(Tomado del capítulo 5 del libro titulado "La Centralidad de la Cruz" traducido por
Esteban Cobb)
El Dr. Mabie dice en uno de sus libros: "En el pensamiento de las Escrituras, los dos
elementos reconciliadores de Cristo, Su muerte y Su resurrección, siempre se toman
juntos. Son dos partes inseparables de una verdadera unión--ASPECTOS GEMELOS
DEL MISMO HECHO." Esta es una declaración muy clara y muy cierta; pero en la
experiencia, tal como en la enseñanza, el peligro está en no dar a las "partes gemelas"
igual énfasis. Esto afecta a los resultados en nuestra vivencia particular, porque no se
puede experimentar el poder "positivo" de la vida resucitada sin la aplicación
"negativa" de la muerte. Si existe demasiado de lo "negativo," es decir de la muerte—
entonces resultará una cadencia de lo "positivo" en la vida práctica. De igual modo, si
existe una sobre énfasis en lo "positivo"—el lado de la vida resucitada—entonces no
se recibe suficiente de lo "negativo," la aplicación de la muerte para tratar con la vieja
vida de Adán en nosotros, lo que obstaculiza la nueva creación y que tiene que ser
tratado por medio de nuestra identificación con la muerte de Jesús, abriendo así
espacio para la vida de Cristo en nosotros. Por tanto los dos aspectos deben recibir
igual énfasis, y por decirlo así, correr paralelos en la vida Cristiana—"aspectos
gemelos del mismo hecho."
Si examinamos el verso 13, dice: "... presentaos vosotros mismos a Dios como vivos
de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia."
Ahora, ¿qué quiere decir estar "en cristo jesus" en cuanto a la dimensión de la cruz
que corresponde a la vida resucitada? Examinemos Romanos 7:4: "Así también
vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la Ley mediante [su unión con] el cuerpo de
Cristo, para que seáis [casados] con otro, del que resucitó de entre los muertos, a fin
de que llevemos fruto para Dios." En la margen de la Biblia Scofield la palabra es
"casados." "Muertos" indica el lado "negativo" de la verdad de nuestra unión con
Cristo; "casados" con Señor resucitado es el lado "positivo" de la misma realidad de
nuestra unión. Son partes gemelas del mismo hecho. Por tanto, no existe una
impartición de Su vida resucitada aparte de Él mismo. Además nuestra unión es una
unión en el espíritu. "Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él (1 Corintios
6:17)—no un alma. Por tanto la parte "negativa" de nuestra muerte con Cristo significa
un rompimiento, una separación, una circuncisión de lo que nos impide ser unidos con
el Señor resucitado en nuestro espíritu. El resultado de nuestra experiencia de la cruz
realmente es una liberación de nuestro espíritu. Estuvo atrapado, por decirlo así en
las garras de nuestra alma y de la "carne." Estuvo tan enredado en la vida natural que
no podía ser plenamente unido al Señor quien es un espíritu vivificante. Pero ¿cómo
es que se lleva a cabo esa separación? ¿Cómo aplica la cruz el Espíritu de Dios, para
llevar a cabo tal separación de muerte facilitando al espíritu del hombre su libertad
para ser unido con Cristo?
Esto encontramos en Hebreos 4:12. "La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante
que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón."
Aquí tenemos una separación de algo que no es material. La "Palabra" por tanto es
una arma espiritual, funcionando como una espada en la dimensión espiritual—tal
como corta una espada en la dimensión material—y actualmente "parte" cosas no
materiales. La parte de la "Palabra" que lleva a cabo esto es "la palabra de la cruz"
(1 Corintios 1:18), separando el alma del espíritu—primero por darle al creyente
distinciones entre los dos, y en segundo lugar, separando los dos al rendirse el
creyente a la operación de "la palabra de la cruz" que vitaliza en nosotros la muerte de
Cristo.
También dice que "la Palabra" discierne y revela los pensamientos, porque "...todas
las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar
cuenta" Hebreos 4:13. Notemos que es el Señor mismo usando la espada para
circuncidar de nosotros la vieja vida—Él a quien daremos cuenta. Solo Él sabe usar la
"espada del Espíritu," que cortará como un cuchillo, para que el espíritu sea separado
y desenredado, como dice un antiguo autor, "del abrazo del alma."
Cuando el espíritu humano llega a ser así "un espíritu" con el Señor resucitado, es por
medio del espíritu, a la mente, que experimentamos la guianza del Espíritu Santo y
conocimiento íntimo de la persona de Cristo. Es a través de nuestro espíritu unido con
Él por el Espíritu Santo que le "conocemos" a Él personalmente—por cuanto todo el
propósito de la verdad es para que le conozcamos, tanto a Él como al poder de Su
resurrección.
Ahora leamos Colosenses 2:6-7 para obtener más luz sobre el significado de las
palabras "en cristo jesus." " 6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor
Jesucristo, andad en él, 7 arraigados y sobreedificados en él y confirmados en la fe,
así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias." Cuando al
inicio "recibimos" a Cristo, por medio de un simple acto de fe, fuimos puestos en Él por
la operación del Espíritu de Dios. Cristo está en nosotros, y nuestro espíritu está unido
con Él, el Resucitado, pero también tenemos que permanecer "en Él" como una
dimensión en la que tenemos que caminar día a día. Tal como comenzamos, así
tenemos que continuar—simplemente confiando y dependiendo de Él, y
permaneciendo en Él. La vida que nace de la cruz significa ser "vivo" para Dios—"en
Cristo Jesús."
Volvamos ahora a Juan 3:16, y examinemos como se inició la realidad de "en Cristo
Jesús" en nuestro nuevo nacimiento. La Palabra dice, "De tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que En Él cree no se
pierda, sino que tenga vida eterna." Newberry dice que la palabra "en," en el idioma
original, contiene en sí un sentido de movimiento y por tanto sugiere mucho; i.e., "creer
en" Cristo es entrar en Él, y simultáneamente somos tomados por el Espíritu Santo y
puestos "en Cristo." Y el Calvario es el lugar en donde esto sucede. El Señor
Jesucristo predicó Su propia cruz al inicio de Su ministerio. Dijo a Nicodemo de la
necesidad de nacer de nuevo y le anunció Su muerte que vendría en el pronto futuro
para que los pecadores reciban vida. Dijo en Juan 3:14 y 15, " 14 Y como Moisés
levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea
levantado, 15 para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida
eterna." Hemos sido puestos en Él en Su muerte, y después en Él en su vida [la
tercera dimensión de la cruz] "¡teniendo en Él nuestra raíz"! Por tanto, "perseveran
continuamente en la fe...": i.e., cuando al inicio recibiste a Cristo Jesús el Señor,
creíste en Él; ahora permanece en Él, sé arraigado en Él, ten tu fundamento en Él,
ten toda tu vida espiritual edificada en Él.
Ahora veamos Colosenses 2:9 a 11. "9 Porque en Él habita corporalmente toda la
plenitud de la divinidad, 10 y vosotros estáis completos en Él, que es la cabeza de todo
principado y potestad. 11 En Él también fuisteis circuncidados con circuncisión no
hecha por mano de hombre, sino por la circuncisión de Cristo, en la cual sois
despojados de vuestra naturaleza pecaminosa." "¡…en Él habita corporalmente toda
la plenitud de la divinidad! Es al permanecer en Él que recibimos la "plenitud" del
Espíritu Santo. Tu dices, "O, ¡cuánto quisiera ser lleno de toda la plenitud de Dios!" Sí,
pero ¡solo puedes contener, por decirlo así, la medida de una taza! El apóstol Pablo lo
pone en otra forma—"¡en Él tu tienes la plenitud!" Tu has muerto con Cristo; ahora
unido en espíritu con Él, permanece en Él y encontrarás que estás metido en un
océano de vida. "...en Él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y
vosotros estáis completos en Él,..." en Él tienes la plenitud; porque Él es la cabeza de
todo principado y potestad. "En Él también fuisteis circuncidados con circuncisión no
hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de
Cristo..." "La carne" no puede entrar "en Cristo." Tiene que ser "despojada,"
desechada. "Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a
fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos
una vida nueva" (Rom.6:4 NVI). Aquí, otra vez vemos las dos partes gemelas de una
sola realidad.
Ahora veamos dos o tres versos para comprender cómo se hace esto en la práctica de
la vida: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas
pasaron; todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17). "porque, en Cristo Jesús, ni la
circuncisión vale nada ni la incircun-cisión, sino la nueva criatura" (Gálatas 6:15). "En
Cristo" nada depende de algo externo. "En Cristo Jesús" nada vale, nada se puede
utilizar, nada cuenta, sino solo la nueva creación. Entrando en la dimensión de Cristo,
dejamos afuera lo "viejo." Permaneciendo en Él, puede ser que participes de actos
externos de la religión—pero no dependes de esas formas externas, ni pones
demasiado énfasis en ellas, mucho menos las permites llegar a ser causa de división
entre tu y otros hijos de Dios. Así jamás encontrarás a un hijo de Dios con quien no
puedes conectar en el espíritu, porque siempre reconocerás que los dos comparten la
misma vida en el Señor.
Ahora, vamos a Efesios 2:4 al 6. "4Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran
amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). 6 Juntamente con él nos resucitó, y
asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,..." En Cristo
está nuestra raíz y nuestro fundamento, del cual jamás debemos ser removidos, pero
aquí vemos el resultado de esa posición de muerte. Unidos con Él en el espíritu
estamos sentados con Él en el espíritu "en lugares celestiales." "Crucificados con
Él," somos llamados a compartir Su vida, "porque habéis muerto, y su vida está
escondida con Cristo en Dios" (Colosenses 3:3). El poder de la resurrección es un
poder que nos levanta. Unido al Resucitado puede levantar tu espíritu "sobre todo
principado y autoridad" (Ef.1:20) en Cristo. No importa cuán oprimido puede haber
estado tu espíritu, bajo el dominio de la "carne," o mezclado con la vida natural del
alma—estamos "sentados con Él...en lugares celestiales" por medio de nuestra
unión con Él que "se sentó" cuando ascendió. Unidos a Él, Él nos sostiene al
permanecer y descansar en Él.
Finalmente, para ver como esta dimensión de la cruz, la dimensión de la vida, afecta
nuestro servicio al Señor, examinemos el sexto capítulo de Efesios, versos 10 y 11. Es
para aquellos que están "en Cristo," como se establece en las partes anteriores de la
carta, que el apóstol ahora abre el aspecto del servicio y la guerra espiritual. Él
comienza este pasaje con él que termina su carta, resumiendo la vida que ha estado
describiendo, con la palabra "por lo demás..." "10 Por lo demás, hermanos míos,
fortaleceos en el Señor y en su fuerza poderosa." Pablo dijo en el primer capítulo que
el Señor Jesucristo está sobre todos los principados y potestades. No está debajo de
ellos, y el creyente también está sentado con Cristo "muy encima" de ellos. Ahora, sé
tu fortalecido en el Señor, ten confianza, esté seguro, conoce con toda certeza tu
posición de victoria, y sé fuerte en el poder conquistador de Su fuerza.
También, en este lugar de victoria segura, "11 Vestíos de toda la armadura de Dios,..."
Conoces tu posición, ahora, establécete allí, y vístete de la armadura de Dios, "para
que podáis estar firmes..." Antes Pablo dijo que estabas sentado con Cristo. Es
verdad que no puedes "pelear" contra enemigos externos si tienes conflictos internos.
¡Hay que poder "sentarse" por dentro! Si pierdes tu paz interior estarás a la
misericordia del diablo. Para conquistar a través de la guerra espiritual el creyente
tiene que tener la calma de Dios adentro, y ser fortalecido, establecido, y arraigado en
Él. Ahora, vístete de la armadura de Dios.