8 y 9 de noviembre, 2016
Débora Fernández
Tal como se deja leer en uno de los capítulos de La individuación (La Cebra Editorial,
2009) titulado “La individuación de los seres vivientes”, correspondiente a
L’individuation à la lumière des notions de forme et d’information, tesis doctoral publicada
en dos partes en 1964 y 1989, para el pensador francés el individuo es antes que nada
un sistema de transducción situado en un campo dinámico.
Expuesto de ese modo, pareciera que algo acontece en el emplazamiento de
las cuestiones referente a lo que se designa comúnmente como “individuo”. Entre
otras cosas, me gustaría avanzar que dicho emplazamiento implicaría tanto un
devenir transductivo de la noción de sistema, como un devenir dinámico de las
funciones repartidas dentro de lo que Simondon concibe como “campo de
problemas”. En primera instancia, si bien la definición que hemos recogido para
iniciar nuestra intervención en el presente Coloquio no es ni muy extensa ni
excesivamente compleja, creemos que ella hace legible, permitiendo la entrada a lo
que en varios pasajes de ese capítulo, en el que nos concentraremos, se expresa como
cierta transductividad de relaciones al interior del sistema (a saber, relacionalidad de
las relaciones, doble cadena de los procesos de integración y diferenciación, de
estructuración y funcionamiento). Por otro lado, la sencillez de esa definición habla
una especie de dinamización activa de la noción de “campo”, del régimen de sus
fases, sus molecularidades y espaciamientos temporales.
En esa línea, dentro de lo que son las relaciones al interior del sistema es fácil
dar cierta díada de lo que Simondon llama “procesos de integración” y “procesos de
diferenciación”. De hecho, si mi lectura tiene asidero, dichas relaciones componen
lo que se describe a lo largo del capítulo como cierta “polaridad de las fases”, o más
aún, como el devenir ontogenético de un ser “bifásico”. Lo cierto es que más allá de
la precisión fabril del término, de lo que se trata es de una la presencia de un carácter
eminentemente integrador de la relación entre “tensión” y “estabilidad”. Esto es,
plano de existencia de un conflicto y de una homogeneidad de los heterocronismos
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de individuaciones locales. Por otro lado, tengo la impresión de que los lectores de
Simondon estarán de acuerdo conmigo en que la noción de “campo” no dice mucho
de los problemas a los que se nuestro autor se dedica, a menos que, claro está,
impliquemos por nuestra parte lo que en él se deja pensar con la operación de los
procesos de metaestabilidad.
Una consecuencia de lo anterior es, desde luego, que el predominio de ciertas
categorías ligadas a la lectura de la historicidad del Ser o de la analítica existencial
pierden todo su peso –bromeando un poco se podría decir que éstas se consuman
en el olvido que la misma ontología les adjudica. En ese sentido, habría que decir
que la incardinación teórica de la destructibilidad de la comprensión metafísica del
sujeto no tiene aquí mucho quid, Simondon pareciera de alguna manera pasar de
largo la perspectiva de ese problema. En efecto, el emplazamiento dinámico de la
teoría de la transducción no se asocia demasiado a tópico tradicionales que delimitan
la universalización de la definición de hombre, o de la relación entre pensamiento,
técnica e individuación del viviente humano.
Ciertamente esa podría ser una entrada para procesar, o quizás, para integrar
la proyección de lo que enuncia Jean-Hugues Barthélémy en Life and Technology, libro
publicado tan solo el año pasado por Meson Press, en colaboración de la Biblioteca
Nacional Alemana. El subtítulo de dicho libro es absolutamente esclarecedor, pues
lo posiciona como una interrogación tanto al interior como en una especie de más allá
de las teorías y del pensamiento de Simondon. Barthélémy, además de ser el Director
del centro internacional de estudios simondonianos es editor y director de los Cahiers
du Simondon, razón por la cual, se comprenderá, tiene toda la autoridad para
proyectar algo como las fronteras de un más allá de las cuestiones concernientes al
emplazamiento de lo que aquí intentamos bosquejar. Como nuestra lectura es tan
solo una intromisión jovial, me permito destacar lo siguiente: es interesante el punto
de arranque con el que parte uno de los capítulos dicho libro –capítulo que,
digámoslo de una buena vez, está abocado a desarrollar un diálogo entre Martin
Heidegger y Simondon. Él nos habla allí de una ausencia de suelo, de unas
diferencias irreductibles generadoras de lo que llama ciertos “misunderstandings”;
ante todo, en consideración a la temática referente con el problema de la técnica y
del anti-humanismo. Lo que nos interesa destacar por nuestra parte es que, con todo,
Simondon efectuaría una crítica sustancial a lo que otros atores han llamado la
“máquina antropotécnica” (Agamben). Crítica que en lo establecido por los
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Bien, hasta allí con Barthélémy, pues, es curioso, se echa de menos en su libro
las nociones en las que hemos concentrado, por otro lado, nuestra lectura. A
propósito de eso es muy probable que no dé el alcance para un bosquejo totalmente
nítido de esta pequeña tarea. Lo que he intentado hacer hasta ahora como punto de
brote inicial es anunciar el diferendo entre el sistema de pensamiento de la
transductividad y lo que se presenta, para decirlo al tono de los análisis de la
deconstrucción, como la “cuestión eludida” en la ontología clásica. A saber, aquello
que se desenvolvería en la lectura heideggeriana en torno a la noción “vulgar” de
tiempo: concebida como fundamento de la “estandidad” y como repetición generosa
de la aporía aristotélica. Si bien ella es una que impondrá su “cuestión”, la
cuestionabilidad de su cuestión o la articulación de su problema en el tramado
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Y ciertamente lo determinante allí será una falta de continuidad entre la tesis del 1958
posteriormente publicada, e Imaginación e invención, curso de 1965-66. Un autor como Bardin hablará
incluso de cierto abandono de las nociones clave o nucleares: “The key concepts of Individuation almost
entirely disappear in Imaginatin and Invention: the terms ´transindividual` and ´transduction` are
never used; other therms, like ´individuation` and ´analogy` […] loose their teoretical centrality”
(Epistemology and Political Philosophy in Gilbert Simondon)
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