2. Tipologías arquitectónicas
2.1. El lugar de la oración: La mezquita
El edificio más característico del arte islámico es la mezquita. Etimológicamente significa
“templo” y, como su nombre indica, es el lugar donde la comunidad islámica se reúne para orar a
Alá. Su tipología tiene su origen, al parecer, en la casa del Profeta. La mezquita del viernes o
gran mezquita recibe el nombre de mezquita aljama.
Elemento esencial es su muro de la Quibla, orientado hacia la Meca, en el que se abre el
nicho o Mihrab, que marca enfáticamente tal dirección. En su interior tiene asiento el imán o
director de la oración. Habitualmente este Mihrab es el elemento más rico en decoración de
cualquier mezquita.
Desde muy pronto se incorporaron a las mezquitas dos nuevos elementos: El alminar,
destinado a convocar el rezo mediante la voz del almuédano o muecín, contrapone su
verticalidad a la masa horizontal del oratorio; y la fuente de abluciones, que se suele situar en el
patio y sirve para que los fieles logren la pureza requerida para cumplir con la obligación de la
oración. También por razones de pureza ritual es obligatorio descalzarse al entrar.
Por influjo del arte cristiano, las primeras mezquitas adoptaron la planta basilical. El oratorio se
convirtió así en una gran sala hipóstila cuyas naves se dispusieron paralelas o perpendiculares a la
quibla, fórmula esta última que terminó triunfando. La nave central se hizo más ancha y abovedada,
y las naves extremas se prolongaron, rodeando el patio o sahn, constituyendo los riwaqs.
En el Islam Occidental el esquema se complica al darse mayor importancia al tramo o nave
que precede a la quibla. Éste alcanza iguales proporciones que la nave axial y se enriquece con
cubiertas abovedadas, lo que origina una peculiar y característica mezquita en forma de T.
Frente a este esquema occidental, en Oriente surgen diversos tipos de mezquitas, cuya
principal característica es el empleo del iwan (sala rectangular abovedada abierta al patio en su
frente). Uno de esos tipos es la llamada mezquita-kiosko, constituida por una sala cuadrada y
coronada por una cúpula, a la que rodean tres iwanes. Sin embargo, el tipo más conocido es el de
mezquita de cuatro iwanes. En ella se repite la estructura de la mezquita-kiosko, pero complicada
por la incorporación de iwanes monumentales en el punto medio de cada uno de los frentes del
patio. Dihos iwanes están enlazados perimetralmente mediante una serie de pórticos.
Otro tipo de mezquita lo constituye las de planta central. En ellas, la sala de oración es
cuadrangular y aparece cubierta por enormes cúpulas a gran altura, siguiendo el modelo e la
iglesia de Santa Sofía de Constantinopla.
En el interior de las salas de oración, sobre todo en las mezquitas aljamas, suele aparecer un
espacio delante del mihrab delimitado. Es lo que se denomina la maqsura. Tiene sólo un valor
social y accesoriamente estético, sin connotaciones religiosas. La primera maqsura aparece en la
mezquita de Medina, pero no responde a la tradición del Profeta que no creaba ninguna
separación entre sus fieles. Pero Omar, Othman y Moawiya sufrieron atentados en sus mezquitas
mientras oraban. Así que, con un valor defensivo que posteriormente se tradujo en social, se
separa mediante una balaustrada el espacio reservado al jefe y sus invitados, marcando una
jerarquía que fue condenada por los teólogos desde el momento mismo de su introducción.
La maqsura experimentará una evolución artística muy importante. Hubo maqsuras móviles
que se colocaban en su lugar los viernes, exclusivamente para la nobleza. Otras se construyeron
en piedra, como la de la mezquita de Córdoba.
El mobiliario litúrgico de las mezquitas lo integran tres piezas fundamentales: El mimbar,
especie de púlpito desde el que el imán dirige la oración del viernes; la dikka, la plataforma
ocupada por quienes responden al unísono a las invocaciones del imán y repiten sus
movimientos; y el kursi, el atril que sostiene el Corán.
Existen otros tipos de mezquitas, siendo la más sencilla la conmemorativa levantada para
perpetuar un lugar o para rodear un objeto o elemento significativo.
Otra variante es la mezquita monástica o Janaqh, que consiste básicamente en una mezquita
a la que se han añadido dependencias articuladas alrededor de un patio.
2.2. La madraza
Es un edificio adaptado para tener una función educativa. Tienen planta cruciforme con
cuatro ámbitos abovedados (iwanes), en torno a un patio central. Tal disposición se adecua a la
enseñanza de las cuatro escuelas jurídicas que el Islam ortodoxo considera como canónicas: La
Hanafi, la Hambali, la Maliki y la Safi.
2.4. Palacios
Gran parte de los palacios y residencias de los gobernantes musulmanes ofrecen
externamente aspecto de fortalezas. No obstante, tras esta sencilla y modesta apariencia se
encierran suntuosos aposentos y habitaciones ricamente decoradas. En ellas se desarrollaban las
fastuosas ceremonias y las actividades cotidianas de la vida privada. Los mejores conjuntos
palatinos conservados son la Alhambra de Granada y Topkapi de Estambul.
3. El urbanismo islámico
El Islam se propuso crear una comunidad de nuevo cuño que disolvió los lazos basados en la
familia, pero que no consideró necesario desarrollar algún otro basado en el hecho de vecindad.
Digamos, en todo caso, que la mezquita aljama fue la manifestación específica de la comunidad
y, por tanto, fue centro absoluto de la ciudad, único vínculo primario entre sus habitantes, y en
torno a ella se situaron las demás funciones urbanas.
La carencia de legislación municipal se manifestó en un desorden formal, es decir, en la
carencia de reglamentos que defendieran lo público frente a lo privado. Así, el concepto de polis
o civitas se perdió. Las ideas de un trazado urbano regulador también se pierden, y allí donde el
Islam encuentra ciudades antiguas, va creciendo y configurándose sin respetar estas alineaciones,
dejando sectores de calles sin salida, ocupando plazas y reduciendo los espacios públicos al
mínimo indispensable. De tal modo que las ciudades musulmanas se caracterizan por sus
estrechas y laberínticas callejuelas a través de las cuales se descubren de vez en cuando una
cúpula, un alminar o una portada, todo ello bañado en un aire luminoso.
5. Los primeros pasos del arte islámico: El arte de los Omeyas (siglos VII al XI)
A partir del siglo VII se inicia la dinastía de los Omeya. El estado se hace teocrático y el
califa se convierte en el árbitro de las distintas familias aristocráticas. La capital se establece en
Damasco.
Entre las primeras edificaciones de importancia hay que destacar la Mezquita del Haram en
la Meca. Se trata del espacio sagrado por excelencia del Islam. Fue convertido en Mezquita por
Mahoma en el 630. Consiste en una amplia columnata irregular en torno a un patio abierto en
cuyo centro está la Kaaba (una cámara cúbica).
La primera muestra del arte islámico auténtica es la Cúpula de la Roca. No se trata de una
mezquita, como generalmente se le llama, sino que es un monumento conmemorativo levantado
sobre el lugar desde el que Mahoma subió al cielo. El edificio recubre una roca desnuda que es
cercada por un doble deambulatorio octogonal.
El predominio de la influencia bizantina se observa en otros edificios de la arquitectura
Omeya, como es la Gran Mezquita de Damasco, que es una transformación de una basílica
cristiana anterior que a su vez se había levantado sobre un templo romano dedicado a Júpiter.
El tercer monumento religioso en importancia en la Mezquita Al-Aqsa de Jerusalén.
Otras obras arquitectónicas del período Omeya son los palacios construidos en los límites del
desierto que también derivan de tipologías bizantinas. Ofrecen planta cuadrada, amurallada y con
torreones. El más interesante y conocido es el llamado Palacete Rojo, que ofrece un rico
muestrario de pintura decorativa mural de gran naturalismo.
6. El arte de la Dinastía Abasida (750-1258)
Con la conquista del poder por los abbasí surgen nuevos impulsos polñiticos y artísticos. La
capital se traslada de Damasco a Bagdad, con lo cual se volvió la espalda al Mediterráneo. En
Bagdad se percibirá la cercanía del espíritu sasánida y, por supuesto, la influencia iraní.
A mediados del siglo IX se inicia la decadencia debida tanto a cuestiones internas como a
externas: Desequilibrios sociales y continuas sublevaciones.
Los nuevos materiales serán ahora el ladrillo y el adobe. Se optará por el pilar como soporte
y se generaliza el abovedamiento sobre trompas. En un determinado momento la dinastía opta
por abandonar Bagdad e instalarse en Samarra, donde se hace construir un gran complejo
residencial. Allí se levantará una de las más grandes mezquitas del mundo islámico.
En arquitectura civil destaca el Palacio de Ujaydir “el verde”. Es una construcción
imponente, rodeada de murallas que tiene rasgos omeyas e iraníes.
Otra aportación abasida fue la ornamentación en estuco y la cerámica vidriada, influenciada
esta última por la porcelana china. Samarra es la patria de la cerámica islámica.