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La tecnología se deriva de la especialización.

Surgió
de la fabricación en masa y cada vez evoluciona de
forma más rápida.
Los cambios a los que nos vemos sometidos diariamente se suceden a una
velocidad sorprendente, tanto que podemos llegarnos a ver agobiados por la
profusión de los mismos. Sin embargo, en el ámbito de la tecnología, nuestra
percepción general es positiva, partimos de la base de que cada cambio es
bueno: mejores coches, mejores ordenadores, mejores teléfonos móviles. Un
mundo de posibilidades que hacen que estemos más hiperconectados, seamos
más productivos o logremos más por menos esfuerzo.

Sin duda hemos superado ya debates pasados sobre si la tecnología es apropiada


o no, o sobre si las máquinas deben sustituir al hombre. La aversión y el amor por
la tecnología es una cuestión no sólo de actitud, sino también de conocimiento. Y
cada generación que pasa, percibe, cada vez más, el valor añadido que la
tecnología supone.
La tecnología ha pasado a ocupar prácticamente todas las áreas de nuestra vida,
incluso ha entrado en las áreas sociales. Pronto veremos el Internet de las
Cosas integrarse en nuestra vida, a través de los objetos, de forma que el flujo de
información será constante entre lo que nos rodea, la Nube y lo Social.
La tecnología se deriva de la especialización, la cual a su vez surgió de la
fabricación en masa y cada vez evoluciona de forma más rápida. El tiempo de
llegada al mercado es más corto y la respuesta de éste también lo es. Eso sin
olvidar que cada tecnología que emerge hace que surjan a su alrededor
numerosas industrias auxiliares que permiten el desarrollo eficaz de la misma. Por
tanto la tecnología es un eficaz modificador de las estructuras productivas.

Por otro lado dotar a los objetos de un potencial y no cuidarlos es irresponsable.


Así es como cientos de miles de ordenadores alrededor de todo el planeta son
infectados por extraños virus que fuerzan a las máquinas a realizar todo tipo de
tareas: ataques de denegación de servicio, servir como servidores de SPAM, etc.
Las tecnologías creadas deben ir acompañadas por responsabilidad en su uso.
Así mismo debemos ser conscientes de la dependencia que creamos de la
tecnología, el mero apagón de una red eléctrica nos puede apartar de la Red y por
tanto dejarnos sin nuestras herramientas de trabajo. Actualmente el 75% de la
energía generada sirve para mantener o impulsar máquinas. El resto se usa para
el confort, o la comida.

El caso es que nos acercamos a un modelo en el cual aparece una estructura


formativa global.

La tecnología se alimenta de conocimiento y este, cada vez con


mayor velocidad, lo producimos en masa.
La cooperación a través de redes digitales hacen que el ratio de información haya
crecido en un 66% anual durante los últimos años. Pero no sólo es la red, también
han ayudado las nuevas formas de indexar y etiquetar el conocimiento, las redes
de librerías y el sistema de hipervínculos de la red que nos permite categorizar el
conocimiento.

El futuro pasa por organizar el conocimiento. A través de la innovación tecnológica


la estructura de nuestro conocimiento evoluciona.

En apenas cien años hemos inventado mucho más que en el pasado millón de
años. ¿Qué sucederá dentro de tan sólo cincuenta años?

La tecnología se está transformando en nuestro motor evolutivo. De su mano,


descubriremos que hay más allá.

Juan Ignacio Martínez Estremera

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