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Fundamentación Teórica

realización en función del trabajo realizado por el estudiante”(p. 79). En este

sentido, Díaz Barriga y Pérez Rendón (2010), plantean que los “portafolios

requieren integrarse en sistemas de evaluación más amplios y holísticos, en

conjunto con otros instrumentos como rúbricas que permitan valorar niveles de

desempeño” (p. 24).

3.3 La rúbrica una estrategia formativa para el aprendizaje y evaluación de


competencias

Las rúbricas, también conocidas como matriz de valoración, se

consideran una escala descriptiva, que sirve para caracterizar los niveles de

ejecución de una tarea a fin de juzgar su calidad (Pérez Miranda, 2005). Su

gradación puede ir desde la excelencia hasta un rendimiento considerado

insuficiente (Goodrich, 1997), obteniéndose de esta manera diferentes niveles

de calidad. Según López Carrasco (2007, p.1) “la rúbrica es una estrategia de

evaluación alternativa, que permite valorar el aprendizaje, los conocimientos

y/o las competencias, logrados por el estudiante en un trabajo o materia

particular”. Considera que la rúbrica se contrapone a los métodos

tradicionales de evaluación en los que prevalecen criterios cuantitativos, que

tienen como propósito la obtención de una puntuación que se traduce a una

nota o calificación, que muestra la cantidad de contenidos memorizados por

el estudiante. En el caso de las rúbricas, se logra que el sujeto evaluado

conozca su nivel de desempeño y proponga posibles soluciones para mejorar

(Conde y Pozuelos (2007). Para un estudiante la rúbrica constituye un mapeo

del trabajo que deberá realizar en un contexto determinado sobre la base de

evidencias; mientras que para el docente sirve de referencia para planificar la

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Desarrollo y evaluación de competencias en
la formación del profesorado utilizando e-portafolio y rúbrica

enseñanza, sugerir mejoras, implementar nuevas estrategias, o reformular las

actividades para el aprendizaje.

La rúbrica se puede considerar como una herramienta de evaluación

formativa, pues se convierte en parte integral del proceso de aprendizaje, que

se logra cuando los estudiantes se sientan involucrados en el proceso de

evaluación de su propio trabajo, de sus compañeros o cuando participa en el

diseño del instrumento (Navarro, Ortells y Martínez, 2008). Asimismo, a toda

rúbrica subyace un cúmulo de conocimientos teóricos y prácticos en un

enfoque de evaluación para el aprendizaje que condiciona la enseñanza y el

aprendizaje. Así, “el uso del instrumento rúbrica permite apoyar los procesos de

vinculación teoría –práctica porque favorecen la reflexión sobre el desempeño

y facilita la mediación de dicho proceso” (Montecinos et al., 2009, p. 22).

Las rúbricas se pueden definir como descriptores cualitativos que

establecen la naturaleza de un desempeño. Esto significa que describen

detalladamente los niveles de desempeño de cada criterio o dimensión de la

competencia. Para López Carrasco (2007) la rúbrica es “una opción viable

para otorgar criterios evaluativos cuantitativos, cualitativos o mixtos, para

conocer el desempeño del estudiante durante el desarrollo de actividades de

carácter complejo de un curso, en la resolución de problemas o la

determinación de evidencias de aprendizaje” (p.1).

De acuerdo con Vera (2008), “una rúbrica supone mejorar la

calificación del desempeño del estudiante en áreas del currículo, complejas,

imprecisas y subjetivas, mediante un conjunto de criterios graduados que

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permiten valorar el aprendizaje, los conocimientos y/o competencias logradas

por el estudiante” (p.157). La rúbrica es un aporte significativo a la evaluación

alternativa considerando que varios estudios muestran que en un modelo

basado por competencias resulta ser indispensable en la valoración de

actuaciones o trabajos que ayuden a evidenciar desempeños. Su riqueza

radica en su función evaluativa formativa y sumativa. Por un lado acompaña

al estudiante en su senda de aprendizaje y por otro, permite acreditación de

las competencias incorporadas en la rúbrica.

Respecto de su elaboración, por lo general, se diseña de manera que el

estudiante pueda ser evaluado en forma ‘objetiva y consistente’, pero lo más

importante es que especifique claramente qué se espera del estudiante y

cuáles son los criterios considerados para evaluar. En este mismo sentido, las

rúbricas coadyuvan en la realización de tareas, en tanto permiten especificar

de manera anticipada los aspectos o dimensiones que integran una actividad

o producto, así como los niveles de desempeño a alcanzar (Hawes, 2004).

También conducen gradualmente al estudiante en el tránsito del desempeño

básico de un novato, al nivel de un experto o profesional.

Según Martínez y Raposo (2011) plantean que la rúbrica permite

objetivar cualquier trabajo del estudiante y restarle el componente de

subjetividad y arbitrariedad que pudiera tener el evaluador, ser más

coherentes a la hora de emitir un juicio evaluativo, y asegurar a los estudiantes

que van a ser siempre evaluados con los mismos criterios (Raposo y Sarceda,

2008). Al respecto, Navarro et al. (2008) plantean que la rúbrica puede eliminar

la incertidumbre del estudiante sobre la forma como se le evalúa,

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Desarrollo y evaluación de competencias en
la formación del profesorado utilizando e-portafolio y rúbrica

garantizando al estudiante una predicción certeza de la evaluación que le

hará el profesor.

Según López Carrasco (2007, p.12), plantea que la “rúbrica pudiera ser

vista como algo engorroso y complejo, pero que una vez que se encuentra al

sentido de la misma y se tiene claridad del proceso de evaluación buscado se

convierte en una muy buena práctica educativa”. En consecuencia, los

docentes en formación aplican las rúbricas en sus contextos de práctica,

explicando su proceso de elaboración y sus resultados, “este hecho representa

una forma evidente de generalización y transferencia del conocimiento”

(Conde y Pozuelos, 2007, p. 89).

Desde otra perspectiva las rúbricas nos permiten ahorrar tiempo, ya que

brindan una respuesta oportuna y significativa a los estudiantes; además

tienen el potencial de convertirse en parte efectiva del proceso de enseñanza

aprendizaje, al ofrecer información sobre el qué, cómo y para qué aprender

dando como resultados la valoración de desempeños específicos (Stevens y

Levi, 2005). La utilización de la rúbrica desde el comienzo del proceso, permite

a los estudiantes conocer los criterios que serán evaluados junto con las

exigencias asociadas a una competencia específica, que permite regular y

orientar su aprendizaje (Raposo y Sarceda, 2008).

Dada la centralidad del aprendizaje en el proceso formativo, la rúbrica,

tal y como lo señala Ahumada (2005), es considerada como un enfoque de

evaluación auténtica, que se orienta a promover el aprendizaje de los

alumnos por medio del desarrollo de competencias donde el docente es

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Fundamentación Teórica

mediador de los conocimientos previos y la nueva información. Al respecto, se

consideran que el impacto de las ventajas de la rúbrica favorecen el

aprendizaje significativo (Andrade, 2005; Fallas, 2005; Herrero y Torres, 2009).

En tanto este instrumento entrega información o retroalimentación

permanente al estudiante respecto de sus avances (nivel de logro esperado),

la rúbrica cumple con la función formativa (más que sumativa) de la

evaluación del proceso de aprendizaje al ayudar a dirigir el nivel de progreso

de los aprendices. Son estos últimos, quienes con la ayuda de una rúbrica,

toman conciencia del nivel de desempeño generado a lo largo de una

actividad o tarea, inclusive antes de la entrega de sus trabajos. De esta

manera, también es un instrumento de autoevaluación para el estudiante,

pues le permite aprender a monitorear su propio progreso o desempeño,

involucrándose en el mismo (Ahumada, 2005).

Por otra parte, en la evaluación del desempeño inicial docente, la

rúbrica refleja diferentes tipos de criterios explícitos asociado a su desempeño

ideal. Se busca que ellos, a través del uso de la rúbrica, mejoren o adquieran

gradualmente diversas competencias conceptuales o procedimentales, pero

sobre todo alcancen a desarrollar habilidades de pensamiento de orden

superior, haciendo explícitas las competencias, que por lo general,

permanecen tácitas o en silencio en algunos procesos formativos (López

Carrasco, 2007). La rúbrica es una herramienta que ofrece a los estudiantes

información acerca de las competencias que se esperan desarrollen los

estudiantes, junto a indicadores, criterios o dimensiones que orientan las

evidencias para lograr un desempeño de calidad que permita informar la

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la formación del profesorado utilizando e-portafolio y rúbrica

competencia (Cebrián, Raposo y Accino, 2007). De esta forma, los estudiantes

antes del inicio del curso, no solo conocen las tareas y evidencias necesarias

de mostrar en el e-portafolio, además mediante la rúbrica, tienen claridad de

los descriptores de cada dimensión a evaluar en cada competencia, por

tanto, disponen de una información más precisa y detallada que mejora el

desarrollo de competencias.

Tal como se ha señalado, las rúbricas se han convertido en un

instrumento básico para la evaluación de desempeños de alto nivel, los que

van más allá de procedimientos específicos. Sus componentes básicos son:

una escala de valores que puede asignarse a una tarea, de acuerdo a un

criterio de calidad; descripciones que indican la calidad del atributo -a mayor

grado de especificidad de las descripciones aumenta la fiabilidad, aunque el

grado de libertad en la tarea disminuye; se incluyen, en ocasiones,

indicadores, para mejorar la claridad del instrumento.

Este instrumento se utiliza para múltiples y variadas actividades de

aprendizaje y se conocen aquellas de tipo comprehensiva, holística o global y

la analítica; la holística o global, considera la ejecución de los estudiantes

como una totalidad, cuando se valora la misma al compararse con los criterios

establecidos. En este tipo de matriz de valoración, el profesor evalúa la

totalidad del proceso o producto sin juzgar por separado las partes que lo

componen (Moskal, 2000a, Nitko, 2001). Se utilizan cuando pueden aceptarse

pequeños errores en alguna de las partes del proceso, sin que ellas alteren la

buena calidad del producto final. Son más apropiadas cuando las actividades

de desempeño requieren que el estudiante produzca una respuesta sin que

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Fundamentación Teórica

necesariamente haya una respuesta única. El objetivo de los trabajos o

desempeños que en esta forma se califican se centran en la calidad, dominio

o comprensión generales tanto del contenido específico como de las

habilidades que incluyen la evaluación en un proceso unidimensional.

La rúbrica o matriz de valoración analítica donde el profesor evalúa

inicialmente, por separado, las diferentes partes del producto o desempeño y

posteriormente suma el puntaje de estas para obtener una calificación total

(Moskal, 2000b, Nitko, 2001). Estas se prefieren cuando se solicita en los

desempeños una respuesta muy enfocada, es decir, en situaciones en las

cuales hay, a lo sumo, dos respuestas válidas y la creatividad no es importante

en la respuesta. El proceso de calificación es más lento, especialmente porque

se evalúan individualmente diferentes habilidades o características que

requieren que el maestro examine el producto varias veces. Por consiguiente,

tanto el proceso de elaboración como su aplicación requieren tiempo, pero

también permiten crear un perfil de las fortalezas y debilidades específicas de

cada estudiante con el fin de establecer un curso de acción para mejorar

estas últimas.

En los últimos años se ha evidenciado en las aulas de nuestro país y a

nivel internacional una notable centralidad del aprendizaje, el cual debe ser

monitoreado y propiciado por el docente. Estos procesos enfatizan la

importancia de articular la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación en el

desarrollo de una amplia variedad de tareas abiertas, auténticas y realistas

que cobren sentido para los estudiantes y les provea de aprendizajes

significativos (García-Doval, 2006).

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Desarrollo y evaluación de competencias en
la formación del profesorado utilizando e-portafolio y rúbrica

Tal como se ha señalado en apartados anteriores, la función del trabajo

docente no puede reducirse a un simple transmisor de la información, ni

facilitador del aprendizaje (Díaz Barriga y Rojas, 1998). El docente se constituye

en un mediador en el encuentro del estudiante con el conocimiento. En esta

mediación el profesor orienta y guía la actividad mental constructiva de sus

estudiantes, a quienes proporciona ayuda pedagógica ajustada a su

competencia.

Así, evaluar es una de las tareas más complejas y difíciles que enfrenta

el docente, en tanto, resulta ineludible considerar técnicas de evaluación

alternativas, no convencionales, que permitan utilizar la información

recopilada como un recurso para promover el aprendizaje activo, la puesta en

marcha de procesos cognitivos de alto nivel y la adquisición de competencias.

Desde esta perspectiva resulta pertinente facilitar a los estudiantes los criterios

de ejecución a alcanzar en la realización de las tareas, favoreciendo el

desarrollo de las habilidades de autorregulación y autoevaluación de sus

trabajos; como también recibir retroalimentación específica sobre cómo

mejorar sus niveles de ejecución. Para Stevens y Levi (2005), la rúbrica es una

herramienta de extraordinario valor para el desarrollo de competencias de

monitorización, autoevaluación y evaluación entre pares, contribuyendo a un

mayor entendimiento del propio proceso de aprendizaje y, en definitiva, a una

mayor autonomía y autorregulación del estudiante.

Si es la mejora de aprendizajes lo que se pretende, las estrategias de

evaluación tradicionales resultan claramente insuficientes para conseguir estos

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Fundamentación Teórica

propósitos, dado que los resultados en los exámenes tradicionales pueden

ayudar en parte a los estudiantes a monitorizar su aprendizaje, pero muy poco

a promoverlo. Así, plantear tareas auténticas y realistas implica considerar un

amplio rango de respuestas y elaboraciones satisfactorias posibles que

difícilmente pueden quedar reflejadas en las mismas (Huba y Freed, 2000).

Precisamente las rúbricas cumplen con estas condiciones en la medida en

que constituyen herramientas de evaluación no convencionales que pueden

ser definidas como guías para evaluar la calidad de las elaboraciones y el

nivel de ejecución alcanzado por los estudiantes en una amplia variedad de

tareas complejas, especificando los criterios a considerar y los niveles de

adecuación en cada uno de ellos (Andrade y Du, 2005). Al respecto, Kan

(2007), la rúbrica permite la interacción de los criterios de evaluación,

promover la realización de actividades con criterios de calidad, así, la reflexión

sobre el rendimiento y errores.

El estado del arte de la literatura sobre rúbricas como herramientas de

evaluación, da cuenta del interés de los investigadores en este tema,

específicamente porque su utilización promueve un aprendizaje de mayor

calidad (Andrade y Du, 2005; Andrade, Du y Micek, 2010; Kocaküla, 2010;

Popham, 1997 en De la Cruz, 2011), o porque su implementación en el aula

facilita la autoevaluación y heteroevaluación en las elaboraciones de los

estudiantes (Andrade, 2001; Baron y Keller, 2003; Cho, Schunn y Wilson, 2006;

Magin y Helmore, 2001; Schafer, Swanson, Bené y Newberry, 2001 en De la Cruz

,2011). Las conclusiones básicas de estos trabajos son que las rúbricas pueden

promover un aprendizaje de mayor calidad, en tanto, permiten focalizar la

atención sobre los criterios de evaluación en la elaboración de los proyectos

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Desarrollo y evaluación de competencias en
la formación del profesorado utilizando e-portafolio y rúbrica

de trabajo. Al mismo tiempo, facilitan a los estudiantes una autoevaluación

mucho más precisa de sus propios trabajos y permiten al profesorado ofrecer

juicios más válidos sobre el nivel de adquisición de competencias complejas,

proporcionando retroalimentación específica acerca de los logros de

aprendizaje (Jonsson y Svingby, 2007).

En esta misma línea, las investigaciones también se han centrado en

analizar las percepciones de los estudiantes y del profesorado, sobre los

beneficios instruccionales y la utilidad de las rúbricas como herramientas de

evaluación (García-Ros & Pérez-González, 2011; Sander, 2005; Struyven, Dochy

& Janssens, 2005 en De la Cruz, 2011). Sus conclusiones destacan que, tanto

estudiantes como profesores señalan la utilidad de la rúbrica para explicitar y

clarificar los criterios de evaluación, es decir, cumplen con la condición de

‘transparencia’. Específicamente, los profesores le atribuyen un gran valor

pedagógico por cuanto estos instrumentos promueven el desarrollo de

prácticas reflexivas, les permiten obtener mayor información sobre la

efectividad de las mismas, favorecen una retroalimentación de mayor calidad,

sirven como soporte para que los estudiantes autoevalúen sus trabajos y

además provocan una mayor implicación de los estudiantes en el desarrollo

de las tareas (Jonsson & Svingby, 2007; Schamberr & Mahoney, 2006 en De la

Cruz, 2011).

Actuar reflexivamente es fundamental para la participación activa,

autónoma y crítica en cualquier aspecto de nuestra vida, y aún más en el

ámbito educativo. Pensar antes de hacer, comporta, en educación, planificar;

hacer implica aquí capacidad de ejecución; pero también es necesario

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Fundamentación Teórica

valorar nuestra actuación, es decir, evaluar nuestros productos y logros de

aprendizaje. Tanto la planificación como la evaluación modifican nuestras

prácticas, transformándolas en un saber más enriquecedor.

Se comprende que en la actualidad y en el marco de la evaluación

integral y formativa, se ha extendido el empleo de ‘rúbrica’ (Conde y Pozuelos,

2007). Precisamente las investigaciones actuales de diferentes universidades

dan cuenta de experiencias empíricas de uso de rúbricas como instrumento

de evaluación formativa y sumativa para evaluar el desempeño docente de

las competencias genéricas y específicas del profesorado y otras titulaciones

universitarias. Considerando que la rúbrica constituye una herramienta de

evaluación importante, en tanto, facilita la orientación del aprendizaje

transformándolo en un proceso más consciente. Así también, la rúbrica da

sentido al proceso de evaluación en un enfoque centrado en el aprendizaje,

pues ofrece orientación al docente y al mismo tiempo le permite compartir,

consensuar y articular los criterios y la propuesta de evaluación para el

desempeño de la competencia con sus estudiantes, facilitando el aprendizaje

entre pares a través de la coevaluación y posibilitando los procesos de

autoevaluación de su práctica pedagógica.

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