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III SIMPOSIO TEOLÓGICO MISIONOLÓGICO INTERNACIONAL

EN OCASIÓN DE LOS 50 AÑOS DE MEDELLÍN1

MENSAJE FINAL

1. Acompañados por el espíritu profético de San Romero de América, misioneras/os


(jóvenes, indígenas, exalumnas/os de Misionología de São Paulo, Brasil y de
CENAMI, México), celebramos y agradecemos los frutos del caminar misionero a
50 años de Medellín y la vida de nuestros formadores, PP. Paulo Suess y
Clodomiro Siller. En ambiente fraterno y festivo, reflexionamos sobre “La Misión en
el Siglo XXI: los múltiples modos de evangelizar en perspectiva de descolonización
y humanización de los pueblos”.

2. La misión cristiana, entendida como cuidado y defensa de la vida (cfr. Jn. 10, 10),
tiene actualmente nuevos y apremiantes desafíos. Impulsados y fortalecidos por
el Espíritu de Jesús, el Buen Pastor y el Buen Samaritano, habremos de asumirlos
evangélicamente con alegría y esperanza. Así seguiremos abriendo caminos al
reinado de Dios en nuestro mundo, favoreciendo una sociedad alternativa al
sistema capitalista neoliberal que afecta a todas/os, en donde el buen convivir, la
vida digna, y el bienestar para todos, garanticen la paz con justicia y dignidad.

3. En América Latina y el Caribe vivimos una realidad contradictoria: un continente


con graves desigualdades, con índices crecientes de violencia y corrupción pero
paradójicamente con el mayor número de cristianos; mucha religiosidad y poca
ética cristiana.

4. Nos enfrentamos a una competencia voraz de las grandes empresas


transnacionales que controlan y saquean los recursos naturales (minerales,
energéticos, agua, alimentos y aire). Constatamos que los Estados han sido
cooptados por el capitalismo neoliberal.

5. Denunciamos que la causa de la migración de nuestros pueblos, como no la


habíamos visto antes, está en el modelo de desarrollo depredador que destruye la
Madre Tierra y es impulsado por gobiernos corruptos, generando pobreza,
violencia, favoreciendo el crimen organizado y produciendo graves daños
ecológicos y climáticos.

6. Las Conclusiones de Medellín han impulsado a la Iglesia en América Latina a que


asuma su “carácter de servicio” (DM V/15c) y que sea “auténticamente pobre,
misionera y pascual, desligada de todo poder temporal” (DM, V/15a). La opción
por los pobres, el despojo del poder y la asunción del servicio son presupuestos
esenciales para una evangelización inculturada de hoy. Sin embargo, muchas de
las conclusiones de Medellín no han sido asumidas por un gran sector de la Iglesia
en América Latina, incluyéndo a varios de nosotros misioneros. Por eso el
Documento de Puebla, once años más tarde nos dice: “Cuando (los cristianos)
anuncian un Evangelio sin conexiones económicas, sociales, culturales y políticas,
se trata de una “mutilación” y de una complicidad (…) con el orden establecido”
(No. 558).

1
El primer Simposio se realizó en São Paulo en 1999 “Los confines del mundo en medio de nosotros”. El
segundo Simposio se realizó en CENAMI, México DF 2013 “Aportes al sentido de la Misión hoy”. Entre el
primer y segundo simposio se produjo un Manifiesto Misionero en Puerto Vallarta 2011 que resume las
contribuciones del Concilio Vaticano II para el trabajo misionero.
7. Para superar estas incoherencias que nos han hecho espectadores de esas
mutilaciones y complicidades en vez de ser actores de transformación, el Papa
Francisco en La Alegría del Evangelio nos interpela: “Todos somos invitados a
aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las
periferias que necesitan la luz del Evangelio (…) constituyámonos en todas las
regiones de la Tierra en un estado permanente de misión” (20 y 25).

8. Recientemente, el Papa Francisco, en la preparación al Sínodo Pan-Amazónico


2019, nos invita no sólo a modelar una Iglesia con “rostro amazónico” (5, 63, 66, 8,
82, 88, 90), sino también a que todas las Iglesias locales tengan un rostro propio,
lo que significa liberar al pueblo de Dios de toda expresión de colonialismo y
neocolonialismo, que destruye su diversidad por la imposición de modelos
culturales (religiosos, educativos, económicos, políticos) extraños e impuestos en
su vida (cf. Documento Preparatorio para el Sínodo Pan-Amazónico, 66).

9. En este Simposio reflexionamos que la realidad exige “nuevos caminos de


evangelización” siguiendo la propuesta del Papa Francisco para el Sínodo Pan-
amazónico (15/10/2017), en perspectiva de descolonización de los pueblos y
humanización de la sociedad, en horizontes de historicidad, subjetividad,
racionalidad y movilidad; lo que implica un cambio en nuestra manera de vivir y
ejercer la misión, discerniendo las prioridades.

En este discernimiento asumimos y reasumimos, según la inspiración del Papa Francisco,


realizar la misión en salida:

a. Con los pobres y empobrecidos. Su vida tiene relevancia para la


reconstrucción de toda la sociedad: Estar presentes y articulados en sus luchas
y organizaciones, construyendo una sociedad alternativa al sistema capitalista
dominante desde la gratuidad, reciprocidad, equidad y la centralidad de la
espiritualidad al modo de Jesús.

b. Con los pueblos originarios. Denunciamos un gran desconocimiento, falta de


interés y de compromiso de muchas Iglesias locales, gobiernos y sociedad
civil, con la vida concreta y amenazada de los pueblos originarios y sus
territorios. Animamos a todas las personas e instituciones de buena voluntad a
reconocer y valorar la vivencia espiritual y prácticas religiosas de los pueblos
originarios.

c. Con los migrantes y refugiados. Avivamos en las iglesias y comunidades el


espíritu de las obras de misericordia que se concreta en la acogida de los sin
techo, en dar comida a los hambrientos, atención a enfermos y encarcelados
(cf Mt 25, 31-46), así como la promoción de su inclusión digna a la sociedad.
Tambien nos empeñamos en la misión universal para que en los respectivos
países sean superadas las condiciones sociopolíticas que los obligan a
emigrar.

d. Con los habitantes en las urbes. Ante la complejidad de la vida en las


ciudades priorizamos la construcción del tejido social que ayude a las
personas a salir del aislamiento provocado por la tecnologización, el
consumismo y la violencia, insistiendo en el fortalecimiento de la identidad, el
sentido de pertenencia, la creación de vínculos solidarios y la toma de
acuerdos en común para vivir la fraternidad.
e. Con la Madre Tierra. La nueva conciencia de que el mundo es nuestra Casa
Común (cf. Laudato Si), nos exige articularnos con otros actores
comprometidos a favor del bien común y del cuidado de la Madre Tierra
(defensa del agua, del territorio y de la democracia).

f. Desde nuevas relaciones. Queremos transformar la realidad partiendo de


nosotros mismos, poniendo en el centro las relaciones; creando comunidades
al servicio de los demás con un liderazgo compartido, inclusivo, participativo y
entrañable. Así construiremos colectivamente una nueva sociedad que surja
del hondo manantial de la espiritualidad y mística cristiana. Esto implica que
todas y todos cuestionemos nuestra forma de pensar, actuar y de
relacionarnos; no desde la subordinación ni condicionamientos o prejuicios,
sino desde la igualdad y libertad que generan la nueva humanidad, trabajando
juntos a favor de la vida que es el supremo criterio de la Buena Nueva de
Jesús.

Todo esto exige la conversión pastoral de nuestras iglesias a través de una


descentralización estructural, ministerial y litúrgica. Los nuevos caminos de la
evangelización son memoria del largo camino del pueblo de Dios por el desierto y a la
vez promesa de la realización de la utopía del Reino de Dios. Sin olvidar que nuestra
presencia en los contextos de los crucificados es misionera, por lo tanto, conflictiva,
militante y mística, sin perder la esperanza.

Cuautlancingo, Puebla, México 22-31 octubre 2018

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