódicas y reencontrarse tan pronto como se [a solicite,
apoyos armónicos de la interpretación), contan- pues sin el[a no hay construcción musical posi-
do de alguna manera con ese condicionante y ble. Repeticione5, rransf\o5iciones, evocacio-
sin saber por adelantado qué va a seguir. Por su nes, transformaciones, defonnaciones... depen-
parte, e[ alumno que [e dirige debe estar a la den de Ia posibilidad de recuperar en la
escucha del piano. con el fin de no imponer cie- memoria auditiva y muscular e[ recuerdo de
gamente su voluntad, sino intentar aprovechar una impresión particular, aun cuando otras im-
el momento favorable a un cambio de compás o presiones hayan venido en¡re tanto a añadirse a
a la repetición de una secuencia. De este modo, Ia primera. Además, esta capacidad será necesa-
Io que resultará finalmente es una creación ria para el rítmico cada vez que quiera traducir
común, cuya coherencia estaú en función del al plano sonoro un ritmo corporal propuesto
buen enrendimiento entre ambos colaboradores. por alguno de sus alumnos o cuando quiera sus-
cerrados, de modo que la vista no se encargue te) pam encontrar los modos de decirlo.
94 LA RlrMicA lAeuES-DAi-cRozE
los dedos toquen un aco¡de distinto del espera- cicios rlestinados a.1ue [o" principi¿rntes consi-
.lo y nos arrojen fuera del camino emprendido: gan una urejor clisociaci(rn dc las dos rnan,rs
hal,rá que «rcc¿rrgar baterias" inrnediirtamente, figura, por clemplo, óste: un¿r rnano toca dos
.iando un rodeo para retomar [a ruta o adoptan- veces rnás rápido que la otr:r; a una señal, se
.lc¡ rrn nucvo camino y, en consecuencia, rnodi- invie¡ten Ios papelcs. C) rnejor: la mano izquier-
Irc¡nd.¡ I,,. plancs. lor lo Jernát, asi e5 c,,nru:c ila autr¡matiza un ostin¡¿¿t¡ rítrnico, sohre algr-r-
producen esos hallazgos felices en los quc uno nas notas o sob¡c un mismo intervalo repetido,
rnismo no había pensado y que acrecientan el mientras la derecha toca melódicamente vak¡-
bagaje del improvisador. igualmente, se trata de res lenros, que va haciendo rnás rápidos hasta
sortear los er¡ores tratando de disfrazarlos: ¿que llegar a una meloJía con sus propios ritmos, que
esta nota ha sido alterada sin que debiera serlol no deben perrurbar el ostir¡¿to de la mano iz.
No sirve de nada interrumpirse para reempla- quierda ni confundirse con é1.
:arla por otra: ya ha sido escuchada y se percle- En las clases de Rítmica hay muchas ocasio-
r ia trn t iempo irrecuperable en intentar corregir nes en que el profesor debe ser capaz de disociar,
lir falta. Pero, ¿acaso no puede servir de apoya- bien porque los alumnos realicen ritmos dife-
rur¡i a ese otro acorde más simple que habí¿rmos rentes entrc pies y rnanos, bien porque vari.r.
previsto? ¿No podría servir de pretexto para una grupos evolucionen a la vez de maneras dife-
modulaciiin de paso? ¿De verdad que no? ¡Pues rentes mientras él acompaña aI piano.
.¡uc no qrrede por eso!: dejemos pasar e[ error y
Ejercicios de concentración; audición inta-
¡'a saldrá rnejor la próxima vez. O, más sutil- - rior (punto 7)
rnente, rcpitámosla con insistencia para hacer
areer que cra voluntaria y procuremos inregrar- Intentar oír por adelantado lo que se va a
-t la en la continuación del fragmento. Un error tocar, de frrrma tan precisa corno sea posible, cs
puede ser fuente de enriquecimiento y de nove- algo que exige entrenamiento. Esta aptitud es
-{
-i dad; sólo se oye por adelantado 1o que ya se
conoce. Perc¡ todo impulso creador exige una
necesaria para el rítmico cuando quiere, por
f
v¡
parte de imprevisíón...
96 LA R¡TMlcA JAQUES-DALCRoZE
á cias cle su musicalidad... En otros ejercicios in- -.-en r)ucstra enseñailza, t:rn compleja, nos
a tentará interpretar movimientos expresivos efec- sucede ¿r mcnudo que contracm<¡s malas
,s tuados por otros o traducir al plano sonoro las costumbres qLre nuestro ardor pcclagógico y
r1 irnpresiones producidas por la forma o el conte- nuestro celo altruista ¡ros irnpidcn advcr-
á r.rido de obras gráficas, plásticas o pictóricas.
ti¡ [! !]:
n
fl:
LOS "HOP. MUSICALES iun período de espera que puede estar fi.jado de
antemano o determinado por la propia señal) o
il:
A propósito de las categorías de ejercicios de la simplemente en cuanto sea posible a partir del
lista que he dado a[ comienzo de este capítulo momento en que el alumno oye la señal.
(cf. supra, p. 76), Jaques-Dalcroze precisaría
después ( 1945, p. 159):
La mayoría de los profesores de Rítmica
olorgan un lugar importante a estos ejercicios
fl.
,1-\ Todor estos ejercicios van acompañados durante sus clases. Sin embargo, algunos de e os
I por órdenes destinadas a mantener e[ cuerpo ponen en cuestión su valor y su razón de ser en
v la mente.bajo presión", a provocar movi- la actualidad, al igual que hacen con cualquier
mientos o detenciones súbitas [...], a forzar a ejercicio que suponga una obligación impuesta
la mente a elegir entre todos los músculos desde fuera, con frecuencia arbitraria y que, en
cuál es el más idóneo para la acción solicita- consecuencia, evoca la idea de amaestramiento
i da [...], a combinar e intercambiar los ritmos o condicionamiento. Como respuesta, los parti-
lespontáneos y los ritmos ordenados por el darios del "hop" afirman' " ¡Por el solo hecho de
(¡qzonamiento [etc.].
obligar a "cambiar de sentido" a cada momento,
B mi intención demorarrne un poco en estas el "hop" basta para demostrar que la Rítmica es
diversas "órdenes», porque permiten ilustrar uno lo contrario de un condiciona miento, pues así
de los usos más característicos que el rítmico dal- impide que seamos esclavos de un automatismo
croziano hace de la improvisación. B un hecho cualquiera! ". Trataremos de aclararnos partien-
que este tipo de ejercicio está coruiderado actua[- do del análisis y la descripción de algunos ejem-
mente, de alguna manera, como el paradigma de plos-tipo.
_ los ejercicios de Rítmica tradicional. Es lo
que en
el lenguaje de los rítmicos suele resumirse con la
l. Dos ejempbs dz cambio de o¡ción en el tiempo
siguiente a la señal
expresión ejerctcios dp reacción (auditiva, visual,
táctil, etc.). Entre estos, los llamados de .reac- Primer ejempb: Se trata de un ejercicio l[a-
ción auditiva" ocupan, proporcionalmente, más
lugar que los otros, lo que no tiene nada de sor-
mado "de iniciación e inhibición", que se suele
realizar en las demostraciones de rítmica porque
fl,
prendente en un método de rítmica musical. Se permite que eI público participe sin levantarse,
'-trata, en realidad desde una perspecti- marcando con palmas lo que los alumnos reali-
va tradicional-,-siempre
de una reacción moftiz ante zan marchando.
una señal sonora, que puede 5s¡ ¡n "h6p" emiti-
do por el profesor o su equivalente al piano o en
El piano marca un tempo en negras. Los
alumnos caminan con esta cadencia en tanto il:
otro instrumento (trino, acento, breve motivo) o no les detenga un .stop- musical ejem-
plo, el motivo rítmico ó li -por
que les manda
bien lo que trataremos de definir miás adelante -,
como "hop, musical. C.on el "hop" cual permanecer inmóviles hasta su próxima apari-
-sea ción; esta otra aparición significará "volved a la
sea su naturaleza- se indica al alumno que debe
modificar su acción de una forma, en principio, marchao. Es, de alguna manera, el semáforo
convenida previamente. En general, la reacción rojo o verde, pero presentado sin cambio de
debe producirse en un momento preciso (por color. Se trata, pues, de detenerse o de volver a
ejemplo, en el tiempo siguiente a[ «hop» o tras andar con [a negra que sigue al tresillo, pase e[
98 L{ RfTMrcA JAQUES'DArcRoZE
tiemp() quc pasc en el entretanto. Asimismo, el Si sc la acompaña tle fo¡ma ¿rdecuada, [a
prof-esor puecle dejar dc tocar sin dar [a señal de canci(» ser¿i pcrcibitla, de entrada, correcta-
parada o retomar el ¿empo sin dar señal de sa[i- rnente tres fraseos, el últirno de e[os más
dir, ponienclo así a prueba la capacidad de los largo -con
. No obsrante, hernos de señalar que, en
alumnos para resistir a sus impulsos. este caso, la propia melodítr lucha contra esa
La seiral aparece de improviso ( ¡pero no más percepcirin, por la repetición idénrica del moti-
que el coche en [a esquina de la calle que vamos vo inícial al comienzo del tercer fraseo. Ahora
a cruzar!). ¿Arbitrario? Sin duda alguna; pero no bien, la experiencia nos muestra que basta a
elegido a[ azar, sino entre los ritmos cuyo dina- veces con una sola repetición para que se ad-
mismo es susceptible de provocar una reacción quiera un háb¡ro desde la siguiente; para que, si
inmediata (¡por fortuna el coche a veces viene no se pone cuidado, se instale el automatismo.
precedido por el ruido del motor!). ¿Condicio- Si en el ejercicio anterior se ha concitado [a
nante de reflejos? Todo lo contrario: lo que pasa atención de los niños sobre el momento del
al piano entre las dos señales (parada o salida paso de una frase a [a otra, si se les ha ayudado
imprevistas) acaba por obligar al alumno a luchar especialmente a tomar conciencia de su ten-
contra los reflejos que ya había adquirido (asocia- dencia a la automatizacicin (dando, por ejem-
ciones movimiento-sonido y silencio-parada) y a p[o, varias señales a intervalos regulares y [uego,
reservar para oÍa ocasión toda reacción inútil en de súbito, una señal más próxima o más distan-
su situación presente, a fin de poder enftentarse te), entonces se les habrá preparado para resta-
ecr ¡ntim icamcnte a un imperativo priorirarir.l. blecer por sí mismos la correcta sucesión de fra-
ses de esta cancicin el caso de que se
Segunio ejemplo: Música a dos tiempos. Los -en
lrubiesen dejado atrapar la primera vez por Ia
alumnos juegan a [a pelota con una mano, [an-
trarnpa de la melodía-. Seguidamente, la rima
zánd.rla al suelo con el primer riempo y reco-
vendrá a u¡lirse a las impresiones recibidas y,
giéndola con el segundo. Cuando el piano deja
tomando e[ ¡elevo de la señal pianística, permi-
oír un apoyo más marcado sobre el primer tiem-
po (duplicanclo o acentuando la voz grave, por
tirá que la melodía prescinda del acompaña-
miento. La posibilidad de inventar nuevas
ejemplo), los alumnos atrapan [a pelota con la
estrofas confirm¿rrá, entre otras cosas, que se ha
otra mano en el tiempo siguiente y continúan
percibido el punro en que acaba cada fraseo,
así hasta que un nuevo apoyo más fuerte les
mientras que su traducción al espacio, median-
obIigue a cambiar nuevamente de mano.
te gestos o desplaz:rmientos, materializará a los
¿Señal arbitrarial Sí, pero que deja de serlo
cuando, en la perspectiva de un comienzo de ojos del niño las duraciones respectivas (o
análisis musical, se lleva insensiblemente a los incluso las re[ativas).
niños a jugar a la pelota sobre el tema de la Se podrá objetar que Ia canción habría
sigu ien r e canción, por ejemplo:
podido servir de punro de partida del ejercicio,
y la rima, de primera indicación del final de los
*{t )
fraseos. Por supuesto, ¿por qué nol De todas for-
.rt r.i 1i t ü t J 1 ü t üi mas, hay que reconocer que nuestro ejercicio
¡A Parísl ¡A Paris! ca-b¡- iEn un i-ro sr¡s! tiene una doble ventaja: permite hacer uso de
¡A Ru-ánl iA R!-ánl ¡En un c¡-ba-Ii-ro váñ! un mecanismo lo hastante general como para
-{
f LtEs y \f EDtos DE L.t Rl.la{tcA l0l
t
vt
andar, sonidos agudos = mirar al cie[o, etc. Lo Lisas de ejercickts diri§dos meüante "hop'
mismo en cuanto a las actitudes u otras formas musícabs (cf. 1930a, pp. I5-19)
de movimiento. Paralelarnente, se tendrá cui-
dado de actuar de manera que el condiciona-
miento que se intente crear no se limite a los
- DINÁMICA, AGÓGICA,
tl
ELASTICIDAI)
fl:
sonidos del piano
-puede
recurrirse a [a voz o \ l. Acadaacordedel piano, impulsodel r,rr-
a otros instrumentos- y tampoco a[ espacio ---'' so y los brazos. Si el acorde se mantiene
corporal, sino que se pueda transferir a[ espa- y sigue resonando, los brazos quedan en
cio ambiental: objetos, paredes, pizarra, hoja de alto; cuando se corta e[ sonido, vuelven a
pape[, etc. cae¡-
A través de los ejemplos anteriores (y parti- Z.l Los alumnos caminan [o se mueven]
cula¡mente el ú[tímo) vemos [o fácil que es caer '' mientras resuena un acorde. Se paran
en un esquematismo o rigidez que no of¡ecen de cuando el sonido se interrumpe.
la Rítmica sino una mala caricatura, cuyas con- §.B.: Adviértase que el mismo "hop"
secuencias pueden llegar hasta e[ extremo de musical (aquí, la resonancia de un acorde)
situarse en e[ lado opuesto a1 objetivo deseado. puede ser, según el contexto, origen de
Dicho de otro modo: el saber hace¡ del rítmico dos acciones diferentes o incluso opuestas
nunca podría suplir su sensibilidad ni su pro- (aquí. inmovilización o, por el contrano.
fundo conocimiento de los medios que utiliza y continuación del movimiento).1
de sus posibles efectos. Los alumnos andan en dos filas. El
maestro, al piano, toca a dos voces, la
Jaques-Dalcroze hablaba de los "hop" mu- superior sú¿ccdto y la segunda legato, o
sicales en un artículo con ese mismo título viceversa. Una fila sigue a [a voz supe-
( 1930a), en una época en que el
""hop" voci- rior, [a otra, a la inferior, y ambas cam-
ferado o murmurado, (p. 14) estaba probable- bian de paso cuando el maesr ro tnvierte
mente más extendido aún que hoy. Recordaba las voces.
1-Gn ese artículo a los profesores de Rítmica que 4. El pianista toca corcheas lzgato. Cuando
I el podía reemplazarse muchas veces .pica, cuatro corcheas, los alumnos an-
I «por"hop"
una orden de naturaleza *u. ntut¡621", lo dan staccato las cuatro corcheas siguien-
que aportaría la ventaja de hacer del alumno tes [...].
-' .cómplice de la música que debe interpretar" 5. Marchan [según un compás determina-
(p. 14). Daba una lista (pp. 15-19) bastante do]. Un ff súbito conlleva un cambio de
surtida de los que le venían a la mente, clasifi- compás. Lo mismo úas un PP súbito.
6. \)n crescendn o tn ümirutenlo de 4 (o 6)
cándolos por ámbitos y presentándolos siempre
en el marco de un ejercicio. Como se trata de corcheas provoca en la corchea siguien-
uno de los pocos artículos en que Jaques-Dal- te un gesto, una patada, un salto [o:] un
croze propone por sí mismo descripciones de paso atrás, [...] una genuflexión o una
rr,,elta al tema anterior.
ejercicios, incluiré aquí (principalmente para
7. Dos, rres o cuatro acenms sucesivos pres-
los rítmicos) amplios extractos, que requerirán
criben un comPás a 2, 3 ó 4 tiempos'
algunos comentarios.
8. Los alumnos andan por negras. Un do- en e[ que la señal sonora es el equivalente del
sillo (tresillo, cuat¡illo, ctc.) [es decir "|¡ep" y del "hip" hablados).
n (ry t n ) , etc.l tocado a[ Piano Pro- Algunos, por últirno, reclaman una res-
voca 2, J ír 4 pasos más cortos en el
-
puesta de un tipo que podríamos llamar mix-
tiempo sigu iente. co, por cuanto trata de traducir lo intraducible
9. Al final de una serie de negras, un cua- sin pretender dar una imagen fiel respe-
-pero
tando al menos ciertas dimensiones- y dejan-
trilto [J!!]l prescribe un compás a 4
tiempos; un seisillo Igfi¡.1, un compás do que e[ resto quede determinado por conven-
a 6 tiempos, etc. ción (así, en el ejercicio n.' 2, el hecho de andar
t...1 durante sólo durante- [a duración de la
1 1. Una serie de ritmos legato provoca una
-y de un acorde es una convención
resonancia
interpretación a base de movimientos definida provisionalmente para que el alumno
continuos; el sts:cato modifica la inter- pueda manifestar que sabe que pasa algo). Tén-
pretación. dremos ocasión de ver más adelante nume¡osos
ejemplos.
Detengámonos aquí. El lector atento habrá
advertidr¡ que no todos estos "hop" musicales
Jaques-Dalcroze agrupó indiscriminada-
son equivalentes, ni en lo relativo al papel que
mente todas estas señales pianísticas bajo la
-4 cumplen ni en su grado de arbitrariedad, y que
denominación de "hop" musicales, en oposi-
piden ser repartidos en diferentes categorías. 'bión
-4 a los "gri«rs [...], números o [...] golpes de
Algunos están en relación muy estrecha rbombo [con los que se educaban] los gimnastas
Y con-la acción que solicitan y podrían, en rigoq o [os] bailarines de [a vieja (p. l4).
f prescindir de toda explicación previa. Música y
movimiento se ejercen concretadamente, mo-
"56ug[¿"
Pero es evidente quc no todos esos "hop" tie-
nen el mismo valor mtr.ical. Por mi parre, pre-
Y
delándose el segundo sobre la primera, que le feriría reserva¡ el término de "hop" musicales a
Y irnprime sus cambios (cf. especialmente los los de las tres primeras clases que acabamos de
Y ejercicios n.' 1, 3 y 11). exponer, así como a krs de la última (aunque
f Algunos tienen por objeto provocar una
- que sea su consecuencia natural (cl la
¡eacción
con una connotación más intelectual). En
cuanto a los demás, diríamos que son señales
¡f
detención, en el ejercicio n." 2, y el carácter del sonoras conuencionabs o arbitrarins , entrc las que
movimiento, en e[ ejercicio n.. 6). incluirnos igualmente los
"hop" hablados y las
Y Ot¡os se valen de
- imitación exacra modelos
¡a una
musicales pa-
que [es sigue de ce¡ca
diversas exhortaciones orales o verbales, a las
que no se niega, en principio, su valor: tienen el
Y (cf. los ejercicios n." 4 y 8).
r Otros sólo tienen
- convencional con launa relación mera-
mé¡ito de poder suscitar de forma inmediata
cualquier tipo de acto previamente convenido,
Y mente acción que se efec- y la venta.ja (sobre todo cuando se emiten oral-
túa: se presentan como un pequeño enigma mente) de poder añadirse en sobreimpresión a
ü intelectual (cf. los ejercicios n." 7 y 9, donde la la música sin interrumpirla. Jaques-Dalcroze
x señal sonora reemplaza al número dicho) o decía de ellos que son
"de verdadera utilidad al
fi como un ngrito de alarma" (cf. el ejercicio n."
5, comienzo de los estudios, cuando el niño tiene
Yl
d I/NES Y MED/OS Dr:' LA RhMICA I OI
¡t
§rf
que luchar constantemente contra costurnl)res 6. Los acordes tocados en lc zo:t nedt,¡ del
motrices ya arraigadas» (ibld.., p. l4). Serán piano incitan al alumno a mtrrchar por
bienvenidos, desde Iuego, también en ()tr¿ts negras; tocados en el agudo, a correr por
ocasiones, a título de control, o en los jucgos corcheas; en e[ grare, a dar con el pie,
motores en que el alumno pueda "descansar de etcétera [entendiendo que el tempo de
escuchar.. ¡Pero hay que utilizarlos con discer- los acordes no cambia al pasar de un
nimiento, cuando su utilidad no ofreczca duda registro a otrol.
alguna, y no para sustituír con ellos, por simple 7. Los acordes mayores provocan una ele-
comodidad o pereza, las auténticas señales mu- vación de los brazos; los menores, una
sicales, que exigen del profesor que haga inter- flexión del torso y las rodillas [...].
venir su sensibilidad, su imaginación, sus cono- 8. Una melodía a dos voces hace andar a
cimientos de música y, por supuesto, un poco de Ios alumnos en dos filas; una melodía a
oficio! tres o cuatro voces les hace andar en
tres o en cuatro filas.
A[ ofrecer a continuación la segunda lista 9. Una modulación modifica [a di¡ección
de ejemplos propuestos por Jaques-f)alcroze,
de [a marcha o de [a actitud.
sugiero al lector inte¡esado que intente definir
10. Un brusco acorde de matíz obliga al
é[ r¡ismo el tipo de .l¡p" que utiliza: ¿se trata
alumno a saltar o a cambiar de direc-
de .hop. musicales (incluyendo entre éstos
ción.
los que reclaman una respuesta de tipo mixto)
o de "señales sonoras convencionalcs y arbí- t..l
14. La caída de una frase melódica provoca
trarias" l
un cambio en [a direccíón de Ia ma¡cha
o del gesto o en la tensión muscular.
MELODIA Y ARMONIA
t...1
1. Una se¡ie ascendente de 4 grados con- 17. El maestro toca clásicarnente a dos
juntos hace marchar al alumno adelante; voces. Luego introduce una disonancia;
una serie descendente le hace marchar el alumno la ¡esuelve corporalmente
hacia atrás. con un paso atrás, etc.
t...1 t..l
3. Tias varias repeticiones de un intervalo 19. Los alumnos caminan con un cierto
cualquiera, los alumnos atacan un coln- paso o ritmo mientras el maestro repi-
pás compuesto de tantos tiempos como te un acorde al piano. Cuando introduce
sonidos tiene el intervalo, o co¡ren du- una alteración, los alumnos cambian de
rante otras tantas corcheas. paso o de ritmo.
4. Los tonos enteros se andan hacia delan- 20. Igual que lo anterio¡ reemplazando la
te, los semitonos, sin moverse del sitio (o alteración por un cambio de posición o
a pasitos Pequeños).
una transposición [..-].
5. Una apoyatura inferior provoca un gesto
hacia arriba, una apoyatura superir.tr' un Según estemos más o menos versados en
gesto [hacia abajo]. música, según correspondan más o menos los tér-
f clar ocasión a que se manifiesten krs que ya exis- antiguo y fundamental, por un lado, ), en [a aco-
Id
I
Ia
I
9
I
9
I
Capítukr 4
LA GRAMÁTICA DE LA RíTMICA
'p ecuerden los amantes de las recetas que mica se sitúa más allá de las f¡onteras de cual-
I\ r.ru alteración de la palabra gramática quier libro.
[grammaire] dio en francés grimorre, "libro de En segundo lugar, sucede que poseo un cua-
magia que usan las brujas"; pero también "obra demo manuscrito que data de 1933 y en el que
o discurso oscurso, ininteligible". Ciertamente, un estudiante anotó más de sesenta y cinco
Ias definiciones de gramática que figuran en el ejercicios, repartidos en dieciocho lecciones, de
diccionario no prometen grandes placeres: un curso que Jaques-Dalcroze impartió por
\4 "conjunto de reglas aplicadas a una lengua aqueI entonces a futuros rítmicos profesionales
determinada para hablarla y escribirla correc- y que tituló "Gramática de la Rítmica". Él ya
t tamente» y, por analogía, "conjunto de las re- había explicado lo que debía entenderse por ral
glas de un arre». Pero también en un artículo, publicado en 1926, donde reco-
"estudio siste-
-t
mático de los elementos constitutivos de una nocía haber tomado prestada la denominación
Y lengua...", "estudio de las fo¡mas y de las fun- de la escuela de Rítmica de Londres
Y ciones" y, por extensión, .libro, manual o t¡ata- anglosajones suelen encontrar antes que-¡los noso-
do de gramática.. Ya veremos que todas estas tros [a palabra que da en el blanco!
{
tV acepciones nos serán de utilidad en el presente
capítulo. Sin embargo, lo que me seduce de
estas definiciones que todas dicen sin
En e[ curso no había nada de libresco sino,
por e[ contrario, gran número de ejercicios
«aptos para asegurar la fuerza y la flexibilidad
rx -lo
decirlo- es que la gramática no es ell¿ngnje. La
gramática se puede aprender en los libros; para
aprender una lengua es casi imprescindible visi-
los músculos, la independencia de los miem-
bros, el equilibrio de los movimientos y sus
de
Y rA GRAMÁIcA DE LA RlrutcA 1 l -l
t
cicios rítmicos y métricos» completen los pri- blcs para krs futuros rítmicos o músícos. Aún
meros -v por más que [a mayoría de los ¡novi- más, habiendo adoptado por su cuenta e[ pos-
mientos estén " íntimamente ligados y, por así tuladr¡ de que "las sensaciones musculares en-
decirlo, cosidos a una música que los anima y se ri!lr¡ecel'¡ cl cerebro c,rn imágene. rnotric(5
inspira en e[[os a un tiempo»... (ibid.). Tárnpo- (1920, p.6) que muchas veces
co el menor intento de teoriza¡ sobre el movi- demostró estar -afirmación
bien fundada-, temítr que lir
miento, aunque se trate, en la práctica, de un eJucación física t radicional im¡rimresc con
"sistema de técnica corporal para el uso de lc¡s gran fuerza en e[ organismo de los alumnos un
.¡¡*1gs5. (ibid.). número Iimitado de sensaciones e imágenes, que
Pero sí una gramática, en e[ sentido de que se volverían entonces automatismos difíciles
todos los ejercicios harían rápidamente deI cuer- de combati¡. No quería que sus propios alumnos
po del alumno una suerte de "manua[", un se encontrasen en la misma situación que aclue-
lugar de referencia en el que Ie sería posible llos de los que dice (1922a, p. 5):
encontrar no siempre el nombre, pero sí [a ima- Desde que empiezan a introducir el arte
gen monQ de las partes del discurso que le dirige en sus manifestaciones motrices esrán c¡bli-
la rnúsica o de cualquier otra manifestación en gados a preocuparse, en primer lugar, por
que se conjuguen el espacio y el tiempo. desembarazarse de ciertos p«rcedimientos
Jaques-Dalcroze pensaba que [a Rítmica sal- técnicos particulares, anclados con demasia-
dría ganando si se dirigía a futuros profesionales da fucrza en su memoria muscular como para
con buenos conocimientos y buen dominio de permitir que su fantasía varíe con total libe¡-
sus capacidades musculares y nerviosas. tad los matices muscula¡es de energía y de
duración.
Poseer e[ propio cuerpo, en todas sus re-
Por e[ contrario, e[ valor de las imágenes
laciones con el espíritu y la sensibilidad, es
quebrar las resistencias que paralizan el libre motrices residía, para é1, en su gran número, en
desarrollo de nuestras facultades de imagina- su dive¡sidad y, sobre todo, en la capacidad del
ción y de creación (1922a, p. l0). alumno para pasar rápidamente de una a otra.
No encontrando entre los métodos existen-
Pero no confiaba por completo, a este res- tes e[ que correspondiese a sus deseos, tuvo que
pecto, en los métodos de educación física enton- decidirse a inventarlo él mismo, buscando ayuda
ces vigentes. Les reprochaba el que dieran una en especialistas del movimiento, en particular
instrucción esencialmente métrica y que apenas en Lily Braun, "plástica" muy conocida en la
aportasen matices al trabajo de flexibilización de época. Al hacerlo no pretendió proponer úni'
los diferentes músculos: no existían para ellos camente ejercicios originales:
más que una o dos formas de corre¡ indicaba Algunos de ellos son de uso común, pues
Jaques-Dalcroze, sólo un [¿mpo de marcha, sólo el arte de flexibilizar y coo¡dinar los múscu-
ejercicios de respiración violentos y movimien- los se conoce desde hace tiempo. Pero la d
tos enérgicos... Cualquiera que hubiese podido forma en que busco prepararlos' encadenar-
ser su valor en tanto que tales, Jaques-Dalcroze los y ritmarlos les confiere una nueva vida'
encontraba estos métodos insuficientes para A causa de su íntima unión con [a música,
estos nuevos estudios de técnica corporal
desarrollar las cuaiidades corporales indispensa-
t
TACRAMÁTIcA DE L{ RlTMlcA ll7
Y
el compás, [que] establece el orden de todas las muscular" y que regula los múltiples matices dc
manifestaciones motrices" (1942, p. 37 ). fuerza y de velocidad de los movimientos c,,r-
Para Jaques-Dalcroze, la constaración de porales..." (1919b, p. 140). Los ejercicios de
que "la naruraleza, etemamente en movlmien- elasticidad (cÍ. supra, p. 115, n." 1) dan oportu-
to, vibra a [a vez con medida y sin medida" nidad al alumno de sentir que los ritmos cor-
(t9l5a, p. 75) debía ser una divisa. Volvamos, porales difieren espontáneamente en fuerza y
pues, a la lista de ámbitos que hemos visto arri- en duración según el peso y e[ tamaño de los
ba, para examinarlos ----como hizo Jaques-Dal- miembros puestos en movimiento. El alumno
croze en la versión original (i926a, pp 6-9)- puede jugar con estas sucesiones de fuerzas o
desde el doble punto de vista de sus recursos rít- duraciones desiguales, sintiendo .despertarse
micos y métricos, pero desarrollando más algu- en [él] una misreriosa música, producto directo
nos aspectos. Las indicaciones del autor toman de [sus] sensaciones', (1919b, p. 141). Puede
a veces préstamos de la terminología musical, y tratar de combinarlas, hacerlas sucederse en or-
los ejercicios creados por é[ ¿ partir de aquéllas den creciente o decreciente... Entonces inten-
son, ante todo, la obra de un músico. Asimis- tará inscribir todos los movimientos en un
mo, Ios diferentes temas darán lugar, cada vez tempo común, más o menos rápido; esto le per-
que se e§time necesario, a un comenrario que mitirá descubrir qué miembros se adaptan con
haga enrender e[ sent ido de las nociones musi- mayor comodidad a un tempo dado (es decir, lo
cales presentes o que muestre la relación entre más económicamente posible, sin necesirar un
una categoría de ejercicios corporales y las ha- aumento de energía o una inhibición prolonga-
bilidades musicales de audición o de ejecución da) y cuáles son los límites de velocidad o de
que esos ejercicios pueden favorecer. Por último, lentitud que un movimiento no puede sobrepa-
y para permitir al lector hacerse una idea menos sar sin enormes dificultades.
lib¡esca de l¿ "gramática de la Rítmica", cada
E[ instrumento musical por excelencia, el
árnbito estará ilustrado con uno o dos ejemplos
cuerpo humano en su totalidad, es más capaz
tomados del propio Jaques-Dalcroze o de otros que cualquier otro de interpretar krs sonidos
dalcrozianos. Btos ejemplos deben considerarse en todos sus grados de duración, moviéndose
corno algunas aplicaciones entre las muchas po- los rniembros ligeros en Ia rapidez y los miem-
sibles. Por otro lado, tal vez sea útil precisar aquí bros pesados en la lentitud (l9l9b, p. 143).
que el orden en que se tratan los diferentes pun-
tos, si bien no es totalmente indiferente, tam- Después, e[ alumno aprenderá a oponer [a
poco tiene carácter obligarorio; tanto menos acción de dos miembros ejercitados simultá-
neamente, a senrir la tensión en uno mienl ras
cuanto que, en la práctica, nunca se encuentra
el otro regresa a su posición inicial. Se entrena-
un ejercicio que afecte a un solo ámbito.
rá así en el funcionamiento independiente de
los diferentes miembros.
existe oun sexto sentido, que es el "sentido cia ejercitándolo simu[táneamente con otros
,s
hacerse sólo con el rexro). Resp.
f P
lns.
probado que "la música no toma del lenguaje da para permirir un auréntico cambio de
sus mecanismos de expresión y ofrece por sí postura que no sea demasiado rápido-. El
silencio que sigue al calderón se enriende
misma una íntima colaboración por vías dife-
como S(ñal .1uc anuncia el próxrm,r m,,r'i-
rentes de las que usamos en la vida coridiana"
miento. Pocc¡ a poco se instala una sucesión
(Dutoit-Carlier, 1965, p. 409), y a[ haber otor-
regular, suprimiendo el calderón sobre el
gado a esta comprobación una imporrancia pri-
valor Inrgo.
mordia[, esta dalcroziana se orienró muy pronto Y aquí quería vo llegar: en el momento
hacia la terapia psicomotriz. Son innumerables del valor largo, cuando se supone que todos
las situaciones en que ha podido, por medio de están cómoJamenre in5talados, se ve un pie
la música, no sólo instaurar una comunicación levantado, un codo que sobresale, una rodi-
hasta entonces imposible, sino Ilevar a los niños lla; se ve un pre que se estira, una piema
a una auténtica comprensión de su dinámica entera, sin apoyo...
corporal y de los conceptos útiles para descri-
¿Btás cómodol
birla. He aquí un ejemplo, relativo a[ terreno -
que nos interesa: - Trata
sí...
de estar bien relajado.
-
Y
Y L4 cRAMÁTrcA Dr r_4 RírMrcA lZ3
Y
(nero srn cambiar). se trata aún de una percepción global y poco
- ¿Asíi ¡{J !j' I
-pero cuando te miro, -r",.^,
Acabo de rocar esr¿ , diferenciada. Falran otros ejercicios nara que
es como si hubiese pueda matizar la intensidad de un estado de
tocado l J J I lJ' lil 1.1 ,,"[o. l".go.r r..*- contracción o para permitirle relajar un miem-
plazado aquí por un acorde o una amalgama bro aislado. Y ahí [a música todavía tendrá que
de notas que no es, como anterionnente, la desempeñar a veces el papel de ayudante o de
conclusión natural de Ia frase. que rornpc
revelador.
"ino
con ella de un modo bastante discordante).
-..(Risas, y e[ miembro estirado se agira
Quiero abrir un paréntesis de dejar
-un poco). -antes
este ejercicio, sobre el que no voy a volver-
Te toco otra vez la música -que encuen- para mencionar uno de sus posibles usos en uno
-tra una postura cómoda.. de los campos de la educación musical: el desa-
La terapeuta toca... y cae la rodilla sa-
rrollo del sentido armónico. Según la impresión
liente, se posa [a mano levantada... más o menos acusada de tensión o de relajación
senrida en la audición del último acorde de la
He podido constatar muchas veces lo rápida
frase musical J]j! ld I ll , se aprenderá a dife-
que es la comprensión en este caso, cuando el
mismo término "relajación" es todavía letra rencia¡ este acorde de los que procuran un gra-
muerta. Eso no quiere decir que esta compren- do de rensión diferente. Así, en un sistema
sión se adquiera de una vez por todas, pero tonal, se hará que e[ alumno aprecie (y exprese
queda abierta la puerta a ejercicios más siste- corporalmente) la tensión suscitada por un acor-
máticos de contracción y relajación musculares, de de dominante, por oposición a la relajación
porque eI niño ha percibido conscientemente la que aporm un acorde de tónica. O, con más
diferencia enúe estos dos estados. A los niños refinamiento, la diferencia de tensión entre un
les gusta mucho la continuación del ejercicio: acorde invertido y un acorde fundamental,
No se sabe por adelantado si [a siguiente entre un acorde alterado y un acorde desprovis-
postura va a ser cómoda o no, si será relaja- to de notas ajenas, etc. En un sistema tonal o no
da o tensa; 1o decidirá la música en el último tonal, también se hará distinguir un acorde que
momento. De todas formas, hacemos como rompe el estilo de otro que [o respeta, o una
si quisiéramos descansar en la nueva postu- serie de sonidos que se agrupan de otros que se
ra; quizá realmente descansemos, quizá algo diluyen, etc. La posibilidad de manifestar cor-
en [a música nos lo impida: ¡es una sorpresal poralmente la impresión recibida auditivamen-
El contraste que se establece asi entre los te, de tomar conciencia de las variaciones de
dos tipos de sensaciones experimentados y el tono imputables a estímulos armónicos a los
reforzamiento que mutuamente se proporcio- que pronto se sabrá dar nombre permitirá al
nan las sensaciones musculares y las auditivas alumno integrar e[ aprendizaje de la armonía a
han llevado pronto al niño a una clara con- su profunda musicalidad.
ciencia de los estados de contracción y relaja- Hemos visto arriba cómo la música puede a
ción. Enseguida podrá anunciar él mismo: veces reemplazar ventaiosamente a la lengua en
«renso» o "relajado", y adecuarse a su declara- su capacidad de suscitar la toma de conciencia
ción sin ayuda de la música. Por supuesto, sólo corporal. Pero ello supone que esta música
Ir individuales.
Jaques-Dalcroze se interesó por la respira-
natural y el tempo de una obra rnusical o la
velocidad de un desplazamiento andando, co-
ción sobre todo en su calidad de músico: no hay rriendo, saltando-. Se hará entender, siguien-
Y una so[a acrividad musical que pueda hacer abs- do a Ansermet (1965, p.159), que
"la cadencia
tracción de e[[a. No es sólo que la respiración
x sea la condición misma de [a producción musi-
binaria y la cadencia temaria son los dos pri-
meros datos de nuestra cadencia respiratoria,,
cal (en el canto y en e[ manejo de instrumentos estando la primera ligada a la actividad regular
de viento), sino que su dominio es necesar¡o en y continua, y reservada [a segunda al reposo o
toda práctica insrrumental. Un amigo pianista al sueño. Las dos tienen [a forma alzar-dar:
me hacía observar, en concreto! cómo es más
fácil llegar a tiempo a una nota o un acorde
J l.l (binaria) y JIJ(ternaria). por [o de-
situados en un extremo del reclado (que requie_ r Gérard Desmeules, comunicación personal,
l9?9
Concierto de Brandeburgo,
Iai d€s.ádr ers moí i'rdai,
6 A4r.d §l6do eÉ
¡Éoúa daó po. d te,ío I ,¡br I ..tz de metamre
I
h a
p!.to
de
!Jt
p
de F¡oó tsE b mcrun
siSuiente.
TI oportunidad de ¡emarca¡ la imponancia del tico y permitirles que vehiculen con flexibi-
punto dz llegaln del movimiento. Y en este ejer- Iidad y elasticidad las emociones y los senti-
OI
mientos ( 19{5, pp.214-215).
)t- cicio el punto de llegada era e[ ot¡o exrremo de
rl.v la sala, no el primer paso. B necesario rener esto Ser rítmico no es sólo estar en posesión
en cuenta dzsdt eI canienio del molimiento del de una crerta c¿ntidad Jc ritmos morores,
grupo: el impulso romado en común consisti¡á cerebrales o físicos. Es saber y poder pasar
O-¡-z con flexibilidad y sin dificultades de un acto
no sólo en prepa¡arse para corer, sino en decir-
u- al acto srguienre. de un pensamiento a otro
se que hay que corer /r¿sr¿ tal o cual lugar. Al
)a (ibid., p. 2s4).
realiza¡ este movimiento de grupo, se compren-
derá que su verdadera cñ¿s¿ no es e[ punto de Los ejercicios destinados al estudio de los
partida de la carrera, sino su punto final. La gestos y de sus encadenamientos (cf. supra,
(-----+ r
s) ,
t
r¡.
traza el -ocho- es menor así que si tuviera r.¡uc
fiarse sólo de su sentido interno del tzmpo: tt
apoyo musical bien adaptado supone general-
mente una gran ayuda para [a adquisición de la
técnica del movimiento continuo! porque [leva
el movimien¡o hacia adelante permitiendo al
oído adivinar el momento de llegada y renueva
constantemente la sensación energética insu-
Este movimiento lento no debe ni inmovi- flando al gesto nuevos impulsos. (Por 1o que
lizarse, ni interrumpirse, ni vacilar en el concieme a los instrumentistas, en lc>s que cada
mornento de los cambios de dirección; por otro gesto destinado a producir un sonido precede
lado, debe mantener una velocidad de desplaza- ligeramente a[ sonido mismo, se comprende
miento uniforme. F-sa es la dificultad mayor del mejor cómo un oído capaz de adivinar la conti-
ejercicio, aunque no sea lo más espectacular. La nuación del discurso musical y de percibirlo
persona que desc¡ibe el n66[r6", por su parte, como un todo es esencial para [a continuidad
deberá adaprar la curva de su movimiento a espacio-temporal de su interpretación. )
dimensiones que cambian sin parar. A veces
apenas podrá deslizar la mano entre las de su I-a realización de movimientos continuos es
compañero; a veces todo el cuerpo se verá más fácil de obtener con los brazos que con las
-,7
LA cRAMÁTrcA DE LA R¡TMrcA 133
-I
piernas o la marcha. En principio, tienen más o propulsar un() y otra. Tendremos ocasión de
soltu¡a. É"a es Ia razón por la que el movünien- darnos cuenta de csto si, por ejemplo, asumimos
to artístic() suele confiar a los brazos [a rnisión srrcesivamente los dos papeles complementarios
de subrayar el lzgato y los tnovimient,'s c,,ttti- prescntes en el cjercicio que cito seguidamente,
nuos de [a música; con el riesgo, a veces, de que es una trasposición, a escala de desplaza-
abusar, unos brazos omnipresentes hacen perder miento, del ejercicio que acabo de describir
de vista la expresividad del resto del cuerpo (o (cf. ejercicio del ovillo).
incluso, en algunos casos, [e eximen de ser
En lugar de las manos extendidas, son
expresivo). Pero el movimiento continuo debe -
dos personas en pie las que están una frente a
poder "difundirse por todo el organismo", de
otra. Se desplazan lentamente sin dejar de mi-
manera que
rarse, acercándose o separándose (caminando
...cada ritmo creado por [a sucesión de con- aJelanr. o arrás) o describiendo una curva cir-
tracciones y relajaciones musculares despier- cular (desplazamiento lateral), de modo tan
te otro ¡itmo en los grupos musculares conti- continuo como sea posible y sin dejar de sentir-
guos y se propague por todas las partes del ser
se en relación uno con otro. Y en lugar de una
(J.-D., ibd., p.216).
mano dibujando un "ocho", es una persona
En cuan¡o a la marcha, tenemos una ima- quien se mueve según este esquema entre los
gen ideal de su posible continuidad en e[ pati- 165 "pilares móviles" con relativa rapidez (ca-
naie artístico, y la impresión de continuidad rrera o marcha "alzada", es deci¡ marcha rá-
que debe dar en tierra firme exige un trabajo pida de puntillas, dando la impresión de un des-
técnico que puede resumirse en la tan sugesti- lizamicnto). Cuando después se llega a inscribir
va (y frecuentemente repetida) invectiva de el tiernpo del recorrido en un compás regulaq se
Valéry Roth: "¡Los kilos primero! iSe camina requiere un número fijo de pasos, sea cual sea el
con el cuerpo, se impulsa con los pies!" Este tarnaño del "ocho", y se tendrá oportunidad de
imperativo es igual de válido para [a carrera que p¡obar, al mismo tiempo, toda suerte de ampli-
para la rnarcha Ienta o cualquier movimiento tudes de aquéllos. O bien, con sólo la métrica
que intente dar una impresión lineal (una con- fijada, e[ caminante crea a medida el ritmo que
secuencia física perceptible es que la línea de le cr¡nduzca al lugar preciso en el momento pre-
los hombros avanza paralela al suelo, en lugar ciso. El lector convend¡á en que no es fácil
de progresar por ondas). lograr hacer con los pies lo que un pianista ha
No es necesario que [a marcha continua necesitado bastante tiempo para poder hacer
se componga de pasos de Ia misma duración. con los dedos. Támbién se intentará da¡ a este
Lo importante es que el peso del cuerpo se ejcrcicio un marco (número de pasos, espacio
desptace sin desacuerdos sea cual sea el máximo que se puede recorrer, rempo del des-
tempo (1.-D., 1942, p. 1461. plazamiento)... ¡que no exceda de las posibili-
dades humanas!
Lo que cambia según las diferentes veloci-
dades es la relación temporal entre el desplaza- Sin embargo, nos esforzaremos por propor-
miento del centro de gravedad y e[ de la pierna, cionar a los alumnos la experiencia global del
y Ia cantidad de energía necesaria para retener movimiento continuo en el conjunto de las
contrario, siguiendo siempre el camino más también es crerto que las alrernancias o super-
fácil. Tan pronto algo suponga un obstáculo posiciones de movimientos y paradas (silencios,
(una tensión, un gesto que exigiría un esfuer- reposo), que caracterizan tanto a [a música
2o...) se renuncia a continuar: volvemos a la como al cuerpo humano, contribuyen a su libre
fase precedente y se busca ot¡a vía. Puede que ejercicio en la medida en que se inscriben en [a
quede uno mucho tiempo tumbado buscando la conrinr¡idad propia de los seres vivos.
manera más cómoda de volve¡se sobre el costa-
do y luego e[ movimiento que le conduzca sin
esfuerzo a poner una rodilla en tierra; quizá se EI estu.dio de ls diferentes ortitu.fus
busca¡á durante un rato la mejor forma de
¡Qué admirable espectáculo el de la ma-
erguir el torso o. el modo de realizar la proeza no del violinista, las reacciones de su torso,
final que permitirá, como si nada, encontrarse esos pliegues o esa serenidad de [a f¡ente, ese
de pie... ¡Cualquiera que haya hecho este ejer- peso apoyado quc se ve suceder a la inmate-
cicio va¡ias veces y que guarde en su "memorid rial ligereza de los movimientos...! Todo eso,
muscular" el recuerdo deI trayecto recorrido sin por desgracia, se le escapa al disco.
esfuerzo consegui¡á a veces ponerse de pie con
Así se expresaba Jaques-Dalcroze (1945,
una rapidez y una continuidad que parezcan mi-
p.Zl?); I «rn muchos los ejemplos en que
lagrosasl
muestra, en término¡ tan pronto cntusiabtas
"Partir de aquí para ir allá pasando por los c.,mu burlones (cf. ibtd., pp. J5 y ss., por ejem-
mejores caminos es, en suma, actuar rítmi- plo), que era extremadamente sensible a las
camente », escribía Jaques-Dalcroze (1945, manifestaciones corporales exteriores. Su pene-
p- 774). Esta frase puede ayudamos a concebir trante espíritu de observación se las hacía ver
que [a noción de continuidad no se confunde unas veces como e[ reflejo de estados, senti-
con el legato de [a ejecución instrumental o del mientos o sensaciones internas, y otras como
movimiento corpora[, sino que interviene formas hueras dictadas por la convención, fuen-
igualmente cuando a estos movimientos les te de gestos inútiles.
suceden paradas o movimientos bruscos que Para é1, una educación que consista princi-
contrastan o que se encadenan a ellos, y que palmente en hacer imitar modelos no desarrolla
rige sus relaciones. Cabrían aquí gran cantidad más que la imitación de formas. Le parece pre-
de combinaciones de ejercicios individuales y ferib[e, por el contrario, comenzar encontrando
colectivos --de hecho, cabe casi cualquier ejer- uno mismo las formas que dar a sus actos; sólo
cicio de Rítmica, a poco que se analice en estos después de esto permirirán los ejercicios siste-
términos-. En consecuencia, dejaré al lector la máticos aprender a variar estas formas "de una
-1
'1 LA GRAMÁTIcA l)E LA RirllrcA 137
I
puede optar por tocar un¿r serie dc piezas cscri- ¡cconocerlo cntrc otros, fiándose de las impre-
tas, con caracteres muy diferenciados. Los sioncs r,.'crhr,l,¡. Je e"te cuadro vivicnte.
alumnos bailan o se lnueven según el car¿icter En cl rn,rrc, , Je las clase. Jc im¡r, rvrsactón o
de la música, observándose rriutuamente c()n el de Rítrnica, ¿ menudo [ego ir rnostrar a estu-
fin de lograr un acuerdo gestual que subraye Ia diantes algo avanzados una imagen (cuadro o
unidad de estilo del fragmento. Es dccir, si la forografr.r) !luc rcpresente a un person.tJe en
música les sugiere saltos, por e.jemplo, intenta- movirniento y les pido que evoquen al piano la
rán ponerse de acuerdo, sin hablar, sobre Ia velocidad y el carácter que tiene. Luego pue-
manera de saltar; del mismo modo, para las do proponerles la imagen de un ¡ersonaje re-
concesiones mutuas, convendrán el papel que presentado en una actitud estática (sentado o
Ie atribuyen a los brazos en el movimienro, etc. apoyado, por ejemplo) pidiéndoles que imagi-
En un momento dado, e[ profesor da una señal nen expresarlo verbal, corporal o musi-
a partir de la cual los alumnos, previamente -para lo que ha precedido y cómo este
calmente-
numerados, se inmovilizan uno tras otro en [a personaje ha llegado a adoptar esa postura; des-
actitud del movimiento que la música les ha he- pués, que imaginen también su futuro inmedia-
cho adopta¡ como si estuviesen dispuestos a to, Ios gestos que probablemente hará, etc. Por
continuarlo. "Uno tras otro>', es decir, cuando rnedio de ejercicios de este tipo, entre otros, los
quieran a partir dpl momento en que e[ alumno estudiantes se dan cuenta poco a poco de que
anterior se ha derenid.-r o suce.liéndose regular-
...sabcr de¡enerre, sabcr cúm,, y por qué re
mente a la distancia de uno o dos compases (lo
dericne uno y durante cuánto tiempo se de-
que les obligaría a captar [a métrica del frag-
be detencr cs establecer el equilibrio tanto
rnento mientras se mueven). Pero rambién en nuestras acciones como cn nuestras ideas
«uno tras otro» para poder sentir cada parada (1 .D., 194s, p.27).
como parte de un todo que continúa y para que
cada uno pueda darse cuenta de la impresión De todos rnodos, poder tomar una actitud
de conjunto que desean ofreceq por medio de sobre todo, poder reproducirla, reencon-
una expresión colectiva que refleje el equilibrio
-y,
trarla cuando se necesita- supone no sólo que
del fragmento: cada uno se detiene en funcitin nos Ia representemos como e[ resultado, el
de los que ya se han detenido, escoge su lugar punto de partida o la inmovilización de un
en eI grupo y su orientación, intenta contribui¡ movimiento, sino también que tomemos con-
a[ equílibrio del con.junto. Cuando el último ciencia del espacio que ocupamos en esa oca-
alumno se detiene, los observadores se encuen- sión ( ¡sin olvidar eI espacio que queda detrásl)
tran fren¡e a una actilud colectiva que es nro- y de las sensaciones causadas por las posiciones
ducto de una sucesión de actitudes individuales. relativas de las extremidades, [a cabeza y e[
Si el ejercicio se consigue, se tiene la impresión tronco. Los e.jercicios de distensión y de toma
de una fotografía que se hubiese tomado duran- de conciencia corporal propuestos por la Euto-
te la danza, una danza de evoluciones acordadas nía serán de gran ayuda al respecto. O también
en el espacio y en e[ tiempo; y un espectador de ejercicios de RÍtmica del tipo del amado "del
esa fotografía que no hubiera oído antes tocar el escultor", que se puede ernprender ya con
fragmento no tendría ninguna dificultad para niños.
I
IAGn^\tÁ?tarA rr.tA IIITMI.-A 139
{
Y
Ios resalta" (1945, p. 104). Se hará norar, es- sores,-lalcrc¡zianos de movimiento corporal tra-
pecia[ner-rte, que una actitud corporal (a[ igual tarán de ensa¡rcha¡ el ter¡eno de aplicación cle
quc un acorde musical) puede ser evocaclora sus ejcrcicios por medio de ejemplos concretos
en sí misma, pero que es el encadenamiento y y de numerosas y frecuentes referencias a tc¡das
la relación, en el tiempo y en e[ espacio, de al las situaciones importantes susceptibles de
menos dos actitudes (o acordes) lo que perrni- beneficiarse de su aportación.
te hacer una apreciación sobre su significaci<in
estética (cf. al respecto J.-D., ibid,., p. 109).
Por otra parte, sería una lástima reservar I-a mmcha y los " a.d.omas , de la mo¡cha
sólo a [a expresión artística todo el beneficio de
aptitudes corporales que salen favorecidas por Los ejercicios en los que interviene la marcha
tan diversos ejercicios. Saber tomar y recuperar de diversas formas (cf. sup'ra, p. 116, n." 8)
una actitud, saber abandonarla por otra... debe siempre han ocupado un lugar preponderante
servir primero para uno mismo en las muchas en la Rítmica, hasta el punto de que sus de-
ocurrencias de la vida cotidiana. ¿Para qué tractores la reducen a veces a sucesiones de
esrudiar las leyes del equilibrio y conseguir la pasos y taconazo5. "¡Ah, sí, la Rítmical ¡tap-
represenración de las sensaciones si eso no va a tap-tap, burn-bum!», tuvo que oír una colega
disminuir los gestps inútiles, regular los gastos nuestran de alguien que, parece evidente,
de energía y asegurar la comodidad en todas las "sabía". Pe¡o, lamentablemente, no sólo hay
situaciones que conciernen a la postura? Ocu. detractores para dar alas a esta descripción ca-
rre que vemos sentarse al piano, tocar un rns- ricaturesca. Algunos rítmicos parecen haber
trumento de cuerda, cantar de pie o sentado, olvidado ellos rnismos que entre los pies y las
c¿minar o correr los ritmos de un ejercici,, a manos de un individuo existe algo: un cuerpo
estudiantes que apenas dan prueba de la con- que Ios une y que también tiene derecho a voz.
ciencia corporal que ha sido, para ellos, objeto Persuadidos con razón de [a importancia de Ia
de clases especiales. Sin embargo, cuando se marcha en la educación rítmica, esta cerreza
entregan al movimiento artístico no parecen les basta. No así a Jaques-Dalcroze, quien, des-
desprovistos de ella- Es porque hace falta tiem- de los cornienzos de la Rítmica ( 1907, p. 39),
po y perspectiva (o una facilidad natural pre- especificaba:
via) para que ciertas adquisiciones se trans-
fieran a situaciones extemas a las que han ...8I estudio de la marcha no es más que un
perrnitido conseguirlas esto no se observa punto de partida, porque los pies y las pier-
-y
sólo con ocasión de los ejercicios de movi- nas del niño no son los únicos miembros que
miento-. tmbién, mientras se espera que tal ponen cn movimicnto músculos conscien-
tes. [...La] conciencia del ritmo requiere el
fenómeno pueda darse espontáneamente, co-
concurso de todo< los músculos conscientes,
rresponde a los profesores reforzar vínculos aún
y es, por lo tanto, el cuerpo entero lo que la
insuficientes: los profesores de Rítmica o de
instrumento remitirán, en toda ocasión, a las
posibilidades que saben que otros han desarro- ' Ruth Cianadda, entrevista grabada el 3l de octu-
llado (o que se están desarrollando); los profe- bre de 1979.
rrra obra, rnostrand() con ello que la hacía suytr; corrtraric:r, darse los nrerlii¡s clc c()nqLrist¿rrlo. Yir
v kr ciert<¡ es que en ninguna parte fuera de Ia se trate dc un ol.rletivo a corto plazo (el f¡n dc
Rrrrrr(¡ se habria prdid,, verilicar más ¡rolun runir frase, porejcmpkr) ,r tle ur.t objctivc, a Iargo
.lamente su fundamento. plazo (e[ fin de un novimiento o dc la picza
Hcmos podido ver h¿tsta aquí que [a Rítmi- entcra), In presencia en lir ob¡a de rcsistencias
c¡ intcrfiere progresivamente haberlt¡s que hay que venccr con miras a cr»rseguirlr
-tras
fuvorecido- en e[ libre ejercicio de los movi- r.rrntribtryc a hacerla significativa y rica en
mientos naturales, de [a marcha, de los ritmos infirrmacirin: por comparación entre [o que
espontáneos. Lo hace a través de consignas de escucha y lo que esperaba, el oyente toma con-
diversa naturaleza (temporales, dinámicas, es- ciencia de la dirección de Ia marcha musical,
paciales). Btas consignas tienen el efecto de mient¡as que un recorrido sin incidentes no
hacer surgir resistencias "bajo los pasos" de los habrÍa llamado su atenci(rn. La naturaleza de
alurnnos, en sentido propio y en sentido figura- los obstáculos que modifican el curso previsto
J,'. Y el f¡n .lel juego e" hacer que estas resis- es susceptible de despertar, además, su interés
tencias no impidan [a continuidad del movi- por [a construcción misma de [a ohra y le per-
miento, bien porque se las soslaye, bien porque mite descubrír lo que constituye su estilo y su
se Ias integre en é1. originalidad. (Lo mismo sucede, por supuesto,
Me gustaría volver a [a música para tr¿rtar de con eI músico ejecutante, que encuentra en e cr
establecer un paralekr que parece oportuno. la mate¡ia pirra organízar su discu¡so de intér-
A menudo se ha intentadt¡ precisar lo que, en prete.)
nl rt-st ra c rvi I rzaci.jn occ rdent¡1, permi t e consi- La terrnimrlogía de la música tonal en sí
dcrar una r¡bra musical como obra de arte. Las rnísma da cuenta de este fenómeno cuando
consideraciones sobre su forma, sobre su unidad designa como "cadencia" (es decir, "caída") la
de esti[o sonoro y variedad de expresión o sobre tendencia al reposo de una frase musical;
.,r¡ cohercncia rnterna, 5i bren son pertinentes cadencia que será «pefecta" si nada altera su
hasta cierto punto, no bastan para dar cuenta cu¡so, pero que, según la naturaleza de la resis-
Je l¿s diferencias cualitativas existentes, p,rr tencia que encuentre, se amará «rota» -es
ejemplo, entre un movimiento de sinfor-ría de decir, momentáneamente inmovilizada- o
Beethoven y una pieza de música ligera, entre "evitada" -en otras palabras, desvi¿ida de su
un fragmento de jazz auténtico y una cualquie- objetivo inicial-. No hace falta decir que tales
ra de sus pá[idas derivaciones, entre una música accidentes no se limitirn al aspecto armónico de
''elahorada" y una música "primitiva-. la música tonal, sino que se encuentran en
El musicólogo americano L. B. Meyer, autor todos los niveles de la construcción musical:
de Mnsic, the Arts anA ldea: (1967, cf. pp. ZZ- ritmo, melodía, fraseo, armonía, timbres, ma-
41), cree poder encontrar el crirerio diferencia- tices o forma, habida cuenta de sus propios
dor en la mayor o menor capacidad de una medios de expresión y lenguajc.
música dada para resisúirse a sus inclinaciones A esta música elaborada Meyer le opone,
naturales, para inhibir momentáneamente sus según el mismo criterio, la música primitiva (a
tendencias, para no ceder de entrada a la atrac- [a que asimila, para el caso, la música «popular»
prescindir de una gratificación inmediata en para hacer de ellos un objeto musical son la (
provecho de una gratificación futura. Así, [a materia de todas las músicas en todas las épocas; I
música elaborada, al menos taI como se ha desa- y [a materia siempre está sometida a las leyes de
rrollado en nuestra civilización, daría testimo- [a fuerza y de [a resistencia. No hay ninguna
nio de la posibilidad de ¡emitir a un tiempo fu- razón para pensar que los criterios de resistencia
turo la satisfacción de [a necesidad y de hacer de que permiten decidir el grado de elaboración de
una obra musical no puedan aplicarse a las r
' laques-Dalcroze extendía estas características, y obras contemporáneas exactamente igual que a t
algunas orras, a todas las arres -inferrores a su t¿tea- otras.
( 1945, p. 96). En cualquier caso, señalaba por otra parte
Por el contrario, la música primitiva deno-
(1942, p.2ll): al reprochar a un
"¿No nos equivocamos taría (por sus incesantes retomos a una tónica,
artista que no sea más que un "encantador" sin subrayar
los beneficios del encantol" [!]. por la repetición idéntica de sus ritmos, por Ia
,]".
' N. d1l j Curnrina (g,rlicismo): F,irmula canraJ¡.,
hrhlada que usan los niños para sortear a qrriin lr corres-
ponde algo (por ejemplo: pito, gorgoriro..."). Tr¡..-lalalalalalalalalalat¡t¡.
"Pito, Ne_.. ecc
ii- un()s pirsos, recuperará el tnovimieutt¡ clel prin- Por ot¡o lado, trablljar las resistencias refucr:a la
c ipio alcanzando a su c()mp¿rñe r(): conciencia de I¡ distincitin entre cotnpás y rit-
mr¡, cnseñando a .no confundir el ritrno, que cs
) r'1 el ¿ntmador del crrcr ¡,,. ¡. ¡1¡1 sl ¡, rln¡'á., que no
z 3 1¿39 es más que el regulaclor" (j.-D., 1945, p. 2l ), y
cs
1 a sentir con Jaques-Dalcroze (ibid., p. 256) que
)s, el ritmo l,ierde fuerza si no está ordenado y
A través de [a improvisación pianística uti-
Ia¡ lizada durante el ejercicio, así como a través de
repetido; la métrica se hace monótona si no
i- esrá animada por acentos ocasionales. E[
ejemplos abundantes de [a literatura musical, se orden debe vivifica¡se, la vida debe ordenar-
resaltará [a diferencia de tensión que se crea se: por cso es necesario estudia¡ las relacio-
entre dos voces, según la melodía superior se nes entre la Métrica y la Rítmica, entre los
,rdelante a[ sostén armónico o, por el contrario, autor¡atismos regulares e indispensables y
7
ceda a su atracción. Por ejemplo: las emocioncs que los rompen y los rnodifi-
-I
can.
Síncopa po. aráccióñ Sin.opa por retraso
stBDl-uc:i
el movimiento del aro, asÍ (rrino st¡srenido). proyecta el programa de un concierto o rete¡en-
Cuando orgas quc la nrüsrc,r (¡npicza a ser cia a [a graduación del uretrrinomo en la bús-
más lenta, querrá Jecir qL¡c el ¡ro rambién queda dc un ¿cmpo. Est,'s c,,nccnr,'' n') Inrer-
ernpieza a girar más Ientatnente, y que hay
vienen en [a música lnisma, excepci(in hecha
que volver para atraparlo.. Confiado con la
de ciertas obras de música contemp()ránea en
posibilidad de conrrol audirivo, cl niño con-
las que la duración de las pausas i¡ de las inter-
sigue alejarse resuekamenre tlcl aro. En gc-
neral, las prime¡as veces que la música le
venciones sonoras está a veces c¡onc>tnetrada.
(Se comprende que est(, pueda ser nccesario en
indica que r iene que volver, sc nrecipira co-
rriendo. Cuando comprueba que no necesi- obras en las que se abandona toda referencia
ta apresurarse, logra interiorizar la duración posible a un aempo estable o común, cuando [a
aproximada de su trayecto y se le puede escritura de las partituras no permite a los músi-
inducir a fijar la atención en la longitud del cos circunscribirse a las barras de cornpás 1ue
recor¡ido: ..Vas a intentar hacer un paseo constituían, de alguna manera, el «cronóme-
tan largo como antes, pero esta vez sin la tro" de las partituras tradicionales , r¡ rambién
música, acordándote del largo rato que cuando en [a obra se incluye una parte grabada
puede estar girando elaro.. C,¡n ayuda de la que conlleva en su desarrollo cortes vacíos de
exnenencia, el niñL-r logra pr('grcsrvJmenre una duración predeterminada, destinados a las
estimar Ia longitud de su trayecto en fun-
intervenciones sonoras de músicos de orques-
ción de las variaciones temporales que
ta...). De todos modos, esta música quc juega
dependen de la fuerza del irnpulso inicial
dado al aro.
con el tiempo del reloj todavía puede consi-
derarse una excepción en e[ conjunto de las
Estos dos ejercicios pueden incluirse entre músicas existentes, para las que la unidad métri-
los ejercicios de Rítmica por la música (por opo- ca no es el segundo, sino Ia cad¿nci¿ del movi-
sición a los ejercicios para la música). Pero a miento.
largo plazo sirven a esta última, a[ permitir lgualmente, en el terreno del movimien-
abordar la métrica propiamente dicha sin correr to corporal apenas se habla en términos de
el riesgo de confundirla con la música --ie la metros o centímetros, a no ser para fijar las
que es un elemento- o con el ritmo que dimensiones de una escena o decidir el empla-
proporciona un marco-. -al
zamiento de ciertos puntos de referencia; o a
La introducción de unidades de medida que veces para proponer una distancia aproximada
permitcn hacer comparaciones cuantitativas es, entre dos compañeros: "No os ace¡quéis a me-
en el niño, de aparición relativamente ta¡día, nos de un metro», «quedaos a dos centímetros
tanto en el campo del tiempo como en el del uno deI otro"... Pero casi siempre se prefiere
espacio. Por lo demás, los sistemas métrico y decir: "Entre vosotros debe quedar la distancia
cronométrico sólo intervienen poco y muy ac- de un brazo extendido" o «poneos tan cerca
cesoriamente en los ámbitos de la música y del como sea posible sin tocaros»; porque estas
movimiento corporal. En música, sólo en cir- medidas, además de se¡ suficientemente preci-
cunstancias muy precisas se habla del tiempo en sas, son verificables en todo momento. Aquí,
términos de minutos y segundos: necesidad de la unidad de desplazamiento no es el metro,
conocer [a duración de un fragmenro cuando se sino el Paso.
160 LA RiTt''tlcA.,AQUES-DALCRozI-
C}¡ntrariamente a lo que hc sugericlo en cI I'rimero /rrse,
d'.J cjern¡,lo anterior, cuando se intenta traducir el Se csri¡r-rla trn númert¡ de p¿rs,rs; por e1enr-
.lcsirrrollo rernporal y dinámico de la rnúsica por ¡lo, siete. Los llumnos debenj ¡ues, pilsar Je
:n- mecii<, cle rnovirnientos y de dcsplazamientos un punto al prrixilno en siete pasos, en la
..'r¡oralc., t l ¡a.o d,. un punto a otro n() siem- direcci<i¡r que |rsf¡¿¡¿^, es decir, siguiendo
un segmento G, b o c. Son lihres de elcgir su:
¡re puecle efectuarse a [a velc¡cidad más crimo-
d,- .l¡. Alcanzar a un grupo ale.jado en un tiempo trayectos, y se csfuerzan caila vez por aclaptar
res nruy reducido, avanzar imperceptib[emente a lcr
la longitud de sus pasos a la del segmento
escogido. Se realiza el ejercicio en un r€mpo
Iargo de una línea recta durante una duración
dado; a continuación se puede volver a
que parece infinita, volver al punto de panida
hace¡ en un tempo más lento, a paso de
en un tiempo dos veces más corto que el que se carrera, etc. (lgualmente, se podrá realizar
había invertido cn el trayecto inverso... ¡todo con diferentc número de pasos.) En esta fase,
esto es moneda corriente! Se trata también de la atención se cent¡a en las variaciones en la
imprimir Ia dosis justa de energía a cada uno de dc¡sificación de la energía en función de las
los dcsplazamientos y de lograr encadenarlos sin variaciones del espacio, permaneciendo
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,-.rrc¡res de evaluación de ningún tipo, aunque constantc la du¡aci<in dc los dcsplazamien-
las relaciones de tiempo y de espacio varíen tos, al igual rlue el número de pzrsos.
cada vez.
Segunda fase :
He aquí un ejercicio de «gramática» que me
Se asocian diferentes velocidades a las dife-
:e ¡rarece que favorecerá este tipo de destreza.
rentes longitudes. Por ejemplo, se puede
L)ebo su principio a Edith Nael y trataré de
decidir que la velocidad de los pasos sea fun-
rn, \l rar alSun(,5 de .us r.cursos.
ción directa de la longitud de los segurentos,
Se delimita en la sala un gran rectángu- se rcco¡¡erán corriendo los scgmentos c,
lo por medio de nueve panderetas (o mejor, andando normalmente los segmentos b, 1'a
cle nueve cuadrados de cartr5n sobrc los que paso lento los segmentos a (pero también es
se pueda poner el pie, o incluso nueve aros). posible al revés, y en otras ocasiones con-
Éstas indican los ángulos, Ios puntos n.redios vendrá una asignación dife¡ente). El núme-
a de los lados y el centro del rectríngulo (cL ro de pasos entre dos ptrntos sigue siendo
figura). La distancia entre dos panderetas constante. En esta fase, la rapidez dc deci-
puede ser a, b o c. sión desempeña un gran papel: a cada cam-
bio de dirección le corresponde un car¡rbio
de tempo, y hay que poder decidir inrnedia-
b tamente en qué sentido tendrá lugar esre
cambio. Un buen sentido de la <¡rienración
c c
"Io b b o
es una valiosa ayuda en este caso. Como se
ve en el plano, todos los segmenros ¿ están
situados en una verrical, todos los segmentos
los trayectos como parte de una simetría de cindir del control de la visra... (ibid., p. 90). :
coniunro. Cracias a un número de pasos jui- En los ejercicios de Rírmica pertenecientes
ciosamente escogido, los diferentes puntos
a esta categoría se deberá, por ejemplo, recorrer
del rectángulo se convierten en puntos de
una distancia con los ojos ce[ados, acompaña-
encuentro o, a veces, de reunión. Cuando se
do por una música que subraye el tempo; luego,
consigue realizar con precisión el ejercicio,
la impresión visual que siente el espectador regresar al punto de partida con el mismo
es comparable a la que procura un caleidos- tempo, pero en silencio, o dos veces más depri-
s
copio, en el que pedazos de vidrio indepen- sa o con el doble de pasos. Se intentará orientar
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dientes unos de otros y deslizándose a dife- con relación a [a emisión de timbres sonoros,
rentes velocidades se encuentran en todo locaIizar su procedencia y estimar en número de
imaginacia)n del sentimiento de miedo) actúa métricos. Los estudi¿rntcs sc rlan cuent¡ ¡nur
en cl sentido de una repetición; la alegría, en el pronto de que no se ¡rat:r sólo.1e haccr que
scntido cle una dilatación; la voluntad favorece h» m.'r'imitnt,,. '. 'uc.'d.,n c.,n Irrrisi,,n
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